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LA IDENTIDAD SEXUAL: ENTRE


LA SEXUALIDAD, EL SEXO Y EL GÉNER0 1

La evidencia de cambios en las formas de expresión de la


sintomatología sexual -infantil y adulta-, observables
tanto en nuestra clínica como en el entorno cultural, da
cuenta, como venimos proponiendo, de la urgencia de una
puesta al día de nuestras formulaciones de base. Ello con
vistas a identificar aquellos enunciados que permanecen,
trascendiendo las mutaciones en la subjetividad que las
modificaciones históricas y políticas ponen en marcha, y
reencontrar en ellos los elementos permanentes del funcio-
namiento psíquico que no sólo se sostienen sino que cobran
mayor vigencia en razón de que devienen el único horizonte
explicativo posible para estos nuevos modos.
¿Quién podría considerar hoy del orden de la perver-
. sión las prácticas mediante las.cuales una pareja ensam-
bla en su relación amorosa formas pre-genitales con mo-
dos genitales, o incluso los modos-de-produccfón~mutua de
placer bajo formas no tradicionales, recurriendo a un ero-
tismo que posibilite el encuentro rehusado por la anato-

l. Este capítulo retoma las ideas expuestas en el texto "La identi-


dad sexual: entre la sexualidad, el sexo, el género", publicado en Revis-
ta de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados,
nº 25, Buenos Aires, 1999.

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m.ía en aquellos casos en los cuales está obstaculizado el separando cuidadosamente a aquellos que consisten en ele-
pleno acceso genital?2 Estas cuestiones someten a caución mentos nucleares de la teoría psicoanalítica, de las teorías
la definición de perversión como el ejercicio de una sexua- sexuales con las cuales los seres hum.anos, desde la infan-
lidad con dominancia de las llamadas por Freud trans- cia, intentan elucidar el misterio no sólo de la diferencia
gresiones anatómicas, que forman parte hoy en gran me- entre los sexos sino también de la función que cumplen
dida de la sexualidad genital, y han encontrado un nuevo sus propias excitaciones como elementos que ponen en
modo de insertarse en la sexualidad adulta no necesaria- marcha su accionar sexual.
_mente perversa. Si bien es obvio que la sexualidad humana I:l.º se reduce
Porque más allá del carácter subversivo y en su con- a los dos ~bros. canónicos que la sexuación impone -en-
' ··-cepción global no superado que posee un texto como Tres tendiendo por sexuación las formas bajo las cuales la posi-
. ensayos de teoría sexual, 3 es en aquellos planteos que qü;= ción masculino/femenino se ve atravesada por el descubri-
dan impregnados por· una visión teleológica de la sexuali- miento de la diferencia anatómica de los sexos y la regula-
dad, sometida a un fin sexual reproductivo, donde se ma- ción que ésta puede ejercer respecto del deseo genital-,
nifiesta más claramente la necesidad de revisión. Y ello parece necesario volver a definir hoy, a casi un siglo de
no sólo por la caducidad histórica de los planteos, sino por- Tres ~ris~yos, su aporte fundamentª1: _el hecho de que- la se-
que éstos entran en contradicción con enunciados centra- xualidad humana no sólo comienza en la infancia, sino que
les de la teoría y de la práctica psicoanalítica; ~nunci~dos se caracteriza por no ser reductible a los modos geni.t-ª1.es,
~ que han hecho estallar, precisamente, la relación existen- arti~ados por la diferencia de los sexos, con los cuales la
te entre sexualidad y procreación, desanudando precoz- humanidad ha establecido, desde lo manifiesto, su carácter.
mente, antes de que la historia de la ciencia obtuviera los E_ste aporte fundamental, que consiste en considerar
medios para ello, o que la sociedad civil blanqueara la rea- como ~éiual todo aquello que siendo del ord~:p.__dg_lp.la.cer
lidad de sus prácticas sexuales, los fines biológicos, mora- im.plic.~. un plus que_ no se reduce a las actividades de i:tuto-
les en última instancia, de los movimientos de placer que c9p.servación, viene aparejado, desde el comienzo, con una
definen los modos de acoplamiento libidinal que rigen el propuesta de sexualidad en dos tiempos; tiempos que Freud
cuerpo y el psiquismo de los seres humanos. consideró, a dominancia, como biológicamente determina-
Comencemos entonces por definir una serie de puntos dos, si bien dejó abierto, aun cuando sólo fuera en los már-
que permiten un reordenam.iento de la cuestión sexual, genes, la posibilidad de que el primer tiempo, aquel que
corresponde a lo "pre-genital", fuera efecto de la introduc-
ción de la sexualidad del adulto, de la implantación precoz
2. Todos los que pertenecen a una generación que asistió a través de la sexualidad adulta, pulsional, genital y para-genital,
del cine a las consecuencias de la guerra de Vietnam, recuerdarán el en el niño.
enorme impacto que causó ese filme conmovedor llamado Coming Home,
traducido como Regreso sin gloria. En él, gran parte del enigma que Un párrafo notable de Tres ensayos propone una línea
angustiaba a los espectadores -y más allá de la temática de profunda que a pesar de no ser dominante a lo largo del trabajo,
implicación política y subjetiva en juego- giraba alrededor del modo a· apunta en la misma dirección que las ideas que pretende-
través del cual se esperaba que la pareja formada por un hombre muti- mos exponer. Se trata del apartado relativo al "Objeto
lado por la guerra y una mujer anatómicamente completa encontrara
una forma de resolución sexual de la pasión amorosa.
sexual del período de lactancia", curiosamente incluido en
3. Freud, S.: op. cit. la tercera parte del libro, destinada a la metamorfosis de

