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Resumen
La imposición del culto solar por parte de los inkas a las demás latitudes del Tawantinsuyu, ha
sido un tema bastante recurrente en las crónicas hispanas de los siglos XVI y XVII, sin embargo
el estudio detenido de la evidencia arqueológica y etnohistórica no ha sido el adecuado, ni el más
exhaustivo.
El autor centra su atención en la Costa Sur-Central Peruana donde la irradiación del poder del
santuario de Ychsma- Pachacamac, es manipulado y usado a favor de la imposición de un nuevo
culto. Los inkas como buenos conocedores del territorio andino sacralizan este paisaje y
construyen templos que expresen su poder ideológico y político.
Abstract
The imposition of the solar cult of the Incas to the other Tawantinsuyu latitudes, has been a
recurring topic in Hispanic chronicles of the sixteenth and seventeenth centuries, but a close
study of the archaeological and ethnohistorical evidences that has not been adequate.
The author focuses on South-Central Coast Peruvian where power of Ychsma-Pachacamac's
shrine, is manipulated and used for the imposition a new cult. The Inkas as connoisseurs of the
Andean territory consecrate this landscape and built temples to express their ideological and
political power.
* punchaocancha@yahoo.com
CARLOS CAMPOS
Introducción
Los cronistas del siglo XVI y XVII (Cieza1986[1553]; Guaman Poma 1956[1614]; Cobo
1964[1653]; Cabello de Valboa 1951 [1586]; Garcilazo 1991[1609]) coinciden en señalar
al Sol (Inti, Punchao) como la divinidad más importante y “oficial” de los Inkas, de
modo tal que los españoles interpretaron el culto solar como una imposición hacia las
demás poblaciones andinas a manera de evangelización, sin embargo esto último no
ha sido debidamente corroborado por la arqueología.
De otro lado sabemos que la sacralización de los cerros y/o montañas
procede de tiempos anteriores a los inkas (Bourget 1994; Reinhard 1997), llamados
apus y en algunos otros casos wamanis, las montañas sagradas o cerros sacralizados
eran consideradas divinidades tutelares de las comunidades locales. Los cerros eran
concebidos como guardianes del clima, proveedores de agua y fertilizadores de la
tierra (Pachamama). A los cerros en muchos lugares de los Andes se les consideraba
parte de la vida de cada ayllu. El cerro no solo brinda el sustento al ayllu sino era (y es)
el centro de la cohesión religiosa de sus miembros (Polia 1999: 167).
Durante los procesos de conquista y anexión de la Costa Central por parte de los
cusqueños, se llevó a cabo la apropiación del espacio de esta región, del ordenamiento
de este espacio, llámese “paisaje” y el (re)ordenamiento de la sociedad anexada a
partir de la “sacralización” de este paisaje.
Esto bien podría ser relatado como una conquista donde la elite cuzqueña,
teniendo como origen y centro al Cuzco, concebía la adhesión o subyugación de
nuevos territorios como la imposición de un nuevo orden a partir del culto solar. Es en
ese sentido que la evidencia arqueológica nos ha permitido rastrear este fenómeno
ideológico, político y religioso, en el que es posible dilucidar el poder ejercido por el
estado imperial inka bastante lejos de su área nuclear, dejando en claro que esta zona
era estratégica para la consolidación de la presencia imperial.
El presente artículo explorará la evidencia material dejada por los inkas, a
partir de la arquitectura edificada en los acantilados costeros del actual departamento
de Lima, la cual ha sido poco abordada por los investigadores. Los sitios arqueológicos
referidos en este estudio, son principalmente 3: Cerro Bandurria en la quebrada de
Chilca, El Salitre en el valle de Mala y Cerro Azul en el valle de Cañete (Fig. 1).
Consideraciones previas:
El paisaje andino como ningún otro lugar del planeta como bien lo señala Bernand
(1990), está dominado por cerros y montañas los cuales han influenciado en el pensar
de las gentes de este vasto territorio.
La razón para utilizar el término de sacralización del paisaje, requiere de una
breve descripción de conceptos que permitan entender la cosmovisión andina.
Los cerros andinos, asumidos como entidades vivas dentro del imaginario andino,
tienen dueño; dueño del cerro y dueño de los animales que en él se crían, de las plantas
que en él crecen y de los minerales que en su interior se almacenan. Un “dueño”
encarnado en cualquiera de las múltiples entidades tutelares que moran en el cerro, y
que como consecuencia de esa ambigüedad que caracteriza a las divinidades andinas
pueden ser buenas y malas al mismo tiempo (Bernand 1990).
A ellos hay que aproximarse con respeto y pleitesía, pues los cerros son
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA
“Los ingas creían que los límites de la tierra se encontraban en Titicaca y, por la parte del mar,
en [las tierras de ] los pachacamac; más allá no había otras tierras; ya no había más nada. Era
quizá a causa de esta creencia que adoraban a estos dos huacas más que a todos los demás y
levantaron [una imagen del] sol en las proximidades de Pachacamac de Abajo”. (Taylor,
1987:Cap. XXII: 331)
Cerro Bandurria
Es el complejo arqueológico inka más importante de la quebrada de Chilca, localizado
en la margen norte de esta quebrada, conocido también como el "Castillo"
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de Bandurria (Engel 1987) se encuentra situado sobre el cerro Toro que domina la
pampa de Chilca, este afloramiento rocoso se encuentra a 62 m.s.n.m. de altitud.
Políticamente pertenece al distrito de Chilca, provincia de Cañete, departamento de
Lima.
El asentamiento presenta cuatro sectores (Linares 1994), teniendo en cuenta la
ubicación y el material constructivo:
Sector A: plaza de forma trapezoidal con dirección Este-Oeste, situada hacia el Este.
Sector B: Sector administrativo y de depósitos construido a base de adobes, situado
hacia el Oeste. Mide aproximadamente 450 m².
Sector C: Zona de viviendas y depósitos construida a base de piedras sin labrar y
argamasa. Es un área de 2000 m² aprox. En este sector también se han podido observar
gran cantidad de pozos de huaqueo dejando entrever restos óseos y cerámica
fragmentada.
Sector D: Estructura de adobes, de forma cuadrangular que controlaban el ingreso al
asentamiento, de unos 180 m², situada hacia el Norte.
En su lado Norte se observa una muralla probablemente prehispánica, que continúa
hacia norte, la cual se pierde en el desierto y reaparece al pie de las estribaciones
andinas (Linares 1994).
Otro detalle arquitectónico digno de resaltar en este muro son las hornacinas: la
primera de ellas ubicada al Norte siendo sus dimensiones 47 x 35 y 34 cm. de
profundidad, notándose en su pared interior superior, pintura ocre; la segunda
hornacina se ubica al Sur a 3 m. aproximadamente de la primera, teniendo
dimensiones similares a la anterior 47 x 33 y 39 cm. de profundidad. Un elemento
intrusivo en la arquitectura de esta hornacina es el dintel de piedra hallado en la
misma (49 x 8 cm.).
Este sector administrativo, en su interior estaría conformado por cuartos y
ambientes de variadas formas y dimensiones, unidos por vanos, rampas, escaleras y
pasadizos.
El Salitre
El complejo arqueológico de El Salitre se halla al Sur de la desembocadura del río
Mala, a la altura del kilómetro 86 de la Carretera Panamericana Sur. En la jurisdicción
del distrito de Mala, provincia de Cañete, departamento de Lima.
El complejo ocupa una planicie natural ligeramente elevada, la que se
encuentra rodeada por tres macizos rocosos. Según Williams y Merino (1974) este
complejo arqueológico posee una ocupación que data del periodo Formativo
relacionado a los Templos en U de la Costa Central y otras dos ocupaciones tardías.
La prospección arqueológica que efectuamos (Campos 2003) nos ha permitido
determinar 5 sectores:
1) Sector A: Denominado templo inka (Williams y Merino 1974), situado encima del
afloramiento rocoso más sureño. Consta de tres estructuras o cuerpos arquitectónicos
construidos enteramente de adobe, de las tres estructuras, la estructura central
corresponde a una pequeña plaza cuadrangular (Foto 3).
2) Sector B: “Pirámides” (1B y 2B) cubiertas por arena y tierra, y un “pozo ceremonial”
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(Goldfried: 1969); localizados en una planicie artificial, al Norte del Sector A. Estas
“pirámides” no son tales y más bien son montículos hechos a base de adobes y
argamasa conformando plataformas superpuestas a modo piramidal, ambos
montículos se observan “interconectados”, además de presentar pequeñas plazas
laterales. Este sector fue considerado por Williams y Merino (1974) como
perteneciente a la tradición de Templos en “U”, sin embargo la prospección efectuada
por nosotros permitió refutar tal aseveración, así como confirmar el dato
proporcionado por Tantaleán (1996), en el que el “famoso” pozo ceremonial de
Williams era un pozo de huaqueo.
3) Sector C: Cerro natural sobre el cual descansan estructuras de piedra canteada, las
mismas que se encuentran profusamente destruidas, en algunos casos cubiertas por
arena, imposibilitándose cualquier tipo de interpretación a nivel superficial. Este
sector se desplaza inmediatamente al Este de la “Pirámide” 1B.
4) Sector D: Constituida por la gran área cementerio- residencia llamada así por
Goldfried (1969: 67), que ocupa la porción central del complejo arqueológico,
siguiendo la ladera oriental del promontorio rocoso Norte , y que se extiende hasta la
ladera inferior de la cima donde se ubica el templo inka.
Esta área se encuentra muy afectada, en la actualidad se observan gran cantidad de
pozos de huaqueo, por otro lado es difícil establecer sus características arquitectónicas
puesto que se ha destruido las estructuras de posibles viviendas y las matrices de los
entierros, apenas es posible observar algunos restos de los ajuares funerarios
contenido en ellos, los cuales se hallan profusamente diseminados y dispersos
superficialmente, en un lamentable estado de conservación.
5) Sector E: Planicie ubicada al Este y Noreste del Sector B, la misma que se encuentra
muy deteriorada, y que al parecer fue ocupada por la ex-Hacienda El Salitre durante
los inicios de la Época Republicana, observándose en superficie gran cantidad de
desmonte y basura moderna.
Foto 1: Vista del muro perimétrico Norte, donde se aprecian los nichos
cuadrangulares en Cerro Bandurria.
Aún cuando es incierto saber los eventos que acontecieron en este templo, la
escalinata central de adobes de la Fachada Este de la plaza cuadrangular y la evidencia
de las hornacinas trapezoidales, nos hace suponer que podríamos tener como parte de
este templo a un ushnu.
Ushnu, es la denominación que se le da generalmente a una pequeña
estructura tipo pirámide, de poca altura situada, en el centro o a un costado de la plaza
principal de los asentamientos incas en el que se posicionaban los oficiantes del culto,
en la que se desarrollaban actividades rituales y de libación (Hyslop 1990, 1992;
Gasparini y Margolies 1977).
Los ushnus costeros descritos por otros investigadores (Hyslop 1990;
Villacorta 2004) no son impresionantes ni mucho menos presentan hornacinas, sin
embargo la estructura que se presenta aquí es de forma escalonada construida con
adobes y adornada con hornacinas trapezoidales bastante primorosas lo que lleva a
relacionarlo y evaluarlo con otras regiones del Tawantinsuyu.
La aseveración de que podríamos tener un ushnu en este asentamiento se
debe a su similitud formal (con grandes y notorias diferencias) con el ushnu de
Vilcashuamán estudiado por numerosos investigadores (Gonzales Carré,
Cosmópolis y Lévano 1996).
Por otro lado Morris ( Morris 1999: 27) nos señala que, en la mayoría de los
casos, la identificación de templos y altares solo puede hacerse por referencias escritas
o a través de la excavación arqueológica.
Esto último nos lleva a sustentar nuestra idea de templo en base a lo que nos presentan
las crónicas hispanas.
