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La Narrativa Histórica Como Amuleto PDF
La Narrativa Histórica Como Amuleto PDF
La narrativa histórica
como amuleto
Manifestaciones de la memoria
viva en Suba-Rincón, Bogotá
JAIME ALBERTO
M O N TA Ñ A D O M Í N G U E Z
ReseRvadosRtodos
eseRvados
los deRechos
todos los deRechos coRReccióncde estilo: de estilo:
oRRección
ReseRvados todos los deRechos coRRección de estilo:
Matilde Salazar
Matilde
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de la Pontificia Universidad Javeriana.
1. Memoria - Aspectos sociales - Suba (Bogotá, Colombia). 2. Sociología histórica - Suba (Bogotá, Colombia).
3. Antropología social - Suba (Bogotá, Colombia). 4. Memoria colectiva - Suba (Bogotá, Colombia). 5. Historia social
- Suba (Bogotá, Colombia). I. Pontificia Universidad Javeriana
inp 15 / 03 / 2018
c on t e nido
Prólogo 13
Introducción 21
1 l a m e m o r i a v i va 27
Delimitación 28
La contradicción 33
2 o p e r a c i o n a l i z a c i ó n y m e t o d o l o g í a 51
Modelado y representación 51
Descripción de la aplicación 71
Metodología 84
[7 ]
3 e n e l a h o r a d e l a v i da : e n c u e n t ro s ,
. m o n ta j e s y m e t á f o r a s 89
4 e f i c a c i a , a p e r t u r a y c i e r r e 163
Proceso de sistematización
y análisis de los montajes 175
Referencias 199
[8]
l i sta d e tab l as y f iguras
TABLA 4.6. Relación entre las variables X(1), sabiendo sin saber, y X(2), desplazamiento 189
[9]
FIGURA 2.14. Normas por saturación 72
[10]
Al Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas, cuyo enfoque
transdisciplinar permite el desarrollo de propuestas diferentes.
[11]
p ról o g o
[13 ]
14 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
alternativa para lidiar con su dolor y continuar con sus vidas, más allá
de la promesa futura de encontrar a los culpables, desdibujados por el
tiempo, por el olvido producto del cansancio.
Dadas las condiciones anteriores, la memoria viva es un hecho
natural y un recurso para afrontar las nuevas condiciones de vida y
darle trámite al dolor producido por la injusticia, la impunidad y la
sinrazón de la muerte. La per/formance construida con los diferentes
mecanismos de expresión narra la historia a través de la metáfora. En
ella, los sucesos narrados y la contradicción contenida son puestas
en evidencia, sin la intención de ser resueltas o superadas en el sen-
tido tradicional de causa y efecto. Por el contrario, la contradicción
es acogida en la construcción metafórica y se convierte en el lugar
para el despliegue o la emergencia de otras posibilidades. Lo anterior
porque, siguiendo los planteamientos de Ernesto Grassi, en el libro El
poder de la fantasía (2003), la metáfora se constituye en una forma de
conocimiento anterior a la vía racional propia de la filosofía alemana
e instaurada en la cultura de Occidente como única vía correcta de
pensamiento. El filósofo italiano, ubicado en la tradición filosófica
latina, a partir de los planteamientos de Vico, señala que la capacidad
explicativa de la metáfora se basa en la identificación de similitudes y
en los procesos de transferencia hechos por quien construye la metáfora
o por quien la interpreta.