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la pubertad, en la cual pone en correlación el hallazgo del sexualidad human.a no corresponden a dos fases de una
objeto genital con el objeto sexual de los primeros tiempos misma sexualidad, sino a dos sexuaJ.idades ·diferentes:-Uiia
de la vida: desgranada de los cuidados precoces, impJªpi~daHpor el
agulto, productora de excitaciones que encuentran vías de
El trato del niño con la persona que lo cuida es para él ligazón y descarga bajo formas parciales (siempre de ca-
una fuente continua de excitación y de satisfacción sexuales rácter "frustro", ya que se olvida con demasiada facilidad
a partir de las zonas erógenas, y tanto más por el hecho de que aún la masturbación genital infantil no alcanza ca-
que esa persona -por regla general la madre- dirige sobre el rácter orgásmico, y por ello no es equivalente a la sexuali-
niño sentimientos que brotan de su vida sexual, lo acaricia,
lo besa, lo mece, y claramente lo toma como sustituto de un
dad adulta, salvo en ciertos casos en que los niños han
objeto sexual de pleno derecho. La madre se horrorizaría, sido convocados precozmente a su ejercicio),,,y otra ~()i:t pri- ,
probablemente, si se esclareciese que con todas sus mues- macía genital, establecida en la pubertad y ubicada en el
tras de ternura despierta la pulsión sexual de su hijo y pre- canrlno madurativo que posibilita el _ens_~Y,l>!_~j~_g~nital,
para su posterior intensidad. Juzga su proceder como un amor no constituyendo entonces una simple reedición del aclll.é
"puro", asexual, y aun evita con cuidado aportar a los genitales de la sexualidad infantil, sino un Jll.9~-º de _r~~ºp:iposición
del niño más excitaciones que las indispensables para el cui- ordenado y guiado por la existencia de una primacía de
dado del cuerpo[. .. ] Sin duda, un exceso de ternura de parte carácter genital. Pero la paradoja consiste, diría Laplanche,
de los padres resultará dañino, pues apresurará su madura-
ción sexual[ ... ] son casi siempre padres neuropáticos los que en que el "instinto sexual", si_~qµ~_algo queda de ello.> la
se inclinan a brindar una ternura desmedida, y contribuyen maduración puberal, encuentra_todo el campo ya ocupado
en grado notable con sus mimos a despertar la disposición por la sexualida<l:_ para-genital: los primí''I"º~_tiE!lll~QS J1_an
del niño para contraer una neurosis [. .. ] Este ejemplo nos hace marcado fantasmática y erógenamente un camino que, si
v~r que los padres neuróticos tienen caminos más directos no encuentra vías de articulación, establece que el recorri-
que el de la herencia para transferir su perturbación a sus do se oriente bajo formas ya fijadas, las cuales determi-
JJ.ij_~s_.
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nan, orientan u obstaculizan los pasajes de un modo de
goce a otro.
¿Dónde quedan nuestros dos tiempos, uno que corres- Sin embargo, y he aquí otra cuestión que se plantea
ponde a la pulsión parcial y otro a lo genital, cuando in- como compleja, estos movimientos pulsionales _son en.prin-
cluimos la sexualidad del adulto como productora de exci- ~ipio anteriores, o más bien tienen su origen en tiempos
taciones, si el adulto está atravesado simultáneamente por previos, al reconocimiento del niño de que hay un modo de
sus deseos inconcientes, "pre-genitales", infantiles, y ellos bipartición de la especie humana que está determinado
se ensamblan, necesariamente, en su sexualidad genital por el sexo. La diferencia entre hombres y mujeres con la
ya no sólo conocida sino experienciada, excitante y que cual se establece la bipartición marcada por signos de cul-
rige todo su movimiento libidinal? tura no remite en su origen, necesariamente, a masculino/
Nos vemos obligados a sostener entonces, y sobre esto femenino. Está articulada por la <!iyersidad de signos y no
ya hemos hablado ampliamente, que los dos ~i~~pos <!_~Ja por la diferencia anatómica, y en función de effo:_J:!o tiene
~ncidencia en la orientación del deseo sexual-pulsional del
niño, sino en los modos con los cuales se determina su per-
4. Freud, S.: Tres ensayos de teoría sexual, op. cit. tenencia a uno u otro género. -

