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Inka Llaqta / 2010

Sacralización del paisaje, culto solar y poder


en los Andes: una aproximación desde la
arquitectura Inka de la Costa Sur Central
Carlos E.Campos Napán*

Resumen

La imposición del culto solar por parte de los inkas a las demás latitudes del Tawantinsuyu, ha
sido un tema bastante recurrente en las crónicas hispanas de los siglos XVI y XVII, sin embargo
el estudio detenido de la evidencia arqueológica y etnohistórica no ha sido el adecuado, ni el más
exhaustivo.
El autor centra su atención en la Costa Sur-Central Peruana donde la irradiación del poder del
santuario de Ychsma- Pachacamac, es manipulado y usado a favor de la imposición de un nuevo
culto. Los inkas como buenos conocedores del territorio andino sacralizan este paisaje y
construyen templos que expresen su poder ideológico y político.

Abstract

The imposition of the solar cult of the Incas to the other Tawantinsuyu latitudes, has been a
recurring topic in Hispanic chronicles of the sixteenth and seventeenth centuries, but a close
study of the archaeological and ethnohistorical evidences that has not been adequate.
The author focuses on South-Central Coast Peruvian where power of Ychsma-Pachacamac's
shrine, is manipulated and used for the imposition a new cult. The Inkas as connoisseurs of the
Andean territory consecrate this landscape and built temples to express their ideological and
political power.

* punchaocancha@yahoo.com
CARLOS CAMPOS

Introducción

Los cronistas del siglo XVI y XVII (Cieza1986[1553]; Guaman Poma 1956[1614]; Cobo
1964[1653]; Cabello de Valboa 1951 [1586]; Garcilazo 1991[1609]) coinciden en señalar
al Sol (Inti, Punchao) como la divinidad más importante y “oficial” de los Inkas, de
modo tal que los españoles interpretaron el culto solar como una imposición hacia las
demás poblaciones andinas a manera de evangelización, sin embargo esto último no
ha sido debidamente corroborado por la arqueología.
De otro lado sabemos que la sacralización de los cerros y/o montañas
procede de tiempos anteriores a los inkas (Bourget 1994; Reinhard 1997), llamados
apus y en algunos otros casos wamanis, las montañas sagradas o cerros sacralizados
eran consideradas divinidades tutelares de las comunidades locales. Los cerros eran
concebidos como guardianes del clima, proveedores de agua y fertilizadores de la
tierra (Pachamama). A los cerros en muchos lugares de los Andes se les consideraba
parte de la vida de cada ayllu. El cerro no solo brinda el sustento al ayllu sino era (y es)
el centro de la cohesión religiosa de sus miembros (Polia 1999: 167).
Durante los procesos de conquista y anexión de la Costa Central por parte de los
cusqueños, se llevó a cabo la apropiación del espacio de esta región, del ordenamiento
de este espacio, llámese “paisaje” y el (re)ordenamiento de la sociedad anexada a
partir de la “sacralización” de este paisaje.
Esto bien podría ser relatado como una conquista donde la elite cuzqueña,
teniendo como origen y centro al Cuzco, concebía la adhesión o subyugación de
nuevos territorios como la imposición de un nuevo orden a partir del culto solar. Es en
ese sentido que la evidencia arqueológica nos ha permitido rastrear este fenómeno
ideológico, político y religioso, en el que es posible dilucidar el poder ejercido por el
estado imperial inka bastante lejos de su área nuclear, dejando en claro que esta zona
era estratégica para la consolidación de la presencia imperial.
El presente artículo explorará la evidencia material dejada por los inkas, a
partir de la arquitectura edificada en los acantilados costeros del actual departamento
de Lima, la cual ha sido poco abordada por los investigadores. Los sitios arqueológicos
referidos en este estudio, son principalmente 3: Cerro Bandurria en la quebrada de
Chilca, El Salitre en el valle de Mala y Cerro Azul en el valle de Cañete (Fig. 1).

Consideraciones previas:

El paisaje andino como ningún otro lugar del planeta como bien lo señala Bernand
(1990), está dominado por cerros y montañas los cuales han influenciado en el pensar
de las gentes de este vasto territorio.
La razón para utilizar el término de sacralización del paisaje, requiere de una
breve descripción de conceptos que permitan entender la cosmovisión andina.
Los cerros andinos, asumidos como entidades vivas dentro del imaginario andino,
tienen dueño; dueño del cerro y dueño de los animales que en él se crían, de las plantas
que en él crecen y de los minerales que en su interior se almacenan. Un “dueño”
encarnado en cualquiera de las múltiples entidades tutelares que moran en el cerro, y
que como consecuencia de esa ambigüedad que caracteriza a las divinidades andinas
pueden ser buenas y malas al mismo tiempo (Bernand 1990).
A ellos hay que aproximarse con respeto y pleitesía, pues los cerros son
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA

importantes para la continuidad de la vida en los Andes, de ellos depende el control de


los fenómenos meteorológicos que generen la fuente elemental de los seres vivos: el
agua. Por ello, la más importante de las razones por las cuales fueron reverenciados los
cerros y /o montañas fue por su importante rol de asegurar la abundancia y
fecundidad de los campos de cultivo (Reinhard 1997; Polia 1999).
De otro lado la región costera peruana dentro de su singular geografía
presenta numerosas islas, las cuales fueron reverenciadas y “sacralizadas” en tiempos
prehispánicos, ello ha llevado a Rostworowski (1998) a plantear que las islas ubicadas
a lo largo de nuestro litoral representaban personajes encantados, señores y
divinidades bajo un aspecto pétreo.
A partir de lo anteriormente expuesto, entendemos por manejo del espacio a
la manera en que los individuos organizados en sociedad, se apropian de su entorno
geográfico como producto de un largo proceso de conocimiento de las posibilidades y
limitaciones naturales del mismo. Por lo tanto la lectura del espacio puede constituir
una forma de conocer la cultura de la sociedad, y viceversa, el conocimiento de la
cultura de una sociedad pasa por la lectura del espacio apropiado por ésta (Miño
1994). Este espacio es denominado por algunos investigadores como “paisaje” (Vitry
1999; Sallnow en Bauer 2000), y es este el término que utilizaremos nosotros. El paisaje
no es únicamente un objeto físico, sino que es el resultado de un marco ambiental
determinado generado a través de la acción humana y cultural (Vitry 1999).
La “sacralización” respondía probablemente a la conceptualización de límite o
frontera espacial andina en tiempos anteriores a los inkas. La noción de límite o
frontera, se construía a partir de categorías complejas que funcionaban en el ámbito de
lo simbólico, pero que a su vez se expresaban y materializaban en el paisaje andino (en
el caso de la costa podía materializarse en los cerros, las islas, y las rocas con alguna
forma o particularidad geográfica). Un ejemplo de este límite o frontera espacial lo
tenemos claramente manifestado en el Manuscrito de Huarochirí:

“Los ingas creían que los límites de la tierra se encontraban en Titicaca y, por la parte del mar,
en [las tierras de ] los pachacamac; más allá no había otras tierras; ya no había más nada. Era
quizá a causa de esta creencia que adoraban a estos dos huacas más que a todos los demás y
levantaron [una imagen del] sol en las proximidades de Pachacamac de Abajo”. (Taylor,
1987:Cap. XXII: 331)

Cada espacio geográfico tiene su personalidad y vinculación única e


irrepetible de acontecimientos históricos, ocurridos bajo determinadas circunstancias
sociales y políticas, desencadenadas por decisiones de los grupos de poder y muchas
veces difíciles de llegar a rastrear a partir del registro arqueológico.
Las crónicas hispanas, afirmaron que los inkas habían impuesto su dios
principal (El Sol), por toda la región andina, sus propias evidencias indican que el
culto solar fue elitista, y en gran parte restringido a la clase dirigente cusqueña (Pease
1973). El Sol era una divinidad que apareció en el escenario político y religioso del
Cuzco en un momento trascendental en el desarrollo y posterior consolidación del
estado imperial inka (v. g. guerra contra los chancas).
Los fenómenos religiosos prehispánicos, de los cuales la arqueología andina
proporciona numerosos testimonios, son muchas veces explicados tomando como
ejemplo la proyección del culto de Ychsma-Pachacamac como bien lo ha señalado
Eeckhout. (2004: 46)
CARLOS CAMPOS

Las manipulaciones inkas de los mitos locales llevan a cuestionar la fiabilidad


de los relatos míticos costeros (v. g. Pachacamac). La naturaleza de la intervención
inka es sumamente importante para este asunto y se encuentra en el centro del
problema de la difusión del culto a Pachacamac y sus ramificaciones. Sin duda,
cuando el cronista Santillán (1968[1563]: 33) nos da cuenta de los hijos de Pachacamac
y de las casas que el Inka mando a construir, podemos preguntarnos desde la
arqueología si esta parentela “mítica” y los santuarios supuestamente relacionados no
podrían simplemente ser una fachada del expansionismo inka (v.g. Patterson 1983:
167-169; Spalding 1984: 98-101 en Eeckhout 2004:38), es en este sentido que podemos
inferir que la consolidación y expansión del culto solar fue manipulado y “creado”
por los inkas a partir de los relatos míticos costeros.
Además, hay que remarcar que gran parte de las fuentes hispanas de los siglos
XVI y XVII De Jeréz (1947 [1534]); Cobo (1956 [1653]); Cabello de Valboa (1951[1586]),
Cieza de León (1986 [1553]) subrayan la popularidad de Pachacamac y ninguna indica
que esta fue beneficiosa para la reinvindicación o imposición del sacerdocio dirigente
del Santuario.
El peregrinaje pan-andino forma parte de la estrategia imperial de
dominación e integración de los diversos pueblos y etnias al Tawantinsuyu durante el
Horizonte Tardío. Este cambio se dio del nivel local al inter-regional, y se aprecia en
Pachacamac por el incremento de las instalaciones de peregrinaje, lo cual también es
apreciado en el culto desarrollado en las Islas del Sol y de La Luna (Bauer y Stanish
2003).
Durante el Horizonte Tardío, los incas construyeron en Pachacamac, la Plaza
de los Peregrinos, un complejo patio de 5 hectáreas con columnas, donde los
peregrinos tenían que esperar un año entero antes de ingresar en el Recinto Sagrado y
consultar al Oráculo (Cobo (1956 [1653]); Rostworowski (1989); (Eeckout 2004: 39).
Además de la Plaza de los Peregrinos, los inkas edificaron en Pachacamac, el templo
del sol (Punchao Kancha), un acllahuasi y el ushnu (Hyslop 1990; Cornejo 2000;
Eeckout 2004).
Como conclusión el “peregrinaje a Pachacamac”, si bien existía durante el
periodo Intermedio Tardío, tenía tal vez un carácter local y relativamente restringido.
No significa que nunca hubo peregrinos foráneos, pero estas visitas lejanas se hacían a
una escala mucho más pequeña de lo que se observará más tarde durante el gobierno
de los inkas. (Eeckout 2004: 39).

Sacralización del paisaje y culto solar

Nuestro trabajo se encuentra enmarcado dentro de la problemática de las estrategias


de orden coercitivo llevadas a cabo por el estado imperial inka en la Costa Central
Peruana, en donde al parecer se construyeron “templos” que respondieron a la
necesidad imperiosa de establecer un nuevo culto en las poblaciones anexadas, para lo
cual, se estableció un nexo entre la sacralización al paisaje (cerros, islas, rocas, etc) y el
culto solar cusqueño, de forma tal que el aparato ideológico ligado al Sol y su
parafernalia fue encubierto. Para este fin los inkas se apropiaron del paisaje
sacralizado por las etnias locales manipulando los relatos míticos, favoreciendo y
fortaleciendo la preponderancia del culto solar inka sobre las demás manifestaciones
religiosas andinas.
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA

Los edificios inka de la Costa Central, estaban articulados por el Camino de


los Llanos descrito por los cronistas hispanos (v. g. Cieza de León 1986 [1553]), estos
eran instalaciones distantes uno de otro en aproximadamente unos 20 km. , y por ello
guardaron una estrecha relación por cuanto comunicaban dos centros de importancia
notable para el Imperio del Tawantinsuyu como lo eran Pachacámac y Chincha.
El acceso, dominio y sostenimiento de una gran cantidad de mano de obra
constituía la fuente del poder de los inkas, así como el sustento de su capacidad para
ordenar la construcción de determinadas obras públicas, por esta razón debían
utilizar adecuadamente la diplomacia, la reciprocidad y la redistribución. Las masas
convencidas del poder “real” de los inkas, construían y mantenían la vasta red de
caminos y tambos, erigían así como cultivaban los andenes, limpiaban los canales de
irrigación además transportaban bienes a los depósitos estatales. Se formaron etnias y
pueblos leales quienes proveían a los inkas de la fuerza de trabajo necesaria para
complacer los pedidos de asistencia (tanto económica como militar) y para satisfacer
las demandas de las panacas. Un detalle importante dentro de esta organización
implicaba la manutención y poder que se les daba a las panacas reales de los inkas, aún
después de fallecido el gobernante (Rostworowski 1988).
La ubicación estratégica de los edificios inka sobre los acantilados costeros,
responde a un fenómeno que hemos denominado “sacralización del paisaje”;
entendiendo por esto a una compleja concepción del espacio y de la geografía en
tiempos de los inkas; en donde los cerros que descendían en dirección al mar y tenían
características especiales eran considerados sagrados, a nuestro parecer esta decisión
de sacralizar el paisaje debió haberse tomado luego de la construcción del Punchao
Kancha en Pachacamac (Cornejo 2000)
Los cerros se contaban entre los más importantes lugares adorados por los
inkas. (Véase Guaman Poma 1956[1614]; Albornoz en Duviols 1984) A su vez los
templos representaban la máxima expresión de poder por parte de la elite cusqueña y
el nexo simbólico con la capital inca el Cuzco o centro del mundo. Ello implica que no
hay dos “templos” iguales en todo el imperio pueden existir similitudes formales
entre ellos y rasgos arquitectónicos parecidos; dependiendo en muchos casos del
material constructivo disponible, la cantidad de mano de obra, y la importancia del
templo dentro del escenario político y social adscrito.
Tanto a nivel político como religioso los inkas implantan de forma sutil su
culto respetando las creencias locales, ello conllevó a sacralizar el paisaje, lo cual
ideológicamente era provechoso pues condujo a las elites locales a consolidar su
poder, a su vez ello generaba respeto y mayor confianza en el aparato estatal del
Tawantinsuyu; y por ende favoreció la creación de espacios de poder (Vitry 2007).
Para comprender este fenómeno describiremos y analizaremos tres
asentamientos de la Costa Sur- Central del Perú, que presentan características
particulares, estas evidencias nos ayudaran a sostener las ideas vertidas en este
estudio.

Breve descripción de los asentamientos

Cerro Bandurria
Es el complejo arqueológico inka más importante de la quebrada de Chilca, localizado
en la margen norte de esta quebrada, conocido también como el "Castillo"
CARLOS CAMPOS

de Bandurria (Engel 1987) se encuentra situado sobre el cerro Toro que domina la
pampa de Chilca, este afloramiento rocoso se encuentra a 62 m.s.n.m. de altitud.
Políticamente pertenece al distrito de Chilca, provincia de Cañete, departamento de
Lima.
El asentamiento presenta cuatro sectores (Linares 1994), teniendo en cuenta la
ubicación y el material constructivo:

Sector A: plaza de forma trapezoidal con dirección Este-Oeste, situada hacia el Este.
Sector B: Sector administrativo y de depósitos construido a base de adobes, situado
hacia el Oeste. Mide aproximadamente 450 m².
Sector C: Zona de viviendas y depósitos construida a base de piedras sin labrar y
argamasa. Es un área de 2000 m² aprox. En este sector también se han podido observar
gran cantidad de pozos de huaqueo dejando entrever restos óseos y cerámica
fragmentada.
Sector D: Estructura de adobes, de forma cuadrangular que controlaban el ingreso al
asentamiento, de unos 180 m², situada hacia el Norte.
En su lado Norte se observa una muralla probablemente prehispánica, que continúa
hacia norte, la cual se pierde en el desierto y reaparece al pie de las estribaciones
andinas (Linares 1994).

Cerro Bandurria no solo posee una ocupación inka, también se hallan


evidencias de sociedades anteriores a ésta, como la denominada por Engel (1987)
como Puerto Viejo en base a los estudios cerámicos realizados por Bonavia (1959), sin
embargo esta cerámica recientemente ha sido asignada al periodo conocido como
Intermedio Tardío y formaría parte del corpus cerámico Yschma (Díaz y Vallejo 2002;
Vallejo 2004). Las estructuras de este periodo, han sido construidas a base de piedras
sin labrar unidas con argamasa de barro (Sector C). Algunos autores señalan que estas
estructuras corresponderían al señorío de Chilca (Aguirre- Morales 2008).
La presencia inka en Bandurria, se manifiesta a través de tres edificios
construidos a base de adobes rectangulares propios del estilo inka, las áreas que los
investigadores vienen denominando plaza trapezoidal, barrio administrativo
(Linares 1994; Noriega 2000), y un área posiblemente de producción (Sectores A, B y D
respectivamente).
El sector administrativo es el más sobresaliente de los tres edificios. Se
visualiza como una estructura de planta rectangular orientado de Este a Oeste. La
topografía de este sector viene en declive, razón por la cual se construyó
aterrazadamente, los muros perimetrales son escalonados presentando doble e
incluso triple adosamiento, echados ligeramente a su interior; destacando los muros
Norte y Este, los cuales terminan en uniones formando una doble esquina (Foto 2).
El muro perimétrico Oeste en su cara externa, colindante con el sector
ocupado por la etnia local (Foto 1), este muro es el que mayor información nos brinda
acerca de la técnica de construcción y la relación arquitectónica compartida por el
grupo social adherido y los inkas.
La cimentación fue hecha de piedras, y por encima de este se colocó la pared
de adobes, la cual fue construida bajo la técnica de soga y tizón combinadas (Noriega,
2000) no siendo uniforme su presentación, ya sea por la disposición de los adobes y el
tamaño desigual de los mismos (45 x 33 x 12cm.), (50 x 30 x 15 cm.) y (44 x 25 x 12 cm.).
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ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA

Otro detalle arquitectónico digno de resaltar en este muro son las hornacinas: la
primera de ellas ubicada al Norte siendo sus dimensiones 47 x 35 y 34 cm. de
profundidad, notándose en su pared interior superior, pintura ocre; la segunda
hornacina se ubica al Sur a 3 m. aproximadamente de la primera, teniendo
dimensiones similares a la anterior 47 x 33 y 39 cm. de profundidad. Un elemento
intrusivo en la arquitectura de esta hornacina es el dintel de piedra hallado en la
misma (49 x 8 cm.).
Este sector administrativo, en su interior estaría conformado por cuartos y
ambientes de variadas formas y dimensiones, unidos por vanos, rampas, escaleras y
pasadizos.

En el caso de Cerro Bandurria podemos argumentar algunas implicancias


sociopolíticas ocasionadas con la llegada de los cuzqueños a esta zona:

1) El gobierno local era adherente al Estado imperial cuzqueño, esto podría


observarse en la construcción de los edificios de filiación inka en Cerro
Bandurria al costado de las estructuras de la etnia local.
2) El valle bajo de Chilca presentaba muchas ventajas a la política de expansión
Inka, al aprovecharse los recursos agrícolas en las llamadas chacras
hundidas, a los recursos marinos del mar y de minerales como la sal y la
extracción de cobre (Aguirre Morales 2008)
3) La utilización de materiales de construcción propias de la zona y formas
arquitectónicas variadas permite inferir, la interrelación “amistosa” entre
ambos grupos sociales (el señorio de Chilca y los inkas) lo cual reflejaría una
llegada inca pacífica a la quebrada de Chilca (Noriega 2000).
4) La llegada del Tawantinsuyu al valle de Chilca implicaba que estos se
posicionaran de un lugar estratégico, donde podrían tener un dominio
efectivo del valle; en búsqueda de manejar, y ordenar el espacio geográfico
conquistado de acuerdo a los intereses del Estado inka.

El Salitre
El complejo arqueológico de El Salitre se halla al Sur de la desembocadura del río
Mala, a la altura del kilómetro 86 de la Carretera Panamericana Sur. En la jurisdicción
del distrito de Mala, provincia de Cañete, departamento de Lima.
El complejo ocupa una planicie natural ligeramente elevada, la que se
encuentra rodeada por tres macizos rocosos. Según Williams y Merino (1974) este
complejo arqueológico posee una ocupación que data del periodo Formativo
relacionado a los Templos en U de la Costa Central y otras dos ocupaciones tardías.
La prospección arqueológica que efectuamos (Campos 2003) nos ha permitido
determinar 5 sectores:

1) Sector A: Denominado templo inka (Williams y Merino 1974), situado encima del
afloramiento rocoso más sureño. Consta de tres estructuras o cuerpos arquitectónicos
construidos enteramente de adobe, de las tres estructuras, la estructura central
corresponde a una pequeña plaza cuadrangular (Foto 3).

2) Sector B: “Pirámides” (1B y 2B) cubiertas por arena y tierra, y un “pozo ceremonial”
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(Goldfried: 1969); localizados en una planicie artificial, al Norte del Sector A. Estas
“pirámides” no son tales y más bien son montículos hechos a base de adobes y
argamasa conformando plataformas superpuestas a modo piramidal, ambos
montículos se observan “interconectados”, además de presentar pequeñas plazas
laterales. Este sector fue considerado por Williams y Merino (1974) como
perteneciente a la tradición de Templos en “U”, sin embargo la prospección efectuada
por nosotros permitió refutar tal aseveración, así como confirmar el dato
proporcionado por Tantaleán (1996), en el que el “famoso” pozo ceremonial de
Williams era un pozo de huaqueo.

3) Sector C: Cerro natural sobre el cual descansan estructuras de piedra canteada, las
mismas que se encuentran profusamente destruidas, en algunos casos cubiertas por
arena, imposibilitándose cualquier tipo de interpretación a nivel superficial. Este
sector se desplaza inmediatamente al Este de la “Pirámide” 1B.

4) Sector D: Constituida por la gran área cementerio- residencia llamada así por
Goldfried (1969: 67), que ocupa la porción central del complejo arqueológico,
siguiendo la ladera oriental del promontorio rocoso Norte , y que se extiende hasta la
ladera inferior de la cima donde se ubica el templo inka.
Esta área se encuentra muy afectada, en la actualidad se observan gran cantidad de
pozos de huaqueo, por otro lado es difícil establecer sus características arquitectónicas
puesto que se ha destruido las estructuras de posibles viviendas y las matrices de los
entierros, apenas es posible observar algunos restos de los ajuares funerarios
contenido en ellos, los cuales se hallan profusamente diseminados y dispersos
superficialmente, en un lamentable estado de conservación.

5) Sector E: Planicie ubicada al Este y Noreste del Sector B, la misma que se encuentra
muy deteriorada, y que al parecer fue ocupada por la ex-Hacienda El Salitre durante
los inicios de la Época Republicana, observándose en superficie gran cantidad de
desmonte y basura moderna.

El templo inka de El Salitre


Nuestros estudios efectuados en el complejo arqueológico de “El Salitre”, en lo que
respecta al Sector A (Campos 2006) (Fig. 2), nos permiten caracterizar un templo de
pequeñas dimensiones edificado por los inkas, probablemente dedicado al culto solar
(Foto 4).
Arqueológicamente decimos que estamos frente a un templo inkaico, debido a la
presencia de características y elementos clásicos de la arquitectura inka:
a) El material constructivo predominante: el adobe de buena manufactura de
grandes dimensiones (45 x 24 x 14cms.; 48 x 25x 18cms.; 50 x 28 x 20cms.),
característico de los sitios inka de la Costa, dejando entrever que fueron
enlucidos.
b) Hornacinas trapezoidales con doble jamba de cuerpo entero (Kendall 1976),
enlucidas con una delgada capa de color amarillo (Foto 5).
c) Accesos con doble jamba, observándose entradas restringidas.
d) Escalinatas de adobe de gran manufactura. Digno de destacar es el acceso tipo
burladero localizado en la fachada Oeste de la plaza cuadrangular.
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA

Fig. 1 Plano de ubicación del área de estudio.


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Fig. 2 Reconstrucción hipotética del templo inka del complejo arqueológico El


Salitre.

Foto 1: Vista del muro perimétrico Norte, donde se aprecian los nichos
cuadrangulares en Cerro Bandurria.

Foto 2: Detalle de doble esquina hecha a base de adobes en Cerro Bandurria.


SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA

e) La orientación Este- Oeste del edificio dirigiendo su mirada al mar y al ocaso


del Sol.
f) Su parecido arquitectónico al templo del Sol de Pachacamac y al de
Paramonga.

Aún cuando es incierto saber los eventos que acontecieron en este templo, la
escalinata central de adobes de la Fachada Este de la plaza cuadrangular y la evidencia
de las hornacinas trapezoidales, nos hace suponer que podríamos tener como parte de
este templo a un ushnu.
Ushnu, es la denominación que se le da generalmente a una pequeña
estructura tipo pirámide, de poca altura situada, en el centro o a un costado de la plaza
principal de los asentamientos incas en el que se posicionaban los oficiantes del culto,
en la que se desarrollaban actividades rituales y de libación (Hyslop 1990, 1992;
Gasparini y Margolies 1977).
Los ushnus costeros descritos por otros investigadores (Hyslop 1990;
Villacorta 2004) no son impresionantes ni mucho menos presentan hornacinas, sin
embargo la estructura que se presenta aquí es de forma escalonada construida con
adobes y adornada con hornacinas trapezoidales bastante primorosas lo que lleva a
relacionarlo y evaluarlo con otras regiones del Tawantinsuyu.
La aseveración de que podríamos tener un ushnu en este asentamiento se
debe a su similitud formal (con grandes y notorias diferencias) con el ushnu de
Vilcashuamán estudiado por numerosos investigadores (Gonzales Carré,
Cosmópolis y Lévano 1996).
Por otro lado Morris ( Morris 1999: 27) nos señala que, en la mayoría de los
casos, la identificación de templos y altares solo puede hacerse por referencias escritas
o a través de la excavación arqueológica.
Esto último nos lleva a sustentar nuestra idea de templo en base a lo que nos presentan
las crónicas hispanas.
La Relación de Hernando de Santillán (1968[1563]), nos relata la conversación
que sostuvieron Tupac Inca Yupanqui y la guaca de Pachacamac:

“...Díjole también la guaca (Pachacamac) que tenía 4 hijos, y que al uno le hiciese casa en el valle
de Mala ques ocho leguas de Pachacama, y al otro en Chincha ques veinte y cinco, y al otro en
Andahuaylas junto al Cusco, y que al otro cuarto hijo le quería dar al dicho Topa Inga para que
le guardase y le diese respuesta de lo que le preguntase. Y así hizo las dichas casas...” (Santillán
1968[1563]: 392-393)

De este fragmento se desprende que el gran conquistador Tupac Inca Yupanqui fue
quien construyó una gran edificación en Mala, en honor de uno de los hijos de esta
Guaca, que es considerada por los investigadores, un gran Santuario que irradió su
poder por todo los Andes aún después de la llegada de los inkas a la Costa Central.
Otro documento colonial importante lo constituye la Instrucción de Cristóbal
de Albornoz (Albornoz en Duviols 1984[1570-1584]: 214)quien nos refiere lo siguiente:

“Sulcavilca guaca prencipal de los indios lunaguanas de la parcialidad de Mala, era un cerro a
la orilla del mar. Dezían ser hermano de la guaca Pachacamac”.

