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Macroeconomía

SemanaEconómica

Efecto coronavirus: La economía peruana podría rebotar hasta 7% en


el 2021 si se evita el colapso del sistema financiero
SEMANAeconómica conversó con los exministros Claudia Cooper, David Tuesta,
Alfredo Thorne, Alonso Segura y Luis Miguel Castilla sobre la emergencia económica
que atraviesa el país. Los cinco coinciden en que evitar el contagio al sistema
financiero debe ser la prioridad del gobierno.

Por Álvaro Ledgard


27 de marzo de 2020
Lectura de 7 min

El Perú enfrentará su peor


resultado económico desde 1989
este año por los efectos del
coronavirus. El PBI local se
contraería alrededor de 5% en el
2020 por la paralización de la
actividad económica, el desplome
de la confianza empresarial, el cese del consumo privado y el menor
dinamismo de los principales socios comerciales del país. La caída será
más fuerte y prolongada si el gobierno no prioriza el blindaje del sistema
financiero local.
La mayor parte del golpe económico se concentrará en la primera mitad
del año y el resultado se revertiría en el 2021, coinciden cinco exministros
de Economía y Finanzas consultados por SEMANAeconómica. “Estamos
en el peor momento del shock. En el segundo trimestre la economía
caerá 21% interanual, pero esperamos un rebote en el cuatro trimestre
de hasta 31% según la misma métrica”, explica Alfredo Thorne, titular del
MEF entre el 2016 y el 2017. Así, el PBI podría crecer entre 5% y 6% el
próximo año, según Macroconsult.
La recuperación se verá impulsada por un fuerte efecto estadístico, pero
también dependerá de las medidas que aplique el gobierno. “En los
últimos 20 años hemos tenido cultura de ahorro público y ahora es
cuando tenemos que desplegar todas las herramientas convencionales y
no convencionales. Nunca he visto que se alineen todos los astros de
manera tan adversa e imprevista como ahora”, señala Luis Miguel
Castilla, exministro de Economía y Finanzas.
Las fuentes coinciden en que la clave para rebotar en el 2021 está en
evitar una crisis del sistema financiero del cual depende la integridad de
la cadena de pagos nacional. “Los bonos no se van a sostener si no se
sostiene el empleo, y para ello las empresas tienen que estar soportadas
por un sistema financiero sólido”, explica la exministra Claudia Cooper.
“El deterioro del sistema financiero podría alargar la caída económica un
año o más”, coincide David Tuesta, ministro en el 2018.
En el corto plazo el gobierno seguirá priorizando las transferencias
monetarias directas a la población más vulnerable. Pero el mediano plazo
requerirá una labor más selectiva en cuanto a flexibilizaciones
regulatorias y tributarias, transferencias de recursos y asignación de
garantías crediticias. “Se trata de decidir a quienes apoyas dentro de
quienes lo necesitan, tanto en empresas como personas. No va a haber
suficiente espalda para salvar a todos”, explica Alonso Segura, ministro
entre el 2014 y el 2016.
Prioridades de corto plazo
En el corto plazo el gobierno tendrá que priorizar evitar un contagio al
sistema financiero, proveer toda la liquidez posible a personas y
empresas, y mitigar el impacto financiero de corto plazo en poblaciones
más vulnerables, según Castilla. Los exministros aprueban las medidas
que el gobierno ya aplica para proveer de liquidez a la población —como
la liberación del CTS, el devengue de intereses moratorios de Sunat, el
subsidio temporal de contribuciones a Essalud y la suspensión del aporte
a las AFP— siempre y cuando éstas no impliquen un aumento de gastos
permanentes. En esa línea, Segura añade que “hay que redireccionar las
partidas de gasto corriente hacia asuntos más prioritarios y aplicar un
contexto de austeridad”. Se espera que el déficit fiscal se triplique este
año respecto al cierre del año pasado, pero la probabilidad de que ello
implique una recalificación crediticia es baja en el corto plazo.
Evitar un contagio al sistema financiero requerirá una extensa
coordinación entre el MEF, el BCR y Cofide, coinciden los exministros. “No
se le va a dar vuelta a la maquinita. Además de recortar la tasa en 100
puntos básicos hasta 0.25%, el BCR va a tomar todos los dólares que
tengan los bancos y les va a dar líneas de crédito en soles para que
tengan liquidez y no romper la cadena de pagos”, acota Thorne. La
medida, no obstante, tendría poco alcance en el sector informal. “Para
llegar rápido a ese sector, la forma más fácil es que Cofide le compre
todas las facturas a las mypes y les dé liquidez a través del factoring: les
va a ahorrar un ciclo de pago de 71 días”, añade el exministro.
También sería la labor de Cofide comprar carteras deterioradas para
evitar el colapso de un banco que pueda gatillar un efecto dominó en el
sistema. “Se tienen que identificar las carteras afectadas específicamente
por la crisis y evitar que se corte la cadena de financiamiento”, explica
Tuesta.
Dada la importancia del acceso al financiamiento para rebotar, el
mercado de capitales también jugará un rol preponderante. “Sería
importante que fuera más líquido para que el menú de financiamiento
sea más amplio. La BVL se mantendrá operativa y seguirá habiendo total
transparencia en los mercados de acciones y bonos”, explica Cooper,
actualmente presidente del directorio de la BVL.

