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La posibilidad tecnopolítica.

Activismos contemporáneos
y dispositivos para la acción.
Los casos de las redes
feministas y Rexiste
The technopolitical possibility.
Contemporary activism and dispositives
for action. The cases of the feminist Juan Manuel
networks and Rexiste Avalos González1
doi: https://doi.org/10.32870/cys.v2019i0.7299 http://orcid.org/0000-0001-6354-8610

En este artículo se analiza la producción política de jóvenes activistas que puede reco-
nocerse en claves contemporánea y tecnopolítica. Se aproxima al activismo que emplea
tecnologías comunicativas para disputar la hegemonía a través de la cual sus participantes
proyectan sus códigos y valores en torno a un conflicto. Para el análisis se recurre a dos
experiencias juveniles de activismo político posteriores al movimiento YoSoy132.
Palabras clave: Activismo político, acciones colectivas, subjetividades juveniles, tec-
nopolítica, tecnologías comunicativas.

This article analyzes the political production of young activists, recognizable in


contemporary and technopolitical codes. It approaches to the activism that uses
communicative technologies that make possible the hegemony dispute through which
young activists project their codes and values around disputes and conflicts. The analysis
draws from two youth experiences of political activism that took place after the YoSoy132
movement.
Keywords: Political activism, collective actions, youth subjectivities, technopolitics,
communicative technologies.

Cómo citar este artículo:


Avalos González, J. M. (2019). La posibilidad tecnopolítica. Activismos contem-
poráneos y dispositivos para la acción. Los casos de las redes feministas y Rexiste.
Comunicación y Sociedad, e7299. doi: https://doi.org/10.32870/cys.v2019i0.7299
1 Universidad Iberoamericana Tijuana, México.
manuel.avalos@tijuana.ibero.mx
Fecha de recepción: 07/09/18. Aceptación: 26/03/19. Publicado: 10/07/19.

Comunicación y Sociedad, 2019, e7299, pp. 1-30. 1


2 Juan Manuel Avalos González

Introducción

Existe una densidad de reflexiones sobre las tecnologías y la cultura


digital como resultado de la gran cantidad de autores e investigadores
interesados por su comprensión. La significación deslumbrante de lo
tecnológico no es la excepción cuando se analizan los movimientos so-
ciales y el activismo, pues como ha sido evidente en las experiencias
sociopolíticas de los últimos años, desde la Primavera Árabe hasta Nuit
Debout, pasando por Occupy Wall Street, Indignados, y YoSoy132, el
papel de las tecnologías ha sido relevante y característico de la produc-
ción política de nueva data. En palabras de Benson (2015), académico
y activista, “desde 2010, hemos presenciado una ola de levantamien-
to global sin precedentes protagonizado por jóvenes, nucleado por las
redes, incubado por renovadas tácticas de disidencia, ensayado con
nuevas formas de participación y propagado un torrente de creatividad
e imaginación” (p. 112), donde la comunicación que transita por los
medios digitales e interactivos hace reapropiable los repertorios y las
formas de organización y participación política.
Los activistas, la conformación de acciones colectivas de la mano
de las tecnologías, y los contextos del presente –amalgamados como
objeto de estudio en una diversidad de campos académicos– han reci-
bido mucha atención, particularmente desde la irrupción de Internet.
Resulta de interés específico rescatar las escalas que ha tenido la rela-
ción entre la producción política y lo tecnológico. Por un lado, desde
los estudios de los movimientos sociales, el reconocimiento de la tec-
nología ha estado determinado por la idea de reconocerla como una he-
rramienta vinculada al aumento de capacidades en términos de flujos de
información y conexión (véase della Porta & Diani, 2006; van de Donk,
Loader, Nixon & Rucht, 2004). Por otro lado, dentro de los ámbitos de
los nuevos medios y los estudios de comunicación, la objetivación
de la tecnología se ancla a los procesos de organización y desarrollo de
las movilizaciones, muchas veces con atenuantes demarcados por la
idea del mundo digital, como en los casos de la ciudadanía digital
(Mossberger, Tolbert & McNeil, 2008), el ciberactivismo (Bell, 2007;
Khan & Kellner, 2007), el activismo digital (Joyce, 2010) o los nue-
vos medios alternativos (Downing, 2010; Guedes, Cammaerts & Car-
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pentier, 2007). Como analistas de las transformaciones que suscitaron


formas concretas de acción dentro de las movilizaciones de la época re-
ciente, estos autores dirigieron su atención hacia una serie de procesos
y características que les permitieron sostener que en la tecnología reside
el gran cambio de la participación y la acción política.
Lo que estos autores descuidaron en sus conceptualizaciones es la
indisociable constitución de la producción política de las movilizacio-
nes organizadas que incorpora acciones colectivas en los espacios físi-
cos y en los entornos digitales. De tal manera que la dicotomía de lo real
y lo virtual, y la concepción sin límites de la tecnología, provocaron la
generación de un aura emancipatorio per se de los grupos de activistas
y ciudadanos a raíz del uso y posesión de tecnologías. El problema tam-
bién radica en la descontextualización de los procesos que suele propi-
ciar una concepción de lo tecnológico anclada solo en términos de los
mundos virtuales y que omite la premisa metodológica precisada por
Mosca (2014) que refiere que el recorrido de las prácticas de activismo
se da tanto en los espacios físicos como en Internet.
En este texto tomaré como punto de partida la relación entre acti-
vismo y tecnologías comunicativas para analizar la producción política
en clave contemporánea, a partir de experiencias juveniles posteriores
al movimiento YoSoy132 en México. Exploro en específico algunas
características de las culturas políticas juveniles que posibilitan una
disputa de hegemonía vinculada a la potenciación de las acciones co-
lectivas, que es resultado del uso estratégico de tecnologías y platafor-
mas digitales e interactivas. Me dedicaré a argumentar, a partir de los
casos de las redes de activismo feminista de Guadalajara y del colectivo
Rexiste de Ciudad de México –particularmente tomando como refe-
rencia las experiencias y los sentidos de los jóvenes– que el activismo
encuentra a la tecnopolítica desde los usos estratégicos de tecnologías
comunicativas que surgen de una conceptualización comunicacional,
asociada a la misma producción política que tiene en su punto cero un
conjunto de ideas, nociones y orientaciones que suscitan la apuesta por
lo tecnológico como una predisposición.
Con la intención de explorar lo distintivo del activismo político ac-
tual, el primer caso es un relato en el que recupero la experiencia de una
mujer joven que participa intensamente en la red de activismo feminista
4 Juan Manuel Avalos González

de Guadalajara, que permite enfatizar los lindes del pensamiento comu-


nicacional que se articula a los repertorios de acción de las resistencias
y movilizaciones. En cambio, el segundo caso tiene en el centro al co-
lectivo Rexiste de Ciudad de México, a partir del cual busco precisar
los elementos clave de la performatividad política y, en general, de las
estrategias de activismo y las estéticas que la materializan. Mi interés
por estos casos intenta llamar la atención sobre la importancia de cali-
brar los factores que concretan y materializan la posibilidad tecnopolí-
tica, en función de las prácticas de activismo y la dimensión simbólica
en donde se recrea su configuración.

Movimientos sociales y
acciones colectivas

Snow, della Porta, Klandermans y McAdam (2013) señalan que los


movimientos sociales han tenido un rol clave en el desarrollo de las
transformaciones sociales y políticas a través de la historia humana o,
como precisa Castells (2015), estos son actores de los cambios histó-
ricos, pues “los cambios que se producen son siempre cambios impul-
sados, imaginados, por movimientos sociales” (p. 52). Para Melucci
(1996) los movimientos sociales son una construcción social y una for-
ma de comportamiento colectivo que se constituyen de un sentido de
solidaridad entre sus miembros, de un conflicto y de una transgresión
de las acciones de quienes se movilizan frente al sistema político. En
términos de Jaspers (2014), los movimientos sociales y las acciones co-
lectivas que les constituyen refieren a actitudes individuales, emociones
en contextos sociales y procesos de interacción entre actores sociales.
El anterior es un enmarcamiento fundamental, pues como señala Me-
lucci (1996), los movimientos sociales se han desplazado a los ámbitos
culturales debido a que los conflictos sociales se encuentran vinculados
a “las dimensiones cruciales de la vida cotidiana” (p. 8).
Mientras della Porta (2013) advierte la característica transnacional
de las movilizaciones contemporáneas, donde destacan las referencias
de lucha de diversas experiencias geográficamente distantes y una con-
cepción simbólica de las acciones que las integran. Castells (2012a)
plantea la importancia de pensar en la proyección mediática de los
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movimientos sociales debido a que las tecnologías representan un re-


curso potente para negociar significaciones en la esfera pública. Ahora
bien, a pesar de los rasgos emergentes de las movilizaciones organiza-
das, las acciones colectivas mantienen un valor central en su constitu-
ción. Según Melucci (1996), las acciones colectivas son un conjunto
de prácticas sociales que resultan de la participación consciente de
personas que actúan de manera colectiva y que exhiben características
constitutivas similares en contigüidad de tiempo y espacio dentro de
un campo social de relaciones. Para este autor la acción colectiva se
relaciona con un potencial de movilización que permite a las personas
negociar sus posibilidades y límites en torno a la acción, con determi-
nadas redes que habilitan la incorporación de más individuos partici-
pantes y con la motivación que construyen estos en sus interacciones
con los grupos convocados. Sin embargo, las interrelaciones anteriores
solo pueden concebirse si forman parte de un proceso de configuración
de identidad colectiva, como apunta Melucci (1996), que refiere a la
identificación producida y compartida por quienes participan en las ac-
ciones colectivas y que es resultado de sus interacciones.
Recupero el razonamiento de Nunes (2014) para cernir y matizar los
procesos definidos hasta el momento en torno a las acciones colectivas.
Según este autor, la organización y desarrollo de estas pasan por la arti-
culación entre sistema red y movimiento red. El primer concepto refiere
a un sistema de diferentes redes compuestas por personas, grupos (tem-
porales o permanentes, formales o informales), cuentas de redes socio-
digitales y espacios (físicos y digitales) que conforman diferentes capas
de interacciones. En cambio, el segundo concepto alude a los elementos
y actores del sistema que sostienen interacciones a partir de un reco-
nocimiento y un conjunto de metas, acciones y afectos compartidos.
Esto significa que el sistema red es el esquema amplio de interacción
entre actores, y el movimiento red es el acto de autorreconocimiento e
identificación de estos frente a un tema o causa. Empero, a mi entender,
un aspecto clave se traduce en la existencia de niveles intermedios de
relaciones e interacciones asociadas a las acciones colectivas que dan
cuerpo a los movimientos sociales, aspecto que vislumbra el campo de
acción del activismo que transcurre mediante la adscripción o en refe-
rencia a los colectivos.
6 Juan Manuel Avalos González

