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qué nivel de inteligencia?», ya que si en algún momento es
necesario hacerlo depende de las respuestas que se hayan ~\ \¡_ ~ r ,· .,\ : \Z ~ .. C\. u!\ ( \ ~ }, .-, \': \1·)'.l'·.
dado a las ·cuestiones anteriores. Es preciso analizar los )
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presupuestos sociales subyacentes a Ja organización, distri-
bución y evaluación de los conocimientos porque es falso
pensar que existe una respuesta única a estas cuestiones.
Las relaciones de fuerza existentes en el exterior de la DE LA PELIGROSIDAD AL RIESGO
escuela influyen en la organización, la distribución y la
evaluación de los conocimientos a través del contexto social Robert Castel
en el que se transmiten. La definición de aptitud escolar es
en sí misma, en cualquier momento que se formule, una·
consecuencia indirecta de estas relaciones de poder.
Estas cuestiones, lejos Je hacernos eludir el pasado o Desearía proponer algunas reflexiones acerca de las
delimitar nuestras perspectivas a un presente inmediato, estrategias preventivas gue se desarrollan en la actualidaJ,
nos invitan más bien a analizar la pregunta de Roben Lynd: especialmente en los Estados Unidos y en Francia, ya que
«conocer ¿para qué?» La respuesta no puede formularse en dichas estrategias me parecen profundamente innovadoras
los siguientes términos: cuando el niño tenga seis años debe si se las sitúa en relación a la tradición de la medicina
saber leer, contar y escribir. No sabemos de qué es capaz un
niño, del mismo modo que no tenemos tampoco una teoría.
mental y del trabajo social. Estas innovaciones, expresadas
brevemente, consistirían en lo siguiente: las nue\'as estra-
1
que nos permita crear situaciones Óptimas de aprendizaje; tegias implican la disolución de la noción de wjeto o de
incluso si esta teoría existiese es muy poco probable que individuo concreto que es reemplazado por una combina- \
dispusiésemos de medios suficientes para ponerla en
práctica a la escala requerida. Podría muy bien ocurrir que
toria construida de factores, los factores de rics¿;o. Sí lo
dicho hasta aquí es exacto semejante transformación tiene ¡
uno de los test de un sistema educativo sea gue sus resultados importantes implicaciones en la práctica. El momento
son relativamente imprevisibles. esencial de la intervención deja de ser una relación directa,
(Traducido por Julia Varela) un cara a cara, por ejemplo, entre un terapeuta y un
paciente, un asistente y un asistido, un profesional y su
1
cliente. El acento principal del proceso recae así en la cons-
trucción de un flujo de población a partir de la art iculaci<'in
de factores abstractos que son susceptibles de fnod11cir un 1
riergo. Este desplazamiento supone un desequilibrio entre, ¡
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por una parte, el punto de vista de los técnicos y, por otra, el , 11
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de los administradores que definen y ponen en práctica las 1. n
políticas sanitarias. Los primeros se ven subordinados a los ¡?
segundos, y una política de gestión puede autonornizarse
completamente hasta el punto de escapar totalmente al l r \
control de los trabajadores del terreno que se convierten en ¡!.! ·i:
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220 Robert CaJtel De /11 ¡1i:/;,1',m1idt1d ,¡/ riergo 221'
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simples ejecutores. Pero estas implicaciones prácticas po- nes objetivas y precisas que, a su vez, han sido bascante
drían prolongarse también en implicaciones políticas si es bien estudiadas: evolución de las cecnologías de cura en un
cierto que, como intentaré esbozar, estas nuevas fórmulas de sentido cada vez más «científico», importancia creciente del
gestión de las poblaciones parecen inscribirse en un plan de hospital en tanto que espacio privilegiado de emergencia y
gobernabilida<l característico de las sociedades actuales. ejercicio de una medicina de vanguardia, ecc. En el campo Je
Como sucede con codas las transformaciones importan- la medicina mental, la discusión, sin embargo, ha avanzado
tes, ésta supone también una lenta evolución previa de las menos: continúa desarrolLlndose coino si lo esencial ele los
pr;Íct icas <¡ue, en un momento dado, supera el umbral y se envires de la práctica cristalizasen todavía en la relación
presenta entonces bajo la forma de una mmación. Así, toda terapéutica, ya se trate, como piensan en general los
la medicina moderna se ha visto arrastrada por una lenta profesionales que la ejercen, de mejorarla o de ajuscarla a
corriente en función de la cual la multiplicación de los situaciones cada vez más romplejas enriqUeciéndola rnn nuevas
«ex;1menes» tiende, en último término, a econ0mizar el aportaciones, ya se trate de denunciar las situaciones no
encuentro entre el práctico y su cliente. El examen del terapéuticas de represión o control, por ejemplo, que se
paciente tiende a convertirse en el examen de sus histo- derivan de esta relación. Podría ocurrir, no obstante, que esca
riales ral y como éstos han sido establecidos en diversas problematización sin estar completamente superada no esté
situaciones por profesionales diferentes (los diferentes es- a la altura de las innovaciones más recientes que escán en
pecialistas) los cuales no tienen ninguna relación entre si, vías de transformar el campo de la medicina mental. Esto es
si exceptuamos la comí111 circulación de los historiales. Es al menos lo que yo quería sugerir aquí, contentándome con
lo que I3alint denominaba «la colisión del anonimato». El delimitar el itinerario que, a través de una centena de años,
momento sintético del diagnóstico ya no es la relación ha conducido a reemplazar la noción de peligrosidad por la
concreta con la persona enferma, sino la relación esta- · de riesgo en tanto que blanco privilegiado de las estra-
blccida entre los diferentes exámenes periciales que cons- tegias preventivas 1• «De la peligrosidad al riesgo». ¿Qué
tituyen su historial. Se produce entonces el paso de la significa esto desde un punto de visea histórico, reórico y
presencia a una memoria, de la mirada a la acumulación práctico?
objetiva de datos. Crisis <le la clínica, si se quiere, entendi-
da como crisis de la relación personalizada entre un pro-
fesional y su cliente, o mejor, paso de una clínica del sujeto a Las aporías de la peligrosidad
una clínica epidemiológica: el examen pericial puntual y
diversificado sustituye a la relación concreta médico-en- Para la psiquiatría rl<ísica, el «riesgo» se prescncaha
fermo. No se trata, sin duda, del final de la medicina, pero esencialmente bajo la forma del peligro que encarnaba el
significa con tocia seguridad una profunda transformación enfermo mental susceptible de realizar un acto imprevisi-
de sus formas de ejercicio. ble y violento. La peligrosidad es una noción bastante
Una ral redcfinición del mandato médico alimenta, misteriosa y profundamente paradójica, puesto que implica
desde hace una veintena de años, las discusiones que giran al mismo tiempo la afirmación de la presencia de una
en torno a la evolución de la medicina y la búsqueda de
soluciones o de paliativos para controlar sus contra-finali-
1 He intcnrac.lo una explicación más sistemática de esta nueva
dades (grupo Balint, medicina de grupo, tentativas de
problemácica en /..,; ¡:e.rtión de1 rirqrwr. Ed. de Minuir, París. 1981
rehabilitaciún del médico generalisca, etc.). Esca redefini- (rraduc. cascellana en la Ec.l. Anagrama, Barcelona) y en panicular en el
ción reposa por otra parte sobre un conjunto de condicio- eercer capírulo, •La gesción previsora».
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222 lfobert CLJtel De la pe/;groridad 11! rie.r¡;o ,_, '