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La sexualidad no es un camino lineal que va de la pul- no ya como culturas producidas sino como culturas im-
sión parcial a la asunción de la identidad, pasando por el puestas, y sobre todo al poner en discusión el carácter de
estadio fálico y el Edipo como mojones de su recorrido, sino cultura subalterna, dependiente, de aquella que no ha cons-
que se constituye como un complejo movimiento de ensam- tituido el pensamiento oficial. 5 __ ~ ,
blajes y resignificaciones, de articulaciones provemeiites Desde esta perspectiva, los estudios de gé~_fil:O..-nn.plican
la
dedíversos -estratos de vida psíquica y de la cultura, de un avance importante al propiciar ün a~sasimiento de los
las incidencias de la ideología y de las mociones deseantes, enunciadas que hacen a-los-mooos-de-re~eatamoo,- tan
y es neeesario entonces darle a cada elemento su peso es- to femeninos conio masculinos, de una presunta__d~pen­
pecífico. <fencia de la biología,_como un correl~to .dire~t_o_de la_ana,-
tomía ~Q~t.it-uidaen.sustrato de toda producción.ideat-ivo-
1.deológica, y genera nuevas posibilidades de abordaje del /
DIFERENCIA ENTRE GÉNERO, SEXO Y SEXUALIDAD tema.
La segunda cuestión, que compete al psicoanálisis en
La importancia que ha cobrado en los últimos tiempos tanto acoge y pretende otorgar un lugar a los llamados.
la noción de género como elemento central diferenciador "estudios de género", remite a la delimitación y reposiciona-
respecto a las categorías sexuales puede ser considerada :miento conceptual de esta noción respecto a su objeto y al
en el marco de dos grandes cuestiones que no deben ser corpus central que considera las posibilidades de delimita-
soslayadas. En primer lugar, el hecho de que los nuevos ción de la operatoria que sobre el mismo define. RepQ_~j~io­
estudios de género se inscriben, indudablemente, en el nar ~~tª..Pª-ic9lógica,mente estos ele~~~!Q§..~~~~~aji~<!.~~g~­
interior de un avance político progresivo respecto a la n~rQ y sexuación, deviene entonces una cuesti~al.
visión que predominó a lo largo del siglo -pero que se Hemos señalado anteriormente que la<exualida~ en
remonta a la Antigüedad- a partir de la cual "Dios los términos del psicoanálisis, no se reduce a-ros-mocfos de
hizo hombre y mujer", afirmación tramposa que bajo la ordenamiento masculino/femenino, y mucho menos a las
apariencia del reconocimiento de una anatomía diferen- formas con las cuales la función sexual establece los en-
cial y de modos de representación y formas de inserción samblajes de la genitalidad una vez dadas las condiciones
en la vida social y política encubre la subordinación a para que el sujeto pueda acceder a ella. Desarrollemos aho-
uno de los términos, el hombre. ra la diferencia que es necesario establecer entre los movi-
~L~-m~TI!Q d.~- ~~tQ§J_ ~eJl.ldi.Qª _dg gé_:gero consiste, preci- mientos deseantes, anárquicos, pulsionales, que atravie-
' s.amente, .en hacer estallar _este modo_.de concebir el en- san la sexualidad a lo largo de la vida (genitales o parage-
samblaje, el cual implica la subordinación ~ un solo modo nitales, en razón de que no constituyen un "pre" destinado
de representación, el masculino, no sería desacertado, po- a armonizarse), y aquello que es del orden de la identidad
siblemente, enmarcar los estudios de género en el interior sexual, es decir, de los modos con los cuales el sujeto se
de un movimiento de más amplio alcance, presente tanto reconoce como perteneciente a uno u otro sector en los cua-
en la historia como en la antropología, y ahora en la psico-
logía con sus rebrotes en psicoanálisis, que tiene un punto
de articulación importante con los estudios culturales, al 5. Véase al respecto ese clásico de Ginzburg, C.: El queso y los gusa-
pasar de concebir a las cwturas subalternas en la sociedad nos, Barcelona, Muchnik, 1981.

