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Mujeres del mundo popular urbano asociadas mujeres, con un total aproximado de 2.000 mujeres adheridas, sobre un total sstimado de 12,000 trabajadores organizados. (...) Este aumento en la movilizacion sindi- cal de las mujeres también influy6 en la composicion de género de las huelgas. DeShazo, quien estudié tres periodos de intensa movilizacién laboral (1902-8; 1917-21 y 1925), indica que hubo patticipacién femenina en un promedio de 402% de las huelgas ocurtidas. De a total de 371 huelgas, las mujeres fueron responsables de 16, aunque hubo participacién femenina en otras 135." EL CAMBIO DE SIGLOY LAS NUEVAS CONSIDERACIONES ENTORNO AL ROL DE LAS MUJERES No es posible lograr una comprensién profunda del devenir historico de las mujeres po- pulares urbanas del siglo XIx y XX si no reconocemos Jas relaciones existentes entre este devenir y los procesos modernizadores del periodo. Las mujeres se transforman en sujetos muy importantes para dichos procesos. La modernizacin capitalista no sélo debe enten- derse como un proceso medible en indicadores macroeconémicos, sino que es necesario reconocer las necesidades e influencias a nivel microsocial, es decir a nivel de las practicas cotidianas de los sujetos incluidos en dichos procesos. En la medida que el proceso mo- dernizador liderado por el Estado y las elites dominantes requirié de una fuerza de trabajo disciplinada, que permitiera un mejor desarrollo de la acumulacién y el restablecimiento del orden social, alterado por las movilizaciones obreras y populares comenzadas en la tltima década del siglo xix’ —movilizaciones con una clara definicién politica, dejando atras el motin o la rebeldia inorginica— los roles sociales asignados a hombres y mujeres populares son definidos en funcién de estas situaciones. ‘Asi, los hombres son encauzados hacia un ré- gimen laboral disciplinado y controlado, transformando al pen en obrero. Es una cruzada civilizatoria apoyada por el poder de la ciencia médica en los aparatos estatales, levantando la bandera de lucha de la persecucién bacteriana, que estaba poniendo en peligro la“raza chilena”y desde otra trinchera, también apoyada en el discurso ilustrado obrero que se une a la cadena civilizatoria en busca de un proletario consciente de su condicién de clase. De alguna manera, todos estos discursos confluyen, a comienzos del siglo xx, y delimitan los espacios, roles y relaciones de género de los sectores populares. El papel de las mujeres populares urbanas en estos nuevos procesos es el de conver- tirse en esposas y madres de obreros. Este es un rol que las obliga a renunciar a los anclajes tradicionales de su condicién de mujer arranchada, duefia de su cuerpo y de su espacio, y la obliga a transitar hacia el camino de la domesticidad. Es claro que estas nuevas concepcio- nes sobre la mujer surgen a nivel discursivo mas que de las experiencias cotidianas concre- tas; sin embargo, comienzan a tomar cuerpo en las politicas sociales surgidas por iniciativa privada primero y luego asumidas por el Estado, y van paulatinamente convenciendo a las ‘mujeres de cual es“su rol natural” y, por lo tanto, cual es el espacio que debe ocupar. Trans- 5 formando a las sefioras de las elites en el referente femenino a seguir, se concentraban er 12 Alejandra Brito ellas las virtudes expresadas en los espacios puiblicos y privados. Asf las describia la Revista Catélica Ella no sélo perfuma nuestros hogares con el suave aroma de sus virtudes, inculcando a sus hijos, desde pequefios, los santos principios del temor a Dios y que con razon Ia constituyen no sélo como la reina del hogar, sino como el més preciado ornamento de a sociedad; ella también, como hija fiel y sumisa de la Iglesia, ha comprendido las necesidades presentes, y, con los tesoros inagotables de su abnegacién y ternura ha reclamado un punto de labor y sacrificio."* Entre estas politicas sociales, juegan un papel fundamental las nuevas concepciones en tomo a la maternidad, que ya hacia comienzos del siglo Xx tienen un espacio reconocido y respetado, y son apoyadas por una politica de caridad encabezada por las elites domi- nantes, quienes, a través de la accién de las mujeres,“seftoras respetables”, comienzan una cruzada con el objetivo de transformar a las mujeres populares en buenas madres. Surgen organizaciones como las gotas de leche y otras destinadas a convencer a las mujeres de que su funcién social més importante es la de criar nifios y nifias sanas que se transformarén en tuna fuerza de trabajo vigorosa, capaz de llevar al pais a mayores estandares de desarrollo y restablecer la armonia social. La“Gota de Leche” pretende reinducir la relacién corpo- ral madre-hijo del pueblo, cumpliendo simulténeamente con ello varios objetivos: luchar contra la mortalidad infantil; re-constituir la raza-naci6n desde la célula primaria que es la“familia”; finalmente, la re-consideracién de la mujer popular como “madres/cristianas/ universales” — deberan re-establecer lazos, intentando producir la alianza requerida entre las clases en pugna, a través de la“neutralidad” de su sexo (...) La mujer-madre-pueblo se halla a menudo en la habitacién de su clase. Serd la sefiora la que acudiré a esa habitaci6n, institucionalizando la prictica politica mas decisiva de la mediacién nacional neutraliza- dora: la visitacién social y su objetivo estratégico de ese tiempo: el restablecimiento de la fidelidad social.” Por otro lado, la Iglesia Catélica se suma de manera directa a esta cruzada, propiciando la creacién de escuelas maternales, con el objetivo de ensefar a las nifias emo deben cuidar a sus hijos e hijas Es muy importante (tanto como enseftarles a leer y escribir) el que a las nifias en las escue- las, en el iltimo afio, se les de una nocién siquiera sobre el cuidado y la alimentacién de los nifios, para que puedan conservar mds tarde los hijos que Dios les dard; y esto, unido a las escuelas maternales, creo nos traeria una gran disminucién en la mortalidad infantil.” La eficacia de estas politicas sociales destinadas a encauzar los comportamientos populares es dificil de medir a nivel cotidiano, y mas bien —creemos— el resultado fue una mujer-madre que vivi6 su propia identidad de género con una tensidn constante, pero que si bien asume su domesticidad, en tanto le permite ocupar un espacio y un reconocimiento social, no abandona sus formas histéricas de constituirse en sujeto social, con dos anclajes fundamentales: la creacién de estrategias de supervivencia que le permitieran mantener a Mujeres del mundo popular urbano 3 sus familias y la territorializaci6n de sus acciones cotidianas. Con estos dos anclajes basicos van a transitar las mujeres la historia del siglo Xx y por ello su accién social y politica se hace més visible en épocas de crisis sociales y econémicas. En los aiios 60 se transforman en actoras sociales importantes dentro del movimiento de pobladores, en la biisqueda de un sitio en la ciudad; van a ser actores importantes en la construccién de estrategias de su- pervivencia mediante la accién colectiva en los aos de mayor crisis econémica durante la dictadura y van a levantar su voz en la busqueda de sus familiares victimas de la violacién reiterada de los Derechos Humanos durante la dictadura militar. Todavia hoy, transforman sus luchas histéricas de supervivencia en acciones valoradas por la economia de mercado que las transforma en microempresarias y las reconoce como sujetas de derecho y de la accién directa y positiva del Estado. NOTAS 1 Gabriel Salazar. Labradores, peones y proletarios. Formacién y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XIX. Ediciones Sur, Santiago de Chile, 1985, pp. 33-34. 