La variable tecnológica es otro elemento fundamental de la produc-


ción política del activismo y los movimientos sociales. Además de las
funciones de las acciones colectivas orientadas por los objetivos de
las movilizaciones, estas también representan mensajes para la sociedad
a través de los cuales es posible cuestionar las lógicas de la reproduc-
ción social (Melucci, 1996). De esta manera, los movimientos sociales
anuncian el inicio del cambio –como el “tiempo-ahora” de Benjamin
(1989)–, característica que Eyerman (2006) enmarca dentro de las ló-
gicas internas y externas de la performatividad política de oposición
de las protestas y expresiones de disidencia, y que incluye los espacios
interrelacionados de la acción colectiva, los oponentes y el público en
general. Por lo tanto, la dimensión comunicativa de las acciones co-
lectivas cobra mayor centralidad en la actualidad, debido tanto a los
escenarios mediáticos como a las disposiciones de los activistas para
desarrollar prácticas de activismo que se sustentan en prácticas de co-
municación, mediante la apropiación de tecnologías y medios digitales
e interactivos.
Para Mattoni y Treré (2014) las prácticas de activismo tienen una
característica mediática que es resultado de prácticas sociales y comu-
nicativas, que aluden tanto a procesos de participación y organización
de acciones colectivas, como a flujos de información e interacción en el
entorno más amplio. Por su parte, Bustamante (2014) destaca la exis-
tencia de un proceso de activación digital que tiene lugar dentro de
las movilizaciones y resistencias, donde resalta el carácter mediático
de las prácticas comunicativas que transcurren por las redes multimedia
globales que “se encuentran vinculadas a las prácticas performativas de
la protesta y la vida cotidiana, en función de los malestares y los fines
que movilizan a sus participantes” (p. 66). Concuerdo con estos autores
en el sentido de que la producción política se desarrolla en escenarios
altamente mediatizados, no obstante, desde mi perspectiva, esta con-
dición de la acción colectiva no radica en una impronta mediática que
poseen como algo dado en su constitución. Al contrario, mi argumento
gira en torno a la idea de que esta condición se manifiesta solo si las
personas dentro de las movilizaciones organizadas detonan procedi-
mientos y acciones a partir de nociones y estrategias que se articulan a
alfabetismos digitales.
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della Porta y Diani (2006) precisaron que las tecnologías expandie-


ron las capacidades de otros medios, y, por lo tanto, generaron nuevas
opciones para las movilizaciones. En cambio, Gerbaudo (2012) advier-
te que las tecnologías han reconfigurado los repertorios de comunica-
ción disponibles para quienes participan de las protestas, habilitando
nuevas alternativas para propiciar el acto de reunión de las personas
en el espacio público. La diferencia entre estas nociones radica en la
dimensión simbólica que reviste a la tecnología, que permite trascender
la idea de que las tecnologías son solo herramientas. Recupero la no-
ción de “dispositivo” de Agamben (2015) para argumentar que los usos
de tecnologías en la producción política no se reducen al empleo de
herramientas. Para este autor “los dispositivos siempre deben implicar
un proceso de subjetivación, es decir, deben producir su sujeto” (p. 21).
De tal manera que la relación de personas y tecnologías implica no solo
una percepción de la realidad, como enfatizó Benjamin (1989), sino que
también modela una forma de actuación. Esto me permite señalar que,
dentro de la producción política, las tecnologías comunicativas deben
ser reconocidas como “dispositivos para la acción” que, junto con el
pacto comunicacional posibilitado por el vínculo de los actores sociales
con lo interactivo, permite a los activistas desarrollar procesos de co-
municación y organización, disputar significados en el espacio público
y concretar dinámicas de interpelación.
Castells (2012a) advierte la existencia de procesos de resistencia al
poder que cuentan con valores, intereses y proyectos por fuera de las
redes hegemónicas. Para este autor, la posibilidad de producir mensajes
autónomos es clave pues “los ciudadanos de la era de la información
pueden inventar nuevos programas para sus vidas … subvierten la prác-
tica habitual de comunicación ocupando el medio y creando el mensa-
je” (2012b, p. 26). En ese sentido, la subversión desde la comunicación
vislumbra el contrapoder, pues según Castells (2012b), corresponde al
“intento deliberado de cambiar las relaciones de poder” que “se activa
mediante la reprogramación de redes en torno a intereses y valores al-
ternativos o mediante la interrupción de las conexiones dominantes y la
conexión de redes de resistencia y cambio social” (p. 26).
En consecuencia, el activismo y la producción política devie-
nen contrapoder y llevan al límite las coordenadas que estructuran el
8 Juan Manuel Avalos González

imaginario social y político, es decir, las prácticas de activismo desco-


locan y disputan significados en relación con los conflictos frente a los
cuales entran en juego las acciones colectivas. Así, dicho proceso puede
entenderse como una disputa de los términos hegemónicos que rigen
la comprensión sobre la realidad y los sucesos de los conflictos. Este
proceso también remite a la articulación entre comunicación y acción,
desde la concepción de Jensen (2010), y en sintonía con el concepto de
tecnopolítica que Toret (2015) define como “el uso táctico y estratégico
de las herramientas digitales para la organización, la comunicación y la
acción colectiva” (pp. 35-36).

Estrategias de activismo y tecnopolítica

En otro trabajo he definido el activismo político juvenil contemporáneo


como la participación de los actores sociales jóvenes en la organización,
desarrollo y difusión de acciones colectivas, a partir de un conjunto de
posicionamientos sociopolíticos respecto a una causa o frente a un con-
flicto social y mediante el uso estratégico de tecnologías comunicativas
para convocar a otros actores sociales y disputar hegemonía (Avalos,
2018). En ese sentido, dos condiciones fundamentales del activismo
son: la condición relacional de la participación a un contexto social
concreto y el elemento tecnológico como potenciador de los procesos
organizativos y de las estrategias de activismo de interlocución e inter-
pelación, así como de disputa de códigos y valores.
Los usos de las tecnologías comunicativas por parte de los activistas
refieren al empleo reiterado de repertorios de acción, sin embargo, las
diferencias estriban en las ideas en torno a los dispositivos tecnológicos
y las habilidades que han sido adquiridas con la experiencia. Esta diver-
sidad de usos alude, por un lado, a las prácticas de activismo que im-
plican el manejo de cámaras, computadoras, teléfonos móviles y redes
sociodigitales para la convocatoria, organización y difusión de las ac-
ciones colectivas, usos que identifico como derivados de las capacida-
des técnicas de las tecnologías y plataformas. Por otro lado, el sentido
estratégico de las prácticas en el transcurso y desarrollo de las protes-
tas, ocupaciones y acciones directas confiere un uso diferenciado, un
uso estratégico de las tecnologías comunicativas; me refiero al registro
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y circulación de las acciones en tiempo real para articular los hechos y


vivencias a otras experiencias en distintas ciudades y para sumar signi-
ficaciones a las movilizaciones y resistencias en sentido más general.
En consonancia con lo que señalé en el apartado anterior, los usos
estratégicos de tecnologías comunicativas restablecen la concepción de
lo tecnológico más allá de la idea de herramienta y le colocan un sig-
nificado como dispositivos para la acción que se encuentran entrelaza-
dos con procesos de subjetividad diferenciados según las condiciones
contextuales de los activistas, incluidas sus propias trayectorias dentro
del espacio social.2 Lo tecnológico, desde su acepción estratégica, y
los procesos de subjetivación, derivan en una potenciación de la acción
colectiva, justo como ha señalado Toret (2015) en la definición de tec-
nopolítica, que inscribe el uso táctico y estratégico de las herramientas
digitales para la organización, la comunicación y la acción.
Es fundamental señalar que el uso del término tecnopolítica se ha
orientado al reconocimiento de la interrelación entre gobierno, política
y tecnología (Barry, 2001), como una forma de gobierno de una socie-
dad tecnologizada en términos espaciales y de ciudadanía en relación
con habilidades técnicas, capacidades y formas de conocimiento de los
individuos. Un segundo uso del concepto está relacionado directamente
a los usos de tecnologías por parte de grupos de oposición y movimien-
tos sociales que son ajenos a la ruta mainstream (Kellner, 1999), donde

2 El término “dispositivos para la acción”, además de referir a la problema-


tización general de la relación entre tecnología y prácticas de activismo,
como apuntan Treré y Barranquero (2018) al explorar mi artículo sobre los
sujetos políticos juveniles (Avalos, 2016), alude a las conceptualizaciones,
capacidades y agencias de quienes participan en la organización y desarro-
llo de las movilizaciones, y los múltiples factores que inciden en el saber-
hacer junto con las tecnologías comunicativas. Para ampliar la revisión so-
bre esta idea por fuera de la literatura sobre juventudes, sugiero consultar el
trabajo de Franco Migues (2019), quien emplea de manera clara y solvente
el uso de los dispositivos, entendidos como “tecnologías de esperanza”,
en su análisis sobre las apropiaciones tecnológicas en la búsqueda de los
desaparecidos que realiza el colectivo “Las Rastreadoras del Fuerte” en el
estado de Sinaloa, México.
10 Juan Manuel Avalos González

sobresale el dominio contestatario de los usuarios anclado a los ámbitos


de la cibercultura. De manera más reciente, Treré y Barranquero (2018)
señalan que efectivamente dos usos del término remiten, por un lado, a
la innovación científica, a la transferencia tecnológica y su distribución
geopolítica, es decir, se concibe un sentido amplio de la tecnología. Por
otro lado, remiten a la relación entre tecnología y esfera política que
incide en la transformación de los espacios, tiempos y procesos políticos
que condicionan nuevas formas de participación de los ciudadanos, pero
también permiten la emergencia de formas de opresión y control político.
Los condicionantes del activismo señalados anteriormente suscitan
diversas formas de organización y producción política por parte de los
colectivos juveniles, cuestión que inhabilita la naturalización de los usos
de las tecnologías dentro de los escenarios donde se recrea la cotidiani-
dad de los jóvenes y concede un espacio fértil para el análisis a la pers-
pectiva del proceso de apropiación que según Sierra y Gravante (2018),
implica usos creativos, una dimensión emocional, una forma colectiva de
proceder y un proceso de empoderamiento de los activistas.
Para enfatizar el carácter heterogéneo de la producción política que
se recrea en las lógicas participativas y conectivas que conforman la
cultura digital actual, y a partir del uso de tecnologías comunicativas
por parte de los jóvenes activistas, recupero la categoría analítica de
producción de presencia que propone Reguillo (2017) para la compren-
sión de las estrategias y tácticas desarrolladas por los participantes de
los movimientos sociales en los entornos de la calle e Internet, para
obtener visibilidad y posiciones favorables para materializar la disputa
de códigos y valores en torno a los conflictos sociales.
Las estrategias de activismo desarrolladas por los jóvenes activistas
junto con las tecnologías comunicativas dan lugar a procesos de con-
ceptualización de las protestas, ocupaciones o acciones directas en la
medida en que buscan proyectar la presencia de algún conflicto, con-
vocar a la participación de la gente y retar el horizonte de sentido que
permite comprender la problemática identificada. En ese proceso, el
pensamiento comunicacional confiere centralidad a la construcción de
narrativas contrahegemónicas, puesto que desde la posición de los ac-
tivistas se construye una perspectiva para contar una historia sobre los
sucesos, la cual difiere de las explicaciones de los gobiernos y actores
económicos, que a su vez define una dinámica de interlocución en la
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que participan diversos actores y grupos y que es posible gracias al


vínculo con lo interactivo de los medios digitales y las tecnologías co-
municativas.
Los códigos y valores de los activistas configuran contenidos co-
municativos que abren la narrativa al contacto entre personas, grupos
y redes para incidir en la construcción de una gran conversación sobre
el conflicto, dinámica en la que participan distintas comunidades in-
terpretativas que pueden convertirse en comunidades de acción. Las
narrativas contrahegemónicas las reconozco como parte de un proceso
de disputa de hegemonía que se integra de una doble dimensión: la par-
te simbólica de las ideas y las orientaciones, y la parte material de las
prácticas y posiciones objetivas de los activistas dentro de colectivida-
des; ambas, en conjunto, buscan la construcción de nuevos imaginarios
sociales y pautas de transformación social.3
Sin embargo, a la capacidad de enunciación y de generación de
contenidos por parte de los activistas se anteponen algunas vicisitudes
que aluden al poder mediático constituido por los medios de comuni-
cación masiva, que suelen estar articulados a la defensa del capital y el
statu quo, y, en términos de Reguillo (2008), a la tensión entre poder
de representación y espacio interpretativo que habilita dicha dinámica
comunicacional. Me refiero a que la disputa de hegemonía suele estar
determinada o condicionada por lo que Suzina y Pleyers (2016) llaman
asimetría de representaciones, que refiere a la disparidad para generar
visibilidad que impera en los ecosistemas comunicacionales actuales,
donde a las representaciones elaboradas por los activistas se anteponen
el poder mediático. Por lo tanto, la oposición entre narrativas contrahe-
gemónicas y poder mediático habilita o constriñe la capacidad de los
activistas para abrir espacios interpretativos, donde su lectura y relato
de los sucesos pueden encarnar un dispositivo que subvierta la narrativa
dominante o hegemónica.

