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I- ÉTICA GENERAL
CAPITULO I
NATURALEZA Y OBJETO DE LA ÉTICA
La Ética es la más importante de las ciencias prácticas, porque trata acerca del fin
último, en el que el hombre encuentra la felicidad. Todo hombre sabe de algún modo qué ha
de hacer para ser feliz, y tiene cierta idea del bien, del mal, de la virtud, etc. Sin embargo, el
estudio científico de estas cuestiones añade profundidad y solidez a los principios morales, y
es de gran utilidad a la hora de dirigir la conducta humana. Sin este saber científico, es más
fácil dejarse llevar por los obstáculos que el hombre encuentra en el ambiente, en sus
pasiones, en las doctrinas erróneas.
Por otra parte, la existencia de una moral sobrenatural conocida por la Fe cristiana y
que impone nuevas exigencias de conducta, no hace superfluo el estudio de la Ética. El orden
moral natural es un orden real y plenamente vigente que regula intrínsecamente las acciones
exigidas por la naturaleza, aunque no defina por completo la situación existencial en que
ahora se encuentra el hombre. La realidad y vigencia del orden moral natural hace que la
Ética filosófica sea práctica, útil para la vida, sin necesidad de subalternación a la Teología.
En suma, el estudio de la Ética resulta imprescindible para comprender las exigencias éticas
que obligan a toda persona humana, y no sólo a los creyentes: así, por ejemplo, si un
gobernante no católico promulgase una ley que privase a los trabajadores de sus legítimos
derechos, no cumpliría su deber moral en el orden natural.
1- Definición de la Ética
“La Ética es la parte de la filosofía que estudia la moralidad del obrar humano;
es decir, considera los actos humanos en cuanto son buenos o malos”.
Las ciencias humanas estudian al hombre y sus acciones desde diversos puntos de
vista. La Ética se ocupa de la moralidad: una cualidad que corresponde a los actos humanos
exclusivamente por el hecho de proceder de la libertad en orden a un fin último, y que
determina la consideración de un acto como bueno o malo en el sentido muy concreto, no
extensible a los actos o movimientos no libres.
La inteligencia advierte de modo natural la bondad o maldad de los actos libres:
cualquiera tiene experiencia de cierta satisfacción o remordimiento por las acciones
realizadas. Esto lleva a preguntarse: ¿por qué un acto es bueno o malo?; ¿ qué es el bien y el
mal?; ¿por qué esto es bueno o malo?. La contestación de estos interrogantes lleva al estudio
científico de los actos humanos en cuanto buenos o malos.
El objeto material de la Ética son los actos humanos, los cuales se distinguen de
los actos del hombre. La Ética reserva el nombre de actos humanos para las acciones libres,
que el hombre es dueño de hacer u omitir, de hacerlas de uno u otro modo. Estos actos
proceden de la voluntad libre y deliberada, ya sea inmediatamente (amor, deseo, etc) o a
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2- Características de la Ética
“La ética es una ciencia práctica de carácter filosófico”.
a- Es ciencia porque expone y fundamenta científicamente principios universales
sobre la moralidad de los actos humanos: todo asesinato es malo, los impulsos sensibles
deben moderarse según la recta razón; etc. Se trata de criterios válidos para cualquier
tiempo, lugar y circunstancias.
En cuanto es un saber ordenado y basado en el conocimiento de las causas, se
distingue del conocimiento moral espontáneo que tiene cualquier hombre sin necesidad de
razonamiento o pruebas científicas. En cuanto conocimiento universal, la Ética se distingue
del conocimiento moral particular: juicio de la conciencia moral, dictámenes de la
prudencia, etc. Estos juicios versan sobre la moralidad de una acción concreta, realizada por
una persona y en unas circunstancias bien determinadas. No debe verse aquí contraposición,
sino sólo la diferencia existente entre lo universal y lo particular. De hecho, el recto
conocimiento particular no es más que la aplicación al caso concreto de conceptos
universales y verdaderos, ya sean obtenidos espontánea o científicamente.
b- Es práctica. “La Ética es una ciencia práctica, porque no se detiene en la
contemplación de la verdad, sino que aplica ese saber a las acciones humanas” (Q. Disp. Q
1 a. 6 ad 1). Mientras las ciencias especulativas se limitan a conocer realidades que no
dependen de la voluntad humana, la Ética se ocupa de la conducta libre del hombre,
proporcionándole las normas necesarias para obrar bien. Es por ello una ciencia normativa,
que impera y prohíbe ciertos actos, puesto que su fin es el recto actuar de la persona humana.
Aristóteles afirma que no estudiamos Ética “para saber qué es la virtud, sino para
aprender a hacernos virtuosos y buenos; de otra manera sería un estudio completamente
inútil”.Por eso la voluntad juega un papel importante en la adquisición del saber moral: no es
fácil considerar el recto orden de las acciones si la voluntad no está dispuesta a aceptarlo.
Quién no quiere vivir rectamente no puede llegar al fin de esta ciencia y, por eso mismo, no
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3- División de la Ética
La Ética es una sola ciencia, porque estudia todos los ámbitos donde interviene la
libertad humana bajo unos mismos principios fundamentales. Los criterios morales generales
son válidos para los distintos aspectos de la vida humana: personal, familiar y social.