2 Archivo del Cabildo de La Serena, 35 (1791) Citado por Salazar (1985), p. 269. 3 Archivo de la Municipalidad de Santiago, 217 (1867). Citado por Alejandra Brito, “Del rancho al conventillo. ‘Transformaciones de la identidad popular femenina, Santiago de Chile, 1850-1920". En Godoy et all Disciplina desacato, Construccién de identidad en Chile, siglo XIX y XX. Coleccién de Investigadores jévenes sur/cEDE, ‘Santiago de Chile, 1995, p. 33. Brito (1995), p. 33. Alejandra Brito,*Violencia cotidiana en los conventillos de Santiago a finales del siglo XIX. Una mirada desde las relaciones de género” , Ponencia presentada al Congreso Internacional de Estudios Latinoamericano. De- lito, Justicia y Castigo en América Latina. Universidad del Bio-Bio, Chillin, octubre 2006, p. 2 6 Maria Soledad Zérate,“Proteger a las madres: origen de un debate piiblico, 1870- 920". En Nomadias. Serie ‘Monogrificas 1. Editorial Cuarto Propio, Chile, 1999, p. 169. 7 Maem, p17. 8 Lafuerza laboral femenina de la segunda mitad del siglo XIX en Santiago aleanz6 cifras muy altas, que atin hoy no tenemos, en 1865 llegé a un 34.5%, en 1875 a un 34.8%, en 1885 a un 38.9% y en 1895 a un 35.8%. Censos de la Repiiblica afios correspondientes. 9 Para el caso de Concepcién ver Gina Hinostroza y Marcela Tapia.” Mujeres populares penquistas en el trabajo (independiente-asalariado) y condiciones de vida 1895-1905" .Tesis para optar al grado de Licenciadas en Educacién con mencién en Historia y Geografia de Chile, Universidad de Concepcisn, 1993. 10 Alejandra Brito, 1995, p. 47 11 Archivo de la Municipatidad de Santiago, 425 (1909). Citado por Brito, 1995, p. 47. 12. Alejandra Brito, “El eterno pregén. El comercio callejero y sus origenes como problema de marginalidad so- cial”, MIMEO, p 7. 13 Salazar, 1985, p.311. 14. Brito, 1995, p. 51 15. Mayor informacion en Lorena Godoy, “Armas ansiosas de triunfo: dedal agujas, tijeras... La educacién profe- sional femenina en Chile, 1888-1912”. En Godoy et all, Disciplina y desacato... 16. Elizabeth Hutchinson,“La defensa de las‘hijas del pueblo’ Género y politica obrera en Santiago a principios de siglo”. En Godoy et al, Disciplina y desacato..., p- 261. 17. Mayor informacién sobre este procesos en Enrique Femandez, Estado y Sociedad en Chile, 1891-1931, El Estado Exeluyente, la légica estatal oligdrquica y la formacién de la sociedad. LOM Ediciones, Santiago, 2003. ndra Brito 8. Revista Catélica, Afio 10, n° 217, 1910. Citado por Alejandra Brito, De mujer independiente a madre. De peén a padre proveedor. Construccin de tdentidades de género en al sociedad popular chilena, 1880-1930, Ediciones Esca parate, Concepcién, 2005, p. 119-120. \dres". Maternalismo popular ¢ hiby 3. Jacién cultural Chile, 1900-1920", En. 9 Maria Angélica Mlanes, “Entre Nomadias Monogréficas 1, 1999, p. Revista Catélica, Aho 10, n° 206, 1910. Citado por Brito, 2005, p. 123. Las madres obreras y el Estado chileno. La Caja del Seguro Obligatorio, 1900-1950 oe Ae ee MARIA SOLEDAD ZARATE CAMPOS Historiadora Bajo una fina Ilva, la noche comienza caer en Santiago Laura Rosas sale de la fitbrica textil de Yarur Hermanos mds tarde que de costuntbre. Luego de terminar su furno labora, es examinada por la matrona y contesta una ms de las encuestas que el médico del servicio ‘nédico de ia Caja del Seguro Obligatorio hard a las mds de 400 mujeres que af trabajan Tau Rosas est en su sexto mes de embbarazo y confiesa sentirse mds camsada que antes: el trabajo diario y de pi es fatigante. Es advertda de que a causa del trabajo fisico, la probabi- Tidad de que el retoio nazca antes de lo previsto aumenta: se le indica la conveniencia de que mo alte alos eximenes perididicos que vigilan el desarrollo de su embarazo y que deseche los servicios de la partera que atendié a su madre hace més de dos décadas, Camino a casa, Laura Rosas piensa en su futuro hijo, en las palabras de a“Sria ‘Matrona” 4 del‘Doctorcto”; sin embargo, sabe que debe volver Ia fidbrica hasta el mismo dia del parto sies necesari, Nada le asegura que “esa cuestidn del subsidio y del permiso maternal” rexite de verdad. La fabrica es su trabajo y pronto Hegard una nueva boca que alimentar. La historia de Laura Rosas es una recreacién pero recoge datos que eran comunes & dis- tintas historias de mujeres embarazadas que trabajaban fuera del hogar y que accedieron a los servicios sanitarios de la Caja del Seguro Obligatorio instaurados durante la primera mitad del siglo xx por el Estado chileno. La vida de Laura Rosas también recrea parte de la historia social chilena del siglo xx, cuando las mujeres en st calidad de madres tuvieron un protagonismo singular en el disefio y ejecucion de las politicas estatales. El por qué y el como ha sido la naturaleza de la preocupacién estatal por la materni- dad en Chile son, sin duda, interrogantes cruciales toda vez- que aceptamos que es3 OPP rencia individual y su correlato social ha estado en el centro de las preocupaciones de las generaciones femeninas y de la cultura nacional. Lo cierto es que el Estado se convirtié en el garante de la proteccidn juridica, laboral y sanitaria de la maternidad como proyecto y de Jas madres como individuos. Durante Ja primera mitad del siglo xx, dicha tarea se concentr6 snicalmente en las madres trabajadoras e indigentes, considerando de manera particular a as solteras. Con la creacién del Servicio Nacional de Salud en 1952, la cobertura se ampli oe ante a lac madres de atros grupos sociales. ww qaria soleaaqearare Este ensayo revisa algunos de los principales hito 2ntre maternidad y Estado, concentrando el anilisis en la dor la Caja del Seguro Obligatorio durante la primera mit MATERNIDADY RESPONSABILIDAD ESTATAL Hasta fines del siglo xix, la soluci6n a los problemas sanitatios conté con la importante con~ tribucién filantrépica o”caritativa” de las elites, fenémeno que cambia en las primeras déca- das del siglo Xx cuando el Estado asume paulatinamente un papel mas activo en esta area. La elaboracién de politicas sociales sanitarias constituye uno de los rasgos mas importantes de lo que se ha denominado Estado asistencial, Estado proveedor o Estado benefactor médico- social y, entre ellas, las dirigidas a la proteccién del binomio social madre-nifio tienen un lugar central. Estudios internacionales han reparado en la importantia de estas politicas, identificando entre sus principales factores, la fuerte relacién entre la\conformacién de un Estado asistencial y los profesionales médicos, los grupos Vinculados alasreformas sociales y feministas, y el incremento del ntimero de mujeres profesionales, particularmente, enfer- meras y asistentes sociales.