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les, no sin dificultad, se ubican la mayoría de los seres St!!_~~~B.!"~,-ªj ~sto_s _q~§~o~ e_!ll,~;rgep,,. s_QA_CJ.I.ª1if:t~adQs__por
humanos. ~lyo como homosexuales, 7 del mismo modo que ocurre con
Es desde esta perspectiva que se hace necesario seña- aquellos sentimientos ocultos pero eficientes respecto de
lar una premisa que no por sabida es menos olvidada, esto los cuales, afirma Freud en la Metapsicología -tercer
es, que la identidad sexual tiene un estatuto _t,ópico, como capítulo de "Lo inconciente"-, 8 debe ser establecido su
toda identidad, que se posiciona del lado del yo. En tanto estatuto a posteriori: son inconcientes una vez que han sido
tal, esta identidad, sea cual fuere, es del orden de la de- cualificados por el preconciente, una vez que el yo se ha
fensa, en razón de que los enunciados que articulan la iden- hecho cargo de su cualificación, una vez que el inves-
tidad yoica se caracterizan por la exclusión, no sólo de los timiento se reconoce como afecto al ser ligado por un
elementos de diferenciación con respecto ª'l exterior, ~ino enunciado que lo devela.
también con respecto al externo/interno del inconciente. La universalidad de estos deseos es indudable en razón
Toda afirmación -"soy mujer", "soy hombre", "soy argenti- ,de que -al menos en su mayoría y hasta el presente- las
no", "soy generoso"- opera al modo de un centrámiento ! relaciones libidinales que marcan la sexualidad infantil
que deja inevitablemente, del lado de afuera, los elemen- i son el efe~to g~ ª~~i_on_e§_;re_allz~dª-s p()r seres humanos que
tos que intenta excluir, jugando en particular una función l sQ.(o<J,p9it~riori serán reconocidos co~o p~rtadores d~-dife­
en el establecimiento de la denegación, es decir, en el aser- Lrencias sexuales. Ya que en la medida en que se constituye
to que se sostiene bajo el modo de aquello que conocemos antes de cualquier diferencia, la relación con estos objetos
como "negación determinada" a partir de Hegel, y que no está atravesada por las preocupaciones que va a asumir
Hyppolite retomara poniéndolo a disposición de Lacan en luego la identidad sexuada en tanto organizadora del yo,
su comentario acerca de la Vérneinung. 6 El "S()Y mujer" o por un lado, y de la diferencia anatómica, por otro.
et~~~o_y hm:p.t>;re", núcleo d~ la:j.dentü:lad sexual, no sólo re- Esto, por supuesto, del lado del niño, pero no del adulto
coge los atributos del género sino que funciona como que lo toma a cargo. Si el adulto ejerce una apropiación
contrainvestimiento, en particular, de los deseos homo- ontológica, si le dice qué y quién es, en principio es indu-
sexual~s sepultados a partir de la represión de los elemen- dable que en este ejercicio la determinación masculino/fe-
tos que acostumbramos a considerar, siguiendo a Freud, menino es central y se rige por cierta propuesta de con-
como del orden del Edipo invertido. cordancia establecida socialmente entre el sexo biológico y
Si lo que caracteriza al inconciente es la ausencia de la identidad propuesta. Sabemos que no en todas las cul-
sujeto -no hay en él un verdadero yo opuesto al yo falso tura-;-·1~--bipártición es tan estricta como en la nuestra: el
que creemos ser- la afirmación de Freud respecto a que caso de los__lJ__ercl__ac:hes, de las culturas aborígenes america-
en el fondo todos somos homosexuales debe ser tomada en
su justo término: en el inconciente de todos los seres hu-
manos hay deseoS:--mocfories· deseantes, -que "paran 7. Y, del mismo modo, como heterosexuales en el caso de los homo-
;__mientes" en el carácter masculino o femenino del objeto. l sexuales. Las mociones reprimidas son de orden inverso a aquellas que
¡ elcamos,
sujeto posee del lado del yo, y ya es hora, entonces, de que reconoz-
avalados por nuestra clínica y nuestros desarrollos teóricos, su
/; lugar a la heterosexualidad reprimida de aquellos que constituyen su
6. Hyppolitte, Jean: "Comentario hablado sobre la Verneinung de ! identidad sexual como homosexuales.
Freud", en Lacan, Escritos JI, México, Siglo XXI, 1975, p. 393. 8. Freud, S.: "Lo inconciente", AE, vol. XIV.

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J nas, y su modo de transexualismo regulado a partir de
una legislación que da cabida, en última instancia, a tres
f_,:
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;~'· gorías masculino/femenino a partir de la percepción de la
diferencia sexual anatómica.

