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Resumen
Dentro de los estudios feministas de la ciencia, se abordan distintos aspectos sobre la historia de la
incorporación y participación de las mujeres, de su situación actual, así como los efectos que su ausencia y
presencia han tenido en la ciencia y la tecnología. En el caso de esta investigación, retomar las bases del
feminismo fue fundamental para entender su influencia en la terapia familiar. Con base en la experiencia de
las mujeres y su interpretación por medio de la fenomenología, una habitación propia trae el debate de la
soledad e integración emocional de las mujeres, en este caso Xochilt, quien narra su vivencia en su relación
de pareja. Las conclusiones afirman que el estudio de las experiencias de las mujeres es importante, pero aún
faltan estudios etnográficos complementarios en la fenomenología de la experiencia.
Palabras clave: Feminismo, fenomenología, Terapia Familiar.
Abstract
Within the feminist studies in science, various aspects of the history of the inclusion and participation of
women, their current situation and the effects their absence and presence have in science and technology are
addressed. For this research, retaking the bases of feminism was critical to understand their influence in
family therapy. Based on the experience of women and its phenomenology interpretation via, A Room of
Ones own brings the discussion to loneliness and emotional integration of women, in this particular case of
Xochilt, who narrates her experience in a love relationship. The findings suggest that studying women's
experiences is important itself, but it takes additional ethnographic studies in the phenomenology of
experience for better understanding.
Keywords : Feminism , phenomenology , Family Therapy.
¿Por qué los hombres bebían vino y las mujeres agua? ¿Por qué un sexo era tan adinerado, y tan
pobre el otro?, ¿Qué influencia ejerce la pobreza sobre la literatura? ¿Qué condiciones requiere la
creación de obras de arte?
Virgina Woolf
Una Habitación Propia
Introducción
El marco epistemológico del feminismo se consolida a partir de la crítica al discurso androcéntrico
(DRAE), reflexión que lleva a pensar de inicio sobre la condición política de las mujeres y la
necesidad de dar visibilidad a la “subordinación histórica de éstas; al igual de cómo surge, porqué
se perpetúa, cómo puede cambiarse y cómo sería la vida sin ella: Las teorías feministas tienen un
doble propósito: son guías para la comprensión de la desigualdad entre hombres y mujeres, así
como orientan una acción para repensar la división sexual del trabajo, su componente simbólico y la
clase sexual a la cual hegemónicamente está presente en todos los discursos” (Dorantes, Martínez,
Segura, 2011).
1 Maestría en Medicina Social (UAM). Profesor del Instituto de Terapia Familiar Cencalli. Formación en
Terapia Familiar UNAM, Seminario de Posgrado en Identidad: Sexo, Cuerpo y Género. PUEG UNAM
Correo electrónico: psic.faustogl@gmail.com Corrector de estilo: Mtro. Ariel Fuentes Gómez:
ariel.gomezf@gmail.com
Año 2014, Vol.27, No.2
Psicoterapia y Familia
Año 2014, Vol.27, No. 2: 48-68
En este esfuerzo, las pensadoras feministas, más que buscar respuestas en la tradición, se
han dedicado a desarrollar nuevas interpretaciones utilizando las herramientas ofrecidas por las
diferentes concepciones filosóficas. Para efectos del presente trabajo, existen dos aproximaciones
ubicadas en las olas del movimiento feminista que influyeron en la Terapia Familiar, las ubicaremos
como la primera ola y la segunda:
Primera ola - Siglo XVIII - Siglo XX
El feminismo en el recorrido de la historia denunció la situación de desigualdad que muchas
mujeres comenzaron a observar en su día a día. Los comienzos pueden situarse en las reuniones
organizadas por mujeres burguesas en el ámbito de lo privado y lo doméstico, su objetivo era el
reconocimiento de sus derechos políticos. Un escrito ejemplar es el de Olympia de Gouges con la
Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana manifestado en 1791 como una contra
cara de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que, ante tal “desacato” fue
guillotinada en la plaza pública (Dorantes, Martínez, Segura, 2011).