A efectos prácticos, la Ética suele dividirse en varias partes. Los antiguos, siguiendo
a Aristóteles, hablaban de ética monástica o personal, económica o familiar y política o
social. Nosotros distinguiremos una Ética General y otra Especial. La General estudia los
principios básicos que determinan la moralidad de los actos humanos: el fin último, la ley
moral, la conciencia, las virtudes, etc. La Ética Especial o Social aplica esos principios a la
vida del hombre en sociedad. Sus temas principales son: la familia, el bien común de la
sociedad, la autoridad y el gobierno, las leyes civiles, la ordenación moral de la economía,
etc. Estos dos aspectos son inseparables, pues el hombre es social por naturaleza, y se dirige
al fin último personal en unión con los demás hombres.
CAPITULO II
EL BIEN ONTOLÓGICO
En esta primera parte veremos que la Ética, con la ayuda de algunas nociones
metafísicas, llega a definir el bien y el mal. Se trata de definiciones auténticamente válidas,
que no son ni tautologías ni falacias, y, que sirven de base para un estudio científico de la
bondad y malicia de los actos humanos.
Todas nuestras acciones persiguen algún bien: cambiamos de lugar porque estamos
mejor al sol que a la sombra; compramos un determinado libro, porque nos han dicho que es
bueno; somos del equipo de Núñez porque nadie lo supera, etc. “El bien es la primera
realidad advertida por la razón práctica, por la razón que planea y dirige la conducta”
(S. Th, I-II. Q 94, a 2). De ahí que todo hombre posea un conocimiento espontáneo de lo que
es el bien, ya que en torno a él gira todo su obrar.
Pero sucede con el bien lo que con las demás nociones primeras (ente, verdad, etc):
que todos tienen una idea de su significado, pero es difícil definirlo con precisión, porque
faltan unos conceptos fundamentales en los que basarse. La dificultad aumenta por el hecho
de que estas nociones no tienen un único significado, sino una gama de sentidos análogos.
Decimos por ejemplo, que esta casa y aquel hombre son buenos, pero es claro que toda su
bondad no puede ser del mismo tipo. La casa tiene una bondad meramente ontológica, la
que tiene todo ente por sus perfecciones y propiedades; el hombre posee también una bondad
de este tipo, pero tiene además una bondad moral. La bondad moral está relacionada con la
ontológica, pero se distingue de ella.
1 . Derisi. O. N.: “Los fundamentos metafísicos del orden moral”. Cap I, n 10.
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CAPITULO 3
EL BIEN MORAL
1- La naturaleza humana.
El bien, en sentido ontológico, es una propiedad del ente en cuanto tal. El bien
moral en cambio, es propio del hombre y de sus acciones libres: es el bien correspondiente
a lo más específico de la naturaleza humana. De ahí que sea conveniente estudiar la
naturaleza del hombre para saber qué es el bien humano, y por qué motivo ese bien se
presenta como moral.
Señalamos las características del concepto de naturaleza tanto en el orden entitativo
como operativo. La naturaleza es la misma esencia constitutiva de un ente en cuanto que
es también el principio de sus operaciones específicas. La naturaleza humana conforma al
hombre como un ser corporal y espiritual a la vez. En primer lugar, es una constitución
entitativa -es decir, un modo de ser determinado- que comporta una perfección y bondad muy
superior a la que tienen los entes puramente materiales.
Pero la naturaleza es también una constitución operativa: un principio de
operaciones que especifica un modo de obrar propio y característico. Existen operaciones
exclusivamente humanas (hablar, razonar), y modos humanos de realizar operaciones
comunes a otros entes (crecer, comer, etc). Cada ente tiene su propia naturaleza y, por tanto,
su peculiar desarrollo específico. La referencia al obrar hace de la naturaleza algo dinámico.
La filosofía griega entendió la naturaleza (physis) como sinónimo de proceso; physis
es un vocablo emparentado con phyé, que significa crecimiento. La naturaleza de la planta,
por ejemplo, es el proceso que va desde la semilla hasta su madurez.
La naturaleza se entiende también como término final de ese proceso, y por ello
es llamada fin (telos) o forma plenamente realizada (enteléjeia). Aristóteles considera que la
naturaleza no está inicialmente en el hombre de manera definitiva, sino como principio o
posibilidad que debe actualizarse mediante el obrar. La actividad humana es el tránsito del
estado potencial a la plena realización o perfeccionamiento de la naturaleza, y ésta es
por eso el objetivo o fin de dicho proceso. De ahí que todo el obrar del hombre tenga un
sentido teleológico: se ordena a la consecución de un fin, que es la actualización máxima de
todas sus capacidades naturales.
Este perfeccionamiento último es el bien del hombre en sentido estricto.
Ciertamente, el hombre tiene algún grado de bondad por el mero hecho de ser. Pero el bien
significa perfección, acabamiento, plenitud; por eso, la razón de bien compete más
propiamente al perfeccionamiento último que se adquiere por una actuación recta. En
consecuencia, el bien del hombre radica principalmente en la rectitud de su obrar, en
que su conducta se encamine a la verdadera perfección del sujeto. Hablamos así de
hombres buenos y malos; aunque todo hombre sea bueno por el hecho de ser, llamamos
malo al que no dirige sus actos al fin debido, y se priva por ello de la perfección que
debería lograr con sus operaciones. En definitiva, lo calificamos como malo por lo que no es,
por la plenitud que deja de conseguir.
b) El formalismo kantiano
El rechazo del orden natural se encuentra también en las raíces del formalismo y
apriorismo característico de la moral de Kant. Este filósofo hereda de Hobbes y de Hume la
idea nominalista de naturaleza humana como conjunto caótico de inclinaciones sensibles;
y de ahí extrae una serie de conclusiones que condicionan toda su ética.