l
géneros, marca, en un mismo movimiento, la posibilidad Una consecuencia teórica y clínica se desprende de esto:
de otras formas de ordenamiento y, al mismo tiempo, la f-si la atribución de género es anterior al reconocimiento de
imposibilidad de eludir cierta regulación. 9 la diferencia anatómica, coexiste con la sexualidad pulsio-
Es indudable que esta clasificación está sostenida en nal sin obstaculizarla. Se pueden sostener deseos pulsiona-
algo del orden de lo real, y da cuenta de ello no en sus con- les por el padre sin que esto entre en contradicción con el
tenidos sino en los modos con los cuales el objeto se ofrece ser varón, pero un varón no puede vestirse de mujer sin
a la captura del lenguaje. El hecho de que los padres digan entrar en conflicto con la identidad propuesta. La extensión
que el infantil sujeto es niño o niña no está definido por del conc.ept9 _9,e polim,orjjs_:g::i,9 R._eIT~J:"~_<?.._!!!f~ti¡.-ªJ_Qª_ t.~ª·s­
sus deseos, sino por una arbitrariedad de repartición de tr~amientos de género constituye, si no uno de los mayores
cultura que se sostiene en su relación con la diferencia pecados, sí uno de los más grandes errores del psicoanálisis
anatómica, la cual opera como sustrato en lo real; a partir de ajpgs_:_ ~~-e:r:- _q~~_l!l!.Y!!!9J:l~!tQ _g~ 4-:, _º_:.t:! e_.@Q~_g_l.!~ qui~r~
de ella se establece la pautación básica con la cual se define ser _niº-a realiza esta ele~ción porque aún est.á atravesado
la diferencia que organiza a los seres humanos más allá por el polimorfismo perverso, y no ha definido su identidad
de otros atributos.\,Es en este sentido que podemos afirmar sexual, es de una cortedad intelectual sólo equ_ipar~ble a
que los enunciados 'que remiten a la sexuación masculino/ ~a irre§p9p.sahllidad· qu..e implica.
femenino están instituidos en el ser mismo del sujeto, se Las razones de este trastocamiento de la identidad son \
enraízan en la estructura del yo y son anteriores al recono- múltiples, y de acuerdo con las investigaciones que venimos \
cimiento de la diferencia anatómica -más allá de que realizando, volvemos a afirmar que no.se reducen al posicio-:- j
puedan ser retomados del lado de los ideales: el ser hombre namiento del niño ante la castración, sino a cuestiones mu- !
o ser mujer forma parte de la trama básica del yo, pero el cho_ l!Í~ <?~l!!EleJas de las cuales hay que dar cuenta. Señale-
"ser todo un hombre" o "toda una mujer" puede, evidente- mos someramente que no es lo mismo el travestismo
mente, ser adscripto al ideal del yo-. anterior al reconocimiento de la diferencia, que puede sos-
Las nociones de "diversidad" ~difer~p.cia", introducidas tenerse más allá de ella y poner enjaque la identidad sexual
por Freud, intentan dar cuenta de este procesamiento por cuando ésta se instala, producto de una falla primaria en
el cual se articula el género en la diferencia anatómica: la el recubrimiento envolvente de las membranas yoicas con
:e!'!~~ra alude al conjunto de atributos que ponen en mar- una regresión de la elección a la identificación con el objeto
cha el reconocimiento con el cual se pautan modos di- -en el caso del varón-, que el travestismo posterior al des-
ferentes de organización entre hombres y mujeres; la cubrimiento de la diferencia, en el cual el género se ensam-j
segunda ofrece un 1ugar a la teoría espontánea con la cual bla con el sexo, o, para ser más precisos, entra en dis-
el niño ordena bajo el modo de la lógica binaria las cate- cordancia con éste y se entrecruza en las complejidades de
las elecciones con las cuales deben establecerse las rela-
ciones entre deseo e ideales.
9. Se puede consultar, al respecto, Mondimore, Francis M.: Una ·~ ___ P_<>limorfismo perverso: ¿a qué se refiere Freud, más pre-
historia natural de la homosexualidad, Barcelona, Paidós, 1998, pp. 29 cisamente·,- cori este coríceptó? Sabemos que la perversión,
y ss., y Gilmore, D.D.: Hacerse hombre, Barcelona, Paidós, 1994. entendida como reverso de la neurosis, alude a la ausencia