* Desde la segunda mitad dél siglé xix chileno, la maternidad se definia publicamente como una funcién social femenina que, en el caso de las madres mas pobres, fue objeto de la preocupaci6n filantropica de las juntas de beneficencia. La asistencia del parto, tradicional- mente entregada a las parteras, fue progresivamente materia de interés de las primeras ge- neraciones médicas formadas en la Universidad de Chile y de las matronas”examinadas”, entrenadas en la Escuela de Matronas, fundada en 1835 y dirigida por Lorenzo Sazié. Junto al ejercicio privado, el servicio obstétrico brindado por la Casa de Matefnidad de Santiago se convirtié en 1a pionera alternatiya asistencial del parto, consolidandose como recinto « de entrenamiento clinico de ambos agentes sanitarios hacia fines del siglo XIX. Con el cambio de siglo, en 1906 se suma a la tarea de apoyar a las madres pobres la fundacién del Instituto de Puericultura de Santiago, dirigido por el médico Alcibiades Vicencio, fusionade en 1913 1913 1 an i con la“ Escuela de Obstetricia y Puericultuira para Matronas”, convirtiéndose en wna Ta el pensarniente eugenésico atl * opcién asistencial, ciertamente, de cobertura muy limitada.* En las primeras décadas di la asistencia del parto y la pro la frontera delAmbito clinico pa el Primer Congreso de Be Gotas de Leche (1919) por médicos, a ganizada, y entendi benefactores et * dl 0 ond vais a } I Las madres obreras y el Estado chileno a embarazada, la cobertura sanitaria del parto y el Paulatinamente, la proteccién de I el euidado infantil, eran materias estratégicas para qoyo a la madre durante el puerperio y wiices de mortalidad materna y neonatal.” Por cada mil nacidos vivos dliescenso de los in« eaChile morian 342, y en 1920 por igual proporcion morian 263. Estas cifras inclufan a los tos muertos antes del primer mes de vida, los que representaban aproximadamente mas deun 36% de la mortalidad infantil total.® El gobierno liberal de Arturo ‘Alessandri, electo en 1920, puso fin al régimen parla- nentarista e inaugur6 una inédita relacion entre Estado y sociedad civil, reforzada por la hunta Militar liderada por Carlos Ibaiiez del Campo, tras imponer, en 1924, las reformas que en democracia NO habian sido posibles de aplicar. Inspiradas en las naciones europeas decimonénicas, particularmente la alemanay y © Ja reparacién de la cuestin social, el nuevo ordenamiento politico modified sustancialmente Ja responsabilidad politica del Estado al ceso a la medicina y la seguridad laboral para la poblacion sancionar un reglamentado ac Jgalariada ¢ indigente, amparado en el mandato de la nueva Constitucién Politica de 1925 que obligaba avelar por la salud publica y el estado higiénico del pais” 7 | mutualismo obrero, del feminismo europeo, del re- La influencia internacional de! sles marcé el sello ideol6gico de las politicas loca~ ‘formiismo sanitario vide los seguros soc | Jes de orientacién liberal-conservadora, Sodlaldeméerata y SOcialista. Todas concedian un | papel estratégico @ Ja maternidad, y apoyaban st proteccion, juridica y la provision de una # Ambas aspiraciones fueron recogitas por dos ins- adeciiada asistencia sanitaria del part frumentos legales: las refetmas al Codigo delifrabajo de 1931 y la Ley de la Caja del Seguro Obrero Obligatorio de 1924 (en adelante ¢S0).” Esta viltima ley, presentada por el diputado ~Conservador y médico Ezequiel Gonzalez Cortés e inspiraca en sus observaciones del siste- declaraba la afiliacién obligatoria de Ta poblacién obrera, hombres ma previsional aleman, nop fermedad e invalidez, Con respecto a las ‘y mujeres menotes de 65 afios, 2 UP seguro de en! parturientas, establecia la obligatoriedad de la __ atencién profesional de Jas aseguradas durante ¢! embarazo, parto y perperio y adenuis un aucilio del 50% del salario durante las dos semanas que preceden y siguen al parto, y ide un 259 en el periodo posterior prologado hasta el destete, cuando amamantaren a su hijo ste periodo no podré exceder de ocho reses." De acuerdo ala ley, en las pring! N ‘que atendian a Ja madre y: meses de edad, ofteciéndole asistencia como por ejemplo, leche en polvo. Dichos dads del pais se organizaron consultorios ctante, hijo la asegurad, hasta los ocho smeddicamentos y, eventualmente, alimentos servicios estuvieron bajo el control de la Beneli- ‘cencia hasta 1932, fecha en que pasaron @ Ja Jefatura Médiea de la Caja. Esta entidad reunid en 1942. a todas aquellas organizaciones creadas para la proteccion de ese binomio social y amplié el espectro de quienes podian ‘acceder a él, al extender sus beneficios a muj jados a la cso." f ~ aseguradas pero esposas de los afil aah ob Ores’ Maria Soledad Zérate SERVICIO MADRE Y NINO Los primeros afios del Servicio Madre y Nifio de la CSO fueron de alcance limitado pero se sabe que, en la década de 1940, el esquema asistencial contemplaba atencién prenatal con | control clinico de la embarazada; atencién del parto en maternidad y en el domicilio por | matronas de libre eleccién en el caso de ciudades y por matronas funcionarias en el de pe- quefios pueblos; control pediatrico del recién nacido y del lactante hasta los dos afios de edad, continuado en el domicilio por enfermeras sanitarias; entrega de leche y medicamentos a los lactantes; y servicio social prenatal como postnatal." El“ejército” de médicos —tocélogos y Ppediatras— matronas, enfermeras y visitadoras sociales de los servicios de la CSO convertian la asistencia del ciclo maternal"? en un objetivo de politica sanitaria y la proteccién de las madres aseguradas en un objetivo de politica estatal. El control del embarazo, del parto y del lactante conformaba un conjunto de objetivos politico-demograficos que garantizaban el nacimiento de ciudadanos, y particularmente, trabajadores sanos y productivos, titiles al desarrollo indus- trial que la economia local experimentaba y el Chile moderno requeria. Lo cierto es que luego de los controles prenatales y la atencién del parto, las politicas de la CSO se concentraban significativamente en la proteccién del nifio, simbolo de la nueva naci6n, re-generada y promisoria. La madre era consignada como el instrumento para el crecimiento demografico y el reestablecimiento de la Nacién, y la responsable principal de las campaiias enmarcadas en la“defensa del nifio”. Junto a Ia ley de la C0, también se revis6 el Cédigo del Trabajo vigente. Ser madre Y ejercer una actividad laboral que entrara en la categoria de trabajo obrero o fabril fue el fundamento ideolégico y material para la legislacién contenida en las reformas al Cédigo del ‘Trabajo en 1931 que otorgé un status “politico” y“social” a la experiencia maternal, al consa- grar derechos especificos de la madre obrera como el descanso prenatal y postnatal y subsi- dios materiales."' Estas disposiciones se proponian regular el abuso patronal y terminar con aquella imagen de la madre quien, a pocos dias u horas de parit, tenia que cumplir con sus obligaciones laborales, para establecer por ley y como un“bien social” que, al menos por un par de semanas, estas madres construyeran el lazo indestructible que las uniria, para siempre, a ese nuevo ser. Por su parte, la Direccién General de Sanidad regida por el Cédigo Sanitario de 1931, dispuso la creacién de centros preventivos Madre y Nifio, que fueron heredados por el Departamento Central de Madre y Nifto, creado en 1940," y luego absorbidos por la Direc- cién General de Proteccién de la Infancia y la Adolescencia, dependiente del Ministerio de Salubridad.'