La Relación de Hernando de Santillán (1968[1563]), nos relata la conversación
que sostuvieron Tupac Inca Yupanqui y la guaca de Pachacamac:
“...Díjole también la guaca (Pachacamac) que tenía 4 hijos, y que al uno le hiciese casa en el valle
de Mala ques ocho leguas de Pachacama, y al otro en Chincha ques veinte y cinco, y al otro en
Andahuaylas junto al Cusco, y que al otro cuarto hijo le quería dar al dicho Topa Inga para que
le guardase y le diese respuesta de lo que le preguntase. Y así hizo las dichas casas...” (Santillán
1968[1563]: 392-393)
De este fragmento se desprende que el gran conquistador Tupac Inca Yupanqui fue
quien construyó una gran edificación en Mala, en honor de uno de los hijos de esta
Guaca, que es considerada por los investigadores, un gran Santuario que irradió su
poder por todo los Andes aún después de la llegada de los inkas a la Costa Central.
Otro documento colonial importante lo constituye la Instrucción de Cristóbal
de Albornoz (Albornoz en Duviols 1984[1570-1584]: 214)quien nos refiere lo siguiente:
“Sulcavilca guaca prencipal de los indios lunaguanas de la parcialidad de Mala, era un cerro a
la orilla del mar. Dezían ser hermano de la guaca Pachacamac”.
Sulcavilca debe ser el antiguo nombre de la actual edificación inka encima del macizo
CARLOS CAMPOS
Cerro Azul
Es un asentamiento arqueológico bastante complejo, ubicado en el balneario de Cerro
Azul a 134 km. de la ciudad de Lima, provincia de Cañete, departamento de Lima, el
cual comprende los siguientes sectores:
Hacia la línea de playa, hay 2 peñascos adyacentes que encierran una costa
acantilada, el farallón septentrional se llama Cerro del Fraile y se extiende hacia la
bahía de Cerro Azul. El farallón meridional corresponde a Cerro Centinela, que hoy
sostiene un faro.
Los datos obtenidos por Marcus, Matos y Rostworowski (1983-1985) en Cerro Azul
refieren a los edificios y elementos inka ubicados en estos farallones (Estructuras 1 y 3),
al parecer el arqueólogo norteamericano Alfred Kroeber no investigó las estructuras
existentes en las cimas de estos.
Los edificios guardan una perfecta simetría y solidez arquitectónica de índole
y prestancia claramente inkaika, su construcción en el acantilado costero conlleva a
varios cuestionamientos entre los que destaca, el porqué de la presencia del sillar inca
en varias zonas de estos edificios, cabe señalar que este sillar de piedra aparenta un
revestimiento de las estructuras de adobe en varias secciones (Foto 8). ¿Es acaso
posible que la denominada Fortaleza de Guarco (Cieza 1986 [1553]; Rostworowski
1989; Marcus 1987) no haya sido tal sino más bien se constituya en un templo del sol en
el acantilado rocoso?, pregunta difícil de resolver puesto que lo que queda hoy del
hermoso edificio revestido de hermosas lozas cuadradas y perfectamente adheridas
una a la otra es muy poco, sin embargo nos aventuramos a proponer su función como
templo durante la ocupación inka, lo cual pretendemos sustentar líneas abajo.
A escasos metros de los farallones antes descritos, se halla un cerro aterrazado
en sus flancos llamado Cerro Camacho, lugar donde las quebradas que seccionan este
cerro, a decir de Kroeber (1937), contienen entierros de la Cultura Cañete Tardío;
(1100-1470d.C.) es decir entierros asignados al Intermedio Tardío, y en efecto esto es lo
que uno puede observar al recorrer las laderas del cerro.
Entre el Cerro Camacho y Cerro Centinela se encuentra una depresión
protegida no visible desde el mar, que contiene más de doce edificios monumentales
construidos a base de muros de tapia (Kroeber 1937:265). Estas estructuras fueron
edificadas por una cultura local conocida por los investigadores como Guarco
(Cultura Cañete Tardío).
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA
Pedro Cieza de León. La Crónica del Perú. Primera Parte. Capítulo LXXIII: [1553] 1986.
A través de estas líneas el cronista Cieza de León nos describe el gran trabajo
desarrollado por los incas en el acantilado de Cerro Azul, dejando entrever que esta
edificación fue hecha a base de piedras cuadradas que encajan perfectamente una con
otra, destacando que esta fortaleza era una casa real, comparada solo con los edificios
de la ciudad del Cuzco.
Por otro lado el Padre B. Cobo (1964 [1653]) nos señala que “los edificios de
Vilcas, de Huarco, de Limatambo y la gran fortaleza del Cuzco” fueron construidos según el
“modelo de los edificios que había visto el inca en Tiaguanaco”.
De esta cita se desprende que Cobo conoció numerosos asentamientos incas a lo largo
del Tawantinsuyu destacando entre las más llamativas las construcciones de Guarco
(Huarco).
Otro detalle adicional que nosotros podemos acotar es la singular forma
curvilínea del muro de piedras labradas construido en el acantilado de Cerro Azul
pocas veces visto a lo largo del Tawantinsuyu pero a semejanza del edificio más
venerado por lo inkas como lo fue el Coricancha (Fotos 6 y 7).
Cerro Azul representa un importante escenario arqueológico, en el cual aún subsisten
los mudos testigos de una epopeya prehispánica, donde los vencedores construyeron
un monumento a su victoria.
A continuación hemos elaborado un cuadro (Cuadro 1) con las principales
estructuras y elementos Inka que hemos podido identificar a lo largo de nuestras
exploraciones a los asentamientos descritos y que esperamos sean el inicio de una
discusión mayor.
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Discusión:
Los edificios inka referidos en este estudio guardan algunas características bastante
parecidas que servirán de sustento a nuestra hipótesis:
1) La ubicación próxima al mar de los edificios descritos, encima de un
acantilado rocoso.
2) La asociación de los edificios inka a las aldeas o poblados de la etnia o grupo
sometido y a sus cementerios.
3) Los cementerios se constituyen en un elemento primordial y de profunda
significación para el entendimiento de la cosmovisión andina, entendida aquí
como sacralización del paisaje.
4) La cercanía a los centros de extracción y explotación de recursos.
5) La orientación de los edificios dirigiendo su mirada al mar, y a la caída del Sol
(Este-Oeste).
6) El material constructivo empleado, característico de la arquitectura inka como
lo es el adobe rectangular, además del revestimiento del mismo pintado de
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA
Foto 5: Vista de la fachada Este del templo inka de El Salitre. Nótese las
hornacinas trapezoidales de doble jamba.
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Foto 6: Vista de muro curvo Foto 7: Detalle de la continuidad Foto 8: Detalle técnico constructivo, en la cima de
construido en el acantilado de del muro de piedras labradas Cerro Centinela.
Cerro Azul. nótese la adaptación a la topografía
del acantilado.
SACRALIZACIÓN DEL PAISAJE, CULTO SOLAR Y PODER EN LOS
ANDES: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUITECTURA INKA
En la Costa Sur-Central del Perú a fines del siglo XV e inicios del siglo XVI, los
señores del Cuzco lograron afianzar su dominio. Esta podría deberse a su hábil
manejo de las zonas extractivas y el adecuado manejo de la producción, distribución
y redistribución de los recursos.
Otra respuesta podría encontrarse en los móviles ideológicos, que
indudablemente son inseparables de lo político y lo económico. Los imperios como los
estados promueven, marcos ideológicos que sirven de emblema o estigma, y a la vez
buscan legitimar su poder. Ello es lo que hemos tratado de demostrar a lo largo de este
trabajo.
Tal parece que lo enunciado por Menzel; “que los Inkas aprovecharon la
centralización existente (…) construyendo sus centros administrativos en los centros
de autoridad nativa”. (Menzel 1959: 140) se cumplió en los asentamientos expuestos
aquí, como son el caso de Cerro Azul y Cerro Bandurria (probablemente este también
sea este el caso de El Salitre)
La política estatal desarrollada por los inkas en los sitios descritos en este
trabajo, se ve reflejada en establecimientos que tuvieron además de una función
económica y social, fue otra de mayor prestancia como la función religiosa. El nuevo
orden impuesto por el estado cuzqueño condujo a la creación de edificios en donde la
religión jugó un rol de vital importancia, con el afán de legitimar el poder de los
llamados “hijos del sol”.
Pretendemos señalar que la política expansiva inka se basaba en la edificación
de templos erigidos en los acantilados innovando y consolidando el poder político e
ideológico del santuario de Pachacamac, tomando el Punchao Cancha edificado en
éste como modelo, concibiendo el escenario geográfico que rodea a Pachacamac como
paisaje sacro y desarrollando esta misma política ideológica con los valles vecinos del
sur.
El avance y la expansión del Tawantinsuyu fue un proceso paulatino y
organizado en el cual se incorporan nuevos territorios según la voluntad y el orden
impuesto por el inka (o los inkas) por ser este “el hijo del sol”. En parte esto último
parece ser más una justificación ideológica de poder y dominio de los soberanos del
Cuzco en los Andes, cargada de sacralizalización y ritualización asolapada con una
obvia intención de obtener el beneficio de los pueblos anexados a través de bienes,
riquezas y por supuesto más fuerza de trabajo al servicio del estado imperial y el
mantenimiento de la etnia o grupo gobernante.
Un sistema político-social centralizado y hegemonizado por una dinastía que
ejerce el poder político y militar con justificaciones religiosas, como el imperio inka, no
sólo disponía de los especialistas religiosos capaces de justificar el origen divino de
esta genealogía, sino que seguramente contaba con los especialistas en los sistemas de
medición y control que los cambios estacionales producían en un medio ambiente
sumamente rico y variado, pero particularmente expuesto a los efectos destructivos de
los terremotos, huaycos y otros fenómenos atmosféricos, y meteorológicos (v. g.
Fenómeno de Niño) y sus secuelas para la vida de las poblaciones andinas. Es por estas
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razones de subsistencia en que se desarrollan los (re) ordenamientos del espacio o del
paisaje, así como los complejos sistemas de reciprocidad, generosidad y protección
del estado gobernante.(Pease 1988, 1999)
Los curacas o jefes de los pueblos anexados al imperio, no hicieron más que
pactar con los inkas una alianza en donde se vieran respetadas sus creencias y la de sus
antepasados, sin embargo tuvieron que sacralizar espacios nuevos y aceptar un nuevo
ordenador del mundo ( Inti , Punchao) en pos de una paz y armonía que les permita
seguir en el mando de sus señorios, estados o reynos, y gozar de los beneficios que les
otorgaba dicho poder (Rostworowski 1988).
Para terminar debemos señalar que la principal dificultad de las
investigaciones referidas al “panteón” inca proviene del carácter incompleto y muy
heterogéneo del material bibliográfico con el que contamos, con el que no se ha
logrado obtener una versión fidedigna y completa de la versión elitista del culto
imperial. (Ziólkowski 1996:25-26)
Los edificios inka de la costa acantilada se constituyen así, en testigos
presenciales de la germinación, construcción, crecimiento y el indefectible declive de
los mecanismos de dominación y apropiación ejercida por este formidable estado
imperial andino.
Agradecimientos:
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Resumen
El área geográfica entre los valles de Fortaleza y Cañete abarcaba un espacio en el cual los Incas
efectuaron diversas estrategias de dominación, desde la dominación pacífica hasta la
exterminación casi total de las poblaciones locales. La arquitectura y la cerámica fueron parte
importante de los símbolos del poder Inca en especial por la existencia del oráculo de
Pachacamac lo que instó a expresar los mejores ejemplos de su presencia en la costa.
Abstract
The geographic area between the valleys of Cañete and Fortaleza comprised an area in which the
Incas made various strategies of domination, from the peaceful rule to the almost total
extermination of local populations. The architecture and ceramics were important part of the
symbols of Incas. Specially the existence of the oracle of Pachacamac which prompted to express
the best examples of its presence on the coast.
Introducción
A mediados del siglo XV, las sociedades que se desarrollaban en la costa central
recibieron la llegada de un Estado Imperial procedente de la sierra que poco a poco
había ido conquistando extensos territorios tanto de la sierra como de la costa. Las
diversas sociedades existentes en este territorio eran de diversa jerarquía, desde
grandes navegantes y comerciantes en el sur, sacerdotes poderosos en Lurín ó
aguerridos pueblos en los valles de Chillón o Cañete. Pero todas poseían pequeños
territorios articulados probablemente a través de sistemas de parentesco subdivididos
en pequeños curacazgos.
