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Reseña histórica del Pentecostalismo Chileno

Las páginas de nuestra historia se encuentran marcadas por el fuego vivo y viento recio del
Espíritu Santo, que de la misma forma que sopló en Pentecostés, ha estado soplando sobre
iglesia pentecostal desde hace ya 110 años.
Hacia comienzos del siglo XX, Valparaíso era azotado por un catastrófico sismo, de magnitud
8.2 en la escala de Richter, que dejaba un saldo de 3.000 muertos y más de 20.000 heridos. A
más de ésto debemos recordar que la epidemia de la Viruela arrasó con la ciudad dejando más
de 6.000 muertos entre la población porteña. La falta de agua, las inundaciones infecciosas de
desagües, la falta de atención médica, la marginalidad social derrumbaban día tras día a esta
ciudad. La crisis de la familia obrera en esos años trajo como consecuencia la promiscuidad, la
inmoralidad y los vicios desenfrenados ¿Dónde se encontrará el evangelio? ¿Dónde estarán
aquellos que claman “Heme aquí, envíame a mi”?
La hermeticidad de la religión y la prohibición del estado de cualquier culto no católico
condujeron a la iglesia a un profundo letargo, llevando cautivo el evangelio al más discreto
silencio; Sin embargo, la palabra de Dios no está presa.
Durante el año 1889, el hermano Willis Hoover entregándose a la obra misionera, es enviado a
Chile, a la ciudad de Iquique, para desempeñarse como profesor de inglés en un colegio de la
Iglesia Metodista Episcopal, de la cual posteriormente sería ordenado como pastor de aquella
iglesia.
Durante las conferencias realizadas en febrero del año 1902, se le concedían vacaciones al
pastor Eduard Wilson de la Iglesia Metodista Episcopal de Valparaíso junto a su familia en
EE.UU. Fue en ese momento cuando el pastor Willis Hoover es trasladado junto a su esposa
Mary Hilton a Valparaíso para quedar a cargo de esta iglesia. La iglesia en Valparaíso era una
iglesia organizada, ferviente y fiel que supo recibir de manera afectuosa a su nuevo pastor. Fue
precisamente durante este año cuando una extraña obra, nacida sin duda en el corazón de
Dios, comenzó a actuar en la iglesia en Valparaíso.
Dos cosas son dignas de destacar, la primera es el estudio bíblico y profundo que comenzó a
realizar el pastor Willis Hoover en la iglesia sobre el libro de los Hechos de los apóstoles durante
la escuela dominical, y la segunda son los testimonios que surgieron a raíz de comenzar a
experimentar este avivamiento sobre el corazón de cada creyente.
Mientras a comienzos del año se realizaba un estudio bíblico junto a los profesores de la
escuela dominical, un hermano dirigió al pastor esta pregunta: ¿Qué impide que nosotros
seamos una iglesia como esta iglesia primitiva? A lo cual el pastor respondió: No hay
impedimento alguno, sino el que esté en nosotros mismos. Por lo cual durante todo el año, todo
acto, toda persona, toda manifestación de Dios en las lecciones se presentaron como un
estímulo en esa dirección. La iglesia comenzó a ser movida a buscar la experiencia de la
santificación y con un ferviente anhelo la búsqueda del bautismo con el Espíritu Santo que los
llevaría a vivir un cristianismo auténtico.
Durante el mes de enero en el año 1909, un hermano de la congregación que trabajaba como
sereno vino a casa del pastor Willis Hoover por la tarde y le dijo: Pastor, yo estaba durmiendo
en mi casa hoy y el Señor vino y me dijo: Despiértate, quiero hablarte. Le dije: Bueno Señor.
Dijo: Anda donde tu pastor y dile que llame a algunos de los hermanos más espirituales y que
oren todos los días, porque voy a bautizarles con lenguas de fuego. Le dije: Señor y ¿puedo ser
yo uno de ellos? Sí, me dijo, y así he venido inmediatamente. Desde ese momento comenzaron
a reunirse en casa del pastor un grupo de hermanos todos los días a las cinco de la tarde
poniendo ante Dios esta gran petición. De esta forma fue como Dios fue confirmando esta obra
en el corazón de cada creyente y contestando a las peticiones que la iglesia hacía al Señor
“Manda otro Pentecostés, potente Salvador, y con el fuego otra vez ¡Avívanos Señor!”.
Dios comenzó a manifestarse en medio de su iglesia mediante su Espíritu Santo, produciendo
en los creyentes salvación, santificación, constricción y arrepentimiento, acompañado de las
manifestaciones propias de este movimiento. El evangelio comenzó salir de los templos y a
expandirse por las calles, desde la iglesia hasta los rincones más olvidados de nuestra nación,
desde Valparaíso a Chile, desde Chile al mundo. Hoy de norte a sur, desde la costa a la
cordillera, la iglesia pentecostal ha llevado el mensaje de la cruz predicando “A Cristo y a este
crucificado”. Hoy conmemoramos 110 años de esta gran obra, que sin duda nace y tiene su
origen en el corazón de Dios. Clamamos y pedimos con gran fervor esta misma petición “Manda
otro Pentecostés, potente Salvador, y con el fuego otra vez ¡Avívanos Señor!”.

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