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a UNIVERSIDAD ACADEMIA DE HUMANISMO CRISTIANO. El nifio y su psicosis: un malestar en la cultura Maritza Quevedo R. RESUMEN EL PRESENTE ARTICULO PLANTEA UNA DISCUSIGN EN TORNO AL LUGAR DE LA PSICOSIS INFANTIL EN LA CULTURA. PARA TAL SE HACE UN EREVE RECORRIDO POR EL CONCEPTO DE NINO A TRAVES DE LA HISTORIA, SE ABORDA EL TRATAMIENTO ¥ SUS IMPLICANCIAS DESDE LA OPTICA DE LA INSTITUCION TERAPEUTICA, ASI COMO TaMaILN SE INTERROGA AL SISTEMA EDUCATIVO [EN RELACION A LA INTEGRACION DE LOS NINOS A DICHO SISTEMA, PALABRAS CLAVES: PSICOSIS INFANTIL, INSTITUGIN TERAPEUTICA, CULTURA, -EDUCACION. ApsTRacr THIS ARTICLE ARRESTS THE CULTURAL. ROLE OF THE PSYCHOSIS IN CHILDREN. WE PRESENT OUR CONCEPT OF WHAT A CHILD iS THROUGH THE HISTORY, TREATMENT APPROACHES AND ITS IMPLICATIONS FROM THE: THERAPEUTIC INSTITUTION STAND POINT AS WELL AS QUESTIONING THE EDUCATIONAL SYSTEM IN REGARD TO THE LEVEL OF INTEGRATION OF THE INVOLVED CHILD TO IT. Key WorDs: PEDIATRIC PSYCHOSIS, THERAPEUTIC INSTITUTION, CULTURE, EDUCATION EI nifio y su psicosis: un malestar en la cultura Maritza Quevedo R.* Los trastornos generalizados del desarrollo como entidades diagnésticas, y especialmente la psicosis, abren un fecundo campo temético y elinico que no se restringe solamente a las consideraciones referidas al Ambito de las pa- tologfas de la infancia. Como sabemos, 1a his- toria de la locura, principalmente la del adul- to, marca épocas y cambios sociales, por lo tanto participa de las transformaciones de los lazos € intercambios culturales entre las per- sonas. El enfermo, para ser mas precisos el loco, toma diversos lugares en. la historia: es el de- mente peligroso que hay que asilar, el lundtico alienado que hay que proteger y medicar 0 aquel que encama con su locura la libertad del gesto creativo, Independientemente de cual sea el lugar que ocupa en el imaginario social’, debemos re- conocer que la locura introduce malestar en la cultura, principalmente pone en tensién a la ciencia y a los discursos que pretenden forma- + Maritza Quevedo R, Psicéiaga, Psicoanalista. Magister en Psicologfa Clinica. Dovente y Coordinadora de la Meacién Clinica Comunitaria de la Escuela de Psicologia de la Universidad Academia de Humasismo Cristiano, Directora del Centro de Investigaciones Clinicas Casa del Parque. E-mailimquevedo@acedemia.cl 1 Se eniende por imaginario socal el conjunto de sgntiesciones, normas y logicas (dinero, sexo, hombre, mujer. nifa, loco tc) que determinan el lugar que 1s inéividuos ocupan en la sociedad, Incluye en su definicion entrecruzamientos de idales cuya sustancia ¢s tanto histérico-social como politico ibiinal ‘Castoriais, 1988), 81 CASTALIA - REVISTA DE PSICOLOGIA DE LA ACADEMIA lizarla. Asi, desde vu lugar de enajenaci6n, pro- duce malestar en diversos niveles; éticos, te6- rico-clinico, econémicos, politicos y sociales Sin embargo algo surge de ese malestar; 1a lo- cura tensiona el pensamiento que erige la ra- z6n como verdad, de donde el loco estarfa ra- dicalmente excluido, para subvertir de cierto modo, en la actualidad, sus tantas nominacio- nes, En concordancia con el pensamiento de Foucault, la locura pas6 de ser exiliada de las ciudades del mundo, de ser una viajante ex- traviada en su propia insensatez, a definirse como un “revelador antropolégico”. (Accitu- no 2001.) Sin embargo, como decfamos, cuando se habla de las distintas representaciones de la locura a través del tiempo, en general se hace en referencia a la locura en el adulto; dichas representaciones, atin siendo marginales erré ticas 0 excomulgadas, encuentran lugar en Ja cultura, De este modo, la locura al igual que el sintoma neurétieo ha sido paulatinamente