En México, en 1916 se llevó a cabo el Primer Congreso Feminista en Yucatán. De igual
forma, en el semanario ilustrado se publicó La mujer moderna que fue editada por Artemisa Sáenz
Royo y Hermila Galindo entre 1915 y 1919, años en los que se comienza a dar visibilidad a otros
temas de competencia de las mujeres. Tres años más tarde se reconoció por primera vez el voto
limitado a las mujeres, por lo que Rosa Torres (profesora que integró el Consejo Feminista
Mexicano ese mismo año) desempeñó un cargo de elección popular: el de presidenta del Consejo
Municipal de Mérida (Tuñón, 1998). Finalmente en 1953 se reconoció pleno derecho de ciudadanía
a las mujeres en el territorio nacional. Sin embargo, queda preguntar ¿Cuáles fueron las ideas que
influyeron para que las mujeres se movilizaran en este periodo histórico? Sin lugar a dudas fue el
pensamiento de Marx.
Como pudimos leer en el párrafo anterior, a mediados del siglo XIX se impone en el
movimiento obrero el socialismo inspirado en la obra póstuma de Marx, el Capital, el cual
constituye la primera teoría crítica de la historia que analiza la dominación y subordinación entre las
clases sociales. En ese sentido, Marx y Engels describen la opresión de la mujer como una
experiencia de explotación económica, pero hay que reconocer que la emancipación de las mujeres
no es un tema relevante para la emancipación del proletariado. Muestra clara de ésta ideología es El
origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, donde la descripción de la sujeción de las
[La monogamia], entra en escena bajo la forma de esclavizamiento de un sexo por otro (marcado
en el ejercicio del poder de los hombres sobre las mujeres*), como la proclamación de un conflicto
entre los sexos, desconocido hasta entonces en la prehistoria (pues se validaban en pactos
sociales*)… La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la
procreación de los hijos. Y hoy puedo añadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la
historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y
la primera opresión de clases (o violencia de género), con la del sexo femenino por el masculino.
La monogamia fue un gran progreso histórico, pero al mismo tiempo inaugura, a la par con la
esclavitud y con las riquezas privadas, aquella época que dura hasta nuestros días y en la cual
cada progreso es al mismo tiempo un retroceso relativo, y el bienestar y el desarrollo de unos
verificase a expensas del dolor y de la represión de los otros (en este caso de las mujeres*).
(Engels, 1976; pp. 33-34).
Este establecimiento de la monogamia implica, sobre todo, una censura sexual para las
mujeres, no así para los hombres. A las mujeres se les exige recato sexual, virginidad al llegar al
matrimonio, una vez casadas, se les vigila, se les aísla y “si la mujer se acuerda de las antiguas
prácticas sexuales y quiere renovarlas, es castigada más rigurosamente que en ninguna época
anterior” (Ibid, p. 59). Alrededor de la virginidad y el recato sexual que se exige a las mujeres se
fundan un conjunto de mitos y tabúes que perduran de una u otra manera hasta nuestros días,
originando así la violencia de género dentro de las familias.
La recuperación del planteamiento teórico- marxista dentro de las teorizaciones feministas
siguió dos vertientes muy importantes en ésta ola: el feminismo ortodoxo o reivindicativo y el
feminismo radical transitorio con la segunda ola:
Feminismo Ortodoxo: Surge fuertemente influido por el pensamiento marxista que plantea la
abolición del capitalismo y la implantación del socialismo como forma de liberación de las mujeres,
mismas que materializan históricamente dentro de la desigualdad económica, confusión política,
moral burguesa y relaciones sociales insalubres, reflejando así la discriminación de las mujeres
como un producto de la lucha de clases sociales.
En este movimiento resaltan los trabajos de August Bebel (trabajo desde el Marxismo la igualdad de
derechos y el sufragio femenino) y Alejandra Kollontai. Para Bebel no todos los socialistas
apoyaban la igualdad de los sexos:
Hay socialistas que se oponen a la emancipación de la mujer con la misma obstinación que los
capitalistas al socialismo. Todo socialista reconoce la dependencia del trabajador con respecto al
capitalista (…) pero ese mismo socialista frecuentemente no reconoce la dependencia de las
mujeres con respecto a los hombres porque esta cuestión atañe a su propio interés (Dorantes,
Martínez, Segura, 2011).
