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Convertirse en Ex Obreros PDF
Convertirse en Ex Obreros PDF
ISSN: 0185-4186
revistaces@colmex.mx
El Colegio de México, A.C.
México
Introducción
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por parte de los grandes consorcios regiomontanos alfa, visa y vitro.2 Pa-
ra 1986, con la liquidación de Fundidora de Monterrey y Aceros Planos, se
arrojó a la calle a otros 12 mil trabajadores. A partir de este momento, la ciudad
de Monterrey entró a un proceso de transformación de su sector industrial, que
impactó la composición del mercado de trabajo: una tercerización del em-
pleo, la expansión de ocupaciones no manuales y el deterioro de los ingre-
sos laborales.
Además, debido a la cultura obrera formada en Fundidora, basada en la
negociación colectiva, la participación sindical y política, el sistema de tra-
bajo, prácticas de solidaridad de clase, así como el control del proceso de
trabajo, la reinserción de los fundidores en el mundo del trabajo en la ciudad
se complicó al enfrentar a una opinión pública desfavorable, tanto entre la
población en general, como en el medio empresarial en particular.3
Planteamiento
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Una gran mayoría de estos trabajadores correspondían a las plantas localizadas en
Monterrey.
3
Era común encontrar en las puertas de las fábricas carteles con la leyenda: “se solicitan
trabajadores, excepto obreros de Fundidora”.
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Una serie de estudios señala las profundas rupturas entre el mundo del tra-
bajo asalariado y el mundo laboral de la flexibilidad (Beck, 1988; Sennett,
2002; Rifkin, 1994; Giarini y Liedtke, 1996). Estos dos mundos son vistos y
caracterizados como excluyentes, diametralmente opuestos. Se sostiene que
quienes salen del mundo laboral burocrático y entran en el de la flexibilidad
experimentan cambios importantes en su vida cotidiana.
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Richard Hoggart (1957), define el “ellos” como una figura multifacética. Generalmente es
el mundo de los jefes del sector privado o el de los funcionarios; sin embargo, puede extenderse
a miembros de otros grupos sociales, como los trabajadores sociales o los médicos. El “ellos”
constituye un grupo nebuloso, numeroso y poderoso, que afecta las vidas de los obreros, por lo
que el mundo se divide en “ellos” y “nosotros”. “Ellos” son “los que están arriba”, los que te
pagan la pensión, la jubilación, los que “pueden más que tu”.
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todos usan el mismo estilo y calidad de la ropa y no hay una oficina. Además,
frecuentemente el “patrón” forma parte de la mano de obra. De hecho, los
clientes siempre preguntan por el encargado, y solamente hasta que se les in-
dica se percatan de la estructura social.
Los momentos de ocio y de descanso dentro del taller coadyuvan para
que las barreras sociales se pierdan, como son los momentos de la comida
y las frecuentes carnes asadas y/o la cerveza los sábados. Estas relaciones
sociales frecuentemente se trasladan fuera de los muros del taller, como ir a
los partidos de futbol y a las cantinas. Estas relaciones sociales no eliminaron
el conflicto entre los “dos extremos” de la producción. Las discrepancias en el
pago de las horas extra, los ritmos de trabajo o las indisciplinas en los horarios
de trabajo son factores permanentes de conflicto, sin embargo las relaciones
sociales horizontales atenúan el conflicto.8
Además de la esfera del trabajo, el “ellos” y el “nosotros” en el discurso
y las prácticas de los ex fundidores se hacen observables en las actitudes
sobre la política. Hoggart, al estudiar las actitudes hacia la política de los
obreros ingleses, destaca que una de las prácticas culturales que los divide
tajantemente con respecto a los “otros” es el sentido de lo personal y el gusto
por lo concreto.
El común de los ex fundidores ha mantenido una actitud distante hacia
la política, no así quienes fueron activistas sindicales. En el caso de los pri-
meros su discurso sobre la política está sustentando en frases etiquetadas. En
tanto los que fueron cuadros sindicales se siguen interesando en la política, al
menos en el discurso. Muchos de ellos participan en sindicatos, como la ctm
y la croc, en partidos políticos, como el pt; el prd o el pri. Generalmente
continúan manejando ideas más complejas sobre la política que el común
de la base trabajadora. Ello se debe seguramente a su entrenamiento previo
en partidos y organizaciones políticas.
Corolario
8
Algunas de las experiencias, similares a los dos ejemplos anteriores, lograron sobrevivir
por muchos años debido al manejo propiamente “capitalista” que se hacía del negocio. Las
que no se lograron consolidar fue básicamente por la ausencia de una cultura en el manejo de
negocios, por lo que el mal manejo en las relaciones con el imss o con la shcp propiciaron su
desaparición.