con- siderada como un asunto que implica subjeti- vidad, y por lo tanto ahi, un sujeto que sufre, que padece. Pero debemos decir, la locura no es especi- fica de la adultez, entonces ;qué pasa con el nifio y su locura? Sabemos que las representaciones en torno a Ja infancia han cambiado a través del tiempo cada época ha engendrado las propias. Si nos remontamos al siglo XVIII, por ejem- plo, encontraremos que la imagen del nifio (re~ presentada en la pintura) era el de un adulto, 0 mejor dicho era como un simulacro del adul- to, semejante a un enano, vestido como tal. El cuerpo del nifio estaba sepultado, oculto, s6lo se Io descubria en ocasiones para golpearlo y en otras para pintarlo. (Volnovich 1993.) 82 Ante la Iglesia, el nifio desnudo fue (y es) mbolo, una especie de angelito puro e in- maculado (exento del pecado de la carne, tal ver) pero esta imagen no fue concebida para representar el cuerpo infantil propiamente, ya que es el alma o el espfritu lo que realmente se pretendfa pintar. Podemos pensar que en esta época el nifio como tal no tiene ningiin valor social 0 cultu- ral, sin embargo se le atribuye el pecado como marca natural. Veamos lo que dice San Agus- tin, cuyo pensamiento influy6 toda la pedago- gia hasta el siglo XVIII, “... ignorantes y mal criados, sélo hacen lo que les gusta y si los dejéramos hacer lo que les gusta, no hay erf- menes que no cometerian”. El mismo San ‘Agustin, se declara pecador por haber sido a giin dia un nifio: “haber nacido nifio fue uno de los pecados de los cuales no me pude subs- traer”. (op. cit.) De esta manera, el nifio considerado intrin- secamente “perverso” debia ser educado, co- rregido, enderezado. Ya en el siglo XIX, el nifio adquiere en el imaginario social otra significacién. Asi de pecador pasa a ser considerado como una es- pecie de angelito. Es el tiempo en donde los poetas roménti- cos empiezan a cantarle a la pureza infantil, negando casi del todo su cuerpo. EI nifio en su fragilidad estaba ahf para recordarle al adulto su origen bondadoso, la pureza primitiva, el aspecto mas noble de la condicién humana, Pasa de este modo a ser considerado una victi- ma indefensa de la sociedad. Asi, apelando siempre a lo natural, Rous- seau lo considera un pequefo salvaje a quien el medio social corrompe ..."el nifio nace como un buen salvaje, quien lo pervierte es 1a so- ciedad™. EL NINO Y SU PSICOSIS: UN MALESTAR EN LA CULTURA En esa misma época Descartes declara de- plorable “haber sido un nifio antes de ser un hombre”. Para Ja raz6n cartesiana el nifio nun- ca tiene raz6n; si bien no es colocado en el lugar del pecado, sf lo es en el lugar del error, en otras palabras es un ser sin-raz6n. (op. cit.) En el inicio del siglo XX, el discurso psi- coanalitico subvierte, nunca del todo, las re- presentaciones de la infancia. Asi lo que el psicoandlisis propone no se resume en ratifi- car una mayor perspicacia en los nifios (per- verso polimorfo) 0 un desarrollo elaborado de sus funciones afectivo-intelectuales que las diferencia de los nifios del siglo XIX, sino pos- tula en ellos un saber sofisticado. (Volnovich 1993.) Ciertamente es a partir de Freud, cuando declara que la neurosis es infantil, que la in- fancia va a encontrar un nuevo estatuto en el imaginario social. La Hamada revolucién freu- diana no solamente deja en evidencia que el nifio esta sujeto al deseo perverso y sexual, sino, también postula, que los nifios son capa- ces de elaborar complejas teorias que quedan inscritas en el inconsciente de los hombres, las Hamadas teorfas sexuales infantiles. Es asf como la clinica psicoanalitica infantil, a través de su ya larga trayectoria, revela que el nifio es capaz de plantearse complejes preguntas en torno