Por su parte, Alejandra Kollontai defendió el amor libre, la igualdad de salario para las
mujeres, la socialización del trabajo doméstico y del cuidado de l@s niñ@s. Asimismo, señaló la
necesidad de cambiar la vida íntima y sexual de las mujeres. Además articuló el feminismo y el
marxismo en una postura en la cual no se limitó a sólo incluir a la mujer en la revolución socialista,
sino que indicó qué tipo de revolución necesitaban las mujeres: una revolución de la vida cotidiana,
de las costumbres y de las relaciones entre los sexos (Dorantes, Martínez, Segura, Op.Cit).
Jhon Money propuso el término “rol de género” para describir el conjunto de conductas
atribuidas a los varones y a las mujeres, pero fue Robert Stoller quien estableció con mayor claridad
la diferencia conceptual entre sexo y género (Alcántara, op.cit.). La distinción entre “sexo” y
“género” es que sexo se determina por la diferencia sexual inscrita en el cuerpo, mientras que el
género se relaciona con los significados que cada sociedad le atribuye.
Feminismo radical: Este feminismo tiene una influencia teórica proveniente del marxismo, el
psicoanálisis y las teorías de la Escuela de Frankfurt. Para este feminismo sus obras medulares son:
Política Sexual de Kate Millet publicada en 1969 y Dialéctica del Sexo de Shulamith Firestone de
1970. Para ellas el término radical se basa en el sentido marxista de tomar las cosas por la raíz, es
decir, se pretendía ir al origen mismo de la opresión, pero a la vez rechazan las concepciones
clásicas marxistas como que la lucha feminista debía subsumirse dentro de la noción de lucha de
clases.
Bajo este marco, se cuestionó el papel de la mujer en el sistema socialista, donde a pesar de
haber cambiado el sistema, la mujer seguía en situación de opresión. De ahí que era necesario
diferenciar entre los sistemas económicos y los sistemas sociales que reproducen la dominación del
hombre sobre la mujer, por lo que se empezó a integrar la categoría de género como un clasificador
de la diferencia sexual como una unidad de análisis más específica de las “clases
socioeconómicas” (Dorantes, Martínez, Segura, 2011).
Una de las representantes de este tipo de pensamiento feminista es Simone de Beauvoir que
describe que en la estructura ontológica “hombres” y “mujeres” son iguales, aunque se reconozca
que la cultura y la sociedad les asigna connotaciones diferenciadas en las desigualdades. También se
pregunta ¿Qué es mujer? un ser reducido a la inmanencia (al “ser para otro”), negándoles así su
condición de trascendencia (“ser para sí”).
Por otro lado Celia Amorós (1991) describe que el espacio público es un operador
distributivo que troquela individualidades. En tanto que lo privado, que es el espacio familiar y es
en el que se desenvuelven las mujeres, no favorece este proceso de individuación dándoles a éstas
tan sólo la posibilidad de una relación de “idénticas”. Amorós comenta que entre lo público y lo
privado existe una articulación asimétrica –no es una relación complementaria-, pues en una de las
categorías (lo público) se ha puesto lo socialmente valorado, mientras que en la otra se ha puesto lo
socialmente menospreciado. Los hombres se insertan dentro de la esfera pública, una esfera en la
cual se establecen los pactos para el poder y el control, en tanto que a las mujeres se les destina a la
esfera de lo privado, un espacio que tiene menos importancia. Así, Amorós sostiene que para el
surgimiento de la mujer como ciudadana, como sujeto político pleno, con derechos y obligaciones
en el contrato social, se requiere de un doble movimiento, tanto de la entrada masiva de las mujeres
al ámbito público, como la de los varones al ámbito de lo privado.
