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8 de diciembre de 2016

HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO

Rebeliones obreras en la Patagonia austral


Bernardo Veksler | Escritor

Algunos historiadores no dudan en afirmar que en esta región se desarrolló el proceso


más intenso y avanzado de organización sindical de la época en Latinoamérica, donde
“los trabajadores por primera vez en el siglo XX, fueron capaces de tomar el poder local
durante varios días”. Como ocurrió en Santa Cruz, la combatividad de los trabajadores
fue acallada a sangre y fuego.

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La necesidad de abastecer de materias primas a la industria textil británica y la exitosa


implantación ovina en Malvinas abrió las compuertas de la Patagonia a la explotación ganadera.
Al compás de los grandes centros económicos comenzó la invasión europea de la región. Se
fundaron inmensas estancias, millones de ovejas ocuparon las estepas y, fruto de ello, se
ejecutó un nuevo acto del genocidio indígena.

Punta Arenas se convirtió en el centro económico de toda la región. Desde allí, se gestaron las
ocupaciones de las tierras fueguinas y santacruceñas, como si fueran el patio trasero de la
ciudad magallánica.

La fiebre por ocupar las tierras vírgenes no encontró límites, los aspirantes a estancieros
recibieron concesiones “en propiedad, arrendamiento e incluso ocupación de hecho” y utilizaron
testaferros (1).

Con esta metodología non sancta, se hicieron dueños de inmensas extensiones. Los Braun
llegaron a acaparar 1.500.000 hectáreas sólo en Santa Cruz, además de las tierras que habían
tomado posesión en Chubut, Tierra del Fuego y Magallanes. En Tierra del Fuego, la
acumulación de tierras tuvo como exponentes al grupo Braun Menéndez con 815.000 hectáreas
de las cuales 245.000 eran fiscales, Bridges y Reynolds con 120.000 que incluían a 70.000
fiscales, y José Montes con 120.000 y 70.000 fiscales (2).

En 1920, los Braun poseían unas “1.376.160 hectáreas (…) Las tierras arrendadas en la Tierra
del Fuego sumaban 572.950 hectáreas. Es decir, 1.857.017, de las cuales 1.284.067 del
dominio privado (3).

La modalidad productiva regional generaba tasas de ganancias notables pero no atraía a

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grandes contingentes humanos. “Debe notarse, a los efectos pobladores, que la cría de la oveja
no exige una planta funcional humana muy numerosa, salvo en época de esquila” (4).

La prosperidad inicial fue impulsando a nuevos ganaderos. La región fue ocupada por personas
“que se han hecho ricos porque son fuertes por naturaleza. Y allá, fuerte quiere decir casi
siempre inescrupuloso (…) Allí la bondad es signo de debilidad. (…) Allá llegaron, allá
organizaron, se plantaron y allá comenzaron a cosechar la riqueza con el cucharón de la
abundancia. El que se queda y aguanta y además no es flojo de sentimientos, se enriquece. Sin
ayuda de nadie. Y por eso creen ser dueños de toda la región. ¡Guay de los que quieran
quitarles lo que es suyo, lo que conquistaron luchando contra la naturaleza, la distancia, la
soledad!” (5).

Inmigrantes insumisos
La influencia alcanzada por Punta Arenas no tuvo sólo manifestaciones en el orden económico,
también produjo una rápida influencia de la organización sindical y las primeras expresiones de
rebeldía obrera.

La zona magallánica chilena recibió una afluencia notable de inmigrantes europeos, quienes
además de sus escasas pertenencias transportaban sus ideales hacia su destino sudamericano.

Los comienzos de la vida gremial en la zona magallánica fueron muy dinámicos. En 1896 se
produjo una de las primeras huelgas, “cuando los obreros que se dedicaban a la construcción
de lanchas cisternas iniciaron un movimiento de tres o cuatro días solicitando un incremento de
sus salarios” (6).