Sulcavilca debe ser el antiguo nombre de la actual edificación inka encima del macizo
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rocoso conocido como “El Salitre”.


Siguiendo a Betanzos (1987 [1551]:52) quien describe la fundación del templo
del sol en el Cuzco por Inga Yupangue (Pachacutec) y la instauración del culto solar, se
señala entre otras cosas que el Inka hizo poner en medio de la plaza del Cuzco una
piedra de la hechura de un pan de azúcar puntiaguda para arriba, para que en ella la
gente común (runas) hiciese sus sacrificios al Sol. Esta descripción nos lleva a pensar si
esta piedra fue la única con estas características o si hubieron más a lo largo del
imperio, a las cuales se les ofrecieron sacrificios y debieron ser reverenciadas. Este
puede ser el caso de la Isla Pan de Azúcar en las proximidades de El Salitre.
Creemos que el edificio inka de El Salitre funciono como templo por ser este
una estructura planificada y erigida de acuerdo a parámetros imperiales, rodeado por
un entorno geográfico particular el cual fue sacralizado, con características y
asociaciones directas que lo emparentan con el santuario de Pachacamac.

Cerro Azul
Es un asentamiento arqueológico bastante complejo, ubicado en el balneario de Cerro
Azul a 134 km. de la ciudad de Lima, provincia de Cañete, departamento de Lima, el
cual comprende los siguientes sectores:
Hacia la línea de playa, hay 2 peñascos adyacentes que encierran una costa
acantilada, el farallón septentrional se llama Cerro del Fraile y se extiende hacia la
bahía de Cerro Azul. El farallón meridional corresponde a Cerro Centinela, que hoy
sostiene un faro.
Los datos obtenidos por Marcus, Matos y Rostworowski (1983-1985) en Cerro Azul
refieren a los edificios y elementos inka ubicados en estos farallones (Estructuras 1 y 3),
al parecer el arqueólogo norteamericano Alfred Kroeber no investigó las estructuras
existentes en las cimas de estos.
Los edificios guardan una perfecta simetría y solidez arquitectónica de índole
y prestancia claramente inkaika, su construcción en el acantilado costero conlleva a
varios cuestionamientos entre los que destaca, el porqué de la presencia del sillar inca
en varias zonas de estos edificios, cabe señalar que este sillar de piedra aparenta un
revestimiento de las estructuras de adobe en varias secciones (Foto 8). ¿Es acaso
posible que la denominada Fortaleza de Guarco (Cieza 1986 [1553]; Rostworowski
1989; Marcus 1987) no haya sido tal sino más bien se constituya en un templo del sol en
el acantilado rocoso?, pregunta difícil de resolver puesto que lo que queda hoy del
hermoso edificio revestido de hermosas lozas cuadradas y perfectamente adheridas
una a la otra es muy poco, sin embargo nos aventuramos a proponer su función como
templo durante la ocupación inka, lo cual pretendemos sustentar líneas abajo.
A escasos metros de los farallones antes descritos, se halla un cerro aterrazado
en sus flancos llamado Cerro Camacho, lugar donde las quebradas que seccionan este
cerro, a decir de Kroeber (1937), contienen entierros de la Cultura Cañete Tardío;
(1100-1470d.C.) es decir entierros asignados al Intermedio Tardío, y en efecto esto es lo
que uno puede observar al recorrer las laderas del cerro.
Entre el Cerro Camacho y Cerro Centinela se encuentra una depresión
protegida no visible desde el mar, que contiene más de doce edificios monumentales
construidos a base de muros de tapia (Kroeber 1937:265). Estas estructuras fueron
edificadas por una cultura local conocida por los investigadores como Guarco
(Cultura Cañete Tardío).
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA

Los Guarco y la conquista inka:


Los cronistas españoles de los siglos XVI y XVII describieron y relataron el
enfrentamiento entre Los Guarco y los poderosos ejércitos del Cuzco, del cual se
sostiene que luego de 4 años de ardorosa y larga lucha los ejércitos del Inka lograron
someter y vencer a este aguerrido señorio (Rostworowski 1989).
Es en memoria a esta gran victoria que los inkas edifican y erigen no una
fortaleza como la mayoría de investigadores sostiene, sino un gran templo del sol
frente al mar construido en su interior de adobes, pero revestido en su exterior por
hermosos sillares inca trabajados al estilo almohadillado como lo hemos podido
comprobar en nuestras visitas al mencionado complejo arqueológico.
Para sostener esta afirmación nos apoyaremos una vez más en los datos
etnohistóricos:

Pedro Cieza de León señala que el Inka:


(...)por triunfo de su victoria mandó edificar en un collado alto del valle la más agraciada y
vistosa fortaleza que había en todo el reino del Perú, fundada sobre grandes losas cuadradas, y
las portadas muy bien hechas y los recibimientos y patios grandes. De lo más alto de esta casa
real bajaba una escalera de piedra que llegaba hasta la mar (...) Todo el edificio de esta fuerza,
aunque es tanto como tengo dicho, y las piedras muy grandes, no se parece mezcla ni señal de
cómo las piedras encajan unas en otras, y están tan apegadas que a mala vez se parece la juntura
(...) Y cierto, para ser obra hecha por estos indios, es digna de loor y que causa a los que la ven
admiración; aunque está desierta y ruinada, se ve haber sido lo que dicen en lo pasado. (...)

Pedro Cieza de León. La Crónica del Perú. Primera Parte. Capítulo LXXIII: [1553] 1986.

A través de estas líneas el cronista Cieza de León nos describe el gran trabajo
desarrollado por los incas en el acantilado de Cerro Azul, dejando entrever que esta
edificación fue hecha a base de piedras cuadradas que encajan perfectamente una con
otra, destacando que esta fortaleza era una casa real, comparada solo con los edificios
de la ciudad del Cuzco.
Por otro lado el Padre B. Cobo (1964 [1653]) nos señala que “los edificios de
Vilcas, de Huarco, de Limatambo y la gran fortaleza del Cuzco” fueron construidos según el
“modelo de los edificios que había visto el inca en Tiaguanaco”.
De esta cita se desprende que Cobo conoció numerosos asentamientos incas a lo largo
del Tawantinsuyu destacando entre las más llamativas las construcciones de Guarco
(Huarco).
Otro detalle adicional que nosotros podemos acotar es la singular forma
curvilínea del muro de piedras labradas construido en el acantilado de Cerro Azul
pocas veces visto a lo largo del Tawantinsuyu pero a semejanza del edificio más
venerado por lo inkas como lo fue el Coricancha (Fotos 6 y 7).
Cerro Azul representa un importante escenario arqueológico, en el cual aún subsisten
los mudos testigos de una epopeya prehispánica, donde los vencedores construyeron
un monumento a su victoria.
A continuación hemos elaborado un cuadro (Cuadro 1) con las principales
estructuras y elementos Inka que hemos podido identificar a lo largo de nuestras
exploraciones a los asentamientos descritos y que esperamos sean el inicio de una
discusión mayor.
CARLOS CAMPOS

C O M P L E JO ESTRU CTU RAS


A R Q U E O L O G IC O IN K A E L E M E N T O S IN K A
H o r n a c in a s
E L S A L IT R E P la z a tr a p e z o id a le s d o b le
(M A L A ) c u a d r a n g u la r ja m b a d e c u e r p o e n te ro .
U sh n u
E str u c tu r a s d e
p la n ta r e c ta n g u la r
A c c e so s r e str in g id o s c o n
e sc a lin a ta s.
P la z a tr a p e z o id a l?
CERRO E str u c tu r a s d e H o r n a c in a s
B A N D U R R IA p la n ta r e c ta n g u la r c u a d r a n g u la r e s
A c c e so s r e str in g id o s
(C H IL C A ) m e d ia n te r a m p a .
K a lla n k a ?
P r o b a b le s
CERRO A ZU L e str u c tu r a s d e H o r n a c in a s
(C A Ñ E T E ) p la n ta r e c ta n g u la r tr a p e z o id a le s
A c c e so s r e str in g id o s c o n
e sc a lin a ta s y r a m p a s.
M u r o c u r v o d e p ie d r a s
la b r a d a s, d e e stilo
a lm o h a d illa d o .

Cuadro 1: Identificación de estructuras y elementos arquitectónicos.

Discusión:

Los edificios inka referidos en este estudio guardan algunas características bastante
parecidas que servirán de sustento a nuestra hipótesis:
1) La ubicación próxima al mar de los edificios descritos, encima de un
acantilado rocoso.
2) La asociación de los edificios inka a las aldeas o poblados de la etnia o grupo
sometido y a sus cementerios.
3) Los cementerios se constituyen en un elemento primordial y de profunda
significación para el entendimiento de la cosmovisión andina, entendida aquí
como sacralización del paisaje.
4) La cercanía a los centros de extracción y explotación de recursos.
5) La orientación de los edificios dirigiendo su mirada al mar, y a la caída del Sol
(Este-Oeste).
6) El material constructivo empleado, característico de la arquitectura inka como
lo es el adobe rectangular, además del revestimiento del mismo pintado de
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA

Foto 3: Aerofotografía del templo inka de El Salitre.

Foto 4: Vista lateral del templo inka de El Salittre.

Foto 5: Vista de la fachada Este del templo inka de El Salitre. Nótese las
hornacinas trapezoidales de doble jamba.
CARLOS CAMPOS

Foto 6: Vista de muro curvo Foto 7: Detalle de la continuidad Foto 8: Detalle técnico constructivo, en la cima de
construido en el acantilado de del muro de piedras labradas Cerro Centinela.
Cerro Azul. nótese la adaptación a la topografía
del acantilado.
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA

amarillo u ocre. ( en un caso especial, se observan los bloques paralelepípedos


de piedra finamente labrada como es el caso de Cerro Azul).
7) La presencia de elementos clásicos de la arquitectura inka: vanos
trapezoidales de cuerpo entero y nichos trapezoidales o cuadrangulares.

En la Costa Sur-Central del Perú a fines del siglo XV e inicios del siglo XVI, los
señores del Cuzco lograron afianzar su dominio. Esta podría deberse a su hábil
manejo de las zonas extractivas y el adecuado manejo de la producción, distribución
y redistribución de los recursos.
Otra respuesta podría encontrarse en los móviles ideológicos, que
indudablemente son inseparables de lo político y lo económico. Los imperios como los
estados promueven, marcos ideológicos que sirven de emblema o estigma, y a la vez
buscan legitimar su poder. Ello es lo que hemos tratado de demostrar a lo largo de este
trabajo.
Tal parece que lo enunciado por Menzel; “que los Inkas aprovecharon la
centralización existente (…) construyendo sus centros administrativos en los centros
de autoridad nativa”. (Menzel 1959: 140) se cumplió en los asentamientos expuestos
aquí, como son el caso de Cerro Azul y Cerro Bandurria (probablemente este también
sea este el caso de El Salitre)
La política estatal desarrollada por los inkas en los sitios descritos en este
trabajo, se ve reflejada en establecimientos que tuvieron además de una función
económica y social, fue otra de mayor prestancia como la función religiosa. El nuevo
orden impuesto por el estado cuzqueño condujo a la creación de edificios en donde la
religión jugó un rol de vital importancia, con el afán de legitimar el poder de los
llamados “hijos del sol”.
Pretendemos señalar que la política expansiva inka se basaba en la edificación
de templos erigidos en los acantilados innovando y consolidando el poder político e
ideológico del santuario de Pachacamac, tomando el Punchao Cancha edificado en
éste como modelo, concibiendo el escenario geográfico que rodea a Pachacamac como
paisaje sacro y desarrollando esta misma política ideológica con los valles vecinos del
sur.
El avance y la expansión del Tawantinsuyu fue un proceso paulatino y
organizado en el cual se incorporan nuevos territorios según la voluntad y el orden
impuesto por el inka (o los inkas) por ser este “el hijo del sol”. En parte esto último
parece ser más una justificación ideológica de poder y dominio de los soberanos del
Cuzco en los Andes, cargada de sacralizalización y ritualización asolapada con una
obvia intención de obtener el beneficio de los pueblos anexados a través de bienes,
riquezas y por supuesto más fuerza de trabajo al servicio del estado imperial y el
mantenimiento de la etnia o grupo gobernante.
Un sistema político-social centralizado y hegemonizado por una dinastía que
ejerce el poder político y militar con justificaciones religiosas, como el imperio inka, no
sólo disponía de los especialistas religiosos capaces de justificar el origen divino de
esta genealogía, sino que seguramente contaba con los especialistas en los sistemas de
medición y control que los cambios estacionales producían en un medio ambiente
sumamente rico y variado, pero particularmente expuesto a los efectos destructivos de
los terremotos, huaycos y otros fenómenos atmosféricos, y meteorológicos (v. g.
Fenómeno de Niño) y sus secuelas para la vida de las poblaciones andinas. Es por estas
CARLOS CAMPOS

razones de subsistencia en que se desarrollan los (re) ordenamientos del espacio o del
paisaje, así como los complejos sistemas de reciprocidad, generosidad y protección
del estado gobernante.(Pease 1988, 1999)
Los curacas o jefes de los pueblos anexados al imperio, no hicieron más que
pactar con los inkas una alianza en donde se vieran respetadas sus creencias y la de sus
antepasados, sin embargo tuvieron que sacralizar espacios nuevos y aceptar un nuevo
ordenador del mundo ( Inti , Punchao) en pos de una paz y armonía que les permita
seguir en el mando de sus señorios, estados o reynos, y gozar de los beneficios que les
otorgaba dicho poder (Rostworowski 1988).
Para terminar debemos señalar que la principal dificultad de las
investigaciones referidas al “panteón” inca proviene del carácter incompleto y muy
heterogéneo del material bibliográfico con el que contamos, con el que no se ha
logrado obtener una versión fidedigna y completa de la versión elitista del culto
imperial. (Ziólkowski 1996:25-26)
Los edificios inka de la costa acantilada se constituyen así, en testigos
presenciales de la germinación, construcción, crecimiento y el indefectible declive de
los mecanismos de dominación y apropiación ejercida por este formidable estado
imperial andino.

Agradecimientos:

Debo destacar la colaboración y siempre meritorias críticas de los señores Eberth


Serrudo y Oliver Huamán, el gráfico en CAD que acompaña este articulo fue
realizado por Irene Dávila, a ella un agradecimiento especial; asimismo deseo destacar
el valioso apoyo desinteresado y muchas veces loable de José Luis Fuentes.
Finalmente deseo agradecer a todos aquellos arqueólogos que se involucraron de
alguna forma con este trabajo.

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Algunos aspectos de la ocupación Inca en la


costa central: de Paramonga a Cañete
Rommel Ángeles Falcón*

Resumen
El área geográfica entre los valles de Fortaleza y Cañete abarcaba un espacio en el cual los Incas
efectuaron diversas estrategias de dominación, desde la dominación pacífica hasta la
exterminación casi total de las poblaciones locales. La arquitectura y la cerámica fueron parte
importante de los símbolos del poder Inca en especial por la existencia del oráculo de
Pachacamac lo que instó a expresar los mejores ejemplos de su presencia en la costa.

Palabras Clave: Incas, costa central, Pachacamac, Paramonga

Abstract

The geographic area between the valleys of Cañete and Fortaleza comprised an area in which the
Incas made various strategies of domination, from the peaceful rule to the almost total
extermination of local populations. The architecture and ceramics were important part of the
symbols of Incas. Specially the existence of the oracle of Pachacamac which prompted to express
the best examples of its presence on the coast.

* Arqueólogo, Museo de sitio de Pachacamac / rommelangel@hotmail.com

Introducción

A mediados del siglo XV, las sociedades que se desarrollaban en la costa central
recibieron la llegada de un Estado Imperial procedente de la sierra que poco a poco
había ido conquistando extensos territorios tanto de la sierra como de la costa. Las
diversas sociedades existentes en este territorio eran de diversa jerarquía, desde
grandes navegantes y comerciantes en el sur, sacerdotes poderosos en Lurín ó
aguerridos pueblos en los valles de Chillón o Cañete. Pero todas poseían pequeños
territorios articulados probablemente a través de sistemas de parentesco subdivididos
en pequeños curacazgos.
A lo largo del imperio, los incas establecieron centros administrativos y una
compleja red de caminos que articulaban el territorio. Las élites locales de los pueblos
dominados recibían la fina cerámica inca y como parte del proceso de aculturación
iniciaban la adopción de los diseños de la cerámica y los tejidos inca incluyéndolos en
su cultura local. Así aparecen imitaciones de la cerámica inca dentro de las tradiciones
locales de diversas regiones: en Cajamarca apareció cerámica de forma y decoración
inca pero confeccionada en arcilla caolín, característica de la tradición local.
ROMMEL ÁNGELES

Las estrategias utilizadas por los incas fueron diversas y su anexión estuvo
destinada a establecer un control político, económico e ideológico de la región a través
de la captura del templo del dios más importante de la costa.
Para comprender las estrategias del dominio inca en la costa central es
importante conocer los antecedentes de la región y como se articulaban las sociedades
antes del imperio inca. Las sociedades tardías que ocupaban los valles de Fortaleza,
Pativilca, Supe, Huaura, Chancay, Chillón, Rímac, Lurín, Chilca, Mala, Asia y Cañete
no conformaban una unidad política grande, probablemente esto haya permitido su
rápido dominio.

Las sociedades tardias antes de los Incas

Un área que jugó un importante rol durante el Horizonte Medio está constituido por
los valles de Fortaleza, Pativilca y Supe, sin embargo al finalizar dicho periodo, esta
zona tuvo una merma poblacional y habría estado ocupada por pequeñas sociedades
influenciadas ya sea por los Chimú ó los Chancay.
Varios cronistas señalan al valle de Fortaleza como el límite sur del Imperio
Chimú; María Rostworowski (1978) indica que el valle fue conquistado por los Chimú
y la edificación más emblemática del valle conocida como la fortaleza de Paramonga
constituía el límite sur de este imperio anterior al de los incas. Los trabajos de Ernesto
Tabío (1977) efectuados en la costa nor central constituyen los principales derroteros
para conocer datos de la región. No hay trabajos arqueológicos para este periodo y se
conoce solamente la existencia de colecciones de cerámica del valle que incluyen
materiales relacionado al estilo Casma Inciso y piezas Chimú, por lo que podría
esbozarse que existen dos estilos en la zona, el primero de ellos debe corresponder a las
sociedades locales que ocupan los valles del Santa hasta Fortaleza y que utilizan
cerámica Casma inciso entre los siglos X y XIV d.C. y una segunda etapa cuando esta
región es conquistada por los Chimú que debió de ocurrir entre los siglos XIV y XV
d.C. No puede esbozarse mucho sobre la arquitectura debido a la falta de estudios en
la región.
El valle de Pativilca es uno de los más amplios de la región y constituye
también una vía natural de penetración a la sierra de Ancash. Al igual que para el valle
de Fortaleza, no se tiene mucha información, la mayor parte de los sitios del valle
corresponden al periodo Precerámico Tardío y al Horizonte Medio. Para el periodo
Intermedio Tardío la información disponible es escasa, sin embargo existe abundante
cerámica de estilo Chimú procedente de cementerios del valle bajo y medio así como
algunas piezas de estilo Chancay, dentro de colecciones privadas existentes en
colegios de la zona (comunicación personal Jesús Holguín).
Para el valle de Supe hay estructuras a manera de plataformas alargadas con
rampa central que recuerdan a las estructuras propias del valle de Chancay. En la zona
de Alpacoto existen grandes estructuras de tapia donde destaca una gran pirámide. La
cerámica asociada recuerda a material Chancay pero con fuertes ingredientes locales.
Así mismo se conoce la presencia de cerámica Chimú en contexto funerario (Williams
y Merino 1979).
Las evidencias arqueológicas indican que a fines del periodo Horizonte
Medio e inicios del periodo Intermedio Tardío la cerámica es tricolor relacionado al
estilo Humaya de Huaura, esto es evidente en sitios como Alpacoto en el valle medio
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

de Supe. Posteriormente aparece la cerámica Chancay negro sobre crema en sitios


como Caleta Vidal y Pulancachi en el valle bajo de Supe. Podría decirse que el valle de
Supe constituiría el límite norte de la sociedad Chancay. Los textiles tardíos que se
observan en la superficie de los cementerios disturbados muestran fuertes relaciones
con Chancay y también hemos observado en colecciones particulares, esculturas de
madera con representaciones antropomorfas que guardan similitud con materiales de
los valles de Huaura y Chancay.
Podemos decir que antes de la conquista inca la región comprendida entre los
valles de Fortaleza, Pativilca y Supe constituían por un lado el límite sur del imperio
Chimú, conquistado con probabilidad para obtener mayores recursos económicos
pero que no han dejado estructuras arquitectónicas de gran importancia como si lo
hicieron en Casma o en Huarmey. El valle de Supe y el de Fortaleza presenta cerámica
tanto Chimú como Chancay lo que indicaría que se trataba de una zona franca que no
había sido completamente dominada por algunas de las dos sociedades. Esta
problemática lleva a que en el futuro, se realicen estudios sistemáticos en la región
tratando de explicar estos vacíos de información y que pueda determinarse con
claridad cuales eran los estilos predominantes, como se articulaban las sociedades
tardías antes de la llegada de los incas y como se establecieron las fronteras y el control
de este territorio por el estado Chimú o la sociedad Chancay
Los valles de Huaura y Chancay constituían el verdadero núcleo de la
denominada cultura Chancay, es probable que al igual que otros curacazgos costeños,
cada valle poseía independencia y cada sector del valle estaba dominado por un
curacazgo menor, esta propuesta funcionaría tomando en cuenta los grandes
asentamientos nucleados como Cerro Colorado y Vilcahuaura en el valle de Huaura y
Lauri, Pisquillo Chico (Azami 2010) o Pancha La Huaca en el valle de Chancay. Los
grandes cementerios de estos valles indican una población grande y estratificada en el
cual la actividad artesanal de confeccionar vasijas y finos tapices servían tanto para las
actividades de reciprocidad y fiestas así como para acompañar a las pompas fúnebres
de los principales personajes. La arquitectura descrita para el valle de Chancay indica
la existencia de pirámides con rampa central que recuerda a las existentes en los valles
del Rímac y Lurín, sin embargo las diferencias en los textiles y la cerámica establecen
diferencias culturales entre ambas zonas. Los Chancay habrían tenido ciudades
organizadas y el atractivo para los incas mas allá de sus ricos valles estaría en la alta
especialización artesanal de sus poblaciones que trabajaban el tapiz, las finas gasas y
tejidos reticulados para la confección de vestuarios considerados entre los mas finos
de los andes. Un análisis de las características de los tejidos Chancay muestran una
fuerte relación con Chimú en el caso de los tapices, sin embargo no compartirían los
mismos dioses. Efectivamente, de acuerdo a Krzanowski (1991) y a José Canziani
(2010), el desarrollo urbano Chancay era bastante desarrollado ya que en sitios como
Pisquillo Chico, el asentamiento se subdividía en 4 barrios que presentan diferente
tipo de arquitectura. El sector central concentra plazas y seis complejos que integran
edificaciones piramidales con rampa central, plaza frontal y compartimentos. Otros
sectores del sitio incluyen residencias de elite, calles, cementerios y zonas
habitacionales a manera de barrios. Los estudios de Canziani dan cuenta a detalle
también de otros conjuntos del valle (op. Cit.).
Los asentamientos Chancay probablemente dominaban hasta el valle medio
(Krzanowski: 1991), hacia la sierra como en otros valles el conflicto se daría por
ROMMEL ÁNGELES

acceder a la toma de los canales y a las tierras para el cultivo de la coca. Sitios como
Cuyo o Quipullin en el valle medio superior indican las áreas de manejo Chancay y sus
contactos con las sociedades del valle alto. La gran variedad de vestimentas y tocados
representadas en sus vasijas indican las fuertes diferencias sociales pero es probable
que también representen las diferencias existentes entre cada uno de los curacazgos
que integraban esta cultura.
Para el valle de Huaura, el sitio mas destacado corresponde a Cerro Colorado
ubicado en la margen izquierda del valle bajo de Huaura. El sitio presenta una larga
secuencia que se inicia en el Horizonte Medio con presencia de cerámica Teatino y
Humaya. Existe una serie de cementerios, zonas habitacionales y áreas
administrativas. El sitio ocupa más de 200 hectáreas. Recientes estudios en la zona dan
cuenta de extensas áreas funerarias (Vallejo 2010). Cabe precisar que el estilo Humaya
fue definido por Rafael Larco para los fines del Horizonte Medio e inicios del
Intermedio Tardío (Larco: 1966).
Resulta interesante mencionar la fuerte tradición cultural de esta región ya
que durante el imperio inca no habría dejado de producir sus iconos culturales.
Si bien el dato etnohistórico recogido por María Rostworowski (1978) indicaría que la
sede principal de este curacazgo estaba en Huaura, probablemente por ser el área
agrícola mas importante y pudo albergar una mayor población.
La zona entre los valles de Chancay y Chillón fue materia de uso constante,
tanto para el tránsito como para el establecimiento de pequeños núcleos de ocupación
temporal y cementerios de las poblaciones que aprovecharon los recursos de lomas
casi permanentes existentes en el sector de Pasamayo.
La bahía de Ancón cuya historia se remonta al periodo Arcaico y Formativo
constituyó un puerto de gran importancia que se habría iniciado durante el Horizonte
Medio y desarrollado durante el periodo Intermedio Tardío. La gran cantidad de
tumbas de cámara con cerámica Chancay indica que se trataba de un lugar
privilegiado para el enterramiento, sin embargo existe poca arquitectura pública en el
lugar. De acuerdo a Dorothy Menzel (1977), existen evidencias que durante el
Horizonte Medio constituyó un puerto y existen evidencias de corrales de llama
probablemente para trasladar pescado al interior del valle y la sierra. Las excavaciones
realizadas en las necrópolis por Reiss y Stubel (1880) incluyen tumbas Chancay
formadas por cámaras cuadrangulares con dos a tres fardos funerarios con falsa
cabeza, probablemente siguiendo las tradiciones del Horizonte Medio. La margen
derecha del río Chillón presenta sitios con cerámica Chancay, en especial los sitios
ubicados en las bocas de las quebradas que se comunican con el valle de Chancay.
El patrón de asentamiento del valle del río Chillón ha sido estudiado por Jorge
Silva (1992) y por su lado María Rostworowski (1977) ha investigado las fuentes
etnohistóricas en las cuales se menciona al señorío de Colleq que antes de los incas,
dominaba el valle desde el litoral hasta la localidad de Quivi en el valle medio. Su
centro de poder se encontraba en el sector de Collique en cuya cima del cerro
fuertemente fortificado existen estructuras tardías.
Los estudios de Silva (op. Cit.) han establecido la existencia de asentamientos
nucleados situados en el valle bajo y medio con arquitectura de tapia ubicados entre
Chuquitanta, Macas, Zapán y Huarabí.
La cerámica y los textiles Colleq son poco conocidas y su arquitectura también. Pero
esta difiere de la existente en el valle del Rímac y de Chancay.
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

