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MANIPULACIÓN

H G TUDOR
Manipulación

H G Tudor

Título original en inglés: Manipulated


© 2015, HG Tudor
Traducción al español: Lourdes Briones Camelo
Publicado por Insight Books

Primera edición 2015

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser
reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida en
cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopia,
grabación u otro tipo, sin el permiso escrito del editor.
Dedicatoria

A aquellos que leen y que, al hacerlo, adquieren armas para


defenderse mejor.
Introducción
Hola. He vuelto, y esta vez voy a hablarte de veinticinco maneras en que te
manipulo. Sí, esta obra te dará información de primera mano sobre
veinticinco métodos infames que utilizo para controlarte. Es información
fascinante y una lectura absolutamente indispensable para cualquiera que
desea estar en una relación, está en una relación, o está recuperándose de una
relación abusiva. Esto incluye a la mayor parte de la población del planeta, lo
que indica el alcance del problema al que nos enfrentamos aquí. Este material
no solo concierne a los de mi especie y a mí, los narcisistas, sino a todos
aquellos que exhiben un comportamiento abusivo y manipulador, tales como
las personas que sufren de trastorno límite de la personalidad, de trastorno de
personalidad antisocial, alcohólicos, drogadictos y personas que tal vez no
sufran de un trastorno de personalidad, o de una adicción, pero que tienen
rasgos que las llevan a adoptar un comportamiento manipulador. El hecho de
que alguien exhiba algunos de estos comportamientos no significa que tiene
un trastorno de personalidad o sea un adicto tratando de manipularte para
recibir su dosis y hacerte actuar según sus deseos. Lo que sí significa es que,
si reconoces estos comportamientos, estás tratando con una persona
manipuladora. Si reconoces muchas de estas formas de manipulación en un
individuo, entonces es muy probable que dicha persona tenga un trastorno de
personalidad y que, probablemente, sea uno de mi especie, un narcisista.
El propósito de este libro es enseñarte a reconocer comportamientos
manipuladores, ayudarte a confirmar tus sospechas, permitirte entender por
qué se están utilizando dichos comportamientos contra ti y que, con este
entendimiento, puedas defenderte.
En este libro descubrirás veinticinco métodos con los cuales consigo que tú
hagas lo que yo quiero. Esta información te causará conmoción, escalofríos y
nauseas. Sin embargo, después de leer esto, estarás equipado o equipada para
evitar un daño más grande y duradero.
Soy un narcisista. Estoy completamente consciente de esto. Aquellas
personas que declaran que mi especie y yo no sabemos lo que estamos
haciendo han sido engañadas. El narcisista de rango mayor sabe muy bien lo
que él o ella está haciendo y los efectos que sus palabras y comportamientos
tienen. El narcisista de rango menor y medio operan instintivamente y, pese a
que ven sus acciones y respuestas, no las consideran como manipulaciones
sino como lo que debe hacerse desde su propia perspectiva.
Desafortunadamente para aquellos fuera de nuestro círculo selecto, mi
especie y yo no nos preocupamos por las consecuencias de nuestras acciones.
¿Por qué no lo hacemos? Escuetamente, porque estamos dominados por una
necesidad devoradora de combustible. Esta necesidad es tan absoluta, tan
desenfrenada e inagotable que cualquier consideración sobre las
consecuencias de nuestras acciones queda relegada a un segundo y muy
distante lugar frente a nuestra necesidad de obtener combustible. Estamos
convencidos de tener todo el derecho a este combustible, lo que nos hace
dejar caos y confusión a nuestro paso. No tenemos tiempo para reflexionar
sobre lo que hemos hecho; solo debemos buscar y conseguir nuestra próxima
fuente de combustible. Si este daño colateral es necesario para obtener
nuestro combustible, que así sea.
¿Qué es este combustible? Es atención y reacción emocional. Tu atención
y admiración deben estar en mí todo el tiempo. Ansío esa atención. Requiero
esa atención. Necesito tu reacción emocional y la de otras personas. Sin esta,
no soy nada. Dejo de existir. La forma de tu reacción importa poco, lo que
importa es que esté dirigida hacia mí. Algunas reacciones proporcionan más
combustible que otras, y la fuerza del combustible varía dependiendo de
quién lo está suministrando. Al principio, tu combustible será suministrado
en forma de amor, afecto y admiración, puesto que habrás sucumbido a mis
renombrados poderes de seducción Te hago sentir muy feliz para que viertas
tus emociones positivas en mí y todo te parezca magnífico. Todo eso crea un
combustible adorable y potente para mí. Después de un tiempo, tu atención y
tus reacciones se transformarán en rabia, lágrimas, odio, confusión y
desconcierto. Todos estos estados mentales, y otros más, me sirven muy bien.
Mientras provoque tus lágrimas, mientras te vea llorar por lo que he hecho,
mientras me grites para reprenderme por mi flagrante conducta abusiva,
mientras me ruegues que reconozca lo que he hecho, tendré tu atención y
reacción emocional, lo que equivale a combustible para mí.
¿Cómo me aseguro de provocar tales reacciones emocionales y, por
consiguiente, obtener mi combustible? La respuesta puede encontrarse en una
sola palabra: manipulación. Yo soy el campeón del mundo de la
manipulación. Yo soy el más grande de los titiriteros. Maquiavelo no es nada
comparado con mis maquinaciones. ¿Por qué soy un genio absoluto de la
manipulación? Porque lo hago todo el tiempo; en cada momento de cada día
estoy manipulando a los que me rodean. He perfeccionado esta habilidad a
través de años de práctica. Todos los días extiendo y deslizo mis tentáculos
alrededor de personas a las que logro persuadir fácilmente de hacer lo que yo
quiero, cuando yo quiero, cuantas veces quiero.
Tejo mi magia y los hechizo. Y quedan atrapados en la realidad que yo he
creado, de donde no pueden escapar, convirtiéndose así en una pieza del
juego de ajedrez que yo, y sólo yo, controlo. Soy un profesional magistral de
la aplicación de técnicas de manipulación. La manipulación es mi habilidad
clave y, como cualquier artesano dedicado a su oficio, debo ejercerla y
practicarla para perfeccionarla y hacerla más eficaz. Miles de personas han
caído presas de mis técnicas de manipulación; amantes, familiares, amigos,
colegas, conocidos, proveedores de servicios, asistentes, voluntarios,
abogados, jueces, policías, e incluso extraños.
Lo fascinante acerca de mis habilidades para manipular es que quienes se
ven sujetos a ellas ni siquiera se dan cuenta que han sido manipulados hasta
que ya es demasiado tarde, hasta que ya he extraído lo que he querido y me
he ido de sus vidas, dejándoles oscilando en la brisa, reducidos a la sombra
de su antiguo yo. Las conductas encubiertas que utilizo son muy efectivas.
Cuando las utilizo, parecen ser otra cosa, algo que no son, y tú no te das
cuenta de lo que está pasando en realidad. Hasta ahora.
En este libro describo veinticinco técnicas de manipulación que utilizo con
regularidad. Te explico cómo lo hago y el efecto que estas generan de manera
que yo, al final, obtengo lo que quiero: mi combustible. Verás que muchas de
estas técnicas pueden ser combinadas para lograr un máximo efecto. En
algunos casos, el uso de una técnica de manipulación allana el camino de
otra. Todas las técnicas están interconectadas de alguna manera, lo que a
menudo hace que sea más difícil para ti ver claramente lo que estoy haciendo
y cómo lo estoy haciendo. Todo parece ser parte de tu forma de vida
conmigo. Es el mundo falso que yo creo para que vivas en él, y en el cual yo
soy el rey y la autoridad suprema.
Esta lectura te abrirá los ojos a estas tretas malévolas e insidiosas. Siendo
la persona decente y honesta que eres, querrás informar a todos tus conocidos
sobre mis técnicas para que estén prevenidos. Si te es posible, distribuye
copias de este libro a todas las personas que quieres. Si ya has sido víctima de
manipulación, reconocerás mucho de lo que leerás aquí, y tal vez esto te
ayude a comprender mejor lo que sucedió. Quizá leer este libro te ayude a
liberarte de la vergüenza que sientes por lo sucedido. Sin duda evitará que no
suceda de nuevo, por lo que será un recurso muy valioso para protegerte y
proteger a tus seres queridos.
¿Por qué revelar al mundo los secretos de mis técnicas? Seguramente que
esto juega en mi contra y me niega lo que necesito. De hecho, no es así.
Tontamente, no todo el mundo leerá esto y, además, siempre hay aquellos
que leen pero no retienen. Por eso siempre habrá un montón de gente
totalmente inconsciente a quien podré manejar jalando simplemente de sus
hilos. Siempre bailarán para mí.
Fiel a mi estilo habitual, no suavizaré los golpes, ni te daré complicadas
explicaciones científicas. Hay otras publicaciones que hacen eso, y lo hacen
bien. Pero eso no es necesario aquí, puesto que se trata de que entiendas
rápida y fácilmente las técnicas de manipulación que mi especie y yo
utilizamos regularmente, a pesar de sus efectos devastadores. Está
información proviene directamente de la fuente y en una forma accesible. No
está ni filtrada ni diluida, y proporciona un punto de referencia muy útil.
Déjate caer en el agujero del conejo y explora estas técnicas de manipulación,
averigua por qué mi especie y yo las utilizamos y cómo puedes recuperarte de
sus efectos. Hay muchos que pueden ayudarte a sanar. Yo no sano. Yo soy el
problema, pero la información y comprensión que puedo brindarte serán
mucho más eficaces que cualquier otro enfoque. Sé lo que soy. Sé lo que
hago y, por lo tanto, estoy en la mejor de las posiciones para decirte
exactamente cómo te manipulo una vez que has entrado en mi esfera de
influencia.
1. Bombardeo de amor
Voy a comenzar con la técnica del bombardeo de amor por varias razones. En
primer lugar, la utilizo cuando comienzo a manipularte. En segundo lugar, es
extremadamente eficaz y, en tercer lugar, allana el camino para la ejecución y
el uso de otras técnicas de manipulación. La cuarta razón es que, si estás bien
informada sobre esta técnica, ampliamente probada y comprobada por los de
mi especie, tal vez te alejes de mí (hay que reconocer que esto es muy difícil,
pero posible) y evites ser sometido o sometida a todos los otros métodos de
manipulación que utilizo posteriormente, protegiendo así tu cordura, tu
autoestima, tu dinero y tu salud. Por consiguiente, advertirte sobre la técnica
del bombardeo de amor es primordial. De hecho, si todas las personas que
están a punto de comenzar a salir en citas y a buscar novio o novia supieran
sobre el bombardeo de amor, habría menos, mucho menos víctimas de
narcisistas. Es por esto que esta técnica merece estar en la cima de los
veinticinco métodos de manipulación. A menudo pienso que incluso debería
enseñarse en las escuelas, en algún tipo de clase sobre las relaciones sociales.
A esa edad las personas tienen poca experiencia en materia de relaciones y,
por lo tanto, no pueden distinguir entre un comportamiento normal y otro que
no lo es. Esto se vuelve aún más difícil cuando dicho comportamiento es
agradable, maravilloso y adictivo. Informar sobre lo que es el bombardeo de
amor y sus efectos sería una tarea muy útil de los educadores de la sociedad.
El propósito principal del bombardeo de amor es ganar tu confianza. Es
engañar a tus instintos y suprimir tu cautela y tu pensamiento crítico para
poder controlarte. También tiene varios propósitos secundarios, que utilizo en
otras formas de manipulación, y que describo con mayor detalle a
continuación. El bombardeo de amor también me permite:
Programarte a recibir afecto de mi parte para poder privarte de él
más tarde;
Hacer que bajes tus defensas y así hacerte más susceptible a mi
manipulación;
Generar una época dorada, que utilizaré en las etapas posteriores;
Lograr que te abras a mí y yo pueda obtener información sobre ti, y
cada faceta de tu vida, que podré explotar posteriormente (por
ejemplo, saber lo que te gusta para que pueda seguir seduciéndote,
y cuáles son tus puntos débiles para saber cómo puedo herirte);
Mostrar a una víctima ya desechada que estoy feliz en una nueva
relación, y así lastimarla aún más.
Como ves, no sólo logro atraerte hacia mí y ganar tu confianza, sino que
también consigo preparar el terreno para aplicar otras formas de
manipulación diferentes. Realmente es un magnífico método de
manipulación.
El término bombardeo de amor surgió de la Iglesia de la Unificación de los
Estados Unidos en la década de los setenta, mejor conocidos como los
Moonies. En ese momento se convirtió en un modus operandi de diversos
cultos para atrapar a nuevos reclutas que mostraban interés en el culto. Era un
método altamente coordinado que utilizaban los miembros bien establecidos
del culto, y que consistía en inundar a los reclutas de halagos, cariño y
atención. Ahora se ha convertido en una frase asociada a la etapa inicial de
mi manipulación.
El bombardeo de amor es un constante bombardeo de comunicaciones
llenas de hermosas palabras y atenciones hacia ti. Es una avalancha de deseo
y afecto, un tsunami de amor, totalmente intenso y arrollador. Debe serlo así
puesto que queremos hacerte perder la cabeza. Esta comunicación se da de
muchas formas, y el avance de la tecnología se ha convertido en una
herramienta muy útil para el narcisista a la hora de desatar la lluvia de
bombas de amor.
Te voy a mandar, por ejemplo, muchos mensajes de texto. De hecho, el
nivel de mensajes que te enviaré al día será excesivo. Te llamaré por teléfono,
en momentos en que sé que no podrás responder y dejaré mensajes vocales
encantadores para que los escuches cuando te desocupes. También te enviaré
muchos correos electrónicos. Tus medios de comunicación social se
convertirán en un tablero de anuncios de mi afición por ti; siempre me
gustarán tus publicaciones y tus fotos, y siempre haré comentarios positivos
sobre estos. No tardarás mucho en sentir que tu corazón da un salto cada vez
que te envío un afectuoso mensaje de texto. Trataré de pasar cada momento
que pueda contigo, te invitaré a comer, me apareceré en tu lugar de trabajo
sin aviso previo para invitarte a tomar una copa después del trabajo, iré a
visitarte a tu casa, haré planes constantemente para salir juntos y estar a tu
lado tanto como me sea posible. Te diré las cosas más encantadoras y te
llevaré a lugares especiales para que tengas ganas de pasar todo tu tiempo
conmigo. ¿A quién no le gustaría ser objeto de este repetido elogio y agasajo?
Nos gusta olfatear y detectar a las personas que serán más susceptibles a
nuestras artimañas. Soy un genio para leer el lenguaje corporal y saber cómo
las personas piensan. Como mencioné en la introducción, esto es porque lo
hago muy a menudo para pulir mi pericia en el arte de la manipulación. Por
consiguiente, yo digo y hago exactamente lo que tú quieres con el fin de tener
un efecto mayor en ti. Busco personas que han estado en relaciones abusivas
previamente para atraparlas en mis redes. Si te han herido anteriormente, esto
me dice dos cosas.
La primera es que probablemente ya hayas sido víctima de alguien de mi
especie, lo que significa que mis técnicas funcionarán contigo. Sí, me temo
que los rayos sí pueden caer dos veces en el mismo sitio.
En segundo lugar, el hecho de que ya hayas caído víctima de un narcisista
significa que quieres que alguien te haga perder la cabeza y cuide de ti.
Necesitas que alguien te diga cosas positivas que te ayuden a reconstruir tu
autoestima. Quizá tengas leves reservas al principio, pero finalmente vas a
pensar (y te garantizo que lo harás), «no puede sucederme de nuevo, yo
merezco ser feliz y él parece ser muy sincero».
Así caes en la trampa que te he tendido con mis bombas de amor.
¿De qué otra forma se manifiesta este bombardeo de amor? Hablaremos
por teléfono durante horas. Eso nunca te había pasado con nadie, ¿verdad?
