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URICUITURA
COIOMBIA
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EL DESARROLLO DE LA
AGRICULTURA EN COLOMBIA
SALOMÓN KALMANOVITZ
EL DESARROLLO DE LA
AGRICULTURA EN COLOMBIA
(i
CARLOS VALENCIA EDITORES / BOGOTÁ
1982
Primera edición: Editorial La Carreta, Bogotá, 1978
Segunda edición: Carlos Valencia Editores, 1982
ISBN 84-8277-093-4
CONTENIDO
^ 49
2. Elementos de la estructura agraria actual
A. Efectos económicos de la reforma agraria 49. B. La
estructura de la economía cafetera 55. C. La estructura
agraria nacional en 1960 y 1971 59.
Apéndice I 304
Indice de cuadros 369
Indice de gráficos 372
PROLOGO
A LA SEGUNDA EDICION
9
go. Nótese en el cuadro 1 que los índices con base en 1970 muestran que
los precios agrícolas han crecido casi 50% más que los industriales,
mientras que los precios del ganado presentan tendencia similar pero
que se revierte a medias durante dos últimos años de
los la serie (como
se verá, por razones de sobreproducción).
Cuadro 1
10
mercial? ¿Por qué persiste la modorra de la economía campesina? ¿Qué
sucede con los cultivos en transición? ¿Qué de las esperanzas de la aper-
tura de frontera agrícola por los colonos en el Magdalena medio, el Ca-
quetá, el Putumayo y los llanos de Casanare?
Cuadro 2
PRODUCCION FISICA DE TODOS LOS CULTIVOS
Y DEGÜELLO DE GANADO
(base 1970 = 100)
ll
jos, pero con una devaluación mayor del peso (o una inflación interna
menor), la crisis de todas las actividades internas hubiera sido menos in-
tensa, pues los empresarios hubieran podido exportar un poco más y el
Idema, quizás, hubiera importado menos.
Cuadro 3
IMPORTACIONES AGRICOLAS
(millones de dólares)
12
ductiva que hace que las demandas por materias primas y alimentos
sean surtidas crecientemente por el extranjero. Uno podría preguntarse,
ahora: ¿qué le habría sucedido al nivel de precios interno si no se hubie-
ra recurrido a la despensa internacional? ¿A cómo estaría el pan? ¿A
cómo lasarepas? Cuando el lector se esté comiendo un sánduche o una
arepa de huevo piense que los ingredientes de su harina horneada vie-
nen de Kentucky o del estado de lowa, ambos en Estados Unidos. Si
uno piensa, además, que los salarios reales de la población disminuye-
ron hasta 1977 o sea que la demanda por alimentos no fue muy intensa
en la mayor parte del período, ¿qué habría pasado si los ingresos de los
trabajadores no hubieran sido disminuidos?: ¿una mayor demanda? ¿In-
flación del 50 ó 60% o más? Pero, de hecho, los salarios se redujeron
porque los precios de los alimentos se dispararon y los patronos no qui-
sieron admitir el hecho de que los costos de reproducción de los trabaja-
dores habían aumentado. Ya cuando se produjo alguna recuperación
salarial en 1978 fue precisamente porque hubo muy buen tiempo, exce-
lentes cosechas y ese año el índice de precios de alimentos al consumi-
dor aumentó sólo 12%, casi un accidente de la naturaleza, porque des-
pués el índice volvió a oscilar alrededor del 30% anual. Para resumir el
punto sobre las importaciones, se podría apreciar que la agricultura
nacional en toda una serie de cultivos está en desventaja de productivi-
dad y precios relativos frente a otros países más avanzados, que cuentan
con las llamadas "ventajas absolutas", que han venido desplazando a
los agricultores colombianos, aun a los de mayor productividad, de los
mercados nacional e internacional.
13
hectárea en los casos del algodón, el sorgo, la papa, la yuca y el arroz,
que continuó siendo el cultivo estrella de la agricultura comercial, pero
no es fácil de verificar en el resto de cultivos, que con la involución de la
producción también sufrieron pérdida de productividad. Un efecto que
no ha podido ser cuantificado adecuadamente hasta el momento es el de
la aplicación ascendente de plaguicidas de altísimo poder, prohibidos en
países que protegen a sus ciudadanos, que van generando una protec-
ción descendente de las enfermedades de los cultivos, con lo cual se
aumentan los costos mientras aumentan también las pérdidas de cose-
chas. Pero el efecto mayor ha sido el envenenar lentamente a núcleos
importantes de población que han visto afectadas sus normas de pro-
creación con el aumento de nacimientos con defectos congénitos (cfr.
programas de televisión de Germán Castro Caycedo mostrando los mor-
tíferos efectos en el Tolima).
Cuadro 4
INDICE PRECIOS INSUMOS Y PRECIOS AGRICOLAS
(base 1970 = 100)
14
los agricultores y que agrava aún más su situación con el alza del resto
de los costos de operación. ¿Qué sucederá cuando al sector agropecuario
le corresponda "normalizarse" y pague intereses reales del 20% anual
y más con que se está estrangulando al resto de actividades industria-
les en el país hoy en día?
Sipor el lado de la agricultura las cosas andan mal, por los de la ga-
nadería no se ve ninguna mejora sustancial. A partir de 1974 la ganade-
ría ha venido perdiendo mercados internacionales y los marginales con
que había quedado, en particular el de Venezuela, no están asegurados
de ninguna manera. En los últimos años se presenta un problema de
sobreproducción que el lector pudo apreciar en el cuadro 2 y en la baja
relativa de precios que muestra el cuadro 1. El alza del degüello tan
fuerte presentada en 1979 y 1980 es un aumento tangible de la produc-
ción, fruto quizás de un aumento de la productividad, pero también de
una baja en la reproducción del hato, pues durante los últimos siete años
la matanza de vientres ha estado muy por encima del 40%, si bien es
posible que se dé una disminución del tiempo de maduración de los novi-
llos de cuatro años ahora a tres (piénsese que los costos de financiar el
levante son ahora mayores que en el pasado), éstos van al degüello con
menor peso que antes, así que no habría crecido tanto el volumen de
carne como el número de animales sacrificados. Las fuertes alzas del
precio de la carne en 1982 indican que el ciclo de producción ha entrado
en baja y que escasea el ganado de sacrificio, por lo que empieza la re-
tención de vientres, lo cual presiona los precios de la carne hacia arriba.
15
liberal que que la división internacional del trabajo ordena-
santificó lo
ba, en el momento de una accidental helada en el Brasil, condujo a un
aumento de la producción de 9 millones de sacos en 1975 a 12 millones
en 1981. Como los neoliberales habían jugado a la ruleta y le habían
puesto velas a San Friedman, la helada se repitió en 1981 y no hubo que
botar al mar Caribe 3 ó 4 millones de sacos, pero si las heladas no se re-
piten en 1983 la situación de sobreproducción va a ser fulminante. El
auge cafetero y la apropiación exclusiva del mismo por el gremio ha
conducido a acelerar el cambio hacia la caturra, favoreciendo la toma de
la producción por el fínquero de escritorio.
16
ha deprimido fuertemente la demanda de tabaco negro. Se ha expandido
la exportación de tabaco rubio, cultivado a la manera comercial.
Febrero de 1982
17
PROLOGO
A LA PRIMERA EDICION
19
Recojo, por otra parte, todas las técnicas estadísticas desa-
rrolladas por la economía neoclásica y keynesiana que me pare-
cen más adecuadas y que permiten ver en acción las categorías
básicas del marxismo, mostrando en los hechos mismos el desen-
volvimiento del capitalismo en el campo. También hago uso de
la crítica neoricardiana (Sraffa et al) a la teoría marginalista
del valor y los precios en el capítulo pertinente a tecnología y
cambio técnico.
En términosgenerales he seguido la metodología de confec-
cionar series largas de producción, precios, empleo y salarios, in-
versión, insumos, créditos y gasto público para obtener estima-
dos coherentes que permitan la interpretación de la información
disponible, evitando caer así en las contradicciones que se pre-
sentan en las distintas fuentes, censos, encuestas, etcétera; el
cruce entre las distintas partes del estudio, siempre teniendo en
cuenta el estado general de la economía, permite guardar la má-
xima coherencia en la interpretación. De esta manera, por ejem-
plo, el desarrollo de la agricultura comercial debe acompañarse,
obviamente, con el crecimiento del proletariado, lo cual se con-
tabilizará en la parte pertinente al empleo; los precios de los
cultivos comerciales reflejarán las condiciones de la productivi-
dad y nivel de costos en el subsector, lo mismo que las condicio-
nes de mercado a nivel interno e internacional, lo cual hará ne-
cesario cruzar el análisis de tecnología e insumos con el análisis
de los precios y del comercio internacional; las importaciones
de maquinaria agrícola y la producción local de implementos e
insumos agroquímicos expresarán las condiciones técnicas de la
producción comercial y deben ser corroborados con sus índices
de productividad física; finalmente, la fortaleza del gasto público
señalará el alcance de la infraestructura de la agricultura comer-
cial y de la influencia que alcanza a desplegar dentro del estado
la burguesía agraria y/o los terratenientes.
20
,
21
explotación del campo por la ciudad o de las "colonias interio-
res".Por el contrario, loque se puede apreciar en el caso co-
lombiano es que la acumulación industrial y los salarios de los
trabajadores tuvieron y tienen que pagar por el caótico desa-
rrollo capitalista en nuestro agro, lo cual se aligera en la me-
dida en que se desarrolla la agricultura comercial pero se vuelve
a agravar a partir del momento en que las exportaciones de este
tipo de productos invierten nuevamente los términos de inter-
cambio, especialmente entre 1970 y 1976, a favor del campo, re-
pitiéndose claramente para el caso de la ganadería.
22
ra en primer término por leerlo, criticarlo y sufrirlo; Camilo
González, Gabriel Misas, Soledad Ruiz y Alberto Corchuelo dis-
cutieron conmigo diversos aspectos, desde el enfoque teórico has-
ta elementos empíricos; Alberto Samper hizo gran parte de la
estadigrafía de las series 1950-1972 y Sergio González algo del
período 1972-1976, siendo una carga pesada el haber continuado
los cálculos sin más infraestructura que la de una mini-calcula-
dora japonesa.
Agradezco también a la facultad de Ciencias Humanas de la
Universidad Nacional de Colombia haberme permitido desarro-
llar la actualización de este estudio, por medio de una liberación
parcial de carga académica durante 1976 y 1977, dentro del con-
venio celebrado entre la universidad y la Universidad de París
X (Nantere) a través de Gonzalo Arroyo, coordinador interna-
cional de la investigación "Las transnacionales y la agricultura",
para la cual era importante tener al día la información sobre la
evolución del agro colombiano.
23
Capítulo I
L EVOLUCION HISTORICA
A. Formas de trabajo
24
ocasional no residente en las haciendas En Nariño, en Cauca
y en la costa eran corrientes los "terrajes", equivalentes al pago
en especie por el derecho de comunidades indígenas o campesi-
nas a usufructuar tierras tituladas a otros ^'^K Aun en otras re-
giones, como el Sur de Antioquia y Caldas, existían grandes ex-
plotaciones cafeteras repartidas en aparcerías; a la inversión
conjunta de terrateniente y campesino se daba un reparto de
utilidades que variaba ampliamente de tercios a medianías del
producto obtenido
25
Cuadro 1-A
Cuadro IB
ESTIMACION DE LA CONCENTRACION DE LA
PRODUCCION CAFETERA
Clasificación de Porcentaje
las propiedades Explotaciones Producción
100,0 100,0
Menores de 3 hectáreas 86,8 49,0
Entre 3 y 12 hectáreas 11,3 29,7
Más de 12 hectáreas 1,9 21,3
Nota: Para las estimaciones de este cuadro se optó por la siguiente meto-
dología: Se supuso una productividad base de las unidades pequeñas de 100, las
26
El crecimiento anual de la superficie cafetera observable
entre 1920 y 1929 fue de cerca de un 10 por ciento lo cual,
considerado conjuntamente con las necesidades estacionales de
mano de obra para las cosechas cafeteras, especialmente en re-
lación a las explotaciones grandes y medianas, aunque aun las
pequeñas requerían y demandaban trabajo asalariado, cohsti-
tuyó la primera gran demanda que se ejerció sobre un mercado
de trabajo rural prácticamente inexistente hasta ese entonces.
La inmovilidad de la fuerza de trabajo sujeta a la hacienda se
contraponía a estas necesidades de liberar la fuerza de trabajo
de la tierra, a las cuales se añadieron en el tiempo nuevas de-
mandas por trabajo asalariado. La situación se volvió más tensa
con el gran desarrollo capitalista que vivió el país con particu-
lar agudeza de 1925 a 1929: se hizo necesaria la construcción de
una infraestructura de comunicaciones, vías y puertos, para co-
nectar el interior con el mercado mundial, lo cual fue inducido
por el auge en las exportaciones cafeteras y por la profusión de
créditos externos contraídos por el gobierno de esa época. La in-
dustrialización ya había sentado algunas bases aun antes de la
primera guerra mundial y esta nueva etapa próspera sirvió pa-
ra consolidar la incipiente industria de los inicios del siglo;
la fiebre de las exportaciones y los créditos de 1925 en ade-
lante añadieron demanda efectiva a la industria y ésta acometió
importantes ampliaciones, obteniendo cambios cualitativos y fo-
mentando la urbanización y el desarrollo de un mercado inte-
rior. Esto acarreó a su vez condiciones para la migración hacia
las ciudades y contribuyó a resquebrajar las férreas institucio-
nes rurales que fijaban a los arrendatarios a las haciendas.
27
del campo en ese entonces. Esta sustracción relativamente
importante de trabajadores hizo que muchas de las haciendas del
país entraran en crisis y se vieran forzadas a pagar salarios para
mantener a sus arrendatarios en sus propiedades. En efecto, los
salarios rurales tuvieron un incremento notable por primera vez
en muchos años, el que alcanzó a ser más del 30% entre 1924 y
1927. ^'^^K La situación de un mercado de trabajo en conforma-
ción y todavía con una oferta de brazos limitada se puede co-
legir mejor si se consideran varios sucesos que tuvieron lugar
en ese entonces.
— La Asamblea de Boyacádictó una resolución mediante
la cual los campesinos debían portar salvoconductos emitidos
por lais autoridades locales para poder salir del departamento
a trabajar a otras partes. ^'^^K
9. Hemos estimado que en 1938 los trabajadores asalariados rurales eran 502.1
miles, a los cuales se podían añadir parte de los trabajadores independientes
y ayudantes familiares (estimados en 948.2 miles), pero sólo como trabajadores
ocasionales. No es exagerado suponer que 10 años antes la fuerza de trabajo rural
efectivamente libre no alcanzaba a más de 500.000 personas, por las rigideces ins-
13. El Tiempo, 26 de febrero 1926, recopilado por Jorge Villegas, DAÑE, 1972.
28
ron afectadas en mayor o menor grado por conflictos de este
tipo, que contribuyeron a disolver las formas atrasadas en la
explotación del trabajo en varias regiones del país. La legisla-
ción agraria de 1936, como se verá más adelante, afrontó este
tipo de problemas en la movilidad de la fuerza de trabajo cam-
pesina.
La
carestía y alza de los precios agrícolas fueron alarmantes
señales en 1927 y 1928 de que la deficiencia de la oferta agrícola
frente a las demandas del desarrollo capitalista del país cons-
tituirían un poderoso freno para éste. Se señalaba que la tierra
era explotada bajo formas extremadamente atrasadas de pro-
ducción, con su correlativa baja productividad de trabajo y es-
casa producción. La ley de emergencia, promulgada en 1928, per-
mitió la libre importación de alimentos, presionando los precios
y las rentas hacia abajo.
comprarlo. Otra, prefiere que baje el arancel para llenar con frutos extranjeros el
29
La
ley despertó la indignación de los gremios afectados, que
pedían una protección igual a la de la incipiente industria. La
competencia extranjera castigaba, sin embargo, no sólo a los
propietarios sino a los posibles empresarios no propietarios, pues
éstos tenían que producir con el bajo nivel de precios fijado
por otros países más avanzados, con relaciones de mayor pro-
ductividad y menores niveles de rentas del suelo. El desarrollo
capitalista que ya se observaba nítidamente en la sabana de Bo-
gotá, en el valle del río Cauca y las regiones adyacentes a los
emergentes centros urbanos del país, podía ser demorado si la
competencia extranjera se venía en forma demasiado fuerte. La
crisis de 1929 y la consiguiente y crónica escasez de divisas que
caracterizaría a la economía nacional de allí en adelante, hicie-
ron difícil imponer esta política, que se siguió practicando sólo
para las importaciones de algunas materias primas para la in-
dustria (algodón en forma de hilazas, cebada y, menos frecuen-
temente, azúcar) y, en casos de extrema carestía de alimentos,
dándose de hecho el contorno de una política de protección para
la producción agrícola, que se consolidó para la mayor parte de
los productos a partir de 1948, con la ley 90 de ese año.
16. Jorge Enrique Gutiérrez Anzola, Violencia y Justicia. Ediciones Tercer Mun-
do, 1962.
30
dustriales sobre la agricultura; por ello, la legislación entró co-
mo elemento que contribuyó a la transformación, pero no la
sobredeteirminó. De hecho, los efectos de la legislación son to-
davía hoy objeto de discusión y no se sabe a ciencia cierta si
hubo el tal éxodo rural de 1937 en adelante ^^"^K La impresión
general que se deduce es que la ley tuvo efectos en la estructura
agraria, pero que éstos fueron relativamente débiles y no alcan-
zaron a trasformarla profundamente: la estructura agraria a ni-
vel local fue más afectado por las luchas campesinas y el avance
del capital sobre el agro.
17. Ver la discusión al respecto que hace Albert Hirschman, en sus Estudios so-
bre política económica en América Latina, Aguilar, 1964, p. 128 y ss.; allí con-
cluye que la expulsión de campesinos de las haciendas debió darse, pero no fue
un fenómeno suficientemente generalizado como para que quedara registrado en
las crónicas de prensa.
18. William Paul Me Greevey, obra citada, p. 225. Según éste, tierra libre para
colonizar significaba ausencia de rentas para los propietarios.
31
haciendas, pudieron ocupar los espacios más pendientes e inhós-
pitos del país, donde, a excepción de la producción cafetera, no
hubo posibilidad para desenlazar una acumulación de capital su-
ficiente y producir una economía empresarial de vertiente con
visos mínimos de prosperidad general.
19. Las dificultades para expandir la producción agrícola a nuevas tierras se con-
densan bien en la siguiente observación de Alejandro López: "Sobran tierras
32
legislación como
"prueba diabólica" ^^d. La ley fijaba también
la
procedimientos de avalúo de las mejoras de los campesinos que
pudieran ser efectivamente lanzados por los propietarios.
Los cambios legislativos que tienen lugar de 1920 en adelan-
te culminaron con la Ley 200 de 1936, que fue la sumatoria de
todas las decisiones jurídicas tomadas anteriormente, y la sín-
tesis de las medidas que confrontaban los mayores obstáculos
para el desarrollo capitalista en el campo:
a) Suprapropiedades territoriales que obstaculizaban la movili-
dad de la tierra, la apertura de la frontera agrícola y el alza
en la productividad de la tierra, y
b) Formas atrasadas en la explotación del trabajo, que inmovi-
lizaban una parte apreciable de la mano de obra campesina.
33
piedad, una mayor oferta y la subdivisión de grandes predios
entre los familiares de los propietarios. Según Hernán Jaramillo
Ocampo, "la ley de tierras produjo en el país una baja de los
precios de la propiedad rural", ^^^^ lo cual es expresión de que
mucha tierra salió a la venta o al arriendo empresarial al mis-
mo tiempo, porque la seguridad de los propietarios en relación a
su situación legal estaba en entredicho.
34
La crisisde 1929 afectó a toda la economía y esto hizo re-
ducir la fuerte presión urbana e industrial sobre la producción
agrícola. Si bien hubo deflación general,
agricultura sufrió
la
menos en términos de precios que la incipiente industria, y ya
en 1934 se nota su recuperación La producción, que se había
mantenido estancada hasta 1934, se recuperaba relativamente y
obtiene tasas estimadas de crecimiento del 2,1% anual entre 1935
y 1940 ^^^^ La ampliación de la producción pudo tener varias
fuentes: tecnificación y ampliación de la producción en las ha-
ciendas de la Sabana, Valle del Cauca y regiones agrícolas ad-
yacentes a los centros urbanos; expansión de la frontera agrí-
cola y nueva producción o producción que ya existía pero que
sólo pudo ser intercambiada en la medida que aumenta la red
de trasportes del país; por último, surgieron dentro de las clases
medias urbanas y en menor medida del campesinado medio, em-
presarios que arrendaron tierras y las explotaron en forma mo-
derna, por ejemplo, con base en trabajo asalariado.
23. La información de precios relativos está contenida en Albert Berry, The Devo-
lopment of Colombian AgricuUure, mimeógrafo, Yale, 1970. Ver más adelante
capítulo IV sobre ciclo de precios, tendencias de largo plazo.
35
güeras es también mucho mayor que las pequeñas y medianas
unidades, mientras que el 82% de la superficie está explotada
directamente por propietarios, señal que se trata de formas mo-
dernas de explotar las tierras y el trabajo. El cultivo de trigo
se reducirá en medida creciente por la competencia extranjera,
pero sus efectos perjudiciales no se verán realizados plenamente
hasta el decenio de 1960.
36
materias primas de otras ramas industriales, como la industria
de hilazas. Se creó el Instituto de Fomento Industrial en 1942 y
se intentó implementar el primer plan de desarrollo. En su as-
pecto agrícola, el plan pretendía aumentar las garantías a los
productores, aumentar el crédito agrícola disponible a tasas sub-
sidiadas de interés, promover gastos crecientes en infraestructu-
ra, dirigidos a zonas y cultivos específicos y dar los primeros
pasos en relación con el establecimiento de un sistema nacional
de distribución agrícola (INA, Instituto Nacional de Abasteci-
mientos, que fue fundado finalmente en 1945
— La industria amplió su producción basándose en una me-
jor utilización del equipo instalado; por lo tanto, aumentó tam-
bién su consumo de materias primas agrícolas.
La oposición a las reformas de la República Liberal se con-
solidó en esta etapa de la vida nacional. La atmósfera creada
por la guerra y dificultades de todo orden en la economía im-
pulsaron medidas que pretendían neutralizar los efectos dislo-
cadores de la legislación y la política anterior. En esta forma, la
Ley 100 de 1944 reglamentaba el contrato de aparcería (forma
de explotación que había sido uno de los principales blancos de
la legislación anterior) prohibía la siembra de cultivos perma-
;
28. Se pasó de una importación anual de 195 unidades entre 1940-1945 a 850 entre
1945-1950, o sea un ritmo 4,4 veces superior. CEPAL, ohra citada, anexo cua-
dro 71.
37
El crédito pasó de financiar el 2,1% del valor de la produc-
ción agrícola en 1940 al 6,4% en 1950 La inversión pública
en la agricultura aumentó vertiginosamente comparada con la
década de 1930, pues pasó de un promedio de $ 9 millones (pesos
de 1950) anuales a $ 70 millones en 1940-45, bajando ligeramente
su promedio a $ 40 millones entre 1945 y 1950 ^^^^
Los altos precios agrícolas, las amplias perspectivas para la
inversión agrícola existentes en aquel momento y bajo costos
relativos han debido tener un efecto también alcista en los pre-
cios y en el valor de la tierra. Sólo se cuenta con información
para un municipio arrocero del Huila, Campoalegre, donde se
señala una renta de $ 40/ha. anuales en 1948 y de $ 70/ ha. anuales
en 1951, alza que equivale a un 75% en 3 años ^^^K
La
violencia fue una política que agenciaron ambos partidos
tradicionales, sobre todo el conservador, contra el movimiento
democrático que exigía las reformas en el campo y en la vida
política nacional, esta vez conducido por el gaitanismo, en una
forma mucho más radical que la expuesta por "la revolución en
marcha". A
la pausa en las reformas le siguió una etapa de re-
lativa inmovilidad social que se quiebra a partir de la posguerra
con un gran ascenso del movimiento obrero y con una respuesta
represiva creciente por parte de las clases dominantes, inclu-
yendo por un tiempo a los sectores moderados del partido libe-
ral. Bajo la administración interina del liberal Alberto Lleras
Camargo en 1945 se rompe la alianza entre el gobierno y los
sindicatos, simbolizada en la manera como se reprime una huelga
de braceros del río Magdalena. La administración conservadora
de Ospina no hizo más que profundizar esta política, pero apli-
cada también contra las bases electorales liberales, hasta llegar
al asesinato de Gaitán, el 9 de abril de 1948, para generar una
abierta guerra civil y partidista, que fue especialmente cruenta
en el campo: bandas armadas por los terratenientes y el go-
bierno, politización de la policía y una muy difícil "neutralidad"
del ejército llevan la muerte y el despojo contra cientos de mi-
les de campesinos, quienes poco a poco comienzan a defenderse
por medio de formas de guerrilla móvil, avanzando hacia formas
superiores de coordinación durante los años de 1951 a 1953
29. Albert Berry, obra citada,Cuadros III-6 y III-7. Esta política continuó des-
pués hasta el punto de que en 1970-72 el crédito cubría un 30% aproximada-
mente del valor de la producción. Ver supra capítulo V, sección sobre crédito.
30. CEPAL, obra citada.
31. Memoria del ministro de agricultura al Congreso, 1961, pp. 27-44.
32. Orlando Fals Borda, Germán Guzmán, Eduardo Umaña Luna, La Violenciá
en Colombia, 2 Vol., 3- edición, editorial Punta de Lanza, Bogotá, 1977. Ver
también Pierre Gilhodes, Las luchas agrarias en Colombia, Edit. La Carreta, Me-
dellín, 1976.
38
La guerra campesina terminó por dar al traste con el gobierno
de Laureano Gómez, al producirse una creciente diferenciación
dentro de la clase dominante sobre cómo manejar una situación
de insurrección campesina en amplias regiones del país, que ame-
nazaba con generalizarse. Mientras Gómez se proponía llevar la
guerra hasta el final y erigir un férreo régimen corporativo, los
otros sectores políticos, que al fin se impusieron, buscaron la paz
y la desmovilización de miles de campesinos alzados en armas.
La situación política internacional fue especialmente propi-
cia por un tiempo para reafirmar la dictadura conservadora:
apertura de la guerra fría y avance de una virulenta campaña
anticomunista (macartismo) como políticas básicas del imperia-
lismo. De esta manera, el gobierno de Laureano Gómez es el úni-
co del continente que participa con tropas en la agresión nor-
teamericana contra Corea, para lograr así un apoyo político y
militar del imperialismo para su política de represión contra el
movimiento de insurrección campesina.
El conflicto político a nivel nacional que empezó a desatarse
en forma crítica a partir de 1948, creó condiciones de creciente
inseguridad rural, que se presentaron con especial rudeza en las
regiones cafeteras del país. La estructura tenencial sufrió pro-
fundos cambios, los cuales sería difícil determinar con exactitud.
Aunque obviamente no tuvo lugar una democratización de la
propiedad, sí debió darse un cambio importante en los detenta-
dores de la propiedad, especialmente en relación a los propieta-
rios ausentistas, que prefirieron vender a tener propiedades en
zonas asoladas por la inseguridad. En el municipio de Campoale-
gre, la renta de la tierra quedó estabilizada en $ 70 entre 1951 y
1955, lo cual puede reflejar la traumática situación en el mercado
de tierras del país inducida por la violencia. Indudablemente,
la baja en los valores territoriales debe ser considerada como un
elemento que contribuyó al desarrollo empresarial de la agri-
cultura, pues arriendos bajos significan para el empresario altas
utilidades más aún si el nivel de precios de sus productos se
mantiene también a altos niveles, como sucedió hasta 1954 por
lo menos.
Se puede situar entonces en perspectiva histórica que el
verdadero despegue de la agricultura capitalista, del país tuvo
lugar a partir de 1945 y que fue inducido por toda una serie de
elementos que conjugados conforman un auge agrícola suficien-
33. Hirschman, obra citada, p. 132, señala que la violencia hizo que se perdieran
glo XVI.
39
temente sostenido. Entre estos elementos caben destacar los si-
guientes:
—
El auge industrial y de las exportaciones incrementa no-
tablemente las demandas por bienes agrícolas, lo que indujo a
una sostenida alza de precios, favorable a los agricultores.
—La violencia misma tuvo efectos diversos, como el anota-
do de rebajar los valores de la propiedad y aumentar su movi-
lidad, mientras que por otra parte contribuía a erradicar defini-
tivamente de muchos lugares las relaciones atrasadas, eliminan-
do las antiguas jerarquías de sujeción y paternalismo que
vían de base a las relaciones entre campesinos y propietarios,
por relaciones impersonales entre patronos y obreros.
—La fuerza de trabajo desarraigada que quedó en el campo
contribuyó a abaratar sus salarios. Las nuevas explotaciones em-
presariales del Valle, Tolima y Cundinamarca, se surtieron de
esta mano de obra barata. Según las estadísticas existentes sobre
salarios rurales hubo una baja real de un 15% entre 1948 y
1958 ^^^^ El aumento de la migración y el abandono de los cul-
tivos de muchos campesinos introdujeron nuevas personas al
circuito de los mercados y ampliaron la separación entre campo
y ciudad. Si bien es cierto que la migración campesina hacia las
ciudades había sido una constante aun antes de la violencia, ésta
constituyó un elemento que indudablemente aceleró ese flujo,
por lo menos por un tiempo.
—
La introducción de nuevos métodos y maquinaria en la
producción agrícola condujo a una notable alza de la productivi-
dad de trabajo, a la par que el salario tendía a disminuir, pro-
duciéndose así un gran aumento del ingreso neto de los empre-
sarios del campo y una ampliación de sus fuentes de acumu-
lación.
40
zonas más antiguas de la sabana de Bogotá, el Tolima y el Valle
del Cauca, sino también en las zonas más nuevas cercanas a
Montería, Villavicencio, Codazzi y el Magdalena Medio"
La
distinción es importante porque el desarrollo de los cul-
tivos comerciales en las planicies y tierras fértiles del país fue
un proceso complejo en el tiempo que tiene antecedentes, como
ya se ha visto, en los focos originarios de la sabana de Bogotá,
el Valle del Cauca y alrededor de los centros urbanos del país.
La economía campesina fue bastante ajena a este proceso, quizá
con la excepción del arroz, que durante un tiempo fue producido
en buena parte por campesinos parcelarios; la economía campe-
sina sufrió la competencia capitalista, cuando en las planicies se
empezaron a producir algunos de sus propios cultivos. .