Volviendo a la per/formance hecha por la señora María de la Cruz,
se identifican una serie de procesos de transferencia desprendidos de
ciertas similitudes. La bolsa de basura tiene algunas similitudes con las
bolsas plásticas usadas por el Ejército o Medicina Legal para embalar
cadáveres; a partir de esta identificación, cobra sentido poner en la
bolsa los retratos de su marido. Al mismo tiempo, los retratos tienen
similitud con el cuerpo del esposo cuando estaba vivo y cuando estaba
muerto; además, cumplen la función de traerlo de nuevo a la vida, sin
las condiciones mortales propias de la vida orgánica. En la elaboración
de la per/formance metafórica (memoria viva), se establece una relación
activa de quien la construye con los hechos, dada por la identificación
de similitudes y por los procesos de transferencia. Esta relación con los
hechos es diferente a la propuesta por la narrativa tradicional, porque
en esta las personas son desalojadas de su historia cuando el resarci-
miento depende de quienes deben encontrar al culpable y aplicar el
castigo. La historia tradicional basa su eficacia en la eliminación de la
Prólogo 17
verdad contenida en ellos. Por lo mismo, habría podido optar por el si-
lencio y perderse en una infinidad de conjeturas y autorrecriminaciones
sobre el curso de los acontecimientos si hubiera guardado silencio. Pero
hacer algo así no tenía sentido, porque significaba vivir la vida presa de
la contradicción, imposible de resolver, de vivir en Bogotá queriendo
estar en Cali, sin ninguna posibilidad de retornar a su antigua forma
de vida. Así, al hacer énfasis en la condición estética del lenguaje, lo
dicho y su significado pasan a un segundo plano y la forma pasa a un
primer plano, para constituirse como lugar de presencia y existencia
de las palabras. De esta forma, su existencia física se hace similar a
la existencia física de las palabras. Simultáneamente, los significados
cambiantes de cada palabra producto de su topografía sonora se hacen
similares a sus deseos y sus contradicciones. A través de este juego de
similitudes y transferencias, Paula Andrea permite la cohabitación
de las contradicciones entre decir la verdad en Bienestar Familiar, el
desarraigo al abandonar a sus abuelos, a su hermano, la convivencia
con su mamá y su padrastro, la imposibilidad de abandonar Bogotá y
el deseo de volver a Cali.
De acuerdo con lo anterior, la memoria viva, a través de la iden-
tificación de similitudes y de los procesos de transferencia, tiene una
lógica interna a partir de la cual las personas pueden lidiar con la in-
certidumbre. La historia tradicional ubica los sucesos de la memoria en
un tiempo lineal, donde unos son antecedentes y otros consecuentes.
Esta visión explica el presente en función del pasado y el futuro en
función del presente. Desde esta perspectiva, la acción individual es
prescriptiva, porque procura controlar la situación del futuro a partir
de la acción inmediata. En la memoria viva, por el contrario, los su-
cesos de la memoria se convierten en recursos para identificar en los
hechos del presente algún tipo de similitud con lo vivido y, a partir de
allí, llevar a cabo los procesos de transferencia para tomar decisiones
y actuar. Estas decisiones y acciones se toman y llevan a cabo en un
marco de significación diferente que no se restringe ni a los sucesos
de la memoria ni a los sucesos del presente, porque la identificación
de similitudes conlleva la determinación de rasgos o huellas sobre las
cuales se elaboran los procesos de transferencia, con los que se cons-
truyen, emergen o se despliegan nuevos sentidos o significados para la
acción. Paula Andrea, recién llegada, estaba en un mundo desconocido:
no sabía cómo eran las relaciones entre los vecinos del barrio, tampoco
Prólogo 19
[21]
2 2 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
la m em o r i a v i va
[27 ]
2 8 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
delimitación
El concepto de memoria viva es desarrollado por Diana Taylor
(2008), quien lleva a cabo una serie de investigaciones en diferentes
países latinoamericanos, entre ellos, Argentina y Colombia. En el pri-
mero, estudió a las madres de la Plaza de Mayo y en Colombia, la dra-
maturgia de Enrique Buenaventura. En sus trabajos, desde la perspectiva
de las artes escénicas, ha analizado la forma como las comunidades
representan la violencia y denuncian la impunidad. En estas puestas
en escena, concluyen la autora y María Victoria Uribe (2009), se lleva
a cabo una narración histórica diferente a la tradicional, promovida
por el Estado; por lo mismo, la narración y la historia se incorporan
de modo diferente a la sociedad y a los individuos. En una primera
instancia, se trata de una expresión nacida de los individuos como
reacción ante las figuras representantes del Estado, por no haber cum-
plido con sus funciones de protección y castigo a los culpables de los
hechos violentos, por haber desconocido, en su narración histórica,
la situación de las víctimas y su papel.
El acto per/formativo, centro de la memoria viva, se sirve de las
posibilidades escénicas para retrucar el tiempo, el espacio y conseguir
así romper las estructuras lineales de causación. En la puesta en escena,
los cuerpos y las acciones de los individuos delimitan un espacio, en
su interior se establecen unidades de tiempo y de relaciones variadas.