al nacimiento (origen), a la muerte, a la sexualidad, los géneros, en fin, preguntas que sostiene y formula porque esta animado fun- damentalmente por el deseo de saber, saber de los enigmas. Animado por el deseo de desci- frar, descifrar los acertijos. Animado por el deseo de mirar siempre més de lo que le es dado ver. Entonces podemos observar por un lado que les signilicsciones en torte af Mita, see como pecador, angelito, esperanza de la hu- manidad, perverso polimorfo, entre otras, han acompafiado y a la vez reflejado los cambios culturales en donde se engendran, Por otro lado que ninguna de las representaciones tejidas a través del tiempo ha sido totalmente superada. Asf nos encontramos en la actualidad con un imaginario social que conserva representacio- nes del pasado y que produce, al mismo tiem- o, un nuevo discurso en relacién a la infan- cia Este breve recorrido nos permite retomar la pregunta por el nifio y su locura. En términos generales podemos decir que la locura en el nifio ha sido representada en e} imaginario so- cial de una forma diferente a la iocura asilar del adulto. Del nifio loco podemos decir, “es un animalito genial y sin Ifmites, o un burro crénico que tal vez aprenda alguna cosa, o un Joquito alegre o agresivo que atin debe madu- rar” (Volnovich 1993). Asi podemos constatar que frente al niffo loco atin predominan y se superponen las representaciones como la del pequefio diablo de San Agustin o del animali- to salvaje de Rousseau. 31 discurso médico, que aparentemente es inmune a las influencias culturales, también incorpora dichas representaciones; es asi como en este contexto nos encontramos bésicamen- te con el nifilo loco pensado como el adulto que atin no es, 0 més radicalmente, como el adulto que nunca Hegaré a ser en términos de productividad. En este sentido podemos decir que el nifio loco es caracterizado mucho mas por su futuro y menos por su presente, cues- tin que repercute a nivel de la nosologta psi- quidtrica infantil y psicol6gica. Podemos cons- tatar actualmente, que a nivel de las clasifica- ciones diagnésticas més utilizadas en nuestro pais, DSM-IV y CIE-10, existe una ausencia del nombre de psicosis en las patologias de la infancia. De esto modo el nifio psicético no existe, y su locura tiene que esperar hasta la adultez para encentrar lugar en el engranaje psiquidtrico y psicolégico. 83 CASTALIA - REVISTA DE PSICOLOGIA DE LA ACADEMIA Como di famos, la psicosis produce ma- lestar; el nifio loco sin duda también. Ahi el discurso médico resuelve y nomibra como Tras- tornos Generalizados del Desarroilo diversas patologias graves, sin especificar en su clasifi cacién la psicosis, cuestién que tiene conse- cuencias, porque como sabemos, lo que no se ‘nombra, irrumpe a veces con gran violencia bajo la forma de un acto. Una de las consecuencias més evidentes la podemos apreciar en la tardfa acogida de es- tos nifios y sus familias en los sistemas de sa- Jud y en la violenta y activa marginalizacién de estos nifios en los sistemas educativos. Lo anterior se ve reflejado en familias y pacientes policonsultantes, en la tendencia a la cronici- dad de los cuadros, en la fragmentacién del paciente y su patologfa ante intervenciones si- multéneas de diversos especialistas, sin exis- tir, propiamente hablando, un tratamiento mul- tidisciplinario y coordinado entre los profesio- nales que participan en las intervenciones te- rapéuticas. Sabemos que el diagnéstico de trastornos severos en la infancia es complejo. Por un lado los factores causales son una inagotable causa de discusién y escaso acuerdo entre especia- listas es asi como en la clinica se observan por ejemplo, la irrupcién de sintomas psicéticos y autistas en nifios