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1- EL PECADO DE SATANAS:

Satanás tenía tal posición que era el de mayor rango luego de Jesucristo. Él era el más hermoso y
más sabio de todos los ángeles celestiales. Se enorgullecía sobremanera por el honor que Dios le
había conferido, pero aún procuraba mayor gloria para sí. (Comentario Bíblico)

Isaías 14:13
“Tú has dicho en tu corazón: Subiré al cielo en lo alto; hasta las estrellas de Dios levantaré mi trono
y me sentaré en el monte de la asamblea, en las regiones más distantes del norte. Subiré sobre las
alturas de las nubes y seré semejante al Altísimo.”

Ezequiel 28:17
“Tu corazón se enalteció debido a tu hermosura; a causa de tu esplendor se corrompió tu
sabiduría…”

2- DIOS NO ELIMINA A SATANÁS:


Satanás afirmaba que Dios era un Ser Autoritario y que demandaba adoración obligatoria por
parte de todos sus seres creados. Lo hacía parecer un tirano, egoísta, y afirmaba que había una
mejor manera de Gobernar el universo y que él sería capaz de hacerlo.
Si Dios hubiese eliminado a satanás en el momento de su rebelión, entonces quedaría confirmada
la tiranía de Dios, y finalmente Satanás hubiese tenido razón. De manera que en ese instante, la
creación de Dios estaría sumisa, pero bajo un sentimiento de miedo a su Creador.

La rebelión de Satanás había de ser una lección para el universo a través de todos los siglos
venideros; un testimonio perpetuo en cuanto a la naturaleza del pecado y sus terribles
consecuencias. Los resultados del gobierno de Satanás y sus efectos sobre los ángeles y los
hombres demostrarían el resultado inevitable que se obtiene al desechar la autoridad divida.
(PP, Cap. 1).

3- LA CAÍDA DEL HOMBRE:


Génesis 3:4-6
“Entonces la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis. Es que Dios sabe que el día que
comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal. Entonces
la mujer vio que el árbol era bueno para comer, que era atractivo a la vista y que era árbol
codiciable para alcanzar sabiduría. Tomó, pues, de su fruto y comió. Y también dio a su marido que
estaba con ella, y él comió.”

Eva pensó:
“Quizás el Señor no quiso decir lo que dijo” (PE, Cap. 35).
Eva comió de la fruta, y al ver que era agradable a la vista y al paladar, se sintió celosa de que Dios
les hubiera prohibido lo que era realmente para su bien.
El motivo por el que Eva cayó en la tentación fue por dudar de la Palabra de Dios. Si estudiamos
detenidamente el pasaje nos damos cuenta que a Eva le atrajo la idea de “ser como Dios” y
“alcanzar sabiduría”, cosas que fueron el motivo por el que satanás pecó en el cielo. Interesante.
El pecado de Adán fue diferente, pero también desobedeció a Dios. Cuando Eva le ofreció del fruto
que ella había comido:
“Adán parecía tener miedo y asombro. Parecía haber una lucha en su mente. Sabía que se trataba
del enemigo sobre el que fueron advertidos, pero por otro lado sabía que sería separado de su
esposa. Su amor por Eva era fuerte, y con una actitud de desánimo resolvió comer... entonces toda
arpa enmudeció en el cielo.” (PE, Cap. 35).

4- El PLAN DE LA SALVACIÓN:
Jesús, en su inmenso Amor, tema de estudio por toda la eternidad en el cielo, ofreció su vida para
morir en rescate del hombre. En un principio los ángeles no aceptaron la noticia, y ofrecieron ellos
mismos ser los participantes del sacrificio. Pero Jesús les explicó que la muerte de ellos no podría
cubrir la deuda, y que solo la vida del Hijo podría ser aceptada por el Padre.
Con tristeza Jesús consoló y animó a los ángeles y les pidió que aceptaran el plan de la salvación:
que por medio de su muerte el hombre caído podría de nuevo ser exaltado.

Entonces bajo Jesús, para demostrar el Amor del Padre ante todo el basto Universo, nació como
un retoño, como una raíz en tierra seca. No había parecer en Él, ni hermosura, sin atractivo para
que lo deseáramos. (Isaías 53:2).

Se rebajó a ser nuestra semejanza, a vivir entre nuestro fango, a llamarnos “amigos”. Aquel Dios,
que sin obligación alguna de realizar su plan, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué
aferrarse; sino que se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los
hombres. (Filipenses 2:6-7).

No hay palabras humanas que describan su Amor, hoy solo podemos entender en parte:
“Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos”.

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