Eso demuestra cuán especial es lo que hay entre nosotros. Cuando cenamos
juntos, te asombra descubrir cuánto tenemos en común. Te enviaré el título
de alguna canción por texto diciéndote que la busques en YouTube porque es
una canción que habla de nosotros dos. Si me entero que eres un gran
aficionado a las motos, me compraré todos los artículos necesarios para poder
acompañarte a pasear en moto. Te hago regalos excesivos (incluso si a
menudo apenas puedo pagarlos), te llevo a hoteles lujosos, te presento
rápidamente a mi círculo de admiradores, a los que les he lavado el cerebro, y
todos te halagan y aprecian. Ellos solo son extensiones y lugartenientes míos
(más información sobre esto más adelante) que amplifican mi encanto. Tú
piensas, «qué amigos tan amables tiene; es evidentemente un hombre
encantador y agradable». Así, la ilusión crece. Te escribo poemas, te dejo
pequeñas notas de amor bajo tu almohada y escribo tu nombre dentro de un
corazón en el espejo del baño empañado. Estas son algunas de las frases de
mi repertorio:
«Nos parecemos tanto».
«Nadie me comprende como tú. Tú me entiendes».
«Eres mi alma gemela».
«No puedo creer que por fin te he encontrado».
«Estamos hechos el uno para el otro».
Te oigo protestar, «pero estas cosas pueden suceder en una relación normal,
¿cómo distingo entre expresiones de afecto sinceras y un bombardeo de
amor?» Es simple. Sí, efectivamente, todo lo anterior puede suceder en una
relación sana, pero no después de la primera cita, ni con la rapidez de una
ametralladora. Nadie se enamora después de tres días (tal vez se da en las
películas, pero, como sabes, eso es pura ficción). Si es demasiado rápido,
demasiado a menudo, demasiado extravagante y grandioso, es bombardeo de
amor. Nada está fuera de mi alcance cuando se trata de bombardearte de
amor. Para saber más sobre el tipo de cosas que hago y digo durante el
bombardeo de amor, te recomiendo que leas mi libro Maldad.
¿Por qué es este método tan eficaz? Hay varias razones. Con el bombardeo
de amor:
No te damos tiempo para pensar.
Eliminamos las influencias benignas.
Creamos una impresión falsa.
Ocultamos la verdad.
Establecemos la relación prematuramente.
Satisfacemos tu anhelo de amor.
Dado que nuestro bombardeo es incesante, no tendrás tiempo para pensar ni
reflexionar si todo lo que está sucediendo es sensato y realista. Te encontrarás
atrapado o atrapada en este torbellino de atenciones románticas y adulación
que te harán sentir maravillosamente, e impedirá que cuestiones y pongas en
duda todo lo que está sucediendo. Además, no tardarás mucho en volverte
adicto o adicta a este afecto y trato.
El bombardeo también te aleja de otras personas que podrían darse cuenta
de lo que estoy haciendo, advertirte y separarte de mí antes de que yo logre
envolverte por completo en mis tentáculos. Si estoy «encima de ti» todo el
día y todos los días, nadie logrará acercarte a ti lo suficiente. Estaré en
persona contigo tan a menudo como me sea posible, y luego mantendré mi
presencia a través de mis mensajes de texto, llamadas telefónicas, correos
electrónicos y mensajes en los medios de comunicación social. Es más, si
tuviera una paloma mensajera, también te enviaría mensajes con ella.
Este bombardeo masivo te da una impresión falsa de mí. Yo no puedo
mantener mi verdadero yo oculto por mucho tiempo porque el esfuerzo es
demasiado grande. En consecuencia, y por desgracia, habrá ocasiones en las
que mi nivel de combustible estará bajo y la bestia que acecha en mi interior
se manifestará.
Ya te enterarás que a mí no me gusta gastar mi energía innecesariamente, y
que siempre quiero obtener la máxima ganancia con el mínimo esfuerzo. No
quiero que notes cosas negativas, como el hecho de que mi trabajo no está tan
bien pagado como he insinuado en ocasiones, o el hecho de que tengo muy
pocos amigos. Por lo tanto, para evitar que veas mi abominable yo demasiado
pronto, tengo que seducirte rápidamente. Esta es otra razón más por la cual
mi especie y yo utilizamos el bombardeo de amor.
Esta técnica de rápidos y furiosos también me permite hacer que la relación
avance, a menudo antes de que tú estés realmente preparado o preparada, de
manera que ciertos lazos se formen y te aten a mí. Por ejemplo, voy a hacer
una reservación de viaje para nosotros dos tan pronto como sea posible a
pesar de que existe la posibilidad de que no hagamos dicho viaje. Muy pronto
voy a empezar a quedarme a dormir en tu casa y luego trataré de hacernos
vivir juntos después de un período de tiempo muy corto. Tú, sin embargo, no
pondrás nada en duda porque esta técnica te cegará y no verás la realidad. Si
alguien trata de advertirte sobre esto, yo le descartaré acusándole de tener
envidia o celos, o, si mi manipulación está teniendo efecto, tú no harás caso
de lo que se te dice porque solo tú sabes lo bien que se siente estar conmigo;
ellos no. Vas a comenzar a justificar el más ridículo de los escenarios
diciendo «Me siento tan bien con él», o «sé que parece muy precipitado, pero
realmente estamos hechos el uno para el otro. ¿No quieres verme feliz?».
Comenzarás a difundir mi propia propaganda después de un período de
tiempo.
Todos queremos ser amados. Es el atributo más buscado entre los seres
humanos. El presentarnos como el amor perfecto nos permite acceder
profundamente en tu psique y tu ser. Es casi imposible de resistir.
El bombardeo de amor es la fuerza mayor de la manipulación. Es un gran
movimiento de apertura, poderoso, potente y sumamente eficaz. Puesto que
se basa en acciones positivas, la intención malévola que se esconde detrás de
él es casi imposible de detectar. Es un componente clave en mi caja de
herramientas de manipulación que utilizo cada vez que requiero combustible
fresco.
2. Reflejo
He mencionado anteriormente que soy un experto en el arte de leer gente
debido a que lo he hecho toda mi vida. Utilizo este talento para realizar la
parte siguiente de mi cartera de manipulaciones: reflejo. Me transformo en un
reflejo exacto de ti.
Esto es eficaz porque me convierto en todo lo que tú deseas. ¿Te gusta el
fútbol? ¿Sabes qué? A mí también. ¿Tu platillo favorito es el espagueti a la
boloñesa? ¿Qué tal? A mí me encanta, y tengo una receta fenomenal que te
puedo dar. Todo aquello que te gusta, me gusta. Lo que no te gusta, no me
gusta. Si miras hacia el pasado ahora, te parecerá curioso constatar cuánto nos
parecíamos y coincidíamos en todos los niveles. Nunca había ocurrido con
nadie más, ¿verdad? Por supuesto, en ese momento te dijiste que era porque
nadie había sido tan maravilloso como yo; lo consideraste como algo
positivo.
¿Cómo sé qué es lo que debo reflejar? Sigo un proceso de tres etapas para
adquirir suficiente material que me permita crear mis espejos. Durante la
primera etapa, cuando te veo por primera vez (esto es generalmente antes de
que tú y yo hablemos), hago una investigación sobre ti. Hablo con personas
que sé que te conocen y obtengo de ellos toda la información que me sea
posible: dónde vives, dónde trabajas, a qué escuela fuiste, información sobre
tu familia y todos esos aspectos fundamentales de la vida de alguien.
Después utilizo a mi buena amiga la tecnología para hacer una búsqueda
en línea sobre ti y penetrar profundamente en tus redes sociales. ¿Cuántas
veces has publicado fotos de platillos que has preparado o has pedido en un
restaurante? Es así que sé que te gusta la ensalada Waldorf y que comes tu
filete de carne término medio. Si he visto muchas fotos de ti con una flauta de
champagne en la mano, sé que ordenar esa bebida en nuestra primera cita te
impresionará. Publicas periódicamente sobre los lugares en que has estado,
las películas que has visto y los libros que has leído. También publicas
críticas y quejas, lo que me permite hacer también un compendio de las cosas
que no te gustan.
En la segunda etapa, una vez que el bombardeo de amor ha comenzado, me
aseguro, por lo menos al inicio, que nuestra conversación sea siempre sobre ti
(cuán irónico, lo sé), y que tú me abras tu corazón. Durante la primera etapa
obtengo información sobre lo que haces, dónde vives, etc., y mi investigación
me revela muchas de las cosas que te agradan y desagradan. Pero es durante
la segunda etapa que obtengo la mayor información, la más importante; la
información sobre tus emociones: quiénes son las personas de las que te has
enamorado, por qué te enamoraste de ellas, quién te ha roto el corazón, la
dinámica de tu familia, y a cuál de tus colegas admiras y a cuál desprecias.
Yo te escucho sentado con una máscara rígida de simpatía en mi cara
mientras tú te explayas desde el fondo de tus entrañas. Por supuesto, no
siento ninguna simpatía por lo que me cuentas, pero he aprendido a fingirla.
A veces incluso me dan ganas de sacar un cuaderno mientras estamos juntos
para escribir el torrente de magnífica información que me estás dando (de
hecho lo hago, escribo toda la información posteriormente, cuando no
estamos juntos).
En la tercera etapa, te sondeo haciendo muchas preguntas con respecto a
muchos temas (¿no soy genial por mostrar tanto interés en ti?). Te observo
con mucho cuidado mientras hago esto. Te sondeo. Te hablo de un cierto
cantante pop y veo que la comisura de tu boca baja. Bien, no te gusta ese
cantante. Escojo otro. No, todavía no. Paso a otra y tus ojos se ensanchan.
¡Eureka! Ella te gusta. Almaceno entonces las tres respuestas para usarlas
posteriormente, con una nota a mí mismo de consultar el catálogo de discos
de la cantante en cuestión. De esa manera puedo encontrar un disco y enviarte
su título por mensaje de texto y profesar, en nuestra siguiente cita, haber sido
siempre un fan de ella. ¿Quién sabe? Quizá incluso llegue con entradas a uno
de sus conciertos si percibo que tu aprecio por ella es grande. Sigo con
nuestra conversación mientras veo cada movimiento de tu boca, cada
dilatación de tus fosas nasales y de tus pupilas. Observo dónde están tus
manos. Escucho la entonación de tu voz cuando hablas de ciertos programas
de televisión. Pregunto y sondeo a medida que tú me vas proporcionando
señales positivas y negativas, y mi enciclopedia sobre ti se va agrandando.
Como siempre, mi manipulación de ti para la recopilación de esta
información sirve para varios propósitos: no sólo extraigo información que
me permite crear un reflejo de ti, también estoy acumulando información que
voy a utilizar más adelante para hacerte daño sirviéndome de métodos como
triangulación, desgaste o la amenaza de perderme, que explicaré más
adelante.
Por el momento, todo este conocimiento que he acumulado sobre ti lo
utilizo para mostrarte que me gusta lo que a ti te gusta y que no me gustan las
mismas cosas que no te gustan a ti. ¿Qué consigo con esto? Bueno, consigo
manipularte de manera que pienses que tenemos una conexión muy fuerte,
que sientas que me has conocido desde hace mucho tiempo (lo que a su vez
me ayuda a acelerar la relación prematuramente como he descrito
anteriormente), que te sientas segura y apoyada estando conmigo. Todo se
siente tan bien y tenemos tanto en común. ¡Qué comienzo tan fantástico
hemos tenido en nuestra nueva relación!
Supongo que la frase «mi otra mitad» te es familiar. Sé que
inconscientemente estás buscando tu otra mitad, es decir, alguien que refleje
tus opiniones, gustos, sentimientos y expectativas. Sé que esto es una
necesidad psicológica en las personas. Básicamente, estás buscando tu doble,
tu otro yo. Al convertirme en tu espejo, me convierto en tu otra mitad, lo que
me permite acceder a esta necesidad psicológica y hacer que quieras unirte a
mí. El reflejo que hago de ti me permite atraparte con mayor facilidad.
Además, me permite establecer un vínculo fuerte entre nosotros, y cautivarte
por completo en mi mundo. Cada vez que me mires, verás algo de ti misma, o
de ti mismo, y eso alimentará tu deseo por mí y tu temor de perderme. Por
supuesto, todo esto es una ilusión pero tú no lo sabes porque mi destreza para
manipular es tan grande que no te das cuenta de lo que está pasando porque
estás demasiado ocupada u ocupado sucumbiendo ante el bombardeo de amor
y diciendo a todo el mundo lo maravilloso que es haber encontrado a alguien
que «me completa». Esa noción de la otra mitad de nuevo. La técnica del
espejo es un método muy eficaz para controlarte. Lamentablemente, los
espejos tienden a romperse, pero no nos preocuparemos por eso por el
momento.
3. Culpa
Sin duda sabrás que gran parte de nuestra actitud emocional en la vida está
condicionada por cómo fuimos educados cuando éramos niños. Ahora sé que
mi infancia ha tenido una influencia significativa en lo que soy ahora. Ha
habido varias personas que me han explicado que mi comportamiento es
consecuencia de la manera en que se me trató de niño. Pero dejemos este
tema para otra ocasión. El hecho es que gran parte de cómo nos sentimos y
actuamos siendo adultos ha sido forjado en nuestra infancia, y esta es una
conexión directa que permanece abierta toda la vida. Es una conexión entre
cómo nos sentíamos cuando éramos pequeños y desamparados y nuestros yo
adultos. La carretera es directa, sin obstáculos, y ciertas señales pueden
enviarnos con la velocidad de un rayo a nuestros años de formación.
Quizá hayas visto la película Rocknrolla. En una escena, el personaje del
actor Mark Strong, Archie, está exponiendo la virtud de una bofetada bien
administrada con el dorso de la mano en la cara de uno de los miembros de la
pandilla. Archie explica que, cuando la bofetada se hace correctamente,
transporta al que la recibe inmediatamente a la infancia. Lo que esto sugiere
es que el punzante castigo que sentimos siendo niños cuando se nos daba una
bofetada se manifiesta igualmente cuando, de adultos, recibimos otra
cachetada, dejándonos correctamente castigados y obedientes como cuando
éramos niños. La culpa tiene en gran parte el mismo efecto.
Utilizo la culpa para enviarte de viaje a la infancia. La infancia estuvo llena
de reglas. No toques los objetos en la tienda. Termina todo lo que está en tu
plato. Haz tus oraciones. No hagas ruido. Límpiate los pies antes de entrar.
Cada día había que negociar más normas y reglas que las que contiene un
código de leyes. Si no acatabas dichas reglas, se te reprendía y castigaba, y se
te hacía sentir culpable por tu transgresión. Se te inculcó tanto esto durante
tus años de formación (durante los cuales te convertiste en la persona honesta
y decente que eres hoy en día), que pronto la mera amenaza de sentirte
culpable hacía que te comportaras e hicieras como se te pedía que hicieras.
La culpa te resulta particularmente vergonzosa y, esto está tan arraigado en
ti, que es algo que deseas evitar cuantas veces te sea posible. Yo sé que es así
para ti. Lo sé porque eres una persona empática y te comportas con
integridad, honestidad y decencia; la culpa tiene una resonancia particular en
ti. Yo exploto esa culpa para lograr mis propios objetivos.
¿Cómo se manifiesta todo esto? Supongamos que tú me atacas por haber
estado fuera toda la noche cuando tú habías planeado que pasáramos la noche
juntos. Habías preparado una deliciosa cena y comprado uno de mis vinos
favoritos. Yo decidí hacer lo que mejor me vino en gana, y salí a cazar algo
de combustible fresco enviando a mi fuerza aérea a hacer una operación de
bombardeo de amor. Cuando finalmente vuelvo a casa, tú estás molesta,
comprensiblemente, y lanzas tu ataque. Yo sé que tienes razón, pero no
puedo soportar que me critiques. Detesto absolutamente que se me critique,
así que debo contraatacar, debo tomar represalias. Hay muchas técnicas de
manipulación que puedo utilizar para hacer frente a lo que considero un
ataque gratuito (negación o desgaste, por ejemplo), pero en esta ocasión
utilizaré la culpa.
«Llegaría a casa más temprano si tú pusieras más empeño en motivarme a
hacerlo. Has engordado y, francamente, no me gusta. ¿Es de extrañar que no
quiera venir a casa y sentarme al lado de Jabba el Hutt?».
Por supuesto, sé que justo ayer te habías lamentado de haber aumentado unos
cuantos kilos. La realidad es que te ves igual que antes, pero sé que te sientes
culpable de haber aumentado de peso levemente y exploto esa culpabilidad.
También estoy insinuando que eres una egoísta por no tratar de verte lo mejor
posible para mí.
