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Coulrofobia: ¿por qué existe una fobia a los payasos?

20 marzo, 2020

Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Cristina Roda Rivera

La coulrofobia es una fobia muy singular. En este artículo, repasaremos los sucesos trágicos que han
dado lugar a la leyenda negra de estos singulares personajes de nariz colorada. También
explicaremos a través de la psicología los elementos que hacen aparecer esta fobia y aquellos que
la mantienen.

Existe un miedo intenso y excesivo a los payasos, se llama coulrofobia, una condición con raíces
históricas y psicológicas. Y es que, aunque nos parezca extraño, los payasos son francamente
espeluznantes para muchos.

Algunas personas piensan en payasos y se imaginan grandes sonrisas, disfraces de colores brillantes
y muchas risas. Sin embargo, para otros los payasos son monstruosos y misteriosos, ocultando malas
intenciones detrás de una máscara alegre.

Los bufones, los payasos de la corte y otros artistas fueron los predecesores del payaso moderno. Si
bien en realidad no se veían ni actuaban como los payasos de hoy, sí dominaban el juego básico.

En particular, los payasos de antaño tenían la capacidad inigualable de romper tabúes sin
consecuencias. En este artículo, intentaremos dilucidar por qué existe esta doble vertiente en
cuanto a la visión de los payasos, desde una perspectiva histórica y explicación psicológica.

Coulrofobia: la evolución siniestra de los payasos

Existieron artistas en la vanguardia que convirtieron en cultura «hacer el payaso». Entre los más
destacados, encontramos a Joseph Grimaldi y Jean-Gaspard Deburau. Si bien estos dos payasos se
destacaron en hacer reír a la gente, sus propias vidas no eran cosa de risa.
La historia del Payaso Grimaldi

Grimaldi fue el payaso británico más importante del siglo XIX y, quizás, de todos los tiempos, hasta
tal punto que su “nombre de guerra” (Joey) se usa todavía en Inglaterra como sinónimo de clown.
En sus casi cincuenta años de carrera, Grimaldi trabajó en teatros hoy míticos como el Sadler’s Wells,
el Drury Lane o el Covent Garden.

Su vida fue todo menos feliz: padecía depresión, tenía un hijo alcohólico y su primera esposa murió
al dar a luz. Todo esto lo llevó a dejar su profesión antes de tiempo, muriendo en la ruina a causa de
su alcoholismo en 1837.

Charles Dickens le hizo un estilo de homenaje, pero ese homenaje fue algo espeluznante y
terrorífico. Dickens escribió sus memorias de manera siniestra en el libro The Pickwick Papers, lo
que provocó que la gente comenzara a relacionar esta profesión con algo escalofriante.

La historia del payaso Jean-Gaspard Deburau

Su historia es todavía más aterradora que la de Grimaldi. Deburau asesinó a un niño a quien asestó
un bastonazo en un confuso episodio por el que finalmente no fue sancionado. También le marcó
la separación de su mujer e hijo; lo que no le impidió firmar un contrato ventajoso con «Los
Funámbulos» con los que permanecería el resto de sus días.

Coulrofobia: payasos criminales en la historia real y en el cine

John Wayne Gacy era un niño obeso y acomplejado, con un padre alcohólico que le maltrataba y
abusaba de su madre. Gacy se cayó de un columpio a los 11 años y se le formó un coágulo de sangre
que le provocaba desmayos. Su progenitor no le creyó y le acusaba de estar fingiendo para
obtener compasión.

Ya de adulto, con sus dotes teatrales, se ofrecía voluntario para actuar como payaso en las fiestas
de sus amigos. Se anunciaba como «Pogo el payaso». Hay una foto que le muestra con Rosalynn
Carter, la mujer del presidente, que le firmó una cariñosa dedicatoria.

Tras un testimonio incriminatorio, Gacy finalmente reconoció que había asesinado y abusado de 33
hombres, en su gran mayoría muy jóvenes, e indicó al fiscal dónde los había enterrado. Su confesión
no le sirvió para salvar la vida.
Las fotos del personaje de payaso espeluznante de Gacy circularon por todos los lados. Para
colmo, se citó a Gacy diciendo: «Un payaso puede salirse con la suya».

Desde entonces, la percepción de la sociedad occidental de los payasos parece haber cambiado. En
lugar de asociar a los payasos con bromas divertidas, la gente parece pensar cada vez más que los
payasos no son buenos y que la apariencia exteriormente jovial de un payaso cubre un lado mucho
más siniestro.

Stephen King se basó en John Wayne Gacy para crear el personaje de Pennywise. De hecho, la
versión de It de 1990 reflejaba un Pennywise mucho más cercano a la estética de Gacy.

Otro payaso macabro es el famosísimo Joker. El personaje más macabro y lunático de la cultura pop
por sus atrocidades y su característico aspecto, puesto que la sonrisa típica de los payasos está
dibujada permanentemente en su rostro.

Explicación psicológica de la coulrofobia

Algunos psicólogos y antropólogos afirman que las imágenes de payasos desencadenan algunas de
nuestras respuestas universales a ciertos estímulos sociales.

Un estudio realizado por la Universidad de Sheffield en 2008, que incluyó a 250 niños de 4 a 16 años,
concluyó que todos los grupos de edad sentían antipatía por los payasos, aunque no
desarrollaran exactamente una coulrofobia.

El objetivo del estudio era mejorar la decoración infantil de un hospital. Los resultados nos indicaron
que, si se decoraban las paredes con imágenes de payasos, estas podían causar inquietud
y ansiedad en los pacientes.

Se hizo un análisis más profundo de los resultados y se concluyó que la sensación de miedo e
inquietud surgía de una “familiaridad indefinida”.

En la comunidad científica existe un consenso sobre el hecho de que la coulrofobia surge porque no
es posible conocer exactamente qué esconden el colorido maquillaje y los desproporcionados
rasgos faciales de los payasos. Estas características permiten a los payasos adoptar una nueva
identidad y no cumplir con ciertos patrones sociales que de otra manera sí tendrían que cumplir.
Según el psiquiatra Steven Schlozman, de la Facultad de Medicina de Harvard, la sonrisa permanente
y horripilante puede producir disonancia cognitiva: “Nuestra mente interpreta que las sonrisas en
general son positivas; no obstante, no es posible sonreír todo el tiempo, porque de ser así, algo falla.
Gracias al comportamiento de las personas podemos interpretarlas, pero si el aspecto de las
personas o su comportamiento no varían, se convierten en terroríficas”.

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