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Las tentaciones de Jesús

Jesús se mete de lleno en el drama humano del pecado y la muerte. Y tambien en las tentaciones
que todo hombre sufre. De modo que Jesús como dice San Pablo se asemejó en todo a nosotros menos en
el pecado. Jesús viene a redimirnos del pecado que inaugura Adán.
Hay un paralelismo entre Jesús y Adán. Hemos escuchado en la segunda carta decir a San Pablo que
Adán era figura de Cristo. Pero es una figura por contraposición: Cristo obedeció; Adán desobedeció. Este
paralelismo por contraposición se ve en el lugar elegido por Jesús para sufrir las mismas tentaciones que
Adán y Eva, que hemos escuchado en la primera lectura. En efecto, el desierto - imagen opuesta al jardín, el
paraíso- se convierte en lugar de la reconciliación y de salvación; las fieras, a las que hace alusión San
Marcos, representen la imagen más concreta de la amenaza que comporta para los hombres la rebelión de
la creación y el poder de la muerte, se convierten en amigas como en el Paraíso. Se restablece la paz que
Isaías anuncia para los tiempos del Mesías: “Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el
cabrito…” (11,6). Donde el pecado es vencido, donde se restablece la armonía del hombre con Dios, se
produce la reconciliación con la creación.
Antes de entrar en cada una de las tentaciones a explicarlas vemos que “Lo común de las tres
tentaciones es apartar a Dios, que ante todo lo que parece más urgente en nuestra vida, pasa a ser algo
secundario, o incluso superfluo o molesto. Poner orden en nuestro mundo por nosotros solos, sin Dios,
contando únicamente con nuestras capacidades, reconocer como verdaderas sólo las realidades políticas y
materiales, y dejar de lado a Dios como algo ilusorio, ésta es la tentación que nos amenaza de muchas
maneras”, así se expresaba Benedicto XVI en su obra Jesús de Nazaret.
Además, algo común es adoptar una apariencia moral. En las tres el diablo aparece como un
teólogo. Por ello, la tentación no nos invita a hacer directamente a hacer el mal, eso sería muy burdo. Se
reviste de ángel de luz. Como dice San Pablo. El diablo siempre esgrime aparentes razones de bondad. El es
el padre de la mentira, pero siempre la mentira de la media verdad que es peor.
Primera tentación. Si eres hijo de Dios… Es una petición que no solo el diablo sino también los
hombres le dirigen a Dios, Cristo y su Iglesia. Si existes, tienes que mostrarte, aparecer, mostrarse con
evidencia.
¿Qué hay más de trágico que el hambre, la miseria? No es la misma pregunta que hacen los
hombres: si existe Dios, ¿por qué hay hambre? ¿Por qué no nos arregla los problemas sociales y
económicos? Es lo que los hombres tientan a la Iglesia: si quieres ser la Iglesia de Dios, preocúpate ante
todo del pan para el mundo, y lo demás viene después. Es difícil responder a este reto.
El tema del pan está presente en la vida de Jesús. Y hay dos multiplicaciones de los panes para la
multitud hambrienta. ¿Por qué antes fue tentación aquí y no en el momento de milagro? La gente había
llegado a escuchar la palabra de Dios y podían recibir el pan de modo adecuado, como un medio. Este
milagro de los panes supone tres elementos: le precede la búsqueda de Dios, de su palabra, de una recta
orientación de toda la vida. Jesús no es indiferente a las necesidades materiales de los hombres, peros los
sitúa en el contexto adecuado y les concede la prioridad debida.
No solo de pan vive el hombre… Lo material no llena al hombre. Es lo espiritual, lo sobrenatural el
propio alimento humano. Y cuando Dios desaparece, aún lo material se pone en riesgo. No se puede
gobernar la historia con meras estructuras materiales, prescindiendo de Dios.
Segunda tentación. Esta tentación es más sutil. Más espiritual. Así, el diablo lo lleva a un lugar
sagrado, al templo. Y la prueba viene de la misma palabra de Dios. El salmo 91. El diablo es un versado en lo
teológico, como decíamos más arriba. Requiere un grado más de discernimiento, más fino.
Es así, que los daños más graves para la humanidad han sido productos de las herejías: hoy es el
progresismo. O de verdades cristianas, secularizadas, vueltas locas, como decía Chesterton. Son verdades