Walters, Carter, Papp y Silverstein (1991) iniciaron su trabajo inspiradas en El segundo Sexo de
Simone De Beauvoir así como en La mística femenina de Betty Friedan. A consideración de las
autoras, estas publicaciones crearon el clima propicio para una “nueva toma de conciencia” sobre
los problemas de la mujer dentro de la sociedad, pues, de alguna forma, la reflexión de que lo
personal es político fue un punto de ruptura para cambiar su pensamiento e influir en el de otros
terapeutas.
Asimismo, dichas autoras, influidas por la segunda ola del feminismo, visibilizaron y
articularon intervenciones en terapia familiar que evitan la reproducción de la opresión de las
mujeres en la familia. Ellas deconstruyeron las creencias en la terapia sobre las relaciones
familiares, entre: Madres e hijas, Padres e hijas, Madres e hijos, Parejas, El Divorcio, Hogares
encabezados por mujeres y Mujeres solas. Sus intervenciones interdefinidas e interconectadas con
el feminismo fueron un punto de ruptura para cuestionar el modelo tradicional de familia y
cambiarlo por uno que diera lugar al análisis de las relaciones de opresión hacia las mujeres y creara
espacios de libertad y de reconstrucción del significado de ser mujer en las relaciones familiares.
Además, su trabajo inspiró a otras investigadoras a ir desarrollando las ideas del feminismo
en la práctica de la terapia familiar. Para Goodrich, Rampage, Ellman, Halstead (1989), conocer el
Una habitación propia esconde la reflexión que la autora hizo para un ciclo de conferencias sobre la
literatura y la mujer. El ensayo recorre la historia literaria de la mujeres, con el fin último de
reivindicar para el género femenino la posibilidad de ser admitido en una cultura que hasta entonces
se había mostrado como uso exclusivo de los hombres, en una sociedad inglesa de una pronunciada
idiosincrasia patriarcal.
La escritura y la experiencia
Para White y Epston (1993) la "analogía del texto" es un “mapa” especialmente útil para entender la
experiencia de las personas, y en este caso, de las mujeres. Ellos nos explican que las científicas
sociales Scott (1991) y Alcoff (2000) empezaron a trabajar con analogías cercanas, al observar que
el recordar una acción en el presente y el significado que se le otorga persiste a lo largo del tiempo
(Boscolo, Bertrando, 1993): "Esto permitió considerar la interacción de las personas como la
interacción de los lectores respecto de ciertos textos. Esta analogía hizo también posible concebir
la evolución de las vidas y de las relaciones en términos de lectura y escritura de textos, en la
medida que cada nueva lectura de un texto es una nueva interpretación de éste, y por lo tanto, una
nueva forma de escribirlo" (White y Epston, 1993; p.27).
Muchos tipos de terapias influidas por estos principios han propuesto que la terapia es un
proceso de "re-escribir historias” y, en este caso, reconocer la escritura de las mujeres.
Generalmente se utiliza el término "re-escribir" metafóricamente, refiriéndose a que a través de la
conversación se revisan y posiblemente se resignifican nuestras historias. A continuación se
presentan ejemplos de cómo literalmente se "re-escriben" historias, al incorporar el escribir al
proceso terapéutico (Tarragona, 2003).
Es necesario tener en cuenta que aquello que traen las personas a consulta está dirigido a
una audiencia concreta y surge en el contexto de una relación con un otro que abre las puertas
quizás a reconocer y ayudar a ese reconocimiento de la capacidad escrita. Y esta creación final
termina trascendiendo la relación, su biografía, sus deseos y conflictos. La escritura en esta etapa
cumpliría una función de comunicación analógica (Watzlawick, Beavin, Jackson, 1981) mitigando
la sensación de pérdida, acompañando y facilitando el paso del tiempo,
que conlleva cambios importantes en la vida de las mujeres (Boscolo, Bertrando, 1996). En un
momento de reorganización, de cambio, aporta consistencia y continuidad y puede constituir un
espacio protegido en un entorno vivido como amenazante (Goodrich, Rampage, Ellman, Halstead,
1989).