Allí no sobra ni falta nada. Ante quienes elaboran el acto y quienes lo
observan, la acción per/formativa se percibe como una unidad. Ade-
más, el espacio delimitado por la acción no obliga a relaciones lógicas
o coherentes entre personas, objetos, observadores y épocas; por el
contrario, la per/formance se ubica en el umbral, se ofrece como una
posibilidad para la emergencia de nuevas y diferentes lógicas, invita a
1. La memoria viva 29
la c ontradicción
En las paradojas y aporías, el sistema lógico formal se quiebra. Las
primeras se entienden como un conjunto de proposiciones lógicas en
las que el sistema se lleva al límite y se rompe la relación entre antece-
dentes y consecuentes; las segundas se entienden como un conjunto
de situaciones en las que no es posible llegar a una resolución. Un
ejemplo de paradoja es el siguiente: en el pueblo S. los hombres no
pueden afeitarse por ellos mismos, sólo los puede afeitar el barbero.
Pregunta: ¿quién afeita al barbero? Con respecto a la aporía, la repre-
sentación de la muerte es uno de sus ejemplos. Este tema es tratado
por Derrida, en el libro titulado Aporías (1998). En él, se lleva a cabo
toda una reflexión sobre las formas como en algunos idiomas se habla
sobre la muerte, específicamente sobre la propia. Esta es una situación
aporética, porque la referencia a la propia muerte solo puede hacerse
en vida y es, al tiempo, la referencia a la muerte de otros y nunca a
la propia. Por todo lo anterior, el sistema lógico formal reconoce sus
límites, se encuentra ante un mundo desconocido. Esta situación está
contenida en la siguiente expresión: “Después de una contradicción
viene cualquier cosa” (Haack, 1991, p. 45).
En la narrativa y en el pensamiento histórico, la presencia de la
contradicción en los hechos humanos no se puede resolver con la
misma simplicidad utilizada por la lógica, porque los hechos y sus
contradicciones no se pueden obviar. Ante lo anterior, han surgido
diferentes planteamientos. Entre ellos, se destaca el elaborado por Hegel
en el libro La fenomenología del espíritu (1980), que es luego retomado
por Karl Marx (2014), en su economía política. En ambos enfoques, la
contradicción es el motor de la historia. Hegel plantea la contradicción
34 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
op eracionali z aci ó n
y m eto d o l o g í a
modelado y representación
Las figuras 2.1., 2.2. y 2.3. sirven como punto de partida.
FIGURA 2.1.
Historia FIGURA 2.2.
lineal en Incomunicabilidad
Hegel en Ariès
FIGURA 2.3.
Memoria viva
[5 1]
5 2 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
Objetos
FIGURA 2.4.
de la memoria viva
54 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
una lógica de representación acorde con ella. Esto se puede ilustrar con
los siguientes ejemplos.
Excepciones
Cifra en Cifra en Cifra en Cifra en Cifra en Cifra en Cifra en
números letras números letras Posición letras números letras
1 One 0 Zero 1 One 11 Eleven
2 Two 1 One 2 Teen 12 Twelve
… 2 Two 2 > = 20 Ty
8 Eight 3 Three 3 Hundred
9 Nine 4 Four 4 Thousand … ..
10 Ten 5 Five
11 Eleven 6 Six
… 7 Seven
100 Hundred 8 Eight
Hundred 9 Nine
111 eleven
One
hundred
112 twelve
…
n…
2. Operacionalización y metodología
55
5 6 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
1 2 3
4 A 5
6 7 8
FIGURA 2.5.
Comparación
Necesario x(1)S = S1
Necesario x(1)S = S2
V S M AM C
M 1 C AM
AM 2 C M
C 3 AM M
Cuerpo
FIGURA 2.7.
generado a partir
del estado inicial
[6 9]
7 0 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
Funcionalidad de la aplicación
La aplicación se compone de dos módulos. El primero diseña las
normas o parámetros del autómata y el segundo ejecuta el autómata
de acuerdo con las normas.
FIGURA 2.13.
Selección de
tipo de normas
FIGURA 2.14.
Normas por
saturación
[72]
2. Operacionalización y metodología 73
FIGURA 2.16.
Listado de normas
[74 ]
2. Operacionalización y metodología 75
FIGURA 2.21.
Ejecución del
autómata
[76]
2. Operacionalización y metodología 77
[78]
2. Operacionalización y metodología 79
Instancia 1 Instancia 2
[83 ]
84 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
metodología
La metodología utilizada para la investigación se desarrolló en las
siguientes etapas: ingreso a la comunidad, trabajo de campo, análisis
de datos y escritura del documento.