La primera de ellas es que, si las tendencias del hombre miran únicamente al
placer, los objetos concretos de esas tendencias no son bienes morales, ya que moverán a la
voluntad sólo en cuanto le prometen placer. Una Ética fundamentada en esos bienes
concretos sería puramente hedonista e indigna del hombre. Además, se caería en el
relativismo y en el empirismo, pues la eficacia de un objeto para procurar placer depende de
circunstancias variables, que solamente pueden conocerse por experimentos anteriores, y no
por una ley universalmente válida.
Kant tacha erróneamente de hedonismo el hecho de fundamentar la bondad de
la voluntad en los bienes que ésta apetece. La única vía posible para lograr una Ética no
hedonista es el formalismo: fundamentar la bondad de la voluntad no en los objetos que
quiere, sino en la forma como los quiere. Las formas posibles serían dos: obrar movida por
la razón u obrar movida por la inclinación. La forma moral es la primera. Por eso, sólo
existe el precepto moral que manda obrar en virtud de la sola razón pura: la voluntad
moralmente buena es la que sigue a una razón que no atiende a las inclinaciones de la
naturaleza ni a sus objetos.
Kant no relaciona tampoco el concepto de fin con el de naturaleza. Piensa que el
fin hace referencia solamente a los resultados beneficiosos o perjudiciales de un acto, a la
utilidad tomada en sentido egoísta, y concluye así que concebir la bondad moral como
relación de los actos a un fin sería utilitarismo, y convertiría el bien moral en un valor
técnico (bien útil).
Una segunda conclusión importante que Kant obtiene del nominalismo, es que, si el
ser humano es un caos de impulsos sin sentido moral alguno, la ley moral racional no
puede resultar del conocimiento de un orden natural, aunque sea por parte de la razón,
sino que tiene su primer origen en la razón pura o apriori. La ley ética es una idea
totalmente apriorística de la razón práctica; no se deriva de la experiencia, ni del
conocimiento del ser o de la naturaleza humana. Aún más: manda actuar prescindiendo
por completo del orden entitativo o natural de las tendencias humanas. Obrar bien es
obrar por deber, y obrar por deber es todo lo contrario a buscar los bienes a que apuntan las
inclinaciones naturales; esto último sería actuar por placer, hedonismo.
Con Kant se abre un abismo insondable entre el ser y el deber ser, entre la
Metafísica y la Moral, que la filosofía moderna no ha logrado superar completamente.
c) La ética de valores.
Según Max Scheler, el gran servicio que Kant ha prestado a la Filosofía Moral es
refutar definitivamente la ética de los bienes y de los fines. Está plenamente de acuerdo con
Kant acerca de la necesidad de rechazar las nociones de bien y de fin. Sin embargo, piensa
que ese rechazo no exige necesariamente aceptar el formalismo: cabe un apriorismo
material, es decir, un conjunto de valores de contenido determinado, que son apriori,
anteriores e independientes del ser, tanto en su valor como en su conocimiento por el
sujeto.
Los valores son conocidos y son válidos con independencia de que existan o no.
Son cualidades originarias intuidas directa e inmediatamente por los sentimientos
espirituales (odio, amor); no son el resultado de una abstracción que tenga como punto
de partida los bienes existentes en el mundo. Son, por el contrario, objetos ideales que
se intuyen cuando se prescinde por completo del concepto de ser. La total separación
del valor respecto al ser permite hacer una ética de contenidos concretos, sin caer en
una moral basada en los bienes.
La separación del valor respecto al ser permitiría superar además el relativismo,
puesto que los valores no se ven afectados por los cambios y la evolución a que estarían
sometidos los bienes realmente existentes. Scheler fundamenta los valores en la
intencionalidad de los sentimientos espirituales (fundamentación epistemológica, pero no les
asigna un fundamento metafísico, con lo que la bondad de la voluntad no queda
definitivamente explicada.
La solución a los errores de estas tendencias requiere tener presente estructura
inmutable de la naturaleza humana, que fundamenta de modo concreto todos los bienes
morales de validez universal, sin incurrir por ello en una moral hedonista, empirista y
relativista. Hemos explicado, partiendo de conocimientos evidentes a la razón, que el bien
moral es la perfección correspondiente a la naturaleza humana según el juicio de la recta
razón; y por ello, el orden natural sirve de fundamento ontológico y epistemológico para la
ciencia que estudia la moralidad del obrar del hombre.
1- Noción de mal
“El mal es la privación de un bien debido”, ausencia de algo que se debería tener,
y así se entiende fácilmente cuando se experimenta la falta de un bien. Advertimos que la
enfermedad o la ceguera, son males, porque contamos con la experiencia previa de los bienes
que son la salud y la visión.
El mal es real, pero no es nada positivo, porque la privación es sólo la negación de
algo en la sustancia, en un sujeto que por otros aspectos es bueno. Por ejemplo, la realidad de
la oscuridad es la falta de luz en el aire.