en los cuales no se encuentra evidencia orgénica, pero que sin embargo el despliegue sintomético que manifiestan es and- logo a los casos en que si se presume patolo- gia. Es decir es un cuadro en el cual coinciden sintomas, pero no necesariamente ctiologias médicas. Por otro lado, 1a complejidad se manifiesta también, porque la estructuracién psiquica es simulténea a los eventuales desarrollos psico- patolégicos. Esta dificultad alienta a veces una prolongada espera en términos de diagnéstico 84 diferencial ante la expectativa ( esperanza) que los cuadros evolucionen favorablemente hacia un desarrollo normal, es decir, hay que esperar que los nifios erezcan y “maduren” ‘Ain considerando las dificultades que los trastornos severos y especialmente la psicosis presentan en términos de diagnéstico y trata- ‘miento, queremos enfatizar que a esto se le suma el hecho de que la psicosis infantil, al no incluirse en las clasificaciones diagnésticas, no tiene lugar en los discursos, sean estos el de la medicina, educacién 0 aquellos que sistemati- zn acerca de 'a infancia y que por lo tanto no es acogida en el discurso social y cultural EI psicoandlisis de la escuela francesa pos- tula que en la psicosis infantil podemos reco- nocer ciertos fallos a nivel de la constitucién psiquica temprana. Asi autores como Jeru- salinsky, Soler, Lefort, entre otros, sostienen en concordancia con lo que propone Lacan, que uno de los principales fallos consiste que el sujeto psicético si bien habita en el len- guaje, estaria fuera del discurso. Estar fuera del discurso 0 no, conceptualmente apunta a las operaciones Idgicas de alienacién y sepa- racién, siendo ésta ditima en su imposibili- dad de anudacién, caracterfstica de la estruc- tura psicética, Excede 1as intenciones de este articulo pro- fundizar en ésta temdtica®, sin embargo nos parece interesante formular la siguiente pre- gunta: {los discursos socioculturales, al dejar fuera la psicosis infantil, amplifican lo que la propia estructura de la psicosis produce? Pensamos que la psicosis infantil nos per- mite pensar que la terapéutica, el tratamiento, Ia cura, son asuntos que no se limitan en nin- gin caso a un problema individual reducido 2 Para profundzar en esta temética se sugire: Lacan, J. (1964) El sujeto y el Ouo, En: Los cuatro conceptos fundamentales el psicoandisis. Editorial Paid6s, Pag. 215. 1987. EL. NINO Y SU PSICOSIS: UN MALESTAR EN LA CULTURA al espacio de un “box” de atencién de un de- terminado especialista de la salud mental. En el Ambito de la psicosis infantil més allé de la multidisciplinariedad necesaria, otros Ambitos son convocados; es asi como juristas, estadistas, politicos son también lamados a recoger el problema de la salud mental en tan- to formulan sistemas y précticas que Ie darén, © no, un lugar especifico al enfermo. Entonces el espacio clinico debiera ser ca- paz de influir en politicas (ideologia, valora- ciones, etc.) respecto a la enfermedad porque sabemos que las posibilidades terapéuticas y elinicas estén afectadas por e) tratamiento que Ta cultura le da a la enfermedad. En este contexto consideramos de relevan- cia propuestas que se desarrollan (hace més de una década) en paises como Brasil, Argen- tina, Bélgica y Francia que abordan la psicosis infantil bajo una Iégica que incorpora aspec- tos socioculturales en relacién a la enferme- dad. La inclusi6n del nifto y el adolescente en los sistemas, la necesidad de favorecer el lazo social en nifios psicéticos es una constante pre- ‘ocupacién de estas instituciones’ En nuestro pais atin son escasamente conocidas estas pro- puestas, sin embargo en Ia ciudad de Santiago se ha iniciado una reciente experiencia en este Ambit y que considera la institucién terapéu- tica como modelo de intervencién en el cam- po de la psicosis infantil. Lacan, J. (1966), Posicién del Inconsciemte En: Escritos 2 Fdiosal Siglo XIL 198. Pag. 819, Jerusainsky, A. (1993) A Psicose © 6 Autismo na inféncia: uma ‘questo ae lenguajem. En: Revista Psiose, Porto Alegre. 