A lo largo del imperio, los incas establecieron centros administrativos y una
compleja red de caminos que articulaban el territorio. Las élites locales de los pueblos
dominados recibían la fina cerámica inca y como parte del proceso de aculturación
iniciaban la adopción de los diseños de la cerámica y los tejidos inca incluyéndolos en
su cultura local. Así aparecen imitaciones de la cerámica inca dentro de las tradiciones
locales de diversas regiones: en Cajamarca apareció cerámica de forma y decoración
inca pero confeccionada en arcilla caolín, característica de la tradición local.
ROMMEL ÁNGELES
Las estrategias utilizadas por los incas fueron diversas y su anexión estuvo
destinada a establecer un control político, económico e ideológico de la región a través
de la captura del templo del dios más importante de la costa.
Para comprender las estrategias del dominio inca en la costa central es
importante conocer los antecedentes de la región y como se articulaban las sociedades
antes del imperio inca. Las sociedades tardías que ocupaban los valles de Fortaleza,
Pativilca, Supe, Huaura, Chancay, Chillón, Rímac, Lurín, Chilca, Mala, Asia y Cañete
no conformaban una unidad política grande, probablemente esto haya permitido su
rápido dominio.
Un área que jugó un importante rol durante el Horizonte Medio está constituido por
los valles de Fortaleza, Pativilca y Supe, sin embargo al finalizar dicho periodo, esta
zona tuvo una merma poblacional y habría estado ocupada por pequeñas sociedades
influenciadas ya sea por los Chimú ó los Chancay.
Varios cronistas señalan al valle de Fortaleza como el límite sur del Imperio
Chimú; María Rostworowski (1978) indica que el valle fue conquistado por los Chimú
y la edificación más emblemática del valle conocida como la fortaleza de Paramonga
constituía el límite sur de este imperio anterior al de los incas. Los trabajos de Ernesto
Tabío (1977) efectuados en la costa nor central constituyen los principales derroteros
para conocer datos de la región. No hay trabajos arqueológicos para este periodo y se
conoce solamente la existencia de colecciones de cerámica del valle que incluyen
materiales relacionado al estilo Casma Inciso y piezas Chimú, por lo que podría
esbozarse que existen dos estilos en la zona, el primero de ellos debe corresponder a las
sociedades locales que ocupan los valles del Santa hasta Fortaleza y que utilizan
cerámica Casma inciso entre los siglos X y XIV d.C. y una segunda etapa cuando esta
región es conquistada por los Chimú que debió de ocurrir entre los siglos XIV y XV
d.C. No puede esbozarse mucho sobre la arquitectura debido a la falta de estudios en
la región.
El valle de Pativilca es uno de los más amplios de la región y constituye
también una vía natural de penetración a la sierra de Ancash. Al igual que para el valle
de Fortaleza, no se tiene mucha información, la mayor parte de los sitios del valle
corresponden al periodo Precerámico Tardío y al Horizonte Medio. Para el periodo
Intermedio Tardío la información disponible es escasa, sin embargo existe abundante
cerámica de estilo Chimú procedente de cementerios del valle bajo y medio así como
algunas piezas de estilo Chancay, dentro de colecciones privadas existentes en
colegios de la zona (comunicación personal Jesús Holguín).
Para el valle de Supe hay estructuras a manera de plataformas alargadas con
rampa central que recuerdan a las estructuras propias del valle de Chancay. En la zona
de Alpacoto existen grandes estructuras de tapia donde destaca una gran pirámide. La
cerámica asociada recuerda a material Chancay pero con fuertes ingredientes locales.
Así mismo se conoce la presencia de cerámica Chimú en contexto funerario (Williams
y Merino 1979).
Las evidencias arqueológicas indican que a fines del periodo Horizonte
Medio e inicios del periodo Intermedio Tardío la cerámica es tricolor relacionado al
estilo Humaya de Huaura, esto es evidente en sitios como Alpacoto en el valle medio
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE
acceder a la toma de los canales y a las tierras para el cultivo de la coca. Sitios como
Cuyo o Quipullin en el valle medio superior indican las áreas de manejo Chancay y sus
contactos con las sociedades del valle alto. La gran variedad de vestimentas y tocados
representadas en sus vasijas indican las fuertes diferencias sociales pero es probable
que también representen las diferencias existentes entre cada uno de los curacazgos
que integraban esta cultura.
Para el valle de Huaura, el sitio mas destacado corresponde a Cerro Colorado
ubicado en la margen izquierda del valle bajo de Huaura. El sitio presenta una larga
secuencia que se inicia en el Horizonte Medio con presencia de cerámica Teatino y
Humaya. Existe una serie de cementerios, zonas habitacionales y áreas
administrativas. El sitio ocupa más de 200 hectáreas. Recientes estudios en la zona dan
cuenta de extensas áreas funerarias (Vallejo 2010). Cabe precisar que el estilo Humaya
fue definido por Rafael Larco para los fines del Horizonte Medio e inicios del
Intermedio Tardío (Larco: 1966).
Resulta interesante mencionar la fuerte tradición cultural de esta región ya
que durante el imperio inca no habría dejado de producir sus iconos culturales.
Si bien el dato etnohistórico recogido por María Rostworowski (1978) indicaría que la
sede principal de este curacazgo estaba en Huaura, probablemente por ser el área
agrícola mas importante y pudo albergar una mayor población.
La zona entre los valles de Chancay y Chillón fue materia de uso constante,
tanto para el tránsito como para el establecimiento de pequeños núcleos de ocupación
temporal y cementerios de las poblaciones que aprovecharon los recursos de lomas
casi permanentes existentes en el sector de Pasamayo.
La bahía de Ancón cuya historia se remonta al periodo Arcaico y Formativo
constituyó un puerto de gran importancia que se habría iniciado durante el Horizonte
Medio y desarrollado durante el periodo Intermedio Tardío. La gran cantidad de
tumbas de cámara con cerámica Chancay indica que se trataba de un lugar
privilegiado para el enterramiento, sin embargo existe poca arquitectura pública en el
lugar. De acuerdo a Dorothy Menzel (1977), existen evidencias que durante el
Horizonte Medio constituyó un puerto y existen evidencias de corrales de llama
probablemente para trasladar pescado al interior del valle y la sierra. Las excavaciones
realizadas en las necrópolis por Reiss y Stubel (1880) incluyen tumbas Chancay
formadas por cámaras cuadrangulares con dos a tres fardos funerarios con falsa
cabeza, probablemente siguiendo las tradiciones del Horizonte Medio. La margen
derecha del río Chillón presenta sitios con cerámica Chancay, en especial los sitios
ubicados en las bocas de las quebradas que se comunican con el valle de Chancay.
El patrón de asentamiento del valle del río Chillón ha sido estudiado por Jorge
Silva (1992) y por su lado María Rostworowski (1977) ha investigado las fuentes
etnohistóricas en las cuales se menciona al señorío de Colleq que antes de los incas,
dominaba el valle desde el litoral hasta la localidad de Quivi en el valle medio. Su
centro de poder se encontraba en el sector de Collique en cuya cima del cerro
fuertemente fortificado existen estructuras tardías.
Los estudios de Silva (op. Cit.) han establecido la existencia de asentamientos
nucleados situados en el valle bajo y medio con arquitectura de tapia ubicados entre
Chuquitanta, Macas, Zapán y Huarabí.
La cerámica y los textiles Colleq son poco conocidas y su arquitectura también. Pero
esta difiere de la existente en el valle del Rímac y de Chancay.
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE
primera de ellas correspondiente a fines del periodo Horizonte Medio e inicios del
Intermedio Tardío, la segunda correspondiente al Intermedio Tardío y la última
contemporánea a la ocupación inca. La cerámica más característica corresponde a
vasijas de contorno simple de color naranja alisado con pintura crema aplicada de
manera descuidada. Existen también los cántaros cara gollete que se popularizan
durante el periodo Inca.
El pequeño valle de Chilca al sur de Lurín era de gran importancia por su agricultura
en hoyas, su cerámica se relaciona al estilo Puerto Viejo descrito por Duccio Bonavía
(1959).
Antes de la llegada de los incas, el valle bajo de Mala era ocupado por el señorío de
Mala ó Mara y el valle medio por los Calango. Williams y Merino han realizado una
extensiva prospección del valle identificando una gran cantidad de sitios tardíos
(Williams y Merino: 1976). Por la extensión de los sitios, probablemente la sede
principal del señorío de Mala correspondería al sitio arqueológico denominado El
Salitre ubicado en la desembocadura del río Mala; en el valle medio existen varios
asentamientos que cualquiera de ellos podría ser la sede del curacazgo de Calango.
Los estudios efectuados por Henry Tantaleán y Omar Pinedo (2004) en el valle
indican que existían núcleos habitacionales especialmente en el valle medio. La
cerámica corresponde al estilo Puerto Viejo, pudiéndose indicar que su relación con la
costa central es bastante fuerte.
El valle de Cañete era dominado por los Huarco, importante curacazgo que dominaba
uno de los valles mas productivos de la costa. Una extensa red de canales de regadío,
permitía la explotación del amplio cono de deyección en donde se concentraban una
gran cantidad de sitios. El valle medio presentaba sitios más discretos. El control era al
parecer ejercido desde el sitio de Cerro Azul y a la llegada de los incas una mujer
curaca era la que dominaba el valle. Los estudios de Kroeber (1937), Julio C. Tello
(2009) y Joyce Marcus (1987), han aportado importante información sobre la
ocupación inca en el sitio así como información relevante sobre el periodo Intermedio
Tardío.
Podemos decir entonces que durante el periodo Intermedio Tardío, antes de la llegada
de los incas, la región de la costa central estaba integrada de la siguiente manera:
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE
Por ende, la influencia Chimú habría llegado hasta Pativilca y Supe habría sido una
zona franca con mayor presencia Chancay. Los valles de Huaura, Chancay y hasta la
zona de Ancón estuvieron bajo el dominio Chancay y el valle de Chillón habría sido
independiente con el Señorío ó Curacazgo de Colleq.
Los valles de Rímac y Lurín estuvieron bajo el dominio Ychma y los valles de Chilca,
Mala y Asia si bien habrían sido independientes, estaban vinculados culturalmente e
ideológicamente al señorío de Ychma. El valle de Cañete era independiente aunque
elementos culturales de este se distribuyen hasta el valle de Mala.
Arturo Ruiz (1981) y Walter Tosso (2000) han reportado la presencia Chancay y a su
vez parece poseer una larga historia de ocupación que se inicia durante el Horizonte
Medio. Efectivamente, la presencia de cerámica Teatino. Recientemente, Francisco
Vallejo ha reportado cerámica de los inicios del periodo Intermedio Tardío asociado a
tumbas descubiertas en este sitio las que se caracterizan por contener una gran
cantidad de vasijas tricolor y presentar al individuo en posición flexionada (Vallejo
2010).
Cerca de dicho cementerio, en el sector denominado Manzanares, se reportó
otro cementerio pero correspondiente al periodo inca. Se trataba de tumbas con los
individuos en posición extendida sobre una camilla, envueltos en tejidos de algodón.
Estos estaban acompañados de vasijas locales junto a aríbalos Inca Local (Martín
Córdova: 2004).
De acuerdo a María Rostworowski el curaca de Huaura era más importante
que el de Chancay y la probable sede de un representante del inca estaría por ende en
el valle de Huaura. Por lo que la presencia del cementerio precitado es un importante
indicio para el estudio de las poblaciones contemporáneas a la presencia inca.
La presencia de una estructura de planta inca en el sitio de Pisquillo Chico en
el valle de Chancay, indica que este importante centro estuvo controlado por los incas.
La estrategia bélica utilizada por los incas para el dominio de los Colleq indica que
probablemente se recurrió a poblaciones foráneas para poblar estas tierras y
convertirlas en un modelo de territorio manejado desde cada asentamiento local con
una fuerte presencia de arquitectura imperial construida con mano de obra costeña y
en materiales costeños como la tapia y el adobe.
Para el valle del Chillón, María Rostworowski (1977) ha relatado la dura
contienda sostenida entre los Colleq y los Incas para dominar este pequeño curacazgo
que derivó en el exterminio casi total de su población. Sin embargo, la riqueza agrícola
del valle habría conducido a establecer formas que permitan explotar sus recursos. A
nivel arqueológico las evidencias tangibles del dominio inca en la zona se observan en
diversos lugares. Por un lado es evidente una fuerte implementación del control inca
en cada asentamiento importante. Cerro Respiro y Oquendo en el valle bajo presentan
importantes edificaciones del periodo Inca reflejada en el uso de la cancha. En el cerro
Collique, la otrora capital Colleq un pequeño edificio inca se ubica en la parte superior
del sitio, el cual pudo servir como residencia o control del lugar.