Los cultivos que bajaron de las pendientes, y sólo en parte,
fueron el maíz, la papa y el tabaco, produciéndose entonces el
conocido fenómeno de la acérrima competencia entre las unida-
des parcelarias y empresariales; la ladera contra la tierra fértil
y plana. En todo caso, fue un hecho evidente que las tierras más
fértiles del país empezaron a ser disputadas por la agricultura
comercial, y la ganadería tuvo que replegarse a tierras menos
fértiles ^^^K Los índices de producción y crecimiento de este tipo
de agricultura, que se analizarán con más detenimiento en el
próximo capítulo, manifiestan un desarrollo extraordinariamente
acelerado que, en un lapso relativamente corto, surtió adecuada-
mente las necesidades del mercado interior con precios estables,
y pasó a generar excedentes crecientes que fueron colocados en
los mercados internacionales. Como se puede deducir del hecho
de que los precios agrícolas se mantienen altos hasta 1955, el de-
sarrollo de la agricultura fue lento y sólo empezó a ser adecuado
de esa fecha en adelante, es decir con un rezago de cerca de 30
años en relación con la consolidación del proceso de industriali-
zación. La lenta y espontánea trasformación de la gran hacienda,
que pasó a ser explotada en muchos casos, quizás la mayor parte
35. Lauchlin Currie, Desarrollo económico acelerado. F.C.E., México, 1968, p. 187.
41
de ellos, por individuos de las clases medias que se convirtieron
en grandes arrendatarios de ellas, pasó a ser entonces la base
fundamental del desarrollo de la agricultura capitalista en Co-
lombia. La economía campesina figuró ampliamente en tal pro-
ceso hasta el despegue de la gran hacienda, de 1945 en adelante,
en base al café y a los productos que abastecieron el primer cre-
cimiento de las ciudades. Sólo en algunos cultivos se presentó
una diferenciación dentro de los pequeños propietarios, cuando
algunos pasaron a ser empresarios y otros trabajadores de los
primeros ^^'^K En la mayor parte del resto de los cultivos se dio
una apreciable diferenciación, pero ésta no fue suficiente como
para dar lugar a un proceso en el cual surgiera una sostenida
acumulación de capital dentro de la economía parcelaria cam-
pesina. Si bien esta economía entró a ser debilitada por la com-
petencia, en alguno de los cultivos, por la agricultura empresa-
rial, contará también con importantes elementos que le permiti-
rán defenderse de la competencia, como se entrará a analizar en
secciones posteriores del presente trabajo. Por ahora, cabe ob-
servar algunos elementos demográficos que ayudan a obtener
una visión global sobre el desarrollo agrícola colombiano.
Un
obstáculo que existe para las comparaciones intercensa-
les es elde que para el censo de población de 1938 (Cuadro 1-C)
la metodología para características económicas es todavía dife-
rente a las de los censos que fueron hechos subsiguientemente
y, por lo tanto, son pocas las categorías estrictamente compara-
bles. La única información verdaderamente comparable es la
referente a empleados: éstos pasan a representar el 0,5% de la
PEA deducida para 1938 al 1,4% en 1951, para alcanzar un 2,0%
42
en 1964 y 3.9% en 1973, lo cual es expresión de una acentuada
evolución en la organización general del trabajo en el sector
rural. Se podría suponer que los 9.571 empleados rurales regis-
trados por el censo de 1938 corresponden en su mayor parte a
mayordomos de haciendas, los que Alejandro López tildara en
alguna ocasión "peones habilitados de gerentes ^^^K En cambio,
entre los 29.000 empleados de 1951, los 48.000 de 1964 y los 73.000
de 1973 ya hay mayor número de administradores, contadores y
personal técnico involucrados en la organización de la produc-
ción, aunque obviamente persistirán en muchas regiones ele-
mentos de la vieja organización de la explotación agrícola.
El solo hecho de que en el censo de 1938 figure una cate-
goría para arrendatarios, agregados y colonos, la cual por sí sola
alcanza a un 17% de la PEA estimada por nosotros para 1938
(más de 300.000 personas), manifiesta la importancia relativa de
las formas atrasadas de trabajo en el campo en esta etapa. Se ha
estimado que los pequeños propietarios, que explotaban la tierra
en formas atrasadas basadas en el trabajo familiar y no en el
trabajo asalariado, alcanzaban un número ligeramente superior
al de los arrendatarios (338.8 miles de personas) y las dos cate-
gorías juntas que equivaldrían a la definición censal de trabaja-
dores independientes, llegarían a ser casi el 34% de la PEA cal-
culada para 1938. Otra categoría diseñada en. el censo de 1938 y
que no vuelve a aparecer en los siguientes es la de sirvientes,
que alcanza casi 127.000 personas y recalca la existencia frecuen-
te de relaciones salariales "impuras".
39. Mientras la PEA urbana pasa de 1.73 millones en 1951 a 2.7 millones en 1964,
la PEA rural crece sólo de 2.02 millones en 1951 a 2.43 millones en 1964; es
decir, la primeDa aumenta 1 millón de personas activas y la segunda sólo 400.000.
43
Gráfico 1.1
estimado
Gráfico 1.2
Obreros
Trabajadores independientes
— Ayudantes familiares
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1938* 1951 1964 1973
estimado
El resultado del censo de población de 1973 es una muestra
de sólo el 5% de los hogares censados y excluye las intendencias
y comisarías, zonas importantes desde el punto de vista de la
colonización campesina, o sea la reproducción en otro plano de
la economía parcelaria. Según el censo de población de 1964, ha-
bían 75.811 personas activas en intendencias y comisarías en
agricultura, silvicultura y pesca; sin embargo, el resultado de
comparar ambos censos es que entre 1964 y 1973 se eliminan
407.200 trabajadores independientes, al pasar de 706.6 a 299.4
miles de personas, lo cual equivale a una disminución del 57,6%.
Si suponemos que en las intendencias y comisarías no se conta-
ron 100.000 trabajadores independientes, tenemos todavía una
disminución de 307.000 trabajadores, lo cual es un resultado exa-
gerado, por más acelerado que haya sido el desarrollo capitalista
y la consecuente descomposición del campesinado parcelario.
La tasa de aumento de independientes du-
los trabajadores
rante el período intercensal 1951-1964 alcanza a ser de un 3,0%
anual, que es indudablemente un dato exagerado, pero que in-
forma de todos modos de dos hechos: expansión de la frontera
agrícola, allí donde la violencia prestó elementos de causalidad
y fragmentación de la pequeña propiedad parcelaria, dentro del
estrecho espacio con que ha contado tradicionalmente. Ninguno
de los censos puede registrar qué parte de esta población parce-
laria jornala estacionalmente, como ingresos que deben ser una
parte importante de su ingreso total ^^^^ Lo que resalta en este
aspecto de la población campesina es que mientras su producción
tiende a perder asiento en el mercado y se restringe a los pro-
ductos menos dinámicos en cuanto a su demanda, o es desplazada
en parte por la agricultura comercial (como se evidencia en for-
ma especial en cultivos denominados mixtos), sus números in-
crementan mucho más que sus respectivos ingresos, lo cual pre-
siona su descomposición en varias formas: ingreso en el mer-
cado de trabajo, bien en el mismo ámbito rural o en las ciudades;
retirada paulatina del mercado de cultivos; mayor dependencia
de los cultivos de pan coger, etcétera.
La categoría de ayudantes familiares aumenta en la siguiente
forma: en 1938 se ha estimado que alcanzaba a ser de 338.7 miles
o casi el 19% de la PEA, baja a 278.1 miles en 1951 con 13,7%
de la misma, y se eleva nuevamente para 1964 a 367.8 miles (el
15,3% de la PEA), sobresaliendo nuevamente una subenumera-
ción de esta categoría en el censo de 1951. Su crecimiento entre
1951 y 1964 es de sólo 90.000 personas, ritmo que es menor al cre-
40. Berry calcula que por lo menos una tercera parte de los trabajadores indepen-
dientes son jornaleros y que sus ingresos así derivados son muy importantes.
Obra citada.
45-
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cimiento de los operadores independientes, lo que puede inter-
pretarse como resultante de la corriente migratoria de la ju-
ventud campesina hacia las ciudades o centros intermedios
Los ayudantes familiares en 1973 bajan en 176.6 miles de perso-
nas, un 48%.
Las definiciones de fuerza de trabajo asalariada varían tam-
bién entre los tres censos de población analizados. En 1938 la
categoría incluye peones que pueden ser personas residentes en
las haciendas que, a pesar de recibir salario por las faenas lle-
vadas a cabo para el propietario, pueden tener un lote de pan
coger y estar obligadas a trabajar, por causa de endeudamiento
ancestral con el mismo. Berry ha observado que posiblemente
la definición incluye también ayudantes familiares, pues el for-
mulario censal no especifica si se trata de trabajo remunerado
o no. Si este es el caso, sería factible suponer, de acuerdo con
la participación de este segmento de la población en la PEA total
de los demás censos y de la relación que existe entre la categoría
de trabajadores independientes y la de ayudantes familiares, que
los obreros del campo abarcan unas 500.000 personas y no las
831.7 miles que figuran en el censo de 1938, los cuales represen-
tarían un 27,79r de la PEA definida aquí. Aun así y como ya se
ha anotado, parte importante de este segmento no opera bajo re-
laciones salariales puras, sino que se entremezclan con ellas re-
laciones de renta y de pago de intereses entre trabajador y pro-
pietario.
47
ción con 1964, pero su participación en el total aumenta más de
un 8% en 1973, dato que también resulta exagerado por la dis-
minución registrada en los trabajadores independientes y ayu-
dantes familiares.
Los otros indicadores sobre demandas de trabajo con que se
cuenta, que se desarrollarán en capítulo especial sobre fuerza de
trabajo, permiten apreciar un gran aumento de la demanda es-
tacional de trabajo, especialmente en relación a cultivos nuevos
como el algodón, que por sí solo demandaba 261.000 recolectores
para la cosecha de la Costa de 1970. El solo hecho de presentarse
un flujo inverso ciudad-campo de trabajadores en las épocas de
cosecha ya evidencia un profundo cambio estructural en las de-
mandas de mano de obra que si bien existían hasta cierto punto
para los años de la década de 1950, especialmente gobernadas
por la cosecha cafetera, a ellas se añade ahora la expansión de
la agricultura comercial, la del mismo café y la del resto de los
cultivos.
48
ritmo de 2,5% anual, dato que es difícil de creer, aunque sí hay
evidencias de que la población rural tuvo un decremento abso-
luto durante el período intercensal. Al mismo tiempo, se pre-
sentó un proceso de concentración de la producción, al disminuir
el número de empleadores, especialmente a partir de 1951. En
total, los cambios que tuvieron lugar en la población rural del
país indican un proceso de profundización del desarrollo capita-
lista, que aunque no es muy acelerado, sí alcanza a perturbar
todas las relaciones demográficas que aparecen en el período de
36 años que comprende los cuatro censos analizados.
43. *'La presión de muchos grupos sociales, en los cuales la violencia hizo su im-
pacto y su estrago, se ha podido modificar. . . gracias a la política de parce-
laciones y de colonizaciones que ha adelantado el gobierno. Así se han reintegrado
al ritmo normal de sus existencias. Esta reforma nos va a servir para acelerar, i>ara
intensificar, para completar esa labor que ya está iniciada en algunos sectores".
Intervención de Otto Morales Benítez ante el Senado, tomado de Reforma Agro-
ria-Colombia campesina. Imprenta Nal. 1962, p. XCVII.
49
sobre todo, las de las estructuras de propiedad en el campo de
los países latinoamericanos.
Si nos situamos en una perspectiva histórica, se puede con-
siderar la nueva ley como un eslabón más de la cadena legisla-
tiva que empieza a desarrollarse durante la década del 20 y que
incluye los juicios contra las grandes pretensiones particulares
sobre los baldíos nacionales, las estrictas pruebas sobre titulación
y la Ley 200 de 1936 que reglamentaba la extinción de dominio
y combatía las formas atrasadas de pequeño arriendo. Se sabe
que esa cadena legislativa, que sentaba nuevs bases jurídicas pa-
ra agilizar la movilidad de la fuerza de trabajo y de la tierra
en el agro, fue aplazada por la Ley 100 de 1944, y que el proble-
ma no fue confrontado nuevamente hasta fines de la década del
50. Sólo en 1957 y 1959 se insinuaron nuevas medidas en el sen-
tido de introducir una renta presuntiva que castigara tributa-
riamente las explotaciones deficientemente explotadas; sin em-
bargo, las medidas propuestas obtuvieron muy limitada o nula
concreción <^^>. La Ley 135 de 1961 retomó los dos aspectos esen-
ciales de la Ley 200 de 1936: extinción de dominio (legislación
de la apertura de la frontera agrícola por colonos) y un nuevo
ataque a las relaciones atrasadas de trabajo, tales como arrien-
dos en trabajo, especie y aparcerías, acentuados por la Ley pri-
mera de 1968.
45. INCORA, La Reforma Agraria en Cifras, Bogotá, 1970. Las cifras presen-
tadas anteriormente son de la misma publicación.
50
lamayor parte no habían sido tituladas hasta 1969 ^-^''K Es decir,
no alcanza a afectar ni un 1% de la superficie agropecuaria del
país. Las tierras adquiridas para distritos de riego son 27.994 has.,
registrando el mayor renglón individual de gastos presupuéstales
del INCORA, con el 30% de las inversiones.
Así se tiene que la reforma agraria centra sus esfuerzos en
la legalización de la apertura de la frontera agrícola y dentro de
ese esfuerzo se puede incluir la adecuación de riego y drenaje
como parte de ella, sin tocar en gran medida el espacio territo-
rial ya firmemente integrado al mercado nacional. Lo que ame-
naza es la explotación atrasada del trabajo y la posesión de can-
tidades exageradas de tierras ^'^^'K
46. Para poder negociar las tierras y préstamos bancarios en base a ellas se hace
necesario obtener paz y salvo del INCORA, lo cual da una idea de que el
51
etapa de precios bajos explica el hecho de que la cría no se ex-
pandió y esto no fue contrarrestado por el efecto de la reforma
agraria, por lo menos a nivel nacional. Si se hubiera presentado
el fenómeno de roturación de nuevos pastizales a gran escala,
hubiera tenido que disminuir el ganado hembra sacrificado, que
alternativamente se hubiera convertido en capital ganadero ^^^^
La hipótesis de Currie no parece entonces contar con un asidero
empírico que la confirme.
fue de 8.2% entre 1950 y 1972 y de cerca del 14% entre 1960 y 1972.
52
Por para este tipo de cultivos hubo alicientes
el contrario,
expresos como abundancia de crédito (Ley 26 de 1959, Fondo Fi-
nanciero Agrario) <^>, asistencia técnica a través del ICA y sumi-
nistros de insumos de alta productividad como semillas mejora-
das; procesamiento, almacenamiento y distribución por medio
del IDEMA; promoción de exportaciones y el subsidio del CAT
a partir de 1967 y, finalmente, precios sustentados que se logra-
ron a través del IDEMA o de la autofinanciación de las federa-
ciones gremiales de productores.
54. Como lo demuestra la comparación que se hace más adelante entre los cen-
sos agropecuarios de 1960 y 1970-71.
53
obstaculizaba el gran arriendo burgués, al permitir que un em-
presario pudiera demandar al terrateniente por las mejoras in-
troducidas en un terreno alquilado, al igual que un campesino,
lo cual había hecho difícil el desarrollo de contratos de arriendo
abiertos que habían sido remplazados en parte por la organiza-
ción de compañías limitadas (ver cita 50) por otro lado, la Ley
;
55. Alcidez Gómez, "Implicaciones del plan 'para cerrar la brecha' Ideología
y sociedad,N° 14-15, julio-diciembre, 1975, Bogotá.
54
regiones, una mayor diferenciación de clases, o sea todo lo con-
trario a su pretendida estabilización de la economía campesina.
Considérese, por último, que tal tipo de programas ha sido desa-
rrollado por agencias norteamericanas en Vietnam, Tailandia y
otros países latinoamericanos, siempre pretendiendo atenuar las
contradicciones sociales en el campo, sin resolverlas a favor de
los campesinos sino de los grandes propietarios territoriales.
Gráfico 1.3
o /o
10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 o/o
Acumulado explotaciones
55
Ya se ha visto cómo la estructura de la economía cafetera en
1932 era relativamente concentrada, pues las explotaciones me-
nores de 3 has. representaban el 86,7% de todas las explotacio-
nes, pero no alcanzaban a generar la mitad de la producción
nacional.
brada, que en su mayor parte fue ocupada por este estrato in-
termedio de explotaciones empresariales ^^^K En términos de pro-
ducción, las fincas mayores de 10 has., que se basan fundamen-
talmente en una organización salarial del trabajo, generaban el
70,5% de la producción cafetera nacional, según el censo cafe-
tero de 1970. Este mismo estrato daba lugar al 65,4% de la pro-
ducción en 1954, lo cual permite determinar el rango de concen-
tración efectuado: este estrato aumentó su participación en la
producción total en 5,1% entre 1954 y 1970.
Latenencia de las explotaciones cafeteras, según la CEPAL-
FAO <^^> en su superficie estaba repartida así: 56% administra-
do por propietarios, el 23% por administradores y un 20% por
aparceros. Aunque estos datos no son estrictamente comparables
56
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con el censo cafetero de 1970 cambios son tan manifiestos
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que vale la pena anotarlos: en 1970 (cuadro
1.4) el 75,1% de la
superficie era administrada por propietarios, el 24.3% corres-
pondía a administradores (mixtas con predominio del pro-
pietario, arrendamiento y mixtas con predominio del arrenda-
tario) y las aparcerías se habían reducido a sólo el 0,5% de
la superficie cultivada. Fuera de esto, el censo cafetero de 1970
informa que la superficie considerada bajo administración fa-
miliar alcanzaba a 452.000 has., o sea el 42,8% de la superficie
total, contra 603.000 has. bajo administración no familiar que
representan el 57,2% de la superficie cafetera nacional, presu-
miblemente explotaciones extrictamente empresariales. Esto no
impide considerar que gran parte de la superficie que se con-
sidera explotada por familias, especialmente aquellas mayores
de 5 has., dependa en medida creciente de trabajo asalariado
y más aun en época de cosecha. Esto permite concluir que es
reducida y decreciente la participación de la economía campe-
sina en el cultivo del café en Colombia, pues las explotaciones
basadas estrictamente en el trabajo de la familia (explotaciones
menores de 5 has.) no alcanzan a generar el 20% de la produc-
ción nacional del grano, mientras que se ha visto cómo el estra-
to dominante pasa a ser aquél comprendido entre 10 y 100 has.
58
pequeños productores tienen acceso restringido al crédito, a los
mercados de café excelso (mejor pago que el café de consumo
interno, pero que a su vez requiere de un procesamiento más
tecnificado, fuera del acceso del pequeño capital) y a la nueva
tecnología cafetera, es comprensible el hecho de que vayan per-
diendo cada vez más importancia dentro de la producción cafe-
tera nacional. Aunque las nuevas variedades de café al sol (café
caturra), fuera de acceso al pequeño capital no se habían ex-
pandido aun en 1970, pues según el censo cafetero había sem-
bradas 10,240 has. <^^>, su peso en la producción nacional ha de-
bido ascender a cerca del 6% del total y esto puede explicar
en parte el aumento de la concentración que se ha visto para el
estrato de explotaciones entre 10 y 100 has.
La recuperación del mercado cafetero a partir de 1970 se sos-
tuvo hasta 1974, cuando los precios internacionales empezaron a
caer. Sin embargo, las heladas de junio de 1975 en el Brasil hicie-
ron que la cotización pasara la marca de US$ 1.00 por libra, ob-
tuvieran un promedio de US$ 1.57 durante 1976 y oscilara entre
US$ 3.30 y 1.80 durante 1977. Tanto la anterior recuperación de los
ingresos cafeteros como la bonanza franca que se inaugura en 1975
ha impulsado la propagación del café caturra y aumentado el pro-
ceso de concentración, o sea un proceso de conjunto de aumento
considerable de la productividad y de menos productores que au-
menten su participación en la cosecha total. La ampliación del
café al sol o caturra conlleva la reducción de la producción de plá-
tano y otros cultivos de pan coger, que antes se utilizaban para
dar sombra a los cafetales y para intercalar los cultivos; por otra
parte, la fiebre del cultivo ha conducido a que cualquier resquicio
de terreno sea dedicado a la siembra de café, desplazando cultivos
alimenticios y el tradicional ganado que se lograba levantar en las
fincas cafeteras del país. Los informes de prensa señalan, por úl-
timo, que la compra de fincas cafeteras se da dentro de una at-
mósfera especulativa intensa y que no hay comerciante o profe-
sional de las ciudades de Armenia, Pereira y Manizales que no
hayan adquirido tierras cafeteras.
59. Los departamentos que más superficie tenían en café al sol eran Antioquia
ctm 2.045.3 has., Risaralda 2.011.9 has., y Caldas 1.760.1 has.
59
.
una quinta parte del total explotado que registra el Cuadro 1.5. De
estas tierras posibles que el INCORA haya titulado buena parte
después del proceso de extinción de dominio, pero en todo caso
60
muestra la situación de abandono y la gran presión que existe
sobre la tierra en Colombia.
b. Distñhución y tenencia.
Lo que más se destaca en la comparación de de
la distribución
la propiedad en 1960 y 1970-71 es un aumento del grado de con-
centración (Gráfico 1.4, Cuadro 1-E) En la curva de distribución
.
Gráfico 1.4
61
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nes dudante el período intercensal —
disminuyendo así su par-
ticipación en el total de 5,7% en 1960, a 5,2% en 1970-71.
El tamaño siguiente, explotaciones entre 20 y 50 hectáreas,
aumentó tanto en número (13.300 explotaciones) como en super-
ficie (416,000 hectáreas), participando también en la nueva ex-
pansión territorial, pues su participación pasó del 9,7% en 1960
al 9,9% en 1970-71.
En este tamaño
empiezan a expresar las economías a es-
se
cala de la producción capitalista, y no es de extrañar entonces
su relativa expansión frente a la contracción de las pequeñas
explotaciones y al estancamiento de las medianas.
63
mente las explotaciones de tamaño excesivo que explotan la tie-
rra en forma extensiva.
64
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rras en descanso sería un 45,5% del total). Obviamente que se
está sobrevaluando la extensión del arriendo, especialmente si se
considera que ha debido aumentar el de praderas en los últimos
tiempos, mas no es posible una medida de ajuste mientras no
se cuente con información precisa sobre el arriendo de pastos. En
todo caso existe amplia evidencia de que más de la mitad de las
tierras para algodón en la Costa estaban bajo arriendo en 1963
y de que el arriendo de tierras por parte de los ingenios de azú-
car del Valle del Cauca se encuentra ampliamente generaliza-
do Es por tal razón que se esperaría que modalidades simi-
lares se expandieran en la medida en que se ha expandido la
agricultura de tipo comercial. En parte esta tendencia se confir-
ma por el análisis del tamaño de los arriendos que se ha hecho
atrás. La línea divisoria que se trazó entre arriendos mayores y
menores de 20 hectáreas establece la diferencia que hay entre ex-
plotaciones que pueden ser atendidas por la fuerza de trabajo fa-
miliar, o ésta combinada con el trabajo de fuera de la familia, y
explotaciones donde domina la organización empresarial que re-
curre a trabajo asalariado, o sea que en el segundo de los casos
se trata fundamentalmente de arriendos de tipo moderno, dife-
rentes de los arreglos entre campesinos y propietarios.
66
vidad; por lo tanto, constituye arreglo estable de largo plazo,
como los contratos a 12 años de los ingenios azucareros del Valle
del Cauca con los propietarios de tierras.
67
Capítulo II
LA PRODUCCION AGRICOLA
A. Introducción
68
Esto sucede en menor medida dentro de los cultivos mixtos,
subgrupo especial que despierta el interés del investigador, pues
en su interior presenta una aguda competencia entre formas
capitalistas y explotaciones de tipo parcelario. Finalmente, se
tiene el subgrupo de cultivos tradicionales, en el que predominan
las formas de producción reducida, incluso las de pequeño arrien-
do; aquí existen gérmenes de unidades capitalistas de produc-
ción o unidades competitivas fuera del área parcelaria, que po-
drían avanzar de continuar ciertas tendencias de concentración
de la producción y condiciones propias en los mercados, como
precios altos y estables, organización del mercado, utilización y
procesamiento industrial de parte creciente de estos cultivos,
etcétera.
B. PARTICIPACION DE LA AGRICULTURA EN EL
PRODUCTO NACIONAL
una relación del producto bruto industrial y
Si se establece
el producto bruto agropecuario, es posible observar que la parti-
cipación del primero en el segundo asciende del 38% en 1950 al
80,7% en 1976 (gráfico 2.1) aumento que muestra que, relati-
vamente, aumenta el valor generado por la industria fabril y
Gráfico 2.1
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 73 74 75 76
25.0% en 1974 y se proyecta que para 1977 esté alrededor del 13%.
69
disminuye en importancia elvalor generado en la agricultura y
la ganadería, es decir, el producto manufacturado se expande
con mucha mayor rapidez que el producto agrícola. Como puede
observarse en el gráfico, durante los períodos de estancamiento
industrial (1950-51, 1957-59, 1963-64, 1967-68 y 1974-75) la rela-
ción entre estas dos ramas de la producción nacional permanece
constante o desciende, lo que se explica porque en esas coyun-
turas el producto agrícola se expandió con mayor rapidez que el
producto industrial, pero por lo general dominan los períodos de
rápido desarrollo industrial, lo cual hace que este índice obtenga
una 'nclinación más perpendicular puesto que la agricultura
pierde participación con relación a la industria. Como se verá a
lo largo del análisis de la producción, la expansión dentro de la
agricultura se explica fundamentalmente por un incremento de
su industrialización; así, la industria no solo aumenta su parti-
cipación en términos del producto agrícola sino también dentro
mismo de la agricultura.
Esta estimación permite situar cerca del 63% del PIB como
generado en actividades fabriles o muy cercanas a tal definición,
mientras que actividades agrícolas, ganaderas, de tala de bos-
ques, de caza y pesca alcanzaban a dar cuenta del 37%. No es
entonces justificada la afirmación, basada en el relativo poco peso
de la industria manufacturera en el PIB, de que Colombia es un
70
Cuadro N9 2.A
Participación sectorial en el PIB 1972
$ Corrientes
Sector (Millones)
71
C. EVOLUCION DE LA PRODUCCION, AREA,
RENDIMIENTO Y VALOR DE LA PRODUCCION
AGRICOLA ENTRE 1950 - 1972
Según armónicos de producción aquí calcula-
los índices
dos (gráfico 2.2, cuadro 2.5) incluyendo café, el crecimiento
,
Gráfico 2.2
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
72
Segúnestimados de este estudio, el área de los 18 cultivos
los
estudiados (gráfico 2,3, cuadro 2.6) pasó de 2.584.000 hectáreas
en 1950 a 3.797.000 en 1972, aumento que muestra una tasa pro-
medio de crecimiento de 1,7% anual. Si se hace la exclusión del
café, el área pasa de 1.926.000 hectáreas en 1950 a 2.957.000 en
1972, mostrándose una tasa de crecimiento anual del 2%.
En
aspecto de los rendimientos, la comparación de las ta-
el
sas de crecimiento de la producción y la superficie permite apre-
ciar que sobre el 4% del crecimiento físico de la producción el
auge de los rendimientos contribuyó con el 2,3% anual, si se
incluye café, y con el 2,5% si se lo excluye del grupo de 18 cul-
tivos. Esto implicaría que, en el primer caso, los rendimientos
registran el 57,5% del crecimiento total y, en el segundo, el
55,5%.
5. Con todo, este es un aspecto importante del universo agrícola, que requiere
investigación sistemática, tanto para analizar la producción pasada como para
obtener ayuda en los pronósticos de producción. Por otra parte, se deberían
tener en cuenta otros elementos que modifican la producción. Por otra parte,
se deberían tener en cuenta otros elementos que modifican la producción como
enfermedades, plagas y aún cuestiones como fertilidad creciente o decreciente del
suelo, etcétera.
73
Gráfico 2.3
74
en 1972,simultáneamente la superficie cafetera pasó del 34,1%
al 28,4%, y los cultivos tradicionales y mixtos disminuyeron su
participación del 35,1% y 46,8% al 30% y el 36%, respectivamen-
te. Las pérdidas en participación de los últimos tres tipos de cul-
tivo frente a los cultivos comerciales suman 21,1% dentro de la
superficie agrícola.
6. Ver censo cafetero 1970 (capítulo anterior). El 70% del área cafetera estaba
cubierta por explotaciones de más de 10 has., las cuales, como es de supo-
ner, son más productivas que las menores.
75
lista moderno en los cultivos de plantación, entre el 70 y 80%
de la producción provenía de unidades explotadoras de trabajo
asalariado ^^K Finalmente, en los cultivos tradicionales se obser-
va una diferenciación relativa en el campesinado parcelario, aun-
que esta no aparece muy objetiva para un observador exter-
no dentro de la cual podría suponerse que el 10% del valor
generado se origina en formas modernas de contratación. Dados
estos supuestos, se podría deducir el valor generado por las ex-
plotaciones modernas dentro del valor de los 18 cultivos consi-
derados, con los siguientes resultados:
Cuadro 2-B
Producción generada, por explotaciones modernas
según tipos de cultivo - 1976
Miles de
Tipos de cultivos millones
de pesos
corrientes %
Totales 68.6 100.0
76
Según estos estimados, en 1976 aproximadamente el 64% del
valor total de la producción agrícola (18 cultivos mayores) era
generado por una agricultura de tipo capitalista moderno, mien-
tras que el resto del valor era originado en la economía cam-
pesina parcelaria, montada sobre las más difíciles tierras del
país y con una organización del trabajo basada en los vínculos
familiares, escasa división del trabajo y técnicas de producción
rudimentarias.
Un análisis más
detallado de los cultivos por tipos permi-
tirá apreciar el alcance de los profundos cambios que ha carac-
terizado a la agricultura nacional en los 5 últimos lustros.
0 77
Durante el mismo período en observación, el área cultivada
pasó de 273.000 a 1.149.000 hectáreas, lo cual muestra un au-
mento de 4,2 veces sobre la superficie inicial y un crecimiento
promedio anual de 5,5%. Esto significaría que los aumentos de
productividad implican el 3,0% del crecimiento de la produc-
ción del 8,2% observado, equivalente al 36,4% del crecimiento
total.
78
Gráfico 2.4
450
400
— Producción
Area
Rendimiento /\
350
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1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 73 74 75 76
79
producción misma lo hacía al 15%, lo que indica rendimientos
constantes y en aumento, si hubo reducción de costos unitarios.
Todo esto podría significar que las condiciones originales de ren-
tabilidad para los cultivos comerciales fueron altas y permane-
cieron así por lo menos hasta 1960, lo cual sentó condiciones fa-
vorables para proseguir la inversión y la ampliación de la pro-
ducción. Sin embargo, la situación cambió de 1960 a 1964, cuan-
do se alcanzó un aumento anual del valor de la producción de
1,2% y 12,1% en la producción física lo que indica un des-
mejoramiento de los ingresos reales percibidos por los agri-
cultores comerciales. Para el siguiente período, 1965-1969, el au-
mento anual del valor real de la producción fue de sólo 0,9%,
mientras que la tasa de ascenso de la producción física perma-
neció en 5,8%, lo cual indica de nuevo una rentabilidad no cre-
ciente, aunque es necesario considerar si los aumentos de la
productividad observados fueron resultado de un bajo nivel de
inversión, y por tanto neutralizaron en parte, por el lado de
la reducción de los costos unitarios, la caída en los precios
reales
11. Ver el capítulo VI, sección sobre inversión, la ampliación de este tema.
12. Como se verá en el capítulo VI, el gran aumento de crédito de 1967 en ade-
lante ha podido inducir una producción mejor, por el monto de tasas de
interés negativas o subsidiadas.
80
c) La dinámica de la demanda sobre los cultivos comerciales
Una
explicación causal del extraordinario crecimiento de la
producción de los cultivos comerciales debería incluir la de-
manda efectiva, que ha recaído sobre el subsector y que le per-
mitió realizar su producción. La demanda efectiva, a su vez, pro-
viene de varias fuentes:
Algodón
13. Ver capítulo IV sobre el ciclo de precios que analiza esta variable de deman-
da efectiva.