1995, Nos referimos a las siguientes instituciones: Pre-escola “Terapéutica Lugar de vida Brasil. Cenuro Lydia Corat, Buenos Aires, Argenta. Le Court, Bélgica. Ecole experimentale de Bonneuil-sur-Mirne, Franca, La institucién terapéutica El Centro de Investigaciones Clinicas Casa del Parque es una joven institucién terapéuti- ca que atiende a nifios con trastornos severos y a sus familias. Se propone como un espacio de acogida, donde se favorece la permanen- cia, la creacién de redes sociales y finalmente la integracién del nifio a su medio. Pensamos que la institucién terapéutica, a diferencia de las instituciones tradicionales, est permanen- temente abierta al exterior y establece una me- diacin, una estructura puente, para favore- cer la integracién del nifio al medio social y cultural Se organiza a través de talleres terapéuti- cos grupales para nifios y para los padres asi como contempla el seguimiento de los nifos en la insercién escolar tradicional Definimos la Institucién Terapéutica como aquella que considera los siguientes principios fundamentales: Alternancia, Articulacién y Sin- tesis, La Alternancia refiere a discursos que pro- ducen diferencias, la diversificacién de los modos de expresién, la diversidad de los es- pacios y por lo tanto la creacién de diversos vinculos sociales. La Anticulacién promueve la ligaz6n entre las diferentes instancias de la institucién, asi como también sus diferencias. Articular, de- bemos recordar significa; unir por las articula- ciones, formar cadenas, ligar. Es justamente lo que se pretende hacer y la sintesis es la oca- sién privilegiada para ello. Sintesis clinica, que implica el andlisis del trabajo de cada taller, que si bien presentan diferencias en la dindmica y discursos que pro- mueven, ninguno funciona aislado. Retomar en la discusi6n la dindmica de cada nifio en 85 CASTALIA - REVISTA DE PSICOLOGIA DE LA ACADEMIA los diversos espacios, poner en cuestién las intervenciones terapéuticas, articula y tiende a formar una red. Entonces la terapéutica, en el contexto de Ja institucién, es la tentativa de leer los efec- tos que la estructura institucional propone, es decir, es la tentativa de leer en esa red, el lu- gar que cada nifio y terapeuta ocupa en ella, las relaciones, operaciones y discursos que genera Los talleres terapéuticos (taller de acogida, taller de expresién, taller de historia, taller de trazos) brindan Ja posibilidad de formar una ed discursiva en donde los nifos puedan in- sertarse y participar, encontrar, por qué no, en esta “méquina de lenguaje” (Kupfer 1998) un gesto, una palabra, una historia, un dibujo, un movimiento, un sonido que los interpele. Creemos que a través de los talleres los ni- fios pueden construir lazos sociales, acercarse a los modos de produccién cultural, al mismo tiempo que brindan la posibilidad de retomar procesos de subjetivaci6n, por ejemplo, a tra- vés de una historia, historia colectiva y parti- cular en donde el nifio puede paulatinamente reconocerse. Los talleres no se definen por una oferta especifica de actividades, 0 porque tengan como objetivo el aprendizaje, més bien por propiciar una ocasién para el despliegue len- guajero en la tentativa de promover una pala- bra particular en donde el nifio pueda, como deefamos, reconocerse en una red discursiva con otros. Asi, creemos que a partir de lo que puede ser una estereotipia, un lenguaje ecolé- lico una agitacién motora se puede producir, individual 0 colectivamente, wna historia u otro tipo de produccién. Esta es justamente la apuesta terapéutica de los talleres. 