3 El proceso de disputa de hegemonía, derivado de la dimensión comunica-


cional de las acciones colectivas, cuenta con un componente de carácter
performativo que completa la articulación entre comunicación y acción
acuñada por Jensen (2010), donde destaca la comunicabilidad de las accio-
nes y la reflexividad. Para ampliar la lectura sobre performatividad, comu-
nicación e interactividad véase Jensen (2010, pp. 51-52).
12 Juan Manuel Avalos González

Nota metodológica

Este trabajo se enmarca en mi apuesta por la comprensión sobre los


movimientos sociales y el activismo político contemporáneo donde
los jóvenes son protagonistas, evidenciando usos de tecnologías y es-
téticas múltiples en la concreción de sus acciones contenciosas. Desde
2011 he desarrollado diversos acercamientos a las experiencias juve-
niles de Guadalajara, Ciudad de México y Tijuana, mediante la reali-
zación de entrevistas, la observación de protestas y la documentación
hemerográfica. No obstante, fue entre 2014 y 2016, mediante el proyec-
to de investigación que dio lugar al libro Activismos políticos contem-
poráneos. Juventudes, movilizaciones y comunicación en Guadalajara,
publicado en 2018 por el Instituto Mexicano de la Juventud, que logré
consolidar un diseño metodológico integral para aproximarme al pro-
ceso de conformación del activismo político desde la participación de
jóvenes en acciones colectivas. De manera particular, analicé la orga-
nización, desarrollo y la difusión de las acciones colectivas, a través
de prácticas sociopolíticas y el uso de tecnologías comunicativas. En
este proyecto recurrí a la etnografía para solventar la generación de da-
tos que fuera pertinente al objeto de estudio, de tal manera que trabajé
con discursos y observación de prácticas de activismo, combinando el
desarrollo de entrevistas a profundidad y observación de protestas y
plataformas digitales e interactivas como Facebook, Twitter y YouTube.
El material empírico analizado para este trabajo se desprende de
algunas entrevistas realizadas para el proyecto referido, así como de la
observación y seguimiento a casos específicos de la producción políti-
ca de colectivos y redes de activismo del México contemporáneo. Los
datos que aquí analizo los presento en forma de relato, con la finalidad
de condensar lo distinguible de las experiencias sociopolíticas y narrar
lo relevante de la vida de algunos jóvenes en torno a la relación de las
acciones colectivas y los usos estratégicos de tecnologías comunicativas.
En primer lugar, narro la experiencia de una joven activista que ini-
ció su trayectoria en las movilizaciones organizadas en el movimiento
YoSoy132 y que decidió volcarse a la lucha feminista como resulta-
do de una transición política biográfica, que agrupó sus malestares en
relación con las asimetrías de género identificadas en sus vivencias y
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su búsqueda por pertenecer a una comunidad de convivencia acorde


a sus intereses. Este relato no solo es significativo por el punto de in-
flexión en términos biográficos, sino también por la convergencia del
desplazamiento de esta joven con los grupos o colectivas de mujeres
que encarnan las redes de activismo feminista que existen en diferentes
ciudades del país.
El relato está elaborado a partir de las entrevistas que realicé a Ma-
riana el 5 de agosto y el 23 de noviembre de 2015 y el 28 de junio de
2017, así como de las comunicaciones personales del 29 y 30 de agosto
de 2018. En las dos primeras entrevistas abordé su experiencia de par-
ticipación política y construí su trayectoria de activismo para reconocer
las convergencias entre su desplazamiento individual y sus encuentros
colectivos. En cambio, en la tercera entrevista, realizada por videocon-
ferencia, dialogué con ella sobre su valoración respecto al papel de los
medios de comunicación masivos e interactivos dentro de la lucha fe-
minista. Es importante señalar que para referirme a su historia utilizo un
seudónimo con la finalidad de proteger su identidad.
En segundo lugar, construyo el caso de un colectivo de activismo
que deriva de la transformación del movimiento YoSoy132, que hace
manifiesto una conceptualización sofisticada de la producción política
en términos comunicacionales y tecnopolíticos. El relato lo he cons-
truido con la información del sitio www.rexiste.org y la observación
sistemática de Facebook y Twitter durante las principales protestas
acaecidas entre 2014 y 2016, con las comunicaciones personales con
el colectivo del 9 de mayo de 2017 y con los datos de referencia que
surgieron tanto en las entrevistas a profundidad realizadas con los ac-
tivistas del colectivo Másde131 iteso de Guadalajara, en el marco del
proyecto antes referido, como en algunas comunicaciones personales
con activistas de la Ciudad de México.

Producción política juvenil y


dispositivos para la acción

El activismo político que se recrea entre los escenarios de la calle y de


la cultura digital define procesos diferenciados de construcción de ex-
periencia y sentido, no solo por las prácticas y estrategias de activismo
14 Juan Manuel Avalos González

que definen la organización y producción política actual –que van de


la mano de los dispositivos y tecnologías comunicativas– sino por las
nociones y predisposiciones para incorporar estos dispositivos a los re-
pertorios de acción y comunicación.
En este apartado presento dos casos de análisis para interpretar las
experiencias de producción de presencia y de disputa de hegemonía en
dos registros espacio-temporales distintos. Como señalé en el apartado
anterior, el primero es un relato sobre el activismo ejercido por Maria-
na, quien ha vivido un proceso de intensificación dentro de su experien-
cia de organización y producción política que se ha acompañado de una
reflexividad en torno a las estrategias de activismo y comunicación y,
en particular, a partir de los usos de tecnologías comunicativas en la or-
ganización, desarrollo y difusión de las acciones colectivas. En cambio,
el segundo remite al caso de Rexiste, colectivo que es resultado de la
transformación del movimiento Yosoy132, que emplea como estrategia
de desestabilización y la intervención de los discursos políticos me-
diante el uso de tecnologías.

Nociones de sobrevivencia y lucha, redes de activismo feminista


Este relato se ubica en Guadalajara, ciudad que dentro de la coyuntura
de participación política que he referido en otro trabajo (Avalos, 2018),
se ha logrado articular a las expresiones sociopolíticas de la Ciudad
de México, gracias a las relaciones de cercanía de algunos grupos y
colectivos. La historia contenida en este relato se conforma de sucesos
que tuvieron lugar entre 2012 y 2017 y remite a la producción política
juvenil que surge de las reivindicaciones y posiciones en torno al géne-
ro y al feminismo.
A partir del 2012 las redes de activismo feminista se nutrieron del
movimiento YoSoy132, acontecimiento que interrumpió las trayecto-
rias biográficas de muchas jóvenes y que posibilitó una secuencia de
transiciones políticas en cuanto a las nociones y posicionamientos
dentro de las resistencias y movilizaciones, pero también en relación
con los repertorios de acción empleados en estas experiencias. Maria-
na, joven profesionista que participó en YoSoy132, y que actualmente
forma parte de las redes de activismo feminista de esta ciudad, cola-
bora en el proyecto Femi Bici y en las campañas #YoVoy8deMarzo y
La posibilidad tecnopolítica. Activismos contemporáneos... 15

#CallesSinAcoso, escenarios que le permiten sostener interacciones


intergeneracionales y entre diferentes estructuras organizativas de la
política institucionalizada y no formal.
La experiencia de Mariana en el activismo político tiene como ante-
cedentes directos las movilizaciones estudiantiles y la lucha por justicia
frente a algunos casos de feminicidio de la Ciudad de México. Su incor-
poración al Yosoy132 no solo consolidó su participación en términos
de organización, sino que también reflexionó las inequidades de género
dentro de los grupos mixtos de activismo y recuperó su determinación
por los temas de justicia y género; por ello decidió transitar a las redes de
activismo feminista, que se caracterizan por articularse en función
de causas específicas, circunstancia que define la temporalidad de sus
conexiones y colaboraciones.
De manera intercalada, según refirió en nuestros encuentros, la
agenda de actividades en la que participa actualmente se conforma de
espacios de encuentro para el estudio y el intercambio de ideas, de la
construcción de redes de mujeres para el acompañamiento e intercam-
bio de afectos para quienes son víctimas de la violencia y de organiza-
ción de protestas y acciones directas para sostener la sobrevivencia y
la defensa de la vida frente a la misoginia, el acoso y la violencia ma-
chista.
Como resultado de sus trayectos dentro de la lucha feminista, Ma-
riana ha reflexionado y puesto en práctica un conjunto de saberes re-
lacionados con la organización y el desarrollo de protestas y espacios
para el diálogo, así como con los usos de tecnologías comunicativas
que son transversales a estas actividades y que también se orientan a la
convocatoria e interpelación de la sociedad y a la disputa de narrativas
en torno a los feminicidios y la violencia de género. En 2017, después
de cinco años de una intensificación de su experiencia de participación,
Mariana ya había aprendido y dominado el lenguaje interactivo de las
redes sociodigitales, particularmente orientado a la conceptualización
de las acciones colectivas y al diseño-circulación de convocatorias en
Facebook y Twitter.
De manera reciente, y como continuación de la experiencia de las
jóvenes feministas respecto al 24 de abril de 2016 –donde se posicio-
nó en el espacio público la propuesta de despenalización del aborto–
16 Juan Manuel Avalos González

Mariana trabajó en el diseño de la campaña “Aborto Legal México”


que se preparó para el 28 de septiembre de 2018 y que buscó impulsar
de nueva cuenta esta propuesta en el país. Esta acción colectiva, que se
materializó tanto en las calles como en Internet, se organizó en sentido
articulado entre distintas ciudades de México, proceso de trabajo en el
que Mariana se encargó de diseñar carteles y logos desde la perspectiva
feminista (véase Figura 1).

Figura 1
El diseño y la conceptualización feminista
por el #AbortoLegal en México

Fuente: Captura de pantalla de Twitter, 2018.

Ahora bien, cuando advierto los saberes y las prácticas desarrolladas


por ella que están vinculadas a las plataformas digitales y las tecnologías
comunicativas, me refiero a las actividades que constituyen su estrategia
para diseñar e impulsar las convocatorias de las acciones colectivas, don-
de destacan las reuniones de trabajo para la discusión de la idea principal
que define la protesta o la acción directa, la traducción de esta idea a un
hashtag que condense el sentido de dicha conceptualización, el diseño de
La posibilidad tecnopolítica. Activismos contemporáneos... 17

los materiales visuales que serán incorporados a las publicaciones de las


redes sociodigitales de los colectivos de la red y las pautas de las publica-
ciones que corresponden a la comunicación en tiempo real y a la difusión
que proyecta el recuento final de las actividades realizadas.
Mariana también comprendió la relevancia de la comunicación para
el activismo y los movimientos sociales. Por un lado, en relación con el
papel de los medios de comunicación masiva que juegan un papel clave
en la criminalización y la estigmatización de la protesta y respecto a
la construcción de visibilidad y las consecuencias de la enunciación,
donde destaca la desacreditación y la doble victimización. Por otro
lado, su aprendizaje implicó una reflexión sobre la creación y difusión
de protestas y acciones directas a partir de los criterios del hashtag, que
permite buscar la conexión de las personas y delinear una perspecti-
va para comprender el conflicto.