81
Gráfico 2.5
Efecto <ie exportaciones en algodo'n (fibra y semilla)
BOO
1950 K 54 56 58 60 62 64 66 69 70 72 74 76
14. Teniendo en cuenta que sólo las exportaciones de Coltejer y Fabricato alean*
zan US$ 15.5 millones en 1971, equivalentes a $ 330 millones, de los cuales
el consumo intermedio de algodón es un 40% del valor bruto, y éste a su ve2
está constituido por algodón en un 54%, se deduce que el valor del algodón
82
Los mayores productores se reúnen en la Federación Na-
cional de Algodoneros que negocia directamente con Diagonal,
el monopsonio de las textileras, los precios de compra y con el
gobierno los montos de algodón que exporta y los saldos que
quedan para su procesamiento interno. En los últimos años, la
Federación de Algodoneros ha puesto varios gerentes de la Caja
de Crédito Agrario, ministros de Agricultura y hasta de Gobier-
no, lo cual refleja la creciente importancia que ha adquirido
esta fracción de la burguesía agraria (producción en 1976 de
más de $ 7 mil millones de pesos y exportaciones de cerca de
US$ 80 millones) en el concierto político nacional.
Caña de azúcar
del azúcar tiene entonces todavía un campo apreciable de mercadeo, sin con-
quistar hasta el momento.
83
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mercado que se manifiesta claramente en la curva de precios
reales de producto (gráfico 3.11).
17. Juan Silva Colmenares, Los verdaderos dueños del país, Editorial Surame-
ricana, Bogotá, 1977, p. 36.
85
ingreso por exportaciones se ve acrecentado por el 15% adicional
que representa el Certificado de Abono Tributario. Por otra par-
te, el control de precios que afecta al azúcar es evitado frecuen-
temente por los productores, quienes convierten el azúcar en
panela (producto fuera de tal control) cuando sus precios en el
mercado interno así lo justifican. Todos estos elementos hacen
que la tasa de ganancias del sector azucarero no tenga posible
paralelo en la economía nacional.
Arroz
Soya y sorgo
Los otros dos cultivos dinámicos del subsector comercial
fueron la soya y el sorgo. Tanto el uno como el otro empezaron
a ser desarrollados a fines de la década del 50 y, partiendo de
una reducida base inicial de producción, se ampliaron conside-
rablemente. El sorgo ha sido impulsado por la industria de ali-
mentos y en especial como insumo en la producción de aceites,
encontrado mercados en expansión en la misma industria de ali-
mentos y en especial como insumo en la producción de aceites.
En esta última existen varios sustitutos, tales como la semilla del
algodón, la copra, el maíz y la palma africana, por lo que la soya
no se desarrolló tan aceleradamente como el sorgo.
Cebada
Entre los cultivos comerciales, el menos dinámico fue el de
la cebada (gráfico 2.7) el cual duplicó su producción en el pe-
86
ríodo 1950-72, mostrando una tasa promedio anual de crecimien-
to de 0,8%. La falta de dinamismo de este cultivo se puede ex-
plicar en parte por dos factores:
Gráfico 2.7
Ef«cto d« importocidn dt ceboda.
Efecto d« ImportacionM
- Producción
'Consumo lnt«rno
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
Ajonjolí
d. Síntesis
87
interno, aunque el externo incide adicionalmente en la especial
aceleración de los cultivos más dinámicos del grupo: algodón y
azúcar. Visto de conjunto, el efecto de las exportaciones sobre
el valor de la producción de los cultivos comerciales (gráfico
2.8) se puede apreciar como sobresaliente sólo a partir de 1966.
Anteriormente la proporción del valor derivado de las exporta-
ciones había sido de cerca del 5% sobre el valor total de la pro-
ducción de 1960 a 1966 y alrededor del 2% entre 1950 y 1960.
Esto permite distinguir tres etapas para el desarrollo de las ex-
portaciones:
a) Entre 1950 y 1960 la proporción del valor exportado
dentro del valor total percibido por los cultivadores fue reduci-
da y hubo incluso cuatro años en que fue prácticamente inexis-
tente.
88
no, y que cuando se contó con una capacidad productiva evolu-
cionada, la agricultura comercial encontró sólida inserción en
los mercados internacionales.
8.000
Producción
7.000 Consumo Interno
piPI Exportación
6.000
•
c
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5.000 í
o
o 4.000
3J0O0
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2.000
1
1.000
0
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
sigo trazas de inestabilidad en la inversión de esos cultivos y,
en consecuencia, sobre sus niveles de producción.
B. CULTIVOS TRADICIONALES
130
120
410
%
100
90
80
70
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
Estas oscilaciones en la tasa de incremento de la producción
de los cultivos tradicionales señalan que el estatismo de la agri-
cultura tradicional es más bien aparente y poco estable; las con-
diciones de concurrencia son tan reñidas entre tantas unidades
de producción y la variación de los precios tan brusca, que se
deduce que el carácter mismo del mercado es responsable por lo
menos en parte del lento crecimiento demostrado por la produc-
ción. Este aspecto de la problemática del campesinado parcela-
rio se analizará en más detalles cuando se relacionen los precios
con la producción. Por lo pronto, es preciso señalar que los pre-
cios reales de la agricultura denominada como tradicional han
crecido, como tendencia, más que el resto de tipos de cultivos,
pero también, que su inestabilidad ha sido grande; tanto las al-
zas como las bajas de precios han tenido mayores rangos de
amplitud que los aparecidos en los cultivos comerciales. La su-
perficie bajo cultivos tradicionales, que comprende las tierras
de ladera y algunas zonas de colonización pasó, según lo aquí
examinado, de 677.000 has. en 1950 a 890.000 has. en 1976. Las
nuevas áreas se explican en parte por efectos de colonización
(ampliación de la frontera agrícola) y en parte por las amplia-
ciones del área sembrada (posiblemente s« recurrió a tierras de
peor calidad y aun de mayores gradientes de las que solían ex-
plotarse), pero entre ambos no representaron un crecimiento
mayor del 1,2% anual para los 26 años del período estudiado.
Este fue más importante que el de la producción física, lo cual
señala una pérdida absoluta en la productividad, con posible au-
mento de la atomización de la propiedad parcelaria. Ya se ha
visto en los resultados del censo agropecuario de 1970-71 un re-
tiro del 7,1% del total de explotaciones de menos de 10 hectá-
reas existentes en 1960. Según lo aquí estimado sobre superficie,
el aumento fue mínimo entre 1950 y 1954 (0,4%); en el período
1955 a 1960, se expandió a 1,5% anual; se contrajo a —0,1% de
1960 a 1964; hubo incremento notable de 1965 a 1970, con 2,8%
anual y terminó de 1970 a 1972 con un decremento neto, del 0,6%
anual.
91
Teniendo en cuenta este descenso de la productividad de la
lado del gran monopolio territorial se puede colegir la
tierra, al
escasa expansión territorial del campesinado parcelario. En esta
forma, el 1% observado como crecimiento estimado de la pro-
ducción entre 1950 y 1972 estuvo compuesto por una expansión
del área en 1,2% y una contracción de la producción debida a
pérdida de productividad del 0,2% anual.
92
productiva de contraer parte de su producto que vende en el
la
mercado cuando elevan sino que consumiría una
los precios se
proporción mayor de su propio producto, conservándose como
fijos las compras que hiciera por encima de lo autoproducido.
Sin embargo, en nuestro caso estamos frente a una situación so-
cial de la economía campesina de relativa inestabilidad en varios
sentidos, como lo señala, por ejemplo, el éxodo migratorio hacia
las ciudades o la presión sobre la frontera de colonización o sea
que estaríamos lejos de una situación estable, como la que supo-
ne Chayanov, para el funcionamiento propio de una unidad de
producción que mantiene determinadas relaciones con los mer-
cados, obedeciendo al principio de la maximización del consu-
mo familiar y no el de las ganancias. En todo caso, si bien pudo
ser cierto que la economía campesina obedeció durante algún
período las leyes de funcionamiento propias de ella, a partir de
cierto momento de creciente inserción en el mercado de este
tipo de unidades y del deterioro de sus condiciones naturales de
existencia (presión demográfica e incapacidad de expansión geo-
gráfica por el monopolio territorial), ocurre más bien un aban-
dono de parcelas y unidades de producción que explican en gran
medida la disminución del volumen de producción, al mismo
tiempo que permanecen relativamente estables las antiguas re-
laciones técnicas, o sea que la productividad no aumenta dentro
de la economía campesina hasta el punto de poder neutralizar
la disminución en el número de productores.
93
excedentes en los mercados externos, y por tanto su crecimiento
está delimitado por la demanda interna.
Cuadro 2.C
Proporción del ingreso familiar utilizado en la compra de panela
y cultivos tradicionales. Siete ciudades
Panela 0,98
Fríjol 0,71
Plátano 0,70
Yuca 0,33
94
ta 1965 y de allí en adelante un alza que no llega a surtir ade-
cuadamente la demanda, e impulsa incluso la conversión de
azúcar en panela por parte de los grandes ingenios. En el caso
del plátano se da un crecimiento lento hasta 1960, baja de allí
hasta 1964, alza en la producción hasta 1969 y nueva baja rela-
tiva hasta el presente. La difusión de la variedad caturra en los
cafetales condujo además a una baja apreciable en la produc-
ción de plátano que antiguamente servía para dar sombra a las
variedades y modalidades arábigas. Por último, la yuca tiene
agudas variaciones en su producción, que son incluso difíciles
de sistematizar. En todos los casos hay inestabilidad y tenden-
cia al estancamiento.
C. CULTIVOS DE PLANTACION
95
anual, contando expansión en ambos productos. Los estimados
sobre superficie insinúan que el área bajo cultivos de planta-
ción se incrementó en 2,6% anual entre 1950 y 1972, pero en este
caso hay que tener en cuenta un fenómeno que no alcanza a ser
discernido por las estadísticas sobre el área: mientras una de las
zonas sembradas de banano (Fundación y Santa Marta) dismi-
nuyó apreciablemente su producción por problemas comerciali-
zación y plagas, ia zona de Turbo y Apartadó aumentó notable-
mente el área sembrada. En la contabilización del área se tomó
la zona de Santa Marta como si hubiera permanecido igual y se
añadió la nueva extensión, lo cual acaba por proyectar un au-
mento de superficie contra una disminución de la producción, y
por ende una caída vertical de la productividad ^^^K
Gráfico 2.10
Indices armónicos de producción y área
y rendimiento — Cultivos plantación
(Base: 1958 = 100)
96
b. Evolución del valor real de la vroducción
A.
Gráfico 2.11
Efecto de exporlbciü'nes bonono
900
800 Producción
Consumo interno
. 700 ÜZZSZi Efecto exporta cion«8
o
600
Io
»500
o
u, 400
^ 300
200
100
1950 5Z 54 S# 58 60 62 6^ 6A «9 70 72 74 7%
97
1950 la producción surtió cerca del 55% del consumo, mientras
que en 1972 su participación aumentó al 65%. Se podría colegir
de esta situación que la competencia internacional, proveniente
en su mayor parte del Ecuador, caracterizada por un tradicional
bajo nivel de precios, incidió en la lentitud del desarrollo de este
cultivo, que es de rendimiento tardío (6 años para las varieda-
des tradicionales y 3 años para las híbridas) y que por lo tanto
requiere de condiciones garantizadas a largo plazo para su pro-
ducción. Sin embargo, a partir de 1972 los precios internaciona-
les se han incrementado, la producción interna continuó en au-
mento y se redujeron un poco más las importaciones.
D. CULTIVOS MIXTOS
Tienen un comportamiento similar al de los cultivos tradi-
cionales, con atenuantes como una oferta más elástica, derivada
de la mayor frecuencia de las unidades de producción capitalista
dentro del subsector y de su superioridad tecnológica sobre las
explotaciones parcelarias.
98
Gráfico 2.12
Efectos de importaciones de cacao
40,
^ 1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
Gráfico 2.13
Indices armonices de producción , oreo y rendimiento
Cultivos mixtos.
150
140 Rendimiento
Produccidn
130 Area
120
^ A rJP^ ^
%II0
£ »Vf ^1 -
100 ---^ \ >,^.
,í
/
.ti.
^
.X ^•
'v^
90
v'
80 /
y
70 . /
60
50
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
99
timada se produjo entre 1950 y 1955 (un 3,0% anual) seguida-
;
100
co favorables para las unidades modernas. El estrecho margen
de ingresos netos que se derivarían de tal situación, señalaría
condiciones no muy propicias para un desarrollo arroUador de
la agricultura capitalista frente a la producción parcelaria. Sin
embargo, es posible que las unidades empresariales tengan una
mejor previsión del futuro y más capacidad para invertir con
precios bajos a la espera de posibles precios altos en las próxi-
mas cosechas.
Desglosando la evolución del valor real de la producción por
períodos, se tiene: a) un incremento del 1,4% anual de 1950 a
1954, y un crecimiento de la producción del 6,3%; b) uno de
1,3% de 1955 a 1959; c) uno de 5,1% anual de 1960 a 1964, cuan-
do se contrae su producción en cerca de un 10% d) uno de
1965 a 1969 en el valor real de 2,5% anual, y e) uno de 1970
a 1972 en el ingreso estimado (de cerca del 5%) aunque redujo
nuevamente su producción.
A
diferencia de los cultivos tradicionales, los mixtos cuen-
tan con mercados relativamente dinámicos. Tres de sus produc-
tos —
maíz, tabaco y trigo —
tienen un apreciable grado de pro-
cesamiento industrial, mientras que el cuarto cultivo del grupo,
la papa, está caracterizado por una demanda dinámica con una
alta elasticidad de ingreso ^^^K Aun así, la organización de los
mercados es todavía fragmentaria en los casos del maíz no con-
sumido industrialmente y la papa; está dominada por el mo-
nopsonio en el caso del tabaco y tanto en el del trigo como el
del tabaco existe una fuerte competencia extranjera que ha sido
especialmente ruinosa para el trigo.
22. Según la Encuesta de Hogares del DAÑE, la papa absorbía en 1970 el 1>396
del gasto familiar nacional.
101
atrás. Entre tanto, de los cultivadores sufrie-
los ingresos reales
ron fuertes variaciones año tras año que no dejan percibir con
claridad la evolución del subsector: en 1973, los ingresos reales
son un 16% más altos que en 1972, pero en 1974 se reducen en
un 20% con relación al año anterior; en 1975 hubo recuperación,
pero en 1976 vuelve a haber una caída de ingresos. La tenden-
cia anotada para el avance de los cultivos mixtos en base a la
organización comercial parece haberse descontinuado, lo cual es
notable en el caso del maíz, cuyo nivel de producción perma-
neció estancado y tuvo que recurrirse a las importaciones. El
avance de este cultivo en el valle del río Cauca se detuvo, al
parecer con la expansión del área dedicada a los cultivos de
exportación, especialmente caña de azúcar y soya.
Gráfico 2.14
Efecto irrportociones de trigo
500 |
— '
1950 52 54 56 58 60
...
62 64 66
.....
68 70 72 74 76
102
Gráfico 2.15
Efecto exportaciones de tobaco
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
103
en los últimos años ha obligado a la importación en cuantía
relativamente reducida, llegando a 47.000 toneladas en 1971 (Cua-
dro 2,8), equivalentes al 5% de la producción, pero que parecen
constituirse en tendencia si se observan las cifras de las impor-
taciones en 1972 (20.000 toneladas) y las anunciadas para
1973 profundizándose esta tendencia para los años 1975 y
1976.
d) Síntesis
E. EL CAFE
104
hasta 1972, cuando empezó a aumentar nuevamente la produc-
ción a partir de la recuperación de 1970. La bonanza inaugurada
en 1975 no hizo más que multiplicar aún más las siembras.
Gráfico 2.16
Indices armónicos de pro duccio'h , orea y rendimiento
Cultivo de cafe.
130. I
50^ . . . . I . . . « . 1 « «
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 6 8 70 72 74 76
La evolución del área sembrada muestra más claramente
las consecuencias del alza de los precios internacionales, porque
el período de mayor expansión de la primera es precisamente
1950-1954, con un promedio de 5,9% anual, que descendió des-
pués a 1,0% anual. En todo el período de 26 años considerado la
superficie cafetera se amplió sólo al 1,1% anual, pasando de
656.000 en 1950 a 840.000 has. en 1972 (^'^>.
25. Esta debe considerarse como área estrictamente en producción. Según el censo
cafetero de 1970 había 1.056.000 has. de superficie cafetera en el país.
105
b) Evolución del valor de la producción
3. LA PRODUCCION AGRICOLA Y EL
MERCADO EXTERNO
Para cada tipo de cultivo fue analizada la importancia que
tiene el mercado externo en cuanto se refiere a la colocación
de sus respectivas ofertas. Es necesario ahora hacer el análisis
de la importancia del mercado externo para la agricultura en
su conjunto
Si se deja de considerar el café en una primera instancia
(Cuadro 2-D) se puede observar que las exportaciones cubren
sólo una pequeña parte del valor de la producción a todo lo
largo del período, mas gana creciente importancia en los últimos
años. Si en 1950 las exportaciones agrícolas eran un 2,5% del
valor de la producción, en 1970 ya oscilan en cerca del 6%, y
se alcanza una participación mayor para 1975 y 1976 de 8,0%.
106
Cuadro 2-D
PROPORCION DE VALOR EXPORTADO Y
VALOR DE CULTIVOS
107
Si se consideran todos los cultivos, incluyendo café, se apre-
cia que la importancia del mercado externo es mayor para el
conjunto (entre el 25 y el 40% del valor de la producción to-
tal). Las oscilaciones que se observan tienen explicación par-
cial en las variaciones del precio internacional del café; em-
pero, hay una tendencia a la disminución de la proporción del
valor exportado del conjunto. Si en 1950-54 la participación de
las exportaciones en el valor total fue de cerca del 35% en
1968-1971 la proporción se había reducido al 25%; sin embargo,
en 1976 alcanza más del 30%; se corrobora que la gran expan-
sión agrícola que se generó en el país a partir de 1950 fue rea-
lizada en su mayor parte en el mercado interno. Sin embargo,
la tendencia iniciada a partir de 1971, y que llega hasta el pre-
sente, con el aumento de los precios del café y el incremento
en los precios y montos de las otras exportaciones agrícolas,
hizo aumentar nuevamente la proporción del valor de la pro-
ducción agrícola que fue colocada en los mercados externos.
Este movimiento indica que el mercado externo dirige en estos
momentos la dinámica del sector en su conjunto, efecto que
proseguirá en la medida en que subsistan condiciones favora-
bles para los productos agrícolas en el mercado mundial que la
política del Estado favorezca la realización de la producción
agrícola en ese mercado.
108
Cuadro 2.E
Abastecimientos de alimentos 1970 y 1976
(Miles toneladas)
N o 03
o O .O
u u
O
< < C/3 U <! >^ :^ H
1970 737 100 165 99 260 9.462 65 1.600 1.032 1.052 55
1976 1.341 103 391 104 310 9.000 53 1.400 900 609 58
Los
altos precios internacionales multiplican las rentas te-
rritoriales y encarecen sobremanera la tierra, de tal manera que
cultivos que no arrojen una rentabilidad similar serán cultiva-
dos en una escala decreciente. Afortunadamente, los altos pre-
cios internacionales no se han mantenido indefinidamente, lo
cual ha causado las profundas oscilaciones de que hablábamos
en relación con la inversión y también sobre los valores terri-
toriales.
28. Según FedesarroUo, **es posible aseverar con base en las estadísticas exis-
tentes, que con excepción de la agricultura comercial, orientada a la expor-
tación, el sector agropecuario colombiano no ha experimentado un avance signi-
ficativo en lo corrido de los años setenta. De esta manera, la desfavorable evo-
lución de la buena parte del agudo incre-
oferta de alimentos es responsable de
mento en sus precios relativos, fenómeno crítico en la marcha de la economía
desde 1971 y particularmente evidente en 1977". Revista Coyuntura 'Económica.
Volumen VII, 1, mayo 1977, p. 117.
109
mas, entre los años 1972 y 1975, con perspectivas inciertas de
mantener un relativo nivel de desequilibrio, especialmente en
relación con las perspectivas del mercado internacional de carne
de res para 1978, valoriza las mejores tierras del país y posible-
mente impulsa el incremento de la participación de la renta del
suelo, los ingresos reales de los terratenientes, en el ingreso na-
cional, lo cual, ciertamente, se cumplió durante ei período de
alza en los precios internacionales, contribuyendo de esta ma-
nera a reducir la participación en el ingreso social de los traba-
jadores colombianos.
Gráfico 2.17
indIcM armónicos comparotivos de producción.
410
1950
Gráfico 2,18
380
360
340 Indices cotnporativos de valor reo! de la producción
320
300
280
260
240 -Comerciales
220 -Tradicionales
- Planiadon
200 -Mixtos
180
160
140
120
100
80
60
40
«950 52 54 36 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
Capítulo III
LA PRODUCCION GANADERA
1. Ubicación histórica
111
cuando és^tos los solicitaran o cuando el municipio decidiera em-
prender "obras públicas" en beneficio de las haciendas, con jor-
nales fijados arbitrariamente, es decir desligados de un "merca-
do" de trabajo. Esta institución tuvo vigencia hasta los años 20,
cuando las luchas campesinas y una situación de relativa escasez
de mano de obra y auge de un verdadero mercado de trabajo
dieron al traste con la institución ^^K Otros tipos de relaciones
precapitalistas, como los "terrajes", permitieron que los campe-
sinos cultivaran arroz y maíz en latifundios incultos, pero te-
niendo que abonar a los terratenientes pesadas cargas en espe-
cie y abandonar sus mejoras, sin indemnización, cuando el cre-
cimiento del hato ganadero exigía las tierras, las fuentes de agua
o ambos. Asimismo, como ya se ha descrito en el primer capítulo
de este trabajo, los pastizales fueron abiertos en gran medida
por colonos, en la forma de aparcerías de relativo corto plazo.
Según Fals Borda, los campesinos colonos espontáneos llamaron
a esta institución la "ley de tres pasos": el colono tumbaba el
monte, habilitaba la tierra con rozas de maíz y plátano, hasta
que ésta se cansaba (primer paso), con lo cual pasaba a tumbar
selva en otra parte. El colono vendía sus mejoras a bajo precio
a un contratista o finquero, quien intentaba de alguna forma
consolidar las tierras habilitadas (segundo paso), hasta que un
gran terrateniente se las exigía para ampliar su estancia (si po-
seía título) o montar una nueva hacienda (tercer paso) Estos
eran los casos de colonos ^'libres" porque fue también frecuente
que el colono antes de tumbar monte fuera contratado verbal-
mente por el terrateniente y tuviera que dejar el terreno sem-
brado en pastos después de usufructuarlo por una o dos cose-
chas, recibiendo sólo la semilla por parte del terrateniente. En
todos los casos, la apertura y habilitación de tierras en beneficio
de los terratenientes se hizo con costos monetarios extraordina-
riamente bajos, pues pudieron recurrir a recaudar prestaciones
gratuitas por parte de los campesinos.
112
corraleja en honor del terrateniente, que involucra grandes ries-
gos de muerte para los "manteros", las obligaciones para votar
por los "gamonales" o representantes políticos de los terratenien-
tes, etcétera.
113
2. EVOLUCION DE LA POBLACION Y EL AREA DE
PASTOREO
114
pacidad de carga aumentó en el país. Si bien el estimativo pue-
de estar subvaluado, en cuyo caso la intensidad del pastoreo
será menor que la que aparece aquí, hay varios indicios en las
muestras agropecuarias y en los datos preliminares del censo
agropecuario 1970-71 de que la intensidad ha mejorado.
115
puede significar que el costo de producción de un animal puede
estar muy por encima de su precio de mercado
Es también enteramente posible, en especial cuando la tierra
comienza su proceso de valorización y existen expectativas de
que este proceso continúe, en zonas semiurbanas y de agricultu-
ra comercial, que las tierras sean objeto de especulación (y si-
gan dedicadas a la ganadería), en forma de "lotes de engorde",
en donde los ingresos provenientes de la actividad ganadera son
marginales a la capitalización que obtiene la tierra como resul-
tado de ser base "potencial" para la construcción urbana y para
la producción agrícola comercial. El mercado nacional de tierras
aparenta un carácter atomístico donde los precios son indicado-
res imperfectos que corresponden a la falta de integración mer-
cantil, es decir a la limitada movilidad que tiene la tierra en el
país En circunstancias de amplio desarrollo económico gene-
ral, que dan lugar a expectativas de que la tierra aumentará rá-
pidamente su precio (expansión de cultivos comerciales, nuevas
vías de comunicación, expansión urbana, etcétera) se producen
amplias olas especulativas en este mercado imperfecto caracte-
rizadas por una gran concurrencia de compradores y escasos ven-
dedores. En la medida en que el proceso de producción se desa-
rrolla sobre las tierras objeto de especulación, compradores o
arrendadores empiezan a contabilizar un ingreso neto que debe
alcanzar para pagar los costos de la tierra y, además, dejar ga-
nancias proporcionales a su inversión de capital, por lo menos
iguales a las que se obtiene en el resto de la economía. Si este
no es el caso, o si las empresas consolidan pérdidas, la demanda
sobre la tierra bajará y los propietarios se verán forzados a
reducir sus precios de venta o de arriendo. En esta forma se lle-
ga a un equilibrio aproximado en el mercado de tierras, donde
ya no hay expectativas extraordinarias sobre el resultado de la
inversión agrícola o en bienes raíces y en consecuencia los
precios de la tierra se ajustan a los precios que en efecto logre
su producción agrícola, ganadera, o la propiedad inmueble ur-
116
baña que la ocupe, en sus respectivos mercados Cabe añadir
que un nivel alto de precios de la tierra ejerce presión para ele-
var los precios de la producción agrícola y ganadera y también
de los bienes raíces, aunque en este último caso intervienen
otros factores de tipo locacional más importantes que la renta
de las tierras agrícolas.
para fijar precisamente la repartición del futuro producto neto, el precio fijado
por la tierra tiene que estar de acuerdo a la factibilidad de su explotación, o su
comercialización en zonas suburbanas. En tal sentido, el precio que asuma la tierra
encarece la producción agrícola y ganadera, pero no la hace imposible. Ver CIE-
DANE, Contribución al estudio del desempleo en Colombia, 1971, pp. 54 y 53.
117
están ocupados por una ganadería ausentista que se
lies fértiles
reproduce casi espontáneamente, caracterizada por la ausencia de
la organización comercial, mientras que las laderas están ocu-
padas intensamente por una agricultura de subsistencia. El mo-
nopolio de la tierra que estas regiones exhiben implica que la
renta de la tierra tiene que elevarse mucho, previa a su utiliza-
ción más intensiva, a la vez que ser resultado de la explotación
más intensiva de la tierra, proceso que ya tuvo lugar en las lla-
nuras del Tolima, el Valle del Cauca, región de La Dorada, re-
gión del Codazzi, en la Sabana de Bogotá y en algunas otras re-
giones del país, donde dominan los cultivos comerciales y la ga-
nadería intensiva y/o de leche.
1. La Zona Norte
118
región están comprendidas las zonas de Urabá, los Valles de los
Ríos San Jorge, Atrato, Sinú y Bajo Cauca.
119
blanco orejinegro y en las regiones frías se concentra el ganado
de leche como el Holstein y el Ayrshire. ^^^K
La
valorización de la tierra en la Zona Norte se ha dado
especialmente alrededor del cultivo del algodón y oleaginosas,
llegando a obtener rentas anuales en 1970 entre $ 800 y $ 1.400
por hectárea ^^^K El promedio de la renta anual en relación a
praderas, para la zona, fue de $ 250 anuales por hectárea según
un estudio y según otro análisis la renta anual por cabeza
fue en 1970 de $ 246 Este promedio fue menor que la renta
de la Zona Suroccidental pero mayor que la de la Zona del Lla-
no y similar a la de la Zona Central, o sea que todavía no se ha
presentado en Zona Norte una competencia por tierras de la
la
magnitud que caracteriza la zona del sur y los ingresos gana-
deros tienen por lo tanto una menor proporción de renta conte-
nida en ellos.
cen en base a cosechas, cuya duración es la de seis meses. Aquí se duplica tal
valor para dar la renta anual.
120
toreo total del país. El número de cabezas se estimó en 1950 en
1.87 millones y en 1972 3.09 millones, incremento que significó
un 65,0 de la población inicial, o sea una tasa de crecimiento
anual del 2,46%. En el mismo lapso el crecimiento total del área
de pastoreo se estimó en un 30%, pasando de 4.4 millones de hec-
táreas a 5.7 millones. El incremento en las áreas de pastoreo se
dividió en ocupación de praderas naturales del llano adentro y
creación de pastizales artificiales a lo largo del Farallón de la
Cordillera Oriental, área que se conoce como el Pie de Monte,
el tramo que va de Villavicencio a Puerto Carreño o de saba-
nas y las zonas de las vegas de los ríos. La capacidad de carga
se intensificó de 0.42 cabezas por hectárea en 1950 a 0.54 en 1972,
incremento que fue originado en las zonas adyacentes al llano
y en Boy acá. La capacidad de carga del llano mismo es muy baja
llegándose a necesitar 3 y 4 hectáreas, para sostener una cabeza
de ganado por la pobreza de sus suelos y pastos ^^^K
18. Eutimio Rubio, Arturo López, "La explotación ganadera en los Llanos Orien"
tales", Revista Agricultura Tropical, octubre 1968, p. 616.
20. Eutimio Rubio, Arturo López, "La explotación ganadera en los Llanos Orien-
tales", Revista Agricultura Tropical, octubre 1968, p. 617.
121
La tecnología aplicable al llano aparenta ser demasiado cos-
tosa en relación a los rendimientos de corto plazo derivados de
la inversión en tecnificación y esto explica en parte el atraso
que la caracteriza. En efecto, el manejo de los hatos es primitivo
en extremo "los llaneros por lo general trabajan los hatos cada
año; durante esta labor se marcan los animales jóvenes, se va-
cuna todo el hato y se saca un grupo de deshecho" ^^^^ Por las
dificultades en la comunicación se pastorea sólo cerca del 25%
del área total del Llano que tiene cerca de 20 millones de hectá-
reas. Las dificultades del trasporte hacen posible la saca de ga-
nado sólo entre los meses de diciembre y marzo lo cual tiene
efectos sobre el ciclo de precios estacional de la carne en los
mercados de Bogotá, Boyacá y los Santanderes.
La ganadería
del altiplano boyacense es similar a la de la
Sabana de Bogotá, pero es más extensiva. El desarrollo de la re-
gión tiene como polo de irradiación a Bogotá pero la distancia
hace llegar los efectos mercantiles en forma más débil. Ocupa
todavía las mejores tierras en base a una explotación ausentista
que se va haciendo más relevante en la medida que se va ale-
jando más de los mercados. La explotación dominante es la de
leche en los valles de Chiquinquirá, que es continuación geográ-
fica del Valle de Ubaté en Cundinamarca, y en los valles de
Tunja, Duitama y Sogamoso ^^"^K
122
3. La Zona Suroccidental
28. Que en último término expresa el moderado crecimiento del mercado interior
123
miento hacia tierras marginales, siembra de pastos de corte y
utilización de los subproductos de la agricultura comercial (co-
gollo de caña, melazas, tortas y harinas) en la alimentación de
los ganados ^^^K El proceso ha sido impulsado por los mecanis-
mos de la valorización de la tierra, que han hecho prohibitivo
en las regiones centrales del Valle del Río Cauca el pastoreo
tradicional. En 1970 la renta anual para los cultivos comerciales
era de $ 1.400 para oleaginosas, $ 1.500 para caña y $ 2.000 para
arroz-riego ^^^K
30. Agrocrédito.
34. El valor de las propiedades encuestadas fue de $ 319.2 millones con 77.790
cabezas.