86 La institucién terapéutica ofrece un lugar significativo a los padres, asf en su estructura se ubican el grupo de padres y el grupo de madres. Dichos espacios tienen el propdsito de implicarlos en el proceso terapéutico de sus hijos, escuchar los problemas y diversas pre- guntas que cada uno de ellos tiene frente a las dificultades de los mismos, y que puedan cs- cuchar cada uno de ellos, a su vez, los relatos de los otros padres y madres del grupo. En general en la clfnica con nifios, pode- mos decir que existe un consenso en cuanto a la necesidad de trabajar con los padres, dado que el discurso de la pareja parental forma parte de la estructura subjetiva de los hijos. Asf se toma en cuenta cudl es el lugar del hijo en la economfa libidinal de la familia, Es a partir de la escucha de los padres que tendremos con- diciones de comprender y localizar la posicién del nifio en la estructura discursiva y deseante de 1a familia, comprender y situar el sintoma del niffto y su relacién con la fantasmética de los padres, entre otras cosas. Institucién terapéutica y sistema escolar Como decfamos, uno de los grandes flage- Jos que podemos encontrar en los trastornos severos de la infancia se expresa en la activa, marginalizacién de los nifios de los sistemas de educacién, cuestién que contradice uno de los derechos fundamentales de todo nifie. El tema de la educaci6n y la enfermedad hasta hoy en nuestro pafs es una cuestién com- pleja, sin embargo podemos constatar que ya en los primeros afios del siglo XX se discutfa al respecto y s¢ ponian en juego una serie de précticas que s6lo después de un siglo comien- za a ser revertida. En este sentido podemos mencionar, por ejemplo, las reflexiones de EL Valentin Letelier, quien fue uno de los més im- portantes defensores de 1a educacién publica Y estatal imprimiendo su sello hasta casi fines del siglo XX en nuestro pats. Letelier, ademas de defender la educacién piblica y estatal tam- ign fue uno de los propulsores de la exclu- sién de los enfermos de los sistemas educati- vos normales: “Dentro de la escuela son edu- candos rebeldes que infeceionan a sus com- Pafieros con el contagio de los malas ejem- plos, y fuera de ella constituyen Ia temible cla- se que genera los epilépticos, los alcohdlicos, los anarquistas, 10s locos y los criminales na- tos” (Letelier, V. 1912). Consecuente con es- tas ideas Letelier pens6 que para que el siste- ‘ma educacional en Chile funcionara correcta- mente seria necesario apartar a los enfermos y crear instituciones especiales para ellos: “Ins- titdyanse los reformatorios para educar nifios indisciplinados de instintos viciosos que no han cometido delitos pero que se muestran refrac- tarios al régimen de la escuela comiin; las es- cuelas correccionales, para educar a delincuen- tes que por su corta edad se juzgan exentos de responsabilidad; y las penitenciarfas, para edu- car criminales adultos penalmente responsa- bles. Las tres instituciones tienen un mismo objeto, cual es “someter a un régimen especial a individuos que se han mostrado refractarios contra el régimen comin y mantenerlos recl dos no sélo para preservar a la sociedad de su contagio moral, sino también para reformar- Jos.” (Letelier, V. 1912.) Si bien podemos observar que en térmi- nos generales se ha avanzado en esta materia principalmente a través de la educacién es. pecial, podemos también constatar que los nifios psicéticos no se han beneficiado de di- chos avances. El Plan Nacional de Salud Mental y Psiquia- tria del Ministerio de Salud de Chile incluye dentro de sus