Si estuvieras en una relación saludable, no habría mención de esto o,
incluso si lo hubiera, tú tendrías suficiente pensamiento crítico y conciencia
para desechar mis comentarios porque sabrías que son falsos, que no debes
darles ninguna importancia (que no has engordado de manera perceptible y
que tu apariencia es la misma), o que son irrelevantes (que mi ausencia no
tiene nada que ver con tu peso y apariencia). Por desgracia para ti, no estás en
una relación sana, y tu nivel de autoestima habitual ha mermado.
Inmediatamente te sientes culpable. Es verdad, has subido de peso. Es
verdad, eres menos atractiva. Yo tengo razón; si tuvieras mejor aspecto, yo
regresaría a casa más temprano. Tú eres la culpable. Todo es tu culpa.
Puedo agarrarme de cualquier cosa de ti. Tu cabello es demasiado corto
(ayer era demasiado largo - sí, voy a ser inconsistente en un abrir y cerrar de
ojos), o te vistes de manera demasiado provocadora, nunca tienes algo
interesante que decir, no compraste mi queso favorito, y así sucesivamente.
El tema no es importante; lo que importa es que sé que es algo que te hará
sentir culpable.
La culpa te consume y vuelves a tener cinco años de edad. El efecto crea
confusión y parálisis. Puedes escuchar a uno de tus padres regañándote por
haber engullido un pedazo de pastel antes de la comida y matado así tu
apetito (el pastel nunca te impidió comer después, pero, ¿desde cuándo la
pertinencia ha impedido el regaño?), y te sientes pequeña e indefensa. Te
quedas allí de pie, desvalida e incapaz de responder, convencida de deber
asumir tu castigo y aprender la lección. Las conductas aprendidas durante
todos esos años remontan a la superficie en un instante. No debes responder
puesto que sería impertinente. Debes pedir disculpas y prometer que no lo
volverás a hacer, que te comportarás mucho mejor la próxima vez. Ser mejor.
Pensar bien. Recordar para la próxima vez. Este uso de la culpabilidad te ha
hecho recorrer la carretera entre tu niñez y tu yo adulto. Ahora actúas como
aquel niño o niña travieso(a) invadido(a) por el sentimiento de culpa. Te
quedarás inmóvil y pedirás disculpas, olvidándote por completo de mi mal
comportamiento mientras yo te señalo lo que has hecho mal, inyectándote
una dosis masiva de culpa.
4. Intimidación
El campeón de natación Mark Spitz dijo una vez:
«Creo que el arte de ganar se hace mediante la intimidación y no
necesariamente tienes que hablar de ello».
Son palabras ciertamente sabias.
Decir intimidación es simplemente una manera elegante de decir
aterrorizar. La intimidación es una técnica interesante de manipulación que se
basa en la amenaza de que algo malo o dañino va a pasar. Para dar peso y
credibilidad a esta amenaza, debe suceder algo que sugiera fuertemente que
lo mismo, o incluso una versión más extrema de esto, puede volver a ocurrir
si no haces lo que yo quiero.
No soy partidario de la violencia física. Admito libremente que en mis
rabias puedo matar, pero estoy consciente de que existe la posibilidad de que
termine en la cárcel por esto, y eso es algo que no quiero. No dudo ni por un
momento que yo sería el líder en un ambiente de prisión gracias a mi
intelecto vastamente superior y mi eterno encanto, pero aun así no deseo
pasar tiempo en la cárcel. La violencia física, si bien es rápida y aterradora
para el destinatario, es problemática también. Si he de ser sincero, considero
que la violencia física es más la defensa de los miembros de mi especie de la
más baja índole. Yo la evito por varias razones.
En primer lugar, requiere gasto de energía; energía que puede ser utilizada
mejor en otra parte. En segundo lugar, deja evidencia. Para operar con
eficiencia, necesito tener siempre la posibilidad de negar todo más tarde de
manera verosímil (véase la parte sobre la negación), y dejar a alguien
cubierto de magulladuras y cortes tiende a eliminar la credibilidad de dicha
negación, incluso para alguien tan experto en decir mentiras como yo. En
tercer lugar, el uso de violencia física puede sacudir a la víctima de tal
manera que tome conciencia repentinamente y salga de la falsa realidad que
he fabricado. Esto significa que corro el riesgo de perder mi fuente de
combustible y que voy a tener que gastar más energía ya sea para volver a
crear la falsa realidad (lo que será difícil a estas alturas), o para buscar una
nueva fuente de combustible. Todo esto me resulta fastidioso. En cuarto
lugar, la violencia física a menudo hará que la víctima se relacione con
personas fuera de mi esfera de influencia inmediata, tales como policías,
trabajadores de apoyo a víctimas de violencia doméstica, personal de
hospital, etc. Si bien es posible que yo pueda tejer mi magia alrededor de
estas personas, corro el riesgo de que la interferencia externa reduzca o
elimine mi combustible. Por consiguiente, no cometo actos de violencia física
graves.
Para mantener la intimidación y, por lo tanto, el control, uno debe
alimentar la amenaza de violencia. Yo logro hacer esto rompiendo cosas.
Estrellar un plato contra el suelo o un vaso contra la pared demuestra que soy
capaz de destruir objetos físicos y, por extensión, que soy capaz de hacerte
daño. Consecuentemente, esa amenaza genera intimidación.
También mantengo la intimidación mediante el uso de amenazas verbales.
He amenazado a un pariente anciano con trasladarlo a una residencia de
personas mayores menos grata. He jugado con el espectro de la destitución
con colegas subordinados. He amenazado a novias con quemar todas sus
prendas si me dejan. A aquellas que se atrevieron a sugerir que me dejarían,
les recordé mi omnipotencia y lo fácil que me sería rastrear sus movimientos,
leer sus correos electrónicos, interceptar sus mensajes y observarlas desde
fuera de sus casas en la noche. Esta intimidación funciona invariablemente, y
hace que el destinatario decida quedarse. Al menos entonces pueden ver lo
que estoy haciendo y mantener un ojo sobre mí en lugar de estar solas y
preocupadas por lo que podría ser mi siguiente paso.
La intimidación es eficaz porque, cuando estrello esa estatua que tanto te
gusta, inmediatamente buscas calmarme y apaciguar mi rabia. Luego aceptas
mis condiciones. También sé que, puesto que muestras tanta empatía, tratarás
de determinar lo que está mal para poder pacificar nuestra relación. Esto me
abre la puerta para poder utilizar otra forma de manipulación, si así decido
hacerlo, el desgaste.
Para intimidarte, uso amenazas manifiestas y amenazas veladas. Ambos
tipos de amenaza te mantendrán bajo mi control. Las amenazas veladas son
especialmente útiles porque, si intentas involucrar a una tercera persona
quejándote de mi comportamiento, tienes dos problemas. En primer lugar,
puede que la persona a la que acudas no vea la amenaza velada y considere
que tu reacción es paranoica y desproporcionada. Siempre espero que esto
suceda ya que esa persona terminará por ponerte la etiqueta de loca. En el
futuro será aún menos probable que te crea y, al final, no te creerá en lo
absoluto, lo que significa que habrá una persona menos a la que puedas
acudir. En segundo lugar, las amenazas veladas, además de ser eficaces, son
muy fáciles de justificar con una negación verosímil. Ya habrás escuchado
las siguientes frases:
«Estás exagerando»
«No lo tomes mal. Estás yendo muy lejos»
«Te estás imaginando cosas»
Estas frases, entre otras, son las piedras angulares para señalar que eres tú
quien tiene el problema y que yo no he hecho nada malo. Mientras tanto, tú
sabes muy bien lo que quise decir y, por lo tanto, sigues preocupándote por tu
seguridad. La intimidación continúa, y también el control que resulta de esto.
5. Triangulación
Una de mis técnicas favoritas ya que es muy eficaz. Mi especie y yo la
utilizamos constantemente. Se lleva a cabo muy rápidamente durante la etapa
de devaluación. En la triangulación se introduce una tercera parte, una
persona, o incluso un objeto, en nuestra dinámica como medio de
manipulación. Es un método de manipulación muy bueno para todas las
ocasiones, ya sea entre amantes, amigos, en el trabajo o la familia. Yo tengo
dos métodos de triangulación, a los que me refiero como el método
tradicional y el método moderno.
El método tradicional es la introducción arquetípica de una tercera persona.
Este método tradicional puede dividirse en real e imaginario. Por ejemplo,
estoy en una relación contigo y empiezo a mencionar a una colega de trabajo
muy competente y atractiva a quien nunca había mencionado antes. En
realidad, no tengo nada que ver con ella; la veo de vez en cuando entrar en el
edificio donde ambos trabajamos y asumo que trabaja en otro piso, pero
nunca hablo con ella y nuestros caminos no se cruzan en el trabajo salvo por
algún email ocasional o en algunas reuniones. A pesar de esto, hago mención
de ella a menudo cuando estoy contigo. Te comento cuán bien vestida es,
cómo ha perdido peso, que sus labios son pulposos y que sus besos deben ser
excelentes sin ninguna duda. También te comento cuán diligente es y que le
han dado una gratificación. Resalto cualquier rasgo de ella al que sé que serás
sensible (tú no te vistes elegantemente muy a menudo, has aumentado de
peso, tus labios son delgados, no estás trabajando actualmente y así
sucesivamente). He creado un competidor imaginario para ti y así ha
comenzado la triangulación. Esto te come por dentro porque estoy
presionando los botones exactos para provocarte, pero, si protestas, podré
negarlo todo fácilmente. Supongamos que la he mencionado varias veces
durante la cena, así que tú me dices:
–Me parece que hablas mucho de Trisha. ¿Hay algo que debo saber?
Yo dejo de comer y bajo mi tenedor. Te miro fijamente, con una mirada
fría y una sonrisa vacía.
–Por supuesto que la menciono mucho; estamos trabajando en el mismo
proyecto en este momento.
–Pero no mencionas a nadie más del proyecto.
–¿No? Creo que sí lo hago (negación) pero parece que tú has desarrollado
una obsesión por Trisha (transferencia de culpa). Por supuesto, su
excelencia en el trabajo hace que se destaque (refuerzo del juego inicial).
¿No puedo elogiar a mis colegas de trabajo ahora? (provocación).
–Sí, pero no paras de hablar de ella.
–Creo que estás exagerando. ¿Estás celosa porque hablo con una colega de
trabajo?
–No, pero…
–Es típico de ti. Voy a trabajar, y lo hago duro todo el día. Vengo a casa y
comparto lo que vivo en mi trabajo contigo y tú inmediatamente encuentras
una razón para criticarme. Te diré algo, ¿por qué no dejo de hablarte sobre mi
trabajo? ¿Por qué no dejo de trabajar? ¿Qué te parecería? ¿Quieres vivir en
un departamento minúsculo de la asistencia social? Porque puedo hacerlo sin
problema, si eso es lo que prefieres.
Doy entrada a mi rabia indignada y tú inmediatamente tratas de calmarme,
pidiendo disculpas y dando marcha atrás. Mi dominación sobre ti es
reivindicada y, una vez más, tú terminas siendo la mala. Esto queda
registrado en mi mente también para un uso posterior (véase el capítulo más
adelante sobre sacar a relucir el pasado).
Por consiguiente, he provocado una reacción en ti, te he dejado en un
estado de ansia y he reivindicado mi control sobre ti a través de la mención
de una mujer ficticia en el trabajo.
Esta es la versión imaginaria. Desde luego, en la versión real, estoy
interactuando verdaderamente con esa persona, y probablemente estoy
teniendo una aventura con ella. Hablo muy bien de ella para provocarte y
hacer que reacciones. No quieres perderme, así que redoblas tus esfuerzos
para complacerme. Mientras tanto, yo estoy obteniendo combustible de mi
nueva conquista, a quien estoy sometiendo a una campaña de bombardeo de
amor. El combustible me está llegando de los dos lados y yo me estoy
deleitando. En el método tradicional, donde yo estoy triangulándote con una
persona, invariablemente intercambiaré los papeles en algún momento, de
manera que empezaré a prestarte más atención y te diré que he puesto fin a la
aventura con la otra persona. Mientras tanto, seguiré teniendo mi romance
pero le diré a mi aventura que estoy pensando quedarme contigo de manera
que esta aumente sus esfuerzos para retenerme. Voy a oscilar de un lado a
otro de esta manera. Una de las dos será la responsable de la (supuesta)
miseria en mi vida y la otra mi salvadora; yo siempre seré la víctima. Los dos
papeles cambian, pero el mío es siempre el mismo. Es muy eficaz.
La ventaja es que tú no me culpas a mí sino a la tercera persona; ella es la
que está arruinando nuestra relación y quieres derrocarla. Puedo sentarme
cómodamente con las manos detrás de mi cabeza y una amplia sonrisa en mi
cara para verlas luchar por mí y participar en un frenesí que solo alimenta mi
ego. Uno pensaría que las dos debieran volverse contra mí, pero eso no pasa.
Ambas me quieren y piensan que es la otra quien está obstruyendo la
relación. Quizá te sorprenda esto, pero es lo que sucede porque mi
manipulación por triangulación es así de eficaz.
En el método de triangulación moderno, introduzco un objeto inanimado
en la dinámica de nuestra relación. Te preguntarás ahora cómo funciona eso.
A modo de ejemplo, supongamos que he comprado un coche nuevo. Te voy a
hablar del vehículo constantemente y mostrando mucho orgullo, te voy a
decir cuán rápido es, de la sensibilidad de su sistema de dirección y de la
adherencia de los neumáticos. Constantemente te cuento de los lugares a los
que voy en mi nuevo coche. Me paso horas limpiándolo y puliéndolo. A
veces simplemente me siento dentro de él e inhalo ese magnífico olor de
coche nuevo. ¿Empiezas ahora a ver un patrón familiar? Prodigo mi atención
al coche y no a ti. No puedes acusarme de tener una aventura con un coche,
pero su participación en nuestra relación te irrita y provoca una reacción en ti.
Te vas a quejar de cómo pienso más en el coche que en ti, de cómo él va a
mejores lugares que tú y que gasto más dinero en él que en ti. Este es el pie
para que entren en escena mi negación verosímil, mi asombro e indignación,
y exclame:
«¿Es posible que estés celosa de un coche? Necesitas ayuda profesional».
Listo. Todo el trabajo está hecho.
Mi objeto favorito para triangularte utilizando el método moderno es mi
teléfono móvil. Me siento a jugar con él cuando estamos juntos, o lo tengo
guardado en el bolsillo de mi chaqueta pero tú puedes oírlo sonar. ¿Quién
está tratando de ponerse en contacto conmigo? Luego desaparece por días
porque lo he escondido en algún lugar. Tú tratas de llamarme pero no
contesto y utilizo excusas como:
«No había señal en la zona».
«Hay un problema con mi teléfono».
«¿Me dejaste un mensaje? No debe estar funcionando mi teléfono puesto
que no lo recibí».
«No podía llamarte porque me quedé sin crédito».
«Parece que los mensajes de texto no están siendo enviados/recibidos».
Todo esto está diseñado para molestarte y provocar una reacción tuya.
Funciona muy bien.
La triangulación es una excelente técnica de manipulación que me
garantiza una buena ración de combustible. Te mantiene en un estado de
ansiedad, provoca reacciones en ti y me permite, en ciertos casos, recibir el
doble de combustible que normalmente recibiría.
6. Lugartenientes
Siempre me aseguro de tener un grupo de fieles seguidores. Extraigo a dichos
seguidores de todos los ámbitos posibles. A veces son colegas de trabajo
(funcionan muy bien porque les gusta adularme con la esperanza de
conseguir una promoción). Otras veces son un pequeño número de amigos
que he conocido desde hace mucho tiempo y que están tan acostumbrados a
mi manera de pensar que son poco más que autómatas. También habrá
miembros de la familia que creen que soy el non plus ultra. La manera en que
formo estos lugartenientes puede variar de vez en cuando, pero lo que
siempre es igual es que tengo mi guardia pretoriana que siempre me va a
apoyar y a dudar de ti. Siempre.
Al inicio de la devaluación, como es de esperarse, tú buscarás que alguien
más te confirme que mi comportamiento no es normal y que no eres tú la que
está actuando mal. Esta es una respuesta estándar con la que cuento y que
anticipo. A menudo te escucho amenazarme con que vas a hablar con mi
mejor amigo y decirle lo que en realidad soy, o que vas a llamar a mis padres
para que sepan cómo su gran niño adorado trata a su novia. Es todo lo que
puedo hacer para evitar que me dé risa. Te invito a que lo hagas y observo
cómo te vienes abajo ante el apoyo impenetrable de estas personas hacia mí.