124
El alto valor de la renta del suelo en la zona Suroccidental,
añadido a la estructura de costos más altos que los de las demás
regiones, ayudan a explicar el hecho de la pérdida de importan-
cia que ha sufrido la ganadería en ella.
4. La Zona Central
36. ICA. Información básica del departamento del Tolima. Bogotá, 1971, p. 52.
125
piedades medianas, con capacidades de carga altas por lo gene-
ral.Predomina allí el ganado blanco orejinegro
En la Sabana de Bogotá la ganadería predominante es la de
leche, con algunas fincas dedicadas a la ceba de los ganados que
llegan del llano. -La mayor parte de los pastos que caracterizan
la sabana son forrajeros, la inseminación artificial es corriente
y en general la técnica de manejo deja poco que desear
Este ^^^K
estado de la técnica no es reciente pues la Sabana lleva ya va-
rias décadas sirviendo de despensa para Bogotá y otras ciudades
del país, y de ser base de las industrias cervecera y cerealera
del país. La gran valorización que estas actividades le ha comu-
nicado a la tierra de la Sabana, además de la demanda urbana
y semiurbana sobre terrenos, Lace que la renta anual oscile en-
tre $ 1.500 y $ 2.000 para cultivos de cereales y papa en 1970 <^^>.
La sola renta implícita imputada a un hato lechero de grado A
de 115 vacas por el ICA, llegaba a ser de $ 140.000 anuales, lo
cual representaba cerca del 32% de los costos totales del ha-
to
Gráfico 3.1
leo i I 1 I I r^
39. Agrocrédito.
126
que está obteniendo la tierra en virtud de las demandas urbanas
y de los cultivadores comerciales que caen sobre ella. Este efecto
llega a penetrar hasta el Valle de Ubaté y Chiquinquirá, en los
cuales existe una ganadería lechera intensiva que ocupa una de
las regiones más fértiles del país y que produciría mucho más si
estuviese dedicada a la agricultura.
42. Suponiendo una tasa de crecimiento del área en praderas del y tomando
el último año como base.
127
toma solamente el lapso de 1968 a 1972, el estimado da
Si se
un aumento de 2.1 millones de hectáreas, o sea el 10% del área
que en 1972 había sido sembrada recientemente; así, las áreas
de pastos resembrados podrían alcanzar un máximo del 15% del
total.Esto significaría que según la definición del censo agrope-
cuario de 1960 un 25% del área en pastos del país estaba consti-
tuida por pastos artificiales o había sido sembrada recientemente.
43. Ver Medardo Los trabajadores de tierra c diente, biblioteca del Banco
Rivas,
Popular, Bogotá, y Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colom-
bia'* , Ediciones E.F.E., Medellín.
45. Ver discusión en Pardo Pardo, A., Geografía económica y humana de Colombia.
Tercer Mundo, Bogotá, 1972.
128
.
129
A. La extracción comercial •
1. Consumo interno
130
De como resultado de las exportaciones y
1972 en adelante,
el aumento de retención (inversión), el consumo interno se ve
inusitadamente contraído: el nivel de 1971 baja precipitadamen-
te en más del 16% en los años que siguen y sólo hay una recu-
peración en el consumo en 1976, precisamente cuando las expor-
taciones bajan, pero que todavía no alcanza el nivel de^ 5
años atrás. Mientras tanto, aumentó considerablemente no sólo
la población humana sino también el número de posibles con-
sumidores, lo cual hace ver que la caída del consumo per cápita,
e incluso del consumo presuntamente solvente hayan bajado
mucho más que las reducciones absolutas que tuvo el consumo
interno.
Gráfico 3.2
2. Las eocportaciones
La modesta
participación de las exportaciones legales em-
pieza en 1962 con embarques para las islas británicas del Caribe,
logrando mercados en Italia y Perú en 1964 y 1965. En 1966 estas
exportaciones disminuyeron y lo siguieron haciendo hasta 1968
por problemas de salud en los animales y por un reintegro des-
favorable impuesto por el Banco de la República. partir de A
1968 entró a regir plenamente el Certificado de Abono Tributa-
rio (CAT) y se hizo más riguroso el control de la aftosa en los
ganados a exportarse. En esos años recibieron certificación del
Departamento de Salud Norteamericano los mataderos de Ba-
rranquilla, La Gloria y Bogotá inaugurando así una etapa de
exportación de carne en canal y carne precocida ^^^^
48. Asumiendo las 250.000 rases comprometidas por Idema y 60.000 reses de con-
trabando.
132
ganado en pie que en canal, para lo cual se habían hecho cuan-
tiosas inversiones en frigoríficos que quedaron con una amplia
capacidad sin utilizar. El cuadro 3.6 muestra cómo los reintegros
por exportaciones pasan de cerca de US $ 30 millones en 1970 a
128.8 en 1975, pero bajan en 1976 y es más el ganado en pie que
se exporta ese año que la carne en canal.
3. La tasa de extracción
133
mejoradas, sino que también existe una en relación entre la tasa
de extracción y la tasa de crecimiento de la población.
La tasa de extracción tuvo un comportamiento
oscilante en
el período contemplado (cuadro 3.1). Durante el período 1950-55
osciló alrededor del 11,5% de la población; de 1955 a 1960 au-
mentó para mantenerse alrededor del 12,8%; de 1960 a 1965 ob-
tuvo un 14% como promedio; bajó nuevamente de 1966 a 1968
y de allí empezó un ascenso que llegó a 15,3% en 1971, lo cual
fue el alto histórico para el período. Para 1972 la tasa de extra-
ción bajó ligeramente al 14,64%, continuando así hasta 1976,
cuando empieza a subir.
Para período se puede observar una tendencia
el total del
general al aumento en la tasa de extracción con tres niveles,
cada uno de los cuales es superior al anterior (ver gráfico 3.4).
Este aumento implica, por una parte, aumento en la producti-
vidad del hato y por otra restricciones en la tasa de crecimiento
del mismo, efecto que se manifiesta efectivamente en diferentes
etapas del ciclo.
Gráfico 3.4
Tasa da extracción.
1950 01 52 53 94 55 56 97 9t 09 60 61 62 63 64 60 66 67 68 69 70 71 72 79 74 70 76
(19008 100)
134
la tasa de extracción fue producto del mejoramiento en las prác-
ticas de manejo, pero una parte importante contribuyó a hacer
más lenta la producción del hato nacional.
B. Cambios en inventarios
135
y contribuyendo a engendrar las altas tasas de crecimiento ca-
racterística de los períodos de alza de precios.
Gráfico 3.5
Degüellos de vocas y cambios en Inventarios.
Cambios en inventarios.
i
19505» 52 53 54 » 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 6 8 69 70 7» 72 73 74 75 76
C. Producción total
La producción
total aumentó de 1950 a 1972 en un 158,4%,
aumento que compartido entre la extracción comercial y los
cambios en inventarios da una tasa de crecimiento de la pro-
ducción total del 5,14% anual para todo el período.
136
En1976 en particular, el sacrificio de hembras llega a un
tope histórico de 49.790, lo cual hace bajar la tasa de expansión
del hato y en consecuencia la retención que se viene tendrá un
profundo impacto contraccionista en la producción.
D. Valor de la producción
50. Esto se refiere a la extracción comercial: la cifra dada arriba corresponde sólo
al degüello.
137
racterizaron el degüello. En este solo renglón, sin verlo en con-
junción con las exportaciones, se da la nítida presencia de in-
gresos crecientes en la inversión ganadera. Entre tanto el valor
de las exportaciones pasó de $ 6.3 millones (pesos constantes de
1958) a $ 204 millones para 1976, llegando a constituir en el úl-
timo año más de la décima parte del valor de la extracción co-
mercial.
51. Para derivar el valor de la extracción se tomaron los precios del ganado en
pie al productor, deflactándolos por el índice general de precios, o sea que se
intentó derivar los ingresos reales percibidos por el productor.
138
Gráfico 3.6
Indices de valor de degüello, degüello físico y relación valor de degüello- degüello f Meo.
260r~« — •
' '
I
lili I
' ' I I
1
— I I I f
1950 51 52 53 54 55 56 57 5 8 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76
Valor de degüello
Degüello físico
Relación valor deguello-daguello físico.
139
1970 incidió en que aumentara el ritmo de valorización de la
tierra que había sido retardado por la política de reforma du-
rante algunos años del período.
140
E. Producción de leche
141
especializados en leche como Holstein, Normando, Ayrshire y
otros, han ido aumentando alrededor de los centros urbanos en
hatos de alta productividad, donde cada vaca da entre 10 y 15
litros diarios de leche ^^^K El promedio nacional es según la Caja
Agraria de 2.9 litros por vaca en producción para 1969 ^^^^ o sea
que la ganadería de carne tiene una alta participación en el
conjunto nacional. Los hatos especializados, situados en las cer-
canías de los centros urbanos, son los que proveen la mayor par-
te del consumo de la población citadina.
56. Caja Agraria obra citada, p. 18. La Caja Agraria da cerca de 52.000 vacas es-
57. Fedegán, \er. seminario nacional sobre la industria lechera en Colombia, 1972,
p. 96.
142
lechería como fuente de ingresos para el sector, oscilando entre
el 34% y el 42% de los ingresos percibidos.
Enlos últimos años, sin embargo, el criterio político ha en-
trado a favorecer a los productores e incluso durante un período
considerable de la administración López Michelsen se dejó el
precio de la leche al libre albedrío de las fuerzas de mercado,
libertad que no deja de favorecer nuevamente a los producto-
res. Actualmente la leche es un artículo de lujo que tiene un
mercado restringido desde las clases medias para arriba. Lo que
es claro es que ya los ganaderos lecheros tampoco pueden la-
mentarse de que existan trabas para que obtengan altas renta-
bilidades en su inversión, como sería el control esporádico de
precios que supieron derrotar en la práctica la mayor parte de
las veces, en detrimento de los consumidores.
143
Capítulo IV
A. Consideraciones metodológicas
2. Aquí se hace referencia a estudios que, entre otros, son: DANE-CIE. Con-
tribución al estudio del desempleo y DAÑE, Debate Agrario.
144
medida indirecta y no siempre exacta de las condiciones favo-
rables o desfavorables para los agricultores en la colocación de
sus productos en los mercados, en relación con todos los pro-
ductos de la economía, incluyendo, naturalmente, los agrícolas.
Cuando
se hace el estudio de precios relativos es necesario
tener en cuenta que éstos dan simplemente diferencias incre-
méntales entre los precios que se comparan, sin referirse explí-
citamente a los costos; es decir, los precios relativos no expre-
san necesariamente las condiciones del ingreso neto del sector
bajo consideración. Así, por ejemplo, el precio agrícola puede
aumentar más que el precio industrial en determinado período,
pero puede suceder simultáneamente un alza de costos (sala-
riales, por ejemplo) que neutraliza o sobrepasa el aumento de
los precios que dejan el ingreso neto del agricultor igual o re-
ducido en relación a la situación anterior de precios más bajos.
3. Se han tenido que dejar por fuera productos como soya y sorgo que se desa-
rrollan después del año base de 1958 y por ende tergiversan el índice ge-
neral en forma excesiva.
145
El caso opuesto, de bajas en el precio de los productos agrícolas
pero disminución de costos unitarios por efectos de baja de pre-
cios de alguno de los insumos (salario o crédito) o efecto pro-
ductividad, puede ser compatible con un aumento en el ingreso
neto de los productores.
146
paciones industriales que absorben un alto grado de insumos
agrícolas;
Dentro de la misma
agricultura, los cultivos comerciales,
de plantación y mixtos sufrirán un efecto mayor en sus costos
de producción con la devaluación que los cultivos tradicionales,
el café y la ganadería, dado que los segundos utilizan poca ma-
quinaria y otros insumos importados o fabricados con altos com-
ponentes importados.
Las diferentes ramas industriales también recibirán un efec-
to diferencial en sus costos por la devaluación: la metalmecá-
nica y la petroquímica, con relativos altos coeficientes de impor-
tación y que a su vez producen insumos agrícolas (maquinaria,
fertilizantes y agroquímicos) moverán sus precios en proporción
,
147
Enúltimo término, lo que queremos poner a prueba en este
capítulo son las hipótesis sobre "intercambio desigual", desarro-
lladas por la escuela tercermundista, entre quienes podemos in-
cluir a Samir Amín, Arghiri Enmanuel y Andre Gunder Frank,
fuera de compañeros de viaje de esta escuela como Emst Man-
del <^>, quienes no satisfechos con establecer el intercambio de-
sigual entre países lo han extrapolado al intercambio entre re-
giones de un mismo país, en lo que ha denominado como la teo-
ría de las "colonias interiores".
148
ción industrial la que produce y forja la industrialización del
campo; sin embargo, para estos ideólogos de las clases dominan-
tes vetustas, lo que sucede es exactamente lo contrario: un tras-
lado de excedentes que favoreció la industrialización urbana e
impidió la rural.
149
mentadas en este estudio de 1964 a 1971, una de las cuales es de
todos los cultivos (1925 en adelante) y la otra de cultivos sin
café (a partir de 1938). En la primera de ellas se hace notorio
que los precios agrícolas en relación con los industriales tienden
regularmente al alza, por lo menos hasta 1955. Mirada la serie
más detenidamente, hay un período de relativa estabilidad en-
tre 1930 y 1940, que se trasforma en alza cuasi permanente de
1940 a 1954. En este índice el café tiene ponderación que va del
30 al 60% del valor de la producción, dependiendo de los alti-
bajos que sufra su precio en los mercados internacionales, lo
cual introduce perturbaciones, puesto que el índice de precios
agrícolas está influido por condiciones externas. Por otra parte,
los bienes manufacturados de consumo importados mantienen
una participación importante en el total y sólo a partir de 1938
se empieza a aplicar un arancel más eficaz para la producción
manufacturera nacional en el mismo sentido de tergiversar
la relación entre industria y agricultura operan las, importacio-
nes de productos agrícolas las cuales alcanzan variada impor-
tancia a lo largo de estos años. Sin embargo, se tiene la eviden-
cia de que la agricultura no pudo surtir adecuadamente ni las
materias primas de la industria ni las subsistencias de la cre-
ciente población urbana del país, lo cual determinó, por una
parte, el alza tendencial de los precios agrícolas y, por otra, el
recurrir a las importaciones de estos elementos. Es posible que
las importaciones contribuyeran a impedir un desarrollo agrí-
cola con precios más elevados de los que efectivamente se die-
ron, aunque el alza presentó probablemente condiciones sufi-
cientes de acumulación de capital en el campo. En todo caso,
el proceso de desarrollo agrícola fue particularmente lento y
sólo empezó a completarse de 1955 en adelante, precisamente
cuando la coyuntura de desarrollo industrial se tornó recesiva.
En este momento todavía se importaban productos como algo-
dón, cacao y, a intervalos, alimentos en general. En 1960 el al-
godón ya surtía completamente el mercado interior, dando lugar
a excedentes que empezaron a ser exportados, al tiempo que el
azúcar empezó a generar exportaciones crecientes a partir de
1961; sin embargo, la consolidación de estas exportaciones sólo
"es el contenido de las crisis periódicas que gravitan sobre las economías preca-
pitalistas", Eduardo Nieto Arteta, "Nuestra Revolución Económica", Memoria del
ministro de Relaciones Exteriores, Imprenta Nacional, 1939.
150
Gráfico 4.1
110
100
90
80
70
60
50
40
1925 26 28 30 32 34 36 38 40 42 44 46 48 50 52 54 56 58 60 62 64 6ft 68 70 72 74 7677
9. Ver Capítulo 1.
151
Los efectos de la violencia se pueden situar en la fuerte alza de
1949-1951: una profunda dislocación de la producción que se dio
precisamente en momentos caracterizados por altísimas tasas de
acumulación, tanto industriales como agrícolas, y cuyos efectos
en el mercado interno fueron neutralizados un tanto con el más
alto nivel histórico de importaciones agrícolas registradas en
1950. base al índice 1953 = 100, las importaciones agrícolas
En
de 1950 alcanzaron a 122, mientras que en 1949 fueron 80.7, que
equivale a un aumento del 51,8% entre este y aquel año
152
está todavía profundamente influido por las condiciones de la
agricultura parcelaria (en productos como la panela, la yuca, el
plátano y el fríjol, y en parte el maíz y la papa) y habrá algu-
nas coyunturas cuando sus destacadas alzas o bajas tengan un
efecto de arrastre sobre todo el índice de precios agrícolas. Re-
sumiendo, el alargamiento del ciclo de precios agrícolas tiene
que ver entonces con la pérdida de importancia relativa de la
agricultura parcelaria y la extinción de las formas atrasadas de
producción de las haciendas frente a la creciente participación
de la agricultura capitalista en el conjunto, aunque la primera
forma de producción aun mantiene una influencia manifiesta
en las oscilaciones cíclicas.
A
nivel de los términos de intercambio agricultura-indus-
tria es claro que la primera se favoreció por lo menos hasta
1954 y que de allí en adelante la industria obtuvo mejores con-
diciones que en el pasado. Esto no significa, sin embargo, que
la ventaja sea total y permanente, porque se darán todavía al-
gunos períodos en que los precios agrícolas suben más acelera-
damente que los precios industriales, incluyendo entre los pri-
meros los de los cultivos comerciales. La oferta agrícola es ge-
neralmente rígida, en el sentido de que puede recaer sobre ella
una demanda adicional (proveniente del mercado interno o el
externo) y que, en consecuencia, sus precios alcancen altos ni-
veles en comparación a los altos precios de las manufacturas.
Esto no es sorprendente desde que la oferta manufacturera siem-
pre puede controlarse en mayor medida que la de productos
agrícolas. Aun en otro sentido, las características monopolísticas
de la industria colombiana ^^^^ harían más dificultoso que los
precios agrícolas de cultivos tradicionales y mixtos dentro de
una estructura competitiva se elevaran más rápido que los pre-
cios industriales y, sin embargo, esto es lo que precisamente ha
sucedido. Para los cultivos comerciales existe una instituciona-
lización de poderes mnopolistas en las asociaciones de producto-
res que confrontan monopolios industriales entre los cuales
se negocian acuerdos sobre cuotas y precios, lo cual explica en
parte la gran estabilidad de precios que demuestran estos cul-
tivos en relación con la industria. En ciertas ramas (casos del
azúcar y del algodón) la colocación en los mercados externos
ha servido para que sean los productores agrícolas los que ob-
tengan las condiciones más favorables, pues pueden introducir
en la negociación la presión de los precios internacionales (si
estos son superiores a los precios internos) y la de las divisas
153
que requiere la industriapara importar sus bienes de capital y
bienes intermedios, y que ellas contribuyeron a aportar. Esto
significaría que para los cultivos de la economía parcelaria las
condiciones institucionales no intervendrían en forma decisiva
sobre la formación de sus precios, sino que serían más bien pro-
blemas de oferta los que los afectarían, mientras que la estabi-
lidad misma de los precios de los cultivos comerciales está cau-
sada en parte por la organización institucional de compradores
y vendedores. Fuera de esto, los grandes volúmenes de crédito
subsidiado otorgado a los cultivos comerciales les permitiría ope-
rar con una estructura de precios más baja para sus productos,
a la vez que contribuiría a una oferta creciente.
Gráfico 4.2
1950 52 5 4 56 58 60 6 2 64 66 68 70 7 2 74 76 77
154
celaría. Frecuentemente se afirma que el problema es el de ine-
lasticidad de oferta, es decir, que los productores no reaccionan
ante los incentivos del mercado. Según Berry, "para los agricul-
tores que trabajan a pequeña escala la elasticidad podría ser
muy baja, o la curva de oferta podría ser muy baja, o podría ser
incluso inclinada hacia atrás" ^^^K
155
a. 1948-1952, como un ciclo de precios que tiene el máximo en
1950.
14. En 1949 seexportaron 5.4 millones de sacos y en 1950, 4.5 millones. XXVIII
informe del gerente del Banco de la República a la junta directiva.
156
lo cual, a pesar de la recuperación de la demanda efectiva, fue
suficiente para determinar una baja en los precios relativos agri-
cultura-industria de 12,9%, la más destacada de todo el período
1950-1972 ^^^K La baja de precios del año anterior fue neutrali-
zada en parte por el gran aumento de precios de los cultivos co-
merciales, lo cual hubo de tener indudables efectos en la futura
expansión que caracterizaría este tipo de cultivos. De esta situa-
ción se puede concluir que la oferta agrícola se recuperó en for-
ma más que suficiente en relación con la demanda efectiva,
habiendo superado los traumas de la producción, provenientes
de la adversa situación de orden público que dominaba la vida
rural del país. Como se verá seguidamente, la bonanza general
por la que empezó a atravesar la economía nacional aumentó su
ritmo ascendente, y la demanda efectiva que se derivó de ella
desfasó la oferta agrícola, conduciendo así a un alza de precios
mucho más acelerada que la ocurrida en industrias. La misma
baja de precios agrícolas presenciada sentó condiciones para el
posterior estancamiento de la oferta en los próximos dos años
y a la inversión de los términos de intercambio en favor del
agro.
que tuvo lugar durante la mayor parte del resto del ciclo. (Grá-
fico 4.3).
157
Gráfico 4.3
* '
'
1950 01 02 OS 94 09 06 07 08 09 60
.._VariacÍonts «n los precie* ralaHvosd* la ogrieulturo
(ttn cof«) industria.
^...Vorlooliffi toM daoofPbie.
En cuanto a la oferta agrícola, la situación aparece desequi-
librada. La
anterior baja de precios ha debido afectar negativa-
mente la inversión y por ende la producción subsiguiente. Nues-
tros índices de volumen físico de la producción agrícola mues-
tran tasas negativas así: 1953 2,6% y 1954— 2,2%, señalando —
una clara correlación inversa entre oferta y precios ^^^K
16. En esta corta etapa de alza de precios agrícolas todos los tipos de cultivos
contribuyeron, pero fueron los mixtos los que más influencia mostraron; en
los dos años obtuvieron un promedio anual de variación de 16,7%, seguidos por
los tradicionales que señalaron un alza promedio de 13,9% anual y, por último,
los comerciales, que marcan 5,6% de alza promedio para estos dos años.
159
Se puede observar una pequeña recuperación del índice de
precios relativos en 1956, lo cual puede ser expresión de que la
oferta agrícola no había aumentado en demasía; sin embargo,
los precios relativos volvieron a caer en 1957, siendo máxima su
reducción en 1958.
que bajan un 3,4%. El año siguiente muestra recuperación de los precios rela-
tivos de los mixtos y pérdida para comerciales de —3,6% y —
1,% de los tra-
dicionales. De allí en adelante los precios de casi todos los tipos de cultivo si-
guen en baja hasta 1958 y permanecen en ese nivel hasta 1960.
18. Luis B. Flórez, Algunas consideraciones para el estudio del ciclo económico
en Colombia. DAÑE, Mimeógrafo, 1973.
160
mentó la situación se complicaba. La situación inflacionaria que
desfavorecía los precios de la producción agrícola hacía mella
en su capacidad productiva y entonces sus precios entraban a
incrementar el nivel de la inflación general y aun a desbordar
el ritmo de incremento del nivel de precios industriales.
161
una clara correlación inversa con los movimientos de los precios
en ambos períodos. La oferta por tipo de cultivo se desempeñó
así: cultivos comerciales un elevado 13,3% como variación anual,
y una reducida variación favorable de precios de 1,7% anual,
mostrándose que no hubo correlación entre oferta y precios; los
cultivos tradicionales tuvieron una variación promedio anual de
0,0% en su volumen físico, mientras los precios relativos se in-
crementaron, como ya se ha visto, al 1,0% anual; finalmente,
los cultivos mixtos obtuvieron una variación promedio anual de
su volumen físico de 2,9% y un alza relativa de precios de sólo
el 0,3% anual. En los casos de cultivos tradicionales y mixtos
hubo un leve aumento promedio en la oferta, del cual se espe-
raría un aumento mayor de precios, pero que, confrontado con
la demanda efectiva, tampoco muy dinámica, arroja resultados
suficientemente coherentes. Los cultivos comerciales tienen, co-
mo ya se ha insinuado, mercados dinámicos; así, los cuatro gru-
pos industriales (alimentos, bebidas, tabacos y textiles) aumen-
taron su consumo intermedio a una tasa anual del 4,2% entre
1953 y 1960, siendo especialmente dinámica la rama de textiles,
que obtuvo una variación promedio anual en el mismo período
del 11,1%.
162
Cuadro 4.4
Ciclo 1961-1970.
Indicadores de demando efecttvo.
1960 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72
19. Alberto Corchuelo, Luis B. Flórez, "El sector externo y las fluctuaciones de
la economía" en Boletín Mensual, DAÑE, noviembre de 1971.
164
guíente Ya en
1964 el alza es generada por los tres tipos de
cultivos principales: los tradicionales con 34,2%, los mixtos con
26,0% y los comerciales con 16,4%, constituyendo incluso un
alza total más fuerte de la que se observó en 1954: mientras en
este año los precios relativos registraron un nivel de 124, en
1964 fueron de 146.3 (recuérdese que en 1954 hubo gran esta-
bilidad monetaria, a diferencia de los profundos desequilibrios
que caracterizaron a 1964, los cuales afectaron en especial la es-
tructura de costos industriales) Aún así, la espiral de precios
.
20. En relación con la participación de los precios relativos según tipo de ail-
tivo, el alza de 1961 es propulsada por mixtos (27,5%) y tradicionales
(19,2%); la baja de 1962, por los mixtos (—22,3%); el alza de 1963 vuelve
a ser efecto de los mixtos (29,7%) y los tradicionales (7>3%), siendo ligera-
21. La baja de precios entre 1965 y 1967 vuelve a estar gobernada por los cul-
tivos mixtos, pues la variación fue de un — 27,7% en 1965. En 1966 la va-
riación fue de 7,0% pero vuelven a registrar una relación de precios negativa
en 1967 con —2,3%. Es posible que haya una profunda mella en la capacidad
productiva de este tipo de cultivo, cuya producción física aumenta menos que
en los demás, de 1967 en adelante. Los cultivos comerciales muestran nueva-
mente su peculiar estabilidad, pues ganan 9,7% en 1965 en su relación con los
precios industriales, registran ui.a variación de —10,4% en 1966 y — 5.1% en
1967. Los tradicionales pierden en cada uno de estos años, y la baja no al-
canza a ser compensada por la destacada alza obtenida en 1964 (pérdida de
— 24,5% en estos tres años y un alza de 34*2% en solo 1964, a lo cual se puede
añadir la de 1963, que fue de 7,3%).
166
vación que se pusieron en marcha a partir de 1966 mejora-
miento gradual de los precios internacionales del café, que ganó
firmeza sólo en 1970^^^^; la política cambiarla se estabilizó, impi-
diendo las devaluaciones bruscas que quedaron sustituidas por
un encarecimiento gradual de la tasa de cambio que permitía un
cálculo económico anticipado a los empresarios y evitaba las
olas especulativas con inventarios importados.
Esta demanda
efectiva realzada se enfrentó, sin embargo,
a una oferta agrícola también en expansión. Nuestro índice fí-
sico agrícola registra incrementos de 14,0% en 1968, una expan-
sión moderada en 1969 de 1,5% y un 3,0% en 1970
23. Los precios internacionales del café fueron: US$ 0.42 en 1967, US$ 0.43 en
1968, US$ 0.45 en 1969 para aumentar a US$ 0.57 en 1970.
24. El índice fue determinado en especial por los cultivos comerciales (26,4%
de variación agregada) y menos, por los mixtos (10,8%, como suma de las
167
Se puede afirmar que en este período se consolidó la baja
que parte de 1965 y esto, al parecer, afectaría definitivamente
la oferta agrícola para el próximo ciclo iniciado en 1971 con un
alza continua de precios agrícolas, que se extiende por lo menos
hasta entrado 1974. Si anteriormente la baja de precios no había
sido tan destacada como para determinar un estancamiento de
la oferta agrícola, especialmente en lo que respecta a cultivos
mixtos y tradicionales, ahora las últimas bajas de precios sí
afectaron la capacidad productiva de los agricultores, que con-
traerían su oferta, lo que conjugado con una demanda efectiva
acrecida determinará la nueva espiral de precios que volvió a in-
vertir los términos de intercambio en contra de la industria y
en favor de los agricultores.
Se han analizado con algún detenimiento los diferentes mo-
mentos del ciclo 1961-1970, lo cual permite sintetizar así los resul-
tados obtenidos:
pierden — 12,9% entre 1968 y 1970. En esta ronda de precios, los cultivos tradi-
dónales iian sido los más afectados por la baja y los mixtos han dejado de variar
tan agudamente como en el pasado.
168
anual durante el del 3,5%, o sea claramente favorable,
ciclo,
que contrasta con el 0,3% del ciclo 1953-1960; los tradicionales
obtuvieron un promedio de variación favorable de 3,0% anual,
a diferencia del 1,0% del ciclo anterior; los comerciales alcan-
zaron a ser ligeramente desfavorecidos, con una variación pro-
medio del —
0,4% anual, contra una favorable de 1,7% en el
ciclo anterior.
169
variación promedio anual del 6,5%, inferior en poco más de la
mitad a la del período anterior, lo cual puede reflejar que el
mercado de estos productos estaba llegando a un punto de sa-
turación; las exportaciones, ya se ha visto, entraron a ser im-
portantes en forma creciente a partir de 1966. Es indudable que
la inserción de este tipo de cultivos en el mercado mundial sir-
vió para que sus precios no bajaran más de lo que lo hicieron.
Los cultivos tradicionales obtuvieron una variación promedio
anual estimada de su producción del 3,0% anual, superior a la
del período anterior que fue incluso nula, mientras que su rela-
ción de precios, como ya se vio, terminó siendo favorable para
los mismos (3,0% anual). Finalmente, los cultivos mixtos ob-
tuvieron una variación promedio anual de su producción de sólo
2,2% y fueron los que más obtuvieron ventaja en su relación de
precios con la industria (3,5%).
170
Gráfico 4.6
.
29. El empleo en 1972 debió crecer más de un 3,5% en relación con 1971, o sea
172
sobre el alto nivel alcanzado en 1970 y lo consolidó aun más
para 1973 con cerca del 9%, lo cual sin lugar a dudas, contribuyó
a que Manizales fuera una de las ciudades más caras de Co-
lombia. En términos de medios de pagos puestos a circular (que
da una medida de las presiones inflacionarias existentes) el ,
30. El cambio más destacado fue causado en 1971 por los cultivos tradicionales,
que aumentaron 28,8% en sus precios relativos; en 1972, los mixtos aumen-
taron 16^%. En ambos años los cultivos comerciales alcanzaron a tener pérdi-
das de cerca, del — 1,0%.
31. Sin embargo, en los cultivos mixtos subieron el maíz y el trigo.
173
El alza internacional de precios de materias primas en el
mercado mundial se detuvo a fines de 1974 y hubo bajas irre-
gulares durante 1975, lo cual contribuyó a que el Sector comer-
cial de la agricultura tuviera curiosos altibajos en su producción
y precios. Como era de esperarse, condiciones inestables de pre-
cios conducen a condiciones volátiles de inversión. El receso in-
dustrial y de la economía en general no se hizo esperar y tocó
fondo en 1975 <^>.
33. Ver del autor el trabajo "Auge y receso del capitalismo en Colombia", en
Ensayos sobre el desarrollo del capitalismo dependiente, Editorial Pluma, Bo-
gotá, 1977.
