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INSTITUCION EDUCATIVA LA PRESENTACION

NOMBRE ALUMNA:
AREA : ÉTICA Y VALORES
ASIGNATURA: ÉTICA Y VALORES
DOCENTE: GUSTAVO LÓPEZ ROZO
TIPO DE GUIA: CONCEPTUAL
PERIODO GRADO N0 FECHA DURACION
2 11° 2 04-04-2016 1 UNIDAD

INDICADOR DE DESEMPEÑO
Reconoce y comprende las posibles causas y consecuencias de la violencia en nuestro país.

Intempestivas sobre el amor erótico


Durante este período veremos, con la mayor amplitud y profundidad posible, algunos dilemas (en
gran medida éticos) que han venido caracterizando la “posmodernidad”, entendida -provisionalmente
(Boaventura de Souza Santos)- como todo un proceso contemporáneo de superación de la matriz
colonial de la modernidad (colonialismo, colonialidad, androcracia, etc.).

Uno de estos dilemas pudiéramos presentarlo así: con respecto al “amor” sería importante
preguntarse: ¿el amor es una esencia identificable, generación tras generación, en la humanidad?, o
¿el amor sería, simplemente, uno de los nombres históricos que le hemos dado a una de las formas
de nuestra empatía?

Quisiera empezar con una ayuda terminológica proveniente de “El arte de amar” de Erich Fromm
(1985): 1. El amor debe considerarse como un arte. 2. Como todo arte, puede ser aprendido y debe
ser enseñado. 3. Hay una tipología del amor (según los objetos amorosos): amor paternal, amor
maternal, amor filial, amor fraternal, amor a Dios, amor a sí mismo y amor erótico.

Quisiera que nos enfocáramos en el “amor erótico” para preguntarnos: ¿Podría afirmarse que en
culturas antiguas, como el Imperio griego, y en otros pueblos milenarios del mundo, todo lo
relacionado con lo que hoy llamamos amor era o es algo más libre, en cuanto que menos manipulado
por los poderes, para domeñar el cuerpo?... Bajo la anterior premisa (de una menor restricción),
¿podría decirse que en la antigüedad, y en algunos pueblos aborígenes y afros de hoy, el amor
erótico constituiría más una “ars erótica” que en una “scientia sexualis”?... y si hoy el amor se ha
convertido en un dispositivo de poder (todo un engranaje de domeñamiento) o “scientia sexualis”
como dice Foucault, entonces: ¿hay que rechazar el viejo modelo del amor romántico?... pero

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entonces, ¿qué postura asumir frente al modelo del “amor líquido”?, ¿habría un más allá del dilema
romántico-liquido?

Por lo pronto veamos un collage de aportes:


1. Como un posible ejemplo de ars erótica habría que mirar, con mucha seriedad, “Los
Kamasutra”, que aunque tremendamente androcéntricos, pueden ser considerados como
textos que configuran un estudio de los “principios para la regulación de la técnica del amor”…
principios como la moderación y la prudencia.
2. Como otro posible ejemplo de ars erótica habría que citar, de Atahualpa Huántar, “Kamasutra
de barro (sexualidad precolombina)” donde se hace alusión a la mayor amplitud del juicio
moral con respecto a la sexualidad, en el mundo precolombino en general y en pueblos como
el Mochica o Moche, en particular.
3. La distinción foucaultiana (Foucault, 1999) (basada en el estudio de la Grecia antigua y en la
historia de Europa y el Occidente moderno) entre ars erótica y scientia sexualis: ambas con
problematizaciones y restricciones morales, que se enfocan -en el primero de los casos- en la
armonía de la existencia y -en el segundo caso (scientia sexualis)- en una administración de la
riqueza sexual en función de la vida industrial.
4. Algunas ideas de Eve Kosofsky Sedgwick (1998). Según ella: 1. No puede olvidarse que la
sexualidad es la actividad humana con mayor carga significativa en la cultura moderna
occidental. 2. No hay que perder de vista que es muy sorprendente el hecho de que entre las
muchas cosas que podrían diferenciar a las personas en la actividad genital (preferencia por
determinados actos, zonas o sensaciones, tipos físicos, frecuencia, actividades simbólicas,
número de participantes, etc.), sea precisamente “el género del objeto de deseo” (aparecida a
finales del siglo XIX) el que se vuelva determinante (casi exclusivamente) para designar lo que
conocemos como orientación sexual.
5. Algunas idea de Arthur Schopenhauer (1975) sobre el mismo tema de amor erótico: 1. Este
filósofo alemán pretende, mediante una argumentación metafísica, mostrarnos como el amor
erótico, fuente inagotable de inspiración para el mundo de las letras y causa de innumerables
situaciones perturbadoras que consumen ingentes cantidades de tiempo, recursos y energías
de la vida de los hombres, no puede considerarse como un “invento externo a la naturaleza”
sino como el efecto del sometimiento de la voluntad del individuo a la voluntad de vivir
(fundamento de la especie y “realidad elemental del hombre y de todos los seres”): el amor
erótico (arraigado sólo en el instinto sexual), según Schopenhauer, determina el accionar del
individuo enamorado únicamente en dirección a la perpetuación de la especie y a la
composición de la próxima generación. 2. El sujeto no libre, guiado por la voluntad libre de la
especie, se somete con rigor a los comandos de la naturaleza para buscar la felicidad de la
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generación venidera, a costa de la infelicidad de la actual: sus actos, necesarios e
individuales, encaminados a la conquista, la unión matrimonial y la consumación del amor,
nada tienen que ver con un ejercicio libre de nuestros deseos y no son más que el signo de la
manera subrepticia y engañosa como la voluntad de la especie se cumple mediante la
subordinación de la voluntad individual, que así, se “eleva a la potencia superior de la voluntad
genérica”. 3. Nada, ni la búsqueda de la belleza, la juventud, la salud y la fuerza, ni la
vehemencia de nuestros sentimientos -capaces de conducirnos al suicidio, al manicomio o a la
cárcel- podrían explicarse sino por la fuerza anticipada del nuevo individuo que busca, en la
voluntad individual, materializar, en la causalidad, su existencia.
6. Algunas ideas de Lou Andreas-Salomé (1998) sobre el tema del amor: 1. Desarrolla una
argumentación estética sobre el erotismo, haciendo una analogía entre esta pasión y la
producción artística: el acto creador, intermitente, sumido en su inconciencia temporal, incierto
en su duración, sumergido en su gozo operativo, le concede al artista una inmersión profunda
en su obra que sin embargo no lo confunde con ella y lo devuelve, por el contrario, renovado
en su individualidad. 2. De igual manera la experiencia erótica nos permite vivenciar un
misterioso acercamiento al Otro en el que no hay fusión ni imitación amañada, sino la
convivencia de “dos mitades que constituyen un nosotros vacío de contenido” y de la que
cada una de las partes sale robustecida en el ejercicio de sus particularidades, por medio de
una gimnástica pasional fascinadora, marcada por una temporalidad incierta, cuyo desenlace
insospechado, producto de nuestro total conocimiento del Otro, nos deja, como a los artistas
su trabajo, sumidos en el peor de los abandonos y en la más trágica indigencia. 3. El gozo
infantil, creativo y creador de la experiencia erótica (que nunca se confunde con “lo simple
lascivo corporal”), esa nueva percepción ganada sobre el mundo, se explica como producto
de la restitución, en la conciencia, de “equilibrios atávicos” olvidados por el establecimiento de
escisiones semánticas, constitutivas de los dualismos alma/cuerpo, altruismo/egoísmo. Esa
aventura de “infantilidad genial”, que bien podría definirse como una experiencia
obligatoriamente estilizada (no realista), precisamente por la plenitud poética que caracteriza
la pasión del amor, es el abrazo de lo corporal y lo espiritual en el sentimiento del amante, que
lo lleva a desplegar, con respecto a su delirio, la fe y la confianza ilimitadas.

“Veo de ordinario una luz hermosa cuando estamos escribiendo […] y otras veces veo un
ángel”
Sor Isabel de Jesús (1586-1648)

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