De acuerdo a María Rostworowski (1977), el señorío de Colleq era


independiente y sumamente aguerrido. La sede del gobierno del “Collicapa” se habría
encontrado en los actuales territorios denominados Collique y Comas en el valle bajo
del Chillón. El eje era el cerro Collique que era protegido por murallas de piedra con
ingresos ciegos. En la parte baja, una muralla encerraba sectores sagrados y áreas
probablemente administrativas del señorío. Los asentamientos contemporáneos y
supeditados a Colleq se encontraban ubicados en ambas márgenes del río, en especial
en la boca de las quebradas. Estos asentamientos como Macas, Huarabí o Zapán, no
muestran evidencias defensivas lo que plantearía que la zona protegida era la zona
capital. Los trabajos de Jorge Silva (1992) Para el valle del Chillón, identifican y
establecen los patrones arquitectónicos y de asentamiento tardío en el valle mientras
que Inés Correa (1992) describe y analiza el sitio de Cerro Collique y posteriormente
Daniel Morales (1993) realiza un levantamiento arquitectónico del lugar.
El valle del Rímac, es uno de los más amplios y ricos de la costa central, su
amplio cono deyectivo provee de amplias tierras para una agricultura intensiva. Los
Ychsma dominaron el valle el cual, de acuerdo a Rostworowski, estaba subdividido en
curacazgos menores: Malanca, Lati, Guatca, Sulco, eran los principales. En la
actualidad se han identificado una serie de curacazgos adicionales tales como el de
Cacahuasi y Lurigancho, entre otros. Los curacazgos del valle del Rímac estaban
delimitados por los canales de regadío.
A nivel arqueológico los estudios de los Ychsma para el valle del Rímac se
iniciaron con los aportes de Pedro Villar Córdova (1935) quien presenta una de las más
completas síntesis de la arqueología del departamento de Lima. Louis Stumer (1958),
quien posteriormente, establece el tipo de asentamientos existentes en el valle del
Rímac, Santiago Agurto Calvo (1985) caracteriza la arquitectura del valle y Francisco
Bazán (1998) postula una de las primeras secuencias cerámicas para los periodos
tardíos de los valles de Lima. Actualmente Luis Felipe Villacorta estudia parte de lo
que habría sido el señorío de Lati (Villacorta 2004), Daniel Guerrero (2004) y Luisa
Díaz (2004) estudiaron el curacazgo de Sulco, a partir del sitio de Armatambo;
Lucénida Carrión estudia el curacazgo de Malanca (Espinoza 2010) y se han iniciado
trabajos en parte del señorío de Guatca.
Podemos decir que el curacazgo de Malanca constituiría el más grande e
importante debido a que hasta hoy se conservan grandes estructuras de tapia en el
sector del distrito de San Miguel dentro del perímetro del Parque de las Leyendas
(Espinoza 2010 fig. 2; Canziani 1987 fig. 1) y que vienen siendo estudiados por
Lucénida Carrión (Espinoza: 2010).
Para el valle de Lurín, los estudios fueron iniciados por Alberto Bueno (1983) y
Sandra Negro (1977), posteriormente los aportes de Peter Eeckhout han sido
fundamentales identificando los principales asentamientos tardíos. Entre estos
destacan Pampa de Flores, Quebrada Botija, Tijerales, Tambo Inga, Panquilma y Río
Seco. Uno de los sitios mejor estudiados sin embargo es Pueblo Viejo, un asentamiento
tardío ubicado en la zona de lomas. Los estudios conducidos por Krysztof Makowski y
sus colegas (Makowski et al. 2008), revelan una compleja realidad de estilos cerámicos,
manejos del territorio y patrones funerarios diversos en un medio ambiente de lomas.
En el valle bajo destaca el sitio de Pachacamac con la presencia de 16 pirámides con
rampa.
La cerámica identificada es denominada Ychma y se han descrito tres fases, la
ROMMEL ÁNGELES

primera de ellas correspondiente a fines del periodo Horizonte Medio e inicios del
Intermedio Tardío, la segunda correspondiente al Intermedio Tardío y la última
contemporánea a la ocupación inca. La cerámica más característica corresponde a
vasijas de contorno simple de color naranja alisado con pintura crema aplicada de
manera descuidada. Existen también los cántaros cara gollete que se popularizan
durante el periodo Inca.

El valle de Lurín presenta sitios habitacionales donde destacan estructuras públicas


denominadas pirámides con rampa. Entre los sitios mas destacados podemos citar a
Pampa de Flores, Panquilma, Tijerales y Tambo Inga.

El pequeño valle de Chilca al sur de Lurín era de gran importancia por su agricultura
en hoyas, su cerámica se relaciona al estilo Puerto Viejo descrito por Duccio Bonavía
(1959).

Antes de la llegada de los incas, el valle bajo de Mala era ocupado por el señorío de
Mala ó Mara y el valle medio por los Calango. Williams y Merino han realizado una
extensiva prospección del valle identificando una gran cantidad de sitios tardíos
(Williams y Merino: 1976). Por la extensión de los sitios, probablemente la sede
principal del señorío de Mala correspondería al sitio arqueológico denominado El
Salitre ubicado en la desembocadura del río Mala; en el valle medio existen varios
asentamientos que cualquiera de ellos podría ser la sede del curacazgo de Calango.
Los estudios efectuados por Henry Tantaleán y Omar Pinedo (2004) en el valle
indican que existían núcleos habitacionales especialmente en el valle medio. La
cerámica corresponde al estilo Puerto Viejo, pudiéndose indicar que su relación con la
costa central es bastante fuerte.

En el valle de Asia se encontraba el curacazgo de Coayllo que dominaba la parte baja y


media del valle de Asia u Coayllo (Coello 1993). Los estudios de Angeles y Pozzi –
Escot (2004) indican que las principales ocupaciones se centraban en el valle medio: En
el valle bajo los sitios tardíos son bastante discretos mientras que en el valle medio,
existen grandes asentamientos como Sequilao, Coayllo, Uquira 2 y La Yesera. Todos
estos sitios presentan remodelaciones y ampliaciones durante el imperio Inca.

El valle de Cañete era dominado por los Huarco, importante curacazgo que dominaba
uno de los valles mas productivos de la costa. Una extensa red de canales de regadío,
permitía la explotación del amplio cono de deyección en donde se concentraban una
gran cantidad de sitios. El valle medio presentaba sitios más discretos. El control era al
parecer ejercido desde el sitio de Cerro Azul y a la llegada de los incas una mujer
curaca era la que dominaba el valle. Los estudios de Kroeber (1937), Julio C. Tello
(2009) y Joyce Marcus (1987), han aportado importante información sobre la
ocupación inca en el sitio así como información relevante sobre el periodo Intermedio
Tardío.

Podemos decir entonces que durante el periodo Intermedio Tardío, antes de la llegada
de los incas, la región de la costa central estaba integrada de la siguiente manera:
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

Valle de Fortaleza Imperio Chimú, frontera sur


Valle de Pativilca Imperio Chimú, frontera sur
Valle de Supe Imperio Chimú, pero con presencia Chancay
Valle de Huaura Señorío de Huaura (Cultura Chancay)
Valle de Chancay Cultura Chancay
Valle de Chillón Señorío de Colleq
Valle del Rímac Señorío de Ychma
Valle de Lurín Señorío de Ychma
Valle de Chilca Curacazgo de Chilca
Valle de Mala Curacazgo de Mala y de Calango
Valle de Asia Curacazgo de Coayllo
Valle de Cañete Curacazgo de Guarco y de Lunahuana

Por ende, la influencia Chimú habría llegado hasta Pativilca y Supe habría sido una
zona franca con mayor presencia Chancay. Los valles de Huaura, Chancay y hasta la
zona de Ancón estuvieron bajo el dominio Chancay y el valle de Chillón habría sido
independiente con el Señorío ó Curacazgo de Colleq.
Los valles de Rímac y Lurín estuvieron bajo el dominio Ychma y los valles de Chilca,
Mala y Asia si bien habrían sido independientes, estaban vinculados culturalmente e
ideológicamente al señorío de Ychma. El valle de Cañete era independiente aunque
elementos culturales de este se distribuyen hasta el valle de Mala.

Las estrategias de conquista e implementación del poder inca

No se han hecho estudios regionales en torno a la conquista inca de la costa central, la


mayor parte de información parte de la información cronística y de documentos
publicados ampliamente por diversos autores en especial por María Rostworowski,
asi mismo la amplia variedad de excavaciones arqueológicas y registros efectuados en
el área permiten esbozar algunos elementos de esta problemática.
La mayor o menor presencia de edificios administrativos inca así como la
ausencia o presencia de material cultural inca o de influencia inca han sido tomados
como los elementos que permiten visualizar el impacto político de los incas, sin
embargo la falta de estudios a nivel de área aun no permite aproximarnos con
solvencia a este periodo.
La conquista inca es probable que parta de la búsqueda de implementar una
estrategia de manejar el área de manera conjunta y capturar el centro ideológico más
importante de la costa. Si bien la conquista de la Chimú significó el dominio de uno de
los imperios más poderosos de la costa, el control del santuario Ychma implicaba
manejar ideológicamente la región y la conquista del sur probablemente estaba
relacionada a tener de aliados a los Chincha, uno de los reinos más poderosos e
influyentes de la costa.
Tupac Yupanqui fue enviado por Pachacutec a conquistar Cajamarca, el
Imperio Chimú y posteriormente llega a la costa central.
Puede decirse que la conquista de la región entre los valles de Fortaleza,
Pativilca y Supe habría sido sin mayores problemas considerando que el poder Chimú
estaba menguado. La información etnohistórica indica que el valle de Fortaleza era el
límite sur del imperio, fue durante el gobierno de Minchancaman que
aproximadamente a mediados del año 1440 conquisto la región. Es decir que el
territorio del valle de Fortaleza recién había sido dominado unos 30 años antes de la
llegada de los incas. Generalmente se indica que la fortaleza de Paramonga, constituía
un importante asentamiento Chimú. La fortaleza se caracteriza por estar constituida
por una serie de edificaciones en la cual destaca un volumen principal compuesto por
4 plataformas sucesivas a las cuales se ingresa por portadas de doble jamba. La
influencia Chimú habría llegado con gran fuerza hasta los valles de Casma y
probablemente Huarmey donde existen edificaciones de importancia de esta
sociedad. Efectivamente sitios como Puerto Pobre en el litoral de Casma o
edificaciones ubicadas en las faldas de cerro Sechín, muestras edificaciones con el
patrón de audiencias similares a Chan Chan o frisos de barro dentro de dicha
tradición. El asentamiento tardío de Puerto Huarmey presenta así mismo arquitectura
relacionada a Chimú y una reocupación posterior inca (comunicación personal Héctor
Walde).
No existe mayor información acerca de estos valles sin embargo, Uhle
descubrió en el valle de Supe en los predios de la hacienda San Nicolás, un cementerio
del periodo Inca donde destacaba la presencia de aríbalos negros de estilo Chimú Inca
(Kroeber: 1925).
Paramonga presenta además un sitio de importancia ideológica para la
región, esta es conocida como Cerro La Horca, se trata de un gran promontorio natural
situado frente al mar el cual se encuentra en eje con la Fortaleza de Paramonga, es
probable que los Incas construyeran el templo del Sol para contrarrestar el poder de
este importante centro religioso.
El valle de Fortaleza si bien es una importante ruta de penetración hacia la
sierra, no es económicamente mas rico que el valle de Pativilca, sin embargo el poder
Inca se concentra en este valle, por ello creemos que se trataba de conquistar los
templos y manejar los dioses locales a fin de acceder a un dominio o control político y
religioso de la región.
Fuera de las edificaciones de la fortaleza de Paramonga no se conocen
mayores sistemas de control inca, por ello podríamos indicar que se trataba de un
control centralizado en el valle de Fortaleza destinado a ejercer el control político y
religioso desde donde se difundía la religión Inca frente a las religiones locales y los
centros de poder ideológico costeños.
Paramonga por ende debió de convertirse en un importante centro religioso y
político de la costa nor central y el centro de difusión de la religión solar. Los
documentos analizados por Waldemar Espinoza (1974), sobre la existencia de un
importante centro administrativo inca que incluía un templo del sol y la presencia de
mitmas traídos al lugar, confirma esta hipótesis. Por ello resulta curioso que no
aparezcan otros centros de control, aunque la influencia inca se dejó sentir en la cultura
material, como en la cerámica aribaloide, los elementos Chimú perduraron de manera
intensa, en especial la costumbre de hacer cerámica negra o gris del denominado estilo
Chimú Inca que es preponderante en toda la costa norte y central.
Los valles de Huaura y Chancay dominados por los Chancay es probable que
resistieran a los Incas. Sin embargo el dominio inca en la zona produjo una influencia
fuerte en la cerámica y en los tejidos locales.
Uno de los asentamientos aldeanos y administrativos de la costa nor central es Cerro
Colorado en el valle bajo de Huaura. Las investigaciones realizadas en la zona por
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

Arturo Ruiz (1981) y Walter Tosso (2000) han reportado la presencia Chancay y a su
vez parece poseer una larga historia de ocupación que se inicia durante el Horizonte
Medio. Efectivamente, la presencia de cerámica Teatino. Recientemente, Francisco
Vallejo ha reportado cerámica de los inicios del periodo Intermedio Tardío asociado a
tumbas descubiertas en este sitio las que se caracterizan por contener una gran
cantidad de vasijas tricolor y presentar al individuo en posición flexionada (Vallejo
2010).
Cerca de dicho cementerio, en el sector denominado Manzanares, se reportó
otro cementerio pero correspondiente al periodo inca. Se trataba de tumbas con los
individuos en posición extendida sobre una camilla, envueltos en tejidos de algodón.
Estos estaban acompañados de vasijas locales junto a aríbalos Inca Local (Martín
Córdova: 2004).
De acuerdo a María Rostworowski el curaca de Huaura era más importante
que el de Chancay y la probable sede de un representante del inca estaría por ende en
el valle de Huaura. Por lo que la presencia del cementerio precitado es un importante
indicio para el estudio de las poblaciones contemporáneas a la presencia inca.
La presencia de una estructura de planta inca en el sitio de Pisquillo Chico en
el valle de Chancay, indica que este importante centro estuvo controlado por los incas.
La estrategia bélica utilizada por los incas para el dominio de los Colleq indica que
probablemente se recurrió a poblaciones foráneas para poblar estas tierras y
convertirlas en un modelo de territorio manejado desde cada asentamiento local con
una fuerte presencia de arquitectura imperial construida con mano de obra costeña y
en materiales costeños como la tapia y el adobe.
Para el valle del Chillón, María Rostworowski (1977) ha relatado la dura
contienda sostenida entre los Colleq y los Incas para dominar este pequeño curacazgo
que derivó en el exterminio casi total de su población. Sin embargo, la riqueza agrícola
del valle habría conducido a establecer formas que permitan explotar sus recursos. A
nivel arqueológico las evidencias tangibles del dominio inca en la zona se observan en
diversos lugares. Por un lado es evidente una fuerte implementación del control inca
en cada asentamiento importante. Cerro Respiro y Oquendo en el valle bajo presentan
importantes edificaciones del periodo Inca reflejada en el uso de la cancha. En el cerro
Collique, la otrora capital Colleq un pequeño edificio inca se ubica en la parte superior
del sitio, el cual pudo servir como residencia o control del lugar.
Tambo Inga, un planificado centro administrativo o tambo inca construido en
tapia y adobes, es el mejor ejemplo arquitectónico de un edificio en forma de puma
(Agurto: 1981), es decir una probable representación de un nuevo Cuzco en un
pequeño territorio dominado y hostil.
El valle del Rímac constituye un modelo distinto de control. Podemos indicar
que los incas establecen centros de control en cada uno de los curacazgos que
conformaban el señorío de Ychma.
En cada sector del valle bajo y medio, existen edificaciones del periodo Inca,
por ejemplo en Pedreros, un asentamiento ubicado en el valle medio del río Rímac, el
extenso asentamiento incluye estructuras planificadas asociadas a una plaza, propia
de la tradición inca. En el mismo valle medio una serie de sitios tardíos, tales como San
Juan de Pariachi, Huaycán de Pariachi, Huanchihuaylas, Monterrey, Puruchuco y La
Puruchuca, incluyen palacios construidos en el periodo inca y el hallazgo de diversos
artefactos inca local indican que sus ocupantes estaban ligados de alguna manera al
ROMMEL ÁNGELES

imperio (Villacorta 2003, 2004).


Si bien estos edificios son construidos en tapia, algunos de ellos como Puruchuco,
incluyen portadas de doble jamba.
Los cementerios inca de Puruchuco - Huaquerones (Cock y Goycochea: 2004)
y Rinconada Alta (Diaz y Vallejo: 2002), contienen una rica y variada muestra de la
cultura material de este periodo, donde destaca la cerámica Inca provincial, cerámica
Ychma tardío y tejidos tanto locales como aquellos influenciados por las tradiciones
inca.
En el valle bajo del Rímac destacaba el asiento de Limac que fue convertido en la sede
del gobierno español y capital del Perú. De acuerdo a Agurto (1981), incluía un palacio
y un templo dedicado al sol, el cual habría estado en la actual plaza mayor de Lima.
Un sitio de gran interés es Huaca Santa Cruz en el valle bajo del Rímac
estudiado por Mercedes Cárdenas y Miguel Cornejo (2002, 2004). El sitio presenta un
cementerio intrusivo a la arquitectura cuyas tumbas están distribuidas de manera
ordenada, incluyendo fina cerámica votiva de influencia inca. Dentro del corpus de
cerámica recuperada destacan pequeños cántaros cara gollete con representaciones de
personajes que presentan pintura facial. Cornejo (2004) plantea que se trataría de
sacerdotes incas o Ychmas dedicados al culto al sol que tuvieron mucha influencia y
poder en la costa central.
Los estudios realizados por el Seminario de Arqueología del Instituto Riva
Agüero a cargo de Josefina Ramos de Cox, en el valle bajo del Rímac dentro de los
predios del que sería el señorío de Malanca en el sector Pando, reportaron una valiosa
información acerca del periodo tardío en la zona. La gran cantidad de tumbas
registradas incluyen cerámica de estilo Ychma tardío y del estilo Inca local.
Finalmente, recientes estudios efectuados en la isla San Lorenzo por
Hudtwalker (2010), han reportado una serie de tumbas del periodo inca que incluyen
cerámica Chimú Inca.
Los cronistas coinciden en indicar que fue Tupac Yupanqui quien conquistó la
costa central; el interés inca se centraba en dominar el santuario del dios Ychma el cual
representaba el centro de mayor influencia religiosa de la costa. Efectivamente, el inca
llegado al santuario, ayunó largos días y ofreció grandes sacrificios de camélidos
quemando gran cantidad de ropa en honor de la divinidad y el oráculo habló, dijo que
era el dios que animaba todas las cosas y auguró éxitos al inca en sus futuras campañas
guerreras. Fue entonces cuando el inca decidió cambiar el nombre del templo y del
señorío de Ychma por el de Pachacamac (Rostworowski 1999). El inca emprendió la
remodelación del santuario probablemente para convertirlo en un centro religioso
para difundir la adoración al sol, efectivamente. Una de las más grandes edificaciones
construidas por los incas en la costa es el templo del sol ó Punchao Cancha erigido en la
parte más elevada y relevante del sitio frente al mar. Asociado a este erigió una extensa
cancha ó plaza y un acllawasi el cual posee arquitectura tipo Cusco imperial. Es decir
el complejo arquitectónico más importante construido en la costa. Podemos decir
entonces que la conquista tuvo más visos religiosos que económicos.
La costa central paso a formar parte del Chinchaysuyu, uno de los mas
extensos territorios y complejos a su vez por contener una gran cantidad de antiguos
estados y señoríos independientes y confrontacionales uno con otro.
En el valle de Lurín existen hasta dos pirámides con rampa en cada
asentamiento principal del periodo tardío (Eeckhout: 1999), tal es el caso de Pampa de
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

FORTALEZA

PATIVILCA
SUPE

HUAURA
OC
EAN

CHANCAY
O
PA

CHILLON
C
IF

RIMAC
IC

LURIN
O

CHILCA

MALA
ASIA

CAÑETE

50 KM

Chimú Ychma Coayllo

Chancay Chilca Lunahuana

Colleq Calango
Guarco

SEÑORIOS Y CURACACAZGOS DE LA COSTA CENTRAL

Figura 1: Mapa de la costa central con los curacazgos antes de los incas.
1
FORTALEZA

PATIVILCA
2
SUPE

HUAURA 3
OC
EA
NO

CHANCAY
5
PA

4
CHILLON
C

6 7
IF

RIMAC 8
IC

9
LURIN
O

10
CHILCA 12

MALA 11
13

ASIA 14

16
15
CAÑETE

50 KM

PRINCIPALES SITIOS INCA EN LA COSTA CENTRAL

1 Templo del Sol de Paramonga 9 Pachacamac


2 Chimucapac 10 Bandurria
3 Cerro Colorado 11 El Salitre
4 Tambo Inga 12 La Vuelta
5 Fortaleza de Collique 13 Uquira
6 Maranga 14 Sarapampa
7 Puruchuco - Huaquerones 15 Huarco (Cerro Azul)
8 Armatambo 16 Incahuasi

Figura 2: Principales sitios inca en la costa central


ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

Flores y Tijerales. En el valle del Rímac el número de pirámides con rampa es menor,
estas han sido reportadas en Huaquerones (valle medio), La Palma en San Miguel y
Armatambo en Chorrillos (valle bajo).
El curacazgo de los ychsma estaba integrado por los Lati, Guatcas, Malanca y
Sulco en el valle del Rímac y los “Ychimay”, Manchay y Caringas en el valle de Lurín.
El prestigio religioso del señorío de ychsma era enorme pues era uno de los centros
religiosos de mayor renombre del ámbito andino ya que albergaba al dios de la noche
y de los temblores, además de ser un oráculo consultado por peregrinos procedentes
de lejanas tierras.
De acuerdo a Rostworowski, en el caso del pequeño curacazgo de Lima, parte
integrante del señorío de Ychma, existían dos curacas, uno se llamaba Taulichusco y
pertenecía a la categoría de yana o sea de servidor de Mama Vilo, esposa secundaria de
Huayna Cápac; el segundo jefe, Caxapaxa, radicaba en el Cusco y era yana de Huayna
Cápac. Los incas gustaban de tener en la capital a uno de los jefes duales para controlar
a los señores en caso de rebelión.
Es durante el imperio inca cuando se construye una gran muralla que encierra
la zona sagrada conformada por el templo del Sol, el templo de Pachacamac hoy
conocido como Templo Pintado, un antiguo edificio de adobitos (hoy llamado Templo
Viejo) y un edificio cuadrangular; estos edificios son considerados como los templos
más importantes del Santuario.
Frente a estos templos construyeron una extensa plaza con una serie de
recintos laterales y un área para ceremonias de libación conocido como “ushnu” frente
a un pequeño edificio con un baño ritual de piedra en fina cantería inca. Esta plaza se
denomina la “plaza de los peregrinos” y se distinguen dos filas de pequeñas
columnas. Según Max Uhle (1903), servía para concentrar a los miles de peregrinos
que acudían al oráculo. Las excavaciones arqueológicas efectuadas en el lugar
hallaron una serie de ofrendas pertenecientes a peregrinos locales.
Al sur se distingue el Acllawasi, edificio compuesto de tres secciones con
galerías, plazas y baños. Destaca la presencia de fina cantería de piedra estilo Cusco,
que lo distingue como uno de los edificios más importantes de la costa. En sus
inmediaciones se encuentra un complejo sistema de canales revestidos de piedra que
se conectan a cisternas o baños de piedra tallada; estos canales parecen dirigirse a la
laguna de Urpiwachaq. Finalmente, un largo y bien elaborado muro de piedras
delimita el sitio de las chacras de cultivo desde el pie del templo del Sol, hasta la laguna
de Urpiwachaq. El sitio fue excavado y restaurado por Julio C. Tello (Tello: 2008, 2009)
Hacia el Este se ubica el sector administrativo inca, que incluye:
El Palacio de Taurichumpi (residencia del curaca local a la llegada de los españoles)
construido de adobe al parecer sobre una antigua pirámide con rampa (comunicación
personal Peter Eeckhout).
La casa del quipu, pequeña estructura donde en 1976 se reportó el hallazgo de una
ofrenda conteniendo más de 30 quipus Inca (Bueno: 1990).
El Edificio 47, ubicado en la falda del cerro Gallinazo, estructura que podría
corresponder a un palacio; este consta de una estructura de grandes adobes inca con
una portada de doble jamba;
El edificio Cavillaca, estructura alargada con un muro curvo, que incluiría una
remodelación colonial temprana y una serie de pequeñas estructuras de piedra
dispuestas en terrazas asociadas a densos basurales de este periodo.
ROMMEL ÁNGELES

Los Incas también le dieron mantenimiento al templo de Pachacamac; la serie


de pinturas murales dispuestas en las graderías del templo incluían mayormente
peces, aves y personajes, sin embargo, antiguas fotografías del sitio muestran
representaciones de plantas de maíz dibujadas dentro de los cánones artísticos Inca.
Los muros del templo pintado se caracterizan por utilizar el color rojo y el color
amarillo. Los diseños son delineados en color negro y tal como lo indica Muelle, las
pinturas fueron mantenidas de manera permanente pues los muros muestran una
serie de capas de pintura superpuestas (Muelle y Wells: 1939).
Los incas deciden cambiar el nombre de Ychsma por el de Pachacamac e
iniciaron una serie de cambios políticos en el señorío entre los que destacan la entrega
de la “guaranga” (mil hogares) yunga de Sisicaya (localidad situada en el valle medio
de Lurín) a los vecinos del grupo étnico de los Yauyos de Huarochiri. Estas tierras eran
valiosas por el cultivo en una variedad de coca costeña requerida en los rituales
andinos (Makowski et al 2008).
Las excavaciones de Arturo Jiménez Borja en la pirámide con rampa Nº 1
(Jiménez Borja: 1985), en la calle norte-sur así como los trabajos posteriores en la
pirámide con rampa Nº 2 y 3, por Ponciano Paredes (Franco: 2004) y Peter Eeckhout
(2004) respectivamente, encontraron finas vasijas inca en contexto de ofrenda, en
basurales y principalmente asociadas al abandono de estas importantes estructuras.
Los trabajos de Julio C. Tello en Pachacamac realizados entre 1940 y 1943 además de
descubrir y restaurar importante arquitectura Inca descubrió mucha cerámica inca en
el lugar (Tello: 1999, 2009, 2010). Recientemente Peter Eeckhout revisa las evidencias
Inca procedentes del Santuario de Pachacamac y concluye que la presencia inca está
básicamente relacionada con las romerías y el papel que jugó el Santuario en términos
religiosos y simbólicos (Eeckhout 2010)
Durante el periodo colonial, el primer encomendero español en Pachacamac
fue Rodrigo de Ordoñez, quien hizo juntar todo el oro y la plata de las huacas y
sepulcros (cántaros, joyas y vasos de metal precioso) además de las joyas de los
curacas locales obteniendo 17 barras de plata y 4 de oro que sumaron 30,000 pesos de
acuerdo al Informe de Rodrigo Cantos de Andrade del año 1573. En ese año habían dos
curacas en Pachacamac: Chamot Sabá y Taurichumpi (Rostworowski: 1999).
Un rasgo que distingue a Pachacamac es la arquitectura de estilo Inca Imperial
representado por edificaciones con piedra canteada de estilo Inca. Este rasgo es poco
común en los sitios costeros, se reconoce que aparte de Pachacamac, en Cerro Azul el
edificio conocido como la Fortaleza de Huarco presentaba un enchape de este tipo de
piedras, también como hemos indicado el sitio de Huacones. Tello (2010), ofrece un
dato adicional de importancia, indica que existen piedras talladas estilo Cusco en el
valle de Mala y en Tambo Colorado. Tello indica además que la cantera de este tipo de
piedras estaría en unos cerros ubicados entre el valle de Asia y Quilmaná en Cañete así
como entre los kilómetros 134 y 135 de la carretera Panamericana Sur donde existen
además evidencias de talleres.
Los valles al sur de Lurín (Chilca, Mala y Asia) fueron dominados con relativa
facilidad a excepción de Guarco en el valle bajo de Cañete.