En ese mismo año se creó la Sociedad Obrera y se celebró el 1º de mayo. Un año después
apareció El Obrero como “órgano de la Unión Obrera y defensor de los intereses de la Clase
Trabajadora”.

Imagen: Sociedad Obrera

En 1911 se fundó la Federación Obrera de Magallanes (FOM) y el Centro de Resistencia Oficios


Varios, con posturas mucho más radicalizadas.

Los pioneros gremiales contaron sus primeros pasos: “Se inició una activa propaganda de
organización en las diversas regiones de Patagonia y Tierra del Fuego, captándose gran
cantidad de socios por el malestar existente debido a las condiciones deplorables en que vivían
los trabajadores” (7).

La vida de los asalariados en las estancias era muy penosa. Las habitaciones que las estancias
destinaban “a sus trabajadores son los establos en que guardan los caballos durante el invierno;
son ellas sucias, mal olientes, llenas de estiércol, sin forro por dentro y llenas de aberturas por
donde se cuela el viento portador de bronquitis, pulmonías, constipados y otras enfermedades
derivadas del cambio brusco de aire (...) El trato que dan a los trabajadores los capataces y
demás empleados superiores es autoritario, humillante (…) no hay en ellos el tono del jefe que
manda sino del amo que ordena y a quien hay que obedecer sin replicar...” (8).

La organización obrera tuvo particularidades interesantes. La FOM estaba dividida en cinco


zonas; en cada una de ellas se nombraba un inspector viajero y en cada estancia un delegado
obrero. Los delegados eran elegidos por los trabajadores y percibían un sueldo de la entidad
gremial, su misión era hacer cumplir los contratos colectivos de trabajo por parte de patrones y
obreros. Eran elegidos de entre los más preparados, cultos y de más recto comportamiento. En

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tanto, los inspectores viajeros vigilaban la conducta de los delegados en las estancias y daban
cuenta a la FOM de las irregularidades que observaban tanto de obreros como de patrones (9).

Cabe consignar que la entidad no tomaba en cuenta las fronteras y su accionar abarcaba a los
trabajadores que se desempeñaban tanto en Chile como Argentina.

En la segunda década del siglo XX, comenzó a agitarse el campo gremial a partir de un
inusitado crecimiento de los precios de los artículos de primera necesidad.

En febrero de 1912, se llevó a cabo una concentración de protesta en cuya proclama se


sostenía que “La burguesía nos sitia por hambre, mientras ella derrocha nuestro sudor en
suntuosos festines. Es preferible a rendir la vida por la miseria, morir combatiendo a nuestros
esplotadores capitalistas y a nuestros tiranos los gobernantes”. Allí decidieron convocar a una
huelga general. Cuatro días después el paro era casi total.

La detención de algunos sindicalistas exaltó mucho más los ánimos y llevó a la FOM a ponerse
a la cabeza del movimiento. Luego de siete días de agitación se logró la fijación de precios
máximos y concluyó la huelga.

A fin de ese año, comenzó a gestarse otra huelga de los peones rurales, que tuvo su primer
acto en la poderosa estancia San Gregorio, luego se extendió a otros establecimientos. La
necesidad de difundir el movimiento huelguístico llevó a un grupo de delegados a trasladarse
“llevando instrucciones para comunicarlos a los asociados de las estancias y las demás de la
Tierra del Fuego chilena y argentina” (10).

Unos días después la huelga era general y hasta el propio monseñor José Fagnano intercedió
ante los dirigentes gremiales para que recapacitaran porque “la gente deseaba trabajar”. La
respuesta gremial fue que estaba “desinformado” y lo instaron a que hablara ante la
concurrencia. Luego “de dos horas de hablar con los huelguistas tuvo que retirarse con la
convicción de que no volverían tan fácilmente al trabajo, mientras no se accediera a lo que
habían pedido” (11). La admisión de las demandas obreras allanó la solución del conflicto.