Segunda fase
Un segundo bloque de medidas, menos urgente, consiste en el destrabe
de proyectos para revitalizar la infraestructura e inversión, en el apoyo
económico a los sectores más afectados por la crisis, y en mayor
flexibilización laboral y tributaria. El gobierno ya tiene facultades
legislativas para varias de estas medidas.
El gobierno prevé la pérdida de más de un millón de puestos de trabajo
dentro de la micro y pequeña empresa. “Van a haber suspensiones de
contratos, ajustes salariales y despidos, lo que puede tener un efecto
multiplicador negativo en la economía. Ahí la autoridad laboral —que
suele revertir este tipo de medidas— tiene que flexibilizarse en los
sectores con más casos para evitar un colapso generalizado”, acota
Segura. De ello dependerá la recuperación paulatina de la confianza
empresarial, que mostraría un desplome dramático en los datos del 2 de
abril.
Respecto a la focalización en los sectores más golpeados, Castilla sugiere
propiciar acceso a capital de trabajo para inversiones productivas a través
de un esquema de garantías de primera pérdida coordinado por Cofide, y
cambios en el sistema concursal “que prioricen la reestructuración antes
que la liquidación”. Asimismo, el exministro propone asegurar —hoy— la
cadena logística para la exportación no tradicional de productos
agroindustriales.
¿Grandes crisis, grandes oportunidades?
Algunos de los exministros ven en la crisis y en la otorgación de facultades
legislativas una oportunidad para avanzar reformas de más largo plazo.
“La coyuntura nos pide reformas ineludibles. La protección social
sostenible que se va a requerir demanda una profunda reforma tributaria
y laboral”, dice Castilla. “[Para las transferencias] creo que se deberían
usar las municipalidades e ir puerta por puerta. Sería una oportunidad de
formalizar a este segmento de la población y llevarles su tarjeta
electrónica para que les transfieran por ahí”, añade Thorne. En contraste,
Cooper señala que “tenemos que salvar la emergencia y luego recuperar
la economía. La idea es que ningún paso complique al siguiente. No
inventaría la pólvora, pero sentemos las bases para luego hacer
reformas”.

El gobierno está actuando correctamente hasta el momento, confirman


los exministros a SEMANAeconómica. El principal reto consistirá en la
coordinación entre el aparato fiscal, monetario y financiero para evitar la
ruptura de la cadena de pagos que permita lograr un rebote económico
en el 2021.

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