Tambo Inga, un planificado centro administrativo o tambo inca construido en
tapia y adobes, es el mejor ejemplo arquitectónico de un edificio en forma de puma
(Agurto: 1981), es decir una probable representación de un nuevo Cuzco en un
pequeño territorio dominado y hostil.
El valle del Rímac constituye un modelo distinto de control. Podemos indicar
que los incas establecen centros de control en cada uno de los curacazgos que
conformaban el señorío de Ychma.
En cada sector del valle bajo y medio, existen edificaciones del periodo Inca,
por ejemplo en Pedreros, un asentamiento ubicado en el valle medio del río Rímac, el
extenso asentamiento incluye estructuras planificadas asociadas a una plaza, propia
de la tradición inca. En el mismo valle medio una serie de sitios tardíos, tales como San
Juan de Pariachi, Huaycán de Pariachi, Huanchihuaylas, Monterrey, Puruchuco y La
Puruchuca, incluyen palacios construidos en el periodo inca y el hallazgo de diversos
artefactos inca local indican que sus ocupantes estaban ligados de alguna manera al
ROMMEL ÁNGELES
FORTALEZA
PATIVILCA
SUPE
HUAURA
OC
EAN
CHANCAY
O
PA
CHILLON
C
IF
RIMAC
IC
LURIN
O
CHILCA
MALA
ASIA
CAÑETE
50 KM
Colleq Calango
Guarco
Figura 1: Mapa de la costa central con los curacazgos antes de los incas.
1
FORTALEZA
PATIVILCA
2
SUPE
HUAURA 3
OC
EA
NO
CHANCAY
5
PA
4
CHILLON
C
6 7
IF
RIMAC 8
IC
9
LURIN
O
10
CHILCA 12
MALA 11
13
ASIA 14
16
15
CAÑETE
50 KM
Flores y Tijerales. En el valle del Rímac el número de pirámides con rampa es menor,
estas han sido reportadas en Huaquerones (valle medio), La Palma en San Miguel y
Armatambo en Chorrillos (valle bajo).
El curacazgo de los ychsma estaba integrado por los Lati, Guatcas, Malanca y
Sulco en el valle del Rímac y los “Ychimay”, Manchay y Caringas en el valle de Lurín.
El prestigio religioso del señorío de ychsma era enorme pues era uno de los centros
religiosos de mayor renombre del ámbito andino ya que albergaba al dios de la noche
y de los temblores, además de ser un oráculo consultado por peregrinos procedentes
de lejanas tierras.
De acuerdo a Rostworowski, en el caso del pequeño curacazgo de Lima, parte
integrante del señorío de Ychma, existían dos curacas, uno se llamaba Taulichusco y
pertenecía a la categoría de yana o sea de servidor de Mama Vilo, esposa secundaria de
Huayna Cápac; el segundo jefe, Caxapaxa, radicaba en el Cusco y era yana de Huayna
Cápac. Los incas gustaban de tener en la capital a uno de los jefes duales para controlar
a los señores en caso de rebelión.
Es durante el imperio inca cuando se construye una gran muralla que encierra
la zona sagrada conformada por el templo del Sol, el templo de Pachacamac hoy
conocido como Templo Pintado, un antiguo edificio de adobitos (hoy llamado Templo
Viejo) y un edificio cuadrangular; estos edificios son considerados como los templos
más importantes del Santuario.
Frente a estos templos construyeron una extensa plaza con una serie de
recintos laterales y un área para ceremonias de libación conocido como “ushnu” frente
a un pequeño edificio con un baño ritual de piedra en fina cantería inca. Esta plaza se
denomina la “plaza de los peregrinos” y se distinguen dos filas de pequeñas
columnas. Según Max Uhle (1903), servía para concentrar a los miles de peregrinos
que acudían al oráculo. Las excavaciones arqueológicas efectuadas en el lugar
hallaron una serie de ofrendas pertenecientes a peregrinos locales.
Al sur se distingue el Acllawasi, edificio compuesto de tres secciones con
galerías, plazas y baños. Destaca la presencia de fina cantería de piedra estilo Cusco,
que lo distingue como uno de los edificios más importantes de la costa. En sus
inmediaciones se encuentra un complejo sistema de canales revestidos de piedra que
se conectan a cisternas o baños de piedra tallada; estos canales parecen dirigirse a la
laguna de Urpiwachaq. Finalmente, un largo y bien elaborado muro de piedras
delimita el sitio de las chacras de cultivo desde el pie del templo del Sol, hasta la laguna
de Urpiwachaq. El sitio fue excavado y restaurado por Julio C. Tello (Tello: 2008, 2009)
Hacia el Este se ubica el sector administrativo inca, que incluye:
El Palacio de Taurichumpi (residencia del curaca local a la llegada de los españoles)
construido de adobe al parecer sobre una antigua pirámide con rampa (comunicación
personal Peter Eeckhout).
La casa del quipu, pequeña estructura donde en 1976 se reportó el hallazgo de una
ofrenda conteniendo más de 30 quipus Inca (Bueno: 1990).
El Edificio 47, ubicado en la falda del cerro Gallinazo, estructura que podría
corresponder a un palacio; este consta de una estructura de grandes adobes inca con
una portada de doble jamba;
El edificio Cavillaca, estructura alargada con un muro curvo, que incluiría una
remodelación colonial temprana y una serie de pequeñas estructuras de piedra
dispuestas en terrazas asociadas a densos basurales de este periodo.
ROMMEL ÁNGELES
Figura 4: Cerámica inca del valle de Huaura, sitio Cerro Colorado, sector
Manzanares, cortesía Martín Córdova.
ATAVILLOS
CANTA
Yeso
Socos
Guaravi
Macas
Quivi vieja
Huancayo Alto
Zapan
Huanchipuquio
Ancon
CARAGUALLO
COLLEQS 5
Tambo Inga 10 km
Collique
Figura 5: Uncu inca procedente del valle de Chancay. Figura 6: Sitios inca en el valle de Chillón
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE
pequeño río casi no trae agua, la napa freática es alta y permite un sistema de cultivo
denominado “hoyadas” que permitía el cultivo de maíz y frutos.
El valle de Mala tuvo una importancia especial para los Ychma quienes piden
a los incas que se establezca un adoratorio a Pachacamac en ese valle, en cambio los
incas acceden pero construyen en la cima de un promontorio frente al mar, una
edificación de adobe con hornacinas de planta trapezoidal, probablemente un templo
dedicado al sol, cuya función ya fue planteada por Strong, Willey y Corbett (1943). Al
pie, se desarrollaba un importante asentamiento. Efectivamente en el sitio
denominado El Salitre, existe una elaborada edificación inca que podría corresponder
al templo del sol. El sitio en su conjunto ha sido descrito con detalle por Omar Pinedo
(2010) definiendo su cronología.
En el valle medio, el sitio de La Vuelta presenta fina arquitectura de influencia
inca (Tantalean y Pinedo 2004). Las tumbas situadas en cámaras de piedra asociadas al
lugar corresponden al periodo inca pero incluyen finos ejemplares de tejidos inca y
cerámica que imita los estilos cusqueños, es decir, que las sociedades locales fueron
rápidamente influenciadas por los estilos cusqueños. Destaca igualmente el sitio de
Ollería en el valle bajo de Mala.
El valle de Asia u Omas es de pequeñas proporciones, el curacazgo de Coayllo
se limitó a unirse a los incas siendo una conquista pacífica la de su territorio. La
presencia de gente de Coayllo en el valle de Cañete, implica que también fueron
aliados de los incas y que aprovecharon esas condiciones para obtener ventajas del
imperio.
El valle fue ocupado por los incas construyéndose un importante centro
administrativo hoy conocido como Uquira (Baca 2004). El sitio presenta planificación
inca y el uso de detalles arquitectónicos como escalonamientos en los muros que
recuerdan a Tambo Colorado. Estos son rasgos que no se conocen en la arquitectura de
la sierra pero son frecuentes en los principales sitios costeros. La presencia de
hornacinas cuadrangulares fue de uso frecuente en Uquira, pero estos son comunes
también en otros sitios del valle como Sequilao y a su vez en sitios del valle de Cañete e
inclusive del valle del Rímac como Huaca Cruz Blanca (Espinoza 2010).
Los incas re ocupan y amplían los sitios locales, la presencia de grandes
cántaros incrustados en las plazas y recintos del valle medio, destinados a depósitos
parecen ser impuestos durante el periodo inca. Este tipo de sistema también es
advertido en Pachacamac.
Del valle de Asia también procede un quipu de algodón que indicaría el
dominio inca de la zona.
En el caso de Cañete, la incursión se realizó por la sierra bajando por el cauce del río
Cañete obteniendo con facilidad la rendición del pequeño señorío de Lunahuana. Este
tipo de triunfos pacíficos al parecer permitía a los incas establecer centros
administrativos y de control así como palacios para las elites locales, efectivamente el
área ocupada por el señorío de Lunahuaná posee importantes sitios administrativos
como Incahuasi, un excelente camino de penetración de la sierra hacia la costa, una
serie de tambos y palacios de gran importancia como el de Cruz Blanca en la actual
localidad de Zúñiga y los de Caltopa en Pacarán.
Incahuasi, es uno de los conjuntos arquitectónicos más destacados de la costa,
si bien su estructura ha sido resuelta en barro, piedra y adobe, su planeamiento
responde de acuerdo a John Hyslop (1985), al más tradicional estilo inca, siendo
ROMMEL ÁNGELES
Figura 7: Cerámica inca de Aznapuquio, Figura 8: Palacio de Puruchuco en el Figura 9: Uncu de plumas estilo inca
valle del Chillón. curacazgo de Lati, valle medio del Rímac procedente de Armatambo. Colección
MAAUNMSM
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
ROMMEL ÁNGELES
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Figura 10: Foto aérea de Pachacamac indicando las edificaciones inca (Foto
SAN)
del gran valor que los incas dieron a las poblaciones del valle del Rímac.
En cuanto a la cerámica, existen cambios interesantes y además la dispersión
de un mayor número de estilos regionales. Por ejemplo la aparición y dispersión del
estilo Chimú Inca como un elemento principal de este periodo. Las botellas de doble
cuerpo y asa cintada en cuya cúspide presenta diversas escenas o personajes, es un
estilo muy frecuente entre el valle del Rímac y la región de Ica. Su presencia se da
inclusive en las tumbas registradas en la isla San Lorenzo (Hudwalker: 2010).
Por ejemplo en los valles de Asia, Mala y Chilca, el número de fragmentos de cerámica
inca o inca local es escaso, prevaleciendo los estilos locales.
La presencia de cerámica inca es muy alta en Pachacamac es alto y aparecen
piezas importadas del Cusco y otras provenientes de las capitales provinciales.
Los trabajos de Max Uhle (1903) en el templo del Sol de Pachacamac trajeron consigo el
descubrimiento de tumbas de mujeres sacrificadas en una de las plataformas del
referido edificio. Estas estaban acompañadas de finas vasijas y tejidos provenientes de
la sierra, por lo que es probable que se trataran de acllas enterradas de manera ritual en
un edificio religioso.
Dos contextos incas locales resultan destacados, el caso de las momias
descubiertas en Puruchuco Huaquerones (valle del Rímac) en el cual se trata de
grandes paquetes funerarios compuestos por una serie de capas de telas y de algodón
acompañados por aríbalos y ollas, enterrados en parejas en algunos casos y el caso de
Manzanares en las inmediaciones de Cerro Colorado en el valle de Huaura donde los
individuos se encuentran extendidos envueltos en telas y acompañados de aríbalos de
factura local. En ambos casos los individuos son acompañados de elementos locales y
de influencia inca.