Rexiste: desde las calles y las redes se nombra
Derivado del momento YoSoy132 en 2012, Rexiste apareció en la es-
cena pública del activismo en México para defender la vida y la dig-
nidad en un contexto cifrado por múltiples violencias y relaciones de
connivencia entre las instituciones del Estado y el crimen organizado.
El objetivo particular del proyecto es la “reinvención de los modos de
intervención del debate público”4 y a partir de las referencias y no-
ciones para hacer política (humor, burla, arte, fiesta), apostaron por su
autoreconocimiento como un personaje de ficción.
Rexiste, colectivo de los tiempos y lógicas posteriores al YoSoy132,
emergió con la hipótesis de hackear el discurso político a través de un
dron grafitero, lo que implicó un proceso de diseño particular: la deter-
minación por un dispositivo novedoso para las acciones contenciosas, y
la apuesta por el personaje Droncita y la construcción de una narrativa
que enmarcara sus actividades. De esta manera, tanto la desestabili+
zación y la intervención de los discursos contaron con una plataforma
narrativa que fue elaborada en código abierto y replicable para produ-
cir narrativas contrahegemónicas con la intención de contaminar y dis-
putar la agenda política y sus discursos.

4 Recuperado de www.rexiste.org, consultado el 9 de mayo de 2017.


18 Juan Manuel Avalos González

Rexiste participó en las movilizaciones ciudadanas por la justicia de


Ayotzinapa entre 2014 y 2015.5 Una de sus actuaciones iniciales más
relevantes fue la pinta monumental “Fue el Estado” que realizaron en la
explanada del Zócalo de la Ciudad de México el 22 de octubre de 2014
(véase Figura 2). Con esta pieza, resultado del uso de 30 litros de pintu-
ra, un registro y una estrategia de circulación que generaron un mensaje
viral, el colectivo recuperó la consigna que imputó responsabilidad al
Estado mexicano por la desaparición forzada de los 43 estudiantes de
la Escuela Normal Isidro Burgos en Iguala, Guerrero.

Figura 2
Pinta monumental “Fue el Estado” realizada por Rexiste

Fuente: Perfil de Twitter @Lalo777.

Casi al cumplirse un año de la resistencia por Ayotzinapa, el 24 de


septiembre de 2015, Rexiste publicó el video “Es hora de cambiarlo
todo” en su canal de YouTube. La principal protagonista es Droncita,
quien exige la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto por el mon-
taje del engaño que las instituciones mexicanas buscaron sostener por
medio de la “verdad oficial” de la Procuraduría General de la Repúbli-
ca (PGR). La secuencia de acción principal remite a la sentencia que
Droncita hace al presidente: “trataste de encuartelar la verdad, trataste

5 Para ampliar la información sobre el activismo político juvenil en el caso de


Ayotzinapa véase Avalos (2017).
La posibilidad tecnopolítica. Activismos contemporáneos... 19

de engañarnos; es hora de cambiarlo todo”,6 al tiempo que unos trazos


de pintura roja borran el rostro de la figura de Peña, que yace pintada en
una pared, y aparece la consigna “¡Que se vaya!”.
Otro video que forma parte de la estrategia de subversión narrativa
en torno a Ayotzinapa se titula “The Hunger Games Mexico” y fue pu-
blicado en YouTube el 4 de octubre de 2015. La primera parte del video
inicia con una toma de la explanada del Zócalo de la Ciudad de México
que está ocupada por cientos de manifestantes que se dieron cita el 2
de octubre de 2015 para asistir a un mitin organizado por el Comité
68 y las familias de Ayotzinapa. El audio refiere al mensaje que el go-
bierno comenzó a transmitir desde los altavoces de Palacio Nacional,
donde se advertía el respeto a los derechos constitucionales de las per-
sonas a manifestarse y la actuación de las autoridades conforme a la ley
para mantener la seguridad y el orden público.
Sin embargo, el corte hacia la segunda parte del video se desarrolla
con irrupción de algunas detonaciones y el vaciamiento de las personas
de la explanada, que refiere al inicio de un desmedido operativo de se-
guridad ejecutado por las autoridades policiales. Este corte se acompa-
ña de una voz en off que señala que la violencia está ocultando algo y se
da paso a una secuencia de imágenes de diversas protestas y a un audio
del conteo de los 43 desaparecidos. El video cierra con la sentencia: “Es
hora de cambiarlo todo”.7
Otra participación de Rexiste dentro de esta coyuntura de partici-
pación política refiere a las movilizaciones por el asesinato de Ricardo
Cadena, joven patinador y grafitero de San Pedro Cholula, Puebla, que
fue asesinado el 3 de mayo de 2015 por el subdirector de Seguridad Pú-
blica. A partir de la información provista por la Procuraduría General de
Justicia de Puebla se conoció que la ejecución fue intencional, cuando
el joven estaba inmovilizado y sometido en el suelo, es decir, aludía a

6 Recuperado de www.rexiste.org, consultado el 9 de mayo de 2017.


7 La publicación del video en YouTube se complementa de una breve crónica
de los hechos, colocada en la descripción del contenido, que precisa que
mientras el operativo policial desarticulaba las actividades en el Zócalo, en
las redes miles de bots replicaban información falsa sobre actos violentos
en Palacio Nacional a cargo de los manifestantes.
20 Juan Manuel Avalos González

un acto de homicidio calificado y abuso de autoridad (Redacción Ani-


mal Político, 2015).
El caso logró conocerse a nivel nacional y Rexiste, junto con el apo-
yo de otros colectivos, impulsó la convocatoria “Ricardo Cadena, las
calles te nombran”. Esta convocatoria fue parte de otros recursos gene-
rados por estos activistas, entre los que desatacan la documentación del
caso y la construcción del perfil de este joven. La convocatoria perfiló
la organización de una acción colectiva de manera simultánea en la Ciu-
dad de México, Guadalajara, Puebla y Nueva York para el 9 de mayo de
2015. No obstante, a un mes del asesinato, la convocatoria se amplió a
la recuperación de diversas expresiones e intervenciones en el espacio
público para nombrar a Ricardo Cadena, como el registro fotográfico y
visual que sería expuesto en San Pedro Cholula para mantener viva la
memoria y los espacios de su intervención.
Así, el 21 de junio, día internacional del patinaje callejero, tanto el
colectivo como familiares y amigos de Ricardo Cadena convocaron a
un evento para rememorar una de sus pasiones, pero también para im-
pulsar la creación de un parque de patinaje en su memoria. Después de
2015, Rexiste continuó ampliando la reflexión y la circulación de con-
tenidos sobre este caso, contribuyendo a la construcción de la memoria
colectiva y edificando una perspectiva diferenciada y distante de la es-
tigmatización y la criminalización de las juventudes (véase Figura 3).8
Resta señalar que Rexiste, además de su participación en torno a la
desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa y el asesinato de
Ricardo Cadena, ha sumado su estrategia de ocupación del espacio y la
intervención de los discursos al caso de la Colonia Narvarte, de la Ciu-
dad de México, donde el 31 de julio de 2015 fueron asesinados Nadia
Vera, Rubén Espinosa, Mile Martin, Yesenia Quiroz y Olivia Negrete,
y a la guerra contra las mujeres que es materializada por la violencia
feminicida del machismo exacerbado que tiene lugar en este país, entre
otras experiencias.

8 Para consultar el trabajo de Rexiste sobre Ricardo Cadena véase la siguiente


liga en Internet: http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:
http://rexiste.org/ricardocadena.
La posibilidad tecnopolítica. Activismos contemporáneos... 21

Figura 3
Ricardo Cadena, “hoy hace dos años que no puedo verlos”

Fuente: Rexiste, 2017.

La posibilidad tecnopolítica

Si se revisa el texto que Tufekci (2018) publicó en la revista Technology


Review del Instituto Tecnológico de Massachusetts, uno se enfrenta a
un análisis agudo que atempera el tono eufórico y celebratorio de los
diversos usos de tecnologías vinculados a los movimientos sociales re-
cientes, y a una reflexión precisa sobre el entramado de problemáticas
de la cultura digital que están asociadas a la concentración mediática,
la vigilancia y el robo de datos, la polarización y el marketing de pre-
cisión, el uso de bots y la cooptación de las herramientas tecnológicas
por parte de regímenes autoritarios, que en conjunto deben reconocerse
como la recomposición del poder junto con los entornos de Internet. No
obstante, lo que llama la atención es la sentencia de que la tecnología
puede ser no tan positiva.
El dibujo no puede ser solo figurativo de la narrativa oscura –al es-
tilo Black Mirror– que reviste el elemento tecnológico de la distorsión
informativa generada por las noticias falsas, la cultura de Internet que
abreva de las expresiones de odio o las estrategias que los gobiernos
22 Juan Manuel Avalos González

policiales desarrollan para imponer sus narrativas dominantes (control


de información, tecnocensura, entre otras). Por otro lado, la represen-
tación de esas experiencias tampoco puede concebirse desde la espec-
tacularización de las acciones de los activistas, y, por lo tanto, de las
juventudes.
Las experiencias presentadas en el apartado anterior, la explora-
ción de sus elementos y las conexiones entre estos permite conocer los
escenarios donde la apropiación y la potenciación tecnológica tienen
lugar, es decir, proveen una perspectiva para comprender las posibili-
dades y los límites de la tecnopolítica en contextos situados. Mientras
la experiencia de Mariana remite a la sedimentación de un pensamien-
to comunicacional y a la concreción de una reflexión sobre los usos
de tecnologías comunicativas en sentido estratégico y los alfabetismos
digitales implicados, el caso de Rexiste refiere a las estrategias de una
performatividad política que a través de narrativas contrahegemónicas
abre la perspectiva a otro marco de inteligibilidad de la realidad, donde
destaca la lógica transmedia –cruce del relato del operativo policial con
las referencias del juego controlado y de sobrevivencia de la película
Los juegos del hambre (The Hunger Games)–, los elementos creativos
y una estética que busca narrar de manera distinta la lucha como acom-
pañamiento paralelo de la disputa de poder.
Abrevo del pensamiento de Rancière (1996) la lógica de litigio,
disputa y contienda que permite comprender las tensiones sobre el
orden social que el activismo político dinamiza. El planteamiento de
este autor sobre el desacuerdo entre policía y política es un marco
de reflexión pertinente para aproximarse al juego de la continuidad y
el cambio-ruptura de la reproducción social en el que intervienen las
movilizaciones organizadas. Para Rancière (1996) el término policía
alude al establecimiento del orden mediante el cual las instituciones
definen las relaciones de los cuerpos, las ideas y los límites entre ellos
dentro de un proyecto civilizatorio. En cambio, política refiere a la
ruptura de ese orden a partir de la apertura de una instancia de disputa
para cuestionar las regulaciones sociales, es decir, la búsqueda de la
distorsión de lo establecido. Si bien, la distorsión de lo establecido se-
ñalada por Rancière implica una restitución contingente igualitaria de
las partes que resquebraja el estado de dominación e incorpora la parte
La posibilidad tecnopolítica. Activismos contemporáneos... 23