* Estas reparticiones ptiblicas apoyaban a las mujeres indigentes y a los nifios abandonados, poblacién que no accedia a los beneficios de la Caja del Seguro Obligatorio. La década de 1930 arranca destinando un capitulo especial para las“madres obreras” Y se institucionaliza el primer subsidio a la maternidad y la lactancia, y los primeros progra- mas estatales de asistencia sanitaria-maternal. Reuniones técnicas discutian los alcances de las reformas protectoras de las madres trabajadoras como, por ejemplo, el Primer Congreso Interno de la CSO realizado en 1933" 0 de la Convencién Médica efectuada en Coquimbo Las madres obreras y el Estado chileno en 1936, que proponia la atencién de! lactante hasta los dos aftos, propuesta que el Consejo de la Caja aprueba al poco tiempo y que lleva adjunto el aumento del tiempo de auxilio a la asegurada hasta la edad de un afto del hijo. Lo cierto es que en dicha década se implantan programas especificos como el Primer Plan Trienal de Defensa del Nifio en 1935;’* al affo siguiente, se promulga la ley N° 6.236, conocida como Madre y el Nifio que, entre otros aspectos, concedia alimentacién comple- mentaria gratuita al lactante hijo, modificada en 1938, cuando se aprueba el alza definitiva de la cuota fiscal en % %, destinandose {ntegramente la tercera parte del producto total de esta cuota a los servicios de la Madre y del Hijo (Art. PtP: Tl arribo del Frente Popular en 1938 profundiz6 el papel estatal en la planificacion econémica y en la distribucién de subsidios a las clases trabajadoras, inaugurando el pe- tiodo de transformacién del Estado en uno de los protagonistas de Ia historia social hasta el golpe militar de 1973.» Las tareas sanitarias se concentraron en la disminucién del im- pacto de las “enfermedades sociales” como la tuberculosis y la sifilis, y de la mortalidad materno-infantil en la clase trabajadora, el“capital humano” mas castigado por la acelerada industrializacién.2' Respecto de la asistencia del parto provista por la CsO se fomenté el criterio preventivo” y la creciente cobertura nacional del parto domiciliario y hospitalario. Por ejemplo, Ratil Ortega, médico jefe de la Seccién Madre y Nifio, registra que la CSO asis- tid 22.000 partos en 1938, y al ano siguiente, la cifra sobrepasaba los 25.0000, de los cuales 8.000 correspondian a atendidos en maternidades.* La deficiente alimentacién de mujeres y Jactantes, constatada por organizaciones como: las Gotas de Leche y algunos estudios, estimul’ la participaci6n del Estado en el problema. La 80 emprendi6 un programa de distribucién de leche a las madres a partir de la inauguraci6n de una central pasteurizadora en 1935. Pero la escasez del vital elemento y el exceso de de- manda atentaron permanentemente con el objetivo de esta cruzada alimenticia: ‘Ante reiterados reclamos que nos habian Tegado sobre la forma en que se hace la reparticiéa de la leche a $0.80 el litro para el consumo popular y de las madres necesitadas en los pues- tos que mantienen el Ministerio de Salubridad, hemos comprobado que efectivamente en el puesto que estd en San Francisco 668, la cantidad de que se dispone diariamente no alcanza ni para la mitad de las doscientas personas inscritas, debiendo retirarse las compradoris con las manos vacias, lo que pasa desde el momento mismo que se inaugurara la venta ie leche popular, hace ya como un mes.” S6lo en la década de 1950, luego de la fundacién del Servicio Nacional de Salud, que agrupé a todas las instituciones sanitarias existentes, se cuenta con una politica alimentida con resultados més alentadores. En 1954, se implanta un programa de alimentacién com- plementaria a la madre embarazada y nodriza, y al preescolar y escolar en pequefia escaa ycon apoyo de unicece’ Se estima que en 1956 se repartia el equivalente a 50 millones ce litros de leche, distribucién que increment6“significativamente el control prenatal en algu- nae Centros de Salud”, segtin un informe médico.” Maria Soledad Zérate médico Pedro Araya en 1946 sostenia Un extenso informe publicado por el Jas que oftecian protecci6n materno= CSO era la institucién de mayor impacto entre dado el tamaiio de su cobertura. Por ejemplo, el total de las consultas del Servicio Mi Nino representaban el 36,9% del total de las consultas recibidas por la cso en 1945, es més de un tercio. En igual aft, los nacidos vivos controlados por 'a instituci6n aleanzaban ysse repartian entre 108 Jos 32.929, es decir el 18,5% de los 178.292 nacidos vivos en el pais, nacidos en el domicilio y en la maternidad, donde los primeros representaban el 65,6% pues la politica era privilegiar esa modalidad en el caso de Jos partos normales. La morta~ lidad infantil nacional era de 18,4 por 100 nacidos vivos en 1945, cifra que representaba un 6, atribuida a la accién del Servicio descenso respecto de los 25 por 100. nacidos vivos en 193 Madre y Nifio en el control prenatal, la asistencia del parto y el fomento de la lactancia timamente ligado a la difusién del uso de las materna.” El valor de estas iniciativas estaba in sulfamidas y antibisticos contra las enfermedades infecciosas desde la década de 1940.* El pago de subsidios de lactancia en dinero © alimentacién como harina y leche que hacia la CSO era un estimulo para que las madres acudieran a los controles post parto y para que se hiciera efectiva la vigilancia de la lactancia materna. Sin embargo, la modalidad del subsidio en dinero como medida de control postnatal no estuvo exenta de problemas, pues algunos médicos criticaban el uso que las mujeres daban a este dinero. Mayor controver sia provocé el proyecto de ley de proteccion prenatal, presentado por Salvador Allende en 1939, que estipulaba la entrega de apoyO monetario a la madre embarazada en lo que bien se puede entender como el primer ‘antecedente de la “asignacion familiar”, con el fin de mejorar la situacién econémica de la futura madre y, de paso, desincentivar la opcién por el aborto.” Asimismo, esta asignacién operaba como un importante estimulo del control prenatal, pues tnicamente seria entregado luego de producirse la supervison médica. Lo cierto es que slo en 1957 se aprobé el page de la asignacién familiar entre las imponentes empleadas particulares y obreras embarazadas a contar desde el sexto mes de embarazo y, en 1959, se asigna el auxilio desde el quinto mes.” Las politicas de la cso enfrentaron cotidianamente multiples obstaculos asociados a la escasez econémica y a una poblaci6n mis sensible al modelo de una sociedad rural que ur- bana. En un estudio de los médicos Raul Ortega y Jacinto Ugarte se conclufa que las mujeres capitalinas, en su mayoria, provenian de culturas rurales donde lo que primaba eran altas tasas de analfabetismo y una solida confianza en agentes sanitarios informales, ambos factores que disminuian el compromiso femenino con los planes sanitarios descritos.*' Por esto, segtin la médico jefe del Departamento del Nino, Luisa Pfau, la tarea de médicos, matronas, enferme- ras y visitadoras sociales en los consultorios de la cso yen las maternidades no se limitaba al registro y tratamiento sanitario sino a la educacién permanente de la poblaci6n femenina.” La tarea de persuadir y convencer a Jas mujeres de someterse a ‘examenes preventivos durante el embarazo, de atenderse con matronas y de llevar a sus hijos al control médico, en buena parte, estaba en manos de las visitadoras sociales quienes se responsabilizaban, en- tre otras funciones, de la educacién higiénica, del control ¢ investigacién de diagnésticos y Las madres obreras y el Estado chileno tratamientos médicos, de la colocacién de embarazadas en instituciones asistenciales y de la gestion de fuentes de trabajo, pensiones alimenticias y habitacidn. Asimismo, su misién era difundir los beneficios de las leyes protectoras de las madres. Testimonio de esta labor son las tesis producidas, particularmente, en la década de 1940, relacionadas al trabajo realizado porellas en la cso." Como Jo sostenia Berta Araya en 1941, la” desconfianza o reticencia ala intervencidn extrafta en la solucién de un problema que se considera personal”, constituia uno de los principales desafios con que se encontraban estas mediadoras asistenciales.”