Para ingresar a la comunidad, se contactó a las directivas y orien-
tadoras de dos colegios del sector, el Virginia Gutiérrez de Pineda y
el Gerardo Paredes. A estos colegios se les presentó el proyecto y se
les solicitó su colaboración. Después de haber obtenido el aval de las
instituciones para iniciar el trabajo, hubo una serie de reuniones con
las orientadoras de los colegios. El propósito de estos encuentros fue
profundizar en los objetivos y pertinencia del proyecto y recibir sus
recomendaciones. Por ser las orientadoras las encargadas de apoyar a
los estudiantes con dificultades académicas, disciplinares o sociales
y de trabajar directamente con sus padres, sus comentarios fueron
de mucha ayuda. A partir de estos encuentros, decidí llevar a cabo la
investigación en el colegio Gerardo Paredes por dos razones: primero,
porque la formación profesional, el tiempo de trabajo y la experien-
cia institucional en proyectos de este tipo permitían el desarrollo de
un trabajo en equipo y el abordaje de las problemáticas desde una
perspectiva social; además, contar con el apoyo y la confianza de las
orientadoras era muy importante para el acercamiento a las personas.
Entre los habitantes del barrio, hay una percepción de inseguridad
asociada a una gran desconfianza, situación que los previene de hablar
con personas extrañas cuyo propósito sea indagar sobre sus vidas. La
segunda razón tuvo que ver con el tiempo y los días designados para
2. Operacionalización y metodología 85
citados por María Victoria Uribe. Esta perspectiva cambió durante los
primeros días de trabajo, porque se hizo evidente que, por la dinámica
social y económica del barrio, no había espacios ni oportunidad para
llevarlos a cabo. Sin embargo, también se hizo evidente que los actos
per/formativos tenían lugar en la narración y en la forma como cada
persona construía y describía su acción.
Las preguntas de esta línea fueron:
1. ¿Hace cuánto llegó a Bogotá y al barrio?
2. ¿Por qué tomó la decisión de viajar a Bogotá?
3. ¿Cómo le parece Suba-Rincón?
4. ¿Qué extraña de su lugar de origen?
5. ¿Qué oficio desempeña?, ¿qué oficio desempeñan sus
familiares?
6. ¿Qué piensa de sus condiciones de vida y de las condiciones
de vida en el barrio?
7. ¿Por qué eligieron Suba-Rincón?
8. ¿Sus condiciones de vida le parecen justas?
9. ¿Asiste a alguna Iglesia?, ¿cuáles son sus creencias?
Rec. Nº
Palabras y
elementos
Historia
Descripción
del personaje
Notas
88 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
en el ahora d e la v i da:
encuentro s,
m ontajes y metá fo r as
ENCUENTRO 1
La UPZ El Rincón
[8 9]
90 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
ENCUENTRO 2
La acción singular
ENCUENTRO 3
La autonomía
ENCUENTRO 4
Los pintores
ENCUENTRO 5
La cafetería del colegio: desplazamiento,
movimiento, confluencia de tiempos
Delia se destacaba del resto por ser de piel negra y hablar con un
tono de voz agudo y chillón. Ella continuó con el tema propuesto por
su compañera y empezó a narrar ese momento:
—Estábamos en medio de un trancón y ese señor todo grosero
empezó a decirme que ya no me llevaba. Y yo: “no, que me lleva”; y él,
que me bajara; y yo, “pues no me bajo”; y ahí me quedé; y el señor se
bajó del taxi, dio vueltas alrededor del carro; y yo ahí dentro sentada,
hasta que se montó y me dijo: “bueno, está bien”.
Mientras hablaba, en cada afirmación, apretaba sus brazos cru-
zados contra su estómago. Repitiendo la expresión conclusiva de su
compañera —“es que son muy groseros”—, de inmediato empezó otra
historia:
—Una noche yo salí tarde de la Universidad El Bosque y cogí un
taxi. Me llevó hasta la casa y cuando yo le iba a pagar me cobró veinte
mil pesos. Yo sabía cuánto costaba esa carrera, porque siempre que yo
salgo tarde cojo taxi. Cuando le dije el valor, empezó a insultarme. Yo,
para evitar problemas, le dije: “Bueno, se lo voy a pagar”. Pero mientras
me insultaba yo me estaba aprendiendo el número de la placa. Como
mi esposo en esa época tenía un trabajo en el que uno podía llegar
con esos datos y ahí aparecían los nombres del dueño, yo al siguiente
día cogí y llamé, porque yo pensaba que él no era el dueño, yo llamé
a darle la queja, pero resultó que él sí era el dueño, y pues yo le dije.