Estas personas son mis fieles partidarios. Quien llega corriendo a ellos es
considerado un cizañero que no está en sus cabales. Te van a escuchar para
hacerte pensar que están teniendo en cuenta lo que estás diciendo, para
después explicarte cortésmente que te equivocas. Intentarás de nuevo y te
darán la misma respuesta, a veces implicando a otros lugartenientes, de
manera que la pared impenetrable permanece intacta. Comienzas a dudar de ti
misma ya que, después de todo, estas personas me han conocido mucho más
tiempo que tú. Sus explicaciones son convincentes y parecen lógicas (después
de todo, ya han tenido mucha práctica haciendo esto) y te escabulles
confundida y derrotada.
Si persistes, se volverán hostiles contra ti y te pondrán la etiqueta de
histérica y sugerirán que eres tú quien tiene el problema. ¿Suena familiar?
Los he adoctrinado muy bien a todos puesto que me aseguré de llevar a cabo
una campaña de difamación contra ti antes de que salieras corriendo hacia
ellos, de manera que mis susurros insidiosos sobre ti pronto eliminan
cualquier pizca de credibilidad que hayas podido tener. Cuanto más protestes
más, a sus ojos, estás cumpliendo con lo que dije precisamente que harías.
Incluso trataré de reclutar a mis lugartenientes de entre los miembros de tu
familia y amigos. Hago esto cuando estamos en la etapa del bombardeo de
amor y todos ven la decencia rebosar de mí de manera que todos concluyen
que soy un individuo honesto y sincero, y que tú te has ganado la lotería
conmigo. Tú, por supuesto, has estado diciéndoles esto también desde el
primer día de nuestra relación, así que no necesito hacer mucho para que se
traguen toda mi propaganda. Te conviertes en el arquitecto de tu propia ruina.
Creo una pesadilla kafkiana donde tú vas de persona en persona,
proclamando lamentosamente, «no soy yo, es él el problema».
Desafortunadamente para ti, te toparás con negaciones de cabeza,
chasquidos de lengua y murmullos de «pobre chica, de nuevo está histérica
por nada».
Organizo a mis lugartenientes de manera que puedan cubrir todas las
facetas de nuestra vida donde tú puedas buscar ayuda. Son totalmente leales a
mí, y no se les puede convencer de nada más que de ser mis partidarios.
Acabarás golpeándote la cabeza en la proverbial pared de ladrillo. Esto es
manipulación por delegación y es particularmente satisfactoria.
7. Obsesión
Con esta táctica de manipulación te tengo haciendo la mayor parte del
trabajo. Esto es naturalmente una ventaja para mí porque consigo ahorrar
energía. Combinando otras técnicas, genero un estado intenso de ansiedad en
ti. Creo una realidad falsa y te sumerjo justo en el centro de esta. Digo y hago
ciertas cosas, todas recubiertas de algún tipo de negación verosímil, que
hacen que te obsesiones sobre nuestra relación. Comienzas a analizar
ampliamente cada conversación que tenemos, a escrutar el significado de lo
que dije y el tono con el que lo dije. Ves algo en cada sílaba y buscas
comprender mejor analizando mis respuestas. Pones en el microscopio
incluso la manera en que te dije «hola».
Asumes el papel de detective tratando de averiguar lo que realmente está
sucediendo en nuestra relación. Estás tan ocupada buscando un significado
que no logras ver lo que está justo frente a ti. Tratar de solucionar el
problema se vuelve una fijación para ti, pero buscas en el lugar equivocado.
Rumias sobre la manera en que te miré. ¿Qué quiso decir esa mirada? ¿Qué
se escondía detrás de su comentario de que iba a estar ocupado todo el día de
hoy? ¿Ocupado haciendo qué? ¿Por qué no dijo lo que iba a hacer? ¿Tiene
algún plan secreto? Cuando le llamé contestó su correo vocal. ¿Ha apagado
su teléfono? Tal vez no tiene señal, pero está en la ciudad hoy, eso es lo que
me dijo. Tal vez me mintió. Por otra parte, quizá estaba ocupado con otra
llamada. ¿Con quién pudo estar hablando? Y si su teléfono estaba encendido,
debió haber visto que tenía una llamada perdida de mí, pero ha pasado ya una
hora y no me ha devuelto la llamada. A menudo habrá una explicación
completamente inocente detrás de esto y yo podría dártela fácilmente para
aliviar tus preocupaciones, pero elijo no hacerlo. Quiero que trates de
averiguar todo. Te quiero sentada analizando lo que está sucediendo. Sé que
no estás segura de qué hacer porque siempre tratas de hacer lo correcto.
Estás sentada pensando en lo que he dicho o hecho. Llegas a la conclusión
de que tú no harías lo que yo he hecho, por lo que te preguntas por qué lo he
hecho. ¿Qué significa? Si tú lo hubieras hecho, pensarías que significa A,
pero yo dije que significaba B, pero eso fue el mes pasado. ¿Qué pasa si he
cambiado ahora y significa C? Das vueltas y vueltas. Te sientas, te agitas y te
atormentas, y sé que de hecho no vas a hacer nada; quedarás paralizada por tu
propia indecisión. Quieres tener todas las respuestas, pero no te das cuenta de
que no puedes tenerlas cuando estás lidiando con alguien como yo. Yo me
refugio en lo incierto, entro y salgo de las tinieblas, la ambigüedad me sigue
por todas partes y juego con esta para asegurarme de darle a tu naturaleza
obsesiva todas las oportunidades de ponerse en marcha.
Como de costumbre, en las primeras etapas de nuestra relación floreciente
me doy cuenta de que tienes poca confianza en ti misma y que no tomas
decisiones rápidamente y con firmeza. Yo me aprovecho de eso. Sé que te
gusta analizar algo desde todos los puntos de vista posibles, tomar en cuenta
cuanto sea posible y luego comenzar todo el proceso otra vez. Sientes un
curioso goce perverso al escrutar nuestra relación. Cuando te comportas de
esa manera vaga y amorfa, sé que eres un candidato ideal para mí para jugar
la carta de la obsesión.
Lo único que logras con tu obsesión es permitirme manipularte. Tú misma
te pones en un estado de ansiedad y preocupación por asuntos sobre los
cuales tienes poco control. Permanecer en este estado extremo es muy
desgastador. Es comparable a tener la batería de un coche baja y encender las
luces altas. Pronto verás que el limpiaparabrisas se mueve lentamente y que
la radio no funciona. El pasar el tiempo obsesionándote y alimentando tu
ansiedad consume tu energía y te deja indefensa ante los otros tipos de
manipulación que voy a emplear. Por consiguiente, ponerte en este estado
obsesivo es una magnífica manera de debilitarte.
Además, el hecho de saber que estás obsesionada a tal grado me muestra
que estoy bien instalado en el centro de tus pensamientos. Esto me hace sentir
poderoso. Sé que estás pensando en mí constantemente. Me estás dejando
alquilar espacio en tu cabeza y ni siquiera me estás cobrando. Esto me
proporciona más combustible.
Apostaría mucho dinero a que ahora estás pensando obsesivamente si todo
lo que he escrito aquí se aplica a tu pareja. Anda, mastícalo durante algunos
años. Tú y yo sabemos que eso es lo que quieres hacer.
8. Falsas promesas
Durante la fase de seducción y bombardeo de amor he creado lo que
podríamos considerar como nuestra época dorada. Durante esos tiempos
felices, todo fue maravilloso y yo creé memorias adictivas que tú vas a
recordar una y otra vez. Fue una época emocionante, edificante y fascinante.
Te dije cosas que nadie te había dicho nunca antes. Te llevé a lugares
maravillosos, te hice el amor a menudo y con una pasión que nadie te había
mostrado nunca antes. Cada día que pasabas conmigo parecía Navidad;
siempre con sorpresas de amor, cordialidad, afecto y deseo de mi parte. Te
llenaba de regalos, te bombardeaba con mensajes de texto, y la seducción
fluía en todo tu alrededor. Era único.
Sin embargo, al igual que todo gran imperio, el nuestro se vino abajo
también. El afecto se agotó, dejé de hacerte el amor o, si lo hacía, era de
manera mecánica, como un autómata. Rara vez quería hacer algo juntos;
prefería pasar mi tiempo conectado a una Xbox o viendo deporte en la
televisión sin cesar (método moderno de triangulación). Empecé a
desaparecer sin que tú pudieras lograr contactarme. Empecé a hacer mención
de otras mujeres y tú comenzaste a dudar de mi fidelidad. Empecé a criticar
esos mismos aspectos de ti que alguna vez había dicho que adoraba. El
mundo se volvió frío y un viento triste sopló a través de los árboles desnudos
donde alguna vez una dulce flor había caído sobre nosotros mientras nos
besábamos. Te tengo atrapada firmemente en la etapa de devaluación.
Es durante esta etapa que utilizo la técnica de las falsas promesas. Tengo
dos maneras de hacer esto. La primera es abrir una puerta en el cielo y
permitirte sentir una vez más el calor embriagador de ese glorioso sol de la
época dorada, pero solo por un corto tiempo. Te hago una sorpresa y te llevo
lejos a pasar el fin de semana juntos y todo vuelve a ser como antes. Me
acuerdo de esa imagen que tanto te gusta, la compro para ti y la cuelgo en el
dormitorio. Tú te echas a llorar sintiendo alegría y alivio porque he vuelto a
ser el hombre del que te enamoraste. Lo sabías, sabías que volvería a ti. Es
por eso que no te diste por vencida. Es por eso que te aferraste firmemente a
pesar de todos los insultos que lancé en tu contra. Sabías que todo volvería a
ser como antes, y lo es ahora. El efecto que tiene en ti esa puerta al paraíso
que te abrí es embriagante. No solo se siente increíblemente maravilloso
recibir mi magnífico afecto otra vez (similar a lo que siente un drogadicto
cuando recibe una nueva dosis) también sientes alivio porque la miseria a la
que te he sometido durante la devaluación es inmensa. Las dudas se disipan y
tú acoges con los brazos abiertos mi retorno. Por supuesto, no dura. Yo cierro
de un golpe la puerta en el cielo algunos días después (probablemente
desapareciendo durante algún tiempo), y tú eres expulsada del paraíso y
arrojada de nuevo al infierno. Sólo que esta vez has sido manipulada para
pensar que puedes lograr que esa puerta al paraíso se abra de nuevo. Ya ha
pasado una vez, ¿no? Por lo tanto, te convences, basada en el hecho de que ya
sucedió una vez, que si luchas y te aferras, que si me complaces y te esmeras
en no hacerme enojar, que si cedes a todos mis caprichos y decretos, podrás
regresar al paraíso de la época dorada. Y esta vez lo harás correctamente para
permanecer en él. Es tan adictivo que inviertes todos tus empobrecidos
recursos para lograrlo, ignorando por completo que yo he hecho todo esto a
propósito para mantenerte completamente dócil. La promesa del paraíso te
hará hacer cualquier cosa para complacerme. No te imaginas la inyección de
combustible que esto representa para mí.
La segunda manera en que aplico la técnica de las falsas promesas es decir
que algo bueno va a pasar. Sí, nos vamos a ir de vacaciones una semana,
como lo has estado pidiendo. Va a ser maravilloso. Solo estoy algo ocupado
por el momento pero, en cuanto tenga un instante, te prometo que haré las
reservaciones. Quizá vaya un poco más lejos y te prometa cambiar mis malos
modos. Si, sé que tengo un temperamento violento. Te pido disculpas por
haberte gritado. Sí, voy a ver a alguien que me ayude a controlar mi ira.
Quiero cambiar por ti. Lo haré, lo prometo, pero no estoy listo todavía.
A menudo utilizo esta técnica cuando me percato que podrías dejarme. Es
un método muy eficaz para traerte de vuelta al redil.
Logro engañarte con estas promesas que nunca cumpliré. Mi constante
manipulación ha desgastado tus mecanismos de defensa, por lo que pasan
meses, o incluso años, y tú no te das cuenta de que nada ha cambiado. Yo no
he cumplido con mis promesas. No he hecho lo que dije que iba a hacer.
Continúo prometiéndote el cielo y las estrellas, y tú temes tanto perder ese
nirvana, que sigues caminando arduamente motivada por el ápice de una
promesa vacía, anhelando ese pedazo de cielo estrellado tan resplandeciente.
9. Amenaza de perderme
Esta forma de manipulación es un puño de hierro cubierto de azúcar. Lo que
hago es hacer que tengas miedo de perderme. Recuerda que te he sometido a
un bombardeo de amor y a una época dorada, que es una herramienta muy
potente y adictiva, para asegurar que permanezcas en la relación, esperando
que las cosas regresen a ese estado. Voy a decir ciertas cosas, que son
amenazas de perderme, diseñadas para controlarte.
La manera principal en que voy a hacer esto es utilizar esta frase:
«Te amo, pero…»
El amor es la emoción más poderosa. Casi todo el mundo quiere ser amado o
que el mundo ame algo de ellos. Los chefs quieren que los comensales amen
sus platillos, los artistas quieren que el público ame sus creaciones y las
empresas quieren que los clientes amen sus productos. Es sorprendente cómo
esta frase, a pesar de ser usada con tanta frecuencia y facilidad, no ha perdido
su fuerza. Esto, en sí mismo, es testimonio de lo poderosa que es.
Cuando mi oración comienza con «te amo», sientes ese calor embriagador
y esa sensación de alegría que te dan estas dos palabras. Esto también
enmascara la verdadera intención de lo que estoy diciendo. Por ejemplo, si te
digo «te amo, pero preferiría que no te pusieras ese vestido», en realidad te
estoy haciendo una crítica sugiriendo que te vistes mal. Yo continúo haciendo
comentarios de este tipo, que son más bien golpes de boxeador, que te
debilitan y que están diseñados para reducir gradualmente tu autoestima y
confianza. Además, el uso de «te amo, pero» conlleva la amenaza de quitarte
ese amor. Estás desesperada por evitar que eso suceda y el espectro de la
amenaza de perderme induce una respuesta sumisa de tu parte.
Sin embargo, debido a la manera en que te he condicionado, escucharás mi
oración y no la considerarás como una crítica. Creerás que es porque me
importa cómo te ves y que tienes mucha suerte de tener a alguien que se
interesa en tu apariencia. El resultado sigue siendo el mismo. No quieres
perderme y temes que es lo que podría ocurrir; mi equívoco halago refuerza
tu temor. En consecuencia, cambiarás tu vestimenta a algo que tenga mi
aprobación. La amenaza de perderme es un método de manipulación muy
disimulado y eficaz.
10. Desgaste
Se habla de una guerra de desgaste cuando ambas partes de un conflicto
tratan de agotarse mutuamente. Esta definición no se aplica en este caso. La
táctica que yo utilizo contigo sólo desgasta una parte, y esa parte eres tú.
Aunque ciertas técnicas de manipulación tienen el efecto de reducir tu
autoestima, hacerte bajar la guardia y desmantelar tu pensamiento crítico,
esas consecuencias no son el objetivo principal de esta técnica. El objetivo
principal de este método es desgastarte.
Esto se hace por medio de un método de goteo por goteo constante. Voy a
socavar poco a poco tu voluntad con un comentario desagradable por aquí y
un acto malévolo por allá. Un día quizá tire a la basura un dije pequeño que
tenga gran valor sentimental para ti. Otro día critico la manera en que te has
vestido o peinado. Mi objetivo es humillar, denigrar y menospreciar. Cada
aspecto de ti, de tu vida y cómo la vives entra en mi mira. Te veo servirte un
vaso de vino; estás bebiendo demasiado. Te escucho reír; cállate, estoy
tratando de ver el programa de televisión. Comienzo con poco para que tú
sientas solo una leve irritación por mi comentario. Puede que creas que tu
reacción, sin importar cuán ligera sea, pasó desapercibida por mí. Recuerda
que soy extremadamente hábil para leerte y que voy a estar atento a toda
reacción de tu parte, aun si pretendo, muy convincentemente, haber hecho mi
comentario de manera completamente inocente. Con el tiempo voy a
aumentar el nivel de denigración de manera que mis críticas serán más
hirientes y frecuentes. También se vuelven ridículas.