° ‘A mediados del siglo Xx, la CSO atendia la cuarta parte de los partos del pais y se- tin estudios publicados més del 60% de las embarazadas beneficiarias concurria al control prenatal a partir del quinto mes, aunque una cifra significativa solo se presentaba en el mismo dfa que daban a luz. La eventual obligatoriedad del control prenatal era materia de discusién reiterada en los circulos médicos en virtud de su funcién preventiva de patologias obstétricas.” Las raices del control médico prenatal y la asistencia profesional del parto se habfan asentado entre la poblacién femenina trabajadora. Las mujeres trabajadoras y las més pobres, al ser parte sustantiva de la clientela del Estado benefactor chileno, se convirtieron en las principales “consumidoras” de los bene- ficios de la medicalizacién del parto y en un importante “insumo” para el entrenamiento dlinico relacionado a las patologias propias del ciclo maternal y del cuerpo femenino. El disefio y objetivos de las politicas sanitarias descritas dan cuenta de que aquellas se relacionaban, al menos, con tres cuestiones especiticas: la aceptacién de que las mujeres trabajadoras primero, y luego todas las que vivian en condiciones de pobreza, requerian de particulares condiciones y asistencia durante el periodo del ciclo maternal; el aumento progresivo de los conocimientos obstétricos y ginecol6gicos y su repercusién en la vida femenina y la identificacién de las madres obreras como uno de los grupos privilegiados de la medicina preventiva nacional. La protecci6n del fenémeno humano de dary cuidar la vida, la difusién del correcto auto-cuidado de las madres y de la crianza de sus hijos se convirti6 en una cruzada estatal que bien podemos estimar como un desafio a la creencia de que la maternidad, o al menos, quella que se practicaba de manera adecuada arrancaba de un sentimiento y una actitud iscrita en la naturaleza femenina, es decir, tenia un carécter instintivo. El estratégico papel de las mujeres en el ambito reproductivo era decisivo en la definicién de la maternidad como una funcién social de primer orden y era también la maxima contribucién femenina ala construcci6n de una nacién moderna. NOTAS 1. Véase respectivamente el estudio de Maria Angélica lanes, Historia social de la salud publica, Chile, 1880-193, Santiago, Ed. Colectivo de Atencién Primaria, 1993 y de Karin Rosemblatt, Gendered Compromise Politia ealtures and the State in Chile, 1920-1950, University of North Carolina Press, 2000; Sofia Correa etal, Histors det siglo XX chileno, Santiago, Sudamericana, 2001; Ricardo, Cruz-Coke Madrid’Tistoria del Estado benefacr ae social en Chile”, S1-57 en Quintas fornadas de historia de la medicina, Alejandro Goie y Ricardo Cr Coke eds, Academia Chilena de Medicina e Instituto de Chile, Santiago, 2002; Ricardo Cruz-Coke Madr [+ Asta Madicina Chilena. Santiago. Andres Béllo, 1995. Marfa Soledad Zarate 10 uu 12 13 4 15 16 wv i Jos estudios En el plano intemacional, el estudio histori de la materidad es una referencia seiteatin bee “ie le género. Su relacién con las reformas socio-politicas modemas de los llama a ee Se ee tendencia historiogrifica desarrollada en los casos norteamericano y europeo. En buenas NEN CS, publica cobré Prueban que, si bien la matemidad correspondia a un émbito privado de la familia, para nO ae {un sentido sustancial en la conformacion de estos Estados. Frangoise Thebaud, Quand 1? ae oe Tai vie, Presses Universitaires de Lyon, 1986. Gisela Bock y Pat Thane (eds.), Pras as Pon, Ed. Worse] tie "rnjeren los Estados de bienestar europeos, 1880-1950, Madd, Bs, Citedra 1996 UNAS GN State and Welfare, The University of Wisconsin Press, 1990; Seth Koven y Sonya Michel nehen Rights and London, Routledge, 1993. Para el caso chileno véase el capitulo 4”Gender and at Se ie tates CH, the Profession”, pp. 123-148 en Karin Rosemblatt, Gertdered Compromises: Political Cul eh erates vante 1920-1950, University of North Carolina Press, 2000; el capitulo“La visitacion pe ey Pe Visitadoras”, pp 337-345 en M" Angélica Illanes, Emel nombre del pueblo, del Estado y 7 de la salud riblica, Chile, 1880-1973, Santiago, Ed. Colectivo de Atencién Primaria, seco “Véase Maria Soledad Zérate, Dara luz en Chil sigo XIX: de la“cincia de hembra’ ata ciencia obstétrica, » DIBAN-UAH, 2007. - : tiago, Em Javier Rodriguez Barros, Escuela de obstetricia y puericultura para matronas. Label ne Santiago Ean: Zig-Zag, 1917. En 1906 el institutoatendié 199 embarazadas yen 1916,2.995, P2506 M: Soledad Zérate C.,”Proteger a las madres: origen de un debate puiblico, Lien # fam: Ree Chane cas, 1, Programa Género y Cultura en América Latina, Universidad de Chile, 1999, prs INE Wr cci6n Lavrin, cap. 3“Puericultura, Public Health and Motherhood”, 97-124, Asunctin a0, ee and Social Change Argentina, Chile y Uruguay, 1890-1940, Lincoln and London, U- traduccién de este libro fue publicada por p18AM, 2005. é } Amuario Estadisticas de Chile en el siglo XX (Santiago de Chile: Instituto Nacional de oo ed es al Estadistico, Vo. I, Demogratia y Asistencia Social, Santiago de Chile: Direceion, ee rer ce Las cifras de mortalidad infantil en Chile estaban entre las més altas del mun« Se Jeg ae Me tearsati de 150 igual época, paises como Estados Unidos, Francia e Inglaterra no superaban el coe! Ae aay oible uertos por 1.000 nacidos vivos, wéase Alfredo Commentz, “Estadisticas de mortalidag, Nala» RN dad en diversos paises europeos y en Chile”, ler Congreso Nacional de Proteccién de la Infanci y a ‘Santiago, Imprenta Barcelona, 1913, pp. 313-15, fie ‘ itulo IV. Soffa Correa etal, Historia del siglo XX chileno, Santiago, Editorial Sudamericana, 2001, capil Normans Maria Eliana Labra,”Medicina social en Chile: propuestas y debates (1920-1950)”, Cuadernos \ Vol. 44, 2004, 207-219; Asuncién Lavrin, op. cit. : _ 7 i or Acompais a esta ley, el establecimiento del Ministerio de Higiene, Trabajo ¥ ERT ae \énez de la Jara ed., Medicina social en Chile, Santiago, Eds. aerate 1977; Mari Raczinsky ed., Salud publica y bienestar social, Santiago, cisPLAN, 19 ‘ Maria Ferrero Matte de Luna, El problema materno-infantl ante la ley, Santiago, Biblioteca Juridica de la U. Catélica, 1946, p. 88. A oa 4 La atencién médica entre aseguradas y exposas de asegurados registraba diferencias. Las dtimas debfan Pagar por la hospitalizacién del parto y no recibian subsidio maternal ni de lactancia. see geo Pedro Araya Chiapa,“Proteccién materno infantil en Chile”, Boletin Médico Social de la Caja del Segus iga- torio (en adelante sxiscs0), 1946, Afio XII n° 146, noviembre, pp. 655-665. J adils pada Denominamos ciclo maternal al periodo del embarazo, parto, puerperio y lactancia que, en P! a alcanzar dos aftos de la vida de una mujer. to Their Sex. Sobre el desarrollo del trabajo femenino en Chile véase Elizabeth Hutchlaon, Labors eae ee pe si Gender, Labor and Politics in Urban Chile, 1900-1930, Durham and London, Duke Univer a7 a nia re Maria Ferrero Matte de Luna, El problema