En el pequeño valle de Chilca, los incas establecen un imponente edificio en la cima de


un cerro frente al mar, este es conocido como Bandurria, probablemente se trate de un
templo dedicado al sol. El sitio fue estudiado por Frederic Engel (1987) si bien el
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

Figura 3: Fortaleza de Paramonga, véase al fondo el cerro La Horca.

Figura 4: Cerámica inca del valle de Huaura, sitio Cerro Colorado, sector
Manzanares, cortesía Martín Córdova.
ATAVILLOS

CANTA

Yeso

Socos
Guaravi
Macas
Quivi vieja

Huancayo Alto
Zapan

Huanchipuquio
Ancon

CARAGUALLO
COLLEQS 5
Tambo Inga 10 km

Collique

CHUQUITANTA Redibujado de Marcus y Silva 1988

Figura 5: Uncu inca procedente del valle de Chancay. Figura 6: Sitios inca en el valle de Chillón
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

pequeño río casi no trae agua, la napa freática es alta y permite un sistema de cultivo
denominado “hoyadas” que permitía el cultivo de maíz y frutos.
El valle de Mala tuvo una importancia especial para los Ychma quienes piden
a los incas que se establezca un adoratorio a Pachacamac en ese valle, en cambio los
incas acceden pero construyen en la cima de un promontorio frente al mar, una
edificación de adobe con hornacinas de planta trapezoidal, probablemente un templo
dedicado al sol, cuya función ya fue planteada por Strong, Willey y Corbett (1943). Al
pie, se desarrollaba un importante asentamiento. Efectivamente en el sitio
denominado El Salitre, existe una elaborada edificación inca que podría corresponder
al templo del sol. El sitio en su conjunto ha sido descrito con detalle por Omar Pinedo
(2010) definiendo su cronología.
En el valle medio, el sitio de La Vuelta presenta fina arquitectura de influencia
inca (Tantalean y Pinedo 2004). Las tumbas situadas en cámaras de piedra asociadas al
lugar corresponden al periodo inca pero incluyen finos ejemplares de tejidos inca y
cerámica que imita los estilos cusqueños, es decir, que las sociedades locales fueron
rápidamente influenciadas por los estilos cusqueños. Destaca igualmente el sitio de
Ollería en el valle bajo de Mala.
El valle de Asia u Omas es de pequeñas proporciones, el curacazgo de Coayllo
se limitó a unirse a los incas siendo una conquista pacífica la de su territorio. La
presencia de gente de Coayllo en el valle de Cañete, implica que también fueron
aliados de los incas y que aprovecharon esas condiciones para obtener ventajas del
imperio.
El valle fue ocupado por los incas construyéndose un importante centro
administrativo hoy conocido como Uquira (Baca 2004). El sitio presenta planificación
inca y el uso de detalles arquitectónicos como escalonamientos en los muros que
recuerdan a Tambo Colorado. Estos son rasgos que no se conocen en la arquitectura de
la sierra pero son frecuentes en los principales sitios costeros. La presencia de
hornacinas cuadrangulares fue de uso frecuente en Uquira, pero estos son comunes
también en otros sitios del valle como Sequilao y a su vez en sitios del valle de Cañete e
inclusive del valle del Rímac como Huaca Cruz Blanca (Espinoza 2010).
Los incas re ocupan y amplían los sitios locales, la presencia de grandes
cántaros incrustados en las plazas y recintos del valle medio, destinados a depósitos
parecen ser impuestos durante el periodo inca. Este tipo de sistema también es
advertido en Pachacamac.
Del valle de Asia también procede un quipu de algodón que indicaría el
dominio inca de la zona.
En el caso de Cañete, la incursión se realizó por la sierra bajando por el cauce del río
Cañete obteniendo con facilidad la rendición del pequeño señorío de Lunahuana. Este
tipo de triunfos pacíficos al parecer permitía a los incas establecer centros
administrativos y de control así como palacios para las elites locales, efectivamente el
área ocupada por el señorío de Lunahuaná posee importantes sitios administrativos
como Incahuasi, un excelente camino de penetración de la sierra hacia la costa, una
serie de tambos y palacios de gran importancia como el de Cruz Blanca en la actual
localidad de Zúñiga y los de Caltopa en Pacarán.
Incahuasi, es uno de los conjuntos arquitectónicos más destacados de la costa,
si bien su estructura ha sido resuelta en barro, piedra y adobe, su planeamiento
responde de acuerdo a John Hyslop (1985), al más tradicional estilo inca, siendo
ROMMEL ÁNGELES

considerado un Nuevo Cusco. En el sitio no se observan portadas de doble jamba ni


nichos trapezoidales.
Establecidos en Lunahuaná, los incas tomaron 4 años para dominar a los Huarco ya
que solo combatían en invierno por temor al calor del estío.
De acuerdo a Rostworowski (1978), la curaca de Guarco era una mujer muy
hermosa y sus coqueteos dieron celos a la coya que pidió al Inca que dejara en sus
manos el asunto. Su centro principal se hallaba frente al mar en el actual balneario de
Cerro Azul. El complejo incluye una serie de pirámides con plazas construidas en
tapia y adobón (Marcus, et. al: 1983, Marcus: 1987).
El soberano accedió a ello. La coya envió una embajada a la curaca
asegurándole que quedaría en su puesto y sólo le pedía celebrar una gran fiesta en
honor de Mama Cocha, el mar. Cuando todo el pueblo se hallaba en alta mar, los
soldados incas entraron sigilosamente y se apoderaron del señorío, diezmando a la
población.
De acuerdo a Rostworowski, los incas favorecieron a sus aliados Chinchas y
Coayllos entregándoles tierras en el valle de Cañete. En lugares como Cerro del Oro
existen estructuras tardías de tapia y cerámica de estilo Chincha en cementerios
ubicados en el lugar.
El manejo que establecieron los incas en el territorio Huarco es muy
interesante, establecieron un templo al sol frente al mar al igual que en Pachacamac y
en el valle de Mala, el cual fue el mas engalanado al ser construido con fina cantería
inca, curiosamente el sitio fue considerada como una fortaleza por el uso de piedra
canteada, sin embargo, este se trata de un templo solar dispuesto para imponer la
religión al sol en la costa. Aparte de ello el sitio es extenso y se ubica frente al mar
(Marcus et al 1983; Marcus: 1987).
Otros sitios como Huacones en el actual distrito de San Luis, también presenta
fina cantería inca, sin embargo el lugar no ha sido hasta la fecha debidamente
estudiado.
Ungará constituye un importante centro del señorío de Huarco que
probablemente era sede de uno de sus curacazgos. La imponente arquitectura del
lugar presenta del mismo modo evidencias de la ocupación inca. Una serie de muros
de tapia que rodean al cerro presentan formas escalonadas y se ha reportado cerámica
inca en el lugar.
Herbay es otro importante centro que refleja el dominio inca en el lugar, esta
estructura descrita por Squier es otro claro ejemplo de planeamiento inca en el valle.
Un aspecto interesante es acerca del uso de pintura roja en los templos incas de la costa.
Los principales templos de la costa del periodo inca estaban pintados de color rojo o
con figuras de animales como pumas. Esta información se reconoce para Cabeza de
Vaca en Tumbes (Cieza de León 1984), Paramonga en el valle de Fortaleza y el templo
del Sol de Pachacamac por citar los más importantes.
Los caminos articuladores jugaron también un papel importante, la costa
central era cruzada por el camino de la costa así como por los caminos transversales
que bajaban por los valles de la sierra hacia la costa, entre ellos destaca el camino que
surca el valle de Lurín que llegaba hasta Jauja. Durante el viaje de Hernando Pizarro,
este viene del norte, se queda en Irmatambo (Armatambo) donde debió de existir
también un templo dedicado al sol. Y de allí parte hacia Pachacamac. Es probable que
haya hecho su ingreso por la calle norte sur para posteriormente dirigirse al palacio de
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

Figura 7: Cerámica inca de Aznapuquio, Figura 8: Palacio de Puruchuco en el Figura 9: Uncu de plumas estilo inca
valle del Chillón. curacazgo de Lati, valle medio del Rímac procedente de Armatambo. Colección
MAAUNMSM
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
ROMMEL ÁNGELES

13

12
9

6 8
7 11

14 1 TEMPLO DEL SOL


5
2 PRIMERA MURALLA
10
3 USHNO
4 3 4 CANCHA (PLAZA DE LOS PEREGRINOS)
5 DEPOSITOS
6 ACLLAWASI
2 7 PIRAMIDE CON RAMPA Nº 1 (REOCUPACION)
8 PIRAMIDE CON RAMPA Nº 2 (REOCUPACION)
9 PIRAMIDE CON RAMPA Nº 3 (REOCUPACION)
10 EDIFICIO 47
1 11 EDIFICIO CAVILLACA
12 PALACIO DE TAURI CHUMPI
13 PROBABLE AREA DE DEPOSITOS
14 CANALES, CISTERNAS Y MURALLA DE CIRCUNVALACION
FOTO S.A.N.

Figura 10: Foto aérea de Pachacamac indicando las edificaciones inca (Foto
SAN)

Figura 11: Arquitectura inca en el acllawasi de Pachacamac.

Figura 12: El Salitre estructura inca en el valle de Mala.


ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

Taurichumpi y al templo del venerado dios.

Las evidencias de la influencia inca

La influencia inca en la costa central se refleja en la cerámica, la arquitectura y los


textiles.
La cerámica local es enriquecida con las nuevas formas cusqueñas como el
aríbalo, los platos y las tazas, es frecuente hallarlas con pasta local. Los tejidos se
desarrollan en formas y decoración así como se generaliza el uso de la lana como
materia prima en las chuspas inca. Muchas de estas bolsas confeccionadas en técnica
cara de urdimbre presentan asas con tocapus inca y en el cuerpo a veces son listadas y
en otros casos presentan diseños costeños como las serpientes entrelazadas.
Estos detalles pueden observarse con algunas variantes locales en todos los
valles de la costa central, ya que la cerámica netamente cusqueña o los finos tejidos
cumbi incas tenían accesos mas restringidos, por ello eran imitados pero sin alcanzar
los niveles de calidad reconocida para los objetos cusqueños. Un ejemplo de ello
puede apreciarse de los estudios arqueológicos realizados en Pueblo Viejo (Makowski
et al 2004, Makowski 2008)) y los recientes estudios efectuados por Enrique Lopez
Hurtado en el sitio de Panquilma, donde al parecer las elites accedían a objetos
suntuarios que imitaban las formas inca.
En sitios como Huaycán de Cieneguilla, la presencia inca se aprecia en
pequeñas estructuras que representan un ushno o un baño ritual inca.
Como mencionamos anteriormente, los incas parece que establecen edificios
administrativos en cada uno de los curacazgos del señorío de ychma en el valle del
Rímac. Destaca la importante ocupación inca en el señorío de Sulco cuyo centro
principal era Irmatambo hoy conocido como Armatambo. El sitio ha sido excavado
por Luisa Diaz (2004, 2002) y Daniel Guerrero (2004) quienes han establecido la
secuencia cultural del sitio y por otro lado la serie de edificaciones construidas en el
periodo inca que sumado a importantes cementerios con fina cerámica y textiles inca,
hacen de este centro, uno de los principales del valle del Rímac. Tumbas descubiertas
por ambos investigadores, incluyen finos uncus inca y quipus. Los españoles indican
que en su tránsito de Lima a Pachacamac, pasaron por Irmatambo siguiendo el camino
que conducía al santuario.
Mateo Salado es un conjunto conservado en su integridad, un camino formal
partía del sitio con rumbo a la ciudad de Maranga o Malanca. Si bien la función de
Mateo Salado no esta definida a la fecha, los estudios efectuados por el INC indican
que se trata de una construcción ychma con remodelaciones en la época inca.
El importante asentamiento Maranga es una ciudadela con pirámides y murallas, las
cuales datan del periodo ychma y presentan reocupación inca, efectivamente esto
indica que los incas asumen la ocupación de la zona y remodelan ambientes.
Construyen además un palacio probablemente administrativo.
En el valle medio del Rímac destacan edificios considerados como palacios.
Luis Felipe Villacorta (2004) ha distinguido varios de estos destacando el sitio de
Puruchuco y San Juan de Pariachi, entre otros. Estos palacios albergaban a personajes
importantes, el hallazgo de quipus y de vestimenta inca local indica que sus habitantes
estaban relacionados íntimamente al poder inca. El reciente descubrimiento de un
cementerio inca en el sector de Huaquerones conteniendo tumbas de elite nos habla
ROMMEL ÁNGELES

del gran valor que los incas dieron a las poblaciones del valle del Rímac.
En cuanto a la cerámica, existen cambios interesantes y además la dispersión
de un mayor número de estilos regionales. Por ejemplo la aparición y dispersión del
estilo Chimú Inca como un elemento principal de este periodo. Las botellas de doble
cuerpo y asa cintada en cuya cúspide presenta diversas escenas o personajes, es un
estilo muy frecuente entre el valle del Rímac y la región de Ica. Su presencia se da
inclusive en las tumbas registradas en la isla San Lorenzo (Hudwalker: 2010).
Por ejemplo en los valles de Asia, Mala y Chilca, el número de fragmentos de cerámica
inca o inca local es escaso, prevaleciendo los estilos locales.
La presencia de cerámica inca es muy alta en Pachacamac es alto y aparecen
piezas importadas del Cusco y otras provenientes de las capitales provinciales.
Los trabajos de Max Uhle (1903) en el templo del Sol de Pachacamac trajeron consigo el
descubrimiento de tumbas de mujeres sacrificadas en una de las plataformas del
referido edificio. Estas estaban acompañadas de finas vasijas y tejidos provenientes de
la sierra, por lo que es probable que se trataran de acllas enterradas de manera ritual en
un edificio religioso.
Dos contextos incas locales resultan destacados, el caso de las momias
descubiertas en Puruchuco Huaquerones (valle del Rímac) en el cual se trata de
grandes paquetes funerarios compuestos por una serie de capas de telas y de algodón
acompañados por aríbalos y ollas, enterrados en parejas en algunos casos y el caso de
Manzanares en las inmediaciones de Cerro Colorado en el valle de Huaura donde los
individuos se encuentran extendidos envueltos en telas y acompañados de aríbalos de
factura local. En ambos casos los individuos son acompañados de elementos locales y
de influencia inca.
Un ejemplo del ejercicio del poder y el boato durante el Imperio Inca es
plausible de observarlo en otros valles como el de Asia, donde en el sector de
Sarapampa, se ha hallado una bolsa de lana de estilo inca conteniendo un tocado de
plumas de 23 cms de altura y 39 cms de largo compuesto por plumas enrolladas a un
soporte rígido, las plumas son de color amarillo, celeste, marrón y naranja. La bolsa
corresponde a la tradición inca y llevaba un pequeño calero atado al borde. El asa de la
bolsa presenta tocapus inca. El hallazgo en la parte superior del templo Viejo de
Pachacamac, de una manta inca de color amarillo y rojo con tocapus envolviendo
plumas de guacamayo, constituye otra ofrenda inca probablemente de respeto a los
dioses costeros. Otro ejemplo interesante esta constituido por una pequeña bolsa
cuadrangular de 12 x 10 cm confeccionada en técnica tapiz entrelazado, procedente de
La Vuelta, en el valle medio de Mala. La fina pieza es de color rojo con el diseño de una
cruz escalonada en variantes de color amarillo y ocre. La pieza tiene 12 urdimbres de
algodón por cm2 y 58 tramas por cm2 lo que indica la alta calidad técnica de la pieza.
Esto indica que las elites locales que vivían en edificios administrativos del valle, no
solamente edificaban estructuras con influencia inca sino que accedían a bienes
suntuarios de alta calidad provenientes probablemente de las capitales provinciales o
del mismo Cusco.

A manera de síntesis

La conquista inca de la costa central significó el dominio religioso del dios sol frente al
antiguo y poderoso dios Ychma. La arquitectura inca más destacada esta destinada a
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

Figura 13: Tapiz estilo inca Figura 14: Uquira, centro administrativo Figura 15: Tocado de plumas del periodo
procedente de La Vuelta, sitio inca en el valle medio de Asia. inca, procedente del valle de Asia,
administrativo inca en el valle colección MMHM.
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA

medio de Mala. Colección


MMHM.
Figura 16: Quipu inca procedente del valle medio de Asia, colección MMHM.

Figura 17: Cerro Azul en el valle de Cañete.

Figura 18: Incahuasi, vista parcial. Valle medio de Cañete.


ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE

promover el culto al dios sol. Los principales edificios públicos son dedicados al sol,
por ello se trataría de una conquista principalmente religiosa. La presencia inca en
Pachacamac intensificó y difundió al Santuario y probablemente convirtió a la costa
central en una zona de enorme importancia visitado por peregrinos.
Hemos tratado de recorrer de manera sintética las principales evidencias de la
presencia inca en la costa central. Es evidente que esto nos invita a formularnos
muchas nuevas interrogantes y derroteros pero es importante ver el panorama
completo para ir hacia los detalles particulares de cada sitio sabiendo que ellos nos
aportarán información necesaria para seguir estudiando el fenómeno inca en la costa.

Agradecimientos

Deseamos agradecer a los editores por permitirnos presentar este ensayo, del mismo
modo a Martín Córdova por brindarnos información sobre Manzanares y El Sauce. A
Carlos Del Águila por permitirnos revisar brevemente la colección de Armatambo del
Museo de Arqueología y Antropología de la universidad Nacional Mayor de San
Marcos. A Oliver Huaman por su generosa invitación así como a los editores en su
conjunto. Finalmente, sirva este pequeño escrito como un reconocimiento a la labor de
investigación arqueológica y de salvaguarda del patrimonio arqueológico de Lima
efectuada por Josefina Ramos de Cox, Mercedes Cárdenas e Inés Del Aguila.

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El Tampu Real de Inkahuasi y la ocupación


Inka en Huaytara
Lic. Eberth Serrudo*

Resumen

Como parte de la administración estatal Inka se edificaron una serie de asentamientos a lo largo
de los Inka Ñan, uno de estos es el Tampu Real de Inkahuasi, ubicado en la ruta de penetración
que recorre el valle del río Pisco, el mismo que cumplió un importante papel en el control político
administrativo de la región. A lo largo del artículo el autor realiza un análisis de los conjuntos
arquitectónicos que comprenden el sitio arqueológico, definiendo áreas de actividad y
estableciendo el funcionamiento de cada uno de ellos, siendo un aspecto destacado el uso de
mampostería fina en algunas de las estructuras arqueológicas lo cual indicaría su jerarquía
dentro del asentamiento.

Palabras Clave: Incas, Huaytara, sistema vial, Tampus, arqueología de Huancavelica

Abstract

Since part of the state Inka administration a series of settlements were built along the Inka Ñan,
one of these is Inkahuasi's Tampu Real, located in the route of penetration that crosses the valley
of the Pisco river, the same one that fulfilled an important paper in the political administrative
control of the region. Along the article the author realizes an analysis of the architectural sets
that understand the archaeological site, defining areas of activity and establishing the
functioning of each one of them, being an aspect emphasized the use of masonry dies in some of
the archaeological structures which would indicate his hierarchy inside the settlement.

* Quelcay SAC / eberthserrudo@quelcay.com

Introducción

La provincia de Huaytara es considerada como capital arqueológica de la región


Huancavelica, en sus valles se encuentran numerosos vestigios arqueológicos
acentuándose la presencia del hombre andino a partir del Horizonte Medio hasta la
ocupación Inka.
A la llegada de los Inkas hacia 1470 el naciente Tawantinsuyu anexaba estos
territorios en ese entonces ocupado por la etnia de los Chocorvos, que según la
información etnohistórica, estaba conformada de gente belicosa y bárbara (Garcilaso
de la Vega [1604] 1991:351) los mismos que ocupaban las actuales regiones de
EBERTH SERRUDO

Ayacucho y Huancavelica, específicamente el área actual de los centros poblados de


Espite, Vilcanchos, Cocos y Huaytara. (Huertas 1998: 11) siendo colocados Mitmaqs
provenientes del norte del Imperio, Quitos y Guayacundos (García Miranda 2005:160)
A lo largo de todo el valle alto del río Pisco, se evidencia una fuerte presencia Inka con
asentamientos cuya arquitectura es comparable con los patrones arquitectónicos
cuzqueños, incluyendo además un complejo sistema de caminos prehispánicos que
articulaban los asentamientos Inkas.
Es en la provincia de Huaytara donde se encuentran los asentamientos más
finamente trabajados en el valle, Huaytara1 propiamente dicho e Inkahuasi, siendo lo
más resaltante del primero el Templo del Sol ubicado a poco mas de 100m de la actual
plaza de la ciudad, el segundo, Inkahuasi motivo de nuestra investigación, es uno de
los sitios arqueológicos en el valle alto del río Pisco de mayor complejidad y extensión
que se encuentra en buen estado de conservación lo cual nos permite establecer áreas
de actividad y realizar un análisis arquitectónico en detalle.

Ubicación Geográfica

El sitio arqueológico de Inkahuasi se encuentra ubicado en las nacientes del rio Pisco,
específicamente en la margen izquierda del Río Vizcacha (Sanquiniyoc) por sobre los
3,785 m.s.n.m. a la altura del Km 136+500 de la carretera Los Libertadores Wari (Fig. 1)
Está conformado por una serie de construcciones de la época del Tawantinsuyu las
mismas que al parecer se edificaron de forma paralela al Templo del Sol de Huaytara
ubicado donde es hoy en día la Iglesia de San Juan Bautista de Huaytara
El emplazamiento de las diferentes unidades arquitectónicas se da en una
terraza aluvial con una ligera pendiente ubicada en la margen izquierda del rio
Vizcacha a pocos metros del lecho del río, el mismo que los últimos años ha ido
socavando las bases de las estructuras arqueológicas colindantes.
Este valle es la ruta natural de penetración hacia Huaytara y desde aquí se
sigue hacia las partes altas de Huancavelica y Ayacucho uniéndose mediante el
sistema vial con el camino principal de la sierra o Qhapaq Ñan que a su vez articulaba
Cusco y Quito.

Descripción Arquitectónica

Investigadores como John Hyslop (1984: 105) y Alberto Bueno (1999, 2003) han
realizado sectorizaciones del sitio arqueológico describiendo la evidencia
arquitectónica en superficie, nuestro trabajo contempló el mapeo y levantamiento
sistemático de la totalidad de estructuras arqueológicas con un equipo de Estación
Total, lo cual nos permitió una mejor visión de la distribución espacial al interior del
sitio arqueológico (Figs. 2 y 3)
De esta forma identificamos la existencia de los siguientes sectores definidos
en base a la distribución espacial de estructuras.

Sector I (Administrativo – Ceremonial)


Se trata de una kancha con estructuras rectangulares alargadas tipo kallanka,
encerrados en su contorno por un muro perimetral definiendo un rectángulo de 32.60
x 41.70 m cuyo único acceso se ubica al Noroeste y está definido por un vano de doble
jamba construido con piedras labradas finamente asentadas. Es interesante el destacar
EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA

que los muros están construidos de piedra canteada sin labrar y de aparejo rústico, sin
embargo el único acceso si presenta un trabajo más fino utilizándose bloques
paralelepípedos definiendo una doble jamba trapezoidal. (Fig. 4)
Cuatro de los cinco recintos son simétricos y están ubicados a ambos lados del
acceso mientras que el último ocupa la sección Sureste siendo este recinto el más largo
(31.20 x 6.30 m) dentro del cual aun se observan en la parte posterior una secuencia de
hasta 25 nichos ligeramente trapezoidales muchos de los cuales han colapsado por el
paso del tiempo. El sector se encuentra parcialmente destruido por el continuo colapso
de los muros, siendo difícil el establecer los accesos en los recintos (Fig. 5)
Por su distribución rodeando un patio y el área que ocupan, los tres recintos
pueden definirse como Kallankas, sin embargo en la actualidad es imposible definir
los accesos de los mismos debido a que la estructura se encuentra en cimientos, siendo
la ausencia del colapso de los muros un indicador de que esta fue destruida y nivelada
o simplemente no se terminó su construcción.
Aunque es difícil establecer la función de este sector, pensamos que
posiblemente aquí se encontraban los encargados de la administración del Tampu,
dada la colindancia con el sector principal o de la residencia de elite. Otro aspecto es el
referido al área que ocupan las estructuras tipo Kallanka son las de mayor tamaño en el
sitio arqueológico lo cual las hace ideales para la ejecución de ceremonias y
actividades religiosas controladas por los funcionarios Inka.

