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JULIAN EDUARDO GARCIA GONZALEZ ETICA Y SOCIEDAD

PLAN BOLONIA

Lo que se dice en la lectura no está lejos de lo que pasa en Colombia respecto a


la educación es sin lugar a dudas algo muy similar a algo que aqueja a las
universidades públicas durante décadas en donde empresas privadas y el mismo
estado se han encargado de ilegitimar al estudiantado y a los mismos profesores
ejemplos de los que pasa en la Universidad Distrital que se ve tan deteriorada por
sus constantes recortes de presupuesto y cabe aclarar el bajo déficit en su línea
de investigación no obstante la mala reputación que se crea de ella en los medios
de comunicación. Solo demuestra que el Plan Bolonia siempre ha estado de
manera imperceptible en la que el ciudadano común no lo nota, siempre ha
estado y seguirá vigente en la educación pública del país otros ejemplos de
universidades lo son la Universidad nacional de Colombia y la universidad
pedagógica en la que buscan reducir sus presupuestos una forma de impartir ese
neoliberalismo a cada una de esa instituciones para poder asfixiarlas y lograr
convertir a las universidades a estas instituciones en universidades privadas.

Todo ello se pretende, ha de servir para dar salida laboral a los egresados. Es un
experimento suicida. Una vez que se ha dado por inevitable un mercado laboral
basura se pide flexibilidad a la enseñanza superior para crear una Universidad
basura. Mientras tanto, las universidades privadas ya se encargarán de formar a
precio de oro las elites profesionales del mundo empresarial. Lo más patético es
que esta mercantilización de la educación superior se consolida justo en el
momento en que el mercado ha conducido a la economía mundial a un abismo
insondable.

Debido que tener una institución privada genera unas regalías más provechosas,
buscarán convertir estas instituciones en industrias de educación y que los que
deseen entrar a una carrera universitaria (estudiantes) solo se convertirán en
clientes potenciales.
También buscan una manera de que el estado pueda solventar sus deudas y sus
crisis poder crear un nuevo modelo de educación que solo busca es en limitarnos
a los estudiantes y profesores en nuestras capacidades y buscar un margen de
comparación frente a otras instituciones dejando de lado la capacidad de innovar
la capacidad de investigar en una universidad, para solo convertirnos en “idiotas
útiles” para las empresas del sector privado.

El proceso de Bolonia y su "revolución pedagógica" no es más que la tapadera de


lo que se decidió en la OMC en el marco del Acuerdo General del Comercio de
Servicios una reconversión de la Universidad que desvía el dinero público de la
educación superior hacia la empresa privada. La receta es simple: la financiación
pública de la docencia y la investigación se condiciona a la previa obtención de
financiación privada.

De este modo las empresas absorben dinero público para sus propios fines, al
tiempo que se hacen con un ejército de becarios pagados con los impuestos. Al
tiempo, se somete la Universidad a una evaluación permanente de su calidad, por
medio de agencias que miden su adecuación a lo que se llama "demandas
sociales" (que no son obviamente más que demandas empresariales, pues es
absurdo pensar que la Universidad va a conseguir financiación externa mediante
colectas parroquiales).

El mercado no ha sabido gestionar ni las finanzas, pero se pretende que decidirá


sabiamente los planes de estudio de Física o de Filología. No ha sabido ni
administrar los bancos, pero se supone que hará justicia respecto a las prioridades
humanas de la investigación farmacéutica.

La lógica es siempre la misma poner el dinero público en manos privadas, un


atraco en toda regla que a nivel global nos está costando miles de millones de
euros. Y lo peor es aguantar a los pedagogos cantando las excelencias de la
futura universidad basura. Aunque es verdad que no lo hacen gratis: a cambio de
sus servicios propagandísticos, se les ha encomendado un Master de Formación
del Profesorado que a la larga quintuplicará su plantilla laboral. Una tentación
corporativista a la que no van a renunciar.

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