34. Revista Coyuntura Económica, Volumen VII, N- 2, agosto 1977, pp. 11 y 12.
174
vida se mantuvo relativamente estable a partir de julio de 1977,
pero con perspectivas de nuevas alzas para fines de año, cuando
las cosechas principales ya han salido y han sido consumidas
en su mayor parte. La disminución de los salarios reales de
los trabajadores del país fue tan grave, sobre un período de
más de 6 años de contracción salarial, y más aún agravada por
la política oficial de congelación salarial como medida antiin-
flacionaria básica, que el paro cívico nacional del 14 y 15 de
septiembre de 1977 conmovió toda la actividad económica y
política a todo lo ancho y largo del país con la consigna princi-
pal de exigir un alza general de salarios del 50%, que el go-
bierno se negó a otorgar, recurriendo exclusivamente a un alza
del salario mínimo que no compensa los ingresos de la mayor
parte de los trabajadores del país.
175
—oy U
O
o
Cuadro 3-A
Variaciones en indicadores del ciclo agrícola
1951-1972
Variación
o
promedio 6.0 6.1 0.9
1 1
11. 1.0
1971 8.0* 6.2 2.7 1S 8 0 8 6.8
1972 9.6* 3.3 8.8 8.9 13.4 23.4
1973 8.9 3.1 16.4 7.9 0— — 5.6
1974 5.6 3.5 — 17.3 15.6 13.2 — 9.3
1975 2.8 7.3 1.4 15.2 — 6.6 7.8
1976 11.0 2.8 63.5 10.3 6.4 — 8.6
Variación
promedio 7.6 4.4 12.6 12.2 4.2 2.4
Estimados.
Fuentes: (1), (2) Cuentas Nacionales, Banco de la República. (3) Cuadro 3,6:
(4) Cuadro 2.5; (5) Cuadro 3.C
Cuadro 3-B
1951 22 6 11 7 30 0
0\j.\j 90 9 3 7 — 14.2
1952 7 1 2 7 16 7
XU. 1
133 6 — 18.7
Variación
promedio 14 8 7 2 23 3 3 5 14 — 16,5
1953 — 3 3 10 6 5 7 3 3 1 14.4
1954 16 3 6 8 4 5 4 3 24 7 19.0
1955 — 4 4 0 0 10 9 33 18 — 20.2
1956 8 3 3 0 43 3 6 10
X V 12.1
— —
•
1957 2 7 1 3 6 0 2
^ 1
X 6.0
— —
•
1958 14 0 3 1 Q 2 9 0 197
X^. 16.0
—
1
1959 67 6 2 6 7 5 0 6 X 0
1 .V/ 5.5
1960 0 7 10
X V • 2 6 0 9 3 8 2.4
Variación
promedio 13 3 0 fí 1
X. 7
i 1 0 0.3
1961 11 0 7 4 18 0
X ^ v/ 2 5 19
X«7 2 27.5
—
•
1962 10 4 2 2 28 4 0 Q 2 8 22.3
1963 — 7 3 0 2 12 4 6 Q 7 3 29.7
1964 — 2 5 3 4 16 4 34 2 26.0
1965 7 9 12 0 171 .v/
X 0 Q 7 19 7 — 27.7
1966 14 0 7 c;
3 4 10 4 Q R 7.0
1967 5 4 S 3 0 R 1 2 3 — 2.3
—
'S
1968 19.2 0 5 4X ^
2 3 4X 4.0 2.9
— —
• XJ •
177
sería el caso para las actividades industriales y agrícolas. Si la
ganadería que predomina en el país es extensiva, entonces ocupa
una escasa mano de obra y su utilización de insumos técnicos
es limitada. En consecuencia, las variaciones en los precios de los
insumos tendrán un efecto también limitado en la estructura de
costos y ésta no será una variable determinante en los precios
del ganado. Lo determinante será entonces la confluencia de la
oferta y la demanda (interna y externa) que dan lugar a un
precio que puede ser considerado como una variable indepen-
diente en el proceso productivo ganadero.
37. Los índices de precios del Gráfico 4.7 fueron tomados de Albert Berry, quien
utiliza el concepto de precios relativos de ganado, el cual consiste en un
cociente del índice de precios de ganado sobre un índice de precios no-agrícolas.
El índice de precios utilizado en el Gráfico 19.8 es distinto en que el índice
de precios de ganado se deflacta por el índice general de precios de mercado.
Mientras la categoría de precios utilizada por Berry hace resaltar los términos
178
y de 1954 en adelante, oscilaciones de aproximadamente siete
años de duración (gráfico 3.1,3.2) de bajas y alzas en los precios.
En años de 1938 a 1954 se encuentran delimitadas, a
los 17
su vez, dos etapas (ambas de crecimiento general de precios re-
lativos pero con diferencias cualitativas en las alzas) alza mo- :
39. Ibid.
179
ción se invirtió un tanto y los precios entraron a fluctuar según
las condiciones generales de un mercado aproximadamente equi-
librado.
180
181
.
182
de precios bajos. Es decir, la elasticidad de la oferta en relación
a los precios es negativa y existe una adaptación inversa al
precio.
1. El ciclo I, 1950-1957
183
Gráfico 4.8
184
notándose un ligero desfase entre el punto máximo de oferta
(1964) y el mínimo de precios (1963).
185
la veda de agosto de 1972, que tuvo como efecto principal res-
tringir el consumo que hasta junio había descendido en un 6,7%
con relación a los primeros seis meses del año 1971. Es decir que
la expansión tan grande que hubo en la oferta se detuvo y em-
pezó una contracción cuya extensión e intensidad no se conoce
bien hasta el momento. Esto indudablemente tendrá efectos en
los precios cuando la demanda efectiva, interna y externa, con-
fluyan sobre una oferta que está en proceso de contracción.
186
5. El mecanismo de variaciones en la oferta de mediano plazo
en el ciclo
187
Los precios en descenso afectan primero la ceba, que de-
manda menos animales levantados y por tanto caen sus precios,
arrastrando consigo los precios de la cría. Los criadores y levan-
tadores ven malas perspectivas futuras para el rendimiento de
sus capitales y especialmente los primeros se encuentran ante
el hecho de que la situación de mercado expresa que existe un
exceso de reproductoras, parte de las cuales son vendidas en-
tonces para el sacrificio.
188
Las variaciones del degüello de hembras en los cuatro ciclos
conforma adecuadamente la hipótesis expuesta. Con ligeros des-
fases, siempre se cumple que a precios reales en ascenso se da
el efecto contrario en la proporción de vacas destinadas al sa-
crificio y viceversa. Durante el último ciclo comenzado en 1970,
el degüello de hembras continuó ascendiendo al comienzo del
alza pero con una inclinación menor, y durante la primera mitad
de 1972 empezó su descenso en forma paulatina (41,1% hasta ju-
nio). Que esto haya sucedido así, implica que la retención de
hembras, característica de las fases de altos precios de todos los
ciclos anteriores, apenas ha comenzado. En la medida en que
se profundice esta tendencia habrá mayor contracción de la ofer-
ta de ganado vacuno para reconstruir el hato.
e. Conclusión
189
dicionales y mixtos se ha observado que sus condiciones frente
al mercado no son propicias para llevar a una oferta adecuada
üe sus productos. Aun tratándose de los cultivos comerciales se
observa que han tenido lugar algunas etapas de alzas agudas
de precios, como la que se está viviendo actualmente, lo cual
junto a las consideraciones anteriores no permitía aceptar la
argumentación del intercambio desigual entre industria y agri-
cultura. La evidencia mostrada por el análisis del ciclo de pre-
cios no es la de oscilaciones a lo largo de una línea en descenso;
más bien se puede colegir que ésta tiende ligeramente hacia
arriba. En efecto, la sumatoria de los promedios que resultaron
de los ciclos analizados — empate en 1952-60, favorable a la agri-
cultura de 1961-1970 y el ciclo 1971-76, transcurrido durante el
cual los precios agrícolas subieron mucho más aceleradamente
que los industriales da una ventaja final para la agricultura.
190
Las tesis de intercambio desigual fueron desarrolladas pri-
mero en relación con el comercio internacional, en una división
entre países industrializados y países agrícolas. El posterior
traslado mecánico de esta tesis a las relaciones campo-ciudad
en los países atrasados, y la afirmación de una presunta ventaja
de la industria sobre la agricultura, debió ser considerada más
bien una hipótesis que una verdad que no necesitaba corrobora-
ción empírica. Se cree haber detectado algunas fallas en la hipó-
tesis, que pueden hacerse extensivas al análisis del comercio
internacional, especialmente a la necesidad de elaborar series
largas de precios, en base a índices más precisos y teniendo en
cuenta, además, cambios en la productividad de los productos
que se intercambian.
191
Capítulo V
A. Introducción
192
nos cultivos que en otros. Los cultivos denominados mixtos y el
café muestran una creciente concentración de la producción y
la tierra, que no es tan evidente dentro de los cultivos tradicio-
nales, con la excepción de la caña para panela en el que ya
existen, como en todos los cultivos denominados mixtos, capas
constituidas de campesinos ricos, medios y pobres. La perma-
nencia de lo que se denomina como "agricultura tradicional" co-
rresponde a la incapacidad de la agricultura empresarial de
competir en el mercado con campesinos que producen aun por
debajo del salario medio, sin inversión apreciable de capital (re-
lativa), sin tener que contabilizar altas rentas de la tierra, y
con un número muy extenso de unidades de producción. Las
parcelas constituyen, así, tanto sitios de habitación como uni-
dades de producción que son importantes para la subsistencia
campesina en los períodos del ciclo agrícola cuando es laxa la
demanda por su mano de obra.
Por otra parte, es evidente que las viejas formas de explo-
tación del trabajo —
renta en servicios, terraje, pequeño arrien-
do en especie y dinero, aparcería, etcétera —
han venido desa-
pareciendo bajo el impacto del desarrollo capitalista, proceso
también agilizado por una legislación que prohibe las formas
atrasadas de la explotación del trabajo y que ha tenido efectos
al introducir las formas modernas de explotación salarial. Esto,
ya se ha visto, se manifestó claramente en el análisis de los cen-
sos agropecuarios, con el acelerado descenso de los arriendos
pequeños. •
193
mero de personas totalmente dependientes de un salario para
su subsistencia aumentó en más de 170.000, llegando a ser, en to-
tal, de cerca de un millón de personas, o sea cerca del 41% de
la población rural económicamente activa en 1964. De la otra par-
te de la población rural activa, la mayoría conformada por campe-
sinos parcelarios (trabajadores independientes y ayudantes fami-
liares, según la definición censal), más de una tercera parte,
según Albert Berry <2>, derivaban parte muy apreciable de sus
ingresos del jornaleo. Esto significaría que en 1964 más de dos
terceras partes de la población activa rural del país dependía
total o parcialmente del trabajo asalariado para asegurar su
subsistencia.
194
de la cual quedan excluidas prácticamente las mujeres ^^K Aun
así, la tasa ae aesempleo piomedio en el campo era, según lo
aquí calculado, ae cerca ael 25% en 1971 (ver Cuadro 5-C), lo
cual significaría que si existiera una participación más activa
de la fuerza de trabajo lemenina, revelaría que más de una
tercera parce de la población rural en capacidad de trabajar
está efectivamente parada.
195
Boserup, puede conducir a serias malinterpretaciones si se
toma en forma exclusiva.
196
Gráfico 5.1
1.8
EFMAM JJ I97I
ASONO
ganadería en pequeña escala permite mantener la fuerza de tra-
bajo parcelaria más uniformemente ocupada durante todo el año
que las mismas explotaciones empresariales. De
estas conside-
raciones, que abstraen la productividad del trabajo, se conclu-
ye, paradójicamente, que más subempleada puede estar la fuer-
za de trabajo asalariada que la fuerza de trabajo parcelaria.
197
—
Cuadro 5-A
Demanda estimada de trabajadores según tipo de cultivos
Tipos de culti-
vos y actividad 1950 %
rrf
1960 % 1971 %
TOT A T 1 9Q1 ü iUU,U i.oyo.u nn n
iUU,U
1
l.Orto.Z
198
del algodón (de 65.000 trabajadores a 115.000), la soya, el sorgo,
y finalmente el azúcar, pero la tasa de crecimiento del empleo
se redujo a sólo 1,9% anual en total en este tipo de cultivos
(Cuadro 5.B).
Laestacionalidad de los cultivos comerciales es, por lo ge-
neral, muy aguda. Con la excepción de la caña de azúcar, que
en 1970 requería 25.000 hombres permanentes (hay corte du-
rante todo el año), los demás cultivos muestran gran variabili-
dad en sus demandas mensuales por hombres. Las demandas
de este tipo de cultivos pasan, en su conjunto, de 385.4 miles de
hombres en diciembre a 130.000 en agosto y 58.4 miles en febre-
ro (Cuadro 5.3). Sólo el algodón requiere de 260.000 a 300.000
hombres en la costa norte, durante los meses de diciembre y
enero. Esta estacionalidad requiere que la fuerza de trabajo del
campo tenga una movilidad considerable, con la correspondiente
alternativa de desocupación durante una parte del año. Gran
parte de la afluencia de este tipo de trabajadores proviene de
ciudades grandes y pequeñas lo cual hace resaltar que la
fuerte demanda en un momento dado absorbe todas las reservas
regionales, y se hace necesario recurrir a "importaciones" de
mano de obra. Un estudio del INCORA sobre demanda estacio-
nal de mano de obra por regiones muestra que solo algo-
dón en la costa causa un influjo externo de más de 200.000
hombres en diciembre.
b. Cultivos tradicionales
199
de 1960 a 1970 el incremento anotado se debe sobre todo a la
panela, pero éste puede ser en parte aparente, pues la nueva
superficie en caña ha podido ser desarrollada por empresas co-
merciales con una productividad mucho mayor, con menor de-
manda de hombres. En el mismo período los demás cultivos del
subgrupo aumentaron su área, pero en forma poco apreciable.
La tasa de crecimiento del empleo aumentó en el estimado al
1,9% anual en esta década, lo cual puede indicar una disminu-
ción relativa de la migración hacia las ciudades, como lo insi-
núan los informes preliminares del censo de población de 1973.
La productividad del subsector estuvo estacionada durante
todo el período, y aparentemente disminuyó ligeramente en re-
lación con el nivel de 1950. Esto significaría que parte del em-
pleo generado se debió a la productividad decreciente, lo cual
no es de extrañar dados los problemas de fragmentación de la
propiedad, erosión, etcétera, que afectan a las explotaciones par-
celarias.
c. Cultivos de plantación
d. Cultivos mixtos
En
los cultivos mixtos se observa el efecto que tienen los
cambios en la productividad sobre el empleo. De un 25% del
empleo total que este subsector absorbía en 1950, pasa al 21,6%
en 1960, y al 14,5% en 1970, habiendo incluso una disminución
de trabajadores requeridos, a partir de 1960. Así, la tasa de cre-
cimiento del empleo fue muy baja de 1950-1960 (0,65% anual)
—
y se tornó negativa ( 1,3% anual) de 1960 a 1970. Los despla-
200
zamientos más destacados tuvieron lugar en maíz, papa y trigo,
mientras que el tabaco se mantuvo relativamente estático en
relación con su mano de obra empleada. Esto tiene que ver con
el hecho de que una creciente parte de la superficie cultivada
ha sido ocupada por empresas comerciales: alrededor del 30%
de la superficie maicera, cerca del 60% en la papa y el trigo,
aunque en este último hay que tener en cuenta un descenso ver-
tical en la superficie sembrada, como resultado de la competen-
cia extranjera en el mercado nacional.
e. Café
201
En intermedio, las demandas por mano de obra se mantienen
el
entre 220.000 y 275.000 trabajadores, esencialmente en desyerbes
y labores de cultura de los cafetos.
f. Ganadería
202
Cuadro 5-B
Cuadro 5-C
(Miles de personas)
I OFERTA:
Población rural económicamente
activa 1.995.0 2.303.0 2.625.7
Empleadores (no trabajadores) 139.6 147.4 168.0
Fuerza de trabajo 1.855.4 2.155.6 2.457.7
Gráfico 5.2
o/o PEA
SO
40
30
20
^"
10 Desempleo promedio
Desempleo en demanda pico (Diciembre)
Desempleo en demanda mínima (A(josto)
204
Si los resultados del censo de 1973 señalan por lo menos la
tendencia real de la PEA en la agricultura, tendríamos que ha-
bría para 1976 una relativa escasez de mano de obra en el campo,
en particular durante los meses de demanda pico, exigiendo un
traslado proporcionalmente mayor de trabajadores que residen
en las ciudades para recoger las cosechas de café y algodón. Esto
significaría que el despoblamiento del campo ha sido de tal mag-
nitud que ya se empieza a producir una escasez de brazos, por
lo menos estacional para las tareas agrícolas. El hecho de que
los salarios rurales hayan tendido al alza real durante los últi-
mos años guardaría coherencia con tan importante fenómeno.
Esto significaría también que la tasa de desempleo estimada por
nosotros para 1970 estaría sobrevaluada y de que en el mes de
demanda pico habría un verdadero déficit de mano de obra. En
términos promedios habría una tasa de desempleo positiva, pero
también mucho menor que la estimada, mientras que durante
los meses de demanda mínima la tasa de desempleo seguiría
siendo relativamente alta. En todo caso, los resultados del censo
de población de 1973 nos parecen poco confiables y habrá que
esperar a que se presenten resultados sobre una muestra más
completa para llevar a cabo unos cálculos más coherentes sobre
empleo y desempleo en el campo colombiano.
205
posible que estas circunstancias de orden público hagan que el
salario sea más alto en las zonas afectadas.
206
lentamente, mientras que gran número de la población rural
más joven abandona sus lugares de origen, impidiendo así una
baja pronunciada de los salarios.
Cuadro 5-D
Evolución de los salarios nominales * rurales, por departamentos
1950-1960-1970
a 9t^ 7 o R9 K
Z.OU 0 1 0 DZ O
rxiiaritico Z.DU 7 4. fin Q
y A
rt D«3 O
JD01lVd.r 9 f^n
Z.OU 7 O.oU D 91 nn
Zi.UU q
o 00
fifi A
9 1n Q on a 7
ijoyaca y Q
o i 7 .yu
1
í D ou f
207
no lo es tanto porque incluye
los gastos de trasporte de gran
parte de la mano de obra que
explota. Otras regiones, tales co-
mo Boyacá, Antioquia y los Santanderes, cuentan con sobre-
abundancia de trabajadores, un tanto disminuida por la emigra-
ción, que permite por lo menos que los jornales agrícolas no des-
ciendan, y que en algunas de ellas, como en Boyacá, tengan un
alza relativa.
Según el INCORA,
zona 1 presenta un pronunciado dé-
la
ficit de mano de obra durante los meses de enero, septiembre.
208
octubre y diciembre (Gráfico 5.4), En
1969 el jornal promedio
de la zona fue de $ 19.80, o sea el más
alto del país, pero, sin
embargo, los otros seis meses del año presentan variados grados
de desempleo, que van entre 100.000 y 10.000 personas, con dos
meses de un relativo equilibrio entre oferta y demanda de fuerza
de trabajo. El INCORA deduce una tasa de desempleo promedio
de 0,3%, pero las consideraciones sobre estacionalidad demues-
tran cuán insuficiente es la categoría de desempleo para descri-
bir una situación de paro de gran parte de la fuerza de trabajo
durante la mitad de los días laborables del año. Los datos cen-
sales indican que mientras Atlántico y Bolívar perdieron pobla-
ción económicamente activa en la agricultura entre 1951 y 1964
(de 3.124 y 22.291 personas, respectivamente), Magdalena tuvo
una absorción neta de más de 31.000 personas, en lo cual ha de-
bido influir la apertura del ferrocarril del Atlántico en 1955, co-
mo también la alta tasa salarial que registra este departamento
(incluida su posterior subdivisión, El Cesar).
Gráfico 5.4
o/o
600
550 — Demanda
— Oferta
:
500
2 450
S
°- 400
u
^ 350
300
250
200
M M J i O N
1969
Fuente. INCORA.
209
demanda de mano de obra familiar parcelaria. La ganadería
absorbe cerca del 30% de las demandas, a pesar de que se re-
quieren pocos jornales por cabezas de ganado.
Gráfico 5.5
200 i ' I
III
EfMAMJJASOND ' 1 I
1 969
fuente: FNCORA.
Gráñco 5.6
211
pleo varía en intensidad, siendo especialmente agudo durante
agosto, cuando se presentan más de 100.000 desempleados. Entre
1951 y 1964 hubo una emigración rural de la zona, de cerca de
10.000 personas, lo cual contribuye a explicar que el jornal agrí-
cola de esta región sea el segundo más alto del país, con $ 18.50.
Los cultivos que demandan más mano de obra son el café, en
explotaciones por lo general grandes, el maíz, la caña, el tabaco,
el sorgo y la soya, de los cuales sólo en unos cuantos tiene par-
ticipación apreciable el campesinado parcelario (en especial ta-
baco). La ganadería absorbe el 8,1% de la mano de obra deman-
dada. El alto salario de la zona III debe reflejar también, espe-
cialmente en Norte de Santander, las demandas de mano de obra
en la zona limítrofe con Venezuela, observándose que existe una
gran movilidad a través de la frontera entre ambos países.
212
dalena y las lecherías de la sabana de Bogotá y partes altas de
Boyacá.
Gráfico 5.7
I . I 00
o
c
o
(A
w
a>
Q.
<D
•O
Oi
Kuenle: INCÜRA.
213
•
Gráfico 5.8
Demanda de mono
de obra en el sector
agropecuario Z ona V- Cauco, Nariño y Valle.
1969.
500 I
I
450 -
E
....
FM A M J
.
J A
I t
S
. i
ü
i
N
—— —
I
ü
1969
Fuente INCüRA.
214
G. La juerza de trabajo rural y sus ingresos
1. Un nivel mínimo de
subsistencia que permita la reposición
de energía por parte del trabajador;
2. La situación de oferta y demanda de brazos; y
3. La capacidad organizativa de los trabajadores.
7. Además, en la medida en que una región entra a ser dominada por los cul-
215
ha disminuido relativamente, pero sigue existiendo gran reserva
de trabajadores, en unas zonas más que en otras, dispuestos a
asalariarse; durante la etapa de jornada pico y cuando las re-
servas humanas del mismo campo
se agotan, llegan grandes
ejércitos de trabajadores urbanos o de otras regiones, lo cual
permite algún alza de los salarios, que se neutraliza por la bre-
vedad de la temporada. Finalmente, la misma estacionalidad
del trabajo agrícola y las grandes movilizaciones que caracteri-
zan a este mercado, hacen que sea difícil para los trabajadores
organizarse y conseguir mejores condiciones de trabajo.
Gráfico 5.9
160
Salario defh (Otado por índice y
150 obreros.
costo de vi<íq
140
120
lio ^^^^^
100
90
80
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
216
diario incluso tendió a la baja (Cuadro 5-E, Gráfico 5.9), pero
de 1960 a 1970 se produce un alza relativa que puede ser indi-
cativo de que la migración ciudad-campo había menguado las
reservas laborales del agro. La baja relativa en la tasa de mi-
gración que arroja el censo de población de 1973, guarda cohe-
rencia con estas apreciaciones; si se considera además que el
creciente desempleo urbano vivido en la década del 60 detuvo
el aflujo de nuevos migrantes, se deducirán unas condiciones
restrictivas a la migración urbana en ambos polos del campo
que se analiza: aumento del empleo y salarios rurales, y au-
mento del desempleo y disminución de la capacidad urbana pa-
ra recibir nuevos migrantes. Si se compara 1950 con 1970, se
notará que el salario real aumentó en 17,7% en 21 años, lo cual
indica que la situación de oferta y demanda de mano de obra
se empezaba a tornar menos desfavorable para los trabajadores.
Sin embargo, el crecimiento desacelerado de la demanda de
mano de obra de los cultivos comerciales, y la franca reducción
en los cultivos mixtos hace pensar que nunca se alcanzará una
situación en la que el salario rural tenga alzas más favorables
para los trabajadores, que obedezcan a una situación de pleno
empleo de la fuerza de trabajo disponible.
Es conocida la relación que existe entre el nivel de los sa-
larios en el campo y la mecanización. Si aumentan los jornales
para la recogida de la cosecha de algodón por encima de cierto
punto, los empresarios tenderán a utilizar más cosechadoras
mecánicas, las cuales pueden hacer el trabajo de 250 trabajado-
res al día Hasta el momento, el gobierno ha impuesto obs-
táculos a la importación de este tipo de maquinaria pero la
perspectiva para los recolectores es de que existe cierto límite
en sus salarios, que de sobrepasarse conduciría al desplazamien-
to tecnológico masivo de la mano de obra. Así también la in-
troducción de cosechadoras de arroz ha hecho que las labores
de cultivo requieran muy poca mano de obra relativa a las ne-
cesidades que imponían las viejas formas de producción.
9. Ibid.
10. ICA, INCORA, Banco Ganadero, Fedealgodón, SAC, Caja Agraria, Pla-
neación Nacional, Fondo Financiero Agrario, Los insumas agropecuarios en
Colombia. Tomo I, pág. 119.
217
Cuadro 5-E
11. Lauchlin Currie, Desarrollo económico acelerado, los fines y los medios,
F. C. E. Ver además, capítulo V de este trabajo.
218
tivos ascendentes de los insumos técnicos sean rentables en re-
lación con la productividad y el valor recaudado por el que los
utiliza. Esto explica en parte (a pesar de que la agricultura
comercial intercambie en términos desfavorables con las indus-
trias productoras de sus insumos, o con sus importaciones) por
qué ha tenido lugar una tendencia ascendente hacia la utiliza-
ción de más y más insumos técnicos en la producción. Si bien
algunos de ellos han permitido la roturación de nuevas tierras
y la mayor producción por hectárea, lo cual ha incidido en au-
mentar la mano de obra demandada por la agricultura comer-
cial, por otra parte otros insumos como los matamalezas y las
recolectoras son desplazadores netos de mano de obra, especial-
mente si se trata de producción que compita con los campesinos
parcelarios, o con cambios técnicos que reduzcan la demanda
de mano de obra en la agricultura comercial. En suma, así es
difícil concebir una situación de pleno empleo de la fuerza de
trabajo rural en el futuro.
La
situación anterior se refleja en el hecho de que la par-
ticipación de la remuneración del trabajo en el PBI agropecua-
rio ha venido en descenso del 37,7% en 1950 a cerca del 24%
en 1974 (Cuadro 5-F), decremento que manifiesta el lento desa-
rrollo del salario agrícola, unido a un incremento notable en la
productividad del trabajo. Estos dos fenómenos vuelven a ma-
nifestarse si se consideran conjuntamente dos índices de cre-
cimiento de la remuneración al trabajo y el PBX agrícola. Mien-
tras la remuneración al trabajo aumentaba un 46,3% entre 1950
y 1974, el FBI agrícola aumentaba en 131,7% (2,8 veces más
rápido) o sea que el ingreso neto de propietarios y empresarios
aumentó su participación tanto en el producto como en el in-
cremento del producto. Esto puede relacionarse con una parti-
cipación creciente, tanto de las rentas de la tierra como de las
ganancias del capital en el producto, ambos a su vez ligados a
aumentos en la productividad del trabajo muy superiores al del
precio del mismo. Es decir, el auge de la productividad del tra-
bajo ha impulsado una ampliación considerable del ingreso neto
total agrícola, mientras que su participación disminuía en pro-
porción al avance de las rentas y ganancias en ese producto.
12. En 1935, según Berry, el salario rural era un 37,2% del salario urbano,
mientras que en 1967 la relación fue del 22,9%. En 1977 la relación debe
estar alrededor del 50%.
219
Cuadro 5-F
220
de salarios urbanos más altos. Por otra parte, la productividad
ha aumentado tanto en la industria como en la agricultura, sien-
do probable que los aumentos obtenidos en la industria hayan
sido mayores que los de la agricultura. Esto estaría señalando
que la industria pudo pagar un nivel mayor de salarios, dada una
presión organizada de la fuerza de trabajo, sin lesionar sus
márgenes de ganancia y aun vender su producción a precios re-
lativamente menores que los de la agricultura. Es decir, hasta
el momento no se encuentra un traslado de unos salarios por
otros.
221
Cuadro 5-G
222
trabajo en el campo, como ya lo anotamos, tiende a caracterizar-
se por la escasez. Aun así, las ganancias y rentas de los capita-
listas agrarios y de los terratenientes se incrementaron más de
la cuenta y no fueron erosionados por el alza de salarios rura-
les, ya que los altos precios y los negocios de exportación permi-
tieron inflar el ingreso neto de los propietarios de los medios
de producción en el campo colombiano.
Según un estudio de 1976, de César Jaime Gómez llevado
a cabo en las regiones algodoneras del Cesar y en el Valle del
Cauca, el proletariado rural no está sometido más que a la cruda
ley de la oferta y la demanda porque las leyes que supuesta-
mente protegen al trabajador de la expoliación del capital no
se aplican en el campo colombiano. En efecto, las reivindicacio-
nes que han logrado los trabajadores colombianos a lo largo de
muchos años de lucha y que se consagran, aunque sea de ma-
nera incierta, en el código laboral, tienen un alcance extrema-
damente limitado y es como si no existieran en la regulación
de las relaciones entre capital agrario y jornaleros rurales. Los
datos encontrados por Gómez y confirmados por otras investi-
gaciones muestran que precisamente en regiones de más
las
avanzado desarrollo capitalista del país, la jomada de trabajo
diaria es de 10 a 12 horas, el salario no está convenido sino de
acuerdo a la cantidad de producto sembrado, cosechado o cor-
tado que alcance cada trabajador (al destajo), la jornada se-
manal sobrepasa en tiempos de cosecha las 72 horas y no existe
pago de horas extras, ni feriados, ni primas y cesantías. Muchas
veces existen serias arbitrariedades en la pesada o la evaluación
del trabajo llevado a cabo que es realizada unilateralmente por
el patrón. Se producen despidos automáticos sin compensación
bajo cualquier brote de "indisciplina", que equivale generalmen-
te a intentos de organizar sindicalmente a los trabajadores. Se
utiliza el ejército, especialmente en las regiones del Cesar, para
amedrentar a los obreros, forzándolos frecuentemente al traba-
jo por sospecha de que sean "maleantes" o estar indocumenta-
dos. En ambas regiones, los patronos recurren a contratistas de
personal para desligarse de las responsabilidades legales que les
acarrea el tamaño de sus empresas y las obligaciones en rela-
ción con el Seguro Social, previsión de enfermedades, aportes
al Sena y Bienestar Familiar que constituyen meras ficciones
para estos patronos, a pesar de que algunos de ellos cuentan
13. Gómez César Jaime, *'La eficacia de la ley laboral en proletariado agrícola*
en El agro en el desarrollo colombiano. Editorial Punta de Lanza, Bogotá,
1977.
223
con capitales de cientos de millones de pesos. En términos ge-
nerales, los trabajadores no cuentan con la más mínima protec-
ción, incluso en casos de accidentes de trabajo que recaen bajo
la responsabilidad del patrón.
224
nos, de que se esté exportando la miseria masiva del proleta-
riado nacional y de que tenga mucho de cierto aquella aprecia-
ción simple y a la vez fiel a los hechos que hace un campesino
en uno de los relatos de Sánchez Juliao, al efecto de que en
este país tratan mejor al ganado que a los hombres.
16. Véase Cuadro 4-A; los 18 cultivos mayores requerían 1.333.2 miles de hom-
bres. Este número de hombres se multiplicó por el ingreso anual de 1970
de cada uno, $ 4.324, para obtener la cifra de | 5.645 millones.
225
,
226
se repartió entre empresarios y consumidores. Esto significa que
la distribución del ingreso, observada para 1960, prosiguió en
forma acumulativa hacia una creciente desigualdad, y que la
distribución para 1973 es más desigual que la de hace 15 años.