materno-infantil ante a ley, Santiago de Chile, Bibli Universidad Catélica, 1946, pp. 117-126. Pedro Araya Chiapa,“Proteccién materno infantil en Chile”, p. 656. i, a % fs dad de En el afio 1933, durante el Primer Congreso Intemo de la CSO, los médicos ome fan een aid ampliar la cobertura del tiempo de atenci6n y de beneficiarios (esposas se ce oe cios, véase G. Fricke.” Protecci6n integral a la infancia”, BMSCSO, 1936, Ano IL, n° Pe 18 19 20 2 24 7 28 29 31 32 33 Las madres obreras y el Estado chileno BMSCSO, 1985, Ato I, n° 19, pp.5-9. Pedro Araya,"Servicio madre y nifio de la Caja del Seguro Obligatorio”, BMSCSO, 1946, Afio XII, n° 142, p. 379. Sobre las politcas asistenciales del periodo de los Frentes Populares, véase a Rosemblatt, Gendered Compromi- 505, 0p. cit. Salvador Allende, La realidad métdico social en Chile, Santiago, Imp. Lathrop, 1939. Un impulso particular a dicho criterio fue la aprobacién de la Ley de Medicina Preventiva elaborada por el médico y ministro de Salubridad y Asistencia Social (1937-1938), Eduardo Cruz-Coke, véase Carlos Hunceus, Maria Pez Lanas,"Ciencia politica e historia. Eduardo Cruz-Coke y el Estado e Bienestar en Chile, 1937-1938", Historia 35, 2002, pp. 151-186. atl Ortega,“La hospitalizacién en los Servicios Madre y Nifo de la C80", Revista de Asistencia Social, Tomo 9, 1n°2-3, junio-septiembre 1940, pp. 536-542. “Reclamo sobre el expendio de leche para las madres”, Frente popular, 4 abril, 1939, p. 2 *Convenio con’Caritas-Chile’ para el abastecimiento de alimentos en programa de atencién materno infantil”, Boletin del Servicio Nacional de Salud, v. Il, n° 5, sep-oct de 1957, p. 797,“Convenio con UNICEF”, Boletin de! Servicio Nacional de Salud, v. Il, n° 1, ene-feb de 1956, p. 66. Antecedentes que dieron origen a la Asignacién Familiar Prenatal”, Boletin del Servicio Nacional de Salud, Nol. Ii n° 4 jullo-agosto de 1957, p. 364. Informe que adjuntan la Sociedad Chilena de Pediatria, de Obstetrcia, de Salubridad, de Nutricién y el Capitulo Chileno de la Academia Americana de Pediatria a la carta que envian al Congreso para que se apruebe la asignacion familiar desde el sexto mes y la destinacin de 5% de la asigna- ci6n familiar a la adquisiciGn de leche. Pedro Araya Chiapa,“Proteccién materno infantil en Chile”, pp. 659, 662, 663. Juan Moroder y Francisca Lépez, “Mortalidad matea y sulfadrogas,” Revista Chilena de Higiene y Medicina Preventioa, Vol. IX, n° 3-4, Septiembre-Diciembre 1947, pp. 279-88. *Noticiario nacional”, BMSCSO, Ao VI, n° 65, octubre de 1939, p. 514-515. Unidad, Ano 18, agosto de 1957, n° 168, ley 12.462, Art” 40, p. 7; Unidad, Afio 20, dic de 1959, n° 196. ‘Véase por ejemplo los siguientes articulos del cso: R. Ortega Aguayo, “Atencién rural de la madre y e nifio", 58, Ano VI, 1939, pp. 145-150; Rail Ortega, Onofre Avendafio y Pedro Araya, “Los servicios de madre y nifio de ta Caja de Seguro Obligatorio durante 1942", n° 111 y 112, Afo X, 1943, pp. 478-496. Los articulos publicados en elVol. del Ato XI, 1944, Ratil Ortega, “Los servicios de madre y nifio de la Caja de Seguro Obligatorio”, n* 117-119, pp. 317 y 318; Rail Ortega,*Rendimiento del polilinico de lactantes”, n° 120-122, pp. 477-486; Rati Ortega y Adsiana Castro, “Actitud de las madres frente al seguro social”, n° 120-122, pp. 487-492. Luisa Pfau, “Labor médico social del Departamento del nifio de la Direccién General de Proteccién a la Infan- ciay adolescencia”, nMscso, 1945, Afto XII, n° 128-130, (julio-agosto), pp. 317-322. Tor ejemplo, Luz Cafias, Estudio de los problemas que se presentan en la Seccin de Lactates en ef Consultorio N’3 ela Caja del Seguro Obiigatorio, Alejandro del Rio, 1941; Hilda Gonzilez, Algunas consideraciones sobre el Ser ticio de Lactantes del Consultorio N° 2 del Seguro Obligatorio, Alejandro del Rio, 1942; Glasfira Orrego, Estudio de tos problemas econsmico-sociales presentados por cincuenta madres duefias de casa del Centro San Eugenio de la Caja del Seguro Obligatorio, Alejandro del Rio, 1941. Berta Araya,“Labor de laVisitadora Social en un servicio de lactantes de la Caja del Seguro Obligatorio”, Me- moria Escuela Alejandro del Rio, 1941, p. 144. Sobre la historia de este grupo profesional véase los trabajos de Maria Angélica Illanes,El cuerpo de la polt- tica: la visitacion popular como mediaci6n social: génesis y ensayo de politcas sociales en Chile, 1900-1940", ‘Tesis doctoral Universidad Catélica, 2004; Ximena Valdés, “Género, familia y matrimonio: la vision de las visi tadoras sociales catdlicas entre 1930 y 1950", Revista de la Academia, n° 6, 2001, pp. 177-206. Onofre Avendaiio,“Sobre mortalidad materna por causas obstétricas en Chile”, Boletin Sociedad Chilena Obs- tetricia y Ginecologéa, vol. 9, n° 4, Julio 1944, pp. 179-202, Espacios conquistados. Un panorama de las organizaciones de las mujeres chilenas op or seperate eee ANA MARIA CARRASCO Antropologa LAS LUCHAS DEL FEMINISMO POPULAR Si tuviéramos que caracterizar el siglo XIX en relacién al segmento femenino de nuestra sociedad podriamos decir que se destaca por la negacién de los derechos de las mujeres, caracteristica avalada por la legislacién chilena operante en ©t ‘momento, la cual les asigna tuna posicidn y rol subordinado e inferior, aceptado por ellas, durante mucho tiempo, come un tinico destino posible e incuestionable. La presencia de las mujeres chilenas comienza a hacerse visible publicamente a partir de las iltimas décadas del siglo XIX, situdndose, lenta pero progresivamente, en distintos ambitos de accién. Por su parte, la llegada del siglo Xx se produce dentro de un contexto particular en el que encontramos una serie de elementos posibilitadores de que un numero apreciable de tos elementos impulsores de un mujeres empiece a cuestionar su situacion y condicion. nuevo accionar femenino dicen relacién fundamentalmente con aspectos internos de nuestro pais, como el ingreso de la mujer al trabajo vemunerado, aos estudios superiores y al ejercicio profesional, asi como por el eco de situaciones ocurridas internacionalmente que repercuten en Chile (Primera Guerra Mundial, por ejemplo) y el resto del mundo, las que provocan gran= des transformaciones en los roles tradicionales de hombres y mujeres, apareciendo nuevas ideologfas que plantean y justifican la existencia de una sociedad mas igualitaria. El descontento se hace sentir en distintos sectores sociales, a través de acciones Y demandas que buscan cambios, especialmente, en materia econémica y social. Entre las mujeres, comienzan a cuestionarse posturas que no slo tienen que ver con su condicion de clase, sino también con la propia situacion discriminada y relegada: la desigualdad so- Gal femenina comienza a hacerse patente, legitimandose 1a demanda de cambios en ese sentido. Asi, es posible encontrar ciertos segmentos de Ja sociedad chilena mas proclives @ Ja biisqueda de un nuevo estatus para la mujer ¥ para Ja igualdad de los sexos. Siguiende » Cour nibias (1978) el elemento humano que apoyaria el movimiento de luchas, iniciade £ 4. Lae tene cnntingentes distintos Ana Maria Carrasco mujeres pertenecientes a los circulos intelectuales de la sociedad chilena, adherentes a los postulados venidos de corrientes ideolégicas foraneas, promotores de la liberacién femeni- na; grupos de mujeres profesionales o jefas de hogar que sufren el trato discriminatorio de la legislaci6n vigente; y, finalmente y en menor medida, grupos de