Un ejemplo del ejercicio del poder y el boato durante el Imperio Inca es
plausible de observarlo en otros valles como el de Asia, donde en el sector de
Sarapampa, se ha hallado una bolsa de lana de estilo inca conteniendo un tocado de
plumas de 23 cms de altura y 39 cms de largo compuesto por plumas enrolladas a un
soporte rígido, las plumas son de color amarillo, celeste, marrón y naranja. La bolsa
corresponde a la tradición inca y llevaba un pequeño calero atado al borde. El asa de la
bolsa presenta tocapus inca. El hallazgo en la parte superior del templo Viejo de
Pachacamac, de una manta inca de color amarillo y rojo con tocapus envolviendo
plumas de guacamayo, constituye otra ofrenda inca probablemente de respeto a los
dioses costeros. Otro ejemplo interesante esta constituido por una pequeña bolsa
cuadrangular de 12 x 10 cm confeccionada en técnica tapiz entrelazado, procedente de
La Vuelta, en el valle medio de Mala. La fina pieza es de color rojo con el diseño de una
cruz escalonada en variantes de color amarillo y ocre. La pieza tiene 12 urdimbres de
algodón por cm2 y 58 tramas por cm2 lo que indica la alta calidad técnica de la pieza.
Esto indica que las elites locales que vivían en edificios administrativos del valle, no
solamente edificaban estructuras con influencia inca sino que accedían a bienes
suntuarios de alta calidad provenientes probablemente de las capitales provinciales o
del mismo Cusco.
A manera de síntesis
La conquista inca de la costa central significó el dominio religioso del dios sol frente al
antiguo y poderoso dios Ychma. La arquitectura inca más destacada esta destinada a
CENTRAL: DE PARAMONGA A CAÑETE
Figura 13: Tapiz estilo inca Figura 14: Uquira, centro administrativo Figura 15: Tocado de plumas del periodo
procedente de La Vuelta, sitio inca en el valle medio de Asia. inca, procedente del valle de Asia,
administrativo inca en el valle colección MMHM.
ALGUNOS ASPECTOS DE LA OCUPACIÓN INCA EN LA COSTA
promover el culto al dios sol. Los principales edificios públicos son dedicados al sol,
por ello se trataría de una conquista principalmente religiosa. La presencia inca en
Pachacamac intensificó y difundió al Santuario y probablemente convirtió a la costa
central en una zona de enorme importancia visitado por peregrinos.
Hemos tratado de recorrer de manera sintética las principales evidencias de la
presencia inca en la costa central. Es evidente que esto nos invita a formularnos
muchas nuevas interrogantes y derroteros pero es importante ver el panorama
completo para ir hacia los detalles particulares de cada sitio sabiendo que ellos nos
aportarán información necesaria para seguir estudiando el fenómeno inca en la costa.
Agradecimientos
Deseamos agradecer a los editores por permitirnos presentar este ensayo, del mismo
modo a Martín Córdova por brindarnos información sobre Manzanares y El Sauce. A
Carlos Del Águila por permitirnos revisar brevemente la colección de Armatambo del
Museo de Arqueología y Antropología de la universidad Nacional Mayor de San
Marcos. A Oliver Huaman por su generosa invitación así como a los editores en su
conjunto. Finalmente, sirva este pequeño escrito como un reconocimiento a la labor de
investigación arqueológica y de salvaguarda del patrimonio arqueológico de Lima
efectuada por Josefina Ramos de Cox, Mercedes Cárdenas e Inés Del Aguila.
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Inka Llaqta / 2010
Resumen
Como parte de la administración estatal Inka se edificaron una serie de asentamientos a lo largo
de los Inka Ñan, uno de estos es el Tampu Real de Inkahuasi, ubicado en la ruta de penetración
que recorre el valle del río Pisco, el mismo que cumplió un importante papel en el control político
administrativo de la región. A lo largo del artículo el autor realiza un análisis de los conjuntos
arquitectónicos que comprenden el sitio arqueológico, definiendo áreas de actividad y
estableciendo el funcionamiento de cada uno de ellos, siendo un aspecto destacado el uso de
mampostería fina en algunas de las estructuras arqueológicas lo cual indicaría su jerarquía
dentro del asentamiento.
Abstract
Since part of the state Inka administration a series of settlements were built along the Inka Ñan,
one of these is Inkahuasi's Tampu Real, located in the route of penetration that crosses the valley
of the Pisco river, the same one that fulfilled an important paper in the political administrative
control of the region. Along the article the author realizes an analysis of the architectural sets
that understand the archaeological site, defining areas of activity and establishing the
functioning of each one of them, being an aspect emphasized the use of masonry dies in some of
the archaeological structures which would indicate his hierarchy inside the settlement.
Introducción
Ubicación Geográfica
El sitio arqueológico de Inkahuasi se encuentra ubicado en las nacientes del rio Pisco,
específicamente en la margen izquierda del Río Vizcacha (Sanquiniyoc) por sobre los
3,785 m.s.n.m. a la altura del Km 136+500 de la carretera Los Libertadores Wari (Fig. 1)
Está conformado por una serie de construcciones de la época del Tawantinsuyu las
mismas que al parecer se edificaron de forma paralela al Templo del Sol de Huaytara
ubicado donde es hoy en día la Iglesia de San Juan Bautista de Huaytara
El emplazamiento de las diferentes unidades arquitectónicas se da en una
terraza aluvial con una ligera pendiente ubicada en la margen izquierda del rio
Vizcacha a pocos metros del lecho del río, el mismo que los últimos años ha ido
socavando las bases de las estructuras arqueológicas colindantes.
Este valle es la ruta natural de penetración hacia Huaytara y desde aquí se
sigue hacia las partes altas de Huancavelica y Ayacucho uniéndose mediante el
sistema vial con el camino principal de la sierra o Qhapaq Ñan que a su vez articulaba
Cusco y Quito.
Descripción Arquitectónica
Investigadores como John Hyslop (1984: 105) y Alberto Bueno (1999, 2003) han
realizado sectorizaciones del sitio arqueológico describiendo la evidencia
arquitectónica en superficie, nuestro trabajo contempló el mapeo y levantamiento
sistemático de la totalidad de estructuras arqueológicas con un equipo de Estación
Total, lo cual nos permitió una mejor visión de la distribución espacial al interior del
sitio arqueológico (Figs. 2 y 3)
De esta forma identificamos la existencia de los siguientes sectores definidos
en base a la distribución espacial de estructuras.
que los muros están construidos de piedra canteada sin labrar y de aparejo rústico, sin
embargo el único acceso si presenta un trabajo más fino utilizándose bloques
paralelepípedos definiendo una doble jamba trapezoidal. (Fig. 4)
Cuatro de los cinco recintos son simétricos y están ubicados a ambos lados del
acceso mientras que el último ocupa la sección Sureste siendo este recinto el más largo
(31.20 x 6.30 m) dentro del cual aun se observan en la parte posterior una secuencia de
hasta 25 nichos ligeramente trapezoidales muchos de los cuales han colapsado por el
paso del tiempo. El sector se encuentra parcialmente destruido por el continuo colapso
de los muros, siendo difícil el establecer los accesos en los recintos (Fig. 5)
Por su distribución rodeando un patio y el área que ocupan, los tres recintos
pueden definirse como Kallankas, sin embargo en la actualidad es imposible definir
los accesos de los mismos debido a que la estructura se encuentra en cimientos, siendo
la ausencia del colapso de los muros un indicador de que esta fue destruida y nivelada
o simplemente no se terminó su construcción.
Aunque es difícil establecer la función de este sector, pensamos que
posiblemente aquí se encontraban los encargados de la administración del Tampu,
dada la colindancia con el sector principal o de la residencia de elite. Otro aspecto es el
referido al área que ocupan las estructuras tipo Kallanka son las de mayor tamaño en el
sitio arqueológico lo cual las hace ideales para la ejecución de ceremonias y
actividades religiosas controladas por los funcionarios Inka.
Fig. 6. Detalle de las dos estructuras principales del Sector 2 techadas años atras
para evitar el deterioro en su interior.
Fig. 9. Vista del interior de una de las estructuras principales, notesé el alero que
soportara un piso aligerado, posiblemente para el almacenaje de algunos
productos.
EBERTH SERRUDO
Fig. 10. Algunas de las pocas clavas de piedra que aun quedan in situ en el sitio
de Inkahuasi
Fig. 11. Frontis y acceso al Sector III comunmente denominado como Acllahuasi
por la poblacion local.
Fig. 12. Vista en detalle del vano trapezoidal de acceso al Sector III
EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA
Fig. 13. Al centro una de las dos estructuras parcialmente conservadas, al fondo
se observan las colcas del asentamiento.
Fig. 14. Area Central del Sector IV y su emplazamiento en armonia con el paisaje
colindante.
Fig. 17. Roca labrada ubicada junto al acceso Noreste del Sector IV
EL TAMPU REAL DE INKAHUASI Y LA OCUPACIÓN INKA EN
HUAYTARA
Huánuco Pampa y la región del Cusco que presentan hasta 4.50 m de altura.
(Huaycochea 1994: 179)
Hacia el Noreste de los almacenes se ubican los restos de una estructura de
piedras de planta semicircular de un diámetro aproximado de 5.00 m con un acceso de
0.60 m de un ancho orientado al Sureste. Aunque se encuentra muy destruido y
parcialmente cubierto por la vegetación, pensamos que puede tratarse de un recinto
que cumplió la función de controlar el ingreso y salida de los productos que estaban
depositados en las qolqas.
En las cercanías no se halló un acceso formal desde el núcleo del asentamiento
hacia los almacenes, sin embargo hacia el Oeste, en la parte baja del afloramiento
rocoso, se logra observar un tramo de camino prehispánico que ingresa hacia la
quebrada por la margen derecha en la ruta hacia la ciudad de Huaytara ubicado 14 km
río abajo, lugar donde se encontraba el asentamiento Inka del mismo nombre.
como “tronos del Inka” – como también es el caso de Inkahuasi- no es sino una
característica de la arquitectura compacta y que según las investigaciones estas
concavidades tenían como una de sus funciones principales la de indicadores
astronómicos que mediante la interpretación del juego de sombras y la proyección de
los rayos solares podían establecer fechas especiales como solsticios y/o equinoccios
(Zecenarro 2004:94)
Fig. 21. Tramo de Camino Prehispanico que une Inkahuasi con Huaytara.
prehispánico y distante unos 3.5 km de Inkahuasi, se encuentra este sitio que consta 3
estructuras alargadas tipo Kallanka, dispuestas en forma de T construidas con piedras
de campo canteadas unidas con argamasa de barro. Su emplazamiento se da en una
media ladera baja del Cerro Incahuasi al lado de la traza del camino prehispánico,
cercano a un puquio razón por la cual ha sido reutilizado en tiempos modernos como
corrales para ganado. Cabe mencionar que entre Inkahuasi y Mollepallana se
identificaron hasta 3 agrupamientos de pequeñas estructuras las mismas que podrían
tratarse de Postas de Chaskis o Chaskihuasi.
Comentarios finales
Reconocimientos
Nuestro trabajo no hubiese sido posible sin la participación de gente que se identificó
con nuestros objetivos, desde aquí quisiera agradecer a los topógrafos que realizaron
el levantamiento Sres. Luis Camacho, Luis Vásquez y sus asistentes, a los arqueólogos
Oliver Huaman, Carlos Campos, Juan Paredes por sus comentarios y observaciones, a
Erika Cabello por la asistencia en la corrección del texto y por su paciencia para con
nosotros, a Noemí Serrudo e Ivan Ghezzi quienes nos apoyaron en la elaboración de
los gráficos y planos, por último agradecer de sobremanera a Don Hipolito
Huamantupa quien fuera el guardián y protector del sitio arqueológico fallecido años
atrás en un penoso accidente quien nos apoyo durante los sucesivos reconocimientos
en Inkahuasi. A todos ellos nuestro más sincero agradecimiento.