El mal no es una naturaleza o esencia, porque ésta no es la causa de la privación
de un bien debido, sino precisamente el principio de lo que se posee: el ente tiene el ser
según su esencia. Lo que es según la esencia es natural y no es malo, como no es un mal que
el hombre no vuele; sólo es mala la privación de un bien debido. Y así una naturaleza mala es
algo contradictorio, porque entonces la esencia sería simultáneamente el principio por el que
es natural tener y no tener una misma perfección.
Suma Contra Gentiles, L III, cap 7: “El mal no es alguna naturaleza”: “... y de lo
dicho surge que ninguna esencia es de suyo mala. Pues el mal, no es otra cosa que la
privación de lo a alguno le es propio y debe tener; pues en este sentido han usado siempre
todos este nombre de mal. Mas la privación no es ninguna esencia, sino que es una negación
en una sustancia. Luego el mal no es alguna esencia en las cosas. Además cada cosa tiene
ser según su esencia. Más en cuanto tiene ser, tiene algún bien; pues si el bien es lo que
todos apetecen, es preciso llamar bien al ser mismo, puesto que todas las cosas apetecen el
ser. Y el bien y el mal se oponen. Luego, nada es malo en cuanto que tiene esencia. Luego
ninguna esencia es mala”
El mal está sustentado por el bien, porque la privación del bien debido se apoya
en un sujeto que es bueno. La realidad del mal es privativa; de ahí, por ejemplo, que una
persona enferma no sea pura negación, sino un sujeto real, dotado de muchas cualidades
buenas, al que le falta una de las perfecciones que debería tener: la salud. El mal, y mucho
menos el sujeto del mal, no es absoluta negatividad, sino negación de algo en un sujeto real.
S.C.G. L III, cap 11: “El mal se funda en algún bien”: “ Y por lo dicho también
puede demostrarse que todo mal está fundado en algún bien. Pues el mal no puede ser
existente en sí mismo, dado que no tiene esencia. Es preciso que el mal esté en algún sujeto.
Y todo sujeto, como es cierta sustancia, es cierto bien, como se evidencia por lo dicho.
Luego todo mal se halla en algún bien. ... además, se dice que algo es malo porque daña, y
esto sólo porque daña a lo bueno; pues dañar a lo malo es bueno, ya que la corrupción de lo
malo es buena. Mas no dañaría a lo bueno si no estuviera en lo bueno; pues así también la
ceguera daña al hombre en cuanto que está en él. Es preciso que el mal esté en lo bueno”.
Cap 12: “El mal no destruye totalmente el bien”: “Mas se ve por lo dicho que,
por más que se multiplique el mal, nunca puede consumir todo el bien. Pues siempre es
menester que quede el sujeto del mal, si queda mal. Y el sujeto del mal es el bien. Queda
pues siempre el bien”.
El mal absoluto no existe ni puede existir, porque el mal no se sustenta por sí
mismo: no puede encontrarse un ente que sea absolutamente malo o que sea malo por
naturaleza. El mal sólo es real en el sentido de que existen entes que carecen de la perfección
que deberían tener.
S.C.G. L III, cap 15: “No hay un sumo mal que sea principio de todos los males”:
“Y por esto que no puede haber un sumo mal que sea principio de todos los males. Pues el
sumo mal debe estar exento de todo bien, como el sumo bien es lo que está absolutamente
separado del mal. Mas no puede haber algún mal absolutamente separado del bien, ya que
se ha demostrado que el mal se funda en el bien. Luego nada es sumamente malo. Además, si
algo es sumamente malo, es preciso que sea malo por su esencia, como es sumamente bueno
lo que por su esencia es bueno. Y esto es imposible, ya que el mal no tiene esencia alguna.
Luego es imposible suponer un sumo mal que sea el principio de los males”.
CAPITULO V
FINALIDAD DE LOS ACTOS LIBRES
EL ORDEN MORAL
CAPITULO VII
LEY ETERNA - LEY MORAL- LEY NATURAL
2- Modalidades de la conciencia
a) Por su relación al acto
La conciencia, por su relación al acto, puede dividirse en:
- conciencia antecedente: es la que juzga sobre un acto que se va a hacer,
mandándolo, permitiéndolo, aconsejándolo o prohibiéndolo.
- conciencia consecuente: es la que aprueba o desaprueba un acto ya realizado,
produciendo satisfacción o tranquilidad después de la acción buena, y remordimiento después
de la mala.
b) En razón de su conformidad con la ley moral
Según este criterio, la conciencia puede ser:
-conciencia recta: es la que juzga la bondad o malicia de un acto en conformidad
con la ley moral.
- conciencia errónea: es la que juzga en desacuerdo con la ley moral, estimando
como buena una acción que en realidad es mala o viceversa. La causa del error de este juicio
es la ignorancia, que puede versar sobre la ley o sobre el hecho mismo.
La ignorancia, ya verse sobre la ley o sobre el hecho mismo, puede ser:
- invencible, es decir que domina la conciencia tan plenamente, que no deja
posibilidad alguna de apartarla.
La ignorancia es invencible cuando la persona ni siquiera sospecha que su opinión
es equivocada, y que por tanto debe ser abandonada o cuando a pesar de haber
reflexionado, estudiado o preguntado a los demás sobre un determinado problema, se llega
a una solución que objetivamente es errónea, aunque el sujeto no es consciente de ello.
Desde otro punto de vista la ignorancia es invencible en la medida en que precede a la
voluntad, esto hace que sea inculpable.
