Está en la página 1de 4

El espíritu del árbol, leyenda de África

 JAIME MARQUEZ 

 2 COMENTARIOS

Según nos cuenta una antigua leyenda africana una joven muchacha quedó


huérfana de madre, quedando al cargo de una madrastra posesiva y
desprovista de afecto por ella. La joven iba cada día a visitar la tumba de su
fallecida madre y pudo contemplar con el paso del tiempo como un árbol iba
creciendo junto a su sepultura hasta alcanzar un tamaño considerable, para
tiempo después comenzar a dar frutos. Un buen día mientras visitaba la tumba
escuchó como el viento le susurraba entre las hojas, diciéndole que comiese
los frutos que éste le ofrecía y que su madre seguía estando a su lado.

Con sorpresa la muchacha comprobó que aquellos frutos poseían un sabor


realmente delicioso, además de que atenuaban la pena que sentía por su
madre, y así, tomó la costumbre de comer cada vez que visitaba la tumba. Pero
su madrastra no veía con buenos ojos estas escapadas diarias, ni la afición de
la joven por los frutos, así que encargó a su marido que terminase con el árbol.
La muchacha, desolada, lloró amargamente por la pérdida de lo que
consideraba una señal del espíritu de su madre.

Pero su pena no duró mucho ya que, a los pocos días, vio con sorpresa como
una calabaza asomaba de la tierra junto a la tumba. Dentro de esta calabaza
encontró unas pocas gotas de un delicioso néctar, el cual resultó tener un
sabor fuera de lo común y también las mismas propiedades balsámicas para su
pena. Desgraciadamente su madrastra volvió a enterarse y de nuevo envió al
padre, esta vez para cortar la calabaza. Cuando la joven vio la calabaza
destrozada comenzó a llorar con desesperación

Pero su llanto fue interrumpido por el sonido de un arroyo cercano. Cuando


llegó al lugar para beber un poco de agua, comprobó que era mucho más
refrescante que el agua normal. La madrastra volvió a enviar a su marido para
que cubriese el cauce del arroyo con tierra. Al descubrir esta nueva acción de
su madrastra la muchacha lloró durante largo rato por su desgracia, viendo
como todo aquello que enviaba el espíritu de su madre se perdía por la envidia
de su madrastra.

Aún lloraba cuando se sobresaltó al ver un cazador salir de la espesura del


bosque, quien al ver el tocón del árbol muerto cayó en la cuenta de que aquella
madera parecía muy buena para hacer un arco y unas flechas. La joven le
contó la historia del árbol y de su madre y luego le dio permiso para tomar la
madera.

A su regreso a casa y pensando aún en el cazador, la joven habló con su padre


y le pidió permiso para casarse. Éste le dio permiso con la condición de que
demostrase que era un gran cazador trayendo doce búfalos, los cuales serían
usados para comer en la ceremonia de boda. El cazador, que nunca había
sido capaz de abatir a más de un búfalo, al conocer la condición impuesta
creyó ser incapaz pero decidió probar suerte armado con su nuevo arco.

Al poco tiempo se encontró de pronto ante una manada de búfalos, su


momento había llegado. Tras abatir al primero con una sola flecha disparó una
segunda, y el segundo animal cayó también con facilidad. Sorprendido ante la
eficacia de aquellas flechas continuó disparando hasta abatir a doce
búfalos antes de poder regresar y narrar su hazaña.

Así pudo la muchacha casarse y abandonar el hogar de sus padres, una vez
más ante la sorprendida mirada de su madrastra.

El castigo de los monos, leyenda de África

 JAIME MARQUEZ 

 3 COMENTARIOS
Cuenta una antigua leyenda de África que hace miles de años los
monos hacían compañía a los humanos en sus pueblos y aldeas, además de
que tenían la misma capacidad para hablar que los hombres, conviviendo y
trabajando codo con codo. Pero un buen día los hombres decidieron celebrar
una fiesta por todo lo alto, en la que sonaron los tambores y corrieron litros de
vino de palma, prolongándose los bailes y festejos durante toda una semana.
Las 200 tinajas de vino que el jefe de la tribu encargó para tal fiesta llegaron a
terminarse, pero no sin que el mismo jefe hubiese bebido de ellas más que el
resto de asistentes.

Al día siguiente de terminar tamaña celebración el jefe decidió ir a visitar la


aldea de los monos, preso de las consecuencias de tanta bebida. Con las
piernas temblorosas y la visión nublada pero con gran alegría en su corazón
llegó finalmente a la aldea, pero para su sorpresa y decepción los monos
decidieron reírse de él y de su resaca. Durante largo rato se burlaron del jefe
de los hombres hasta que este decidió que ya le habían faltado bastante al
respeto y se marchó muy enfadado.

El jefe de los hombres expresó entonces sus quejas por el mal comportamiento
de los monos ante el dios Nzamé, quien prometió hacer justicia. Y así fue como
Nzamé mandó llamar al líder de los monos y le pidió explicaciones por su mal
comportamiento, pero sólo obtuvo el silencio como respuesta y le condenó a
vivir el resto de sus vidas al servicio de los hombres para reparar la falta.

Pero cuando los hombres requirieron del trabajo de los monos estos le
contestaron que jamás les servirían, y el jefe de los hombres tramó un plan
para poder castigar tal insolencia.

Otra gran fiesta fue organizada pero en algunas tinajas se sirvió vino con unas
hierbas narcóticas, y después se marcaron aquellas que contenían vino normal
para que los hombres no se equivocaran de tinaja. Los monos llegaron pronto y
comenzaron a bailar y a beber sin control, hasta que pasado un tiempo
sintieron una gran pesadez en los párpados y quedaron dormidos, siendo
rápidamente atados por los hombres.

Los monos despertaron de la peor de las maneras, recibiendo los latigazos de


los hombres y tratando sin éxito de evitar los golpes. Una vez que los latigazos
cesaron, los monos fueron relegados a realizar las peores tareas de la aldea,
pero pasado un tiempo se encararon con los hombres denunciando el trato al
que había sido sometidos, pero tal acción sólo tuvo como consecuencia que los
hombres decidiesen además cortarles la lengua.

Y así fue como los monos decidieron escapar de la crueldad del hombre y


marcharse a lo más profundo de la selva, desde donde aun continúan
emitiendo sus chillidos y saltando como si todavía estuviesen recibiendo
latigazos.

Publicado en: Leyendas

También podría gustarte