El lunes me preguntas qué quiero comer al día siguiente y yo te respondo
que quiero un buen filete de res. El martes preparas el filete, yo me siento a la
mesa y me como todo antes de decirte que eso no era lo que quería. Te
quedas atónita. Estás segura de que te pedí filete de res porque por eso fuiste
al supermercado y lo compraste. También me has visto comerlo todo. Te
dirijo una de mis miradas frías para que no te atrevas a objetar. Te quedas
callada. Prosigo y te digo que no solo no era lo que quería, sino que tampoco
cocinaste bien la carne. Sé que estás orgullosa de tu talento culinario (y con
buena razón), y por eso decido atacar ese punto donde te sientes fuerte. Mis
comentarios aumentan a medida que voy ampliando la crítica de manera que
llego a incluir todos los platillos que haces, la frecuencia con que los haces y
lo mucho que toda tu cocina está costando (ignorando el hecho de que tú
pagas la mitad de la cuenta de la comida). Antes de que puedas responderme,
me levanto de la mesa y desaparezco para volver a aparecer más tarde
actuando como si nada ha sucedido. Sin embargo, las heridas causadas por
mis comentarios denigrantes todavía están supurando en ti.
En la comida siguiente, retomo el abuso donde lo dejé la noche anterior
utilizando otra cosa para insultarte y seguir con mi cantaleta. Critico tu
elección de condimentos o las verduras que has servido. Me contradigo varias
veces pero no me importa y sigo presionando y provocando. Sé que odias los
enfrentamientos y que, por lo tanto, harás cualquier cosa para evitar que yo
explote en cólera, por lo que mueves la cabeza afirmativamente y tratas de
apaciguar la situación mientras yo continúo con mi letanía de comentarios
hirientes sin fundamento.
Cambio de rumbo y empiezo a devaluar tus esfuerzos en el trabajo.
Comento lo tarde que llegas a casa y cómo estás descuidando las tareas del
hogar. Tú no reaccionas porque sabes lo que pasa si lo haces. Los días se
convierten en una semana y luego un mes, y mi acoso continúa. Hago una
observación sarcástica sobre tus zapatos y luego un comentario hostil sobre
tus amigos. Puedo ver cómo mis incesantes observaciones desagradables con
respecto a ti te están molestando y cansando.
Yo mantengo la olla hirviendo haciendo lo suficiente para molestarte pero
no para hacerte explotar. Soy muy bueno para hacer esto. Igual que la tortura
de la gota de agua, mi falta de aprecio y repetidas denigraciones pesan sobre
ti. Te sientes miserable. Estás cansada de escucharlas y te mueres por
explotar, pero no lo haces porque sabes que mi reacción será mucho peor y
no puedes tolerar que eso suceda.
Finalmente, estás tan desgastada, que comienzas a dudar de lo que quiero.
Comienzas a anotar lo que digo para asegurarte más tarde de que estás
haciendo lo correcto, grabando el programa correcto y comprando la marca
de salsa correcta. No harás nada sin reflexionar ni pensar en las
implicaciones. Cuando haces todo bien, yo no digo nada, o sigo criticándote.
Puedo ver cómo tu voluntad disminuye y cómo tu identidad va
desapareciendo cuando empiezas a mirar el mundo a través de mis ojos, y
dices lo que quiero oír y te conviertes en poco más que un autómata. El
desgaste hace que finalmente te sometas a mi control. Es una técnica de largo
plazo, que funciona muy bien con aquellos que son bendecidos con una gran
paciencia y renuencia a la confrontación. Es continua e insidiosa y
devastadoramente efectiva.
11. Difamación
Aunque es similar al desgaste, puesto que se trata de atacar tu persona y lo
que haces, la difamación es tanto directa como indirecta, y es mucho más
brutal. Con la difamación voy directo a la yugular cuando estoy contigo, y
llevo a cabo una campaña de desprestigio contra ti a tus espaldas. Cuando
decido emplear la difamación, me he quitado los guantes y la temporada de
caza ha comenzado.
¿Qué hay detrás de mi recurso a la difamación? Dos cosas: envidia y el
deseo de manipular. ¿Por qué envidia? Yo no tengo una identidad real,
siempre estoy tomando prestada la identidad de los demás y subsumiéndola
dentro de mí. Eso significa que tomo las características e intereses de otros, a
pesar de que en realidad no sé cómo se siente ser esa persona. A modo de
ejemplo, digamos que a ti te gusta el fútbol. Vas al estadio a ver un partido
cada fin de semana y disfrutas hablar con tus amigos y otros adeptos sobre la
selección de equipo. Reflexionas sobre el resultado anterior, examinas la
oposición y haces tu pronóstico para el juego siguiente. Pateas cada pelota
con los jugadores, sientes la euforia cuando tu equipo marca un gol y te
hundes en tu asiento cuando es el equipo adversario el que lo hace. Te
indignas ante una mala decisión de arbitraje que va en contra de tu equipo.
Puedes disfrutar la bebida y golosinas que compraste en uno de los puestos, u
oler los hot dogs que están a la venta. También hay ese zumbido eléctrico de
la gran muchedumbre que hace que los pelos de la nuca se paren cuando la
multitud canta al unísono. Tú te identificas con todo esto (me has dicho todo
sobre estas sensaciones; por eso sé todo esto). Yo decido que me gusta ir a
los partidos de fútbol también, pero no siento todas estas sensaciones y
emociones que tú describes. Estoy desconectado de todo eso, puesto que sólo
tomo prestado tu amor por el fútbol. No lo siento. Así es como soy con la
mayoría de las cosas que digo mías. No estoy realmente conectado a ellas.
Puesto que no puedo sentir ni conectarme, siento envidia. Veo que algo te
trae felicidad, entusiasmo y alegría, pero que yo no puedo sentir esas cosas.
Veo que asistir a un partido de fútbol te pone de muy buen humor (o
cualquier otra cosa que te guste), y yo odio el hecho de que puedas extraer
alegría de eso mientras que yo no puedo. Por consiguiente, mi envidia brota.
No puedo controlar mi envidia, y la única manera que conozco de tratar
con ella es devaluar lo que envidio. Por lo tanto, continuando con el ejemplo
del fútbol, haré comentarios sarcásticos sobre el desempeño de tu equipo para
menospreciar lo que disfrutas. Me dará gusto cuando tu equipo pierda y vea
que te molestas. Comentaré varias veces cuán decrépito está el estadio, cuán
malos son los servicios y que la cancha es una vergüenza. Abuchearé a ese
delantero central que tú adoras y verteré mi desprecio sobre tu devoción a ese
equipo. Podría ser cualquier cosa que te guste y que, por lo tanto, yo envidio.
Lo atacaré.
Una vez que empiezo a atacar aquello que envidio y que está asociado
contigo, mi envidia crece y termino por sentir envidia de ti como persona. Por
lo tanto, mis ataques se vuelven contra ti y empiezo a hacer comentarios
horribles sobre tu apariencia, lo que dices, lo que haces, aquellos con los que
socializas, y los lugares que frecuentas. Mis comentarios son cáusticos,
amargos y brutales. A menudo te dejo llorando con mis diatribas mordaces.
A menudo combino esta técnica de manipulación con la de proyección
(véase más abajo).
No sólo llevo a cabo esta difamación directo en tu cara, también la llevo a
cabo a tus espaldas, lanzando una campaña de desprestigio contra ti. Voy a ir
y contar a cuantas personas me sea posible todo sobre tu comportamiento
irracional. Les explico cómo nunca me dejas salir sin que me hagas un drama
primero y cómo piensas siempre solo en ti. Les cuento historias que invento
de cómo, por ejemplo, yo espero que llegues a casa, pero tú solo llegas a las
tres de la mañana, borracha y agresiva, después de haberte acostado con
otros.
Llevo a cabo esta campaña de desprestigio contra ti a tus espaldas y antes
de descartarte. Así, cuando tú intentes, más tarde, quejarte con estas personas
de mi comportamiento, te mirarán sospechosamente y casi podrás escuchar
voces murmurando «si, él dijo que estaba loca», puesto que yo intervine antes
que tú y logré contaminar las mentes de estas personas con mis palabras
tóxicas. Así que solo te mirarán y no dirán nada, ya que he logrado
descreditarte por completo ante ellos. Para hacerlo, abro el cajón donde he
guardado toda la información sobre ti y tus puntos sensibles, y desparramo
todas estas historias por todos lados. Les cuento, riendo discretamente, sobre
las veces que te orinaste en la cama cuando llegaste borracha a casa.
Menciono a las personas con las que haces ejercicio que les tienes terror a las
arañas y que llamas a la policía cuando ves una para que se la lleven.
Recuerdo todas esas cosas que te angustian, te duelen o te avergüenzan y las
exhibo por doquier hundiendo, en sentido figurado, el cuchillo una y otra vez
en tu persona.
Cuando hago esto directo en tu cara, me siento poderoso y mi superioridad
sobre ti se refuerza. Generalmente esto te hará recular y sentirte vulnerable
por lo que tratarás de aplacarme y me darás, así, combustible. Manipularte de
esta manera me permite mantener mi control sobre ti. Extender dicha
manipulación a nuestro círculo social me permite seguir ejerciendo control
sobre ti, incluso si ya te he descartado. Tú tratas de despotricar contra mí y
convencer a la gente que yo soy el que está mal, no tú. La gente me dirá que
estás hablando de mí y, como tú sabes, no hay nada que me encante más que
me estés dando atención, ya sea en persona o hablando de mí. Saber que
hablas de mí también me indica que sigo estando mucho en tus pensamientos
y eso me complace. Necesito saber que sigo teniendo influencia en tu vida,
aunque ya te haya hecho a un lado. También me permite saber que, si alguna
vez deseo volver contigo, no tendré mucha dificultad en hacerlo puesto que
todavía estoy muy presente en tu psique.
Muchos asesinos cometen su crimen con elegancia y discreción. No hay
nada de elegante o discreto en la forma en que asesinaré tu credibilidad y
reputación. Lo haré de manera brutal y despiadada.
12. Negación
La negación es un mecanismo necesario. Es necesario para las personas sanas
como mecanismo de defensa. Es necesario para mí como técnica de
manipulación. Para ti, un ejemplo evidente sería la muerte de un ser querido.
Sientes una gran tristeza y dolor por esta pérdida y, para proteger tu mente de
este golpe emocional, puedes entrar en un estado de negación y rechazar el
hecho de que tu cónyuge, o tu madre, ha muerto. Esto te permite hacer frente
a la conmoción que produce el evento hasta que tu mente pueda manejar
dicha pérdida.
No cometas el error de pensar que cuando yo niego algo es porque, en lo
más profundo de mi interior, estoy sufriendo a causa de mis actos y que, al
igual que en el ejemplo anterior, estoy negando mi comportamiento para
tratar de lidiar con dicho sufrimiento. Te equivocas. No estoy sufriendo a
causa de lo que he hecho simplemente porque no considero que los actos que
cometo sean malos.
Yo hago uso de la negación porque esto me permite manipular para
conseguir lo siguiente:
que te des por vencido o vencida y dejes de atacarme;
que yo te haga sentir mal por atacarme;
que yo pueda continuar haciendo lo que quiera.
Voy a mentir y negar que he hecho algo malo. Y continuaré negándolo.
Negaré reiteradamente aquello de lo que me estás acusando y no pararé de
hacerlo. Yo debí haber sido político, tal es mi capacidad para negar aquello
que está frente a mis narices. Con mis persianas abajo y mi muro de piedra
soy inexpugnable. Tú te hartas de repetir tus acusaciones contra mí y
finalmente paras de hacerlo. Derroto tu ataque contra mí sin admitir haber
hecho algo malo y sin tomar responsabilidad alguna.
La insistencia de mis negaciones tiene el efecto de hacerte sentir que tú
hiciste algo malo. Puesto que no pudiste mostrar que soy culpable de lo que
me has acusado, eres, por consiguiente, una persona mala, desleal,
sentenciosa y agresiva. Yo, con mucho gusto, te diré todas esas cosas aliando
negación y proyección. Al final de la discusión, tu ataque habrá fallado por
completo y yo te habré hecho sentir mal.
Por otra parte, el hecho de que no hayas logrado hacerme reconocer y
aceptar que he hecho algo malo, ni comprobar que lo que hice estaba mal,
refuerza mi visión de que lo que he hecho es permisible y aceptable,
despejando así el camino para que lo vuelva a hacer.
Utilizo diferentes técnicas de negación. Generalmente voy a negar
rotundamente que lo que sucedió realmente sucedió. Es aquí donde quiero
presentarte a mi muy buena amiga, la negación verosímil. Yo puedo sentir
cuando tienes alguna duda, y lo que hago entonces es conducir un camión
lleno de incertidumbre a través de esa rendija de duda que tienes para hacer
volar en añicos tus acusaciones. Alternativamente, pondré en duda tu
recuerdo del evento. De nuevo, si percibo cierto grado de confusión en ti, me
aprovecho de esto para meterte en la cabeza a martillazos el mensaje de que
estás completamente equivocada. Esto se vuelve cada vez más útil ya que
cuanto más empieces a dudar de ti, más a menudo voy a aprovecharme de
esto y a recordarte de tus fallos de memoria anteriores para intentar
convencerte de que, una vez más, estás equivocada.
Si tratas de referirte a lo que otra persona ha dicho para apoyar tus
acusaciones, lograré escaparme de esto también. Si de alguna manera has
evitado hablar con uno de mis lugartenientes y, en cambio, has logrado
reclutar el apoyo de alguien que no está bajo la influencia de mi encanto
corruptor, negaré el derecho que dicha persona tiene para juzgarme.
«Ya veo, tu amiga Luisa dice que yo hice eso. Por supuesto que lo va a decir;
está celosa de que tú y yo estemos juntos. ¿No lo sabías? (¿Por qué no
agregar algo de triangulación?) Sí, tu buena amiga Luisa me ha estado
coqueteando desde hace mucho tiempo. Me sorprende que no lo hayas
notado. Y ahora está diciendo eso para tratar de separarnos. ¿Quieres que lo
logre?».
Así niego que Luisa tenga una base válida para apoyar tu crítica y la
rechazo como evidencia en tu caso contra mí.
Otra forma de negar la validez de lo que dices es comparar mi
comportamiento con algo peor (espera, ¿hay alguien que se comporta peor
que yo?). Tú me criticas por olvidar un aniversario que tú sí has recordado.
Puesto que no puedo negar que esto ha sucedido, atacaré la validez de tu
punto de vista de manera similar a la anterior, sólo que, en esta ocasión, lo
haré trivializando tu queja:
«¿Te estás escuchando? Es sólo un aniversario. Ni siquiera era importante;
son solamente tres años. No es que se haya muerto alguien ¿no crees?
Reaccionas como si toda tu familia ha sido asesinada. Necesitas poner las
cosas más en perspectiva».
En seguida haré algunos comentarios como:
«Eres demasiado sensible».
«Siempre estás en mi contra».
«No es el fin del mundo».
«De nuevo te estás ahogando en un vaso de agua».
Una de mis réplicas favoritas, cuando estás tratando de echarme la culpa o de
hacerme admitir que he hecho algo malo, es decir:
«Yo soy así. Acéptalo».
«Ya sabes cómo soy; no puedo evitarlo».
«Fue solo un acto impulsivo; ya me conoces».
Una vez más, estas frases niegan la gravedad de mi mal comportamiento y,
en cambio, sugieren que es normal para mí tenerlo (irónicamente, es así),
pero lo que estas frases hacen sobretodo es desplazar la base de tu ataque.
Hago que parezca como si tú ya no estás atacando mi acto, o lo que pasó,
sino que estás atacando a toda mi persona. Pasando hábilmente a la
proyección puedo reforzar mi negación.
Si te pones lista y presentas algunas pruebas de mi delito, por ejemplo, un
mensaje de texto o una grabación, la declararé fuera de contexto. Si eso no
funciona, entonces negaré la validez de tu enfoque. Sí, quizá me has pillado
coqueteando de nuevo con nuestra vecina, lo has filmado y ahora me lo estás
mostrando, pero no hay nada de malo que yo hable con alguien, ¿no crees?
No puedo negar el acto, pero sí puedo negar la connotación que tú le has
dado. Después de todo, el coqueteo de una persona equivale a la cordialidad
de otra, ¿no crees?