Sector II (Residencia de Elite - Inkahuasi)


Se trata del sector comprendido por 2 estructuras principales y 3 recintos tipo
kallanka, estos últimos parcialmente destruidos, distribuidos de tal manera que
forman una Kancha la misma que es delimitada con un muro perimétrico cercando los
recintos y presentando dos accesos, el primero y principal orientado hacia el Noroeste
mientras que el segundo se ubica al Oeste del agrupamiento, en ambos casos se accede
mediante una escalinata de cuatro peldaños.
Las estructuras principales son dos recintos dobles separados por muros
medianeros, también denominados estructuras dobles espalda con espalda de tipo
cerrado (Kendall 1976: 17) (Fig. 6). Ambas estructuras se encuentran construidas con
piedras de campo canteadas unidas con argamasa de barro, en la actualidad se ha
perdido casi en su totalidad el revoque de barro y el enlucido de los muros notándose
los paramentos de mampostería rústica, ambas estructuras se encuentran separadas
mediante un corredor central, el mismo que definido por un vano trapezoidal de doble
jamba trabajado en mampostería fina (Fig. 7).
Los recintos presentan un segundo nivel elaborado básicamente con adobones
paralelepípedos de aproximadamente 30x50x10 cm, típicos de la albañilería cuzqueña
con ventanas laterales y en cuyo interior se logra observar aún restos del enlucido de
arcilla rojiza, la misma que debió cubrir todos los paramentos.
Si bien es cierto el primer nivel de los recintos en este sector está construido
con una mampostería rústica, el segundo nivel de estas estructuras dobles está
construido íntegramente con adobones presentando una altura promedio de hasta 5
m. Este segundo nivel fue sostenido por un alero interior dispuesto a lo largo de cada
recinto debiendo colocarse vigas de troncos por encima de estos y ser aligerado, en
vista de su altura y debido al hastial asimétrico a dos aguas la techumbre hace
reducido el espacio siendo posiblemente utilizado para el almacenamiento de algunos
productos (Figs. 8 y 9).
EBERTH SERRUDO

Al exterior de los recintos y bordeando los hastiales aún se pueden observar


los clavos pétreos o los denominados por Kendall (1976: 42) como perchas (Fig. 10) los
cuales sirven para el amarre de los techos en algunos casos se encuentran trabajados.
Engel en los 70' logra identificar algunos de estos clavos de piedra con perforaciones
para el paso de las sogas, registrando una abertura circular y otras dos de forma
trapezoidal en cada uno de los hastiales los mismos que en la actualidad no han sido
posibles de ubicar. Otro aspecto que Engel anota en su registro es la presencia del
“Limaola” o Wall-wak'u que no es sino una viga de madera colocada adicionalmente
en las esquinas de las estructuras, las mismas que servían de amarre, de esta forma
aseguraban los refuerzos entre los muros, estos actualmente se han perdido (Engel
1987: 236).
Este tipo de estructuras se encuentran construidos en otros sitios
arqueológicos tales como Huánuco Pampa, San Pedro de Rajchi, Ingapirca, Patallaqta,
etc. muchas veces ubicado entre dos plazas, patios o espacios abiertos de tal modo que
cada recinto da frente a una Kancha o patio diferente, cabe indicar además que este
tipo de recintos están asociados básicamente a las zonas de elite y en los casos
mencionados el acceso a ellas es restringido.
En el caso de Inkahuasi los recintos dobles presentan un aparejo rústico con
un segundo nivel de adobones y no el fino labrado en roca como en otros sectores del
sitio, creemos que esta era la residencia del grupo de elite o curaca local dado que al
interior aun quedan evidencias de lo que fue un enlucido de arcilla roja que cubría la
totalidad de los muros y posiblemente también los pisos, tal como se halló en las
excavaciones llevadas a cabo en el sector residencial de elite en Inkallakta,
Cochabamba (Lawrence Coben: Comunicación personal 2010) lo cual denotaría la
importancia de este sector por encima de las otras áreas.
En la parte posterior del sector se hallan los cimientos de posiblemente 3
estructuras rectangulares tipo Kallanka, los mismos que no presentan evidencias de
material de colapso, lo cual posiblemente se deba a que las estructuras no se
terminaron de construir o caso contrario estas fueron desmontadas, sin embargo solo
excavaciones arqueológicas sistemáticas podrán definir la secuencia arquitectónica y
constructiva en el lugar.

Sector III (Acllahuasi?)


Se trata de 5 estructuras rectangulares encerradas por un muro perimétrico con un
solo acceso orientado al Noroeste, este último finamente trabajado como todo el
frontis (Figs. 11 y 12) Sus dimensiones son de 20.80 x 32.40 m. y la distribución de las
estructuras al interior es similar al sector I, es decir que es prácticamente una copia de
dicho sector en la distribución de los recintos interiormente, en cuanto al área de
emplazamiento de dichas estructuras está es exactamente la mitad del área ocupada
por el Sector I.
Al frente del único acceso existen los restos de cuatro o cinco peldaños de lo
que pudo ser una escalinata y un posible zócalo elaborados con rocas labradas
asociados a pequeños afloramientos rocosos la mismos se hallan muy destruidos no
pudiéndose establecer sus reales dimensiones.
Solo dos de las cinco estructuras se encuentran parcialmente visibles, las
restantes se hallan cubiertas por el colapso de los muros y la vegetación predominante
(Fig. 13). En la actualidad los lugareños denominan a este sector como el Acllahuasi, o
HUAYTARA
EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN

Fig. 1. Plano de Ubicacion del sitio arqueologico de Inkahuasi.


EBERTH SERRUDO

Fig. 2. Plano del sitio arqueologico de Inkahuasi


EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA

Fig. 3. Emplazamiento de las estructuras principales de los sectores I, II, y III

Fig. 4. Vista en detalle del acceso trapezoidal de doble jamba trabajado en


mamposteria fina

Fig. 5. Vista panoramica del Sector I y la distribucion de nichos trapezoidales a


lo largo de su muro perimetrico.
EBERTH SERRUDO

Fig. 6. Detalle de las dos estructuras principales del Sector 2 techadas años atras
para evitar el deterioro en su interior.

Fig. 7. Trabajo en fina mamposteria utilizada limitada solamente al acceso del


Sector II
EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA

Fig. 8. Vista exterior de una de las estructuras principales, en la cual se evidencia


el uso de adobes para un segundo nivel.

Fig. 9. Vista del interior de una de las estructuras principales, notesé el alero que
soportara un piso aligerado, posiblemente para el almacenaje de algunos
productos.
EBERTH SERRUDO

Fig. 10. Algunas de las pocas clavas de piedra que aun quedan in situ en el sitio
de Inkahuasi

Fig. 11. Frontis y acceso al Sector III comunmente denominado como Acllahuasi
por la poblacion local.

Fig. 12. Vista en detalle del vano trapezoidal de acceso al Sector III
EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA

la casa de escogidas, es probable que cumpliese con dicha función aunque en


comparación con otros investigados guarda características disímiles, un ejemplo de
ello es la ausencia de una estructura o recinto de control de ingreso.

Sector IV (Ceremonial – Religioso)


Este sector se encuentra ubicado al extremo Norte del asentamiento y comprende la
mayor cantidad de estructuras concentradas en lo que al parecer seria el núcleo
ceremonial – religioso del sitio arqueológico (Fig. 14)
El área central de este sector está conformada por una plataforma sostenida
por un muro de contención elaborado con piedras canteadas con una mampostería
fina cuyo paramento es almohadillado, el mismo que corre en forma paralela y por
sobre el río Vizcacha; al sur del mismo se ubica una estructura rectangular igualmente
con un fino acabado en sus paramentos (Fig. 15) Sobre esta plataforma y en la parte
posterior, a modo de muro de contención, se ubican siete u ocho nichos trapezoidales
de doble jamba con un nicho de menor tamaño ubicado al interior en su parte alta,
tratándose básicamente de una variante de las hornacinas de cuerpo entero con nicho
posterior pequeño, (Kendall 1976: 40).
Debemos acotar que este tipo de detalle con respecto a los nichos es recurrente
en la zona, en el exterior del muro Este del Templo de Huaytara presenta el mismo tipo
de ornamento, teniendo una secuencia de ocho nichos dobles de cuerpo entero
separados uno de otro con nichos intermedios, siendo una fachada de gran
movimiento por el repetitivo efecto claroscuro a lo largo del día. (Gasparini y
Margolies 1977: 269). Creemos que es muy probable que el muro de nichos
trapezoidales de doble cuerpo al igual que el muro Este del Templo de Huaytara,
presente 8 nichos en total y que este último está cubierto por el colapso de muros,
incluso presentaría estos nichos intermedios mucho más aun si consideramos que el
largo del muro del Templo de Huaytara y el de Inkahuasi presentan similares
dimensiones (26.50 m) (Fig. 16)
Los lados Norte y Sur de este muro de nichos trapezoidales están delimitados
por grandes rocas, que junto al muro de contención que soporta la plataforma definen
una plaza o patio ceremonial cuyo único acceso se ubica al Noreste. Este acceso es algo
atípico pues presenta triple jamba como una variante en la que la jamba central es la de
menor tamaño en relación a las jambas interna y externa, variante que también
presente en el sitio de Tambo de Mora.
A ambos lados del acceso de triple jamba se encuentran dos rocas, la del Este
es una gran roca la misma que fue aprovechada para delimitar la esquina Noroeste de
la plaza ceremonial y al lado de la jamba Oeste se encuentra otra roca ligeramente
aplanada y dispuesta verticalmente que presenta trabajo de talla de forma escalonada
la misma que podría representar un posible Intihuatana o un indicador astronómico
que mediante los rayos solares y sombras establecen fechas importantes como las del
calendario agrícola (Fig. 17)
Hacia el Oeste de la plaza ceremonial se halla un recinto muy peculiar, está
construido con piedras de campo canteadas unidas con argamasa de barro y de
aparejo rústico, sin embargo es el único que presenta un piso enlajado y sus
dimensiones debieron ser 8.10 x 4.10 m. El recinto se encuentra asociado a una roca
con labrados en bajo relieve ubicada al borde del lecho del río, muy posiblemente aquí
se realizaron ceremonias con ofrenda de líquidos los cuales eran vertidos sobre la roca
EBERTH SERRUDO

y derivados hacia el río.


Según pensamos, la destrucción ex profeso del sector con estructuras
arquitectónicas de fina mampostería correspondería a un proceso de extirpación de
idolatrías y destrucción de núcleo ceremonial principal de Inkahuasi. Es muy
probable que mediante excavaciones sistemáticas se puedan encontrar evidencias del
aparato ritual y establecer si realmente su destrucción se debe a un proceso de
extirpación de idolatrías o corresponde al deterioro paulatino provocando el colapso
de los muros.

Sector V (Almacenes o Colcas)


Debido a la política económica de reciprocidad y de redistribución que caracterizó al
estado Inka, la construcción de colcas como centros de almacenaje fue masiva (Matos
1994:243). En los centros administrativos inkas se identifican una muy bien
planificada y muchas veces compleja distribución de almacenes cuya finalidad era la
administración y distribución de los excedentes de producción. La preocupación por
el manejo y control de los productos supone la concentración de bienes para hacer
luego su redistribución tanto para el ejército o como guarnición estable. (Cárdenas
2003: 28)
Al ser Inkahuasi un asentamiento que administraba la parte alta del valle el
sistema de almacenamiento se limitó solo a la edificación de un número mínimo de
estructuras para almacenaje. Las unidades de almacenaje, qolqas o colcas, en la sierra
son edificios relativamente pequeños dispuestos en hileras, usualmente sobre una
colina, en general miran hacia el lugar de ocupación al que están asociados (LeVine
1992; Huaycochea 1994; Matos 1994; Valdés y Valdés 2000). Además de su ubicación
sobre una colina, otra característica analítica para distinguir los almacenes de las
residencias u otras estructuras, es la ausencia de puertas (Morris 1999: 23)
De esta forma en Inkahuasi se evidencia la construcción de tres estructuras de
planta rectangular ubicadas en la cima de un promontorio rocoso que domina
visualmente la planicie natural donde se ubica el área central del asentamiento. Las
estructuras se encuentran construidas con piedras de campo canteadas y unidas con
argamasa de barro, dispuestas de forma lineal separadas por corredores de 1.50 m.,
todas con dimensiones similares de 8.00 x 4.00 m siguiendo un eje de N 9º E. (Fig. 18).
El alineamiento y/o agrupamiento de este tipo de estructuras para almacenaje es un
patrón recurrente en la zona alto andina. (D'Altroy 1992: 166, Morris 1992: 238, Valdés
y Valdés 2000:24)
Cada recinto presenta dos vanos de forma ligeramente trapezoidal orientados
al Este, los mismos que al parecer no tienen una altura mayor a los 0.60 m y se ubican
por 0.30 m por encima de la superficie, siendo más que accesos, ventanas o ductos de
ventilación. Para la edificación de estas estructuras se necesitó nivelar el terreno que
presenta una suave pendiente construyendo una plataforma confeccionada con
piedras ubicada 7.10 m. por delante de las estructuras, con una altura no mayor a los
0.50 m.
El poco material de desmonte producto del colapso de muros, sumado a que
parcialmente aun se observan la presencia de los hastiales construidos con adobes en
los lados, nos hace pensar que estas estructuras no excedían de 1.00 ó 1.20 m de altura
(fig. 19) lo cual hace una gran diferencia si lo comparamos con la capacidad de
almacenamiento de excedentes en relación a los depósitos registrados en sitios como
EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA

Fig. 13. Al centro una de las dos estructuras parcialmente conservadas, al fondo
se observan las colcas del asentamiento.

Fig. 14. Area Central del Sector IV y su emplazamiento en armonia con el paisaje
colindante.

Fig. 15. Detalle de estructura finamente labrada ubicada al SW del Sector IV


Fig. 16. Reconstruccion Isometrica del Templo de Huaytara, en detalle el muro
este cuyo patron arquitectonico seria similar al Sector 4 de Inkahuasi

Fig. 17. Roca labrada ubicada junto al acceso Noreste del Sector IV
EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA

Huánuco Pampa y la región del Cusco que presentan hasta 4.50 m de altura.
(Huaycochea 1994: 179)
Hacia el Noreste de los almacenes se ubican los restos de una estructura de
piedras de planta semicircular de un diámetro aproximado de 5.00 m con un acceso de
0.60 m de un ancho orientado al Sureste. Aunque se encuentra muy destruido y
parcialmente cubierto por la vegetación, pensamos que puede tratarse de un recinto
que cumplió la función de controlar el ingreso y salida de los productos que estaban
depositados en las qolqas.
En las cercanías no se halló un acceso formal desde el núcleo del asentamiento
hacia los almacenes, sin embargo hacia el Oeste, en la parte baja del afloramiento
rocoso, se logra observar un tramo de camino prehispánico que ingresa hacia la
quebrada por la margen derecha en la ruta hacia la ciudad de Huaytara ubicado 14 km
río abajo, lugar donde se encontraba el asentamiento Inka del mismo nombre.

Sector VI (Estructuras aisladas)


Al Oeste del núcleo de estructuras arqueológicas se encuentran dos recintos adosados
con un pequeño patio al frente de los mismos, los accesos no son posibles de ubicar
aunque lo más probable es que estuvieran ubicados hacia el patio y a su vez dando
frente hacia el río. Toda esta área se encuentra cubierta por una densa maleza lo que
dificulta el registro y el establecer las funciones que pudo tener dentro del esquema
administrativo del asentamiento Inka.
Adicionalmente se encuentra un muro de contención rectilíneo que corre de
forma paralela al río, conformado por piedras de campo unidas con argamasa de barro
y que en el segmento mejor conservado presenta una altura de 1.40 m, este se ubica
aislado posiblemente definiendo un espacio abierto a manera de plaza, sin embargo
dicho espacio presenta una pronunciada inclinación haciendo difícil el que se realice
algún tipo de ceremonias en el lugar.
Rocas labradas
Como se ha mencionado líneas arriba, en el sitio arqueológico se encuentran
evidencias de una serie de molduras o labrados en rocas como el diseño escalonado y
la roca con bajo relieves ubicados al Noroeste y Oeste de la plaza ceremonial
respectivamente.
Adicionalmente a las descritas se encuentra una roca de grandes dimensiones
ubicada en el mismo lecho del río (Fig. 20), a un lado del mismo y casi al frente de la
zona ceremonial relacionada con el culto al agua se encuentra una roca de grandes
dimensiones la misma que fue la labrada en uno de sus lados y presenta evidencia de
hasta 3 “tianas”2
El labrado de la roca denota un minucioso y arduo trabajo en la extracción y
desgaste del material lítico, este tipo de acabados en rocas y/o afloramientos son
recurrentes en todo el Tawantinsuyu siendo común en los alrededores del Cusco y
están relacionados a manantiales, puquios o fuentes de agua y muchos de los cuales
están asociados al sistema de ceques o caminos rituales que parten desde el
Koricancha. De igual forma en la región del Cusco la proximidad de rocas labradas a
una importante fuente de agua denota un especial estatus sagrado, siendo el agua
decisiva para comprender el significado de la organización del complejo sistema ritual
y su relación con la estructura social (Hyslop 1990: 108)
Este tipo de labrado en la roca a manera de “Tiana” muchas veces confundido
EBERTH SERRUDO

como “tronos del Inka” – como también es el caso de Inkahuasi- no es sino una
característica de la arquitectura compacta y que según las investigaciones estas
concavidades tenían como una de sus funciones principales la de indicadores
astronómicos que mediante la interpretación del juego de sombras y la proyección de
los rayos solares podían establecer fechas especiales como solsticios y/o equinoccios
(Zecenarro 2004:94)

Sistema Vial Inka

Inkahuasi forma parte de una compleja y bien articulada red de asentamientos


administrativos comunicados con una también compleja red vial, cumpliendo la
función de la administración directa de esta parte del valle. Así tenemos que la ruta
que parte de la costa desde el sitio de La Centinela articula sitios como Tambo
Colorado, Patipampa, Huauyanga, Huaytara y el propio Inkahuasi, participando en la
administración por sectores del valle de Pisco. (Hyslop 1984:112)
La ruta del camino Inka que llega a Inkahuasi viene desde el sitio arqueológico
de Ushkus Inkañan ubicado en la Provincia de Huancavelica siendo posible que en la
ruta cruce por en medio de las lagunas de Choclococha y Orcococha, descendiendo
por la parte alta del río Vizcacha (Bueno Mendoza 2003: 50). Hoy en día el trazo del
camino se ha perdido en gran parte debido a la remoción de tierra para la elaboración
de surcos para cultivo del proyecto de reforestación denominado Sierra Verde en el
año 2001. (Fig. 21).
El camino principal cruza el sitio de Inkahuasi de NE a SO, en el ingreso al
norte se encuentra un baño litúrgico, aunque pequeño se encuentra en el camino de
ingreso al sitio, está construido con piedras labradas y presenta tres lados (el lado
abierto esta hacia el Oeste). Es interesante el paralelo con el ingreso norte de la ciudad
del Cusco donde se encuentran una serie de estas estructuras similares al lado del
camino, los cuales servían para que los caminantes ingresen limpios a la ciudad del
Cusco. El drenaje de esta fuente se hace mediante un canal que corre paralelo a lo largo
de 80 m y cruza el camino Inka hasta llegar al lado norte del sector ceremonial religioso
donde se encuentran ubicadas una secuencia de terrazas cruzando por en medio de
ellas hasta llegar al lecho del río Vizcacha.
Adicionalmente a los sitios arqueológicos mencionados, en la ruta Inka de
penetración, se hallan las evidencias pequeños establecimientos los mismos que
funcionaron como centros de almacenaje, tambillos, puestos de control, postas de
chasquis, etc. En el caso de los alrededores de Inkahuasi se encuentran restos de
pequeñas edificaciones, entre las que destacan Wayrana, Mollepallana, Chaskihuasi,
MitoCcasa, Mancanchurcuna, Tantacce, Barraca, entre otros.
Tuvimos la oportunidad de registrar algunos de estos pequeños
asentamientos ubicados al este del sitio arqueológico, valle arriba, siendo los más
significativos los de Mollepallana Mitoccasa y Mancanchurcuna, estos últimos muy
destruidos sin embargo presenta una gran cantidad de fragmentería cerámica Inka
local profusamente decorada. Todos estos sitios se hallan directamente relacionados
al trazo de camino Inka y creemos que los mismos, aunque pequeños y sin mayor
complejidad arquitectónica, formaron parte importante del control administrativo de
la región.

Mollepallana, En la ruta hacia el Noreste siguiendo por la traza del camino


EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA

Fig. 18. Vista en detalle de las Colcas o estructuras para almacenaje,


evidenciandose los hastiales elaborados con adobes de barro

Fig. 19. Almacenes rectangulares ubicados en cerro colindante a Inkahuasi.


Fig. 20. Roca Labrada en lecho de rio, aun se conservan 2 de las 3 tianas.

Fig. 21. Tramo de Camino Prehispanico que une Inkahuasi con Huaytara.

Fig. 22. Restos del sitio arqueologico Mancanchurcuna, ubicado en la ruta de


penetracion de la costa hacia las alturas de Huancavelica.
EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA

prehispánico y distante unos 3.5 km de Inkahuasi, se encuentra este sitio que consta 3
estructuras alargadas tipo Kallanka, dispuestas en forma de T construidas con piedras
de campo canteadas unidas con argamasa de barro. Su emplazamiento se da en una
media ladera baja del Cerro Incahuasi al lado de la traza del camino prehispánico,
cercano a un puquio razón por la cual ha sido reutilizado en tiempos modernos como
corrales para ganado. Cabe mencionar que entre Inkahuasi y Mollepallana se
identificaron hasta 3 agrupamientos de pequeñas estructuras las mismas que podrían
tratarse de Postas de Chaskis o Chaskihuasi.

MitoCcasa, Siguiendo por la misma ruta, siempre hacia el Noreste, a 3.5 km de


Mollepallana en la ruta del camino Inka hacia Ayacucho, se encuentran los restos de 8
a 10 estructuras rectangulares y circulares en mal estado de conservación debido al
ingreso de maquinaria pesada durante la construcción de la carretera Libertadores, sin
embargo, en superficie aun se pueden observar una gran cantidad de material
cerámico fragmentado con decoración Inka.

Mancanchurcuna, ubicada a 3.2 km al norte de MitoCcasa se encuentra este sitio que


presenta una Kancha constituida por 2 estructuras rectangulares ubicadas una frente a
la otra separadas por un patio, todo cercado con único acceso orientado al Norte. (Fig.
22)

Comentarios finales

La administración Inka comprendía la construcción y distribución de asentamientos a


lo largo de los nuevos territorios anexados al Tawantinsuyu, los mismos que
presentaban el patrón arquitectónico impuesto por los cusqueños, Inkahuasi es uno de
estos enclaves administrativos ubicados en la ruta de penetración costa - sierra siendo
paso obligado hacia la zonas altoandinas de Huancavelica y Ayacucho. Así mismo
pensamos que el sitio arqueológico cumplió con la función de Tampu Real o posada
para personajes de elite, dada su distribución y complejidad arquitectónica.
El patrón de establecimiento y la evidencia arquitectónica demuestran la
importancia de Inkahuasi en la jerarquía de asentamientos Inka dentro de la
organización administrativa del Tawantinsuyu, la sectorización del sitio define áreas
de actividades específicas no obstante no logramos registrar lo que sería la plataforma
ritual y/o ushnu dentro del asentamiento, es muy probable que se halle o hallaba
dentro del sector ceremonial principal, el mismo que se encuentra como mencionamos
cubierto por las rocas que conformaban los muros circundantes.
El material cerámico en superficie se limita a una mínima cantidad,
básicamente en los alrededores, sin embargo algunas de estas presentan pintura ocre y
decoración propiamente Inka aunque de manufactura local.
Otro aspecto resaltante es la recurrencia de medidas similares en las
construcciones de los agrupamientos arquitectónicos delimitados por muros
perimétricos, para estos fines debieron hacer uso de un tipo de medida definido por el
largo de cuerdas lo cual se plasma como un patrón repetitivo, cabe recordar que
Betanzos describe el uso de cordeles para la edificación de templos y centros poblados
en el Cusco (Betanzos [1551] 1987 – 173)
El estado de conservación en Inkahuasi es relativamente bueno, no obstante,
EBERTH SERRUDO

de sectores ceremoniales, al parecer de ex profeso, indicaría la temprana presencia


europea dentro del proceso de extirpación de idolatrías, más aún si nos remitimos al
relato de Cristóbal de Albornoz en la que describe la destrucción diferentes wakas en
las provincias de Chocorbos (sic) y Angaraes. (Albornoz [1570-1584] 1984: 208)

Reconocimientos

Nuestro trabajo no hubiese sido posible sin la participación de gente que se identificó
con nuestros objetivos, desde aquí quisiera agradecer a los topógrafos que realizaron
el levantamiento Sres. Luis Camacho, Luis Vásquez y sus asistentes, a los arqueólogos
Oliver Huaman, Carlos Campos, Juan Paredes por sus comentarios y observaciones, a
Erika Cabello por la asistencia en la corrección del texto y por su paciencia para con
nosotros, a Noemí Serrudo e Ivan Ghezzi quienes nos apoyaron en la elaboración de
los gráficos y planos, por último agradecer de sobremanera a Don Hipolito
Huamantupa quien fuera el guardián y protector del sitio arqueológico fallecido años
atrás en un penoso accidente quien nos apoyo durante los sucesivos reconocimientos
en Inkahuasi. A todos ellos nuestro más sincero agradecimiento.

Notas

1 De este solo quedan los restos las andenerías, algunas Qolqas o depósitos circulares
ubicadas en la ladera del cerro Jollcca (Qolqa)
2 En la actualidad dos se encuentran en buen estado y uno tercero ha colapsado.

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Inka Llaqta / 2010

Arqueometría y trabajo interdisciplinario en


el monumento arqueológico nacional
Incallajta - Bolivia
María de los Ángeles Muñoz Collazos*

Resumen

El desarrollo tecnológico propio de nuestros tiempos, proporciona cada vez más, nuevas
herramientas y la posibilidad de utilización de técnicas instrumentales en arqueología. Así, la
Arqueometría en tanto uso de cualquier técnica de análisis aplicada a un objeto o contexto
arqueológico se ha enriquecido mucho y requiere de trabajo interdisciplinario para llegar a su
fin, funcionando como un puente entre las ciencias exactas y las sociales. Si bien estas técnicas
no fueron diseñadas expresamente para la arqueología, son adaptadas a ella, con resultados por
demás satisfactorios, ya que proporcionan mayor certidumbre y sólido sustento a las hipótesis
preliminares de campo y laboratorio y permiten interpretar de una manera menos subjetiva los
materiales y los contextos arqueológicos, al ser contrastados y apoyados con información
independiente. En ese sentido, el presente trabajo muestra someramente algunas de las técnicas
empleadas en el Proyecto Incallajta, y da cuenta del trabajo interdisciplinario no únicamente
con las ciencias duras, sino también entre científicos sociales.