En 1915, se desenvolvió otro proceso huelguístico con centro en Puerto Bories. El gremio de los
carniceros reaccionó airadamente ante el intento patronal de suplantar a algunos de ellos. La
resistencia derivó en la detención de varios obreros.

La reacción popular fue fulminante y en una movilización participaron unas tres mil personas
exigiendo la liberación de los trabajadores. Al ceder los gobernantes a los reclamos, el proceso
huelguístico concluyó.

A mediados de 1916, el movimiento gremial se reactivó nuevamente. En julio, se paralizó la


actividad en la mina Loreto por la falta de pago puntual de los salarios. Luego de veinte días de
lucha, arribaron a la firma de un convenio que satisfizo las demandas de los trabajadores;
además del compromiso de pago del 1 al 3 de cada mes, obtuvieron un aumento salarial del
15%. Este triunfo de los mineros comenzó a incentivar los reclamos de otros gremios.

En diciembre de 1916, la FOM difundió un documento que generó inquietud entre los
empresarios de toda la región: “Tened bien entendido, trabajadores, que en esta lucha, a la cual
debéis aportar todo vuestro entusiasmo, toda vuestra fe, toda vuestra energía, se decidirá la
suerte de los trabajadores (...) Los ganaderos tienen ya vendidos de antemano sus productos
(lanas y carnes) a los mercados europeos, y si vosotros esquiladores y trabajadores les negáis
vuestro trabajo ellos perderán sus ganancias. Esperamos que cada obrero sabrá cumplir con su
deber” (12).

El movimiento huelguístico se extendió rápidamente, lo que demostraba el grado de


insatisfacción de los trabajadores. Se inició en todas las estancias de la costa y centro de la
Patagonia. El paro se extendió a la región chilena de Última Esperanza. Los huelguistas se
concentraron en Puerto Natales, los patagónicos marcharon hacia Punta Arenas. “Las estancias
de la Tierra del Fuego chilena y argentina están de paro, los trabajadores se encuentran en
Porvenir y otros han venido ya en los vaporcitos que han pasado por allí. Este movimiento de
suspensión de trabajo ha sido simultáneo en toda la región” (13).

Una de las cuestiones que más indignaba a los trabajadores era que “el más grande de los
ganaderos, don Mauricio Braun, ha encarecido la vida en general de la población en un 40%”
(14).

En el transcurso del prolongado conflicto, los trabajadores tuvieron que enfrentar a

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rompehuelgas y a la acción represiva policial que, además de reforzarse con tropas de otros
lugares y asociarse con sus colegas argentinos para enfrentar el movimiento, se instalaron en
las estancias para “resguardar el orden”.

La huelga se prolongó hasta el 18 de enero de 1917, donde se alcanzó un acuerdo formalizado


a través de un convenio colectivo de trabajo y signó uno de los primeros grandes triunfos de las
luchas obreras regionales.

Estos logros generaron euforia y la FOM promovió una campaña por las ocho horas de trabajo.

Esta serie de luchas fue calificada por el historiador Marcelo Segall como “el más importante
proceso de lucha social de América Latina”.

La comuna de Puerto Natales


En esa misma fecha se produjo un duro enfrentamiento entre obreros y policías. La movilización
no sólo doblegó a los uniformados, también pusieron bajo su control la ciudad de Puerto
Natales.

A seis kilómetros de esa localidad se encuentra Puerto Bories; el frigorífico se había convertido
en la más dinámica industria de la zona. Un millar de obreros decretó la huelga general por
aumento de salarios. Se llegó a un acuerdo, pero la situación conflictiva no varió.

El 20 de enero, a partir de un reclamo de los maquinistas ferroviarios, se plegaron todos los


trabajadores, quienes se reunieron en una asamblea masiva y aprobaron sus reivindicaciones:
ocho horas de trabajo y reincorporación de veinte carpinteros que habían sido cesanteados, y la
respuesta patronal debía estar formulada en 24 horas. Cuando los propietarios accedieron al
reclamo, la asamblea obrera incorporó otras demandas como abaratamiento de los artículos de
primera necesidad y de los alquileres.