de los sin parte –sujetos marginales excluidos de la palabra, de nombre


y de poder que producen su visibilidad–, también funciona de manera
importante para construir el proceso del establecimiento del poder y la
estructuración de los órdenes instituidos, así como las posibilidades de
ruptura de la continuidad del sistema social que también son posibles
de producir y generar.
En ese sentido, a partir de los casos trabajados y reconociendo la
lógica de litigio implícita en las movilizaciones organizadas –configu-
rada comunicacionalmente–, lo que propongo refiere a una posibilidad
tecnopolítica que no solo depende de la condición performática de la
comunicación, sino de las pautas que estructuran la condición conecti-
va de las movilizaciones y resistencias. Esta posibilidad tecnopolítica
–anclada a la idea de aptitud o facultad para hacer algo– tiene relación
directa con la capacidad que posean y habiliten los jóvenes activistas
en su proceso de empoderamiento, para disentir, interrumpir el relato
dominante y configurar imaginarios distintos.
En su análisis de las subjetividades insurrectas, Reguillo (2017) arti-
cula la producción de presencia al espacio público expandido, donde los
jóvenes activistas hacen uso de las redes sociodigitales para manifestar
sus malestares e imaginar mundos distintos. Para esta autora, quien
recupera a Appadurai (2001), la tecnopolítica es posible por el trabajo de
la imaginación que define escenarios para la acción, en los que las redes
sociodigitales habilitan acciones conectivas al establecer mecanismos de
organización y recursos para elaborar narrativas de contestación.
Una característica del activismo político contemporáneo es la capa-
cidad de sus participantes de decir cosas con la fuerza de las imágenes,
es decir, el poder de enunciación que es ejercido por medio de un len-
guaje propio que encuentra en la generación de contenidos audiovisua-
les una potencia importante (Rovira, 2015). De ahí que Reguillo (2017)
se refiera a la transmisión de video en tiempo real, los memes, el micró-
fono humano y los hashtags como los repertorios de la acción conectiva
que permiten la construcción de las narrativas que encarnan el litigio.
La performatividad política que se despliega a través de los alfa-
betismos digitales, que forman parte de las estrategias de activismo y
de comunicación, adquiere su capacidad de interpelación por los ele-
mentos que recupera de las visualidades que atraviesan la producción
24 Juan Manuel Avalos González

política. Para Sánchez (2015) las imágenes constituyen una modalidad


interactiva que es aprovechada por los activistas mediante los conteni-
dos que proyectan dentro de las redes sociodigitales, debido a que las
imágenes no solo son parte de un acto contemplativo, sino que propi-
cian posibilidades de agrupación, interacción y socialización. Por lo
tanto, señala este autor, dado que las imágenes son operadoras de
lo político, los activistas son intérpretes y ejecutores de una política
de las imágenes que les permite deconstruir la política.
Las visualidades desde donde Mariana y Rexiste conceptualizan y
desarrollan las acciones colectivas y, por lo tanto, las narrativas que
colocan en las publicaciones dentro de las redes sociodigitales y sus
esquemas de circulación para desarrollar dinámicas de interlocución e
interpelación, son evidencia de los rasgos y elementos emergentes de la
producción política y los movimientos sociales contemporáneos. Sobre
todo, la distinción respecto a los movimientos sociales anteriores recae
en el potencial de los lenguajes audiovisuales, que producen represen-
taciones sobre la realidad que no pasan por la mediación de las corpo-
raciones mediáticas, la esfera política institucionalizada o los capitales
económicos (Avalos, 2018).

Conclusiones

La tecnología es un elemento central de la vida cotidiana de los jóvenes


y también es un dispositivo importante en sus experiencias de participa-
ción social y política. La relación entre la producción política dentro del
activismo y las tecnologías comunicativas no solo posibilitan dinámicas
de organización, sino también la generación de contenido, donde destaca
el lenguaje audiovisual, que les sitúa en un escenario de disputas de códi-
gos, valores y relatos sobre los conflictos sociales.
La experiencia de Mariana sitúa la disputa frente a la narrativa pa-
triarcal de género que es dinamizada por los medios de comunicación y
por quienes suman a la reproducción de las representaciones estereoti-
padas dentro de la cultura digital. Para las redes de activismo feminista
lo que está en juego es la existencia de un conjunto de representaciones
que relaten de una manera distinta el drama de los feminicidios, el aco-
so y la presencia de las mujeres en los espacios públicos.
La posibilidad tecnopolítica. Activismos contemporáneos... 25

En cambio, el caso de Rexiste vislumbra con mayor claridad el di-


bujo de la disputa frente a los discursos políticos que construyen los
gobiernos. En torno a Ayotzinapa, la contienda implicó el rechazo de
la tesis oficial elaborada por el gobierno federal y la contribución a un
relato alternativo sobre la desaparición forzada de los estudiantes. Por
otra parte, en relación con el asesinato de Ricardo Cadena, la disputa
se manifiesta frente a la narrativa que criminaliza a los jóvenes por su
forma de vestir o por sus acciones en las calles. No obstante, indepen-
dientemente de las partes que entran en disputa, mi argumento estriba
en que es en el mismo proceso de producción política donde los activis-
tas aprenden a disputar una idea de lo político y el poder.
La disputa de hegemonía que he referido se vincula a la tecnopolí-
tica que implica la suma no solo de habilidades y competencias de uso
de tecnologías, sino el pensamiento estratégico comunicacional que le
confiere relevancia a este proceso dentro del activismo. A su vez, el sen-
tido estratégico está articulado a la posibilidad tecnopolítica, que refiere
a la ampliación de los repertorios de acción y la potenciación de las
acciones colectivas y que está determinada por la posición objetiva de
los jóvenes activistas tanto en la situación concreta donde se desarrolla
el litigio o contienda como en el espacio social más amplio.
A partir de las experiencias juveniles de producción política donde
se manifiesta la posibilidad tecnopolítica –desde los usos estratégicos
de las tecnologías y hacia la ampliación de la organización, la comuni-
cación y la acción colectiva– destaco dos marcas significativas de los
activismos políticos contemporáneos. La primera refiere a la emergen-
cia de un sujeto político juvenil que se maneja de manera estratégica
en los escenarios de la calle y la cultura digital para construir su posi-
cionamiento y proceder con la elaboración de narrativas y la disputa de
hegemonía. Esto significa que los jóvenes activistas logran traducir sus
experiencias y conocimientos de los entornos lúdicos y de socialización
que son mediados tecnológicamente en posiciones y recursos para ga-
nar visibilidad y disputar hegemonía a través de narrativas.
La segunda marca significativa alude a las derivas de la posi-
bilidad tecnopolítica. Me refiero a la acumulación de práctica y la
reflexibili-dad de la experiencia, de tal manera que el sujeto político ju-
venil se constituye también como un intelectual orgánico, en el sentido
26 Juan Manuel Avalos González

gramsciano, que tiene la capacidad de realizar las acciones contencio-


sas, emplear los repertorios de acción colectiva y de comunicación y
registrar-valorar sus experiencias. En gran medida, la vivencia de una
intelectualidad orgánica se define a partir de cierta intensidad del tiem-
po social en donde la trayectoria biográfica de los jóvenes activistas
converge con la colectividad y con un acontecimiento.

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The technopolitical
possibility. Contemporary
activism and dispositives
for action. The cases of the
feminist networks and Rexiste
La posibilidad tecnopolítica. Activismos
contemporáneos y dispositivos para la
acción. Los casos de las redes feministas Juan Manuel
y Rexiste Avalos González1
doi: https://doi.org/10.32870/cys.v2019i0.7299 http://orcid.org/0000-0001-6354-8610

This article analyzes the political production of young activists, recognizable in


contemporary and technopolitical codes. We approach to the activism that uses
communicative technologies that make possible the hegemony dispute through which
young activists project their codes and values around disputes and conflicts. The analysis
draws from two youth experiences of political activism that took place after the YoSoy132
movement.
Keywords: Political Activism; Collective Actions; Youth subjectivities; Technopolitics;
Communicative Technologies.

En este artículo se analiza la producción política de jóvenes activistas que puede reco-
nocerse en clave contemporánea y tecnopolítica. Se aproxima al activismo que emplea
tecnologías comunicativas para disputar la hegemonía a través de la cual sus participan-
tes proyectan sus códigos y valores en torno a un conflicto. Para el análisis se recurre
a dos experiencias juveniles del activismo político posteriores al movimiento YoSoy132.
Palabras clave: Activismo político; Acciones colectivas; Subjetividades juveniles, Tec-
nopolítica; Tecnologías comunicativas.

How to cite:
Avalos González, J. M. (2019). The technopolitical possibility. Contemporary
activism and dispositives for action. The cases of the feminist networks and Rexiste.
Comunicación y Sociedad, e7299. doi: https://doi.org/10.32870/cys.v2019i0.7299
Translation from Spanish by Nancy Utley G.
1 Universidad Iberoamericana Tijuana, Mexico.
manuel.avalos@tijuana.ibero.mx
Submitted: 07/09/18. Accepted: 26/03/19. Published: 10/07/19.

Comunicación y Sociedad, 2019, e7299, pp. 1-28. 1


2 Juan Manuel Avalos González

Introduction

As a result of the large number of authors and researchers focused on


their understanding, there is a variety of studies on technology and
digital culture. The dazzling significance of technology is no exception
when analyzing social movements and activism. This has been evident
in the sociopolitical experiences of recent years, from the Arab Spring
to Nuit Debout, throughout Occupy Wall Street, Indignados, and
YoSoy132, the role of technologies has been relevant and characteristic
in new political production. In the words of activist and researcher
Benson (2015) “since 2010, we have witnessed a remarkable wave of
a global outbreak, led by young people, brought together by networks,
incubated by renewed dissident tactics, rehearsed with new forms of
participation and propagated by a torrent of creativity and imagination”
(p. 122), where communication traveling through digital and interactive
media lead to new forms of appropriation, organization and political
participation.
Activists, the formation of collective actions originated by the
use of technologies and the present context have merged as an object
of study in a variety of academic fields; they have received a lot of
attention, particularly since the eruption of the Internet. It is of particular
interest to rescue the scales that the relationship between political and
technological production has had. On the one hand, from the point of
view of social movement studies, the recognition of technology has
been linked to the idea that it is a tool that increases capacities in terms
of information flows and connection (see della Porta & Diani, 2006;
van de Donk, Loader, Nixon & Rucht, 2004). On the other hand, within
the areas of new media and communication studies, the objectification
of technology is anchored to the processes of organization and
development of mobilizations, often with elements marked by the
digital world, such as in the cases of digital citizenship (Mossberger,
Tolbert & McNeil, 2008), cyber-activism (Bell, 2007; Khan & Kellner,
2007), digital activism (Joyce, 2010), or new alternative media
(Downing, 2010; Guedes, Cammaerts & Carpentier, 2007). As analysts
of the transformations that gave rise to precise forms of action within
the mobilizations of recent times, these authors turned their attention
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 3

to a series of processes and characteristics that allowed them to sustain


that in technology lies the change of participation and political actions.
What these authors neglected in their conceptualizations is the
inseparable constitution of the political production of organized
mobilizations that incorporates collective actions in physical spaces and
in digital environments. In such a way that, the dichotomy formed by
reality and virtual, and the unlimited conception of technology, caused
the formation of an emancipatory aura per se of the groups of activists
and citizens as a result of the use and possession of technologies.
The problem also lies in the decontextualization of the processes that
usually lead to a conception of technology anchored only in terms of
virtual worlds, and which omits the methodological premise set out by
Mosca (2014), which states that the path of activism practices happen
in the Internet as much as in physical spaces.
In this work, I take the relationship between activism and
communicative technologies as a starting point to analyze contemporary
political production based on youth experiences after the YoSoy132
movement in Mexico, I explore specifically some characteristics of
youth political culture that make possible a hegemony dispute linked
to the empowerment of collective actions that is the result of the
strategic use of technologies, digital and interactive platforms. Starting
from the cases of feminist activism networks in Guadalajara and the
Rexiste collective in Mexico City, I take as reference the
experiences and senses of young people, in which activism finds
technopolitics from the strategic communication technologies uses
that arise from a communicational conceptualization, associated to
the same political production that has a set of ideas, notions and
orientations at its zero point that encourage the commitment to
technology as a predisposition.
With the intent of exploring the uniqueness of current political
activism, the first case is the experience of a young woman who has
participated intensively in the feminist activism network in Guadalajara,
which highlights the boundaries in understanding communication as
it articulates repertoires of actions, resistances and mobilizations. The
second case involves the group called Rexiste in Mexico City, from
which I seek to identify the key elements of political performativity,
and in general, of the strategies of activism and the aesthetics that
4 Juan Manuel Avalos González

materialize it. My interest in these cases attempt to draw attention to


the importance of gaging the factors that materialize technopolitical
possibility in terms of activism practices and the symbolic dimension
where their configuration is recreated.