Los datos derivados del censo agropecuario de 1970-71 no hacen
más que recalcar esta situación, pues no sólo se retiraron mu-
chos campesinos de la producción (disminución del número y
área en arriendos menores de 20 hectáreas), sino que los que
quedaron vieron disminuir el área disponible para cultivos (frag-
mentación de la propiedad) Conclusión necesaria de este análi-
.
227
Capítulo VI
A. Introducción
228
programa de crédito supervisado del INCORA <i>,
será posible
contrarrestar las tendencias propias del mercado de dinero en el
campo.
Igualmente, se trata al final de este capítulo, aunque en for-
ma somera, del papel cumplido por los gastos públicos en la
agricultura y las fuentes de tributación en el sector.
B. Inversión agrícola
229
El monto obtenido por concepto de inversión bruta en ma-
quinaria agrícola tiene el siguiente comportamiento aproximado
(Cuadro 6,2, Gráfico 6.1) las etapas de máxima inversión están
:
dadas por los períodos 1952 a 1956, cuando se sustenta una tasa
de crecimiento anual de la inversión bruta de un 15%; de 1957
a 1962 se encuentra un nuevo período expansivo con tasas anua-
les de crecimiento de 17%; finalmente, el trienio 1968-1970 mues-
tra tasas de crecimiento de la inversión bruta de 20% anual.
Los puntos más bajos se obtienen en 1952-1957 y 1965-1967, que
como ha sido observado en el capítulo sobre los ciclos de pre-
cios, corresponde a años desventajosos para los productores
agrícolas.
Gráfico 6.1
130
120
lio
100
90
80
70
60
50
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 7475
230
la depreciación neutralizó en gran medida la inversión bruta
efectuada.
Gráfico 6.2
-40
1960 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73
*Oepreciack>n o 10 años.
231
Otra consideración que no ha sido admitida hasta el momento,
es la de la capacidad productiva de los nuevos elementos que se
le añaden al acervo de capital, cuyos cambios productivos en
sentido ascendente, por innovaciones tecnológicas y por "apren-
dizaje por experiencia", puede dar lugar a rendimientos crecien-
tes en relación con la inversión real. Todos estos factores con-
tribuirían a explicar por qué el acervo de capital no tiene que
crecer en proporción exacta con el aumento de la producción
agrícola.
5. ICA y col., Los insumos agropecuarios en Colombia, tomo II, 1973, p. 123.
232
gos pero esto es sólo cierto en forma limitada y por razones
diferentes a las aducidas. Obsérvese que 1960, 1964, 1967 y 1&68
son años difíciles para la balanza de pagos y, sin embargo, el
nivel de importaciones de tractores es relativamente alto; asi-
mismo, los años de 1945, 1946, 1971 y 1972 están caracterizados
por una alta capacidad para importar y aun así los tractores
traídos al país se mantienen a un nivel bajo. Este comporta-
miento se explica por varias razones: una, que es la principal,
consiste en que las condiciones para la inversión en maquinaria
agrícola están dadas internamente por la tasa de ganancias es-
perada, es decir por las perspectivas generales de colocación de
la nueva producción agrícola en relación con el acervo de ma-
quinaria existente y su edad la otra razón es que el monto ^'^^
;
Las razones por las cuales puede coincidir una etapa de di-
fícil balanza de pagos y un bajo nivel de inversión en maquina-
Gráfico 6.3.
250
230
210 Indice caballos fuerza
A
190 /
/ >
1
170 / \
150
130-
lio-
1946 48 50 52 54 59 60 62 64 66 68 70 72 74 75
6. Berry, obra citada, cap. I; ICA y col., obra citada, vol. I p. 168.
233
(como lo serían los años 1957, 1963 y 1965) es que las
ria agrícola
condiciones económicas generales recesivas influyen negativa-
mente en la agricultura, desincentivando así el crecimiento de
la nueva inversión. Sin embargo, ésta no es una relación nece-
saria, pues es posible un auge (o recesión) agrícola indepen-
diente del estado de la balanza de pagos; la estrechez de ésta
puede conducir a una prosperidad agrícola por {sustitución de
importaciones y/o promoción de exportaciones nuevas, y un
auge económico general puede encontrar una sobreproducción
agrícola. En todo caso, y en términos generales, son más impor-
tantes de considerar en el análisis los factores internos de la
actividad económica, que las relaciones directas, aparentemente
correlacionadas, que olvidan las coordenadas básicas de la pro-
ducción.
234
aducidas sobre libertad de importación. La valorización de los
tractores implica que estos podrán obtener cuasirrentas por eta-
pas más prolongadas que justifican los gastos requeridos en re-
paración y mantenimiento Para un país con perfecta elasti-
cidad de oferta de maquinaria como Estados Unidos, Griliches
ha supuesto una depreciación a los 18 años<^° >, basado en una
encuesta de 1956. En el estudio del ICA sobre insumos agrope-
cuarios, Daza y Meló tomaron una depreciación a 10 años en
base a una encuesta que llevaron a cabo en el Valle del Cauca,
Tolima y el Cesar, encontrando pocos tractores mayores de esa
edad, justificándola además por condiciones deficientes obser-
vadas en el mantenimiento. Como se puede deducir, se está en
un campo incierto y no se puede asumir con la certidumbre ne-
cesaria la edad de depreciación del parque de tractores existen-
te, hasta cuando no se haga una encuesta más completa sobre
este importante factor del desarrollo agrícola.
10. Zvi Griliches. "The Sources of Measured Productivity Growth: United States
Agriculture, 1940-1960", en Nathan Rosemberg, The economies of technO'
logical change, Penguin, 1971, p. 402.
235
se confía en encontrar por lo menos movimientos de am-
cial,
bas variables en la misma dirección, no importa que las relacio-
nes no sean iguales. En ambos casos el parque de tractores se
incrementa así: si se supone depreciación a 10 años, el creci-
miento del acervo es de 1,4% anual, y a 15 años, de 2,9% anual.
Corrigiendo el acervo en términos de potencia, las respectivas
tasas se incrementan al 3,3% para una vida útil de 10 años y
4,7% para el supuesto de depreciación a los 15. Ahora bien, el
estimado de expansión de la superficie entre 1959 y 1972 fue de
cerca del 4,1% anual, o sea, que se podría deducir que el supues-
to de vida útil a 15 años es más realista que el de 10 ^^^^ o por lo
menos que los tractores en Colombia se acercan a esa vida
<i2).
útil
En
relación con la constitución de nuevas sociedades, entre
1951 y 1971 se alcanza un número de 4.200 que suman 2.000 mi-
llones de pesos reales (base 1958) o sea $ 476.000 de capital
promedio en cada sociedad constituida. Se puede deducir una
tendencia al aumento en la capital de las nuevas empresas has-
ta 1963 (Gráfico 6.4), aunque el número de ellas se mantiene a
niveles de 250 y 300 por año de allí en adelante, o sea que el
promedio del capital por empresa desciende relativamente.
12. Una tasa de depreciación de 14.4 años daría un crecimiento idéntico del
parque de tractores en términos de potencia y superficie cultivada por la
agricultura comercial.
236
Si se compara
esta serie con la de inversión en maquinaria,
se encuentra alguna correlación con desfases de 1 y 2 años
mas en términos generales las dos series no son comparables.
Las grandes etapas de constitución a partir de 1962 pueden estar
influidas por la legislación agraria de 1961. Hasta 1967, o sea en
un período de 5 años, se constituyen 1.200 empresas que en
buena parte pueden ser intentos de poner en orden el status
jurídico de grandes explotaciones a través de la subdivisión, el
arriendo en forma de empresas y en general la compraventa de
propiedades, ya no a título familiar, sino en la forma de socie-
dades limitadas.
Gráfico 6.4
En
relación con los incrementos declarados de capital de so-
ciedades ya establecidas, se registran 1.200 de estas que declaran
aumentado su capital en 813.6 millones de pesos reales entre
1951 y 1971, advirtiéndose un proceso de acumulación creciente
en estas empresas.
Las sociedades disueltas, que pueden constituir para los em-
presarios un indicio de condiciones económicas adversas en el
sector, alcanzan a 1.280, con un capital de 675.9 millones entre
1951 y 1971. Los años de mayor disolución de sociedades fueron
1957, 1959 y 1963, que como ya se observó en el capítulo sobre
el ciclo agrícola, resultaron desfavorables tanto para los ingre-
sos como para la inversión de los empresarios del campo.
13. Recuérdese que la serie de inversión neta aisla en gran medida la maqui-
naria destinada a usos agrícolas y en la presente serie están incluidas so-
ciedades ganaderas y forestales.
237
La formación de nuevas sociedades menos las disoluciones
registradas, o sea el aumento neto en capital y empresas, en el
período 1951-1971, alcanza a cubrir un número de 2.929 (4,170
nuevas menos 1.280 disueltas) y un incremento neto de capital
(que incluye incrementos de capital en las sociedades que así lo
declararon) de casi 2.000 millones de pesos reales. El incremento
es especialmente rápido a partir de 1960, lo cual es un firme
indicio de que la organización empresarial en el campo colom-
biano se ha desarrollado con bastante amplitud, desplazando
— no es posible saber exactamente hasta qué punto la organi- —
zación familiar de los grandes fundos agrícolas del país ^^^^
C. Tecnologia
14. Suponiendo que la relación capital social- producto agrícola de las empresas
analizadas es de 2.0, las empresas constituidas y ampliadas entre 1951 y 1971
habrían generado 1.000 millones de pesos reales de producción, lo cual alcanzaría
a ser más de una quinta parte del valor de la producción computada para 1971.
Hay que recordar, sin embargo, que se excluye el valor de la producción ganadera.
238
a. Tractorización
del país están siendo utilizadas en forma intensiva por su relativa escasez y alto
grado de monopolio. Las altas rentas, la fuerte demanda interna y externa, se-
rían indicios adicionales de esta situación.
239
Enrelación con la utilización del parque existente de trac-
tores, la encuesta citada llevada a cabo en el Valle del Cauca, el
Tolima y la costa informa, por lo menos parcialmente, de la
existencia (en las regiones de agricultura más industrializada
del país), de una utilización intensiva en términos de la capa-
cidad productiva potencial de los tractores, que es de 1.000 horas
anuales ^^^>.
b. Insumos químicos
18. Sin embargo, parte apreciable de las materias primas como potasio y fósforo
tenían que ser importadas, y lo tienen que ser todavía, porque el país carece
de dichos depósitos. ICA y col., Insumos .. p. 175.
240
Gráfico 6.5
1960 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75
Lainvestigación sobre la utilización de insecticidas, pestici-
das y herbicidas se vio obstaculizada por la deficiente calidad
de la información, pudiendo sólo derivarse la producción interna
de estos elementos entre 1967 y 1969. En ese corto período, la
producción se eleva de 16.2 miles de toneladas a 20.6, de lo cual
no es posible deducir mayor información.
c. Semillas mejoradas
En algunos
análisis llevados a cabo sobre la agricultura co-
lombiana se utilizan funciones de producción lineales y de ho-
mogeneidad de los insumos (por ejemplo, se considera que to-
dos los bienes de capital se pueden sumar porque están com-
242
puestos de un mismo material) y de sustitución perfecta entre
ellos (palas por tractores, hombres por tractores), aunque se
reconoce por lo general que la baja calidad de las estadísticas
no permite sistematizaciones de la función de producción que
faciliten ajustar los datos en una determinada forma. Aun así,
se deducen conductas en la relación entre insumo y producto,
entre los varios insumos de la producción y se hacen cálculos
aproximados de las productividades al margen de cada insumo
utilizado. Los precios relativos de los insumos cruzados con sus
respectivas productividades marginales dan lugar a un ho-
rizonte de eficiencia, en que el empresario "maximizador de be-
neficios" escoge libremente la combinación más apropiada de
insumos.
243
Las
críticas a la teoría neoclásica provienen de un enfoque
muy distinto en cuanto al análisis de la producción y los supues-
tos utilizados: o se suponen procesos de producción altamente
específicos, con un rango de sustitución limitado, con comple-
mentariedad entre los insumos y por tanto se asume indivisibili-
dad en la producción (lo cual excluye, ex hipótesi, cualquier
derivación de productividades marginales) o se asume que los
insumos se pueden combinar en infinidad de formas, lo que per-
mite aislar el efecto incremental de uno de ellos en el producto
(manteniendo los demás constantes) y deducir un "aporte" de
cada uno a la producción es decir que permite obtener su
productividad al margen.
Esto no significa que no haya cambios en la proporción de
los factores utilizados como resultado de alzas y bajas de pre-
cios de los insumos, pero el ajuste no es automático y sólo toma
lugar en el mediano y largo plazo. Una situación de escasez de
mano de obra debe conducir necesariamente a una profundiza-
ción del capital en la producción, pero una sobreabundancia de
trabajadores y baratura de su trabajo no significa poca utiliza-
ción de capital, pues la especificidad de los procesos producti-
vos no es un dato que provenga del mercado sino de relaciones
técnicas dadas.
La
utilización de la teoría marginal es también cuestionable
desde el punto de vista de la agricultura y, más aún para la
agricultura colombiana, en la que se presentan formas de pro-
ducción parcelarias cuyos insumos no están siempre integrados
firmemente al mercado (autoproducción) lo mismo que su pro- ,
23. Edward Nell, "T beoríes of valúes and the theories of distrtbution*'*, en Har-
court y Laing, obra citada. Existe una reseña del debate hecha por Julio
Boltvinik "Sobre conceptos y medidas de productividad''* , en Revista de Comer-
cio Exterior, Banco de México, vol. XXIII. N- 12, diciembre de 1973.
24. Griliches, obra citada, p. 393. El autor sugiere como conclusión que "la po-
sibilidad de desequilibrio y sus consecuencias deben jugar un papel mucho
244
En puede aducir que en forma similar a la
general, se in-
dustria, aunque con menos restricciones, la agricultura está ca-
racterizada por procesos de producción específicos, de limitada
capacidad de sustitución. Un buey y el arado de madera no son
sustitutos perfectos de un buldozer en el trabajo de preparar la
tierra y mucho menos el buldozer y 100 hombres con arados
manuales. Simplemente no pueden hacer trabajos similares, es
decir, no hay homogeneidad. Cuando se requiere sembrar 1.000
hectáreas de algodón en la costa, el empresario no contempla
un horizonte donde pueda escoger entre 50 bueyes, 500 hombres
con arados manuales o 10 tractores de 85 caballos de fuerza, sino
que tiene (de aquí el supuesto de especificidad) que conseguir
los tractores, bien sean comprados o alquilados. En tal situación
importa poco la relación de precios entre maquinaria y horas
de trabajo (salarios).
más importante en tales modelos (de crecimiento), y que algunas de las cues-
tiones más interesantes que se derivan de ellos puedan resolverse a través de los
determinantes de demanda y de oferta con diferentes cualidades (de los insumos)
y mecanismos de ajustes estabilizadores (feed-back) que operan a través del es-
quema trasformador de precios de cualidades".
245
relativos de máquinas y mano de obra no estén señalando tal
cambio.
En
general, no es posible encontrar una correlación signifi-
cativa entre precios relativos y utilización de un determinado
insumo, lo cual solo podría guardar coherencia con supuestos
de especificidad en los insumos utilizados por la agricultura co-
mercial.
el tercero, y más fuerte, caracterizado por una alza relativa de precios de ma-
quinaria. Total: indeterminación.
246
Sin embargo, si se considera que la capacidad productiva
de ia maquinaria utilizada es creciente por innovaciones téc-
nicas, por la mayor potencia de cada máquina empleada, por
mejoramiento en la calidad de los insumos y por la mejor or-
ganización de la producción como resultado de la experiencia
en el manejo, se podrá explicar el hecho de que la utilización
de maquinaria se acrecienta, a pesar de que sus precios relativos
no estuvieran señalando este curso. En últimas, el efecto de
productividad es más importante en este caso que el efecto
precios.
Gráfico 6.7
200]
R mono de obro/cultivos :omerdola8.
—
."-^^
120
\ \
100
80
60
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76
247
Para período que se abre después de 1973 y en particu-
el
lar con la crisis del petróleo, los costos de fertilizantes para la
agricultura comercial suben aceleradamente; de un insumo de
precio relativo muy bajo, frecuentemente subsidiado por ser en
parte de producción estatal, el precio relativo de los fertilizan-
tes prácticamente se duplica y queda a un nivel muy alto. Esto
en particular ha debido incidir en una reducción en su utiliza-
ción y posiblemente también haya incidido en una baja de
rendimientos. Las alzas relativas de los precios de la maqui-
naria son también fuertes, compartiendo la inflación en los paí-
ses avanzados y altos ritmos de devaluación en la economía na-
cional por esos años. Estas circunstancias de precios relativos
pueden contribuir a explicar la pérdida de dinamismo obser-
vada para la agricultura comercial en los últimos 3 años, así
como también la fuerte presión para elevar sus precios de venta
en una alta proporción en términos históricos.
Los índices de precios relativos producto /insumo, derivados
por Coyuntura Económia DAÑE, (Gráfico 6.8) realzan las di-
ficultades a que se ve abocado el marginalismo para explicar,
por ejemplo, el hecho de que la agricultura "tradicional" dis-
frute de condiciones tan favorables en su relación entre precios
de sus productos y de sus insumos, y sin embargo no aumente
considerablemente su producción ni se tecnifique más acelera-
damente. Si se trascienden las limitaciones de explicarlo todo
exclusivamente en base a relaciones de mercado, como lo hace
la economía neoclásica, se podrá afirmar que los factores ins-
titucionales que rodean a la agricultura parcelaria son más deter-
minantes en su comportamiento económico que los meros pre-
cios de mercado: la tenencia precaria, la fragmentación de la
propiedad, la intermediación comercial y usurera, la baja calidad
de la tierra, la inserción parcial en los mercados (principalmen-
te en lo que se refiere a la mano de obra) y finalmente la ines-
tabilidad de los mercados para sus productos estarían indicando
situaciones críticas, que impulsan en determinados períodos la
disolución de tales formas de producción, mientras que en otras
etapas estarían señalando su gran capacidad de resistencia con-
tra el avance de la agricultura de tipo comercial.
248
Gráfico 6.8
62 b.l t)4 65 66 67 68 69 70 71
249
trada por la magnitud de la escala de los cultivos; es decir, la
expansión tan acelerada es impensable con técnicas primitivas.
Mas sí es posible pensar que las ganancias de los algodoneros
y el crédito percibido fueron suficientes para capitalizar a una
tasa creciente; y esto, combinado con una técnica altamente me-
canizada, sirvió de base a las tasas anuales de expansión de la
producción de 13%.
250
ción uniforme en determinadas altas cantidades (casos del al-
godón, oleaginosas, cebada, azúcar, sorgo, etcétera).
251
D. La evolución tecnológica y general de la ganadería en
Colombia
26. Los estudios que sirvieron de base a esta síntesis de la tecnología ganadera
oueron: Alfredo García Samper: Perspectivas de Colombia en el mercado in-
ternacional de carne de res. CID. Universidad Nacional 1970; Max F. Bowser, Pre-
requisito y potencial para la exportación de carne en la década de 1970". Agri'
cultura tropical, Nov. 1969; Jaime Delgado, Manuel Rincón y Rafael Samper, "La
administración enempresa de ganado de carne", Agricultura Tropical, Nov. 1969;
la
252
mentar la tasa de natalidad del hato, eliminando los reproduc-
tores que no cumplan adecuadamente su función. Las técnicas
genéticas de aprovechamiento incluyen el apareamiento de las
vacas productivas desde su más temprana hasta su más tardía
edad, con la máxima
frecuencia posible. El destete al tiempo mí-
nimo aumenta la cantidad de leche que se pueda liberar del hato
para el mercado. Asimismo, el registro genético conduce a un
cruce de razas (o ejemplares) equilibrado que aumenta la capa-
cidad de peso y de producción de leche de los ganados. En esta
forma los elementos genéticos contribuyen a animales más pro-
ductivos y más resistentes a las condiciones tropicales.
253
El suministro de alimentos concentrados, vitaminas y mine-
rales (en primer orden la sal) son complementos muy impor-
tantes para maximizar el peso, la salud y la fertilidad de los
ganados. Hay elementos adicionales para obtener el engorde ar-
tificial de los novillos como son la castración y la provisión de
hormonas femeninas que desarreglan el funcionamiento glandu-
lar y dan lugar a la obesidad ^^^K
tificial.
254
de con algunas zcnas altamente reñidas
la agricultura comercial,
en la competencia por tierras, reduciendo la dependencia del
pastoreo; la extracción comercial tuvo un crecimiento muy rá-
pido a partir de 1954 y aumentó la tasa de extracción; aumentó
ligeramente la tasa de natalidad del hato nacional y se redujo
levemente la tasa de mortalidad. Todas estas son manifestacio-
nes de que estaba sucediendo, en relación a las condiciones téc-
nicas donde se desarrolla la ganadería nacional, una mejora de
las condiciones que debieron ser técnicamente atrasadas antes de
1950.
31. Alvaro López Toro, Migración y cambio social en Antioquia en el siglo XIX,
Uniandes, 1970, p. 20.
255
pecuario se desarrolló en este marco de exceso de tierra y esca-
sez de mano de obra hasta mediados del siglo XIX. El creci-
miento demográfico había sido suficiente entonces para dar lu-
gar a una relativa abundancia de brazos que produjo una baja
en el nivel de vida de los campesinos hasta entrado el presente
siglo El gran desarrollo que empezó a vivir el país a partir
de 1910 con las exportaciones de café y el comienzo de su in-
dustrialización determinó que para 1925 se presentara nueva-
mente la escasez de mano de obra en el campo, pero ahora el
efecto fue de producir una liberación de brazos, conformación
de un mercado de trabajo y alza en los salarios agrícolas ^^^K
En esta etapa las haciendas se tecnificaron un poco, muchas
abandonaron el trabajo concertado y empezaron brotes de agri-
cultura comercial que se desarrollaron lentamente de 1930 a
1945 por la crisis mundial y el lento crecimiento de las exporta-
ciones que vivió el país hasta el final de la Segunda Guerra
Mundial. De aquí en adelante el desarrollo fue más acelerado,
se generalizó el trabajo asalariado y empezó a cambiar el pa-
trón extensivo en la explotación de la tierra que en las zonas
de agricultura comercial impulsó los cambios en la técnica ga-
nadera descritos atrás. De 1955 a 1968 hubo nuevamente un re-
lativo receso que disminuyó el ritmo de tecnificación pues las
demandas urbanas e industriales aumentaron moderadamente.
De 1968 hasta el presente, el país ha vuelto a tomar un rápido
ritmo de desarrollo que ha influido el estado de la técnica pe-
cuaria y que ha impulsado la trasformación de nuevas zonas ga-
naderas hacia la intensidad de la explotación. Con todo, ya se ha
visto, una gran parte de las tierras del país empleadas en gana-
dería viven todavía el patrón tradicional de explotación con una
escasa organización empresarial y un bajo nivel de inversión
en insumos técnicos.
33. Miguel Urrutia, Historia del sindicalismo en Colombia, Uniandes, p. 140 y ss.
256
Si se toma marco
institucional y económico existente (es-
el
tructura de la tenencia de la tierra, carácter de los mercados,
rentabilidad, crédito, etcétera), se puede observar que de haber
ocurrido una aproximación al potencial tecnológico y de pro-
ductividad que tiene la ganadería del país, habría habido una
gran sobreproducción y una caída vertical de precios.
En por ejemplo, hubo una sobreoferta en el mercado
1969,
nacional que hizo descender los precios del ganado. Un cálculo
de la situación del mercado en 1969 indica que si se hubieran
utilizado prácticas mejoradas (no muy radicales en relación al
estado tecnológico actual) en el hato nacional, esta sobreoferta
hubiera sido 38 veces superior al nivel alcanzado ^^"^K Los efec-
tos que esto hubiera podido tener sobre los precios y el ingreso
neto del sector hubieran podido ser muy amplios, considerando
que hasta ese momento no se había logrado una inserción en el
mercado internacional para volcar los excedentes. Esto tiende a
confirmar lo expuesto atrás: el desarrollo tecnológico de la ga-
nadería nacional corresponde en forma relativa al desarrollo
industrial y agrícola del país y, más específicamente, al desarro-
llo del mercado en el sentido que las demandas que
interior,
provienen del desarrollo económico del país recaen sobre una
oferta oscilante, que, con todo, ha ido en aumento por cambios
tecnológicos en el manejo del hato nacional.
257
tera), lo cual repercute en un mayor ingreso neto para empre-
sarios y propietarios. Dadas las expectativas de bonanza para
la actividad ganadera, parte del ingreso neto aumentado se in-
vertirá en mejoras tecnológicas de diversa índole y en la expan-
sión territorial de la ganadería.
258
mentó de los arrendamientos que debe pagar" <^^>. Esto se aplica
a todas las alternativas en el uso de la tierra, incluyendo a la
ganadería.
259
tropical requieren altísimas inversiones en infraestructura, en
la forma de un concertado esfuerzo social, que es difícil en las
circunstancias de una economía de mercado. En ésta, la inver-
sión depende esencialmente del empresario individual, y si bien
el estado tiene cierta capacidad de inversión, la magnitud de la
empresa (control de los ríos, desecación y adecuación de tierras)
está fuera de su alcance.
a. El crédito agrícola
260
cuatro veces los intereses que paga ^^^K Es decir, el interés sub-
sidiado tiende a elevar la tasa esperada de ganancias y esto
puede tener peso de importancia, en el sentido de que se aco-
meterán inversiones que no se hubieran llevado a cabo en caso
de primar la tasa de interés de mercado, o se puede producir
con una estructura de precios más baja para el resultado de la
producción. Por otra parte, una masa considerable de financia-
miento oportuno contribuye a que la inversión no sufra fallas
en el momento apropiado para la misma, aunque es posible tam-
bién que ocurra un desvío considerable de fondos por las dife-
rencias sectoriales en las tasas de interés. Esto se ha podido fre-
nar relativamente por la institucionalización del crédito super-
visado.
Gráfico 6.9
o /o Indice de crédito real a la agricultura
SOO
4S0 -
Crédito cultivos
Crédito café
400 -
350 -
300
250
200
I SO
100
50
O JL X
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72
38. En tal caso la tasa de ganancias sería infinita, pues hay ganancia sobre un
monto de capital que es cero.
261
entre 1950 y 1972, superior a la tasa de crecimiento de los culti-
vos comerciales en 1,3% anual.
Gráfico 6.10
o/o
producción -ígncola
40
30
25
20
15
10
O*—í-
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72
262
puede deducir que la intensidad de estos cultivos, notoriamente
mayor, se aproximó al 70% del costo de producción de los cul-
tivos comerciales ^^^K Este es un margen más de cuatro y media
veces superior al de la industria y demuestra una política am-
plia hacia los agricultores comerciales, desarrollada a todo lo
largo del período observado, pero especialmente a partir de
1967.
263
El crédito pecuario
La
financiación de la producción ganadera se obtuvo divi-
diendo el crédito en pesos de 1958 por el valor de la producción,
también en pesos constantes, lo cual da una idea de qué parte
del valor de la producción fue financiada. En 1955 se observa
una gran anomalía pues los créditos llegaron a ser el 80,6% del
valor de la producción (cuadro 6.14), el 92,7% del valor de la
extracción comercial y el 57,4% del valor de la extracción y la
leche. Es decir, los ganaderos obtuvieron ese año casi tanto de
los bancos como el que obtuvieron por la venta de animales para
el degüello y la exportación. Esta gran explosión crediticia dis-
minuyó a lo largo del período, representando todavía un 42,1%
del valor de la producción en 1970 y 37,8% del valor de la ex-
tracción comercial. El margen de financiación del valor de la
producción ganadera duplica el valor financiado de la produc-
ción bruta industrial que oscila alrededor de un 16% y triplica
el valor financiado de la producción bruta agrícola que gira al-
rededor del 11% ('*^>. Es decir que el sector ganadero ha sido es-
pecialmente favorecido por el volumen de créditos recibidos en
264
comparación a su participación en valor de la producción bru-
el
ta nacional. Esta participación fue todavía mayor en los primeros
años del período 1950-1970 y ha venido disminuyendo, estabili-
zándose a niveles todavía bastante altos para 1970.
265
menor: el 10,7% contra el 18,6% de la industria y el 17,3% para
la agricultura.
266
Gráfico 6.11
Indices de crédito y producción
ganaderas.
1960 51 52 53 54 56 5 6 5 7 56 59 6 0 61 62 6 3 6 4 6 5 66 67 6 8 69 70
vidad crediticia que se comentaba atrás tomó rumbos distintos
a la inversión ganadera.
En sobre valor de la producción se analizó cómo
la sección
el sector ha venido aumentando su ingreso neto rekl a pesar de
las etapas cíclicas que lo caracterizan y esto ha podido contri-
buir a aumentar su poder de autofinanciación. El problema
de la iliquidez se presenta ocasionalmente cuando los precios del
ganado tocan su parte más baja. En estos años 1950, 1957, 1965
y 1970, también hubo contracción crediticia, lo cual ha podido
contribuir a hacer más crítica la situación líquida de los cria-
dores y a impulsar la venta de hembras. Se encuentra por lo
general que el crédito de los bancos comerciales se dirige en un
60% hacia la ceba, mientras que el crédito de fomento se dirige
en un 90% hacia la cría, o sea que la cría-levante tiende a ser
menos rentable que las demás actividades. Aquí surge un hecho
contradictorio: por una parte, el crédito ha aparentado ser ex-
cesivo y por otra se ha restringido en determinadas épocas, y
esto sólo puede concillarse si se toma en cuenta la distribución
del crédito que tiende a financiar a los propietarios más grandes,
que naturalmente son quienes pueden ofrecer mejores garantías
hipotecarias. En tal caso, la restricción crediticia se aplica sola-
mente a los pequeños y medianos propietarios, mientras que los
grandes escapan a la acción restrictiva del crédito e incluso di-
rigen el que obtienen hacia otras actividades.
c. El crédito externo
267
y el BID, ambos con capital mayoritario de Estados Unidos, su-
maron más de US$ 330 millones, concentrándose el 90% de ellos
después de 1966. La mayor parte de los créditos llegaron por la
AID (un 43%) que son de naturaleza bilateral, es decir donde
el gobierno norteamericano tiene una ingerencia directa en có-
mo se emplean esos fondos. La resistencia contra este tipo de
préstamos que han presentado pueblos y gobiernos de los países
dependientes y semicoloniales ha conducido a que se le dé un
bajo perfil a la AID a partir de los últimos años y se recurra
más a las agencias multilaterales de crédito, de todos modos do-
minadas en última instancia por los Estados Unidos.
Si se quiere medir la importancia de los préstamos externos
en términos cuantitativos, los cuales tienen una ponderación
cualitativa mucho mayor pues reflejan iniciativas políticas de
un gobierno extranjero en el país, considérese que aproximada-
mente el 13% del gasto público aplicado a la agricultura entre
1966 y 1971, años de máxima actividad reformista en el campo,
fueron financiados por fuentes externas; tal participación des-
cendió entre 1972 y 1975, cuando se agotó la política reformista
y no hubo verdaderamente programas que la remplazaran, hasta
1976, con la puesta en marcha de los programas de Desarrollo
Rural Integrado (DRI) y el Programa de Alimentación Nacio-
nal (PAN), los cuales nuevamente han requerido y están en
vías de recibir grandes dosis de financiamiento externo para ser
puestos en marcha y ejecutados.