Palabras Clave: Arqueometría, Incallajta, arqueología Boliviana, Incas

Abstract

The technological development of our time, provides increasingly, new tools and the possibility
of using instrumental techniques in archeology. Thus, Archaeometry which means using any
analysis technique applied to an object or archaeological context has grown continuously and
requires interdisciplinary work to come to an end, serving as a bridge between the social
sciences. While these techniques were not designed specifically for archeology, are adapted to it,
with satisfactory results, because they provide greater certainty and solid support to the
preliminary laboratory and field hypothesis and allow us to interpret with minor subjectivity
from and archaeological point of view Therefore, they might be confirmed and supported by
independent information. In that sense, this paper shows briefly some of the techniques used in
the Project Incallajta, and reports of interdisciplinary work not only with the hard sciences, but
also among social scientists.

* Universidad Mayor de San Simón


Instituto de Investigaciones Antropológicas y Museo Arqueológico
Calle Jordán E-199 Telf.: 591-(4)-4502174; e-mail: maamunoz@albatros.cnb.net
Cochabamba - Bolivia
MARÍA DE LOS ÁNGELES MUÑOZ

Introducción

La prospección arqueológica, las dataciones y el análisis de los materiales


arqueológicos son los pilares de la arqueometría, la misma que va desarrollándose y
transformándose en una disciplina independiente, al mismo tiempo que variadas
técnicas están enriqueciendo y ampliando su trabajo, especialmente hacia
componentes biológicos (botánicos, zoológicos, restos óseos, ADN, elementos traza).
Las técnicas geofísicas de alta resolución están proporcionando datos del subsuelo de
grandes áreas con alta precisión y en tiempo real. Por su parte, las herramientas de
visualización permiten la representación tridimensional a partir de la interpretación y
reconstrucción de los datos geofísicos. Dado que se trata de técnicas no invasivas
permiten la obtención de datos del subsuelo (estructuras y otros restos arqueológicos),
sin ocasionar daño alguno al contexto arqueológico.
Asimismo, existe una clara tendencia hacia la integración de diferentes
técnicas o la utilización de técnicas combinadas, por ejemplo con técnicas de análisis
geoquímicas y de sedimentos. Actualmente los análisis químicos, más que para
localizar estructuras, son utilizados para proporcionar información valiosa acerca de
las actividades humanas en el pasado, con la ventaja de que los residuos químicos en
los suelos tienen un mínimo desplazamiento vertical y horizontal, son residuos de
desechos de acciones humanas (por lo que no pueden ser reutilizados) y por lo tanto,
reflejo de actividades importantes.
Por su parte, los aceleradores de partículas constituyen una herramienta
analítica muy poderosa para el estudio de los objetos y materiales históricos, ya que las
técnicas analíticas basadas en su uso, pueden utilizarse de manera no destructiva para
la caracterización de prácticamente cualquier tipo de material arqueológico.
Estas y otras técnicas son cada vez más utilizadas en la arqueología, con resultados
por demás satisfactorios, ya que proporcionan mayor certidumbre y sólido sustento a
las hipótesis preliminares de campo y laboratorio y permiten interpretar de una
manera más precisa los materiales y los contextos arqueológicos, al ser contrastados y
apoyados con información independiente.

Antecedentes

De manera muy breve y solamente como contextualización del presente trabajo, se


hace referencia al sitio de Incallajta y a las investigaciones arqueológicas realizadas
tanto en el Monumento como en sus alrededores.
Incallajta constituye un complejo arqueológico de alrededor de 30 hectáreas
de extensión, se encuentra ubicado en el Municipio de Pocona, Provincia Carrasco del
Departamento de Cochabamba-Bolivia, aproximadamente a 140 kilómetros al sudeste
de la ciudad Capital del Departamento. El Monumento se encuentra emplazado en el
cañadón de Machajmarca, a 2950 m.s.n.m., entre dos quebradas. Incallajta es más
conocido por su tamaño y arquitectura monumental y de poder (Figura 1). El área
central del sitio está dominada por un enorme edificio rectangular denominado
Kallanka. En la parte externa de su muro sur de y en la mitad del mismo, se encuentra
una gran roca históricamente interpretada como parte de un Ushnu. Otros rasgos
prominentes incluyen el torreón, que algunos estudiosos sugieren tiene función
calendárica o importancia astronómica y, en la cumbre se encuentra un enorme muro
ARQUEOMETRÍA Y TRABAJO INTERDISCIPLINARIO EN EL
MONUMENTO ARQUEOLÓGICO NACIONAL

escalonado, de hasta cinco metros de altura, que circunda el sitio y tiene un acceso
principal y dos internos; este muro recuerda a Ollantaytambo y a Sacsahuaman en
Perú.
Las prospecciones arqueológicas sistemáticas realizadas por el Proyecto el
año 2000, han contribuido a contar con las características de la ocupación inca en la
zona. Por otra parte, las excavaciones realizadas en el Monumento los años 2001(1),
2003, 2005 y 2006, han revelado las diversas funciones del sitio; la Kallanka, ha
revelado funciones públicas; el Ushnu (que ahora sabemos está rodeado de una
plataforma de media cruz andina) y el acceso principal en el muro zig-zag, han
evidenciado funciones rituales; las estructuras 36 y 39, eran dedicadas para uso
doméstico; la estructura 24, la única de dos pisos, muestra una arquitectura de élite y
también dos pisos de ocupación; por otra parte, el interior del muro escalonado y su
propia concepción arquitectónica, dan cuenta de funciones militares/defensivas.
Finalmente, las excavaciones en la estructura 52D y WPLSE, dan cuenta de un ámbito
doméstico de mayor jerarquía.
Lo importante es haber llegado a la conclusión de Incallajta como un sitio que
cumplió diversas funciones y que no se trata simplemente de una “fortaleza” como se
la tenía considerada antes de la realización de las investigaciones.
Asimismo, a nivel de la perspectiva regional que nos interesa, el año 2005 se han
realizado excavaciones en los sitios incas de Incarracaycito, Molle Pujru, Tumuyo y
Colquehuayrachina.
Los contextos de excavaciones en todos estos sitios e Incallajta, son similares y,
dado que no presentan pisos formales de ocupación, ni muchos rasgos (o no muy
claros) en los contextos, además de una baja densidad de material, o casi ninguna de
estas características en el caso los silos, nos vimos en la necesidad de apoyar nuestras
hipótesis de campo y laboratorio con información independiente
En ese sentido, de manera muy esquemática se da cuenta de las variadas técnicas
arqueométricas utilizadas como apoyo para el análisis e interpretación de los
contextos y materiales arqueológicos, obtenidos desde el año 2000 en el Proyecto
Incallajta y que han sido aplicadas a todos los sitios, con resultados precisos o, que de
cualquier manera nos orientan para la toma de decisiones, como se verá en cada
técnica.

Fechados Radiocarbónicos

Una de las técnicas empleadas por prácticamente todos los proyectos arqueológicos,
constituye el fechamiento por 14C. En nuestro caso los fechados han sido efectuados
en dos laboratorios de EEUU: Beta Analytic Inc. y Geochron Laboratories, y el
Laboratorio de Radiocarbono de la UNAM-México.
Sin entrar en detalles de la técnica que es por todos conocida, aquí nos interesa
remarcar uno de los resultados relevantes obtenidos. El fechado más antiguo para
Incallajta es de 680 + 60 BP, y corresponde a la muestra 79, procedente de la base de la
Columna de la Kallanka. Por otra parte, en el caso de Incallajta y los valles de Pocona
en general -al menos en lo que hasta ahora se tiene como fechados para la ocupación
inca-, el resto de los fechados obtenidos también concuerdan con los datos de las
fuentes etnohistóricas (1470 d.C.). Este resultado se remarca aquí, dada la tendencia
observada en los últimos años, a recorrer hacia atrás las fechas de lo inca, cuestión que
MARÍA DE LOS ÁNGELES MUÑOZ

hasta el momento parece poco probable en nuestro área de estudio.

Difracción de Rayos X y Fluorescencia de Rayos X

Desde el año 2003, se han llevado a cabo los trabajos de análisis cerámico en los
laboratorios del INIAM. A nivel más fino, se ha realizado la determinación
mineralógica por Difracción de Rayos X, así como de elementos por Fluorescencia de
Rayos X, de un total de 20 cortes delgados de cerámica, en el Instituto de
Investigaciones Geológicas y del Medio Ambiente (IGEMA) de la Universidad Mayor
de San Andrés, por el Ing. Hugo Alarcón.
Los resultados de Difracción de Rayos X de las muestras, han identificado la
presencia de los minerales mayoritarios, siendo los mas frecuentes: cuarzos,
feldespatos, sericita (illitas y micas). Los resultados de la Fluorescencia de Rayos X de
las muestras, y los respectivos espectros dan cuenta de los elementos mayoritarios,
minoritarios y de los elementos traza, cuya apreciación es relativa, ya que la precisión
solo es posible con análisis químicos cuantitativos. En Bolivia se dio prácticamente la
determinación petrográfica, pero dado que la cerámica no constituye un elemento de
la naturaleza, no debe ser considerada únicamente en términos petrográficos, sino
como un núcleo o matriz intencionalmente separada (que no necesariamente
coinciden en composición), por ejemplo del recubrimiento o engobe. Así, con los
resultados de estas dos técnicas, conjuntamente con los Ingenieros Alfredo Victoria y
Mayumi Cabrera del Laboratorio de Petrografía de la División de Ingeniería en
Ciencias de la Tierra, de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, México, se realizó la
caracterización mineralógica de las mismas muestras, confirmándose que no existe
mayor diferenciación mineralógica entre las muestras de la época inca, e incluso entre
diferentes periodos (Cuadro 1) y que la información obtenida sirve más bien para que
más adelante se puedan determinar las procedencias. Tampoco se observó una clara
diferencia en la composición matriz-engobe.
Al iniciar el trabajo de laboratorio, se partió de la hipótesis inicial de que casi
no existía diferenciación en la composición de las pastas procedentes de los sitios
arqueológicos de Pocona, esta fue una de las razones de los análisis realizados;
hipótesis que ha sido confirmada en ambos laboratorios y que apoya sólidamente la
decisión de descartar el atributo de “pasta” como importante para el tratamiento de la
cerámica del Proyecto.

Exploraciones Geofísicas

La prospección geofísica puede ser aprovechada en otros campos no relacionados con


la geología. En arqueología algunos de los métodos geofísicos han sido usados para la
detección de anomalías en la subsuperficie, reconocimiento de las estructuras de
zonas no visibles, evaluación de daños bajo la superficie, etc. Se trata de métodos
exploratorios no destructivos.
Con la colaboración de personal de la Unidad Nacional de Arqueología
(UNAR) y como parte de los estudio realizados para el Expediente de Incallajta
presentado a UNESCO, se han realizado estudios geofísicos con el radar de
penetración terrestre (GPR), con los objetivos de determinar y localizar estructuras
arquitectónicas y restos arqueológicos en el subsuelo, de determinar lugares de
ARQUEOMETRÍA Y TRABAJO INTERDISCIPLINARIO EN EL
MONUMENTO ARQUEOLÓGICO NACIONAL

anomalías geofísicas para detectar posibles sectores para excavaciones futuras, en fin,
para valorar e inventariar nuevas evidencias arqueológicas.
Las prospecciones se realizaron principalmente en la Kallanka, en la plaza principal,
en el sector de pequeñas kallankas y en otras estructuras en el sector central (Figura 2).
Los planos y perfiles obtenidos a una profundidad entre los 0 a 40 cm., revelan
la presencia de múltiples anomalías, identificándose éstas como cuerpos muy
diferentes en densidad con relación a los parámetros de comportamiento del suelo,
mostrando continuidad a mayor profundidad, en tanto que otras son recién visibles al
incrementar la profundidad de penetración.
Lo que llama especialmente la atención son las anomalías ubicadas en la parte
central del Grid 2 de la plaza principal (Figura 3), que aparecen casi desde superficie y
continúan penetrando en el subsuelo hasta una profundidad de 2.50 m. Por su parte, la
principal referencia de la anomalía de la Kallanka evidencia un comportamiento
anómalo con cierto alineamiento preferente de Oeste a Este, lo hace presumir la
existencia de una estructura de características diferentes al medio.
El barrido geofísico se realizó en aproximadamente 900 m2, habiéndose
logrado la localización de puntos anómalos y señalados de posible interés
arqueológico para futuros trabajos. Es importante destacar que dichas evidencias
geofísicas se encuentran a diversas profundidades, pero la mayoría dentro el rango
conocido como estrato cultural. Los resultados obtenidos fueron considerados para
argumentar ante UNESCO, que en Incallajta posiblemente no solo existe la
arquitectura visible en pie, sino que cabe la posibilidad de que existan otras
estructuras en el subsuelo.

Sondeos Eléctricos Verticales y Tomografías de Resistividad Eléctrica

Bajo los mismos preceptos técnicos y puesto que el Plan Estratégico de Incallajta
(elaborado en 1999) contempla la posible re-creación de un puente colgante donde se
supone estuvo uno original en la época inca, el objetivo del estudio geotécnico
realizado con el Ing. Mauricio Salinas, Director del Laboratorio de Geotecnia de la
Universidad Mayor de San Simón, fue el de detectar posibles anomalías en el
subsuelo, diagnosticar y analizar las condiciones/amenazas geotécnicas, para
considerar la viabilidad de construcción del puente mencionado.
El estudio geofísico implicó la realización e interpretación de Sondeos
Eléctricos Verticales (SEV) y Tomografías de Resistividad Eléctrica (ERT) en cinco
zonas de análisis: camino de acceso, sector sur, Kallanka, sector de pequeñas kallankas
y quebrada de la cascada.
Los resultados son similares a los enunciados previamente. El estudio ha
permitido detectar no únicamente las posibles anomalías en el subsuelo, sino
determinar la condición geotécnica de los taludes de una de las quebradas para fines
de conservación y consolidación de los mismos, remarcando aquí que, dado que el
objetivo principal era el diagnóstico geotécnico de posibles amenazas en las
estructuras a construirse (puente peatonal en la zona 5), se obtuvo la conclusión que en
el caso que se imponga una carga de 50 kN/m2, el talud no sufre grandes
modificaciones respecto a su estabilidad (Figura 4).
MARÍA DE LOS ÁNGELES MUÑOZ

Análisis químicos para determinar áreas de actividad

Un elemento clave para entender el modo de vida de las sociedades pasadas, es la


identificación del área de actividad que, en tanto categoría analítica, permite
reconocer una serie de acciones repetidas en un espacio concreto y que cobran sentido
únicamente al analizar su articulación y significado en el espacio (Manzanilla, 1986).
Últimamente, en el estudio y sustentación de áreas de actividad en contextos
arqueológicos, se ha utilizado el análisis químico de pisos, tanto con técnicas
inorgánicas, como con técnicas orgánicas.
Los resultados de las investigaciones etnoarqueológicas, han permitido
asociar la presencia de fosfatos con material orgánico; a los carbonatos con cal; a los
residuos proteicos con proteínas animales o vegetales; a los ácidos grasos con grasas
animales o vegetales, tales como aceites, grasas corporales o resinas; el aumento de pH
como evidencia de calentamiento y, a los carbohidratos con presencia de azúcares y
tubérculos (Barba y Ortiz, 1992; Barba et al., 1995).
En el Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto de
Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, México, conjuntamente con el Dr.
Luis Barba y el Mtro. Agustín Ortiz, se han aplicado a cada una de 127 muestras
procedentes de contextos de excavación (silos y estructuras) inca, seis técnicas
semicuantitativas que permiten identificar la presencia de trazas químicas, como por
ejemplo fosfatos, carbonatos, ácidos grasos, residuos proteicos, niveles de pH y
carbohidratos que se concentran sobre las superficies de ocupación como resultado de
la actividad humana (Muñoz, 2006; Barba, Rodríguez y Córdova, 1991; Barba y Ortiz,
1992; Ortiz y Barba, 1993; Barba et al., 1996). Los resultados del análisis fueron
graficados de manera individual en mapas de isolíneas, donde cada área delimitada
por éstas, representa concentraciones químicas iguales del compuesto. La coloración
más oscura representa a la zona de mayor enriquecimiento del compuesto
identificado (Ej.: Figura 5).
Es imposible dar cuenta aquí de todos y cada uno de los análisis y resultados,
sin embargo queremos mencionar que, en la mayoría de los silos, no se encontraron ni
carbonatos, ni fosfatos; tuvieron valores bajos de pH (ácido) y no presentaron
combustión. Lo que se destaca es que los carbohidratos presentaron los máximos
valores (4) en todas las muestras.
Por su parte, el estudio químico en las estructuras demuestra que su
enriquecimiento no fue aleatorio, sino que derivó de actividades socialmente
repetidas, tales como el manejo y almacenamiento de productos orgánicos. La
semejanza de resultados en estructuras arquitectónicamente diferentes parece
evidenciar que quizá su funcionalidad no fue muy distinta. Posiblemente en un caso se
manejaron los productos y en otro se almacenaron. En fin, los resultados en la mayoría
de las estructuras muestreadas revelan –confirmando nuestras hipótesis iniciales- la
importancia vital que tuvieron los tubérculos, y el hecho de que su recolección,
conservación y almacenamiento tuvieron una relevancia preponderante en la
economía y subsistencia de los pobladores de la época.

Arqueobotánica

Otro de los elementos importantes en arqueología, constituye la reconstrucción del


ARQUEOMETRÍA Y TRABAJO INTERDISCIPLINARIO EN EL
MONUMENTO ARQUEOLÓGICO NACIONAL

Cuadro1. Resultados de Difracción de Rayos X de las muestras, identificando la


presencia de los minerales mayoritarios; se resaltan sitios de diferentes épocas

Figura1. Vista panorámica del Monumento Nacional de Incallajta

Figura 2. Áreas de prospección geofísica dentro el Monumento Nacional de


Incallajta
MARÍA DE LOS ÁNGELES MUÑOZ

Figura 3. Anomalías presentes en la prospección realizada en la Kallanka

Figura 4. Detalle del estudio de resistencia del talud en la quebrada Pajcha


Huayco
ARQUEOMETRÍA Y TRABAJO INTERDISCIPLINARIO EN EL
MONUMENTO ARQUEOLÓGICO NACIONAL

medio ambiente, misma que permite caracterizar el entorno, los recursos disponibles,
obtener información sobre la alimentación, así como del uso de las plantas (rituales,
medicinales, materia prima para la construcción, elaboración de herramientas o
utensilios), en fin, del ambiente con el cual los antiguos moradores de una zona
tuvieron contacto (Renfrew et al., 1993).
La arqueobotánica recupera por diversas técnicas la evidencia botánica. Por
toma de muestras de suelo, los micro- restos como polen y fitolitos y, por flotación los
macro- restos vegetales o semillas, considerando esencial estos datos para la
investigación y una mejor comprensión de las actividades realizadas por grupos
humanos del pasado.
Desde el año 2003, se han llevado a cabo los trabajos de recuperación de macro
restos por flotación, de todas las excavaciones realizadas en Pocona, en los
laboratorios del INIAM, conjuntamente con el biólogo Marco Antonio Bustamante y
un equipo de 4 estudiantes de biología, con el objetivo de cuantificar las muestras
vegetales, su cantidad y variedad a diferentes profundidades.
Los restos recuperados en flotación, aparentan estar asociados con eventos
relacionados a fogones pequeños, debido a que se encuentran cantidades bastante
abundantes de carbón en forma de lentículas muy fragmentadas, que denotan una
evidente actividad humana. La presencia de semillas y huesos es muy escasa durante
todas las temporadas de excavación, presumiéndose en el primer caso, que ese
material es intrusivo de las plantas que se encuentran alrededor de las estructuras,
excepto en el caso de un raquis recuperado en contexto doméstico, al interior de la
estructura 52 D de Incallajta.
Por otra parte, en el Laboratorio de paleobotánica del IIA-UNAM, la Dra.
Emily McClung y la Mtra. Cristina Adriano, realizaron los análisis de polen y fitolitos.
Aunque los resultados no son concluyentes (por la carencia de bases de datos de
polen), sin embargo, a nivel de los análisis de polen se puede resaltar la presencia -en
un silo excavado en Incallajta-, de lo que podría ser el Ñamé (Dioscorea spp., raíz
comestible de la amazonía), así como flora (actual y pretérita) tanto local (como las
familias Chenopodiaceae, Amarantaceae y Cucurtbitaceae), como de los yungas y
tierras bajas. La presencia de polen de flora de estas dos últimas ecoregiones no
necesariamente implican su uso cultural, sino que pudieron haber llegado mediante
lluvia polínica. En cuanto a los fitolitos, es importante mencionar el hallazgo de
palmas (Palmae o Arecaceae) de tierras bajas, que definitivamente debieron ser
llevadas y depositadas intencionalmente.

Metales

Análisis Megascópico, mesoscópico y microscópico, MEB/EDAX y PIXE

Asimismo, se ha realizado el estudio de dos artefactos metálicos, de un anillo con dos


lazos en forma de ocho, en cuyos hoyos llevaba cuentas y, de una aguja (a la cual le falta
el ojal), procedentes de excavaciones en la estructura 52 D de Incallajta. Se realizó el
examen megascópico y mesoscópico por el Ing. Luis Torres del IIA-UNAM,
observándose cristales verdes de corrosión de cobre; pero lo que resultó interesante, es
que en la unión entre el lazo que estaba unido al anillo y la cinta del mismo, la
presencia la corrosión del cobre era más abundante (Figura 6a), siendo una posible
MARÍA DE LOS ÁNGELES MUÑOZ

indicación del empleo de soldadura de cobre por la técnica de soldadura por


reducción. Otra evidencia del empleo de la posible soldadura, fue que en el examen
del lazo separado del aro, se observa que, en una de sus caras, la superficie es muy lisa,
mientras que la otra, se presentan algunas rugosidades, dando la idea que al separarse
del anillo, se produjeron abrasiones por la rotura de la soldadura. Por esta razón, para
completar los estudios, se debió recurrir a los exámenes con el Microscopio Electrónico
de Barrido (MEB), el EDAX y el PIXE. El Dr. Demetrio Mendoza, del Instituto Nacional
de Investigaciones Nucleares (ININ) México, efectuó el estudio con el MEB, con el fin
de examinar las estructuras finas principalmente del anillo, y realizar el análisis
químico elemental por medio de Fluorescencia de Rayos X por Emisión Dispersiva
(EDAX). Así mismo el Dr. José Luis Ruvalcaba-Sil, del Instituto de Física de la UNAM
efectuó el análisis de los artefactos por medio de emisión de Rayos X inducida por
protones (PIXE), en virtud de que es la técnica más apropiada para la caracterización y
estudio de materiales arqueológicos y un análisis mas penetrante que el de EDAX,
para determinar de forma no destructiva la composición elemental de los artefactos
con una alta sensibilidad y profundidad (Figura 6b).
En términos generales, los resultados de los análisis por MEB, PIXE y una
técnica complementaria -Espectroscopía de Retrodispersión de Rutherford (RBS) para
el análisis de los contenidos de oxígeno-, del anillo de plata, las cuatro piedras verdes
usadas en la decoración de la pieza, y la aguja metálica, son los siguientes:
Los análisis por PIXE de las piedras verdes son claros para establecer la identidad
mineral de éstas. La presencia de Al, Cu y P, corresponden a turquesa, resultado muy
importante, dado que previo a los exámenes, se presumía que se trataba de malaquita
(Figuras 7a y 8a).
En cuanto a la aguja, asimismo, en un inicio se tenía la idea de que ésta era de
cobre, sin embargo los exámenes dan como resultado de que se trata de bronce (Cu-
Sn), con trazas de arsénico y antimonio.
Por otra parte, la composición de las partes metálicas del anillo confirma los resultados
del EDAX, indicando que es de plata con una concentración promedio de Ag: 84.9%,
Cu 7.4%, O 7.4%, Fe 0.4% (Figura 7b).
Sin embargo, el resultado más sobresaliente, da cuenta de que en la región de
la soldadura del adorno desprendido (Figura 8b), se observó que, evidentemente,
conforme el análisis se aproxima a la zona donde estuvieron las soldaduras, las
concentraciones de cobre aumentan considerablemente, lo que parece confirmar que
los dos lazos fueron aparentemente soldados al cuerpo del anillo por la técnica de
soldadura por reducción. Esta técnica consiste en una mezcla de un adhesivo orgánico
con sales de cobre usadas para adherir las cuentas al cuerpo del objeto y que luego es
calentada con un tubo soplador. El adhesivo orgánico se quema usando el oxigeno de
la sal de cobre y la sal de cobre es reducida depositando el cobre en estado metálico,
soldando los lazos y las cuentas al cuerpo del anillo, sin fundirlas.

Más allá de las “ciencias duras”

Además del trabajo conjunto con las ciencias duras y las investigaciones
arqueométricas-, es necesario mencionar de manera más esquemática aún que, a partir
de la gestión conjunta que se lleva a cabo con el tema de Incallajta, desde el año 2000 y
especialmente el año 2003, en que se decide formalizar el Plan Integral del
ARQUEOMETRÍA Y TRABAJO INTERDISCIPLINARIO EN EL
MONUMENTO ARQUEOLÓGICO NACIONAL

Figura 5. Resultados de los análisis químicos realizados en los silos del sitio
arqueológico de Tumuyo en Pocona, a) carbohidratos, b) ácidos grasos, c) pH y
d) residuos proteicos.