Social movements and collective actions

Snow, della Porta, Klandermans and McAdam (2013) point out that
social movements have played a key role in the development of social
and political transformations through human history, or as Castells
(2015) points out, they are actors of historical change, because “the
changes that are produced are always changes impelled, imagined
by social movements” (p. 52). For Melucci (1996) social movements
are a social construction and a form of collective behavior that are
constituted by a sense of solidarity among its members, a conflict
and a transgression of the actions of those who mobilize against the
political system. In Jaspers’ terms (2014), the social movements and
the collective actions that constitute them refer to individual attitudes,
emotions in social contexts and processes of interaction between social
actors. The previous statements are a fundamental framing, as Melucci
(1996) points out, social movements have moved to cultural areas
because social conflicts are linked to “crucial dimensions of everyday
life” (p. 8).
While della Porta (2013) notices the transnational characteristic of
contemporary mobilizations, where references of struggle from different
geographically distant experiences stand out as well as the symbolic
conception of the actions that integrate them. Castells (2012a) raises
the importance of thinking about media projection of social movements
because technologies represent a powerful resource for negotiating
meanings in the public sphere. However, despite the emerging features
of organized mobilizations, collective actions maintain a central value
in their constitution. According to Melucci (1996), collective actions are
a set of social practices that are the result of the conscious participation
of people who act collectively and exhibit similar constitutive
characteristics in contiguity with time and space within a social
field of relationships. For this author, the collective action is related
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 5

to a mobilization potential, which allows people to negotiate their


possibilities and limits, throughout the action with certain networks that
enable the incorporation of more participating individuals, and with the
motivation formed in their interactions with group members. However,
these interrelationships can only be conceived if they are part of the
collective identity configuration process, as Melucci (1996) mentions,
which refers to the identification produced and shared by those who
participate in collective actions and is the result of their interactions.
I take the interpretation of Nunes (2014) to identify and draft the
processes defined so far around collective actions. According to this
author, the organization and development of these actions articulate the
network system and the network movement. The first concept refers to
a system of different networks formed by people, groups (temporary or
permanent, formal or informal), social network accounts, and spaces
(physical and digital), which structure different layers of interactions.
The second concept refers to the elements and actors of the system
that sustain interactions based on recognition and a set of shared goals,
actions and affections. This means that the network system is the broad
scheme of interaction between actors and the network movement is the
act of self-recognition and identification of theme related to a topic or
cause. However, in my opinion, a key aspect translates into the existence
of intermediate levels of relationships and interactions associated with
the collective actions that give body to social movements, an aspect
that glimpses the field of action and activism that takes place through
ascription or in reference to collectives.
As a variable, technology is another fundamental element in political
production of activism and social movements. In addition to the
functions of collective actions guided by the aims of the mobilizations,
in the words of Melucci (1996), these also represent messages for society
through which it is possible to question the logic of social reproduction.
Social movements announce the beginning of change –like the “now-
time” of Benjamin (1989)–, a characteristic that Eyerman (2006) frames
within the internal and external logic of political performativity of
opposition of protests and expressions of dissidence, and that includes
the interrelated spaces of collective action, the opponents and the public
in general. Therefore, the communicative dimension of collective
6 Juan Manuel Avalos González

actions is even more central today because of the media scenarios


and the activists’ dispositions to develop activism practices that are
based on communication practices through appropriation of technologies
and interactive digital media.
For Mattoni and Treré (2014) activism practices have a mediatic
characteristic that is the result of social and communicative practices,
both refer to processes of participation and organization of collective
actions, as well as to information and interaction flows in the wider
environment. For his part, Bustamante (2014, p. 66) highlights a
process of digital activation that takes place within the mobilizations
and resistances, which highlights the mediatic nature of the
communicative practices that take place through global multimedia
networks that “are articulated to the performative practices of protest
and daily life, in function of the discomforts and the ends that mobilize
their participants”. I agree with these authors in the sense that political
production takes place in highly mediated scenarios, however, from my
perspective, this condition of collective action does not lie in a media
imprint that practices have as something given in their constitution. On
the contrary, my argument revolves around the idea that this condition
manifests itself only if people within organized mobilizations, plan
procedures and actions from notions and strategies that are articulated
to digital knowledges.
della Porta and Diani (2006) pointed out that technologies
expanded the capabilities of other media and, therefore, generated
new options for mobilizations. Furthermore, Gerbaudo (2012) warns
that the technologies have reconfigured communication repertoires
available to those who participate in the protests, enabling new
alternatives to promote the act of meeting people in the public space.
The difference between these notions lies in the symbolic dimension
of technology, which transcends the idea that technologies are only
tools. I recover the notion of Agamben’s “dispositive” to state that
the uses of technologies in political production are not reduced to
the use of tools. For this author “dispositives must always involve
a process of subjectivation, that is, they must produce their subject”
(2015, p. 21). In such a way that the relationship of people and
technologies implies not only a perception of reality, as emphasized
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 7

by Benjamin (1989), but also models a form of action. This allows


me to point out that within political production, communication
technologies must be recognized as “dispositives for action”, which
together with the communication pact made possible through the link
between social actors and technology interaction allows activists to
develop organization strategies and communication processes, dispute
meanings in the public space and specify interpellation dynamics.
Castells (2012a) warns of the existence of processes of power
resistance, which have values, interests and projects outside the
hegemonic networks. For this author, the possibility of producing
autonomous messages is key because “citizens of the information age
can invent new programs for their lives... subvert the habitual practice
of communication occupying media space and creating the message”
(2012b, p. 26). In this sense, subversion from communication glimpses
the counterpower, because according to Castells (2012b) corresponds
to the “deliberate attempt to change power relations” that “is activated
by the reprogramming of networks around interests and alternative
values ​​or by means of the interruption of the dominant connections and
the connection of networks of resistance and social change” (p. 26).
Consequently, activism and political production become counterpoised
and push the coordinates that structure the social and political imaginary
to the limit, that is, the practices of activism dislocate and dispute
meanings in relation to the conflicts and collective actions. Thus, this
process can be understood as a dispute over the hegemonic terms
that govern the understanding of reality and the events of conflicts.
This process also refers to the unification between communication
and action, from the conception of Jensen (2010), and along with the
technopolitical concept that Toret defines as “the tactical and strategic
use of digital tools for organization, communication and collective
action” (2015, pp. 35-36).

Strategies for activism and technopolitics

In another work I have defined contemporary youth political activism as


the participation of young social actors in the organization, development
and dissemination of collective actions, based on a set of socio-political
8 Juan Manuel Avalos González

positions pointed to a cause or facing a social conflict and through the


strategic use of communicative technologies to call to other social actors
and dispute hegemony (Avalos, 2018). In this sense, two fundamental
conditions of activism are: the relational condition of participation in
a specific social context, and the technological element as an enhancer
of organizational processes and activism strategies of interlocution and
interpellation, as well as the dispute of codes and values.
The uses of communicative technologies by activists refer to the
repeated use of repertoires of action. However, the differences lie in
the ideas around the technological dispositives and the skills that have
been acquired with experience. This diversity of uses refer, on the one
hand, to activism practices that involve the management of cameras,
computers, mobile phones and social networks to summon, organize
and distribute collective actions, uses that I identify as derived from
technical capabilities of technologies and platforms. On the other hand,
the strategic sense of the practices in the course and development of
protests, occupations and direct actions advise a differentiated use, a
strategic use of communicative technologies. I refer to the registration
and circulation of actions in real time to articulate the facts and
experiences to other experiences in different cities, and to add meaning
to mobilizations and resistances in a general sense.
Ongoing with what I pointed out in the previous section, the
strategic uses of communicative technologies restore the conception
of technology beyond the idea of a​​ tool and place a meaning in
dispositives for action that are intertwined with processes of subjectivity
distinguished according to the contextual conditions of the activists,
including their own trajectories within the social space.2 Technology,

2 The term “dispositives for action”, in addition to referring to the general


problematization of the relationship between technology and activism
practices, as Treré and Barranquero (2018) point out when exploring
my article about youth political subjects (Avalos, 2016), refers to the
conceptualizations, capacities and agencies of those involved in the
organization and development of mobilizations, and the multiple factors
that affect the know-how together with communication technologies. To
expand the review of this idea outside the literature on youth, I suggest
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 9

from its strategic meaning, and the processes of subjectivation, derive


in an empowerment of collective action, just as Toret (2015) have
pointed out in the definition of technopolitics that inscribes the tactical
and strategic use of the digital tools for organization, communication
and action. However, it is essential to point out that the use of the
term technopolitics has been oriented towards the recognition of
the interrelation between government, politics and technology, as Barry
(2001) indicates as a form of government of a society technologized
in spatial terms and of citizenship related to the individual’s technical
skills, capabilities and knowledge. A second use of the concept is
directly related to the use of technologies by opposition groups and
social movements that are different to the mainstream route, as Kellner
(1999) specifies, where the argument of the users stands out linked to
cyberculture. More recently, Treré and Barranquero (2018) identified
that the term refers, on one side, to scientific innovation, technological
transfer and its geopolitical distribution; that is, the conception of a
broad sense of technology, and on the other side, it refers to the
relationship between technology and the political sphere that affects the
transformation of space, time and political processes that condition new
forms of citizen participation but also of emerging forms of oppression
and political control.
The conditioning factors of the activism mentioned above provoke
different forms of organization and political production from the youth
groups, which disables the accustoming of uses of technologies within
the daily life scenarios of young people and provides a fertile space
to analyze from the appropriation perspective process point of view,
which according to Sierra and Gravante (2018), implies creative uses,
an emotional dimension, a collective way of proceeding as well as a
process of empowerment of the activists.

consulting the work of Franco Migues (2019), who applies in a clear and
solvent way the term, understood as “technologies of hope”, in his analysis
of the technological appropriations in the search for the disappeared carried
out by the collective Las Rastreadoras del Fuerte in the state of Sinaloa,
Mexico.
10 Juan Manuel Avalos González