Mi último acto de negación es simplemente marcharme. Ya no estoy
siquiera admitiendo o reconociendo nuestra conversación. El hecho de
marcharme y no estar presente es un paso de doble negación. Por un lado
pone término a nuestra conversación, negando de esta manera su contenido,
y, por el otro, te niega la oportunidad de seguir tu discurso. Yo niego todo el
asunto y a ti se te niega la oportunidad de ventilar tus quejas.
Mi negación siempre será firme e invencible. La razón de esto es muy
sencilla. En mi mente, yo siempre minimizo el impacto de lo que he hecho.
Lo trivializo y lo considero como de minimis. Después racionalizo y me
convenzo de que lo que hice fue realmente necesario y estaba justificado.
Puesto que niego ante mí mismo que he hecho algo malo, ¿cómo puedo
admitirlo ante ti? Mi negación ante ti se basa en mi negación interna ante mí
mismo. Por esta razón puedo continuar negando, y negando, y negando. Se
trata de una fuerza inquebrantable.
La negación es poderosa. Tiene una base profundamente arraigada en mi
constitución y no se le puede vencer. La voy a utilizar de varias maneras
diferentes para impedir que puedas criticarme, y luego la utilizaré una vez
más para llevar a cabo mis planes contra ti.
13. Proyección
El número trece es proyección. Mala suerte para algunos. Mala suerte para ti.
Todo el mundo proyecta, pero la mayoría lo hace involuntariamente y sin
consecuencias serias. Mi especie y yo lo hacemos intencionalmente y por una
infinidad de razones.
Lo que sucede en la proyección es que veo mi propio comportamiento
inaceptable y mis deseos en otras personas. Pongo mis comportamientos o
deseos en otros de manera que ya no sean míos, sino de ellos, y yo quede
absuelto de cualquier responsabilidad. También hago esto para sentirme
superior. Tú tienes el comportamiento desagradable, no yo, por consiguiente,
soy superior a ti.
Utilizo la proyección como un mecanismo de defensa para mí, y un
método de control sobre ti. Sé que mis comportamientos son execrables, y
también estoy consciente de mi verdadero y dañado ser. Esta terrible realidad
me golpea y me hiere cuando tú me dices la verdad sobre lo que he hecho, o
cuando yo tengo un terrible momento de toma de conciencia. Esto
generalmente surge cuando se me critica, lo que detesto.
El dolor que siento cuando de vez en cuando se me da una dosis de esta
realidad es abrumador. En lugar de intentar cambiar mi comportamiento de
manera que este dolor disminuya o desaparezca definitivamente, necesito
algo que me proporcione una solución rápida para deshacerme de este. La
solución es proyectar. Inmediatamente te acuso de lo que soy o lo que he
hecho. Tú eres la persona deshonesta, la que está diciendo mentiras, la que no
tiene ninguna consideración hacia mí y la que está haciendo que otras
personas se alejen de nosotros. Tú eres quien olvidó hacer el regalo de
cumpleaños apropiado, o quien echó a perder la presentación de trabajo.
Estoy programado para hacer esta proyección automáticamente. Lo hago sin
pensar y creo sinceramente que lo que estoy diciendo es correcto. Tengo que
estar convencido de ello para que funcione.
Sin importar si esta agonía fue causada por tu comentario respecto a mí o
un momento fugaz de toma de conciencia sobre mí mismo, tengo que hacerla
desaparecer rápidamente. Por lo tanto, te digo que tú eres el problema, que
eres una histérica y una egoísta, e inmediatamente me siento liberado; el
dolor desaparece (pero sólo por un momento).
También hago esto para poder tener más control sobre ti. Al atacarte de
esta manera, es decir, proyectando mi comportamiento en ti, estoy reforzando
tu baja autoestima. Esto me permite pasar de sentirme herido a sentirme
poderoso de nuevo. Es por esto que la proyección es tan útil para mí y que lo
hago de forma automática.
La magnitud de mis acusaciones contra ti, cuando es descaradamente obvio
que yo soy el que está mal, te dejará atónita. Siempre proyectaré. Si en el
tribunal, el juez me critica por no enviar una copia a mi oponente ni a
digamos un experto independiente de alguna correspondencia o declaración
de testigo, contestaré proyectando mi falta. Sé que debí haberles enviado una
copia, pero estoy siendo criticado y, por lo tanto, voy a replicar diciendo:
«Yo nunca recibo de ellos copias de los documentos».
Este comentario es absolutamente falso; ellos siempre me han enviado
copias. Una persona saludable podría responder diciendo: «Disculpen, olvidé
hacerlo», o, «No sabía que tenía que hacerlo, lo haré la próxima vez».
Yo no responderé así. Inmediatamente proyectaré mi falta acusando a mi
oponente y al experto de hacer lo mismo que no he hecho a pesar de que es
una mentira por completo. Es un modo agresivo en el que siempre opero de
manera automática. Soy una máquina de proyección, tal es la rapidez y
frecuencia con la que utilizo esta técnica.
El uso de la proyección también es especialmente desgastante para ti. Te
cansarás de escucharme repetir las mismas respuestas (porque tú tendrás que
seguir señalándome las mismas transgresiones que repetiré muchas veces).
Esto será desgastante para ti, como muchas de mis otras técnicas de
manipulación, de manera que terminarás dándote por vencida y dejarás de
discutir conmigo sobre el asunto. Terminas por entregarme el control y
validar mi comportamiento al no criticarlo más.
Tú tal vez te darás cuenta de que te estoy atribuyendo los horribles actos
que yo mismo cometo, pero probablemente no te darás cuenta de que estoy
proyectando en ti para manipularte. En vez de eso, te quedarás pasmado o
pasmada por el grado de hipocresía que estoy mostrando. Yo sé que estoy
siendo hipócrita y lo estoy haciendo a propósito. En parte lo hago por las
razones que he detallado anteriormente, pero también lo hago porque sé que
estás consciente de que estoy siendo un hipócrita y quiero provocar una
reacción en ti. Te resultará muy difícil no reaccionar ante mi hipocresía
puesto que la verás como un tiro en una portería sin portero. Te sorprenderá
ver que lo haga de manera tan evidente. Lo que no sabes es que he hecho esto
a propósito para que tú reacciones y lo hagas con mucha fuerza. Esto me dará
más atención y, por lo tanto, más combustible. Es también probable que te
haga estallar y que, por lo tanto, me dé la oportunidad para ponerte la etiqueta
de histriónica, inestable y loca. Esto me proporciona un material muy útil
para utilizar en otras formas de manipulación (véase difamación y campaña
de desprestigio). ¿Ves lo inteligente que soy? Lo tengo todo bien calculado.
14. Lectura de tu lenguaje corporal
He mencionado anteriormente mi gran capacidad de percepción y cómo esto
me ayuda en la fase del bombardeo de amor para saber qué es lo que te gusta
y lo que te disgusta. Gracias a muchos años de práctica, soy un experto en el
arte de leer a personas y, sobre todo, leer el lenguaje corporal. Me gusta
mucho estudiar el comportamiento de las personas para que me revelen lo
que están pensando. Si bien el acto de leer el lenguaje corporal no es en sí un
acto de manipulación, utilizo la información que obtengo de este para llevar a
cabo mis perversos fines y manipulaciones posteriores. Por lo tanto,
considero que esto merece ser incluido en la lista.
Cuando estoy acercándome a un objetivo femenino con el fin de comenzar
mi bombardeo de amor, necesito cerciorarme de que ella esté interesada en
mí y que sea susceptible de dejarse manipular por mí en el futuro. Por lo
tanto, durante nuestro primer encuentro, no estoy poniendo tanta atención a lo
que ella me está diciendo cuanto a lo que está haciendo. Estoy atento a sus
gestos, tales como el movimiento de su cabeza o si me muestra sus muñecas.
La piel suave y lisa de las muñecas es una zona erótica de tu cuerpo y, si me
muestras tus muñecas, sé que estás interesada. Curiosamente, los hombres
homosexuales también hacen uso del movimiento de la cabeza y las muñecas,
por lo que el homosexual de nuestra especie estará también atento o atenta a
tales gestos.
También presto especial atención a las piernas. Si tu rodilla está apuntando
hacia mí, me estás señalando interés. Si observo que estás acariciando tu
zapato con la mano, es evidente que estás relajada en mi presencia, y si
empiezas a meter y sacar tu pie del zapato, sé en qué está pensando tu
subconsciente. Tu boca merece ser analizada también. Cuando empiezas a
aplicar más maquillaje, sé que saldré triunfador, puesto que deseas verte más
atractiva para mí, pero también porque estás imitando lo que está sucediendo
en otras partes de tu cuerpo. Tu estado de excitación está haciendo que la
sangre corra a tus senos y genitales y, por lo tanto, el que apliques más
maquillaje me está revelando lo que está sucediendo debajo de tu ropa.
En eventos sociales más grandes donde tal vez estoy tratando de aislarte de
una muchedumbre para hacerte el objeto de mi atención, aplico estas técnicas
también. ¿Te estás quedando en una zona pública y, por lo tanto, muestras
poco interés, o caminas hacia las zonas más privadas o incluso íntimas? Si lo
haces, entonces sé que estás interesada y puedo lanzarme a la caza. Si
observo que tienes los pulgares metidos en tu cinturón o en la parte superior
de tus pantalones, entonces sé que le he tocado al gordo puesto que esta
postura tuya, sexualmente agresiva, es definitivamente una luz verde (por
supuesto, me aseguro de reparar otras señales si me encuentro en una
convención de baile country).
No sólo me fijo en los indicadores que revelan tu interés, también me fijo
en esas señales latentes que me indican que es mejor interrumpir mi caza, que
no debo perder mi tiempo tratando de atraparte. Siempre miro para dónde
están apuntando tus pies. Sí, tú puedes estar mirándome y sonriendo, pero tus
pies apuntan lejos de mí indicando que deseas alejarte. Por lo general no
insisto cuando veo esto; prefiero encontrar a alguien mucho más fácil de
atrapar en lugar de perder energía preciosa tratando de persuadirte.
También utilizo estas señales para saber si te estoy afectando cuando
aplico una técnica de manipulación. Si observo, por ejemplo, que te frotas la
parte posterior del cuello, sé que mi antagonismo está funcionando ya que esa
es una señal de dolor y cansancio. Si veo a un hombre jalarse el cuello de la
camisa, sé que me está mintiendo puesto que su cuello se calienta como
consecuencia de la mentira y necesita aliviar su malestar jalando el cuello de
la camisa.
Hay muchas señales visuales que puedo percibir en tu manera de moverte,
actuar, sentarte y pararte. Las he estudiado durante años y las utilizo
ampliamente para discernir cómo te sientes y saber mejor qué es lo que debo
hacer o decir.
15. Silencio
Era sólo una pequeña broma. Aunque me pregunto si esa página silenciosa y
vacía comenzó a infundirte la misma sensación que mi uso del silencio como
herramienta de manipulación infunde en otros. Muchas personas utilizan el
silencio a menudo. La pausa significativa en un discurso para hacer énfasis en
algo. El silencio al final de una obra de teatro para transmitir el efecto del
último e intenso soliloquio de la obra. El silencio se utiliza en todos los
aspectos de la vida para crear una respuesta. Yo lo utilizo de manera algo
diferente. Yo uso el silencio para producir una respuesta, pero una que sea
emocional.
Recuerdo una conversación que tuve con un consultor de dirección quien
me explicó que, al final de sus presentaciones, no dice nada. Espera y espera
hasta que sus oyentes hablan. Me explicó que lo hacía porque quería hacerlos
participar y que estos establecieran la agenda de la discusión. El silencio es
un poderoso dispositivo.
Cuando primero te someto a mi silencio, el efecto es devastador. Varias
veces intentas ponerte en contacto conmigo y dialogar para saber qué es lo
que pasa. ¿Qué es lo que ha provocado mi silencio repentino cuando justo el
día anterior te había dicho cuán contento estaba de haberte encontrado
mientras estábamos acostados juntos en la cama? Tu necesidad de saber es
tan grande que anula por completo tu sentido de la vergüenza o decoro en ti.
Llamas a mi teléfono móvil una y otra vez, y otra vez. Llamas a mi oficina
varias veces, pero mi secretaria (uno de mis lugartenientes más leales)
bloquea tu llamada diciendo que estoy en una reunión. Irás a mi casa. Yo
puedo verte, a través de una brecha en las persianas, golpear la puerta y dar
después pasos hacia adelante y hacia atrás, tu rostro lleno de frustración y
confusión. Se acumulan los mensajes de texto. Mi buzón de correo
electrónico comienza a llenarse y también me dejas cartas en el buzón de mi
casa. De hecho, leo todo lo que me envías ya que me da una magnífica
sensación de importancia leer tus mensajes y preguntas.
Inevitablemente, el tono de tus intentos de ponerte en contacto conmigo
cambia. Al principio harás preguntas como «¿Qué pasa?» «¿Qué tienes?», y
entonces comienzas a analizarte tú misma. Te preguntas qué fue lo que
hiciste que me molestó tanto y me hizo cortar toda comunicación contigo.
Infaliblemente, cada vez que empleo esta poderosa arma, tú te analizas hasta
el punto de encontrar algo que pudo haber causado mi reacción. Haces esto,
menospreciándote tú misma, porque necesitas tener una respuesta a por qué
ha ocurrido todo eso. Simplemente tienes que tener esa respuesta, y, si no
puedes obtenerla de mí, entonces te vuelves hacia ti misma y la encuentras
allí.
«Siento mucho no haber cocinado tu carne como te gusta», o «perdóname
por haber salido de la casa sin darte un beso», o «siento mucho haberme
acabado la leche y no haber comprado más». Luego vienen las promesas de
reparar el daño si tan solo vuelvo a ponerme en contacto contigo. Prometes
no volver a hacerlo de nuevo y ser más considerada conmigo en el futuro
(empiezas a sonar igual que yo). El patrón es el mismo cada vez; exiges una
respuesta de mi parte (y no la recibes), encuentras una respuesta dentro de ti,
muestras arrepentimiento y deseos de mejorar. Una vez que has pasado por
estas tres etapas y que yo sé que te has adoctrinado tú misma con la forma en
que quiero que pienses, entonces, y sólo entonces, rompo mi silencio. Bueno,
quizá te someta a una semana más de silencio; después de todo, una semana
más, ¿qué me puede costar?
Me gusta usar el silencio porque la primera vez que lo uso te adoctrina a
pensar de cierta manera. Sin embargo, hay otras razones por las cuales me
gusta usarlo.
En primer lugar, no debo hacer nada. Sí, así es; yo no tengo que decir o
hacer nada. Simplemente me voy y permanezco lejos de ti. Me encanta todo
aquello que me permite ahorrar energía y provocar una reacción emocional
en ti al mismo tiempo; y es por eso que el silencio es uno de mis métodos
favoritos, si no mi método favorito para atormentarte. También sé que no te
encogerás de hombros ni te dirás «Ya se pondrá en contacto cuando se le
pase, yo seguiré viviendo mi vida». Sé muy bien que tu especie simplemente
no hace eso. Tú te preocupas por los demás, así que si piensas que algo no
está bien (especialmente si luego empiezas a pensar que tú eres la causa de
esto), vas a hacer todo lo que te sea posible para saber lo que ha sucedido y
repararlo. Eso significa que no te alejarás. Como ves, lo tengo todo bien
calculado.
En segundo lugar, una vez que te he dado una dosis concentrada y potente
de silencio, tratarás siempre de evitar que la situación se repita. No es tanto
mi silencio lo que te disturba (de hecho, quizá te guste puesto que te permite
descansar de mi temperamento y mis incesantes críticas), sino el hecho de
que no sabes por qué lo estoy haciendo. Esto es lo que lo hace tan efectivo.
Como toda persona empática, eres muy buena para mostrar comprensión
cuando alguien está molesto o preocupado. Puedes asimilar bien esos
sentimientos, relacionarlos con tus propias experiencias, o imaginarte bien lo
que se siente. ¡Admirable en verdad! Sin embargo, para que tú puedas liberar
el poder de tu empatía, te es necesario saber lo que no está bien. Puede que
una simple oración te sea suficiente, pero debes escucharla, debes saber. Esta
sed de conocimiento es incesante en ti, y en todas las personas empáticas, y te
empuja a seguir preguntando y tratando de comprender lo que está
sucediendo (véase el capítulo sobre la obsesión). Así, si creo una situación
donde no sabes por qué estoy tratándote de esa manera, te sentirás realmente
lastimada y confundida.