Figura 6 a) Fotografía de la soldadura entre los lazos con el anillo, nótense los
cristales del óxido de cobre en la intersección con el anillo; b) “Peletrón”,
mediante el cual se realizan los análisis PIXE.
Figura 7. Resultado de los análisis PIXE mostrando la composición principal de:
a) las cuentas de turquesa y b) el anillo de plata (Ag)

Figura 8. Fotografías con microscopia electrónica de barrido de a) cuenta de


turquesa del anillo y b) moño de plata que sostenía a las cuentas.
ARQUEOMETRÍA Y TRABAJO INTERDISCIPLINARIO EN EL
MONUMENTO ARQUEOLÓGICO NACIONAL

Monumento, constituir el Directorio del Sitio y presentar el Expediente de Incallajta


ante UNESCO, se han realizado interdisciplinariamente, numerosos trabajos
arqueológicos y de gestión, con las comunidades y diversos especialistas en ciencias
sociales -con preponderancia de la Universidad Mayor de San Simón-, de los cuales
resaltamos:
En las tareas de campo, especialmente en las excavaciones arqueológicas,
además de arqueólogos, se cuenta con la colaboración del biólogo Marco Bustamante
en temas ambientales y arqueobotánicos y, con el Arq. Luis Yuricevic para los trabajos
planimetría, arquitectura, conservación y consolidación, con quien también se ha
realizado la investigación conjunta para la Reconstrucción Virtual del Sitio.
En los relevamientos georeferenciados y el Plano Digital de Incallajta, el trabajo ha
sido conjunto principalmente con el Centro de Levantamientos Aeroespaciales
(CLAS-UMSS).
En la propuesta espacial arquitectónica del Sitio y solución de los techados, se
ha contado con el Arq. Carlos Lavayén y el Ing. Carlos Cano, experto peruano en
conservación inca, quien ha realizado además la evaluación del estado de
conservación de Incallajta.
El estudio etnohistórico ha estado a cargo de la Dra. Mercedes del Río y el
estudio socioeconómico de la zona a cargo de AGRUCO-UMSS.
En el proceso de amojonamiento, delimitación del núcleo del área de protección y
saneamiento, se ha trabajado estrechamente con el Ing. Luis Arratia y sociólogos del
INRA.
Respecto al ecoturismo, la zonificación del sitio, las áreas de
amortiguamiento, de protección visual, de protección arqueológica, de preservación
ecológica, y de equipamiento, la definición de la capacidad de carga del sitio y la
determinación del tiempo de visita en base a los perfiles de usuario, se ha trabajado
con la Facultad de Arquitectura y Turismo de la UMSS.
En el establecimiento de la normativa jurídica de protección y conservación,
de desarrollo turístico y de manejo administrativo por el gobierno municipal de
Pocona, de las respectivas actividades de cada área, se ha trabajado con el Dr. Guido
Azeñas del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UMSS y con tres tesistas del
mismo.
Para la Creación de Marca e Identidad de Incallajta y la implementación de la
señalización básica, se cuenta con la tesis -lista para implementar- de la Lic. Ana
Michel, de la Universidad Privada Boliviana (UPB). La elaboración del video y CD
interactivo, se ha realizado conjuntamente con Sergio Estrada y Paul Andia de Imago
Producciones. Los estudios radiestésicos y diseño del logotipo formal, con el Arq.
Fernando García.
En fin, que se cuenta con un trabajo conjunto muy grande, cuyos resultados
de investigación en lo social y en la gestión del Monumento de Incallajta, son
imposibles de describir en este artículo.

A manera de conclusiones y recomendaciones

A lo largo de este trabajo, se han ido proporcionando someramente los resultados y


beneficios tanto a nivel de la arqueología propiamente dicha, como para la gestión del
monumento, por lo que aquí resta únicamente remarcar algunas cuestiones.
MARÍA DE LOS ÁNGELES MUÑOZ

Aunque algunas de las técnicas geofísicas pueden informar sobre las anomalías y
posibilidad de existencia de estructuras y/o contextos arqueológicos en el subsuelo,
cabe aclarar que, a nivel de la profundidad, es sólo hasta que se tienen las muestras
controladas de suelo que se tiene certeza de la profundidad a la que se encuentran los
restos arqueológicos y la estratigrafía del contexto y que de cualquier manera –por el
momento- estos son solamente confirmados a través de las excavaciones.
Queda claro que la química como herramienta para el estudio de las
actividades humanas es inmejorable aún en condiciones adversas. Bajo el supuesto de
la analogía etnográfica (o adquisición de información que inicia con el estudio de casas
habitadas hoy), que fue la forma en que se estableció la asociación entre las actividades
humanas y las concentraciones de compuestos químicos en los pisos de las unidades
habitacionales y otras, estas técnicas son aplicables a la arqueología y permiten la
identificación y determinación de actividades domésticas. Para el caso de Incallajta y
los otros sitios excavados, pese a que las estructuras carecen de pisos formales, como se
vio, es posible aplicar el estudio químico para sugerir áreas de actividad.
Por su parte, las ventajas del trabajo con muestras de polen y fitolitos y más
aún de las técnicas de aceleración de partículas aplicadas a los metales y casi todo tipo
de materiales, hablan por sí solas.
Si bien en el esquemático relato se da cuenta brevemente de las técnicas
empleadas en el Proyecto, del trabajo conjunto con los diversos especialistas y las
ventajas de los resultados obtenidos, respecto a las técnicas es necesario mencionar,
que la mayoría de éstas son demasiado costosas y por lo tanto inaccesibles desde
nuestros modestos presupuestos, aunque se debe confesar que por gestiones
efectuadas, muchos de los análisis se han realizado de forma desinteresada. Sin
embargo, lo ideal sería que en los proyectos arqueológicos, desde un inicio, los
especialistas los conformemos de manera conjunta y no solo el arqueólogo, sino todos
los investigadores (de ciencias exactas y sociales) participen desde el diseño del
Proyecto. En ese sentido, considero que parte de las políticas de nuestras
Universidades e Institutos especializados, deben apuntar hacia convenios con
Laboratorios y/o Universidades que realicen estos estudios y a interesar a los
investigadores o arqueómetras a trabajar conjuntamente con nosotros. A nivel de
interdisciplina el trabajo de Incallajta con los investigadores mexicanos, ha sido muy
enriquecedor, especialmente a nivel comparativo con datos de ese país.
Si bien las técnicas químicas son semi-cuantitativas, se ha comprobado su
validez comparada con los resultados de equipos poderosos; estas técnicas son
rápidas y de bajo costo y dan hasta partes por millón de exactitud, por lo que sería
interesante realizar esfuerzos para que, por ejemplo las Universidades que cuentan
con este conocimiento y equipos, puedan efectuar a nuestros países, la transferencia
de tecnología que nos permita realizar nuestros propios análisis en este campo.
En virtud de todo lo anterior, este trabajo debe ser considerado conjunto con
todos los especialistas nombrados, para quienes va mi agradecimiento público.
Asimismo, agradezco a todos los arqueólogos que han trabajado en el Proyecto y a la
Cooperación Sueca por el financiamiento.
Finalmente, este puede parecer un relato de datos duros despersonalizados,
que no toman en cuenta a la sociedad, a la gente y/o individuo que los realizó. No es
así. En el caso del Proyecto Incallajta, el registro cuidadoso en un detalle exhaustivo, es
considerado también de manera muy rigurosa y minuciosa en un trabajo doctoral en
ARQUEOMETRÍA Y TRABAJO INTERDISCIPLINARIO EN EL
MONUMENTO ARQUEOLÓGICO NACIONAL

curso, como base de hechos objetivados por la sociedad que los plasmó, con el intento
del acercamiento necesario al punto de vista de las sociedades mismas, y en busca de
su particularidad. De lo que se trataba aquí, es de presentarlos de manera sencilla,
principalmente con el fin de dar cuenta de la importancia de contar en nuestras
investigaciones, con información independiente, que científica y metodológicamente
nos apoye y permita otras posibilidades de acercamiento al conocimiento,
organización y vida cotidiana de las sociedades pasadas.

Notas:

1 Las prospecciones y las excavaciones de 2001, fueron financiadas por la Archaeology of the
Americas Fund, y las siguientes temporadas, así como los análisis de Laboratorios, por el
proyecto sueco ASDI.

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Arqueología en la sierra más alta del mundo:


Santuarios incaicos en el cerro Negro Overo
y cumbre General Belgrano de los nevados
de Famatina
(La Rioja, Argentina)
Dra. Constanza Ceruti*

Resumen

El macizo del Famatina, situado en la provincia de la Rioja, al oeste de Argentina, pertenece al


sistema orográfico de las Sierras Pampeanas y es considerado como la serranía más alta del
planeta. Dividido en dos grandes encadenamientos, el cordón septentrional culmina en el cerro
Negro Overo (5791 m.s.n.m), el cual fuera explorado por Juan Schobinger en los años sesenta.
En aquella oportunidad, durante un ascenso por la vertiente occidental, se logró identificar un
santuario inca dotado de rectángulos ceremoniales y ofrendas de astas de venado. La autora de
este trabajo efectuó en años recientes prospección y relevamiento de conjuntos arquitectónicos
de época inca en las máximas alturas de la ladera oriental de esta montaña, identificando tramos
de una senda inca que las vinculan con un importante tampu incaico en la base. El cordón
meridional del Famatina está constituido por un nevado cuyas tres cimas superan los 6.000
metros sobre el nivel del mar. Sendas ascensiones efectuadas por la autora permitieron
descubrir, relevar y evaluar el estado de conservación de un santuario de altura de filiación inca
en una de las cumbres del macizo conocido como General Belgrano.

Palabras Clave: Incas, Arqueología Argentina, Santuarios de Altura, La Rioja

Abstract

The Famatina massif is located in the province of La Rioja, in Western Argentina. It is


part of the system of the Sierras Pampeanas and it is considered to be the highest sierra on the
planet. Two ranges of mountains form the Famatina massif. The northernmost range is
crowned by mount Negro Overo (5791 m), which was explored by Juan Schobinger early in the
sixties. At the time, after a climb along the western side of the mountain, a summit shrine was
located, which comprised ceremonial rectangles and offerings of Andean deer antlers. In recent
years, the author of this paper climbed the eastern side of the mountain to survey groups of Inca
ruins located on the higher slopes, which are connected by an Inca trail with an Inca tampu
situated at the foot of the mountain. The southern range of Famatina is formed by three
snowcapped summits, all above 6000 meters in elevation. Two ascents by the author made it
possible to discover, survey and monitor the state of preservation of an Inca summit shrine built
on one of the peaks known as General Belgrano.

* CONICET
Instituto de Investigaciones de Alta Montaña / Universidad Católica de Salta
constanzaceruti@hotmail.com
CONSTANZA CERUTI

Los nevados de famatina: introduccion y antecedentes

Los nevados de Famatina son una cadena montañosa que se extiende en dirección
Norte-Sur, al Este del valle de Vinchina y al Oeste de la sierra de Velazco, en la
provincia de La Rioja, República Argentina. No forman parte de los Andes sino que
pertenecen al sistema orográfico de las Sierras Pampeanas, constituyendo una de las
serranías más altas del mundo. El macizo del Famatina se divide en dos grandes
encadenamientos, comprendiendo en el sector norte, una extensa dorsal que asciende
entre 5.500 y 5.900 metros, coronada por la cumbre del cerro Negro Overo. El
encadenamiento meridional queda constituido por un nevado tricúspide
denominado “General Belgrano” o “Famatina”, cuyas cimas superan los 6.000 metros
sobre el nivel del mar.

Antecedentes e investigación

La primera ascensión moderna del cerro Negro Overo data de 1941 y fue
protagonizada por el geólogo Horacio Harrington y un lugareño, Eusebio Gaitan,
quienes erigieron un apilamiento de piedras conmemorativo de su hazaña. Dejaron en
su interior un testimonio escrito en el que manifestaban haber advertido la presencia
de astas de venado dispersas en la cima (Beorchia Nigris 1985:148). En Julio de 1963, el
arqueólogo Juan Schobinger efectuó la ascensión del cerro Negro Overo del Famatina
por su vertiente occidental, identificando en la cima la existencia de un santuario
dotado de un rectángulo ceremonial, en cuya superficie advirtieron la presencia de
atípicas ofrendas de astas de venado. En Diciembre de ese año, Schobinger llevó a cabo
el relevamiento de la tambería de Pampa Real, situada en la base oriental de la
montaña (Schobinger 1966). Según se transcribe en la obra del montañista y aficionado
a la arqueología de altura, Antonio Beorchia Nigris (1985), durante aquella campaña
dirigida por Schobinger, los andinistas Erico Groch y Bernardo Razquin ascendieron
nuevamente a la cima del cerro Negro Overo y refirieron a su regreso, el
descubrimiento, a aproximadamente 5.500 metros, de “un conjunto alineado de cinco
recintos más o menos cuadrangulares, presentando casi todas sus aberturas de
entrada hacia el Oeste, siendo el recinto más grande de 9 por 5 metros el único cuya
abertura se orienta al Sur” (Beorchia Nigris 1985:149). Refirieron también la
observación de un leño de 40 cm con la punta carbonizada y la ausencia de cerámica en
superficie.
Por su parte, Antonio Beorchia Nigris ascendió al Negro Overo en 1973,
observando en la cima la presencia de otro rectángulo ceremonial de menor
visibilidad que el descripto por Schobinger, circunstancia que atribuye a la remoción
de piedras de la estructura prehispánica para la construcción de la apacheta
conmemorativa erigida durante el ascenso de Harrington. Observó asimismo la
presencia de “palitos de madera de 1 a 3 cm de espesor, un trozo de hueso y un cuerno
de venado muy deteriorado” (Beorchia Nigris 1985:149). A continuación refiere que “a
una hora de la cumbre, sobre la ladera Este del cerro y a unos 5.700 metros de altura,
existen varios recintos pircados y distanciados entre sí algunas decenas de metros
sobre una superficie plana con restos de leña en su interior”. Beorchia Nigris comunicó
personalmente a la que suscribe que no efectuó mediciones ni croquis de este sitio. No
existiendo antecedentes de trabajo científico en el sitio y contándose con información
ARQUEOLOGÍA EN LA SIERRA MÁS ALTA DEL MUNDO:
SANTUARIOS INCAICOS

escasa - e incluso contradictoria - acerca de la localización y características del sitio


ubicado sobre la margen oriental del cerro Negro Overo, se decidió efectuar una
campaña orientada a la prospección de la ladera oriental de la montaña y al
relevamiento del mencionado sitio arqueológico.
Dicha campaña al cerro Negro Overo se desarrolló en el marco del Proyecto de
Arqueología de Alta Montaña en La Rioja, dirigido por la subscripta y autorizado por
la Agencia de Cultura de la Provincia de La Rioja. Las tareas de investigación
conducidas personalmente por la que suscribe, consistieron en la prospección de la
vertiente oriental, planicie a 5.600 metros y morro precumbrero a 5.700 metros, así
como el relevamiento planimétrico y fotográfico de los dos sitios identificados y su
arquitectura; lecturas de coordenadas altitudinales, latitudinales y longitudinales con
posicionador satelital y recolección de muestras de leña para fechados
radiocarbónicos. Las mismas se cumplieron bajo condiciones atmosféricas extremas,
en época invernal, con fuertes vientos y temperaturas de hasta - 40 Cº (Ceruti 2007a).
Al finalizar la campaña, la autora de este trabajo se hizo presente en las oficinas de
Patrimonio Cultural de la Agencia de Cultura de la Provincia de La Rioja, para
cumplimentar la entrega de las muestras de leña recuperadas en las alturas del cerro
Negro Overo, acompañadas de un breve informe de actividades de investigación
efectuadas en el sitio, el cual fue complementado con la oportuna entrega de un
informe final.
En el encadenamiento denominado propiamente Famatina, la autora realizó
inicialmente una ascensión invernal expeditiva a la cumbre oriental (conocida como
General Belgrano). Gran parte del acercamiento y ascenso se llevó a cabo durante la
noche y madrugada, bajo condiciones de intenso frío y fuertes vientos. En la cima
oriental, sobre la cota de los 6000 metros, se descubrió un sitio ritual incaico de alta
montaña, del cual no se conocían referencias (Ceruti 2001). La cumbre presentaba
indicios de haber sido ascendida esporádicamente en tiempos recientes (fragmento de
alambre), pero el sitio se encontraba aparentemente intacto. En el verano del año 2007,
la autora efectuó una segunda ascensión al nevado General Belgrano del Famatina,
con aval de la Agencia de Cultura de la Provincia de La Rioja y apoyo logístico
brindado por la Dirección de Turismo de Chilecito y la oficina de Turismo del pueblo
de Famatina. La ascensión al nevado demandó casi ocho horas y se desarrolló
inicialmente en condiciones climáticas favorables, pero el tiempo desmejoró pasado el
mediodía, con fuertes vientos y nevada, que obligaron a procurar refugio en el interior
de una pequeña carpa de emergencia. El improvisado campamento de altura hizo
posible la exploración de las tres cumbres occidentales del macizo durante la mañana
de la jornada siguiente, además de monitorear el estado de conservación del santuario
descubierto casi una década atrás. Iniciado el descenso pasado el mediodía, fue
necesario acampar nuevamente en altura debido a una fuerte tormenta eléctrica que se
desató en horas de la tarde. La culminación del descenso durante la siguiente jornada,
con luz diurna y tras una fuerte nevada, facilitó las tareas de prospección de la
vertiente oriental del Famatina, permitiendo identificar el sendero incaico que recorre
el filo sudeste del macizo.
En síntesis, las tareas de investigación en las alturas del cordón meridional del
Famatina consistieron en la evaluación del estado de conservación del sitio ritual
incaico descubierto por la subscripta en la cima oriental del nevado General Belgrano
con revisión de la planimetría y documentación fotográfica de la arquitectura además
CONSTANZA CERUTI

de la prospección de las dos cumbres occidentales del macizo y de las laderas altas de
la vertiente oriental, con identificación de tramos del camino incaico que conduce a la
cima (Ceruti 2007b).

El cerro negro overo y su arqueologia

El cerro Negro Overo se encuentra situado a aproximadamente 28º 56' Latitud Sur y a
67º 49' Longitud Oeste. La carta topográfica Tinogasta (Hoja 2969-II) del Instituto
Geográfico Militar Argentino, designa a dicha cumbre, ubicada en el sector
septentrional del nevado, como “cerro Overo Negro” y le asigna una altitud de 5.791
metros. La toponimia del cerro alude, aparentemente, a la coloración negruzca de las
rocas de la cumbre y laderas altas, y a su combinación con los “planchones” de nieve
que se juntan en el área de precumbre y que a la distancia adquieren la apariencia de
manchones. Las laderas intermedias y bajas de la montaña ofrecen áreas de
mineralización que le otorgan tonalidades pardas, ocres y verdosas.
El cerro Negro Overo consta de una única cumbre dotada de una superficie de
topografía suave y no demasiado extensa. Entre los 5.700 y los 5.500 metros de altura,
en el sector que se extiende al noreste y por debajo de la cima, se forma un amplio
escalón, de varias hectáreas de extensión, en el que se alojan “planchones” de nieve
que el viento erosiona en helados penitentes. Dicha extensión en el área de precumbre
presenta una planicie a aproximadamente 5.600 metros y un promontorio de alta
visibilidad, que alcanza los 5.700 metros y que domina a la mencionada planicie por el
sudeste. La cumbre se yergue abruptamente por encima del promontorio, quedando
su acceso restringido temporalmente por la presencia de una banda continua de
penitentes de hielo - que por acción eólica forman cornisas e incluso sectores de
extraplomo - sobre los últimos tramos de la empinada pendiente que conduce a la
cima. Cabe señalar que por su ubicación, tanto el promontorio a 5.700 metros como la
cumbre misma del nevado permanecen fuera de alcance visual; en tanto que el borde
de la planicie precumbrera es la máxima altura que resulta visible desde la base de la
montaña, a la altura de la llamada Pampa Real o Pampa de Tamberías.
Desde este punto, la vertiente oriental del cerro Negro Overo ofrece un
abrupto descenso de más de mil quinientos metros de desnivel, hacia la Pampa de
Tamberías. Sus extensas laderas de empinados sayales no se ven interrumpidas por
filos rocosos ni canaletas, por lo que el encadenamiento ofrece, al ser visto desde el
este, un aspecto monolítico y continuo, semejante al de un pesado cortinaje. Solamente
se destaca un filo que desciende hacia el noreste, encerrando a la Pampa de Tamberías
por el sur y separándola de la quebrada del arroyo de Las Lajas. Se trata de un filo
relativamente abrupto que constituye una vía practicable - aunque incómoda - para el
ascenso y el descenso. Dicha vía fue elegida por los incas para el trazado de la senda
que recorre la vertiente oriental de la montaña.
A los pies de la vertiente oriental del Negro Overo, se encuentran las ruinas de
la tambería incaica de Pampa Real, a la cual llega un ramal de camino incaico
procedente del este. Dicho camino, que se desprende del que desciende desde el
asentamiento incaico de Chañarmuyo situado hacia el sur, resulta particularmente
imponente por su trazado a doble mano, del cual se conocen pocos ejemplos en la
vialidad incaica en el noroeste Argentino.
ARQUEOLOGÍA EN LA SIERRA MÁS ALTA DEL MUNDO:
SANTUARIOS INCAICOS

Senda incaica y estaciones intermedias en el cerro Negro Overo

Las evidencias arqueológicas asociadas al cerro Negro Overo comprenden, además de


las estructuras en el santuario de la cima y de la tambería de la base en la Pampa Real,
dos conjuntos vecinos de estaciones intermedias erigidos en la desembocadura de una
quebrada lateral que conduce al filo sudeste de la montaña; así como un conjunto de
ruinas ubicado sobre la planicie precumbrera a aproximadamente 5.600 metros y una
estructura a casi 5.700 metros sobre el promontorio que domina al emplazamiento
anterior, todos ellos unidos entre sí por tramos de una senda de probable filiación inca.
Las ruinas de la tambería incaica de Pampa Real se encuentran ubicadas a casi
4.000 metros sobre el nivel del mar, en las coordenadas de 28º 54.737´ Latitud Sur y 67º
47.648´ Longitud Oeste, a poca distancia del arroyo que desciende del Negro Overo
para formar el río Volcancito. Las ruinas fueron recorridas y circunstancialmente
fotografiadas, no realizándose otras tareas de investigación en el sitio por formar éste
parte del proyecto de investigación del arqueólogo riojano, Sergio Martín.
Desde el conjunto de ruinas de la tambería incaica en la Pampa Real parte una
senda despejada que asciende hacia las mayores alturas del cerro Negro Overo,
faldeando la vertiente norte del filo sudeste del nevado. Inicialmente bordea dos
conjuntos contiguos de pequeñas estaciones intermedias erigidas a tan sólo una hora
de marcha de la tambería, en la base del filo sudeste de la montaña. Visible sólo por
tramos, la senda asciende rodeando una hoyada a 5.000 metros y faldeando por debajo
de la cresta del filo sudeste hasta alcanzar la planicie a casi 5.600 metros en la que se
encuentra el conjunto de recintos relevados durante la presente campaña. La senda
continúa ascendiendo desde dicho sitio en busca del promontorio de 5.700 metros, que
se encuentra coronado por una estructura incaica. En este sector, en particular en las
empinadas laderas que defienden al morro precumbrero, el camino asciende en zig-
zag y se encuentra calzado, presentando varillas y fragmentos de leña asociados en
superficie. Es necesario destacar que la Pampa de Tamberías resulta visible tanto
desde la planicie a 5.600 metros, como desde el promontorio a 5.700 metros.

Sitio en la planicie precumbrera del cerro Negro Overo

El conjunto de recintos en altura se encuentra ubicado a 5.581 metros sobre el nivel del
mar y a 28º 56.330´ Latitud Sur y a 67º 49.441´ Longitud Oeste, según lecturas
efectuadas con posicionador satelital. El sitio se halla emplazado en una planicie de
topografía suavemente ondulada, de varias hectáreas de extensión, que se expande en
sentido noroeste-sudeste, en forma paralela a la dorsal que conduce a la cima del
nevado, describiendo un escalón topográfico de altitud inferior. El terreno está
formado por cascajo y por bloques de grano pequeño y mediano, de color gris
amarronado y negruzco, con sectores aparentemente mineralizados, de
granulometría más fina y coloración amarillenta.
Las estructuras que constituyen el sitio ocupan el extremo noreste de la
planicie, en las inmediaciones del cambio de pendiente que divide a dicho escalón
topográfico de las laderas que conforman la vertiente oriental de la montaña. Los
cuatro recintos se hallan distribuidos siguiendo un tosco alineamiento, en el que las
dos estructuras centrales se encuentran contiguas; en tanto que los restantes recintos
de ubicación más periférica, quedan separados entre sí por diez a veinte metros
CONSTANZA CERUTI

respectivamente. El emplazamiento está expuesto a fuertes vientos por encontrarse a


distancia de los empinados farallones que defienden el acceso a la cumbre, y puesto
que el morro precumbrero se yergue hacia el este, no llegando a ofrecer protección al
sitio contra las corrientes de aire que soplan desde el oeste.
El recinto situado en el extremo sudeste de la planicie responde a una planta
cuadrangular abierta, en la que el lado oriental está ausente. Los muros son dobles,
formados por mampuesto de bloques amontonados, de tamaño mediano y de
procedencia local. Miden aproximadamente 5,10 metros de longitud y 50 cm. de
ancho, alcanzando 80 cm. de altura externa y 70 cm. de altura interna. El muro
meridional se halla orientado a 90º, permaneciendo el recinto abierto en dirección al
este. El muro septentrional mide 6,10 metros de longitud y se orienta a 100º, contando
con una pequeña estructura cerrada de planta rectangular asociada a su extremo
oriental. En el centro de la superficie interior del recinto se observaron fragmentos de
leña dispersos en superficie.
A una distancia de 13,8 metros del ángulo sudoeste del recinto antes
descripto, en dirección al oeste (a 270º), se ubica la esquina noroeste de la segunda
estructura. Se trata de un recinto cuya planta poligonal tiende a inscribirse en una
forma subcircular. El relevamiento planimétrico permite distinguir cinco puntos de
inflexión en el trazado del muro, por lo que la estructura puede ser caracterizada como
un recinto poligonal de cinco lados. Los muros miden 60 cm. de ancho y su altura
promedio supera el metro en varios sectores, alcanzando un máximo de 1,20 metros en
la esquina noroeste mencionada en el inicio de este párrafo. Desde este punto se
extiende el muro que forma el lado noreste del recinto, el cual mide 2,70 metros de
longitud y se encuentra orientado a 250º. El muro que continúa formando el lado oeste
de la estructura mide 3,30 metros y se orienta al sur, a 180º. El muro que forma el lado
sudoeste mide también 3,30 metros de longitud y se orienta a 120º. El muro que forma
el lado sudeste mide 3,70 metros y se orienta a 40º, presentando una abertura de
aproximadamente 80 cm de amplitud. El muro que cierra la estructura formando el
lado noreste mide 3,10 metros y se orienta a 320º con respecto al norte. El espacio
interior formado por el ángulo entre los muros sudoeste y sudeste alberga un notable
depósito de leña, que incluye maderos relativamente grandes de al menos dos
especies vegetales diferentes.
La tercera estructura, de mayor tamaño y también de planta poligonal, se
encuentra adosada al recinto anterior, compartiendo el muro que forma el lado
occidental de aquel y el oriental de ésta. Los muros miden también unos 60 cm. de
ancho y sus alturas superan el metro en ciertos tramos. El muro que forma el lado
noreste de este recinto mide 3,30 metros de longitud y se encuentra orientado a 320º. El
muro que continúa formando el lado noroeste del recinto mide 6,40 metros de
longitud y se orienta a 250º. El muro que continúa formando el lado oeste mide 5,10
metros y se orienta al Sur, a 180º. El muro que forma el lado sur de la estructura mide
2,30 metros y se orienta a 90º. El muro que forma el lado oriental mide 3,30 metros,
quedando orientado perfectamente en sentido sur - norte.
La cuarta construcción es una estructura de planta semi-rectangular, erigida a
distancia de las restantes construcciones del conjunto, sobre otra suave loma en la
planicie que se extiende por debajo de la cima del Negro Overo. Más específicamente,
este parapeto se yergue a una distancia de 19,10 metros en dirección a 350º, desde el
ángulo noroeste de la estructura anterior, encontrándose llamativamente abierta
ARQUEOLOGÍA EN LA SIERRA MÁS ALTA DEL MUNDO:
SANTUARIOS INCAICOS

hacia el sur. Los muros son simples y alcanzan una altura externa de 70 cm, formados
por bloques de aproximadamente 30 cm de largo por 30 cm de ancho y 20 cm. de
espesor. El lado oriental mide 1,80 metros y se extiende en dirección al sur (a 180º). El
lado septentrional mide 5,60 metros y se orienta perfectamente en sentido este – oeste.
El lado occidental mide 2,30 metros y también queda orientado prolijamente al Sur. La
singular orientación de la abertura de este parapeto hacia el sur puede explicarse por
la vista que en esa dirección se ofrece hacia la cumbre misma del nevado.

