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Sylvia Saítta, Prólogo a: Salvadora Medina Onrubia, Las descentradas, Buenos Aires,
Tantalia. 2006. Págs. 7-14. ISBN: 987-22809-2-4
Mujer de Natalio Botana, creador del mítico diario Crítica; abuela del genial Copi;
amiga de Alfonsina Storni… Considerada durante años en función de otros nombres,
Salvadora Medina Onrubia (1895-1972) es, ante todo, una escritora y dramaturga cuyas
obras necesitaron del tiempo para tornarse legibles. Mezcla rara de discursos provenientes
del folletín sentimental, el anarco-feminismo y la teosofía, sus obras se revelan hoy como
originales experimentaciones literarias de los modos de representar la subjetividad
femenina. En discursos políticos, narraciones y obras teatrales, Medina Onrubia ofrece una
imagen de mujer que se aleja del paradigma femenino social y culturalmente aceptado en
las primeras décadas del siglo veinte.
La actividad pública de Salvadora Medina Onrubia comenzó en 1914: mientras
terminaba de escribir su primera obra de teatro Almafuerte —que fue publicada con
prólogo de Santiago Locascio en el noveno número de la revista Nuestro teatro, editada
por B. Pueyo, el 2 de febrero de 1914—, militaba en el anarquismo en contra de las leyes
de represión y a favor de los derechos de la mujer. El 27 de enero de ese año, dio su
primera conferencia en un mitin organizado por los anarquistas en la Casa Suiza, verdadera
2
carta de presentación de una joven recién llegada a Buenos Aires desde Gualeguay, soltera,
pero con un hijo en sus brazos:
Cuatro días después, el 1 de febrero de ese año, Medina Onrubia participó como
oradora en un acto organizado por la FORA contra la Ley Social y a favor de la libertad de
los presos anarquistas. En un palco elevado en la esquina de México y Paseo Colón,
alentaba a sus compañeros y compañeras a la lucha:
Estoy con ustedes, con los anarquistas, los que deben marchar de frente y con
el pecho descubierto, arrostrando el peligro, sin importársele el morir por
nuestro bello ideal. Yo daré el ejemplo y levantaré los corazones en la lucha,
para lo cual reclamo el derecho de ir con mis compañeros, delante de todos,
empuñando la bandera roja, que es como el fuego de los corazones.2
1
“Alma al aire… Conferencia leída por su autora en el mitin de la Casa Suiza”, en La Protesta, 29
de enero de 1914.
2
“El gran mitin del domingo”, en La Protesta, 3 de febrero de 1914.
3
Estos comentarios no hacen sino enunciar el eje a partir del cual se define la obra
de Medina Onrubia. Tanto en los relatos de El libro humilde y doliente y El vaso intacto, y
en la novela Akasha, como en los dramas teatrales La solución y Las descentradas,
Medina Onrubia ensaya los modos de construir una figura femenina que conjugue ambos
términos —ser mujer y tener talento— y, al mismo tiempo, reflexiona sobre las relaciones
entre esa figura y los prejuicios sociales y culturales en los cuales se inscribe. La pregunta
que Medina Onrubia busca responder a lo largo de toda su obra es cómo describir a una
mujer que contradiga los modelos femeninos que ofrece la tradición literaria. O mejor:
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“Salvadora Medina Onrubia. Esta compañera que con tanto éxito viene actuando en las filas del
pueblo, queda desde hoy, en carácter de redactora, incorporada al personal de La Protesta. Al
anunciarla a nuestros lectores no hacemos mayores comentarios, por ser ya bien conocida y
ventajosamente juzgada su personalidad. El elemento femenino llamado a ser gran fuerza en el
organismo revolucionario y a quien dedicará una sección semanal, tendrá en ella una buena y
simpática bandera a cuyo alrededor puede agruparse para las iniciativas, llevado de su ejemplo tan
altamente moralizador y humano. Se le ha encargado también la confección de una página literaria
que señala uno de los adelantos más grandes del diario al llevar semanalmente por medio de sus
columnas la cultura intelectual al seno del pueblo; y la que dado su competencia no dudamos sabrá
hacerla digna de su talento y de la confianza a que por sus méritos se ha hecho acreedora” (La
Protesta, 5 de febrero de 1914).
4
“Reflexiones de una mujer, por María Rotella” en La Protesta, 6 de febrero de 1914.