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de represión de aquellos deseos que el neurótico guarda A ¡ erotismo ejercido sobre el cuerpo_ de otro 1 despojado es.te otro
celosamente en su inconciente -tan celosamente, que él mis- ~-Jí. de la posibilidad de instalarse como sujeto que fija los límites
mo los desconoce-. De modo tal que esta perversión es, en de la acción, no sólo sexual, sino intersubjetiva.
principio, el ejercicio de la pulsión parcial, es d~cir, el ejer-
cicio del autoerotismo, opuesto al amor de objeto. En la Los elementos precedentes permiten entender, mucho
relación de amor al semejante se ceden los modos del auto- igás_cJEl!'am~nte!_}~~-~qué.~!.~húso a considerar a la homo-
erotismo que pueden causar sufrimiento moral o físico al s_exualiqªd, !fel la~o de la perversión, porque lo que define
otro: ya sea este sufrimiento del orden del asco, del pudor a esta última no es er posicionamÍento del sujeto ante la
o del dolor. El infantil sujeto debe abandonar esos modos sexualidad genital ni ante la castración -como se ha dicho
de goce que tropiezan en principio con escasas resisten- hasta el cansancio en los últimos años, en una equivalen-
cias, una vez que se establezcan los diques anímicos que cia fácil entre diferencia anatómica y reconocimiento de la
forman parte de los atributos de la moral, "sin que se sepa alteridad- sin9__i~ru_pºsihilid~<;l_d.~ establecer, e:11 la relación
bien -dice Freud en Tres ensayos de teoría sexual- qué genital con el otro, un reconoci~ie:rit~ --;:¡-e-fa.'Tñt;~b-
quiere decir moral". El golünorfismp perverso es entonces jetividad que c;lé ªce~~() al placer~9m:P-í:U:.tidQ y lig:ue el
a!}.terior a la formación del criterio moral en el niño, y este s-adismo con el cual la pulsión parcial inevitablemente
último está atravesado, siempre, por el amor al semejante. eTérce su descarga a partir de este reéo~~~hitl~:.c;.t~<lif~t;:;~.
Las renuncias pulsionales se establecen en el momento en ~- - -Es en este sentido que la perversión -a 1a~cüaJ el mño
el cual su satisfacción atenta contra el amor del yo -por sí puede ser inmerso por parte del adulto es un arrasamiento
mismo, como autoestima, o por el objete>-, y sólo se conser- de la subjetividad, ya que la genitalización precoz a la
v~_en la soledad del goce deshabitado de la relación con cual es arrastrado no es un rasgo que se suma al perverso,
el otro, en los límites mismo~ del placer compartido. º sino un encaminamiento de toda la vida libidinal en la
1

r-1. Redefinamos entonces la perversión: como proceso en el dirección fijada por el goce del adulto -o del partenaire
~,

za
. cual el goce_ está implic_ado a _P_ª_ rtir de_· cies-subjetiuización. asimétrico-.
del otro. No se trata ya de la transgresión de la zona, ni del
modo ge ejercicio de la genitalidad, sino de la imposibilidad Algunos fragmentos del relato de unjoven travesti, reco-
de articular, en: -ia escena sexual, ei' encuéntro con otro gido en Ciudad Nezahualcoyotl, una zona marginal de Mé-
~/¡ h~~o. La perV-ersión, en su fijeza, en la inmutabilidad xico, pueden servir para ampliar nuestr~ reflexión en aras
del goce propuesto, no es sino en el límite mismo el auto- de articular las categorías que venimos proponiendo. La
complejidad del caso no permite un encasillamiento fácil,
ni mucho menos un encuadramiento psicopatológico; la
\
entrevista fue realizada en el marco de una investigación
10. Lo cual marcaría los límites de toda psicoterapia depareja, en llevada a cabo por Annick Prieur sobre personas que se
razón de que el inconciente comienza en donde termina el\rinculo al
semejante. ¿Cómo explorar el autoerotismo, cómo darle un lugar para reunían en casa de Mema (femenino de Memo), un homo-
que se explaye en el discurso, cuando uno de los miembros de la pareja sexual de la zona que acoge ajóvenes del barrio, y sobre todo
se queja del ejercicio que el otro hace al respecto, obligando al terapeuta a jóvenes homosexuales afeminados. Todo el trabajo
a degradar su lugar de neutralidad haciéndose cargo de instalar lacen- realizado por Prieur, quien nos permitió el acceso al
sura para que el amor se sostenga?

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.vista- aparece precozmente. Se trata de un deseo por los