En medio de los debates, se llegó a proponer el incendio de la sede de la empresa Braun y


Blanchard, si no se recibía una respuesta definitiva en 24 horas. El representante de los
empresarios terminó aceptando todos los reclamos. Se acordó una rebaja del 30% de los
productos de consumo y del 40% de fletes y pasajes, entre otros puntos. Así, tres días después
finalizó el conflicto en el Frigorífico Natales. Pero, en Puerto Bories, la situación se agravó. Una
disputa entre un trabajador que reclamaba por el pago de su trabajo y el administrador inglés
que se negaba a hacerlo, derivó en un tiroteo con el ejecutivo herido de gravedad.

El enfrentamiento duró seis horas y se fueron incorporando carabineros y el resto de los


obreros, con un saldo de cuatro obreros y cuatro uniformados muertos y veintiún heridos.
Cuando se enteraron en Puerto Natales, los trabajadores abandonaron sus tareas y fueron en
busca de armas para cobrar venganza. Asaltaron la casa Braun y Blanchard para proveerse de
armas y víveres para después incendiarla. Idéntica acción se desencadenó contra el cuartel de
Policía y el Juzgado.

Efectivos de Carabineros e Infantería de Marina ocuparon posiciones en la ciudad.


La escalada de conflictos alarmó de manera inusual a las autoridades. El gobernador de Punta
Arenas remitió a su colega de Santa Cruz un alerta: “Después de incendiar el establecimiento
de Bories y media población de Natales, un ejército de 500 obreros armados y en actitud
revolucionaria, se dirigían hacia las fronteras argentinas, camino de Gallegos, con el exclusivo
objeto de llevar a cabo una revolución social” (15).

El historiador Luis Vitale consideró que “los sucesos de Puerto Natales merecen especial
consideración, porque los trabajadores, por primera vez en el siglo XX, fueron capaces de tomar
el poder local durante varios días” (16).

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Notas.

1. Barbería, Elsa Mabel: “Los dueños de la Patagonia Austral”. En Todo es Historia Nº 318,
enero de 1994.

2. Expediente de Tierras 7018, citado por Juan Belza: En la Isla del Fuego. Tomo III. Publicación
del Instituto de Investigaciones Históricas Tierra del Fuego. Buenos Aires, 1977. Pág. 147.

3. Bayer, Osvaldo: La Patagonia Rebelde. Los Bandoleros. Editorial Planeta. Buenos Aires,

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1992. Pág. 26.

4. Belza, op.cit., pág. 16.

5. Bayer, op.cit. pág. 25.

6. Vega Delgado, Carlos: La masacre en la Federación Obrera de Magallanes. Punta Arenas,


1996. pág. 19.

7. Vega Delgado, op.cit., pág. 34.

8. Iriarte, Gregorio, citado por Vega Delgado. Pág. 34.

9. Vega Delgado, op.cit. pág. 71.

10. Iriarte, Gregorio, citado por Vega Delgado, op. cit. Pág. 39.

11. Iriarte Gregorio. citado por Vega Delgado, op. cit. Pág. 40.

12. En El Magallanes 2 de diciembre de 1916. Citado por Vega Delgado, op. cit. Pág. 62.

13. En El Magallanes, 5 de diciembre de 1916. Citado por Vega Delgado, op. cit. Pág. 64.

14. En El Magallanes, 7 de diciembre de 1916. Citado por Vega Delgado, op. cit. Pág. 65.

15. Periódico El Trabajo, 2 de marzo de 1919. Citado por Vega Delgado, op. cit. Pág.133.

16. Vitale Luis. Interpretación marxista de la historia de Chile. Citado por Vega Delgado, op. cit.
Pág.153.

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