To emphasize the heterogeneous nature of political production that


is reconstructed in participation and connective logics that forms todays
digital culture, and based on the use of communicative technologies by
young activists, I remark the analytical approach proposed by Reguillo
(2107) of production of presence for the understanding of the strategies
and tactics developed by the participants of social movements in the
street and Internet environments to obtain visibility and favorable
positions to materialize the dispute of codes and values ​​around social
conflicts.
The activism strategies developed by the young activists combined
with the communicative technologies, takes us to develop processes of
conceptualization about the protests, occupations or direct actions as
they project the presence of conflict and at the same time invite people to
participate and challenge the horizon of meaning that the understanding
of the identified problem allows. In this process, communication grants
centrality to the construction of counterhegemonic narratives. The
activist’s perspective is made to tell a story about the events that differ
from the explanations given by governments and economic actors, that
define a dynamic dialog in which different actors and groups participate
and that is able to link digital media and communication technologies
interactions.
Codes and values of activist ​​organize communicative contents that
weave the narrative of contact among people, groups and networks,
influence the construction of a conversation about the conflict, a dynamic
in which different interpretive communities participate and leads them
to become communities of action. I recognize the counterhegemonic
narratives as part of a hegemony dispute that integrates in a double
dimension: A symbolic part, ideas and orientations and a material part,
the practices and positions as well as the purposes of activists within
collectivities, which together seek the construction of new social
imaginaries and patterns of social transformation.3

3 The process of hegemony dispute derived from the communicational


dimension of collective actions, has a performative component that
completes the articulation between communication and action purposed
by Jensen (2010), which highlights the communicability of actions and
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 11

However, in the capacity of enunciation and generation of content


by activists, there are some vicissitudes that imply media power,
constituted by the mass media that is usually articulated to defend
the status quo, capital and tension, as described by Reguillo (2008),
between the power of representation and the interpretative space that
enables communicational dynamics. The dispute of hegemony is usually
determined or conditioned by what Suzina and Pleyers (2016) call
asymmetry of representations, which refers to the disparity to generate
visibility that remains in the current communication ecosystems, where
the representations elaborated by the activists come before media
power. Therefore, the opposition between counterhegemonic narratives
and media power enables or constrains the capacity of activists to open
interpretative spaces where their reading and narration of events can
embody a device that subverts the dominant or hegemonic narrative.

Methodological note

This work represents a part of my commitment to understand social


movements and contemporary political activism where young
people are central characters showing multiple uses of technologies
and aesthetics in the realization of their actions. Since 2011, I have
developed various approaches to the youth experiences of Guadalajara,
Mexico City and Tijuana, through interviews, observation of protests
and newspaper documentation. However, it was between 2014 and
2016, through the research project that led to the book Activismos
políticos contemporáneos. Juventudes, movilizaciones y comunicación
en Guadalajara, published in 2018 by the Instituto Mexicano de
la Juventud,4 in which I managed to consolidate a comprehensive
methodological design to approach the process of the shaping of
political activism where young people participate in collective actions. I
analyzed the organization, development and dissemination of collective
actions, through socio-political practices and the use of communicative

reflexivity. To expand the reading on performativity, communication and


interactivity see Jensen (2010, pp. 51-52).
4 The Mexican Institute of Youth.
12 Juan Manuel Avalos González

technologies. In this project I used ethnography to generate appropriate


data for the object of study. I worked with narratives and observation of
activism practices combining the development of in-depth interviews
and observation of protests, digital platforms and interactive sites such
as Facebook, Twitter and YouTube.
The empirical material analyzed for this paper was constructed
from some interviews conducted for the referred project, as well as
observation and follow-up of specific cases of the political production
of activism and collective networks in Mexico. In order to condense
the personal socio-political experiences and narrate the relevant life of
some young people involved in collective actions and strategic uses of
communicative technologies, I will present the analyzed data, in a form
of a story.
In the first place, I narrate the experience of a young activist who
began her career at the mobilizations organized in the YoSoy132
movement and who decided to turn to the feminist struggle as a result
of a biographical political transition that grouped her discomforts
in relation to gender asymmetries and her search for belonging to a
community according to her interests. This story is not only significant
because of the turning point in biographical terms, but because of the
displacement of this young woman within the groups of women that
embody feminist activism networks that exist in different cities of the
country. The story is based on interviews I conducted with Mariana
on August 5th and November 23rd, 2015, and June 28th, 2017, as well
as personal communication on August 29th and 30th, 2018. In both
interviews, I approached her experience of political participation and
built her activism trajectory to recognize the convergences between
her individual displacement and her collective encounters. In the third
interview, conducted by videoconference, I spoke with her about the
way she valued the role of mass media and interactive platforms within
the feminist struggle. Finally, it is important to note that to refer to her
story, I use a pseudonym to protect her identity.
Secondly, I present the case of an activist collective that arises
from the transformation of the YoSoy132 movement, which
manifests a sophisticated conceptualization of political production
in communicational and technopolitical terms. The story I have built
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 13

with information from the site www.rexiste.org and the systematic


observation of Facebook and Twitter during the main protests between
2014 and 2016, personal communications with the collective in May 9th,
2017, and with the data that emerged both in the interviews conducted
with the activists of the Guadalajara iteso collective, within the
framework of the previously mentioned project, and in some personal
communications with activists from Mexico City.

Youth political production and dispositives for action

The political activism recreated in the street and digital culture


scenarios define differentiated processes of construction of experience
and meaning, not only by the practices and strategies of activism that
define the organization and current political production, –which go
hand in hand with communicative technologies– but by the notions
and predispositions to incorporate these dispositives to action and
communication repertories.
In this section, I present two cases that lead to understand the
experiences of production of presence and dispute of hegemony in two
different time-space registers. As I pointed out in the previous section,
the first one is a story about the activism exercised by Mariana, who
has experienced a process of intensification within her experience of
organization and political production that has been accompanied by a
reflexivity about activism strategies and communication and, in particular,
from the uses of communicative technologies in the organization,
development and dissemination of collective actions. The second case
refers to Rexiste, a collective that is the result of the transformation of
the Yosoy132 movement, which uses intervention of political discourses
through the use of technologies as a strategy of destabilization.

Notions of survival and struggle, networks of feminist activism


This story is geographically located in Guadalajara, a city that
within the conjuncture of political participation, that I have referred
to in another work (Avalos, 2018), has been able to articulated this
participation to the socio-political expressions of Mexico City, through
the close relations maintained with some groups. The story contained
14 Juan Manuel Avalos González

in this experience is framed by events that took place between 2012 and
2017 and refers to the youth political production that arises from the
demands and positions around gender and feminism issues. As of 2012
feminist activism networks were nourished by the YoSoy132 movement.
An event that interrupted the biographical trajectories of many young
women and that allowed a sequence of political transitions regarding
the notions and positions within the resistances and mobilizations, but
also action repertoires used in these experiences. Mariana, a young
professional who participated in the YoSoy132 and who is currently part
of feminist activism network in this city, collaborates with the Femi Bici
project and in the #YoVoy8deMarzo and #CallesSinAcoso campaigns,
scenarios that allow her to have intergenerational interactions between
different organizational structures of institutionalized and non-formal
politics.
Mariana’s experience in political activism has had as a direct
background from the student mobilizations and the fight for justice
against some cases of feminicide in Mexico City. Her incorporation in
to the Yosoy132 not only consolidated her participation in organization
terms, but also led her to express gender inequalities within the mixed
groups of activists and recover her conviction for justice and gender
issues. Because of this, she decided to join networks of feminist
activism, which are characterized by articulating themselves according
to specific causes, a circumstance that defines the temporality of
their connections and collaborations. In an intercalated manner, as
she mentioned in our meetings, the agenda of activities in which she
currently participates relies on meetings to study and exchange ideas,
the construction of women’s networks to attend and share affection
with those that are victims of violence and the organization of protests
and direct actions to sustain the survival and defense of life against
misogyny, harassment and sexist violence.
As a result of her journey within the feminist struggle, Mariana has
put into practice her knowledge to organize and develop protests and
spaces for dialogue, as well as the uses of communicative technologies
that are transversal to these activities and that are also oriented to
convoke society to discuss the dispute of narratives around feminicide
and gender violence. In 2017, after five years of her experience of
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 15

intense participation, Mariana had already learned and mastered the


interactive language of the social-digital networks, particularly oriented
towards the conceptualization of collective actions and the design and
circulation of collective gatherings through Facebook and Twitter.
Recently, and to continue her experience of a young feminists
regarding April 24th, 2016, when a proposal to allow abortion was
placed in the public space, Mariana worked on the design of the
“Aborto Legal Mexico” campaign. Launched in September 28th, 2018,
which seeks to promote this proposal in the country once again. This
collective action, which materialized in the streets and on the Internet,
was organized between different cities in Mexico, a process in which
Mariana participated as a poster and logo designer from a feminist
perspective (see Figure 1).
When I say that the knowledge and practices developed by
the campaign are linked to digital platforms and communication

Figure 1
The design and feminist conceptualization by #AbortoLegal
in Mexico

Source: Twitter screenshot, 2018.


16 Juan Manuel Avalos González

technologies, I am referring to the actions that constitute a strategy to


design and promote the gatherings for collective actions. This actions
refers to the meetings that take place to discuss the main idea that
defines the protest or direct action, along with the translation of this
idea into a hashtag that summarizes its meaning, the design of the visual
materials that will be incorporated into the publications of the social-
digital networks of the collectives of the network, and the guidelines
of the publications that correspond to the communication in real time
and to the dissemination that projects the final recount of the activities
carried out.
Mariana also understood the relevance of communication in
activism and social movements. On the one hand, in relation to the
key role of mass media in stigmatization and criminalization of protest
actions, construction of visibility and the consequences of enunciation,
discrediting and double victimization. And on the other hand, her
learning implicated a reflection on the creation and diffusion of protests
and direct actions through the hashtag, which allowed searching for
people and drafted a perspective to understand the conflict.

Rexiste: named from the streets and networks


Derived from YoSoy132 in 2012, Rexiste appeared on the public
scene of activism in Mexico to defend life and dignity in a context
coded by multiple violence and relations of connivance between State
institutions and organized crime. The particular objective of the project
is the “reinvention of the forms of intervention of public debate”,5 and
for their references and notions to make politics (humor, ridicule, art,
party), they bet on their self-recognition as a fictional character.
Rexiste, collective formed after the YoSoy132, emerged with
the hypothesis of hacking the political discourse through a graffiti
drone, which implied a particular design process for its members.
On the one hand, the determination by a innovative dispositive for
contentious actions, and on the other hand, the commitment to the
character Droncita and the construction of a narrative that enclosed
their activities. In this way, both the destabilization and the intervention
of the speeches had a narrative platform that were developed in an open

5 Retrieved from www.rexiste.org, accessed May 9th, 2017.


The technopolitical possibility. Contemporary activism... 17

and replicable code to produce counter-hegemonic narratives with the


intention of contaminating and questioning the political agenda and its
speeches.
Rexiste participated in citizen mobilizations for Ayotzinapa’s justice
between 2014 and 2015.6 One of its most important initial actions was
the monumental painting “Fue el Estado” (“It was the State”) that they
made in the Zócalo esplanade in Mexico City, on October 22nd, 2014
(see Figure 2). This piece is the result of the use of 30 liters of paint,
a registry and a circulation strategy that generated a viral message.
The collective recovered the slogan that imputed responsibility to
the Mexican State for the forced disappearance of the 43 students of the
Escuela Normal Isidro Burgos in Iguala, Guerrero.

Figure 2
Monumental painting “Fue el Estado” made by Rexiste

Source: Twitter profile @Lalo777.