Y ese señor al otro día llegó ahí, al Bosque, y se fue a hablar con el
jefe de seguridad, a darle quejas. Y yo hablé con el jefe de seguridad
y le dije: “¡Hace cuántos años estoy yo trabajando aquí y nunca han
tenido un problema conmigo!”.
Luego contrajo su espalda y movió una de sus manos para termi-
nar diciendo:
—Nada de lo que uno hace queda oculto.
La charla a veces se interrumpía cuando una profesora o un pro-
fesor sentado en otra mesa les dirigía la palabra. “Ya se los traje”, le
dijo Alba Rosa a una de sus compañeras. Otra replicó: “Esos están muy
bonitos, yo quiero uno”. Y Alba Rosa le respondió: “Solo me queda
uno”, y volvió a dirigir la mirada a los compañeros de la mesa. Estaban
hablando sobre unos pantalones, de eso me enteré después, porque en
ese momento ninguna de ellas tenía nada entre sus manos. Sin embar-
go, la ausencia de las prendas a la venta era acorde con la sentencia de
Delia: “Nada de lo que uno hace queda oculto”. Quizás por eso ellas
102 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
ENCUENTRO 6
Identidad y diferencia
recorrido de una de las calles obligaba a girar al lado derecho para conti-
nuar el camino. Todo estaba saturado de almacenes, de cosas expuestas
en los vidrios, las estanterías y los mostradores. Para llegar al colegio
había que pasar por ese punto y continuar por la calle cuyo recorrido
trazaba un arco, hasta ver aparecer los ladrillos rojos del edificio. En
ese momento todo era una suposición: aunque los lugares parecían
señalar el camino, la mirada sobre ellos hacía imposible localizarlos.
Su constitución era la conformación de lo mismo y lo diferente. Ante
la mirada, los espacios y lugares aparecían como huellas, como rasgos
que poco a poco se desvanecían. En ese momento, yo no sabía si podía
volver a llegar al colegio sin ayuda.
Antes de llegar al colegio, Luz Ester me dijo: “Aquí es muy fácil
perderse porque todo es idéntico. Yo todavía me pierdo, por eso me
toca coger siempre por la principal”. Es muy difícil diferenciar los lu-
gares por donde se debe cruzar y voltear, porque entre todos se parecen
mucho. Allí parece haber muchos objetos de un solo tipo, pero con
diferentes estilos. En el Icopor donde se clavan las patas de los anteojos
describiendo una matriz rectangular, cada objeto se diferencia del resto,
pero son lo mismo. Algo parecido sucedería con las panaderías, los mos-
tradores de las ventas de ropa y los carros con los que los vendedores
de la plaza ofrecen su mercado. Luz Ester tenía razón: todo parece ser
idéntico, pero no en un sentido tradicional y monótono, sino como
cuando se mira un árbol, pero no se puede retener en la memoria la
diferencia contenida en la identidad y diversidad de las hojas.
algo de ironía del miedo de sus colegas de salir del colegio, del miedo
a recorrer las calles, del aura de inseguridad que muchos de ellos le
ponen al barrio y alrededor de los muros del colegio.
En los cruces de caminos, en las líneas tronchadas de las calles y
en las avenidas principales, la mirada del profe se fractura en una infi-
nidad de temporalidades. Él fragmenta la unidad del colegio de acuerdo
con las instalaciones que fueron apareciendo durante el transcurso de
los años. También fragmenta las calles y las casas según la actividad
económica de quienes vivían allí durante sus primeros años en el
barrio y a donde él iba para cumplir con algún encargo. Para él, en el
camino hacia la avenida Cali estaban quienes vendían la leche; más allá
estaban los lotes de quienes hacían y vendían el carbón de palo, de la
tierra de ese lugar brotaba el humo día y noche. Junto a ellos, un poco
más cerca de la laguna, del humedal Juan Amarillo, permanecían los
zorreros, “quizás los más pobres, quizás los más sucios, quizás los que
más desorden provocaron en su época y lo siguen creando hoy en día"
según el profe. Sus recuerdos dejan de estar en el pasado cuando los
hace visibles en el presente a través de una serie de indicaciones: “Ahí
donde está esa antena de Comcel quedaba la primera biblioteca pública
del barrio; en esta calle vivían los Rodríguez, ellos eran una familia de
ladrones; a ese parque, donde ahora queda el cai, llegaba el circo; en
esta calle del colegio, ahí detrás, quedaba una de las piletas donde la
gente venía a recoger el agua. En el lote de enfrente del colegio había
un cultivo de hortalizas, ahí veníamos a hacer el rastrojo, a recoger los
restos que quedaban después de recoger la cosecha. Cuando el cocinol
llegó, el carrotanque parqueaba por esta calle; ahí veníamos a hacer
turnos de horas. Siempre hubo muchos agarrones cuando alguien que-
ría colarse en la fila. Luego, para evitar las peleas, pusieron una soga,
de ella se iban agarrando los galones y no había forma”.