Notas
1 De este solo quedan los restos las andenerías, algunas Qolqas o depósitos circulares
ubicadas en la ladera del cerro Jollcca (Qolqa)
2 En la actualidad dos se encuentran en buen estado y uno tercero ha colapsado.
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Inka Llaqta / 2010
Resumen
El desarrollo tecnológico propio de nuestros tiempos, proporciona cada vez más, nuevas
herramientas y la posibilidad de utilización de técnicas instrumentales en arqueología. Así, la
Arqueometría en tanto uso de cualquier técnica de análisis aplicada a un objeto o contexto
arqueológico se ha enriquecido mucho y requiere de trabajo interdisciplinario para llegar a su
fin, funcionando como un puente entre las ciencias exactas y las sociales. Si bien estas técnicas
no fueron diseñadas expresamente para la arqueología, son adaptadas a ella, con resultados por
demás satisfactorios, ya que proporcionan mayor certidumbre y sólido sustento a las hipótesis
preliminares de campo y laboratorio y permiten interpretar de una manera menos subjetiva los
materiales y los contextos arqueológicos, al ser contrastados y apoyados con información
independiente. En ese sentido, el presente trabajo muestra someramente algunas de las técnicas
empleadas en el Proyecto Incallajta, y da cuenta del trabajo interdisciplinario no únicamente
con las ciencias duras, sino también entre científicos sociales.
Abstract
The technological development of our time, provides increasingly, new tools and the possibility
of using instrumental techniques in archeology. Thus, Archaeometry which means using any
analysis technique applied to an object or archaeological context has grown continuously and
requires interdisciplinary work to come to an end, serving as a bridge between the social
sciences. While these techniques were not designed specifically for archeology, are adapted to it,
with satisfactory results, because they provide greater certainty and solid support to the
preliminary laboratory and field hypothesis and allow us to interpret with minor subjectivity
from and archaeological point of view Therefore, they might be confirmed and supported by
independent information. In that sense, this paper shows briefly some of the techniques used in
the Project Incallajta, and reports of interdisciplinary work not only with the hard sciences, but
also among social scientists.
Introducción
Antecedentes
escalonado, de hasta cinco metros de altura, que circunda el sitio y tiene un acceso
principal y dos internos; este muro recuerda a Ollantaytambo y a Sacsahuaman en
Perú.
Las prospecciones arqueológicas sistemáticas realizadas por el Proyecto el
año 2000, han contribuido a contar con las características de la ocupación inca en la
zona. Por otra parte, las excavaciones realizadas en el Monumento los años 2001(1),
2003, 2005 y 2006, han revelado las diversas funciones del sitio; la Kallanka, ha
revelado funciones públicas; el Ushnu (que ahora sabemos está rodeado de una
plataforma de media cruz andina) y el acceso principal en el muro zig-zag, han
evidenciado funciones rituales; las estructuras 36 y 39, eran dedicadas para uso
doméstico; la estructura 24, la única de dos pisos, muestra una arquitectura de élite y
también dos pisos de ocupación; por otra parte, el interior del muro escalonado y su
propia concepción arquitectónica, dan cuenta de funciones militares/defensivas.
Finalmente, las excavaciones en la estructura 52D y WPLSE, dan cuenta de un ámbito
doméstico de mayor jerarquía.
Lo importante es haber llegado a la conclusión de Incallajta como un sitio que
cumplió diversas funciones y que no se trata simplemente de una “fortaleza” como se
la tenía considerada antes de la realización de las investigaciones.
Asimismo, a nivel de la perspectiva regional que nos interesa, el año 2005 se han
realizado excavaciones en los sitios incas de Incarracaycito, Molle Pujru, Tumuyo y
Colquehuayrachina.
Los contextos de excavaciones en todos estos sitios e Incallajta, son similares y,
dado que no presentan pisos formales de ocupación, ni muchos rasgos (o no muy
claros) en los contextos, además de una baja densidad de material, o casi ninguna de
estas características en el caso los silos, nos vimos en la necesidad de apoyar nuestras
hipótesis de campo y laboratorio con información independiente
En ese sentido, de manera muy esquemática se da cuenta de las variadas técnicas
arqueométricas utilizadas como apoyo para el análisis e interpretación de los
contextos y materiales arqueológicos, obtenidos desde el año 2000 en el Proyecto
Incallajta y que han sido aplicadas a todos los sitios, con resultados precisos o, que de
cualquier manera nos orientan para la toma de decisiones, como se verá en cada
técnica.
Fechados Radiocarbónicos
Una de las técnicas empleadas por prácticamente todos los proyectos arqueológicos,
constituye el fechamiento por 14C. En nuestro caso los fechados han sido efectuados
en dos laboratorios de EEUU: Beta Analytic Inc. y Geochron Laboratories, y el
Laboratorio de Radiocarbono de la UNAM-México.
Sin entrar en detalles de la técnica que es por todos conocida, aquí nos interesa
remarcar uno de los resultados relevantes obtenidos. El fechado más antiguo para
Incallajta es de 680 + 60 BP, y corresponde a la muestra 79, procedente de la base de la
Columna de la Kallanka. Por otra parte, en el caso de Incallajta y los valles de Pocona
en general -al menos en lo que hasta ahora se tiene como fechados para la ocupación
inca-, el resto de los fechados obtenidos también concuerdan con los datos de las
fuentes etnohistóricas (1470 d.C.). Este resultado se remarca aquí, dada la tendencia
observada en los últimos años, a recorrer hacia atrás las fechas de lo inca, cuestión que
MARÍA DE LOS ÁNGELES MUÑOZ
Desde el año 2003, se han llevado a cabo los trabajos de análisis cerámico en los
laboratorios del INIAM. A nivel más fino, se ha realizado la determinación
mineralógica por Difracción de Rayos X, así como de elementos por Fluorescencia de
Rayos X, de un total de 20 cortes delgados de cerámica, en el Instituto de
Investigaciones Geológicas y del Medio Ambiente (IGEMA) de la Universidad Mayor
de San Andrés, por el Ing. Hugo Alarcón.
Los resultados de Difracción de Rayos X de las muestras, han identificado la
presencia de los minerales mayoritarios, siendo los mas frecuentes: cuarzos,
feldespatos, sericita (illitas y micas). Los resultados de la Fluorescencia de Rayos X de
las muestras, y los respectivos espectros dan cuenta de los elementos mayoritarios,
minoritarios y de los elementos traza, cuya apreciación es relativa, ya que la precisión
solo es posible con análisis químicos cuantitativos. En Bolivia se dio prácticamente la
determinación petrográfica, pero dado que la cerámica no constituye un elemento de
la naturaleza, no debe ser considerada únicamente en términos petrográficos, sino
como un núcleo o matriz intencionalmente separada (que no necesariamente
coinciden en composición), por ejemplo del recubrimiento o engobe. Así, con los
resultados de estas dos técnicas, conjuntamente con los Ingenieros Alfredo Victoria y
Mayumi Cabrera del Laboratorio de Petrografía de la División de Ingeniería en
Ciencias de la Tierra, de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, México, se realizó la
caracterización mineralógica de las mismas muestras, confirmándose que no existe
mayor diferenciación mineralógica entre las muestras de la época inca, e incluso entre
diferentes periodos (Cuadro 1) y que la información obtenida sirve más bien para que
más adelante se puedan determinar las procedencias. Tampoco se observó una clara
diferencia en la composición matriz-engobe.
Al iniciar el trabajo de laboratorio, se partió de la hipótesis inicial de que casi
no existía diferenciación en la composición de las pastas procedentes de los sitios
arqueológicos de Pocona, esta fue una de las razones de los análisis realizados;
hipótesis que ha sido confirmada en ambos laboratorios y que apoya sólidamente la
decisión de descartar el atributo de “pasta” como importante para el tratamiento de la
cerámica del Proyecto.
Exploraciones Geofísicas
anomalías geofísicas para detectar posibles sectores para excavaciones futuras, en fin,
para valorar e inventariar nuevas evidencias arqueológicas.
Las prospecciones se realizaron principalmente en la Kallanka, en la plaza principal,
en el sector de pequeñas kallankas y en otras estructuras en el sector central (Figura 2).
Los planos y perfiles obtenidos a una profundidad entre los 0 a 40 cm., revelan
la presencia de múltiples anomalías, identificándose éstas como cuerpos muy
diferentes en densidad con relación a los parámetros de comportamiento del suelo,
mostrando continuidad a mayor profundidad, en tanto que otras son recién visibles al
incrementar la profundidad de penetración.
Lo que llama especialmente la atención son las anomalías ubicadas en la parte
central del Grid 2 de la plaza principal (Figura 3), que aparecen casi desde superficie y
continúan penetrando en el subsuelo hasta una profundidad de 2.50 m. Por su parte, la
principal referencia de la anomalía de la Kallanka evidencia un comportamiento
anómalo con cierto alineamiento preferente de Oeste a Este, lo hace presumir la
existencia de una estructura de características diferentes al medio.
El barrido geofísico se realizó en aproximadamente 900 m2, habiéndose
logrado la localización de puntos anómalos y señalados de posible interés
arqueológico para futuros trabajos. Es importante destacar que dichas evidencias
geofísicas se encuentran a diversas profundidades, pero la mayoría dentro el rango
conocido como estrato cultural. Los resultados obtenidos fueron considerados para
argumentar ante UNESCO, que en Incallajta posiblemente no solo existe la
arquitectura visible en pie, sino que cabe la posibilidad de que existan otras
estructuras en el subsuelo.
Bajo los mismos preceptos técnicos y puesto que el Plan Estratégico de Incallajta
(elaborado en 1999) contempla la posible re-creación de un puente colgante donde se
supone estuvo uno original en la época inca, el objetivo del estudio geotécnico
realizado con el Ing. Mauricio Salinas, Director del Laboratorio de Geotecnia de la
Universidad Mayor de San Simón, fue el de detectar posibles anomalías en el
subsuelo, diagnosticar y analizar las condiciones/amenazas geotécnicas, para
considerar la viabilidad de construcción del puente mencionado.
El estudio geofísico implicó la realización e interpretación de Sondeos
Eléctricos Verticales (SEV) y Tomografías de Resistividad Eléctrica (ERT) en cinco
zonas de análisis: camino de acceso, sector sur, Kallanka, sector de pequeñas kallankas
y quebrada de la cascada.
Los resultados son similares a los enunciados previamente. El estudio ha
permitido detectar no únicamente las posibles anomalías en el subsuelo, sino
determinar la condición geotécnica de los taludes de una de las quebradas para fines
de conservación y consolidación de los mismos, remarcando aquí que, dado que el
objetivo principal era el diagnóstico geotécnico de posibles amenazas en las
estructuras a construirse (puente peatonal en la zona 5), se obtuvo la conclusión que en
el caso que se imponga una carga de 50 kN/m2, el talud no sufre grandes
modificaciones respecto a su estabilidad (Figura 4).
MARÍA DE LOS ÁNGELES MUÑOZ
Arqueobotánica
medio ambiente, misma que permite caracterizar el entorno, los recursos disponibles,
obtener información sobre la alimentación, así como del uso de las plantas (rituales,
medicinales, materia prima para la construcción, elaboración de herramientas o
utensilios), en fin, del ambiente con el cual los antiguos moradores de una zona
tuvieron contacto (Renfrew et al., 1993).
La arqueobotánica recupera por diversas técnicas la evidencia botánica. Por
toma de muestras de suelo, los micro- restos como polen y fitolitos y, por flotación los
macro- restos vegetales o semillas, considerando esencial estos datos para la
investigación y una mejor comprensión de las actividades realizadas por grupos
humanos del pasado.
Desde el año 2003, se han llevado a cabo los trabajos de recuperación de macro
restos por flotación, de todas las excavaciones realizadas en Pocona, en los
laboratorios del INIAM, conjuntamente con el biólogo Marco Antonio Bustamante y
un equipo de 4 estudiantes de biología, con el objetivo de cuantificar las muestras
vegetales, su cantidad y variedad a diferentes profundidades.
Los restos recuperados en flotación, aparentan estar asociados con eventos
relacionados a fogones pequeños, debido a que se encuentran cantidades bastante
abundantes de carbón en forma de lentículas muy fragmentadas, que denotan una
evidente actividad humana. La presencia de semillas y huesos es muy escasa durante
todas las temporadas de excavación, presumiéndose en el primer caso, que ese
material es intrusivo de las plantas que se encuentran alrededor de las estructuras,
excepto en el caso de un raquis recuperado en contexto doméstico, al interior de la
estructura 52 D de Incallajta.
Por otra parte, en el Laboratorio de paleobotánica del IIA-UNAM, la Dra.
Emily McClung y la Mtra. Cristina Adriano, realizaron los análisis de polen y fitolitos.