- vencible, la que atendiendo a las circunstancias del sujeto que obra, se puede
apartar, pero la persona que la sufre no emplea la necesaria diligencia para ello.
La ignorancia es vencible, cuando surgen dudas sobre la verdad de la propia
opinión y se dispone de medios para descubrir la verdad, pero no se emplea la debida
diligencia, sea por pereza, malicia, etc. Es vencible en cuanto procede de la propia
voluntad. Es culpable, fruto de la mala voluntad.
c) Según el tipo de asentimiento
Atendiendo al grado de seguridad con que se emite el juicio de conciencia, ésta
puede ser:
- cierta: la que juzga con firmeza que un acto es bueno o malo.
- probable: es la que dictamina sobre la moralidad de un acto sólo con probabilidad,
admitiendo la posibilidad opuesta.
- dudosa: propiamente hablando se trata de la suspensión del juicio de conciencia.
La inteligencia, ante una acción que debe juzgar, hace un razonamiento particular a partir de
a ciencia moral, que no consigue concluir y no se decide por la bondad o maldad del acto.
CAPITULO IX
EL ACTO HUMANO
La moralidad es una cualidad propia y exclusiva del obrar humano, pues sólo el
hombre tiene la potestad de cumplir o no con sus actos el orden al fin último u orden moral.
Hasta aquí hemos estudiado el fin, la ley moral, y el modo de conocer y aplicar la norma a
las acciones singulares. Estudiamos ahora las características del acto humano que lo definen
como intrínsecamente moral y las raíces de su moralidad concreta, es decir, de su bondad o
malicia.
1- MOTIVOS DE LA ENCÍCLICA.
(1-2)... “hay no pocos que piensan que la Iglesia es enemiga de la libertad. Este error
se origina de un falso y torcido concepto que de esa misma libertad se tiene; pues o se falsea
la noción de la misma, o se dilata demasiado su campo de acción, extendiéndola sobre
muchas cosas en las cuales, si se piensa rectamente, de ningún modo puede el hombre
considerarse libre.
En diversas ocasiones, y principalmente en la Enc. “Inmortale Dei”,nos hemos
referido a las llamadas libertades modernas, distinguiendo lo lícito de lo que no lo es;
también hemos demostrado que lo que hay de bueno en estas libertades, es tan viejo como la
verdad misma, y que la Iglesia de buen grado lo ha siempre aprobado y practicado. Lo único
nuevo que hay en ellas, si hemos de decir la verdad, es lo peor que han producido estos
tiempos tan revueltos y un afán desmedido de innovarlo todo.
Mas, puesto que hay muchos que se empeñan en sostener que esas libertades, aún en
lo que tienen de viciado, constituyen una suprema conquista de nuestra época y una
necesidad fundamental para la vida de las sociedades modernas, hasta el punto de asegurar
que sin ellas sería imposible el perfecto gobierno de los pueblos, nos ha parecido
conveniente, puesta la mira en el bien universal, tratar en particular sobre este punto”
2- FALSAS CONQUISTAS DEL LIBERALISMO EN EL ORDEN INDIVIDUAL
Enumeramos las distintas clases de libertades, que se proclaman como conquista de
nuestra época. Primeramente señalamos los errores que regulan la vida de los individuos y
posteriormente los que afectan a la organización de la vida social o constitución de los
estados.
a- Libertad de cultos
(22). “Consideremos en primer lugar, en lo que se refiere a los individuos, la
llamada libertad de cultos, tan contraria a la virtud de religión. Dicha libertad se basa en este
principio:
todo hombre es libre de abrazar la religión que más le pluguiere o de
rechazarlas todas, si no le agradare ninguna”.
(23) “ Al permitir al hombre la mencionada libertad de cultos, se le da opción de
abandonar o desnaturalizar impunemente uno de sus más sagrados deberes, es decir, de
abandonar el bien inconmutable y abrazar el mal, lo cual, como dijimos, no es libertad, sino
depravación de la libertad y abyecta servidumbre del pecado”.
(24)...considerada en el orden social, esta libertad pretende que no existe
obligación alguna para el Estado de tributar a Dios culto alguno público o de
autorizarlo; asimismo establece que ninguna religión sea preferida a las otras, sino que a
todas se les otorguen los mismos derechos, sin tener en cuenta los sentimientos del pueblo,
por más que la mayoría sean católicos.
Refutación: es el mayor deber - fundamento de la virtud - basado en la religión
verdadera - la sociedad también procede de Dios - gobernantes y
gobernados deben guardarla y mantenerla.
(23) “Contrariamente a lo que aquí se afirma, de todos los deberes del hombre no
hay ninguno mayor ni más sagrado, que el de adorar a Dios pía y religiosamente”.... “A esto
se añade que es imposible la verdadera virtud si nova acompañada de religión; ... la religión,
por consiguiente, que directa e indirectamente se ordena al honor divino, es la principal y la
reguladora de todas las virtudes. Y si se nos pregunta cuál es la religión que únicamente debe
seguirse, de entre las muchas y contrarias que existen, la razón natural nos enseña que
únicamente lo que Dios haya ordenado, y que los hombres puedan reconocer fácilmente por
aquellos caracteres externos con que Dios la haya señalado, ya que un error en esta materia,
tendría gravísimas y desastrosas consecuencias”.