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cómo construir literariamente la figura de una mujer diferente. Y lo hace a través de una
galería de personajes femeninos que personifican los distintos modelos de mujer posibles.
Ya en su novela Akasha de 1924 como en los relatos de El vaso intacto de 1926, Medina
Onrubia presenta heroínas construidas desde el lugar que les asigna la cultura y la tradición
literaria, para socavar esos modelos establecidos. En Akasha, una joven de la alta sociedad
se enamora de un actor cómico inglés, y vive con él un amor pasional que, lejos de lo que
sucede en el folletín sentimental, se basa en la atracción física y sexual. Si, como señala
Dora Barrancos, el anarquismo incorporó el tema de la sexualidad en el centro del debate
público y, a su vez, cumplió una segunda tarea, la de “erotizar la forma parnasiana, hacer
uso de un lenguaje y un estilo pasional que se sabía trasgresor”,5 Medina Onrubia reescribe
las historias sentimentales mil veces contadas en folletines o letras de tango, pero
contradiciendo sus presupuestos ideológicos y poniendo en escena todo aquello que esas
historias mantenían en silencio.6 De este modo, esta joven perteneciente a la “más rancia
aristocracia” porteña, en un acto realmente escandaloso para la época, recibe a su amante
en su propio dormitorio, mientras la familia duerme:
Del mismo modo, la joven de alta sociedad, soltera y embarazada, del relato “El
vaso intacto”, encuentra la verdadera felicidad junto a un joven pobre que la conduce al
altar, en un final feliz que invierte a la figura de “la perdida” de folletines y letras de tango,
cuya “caída” es penalizada con un final desgraciado. Estas heroínas que desafían el
5
Dora Barrancos, “Anarquismo y sexualidad” en Diego Armus (compilador), Mundo urbano y
cultura popular, Buenos Aires, Sudamericana, 1990; pág. 24.
6
Para un análisis de la construcción de personajes femeninos y tópicos del folletín sentimental,
véase Beatriz Sarlo, El imperio de los sentimientos, Buenos Aires, Catálogos, 1985.
7
Salvadora Medina Onrubia, Akasha, Buenos Aires, Gleizer, 1924; pág. 82.
5
A través de esta típica heroína de folletín, que cumple con su destino de clase
encaminándose pasivamente a un matrimonio de conveniencia, Medina Onrubia expone
uno de los postulados del anarco-feminismo, que consideraba al matrimonio burgués como
una forma de prostitución:
8
Salvadora Medina Onrubia, “Gaby y el amor” en El vaso intacto y otros cuentos, Buenos Aires,
Gleizer, 1926; pág. 123.
9
Salvadora Medina Onrubia, “Gaby y el amor” en El vaso intacto y otros cuentos, op. cit., pág.
129.
6
¡Tonta! Hay que hacer eso... Ya ves, nosotras... si nos “literalizaran”, por
ejemplo mi caso, el tuyo... todos los críticos en coro unánime se burlarían del
autor, lo insultarían. Dirían que no había lógica en el asunto, que eran
arbitrarios los personajes, inverosímil su psicología, folletinescos los recursos.
Ya verás lo que me dicen a mí, a mi libro. Y me tendrá sin cuidado. Yo escribo
para mí misma, no para los demás...
Porque de eso se trata: de ajustar cuentas con una tradición literaria que presenta
una imagen de mujer estereotipada con la cual no se está de acuerdo y, al mismo tiempo,
de construir una imagen de mujer que funcione como modelo alternativo. Ese modelo está
formado por las “descentradas”, que se diferencian tanto de “la mujer femenina, la del
crochet simbólico” como de las sufragistas. Las distancias entre unas y otras difieren:
mientras que las mujeres femeninas representan todo aquello que se desprecia —son las
esclavas, las vulgares, las bien educadas, las que sólo quieren casarse y tener hijos—, las
sufragistas son las que buscan para las mujeres los mismos derechos de los hombres. Y si
10
Emma Barrandeguy, Salvadora, una mujer de Crítica, Buenos Aires, Vinciguerra, 1997.
11
Salvadora Medina Onrubia, “La casa de enfrente” en El vaso intacto y otros cuentos, op. cit.,
pág. 138. Este relato fue reeditado en 1997 por la editorial Mate, con prólogo de María Moreno.
7
12
Dora Barrancos, Anarquismo, educación y costumbres en la Argentina de principios de siglo,
Buenos Aires, Contrapunto, 1990; pág. 276.
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