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2. Convertirse en ex obreros
Pero, ¿qué tienen en común los ex obreros con otros “exes”? Todos sa-
lieron de una forma de vida que los dotaba de una identidad con ciertas ex-
pectativas, privilegios y estatus. Todos son frecuentemente identificados con
un papel social que ya no tienen. Todos están en un proceso de construc-
ción de una nueva identidad.
Al no ser la figura del “ex” una particularidad del mundo obrero, las ca-
tegorías analíticas para su comprensión tienden a escapar de las fronteras
conceptuales de la sociología del trabajo, por lo que su estudio es una invi-
tación a explorar aportes analíticos hasta ahora lejanos a esta disciplina, lo
que permite ampliar las fronteras conceptuales para el entendimiento de las
nuevas realidades dentro del mundo de los trabajadores.
La búsqueda de herramientas conceptuales se hace a través de las pro-
puestas de Helen Fuchs (1988) y de Vincent De Gaulejac (1991). En la pri-
mera se toman aportes de la teoría del rol para dar cuenta de los procesos de
cambio de identidad de las personas que salen de formas institucionales de vi-
da. En la segunda se hace a través de categorías de la psicología clínica y la
sociología para dar cuenta de los conflictos individuales de las personas que
entran a un proceso de desclasamiento social.
Helen Fuchs utiliza dos conceptos analíticos que permiten la aproxi-
mación al proceso del desplazamiento identitario que experimentan los
fundidores en su proceso de convertirse en “exes”: desembrague y desiden-
tificación. Éstos hacen referencia a la disociación de los derechos y las obliga-
ciones asociados al rol otorgado y al proceso de dejar de pensar para sí en el
rol anterior. Uno conduce a lo otro, ya que son las personas mismas quienes
cancelan las expectativas sociales de determinados roles, iniciando un despla-
zamiento de sus identidades a nuevas direcciones.
Este planteamiento metodológico permite observar el proceso contradic-
torio que han seguido los ex fundidores, en el que unos hacen uso de algunos
rasgos de su identidad obrera y otros la re-significan; unos logran establecer
una nueva identidad y otros no, o no lo buscan; otros más están envueltos en
procesos de reforzamiento y/o resignificación de sus prácticas identitarias,
tanto para resistencia como para acomodamiento a la nueva realidad.
En este proceso contradictorio —reforzamiento y/o resignificación de
rasgos identitarios—, la característica de la relación que establecen los fun-
didores con amigos, esposas, vecinos, ex compañeros de trabajo, se transfor-
ma: entraron a un proceso de dejar de pensarse a sí mismos como obreros;
comenzaron a pensarse apartados de las personas de las que ellos formaron
parte como obreros; entraron en un proceso de aprendizaje de nuevas formas
de pensar, de ver la vida. Este proceso involucra ajustes y adaptaciones, no so-
lamente sobre la base de confecciones individuales de los cambios, sino
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ex fundidores del mundo del trabajo asalariado, reflexionando sobre las for-
mas en que es experimentado.
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Fuchs llama a esta etapa “Role of Social Suport” (Fuchs, 1988:97-101).
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La presentación del yo
Una de las reglas esenciales para la salida de una identidad y la entrada a una
nueva —señala Helen Fuchs— es que los “exes” se presenten ante el público
a través de su nueva identidad y, por lo tanto, esperan ser tratados de forma
diferente que en el pasado. Este posicionamiento de la autora, si bien es ade-
cuado para la experiencia de un grupo importante de ex fundidores, no lo es
tanto para describir las experiencias de otros. En nuestras entrevistas encon-
tramos prácticas donde los trabajadores se presentan ante el público a través
de su identidad de fundidor.
Conceptualmente, estas relaciones sociales han sido estudiadas por el
interaccionismo simbólico y particularmente en la propuesta dramatúrgica
de Goffman, en donde se da cuenta de los modos en que la gente intenta di-
rigir y controlar la impresión que causa en otros. Cada uno de nosotros tiene
una imagen de cómo queremos ser vistos por los demás y trabajamos activa-
mente para presentarnos a nosotros mismos y ser notados. Así es como re-
presentamos un acto. El yo interior presentado como el yo social. Este yo
social tiende a ser una versión idealizada de cómo quisiéramos vernos a
nosotros mismos representando un rol.
En el caso de los entrevistados, su presentación como ex fundidores
ante el público regiomontano estuvo mediada por las características de las
13
Retomado de Fuchs (1988:149).
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Tales áreas son las que la autora detectó en su investigación con “exes”.
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Este posicionamiento metodológico es el que ha guiado la presente investigación.