Estas narrativas de vida no sólo reflejan nuestras vidas, sino que las constituyen. Ya lo habría
descrito Bruner (1987) con mayor experticia: “nos convertimos en las narrativas autobiográficas
con las que 'contamos' nuestras vidas" (p.15). Harlene Anderson explica: "es un proceso reflexivo y
discursivo de dos direcciones. Construye nuestras experiencias y al mismo tiempo, la usamos para
De este modo, Scott (1991) como tantas autoras más, proveen un método indispensable del
feminismo que ha influido en la psicoterapia y éste ha sido la fenomenología, reconociendo las
experiencias de las mujeres como un referente importante para generar una interpretación y, en el
caso de la terapia, una acción. Sin decirlo, de esta manera Scott (1991) sabe que la experiencia
vivida forma subjetividad (o posiciones del sujeto) y sugiere que ésta es capaz de producir
respuestas contra las condiciones padecidas. Entonces, Scott (1991), propone a la “experiencia”
como categoría de análisis y estrategia para hacer otro tipo de historia de género o clase, como
evidencia para cuestionar las viejas narrativas de la historia normativa, que supone coherencias e
interpretaciones neutras del carácter opresivo de las mujeres evidenciándolas como mero producto
de su clase sexual.
socialización que se perpetúa continuamente, dañando la salud mental de las mujeres (Gómez,
2012). Por esta razón la psicoterapia se vuelve una práctica en salud de suma importancia para
visibilizar esas inequidades y apoyar a las mujeres a que tengan un desarrollo pleno en el campo de
lo familiar, de pareja y laboral (Walter, Carter, Papp, Silverstein, 1991). En este sentido, las
experiencias son construcciones externas por medio de estructuras lingüísticas, esto hace que sean
vistas como un efecto discursivo que se transmite en los espacios de familia, pareja, individuo. Esto
nos lleva a la pregunta de investigación: ¿Cómo un proceso de diálogo terapéutico y escritura puede
influir en las experiencias y significados de una mujer que ha vivido conflictos con su pareja?
Objetivo general:
Lograr cambios en los significados y en las experiencias de una mujer con respecto a los conflictos con su
pareja. Los objetivos específicos y categorías de análisis son: Conocer la historia familiar. Describir los
escritos de la experiencia de vida de una mujer. Interpretar los significados a los escritos
Diseño:
Es una investigación-acción, de corte cualitativo con una posición teórica fenomenológica y un
diseño narrativo en primera persona, con entrevistas individuales y de pareja (focales).
Participantes:
Como se trata de un estudio de caso, sólo se trabajó con una pareja con un conflicto que los llevó al
uso de la psicoterapia (Los nombres fueron cambiados para respetar su anonimato).
Procedimiento:
(1) Punto de partida –categorías de análisis, género, experiencias, historias y escrituras.
(2) Recogida de información e identificación del problema (Primera sesión).
(3) Análisis e interpretación de datos (intervalo entre una sesión y otra; descripción de las
experiencias).
(4) Planificación para la acción (la escritura como espacio de apropiación):
(5) Puesta en marcha de la primera acción (Segunda, tercera y cuarta sesión): Aplicación de la
escritura como un espacio propio y acciones de reflexión continua.
(6) Observación y seguimiento del proceso en la realidad y con los actores sociales: Necesidad
de una terapia de pareja.
(7) Evaluación y detección de realidades sociales o nuevos problemas: Reporte de lo observado.
Año 2014, Vol.27, No.2
Psicoterapia y Familia
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Resultados
Punto de Partida
Una mujer joven, que describiré aquí como Xóchitl, quien es la que asiste a consulta, relata que
hace algún tiempo (7 años de relación con Cuauhtémoc) se ha vuelto irritable e intratable, debido al
descubrimiento de una serie de coqueteos que Cuauhtémoc tuvo con una chica del trabajo. Esto
condujo a Xóchitl a tratar de salir con alguien más, pero se dio cuenta de que aún amaba a
Cuauhtémoc y que lo que hizo fue por mero “revanchismo”. Pasada la crisis, ambos decidieron
seguir en la relación, pero ella siente aún incertidumbre, pues no está segura si volverá a pasar; o no
está segura de “por dónde irá a parar su relación”.
