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LA FE EN MI VIDA

Presentado por:

MAGDA LUZ OCHOA SOTO

CURSO: 8256

Profesor:

CARLOS AUGUSTO PUERTA

Asignatura:

COMPRENSIÓN ESCRITA Y PROCESOS LECTORES I

CORPORACIÓN UNIVERSITARIA MINUTO DE DIOS

UNIMINUTO – SECCIONAL BELLO

MODALIDAD DISTANCIA TRADICIONAL

CONTADURIA PÚBLICA

BELLO, COLOMBIA

2018
LA FE EN MI VIDA

Era Domingo en la mañana y desde la habitación se escuchaba el cuchicheo en la cocina


y el batir del chocolate, el olor a desayuno se impregnaba en la casa donde vivía con mi
madre, mi abuela y mis bisabuelos, mientras con mi madre veíamos la tele, esperábamos
con ansias el llamado de las abuelas a pasar a la mesa y disfrutar tan ricos manjares, fui
muy consentida pues era la niña de la casa y ya con eso gozaba de ciertos privilegios
aunque no me escapaba de los castigos cuando quería llamar la atención.

En mis más hermosos recuerdos prima una mujer de avanzada edad con cabellos
blancos y brillantes recogidos en una simple moña en la cabeza, que la hacía ver sencilla
y a la vez ordenada, una entereza de mujer se acercaba a recoger los platos en la mesa
y me tomaba de la mano con dulzura mientras preparaba el baño y la ropa de domingo
para llevarme al lugar más tranquilo y misterioso para mí.

Me llenaba de alegría ver en aquel Castillo imágenes tan hermosas y reales como
estatuas allí paradas y alumbradas con velas que la gente dejaban allí estacionadas, yo
en medio de mi inocencia las miraba fijamente a los ojos esperando cuando me
hablaban para preguntarles tantas cosas seguramente sin sentido, pero que a mi corta
edad despertaba tanta curiosidad. Mi bisabuela juntaba mis manitos y de rodillas ante
un altar donde un señor de traje blanco y muy serio levantaba una copa en sus manos y
nos daba la bendición.

Yo no entendía muy bien que pasaba pero todas las personas cantaban y danzaban con
la mirada hacia al cielo y mencionan siempre un mismo nombre ¡DIOS¡. ¡DIOS¡. Un
nombre tan corto, pero con un significado tan inimaginablemente grande que a mi corta
edad era difícil entender. Al salir de la misa mi bisabuela, hermosa mujer me apretaba
la mano y me daba una seguridad tan fuerte que era capaz de enfrentar mis miedos a
su lado. Me compraba unas ricas crispetas como en agradecimiento por mi compañía,
luego comprabamos los ingredientes para el almuerzo de un batallón que nos esperaba
en casa, pues los domingos los tíos, primos y demás familiares no se perdían de la sazón
de las abuelas que con sus platos típicos y mágicos nos llenaban de energía para la
semana siguiente.

En los pasillos de la casa la algarabía y los juegos con los primos y primas llenaban el
lugar de magia y alegría. Mi abuela y bisabuela me enseñaba el poder de la fe, el amor
a un Dios que, aunque no lo podía ver lo sentía en mi corazón. Que brilla con luz propia
y llena mi vida de fuerza para enfrentar el día a día, esta hermosa enseñanza de la
oración que era diaria por parte de mi abuela y bisabuela marco mi historia en la fe, y
qué más podría yo esperar de una Bisabuela intachable llena de amor y sabiduría.

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