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Reacciones sociales
Otra de las áreas en que se presenta la lucha de los fundidores por lograr una
desidentificación es la que tiene lugar en el espacio de las reacciones socia-
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Identidad residual
En el proceso de convertirse en “exes”, los individuos suelen mantener re-
siduos de su anterior identidad. En la experiencia de los fundidores, algunos
de los que salieron del mundo de Fundidora le dieron una fuerte continui-
dad a ciertos rasgos de su identidad previa. Otros, en cambio, lo hicieron de
manera más débil.
En el caso del mundo del trabajo se ha documentado la existencia de cier-
tos trabajos y calificaciones que dejan un mayor grado de residuo identitario;
por ejemplo, entre los profesionistas con respecto a los no profesionistas. Tam-
bién en el mundo obrero existen algunos trabajos y calificaciones que llegan a
tener un mayor grado de identificación que otros. Es el caso de los metalúrgi-
cos, mineros, petroleros, con respectos a otros sectores de la clase obrera.
Dentro de los mismos ex fundidores se presentan diferencias en cuanto al
grado del residuo identitario que acompañó su desplazamiento como obreros
de Fundidora. Tal diferencia tiene que ver —como ya se ha apuntado— con el
grado de exposición al mundo obrero y a la biografía individual y familiar.
Por ejemplo, los ex fundidores que tuvieron importantes cargos sindicales
conservaron una fuerte continuidad identitaria. Estos trabajadores buscaron
seguir manteniendo un liderazgo y activismo entre sus ex compañeros, a tra-
vés de la organización de proyectos colectivos, ya sea de trabajo o políticos.
Además, en la vida cotidiana asumían ciertas prácticas que eran comunes
en su vida en la fábrica, como el pagar la cuenta en las cantinas o llegar con
cartones de cerveza a las reuniones con sus ex compañeros, a pesar de que
su situación económica no se los permitía.
A nivel de la base trabajadora, el residuo identitario de las relaciones de
trabajo los acompañó por un importante periodo como “exes”, en algunos
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con mayor intensidad que en otros. En otros trabajadores, como entre los jó-
venes, eventuales o aquéllos sin un pasado familiar dentro de la fábrica, el
residuo identitario se expresa de forma circunstancial en su vida como ex
fundidores. De las entrevistas a trabajadores ubicados en este perfil no se pre-
sentan narrativas de resistencia a las reglas de juego unilaterales que se im-
ponen en las empresas en las que laboraron, más bien su disputa es por asegu-
rar el trabajo. Caso contrario fue lo encontrado en las entrevistas a obreros
con una fuerte identificación con su trabajo y/o con la vida sindical en Fun-
didora.
Conclusión
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Otro ejemplo es el de los obreros petroleros despedidos por el cierre de la Refinería 18
de Marzo, en Azcapotzalco, ciudad de México. El monto de la liquidación les permitió visualizar
diferentes reinserciones laborales (Estrada, 1996).
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perdemos mucho ante una mala (re)inserción laboral de los obreros reajus-
tados, tanto por generar un profundo malestar social, como por dejar de
aprovechar en la industria a miles de trabajadores calificados.
La experiencia de los ex fundidores, y en general de los ex obreros, so-
porta una propuesta de política laboral en la cual el Estado acompañe la po-
lítica de flexibilización laboral con un seguro de desempleo temporal. La fac-
tibilidad del seguro de desempleo descansa en la evidencia empírica de que
los trabajadores mexicanos que son desocupados necesitan el soporte eco-
nómico únicamente por un determinado tiempo para buscar alternativas de
empleo, ya que la mayoría de ellos, sobre todo los que habitan las áreas ur-
banas de mayor dinamismo económico, no serían demandantes permanentes
del subsidio gubernamental. Este seguro de desempleo temporal coadyuvaría
a la (re)inserción en el nicho de trabajos mejor remunerados.
Sin embargo, la propuesta de asalariar el desempleo, tal como ocurre en
muchos países desarrollados y en algunos de América Latina, no debe ser
vista como la salida a la crisis del empleo, ya que el trabajo sigue teniendo un
importante valor en la vida de las personas. Al respecto la evidencia es vasta.
En suma, el trabajo, incluso más allá de su característica y contenido,
mantiene una gran importancia en nuestra sociedad y en la vida de las per-
sonas; es decir, sigue siendo relevante en la socialización y en la generación
de subjetividades, las cuales son centrales para la vida de las personas. Al
respecto, la experiencia de los fundidores en su proceso de convertirse en
ex obreros es aleccionadora sobre los estragos que provoca en la vida de las
personas, y las respuestas dadas desde los propios actores a las situaciones
de riesgo permanente en el empleo.
Bibliografía