(24) “Porque es de todo punto cierto que los hombres si se unen en sociedad, es por
voluntad de Dios, ya se la considere en sus miembros, o en su forma que es la autoridad, o en
su causa, o finalmente en las múltiples ventajas que de ella reportan a los hombres. ... Es por
esto que el Estado, en cuanto tal, debe necesariamente reconocer a Dios como a su principio
y a su autor, y rendir a su poder y soberanía el homenaje de su culto y adoración. Es por lo
tanto un atentado contra la razón y contra la justicia el ateísmo del Estado, o lo que
equivaldría al ateísmo, el dar el mismo trato jurídico a las diversas confesiones, llamadas
religiones, y el otorgar a todas promiscuamente los mismos derechos.
b- Libertad de expresión.
(26) “Digamos ahora algo sobre la libertad de palabra y la de imprenta. Casi no hay
necesidad de decir que, si esta libertad no es moderada ni reconoce término límite alguno, es
completamente nula jurídicamente. Pues el derecho es una facultad moral, que... no es
posible que la naturaleza la otorgue indistintamente a la verdad y a la mentira, a la virtud y al
vicio”.
Refutación: es falsa y dañosa y absurda en lo que hace a lo verdadero, no en las
cuestiones opinables.
(26) “Existe, sin duda, el derecho de propagar libremente lo bueno y lo verdadero,
para que se difunda cuanto sea posible; pero las falsas doctrinas, que es la peor de las pestes
para los espíritus, y los vicios que corrompen los corazones y las costumbres, es justo que la
autoridad pública lo reprima, a fin de detener su avance que ocasionaría la ruina de la
sociedad. ... Y esta represiones tanto más necesaria, cuanto que la inmensa mayoría de los
hombres o no pueden en absoluto ponerse en guardia contra esas sutilezas de estilo o argucias
dialécticas, principalmente cuando halagan a las pasiones, o a lo sumo con grandísima
dificultad”
c- Libertad de enseñanza
(27) “Como el entendimiento únicamente debe alimentarse con la verdad, ya que
solamente en ella puede encontrar su fin y su perfección, síguese que toda enseñanza no
debe versar sino sobre verdades, ya se dirija a los ignorantes o a los sabios: a aquellos para
que las conozcan, y a éstos para que se confirmen en ellas. De aquí, la gran obligación que
tienen los que enseñan, de extirpar los errores de las inteligencias y cerrar el camino a los
engaños y falacias con oportunas defensas.
De lo dicho se infiere que es completamente contraria a la razón y que
únicamente tiende a pervertir a los espíritus, esa libertad de que venimos hablando, al
atribuirse el derecho de enseñar cuanto se le antoje; la cual en manera alguna puede ser
tolerada por los gobernantes, sin faltar gravemente a su deber.”
Refutación: la legítima libertad de enseñanza ha de tener en cuenta:
- la conservación de las verdades naturales y sobrenaturales; - el Magisterio de la
Iglesia en fe y costumbres; - la falsedad de la oposición entre la fe y la razón; - el campo
inmenso que queda para la investigación.
e- Libertad de conciencia
(31) “... los partidarios del Liberalismo, que atribuyen al Estado un poder despótico
y sin límites, y fomentan una vida en la que se prescinda por completo de Dios, rechazan en
absoluto esta libertad de que hablamos, conforme a los sanos principios de la moral y de la
religión; y cuanto se haga por conservarla, lo consideran como una ofensa y un desacato al
Estado. Lo cual, si fuese cierto, no habría tiranía alguna, por despótica que fuese, que no
hubiese de ser respetada y obedecida”
Refutación:
(31) “ Hay otra libertad de la cual también se habla mucho, y es la llamada libertad
de conciencia. Si por esta se entiende que cada cual puede dar culto a Dios o dejar de dárselo,
si le place, queda ya refutada por las razones antes expuestas. Pero también puede entenderse
en este sentido: que todo hombre tiene en el Estado el derecho de seguir, conforme a su
conciencia, la ley de Dios y sus mandamientos, sin haber nada que se lo pueda impedir”.
f- La tolerancia
(33).”... si bien la ley civil puede y aún debe, por causa del bien común, y sólo por
esta causa, tolerar y permitir el mal, (imitar a la providencia en el gobierno del universo) sin
embargo, no debe aprobarlo ni quererlo por sí mismo, porque siendo el mal la privación del
bien, no puede contribuir al bien común, que es lo que únicamente el legislador debe amparar
y proteger de la mejor manera que le sea posible”
Refutación: El deseo de la Iglesia es de que los hombres en la sociedad sean
perfectos. - -el camino para ello son sus doctrinas - pero dada la fragilidad humana esto es
imposible. - Por tanto, puede admitirse la tolerancia como el bien de la misma sociedad lo
exige, pero sin que el Estado la apruebe ni la quiera nunca como fin en sí misma.
6-DEDUCCIONES (36)
“De lo dicho se concluye que en ninguna manera es lícito pedir, defender u otorgar
la libertad ilimitada de pensamiento, de imprenta, de enseñanza o de religión, como otros
tantos derechos conferidos al hombre por la naturaleza. Pues si la naturaleza hubiera
otorgado tales derechos, sería lícito rechazar la obediencia a dios y no habría trabas que
pudiesen ligar la libertad humana.
