Antes de comenzar este breve escrito, he valorado las diferentes opciones posibles en relación con la propuesta. Pese a que todos los contenidos aprendidos me han resultado de gran utilidad, he preferido hilar mi experiencia con algunas frases o sugerencias explicadas en la asignatura, como la de poner por escrito las sensaciones de la puesta en escena o tratar de implementar la creatividad en el estudio y en la experiencia musical. He decido, por tanto, enfocarme en el marco de la autoexploración y en la aplicación de estos conceptos aprendidos con una situación real vivida recientemente a modo de ejemplo práctico. Es verdad que, al hacerlo, he descartado algunas ideas sobre los filtros a la hora de juzgar las sensaciones que vimos o la parte de la teoría sobre las emociones, no obstante, me parecía importante mostrar la parte práctica que ha dejado huella en mi preparación para la puesta en escena y en mi crecimiento como músico.
II
Enfocándome en el marco de la auto exploración rememoro mis últimas experiencias al enfrentarme a puestas en escena especialmente complicadas por lo delicado de la situación (pruebas, concursos etc).
Precisamente, en una de las últimas tuve la oportunidad de recordar varias sugerencias de la presente asignatura y de nuestra profesora. Es verdad que el paso de los años me ha habituado a las puestas en escena y a pensar que todo puede ser tan simple como estar bien preparado y tener la actitud adecuada. En teoría.
A raíz de algunos comentarios de la clase, en mi última puesta en escena decidí reconocer mis inseguridades desde el análisis y poner por escrito las sensaciones de los llamados nervios. Mi principal objetivo fue describir la sensación que me invadía, pensando que, tal vez sacándola a la luz conseguiría controlarla.
Como en un principio fui incapaz de describirla con palabras llegué a una nueva conclusión: intentar compararla con otras situaciones en las que hubiera tenido esa misma sensación. Uno de los puntos que me pareció importante fue no asociarla con experiencias que estuvieran vinculadas a una actuación en directo. Tras buscar durante un tiempo, llegué a la idea de que lo sentido me recordaba a dos sensaciones (especialmente a una). La principal era la típica sensación de ir en un coche y afrontar el cambio de rasante, o de altura, cuando el estómago siente una especie de vuelco por el desnivel que incluso al niño puede provocar placer. Me refiero a estos cambios en la pendiente a gran velocidad, ellos desencadenan que una extraña sensación afecte al estómago que siente una forma de vértigo, de movimiento interno, o de aceleración.
Por cercanía, consideré que esa misma sensación se produce en las montañas rusas o parques de atracciones, sin embargo, en este caso se mezcla también con la euforia y adrenalina propia de estos lugares y, por eso, no se me antojó tan pura como en el otro caso, en el que encontré la sensación aislada, y, además, me pareció más similar a aquella producida por los nervios, o, al menos, a la que los nervios me estaban produciendo en ese momento.
Cuando medité sobre la sensación mi conciencia llegó a comprender que en ambos casos se debía a un movimiento brusco en el cuerpo, o bien a un cambio en sus ejes, o bien a una aceleración parcial de las vísceras… Por alguna razón, la presencia del desafío de la actuación suele ejercer en mi un estímulo que me aleja de mi centro y acelera mis sensaciones y mi funcionamiento interno…
Para tratar de mejorar mi situación, tomé dos decisiones, la primera fue que ningún movimiento que hiciera debía ser rápido ni descuidado, todos los movimientos serían lentos y conscientes. También, derivando de la idea anterior, tomé la segunda decisión, no quería hacer demasiadas cosas antes de la actuación. Trataría de hacer solo dos o tres cosas muy claras y muy sencillas, que me dieran confianza: Afinar la guitarra, calentar un poco, y motivarme con algunas palabras de ánimo antes de salir.
Para los momentos de impás, que siempre existen, me fijaría en la respiración, trataría de apartar la atención del discurso lingüístico cerebral e interno por una mayor consciencia de las sensaciones. Este fue el proceso que hice para afrontar la puesta en escena ese día. Actualmente, al releer el análisis, siento que todavía no había interiorizado la diferencia explicada en las lecciones sobre atención y concentración. Tal vez viví el proceso de una manera demasiado interna y obsesiva, y tenía que haber puesto más interés en lo que a mi alrededor sucedía y en una atención más plena. No obstante, estoy muy satisfecho de cómo me conduje, con lucidez y sin dejarme sobrepasar por la situación ni el alboroto, si no tratando de aclarar el proceso.
No digo que el resultado fuera un éxito completo, pero me ayudó muy positivamente poder razonar todo el proceso de mis sensaciones, analizar y descubrir tan nítidamente el paralelismo de diferentes situaciones, y proponer una terapia sencilla y adecuada al momento. A la hora de los momentos previos pude estar relativamente tranquilo, el tiempo era muy real, los movimientos eran armónicos y no me dejaba asediar por pensamientos. Realizaba la idea que había tenido concentrado.
A la hora de salir a actuar no estaba totalmente tranquilo, tuve que insuflarme valentía en forma de jaleo y ánimo, pero estaba en el guión y la visualización del guión me ayudó a hacerlo de una forma muy efectiva. Una vez en escena la sensación fue increíble, como si el tiempo ardiera. Confieso que perdí el control de la actuación casi desde el primer minuto, descuidé bastante la interpretación técnica y me centré en fluir, en los pasajes más técnicamente exigentes hice aguas, pero por momentos fluí en lo más alto de mi sensación interna, y eso me gustó.
Respecto a esto, creo que la parte técnica de dominio del instrumento es mejor trabajarla en casa, yo prefiero salir a un escenario y ser libre dentro de cierta concentración inherente a la música, pero no estar excesivamente pendiente de los mecanismos técnicos. Espero que con el tiempo esos mecanismos se automaticen y yo pueda centrarme en el mensaje de la música, que es donde más cómodo me encuentro, la parte narrativa y sugerente, donde las sensaciones se transmiten, y se perciben los colores y las estructuras.
A la hora de pensar este trabajo he reflexionado sobre lo que la profesora nos propuso sobre la creatividad y la experiencia artística; con el tiempo me gustaría lograr que el momento previo a un concierto, que suelen ser unas horas críticas, fueran una experiencia de crecimiento interior y artístico, también poder ser un mejor observador del proceso.
No obstante, y para ir por pasos, una de las cosas que he aprendido este año es que uno puede tener sensaciones desagradables, pero que es muy interesante analizarlas, porque comprendiendo su origen se puede desarrollar una acción eficaz para paliar sus efectos y reconducirse hasta un estado más armónico que se vuelve más propicio a la hora de afrontar la puesta en escena
III
Es decir, y para concluir, las puestas en escena no son fáciles, el estado previo más frecuente es sentir cierta angustia o nervios ya que partimos de una situación complicada. Los motivos pueden ahondar en lo más profundo de la psicología humana, mostrarse al público, sentirse vulnerable. Pese a que esas sensaciones sean complejas y negativas, tiene sentido analizarlas, dedicarles su tiempo, no tener miedo a comprender lo que está sucediendo, si no al contrario, ser consciente de que su descripción nos va ayudar a comprendernos. Una vez analizadas, y para mejorar sencillamente la inestabilidad, suele funcionar hacer acciones muy sencillas y armónicas, tomar tiempo haciendo cada cosa, y concentrarse en la respiración. Finalmente, con el tiempo, un buen objetivo puede ser darle la vuelta a la situación y conseguir que estos procesos sean altamente positivos, cargados de lucidez, de autoconocimiento, y de crecimiento interior y artístico.