La familia de Xóchitl está compuesta por su madre y su padre, ambos alrededor de los 50
años, juntos por compromiso y distanciados emocionalmente. Tuvieron tres hijas, la mayor, Xóchitl,
de 31, Mariana de 29 y Daniela de 27. Los padres viven aparte; Xóchitl vive con Daniela y Mariana
vive con su esposo. El padre es comerciante y continuamente se desenvuelve con otros hombres
para realizar el intercambio de la materia prima. Él tuvo y tiene bastantes problemas con su esposa,
describiéndolo como machista. La madre trabaja en casa a pesar de haber trabajado por mucho
tiempo fuera de ella. Los padres, aunque conflictuados continuamente, tratan regularmente con los
problemas personales y familiares.
La familia de Cuauhtémoc está compuesta por su madre y su padre, los dos oscilantes entre
los 40 y 50 años de edad, divorciados desde hace 12 años y con dos hijos que durante esos años
vivieron con su madre. Cuauhtémoc es el hijo mayor. Trabaja como ingeniero en sistemas de forma
independiente, lo que lo lleva trabajar todo el tiempo. Además, comenta que desde la separación de
sus padres cuando él tenía 16 años, tuvo que hacerse cargo de diversas responsabilidades, entre
ellas, actividades para proveer a la familia de sustento económico, por lo que tuvo que estudiar y
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trabajar. Esto lo llevó a creer que la forma adecuada de resolver los problemas es por medio de
“hacer entrar en razón a las demás”, pues continuamente debatía con su madre y su hermana, las
cuales describe como mujeres de “ciencia” debido a que su madre es Química-fármaco-bióloga y su
hermana menor recién terminó un doctorado en biología. Su madre recientemente sufrió una
embolia cerebral, condición que la hace dependiente de los cuidados de Cuauhtémoc, así como del
sustento emocional.
Observación y seguimiento del proceso en la realidad y con los actores sociales: Necesidad de una
terapia de pareja.
Su libreta siempre fue su compañera, pero fue necesario convocar a una sesión de pareja,
principalmente por decisión de Xóchitl. La metáfora de la terapia como una habitación propia a la
cual puede traer a quien ella quiera fue un elemento indispensable para fomentar su capacidad de
agencia (Scott, 1991) y regular el poder del terapeuta (Bertrando 2011).
Al llegar (Xóchitl había llamado para acordar la cita), Cuauhtémoc saluda con extrema
desconfianza y Xóchitl con extrema timidez (quizás porque se encontraba en una sala llena de
hombres). Ella se muestra corporalmente contraída y retraída en sí misma, escuchando la
conversación que Cuauhtémoc entabló conmigo después de preguntarles “¿Cómo se organizaron
para llegar juntos a la terapia?” Ella continuaba retraída en sí misma; quedaba claro que no
Xóchitl -Fausto
- X: Buenos días
- Cuauhtémoc me escribió esto a la 1am
- Espero algún día te recuperes y siendo muy optimista, quizás me perdones por los malos
momentos que has tenido a mi lado. Lo siento mucho. Siempre han sido buenas intenciones lo
que he tenido y te seguiré deseando. Descansa y se feliz. Abrazo.
- Siento muy feo, me duele la panza
- F: Es algo desconcertante lo que me cuentas, ayer parecía bien.
- X: Sii
- F: Vaya es una pena, además es una respuesta ambigua.
- Es muy pronto para tomar medidas, seguro en el transcurso del día tienes más información de él.
- X: Uff no creo que haga o diga más, pero uno nunca sabe. A mí me gustaría verte informalmente.
A qué hora podrías?
- F: Claro, podría acompañarte en el proceso, vaya como es algo inesperado, no sé bien la hora.
- Aprovechando estas tecnologías, me gustaría que en el transcurso del día me mandes mensajes de
cómo has estado y cómo van las cosas.