El silencio te afecta mucho. Lo odias tanto que siempre estarás alerta para
que no vuelva a suceder. Esto te pone en un estado de hipervigilancia. No
puedes estar tranquila. Estás ansiosa, siempre vigilando que no haya algo que
vuelva a provocarlo. Empiezas a tratar de anticipar para estar segura de que lo
que vas a decir o hacer no va a traer consigo tu exclusión y mi silencio de
nuevo. De este modo, te vuelves dócil y haces lo que yo quiera para evitar mi
silencio. Muy eficaz, ¿no lo crees?
Le pregunté al consultor de dirección cuánto tiempo había durado su más
largo silencio después de una presentación. Él hizo una pausa para recordar y
luego sonrió muy satisfecho de sí mismo y me dijo: «aproximadamente un
minuto».
Yo me reí a carcajadas… Amateur.
16. Distanciamiento
Aunque el silencio constituye una forma de distanciamiento, hay otras
maneras en las que me distancio. Utilizo este método una vez que sé que
dependes de mí en cierto grado. La supuesta cercanía que mostré alguna vez
hacia ti desaparece. Ya no tengo que colmarte de cariño, o regalos
encantadores, o llevarte a lugares interesantes. En lugar de todo esto, me alejo
de ti. Esto hace que te aferres más a mí, que me demuestres más tu
admiración y que tus reacciones sean más intensas. Todo esto me
proporciona combustible. Me gusta usar el distanciamiento porque requiere
poco esfuerzo de mi parte y, como ya debes saberlo, preservar mi energía es
muy importante para mí. Llevarte de viaje el fin de semana requirió el
consumo de mis recursos, en términos de tiempo y dinero. No llevarte de fin
de semana (especialmente después de haberte prometido hacerlo. Recuerda,
falsas promesas) no consume ninguno de mis recursos porque simplemente
no hago nada.
Llevar a cabo esta táctica manipuladora es fácil. Si antes solía hacerte
cumplidos a diario, ahora no los hago. Si antes te traía una taza de té a la
cama, ya no te la traigo. De hecho, serás tú la que me la traigas ahora con la
esperanza de que tu gesto me haga responder recíprocamente, o recordar que
antes lo hacía (me pregunto quién está manipulando ahora). Como es bien
sabido, incluso si la descripción es una falacia patética, la naturaleza aborrece
el vacío. Tú también. Cuando me distancio y no te muestro más ni interés ni
cariño, creo un espacio vacío que tú intentas volver a llenar esmerándote cada
vez más por complacerme y dándome, de esta manera, más atención y
admiración. Quizá reacciones lamentándote por la pérdida, rogándome,
llorando o enojándote. Todas son reacciones que tienen mi aprobación.
Sin embargo, el terreno más eficaz para llevar a cabo mi distanciamiento es
la cama. Igual que muchos narcisistas (aunque hay que reconocer que no
todos), soy un campeón del sexo. Sé que odias admitir esto, pero sabes muy
bien que he sido el mejor amante que has tenido en tu vida. En la fase del
bombardeo de amor, utilizo todas las técnicas sexuales que conozco para
complacerte en la cama. Alguien de mi misma naturaleza ha tenido muchas
parejas sexuales, por lo tanto, ha tenido mucha práctica y, lo más importante,
ha podido estudiar las diferentes reacciones de las personas a sus gestos
eróticos. Yo nunca cometo el error de asumir que a mi pareja actual le va a
gustar lo mismo que a la anterior. Gracias a esta experiencia, soy bastante
diestro en la cama. Si observo que una técnica en particular no está teniendo
el efecto deseado, aplico otra. Si esta tampoco funciona, tengo muchas otras
técnicas que puedo utilizar hasta dar con la que funcione contigo. Recuerda,
soy un experto en leerte y voy a prestar mucha atención a cómo reaccionas a
la manera en que uso mi boca, lengua, dedos etc. Todo esto me hace un
amante suntuoso y memorable.
En tu mente, por supuesto, este excelente banquete sexual te dice dos
cosas: que estoy totalmente enamorado de ti y que has encontrado a la pareja
sexual perfecta. Se siente increíble. Tenemos que ser almas gemelas puesto
que despierto todas esas sensaciones en ti. Mi amor es totalmente adictivo.
Mi equivalente femenino, la mujer narcisista, utiliza esta habilidad sexual en
particular, actuando como un agente altamente sexuado de la lujuria. Sí, he
leído los comentarios de hombres sobre lo mucho que extrañan la energía
sexual de la mujer narcisista. Supongo que muchos hombres piensan que
deben tomar la iniciativa en materia sexual. La mujer narcisista va en contra
de esa creencia, lo que aumenta el encanto y la emoción.
Tu narcisista, sea hombre, mujer o transexual, te mantendrá enganchado o
enganchada a lo que pasa entre las sábanas. Para muchos de nosotros, sin
embargo, ser un campeón olímpico sexual solo es parte del bombardeo de
amor. De hecho, consideramos el sexo como una tarea de mantenimiento
puesto que el acto sexual repetido resulta demasiado para soportar durante
largo tiempo. Ese grado de cercanía durante mucho tiempo nos hace sentir
muy incómodos. Por lo tanto, en realidad estamos impacientes por poner un
alto al sexo y, cuando lo hacemos, sabemos que esta privación te golpeará
duro. Y, en efecto, te va a golpear muy duro.
Tú relacionas sexo con amor. Si ya no te toco o te hago el amor, no te
sientes querida y esta privación te hiere mucho. Quieres recuperarme y, como
ya he explicado antes, necesitas saber lo que ha causado esta pérdida de mi
deseo por ti para que tú puedas dar rienda suelta a tu empatía. Intentas
resucitar la pasión entre nosotros comprando ropa interior seductora, viendo
más películas pornográficas o sugiriendo que las veamos juntos (yo, para ser
honesto, prefiero verlas solo). Preparas un montón de cosas que encuentras en
los varios manuales de autoayuda que lees sobre cómo condimentar tu vida
sexual. Esos libros sirven para volver a encender el fuego de una relación
sana que se ha apagado o ha disminuido como consecuencia de la
familiaridad entre estas personas o las exigencias de un estilo de vida
moderno. Estas publicaciones no te ayudarán a lidiar con una persona que ha
tomado la decisión consciente de privarte del elemento más deslumbrante y
seductor de tu relación con él o ella.
El efecto es el mismo. Tú redoblas tus atenciones hacia mí, o tu frustración
se manifiesta en pleitos y ruegos para que «por favor, dime cuál es el
problema». Todo esto es atención; justamente lo que quiero.
Si estoy de un humor sádico, te concedo tu deseo y te llevo a la cama. Te
hago el amor con movimientos robóticos de manera que tu euforia inicial por
haberme persuadido de acostarme contigo pronto se desvanece (¿Qué está
pasando aquí? ¿Tú ganas por primera vez? ¡No cantes victoria tan rápido!),
puesto que no muestro nada de la habilidad y dedicación que alguna vez te
mostré en la cama. Alternativamente, muevo el interruptor y me convierto de
nuevo en el gran atleta sexual. Guau, ya casi habías olvidado lo
absolutamente delicioso que era hacer el amor conmigo. El haberte privado
de esta experiencia por tanto tiempo multiplica su efecto. La pasión ha
regresado, lo lograste. Sin embargo, como con todo lo que hago, simplemente
estoy volando lo más alto posible para asegurarme que tu próxima caída sea
tan profunda y dolorosa como sea posible. Te quedas tendida en la cama,
todavía jadeando por el esfuerzo físico, todo tu cuerpo rebosante de deleite
post-orgásmico, sintiéndote feliz. Quieres que nos acurruquemos juntos,
como solíamos hacerlo, y sentir mis dedos acariciar tu cabello mientras
hablamos. Apenas puedo contener mi euforia ante la inminente explosión de
poder. No me vuelvo hacia ti, ni te abrazo, sino que me volteo para darte la
espalda, o me levanto y me voy a dormir a otra habitación. El efecto es
devastador. Pensabas que te había dado lo que querías sólo para arrebatártelo
en el último momento. Así reafirmo quién tiene el poder y el control en esta
relación mientras tus lágrimas caen sobre la almohada.
17. Transgresión de límites
Soy peor que un ejército invasor a la hora de cruzar líneas e ignorar
convenciones. ¿Qué hay detrás de mi falta de respeto por la privacidad y los
límites de otras personas? Mi enorme sentido de tener derecho a todo y el
hecho de que considero a todo el mundo como objetos o aparatos que están
allí para servir mis propósitos. Soy incapaz y reacio a distinguir entre lo que
te pertenece y lo que me pertenece. Esto es porque no veo ninguna distinción
entre tú y yo. Tú eres solo una extensión de mí y estás allí para hacer mi
voluntad. Tengo que gobernar todas las cosas que hagas. Debido a mi
condición, similar a la de un dios, tengo derecho a juzgar lo que dices, haces,
piensas y sientes. Mi objetivo es poseerte. No aceptaré tu existencia
independiente de mí; considero que eres mía. El ignorar todo límite entre
nosotros me permite fusionarte a mí. Esta transgresión penetrante te dice
quién tiene el control y garantiza que tú hagas lo que yo quiera.
Como con muchas de mis técnicas de manipulación, a fuerza de repetir una
y otra vez cierto comportamiento, logro acostumbrarte y condicionarte a este.
Terminas por perder tu identidad, el concepto de ti misma. Terminas por
aceptar que lo que es tuyo también es mío. Dejas de hacer cosas que podrían
apartarte de mí y terminas por aceptar que así debe ser. Si me he mostrado
particularmente encantador, te engañarás diciéndote que la transgresión es
porque te amo tanto. Es porque quiero que nos unamos y seamos uno. He de
admitir que has descubierto aquí una rara verdad sobre mí. En efecto, quiero
que seamos uno. Quiero que tú desaparezcas y nunca más seas vista. Quiero
que hagas lo que quiero y cuando quiero. Quiero que mires el mundo con mi
visión torcida y maligna para que automáticamente actúes y respondas de la
manera más adecuada a mis necesidades.
Yo no veo ningún límite donde quiera que voy. Le hablo a la gente como
mejor me place. No muestro respeto ante la autoridad. Me parece
perfectamente aceptable besar en los labios a la mujer de un amigo la primera
vez que nos presentan (además de que me parece una candidata perfecta para
un bombardeo de amor y triangulación). Yo voy por la vida derribando
cercas; cortando alambres y despedazando letreros de «No pisar el césped».
Mi sentido de tener derecho a todo es tan grande que no conoce límites.
¿Cómo se manifiesta la transgresión de límites? Te diré lo que debes
ponerte. Pediré por ti cuando salimos a comer. Si alguien te pregunta qué
piensas sobre algún evento político, yo responderé por ti, y tú sonreirás y
afirmarás con la cabeza, agradeciéndome por explicarlo tan elocuentemente.
Voy a fisgonear en tu teléfono, abrir tu correo y leer tu diario. Si alguna vez
osas protestar, naturalmente te acusaré de tratar de ocultarme cosas y daré
rienda suelta a una de esas buenas ráfagas de proyección que ya conoces para
hacerte sentir mal y que des marcha atrás.
Harás las compras en determinadas tiendas y comprarás determinadas
marcas. No me importa si siempre has utilizado el mismo champú; ahora
debes comprar este. Por supuesto, todo esto estará disfrazado de «me intereso
por ti y solo quiero lo mejor para ti».
«Me encanta tu pelo, pero creo que se vería aún mejor si utilizaras este
acondicionador».
Tú estás encantada de que te haya prestado tanta atención, y yo estructuro
la transgresión de tal manera que parece ser un cumplido, por lo que aceptas.
«Sé que disfrutas la carne cocida tres cuartos, pero, ¿has intentado comerla
sellada? Alguien con el paladar tan fino como el tuyo apreciará la
diferencia».
Soy tan eficaz para hacer esto que comenzarás a hablar con otros de mis
recomendaciones, e incluso empezarás a hacer sugerencias a tus amigos y
familia basándote en lo que yo te he dicho. Incluso cuando tu mejor amigo te
diga que siempre has odiado el verde porque te hace ver pálida, tú ignorarás
su comentario y continuarás acatando lo que yo he dicho.
Es un método insidioso de control que llevo a cabo a la manera de la
táctica salami; rebanada por rebanada. Lo que empezó como una agradable
sugerencia en cuanto al estilo de peinado que te conviene, se convierte en yo
diciéndote en qué silla debes sentarte a la mesa y con quién debes socializar.
Si miras al pasado, te preguntarás cómo he podido llegar a controlar cada
faceta de tu vida y poseerte. Es muy sencillo. Cada paso que doy no es
suficientemente grande para alarmarte y tú accedes a este. Presiono un poco
más y, de nuevo, incluso si te sientes incómoda, piensas que no vale la pena
protestar, sería una tontería hacerlo. Poco a poco tomo control sobre ti,
cruzando límites, avanzando a través de tu territorio y ocupando tu vida.
Después de un tiempo, te habré poseído. Tú harás todo lo que yo quiero.
Te habré invadido y conquistado.
18. Hacer luz de gas (gaslighting)
Quizá conozcas los orígenes de esta técnica. Surgió de una obra de teatro
llamada «Luz de Gas». En esta obra, un esposo manipulador quiere
deshacerse de su mujer y decide conseguirlo haciéndole pensar que está
perdiendo la razón. Empieza entonces a hacer pequeñas y sutiles alteraciones
en el entorno de su mujer. Una de estas alteraciones es disminuir la
intensidad de la llama de una lámpara de gas.
El término se utiliza ahora para explicar una técnica de manipulación
psicológica. Mi objetivo es crear tal grado de duda en tu mente, que ya no
confiarás en tu juicio. Con esto, logro reducir tu autoestima y tu capacidad
para examinar de manera crítica y racional lo que te estoy haciendo, y hacer
que estés de acuerdo con lo que yo digo. Esto me permite tenerte bajo mi
control. Una vez que te tengo bajo mi control, te comportarás exactamente
como quiero, de manera que yo pueda obtener combustible de ti.
Para llevar a cabo mi luz de gas eficazmente, debo tomar en cuenta dos
puntos. Debo mantener una absoluta convicción de que lo que estoy diciendo
es la verdad. No puedo ni vacilar ni renunciar. Debo mantener esta fachada
en todo momento. También necesito hacerte cuestionar tu propia posición
para que mi frente unido tenga éxito al final.
Pondré tan decidida intensidad en lo que te digo que tú estarás pensando:
«Parece tan convencido de lo que está diciendo que debe tener razón».
Ten en cuenta que es poco probable que sepas lo que soy o lo que estoy
haciendo. La firmeza con la que voy a mantener mi posición te dejará
perpleja, porque a ti te parecerá que me equivoco, pero sabes que soy una
persona inteligente, y alguien inteligente seguramente se da cuenta que lo que
está diciendo está mal, ¿no? Debo entonces tener razón si insisto tanto.
Me mostraré indignado si intentas desafiarme. Mencionaré puntos
anteriores que distorsionaré para apoyar mi posición. Abriré fuego y
dispararé estas observaciones y puntos contra ti de manera trepidante e
irrefutable. Tú quedarás atrapada en este granizo de supuestos hechos y no
serás capaz de pensar con claridad. Te dejaré dándole vueltas a estos hechos
históricos y esforzándote por recordar si en realidad sucedieron así o no.
Cuanto más te haga luz de gas, más tu determinación se debilitará e incluso
comenzarás a creer que mis distorsiones de los hechos son, en efecto,
verdaderas. El rigor con el cual aplicaré este método también te hará sentir
agotada y terminarás por no oponer ninguna resistencia.
Esto es una forma extrema de guerra psicológica. Tú pierdes toda la
confianza en tu propio juicio y realidad. Cuando comienzo a hacerte luz de
gas, te darás cuenta de que algo raro está sucediendo, pero no puedes saber
con exactitud qué es. La sutileza de esta manipulación es muy eficaz. Ten en
cuenta el hecho de que te he bombardeado de amor, por lo que confías en lo
que yo digo. No querrás pensar mal de nada de lo que hago. También
desearás recuperar la época dorada, lo que te llevará a preferir no provocar
ningún conflicto. Todo esto es un suelo excelente y fértil en el cual puedo
plantar mis semillas de luz de gas. Todo lo que hago para manipularte está
vinculado de manera que yo pueda lograr el máximo efecto y devastación.