Aunque los resultados no son concluyentes (por la carencia de bases de datos de
polen), sin embargo, a nivel de los análisis de polen se puede resaltar la presencia -en
un silo excavado en Incallajta-, de lo que podría ser el Ñamé (Dioscorea spp., raíz
comestible de la amazonía), así como flora (actual y pretérita) tanto local (como las
familias Chenopodiaceae, Amarantaceae y Cucurtbitaceae), como de los yungas y
tierras bajas. La presencia de polen de flora de estas dos últimas ecoregiones no
necesariamente implican su uso cultural, sino que pudieron haber llegado mediante
lluvia polínica. En cuanto a los fitolitos, es importante mencionar el hallazgo de
palmas (Palmae o Arecaceae) de tierras bajas, que definitivamente debieron ser
llevadas y depositadas intencionalmente.
Metales
Además del trabajo conjunto con las ciencias duras y las investigaciones
arqueométricas-, es necesario mencionar de manera más esquemática aún que, a partir
de la gestión conjunta que se lleva a cabo con el tema de Incallajta, desde el año 2000 y
especialmente el año 2003, en que se decide formalizar el Plan Integral del
ARQUEOMETRÍA Y TRABAJO INTERDISCIPLINARIO EN EL
MONUMENTO ARQUEOLÓGICO NACIONAL
Figura 5. Resultados de los análisis químicos realizados en los silos del sitio
arqueológico de Tumuyo en Pocona, a) carbohidratos, b) ácidos grasos, c) pH y
d) residuos proteicos.
Figura 6 a) Fotografía de la soldadura entre los lazos con el anillo, nótense los
cristales del óxido de cobre en la intersección con el anillo; b) “Peletrón”,
mediante el cual se realizan los análisis PIXE.
Figura 7. Resultado de los análisis PIXE mostrando la composición principal de:
a) las cuentas de turquesa y b) el anillo de plata (Ag)
Aunque algunas de las técnicas geofísicas pueden informar sobre las anomalías y
posibilidad de existencia de estructuras y/o contextos arqueológicos en el subsuelo,
cabe aclarar que, a nivel de la profundidad, es sólo hasta que se tienen las muestras
controladas de suelo que se tiene certeza de la profundidad a la que se encuentran los
restos arqueológicos y la estratigrafía del contexto y que de cualquier manera –por el
momento- estos son solamente confirmados a través de las excavaciones.
Queda claro que la química como herramienta para el estudio de las
actividades humanas es inmejorable aún en condiciones adversas. Bajo el supuesto de
la analogía etnográfica (o adquisición de información que inicia con el estudio de casas
habitadas hoy), que fue la forma en que se estableció la asociación entre las actividades
humanas y las concentraciones de compuestos químicos en los pisos de las unidades
habitacionales y otras, estas técnicas son aplicables a la arqueología y permiten la
identificación y determinación de actividades domésticas. Para el caso de Incallajta y
los otros sitios excavados, pese a que las estructuras carecen de pisos formales, como se
vio, es posible aplicar el estudio químico para sugerir áreas de actividad.
Por su parte, las ventajas del trabajo con muestras de polen y fitolitos y más
aún de las técnicas de aceleración de partículas aplicadas a los metales y casi todo tipo
de materiales, hablan por sí solas.
Si bien en el esquemático relato se da cuenta brevemente de las técnicas
empleadas en el Proyecto, del trabajo conjunto con los diversos especialistas y las
ventajas de los resultados obtenidos, respecto a las técnicas es necesario mencionar,
que la mayoría de éstas son demasiado costosas y por lo tanto inaccesibles desde
nuestros modestos presupuestos, aunque se debe confesar que por gestiones
efectuadas, muchos de los análisis se han realizado de forma desinteresada. Sin
embargo, lo ideal sería que en los proyectos arqueológicos, desde un inicio, los
especialistas los conformemos de manera conjunta y no solo el arqueólogo, sino todos
los investigadores (de ciencias exactas y sociales) participen desde el diseño del
Proyecto. En ese sentido, considero que parte de las políticas de nuestras
Universidades e Institutos especializados, deben apuntar hacia convenios con
Laboratorios y/o Universidades que realicen estos estudios y a interesar a los
investigadores o arqueómetras a trabajar conjuntamente con nosotros. A nivel de
interdisciplina el trabajo de Incallajta con los investigadores mexicanos, ha sido muy
enriquecedor, especialmente a nivel comparativo con datos de ese país.
Si bien las técnicas químicas son semi-cuantitativas, se ha comprobado su
validez comparada con los resultados de equipos poderosos; estas técnicas son
rápidas y de bajo costo y dan hasta partes por millón de exactitud, por lo que sería
interesante realizar esfuerzos para que, por ejemplo las Universidades que cuentan
con este conocimiento y equipos, puedan efectuar a nuestros países, la transferencia
de tecnología que nos permita realizar nuestros propios análisis en este campo.
En virtud de todo lo anterior, este trabajo debe ser considerado conjunto con
todos los especialistas nombrados, para quienes va mi agradecimiento público.
Asimismo, agradezco a todos los arqueólogos que han trabajado en el Proyecto y a la
Cooperación Sueca por el financiamiento.
Finalmente, este puede parecer un relato de datos duros despersonalizados,
que no toman en cuenta a la sociedad, a la gente y/o individuo que los realizó. No es
así. En el caso del Proyecto Incallajta, el registro cuidadoso en un detalle exhaustivo, es
considerado también de manera muy rigurosa y minuciosa en un trabajo doctoral en
ARQUEOMETRÍA Y TRABAJO INTERDISCIPLINARIO EN EL
MONUMENTO ARQUEOLÓGICO NACIONAL
curso, como base de hechos objetivados por la sociedad que los plasmó, con el intento
del acercamiento necesario al punto de vista de las sociedades mismas, y en busca de
su particularidad. De lo que se trataba aquí, es de presentarlos de manera sencilla,
principalmente con el fin de dar cuenta de la importancia de contar en nuestras
investigaciones, con información independiente, que científica y metodológicamente
nos apoye y permita otras posibilidades de acercamiento al conocimiento,
organización y vida cotidiana de las sociedades pasadas.
Notas:
1 Las prospecciones y las excavaciones de 2001, fueron financiadas por la Archaeology of the
Americas Fund, y las siguientes temporadas, así como los análisis de Laboratorios, por el
proyecto sueco ASDI.
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Inka Llaqta / 2010
Resumen
Abstract
* CONICET
Instituto de Investigaciones de Alta Montaña / Universidad Católica de Salta
constanzaceruti@hotmail.com
CONSTANZA CERUTI
Los nevados de Famatina son una cadena montañosa que se extiende en dirección
Norte-Sur, al Este del valle de Vinchina y al Oeste de la sierra de Velazco, en la
provincia de La Rioja, República Argentina. No forman parte de los Andes sino que
pertenecen al sistema orográfico de las Sierras Pampeanas, constituyendo una de las
serranías más altas del mundo. El macizo del Famatina se divide en dos grandes
encadenamientos, comprendiendo en el sector norte, una extensa dorsal que asciende
entre 5.500 y 5.900 metros, coronada por la cumbre del cerro Negro Overo. El
encadenamiento meridional queda constituido por un nevado tricúspide
denominado “General Belgrano” o “Famatina”, cuyas cimas superan los 6.000 metros
sobre el nivel del mar.
Antecedentes e investigación
La primera ascensión moderna del cerro Negro Overo data de 1941 y fue
protagonizada por el geólogo Horacio Harrington y un lugareño, Eusebio Gaitan,
quienes erigieron un apilamiento de piedras conmemorativo de su hazaña. Dejaron en
su interior un testimonio escrito en el que manifestaban haber advertido la presencia
de astas de venado dispersas en la cima (Beorchia Nigris 1985:148). En Julio de 1963, el
arqueólogo Juan Schobinger efectuó la ascensión del cerro Negro Overo del Famatina
por su vertiente occidental, identificando en la cima la existencia de un santuario
dotado de un rectángulo ceremonial, en cuya superficie advirtieron la presencia de
atípicas ofrendas de astas de venado. En Diciembre de ese año, Schobinger llevó a cabo
el relevamiento de la tambería de Pampa Real, situada en la base oriental de la
montaña (Schobinger 1966). Según se transcribe en la obra del montañista y aficionado
a la arqueología de altura, Antonio Beorchia Nigris (1985), durante aquella campaña
dirigida por Schobinger, los andinistas Erico Groch y Bernardo Razquin ascendieron
nuevamente a la cima del cerro Negro Overo y refirieron a su regreso, el
descubrimiento, a aproximadamente 5.500 metros, de “un conjunto alineado de cinco
recintos más o menos cuadrangulares, presentando casi todas sus aberturas de
entrada hacia el Oeste, siendo el recinto más grande de 9 por 5 metros el único cuya
abertura se orienta al Sur” (Beorchia Nigris 1985:149). Refirieron también la
observación de un leño de 40 cm con la punta carbonizada y la ausencia de cerámica en
superficie.
Por su parte, Antonio Beorchia Nigris ascendió al Negro Overo en 1973,
observando en la cima la presencia de otro rectángulo ceremonial de menor
visibilidad que el descripto por Schobinger, circunstancia que atribuye a la remoción
de piedras de la estructura prehispánica para la construcción de la apacheta
conmemorativa erigida durante el ascenso de Harrington. Observó asimismo la
presencia de “palitos de madera de 1 a 3 cm de espesor, un trozo de hueso y un cuerno
de venado muy deteriorado” (Beorchia Nigris 1985:149). A continuación refiere que “a
una hora de la cumbre, sobre la ladera Este del cerro y a unos 5.700 metros de altura,
existen varios recintos pircados y distanciados entre sí algunas decenas de metros
sobre una superficie plana con restos de leña en su interior”. Beorchia Nigris comunicó
personalmente a la que suscribe que no efectuó mediciones ni croquis de este sitio. No
existiendo antecedentes de trabajo científico en el sitio y contándose con información
ARQUEOLOGÍA EN LA SIERRA MÁS ALTA DEL MUNDO:
SANTUARIOS INCAICOS
de la prospección de las dos cumbres occidentales del macizo y de las laderas altas de
la vertiente oriental, con identificación de tramos del camino incaico que conduce a la
cima (Ceruti 2007b).
El cerro Negro Overo se encuentra situado a aproximadamente 28º 56' Latitud Sur y a
67º 49' Longitud Oeste. La carta topográfica Tinogasta (Hoja 2969-II) del Instituto
Geográfico Militar Argentino, designa a dicha cumbre, ubicada en el sector
septentrional del nevado, como “cerro Overo Negro” y le asigna una altitud de 5.791
metros. La toponimia del cerro alude, aparentemente, a la coloración negruzca de las
rocas de la cumbre y laderas altas, y a su combinación con los “planchones” de nieve
que se juntan en el área de precumbre y que a la distancia adquieren la apariencia de
manchones. Las laderas intermedias y bajas de la montaña ofrecen áreas de
mineralización que le otorgan tonalidades pardas, ocres y verdosas.
El cerro Negro Overo consta de una única cumbre dotada de una superficie de
topografía suave y no demasiado extensa. Entre los 5.700 y los 5.500 metros de altura,
en el sector que se extiende al noreste y por debajo de la cima, se forma un amplio
escalón, de varias hectáreas de extensión, en el que se alojan “planchones” de nieve
que el viento erosiona en helados penitentes. Dicha extensión en el área de precumbre
presenta una planicie a aproximadamente 5.600 metros y un promontorio de alta
visibilidad, que alcanza los 5.700 metros y que domina a la mencionada planicie por el
sudeste. La cumbre se yergue abruptamente por encima del promontorio, quedando
su acceso restringido temporalmente por la presencia de una banda continua de
penitentes de hielo - que por acción eólica forman cornisas e incluso sectores de
extraplomo - sobre los últimos tramos de la empinada pendiente que conduce a la
cima. Cabe señalar que por su ubicación, tanto el promontorio a 5.700 metros como la
cumbre misma del nevado permanecen fuera de alcance visual; en tanto que el borde
de la planicie precumbrera es la máxima altura que resulta visible desde la base de la
montaña, a la altura de la llamada Pampa Real o Pampa de Tamberías.