- De las 12 a las 4 y de las 4 a las 8pm
- Así creo que puedo estar presente en el transcurso del día y saber cómo te encuentras
- ¿Te parece la propuesta?
- X: Si está bien.
- F: Ok, perfecto
- X: Gracias
- F: No hay de qué
- Ahora sólo me gustaría saber ¿Qué piensas hacer en este momento?, ¿Con quién estás ahorita?
- X: Mi rutina de siempre. Estoy sola.
- F: Ok, ¿Cuál será tu rutina?
En este momento me referiré un poco a la descripción que hace Rivière (1929) sobre la
temida angustia de la separación que experimentan las mujeres ante el rechazo de los hombres, así
como los hombres y sus estrategias de dominación en un sentido ambiguo. Más adelante ese día a
las 2 pm:
- X: Fausto … No ha pasado nada con la cuestión de Cuauhtémoc
- Yo me he mantenido ocupada toda la mañana trabajando
- F: No te ha escrito entonces
- X: No y no creo que lo haga
- F: Ok y ¿Cómo te has sentido?
- X: Yo en general me siento bien pero no deja de doler un poco… mantenerme ocupada me ayuda
- F: Claro es lo mejor estar ocupado
- X: A mí me gustaría llamarle en la tarde o noche pero no sé si sea lo adecuado
- F: Vamos a ver cómo sigue el día y cómo está tu humor, ¿va?
- X: Cuando él está muy enojado no acepta mis demostraciones de cariño y es lo único que quisiera
darle ahora
- F: Es sano mantener la distancia
- X: Si, me comunicaré contigo más tarde… ok … así le hacemos
- F: Claro, estoy al tanto.
Para Celia Amorós (1991) el espacio público es un operador diferenciador que troquela,
moldea, produce y reproduce individualidades. El espacio privado, que es el espacio familiar y es
en el que se desenvuelven las mujeres, no favorece este proceso de individuación dándoles a éstas
tan sólo la posibilidad de una relación de “idénticas”. Para Xóchitl, el valor emocional y de
cuidados tuvo un alto impacto; sin embargo, el espacio público la ayudó a no estatificarse en lo
emotivo de la vida privada. Esta articulación es asimétrica y complementaria; los hombres se
insertan dentro de la esfera pública, una esfera en la cual se establecen los pactos para el poder y el
control, en tanto que a las mujeres se les destina a la esfera de lo privado, un espacio que tiene
menos importancia.
- X: Le dije que me hubiera gusta mucho que fuera, y me dijo que no sabía que era tan importante
para mi que fuera él de manera individual
- Me dijo que actué como decepcionada, y que es a mi quién le está pasando el problema grave.
Entonces le dije, entonces entiendo que dices que sólo a mi me está pasando el problema grave, y
dijo no, no quise decir eso, si quieres lo platicamos con más calma después.
- Dice que lamenta decepcionarme y que con mi actitud no se siente aprobado ni valorado.
Woolf describe en su obra “Una habitación propia” que las mujeres nunca tienen tiempo
necesario para concentrarse sin ser interrumpidas, esto quería decir que las mujeres nunca podrían
haber escrito grandes obras por los tiempos dedicados a las actividades de cuidado hacia los otros.
En el caso de Xóchitl, son largos los días en los que tiene que hacer una labor de cuidados
emocionales hacia Cuauhtémoc; fatiga, cansancio y frustración son las sensaciones que llega a tener
Xóchitl por esta situación.
- F: ¿Tú crees que realmente sea así? … O ¿lo dice sólo de forma momentánea?
- X: No lo sé, es que no entiendo bien porqué lo dice
- Más bien si veo por qué lo dice, pero no comprendo por qué se siente así.
A la sesión siguiente Xóchitl se presentó sonriente. Relató que Cuauhtémoc después del
mensaje desconcertante de aquella vez: “a partir de ahí no hemos peleado. Cuauhtémoc ha hecho
cosas muy lindas por mí”. Fue un momento oportuno para pedir una valoración del trabajo
realizado hasta el momento en la psicoterapia individual y de pareja.