En el presente de sus recuerdos, el tono de su voz y el acento de
sus palabras son los de un profesor de Educación Física acostumbrado
a emitir órdenes precisas y de inmediato cumplimiento para formar,
para correr alrededor de la cancha, para hacerse en parejas, para hacer
estiramientos. Pero, en el presente de sus recuerdos, estas frases cortas
y precisas permiten asir el carácter multitemporal de su experiencia.
A lo anterior se le sumaba una perspectiva crítica sobre su historia y
la del barrio, expresada con la misma precisión, con convencimiento
y sin fanatismo, como si sus críticas brotaran del punto intermedio
11 2 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
Paula: la metáfora de
sabiendo sin saber
Paula era muy delgada y sus ojos verdes y redondos contrastaban
con su figura. Sus cejas tupidas y de color negro resaltaban en medio
de su piel blanca y los contornos afilados de su rostro. El pelo de sus
pestañas y de su cabeza era del mismo color de sus cejas. Sus pestañas
estaban cubiertas con una capa delgada de pestañina y el pelo de su
cabeza estaba teñido con una secuencia de vetas moradas. De las mu-
ñecas de sus manos colgaban dos o tres pulseras, cada una de ellas,
con movimientos erráticos, seguían el movimiento de sus antebrazos
y sus manos. El desplazamiento y los choques de las pulseras avivaban
toda su figura y parecían provenir del mismo lugar de donde venían
las sonrisas previas y posteriores a sus palabras. Paula vivía en el barrio
desde muy pequeña y formaba parte de esos rostros destacados en la
mente del profe y habitantes del presente de sus recuerdos. Ella formaba
parte del panorama diverso y cambiante de personas descrito por el
1 2 0 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
considere que todo está como ella quiere. Pero para pagar cualquier
cosa nos toca de nuestro bolsillo. Eso es mejor ni hablar de eso”. Ante
esta situación, ella decidió entrar a estudiar Pedagogía Infantil, con la
intención de buscar otro trabajo y, si las cosas le salían bien, poner un
jardín con una de sus hermanas.
Sin embargo, ese tercer lugar a donde la envía el rebote de sus
críticas, al chocar contra los hechos incontrovertibles, parece ser un
lugar en el cual se hace posible la restitución en otro tiempo y en
circunstancias diferentes de las injusticias sufridas y cometidas. Des-
de ese tercer lugar, actúa para darles a sus hijos la compañía que no
tuvieron. Su decisión de entrar a estudiar no solo estaba relacionada
con el deseo de cambiar su situación laboral; era también la manera
de invitar y demostrarle a su hijo mayor la necesidad de trabajar para
poder cumplir con sus deseos. “Él quiere tener mucha plata, pero no
hace nada para conseguirla. Él no se da cuenta de que uno debe esfor-
zarse. Piensa que todo le va a caer del cielo y así no son las cosas”, dice.
Además, la elección de su área de estudio puede tener relación con
su deseo de restituir su papel de madre y cuidadora perdido durante
la niñez de sus hijos mayores. Este es un esfuerzo para sí misma, para
fusionar el cuidado con el trabajo, algo imposible hasta el momento.