268
marón US$ y parte de los fondos destinados a la co-
18 millones
lonización, aunque ellos también contribuyeron a ligar la fron-
tera ganadera, en manos de grandes terratenientes, a los mer-
cados urbanos, la mayor parte de los fondos benefició directa-
mente a los grandes ganaderos, a la burguesía algodonera y a la
azucarera, a la vez que contribuyeron a impulsar la mecaniza-
ción de las explotaciones comerciales y a la adecuación de tie-
rras con riego que fueron apropiadas en su mayoría por la
burguesía agraria y más de un terrateniente. De manera simi-
lar, los proyectos de mercadeo se dirigieron al montaje de silos,
a la comercialización de oleaginosas y granos, a la conformación
de una cadena de frío que beneficiaron, en lo fundamental, a
los grandes productores comerciales y a las empresas agroin-
dustriales.
La
participación del sector en el presupuesto nacional (in-
cluyendo institutos descentralizados) pasa del 4,9% en 1950 al
18% como promedio en el último trienio (1970-1972), o sea que
el sector adquirió una importancia mucho mayor en las accio-
nes del estado en los últimos tiempos, movimiento que se hace
especialmente evidente a partir de 1960. El gasto lo realizan en
especial los institutos descentralizados, que llegan a distribuir
269
el 70% del gasto público en el sector. En 1972, los institutos con
más presupuesto, en pesos corrientes, fueron el IDEMA con cer-
ca de $ 4.000 millones, el INCORA con $ 1.000 millones y el ICA
con $ 400 millones, o sea que el énfasis principal en la acción
estatal es el mercadeo, seguido por las funciones del INCORA
que van desde crédito, titulación y distribución de tierras, hasta
infraestructura y adecuación de tierras ^^^^ para terminar con un
énfasis importante en la asistencia técnica y la investigación
aplicada.
Gráfico 6.12
3.000
p
2.600 -
~ 2.200 -
fO
c
2 1.800 -
B
1.400 -
c 1.000 -
o
600 -
200 .
O L
1950 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72
270
todas las juntas directivas de los institutos descentralizados que
operan en él.
47. Herchel, Taxation of Agriculture and Hard io Tax Groups, Documento base
para el Informe Musgrave. Citado por Junguito, obra citada, p. 18.
48. Ibidem.
271
en relación con el promedio tributario del resto de los sectores
que (no se debe olvidar) son también evasores en alguna me-
dida <^9>.
En
todo caso, el gasto público volcado sobre el campo excede
en gran medida a los ingresos que obtiene el estado por el lado
de la tributación, lo cual significa que el resto de los sectores
productivos de la economía nacional han aportado recursos y
excedentes para financiar tal gasto público y por lo tanto la
agricultura ha aportado desigualmente para el desarrollo in-
dustrial
49. Esto significaría que la evasión es mucho más destacada en relación con la
272
Capítulo VII
273
ral que se enfoca la agricultura como sufriendo el mismo pro-
ceso de "desarrollo del subdesarroilo" que vive la economía na-
cional frente al imperialismo que la oprime, pero como un caso
especial que se explícita en las teorías sobre las "colonias in-
ternas", reproduciendo las mismas relaciones que generan el
atraso de la economía periférica por estar sometida a la eco-
nomía central.
274
Witold Kula y A. V. Chayanov ^^K En todo caso, la articulación
de las formas de producción pre-capitalistas a un mercado que
obedecía a la dinámica de la acumulación de capital cambiaba
sus leyes de funcionamiento, pero no las abolía necesariamente
aunque las debilitara; además, estas formas de producción con-
taban con mecanismos propios de defensa frente al modo de pro-
ducción dominante que prolongaban su existencia y le presta-
ban estabilidad en algunos casos.
La paradigma del subdesarrollo se manifestó ya
crisis del
en 1971, con las críticas de Francisco Weffort y su debate con
Cardozo con los aportes de Laclau, Ciro Flamarión Cardozo
y Assadourian sobre la interpretación histórica que estaba in-
cluida en el paradigma en crisis y de las críticas de Agustín
Cueva, Roger Bartra y otros que insistieron en la importancia
de los factores endógenos en las formaciones sociales latinoame-
ricanas, en una nueva periodización histórica que veía el sur-
gimiento del capitalismo en el continente como un proceso que
se da durante la segunda mitad del siglo XIX y que no proviene
desde la colonia y comprendiendo, además, el proceso de ex-
pansión del capitalismo que se tomaba nuevas áreas de la pro-
ducción y sometía crecientemente a la población bajo sus leyes
de funcionamiento, proceso en el cual intervenía abiertamente
el imperialismo para impulsarlo económicamente aunque lo fre-
nara en sus expresiones políticas.
1. Witold Kula, Teoría económica del sistema feudal, Siglo XXI Editores, Mé-
xico, 1974; A. V. Chayanov, La organización de la unidad económica cam-
pesina, Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 1974.
275
Otros estudios de autores más ligados a las organizaciones po-
líticas fueron esclarecedores cuando se trataba de analizar el
movimiento campesino y las relaciones sociales contra las que
luchaba, pero se quedaban cortos en la interpretación de los
cambios de la estructura agraria que se precipitan a partir de
la segunda postguerra. En general, estos estudios se apegaban a
los lineamientos programáticos de las organizaciones que pro-
pugnaban, en su mayor parte, por la revolución democrático
burguesa y de allí deducían el carácter semi-feudal de la eco-
nomía rural, a pesar de que la evidencia de un vigoroso desa-
rrollo capitalista también ponía en cuestión este tipo de pro-
grama político. Del lado del socialismo, se mantenía el concep-
to de subdesarrollo y estancamiento de las fuerzas productivas
pero al mismo tiempo se caracterizaba la estructura agraria co-
mo capitalista, posición bastante contradictoria que de hecho bo-
rraba todo vestigio pre-capitalista tanto en la economía terra-
teniente como en la campesina y que negaba, en consecuencia,
las tareas democráticas de la revolución socialista. De aquí em-
piezan a surgir fisuras en lo que podemos denominar el campo
socialista, de acuerdo al mayor o menor énfasis que se le adju-
dique a estas tareas democráticas en el campo. El debate cam-
bia entonces de cariz y ya la pregunta es de que si la vía cam-
pesina tiene vigencia histórica hoy en día para el desarrollo
capitalista, si la vía terrateniente se ha consolidado o no, de si
esta vía es extraordinariamente lenta todo el tiempo, etcétera ^^K
Una de las posiciones en cuestión, por ejemplo, afirma que el'
atraso en la agricultura "se expresa en la lentitud con la cual
el capitalismo ha operado para revolucionar toda la vieja es-
tructura económica y las manifestaciones de las formas ante-
riores de producción, aun cuando el capitalismo ha subordina-
do esas formas que subsisten en estado de descomposición
(sic)" El mismo documento afirma más adelante algo que no
se preocupa en verificar empíricamente: "la mayor parte del
trabajo asalariado permanente en la agricultura es utilizado por
los pequeños propietarios y principalmente por el campesino ri-
co" ^^>, lo cual a su vez es la base para afirmar la vigencia de la
vía campesina de desarrollo capitalista. La argumentación está
caracterizada por dos grandes falacias y más de una omisión.
Mientras se afirma que el campesinado parcelario escasamen-
te se diferencia, al mismo tiempo se dice que el campesinado
rico contrata abundante trabajo asalariado o sea que se da una
7. Ibid.
276
notoria diferenciación de clases. Lo cierto es que las mayores
cantidades de trabajo asalariado en el campo son obviamente
insumidas por la gran agricultura comercial y la muy diferen-
ciada economía cafetera, datos que el lector encontrará am-
pliamente sustentados en nuestro capítulo V sobre la fuerza de
trabajo rural y que confirman todos los estudios sobre este tema
hechos hasta el momento en el país. La omisión más protube-
rante en tal tipo de argumentaciones es que no se preguntan
siquiera qué ha sucedido en la economía terrateniente. ¿Han
pasado sus tierras a ser objeto de arriendo por parte de una bur-
guesía agraria o del campesinado rico? ¿Se han transformado mu-
chos de ios terratenientes o sus familiares en capitalistas? ¿Man-
tienen un número apreciable de arrendatarios campesinos oprimi-
dos por medios extra-económicos o sea a través de relaciones
precapitalistas? Y si no se aborda este problema fundamental
estamos muy lejos de poder caracterizar lo que ha sucedido en
el campo colombiano durante los últimos treinta años: las re-
giones fértiles y bien localizadas han pasado a ser explotadas a
la manera burguesa, que se ha desarrollado una poderosa bur-
guesía agraria, lo cual se puede apreciar fácilmente con la fuer-
za que toman gremios tales como Asocaña, Fedealgodón, Fe-
dearroz y otros más y que, en efecto, quedan importantes re-
zagos de explotaciones pre-capitalistas como lo indican los 150
mil pequeños arrendatarios que registra el censo agropecuario
de 1970. Transformación importante pero aún no completa que
de todos modos marca la dirección inequívoca de cuáles son
las relaciones sociales que se imponen y consolidan en el campo
colombiano. Ciertamente el desarrollo por la vía terrateniente
en Colombia fue extremadamente lento hasta el auge de la acu-
mulación que acompaña el fin de la segunda guerra mundial
y la guerra civil, pero de aquí en adelante tal desarrollo se
acelera notablemente en base al gran crecimiento de la agri-
cultura comercial y a cambios menos notables pero también
importantes en relación con la ganadería. La base teórica de los
que arguyen que la vía terrateniente es siempre lenta está cons-
tituida por la argumentación de Lenin sobre la vía prusiana, es-
pecialmente en El programa agrario de la social democracia rusa,
1905-1907, donde se compara ésta con la vía democrática en sus
efectos políticos y económicos. Sin embargo, el problema es un
poco más complejo ya que el monopolio de la propiedad terri-
torial es a la vez condición para la formación de un proletaria-
do rural y puede operar como traba a la acumulación, especial-
mente si viene con "aditamentos precapitalistas" o con "ropaje
político", como lo explica Marx en la sección sobre la renta del
suelo en el tercer volumen de El Capital. De hecho, una vía
democrática de desarrollo capitalista que reparte la tierra en
exceso, como en Francia después de la revolución, origina in-
mensas trabas al desarrollo de la acumulación de capital en
277
forma. La misma vía norteamericana registra un período de
lenta acumulación industrial porque el capital no encuentra su-
ficiente capital variable que explotar, ya que la colonización
está abierta y es una avenida de escape para la mayor parte de
la población de la esclavitud asalariada. Es por esta razón que
los salarios y la productividad del trabajo yanquis serán los
más altos del mundo y la acumulación industrial no se desatará
ampliamente hasta que se acaben las tierras de frontera y au-
mente la imigración En la misma Alemania, donde se da un
desarrollo industrial apreciable durante la segunda mitad del
siglo XIX, la vía "junker" es tan rápida que en 1903 la pobla-
ción campesina del país se ha reducido relativamente y la social
democracia alemana tiene que abandonar su programa agrario
porque, en efecto, el campo se ha industrializado, tanto así que
ya quedan pocas reivindicaciones de tipo específicamente cam-
pesino para llevar a cabo; de esta manera, el sistema de fábrica
que se ha desarrollado en el campo alemán genera contradic-
ciones similares a las que asolan todo el sistema capitalista de
ese país.
8. Habakuk, Technical Change in the United States and England during the
XIX Centicry, Oxford University Press, 1969.
9. Ver del autor, "La teoría marxista de la renta del suelo", Revista U. N.
N- 11, 1972, Bogotá, donde se plantea quizás por primera vez en nuestro
medio la metodología marxista para tratar el problema agrario.
278
ese proceso produce y seguirá generando profundos desequili-
brios y contradicciones sociales que están muy lejos de resolver-
se dentro del marco de la dominación del capital y la opresión
imperialista.
De
esta manera, se asume primero una periodización histó-
rica precisa de cómo el capitalismo en Colombia empieza a desa-
rrollarse francamente a principios de este siglo sobre la base
de la economía campesina cafetera y de la exportación del gra-
no, la cual sienta las condiciones para la industrialización. El
campo recibe los impactos de este desarrollo que van generando
una inmensa crisis social y política que estalla con la violencia
o guerra civil, para a partir de allí generalizarse sobre la base
de la gran propiedad territorial cada vez más en un proceso de
desarrollo desigual y combinado, pero siempre de expansión de
las relaciones sociales que caracterizan al capitalismo.
10. Samir Amín, La acumulación en escala mundial, Editorial Siglo XXI, Mé-
xico, 1973,
11. Roger Bartra Estructura agraria y clases sociales en México, Ediciones Popu-
lares Era, México, 1976.
279
troduce múltiples confusiones en la periodización del desarrollo
del capital y borra del análisis lo que más importa descubrir,
a saber, en qué momento y cómo y por qué el capital entra a
gobernar la marcha económica de toda una sociedad. Estos ele-
mentos son imposibles de determinar si se asume que las con-
diciones para el desarrollo de esa acumulación nunca se acaban
de realizar, lo cual, en el caso de Amín, tiene que ver con el
tributo que pagan estas sociedades a los países imperialistas, y
que impiden "permanentemente" el desarrollo de toda acumu-
lación. Nosotros asumimos, por el contrario, que aún tributando
a los países imperialistas, los países dependientes y semicolonia-
les desarrollan condiciones para la acumulación de capital y
que es precisamente a partir de la contradicción entre el modo
de producción capitalista y formas de producción precapitalis-
tas, cuando ya el capitalismo ha sentado sus premisas funda-
mentales para desarrollarse, que se puede concebir su enfren-
tamiento a todos los niveles con el sistema de haciendas o con
la economía campesina y no solo con su enfrentamiento sino
también su avance definitivo sobre ellos. Para Bartra, "la acu-
mulación primitiva permanente no es más que la forma peculiar
como se articula —
en la agricultura de un país subdesarrolla-
do —
el modo de producción capitalista con otros modos de pro-
ducción no capitalistas" ^^'^K Bartra asume una estabilidad muy
grande en la relación entre el capital y los modos de producción
no capitalistas y uno de los problemas básicos de su definición
es precisamente considerar la economía mercantil simple en el
caso mexicano como un modo de producción en sí y no como
una forma de producción. Fernando Relio ha puesto en cuestión
la aplicación de la definición de modo de producción a la eco-
nomía mercantil simple ya que el sometimiento de ésta al
capital es lo que define su dinámica de funcionamiento, sus cla-
ses sociales (en particular al campesinado rico y al semiprole-
tariado rural) y sus contradicciones, lo cual quita toda posibi-
lidad de ser definida como un modo de producción independien-
te. En torno a la caracterización del modo de producción domi-
nante en países dependientes y semicoloniales que hace Bartra
como "subcapitalista", a partir de un proceso de descomposición
campesina, conjugado con la no absorción de una parte impor-
tante del campesinado por el sistema capitalista, nos parece que
la partícula "sub" no agrega nada positivo a la caracterización.
El hecho de que exista un volumen apreciable de desempleo
y subempleo en este tipo de países no modifica la esencia misma
del modo de producción capitalista y, de hecho, no es siquiera
280
tan específico de nuestros países pues los países capitalistas eu-
ropeos vivieron situaciones de importantes volúmenes de desem-
pleo durante toda la segunda mitad del siglo XIX, aunque cier-
tamente este es un rasgo muy importante en el capitalismo de
nuestro tipo de países y muy pocos de ellos tienen perspectivas
reales de pleno empleo aun en un plazo muy lejano. La acumu-
lación genera grandes masas de población desposeída de medios
de producción y de vida y al mismo tiempo esa acumulación
no es lo suficientemente rápida y sostenida como para absorber
y explotar a una parte importante de esta masa en forma per-
manente, lo cual crea las condiciones para reproducir economías
de tipo doméstico y artesanal en las ciudades y a que perma-
nezcan en producción muchas unidades de producción parcela-
rias en el campo que desaparecerían si la acumulación bruta
y su consumo de capital variable aumentara sustancialmente.
Creemos entonces que elhaber trabajado con las categorías
de la ortodoxia, sin dejar de lado los aportes de la economía
burguesa, especialmente en sus desarrollos estadísticos y en sus
estudios empíricos, nos han permitido empezar a superar el im-
passe en que había caído el análisis de la realidad nacional y a
poner en cuestión muchas preconcepciones que obscurecían la
comprensión del movimiento económico y social de esa realidad,
aunque comprendemos también que este esfuerzo es sólo una
pequeña parte de la gran tarea que corresponde a toda una ge-
neración de investigadores de discernir cuáles son las tendencias
y contradicciones que vive hoy por hoy el desarrollo capitalista
colombiano.
281
transformación paulatina de los terratenientes en- capitalistas,
proceso que fuera apoyado por el estado a través de un sistema
de crédito subsidiado, de asistencia técnica gratuita y de obras
públicas que los terratenientes contribuyeron muy poco a fi-
nanciar.
282
bién en parte la supervivencia de los partidos tradicionales
aunque el último proceso de acelerado cambio técnico en tales
regiones y el agudizamiento de la diferenciación de clases em-
pieza a poner también en cuestión los métodos de dominación
política tradicionales.
283
biera podido ser mucho mayor, generando una mayor demanda
de brazos, es decir que hubiera habido mayor empleo tanto en
el campo como en la ciudad y, en consecuencia, el mercado de
trabajo sería más equilibrado, mayores los salarios y menor el
nivel histórico de las ganancias con que tendría que operar el
capital en el país. Al mismo tiempo, los excedentes exportables
serían aun mayores de lo que fueron, garantizando ciertamente
un adecuado abastecimiento de alimentos para la población y de
insumos para la industria,
y la capacidad competitiva de la agri-
cultura sería mayor en los
mercados internacionales. Así mismo,
hubiera sido mucho mayor el excedente económico producido
por el campo y mayores también hubieran sido la tributación,
las obras públicas y los servicios de educación, salud y vivien-
da en el campo y la ciudad, es decir, la calidad de la vida en el
país sería muy distinta y no tan deplorable como lo es hoy
en día.
En suma, y la ganadería hubieran proporcio-
la agricultura
nado apreciables excedentes económicos y transferencias para
la acumulación industrial y no al contrario como evidentemente
sucedió, donde los excedentes tuvieron que venir de la acumula-
ción industrial para soportar y apoyar el desarrollo capitalista
por la vía terrateniente.
En plano político las diferencias serían también abisma-
el
les: eliminación de la base social de la reacción y el oscuran-
tismo que son los terratenientes, existencia de mayores derechos
políticos y de organización de las masas y los trabajadores, gran
desarrollo del capital estatal, de la educación laica y gratuita y
de amplios servicios para la población, además de la consolida-
ción de un grado mayor de autodeterminación frente al impe-
rialismo. Si podemos hacer un corto contrapunto entre la si-
tuación colombiana y la mexicana diremos que en la se-
gunda, hubo una revolución agraria como aspecto fundamental
de una revolución burguesa y que la nueva correlación de fuer-
zas definen un sólido estado democrático-burgués, mucho más
estable políticamente que cualquier de sus congéneres latinoame-
ricanos, un desarrollo del capitalismo monopolista de estado in-
comparable al lado de la languidez de la intervención estatal en
la economía en un país como Colombia y una política interna-
cional tradicionalmente independientes, a pesar de que la econo-
mía mexicana está aún más atravesada que la colombiana por
inversiones de la burguesía imperialista. En el plano económico
todos los índices señalan una profundización mucho mayor en
México que en Colombia del desarrollo capitalista tanto en la
284
industria como en la agricultura, a pesar de que la misma polí-
tica reformista mexicana generó instituciones como el ejido que
hoy actúan como trabas objetivas al desarrollo del capital en el
campo de ese país. Si bien existen altos índices de desempleo y
subempleo, en México hoy podríamos afirmar que éstos serían
cualitativa y cuantitativamente superiores de no haberse dado
el proceso revolucionario y aún así éstos son más bajos que los
que muestra la economía colombiana.
La historia de loque hubiera sido la vía democrática para
el capitalismo en Colombia en nuestro ejercicio de historia con-
tra-factual se nos aparece obviamente como el cuento de Alicia
en el país de las maravillas. Los hechos son mucho más duros
y descarnados. El campesinado parcelario fue arrinconado his-
tóricamente en las tierras peores y allí se pauperiza cada vez
más, sin siquiera proletarizarse completamente pues el paro for-
zoso caracteriza hoy en día a más de un tercio de la población
colombiana en capacidad de trabajar. Todavía en 1973 un 38.9%
de la población rural era analfabeta, según el censo de pobla-
ción de ese año. Todavía en 1976 el parasitismo y la gastroente-
ritis eran endémicas en el campo y responsables de una altísima
mortalidad infantil. Todavía hoy gran parte del campesinado
nunca ha recibido atención médica de ninguna especie. Todavía
imperan en el campo los sistemas políticos del caciquismo y el
gamonalato, los terratenientes tienen sus bandas armadas pri-
vadas y la muerte asecha a cualquier individuo que se propon-
ga una actividad política independiente de los partidos tradicio-
nales, lo cual obliga en muchas regiones a organizaciones como
el partido comunista a mantener guerrillas para neutralizar en
alguna medida la sistemática violencia terrateniente.
La diferenciación de clases dentro de la economía campe-
sina, con la notable excepción de la economía cafetera, ha sido
limitada y como ya se ha visto presenta características de rela-
tivo estancamiento que se agravan aún más durante el último
lustro. La pequeña producción parcelaria se desmorona porque
sus condiciones frente al capital, el mercado y el estado son des-
ventajosas para su desarrollo. A ella siguen pegados, chupándo-
le la sangre, nubes de intermediarios y usureros. Es por todas
estas razones que del interior de la economía parcelaria brotan
crecientes cuotas de migrantes que presionan sobre los salarios
urbanos y rurales y grandes rémoras de desempleo y subempleo
son características estructurales de la economía colombiana.
285
caracterizado además por tremendos despilfarros y una sistemá-
tica inmoralidad pública que beneficia a la cúpula de la buro-
cracia administrativa del estado. Por el contrario, los servicios
que reciben los trabajadores están caracterizados por su ínfima
calidad y su esporacidad, pretendiéndose inclusive que sean los
sectores populares los que paguen la mayor parte del costo de
esos pésimos servicios por medio de esquemas de "autofinancia-
miento" de la salud, la educación, energía, acueducto, teléfonos,
etcétera, política que viene desarrollando en particular la admi-
nistración López Michelsen en todos estos terrenos.
286
dida por el capital son declaradas "intocables' por parte del In-
cora ^^^K
17. Jorge Vallejo, *'Los colonos del Putumayo", revista Enfoques Latinoameri-
canos, N" 5, Bogotá, 1975, pp. 59 y ss. Raymond Christ, "Panorama del pobla-
miento en el piedemonte oriental colombiano'', Mimeógrafo L-D-CID U. N., Bo-
gotá, sin fecha.
287
ganado En otras regiones de colonización también comuni-
<^®>.
288
cuales ésta se lleva a cabo. Si los ganaderos mantienen sujeción
extraeconómica sobre los vaqueros o tienen pequeños arrenda-
tarios en sus haciendas podríamos juzgar tal tipo de explotación
como precapitalista. De hecho, el comportamiento de los gana-
deros frente al mercado, como se ha mostrado en la sección
correspondiente al ciclo de los precios de la carne, demuestra
un comportamiento plenamente capitalista de maximizar ga-
nancias y de efectuar inversiones o desinversiones según el mo-
vimiento del mercado y existen pocas evidencias de que en las
grandes haciendas ganaderas se mantengan los viejos sistemas
de sujeción como la "matrícula" o las agregaturas. Ciertamente,
el manejo del hato que demuestran muchos terratenientes es
deficiente en relación con los patrones de comportamiento bur-
gueses ya que las praderas reciben un cuidado marginal y mu-
chas de ellas han sido tornadas en verdaderos desiertos por el
sobrepastaje, muchas de las haciendas están gobernadas por te-
rratenientes ausentistas y en manos de mayordomos con mí-
nima preparación técnica. Como lo han demostrado ya muchas
de empresas comunitarias que existen en la costa atlántica,
las
este tipo de haciendas ganaderas pueden rendir mucho más no
sólo en términos de la producción animal sino también de la
agrícola que la complemente si fueran apropiadas por el cam-
pesinado pobre y se organizaran bajo criterios cooperativos de
mucha mayor racionalidad en relación con el desarrollo de las
fuerzas productivas.
289
exención especial que beneficiaba a los "colonos" de todo el
país.
290
clases, el tipo de transformación del estado y la economía, la
acumulación, la productividad del trabajo y, obviamente, la
política. Lo que sucede ahora en el caso colombiano es que los
capitalistas apropian no sólo rentas contenidas en los altos pre-
cios que pagan los consumidores de los países imperialistas por
los productos de exportación, sino que una parte considerable
del propio fondo de salarios nacional va a parar a las arcas de
los capitalistas y terratenientes. Se produce una coyuntura de
ofensiva patronal contra los trabajadores en el plano nacional
y precios internacionales favorables a nivel internacional que
combinados producen una multiplicación de la plusvalía que
apropian los capitalistas, sobre todo los exportadores, los agra-
rios y ganaderos, lo cual incluye una importante deducción de
los salarios, mientras que la burguesía industrial no reconoce
las alzas en el costo de la subsistencia y apropia también todos
los aumentos de productividad que le logra exprimir al prole-
tariado.
291
rillas del llano, Tolima y del Huila, más algunas regiones
del
de Cundinamarca y Antioquia, produjo entonces esa combina-
ción peculiar de reaccionarismo y reformismo que ha sido parte
de la actuación del estado colombiano frente al problema agra-
rio. La resistencia campesina a la violencia terrateniente y a la
vía de desarrollo que ha tomado el capitalismo en el campo se
manifiesta frecuentemente con el apoyo que recibe el movi-
miento guerrillero, con las invasiones de tierras con los paros
cívicos de pequeños municipios y con el apoyo electoral que
dan los núcleos campesinos más politizados a los agrupamientos
de oposición contra el bipartidismo y el frente nacional.
292
El primer mandato campesino, aprobado en el municipio de
Fúquene, en agosto de 1971, plantea los siguientes objetivos:
"Este mandato tiene por objeto crear las condiciones para
modificar, bajo el lema de Tierra sin patronos, la estructura
del campo colombiano, mediante un proceso de refórma
agraria que parta de los siguientes presupuestos:
293
;
294
Bolívar, Cesar, Córdoba, Magdalena y Sucre, donde las invasio-
nes fueron más numerosas, ocupan 81.162 hectáreas o sea el 40%
del total, mientras que el departamento del Sucre, donde se de-
sarrollaron las acciones más radicales tenía 35.000 hectáreas bajo
este tipo de explotación ^^^K Comparada al área agropecuaria del
país, la participación de las empresas comunitarias no alcanza a
ser el 0.8%, aunque actualmente existen unas 2.000 empresas con
aproximadamente el doble del área.
Algunas de las empresas comunitarias han tenido un gran
éxito, pero se trata de invasiones a fincas que estaban relativa-
mente bien explotadas y dotadas de buena tierra e instalaciones,
mientras que la mayoría de las empresas se debaten en una si-
tuación precaria que ha obligado al gobierno a declararlas exen-
tas de impuestos. La mayor parte de ellas tienen un régimen
mixto de tierras comunales y lotes individuales, especialmente
cuando se trata de tierras mal dotadas, con lo cual, por una par-
te, se asegura la reproducción de la empresa (que los socios no
se extingan) pero, por otra parte, se crea una contradicción en-
tre la actividad individual y colectiva de los socios que tiende
a distender la empresa y a hacer fracasar la producción comu-
nitaria. Los campesinos participantes han expresado en varios
foros de la ANUC su lucha contra el burocratismo que imponen
los funcionarios del Incora y que hace más difícil la operación
de las empresas y han levantado la bandera de una verdadera
autogestión campesina en las empresas comunitarias ^^^K El go-
bierno, por su parte, utiliza de manera demagógica las empresas
para mostrar que es capaz de "soluciones" al problema agrario,
pero tampoco se atreve a generalizarlas porque ellas contienen
el germen de lo que podría ser una nueva organización general
de la producción agropecuaria nacional, mucho más racional y
beneficiosa para el campesinado que el actual régimen de gran
agricultura comercial combinado con haciendas atrasadas y una
economía campesina en tierras muy malas que se erosionan ca-
da vez más.
23. ANUC, La tierra pa'l que la trabaja, Ediciones La Pulga, Medellín, 1975.
295
una nueva que abandonaba toda intención distri-
política agraria
butiva de la gran propiedad territorial. Hasta el exponente más
sistemático de la política reformista, Carlos Lleras Restrepo, en-
tró a condenar el movimiento y a aceptar que era necesario un
cambio de política.
Los acuerdos de Chicoral contemplan un compromiso por
parte de los terratenientes para pagar en adelante impuestos al
estado, ya que han sido los evasores más recalcitrantes del ñsco,
lo cual se plasmará en la renta presuntiva introducida en la
reforma tributaria de 1974, pero con un margen de sólo un 8%
sobre el valor patrimonial, cuando la Corporación del Valle del
Cauca, CVC, había sugerido alguna vez que una tasa del 22%
sería moderada. Con la renta presuntiva se pretende hacer más
móvil el mercado de tierras y de que se penalice a los terrate-
nientes que mantienen tierras ociosas al tener que pagar im-
puestos por ellas y no recibir entradas. Sin embargo ya van dos
ocasiones en que no se ha aplicado por exceso de invierno o ve-
rano. Los grandes propietarios reciben a cambio la garantía de
no expropiación o pagos prácticamente de contado en el caso
remoto de ser intervenidos y reciben además la promesa de que
se reforzará el aparato de crédito dirigido a hacer más llevadera
su transformación en burgueses. Frente al movimiento campe-
sino, el gobierno lanza campañas de militarización en las regio-
nes más politizadas por la ANUC y donde han habido mayor
número de invasiones, desalojan muchas de los intentos de re-
cuperación de tierras, le cortan el financiamiento estatal e inten-
tan destruir la organización creando una nueva ANUC, línea
Armenia, en base al campesinado rico, lo cual termina siendo
infructuoso.
La ANUC se debilita progresivamente por la represión que
recae sistemáticamente sobre ella. La organización intenta de-
fenderse a partir del congreso que hace en Sincelejo en 1974,
donde logra un reagrupamiento defensivo temporal, pero sigue
en descenso. Sólo empieza a recuperarse en 1977, cuando logra
reunir su IV Congreso en la población de Tómala, en el depar-
tamento de Sucre, cerca de uno de los baluartes campesinos,
tierras ocupadas victoriosamente por el movimiento en 1972. En
este último congreso, la ANUC se plantea más moderadamente
como en camino hacia la conformación de un partido campesino
con una plataforma nacionalista de reforma y se apresta a par-
ticipar en las elecciones de 1978, a través de varios de los sec-
tores en que se agrupa y que entra en el Frente por la Unidad
del Pueblo, abandonando una férrea posición abstencionista que
mantuvo por mucho tiempo.