cualidad inmanente al sujeto (es peligroso) y una simple gravedad, no rendríamos que deplorar rudos los días se-
probabilidad, un Jaro aleatorio, puesro que la prueba del mejantes accidenres:. }__
peligro no se tendrá más gue a destiempo, es decir, cuando el Pero, ¿se puede fundar sobre estas bases una verda-
( acto se haya efectivamenre realizado. Hablando con preci- dera polírica preventiva? Esra ha de ser necesariamente
./ sión/;ólo exisren imp11tacio11e.r de peligrosidad, es decir, la· muy burda, ya que no puede anticipar más que pasos
1
hipótesi.r de que exisre una relación más o menos probable, individuales al acto realizados por sujetos que han podido
entre rales o cuales síntomas actuale.r, y tal o cual acto fururc~, ser, en un principio, diagnosticados como pcligrmos. De
Incluso si se terne una recaída, cxisce siempre un coefi- aquí se deriva la doble limitación .inherente a las posibi-
ciente Je incertidumbre entre el diagnóstico de peligrosi- lidades de error que implican siempre rales diagnc'>scicos y
dad y la realidad del paso al acto. Por ejemplo, decir de al hecho de que éstos no pueden recaer más que golpe a
alguien que es «monomaníaco» o «perverso instintivo» golpe sobre sujeros individuales. Esta es la razón por la
significa ya suponer un riesgo, pero un riesgo que, para- que Ja psiquiatría clásica no ha podido disponer más que
dójicamente, se supone que reside en un sujeto incluso. de una recnología preventiva en sí misma puco elaborada,
cuando, como ocurre con frecuencia, no se ha manifes- a saber, el encierro y la esterilización. Encerrar, es decir
tado todavía de hecho. De aquí se deriva la imprevisihili- neutralizar, si es posible, por adelantado a un individuo
dad de la manifestación patológica: todos los alienados, supuesramenre peligroso. En este sentido no es exagerado
incluso aquellos que parecen rranquilos, son portadores de decir que las grandes leyes sobre el intcrnamic11ro obli-
una amenaza, pero la realización de dicha amenaza sigue gatorio, tales como la ley francesa de 1838 o la italiana de
siendo aleatoria. «Inofensivos hoy, pueden convenirse en 1904, son leyes prevenrivas, ya que, a parcir de una seiial de
peligrosos mañana» 2 . alarma que consiste en la percepción de un síntoma
Frente a esta aporía que fue un poco la cruz de la patológico por el enromo, el enfermo es autoritariamente
medicina menral clásica, los psiquiarras han escogido en rranspl.anrado a un medio nuevo, el manicomio, en el que se
general esa forma paroxísmica de prudencia que es el inter- verá sistemáticamente impedido para desarrollar la ame-
vencionismo. En caso de duda, más vale actuar, puesto que si naza de que es portador.
se comete un error al intervenir sin razón, sin duda no se No obstante, independientemente de las reservas morales
sabrá jamás («Siempre podría haber cometido tonterías»), o políricas que se pueden hacer sobre el empleo de esca
mientras que si uno se abstiene y el acto se produce, la falra estraregia, se puede comprobar que téw;came11te no es muy
es manifiesta y el psiquiatra es el responsable. Baste como sarisfacrorio, ya que implica un elemento arbicrario que
muestra este comentario de un alienista del siglo XIX al limita considerablemente las posibilidades de aplicación.
leer uno de esos sucesos completamente cogido con alfile- No se puede encerrar a una gran camídad de gente por una
res y montado complacientemente por la prensa en el que simple sospecha de peligrosidad, aunque sólo sea porque el
se relata uno de esos rránsitos al acro imprevisible y coste económico de esra operación sería enorme y despro-
violenro: «si no se esperase, para encerrar a un alienado, a porcionado respecro a Jos riesgos que hay que prevenir.
ff"
que hubiese cometido algún crimen o deliro de cierra Por ejemplo, en un país como Francia, el número de