prioridades la atencién de pa- OY SU PSICOSIS: UN MALESTAR EN LA CULTURA cientes con trastornos psicéticos y en particu- lar la esquizofrenia, sin embargo, este objeti- vo abarca fundamentalmente a la poblacién adulta, quedando en un territorio marginal la poblacién infantil. Esto implica que los nifios quedan marginados no s6lo de los tratamien- tos, sino del sistema social en general y princi: palmente del espacio escolar, perpetuando de este modo el ciclo de marginacién. En el caso de los adultos, las politicas de salud tienden a promover la integracién social y laboral del paciente psiquidtrico; de este ‘modo el adulto, a pesar de su enfermedad, pue- de aspirar a un lugar de reconocimiento ciu- dadano. Los nifios, en cambio, quedan fuera de toda estructura que permita dicho recono- cimiento, principalmente porque, como sabe- mos, el reconocimiento social y cultural para un nifio pasa por la insercién escolar. Consideramos que los nifios psicsticos ge- neralmente y a pesar de sus dificultades, estn preservados en sus funciones cognitivas fun- ciones que lamentablemente sufren de un se- rio deterioro ame la falta de un diagnéstico precoz de tratamiento sistemdtico y oportuno, ¥ que pueden, en algurios casos, ser sujetos de escolarizacién formal Sin embargo para que se puedan sostener en los colegios es necesario establecer redes institucionales en donde terapeutas y educa- dores puedan abordar, en conjunto, la com- plejidad de los trastornos presentados por es- 1w8 nifios. Creemos que la institucién terapéutica, por sus prineipios y modos de funcionamiento, puede ser una estructura puente entre pacien- tes con trastomos severos y sistemas de edu- cacién piblicos y privados. 87 CASTALIA - REVISTA DE PSICOLOGIA DE LA ACADEMIA En este sentido apostamos mas en 1a inte- gracién de los nifios a la escolaridad tradicio- nal y menos en la educacién diferencial, justa. | - ‘mente porque es necesario recuperar el princi- pio fundamental de la integracién, e) que pro- pone incorporar Ja diferencia a los sistemas tra- dicionales Como podemos ver, la psicosis en nifios es | - un asunto que va mis all4 de las consideracio- nes médico-psicolégicas acerca de {a enferme~ dad. Cud) es ef lugar del nifio en la historia, es una pregunta relevante cuando indagamos en este campo. Cudl es el lugar que la cultura le | ~ asigna al nifio y su psicosis, es otra pregunta | que tampoco es ajena a nuestra discusién. Entre varias, estas preguntas dejan en eviden- Cia que Ia investigacién en tomo a la psicosis infantil no esta ajena a disciplinas como la an- tropologfa, educacién, sociologia, derecho, etc, En este sentido resulta relevante indagar en los | Posibles cruces discursivos y detenerse en las consecuencias que de ahi surgen para el ém- bito de la intervencién clinica actual, sea en su praxis, en su método y en las consideraciones relativas a su objeto de estudio. Sin embargo, la tentativa de abordar fa psicosis infantil des- de una perspectiva transdisciplinaria conlleva una inmediata consecuencia, interrogar la com- pleja relacién entre clinica y cultura o dicho radicalmente pensar, la clinica como un acto cultural, 88 Referencias Bibliogréficas Accituno, R. El sfntome psicoanalfico: Clinica y culura. Revista de Psicologia Universidad de Chile. Affo 2001, n°I, vol.10, pag. 111 Letelier, V, Filosofia de la educacién, Ed, Cabaut y Cia, 1912, p. 614-615, Kupfer, C., Gallet, L; Guglielmetti, M. Lugar de vida, 10 anos depois, Estilos da Clinica. Re- vista sobre a Infancia com Problemas. Ano Ill N°5, 1998. Universidade de Sao Paulo. Brasil pag. 12. Volnovich, 11993). A Psicose na Crianga, Bd Relume- Dumaré, 1993, pig, 20-24-25-26.

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