mujeres trabajadoras en los niveles mas bajos de la estructura ocupacional, carentes de proteccion legal. Previo a este esfuerzo colectivo, con caracteristicas mas formales, insinuado entre las mujeres con el objetivo de mejores condiciones, es necesario mencionar un sinntimero de acciones realizadas por mujeres populares, tanto del norte como del centro del pais, si bien sin organizacién alguna pero que forman parte importante de huelgas de hambre, movimientos contra la carestia de la vida, alza de la locomocién, etc.; es decir, reaccionan principalmente ante aspectos vinculados al abastecimiento y provisin de alimentos para el hogar. Las necesidades inmediatas de estas familias y la gran responsabilidad de las muje- res en la reproduccién doméstica, no les deja tiempo para preocuparse de cuestionamientos politicos respecto de la sociedad, y menos atin sobre la discriminacion de género. También encontramos en este tiempo, mujeres de clase alta y media, que de manera individual luchan por cambios favorables para su género, manifestando su sentir en articu- los sobre la liberacién de la mujer y reclamando derechos igualitarios a los de los hombres, en periddicos y revistas de la época. Vemos, entonces que, pese al silencio —casi total— de la historia de la participacién publica femenina, esta va mucho més alld de las imagenes de abnegadas madres, com- paferas 0 esposas que apoyan, en un papel secundario, la lucha de los hombres de su hogar, pudiendo observarse su presencia desde los inicios de la constituci in del proletaria- do urbano, cuando —hoy sabemos— las mujeres desempefaron roles y acciones de gran combatividad. De igual forma, en los campamentos salitreros, en el Norte Grande, fueron fundamentales en tiempos de crisis y huelgas. Podriamos hacer una extensa lista de situaciones como las anteriormente menciona- das pero, lamentablemente, no nos es posible por espacio y tiempo. Solo quisiéramos cons- tatar un hecho poco conocido vivenciado por mujeres trabajadoras asalariadas, las cuales son “invitadas” por el movimiento obrero chileno a participar de sus luchas.' Obviamente, detras de las reivindicaciones de este movimiento, se advertian intereses netamente mas- culinos, porque si bien plantean un cambio social radical —que incluia la emancipacion femenina— el discurso de fondo reproducia paradigmas hegeménicos, patriarcales y ma- chistas, referentes a los roles de hombres y mujeres. Con el escenario anterior de fondo, las mujeres que se suman a esta instancia tienen la opcién de asumirse como acompanantes para apoyar las reivindicaciones masculinas (destacando su solidaridad materna, fraternal, familiar e invocando solo caracteristicas derivadas de sus papeles domésticos); 0 intentar diferenciar las demandas femeninas, articulando la opresién de género y de clase. Esta tlti- ma alternativa permitié conformar el denominado“feminismo obrero”, de gran fuerza en la zona notte chilena, instancia bastante particular y tinica en la historia de Chile, a través de la cual se reconoce que las mujeres trabajadoras tenian demandas especificas (feministas) y Espacios conquistados comunes (de clase) que merecian organizaciones auténomas en donde los hombres podian jugar solo un papel secundario, de apoyo hacia ellas Muchas de las Iideres del movimiento feminista obrero (Carmela Jeria, Esther Valdés de Diaz, entre otras) argiiian que las mujeres podian reivindicar los propios derechos a través de la educacion, la organizacién y la accién militante misma pese a las barreras : ete existentes para su participacion en la politica laboral, desarrollada en el poplet marco de un movimiento obrero dominado por los hombres. oe? Con todo, las primeras evidencias de que el sector fe menino comienza a organizarse aut6nomamente para rei vindicar derechos propios, se observan en la zona norte salitrera del pafs, en 1913, con la creacién de los Cen- tros Femeninos Belén de Sarraga, considerados “los embriones” del feminismo popular chileno. j oS © ELACCESO A LA EDUCACION SUPERIOR Cambios de consideracién experimenta la sociedad chilena entre mediados del siglo XIX y comienzos del xx. La bonanza econdmica de la época hace que la oligarquia nacional comien ce a llevar una vida europeizada y liberal, lo que permite a las mujeres de esta elite empezar a cuestionar su marginacidn del sistema politico, exigiendo derechos ciudadanos Conjuntamente a lo anterior mujeres de clase media, sector que comienza a formarse al am paro del aparato estatal y los nuevos servicios puibli cos creados, demandan acceso a la Educacin Superior, aspecto de gran importancia para las reivindicaciones fe meninas posteriores. Incluso, considerada como Ia primera experiencia politica real de las mujeres, ya que por primera vez estas se dan cuenta de que son discriminadas y se enfrentan a los que manejan el poder Si bien no se puede negar que desde que Chile inicia su vida republicana ta mayor parte de los gobernantes dedicaron parte de sus esfuerzos a acrecentar Ia instruc cin del pueblo, siempre hubo diferencia entre la educacién recibida por hombres y mujeres, debido a que estaba pensada para que cada uno cumpliera el rol que tradicionalmente la sociedad les asignaba y que, en el caso de las mujeres, era indiscutiblemente doméstico: en el hogar, en lo privado, El afio 1860, du Instruccién Primaria, a través de la cual se declaraba que la instruccién dada por el Estado nte el gobierno de Manuel Montt, se promulgé la Ley Organica de ‘meV e Marie Carrasco. =ra gratuita y extensiva a las personas de ambos sexos, Divide las escuelas en dos tipos: las Eementales y las superiores. En las elementales se manda ensefar: ... por lo menos lectura y escritura del idioma ‘<2tiio, dectrina y moral cristiana, elementos de aritmética prictica y el sistema legal de pesos y 7 edidas, Por su parte en las superiores, ademas de las asignaturas elementales, se entrega: ~_instruccién religiosa (..) gramatica eastellana, aritmética, dibujo lineal, geografia, el compendio '& Ithistoria de Chile y de la constitucion politica del Estado, En las escuelas superiores de mujeres, Castituird a la ensenanza del dibujo lineal y de la constitucién politica, la de economia doméstica, ?zomas para el gobierno de la casa), costura, bordado y dems labores de aguja.* También se establece la creacién de una escuela de nifios y otra de nifias por cada +. O00 habitantes, en las cabeceras de los departamentos,y, en los sectores rurales, de menor »oblacién se debian fundar escuelas de temporada de, a lo menos, cinco meses de funcio- aniento. i En 1864, segtin datos del Inspector General de Escuelas, encargado de la supervision Je las Escuelas Publicas, habfan; 201 de mujeres; 366 de hombres; cinco superiores de ni- ias;y 16 superiores de hombres.