i 1
J L LUNIER, Revue médicale des journaux judiciaircs, ,-1mi,z/cs
médico-psJ•cholngiq11e1, 1818, VIII, p. 259. Los A1111alc.r prcscnun
!í Doctores Conscant, Lunier y Dumesnil, R.apport gé11éral a Mn11- noticias regulares de esros hechos. Proporcionan «reflcxior1n• que
Iie11r le /'>finÍftre de /'/11terie11r .r11r le Jerl'ice de.r alie11és. e11 JR74. París,
¡ 1878, p. 67.
subrayan a un tiempo la incomodidad del psiquiatra frenre a ellos y la
necesidad de una vigilancia con finalidad preventiva.

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226 Robert Ca.riel De l<l jJeli(!,ro.ridad al riesgo 227

comienzos del siglo XX en las políticas eugenésicas. El ciones eugenésicas se han visto frenadas por la crisis del
eugenismo comienza también a razonar más bien en fundamento «científico» que en teoría las justificaba. Tales
términos de riesgo que de peligro: el objetivo de una intervenciones postulaban a la vez que el carúcter heredi-

í intervención regida por el principio de la preservación de la


raza consiste mucho menos en tratar a un individuo
particular que en impedir que se transmita a su descen-
tario de los riesgos a prevenir era fundado, así como su
transmisión lo que, en la mayoría de los casos, distaba de
haber sido probado. Y la versión monstruosamente cari-
dencia la amenaza de la que es portador. Y así, esa medida cacuresca que sobre este asunto ha proporcionado el
profiláctica que es la esterilización fue susceptible Je nazismo más tarde ha concribuido también a desacreditar
aplicaciones a un tiempo más amplias y más drásticamente moral y políticamente estas técnicas que, sin esca peripecia
preventivas que el encierro, ya que la esterilización puede trágica, hubieran gozado, sin duda, de un hermoso futuro.
suprimir los riesgos futuros y hacerlo según una gama de Por otra parte fue, que yo sepa un médico francés, el
indicaciones mucho más amplia que la enfermedad mental primero -desde 1918- que propuso la conscinició11 de un
propiamente dicha. Una voz can autorizada como la del «Instituto de eutanasia en donde los degenerados cansados
presidente de la American Psychiatric Association declara• de la vida serían anestesiados hasta la muerte con ayuda de
ba en 1914: «U na curación radical de los males que se protóxido de nitrógeno y gas hilarante» 9.
derivan de la asistencia a una clase de deficientes sin Pero si la vía eugenésica de la prevención se encuen-
recursos se llevaría a cabo si todos los débiles de espíritu, los tra de este modo desacreditada -definitiva o provisio-
alienados incurables, los epilépticos, los imbéciles, los nalmente es otra cuestión- ¿cómo se va a poder prevenir
criminales contumaces, aquellos que sufren manifiestamen- sin verse obligado a encerrar? Se corre el riesgo de verse
te una carencia de la voluntad y todos los borrachos obligado a retroceder a la posición de More!, quien había
inveterados fuesen esterilizados, esta proposición resulta visto bien la necesidad de intervenir in vivo sobre las condi-
evidente por sí misma. Por estos medios podríamos acabar ciones susceptibles de producir riesgo, pero <iuien no
casi totalmente, si no absolutamente, en uno o dos dece- disponía de técnicas para instrumenralizar en la práctica
nios, con la reproducción de los deficientes psíquicos con dicha exigencia. Un siglo después de More!, esta ambi-
tanta seguridad como podríamos erradicar la viruela si cada güedad sigue caracterizando todavía la tradición americana
persona en el mundo pudiese ser vacunada con éxito» 7• de la preventive psychiatry basada en los trabajos de GeraJd
De hecho nos olvidamos con frecuencia de que las Kaplan 10• Una vez más se trata de extender la i11terve11-
prácticas eugenésicas se han visto ampliamente extendidas ción del psiquiatra, otorgándole nuevos papeles, convirtién-
en el primer tercio de este siglo y que incluso en un país can dolo en un consejero de los responsables políticos o en un
afamadamente «liberal» corno los Estados U nidos las le- auxiliar de los diferentes gestores con responsabilidades
gislaciones especiales que imponían la esterilización a una administrativas. Sirva de ejemplo este texto-progrnma: ...:El
amplia escala de sujetos portadores de deficiencias fueron
promulgadas en casi todos los Estados 8. Pero las interven- que instruye el caso designará inrnediaramenre a un médico 10111pcre11re
ff que resida en la región en fa que tuvo lugar el deliro, para realizar sobre el