Sitio en el promontorio precumbrero del cerro Negro Overo

El sitio en el promontorio debajo de la cumbre del Negro Overo se encuentra a 5.678


metros sobre el nivel del mar y a 28º 56.551´ Latitud Sur y 67º 49.459' Longitud Oeste,
según lectura de posicionador satelital. El morro que domina a la planicie
precumbrera por el sudeste, ofrece una superficie llana, de una centena de metros
cuadrados, conformada por cascajo y lajas pequeñas, de tonalidad negruzca, con
algunos afloramientos dispersos de rocas de mayor tamaño y de color más oscuro. El
acceso al sitio se encuentra señalado por una senda de típica factura incaica, trazada en
zig-zag y con tramos calzados, a los que se asocian varillas de madera y fragmentos de
leña en superficie. El camino resulta claramente discernible durante el descenso desde
el promontorio en dirección al sitio de la planicie precumbrera descripto
anteriormente.
El morro se encuentra coronado por una única estructura, emplazada sobre
una suave pendiente, en las inmediaciones de uno de los puntos de mayor visibilidad
en la montaña, desde el cual se domina claramente el vecino sitio de la planicie
precumbrera y la distante Pampa Real. La estructura, de planta semicircular, consta de
una superficie interior aterrazada y de un muro de contención que la circunda en
forma parcial, separándola de un roquerío que se eleva por sobre el nivel del resto del
terreno. La abertura entre los extremos del muro semicircular mide 6,4 metros,
constituyendo el diámetro mayor de la estructura; en tanto que 4,4 metros de amplitud
mide en forma perpendicular a la medida anterior, el espacio aterrazado que
constituye el interior del recinto, y que señala el diámetro menor de la estructura. El
muro de contención semicircular es doble; mide 60 cm de ancho y 1,10 metros de alto y
ha sido levantado con bloques rocosos de tamaño mediano y procedencia local. Se
logró identificar una varilla de madera colocada junto a un extremo de la estructura.

Evidencias incaicas en el nevado general belgrano del famatina

El nevado General Belgrano se encuentra situado a aproximadamente 29º 00' Latitud


Sur y a 67º 50' Longitud Oeste, a unos 35 kilómetros al oeste de la ciudad de Chilecito,
la cual ha sido construida rodeando las ruinas de un importante centro administrativo
incaico, conocido como “La Tambería del Inca”. La carta topográfica Villa Unión (Hoja
2969-IV) del Instituto Geográfico Militar, asigna al General Belgrano una altitud de
6.097 metros sobre el nivel del mar, en tanto que los promotores turísticos de la región
lo caracterizan como una montaña que supera los 6.200 metros de altitud.
Dicho cordón montañoso se encuentra flanqueado al norte por el cerro Negro
y al sur, por el cerro Alto Blanco. Consta de dos cumbres occidentales, la septentrional
y la meridional, separadas por un portezuelo; y de una tercera cumbre situada al este
CONSTANZA CERUTI

de las anteriores. Las dos cumbres occidentales se encuentran vinculadas al Negro


Overo por un filo abrupto y elevado, discontinuado por la presencia de hondos
portezuelos. Desde las cumbres del nevado General Belgrano, se tiene una excelente
vista occidental de los distantes volcanes de la cordillera riojana, incluyendo el cerro El
Potro, el nevado Veladero, el cerro Bonete y el Monte Pissis. Al norte y al sur se
aprecian las vecinas cumbres del Negro Overo y del cerro Alto Blanco. Hacia el este, la
serranía de Velazco y los llanos riojanos. En la distancia se alcanzan a observar los
nevados del Aconquija, situados hacia el noreste.
El nevado General Belgrano puede ser ascendido por ambas vertientes,
oriental y occidental, siendo la primera ruta la más utilizada. A los pies de su flanco
oriental, a aproximadamente 4500 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el
establecimiento minero “La Mejicana”, desde el cual se extiende una línea de cable-
carril en desuso, que conduce directamente hacia Chilecito, superando los 35
kilómetros de abrupta topografía que se extienden desde la montaña hacia el este.

Cumbre oriental del Famatina

La cima oriental del macizo General Belgrano del Famatina ofrece una superficie
totalmente llana, de unos 33 metros por 65 metros, extendiéndose en dirección norte-
sur. Está conformada por lajas pequeñas, con algunos afloramientos rocosos
dispersos. Sus coordenadas son 6.114 metros sobre el nivel del mar y a 29º 00.84´
Latitud Sur y 67º 49.57´ Longitud Oeste. El santuario cuenta con un rectángulo
ceremonial, junto al cual se disponen dos estructuras arquitectónicas de menor
tamaño, además de rasgos de muy baja visibilidad.
El rectángulo ceremonial se encuentra situado a 15 metros al norte del
afloramiento meridional de la cima, y a unos 15 metros al sudeste del afloramiento
noreste. Se trata de una estructura que se eleva ligeramente, unos 15 centímetros sobre
la superficie de la cima, evidenciando una construcción muy cuidadosa. Se halla
delimitado por dos filas de piedras alineadas en cada uno de sus lados, y en su interior
se ha acumulado cascajo de grano fino, procedente de la misma cumbre. Su lado norte,
orientado perfectamente al este, mide 5,1 metros. El lado opuesto mide 4,4 metros. Los
lados mayores se encuentran orientados perfectamente al norte y miden 7,5 metros - el
lado occidental - y 7,3 metros - el lado oriental- . Del extremo noreste del rectángulo se
abre un alineamiento de piedras, de muy baja visibilidad, de aproximadamente 4,10
metros de longitud, orientado a 60º. El ángulo noroeste del rectángulo se prolonga
1,70 metros hacia el norte, en un alineamiento de piedras, también de baja visibilidad,
el cual se encierra parcialmente sobre si mismo.
En el interior del rectángulo se destacan tres piedras cónicas pequeñas, que se
elevan 20 cm. sobre el cascajo de la superficie. Han sido colocadas formando un
triángulo de 2,5 metros de lado, cuyo vértice norte se encuentra situado a 6 metros y a
40 grados del ángulo sudoeste de la estructura. En la parte exterior del rectángulo, en
las cercanías del ángulo noreste, se observaron pequeños depósitos de leña, los cuales
se hallaban parcialmente cubiertos de nieve.
En el exterior de la estructura, a 2,90 metros y a 220º de la esquina noroeste del
rectángulo, se observa un atípico triángulo equilátero de piedras amontonadas, de
aproximadamente 1,6 metros de lado, cuya base se orienta al este. Las piedras
amontonadas que lo conforman alcanzan una altura de 20 centímetros sobre la
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SANTUARIOS INCAICOS

Estructura en la precumbre del cerro Negro Overo (Foto Constanza Ceruti)

Madera en la precumbre del cerro Negro Overo (Foto Constanza Ceruti)


CONSTANZA CERUTI

Plano del santuario en la cima Plano del sitio en el promontorio Plano del sitio en la planicie de la
General Belgrano del Famatina de la precumbre del cerro Negro precumbre del cerro Negro
Overo Overo
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superficie de la cima. A 1,1 metros de la misma esquina del rectángulo, en dirección a


260º, se encuentra un círculo de piedras rodeando a una roca parada en su centro. El
círculo mide 1,20 metros de diámetro. Las piedras que forman el anillo miden tan solo
10 centímetros de altura, en tanto que la gran piedra blanca en su centro alcanza 30
centímetros de alto.
El sitio de altura de la cima oriental del Famatina no presenta indicios de
huaqueo ni de otras alteraciones intencionales de origen antrópico; pero durante la
segunda visita, se advirtió que la arquitectura comenzaba a evidenciar incipiente
impacto de pisoteo, reflejado principalmente en la menor nitidez en el patrón de
alineamiento de las rocas de los muros. El impacto del pisoteo puede estar relacionado
con la creciente actividad de montañismo deportivo en la zona. Años atrás, en ocasión
del descubrimiento del sitio ceremonial, no se habían identificado testimonios de
ascensiones deportivas a dicha cima oriental; en tanto que, en oportunidad de la
campaña de Enero de 2007, se encontró un testimonio de una ascensión deportiva
efectuada en Diciembre de 2006 por parte de un club de andinismo de la vecina
provincia de Córdoba.

Cumbre occidental septentrional del Famatina

La cima occidental septentrional del macizo del Famatina ofrece una superficie
reducida y abrupta, conformada por bloques rocosos de tamaño mediano, de
aproximadamente 6 metros de amplitud, con una extensión de 15 a 20 metros en
sentido este – oeste. Sus coordenadas son 6.116 metros sobre el nivel del mar; 29º 00.77´
Latitud Sur y 67º 49.77´ Longitud Oeste. Se requiere aproximadamente media hora de
marcha para unirla con la cima oriental.
La cumbre septentrional no presenta evidencias de utilización ritual en
épocas prehispánicas, aunque cabe hacer mención a la acumulación de nieve en
superficie al momento de la prospección, con la consecuente posibilidad de que algún
indicador permaneciera oculto a la vista. Cuenta con una cruz que señala el punto de
máxima altura del nevado, la cual se halla enclavada en un pequeño amontonamiento
de piedras. Montañistas procedentes de Chilecito y de la ciudad de La Rioja
manifestaron haber ascendido esporádicamente a dicha cumbre, aunque en el marco
de nuestras prospecciones no se identificaron testimonios escritos de ascensiones
previas (los cuales también pudieron haber quedado sepultados por la nieve).

Cumbre occidental meridional del Famatina

La cima occidental meridional del macizo del Famatina ofrece una superficie amplia y
extensa, de forma ligeramente semilunar, conformada por cascajo fino y bloques
rocosos de tamaño pequeño. Se extiende aproximadamente 60 metros, con una
amplitud de aproximadamente 10 a 15 metros. Sus coordenadas son 6.110 metros
sobre el nivel del mar; 29º 00.99´ Latitud Sur y 67º 50.14´ Longitud Oeste. Se requiere
aproximadamente una hora de marcha vigorosa, atravesando un hondo portezuelo,
para unirla con la cima septentrional.
La cumbre meridional no presenta evidencias claras de utilización ritual
prehispánica, aunque cabe nuevamente hacer mención a la acumulación de nieve en
superficie al momento de la prospección, con la consecuente posibilidad de que
CONSTANZA CERUTI

algún indicio permaneciera oculto a la vista. Existe en el centro de la cima una


estructura de piedras apiladas, de aproximadamente 80 cm por 70 cm de planta, con
una altura de 50 cm sobre el terreno, la cual parece ser de origen moderno. La misma se
encuentra circundada por una configuración de bloques rocosos de muy baja
visibilidad y de dudoso origen antrópico. La configuración de piedras se aproxima a
una estructura de planta subcuadrangular, con lados menores de 2,20 metros y lados
mayores de 2,80 metros, estos últimos orientados aproximadamente en sentido norte-
sur y elevados unos 30 cm sobre la superficie del terreno. Dicha proto-estructura de
piedras alineadas se encuentra a su vez, circundada por una configuración subcircular
de piedras, discontinua y de menor visibilidad aún, que alcanza un diámetro
aproximado de 7,20 metros.

Camino incaico por la vertiente oriental del Famatina

La vertiente oriental del nevado de Famatina ofrece un prolongado y escalonado


descenso hacia la mina La Mejicana. En un primer escalón, que forma una amplia
meseta a los 5.700 metros sobre el nivel del mar, se han formado lagunas que se
encuentran temporalmente congeladas, como asimismo extensiones de hielo que
cubren parcialmente la ruta de ascensión. Una de las lagunas, de varias decenas de
metros de extensión y un particular tono azul en sus aguas, se encuentra ubicada a los
pies del farallón que conduce a la cima oriental. Sus coordenadas son 5799 metros
sobre el nivel del mar; 29º 01.26´ Latitud Sur y 67º 48.98´ Longitud Oeste. Se requiere
aproximadamente media hora de marcha para atravesar la meseta, de varios cientos
de metros de extensión, hasta su borde oriental, en el cual la pendiente cae
abruptamente formando la vertiente de la montaña. Un sendero de probable filiación
incaica, conduce desde el extremo meridional de la laguna hasta el borde de la meseta,
El trazado del sendero ha sido diseñado en zig-zag, para facilitar el recorrido de la
suave pendiente de la meseta.
El sendero transpone el borde de la meseta y continúa faldeando en dirección
al sur, para montarse sobre el filo que desciende hacia las faldas bajas del Famatina.
Dicho filo sudeste constituye la vía más apropiada para el ascenso y descenso de la
montaña por su vertiente oriental. Las coordenadas del punto de salida del filo se
ubican a 5642 metros sobre el nivel del mar; 29º 01.23´ Latitud Sur y 67º 48.34´ Longitud
Oeste. El filo rocoso divide una extensa superficie de acarreos con hielo al noreste, de
un abrupto y escénico anfiteatro que se abre hacia el sudeste. El terreno es
relativamente abrupto y empinado, por lo que la senda incaica, durante el primer
tramo del descenso, ha sido trazada en zig-zag, para luego continuar en forma recta,
faldeando a pocos metros por debajo de la cresta del filo. La senda presenta un ancho
variable, entre 1,10 metros y 60 centímetros, según la pendiente y las posibilidades del
terreno.
Aproximadamente a 5515 metros de altitud, el filo forma una pequeña
montura, cuyas coordenadas corresponden a 29º 01.20´ Latitud Sur y 67º 48.10´
Longitud Oeste. Una vez transpuesta la montura, la senda incaica pierde visibilidad,
apartándose de la cresta del filo y descendiendo abruptamente, en medio de sayales y
acarreos. Vuelve a ser claramente visible a 5320 metros, en las coordenadas de 29º
01.07´ Latitud Sur y 67º 47.46´ Longitud Oeste, manteniendo clara continuidad hasta la
base del filo, donde se produce el segundo importante escalonamiento de la ladera
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oriental del Famatina. Dicho escalón, de extensión mucho menor al de la meseta a 5700
metros, alberga a una pequeña laguna que da nombre a ese sector de la montaña (“La
Lagunita”), situada a 5081 metros sobre el nivel del mar, en las coordenadas de 29º
00.93´ Latitud Sur y 67º 47.46´ Longitud Oeste. La senda incaica resulta visible hasta los
5000 metros de altitud, aproximadamente a media hora de marcha descendente desde
“La Lagunita”. En el punto bautizado en la jerga minera como “el espino” se encuentra
un camino para vehículos, que desciende describiendo zig-zags, hasta el campamento
minero La Mejicana, por las laderas de tonalidad ocre-amarillenta, en la que se
encuentran excavados numerosos socavones.

Consideraciones

La apropiación de las máximas alturas del macizo del Famatina con fines ceremoniales
se remonta con toda probabilidad a la época de influencia Inca en la región meridional
del Collasuyu. La prospección arqueológica de las tres cumbres del nevado General
Belgrano, con alturas que superan los 6100 metros sobre el nivel del mar, ha permitido
constatar que la utilización incaica se centró en la cima situada hacia el este, tal como se
ha documentado en otros casos de macizos con múltiples cúspides (véase Ceruti
2004c). Las cumbres occidentales del Famatina no parecen haber sido aprovechadas en
épocas prehispánicas; aunque dicha apreciación se formula tentativamente, en base a
los elementos de análisis disponibles. La muy baja visibilidad y precariedad de los
alineamientos de bloques rocosos en la cumbre meridional (oeste) no permite
considerarlos como de origen antrópico; aunque futuros sondeos podrían llevar a
revisar esta clasificación. Por otra parte, la presencia de nieve sobre las superficies de
las cimas occidentales determina la conveniencia de realizar una nueva prospección, a
fin de poder contrastar efectivamente la ausencia de indicadores de ascensiones
prehispánicas en las mismas.
El santuario en la cumbre oriental General Belgrano ostenta características
muy similares al identificado por Juan Schobinger (1966) en el vecino cerro Negro
Overo; puesto que ambos sitios rituales se asemejan por la presencia de arquitectura
de planta rectangular y de astas de venado en carácter de ofrenda (véase Ceruti 2004d).
La principal estructura arquitectónica en la planta del santuario es un rectángulo
ceremonial, del cual se conocen ejemplos semejantes en numerosos santuarios de
altura de la región cuyana y NOA (Beorchia 1985; Ceruti 1999), entre los que cabe
mencionar al colosal monte Mercedario (Ceruti 2004a).
Las tres piedras que sobresalen en el interior del rectángulo ceremonial del
Famatina constituyen un rasgo que ha sido referido en otros santuarios de altura
incaicos, incluyendo la cima del volcán Llullaillaco (Reinhard y Ceruti 2000; Ceruti
2003). El círculo de piedras con el canto rodado blanco en su interior también ha sido
documentado en otros sitios ceremoniales de alta montaña de época inca, en los que se
han encontrado piedras fluviales transportadas hacia las cimas con aparentes fines
propiciatorios (Beorchia 1985). En efecto, la autora tuvo oportunidad de identificar un
lito rodado de color blanco a más de 6000 metros, en el sitio incaico vecino a la cima del
cerro Alma Negra, en la provincia de San Juan (véase Ceruti 2004b).
La nieve depositada durante las tormentas estivales; así como la luz de
mañana alumbrando la ladera oriental, facilitaron durante el descenso la
identificación de una senda de probable filiación incaica que comunica con las
CONSTANZA CERUTI

máximas alturas del Famatina. Desafortunadamente, es probable que la senda incaica


original haya quedado obliterada en las faldas bajas del Famatina por el trazado de la
huella procedente desde el establecimiento de La Mejicana hacia los socavones donde
se efectuaba la extracción del mineral. Por otra parte, es también probable que las
instalaciones de la mina La Mejicana hayan sido erigidas aprovechando la
preexistencia de un sitio incaico que hubiese funcionado como campamento base de
las ascensiones prehispánicas al macizo General Belgrano del Famatina. Un caso
semejante ha sido documentado para el sitio conocido como Jefatura de los Diablos, en
la base del nevado de Chañi, en el norte de Argentina, el cual fue erigido originalmente
como tambo de base en la estructura logística del complejo ceremonial incaico en la
montaña y posteriormente reutilizado como campamento minero (Fernández 1975), e
incluso como refugio de andinistas (Ceruti 1997).
En lo relativo al estado de conservación de los sitios de altura en el cordón del
Famatina, cabe señalar que las cumbres occidentales del nevado General Belgrano
ofrecen evidencias de ascensiones deportivas modernas, tales como la apacheta de
piedras apiladas construida en la cima meridional y en la cruz enclavada en el punto
más alto de la cumbre septentrional. La cumbre oriental ofrece testimonios escritos de
ascensiones protagonizadas por clubes de montañismo de la provincia de Córdoba, a
la vez que los montañistas oriundos de los poblados de Famatina y Chilecito también
refieren esporádicas visitas a las distintas cimas. Sin embargo, el santuario Inca de la
cumbre oriental se encontraba virtualmente intacto al momento de la prospección, sin
presentar indicios de huaqueo o depredación intencional, que son frecuentes en otras
montañas andinas (ver Ceruti 2004e y 2006). El impacto de las escaladas deportivas es
leve y se materializa en indicios de incipiente pisoteo afectando la arquitectura del
sitio.
La senda incaica que asciende por el filo sudeste hacia la cima del Famatina se
encuentra bastante bien conservada por encima de los 5000 metros sobre el nivel del
mar, en tanto que ha sido obliterada por huellas mineras en la base y faldas bajas de la
montaña. En vistas al creciente impacto de las prospecciones mineras en la zona, es
imprescindible que se tomen todas las precauciones a fin de salvaguardar el registro
material de la ocupación Inca; comenzando por la realización de estudios ambientales
en altura y siguiendo con medidas de preservación y planes de manejo para los
frágiles sitios arqueológicos en la base, laderas y cumbre del Famatina y Negro Overo.
En cuanto al cerro Negro Overo, la prospección arqueológica de la precumbre
permitió identificar dos sitios prehispánicos vinculables a las actividades rituales
efectuadas en las alturas de dicha montaña bajo la dominación Inca. Se trata de un sitio
de aparente carácter logístico, emplazado a 5.580 metros sobre la planicie
precumbrera que escalona la vertiente noreste del encadenamiento, y de un sitio que
también habría podido cumplir funciones ceremoniales, a casi 5.700 metros, en un
promontorio rocoso de gran visibilidad. Ambos sitios se encuentran unidos entre sí
por un tramo vial calzado en zig-zag, de evidente factura incásica, el cual se prolonga
en una senda que desciende por la vertiente norte del filo sudeste del nevado, hacia la
tambería de Pampa Real, bordeando dos conjuntos de estaciones intermedias en las
faldas bajas de la montaña.
Los cuatro recintos erigidos a casi 5.600 metros en la planicie precumbrera del
Negro Overo parecen corresponder tentativamente a los conjuntos de ruinas
intermedias ubicados en las cercanías de la cumbre de aquellas montañas cuya
ARQUEOLOGÍA EN LA SIERRA MÁS ALTA DEL MUNDO:
SANTUARIOS INCAICOS

Plano del sitio en la planicie de la precumbre del cerro Negro Overo

Rectangulo ceremonial inca en la cima de los nevados de Famatina (foto


Constanza Ceruti)
CONSTANZA CERUTI

Senda inca en la vertiente Este del macizo de Famatina (Foto Constanza Ceruti)

Sitio en la planicie de la precumbre del cerro Negro Overo (Foto Constanza


Ceruti)
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SANTUARIOS INCAICOS

notable altitud habría demandado la construcción de lugares de protección en las


laderas altas y áreas de precumbre. Ejemplos de dichos conjuntos de recintos en las
cercanías de la cima aparecen en montañas situadas más al norte, tales como el volcán
Lllulaillaco (Reinhard y Ceruti 2000; Ceruti 2003), el volcán Licancabur (Barón y
Reinhard 1981; Ceruti 2005) y el nevado de Chañi (Ceruti 1997). Cabe señalarse, sin
embargo, que en el caso de los recintos en las alturas del cerro Negro Overo, y a
diferencia de aquellos en los volcanes anteriormente referidos, es más probable que se
tratara de espacios no techados. Dejando naturalmente de lado el parapeto semi-
rectangular, y con excepción de la estructura descripta en segundo término, se trata de
recintos cuyo tamaño habría resultado excesivo para tal propósito. Por lo que cabe
inferir que la altura de los muros habría hecho posible solamente ofrecer alguna
protección contra los vientos del Oeste. La ubicación de las estructuras, a distancia de
los protectores farallones que escudan la cima y en un emplazamiento de alta
visibilidad, sugiere también la posibilidad de alguna función ritual asignada al sitio
mismo. En este sentido, cabe señalar la presencia de sitios caracterizados como
“miradores”, tanto en el volcán Licancabur (Le Paige 1966) como en el nevado de
Chañi (Fernández 1975; Ceruti 1997), a los que se atribuye la función de comunicar
visualmente las ruinas de la base con el santuario de la cumbre.
Es probable que tal haya sido una de las funciones principales de la estructura
en la parte superior del promontorio que domina a la planicie precumbrera y que
jalona el camino hacia la cima del Negro Overo. También es posible que, habiendo sido
levantada en un emplazamiento de tan alta visibilidad, hubiese ofrecido un escenario
alternativo para la realización de actividades rituales; en particular frente a la
contingencia de que el acceso al santuario de la cima resultara impracticable como
consecuencia de las acumulaciones de hielo en época invernal.
La presencia de varillas de madera asociadas con tramos calzados del camino, sugiere
la posibilidad de su eventual utilización en mojones para señalar la senda en caso de
nevadas. Los maderos, acumulados en el interior de uno de los recintos, podrían haber
sido almacenados como insumos para el encendido de hogueras o haber constituidos
en si mismos ofrendas.

Conclusiones

El presente trabajo analiza los resultados de prospecciones efectuadas por la autora en


el cerro Negro Overo y macizo General Belgrano de los nevados de Famatina, en el
marco del proyecto de arqueología de alta montaña en La Rioja, Argentina.
En el cerro Negro Overo, las tareas de investigación consistieron en el relevamiento
fotográfico y planimétrico de un conjunto de ruinas ubicado sobre la planicie
precumbrera a aproximadamente 5.600 metros, e identificación y documentación de
una estructura a casi 5.700 metros sobre un morro precumbrero, dominando el
emplazamiento del conjunto anterior. Las cuatro construcciones en el sitio de la
planicie precumbrera parecen haber estado orientadas a cumplir funciones logísticas,
como estaciones intermedias en las inmediaciones de la cima. En tanto que la
estructura a casi 5.700 metros pudo haber cumplido funciones rituales auxiliares o
alternativas, con respecto al santuario de la cumbre propiamente dicha. La ascensión
hizo posible detectar tramos de una senda de probable filiación Inca que conduce
desde la Tambería de Pampa Real hacia las inmediaciones de la cima, pasando junto a
CONSTANZA CERUTI

estaciones intermedias construidas en las faldas bajas del filo sudeste de la montaña.
Dos ascensiones efectuadas por la autora en el cordón meridional del
Famatina, permitieron cumplimentar la prospección arqueológica de las tres cumbres
del nevado, así como el descubrimiento, relevamiento y monitoreo del estado de
conservación de un santuario Inca en la cima oriental. La exploración de la vertiente
sudeste de la montaña permitió detectar el trazado de una senda de probable filiación
incaica, que une las máximas alturas del Famatina con las inmediaciones de la mina
aurífera La Mejicana.

Agradecimientos

Al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); a la


Universidad Católica de Salta y a las autoridades de la Agencia de Cultura y
Subgerencia de Patrimonio Cultural de la Provincia de La Rioja; así como de las
oficinas de Turismo de Chilecito y Famatina. Al Sr. Antonio Beorchia Nigris y a la
memoria del Dr. Juan Schobinger, ambos pioneros de las exploraciones arqueológicas
en el cerro Negro Overo. A Alfredo Quinteros y a Alejandro Villegas, de Famatina, que
colaboraron con generosidad y entusiasmo en la logística de las expediciones al Negro
Overo y al Famatina, haciendo posible el acceso desde las localidades de Chilecito y
Famatina hasta la base del cerro. Se extiende un especial reconocimiento a Raúl
Salomón, quien acompañó a la subscripta durante el ascenso al cerro Negro Overo, y a
los montañistas Ruben Aveiro y Juan Speroni, quienes acompañaron sucesivamente a
la subscripta durante los ascensos a las cimas del macizo General Belgrano del
Famatina.

REFERENCIAS

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