Desde ese mismo lugar, como parte de la misma intención, el tiempo
y el espacio se transforman para hacer posible o por lo menos intuir la
posibilidad de estar en dos o más lugares a la vez. A la mala situación
del servicio doméstico en Colombia contrapuso la de las empleadas
en los Estados Unidos: “Allá sí se respeta la jornada laboral de ocho
horas y el pago es mucho más alto”. Esta apreciación no surgía de una
visión idealizada de la vida en ese país ni parecía encarnar el deseo de
emprender un nuevo viaje de migración; esto sería completamente
contradictorio con su deseo de estar cerca. Más bien parecía haber
nacido de sus dificultades al intentar aprender la lengua inglesa: “Yo
no critico a mi hijo porque a mí también se me dificulta mucho, mi
pronunciación es muy mala”, aseguraba. Los problemas con la pronun-
ciación parecían haberse convertido en la evidencia de otro mundo,
anunciado y representado en cada una de las palabras que intentaba
proferir. Enfrentar esta dificultad le había permitido desplegarse, estar
aquí y en el mundo nombrado por la palabra, a través de los intentos
por hacerlo bien. Ese había sido el punto de discusión con la profesora
de su hijo. A Clara la habían citado al colegio porque el día anterior su
14 0 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
Ernesto Palacios:
la metáfora de la muerte
siempre fueron muy amables, pero los recuerdos de esa época parecen
gravitar alrededor de las incomodidades producidas por compartir la
misma pieza con sus dos sobrinas. Temía estar cambiándose de ropa
y que ellas despertaran y lo vieran o sorprenderlas a ellas en la misma
acción. Como su medio hermano nunca le cumplió la promesa de ha-
cer otra habitación en la terraza, tan pronto tuvo los medios para irse
lo hizo: era necesario encontrar un lugar donde estuviera tranquilo.
En la misma lógica, nunca se sintió cómodo trabajando como albañil:
“Era un trabajo muy pesado”, me dijo. Por el contrario, sí le gustaba
el trabajo de vigilante, pues se sentía a gusto velando por la seguridad
de una zona delimitada con claridad y que el éxito o fracaso de su
labor dependiera de sus niveles de alerta. Por la misma razón, dejó a
su primera esposa, la mamá de sus dos hijos mayores. Con ella estuvo
viviendo desde cuando dejó la casa de su hermano:
Con el tiempo se fue volviendo muy celosa. Yo no podía hacer
nada. Si llegaba temprano era porque quería hacerme el juicioso y no
crear sospechas, pero si llegaba tarde era porque estaba con la moza.
Yo le dije que nos diéramos un tiempo y desde ese momento nos se-
paramos. Yo no podía vivir así, con una intranquilidad permanente.
Yo no podía convencerla de nada. Luego conocí a mi segunda esposa
y tuve a mi hijo menor. Todavía estamos juntos.
Mateo: la metáfora
del acogimiento
En uno de los momentos de nuestra charla, Mateo me dijo: “Yo
ya me he acogido a este barrio”. Al principio de nuestro encuentro,
permaneció hundido en la silla y me daba las respuestas a las pregun-
tas en un tono de voz muy bajo. Él y su familia llevaban viviendo en
Bogotá y en el barrio siete años. Venían de El Banco (Magdalena), de
donde salieron por la violencia: “Había muchos robos y secuestros”,
me dijo. Si bien durante todo el tiempo de nuestra conversación no
subió el volumen de su voz, poco a poco sus respuestas se fueron am-
pliando y articulando en una misma línea discursiva. Con ella, sin ser
en ningún momento radical, intentaba hacer énfasis en sus esfuerzos
por cambiar el rumbo de su vida. Esa actitud era coherente con las exi-
gencias del lugar donde estábamos: el corredor de acceso a la oficina de
las orientadoras. Desde allí, alcanzábamos a oír pequeños fragmentos
de sus conversaciones y sus risas y era posible que ellas también nos
oyeran. Además, era también coherente con mi presencia en ese lugar
y la filiación directa de las orientadoras conmigo. Una de ellas lo había
elegido, lo había llevado a la oficina, nos había presentado, explicado
algunas generalidades sobre mi proyecto y sintetizado lo que íbamos
a hacer diciéndole: “Jaime te va a hacer algunas preguntas, para que
nos hagas el favor de responderlas”. Una situación como la anterior
podría interpretarse como una traba para la relación entre el entrevis-
tado y su entrevistador, porque podría impedirle al primero dar sus
respuestas con tranquilidad, sinceridad y profundidad o simplemente
negarse a ser entrevistado. Pero, en ese momento, no se trataba de hacer
una entrevista cuyas preguntas tuvieran la intención de desentrañar
la verdad y de encontrar evidencia; por el contrario, se trataba de un
encuentro cuyo propósito era reconocer y trabajar con la situación
150 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
[163 ]
1 64 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
las c alles
Desde la perspectiva de Paula (sabiendo sin saber), en las calles
se observan los cambios que el barrio ha experimentados a través del
tiempo, aunque estos no han traído diferencias en la forma de vida,
en la forma de pensar. Para el profe (decisión), las calles parecen cons-
tituirse en la evidencia y la realidad del proceso de inclusión social
característico del barrio. Por las calles transitan los ricos y los pobres,
quienes piden limosna y los dueños de grandes negocios, los profesores
y los ladrones, los “morenitos” y los antiguos habitantes del barrio,
y cohabitan el pasado, el presente, la vida y la muerte. Para Cristian
(mostrarse), las calles son el lugar posible para mostrarse y darse a co-
nocer. Recién llegado lo atracaron, cuando daba su primer paseo por
el barrio; ahora los ñeros ya lo conocen y saben que vive en el barrio y
por eso no meten con él. Lo saludan y él de vez en cuando les da una
moneda. En cambio, para la Sra. Mora Martínez (conformarse), las ca-
lles parecen representar la simultaneidad de la presencia y la ausencia.