i
1 C. F. MM DoNALD, Prcsidcmial Address, AmaiccJ11 }nurrwl o/
condenado la operación llamada vasectomía o salpingecromía a fin de
ln1.:nit;·, julio, 1914, p. 9. esterilizarlo de modo que el poder de procrear le sea rerirado para
8 A tÍtulo de ejemplo, baste mencionar la ley proclamada en Missouri
siempre,. (MiJJouri StaJe Legúlature, House Bill, n. 290).

l en 1923: «Cuando alguien haya sido acusado de asesinato (salvo si lo 9 Dr. BINET-SANGLE, le harar humain. París, 1918, p l,12.
i comeció por impulso de la pasién), de violación, de robo a mano armada, 1
º G. KAPLAN, Principler o/ Pre1·entÍl'e P1ychí,;z1ry" Lmdrcs, Basic
f de robo de gallinas, de uso de explosivos, o de robo de auwmúviles, el juez Books, 1%0.

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230 Robert Castel De la peliRro.ridad ,,¡ ries¿;o 2)1


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nacen son sometidos a exámenes sistemáticos (concreta- sublimada de la mirada, constituía una exigencia de codas las
mente eres: a los pocos Jías Je nacer, a los pocos meses y a técnicas disciplinarias, asistenciales o terapéuticas clásicas
1 los dos años). Estos exámenes detectan todas las anomalías
posibles del ~iño y de la madre que pueden ser de natura-
(véase el modelo del Panóptico tal y como ha sido analizado
por Michel Foucault 13). Incluso bajo las formas m~ís colec-
leza física, psíquica o social. Por ejemplo, se registran . tivas, impersonales y represivas, en los cuarteles, fábricas,
determinadas enfermedades de la madre tales como def i- prisiones, internados y hospitales psiquiátricos, las opera-
ciencias psíquicas, pero se registran también ciertas carac- ciones que tenían por finalidad corregir y detectar las
terísticas sociales, tales como el hecho de ser madre soltera, desviaciones de comportamiento mantenían esta referencia
menor o de nacionalidad extranjera. Estos datos pueden a la presencia «en carne y hueso» y, en suma, a una cicrca
ser interrelacionados, es decir, se pueden reagrupar fac- forma de individualización.
tores totalmente heterogér,eos entre sí. Por ejemplo se Pero desde ahora la vigilancia puede ejercerse al margen
puede ser hijo de madre soltera que tiene menos de de todo contacto e incluso de toda representación directa
diecisiete años o más de cuarenta, que ha padecido un cierto de los sujetos a vigilar. Sin duda, la policía elabora desde
número de enfermedades o tenido embarazos anteriores hace tiempo fichas secretas. Pero la lógica de elaboración de
difíciles, que es obrera agrícola o estudiante. los historiales subterráneos se ha convertido en la forma
La presencia de un conjunto o de determinados facto- sofisticada y, además orgullosa de serlo, de la detección
res de riesgo desencadena automáticamente una señal. En «científica». Nos encontramos, a mi parecer, ante una
otras palabras, un especialista, por ejemplo, un trabajador verdadera mutación que puede proporcionar una extensión
social, es enviado a visitar a la familia para confirmar o no la extraordinaria a las nuevas tecnologías de vigilancia. In-
presencia real de un peligro a partir de la existencia tervenir ya no consiste, al menos en un primer momento,
probabilistica y abstracta de riesgos. No se parte de una en tener por blanco a un individuo concreto para refor-
situación conflictiva observable por experiencia, sino que se marlo,_ corregirlo, castigarlo o curarlo (tanto si se inter-
la deduce, de algún modo, a partir de una def.inición general. pretan estas Íntervenciones de un modo positivo siguiendo
de los peligros que se quieren prevenir. la tradición de la filosofía caritativa, aunque prepotente,
Estas políticas preventivas promueven en consecuencia o de un modo negativo siguiendo la tradición de la crítica
una nueva modalidad de la vigilancia: la detección siste- antirrepresiva). De hecho, no existe una relación de inme-
mática. Existe vigilancia en el sentido de que el objetivo que diatez respecto a un sujeto porque ya no hay rnicto. Lo
se pretende es el de anticipar e impedir la emergencia de un que tratan estas políticas preventivas ante todo, no son ya a
suceso no deseable: enfermedad, anomalía o comportamien- los individuos, sino factores, correlat:iones estadísticas de
to desviado. Pero esta vigilancia economiza la presencia real, elementos heterogéneos. Descomponen al sujeto concreto
el contacto, la relación recíproca encre el vigilante y el de la intervención y reconstruyen u~a combinatoria de todos