También se desprende que, en caso de haber causa justa, esas libertades podrían
tolerarse, aunque con la debida moderación, para que no degeneren en licencia o libertinaje.
Más allí donde el uso mantiene esas libertades en vigor, los ciudadanos deben servirse de
ellas para hacer el bien y para sentir sobre ellas lo mismo que siente la Iglesia; porque en
tanto una libertad es legítima, en cuanto que amplía nuestra facultad de practicar el
bien, y fuera de ese caso, jamás.
Cuando se esté bajo el peso o bajo la amenaza de una dominación que mantengan a
la sociedad bajo el yugo de una violencia injusta, o prive a la iglesia de su legítima libertad,
entonces será lícito buscar otra organización política, que permita el uso de la libertad. En ese
caso, lo que se pretende, no es una libertad inmoderada y sin límites, sino un alivio general,
en bien de todos los ciudadanos, y con el fin de que allí donde existe plena licencia para los
obradores del mal, no se ate las manos a los que sólo pretenden practicar el bien.
Tampoco constituye una actitud ilícita, el preferir para el Estado una organización
de carácter democrático, con tal que se respete la doctrina católica sobre el origen y el
ejercicio del poder. La Iglesia admite todas las formas de gobierno, con tal de que, en sí
mismas, sean aptas para procurar el bien de los ciudadanos; pero exige, conforme a los
principios de la razón, que tales instituciones respeten los derechos de todos, y
particularmente, los de la Iglesia.”
1- Fuentes de la moralidad
Habiendo estudiado ya la ley moral, es fácil saber cuándo un acto humano es bueno
y cuándo es malo. Es bueno si es conforme a la ley moral; es malo si se opone a ella. Pero en
la práctica puede resultar más difícil determinar la moralidad de un acto concreto, porque el
obrar humano es bastante complejo, y un acto puede ser bueno en algunos aspectos y malo
según otros. Es el caso, por ejemplo, de quien recurriera a la calumnia para desprestigiar a un
personaje público cuya actuación es nociva para el bien común. La intención de defender el
interés general de los ciudadanos es buena, pero el medio utilizado es intrínsecamente malo.
Para enjuiciar rectamente esa conducta es necesario distinguir las tres raíces de la
moralidad, que son el objeto, el fin y las circunstancias, y saber el modo en que se
relacionan.
a). El objeto
El acto humano es como un movimiento procedente de la voluntad deliberada. Los
movimientos en general toman su especie, son una cosa u otra, según el término a que se
dirigen de suyo; así se llama calefacción al proceso que produce calor, y refrigeración al que
produce frío. Algo similar sucede con los actos humanos, y por eso se dice que reciben su
especie moral, son moralmente una cosa u otra, según su objeto moral.
Se llama objeto moral a aquello a lo que la acción tiende de suyo y en lo que
termina, considerándolo en su relación con la norma moral.
El objeto moral de la acción es su término no físicamente considerado- como en los
movimientos naturales- sino tomado en su relación a la ley moral. El objeto moral de un robo
es, por ejemplo, un automóvil, pero no en cuanto automóvil de tal marca o tales
características técnicas, sino en cuanto ajeno, pues sólo bajo esa razón dice una relación,
negativa en este caso, a la ley moral que prohíbe apropiarse de los bienes del prójimo.
El objeto moral es el objeto inmediato del acto de la voluntad que hemos llamado
elección, y otorga al obrar humano su moralidad primera y esencial. Según esta moralidad ex
objecto, las acciones son en sí mismas buenas o malas, ordenables al fin último o no.
b) Las circunstancias.
En el orden natural las cosas no tienen toda la perfección debida por la sola forma
substancial que las dota de un ser específico, sino que tienen además accidentes que les
añaden o restan perfección. De modo similar, en el orden moral, las acciones humanas no
toman toda su bondad del objeto moral, sino también de las circunstancias, que son como
los accidentes que modifican el objeto moral.
Los principales tipos de circunstancias morales que afectan a los actos humanos son:
- quien obra (quis): no tiene la misma moralidad el juicio falso de un notario que el
de una persona privada;
- cualidad y cantidad del objeto producido (quid): la cantidad de lo robado varía
la moralidad del robo; igualmente, el hecho de que lo robado sea un bien público o privado,
etc.
- lugar de la acción (ubi): no se califica del mismo modo, la acción cometida en un
lugar público o en un lugar secreto.
- medios empleados (quibus auxiliis): se distingue, entre robo a mano armada y
robo sin violencia (estafa, usura, intereses).
- modo moral en que se realiza la acción (quomodo): es distinta la moralidad de
las acciones según se comenten con deliberación plena o no, etc.
- cantidad y cualidad del tiempo (quando): la bondad o malicia de una acción
puede variar por la duración de ésta, o por el momento concreto en que se comete (en guerra
o en paz).
- motivo por el que se realiza un acto (cur): no hace relación al fin principal del
agente, sino a motivos secundarios o añadidos: así, una persona puede ayudar al prójimo con
el fin de vivir la caridad, pero añadiendo también un cierto deseo de que le agradezcan su
servicio.
c).El fin.
Se entiende por fin del agente lo que éste quiere lograr por medio de la acción
realizada.
Por ejemplo: alguien roba un auto para hacer un viaje, otro hace un regalo a un juez
con la pretensión de que resuelva un juicio a su favor. Hacer un viaje y obtener una sentencia
favorable son los fines por los que se roba ese automóvil y se hace ese regalo.