En el campo del liberalismo,
candidato Alfonso López Mi-
el
chelsen agita un programa desde
1973 que expresa que los tiem-
pos de reforma están enterrados en forma indefinida para las
296
clases dominantes del país. El candidato es representante de gran-
des intereses financieros, agrarios e imperialistas y derrota a
Lleras Restrepo en la convención liberal de ese mismo año, pre-
cisamente sobre la base de unos nuevos planteamientos sobre
materia agraria que señalan el agotamiento y el fracaso de la
política reformista del segundo. Detrás de un discurso radical
que culpa a la ciudad de la miseria del campo —ya se vio como
lo expresa de manera precisa Indalecio Liévano Aguirre que será
ministro de relaciones exteriores y designado a la presidencia
durante la administración lopista— López Michelsen afirma que
,
297
Entre las actividades agrícolas nuevas descollan las siembras
de marihuana en la sierra nevada de Santa Marta y las de coca
en varias regiones del Cauca, las cuales generan divisas que son
muy difíciles de calcular pero que deben oscilar entre US$ 700
y US$ 1.000 millones anuales, mayores ya que el rubro denomi-
nado como "exportaciones menores" y también que el café cuan-
do éste recupere sus precios normales. Los problemas políticos
y morales que surgen con esta nueva actividad son cuantiosos:
se desarrolla una nueva fracción de la burguesía que busca le-
gitimarse y que empieza a desplegar mayor poder económico,
que otras fracciones más tradicionales de corrupción de todos los
aparatos del gobierno y que desprende ramificaciones dentro de
los partidos tradicionales, logrando una actitud celestina del pro-
pio gobierno frente a sus actividades y planteándose por parte
de algunos sectores que la producción y la circulación de la dro-
ga deben legalizarse. Esto, a su vez, choca con los intereses del
gobierno norteamericano que sin respetar un ápice la soberanía
nacional mantiene un verdadero ejército de agentes expertos en
combatir el tráfico y que actúan en contra de los propios apara-
tos de seguridad del estado colombiano que favorecen velada-
mente las actividades de las mafias "nacionales". De hecho, la
situación ha evolucionado hacia un enfrentamiento diplomático
a nivel de gobiernos por la actitud displicente del gobierno na-
cional frente al tráfico. La actividad en sí misma es bastante
amplia y brinda empleo y remuneraciones aceptables a varios
millares de personas que van desde los cultivadores hasta los in-
termediarios, guardaespaldas, químicos que purifican la coca y
subsidia a una parte importante de la burocracia de seguridad
del estado. En fin de cuentas, sin embargo, es también la mafia
norteamericana la contraparte del tráfico en aquel país y la aue
ha promovido la producción de los dos tipos de droga.
Entodo caso, la situación inflacionaria parece ser endémica
y tiende a tornar a Colombia en país caro. La inflación interna
es mayor que las posibilidades de devaluación frente a la situa-
ción de un crónico superávit y se van perdiendo las preciosas
ventajas comparativas soñadas por la reacción de Chicago. De
cierta forma, la política de Chicago hizo crisis a finales de 1976
cuando se recrudeció la inflación y se estableció un frente entre
la burguesía que produce para el mercado interno y los cafeteros
para derribar a los agentes de esta política en el gabinete, siendo
remplazado por medidas de tipo más tradicional que frenaron las
exportaciones, detuvieron la tasa devaluatoria, prohibieron las
exportaciones de alimentos e incentivaron el cultivo de produc-
tos básicos destinados al mercado interno. Los agudos enfrenta-
mientos dentro de la clase dominante, las denuncias de pecula-
dos y favoritismos contra la familia presidencial y la presión
para que el presidente renunciara en cierto momento tuvieron
mucho que ver con la descarnada política agroexportadora que
298
venía propugnando salvajemente el gobierno. Asimismo, las mo-
vilizaciones populares, el crecimiento de la virulencia y la fre-
cuencia de la actividad huelguística que culminaron con el paro
cívico nacional el 14 de septiembre de 1977 contribuyeron en
gran medida a frenar e invertir la política del gobierno en ma-
teria de alimentos y salarios, aunque en este último respecto
sólo hubo un alza del salario mínimo y el gobierno mantuvo una
posición intransigente frente al alza general de salarios que fue
una de las reivindicaciones fundamentales levantadas por el pa-
ro cívico.
299
industrial ya que por un lado la época de escasez de divisas no
es todavía lejana y puede incluso reaparecer en un mediano
plazo y esto hace necesario garantizar un volumen creciente de
exportaciones, mientras que, por otro lado, para incentivar las
exportaciones, los productos agrícolas exportables deben encare-
cerse para elevar las ganancias de los productores e incentivar
su ampliación. Es así como la devaluación y los productos agrí-
colas caros, más caros en la medida en que reflejen una escasez
de materias primas a nivel mundial, son corolarios necesarios
de la política de acelerar el desarrollo capitalista en base al
mercado externo.
La crisis crónica que vive
economía parcelaria desde los
la
años 50 no puede solucionarse con baños tibios como son los
programas del DRI pues la falla suya no es de falta de atención
"integral" sino simple y llanamente de buena dotación de tierras
y elementos de trabajo. Lo que espera la burguesía verdadera-
mente es que la gran agricultura comercial avance aún más rá-
pidamente que en el pasado y que logre substituir en un plazo
razonable la producción parcelaria por los cultivos mecanizados,
proceso que como se ha visto tiene sus problemas porque la
economía campesina tiene sus medios de defensa y en particular
enreda las condiciones de los mercados, lo cual hace un tanto
difícil la penetración de los agricultores comerciales en toda
una serie de rubros de la producción agrícola. En estos momen-
tos, por lo menos, no hay ninguna fracción de la burguesía que
contemple la posibilidad de remediar la situación en base a un
desarrollo democrático de la economía parcelaria, que destruya
la gran propiedad territorial y que cooperativice la gran pro-
ducción capitalista. Los mismos reformistas que tiene a su ser-
vicio el capital han planteado que ya no es necesaria una refor-
ma agraria porque las viejas formas de explotación del trabajo
y el consonante manejo de las tierras han dejado de ser trabas
objetivas para el desarrollo del capitalismo, aun cuando tales
formas de trabajo subsisten en alguna medida y el monto de
las rentas que tiene que abonar la burguesía a los terratenientes
sea alto, más alto aún en las coyunturas de altos precios que fija
el mercado mundial para los productos agrícolas. Para decirlo
de otra manera, el problema agrario en Colombia para el capital
no aparece como la oposición entre servidumbre y libertad de
los trabajadores para asalariarse o como tierras al servicio de la
sujeción extraeconómica del campesinado y no de los empresa-
rios agrícolas.Por el contrario, el proletariado se ha conformado
potencialmente en exceso y el capital no tiene que luchar contra
la hacienda para que libere la mano de obra; asimismo, la mayor
parte de las tierras puede ser arrendada a corto, mediano y largo
plazo, hipotecada o vendida, pues ya no constituye instrumento
para inmovilizar pequeños arrendatarios. Menos aún considera
necesario la burguesía abolir el monopolio territorial pues las
300
implicaciones políticas de la vía campesina ponen en cuestión to-
das las instituciones jurídicas y políticas basadas en una alianza
burgués-terrateniente y tocan el nervio mismo de las relaciones
de esa alianza con la burguesía imperialista.
Por tales razones, será tan sólo la movilización campesina
y la alianza que establezca con el movimiento obrero los que
darán la medida de los cambios que puedan ocurrir en el campo
colombiano, las tierras que pueda recuperar y las formas coo-
perativas que pueda desarrollar, la neutralización que pueda im-
poner contra la violencia terrateniente y la imposición de la
democracia para las amplias masas del campo. En todo caso, el
movimiento campesino no puede entrar a depender de una alian-
za con la burguesía para lograr sus objetivos ya que éstos se
contraponen abiertamente con la vía de desarrollo que ha to-
mado el capital en el campo durante los últimos 30 años. Una
nueva alza del movimiento campesino, que debe producirse ne-
cesariamente por las condiciones de vida y de opresión que im-
peran en el campo, será confrontada por la burguesía posible-
mente con medidas reformistas combinadas con aún más repre-
sión, siempre con la firme intención de garantizar el avance de
la vía gran burguesa de desarrollo agrario.
301
El proletariado rural suma casi un millón de individuos y
constituye de hecho el sector más amplio de la clase trabajadora
ya que el proletariado industrial alcanza unas 700.000 personas.
Al tiempo que el proletariado rural es el más numeroso es tam-
bién el más desorganizado y se enfrenta a condiciones oprobio-
sas que le impone el capital, teniendo que luchar todavía por el
derecho a la organización sindical y a la centralización de esa
organización, a la jornada de 8 horas, a la eliminación del tra-
bajo a destajo, al pago de prestaciones sociales y a ganar con-
diciones sanitarias de trabajo y cubrimiento de gastos médicos.
De hecho, el proletariado rural es el aliado natural del campe-
sinado pobre que entra frecuentemente dentro de sus rasgos,
pero que por la misma naturaleza del proceso de producción y
la forma como la burguesía agraria rota a los trabajadores pro-
- duco condiciones de alta inestabilidad que hacen difícil el logro
de la organización de los trabajadores del campo. Los cambios
técnicos que han venido implementándose dentro de la gran agri-
cultura comercial hacen prever incluso que en el futuro el pro-
letariado rural tenderá a reducirse, especialmente en los dos ti-
pos de cultivo que absorben una mayor cantidad de mano de
obra: el algodón con la introducción de cosechadoras mecánicas
y el café, con la generalización de la variedad caturra que hace
bajar relativamente la cantidad de trabajadores para recoger la
cosecha.
302
mayores de 2.000 hectáreas que a duras penas explotaba la mi-
tad de sus posesiones. De los terratenientes en general, los me-
jor situados arrendaban a la burguesía agraria en las tierras
del Sucre, el Cesar, el Tolima, el Huila, el Valle del Cauca y la
sabana de Bogotá. Muchos de estos terratenientes se han abur-
guesado tanto en la ganadería como en la explotación de culti-
vos de tipo comercial. Su relación con el mercado externo no
ha hecho más que acelerar esta transformación.
Es así como la solución democrática del problema agrario en
Colombia tiene poco que ver con la burguesía y depende sobre
todo del movimiento obrero. Sólo un gobierno de trabajadores
puede trastrocar todas las relaciones de propiedad en el campo
y dar una solución verdadera al campesinado y a las minorías
indígenas: expropiación sin indemnización de los terratenien-
tes, nacionalización de la tierra como base para el usufruto ra-
cional de esta, ocupación campesina en formas cooperativas de
los latifundios ganaderos, desarrollo de empresas estatales don-
de se ha impuesto la gran hacienda capitalista, apoyo a los pe-
queños y medianos propietarios y promoción de su asociación
voluntaria que logre la elevación de su nivel técnico de produc-
ción. Mientras tanto, se imponen múltiples gestas de defensa por
parte del movimiento campesino, apoyado en el movimiento
obrero. Sólo la combinación de los dos puede dar una solución
definitiva al problema agrario colombiano.
303
APENDICE I
Cuadro 1.1.
Aparceros,
agregados y
arrendatarios 21.423 49.48 31.765 47.29 36.273 18.17
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Boyacá 70 2.212 155.655
Caldas 2 600 7.000
Cauca 12 14.558 86.812
Córdoba 3 152 1.380
Cundinamarca 11 341 17.938
Chocó 1 25 175
Huüa 7 1.194 14.700
Magdalena 39 2.143 214.343
Nariño 5 248 2.210
Norte de Santander 7 309 19.770
Santander 13 10.909 58.400
Tolima 11 138 20.544
Valle 2 500 900
Fuente: Incora.
Cuadro 1.6
TOTAL + 3.655.3
Menores de 10 — 169.4
Entre 10 y 20 + 26.5
Entre 20 y 50 + 415.8
Más de 50 4- 3.382.4
308
Cuadro 1.7
De 50 a ]menos
de 100 39.990 48.2 47.763 48.2 2.680.5 12.9 3.197.7 13.3
De 100 a menos
de 200 22.317 26.9 26.553 26.8 2.996.1 14.4 3.552.0 14.7
De 200 a menos
de 500 13.693 16.5 16.344 16.5 3.994.3 19.3 4.701.0 19.5
De 500 a menos
de 1.000 4.141 5.0 4.927 5.0 2.730.8 13.2 3.229.5 13.4
De 1.000 a menos
de 2.000 1.975 2.4 2.363 2.4 2.808.2 13.6 3.394.7 14.1
De 2.000 y más 786 1.0 1.104 1.1 5.513.4 26.6 6.030.9 25.0
Cuadro 1.8
309
51 - I 1I i
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Cuadro 2.1
311
Cuadro 2.2
Porcentajes
Millones de $ Participación P.I.B. P.I.B.
Rubros corrientes en P.I.B. Servicios Total
Total
I ACTIVIDADES
AGROPECUARIAS 49.658.6 26.8 10.2 <i)
37.0
II ACTIVIDADES
FABRILES 62.028.2 33.5 29.5 63.0
6 Industria
manufacturera 36.550.7 19.7
7 Construcción 8.843.3 4.8
8 Electricidad 2.755.5 1.5
9 Comunicaciones 1.783.9 1.0
10 Transportes 9.590.9 5.2
11 Minería 2.503.9 1.3
SERVICIOS QUE
COMPARTEN I Y II 73.405.3 39.7
Para alquileres: Suponiendo que un 20% de los alquileres totales eran del campo.
Para servicios personales: Suponiendo que un 10% correspondían a zonas rurales.
Para gobierno: De acuerdo a una participación del sector agropecuario del 11%
en el total de impuestos tributados.
Fuente: Cuentas Nacionales, Banco de la República.
312
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Cuadro 2.3
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1950 8 13 11 241 50 1.515
1951 6 12 8 297 56 1.922
1952 11 18 5 329 61 1.913
1953 17 29 6 272 79 ,
1.845
1954 28 48 7 295 65 ____ 3 2.340
1955 25 43 11 320 52 _ 4 2.456
1956 23 39 13 343 70 _ 4 2.534
1957 21 36 15 350 60 4 2.272
1958 26 45 21 380 75 _ 10 2.563
1959 66 114 18 422 101 _ 14 2.689
1960 67 115 20 450 106 10 19 3.298
1961 77 132 26 474 95 15 20 3.685
1962 82 142 28 585 100 24 25 4.016
1963 73 126 35 565 105 33 30 3.737
1964 66 114 44 600 95 55 40 4.309
1965 66 114 52 672 85 65 50 4.749
1966 88 125 59 680 90 60 52 4.651
1967 101 175 40 662 90 90 83 5.792
1968 122 202 30 786 75 100 82 6.440
1969 125 214 39 689 85 100 100 6.883
1970 128 214 28 737 100 165 96 6.565
1971 112 188 37 864 112 219 83 6.505
1972 146 243 28 1.000 106 238 102 7.932
1973 145 241 23 1.124 94 398 99 8.400
1974 174 288 27 1.449 117 235 156 9.418
1975 131 129 26 1.586 122 429 105 10.206
1976 161 268 18 1.541 103 391 104 10.200
313
Cuadro 2.3
Cultivos de
Cultivos tradicionales plantación
>^
co
05
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(pane
Caña Fríjol Plátai Bañar Cacac
Yuca
Año
314
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Cuadro 2.3
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N <71
o Produción
(so
a, Tabaco
Año w rama
física
P-i
1951
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A. 591 745 22 130 302 0
KJ \J » \J
1954
^ %J Kj X 588 768 146 403 0
1955
A.\J KJKJ 804 811 29 147 377 0
1956
^%J KJ \J 655 814 37 140 335 0
KJ KJ KJ •\J
1957
M %J KJ V 671 846 38 110 365 0
1958 889 765 38
KJ \J 140 469 0
1959 818 991 39
KJ xJ 145 462 0
1960 932 973 25 142 480 0
1961 752 754 28 135
1962 954 1.081 38
KJ\J 145 482 0
1963 818 860 42 125 450 0
1964 792 828 41 115 '±00.
315
Cuadro 2.4
Metodología: Las ponderaciones de cada cultivo se toman año por año según su
participación en el valor de la producción de cada tipo de cultivo. Las pondera-
ciones para cada tipo de cultiivo se obtienen según su participación en el valor
de la producción, sin café y con café. Los coeficientes multiplican el índice res-
pectivo por cultivo y su sumatoria da por resultado el índice de producción ar-
mónico de cada tipo de cultivo. A
su vez los índices así obtenidos se multiplican
por los coeficientes de participación de cada tipo de cultivo en el valor de la
producción, sin café y con café, y sus respectivas sumatorias entregan los índices
armónicos de producción, sin café y total con café. Fue necesario excluir de esta
operación los productos soya y sorgo que empiezan a desarrollarse después del año
base de 1958 y por lo tanto tergiversaban los resultados. Ampliación de esta me-
todología podrá verse en el Capítulo III.
316 *
Q
Cuadro 2.5
(Miles de hectáreas)
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1969 236 60 255 55 50 57 91
1970 267 40 229 65 77 54 92
1971 218 55 251 71 93 46 95
1972 240 43 276 69 95 52 98
1973 250 35 291 61 168 50 104
1974 314 45 362 73 98 78 122
1975 248 47 384 88 176 54 129
1976 325 32 375 75 160 52 130
317
Cuadro 2.5
(Miles de hectáreas)
Cultivos de
Cultivos tradicionales plantación
1968 278 1 1 ^
MÍO OkJO 1 Ifi oo oo
1 O/I
lyoy ¿O i Izl o47 lo4 57 00
1970 296 130 333 148 55 59
1971 300 117 312 145 54 62
1972 300 131 320 155 55 66
1973 310 118 322 165 58 62
(Miles de hectáreas)
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1 oD 1 Q 87*^ 2.203 3.076
17 182 816 2.371 3.187
1956 874 106 21 170 725 2.345 3.070
1957 839 111 22 178 790 2.321 3.111
1958 967 101 23 160 832 2.494 3.326
1959 908 119 22 166 859 2.542 3.401
1960 941 119 14 125 893 2.587 3.480
1961 885 105 14 140 831 2.542 3.373
1962 964 129 19 130 824 2.739 3.563
1963 930 109 22 110 810 2.667 3.477
1964 932 98 22 115 813 2.714 3.527
1965 984 123 25 120 812 1.901 3.713
1966 958 117 27 115 811 2.903 3.714
1967 970 128 21 95 811 2.919 3.730
1968 944 140 21 90 816 2.881 3.697
1969 970 123 24 65 816 3.045 3.861
1970 915 138 23 50 835 3.037 3.872
1971 865 130 23 48 836 2.863 3.699
1972 850 125 26 63 840 2.957 3.797
1973 830 120 29 80 880 3.053 3.933
1974 810 130 30 58 910 3.145 4.055
1975 815 135 35 55 912 3.175 4.087
1976 820 145 40 55 916 3.241 4.157
319
Cuadro 2.6
ta
I o
> ^ S •
>
i-I
rt
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<a o
< H u 8 a U Í3
320
Cuadro 2.7
comerciales comerciales
Subtotal rama
Algodón Ajonjolí
Indices Cebada Azúcar
Años Arroz
Sorgo
Soya
1962 948.2 174-3 309.4 47.2 402.7 48.1 12.6 16.9 111.3
1963 874.7 160-8 270.5 52.1 359.3 52.9 16.0 21.9 102.0
1964 981.1 180-4 241.4 65.5 422.3 44.6 23.6 33.4 150.3
1965 1.182.8 217.5 302.1 81.7 547.8 40.6 26.7 40.7 143.2
1966 1.185.7 218.0 315.0 90.5 533.6 48.1 22.4 40-1 136.0
1967 1.125.2 206-9 301.3 60.5 487.3 44.1 31-2 61.6 139.2
1968 1.311.4 241.1 371.7 40.3 582.0 39.3 48-0 62.5 167.6
1969 1.233.5 227-1 407.1 55.4 422.5 44.2 40.4 78.0 187.9
1970 1.208.3 222-1 391.7 39.6 401.8 47.0 65.0 83.3 179.9
1971 1.317.0 242.1 423.3 47.8 440.5 55.7 79.7 66.8 203.2
1972 1.397.2 256.9 465.5 34.2 440.8 51.0 114-7 75.7 215.3
1973 1.804.2 331-7 655-8 31.8 545.1 54.7 213.4 84.5 218.7
1974 2.054.0 377.6 649.6 42.2 807.4 64.8 113-1 143.5 222.7
1975 1.788.6 328-8 330.9 36.4 750.3 87.6 186.7 88.0 308.5
1976 1.920.7 353.1 707.3 23.5 618.3 63.1 156-9 81.8 270.1
Fuentes: Ver cuadro 2.3. Deflactado por precios implícitos de mercado. Cuentas
Nacionales.
321
Cuadro 2.6
C3 c c
a
o
O S c O
«
o
tradicioi
c
Subtota! Plátano
tradicio] Panela
Indice
Años Fríjol Yuca
co o, u
1950 727.3 90.4 222.5 64.0 276.1 164.7 116.0 66.2 83.9 32.1
1951 742.3 92.3 217.2 75.1 274.8 175.2 112.7 64.3 82.2 30.5
1952 720.7 89.6 233.4 69.0 273.3 145.0 124.0 70.7 83.5 40.4
1953 733.0 91.1 248.7 70.2 268.7 145.3 140.6 80.2 100.3 40.3
1954 759.4 94.4 215.5 68.5 304.4 171.0 145.5 83.0 96.7 48.8
1955 761.8 94.7 202.1 78.2 305.9 175.6 149.2 85.1 106.6 42.6
1956 783.0 97-3 190.4 81.3 329.3 182.0 142.0 81.0 103.2 38.7
1957 836.4 104.0 263.8 84.9 320.2 167.5 148.6 84.8 99.6 49.0
1958 804.6 100.0 255.0 79.2 316.0 154.4 175.3 100.0 127.3 48.0
1959 835.7 103.9 237.3 74.9 348.5 175.0 217.4 124.0 150.4 67.0
1960 737.5 91.7 193.1 86.4 287.3 170.7 217.0 123.8 147.3 69.7
1961 852.8 106.0 233.1 102.0 354.7 163.0 209.8 119.7 148.5 61.3
1962 942.0 117.1 283.7 78.1 394.0 186.1 204.1 116.4 141.5 62.6
1963 1 .052.7 130.8 392.4 82.3 391.0 187.0 214.2 122.2 150.1 64.1
1964 1 .079.7 134.2 343.3 99.8 415.0 221.6 228.1 130.1 169.1 59.0
1965 1 .032.5 128.3 237.2 91.5 431.7 272.1 262.5 149.7 204.1 58.4
1966 1 .068.8 132.8 271.5 91.5 449.4 256.4 264.3 150.8 204.8 59.5
1967 1 .013.6 126.0 223.4 96.8 450.0 243.4 274.2 156.4 220.1 54.1
1968 1 .046.3 130.0 277.4 95.6 400.6 272.7 251.6 143.5 191.4 60.2
1969 1 069.1 132.9 336.7 94.1 359.2 279.1 206.0 117.5 138.7 67.2
1970 1 069.4 132.9 331.8 91.5 359.3 286.8 254.5 145.2 155.5 99-0
1971 1 055.8 131.2 256.1 102.5 425.5 271.7 217.1 123.8 139.9 77.2
1972 1 162.8 144.5 271.4 127.4 431.0 333.0 211.2 120.5 140.4 70.8
1973 1. 385.9 172.2 592.2 106.6 407.2 279.9 166.6 95.0 87.3 79.1
1974 1 447.7 179.9 594.4 105.2 437.6 310.4 185.8 106.0 100.0 85.8
1975 1. 557.4 193.6 648.9 112.1 481.9 314.5 209.9 119.7 124.7 85.2
1976 1 461.3 181.6 619.1 105.9 460.2 276.0 207-6 118.4 109.8 97.7
Fuentes: Ver cuadro 2.3. Deflactado por precios implícitos de mercado. Cuentas
Nacionales.
322
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Cuadro 2.8
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Año;
1. Fibra y semilla.
República.
324
Cuadro 2.9
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1951 14 — 7 33 47 1 3
1952 18 — 8 30 33 13
1953 15 — 8 32 23
1954 6 — 8 47 53 "
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1955 2 — 10 36 53
1956 14 — 10 44 90 — 21 3
1957 15 — 11 52 104 — 40 — —
1958 11 — 6 44 86 — 5
1959 6 — 7 49 96 — 6 —
1960 1 — 4 13 84 — — 4 —
1961 1 39 8 8 155 — — 40 1
1962 2 — 9 — 135 — — — —
1963 2 — 6 — 93 — — — —
1964 3 — 10 12 170 — — 21 —
1965 9 — 12 2 200 — — —
1966 6 — 12 — 200 — — —
1967 ^ — 11 6 170 — — —
1968 — 10 23 228 — — 11 1
1969 10 42 243 — — 18
1970 14 59 322 14 — 7
1971 14 15 390 47
1972 13 30 380 21 20
1973 12 40 321 25
1974 11 27 331 200 n.d.
1975 11 310 n.d. 200 n.d.
1976 10 n.d. 320 n.d. 220 n.d.
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Cuadro 3.2
Estimativos de población ganadera y área en pastos
Total nacional
Población Area en pastos Capacidad
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Año cabezas hectáreas ( cabezas
hectárea
Metodología sobre el cálculo de pastos: Cuadros 1.3, 1.4, 1.6 y 1.7. En base al
estimado de la población y sus variaciones anuales, y asumiendo parámetros de
carga por hectárea derivados de las diferentes muestras y del censo agropecuario
de 1960 se dedujo el área ocupada por la población estimada. Se establecieron
intervalos según los parámetros ajustados de pastos derivados de las muestras que
fueron llenados en base a proyecciones hacia atrás y hacia adelante. La distribu-
ción del ganado por zonas se basó en parámetros derivados también de las mues-
tras y el censo agropecuario de 1960. El mismo cálculo sirvió para distribuir el
área nacional en praderas entre las diferentes zonas.
Además se tomó en cuenta que cada zona tenía ciertas características de carga por •
hectárea, lo cual sirvió para que los estimativos no se salieran de ciertos límites
mínimos. Esto permitió derivar estimados coherentes y sirvió para hacer com-
probaciones en relación al total nacional. El margen de error del presente esti-
mado puede ser bastante amplio, mayor aún que el margen del estimado sobre
población, lo cual reforzaría el del primero. Es posible que el área en pastos sea
mayor a la estimada hasta en un 1596, pero es improbable que sea menor, es
decir, el margen de error tiene sólo un signo positivo.
Cuadro 3.3
Extracción comercial
Indice por consumo interno y exportación
331
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Cuadro 3.4
332
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Cuadro 3.5
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333
Cuadro 3.6
(US$ millones)
334
Cuadro 3.7
(Miles Cabezas)
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A. A. 1.434
1951
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1952 1.555 10 1 565 135 1.430
1953 1 470 6 1 476 5 1
X • 481
A\J A.
335
D i
Cuadro 3.8
1. Precios por animal adulto. 2. Estimación en base a la primera mitad del año.
Valor de la producción = valor extracción comercial + valor cambios en
inventarios. Valor extracción comercial = valor degüello + valor exportaciones.
336
Cuadro 3.9
Fuente: DANE-Seprocol.
337
Cuadro 4.1
1950 807
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1951 8Q7 588 465 365 9 08
1952
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1953 938 588 400 3Q0
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1955
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1956 883 833 485 425 12 37
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338
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Cuadro 4.1
Cultivos
Cultivos tradicionales de plantación
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Cuadro 4.1
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1966 1.104 983 5.060 1.755 5.867
1967 1.203 876 5.488 1.756 6.080
1968 1.294 822 5.801 1.956 6.753
1969 1.319 1.258 5.732 2.059 7.485
1970 1.490 1.087 5.896 1.933 9.885
1971 1.696 1.042 7.267 1.933 9.617
1972 2.170 1.447 8.300 2.514 11.571
1973 3.329 2.047 15.246 2.795 14.975
1974 3.364 2.215 16.416 4.496 17.210
1975 4.103 4.042 23.200 6.466 21.286
1976 4.853 2.954 20.163 6.414 44.259
340
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Cuadro 4.4
Cultivos
Años Cultivos Cultivos Cultivos mixtos Café Total Total
comerciales tradicio- de plan- semimeca- cultivos cultivos
mecanizados nales tación nizados sin café con café
344
o1 o o
Cuadro 4.5
de semi-
cultivos cultivos
izados
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café
café
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iltivos iltivos
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345
Cuadro 4.6
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1958 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
1959 108.1 100.6 101.0 116.7 94.5 73.6 100.2 91.9 138.8
1960 112.7 100.8 912 114.8 96.8 77.1 99.7 92.2 141.8
1961 116.5 103.3 115.9 113.3 123.4 78.9 113.3 103.6 128.0
1962 121.4 102.4 119.1 118.5 95-9 74.1 107.2 97.6 117.9
1963 153.9 95.3 127.8 109-4 124.4 72.2 116.3 104.7 87.5
1964 168.0 110-9 171.5 129.2 156.8 83.2 146-3 129.4 107.5
1965 184.0 121.7 149.8 132.1 113.3 76.1 129.0 115.4 137.4
1966 222.8 109.0 135.6 115.0 121.2 73.7 121.0 109.6 161.3
1967 231.9 103.4 132.5 121.3 118.4 73.4 117.9 106.7 169.0
1968 248.3 107.0 137.7 109.5 115.0 76.2 118.2 108.5 140.2
1969 268.8 98.3 123.6 115.3 124.1 78.0 114.3 105.5 130.9
1970 292.4 93-6 120.0 124.2 114.1 94.7 109.4 104.4 112.5
1971 316.5 92.4 154.6 117.5 117.2 85.1 116.8 110.0 127.0
1972 349.7 91.5 161.5 110-2 136.5 92.6 129.4 117.4 122.1
1973 463.4 99.1 135.9 82.8 152.0 90.5 121.7 113.5 121.7
1974 628.1 88.4 138.2 92.0 118.3 76-7 110.4 101.6 122.7
1975 792.4 83.3 158.6 99-2 136.5 75.2 119.0 107.5 128.2
1976 982.6 88.3 148.5 93.1 104.0 126.1 108.8 113.3 123-1
346
Cuadro 4.7
tado por índice general del costo de vida, ajustado a la serie de precios implí-
citos de mercado. Fuente: Banco de la República. DAÑE - Cuentas Nacionales.
Jay Atkinson, Ministerio de Agricultura.
347
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Cuadro 5.3
350
Cuadro 5.4
351
Cuadro 6.1
352
Cuadro 6.2
1976 1.138.8
1951
Metodología: El acerco de capital en 1960 es igual a la ^ de la inversión
1960
bruta. Las adiciones corresponden a la inversión bruta de cada año, mientras que
la depreciación es la inversión bruta hecha 10 años atrás.
353
)
Cuadro 6.3
pues este estaría influido por la tasa de retorno sobre la inversión en general.
Está deflactado por el índice de precios implícitos de mercado.
354
Cuadro 6.4
Importación de tractores
1945-1975
19oU 1 CAA
1.590 1966 1.756
1960 2.428
355
Cuadro 6.5
Potencia
Años (miles de Indice
caballos)
356
Cuadro 6.6
357
Cuadro 6.7
Capital real
Años Número de neto
sociedades millones de $ 1958
1951 90 40.6
358
4
Cuadro 6.8
(Miles de toneladas)
Volumen
Años miles de tons. Indice
359
Cuadro 6.9
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360
Cuadro 6.10
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361
•
Cuadro 6.10a
Piqi
* Se obtiene de It — Siendo Pi = Indice de Precios de cada Insumo.
100
= Ponderaciones de cada insumo. Cuadro 6.10b. Elaborado por Coyuntura
Económica, DAÑE.
Cuadro 6.10b
Distribución porcentual del costo directo por tipos de cultivos
Comer- Tradi-
Insumo ciales Mixtos cionales Café
Se tomaron los siguientes índices de precios al por mayor del Banco de la Repú-
blica. 1- Maquinaria no eléctrica. 2. Jornales agrícolas. 3. Abonos. 4. Produc-
tos químicos. 5- Total sin alimentos.
Elaborado por Coyuntura Económica, DAÑE.
362
Cuadro 6.11
363
o
Cuadro 6.12
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364
Cuadro 6.13
Participación Participación
Años Crédito en el total de Años Crédito en el total de
real créditos real créditos
Fuente: Incora.
365
Cuadro 6.14
Millones $ Millones $
Año corrientes de 1958
74.0 ^
366
Cuadro 6.15
(Millones de pesos)
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Cuadro 6.16
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368
INDICE DE CUADROS
ISBN 84-8277-093-4