Almost a year after the resistance by Ayotzinapa, on September 24th,


2015, Rexiste published the video “Es hora de cambiarlo todo” (“It’s
time to change everything”) on its YouTube channel. The main character
is Droncita, who demands the resignation of the President Enrique Peña
Nieto for the fabrication of the deception that the Mexican institutions
sustained through the “official truth” through the Procuraduría General

6 For more information on youth political activism in the case of Ayotzinapa


see Avalos (2017).
18 Juan Manuel Avalos González

de la República (pgr). The main sequence refers to the sentence that


Droncita says to the president: “you tried to lock the truth, you tried to
deceive us; it’s time to change everything”, at the same time that the
image of a few strokes of red paint erase the face from the figure of
Peña Nieto painted on a wall, with the slogan “¡Que se vaya!” (“Let
him leave!”).
Another video that is part of the strategy of narrative subversion
around Ayotzinapa is titled “The Hunger Games Mexico” and was
published on YouTube on October 4th, 2015. The first part of the video
begins with a shot of the Zócalo esplanade of Mexico City, which
is occupied by hundreds of protesters who gathered on October 2nd,
2015 to attend a rally organized by Committee 68 and the families
of Ayotzinapa. The audio refers to the message that the government
began to transmit from the speakers of the Palacio Nacional, where
they warned about the constitutional rights of people and the actions
of the authorities in accordance with the law to maintain security and
public order. However, the second part of the video is developed with
the eruption of some detonations and the evacuation of people from
the esplanade, which refers to the beginning of a disproportionate
security operation executed by the police authorities. This segment
is accompanied by a voice that points out that the violence is hiding
something, and a sequence of images of various protests and the
audio of the count of the number 43, referring to the 43 disappeared
students. The video finally closes with the sentence: “It’s time to change
everything”.7
Another participation of Rexiste within this conjuncture of
political participation refers to the mobilizations for the murder of
Ricardo Cadena, a young skater and graffiti artist from San Pedro
Cholula, Puebla, who was assassinated on May 3rd, 2015 by the deputy
director of Public Security. Based on the information provided by the

7 The publication of the video on YouTube is complemented by a brief chron-


icle of the events, placed in the description of the content, which states that
while the police operation dismantled the activities in the Zócalo esplanade,
in the networks thousands of bots replicated false information about violent
acts in Palacio Nacional in charge of the protesters.
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 19

Procuraduría General of Puebla, it was known that the execution was


intentional when he was immobilized and subjected to the ground, that
is, he referred to an act of qualified homicide and abuse of authority (see
Redacción Animal Político, 2015).
The case became known nationally and Rexiste, along with the
support of other groups, promoted the call “Ricardo Cadena, las calles
te nombran” (“Ricardo Cadena, the streets name you”). This call was
part of other resources generated by these activists, among whom untie
the documentation of the case and the construction of the profile for
this young man. The call outlined the organization of a collective action
simultaneously in Mexico City, Guadalajara, Puebla and New York
on May 9th, 2015. However, one month after the murder, the call was
extended to the recovery of various expressions and interventions in
public spaces such as photographic and visual records that would be
exhibited in San Pedro Cholula to keep the memory of Ricardo Cadena
and his intervention spaces alive.
Finally, on June 21st, on the international day of street skating, the
collective, the family and friends of Ricardo Cadena called to an event
to remember one of his passions, but also to promote the creation of a
skating park in his memory. After 2015, Rexiste continued to broaden
the reflection and circulation of contents on this case; contributing to
the construction of collective memory and building a different and
distant perspective of the stigmatization and criminalization of youth
(see Figure 3).8
It should be noted that Rexiste, in addition to its participation around
the issues of the forced disappearance of the students of Ayotzinapa and
the murder of Ricardo Cadena protest, has also added its strategy in
the Narvarte neighborhood, in Mexico City case, where on July 31st,
2015, Nadia Vera, Rubén Espinosa, Mile Martin, Yesenia Quiroz
and Olivia Negrete were murdered, and the war against women was
materialized by the feminicidal violence of the exacerbated machismo
that takes place in this country among other experiences.

8 To consult the work of Rexiste on Ricardo Cadena go to the following link:


http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:http://rexiste.org/
ricardocadena.
20 Juan Manuel Avalos González

Figure 3
Ricardo Cadena, “it’s has been two years that I can’t see you”

Source: Rexiste, 2017.

The technopolitical possibility

If we review the text that Tufekci (2018) published in the Technology


Review journal of the Massachusetts Institute of Technology, one faces
a severe analysis that tempers the euphoric and celebratory tone of the
diverse uses of technologies linked to recent social movements, and
an accurate reflection on the network of digital culture issues that are
associated with media concentration, surveillance and data stealing,
polarization and precision marketing, the use of bots and the cooptation
of technological tools by authoritarian regimes, which together should
be recognized as the recomposition of power together with the Internet
environments. However, what is striking is the judgment that technology
may not be so positive.
The drawing cannot be only figurative of the dark narrative –
in Black Mirror style– that covers the technological element of the
informational distortion generated by false news, the Internet culture
that emanates from the expressions of hatred, or the strategies that
the governments police develop to impose their dominant narratives
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 21

(information control, techno-censorship, among others). On the other


hand, the representation of these experiences cannot be conceived from
the spectacularization of activist and therefore, of youths actions.
The experiences presented in the previous section, the exploration
of its elements and the connections between these allows to know the
scenarios where appropriation and technological empowerment take
place, that is, provide a perspective to understand the possibilities and
limits of technopolitics in located contexts. While Mariana’s experience
refers to the sedimentation of communicational thought and to the
consolidation of a reflection on the uses of communicative technologies
in a strategic sense as well as the digital knowledge involved, the case
of Rexiste refers to the strategies of a political performativity that,
through counterhegemonic narratives, opens the perspective to another
framework of intelligibility of reality, where the transmedia logic stands
out –the crossing of the narrative of operative police with the references
of control and survival game stated in the movie The Hunger Games–,
the creative elements and an aesthetic that seeks to narrate in a different
way the struggle as a parallel accompaniment of the dispute for power.
I recover from Rancière (1996) his though of the logic of litigation,
dispute and contention that allows the understanding of the social order
tensions that political activism energizes. The approach of this author
on the disagreement between “police” and “politics” is a framework
of pertinent reflection to approach the game of continuity and the
change-rupture of social reproduction in which organized mobilizations
intervene. For Rancière, the term “police” refer to the establishment
of order through which institutions define the relationships of bodies,
ideas and boundaries between them within a civilizing project. Instead,
“politics” refers to the breakdown of that order from the opening of an
item of dispute to question social regulations, that is, the search of the
distortion of the established. Although, the distortion of the established
proposed by Rancière implies an equal contingent restitution of the
parties that breaks the state of domination and incorporates the part of
those without part –marginal subjects excluded from the word, a name
and power that produce their visibility–, also works in an important way
to build the process of the establishment of power and the structuring
of the orders instituted, as well as the possibilities of rupture of the
22 Juan Manuel Avalos González

continuity of the social system that are also possible to produce and
generate.
In this sense, from the cases worked and recognizing the logic
of litigation implicit in the organized mobilizations –configured
communicationally–, what I propose refers to a “technopolitical
possibility” that not only depends on the performatic condition of the
communication but on the guidelines that structure the connective
condition of the mobilizations and resistances. This technopolitical
possibility –anchored to the idea of aptitude
​​ or ability to do something–
is directly related to the capacity that young activists possess and enable
in their process of empowerment, to dissent, interrupt the dominant
narrative and configure different imaginaries.
Reguillo (2017), in her analysis of insurrectional subjectivities
articulates the production of presence in the expanded public space,
where young activists make use of social-digital networks to manifest
their discomforts and imagine different worlds. For this author, who
recovers Appadurai (2001), technopolitics is possible because of the
work of the imagination that defines scenarios for action in which social-
digital networks enable connective actions by establishing mechanisms
of organization and resources to elaborate response narratives.
A characteristic of contemporary political activism, as Rovira
(2015) states, is the ability of its participants to say things with the
force of images, that is, the power of enunciation that is exerted
through their own language found in the generation of audiovisual
content is an important power. Hence, Reguillo (2017) refers to video
transmission in real time, memes, the human microphone and hashtags
as the repertoires of connective action that allow the construction of the
narratives that embody the litigation.
The political performativity that is organized through digital
knowledge, which is part of the strategies of activism and
communication, acquires its capacity for interpellation by the elements
that it recovers from the visualities that go through political production.
For Sánchez (2015), the images constitute an interactive modality
that is exploited by the activists through the contents that they project
within the social-digital networks, because the images are not only part
of a contemplative act, but they also favor possibilities of grouping,
The technopolitical possibility. Contemporary activism... 23

interaction and socialization. Therefore, says this author, given that the
images are operators of the political, the activists are interpreters and
executors of a policy of images that allows them to deconstruct politics.
The visuality from where Mariana and Rexiste conceptualize and
develop collective actions and, therefore, the narratives that they publish
in social-digital networks and their circulation schemes to develop
dynamics of dialogue and interpretation are evidence of the traits and
emerging elements of political production and contemporary social
movements. Above all, the distinction with respect to previous
social movements lies in the potential of audiovisual languages that ​​
produce representations about reality that do not pass through the
mediation of media corporations neither the institutionalized political
sphere or economic capitals (Avalos, 2018).

Conclusions

Technology is an essential element of young people’s daily life and it is


also an important dispositive in their social and political participation
experiences. The relationship between political production within
activism and communicative technologies not only enables organizational
dynamics but also the generation of content, where audiovisual language
stands out and places them in a scenario where they contend codes,
values ​​and stories about social conflicts. Mariana’s experience places the
dispute of the patriarchal gender narrative that is stimulated by the media
and by those who add to the reproduction of stereotyped representations
within the digital culture. For feminist activism networks what is at stake
is the existence of a set of representations that narrate in a different way
the drama of feminicide and harassment, and in general, the presence of
women in public spaces.
The case of Rexiste sees with greater clarity the picture of the dispute
in political speeches that the governments build. Around Ayotzinapa,
the challenge implied the rejection of the official thesis prepared by
the federal government, and the contribution to an alternative story
about the forced disappearance of the students. Regarding the murder
of Ricardo Cadena, the dispute manifests itself in a narrative that
criminalizes young people because of how they dress or because of
24 Juan Manuel Avalos González

their actions in the streets. However, regardless of the parties that are
in dispute, my argument is that it is in the same process of political
production that activists learn to dispute an idea of politics
​​ and power.
The dispute for hegemony that I have referred to is linked to
technopolitics that imply the sum not only of skills and competencies
for the use of technologies, but also the strategic communication
that gives relevance to this process within activism. The strategic
sense is articulated to technopolitical possibility, which refers to the
improvement repertoires and empowerment of collective actions in
which the objectives of young activists are determined by the specific
situation where dispute or conflict develops in the broader social space.
From the youth experiences of political production where the
technopolitical possibility is manifested, from the strategic uses of
technologies and towards the expansion of organization, communication
and collective action, I highlight two significant varieties of
contemporary political activism. The first refers to the emergence
of a youth political subject that is managed strategically in the street
and digital culture scenarios to build its position and proceed with the
elaboration of narratives and the dispute of hegemony. This means that
young activists manage to translate their experiences and knowledge
of the playful and socializing environments that are technologically
mediated in positions and resources to gain visibility and dispute
hegemony through narratives.
The second significant mark refers to the possibility of technopolitical
meanings. I refer to the accumulation of practice and the reflexivity
of experience, in such a way that the youth political subject is also
constituted as an organic intellectual, in the Gramscian sense, who has
the capacity to carry out contentious actions to use the repertoires of
collective action and communication, and register their experiences. To
a great extent, the experience of an organic intellectuality is defined by
a certain intensity of social time in which the biographical trajectory of
young activists converges with the community and with an event.

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