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~ vigilado, el guardián y el guardado, el curador y el curado.
Esta copresencia, aunque existiese sólo bajo la forma
los factores susceptibles de producir riesgos. Su primer
objerivo no consiste en hacer frente a una situación
peligrosa concreta, sino en· anticipar rodas las figuras
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que es inmediatamente posterior el cambio de la mayoría presidencial en
Francia) la Comisión «Informática y Libertades» emitió un voto de
censura en relación al sistema GAMIN. Pero esta condena se centró en la
J amenaza que este sistema implica para las liberrades individuales al no
tJ M. fOUCo\ULT, Suri•eiller et punir, París, GallimarJ, l'.)75, y en
respetar el anonimato en su forma de proceder, pero no condena el
i propio dispositivo tecnológico.
concreto IJI, capítulo 3. (traducción Ed. Siglo XXI). así como FI ojo del
poder en El Panóprico, Ed. de la Piquera, Madrid.
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232 Robert Castel De la peligrosidad tri rieJf!,O 233

posibles de irrupción del peligro. «Prevención» que eleva, sucesivamente 14 • De este modo una gran utopía higienista
en efecto, la sospecha a la dignidad científica de un cálculo de juega al mismo tiempo alternativamente sobre los registros
probabilidades. Para ser sospechoso ya no es necesario del miedo y de la seguridad para imponer un delirio de
manifestar síntomas <le peligrosidad o de anomalía, basta racionalidad descarnada, el reino absoluto de la razón
con presentar algunas particularidades que los especialistas, calculadora y el poder no menos absoluto de sus agentes,
responsables de la definición de una política preventiva, han planificadores y tecnócratas, administradores de la felicidad
instituido en factores de riesgo. La concepción de la de una vida en la que no sucede nada. Hiperracionalismo
prevcnciún <pie se contentaba con prever la realización de que es al mismo tiempo un pragmatismo en primer grado,
un acto pare icular parece arcaica y artesanal si se la ya que pretende erradicar el riesgo romo si se tratara de arran-
compara con esta que pretende construir las condiciones car una mala hierm Pero, a través de las múltiples expre-
objetivas de aparición del peligro para deducir de ellas siones de esca buena conciencia preventiva tan hipertro-
nuevas modalidades de intervención. fiada en este momento -no olvidemos las grandes
En suma, este espacio generalizado de factores de riesgo campañas de prevención- no se encuentra ras-tro de una
mantiene respecto al espacio concreto de la peligrosidad, la reflexión sobre el coste social y humano de esta nueva caza
misma relación que el espacio generalizado de las geome~' de brujas. Ni rastro de una reflexión sobre los aspectos
trías tiene respecto al espacio de tres dimensiones de la iatrógenos de la prevención que, sin embargo, están siempre
geometría euclidiana, y esta generalización abstracta y abs- presentes incluso cuando se trata de atacar al consumo de
tractivante que marca el paso de la peligrosidad al riesgo productos tan «sospechosos:. como, por ejemplo, el alcohol
implica una multiplicación potencialmente infinita de posi- y el tabaco.
bilidades de intervención. En efecto, ¿cuál es la situación de
la que se puede estar seguro que no comporta riesgos, es
decir, algún alea, algún elemento incontrolable o impre- Implicaciones prácticas y políticas
visto?
Las ideologías modernas de la prevención están sobre- Incluso poniendo entre paréntesis estas implicaciones
cargadas de una gran ensoñación tecnocrática, racionaliza- generales, podemos comenzar a extraer de escas transfor-
dora, que pretende el control absoluto del accidente conce- 14 Recientemente ha renido lugar un coloquio s0bre la prevención de
bido éste como irrupción de lo imprevisto. En nombre del los efenos de los remblores de rierra en la Costa Azul en rl que los
mito <le la erradicación total del riesgo tales ideologías expenos se mosrraron indignados por el hecho de que este problema no
construyen en su propio provecho un enjambre de nuevos había recibido aún la arención que merecía. Se comprende así como la
riesgos (1ue, a su vez, se convierten en blancos de inter- escenificación de un «riesgo• cuya exisrencia es quizá real, pero rotal·
mente aleatorio en sus efecros, imprevisible en su irrupción e incontro-
venciones preventivas. Conjunto de riesgos entre los que'
lable en lo que se refiere a sus orígenes, puede dar lugar a una
están, no sólo esos peligros adheridos al interior del sujeto maquinaria que por su parte puede gozar de una existencia bien real al
corno si fuesen la consecuencia de las debilidades de su suscitar la creación de un cuerpo de expertos, al modificar las normas y
voluntad, de la irracionalidad de sus deseos o de la impre- los costes de la consrrucción, interviniendo sobre el flujo del turismo,
visibiliclacl de su libertad, sino también las amenazas ercétera, por no decir nada de la rulrura de la angustia o al menos de la
ansiedad que suscita el hecho de desenterrar riesgos hasta el infiniro en
cxógcnas, las tentaciones exteriores, de las cuales no ha
nombre de una representación mirol6gica de la seguridad absoluta. Pero
sabido librarse: el alcohol, el tabaco, los malos hábitos es cierro que la rulrura de la ansiedad segrega la apertura de un mercado
alimenticios, los accidentes de carretera, las incidencias y las de remedios para la ansiedad, del mismo modo que la cultura de la
poluciones de todo tipo, los aleas metcreológicos y así inseguridad justifica una polfrica preporente de la seguridad.
' .....