Desde este punto, la vertiente oriental del cerro Negro Overo ofrece un
abrupto descenso de más de mil quinientos metros de desnivel, hacia la Pampa de
Tamberías. Sus extensas laderas de empinados sayales no se ven interrumpidas por
filos rocosos ni canaletas, por lo que el encadenamiento ofrece, al ser visto desde el
este, un aspecto monolítico y continuo, semejante al de un pesado cortinaje. Solamente
se destaca un filo que desciende hacia el noreste, encerrando a la Pampa de Tamberías
por el sur y separándola de la quebrada del arroyo de Las Lajas. Se trata de un filo
relativamente abrupto que constituye una vía practicable - aunque incómoda - para el
ascenso y el descenso. Dicha vía fue elegida por los incas para el trazado de la senda
que recorre la vertiente oriental de la montaña.
A los pies de la vertiente oriental del Negro Overo, se encuentran las ruinas de
la tambería incaica de Pampa Real, a la cual llega un ramal de camino incaico
procedente del este. Dicho camino, que se desprende del que desciende desde el
asentamiento incaico de Chañarmuyo situado hacia el sur, resulta particularmente
imponente por su trazado a doble mano, del cual se conocen pocos ejemplos en la
vialidad incaica en el noroeste Argentino.
ARQUEOLOGÍA EN LA SIERRA MÁS ALTA DEL MUNDO:
SANTUARIOS INCAICOS
El conjunto de recintos en altura se encuentra ubicado a 5.581 metros sobre el nivel del
mar y a 28º 56.330´ Latitud Sur y a 67º 49.441´ Longitud Oeste, según lecturas
efectuadas con posicionador satelital. El sitio se halla emplazado en una planicie de
topografía suavemente ondulada, de varias hectáreas de extensión, que se expande en
sentido noroeste-sudeste, en forma paralela a la dorsal que conduce a la cima del
nevado, describiendo un escalón topográfico de altitud inferior. El terreno está
formado por cascajo y por bloques de grano pequeño y mediano, de color gris
amarronado y negruzco, con sectores aparentemente mineralizados, de
granulometría más fina y coloración amarillenta.
Las estructuras que constituyen el sitio ocupan el extremo noreste de la
planicie, en las inmediaciones del cambio de pendiente que divide a dicho escalón
topográfico de las laderas que conforman la vertiente oriental de la montaña. Los
cuatro recintos se hallan distribuidos siguiendo un tosco alineamiento, en el que las
dos estructuras centrales se encuentran contiguas; en tanto que los restantes recintos
de ubicación más periférica, quedan separados entre sí por diez a veinte metros
CONSTANZA CERUTI
hacia el sur. Los muros son simples y alcanzan una altura externa de 70 cm, formados
por bloques de aproximadamente 30 cm de largo por 30 cm de ancho y 20 cm. de
espesor. El lado oriental mide 1,80 metros y se extiende en dirección al sur (a 180º). El
lado septentrional mide 5,60 metros y se orienta perfectamente en sentido este – oeste.
El lado occidental mide 2,30 metros y también queda orientado prolijamente al Sur. La
singular orientación de la abertura de este parapeto hacia el sur puede explicarse por
la vista que en esa dirección se ofrece hacia la cumbre misma del nevado.
La cima oriental del macizo General Belgrano del Famatina ofrece una superficie
totalmente llana, de unos 33 metros por 65 metros, extendiéndose en dirección norte-
sur. Está conformada por lajas pequeñas, con algunos afloramientos rocosos
dispersos. Sus coordenadas son 6.114 metros sobre el nivel del mar y a 29º 00.84´
Latitud Sur y 67º 49.57´ Longitud Oeste. El santuario cuenta con un rectángulo
ceremonial, junto al cual se disponen dos estructuras arquitectónicas de menor
tamaño, además de rasgos de muy baja visibilidad.
El rectángulo ceremonial se encuentra situado a 15 metros al norte del
afloramiento meridional de la cima, y a unos 15 metros al sudeste del afloramiento
noreste. Se trata de una estructura que se eleva ligeramente, unos 15 centímetros sobre
la superficie de la cima, evidenciando una construcción muy cuidadosa. Se halla
delimitado por dos filas de piedras alineadas en cada uno de sus lados, y en su interior
se ha acumulado cascajo de grano fino, procedente de la misma cumbre. Su lado norte,
orientado perfectamente al este, mide 5,1 metros. El lado opuesto mide 4,4 metros. Los
lados mayores se encuentran orientados perfectamente al norte y miden 7,5 metros - el
lado occidental - y 7,3 metros - el lado oriental- . Del extremo noreste del rectángulo se
abre un alineamiento de piedras, de muy baja visibilidad, de aproximadamente 4,10
metros de longitud, orientado a 60º. El ángulo noroeste del rectángulo se prolonga
1,70 metros hacia el norte, en un alineamiento de piedras, también de baja visibilidad,
el cual se encierra parcialmente sobre si mismo.
En el interior del rectángulo se destacan tres piedras cónicas pequeñas, que se
elevan 20 cm. sobre el cascajo de la superficie. Han sido colocadas formando un
triángulo de 2,5 metros de lado, cuyo vértice norte se encuentra situado a 6 metros y a
40 grados del ángulo sudoeste de la estructura. En la parte exterior del rectángulo, en
las cercanías del ángulo noreste, se observaron pequeños depósitos de leña, los cuales
se hallaban parcialmente cubiertos de nieve.
En el exterior de la estructura, a 2,90 metros y a 220º de la esquina noroeste del
rectángulo, se observa un atípico triángulo equilátero de piedras amontonadas, de
aproximadamente 1,6 metros de lado, cuya base se orienta al este. Las piedras
amontonadas que lo conforman alcanzan una altura de 20 centímetros sobre la
ARQUEOLOGÍA EN LA SIERRA MÁS ALTA DEL MUNDO:
SANTUARIOS INCAICOS
Plano del santuario en la cima Plano del sitio en el promontorio Plano del sitio en la planicie de la
General Belgrano del Famatina de la precumbre del cerro Negro precumbre del cerro Negro
Overo Overo
ARQUEOLOGÍA EN LA SIERRA MÁS ALTA DEL MUNDO:
SANTUARIOS INCAICOS
La cima occidental septentrional del macizo del Famatina ofrece una superficie
reducida y abrupta, conformada por bloques rocosos de tamaño mediano, de
aproximadamente 6 metros de amplitud, con una extensión de 15 a 20 metros en
sentido este – oeste. Sus coordenadas son 6.116 metros sobre el nivel del mar; 29º 00.77´
Latitud Sur y 67º 49.77´ Longitud Oeste. Se requiere aproximadamente media hora de
marcha para unirla con la cima oriental.
La cumbre septentrional no presenta evidencias de utilización ritual en
épocas prehispánicas, aunque cabe hacer mención a la acumulación de nieve en
superficie al momento de la prospección, con la consecuente posibilidad de que algún
indicador permaneciera oculto a la vista. Cuenta con una cruz que señala el punto de
máxima altura del nevado, la cual se halla enclavada en un pequeño amontonamiento
de piedras. Montañistas procedentes de Chilecito y de la ciudad de La Rioja
manifestaron haber ascendido esporádicamente a dicha cumbre, aunque en el marco
de nuestras prospecciones no se identificaron testimonios escritos de ascensiones
previas (los cuales también pudieron haber quedado sepultados por la nieve).
La cima occidental meridional del macizo del Famatina ofrece una superficie amplia y
extensa, de forma ligeramente semilunar, conformada por cascajo fino y bloques
rocosos de tamaño pequeño. Se extiende aproximadamente 60 metros, con una
amplitud de aproximadamente 10 a 15 metros. Sus coordenadas son 6.110 metros
sobre el nivel del mar; 29º 00.99´ Latitud Sur y 67º 50.14´ Longitud Oeste. Se requiere
aproximadamente una hora de marcha vigorosa, atravesando un hondo portezuelo,
para unirla con la cima septentrional.
La cumbre meridional no presenta evidencias claras de utilización ritual
prehispánica, aunque cabe nuevamente hacer mención a la acumulación de nieve en
superficie al momento de la prospección, con la consecuente posibilidad de que
CONSTANZA CERUTI
oriental del Famatina. Dicho escalón, de extensión mucho menor al de la meseta a 5700
metros, alberga a una pequeña laguna que da nombre a ese sector de la montaña (“La
Lagunita”), situada a 5081 metros sobre el nivel del mar, en las coordenadas de 29º
00.93´ Latitud Sur y 67º 47.46´ Longitud Oeste. La senda incaica resulta visible hasta los
5000 metros de altitud, aproximadamente a media hora de marcha descendente desde
“La Lagunita”. En el punto bautizado en la jerga minera como “el espino” se encuentra
un camino para vehículos, que desciende describiendo zig-zags, hasta el campamento
minero La Mejicana, por las laderas de tonalidad ocre-amarillenta, en la que se
encuentran excavados numerosos socavones.
Consideraciones
La apropiación de las máximas alturas del macizo del Famatina con fines ceremoniales
se remonta con toda probabilidad a la época de influencia Inca en la región meridional
del Collasuyu. La prospección arqueológica de las tres cumbres del nevado General
Belgrano, con alturas que superan los 6100 metros sobre el nivel del mar, ha permitido
constatar que la utilización incaica se centró en la cima situada hacia el este, tal como se
ha documentado en otros casos de macizos con múltiples cúspides (véase Ceruti
2004c). Las cumbres occidentales del Famatina no parecen haber sido aprovechadas en
épocas prehispánicas; aunque dicha apreciación se formula tentativamente, en base a
los elementos de análisis disponibles. La muy baja visibilidad y precariedad de los
alineamientos de bloques rocosos en la cumbre meridional (oeste) no permite
considerarlos como de origen antrópico; aunque futuros sondeos podrían llevar a
revisar esta clasificación. Por otra parte, la presencia de nieve sobre las superficies de
las cimas occidentales determina la conveniencia de realizar una nueva prospección, a
fin de poder contrastar efectivamente la ausencia de indicadores de ascensiones
prehispánicas en las mismas.
El santuario en la cumbre oriental General Belgrano ostenta características
muy similares al identificado por Juan Schobinger (1966) en el vecino cerro Negro
Overo; puesto que ambos sitios rituales se asemejan por la presencia de arquitectura
de planta rectangular y de astas de venado en carácter de ofrenda (véase Ceruti 2004d).
La principal estructura arquitectónica en la planta del santuario es un rectángulo
ceremonial, del cual se conocen ejemplos semejantes en numerosos santuarios de
altura de la región cuyana y NOA (Beorchia 1985; Ceruti 1999), entre los que cabe
mencionar al colosal monte Mercedario (Ceruti 2004a).
Las tres piedras que sobresalen en el interior del rectángulo ceremonial del
Famatina constituyen un rasgo que ha sido referido en otros santuarios de altura
incaicos, incluyendo la cima del volcán Llullaillaco (Reinhard y Ceruti 2000; Ceruti
2003). El círculo de piedras con el canto rodado blanco en su interior también ha sido
documentado en otros sitios ceremoniales de alta montaña de época inca, en los que se
han encontrado piedras fluviales transportadas hacia las cimas con aparentes fines
propiciatorios (Beorchia 1985). En efecto, la autora tuvo oportunidad de identificar un
lito rodado de color blanco a más de 6000 metros, en el sitio incaico vecino a la cima del
cerro Alma Negra, en la provincia de San Juan (véase Ceruti 2004b).
La nieve depositada durante las tormentas estivales; así como la luz de
mañana alumbrando la ladera oriental, facilitaron durante el descenso la
identificación de una senda de probable filiación incaica que comunica con las
CONSTANZA CERUTI
Senda inca en la vertiente Este del macizo de Famatina (Foto Constanza Ceruti)
Conclusiones
estaciones intermedias construidas en las faldas bajas del filo sudeste de la montaña.
Dos ascensiones efectuadas por la autora en el cordón meridional del
Famatina, permitieron cumplimentar la prospección arqueológica de las tres cumbres
del nevado, así como el descubrimiento, relevamiento y monitoreo del estado de
conservación de un santuario Inca en la cima oriental. La exploración de la vertiente
sudeste de la montaña permitió detectar el trazado de una senda de probable filiación
incaica, que une las máximas alturas del Famatina con las inmediaciones de la mina
aurífera La Mejicana.
Agradecimientos
REFERENCIAS