material, 11 da cuenta de la dificultad para articular estas
objetos femeninos, un deseo de ser mujer, antes de que
cuestiones relativas a sexualidad, género y sexuación, en
ello represente algo desde el punto de vista de la sexualidad
razón de que la estrechez de la bipartición masculino/feme-
nino no es suficiente para cercar estos modos de la se- genital. J.,u~Q_,s9Qre_~§t9~s-~~PQ!M~ el abuso. y el abuso.ID.s-
crj.pe un_ !Jl.Odo de goce que el niño no ha escogido_; no por-
xualidad. que no pudiera escogerlo a posteriori, sino porque es _"anti-
;.,. Se tratad_e_ynjc;>ven_U~ªdo.M;artfu..=.M8l:'tª-.en la actua-
cipªclo" por el adulto, y es en este movimiento qonde se forja
1
¡ lidad- que reJªtª cÓID.Q cJ~sd~ 5-l.l_Rrjl1l.~~ª infanciª-J~~-_$-~tió
atraído pQrJos rol~s fe~eninos (trastorno, en este caso, de algo del orden de la articulación trastorno de género-elec-
género): "Yo jugaba a la mUñeca, y·quería hacer siempre ción d~-~9~~0 s~~gal.
Señalemos entonces dos tiempos: uno relativo al trastro-
de mamá. Tenía ya esta tendencia,. me gustaban las muñ.e-
cas, las adoraba. Para Navidad recibía un regalo, un autito camiento de la identidad de género, ~ntendido ést~o
o un camión. Entonces, durante un momento, jugaba con las atribuciones realizadas por la cultura respect_o ?: aquello
que corresponde asumir como conducta social en -con-
mis autitos, pero lo que me interesaba eran las muñ.ecas de
mi hermana". Este trastorno de género, anterior a la dife- cordancia con el sexo biológico. Estas atribuciones son de
orden social y político, y corresponden a lo que hemos
rencia, se engarza luego con la curiosidad por los genitales:
"Me gustaba ver a los varones hacer pipí [... ] lo que más denominado, en otros momentos, del orden de la "produc-
~ón de subjetividad" -modos histórico-poljtic_os __c!e_pro-
me fascinaba era ver a los adultos en la sala de baño, ver
ducción de sujetos sociales-. El segundo, caracterizado por
su aparato. Ya tenía yo esta ... eso ... lo que me llevaría a la
el lanzamiento precoz a la sexualidad genital, con la intro-
homosexualidad. Y no lo lamento. Pero lo que ocurrió es que
antes de que yo quisiera hacerlo, se me forzó a hacerlo. Un misión del adulto que genitaliza el momento de descubri-
miento y fascinación por la diferencia anatómica. En este
vecino me forzó a hacer el amor con él. .. yo tenía 6 años".
Ante la pregunta, realizada por la entrevistadora, acerca segundo tiempo, podemos decir, siguiendo a Freud, que
por regla general la diferencia anatómica -que él denomina
de si creía que el vecino había notado aspectos feminizados
etapa fálica- anticipa a nivel representacional la fase ge-
en él antes de tener relaciones sexuales, responde: "Sin
duda. ¿Pero yo qué sé? Imagino que él había notado que nital, que tendrá lugar en el momento de la pubertad. En
el caso de Martí~-la genitalidad produce un abro-
tenía tendencias homosexuales ... Tal vez él lo notó, o tal vez
era precisamente un perverso, uno de esos a los que les chamiento_preCoz entre enigma de la diferencia y goce ge-
gusta hacer el amor con chicos, y que hacen de ellos homose- nital anticipado, fijando el modo de evolución de toda la
constitución psicosexual.
xuales, incluso si no tienen tales tendencias".
El trastorno de identidad -cuya causa desconocemos, Vayamos ahora a un tercer tiempo: se constituye cuan-
en razón de que la entrevista no siguió un enfoque do, al llegar al colegio, sus compañeros y profesores sig-
nifican este modo de elección genital, estableciendo un
psicoanalítico sino sociológico, y en particular constructi-
anudamiento entre identidad y deseo sexual: "Ellos mella-
maban puto, incluso los profesores ... Yo decía que no, por-
que tenía terror que se lo dijeran a mis padres". Expulsado
11. Annick Prieur, "Little boys in mother's wardrobe", enActes de la de la escuela por sus inclinaciones sexuales, se produce el
recherche en sciences sociales, bajo la dirección de Pierre Bourdieu, cuarto movimiento. Descubre a otros homosexuales, en este
nº 125 (titulado "Homosexualites"), París, 1998.