234 Robert Castel De la peligrosidad al rie.rgo 2)5


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maciones un cierto número de consecuencias prácticas y un número creciente de situaciones, como una ,ictir·id,ul
prosaicas. Me limitaré aquf a dos que me parecen especial- pericial que sirve para marcar a un individuo y construirle
•í
mente importantes. un perfil que va a colocarlo en u11a filial. Pero la asistencia
no se sitúa necesariamente en la conrinuidad de esta
evaluación. Tal es, por ejemplo, la lógica de la importante
l. Disociación del diagnóstico y el tratamiento y trans- ley denominada «en favor de las personas deficientes» <¡uc
formación de la actividad terapéutica en actividad de ha sido votada en Francia en 1975 y que concierne apro-
examen pericial. ximadamente a dos millones de individuos.
Esta ley instituye comisiones provinciales (una para
Tanto si se cree que se trata de un bien, como si se piensa niños y otra para adultos) ante las cuales pasa la toialidad de
que se trata de un· mal, la voluntad de una atención lo más los sujetos que solicitan, o para quienes se solicita, una ayuua
completa posible a las poblaciones concernidas ha caracte- económica y/o una plaza en una institución especializada.
rizado hasta el presente la tradiá'm de la medicina mental y,
más ampliamente, del trabajo social y de la asistencia en
Estas comisiones trabajan sobre historiales elaborados por
comisiones técnicas aún más especializadas. Los represen-
¡
general. Para la psiquiatría, esta voluntad se realizó, en tantes de las1 diferentes administraciones son mayoritarios
primer lugar, bajo la forma simple y neta del encierro:· en las comis iones provinciales, mientras que los técnicos lo
recibir el diagnóstico de enfermedad mental equivalía al son en las comisiones especializadas. Las comisiones pro-
1
encierro en una institución especial o manicomio en la que vinciales tienen poder decisorio a la hora de definir una r:
el cuidado fuera tan completo que con frecuencia se deficiencia. Como dijo la señora Simone Veil, entonces !¡
prolongaba durante toda la vida. Pero en la psiquiatría ministro de salud, durante la discusión del proyecto de ley
moderna, bajo sus formas comunitarias de ejercicio, la ame el Senado, «en lo sucesivo será considerada deficiente \1
noción esencial de conti1111idad de cura retoma de nuevo esta toda persona reconocida como ral por las comisiones pro- '
vocación global: un mismo equipo médico-social, a pesar de vinciales previstas por los artículos 4 para los menores y
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la diversidad de los lugares en los que ejerce, debe asegurar 11 para los adultos del proyecto» (Boletín Oficial, 4 de
el conjunto de intervenciones que se efectuarán sobre un abril de 1975).
sujeto, desde la prevención hasta la postcura. Tal es la idea El diagnóstico de deficiente permite distribuir los sujecos
básica de la doctrina del sector que constituye la política roncerni00s en circuitos especiaJes que no son necesariamente
oficial de la salud mental en Francia. Lo mismo ocurre con el circuitos médicos. Por ejemplo, un deficiente será enviado a
movimiento de las Commrmity Mental Health Centers en un taller proregido o a un Centro de ayuda para el trabajo
los Estados U nidos. Se· podría añadir que el psicoanálisis (CAT), es decir, a un establecimiento que no tiene ningún
tampoco ha roto con esta tradición, puesto que, como es carácter médico y donde el deficiente no es «curado», sino
sabido, sigue durante años a su cliente a través de las invitado a trabajar de un modo menos competitivo que el
diferemcs peripecias de la cura y regula su vida al ritmo de que reina en las empresas ordinarias de producciún_ «Dcs-
sus «sesiones», asegurando así a su manera una continui- medicalización» o «despsiquiatrización:.. si se guicre, pero
dad de la asistencia. que se ve reemplazada por una medida de asignación admi-
Pues bien, en la actualidad, este régimen continuo ¿e nistrativa que con frecuencia interviene sobre la base de un
asistencia no ha desaparecido, pero ya no representa el . diagnóstico médico-psicológico. Esta ley tropieza en Francia
modelo prácticamente exclusivo de la práctica médico- con una oposición cada vez más decidida por parte de una
psicológica. La evaluación médico-psicológica funciona, en mayoría de prácticos que son perfectamente conscientes de