El fin del agente se suele denominar finis operantis, para distinguirlo del objeto
moral o finis operis, y es el objeto inmediato del acto de la voluntad llamado intención. Si
del objeto moral depende que el acto sea ordenable o no al fin último, de la intención
depende que la acción se ordene efectivamente o no a dicho fin.
Consideramos ahora los hábitos morales, que son la huella que la operación libre
deja en el hombre, y que le hacen progresivamente bueno o malo, virtuoso o vicioso.
BIBLIIOGRAFÍA: Luño. pág 131-143- Ëtica L II , IV, V y VI. S. Th I-II qq 49-60; 63-67. De
Virtutibus Cardinalibus, en “Quaestioines disputatae”, II. S. Th I-II Q 61; II-II qq 47-170.
CAPITULO INATURALEZA Y OBJETO DE LA ÉTICA.........................................1
1- Definición de la Ética...................................................................................1
2- Características de la Ética..............................................................................2
3- División de la Ética........................................................................................3
4- Relación de la Ética con las otras ciencias....................................................3
CAPITULO III
EL BIEN MORAL.......................................................................................................8
1- La naturaleza humana....................................................................................8
2- Fines naturales y orden divino.......................................................................9
3- El conocimiento del Bien Moral a través de la Recta Razón......................10
4- Errores: Nominalismo ético - Formalismo kantiano - Ética de valores......11
CAPITULO IV
EL MAL.....................................................................................................................14
1- Noción de mal..............................................................................................14
2- División del mal: físico, moral y penal........................................................15
3- La causa del mal..........................................................................................17
CAPITULO VI
FINALIDAD DE LOS ACTOS LIBRES..................................................................20
1- El fin y la intención en los actos libres........................................................20
2- La moralidad del fin último.........................................................................21
CAPITULO VI
FIN ULTIMO DEL HOMBRE Y FELICIDAD........................................................24
1- Conocimiento del fin último natural............................................................24
2- Vía descendente: el fin de la Creación.........................................................24
3- Fin último y bienes terrenos........................................................................26
4- Vía ascendente: la felicidad propia de la naturaleza humana......................26
5- Felicidad natural y sobrenatural...................................................................27
CAPITULO VII
LEY ETERNA - LEY MORAL- LEY NATURAL..................................................30
1- Noción de Ley y de Ley Moral....................................................................30
2- La ley eterna: principio del orden moral.....................................................31
3- La Ley Natural: propiedades y contenido....................................................32
Propiedades..........................................................................................33
Contenido.............................................................................................33
4- El conocimiento de la Ley Natural..............................................................34
El conocimiento de los deberes éticos naturales..................................35
CAPITULO VIII
LA CONCIENCIA MORAL.....................................................................................37
1. El juicio particular de la conciencia.............................................................37
3- Principios a seguir y formación de la conciencia........................................38
LA CONCIENCIA MORAL...........................................................................40
I.- EL DICTAMEN DE LA CONCIENCIA....................................................40
II.- LA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA..............................................41
III.- DECIDIR EN CONCIENCIA..................................................................41
IV.- EL JUICIO ERRÓNEO............................................................................42
RESUMEN......................................................................................................42
CAPITULO IX
EL ACTO HUMANO................................................................................................44
1- Libertad del acto humano............................................................................44
2- La raíz del acto humano: la inteligencia y la voluntad................................46
3- Enseñanza del Magisterio de la Iglesia sobre la Libertad............................47
a- Encíclica “Libertas” del Papa León XIII. (1888)............................47
2- FALSAS CONQUISTAS DEL LIBERALISMO EN EL ORDEN
INDIVIDUAL..........................................................................48
3- FALSA DOCTRINA SOBRE LA LIBERTAD EN EL ORDEN
SOCIAL...................................................................................50
4- DOCTRINA CATÓLICA ACERCA DE LA LIBERTAD
INDIVIDUAL..........................................................................51
5- DOCTRINA CATÓLICA ACERCA DE LA LIBERTAD MORAL
DE LA SOCIEDAD.................................................................54
6-DEDUCCIONES (36).......................................................................55
b- Enseñanza del Catecismo: 1730-1738. 1743-1748..........................56
CAPITULO X
BONDAD Y MALICIA DE LOS ACTOS HUMANOS..........................................58
1- Fuentes de la moralidad...............................................................................58
a). El objeto..........................................................................................58
b) Las circunstancias............................................................................58
c).El fin.................................................................................................59
2- Modo en que intervienen en el acto moral...................................................59
3- Influjo de las pasiones en la moralidad........................................................60
4- Moralidad de las pasiones............................................................................62
5- Enseñanza del Catecismo.............................................................................63
CAPITULO XI
LAS VIRTUDES.......................................................................................................66
1- Naturaleza y necesidad de la virtud.............................................................66
2- Tipos de virtudes: Intelectuales y Morales - Virtudes Cardinales y Vicios
Capitales...............................................................................................67
a- Las virtudes Intelectuales.................................................................67
b- Las virtudes Morales........................................................................67
c- Las virtudes Cardinales....................................................................68
d- Los vicios Capitales.........................................................................69
3- Modos de adquirir las virtudes y propiedades de las mismas......................70
a- Adquisición......................................................................................70
b- Propiedades......................................................................................71
4- Enseñanza del Catecismo.............................................................................71