° Los Censos de Poblacién de este periodo arrojan las siguientes cifras respecto a la >obiacidn chilena, de ambos sexos, con conogimientos de lectura y escritura, notandose, 27 un petiodo de diez afios un notable incremento en las mujeres. De acuerdo al Censo Je 1864 un 14% (712.932) de los hombres sabia leer y escribir y solo un 7,3% (53.283) de Nujeres, La situacién cambia, ya que el. Censo de 1875 nos informa que un 23,7% (244,985) de los hombres subiendo el porcentaje a un 16,9% (176.162) de mujeres con lecto-escritura. ‘estudios de las mujeres no constituian una via de acceso a la edu- aquellos obtenidos’a través de la Escuela Normal de Preceptoras 1854 bajo el gobierno de don Manuel Montt ¢ inicialmente dirigida las re 1 Sagrado Corazon. ‘En 1881 se erean las escuclas mixtasconsidefadas en ese momento cothe altamenté as para la poblacinyfemenina; asi como un gran atiefto para paliar el analfabe- tism ‘existente y promover la educaciSn popular. |” Vaaser recién a fines del siglo XIX cuando se comiencen a ver otros visos de cambio. Dos mujeres, dofia Antonia Tarrag6 en 1872 y dofia Isabel Le Brun de Pinochet en 1876, fueron las promotoras de la idea de que las mujeres chilenas pudieran acceder al campo de las profesiones liberales. La primera solicitud hecha a las autoridades para que se vali- daran los exémenes de las alumnas, no fue acogida favorablemente; la segunda, en 1876, encontré el ambiente propicio, generandose polémicas que interesaron a la opinion publica y luego al gobierno. E15 de febrero de 1877, siendo Presidente don Anibal Pinto, el minis- tro don Miguel Luis Amundtegui firmaba el decreto que declaraba que las mujeres podian tendir eximenes para obtener titulos profesionales, ya que resultaba conveniente que estas sjercieran profesiones denominadas cientificas, ya que eso permitiria facilitar sus medios de | | Espacios conquistado: subsistencia. De esta forma se decretaba que las mujeres se someterian a las mismas dispo- siciones que existian para los hombres.’ Las mujeres de las clases alta y media aprovechan las oportunidades creadas por el decreto Amundtegui, abriéndose asi las puertas de la educacion superior, pudiendo in- corporarse a las aulas universitarias y obtener titulos profesionales. Esto fue, sin duda, le “ de toda una lucha contra una sociedad que desplegaba una violencia socia sobre aquellas trasgresoras del estado natural de ignorancia femenina. Se sanciona, enton- ces, el deseo de las mujeres de saber y estudiar no tan solo por ser considerado cosa de hombres ‘porque detrés de esto se veia venir el cambio en los roles tradicionales, sinc también por un gran temor clerical, ya que se le atribufa a la educacién fiscal femenine no religiosa una intencién laicizadora, desacralizante, lo que le restaba bases politicas a clericalismo que, en esta época, resultaba hegeménico respecto a los valores, 6tica, ymo- ral, i pe = Si EE Con todo, podemos decir que ya desde fines del siglo xix se comienzan re sente planes y disposiciones legales que integran la educacién f acrecienta con la llegada del nuevo siglo, ya que el proceso de mod chilena, contempla también el paradigma de la. cién co cambios que estaban por producirse. Se empieza a vivir una serie de tran: del nuevo siglo. ELerecimiento dela poblacién de connotar. En aproximadamente 50 aiios (1 3.249.279, es decir, se crece un 199,8%. Conj proceso de urbanizacién: de un 20% del total erie 1859, aun 16% © en 1895: Loanterior esta vinculadoal surgimiento de diversas industria, cuyo desarrollo se ve favorecido por una serie de medidas que implementa el Estado, tales como el fomento de le marina mercante y la construccién de puertos y ferrocarriles.’ Por otra parte, y simultanea- mente, aumentan las escuelas profesionales que fomentan la formaci6n técnica. Se produce enel pais un fortalecimiento industrial interno, creandose industrias Ge: dicadas a elaborar, entre otros productos, cerveza, azicar, calzados, tejidésyhilados y ves. tuario. Este nuevo contextoyfabril atrae un-ntimero interesante de mujeres las que, yadesce fines del siglo xix y alo largo de todo Chile, comien: resar de manera creciente ¢ la fuerza de trabajo remunerada, principalmente por una. in de subsistencis, hastz conformar, en 1907, casi un tercio de la pobl activa." Debido a que | la myjer no contaba con formacién para realizar exigieran conocimiertos es- peciales, inicialmente sus ocupaciones guardaban relacidn con la actividad doméstica. Assi en el aio mencionado, habian en todo el pais estas, 126.666 eran modistas y costureras; 67.682, empleadas domésticas; 62.977 lavandera abogadas; siete médic Ie ein El ntimero de profesionales era: tres, ee dents le farmactsy L070 mtronas Desa mimeo de mujeres ce : é a arti it la ensefianza, 3.980."" «9 @ Maria Carrasco Es recién en el aito 1907 cuando se crean los primeros Centros Escolares de’ ‘Trabajos ‘Lanuales, destinados a fomentar la educacién técnica femenina, cuyo fin era la incorpora- Gn femenina a la actividad productiva. Con posterioridad, 1920, la Ley de Educacién Obli- attoria crea las Escuelas Vocacionales, las que desempefian un papel de gran importancia ‘Mo ensefanza base de una profesin.”” Ya, a mediados del siglo Xx, destacan como instancias de formaci6n superior para mu- eres las Escuelas Normales, que concentraban un ntimero mayor de alumnas que alumnos;"3 as de Educacién Especial, donde estan las Vocacionales, Técnicas Femeninas, Comerciales y ‘on posterioridad las Agricolas. Para ingresar a estas se debfa tener una edad no inferior a 12 sfios ni superior a 15 y haber cursado sexto afio de primaria El ingreso femenino a las universidades chilenas fue lento, exigiéndoseles inicial- mente ser egresadas de la secundaria y con posterioridad dar una prueba de conocimiento ¥ capacidad (Bachillerato, PAA, PSU). Como informacién interesante podemos decir que la Universidad de Chile permitié el ingreso de las mujeres a sus aulas el afto 1877; yenla Universidad Catélica se dio en el aio 1932. Actualmente podemos decir que efectivamente existe una elevada participacién femenina dentro del sistema educacional, tanto basico y medio, como superior. Lo ante- rior no quita los resultados que arrojan andlisis de género al sistema, los cuales dan cuen- ta de la persistencia de una educacién sexista y discriminatoria hacia la mujer, debido a que los curriculum en los que se ha basado la educacién han reproducido y reforzado los. estereotipos sexuales tradicionales, en los cuales la jerarquias de género se mantienen. Esta constatacién esta en vias de encontrar solucién, analizandose e interviniéndose los programas de estudios, los métodos de ensefianza, los materiales educativos, conteni- dos, etc. de manera de introducir una intencionalidad democratizadora en la educacion, para mejorar —o mejor dicho eliminar— la desigualdad educativa cualitativa entre los géneros. Finalmente a modo de sintesis y reflexin es posible hablar que desde una pers- pectiva histérica ha existido un real avance en el funcionamiento de un sistema edu- cacional promotor de la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres, Una serie de medidas se han ido implementando en este proceso, desde la educacién mixta o coeducacién; la posibilidad de incorporacién de las mujeres a la educacién superior (atin cuando en campos muy restringidos); la ampliacién de la cobertura del sistema educacional en la década de los 60, y el libre acceso a carreras. Pero pese a los esfuerzos desplegados atin es posible advertir ciertos aspectos desfavorables a las mujeres, tales como: menor presencia de estas en la matricula universitaria; mayor ntimero en carreras cuyas especialidades se vinculan directamente a los estereotipos sexuales tradiciona- les; una elitizacién, producto del modelo neo-liberal, que las afecta particularmente, ya que al regirse por leyes de mercado, quedan fuera posibles politicas educacionales con objetivos de equidad, de manera de incorporar al sector femenino discriminado por su condicin de género y clase."

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