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L38 Rohert Cutel De la peligro.ridad al rie.rgo 2YJ

nistas del Nationa/ lnstitute o/ Mental Health en los Estados represivas. Denuncian los sabotajes administrativos, la mala
U nidos, o, con el ala progresista de los psiquiatras france- voluncad de los Ministerios, el hecho de que les sean
ses de los aiíos cincuenta, que establecen una alianza con la rechazados los instrumentos <le su política. Olvidan que una
administración democrática o con los preclaros adminis- ley no tiene necesariamente que ser aplicada hasta sus
tradores del Ministerio de la Salud. últimas consecuencias para cumplir lo esencial de su
Tras una serie de idas y venidas se llega a una fase de función: asegurar las condiciones de una gestión coherente
ajustes recíprocos y compromisos que pueden durar años, e de un problema espinoso, tanto a nivel adminisrr;uivo como
incluso decenas de años, hasta llegar al momento en que jurídico, instirucional y financiero. Olvid;in 1ambié11 <JIH'
finalmente se adopta una decisión oficial que ratifica la incluso cuando están decepcionados y cuando sus intencio-
nueva política de salud mental. Así ocurrió con la ley de nes han sido deformadas, su práctica ha proporcionado una
1838 o con la circular ministerial de 1960 sobre la ayuda esencial para la construcción del dispositivo.
sectorización, o con el Commu11ity Mental Health Centers Tal era hasta el presente, esquemáticamente, la es-
a11d Retardation Act de 1963 en Estados Unidos que fue truccura de la relación existente entre prácticos y adminis-
apoyado por la auwridad misma del presidente Kennedy. tradores contemplada en su dimensión política. Algunas·
Sobre estas bases médico-administrativas se fundó una críticas recientes a la psiquiatría han desviado, sin duda, un
nueva fórmula de gestión de poblaciones con problemas. La tanro el problema al convenir a los profesionales de la salud
asistencia a los enfermos mentales o a otros desviados ya mental en simples agentes del poder de Estado. Esros
no plantea problemas de principio, se inscribe en un profesionales han recibido ciertamente un mandato oficial,
organigrama coherente de administración que constituye lo pero sobre la base de una práctica que no consiste sim-
que se denomina una política 16. plemente en la instrumentalizacíón de decisiones adminis-
A parcir de aquí se inaugura un cuarto momento que se trativo-políticas. La prueba es que algunos de estos profe-
caracteriza, en líneas generales, por la desilusión de los sionales han ¡xxlido utilizar su poder para conferir otro
profesionales. Estos claman contra la traición, contra la sentido al mandato recibido e imponer, a parcir de las
desnaturalización de sus intenciones humanistas en provecho adquísiones de su propia práctica, una subversión de la
de exigencias puramente burocráticas o, si se prefiere, antigua legalidad. Tal ha sido, por ejemplo, la aportación del
movimiento democrático italiano de psiquiatría cuya acción
16
La ley de 1838, por ejemplo, :esuelve la coniradicción existente
ha culminado en 1978 con la aprobación por el Parlamemo
entre la imposibilidad de encerrar a los enfermos mentales considerados italiano de la famosa ley 180 17 • Pienso, por otra parce, que
peligrosos apelando a la vía judicial -no se podla emplear esta vía en la historia de dicho movimiento no se encontrarán
dado que eran penalmente irresponsables- y la necesidad de encerrarlos muchas dificultades para identificar los cuatro momentos a
para salvaguardar el orden público. La nueva legitimidad médica, bajo los que acabo de referirme.
la forma de «aislamiento terapéutico», asegura un secuestro tan rigu-
roso como el encarcelamiento, pero justificado en lo sucesivo por su
Es precisamente esta relación compleja y conflicriva la
finalidad terapéutica. El alienado se ve doraJo ~e un estatuto legal y que está en vías de saltar hecha añicos con las nuevas
civil, posee un lugar específico en «el establecimiento especial» e incluso tecnologías preventivas. La administración recibe una
las modalidades financieras de un tratamiento están previstas en el
marco de la ley. Pero este dispositivo completo, que permite desde
entonces administrar la locura, ha sido posible gracias a más de treinta " Entre otras, la ley 180 programa el cierre ele los hmpic~lcs
años de prácticas de transformaciones hospitalarias que comienzan con psiquiárricos existentes, prohibe construir otros nuevos y estipula que los
Pincl en Bicctre,\y después en la Salpetriere para convenirse luego en estados psiquiárricos agudos deben ser tratados en pequeñas unidades de
una bola de nieve. curación inregradas en los hospitales de medicina general.