En ellas, todo está presente y cerca, las tiendas, los supermercados, el
4. Eficacia, apertura y cierre 1 69
ella no habla con nadie, porque es imposible saber con quién se está
tratando. Desde esta perspectiva, el otro encarna la inseguridad; ade-
más, las “ollas” y el consumo forman parte de la inseguridad reflejada
y contenida en la expresión “zona caliente”, aunque eso no le impedía
creer en que los consumidores eran simultáneamente unas víctimas
y una amenaza para el barrio. Ernesto Palacios (muerte) asume la
inseguridad y las “ollas” como una oportunidad para la generación
de sus estrategias de defensa y protección y los considera problemas
producidos por la falta de iniciativa de la Policía. En el mismo marco
de referencia, el otro, las otras personas, se divide entre quienes están
dentro y quienes están fuera de las zonas de protección y de ataque
o peligro. Según Paula Andrea (decir), la droga, el consumo, la venta
de droga, las “ollas” y la inseguridad están presentes en las calles y en
su vida doméstica, a través de su hermano y de su padrastro. Por lo
anterior, ella ve en la denuncia y en el diálogo la posibilidad de poner
en otro sitio al último y de reconvenir al primero para que tome otro
camino o para que, por lo menos, no vaya a robar a sus abuelos. Al
darse la continuidad entre su mundo doméstico y el afuera, el primero
se traslada al segundo, con el objetivo de encontrar en otras personas,
a través de los actos del decir, de encontrar y de construir la confianza
y un entorno de participación. En la construcción de Liset (oscuri-
dad), el otro del barrio, su vecino, aparece a través de varias personas,
la mayoría de ellas peligrosas y envidiosas; así se agrupan los vecinos
que pelean a toda hora, quienes operan la “olla” de la esquina y las
bandas que rondan su cuadra. Alrededor de todos estos personajes,
está la inseguridad y el consumo de drogas; ellos representan y son el
producto de una sociedad injusta. Mateo (acogimiento) es la única de
las personas con las cuales hablé que estuvo al otro lado: perteneció a
una banda, atracaba, consumía y compraba droga. Sin embargo, con
estas acciones parecía construir una relación con el otro basada en el
cuidado, el acogimiento y el rescate. Robaba para tener lo necesario
y poder conquistar el amor de una mujer. Metía droga para tener el
valor necesario para amenazar a alguien con un cuchillo y como una
forma para hacerse cosa: estar así desligado de cualquier tipo de lazo,
estar al mismo nivel de las cosas y hacerlas suyas a través de la mutua
identificación. De su identificación con las cosas parece provenir su
gusto por la capacidad decisoria encarnada en la mente. Para Magdalena
(libro), por el contrario, todo parece estar lejos; aunque su metáfora
172 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
proceso de sistematización
y análisis de los montajes
FIGURA 4.2.Eficacia,
perímetro y
contradicción
[190]
FIGURA 4.5.
Emergencia de la
eficacia 1
FIGURA 4.6.
Emergencia de
la eficacia 2
FIGURA 4.7.
Emergencia de la
eficacia 3
FIGURA 4.8.
Emergencia de la
eficacia 4
[191]
FIGURA 4.9.
Emergencia de
la eficacia 5
FIGURA 4.10.
Emergencia de
la eficacia 6
FIGURA 4.11.
Emergencia de
la eficacia 7
FIGURA 4.12.
Emergencia de
la eficacia 8
[192]
FIGURA 4.13.
Emergencia de la
eficacia 9
FIGURA 4.14.
Emergencia de la
eficacia 10
FIGURA 4.15.
Emergencia de la
eficacia 11
FIGURA 4.16.
Análisis
del perímetro
[193 ]
194 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to
•
refer enci as
[199]
2 00 l a nar r ativa h istó ric a c o mo amule to