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caso travestís. ''Yo creía que eran mujeres, pero alguien f atribuidos al género, la elección sexual de objeto, la curio-
me dijo: 'No, son hombres vestidos de mujeres'. Yo no lo po- { sidad fálica, el goce genital, no forman parte de un continuo
día creer, pero me dije: si son hombres, entonces puedo ir ni se manifiestan en una línea de articulación por suma-
con ellos, ser como ellos, quiero parecerme a una mujer. En- toria, ni dependen uno del otro. Cada uno de ellos debe ser
tonces ellos me sostuvieron, me ayudaron". (En este mo- remitido a sus propias determinaciones, cada uno juega
mento, el travestismo es el modo de acceder a la relación como causa eficiente en la adquisición del otro, pero sin
que ello implique que se puedan ordenar genéticamente.
con un hombre a partir de la asunción de una identidad
femenina. El deseo de vestirse de mujer no aparece en la
infancia, pero sí el de poseer los objetos que las mujeres
-- Algunas conclusiones se imponen, al final de estas
observaciones.
poseen. No es difícil, a partir de otros desarrollos que hemos
Si hay génesis de la sexualidad, esta génesis debe ser
ya iniciado, sospechar que se trata de obtener algo del orden
construida a posteriori -Nachtraglich, por aprés-coup-,
del padre a partir de asumir el lugar de la niña: es notable cuidándonos muy bien, los analistas, de establecer un exce-
que la curiosidad se establezca con el pene, que quiera ver so de generalización al atribuir causas y consecuencias.
cómo son los penes de otros hombres.) La identidad de énero no basta para recubrir la iden-
Última etapa: Martín, asumido definitivamente como tidad sexual, en tanto prioriza los modos · stórico-sociales
Marta, decide desembarazarse de la ropa masculina y de producción de subjetividad: y éstos son insuficientes
devenir mujer a través del intento de una cirugía. Sin para dar cuenta de las formas de ·articulación_del deseo
embargo, es acá donde se plantea el conflicto: él continúa que ~~--g_~l!~:r~---~E- la intersección. entre los ~~stemas
considerándose homosexual, no mujer. "Siento mucho or- :PSícluicos. Los estudios de género deben entonces encontrar
gullo. Soy un homosexual, pero sé que he devenido casi una
mujer. Quiero decir físicamente, todo, mi cara, mi cuerpo.
su lugar preciso, como parte del sistema ideológico-
representativo que intenta una bipartición representa-
Soy una mujer, ¿no? Eso no quiere decir que, para ser una cional respecto a los sexos biológicos, pero el psicoanálisis
mujer, yo renuncie a ser un homosexual. .. Es porque tengo de ningún modo puede retroceder ante la afirmación rea-
miedo de la gente que me camuflo en mujer. Pero en mí lizada por quienes propician el sexo del lado de la biología,
mismo, estoy orgulloso de ser homosexual. .. Porque he oído y el género del lado de la representación. 12
decir que muchos homosexuales han sido gente importante Entre la biología y el género, el psicoanálisis ha introdu-
en la historia, ¿verdad? Escritores, pintores ... Entonces, cido la sexualidad en sus dos formas: pulsional y de objeto,
sí, se puede estar orgulloso". (No es muy distinto su dis- que no se reducen ni a la biología ni a los modos dominantes
curso al de todas las otras minorías que apelan a los logros de representación social, sino que son, precisamente, las
del estamento para revalorizar su posición: Einstein, Freud, que hacen entrar en conflicto los enunciados atributivos con
Salk ... Todos los judíos comparten, de uno u otro modo, sus
logros, así como Martín-Marta quiere compartir los de Jean
Genet, Foucault, Bacon, Osear Wilde, quienes lo salvan , · 12.Véase al respecto Robert Stoller, que enPresentations ofGender
: define la cuestión en los siguientes términos: el estado de macho o
del desprecio y la marginación.) ! hembra tiene una connotación biológica, la identidad de género implica
Cada uno de los elementos presentes en este somero i un comportamiento psicológicamente motivado (Yale University Press,
material dan cuenta de que la identidad sexual, los rasgos · New Haven y Londres, 1985).

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los cuales se pretende una regulación siempre ineficiente, 5. LA BATALLA POR LA IDENTIDAD
siempre al límite.
La perversión, como categoría, debe resituarse en el
estatuto que implica el ordenamiento de una psicopatología
sometida a la prueba metapsicológica. Entre las dos op-
ciones de ordenamiento propuestas a lo largo de la obra
freudiana, el ejercicio de la pulsión parcial (en los textos
de la primera época) y la dominancia de la Verleugnung
("desestimación por eljuicio", "desmentida", "renegación",
según las diversas traducciones) a partir de la primacía
de la premisa fálica en la última parte de la obra, algo efi-
caz sigue circulando, si bien en su absolutización al margen
de la historia y de los modos con los cuales se constituyen
las diversas corrientes de la vida psíquica conlleva el riesgo La realidad no es tan ordenada como nos gustaría cuan-
de un moralismo decadente que empuja al psicoanálisis do la pensamos reproduciendo las leyes divinas. Ni la reali-
hacia el siglo XIX en lugar de convocarlo hacia el XXI. dad natural ni la psíquica guardan esa forma articulada y
sin contradicciones que hubiera gustado a los pensadores
escolásticos. Y si bien el pensamiento a partir de un sistema
cerrado aplaca los nervios, no garantiza el conocimiento. La
regularidad no puede, por otra parte, ser parámetro de
salud; asimilada a la "normalidad", la regularidad se limita
a describir la incidencia de legalidades instituidas -sean
naturales o sociales- pero no aptitudes para la salud o la
felicidad.
El psicoanálisis ha insistido, de manera poco feliz, en
sostener la identidad sexual como desenlace de la elección
de objeto -sin considerar que la atribución identitaria es
anterior a todo reconocimiento de la diferencia anatómica,
resigajficada oor éstag,_p_o..s.te_rim:i-. La consecuencia mayor
aeesta propuesta, que no tiene en cuenta el modo con el
cual la institución social determina la bipartición afectando
al sujeto, radica en haber asimilado los trastornos de género
precoces a los procesos de indefinición producto del "poli-
morfismo perverso infantil". Se confunde allí el sentido de
este concepto, que en términos freudianos alude a la sexua-
lidad ampliada -sexualidad no orgásmica, parcial, autoeró-
tica, definida por la infiltración sexual de las funciones y

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