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21i2 Robet1 Castel De la peligmsidad al 1-ie.r¡:,o )·i 'i

contrario, las funciones sociales que exigen aptitudes más de lo social: la de un espacio homogeneizado, cruzado pm
desarrolladas o más específicas. En general, se puede circuitos previamente trazados y en el que los individuos
objetivar cualquier tipo de diferencia y construir sobre esas son invitados o incitados a seguirlos según sus capacidades o
bases distintos perfiles de poblaci6n. Esto es técnicamente incapacidades. (Así, la marginalidad misma en vez de ser un
posible gracias especialmente a la informática. El resto, es territorio inexplorado o rebelde puede convenirse en una
decir, el hecho de asignar sobre esas bases un destino zona acondicionada hacia la que se verán orient;idos los
especial a ciertas categorías así definidas es un asunto de incapaces de adoptar las vías más competitivas). Proyec-
voluntad política. El hecho de que hasta el presente no haya ción, por canco, de un orden más que su irnposici<'Jll .i p(l1/c
habido utilizaciones políticamente escandalosas de estas riori. Esta forma de pensamiento tiene menos por obse-
posibilidades no es suficiente para tranquilizarnos total- sión la disciplina que la eficiencia. Su principal maestro de
mente. En la coyuntura actual, y para la mayor parte de los obras ya no es el práctico que interviene para relicnu fisuras
países industrializados, la América de Reagan constituye un o impedir que se abran, sino el administrador que planifica
ejemplo límite. La crisis del Estado keynesiano lleva con- las orientaciones y les hace corresponder los perfiles
sigo no sólo un blo<¡ueo, sino también un retroceso de las humanos. Imagen límite de una prevención perfecta que
políticas de asistencia cuyo desarrollo, hasta estos últimos economizaría a un tiempo la represión y la asistencia, puesto
años, parecía inscrito en el curso de la historia. El hecho de que gestionaría previsoramente las trayectorias sociales a
que sea cada vez más problemático promover en las partir de una evaluación «Ciencífica» de las capacidades de
sociedades capitalistas avanzadas un asistencialismo gene- los individuos. Esto no es por supuesto más que un límite o,
ralizado como respuesta a las contrafinalidades del desa- si se quiere, un mito, pero cuya lógica esc;Í ya presente err las
rrollo económico y de la organizaci6n política de la sociedad, más recientes decisiones adoptadas en nombre de b pre-
no significa no obstante que se vuelva ál lainez-/aire. vención de riesgos.
En Esta coyuntura, las tecnologías de intervención que
permiten oric11/ar y asigna sin asistir podrían jugar una (Traducido JX_)r Femando Alvarez-Uría)
carca decisiva. Las políticas sociales tradicionales han res-
petado siempre, aunque la considerasen sospechosa, lo que
podría denominarse una cierta naturalidad de lo social: los
individuos están inscritos en territorios, pertenecen a
grupos concretos, tienen filiaciones, herencias, raíces. Las
políticas sociales en ocasiones represivas, pero cada vez más
asistenciales, han trabajado hasta el presente esta materia
prima para canalizar las energías salvajes, podar los macizos
demasiado densos, deshierbar aquí y allí, y, de tiempo en
tiempo, tra11splantar. Pero todas estas medidas más correc-
toras o 1eparadoras que preventivas partían de una con-
cepción de los individuós como seres preasignados a un
lugar de la geogrnfía social.
El modelado de los flujos de población, a partir de una
combinatoria de características cuya elaboración se deriva
del método epidemiológico reenvía a una imagen diferente

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