cristianas pero sacadas de quicio. Así la libertad, la igualdad, fraternidad; la defensa de los pobres, el
compartir los bienes.
Se ha relacionado esta máxima con pan y circo. Después del pan hay que ofrecer algo sensacional.
El mundo sin Dios y con el solo pan no es feliz, necesita de emociones excitantes cuya intensidad suplante y
acalle la conmoción religiosa.
Jesús responde: No tentarás al Señor tu Dios. Tentar a Dios en el antiguo testamento era una
rebelión contra Dios. Es la arrogancia de querer convertir a Dios en un objeto e imponerle nuestras
condiciones.
Ciertamente que Cristo se arrojó. Pero fue un arrojó por amor, no por estupidez, ni por vanidad. Se
lanzó al abismo al hacerse hombre y luego, la de morir en la Cruz. Muchas veces nos tenemos que lanzar al
abismo. Pero a aquel que tiene sentido. No gastar la vida en riesgos superfluos sino arriesgar la vida en lo
que vale la pena. Saber las cosas por las cuales vale la pena morir.
Tercera tentación. El diablo conduce al Señor en una visión a un monte alto. Le muestra todos los
reinos de la tierra y su esplendor, y le ofrece dominar sobre el mundo. Aquí hay una media verdad: la
verdad es que Cristo llama al diablo, el príncipe de este mundo; Pero es Cristo a quien dijo antes de
ascender: Se me ha dado todo poder sobre el cielo y la tierra. Entonces, ¿En qué sentido el diablo tiene
dominio sobre este mundo al punto de que es llamado el príncipe? Según Santo Tomas, tiene un dominio
no por naturaleza sino por su pecado, que se ha constituido en cabeza de los amadores de este mundo. No
es príncipe de las creaturas, sino de los pecadores y de las tinieblas. 1 Pero el de Cristo es absoluto. Y como
hemos escuchado en la primera lectura. El poder de la gracia es más poderoso que el poder del pecado y
del mal. Santo Tomas da la razón: “El pecado procede de la debilidad de la voluntad humana, mientras que
la gracia procede de la inmensidad de la divina bondad, la cual excede humana, sobre todo, siendo esta
débil”2.
El reino de Cristo no es aparente sino real. Es eterno y no temporal. En cambio, los reinos de este
mundo son pura apariencia. Es un esplendor que se esfuma. El Reino de Cristo, en este sentido no tiene
este tipo de esplendor. Crece a través de la humildad de la predicación en aquellos que aceptan ser sus
discípulos. Así, han desparecido reinos opuestos a Cristo y Él sigue reinando por su Iglesia.
Es la tentación de hacer terrenal algo que era sobrenatural. Un paraíso aquí en la tierra. Así se
entiende también la prueba a la que fue sometido Jesús en el juicio de Pilatos. Jesús y Barrabás. El primero
el Mesías verdadero; el último un seudomesíás político. Se traduce muchas veces por Barrabas era un
bandido. Y famoso. Era jefe de una facción política de resistencia que prometía una restauración mesiánica
temporal. Y los hombres eligieron a este en vez de Cristo. Así se continua la historia: por encima de la
salvación verdadera los hombres eligen los mesianismos temporales y una felicidad terrenal. ¿no son acaso
el liberalismo, positivismo, nazismo, marxismo, progresismo formas de mesianismos que se erigen en
contra del cristianismo?
Esta es la tentación fundamental de Jesús, sobre lo que un Salvador debe hacer del mundo. Se
plantea durante toda la vida de Jesús. Pedro no entendió la salvación de Jesús que debía venir por el
misterio de la Cruz. Así uno entiende que Jesús le dijo a Pedro: Satanás.
Lo que Jesús replico a Satanás es que ningún reino de este mundo es el Reino de Dios, ninguno
asegura la salvación de la humanidad en absoluto. Al Señor adorarás y a Él solo darás culto (Dt 6, 13).
Bien, mis queridos hermanos, en esta cuaresma, purifiquemos nuestro corazón. Estemos mas
atentos a las tentaciones que vienen del diablo a través de sus aliados: el mundo y la carne. Por eso el
ayuno. Nos hace más pronto y más fino en las cosas espirituales. Nos afina el discernimiento.

1
Cf. Santo Tomas, Super Ioannem, Caput 16, lectio 8.
2
Santo Tomas, In Romanos, Caput 5, Lectio 5
Pidamos al señor de aprovechar este tiempo de Cuaresma para aprender a vencer las tentaciones
como lo hizo nuestro Señor.

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