- F:Si pudiéramos ponerle un numerito del 1 al 10 en el que 1 sea no sirvió la terapia feminista
hasta el 10 que sea si sirvió, ¿qué número le pondrías?
- X: ¿A esa terapia que tuvimos le llamas feminista? - sorprendida -
- F: En su totalidad del tratamiento así le llamo.
- X- Le pondría un número alto … 9 ó 10, no sé. En mi caso 9, y en la sesión que tuvimos con
Cuauhtémoc 10, por el trato que me da ahora y mi actitud también. Él esfuerzo estos días ha sido
uno con gusto, de los dos, y a consecuencia de verte.
- Él necesitaba de un tercero que dijera las cosas que le dijiste.
- F: Ok, qué gusto! creo que faltaría ver la forma para que los cambios perduren.
- X: Hasta le sudó la axila estando sentado, y eso no recuerdo que le haya pasado antes… estaba
nervioso…Sí será necesario ver cómo mantener los cambios, puede que tarde o temprano nos
vayamos a tropezar.
Durante las sesiones con Xóchitl y Cuauhtémoc, el diálogo se convertía en la danza descrita
por Bertrando (2011), donde en la conversación se recrearon microrritmos; los movimientos,
proximidad, mímica y tiempos de conversación se armonizan en una danza interactiva.
Cuauhtémoc en las sesiones consecutivas aceptó que lo ideal ha de ser controlar esa forma
continua de “joder” a Xóchitl, que quisiera formalizar su relación con ella pero no podrá si siguen
las cosas igual. También le gustaría ser comprendido en su papel de proveedor económico y
emocional de su madre y de Xóchitl, porque afirma lo cansado que es corresponder a esas
exigencias en la vida familiar, explicación que le da a su fatiga y hartazgo. La pareja sigue en
Conclusiones
El punto de vista feminista nos lleva a desarrollar el proceso de investigación de manera un tanto
diferente, en la medida en que se inicia con la formulación de preguntas distintas desde un
planteamiento completamente opuesto a la investigación positivista. Para ejemplificar un poco esta
situación, en este escrito se dio un comienzo histórico de los movimientos feministas con tal de dar
visibilidad a la diversidad de pensadoras que engendraron diversas formas de acción social pero que
convergían en un punto, la desigualdad en distintos campos de la vida humana. Por ejemplo, en esta
investigación un punto a cubrir fue: ¿dónde están las experiencias de las mujeres en el proceso de
terapia familiar? Inicio para la discusión ya planteada por las investigadoras feministas de la terapia
familiar que desarrollaron una instrumentación en el pensamiento sistémico de la terapia de familia,
donde rescataron la experiencia de las mujeres.
La experiencia rescatada aquí fue otro dilema metodológico que se podrá discutir con mayor
amplitud en otro espacio de visibilidad del feminismo en la terapia familiar. Sólo quisiera incluir en
esta conclusión que la “experiencia” como categoría de análisis de la fenomenología fue útil para
ampliar la historia de Xóchitl; ésta categoría en sí misma entraña la siguiente problemática: Para
Alcoff, (2000) fue importante este proceso metodológico por que rescata los relatos de las mujeres,
sean escritos o verbales (como lo trabajado en esta investigación), pero la categoría “experiencia”
como evento lingüístico implica eliminar todos aquellos tipos de “experiencias” no susceptibles a la
articulación lingüística, ignorando todas aquellas formas de opresión que no pueden ser expresadas
bajo el régimen discursivo.
Este problema plantea incluso la necesidad de ampliar la forma de concebir los problemas
en la terapia familiar o de pareja. En todo caso, habla de recurrir a la etnografía, a la observación no
participante en los contextos en los que ocurren las experiencias de vida, a entender lo precario de
la vida de las mujeres, de cómo se conforma su identidad sin que pase por la justificación o el
razonamiento que entraña la co-existencia “experiencia-lenguaje” que el patriarcado construye en
las mismas mujeres y su papel social subalterno porque culturalmente se les ha educado para el
matrimonio y la maternidad.
Referencias
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