¿Cuáles son algunas de las técnicas que utilizo cuando hago luz de gas?
Diré una cosa y luego negaré haberla dicho. Utilizaré a mis lugartenientes
para que me apoyen en este comportamiento de manera que, cuando busques
validación de una tercera persona, no la encuentres. Esto es muy eficaz. Tú
puedes opinar que me he equivocado en lo que he dicho, y puede que incluso
tengas todavía la lucidez para pensar que lo estoy haciendo a propósito para
probar un punto. Si una tercera persona (que, al parecer, es imparcial)
respalda mi versión de los hechos, la duda empieza a instalarse en ti.
También voy a identificar dónde guardas ciertos objetos, tales como el
cargador del teléfono móvil o las llaves de la casa y si siempre los guardas en
el mismo lugar. Después los voy a mover de lugar y, cuando no los
encuentres y empieces a buscarlos, voy a volver a ponerlos en su lugar
habitual y luego indicarte que están allí. Tú me dirás que ya habías buscado
en el lugar habitual y yo te diré que eso no es posible porque, si realmente lo
hubieras hecho, habrías visto que todo estaba allí.
Una vez que la luz de gas comienza a tener un efecto en ti, voy a utilizar un
estilo directo también, diciéndote que te equivocas, que estás imaginando
cosas o que te ves cansada y que eso debe estar afectando tu memoria.
Con el tiempo, tu memoria y percepción se verán afectadas a tal grado, que
terminarás por aceptar que lo que digo es lo que es. Una vez que me doy
cuenta de que he conseguido esto, puedo introducir mentiras enormes para
zafarme de cualquier comportamiento que quiera. A menudo deseo tener un
gemelo idéntico. Eso sería fantástico. Podría aparecerme en un lugar y decir
algo, y luego aparecerme, unos minutos más tarde, en otro lugar que estuviera
a una hora de distancia del primero. ¿Cómo logré hacer esto? Voy a negar
que la primera conversación tuvo lugar y a insinuar que estás teniendo
alucinaciones. ¿Cómo pude yo haber estado en esa estación de tren hace
apenas unos minutos cuando estoy en un bar en el centro de la ciudad? Eso
tendría un gran efecto en verdad.
Al final, mi luz de gas te dejará incapaz de luchar y tú harás dócilmente lo
que quiera. Esto alimentará mi sensación de poder y me dará el combustible
que necesito.
19. Conversaciones circulares
Uso esto en el contexto de una discusión. Las discusiones circulares son
discusiones interminables en las que yo repito los mismos puntos una y otra
vez sin llegar a una solución. Lo que hago es embaucarte y hacerte pensar
que podrías hacerme cambiar de opinión para que tú continúes intentando.
Recuerda que eres una persona con mucha empatía y que, por lo tanto, sientes
un deseo abrumador de “repararme”, a pesar de que eso es imposible. Estás
convencida de que terminaré por comprender y ver mis errores. Lo que tú
necesitas comprender es que sé lo que estoy haciendo, veo lo que estoy
haciendo, pero no me importa que lo que estoy haciendo hiera a otras
personas, en especial a ti. Los fines siempre justifican los medios conmigo.
También he creado una realidad falsa y, si intentas demostrar algo que
interfiera con esta realidad falsa, yo simplemente no lo aceptaré. Reivindico
que el negro es blanco y luego, al día siguiente, que es naranja. Tú no puedes
comprender cómo puedo afirmar tales cosas. Desafía toda lógica. Sabes que
soy una persona inteligente, ¿cómo es posible que no lo vea? Te preguntas si
has presentado la situación de manera clara. Tal vez si gritas yo podría
entender tu punto de vista. Te mantienes lógica y seguirás tratando una y otra
vez de hacerme ver y entender.
Estas conversaciones darán vueltas, y vueltas y más vueltas. Mi
comportamiento nunca va a cambiar. Con frecuencia, el comportamiento que
estás desafiando no es un comportamiento que de hecho debieras debatir con
un adulto sano.
«¿Por qué llegas después de las tres de la madrugada cada viernes por la
noche?»
«¿Por qué no has pagado esta factura?»
«¿Por qué chateas con otras mujeres en línea?»
¿Cómo se dan estas conversaciones circulares? Tú mencionarás algo, dando
lugar a una conversación aparentemente razonable, por lo menos al principio.
Esto durará durante un corto tiempo y, cuando tú crees que el problema ha
sido resuelto, yo voy a decir algo que muestra que no es así. Mi respuesta
generalmente carece de lógica y es provocadora. Tú no puedes aceptar esto y
necesitas asegurarte que yo entienda lo que estás tratando de decirme y me
explicas de nuevo todo. Yo te hago sentir como si la primera conversación
nunca tuvo lugar mientras tú repites tus argumentos que yo contrarresto
ignorando la legitimidad de lo que estás diciendo. Esto te confunde e irrita.
«¿No escuchaste lo que acabo de decir?»
«¿Es que algo de lo que te he dicho ha entrado en tu cabeza?»
«Ya te he dicho eso».
Voy a recitar las excusas habituales, que a menudo no tienen ningún sentido
para ti, y damos vueltas y vueltas hasta que tú renuncias o pierdes la
paciencia y te enfureces.
No sólo estas conversaciones son circulares de naturaleza, sino que
también se van a dar con más frecuencia. Esto resulta doblemente
exasperante para ti. La conversación da vueltas y vueltas. Puede que no
lleguemos a ninguna solución al final de esta, pero tú crees que, por lo
menos, el asunto se ha discutido y que yo no volveré a hacer lo mismo. Sin
embargo, lo haré. Volveré a tener la misma conducta y será como si nuestra
conversación circular nunca tuvo lugar. Tú señalas de nuevo mi mala
conducta y comenzamos otra vez. Es similar a la luna girando sobre su propio
eje mientras da vueltas alrededor de la tierra. Hay dos tipos de giros.
Hago esto porque sé que tú te darás por vencida antes que yo. Te agotarás
y dejarás de hablarme del asunto. Este agotamiento disminuirá tus defensas,
lo que me permitirá utilizar otros métodos de manipulación después. También
refuerza mi superioridad. Yo estoy en lo correcto y eso me hace sentir
poderoso. Si tú estabas criticando algo que yo había hecho, no has podido
convencerme de mi falta y, por lo tanto, me siento con el derecho de hacerlo
otra vez. También estoy tratando de provocarte. Tu frustración por no llegar a
nada terminará por derramarse. Empezarás a gritar o a dar portazos. Tal vez
te marches echando humo por las orejas. Todo esto es combustible muy
bueno para mí. Confirma también que mi técnica es eficaz, por lo que
continuaré usándola para provocarte más. También voy a hacer una nota
mental (o incluso la anotaré en mi cuaderno) de tu comportamiento
inaceptable, para poder sacarla a relucir en otra ocasión.
«No voy a discutir de esto contigo otra vez porque la última vez que lo
hice te fuiste enojada y me dejaste hablando solo. No tiene ningún caso tratar
de razonar contigo porque solo harás lo mismo otra vez y para mí eso es un
insulto hiriente».
También estoy haciendo esto para evadir cualquier responsabilidad, puesto
que, como ya sabes bien, eso es algo que no acepto. La conversación circular
es como una competencia para mí, donde mi último objetivo es nunca aceptar
la lógica de lo que estás diciendo, nunca aceptar que tengo la culpa y cansarte
y frustrarte dando vueltas y vueltas, y más vueltas.
Muestro una asombrosa habilidad para hablar y hablar y mantener la
conversación circular, algo que te irritará mucho, sobre todo cuando te he
sometido a mis silencios y he dejado de hablarte por algún tiempo. ¿Cómo
puede alguien tan parlanchín volverse de repente tan callado? Manipulación.
Se trata siempre de manipular. Siempre, repito, siempre, estamos jugando
juegos. Cuanto antes te des cuenta de que soy el maestro de los juegos
manipuladores, más posibilidades tendrás de protegerte y evitar el daño que
estos causan.
En el caso de las conversaciones circulares, te sugiero que encuentres un
muro de ladrillo y te golpees la cabeza contra él muchas veces. Esto, sin
duda, te resultará más gratificante que subirte al carrusel conmigo.
20. Omnipresencia
Se trata de una agradable consecuencia de todo el duro trabajo que hice
durante el bombardeo de amor. Para saturar tus sentidos y poder transportarte
en mi torbellino seductor de amor y cariño y atraparte, hice muchas cosas. Te
llevé a un parque y te besé bajo un gran roble y, empujándote suavemente
contra el tronco, te susurré al oído que ese siempre sería nuestro árbol y que
siempre regresaríamos a él y nos besaríamos bajo sus enormes ramas.
También me aseguré que varias canciones quedaran impresas indeleblemente
en tu mente para que te trajeran recuerdos de nosotros dos. Y no solo escogí
canciones románticas, también seleccioné una variedad de música que
acompañara cada estado de ánimo y emoción. Esa canción alegre que se
asocia con nuestras vacaciones maravillosas en Ibiza. Esa canción lenta que
escuchamos abrazados en el balcón de mi casa. Esa balada de rock frenética y
enérgica al ritmo de la cual ambos saltamos por toda tu casa. Siempre te
maravilló cómo me las arreglaba para seleccionar canciones y piezas
musicales que te encantaban y te parecían tan apropiadas para cada momento
que estábamos viviendo. Lo que no sabías es que yo ya había pasado tiempo
estudiando los videos de YouTube de las canciones que decías adorar en tu
página Facebook. También es porque ya he utilizado esta lista de canciones
con varias otras víctimas y sé cuáles son las que funcionan bien. También me
cercioré de que me vieras muchas veces sentado en la misma silla en tu
cocina leyendo un libro de Terry Pratchett. Tú hacías la cena mientras yo te
leía en voz alta. Todos los miércoles por la noche bebíamos una botella de
Rioja. Seleccioné cuatro restaurantes a los que te llevé varias veces. Utilicé a
mis lugartenientes para que reforzaran todos esos maravillosos recuerdos
asociados a cenas, viajes a la playa y eventos deportivos. Cada día te dejaba
un poema debajo de tu almohada. Devoré la serie entera de Breaking Bad,
Poldark y El ala oeste de la Casa Blanca contigo. Incluso aprendí de memoria
algunos de los diálogos de estas y te los repetía de vez en cuando. Siempre
utilizaba la misma fragancia, el mismo desodorante y gel de ducha para que
esto creara un cóctel especial de aromas que te recordaran de mí para
siempre. Mi detergente y suavizante de tela fueron también cuidadosamente
escogidos para este efecto. Lo que no sabes es que tengo un cuaderno que
enumera a todas mis exnovias y las fragancias que utilicé cuando estaba con
cada una de ellas. Para ti era Chanel Allure Sport, Dove Men y desodorante
Care Clean y el Molton Brown Black Peppercorn Body Wash. No te has
olvidado de todo esto, ¿verdad? El esfuerzo y la dedicación que puse para
asegurarme de quedar impreso en tu vida en todos los sentidos imaginables
valieron la pena. No sólo te seduje y te atrapé, también dejé mi marca en ti
para que, cuando fueras descartada (o incluso si te atreviste a dejarme), yo
permaneciera contigo para siempre. Si caminas por el parque, la imagen de
nosotros dos bajo el roble te perseguirá. Si alguien junto a ti en el ascensor
lleva Allure de Chanel, sientes el deseo de abrazarlo porque inmediatamente
te recuerda lo bien que yo olía acostado a tu lado en la cama. Cuando
escuchas With or Without You empiezas a llorar porque te trae el recuerdo de
cuando yo te tuve entre mis brazos durante una tormenta eléctrica mientras
esta canción tocaba (repetidamente, por supuesto) en el fondo. Todo lo que
hice durante el bombardeo de amor fue calculado no solo con el fin de
atraparte sino también de sentar las bases y la infección para las etapas
posteriores de nuestra relación. Me ves en libros, me degustas en ciertos
alimentos y oyes mi voz cuando vuelves a ver una serie de televisión.
Intentas escapar evitando ciertas cosas que te recuerdan de mí, pero eso
también significa cortar con ciertas cosas que te gustan. ¿Debes hacer ese
sacrificio por alguien como yo? Es un gran dilema para ti. Incluso si tienes
mucha disciplina, he plantado tantos recordatorios de mí a tu alrededor, que
no podrás escaparte de mi omnipresencia. Vas a los quioscos de prensa y ves
el periódico The Times, e instantáneamente recuerdas que yo lo leía el
domingo cuando holgazaneábamos después de haber hecho el amor toda la
mañana. Este recuerdo te duele. Soy un fantasma que te sigue donde quiera
que vayas. Yo sé bien que todo esto está pasando y me da una maravillosa
sensación de omnipotencia. Sé que estoy en tu cabeza y en tu corazón todos
los días. Sé cuánto dolor esto te está causando. También sé que todavía tengo
varios ganchos clavados profundamente dentro de ti y que no será difícil
lanzar una cuerda y jalarte de nuevo hacia mí.
Todo este arduo trabajo me permite cosechar varios frutos:
Te atraigo y te atrapo.
Logro permanecer a tu lado a través de mi omnipresencia.
Te causo dolor.
Me siento omnipotente.
Tengo los medios para atraerte de nuevo hacia mí, como una célula
durmiente plantada dentro de ti.
Todo esto es increíblemente eficaz y, en la fase de omnipresencia, no tengo
que hacer nada realmente porque todo el trabajo se hizo durante mi
bombardeo de amor muchos meses antes.
Si tu vida se convirtiera en una escena de crimen, la policía encontraría mi
ADN por todos lados.
21. Lástima
Mucho del funcionamiento de este mundo se basa en la lástima. La lastima es
una prima del amor. ¿Cuántas veces has visto una publicidad en la televisión
sobre un niño maltratado o un niño famélico en un país subdesarrollado? Al
igual que esos acordes de cuerdas del soundtrack de la publicidad, las cuerdas
de tu corazón también están siendo tocadas para que hagas una donación.
Sientes lástima por la terrible situación en que el pobre desdichado se
encuentra. Sientes lástima por los pobres, los refugiados, los vagabundos, los
enfermos, los moribundos, los abusados y los desplazados. Tu sentimiento de
lástima surge de manera que te sientas obligado u obligada a actuar. Sabes
que no puedes llegar y abrazar a esa persona, así que contactas la
organización y haces una donación. Las organizaciones de beneficencia saben
que eres capaz de mostrar tal compasión y lástima y se agarran de eso.
Sé que, debido a la empatía que has mostrado, rebosas de lástima y
compasión. Figurativamente, estos sentimientos desbordan de ti y solo te
falta encontrar a esa pobre alma digna para que tú viertas todos estos
sentimientos en ella. Lo único que quieres es mostrar interés, comprensión,
mostrar que puedes ponerte en su lugar y que puedes ayudar mostrando tu
lástima hacia ellos.
Yo me aprovecho de tu lástima. Utilizo las máscaras de la desgracia y la
victimización para hacerte sentir lástima por mí. Te hago creer que estoy
sufriendo más que tú. Me pongo en el papel de una pobre víctima indefensa,
a pesar de que estoy lejos de serlo. Hacer esto me permite tener poder sobre
ti. Tengo razón de hacerlo porque es mi derecho tener tu lástima.
Nunca sopeso las consecuencias de lo que hago. No rindo cuentas a nadie
ni me siento responsable de nada. Mi misión es hacerte sentir responsable de
mi situación. Te haré sentir culpable si no me tienes lástima y me ayudas, o si
no te pones de mi lado.
Voy a contarte algún cuento calamitoso. A menudo es imaginario, pero sé
que te crees las historias tristes fácilmente. No sólo voy a exagerar, todo lo
que me sucede será lo peor. Incluso lo haré cuando tú misma estés sufriendo.
Apenas puedes levantarte debido a una fuerte gripe; yo estornudo una vez y
espero que vengas corriendo a cuidarme. Tú puedes cortarte una arteria, pero
yo espero que vengas a ponerme un curita en el pequeño rasguño que tengo
en el brazo.
Me pondré en el papel de la víctima. Cambiaré las situaciones de manera
que yo sea la víctima y, si tratas de desmentirme y negarme esa condición, te
denigraré por tu egoísmo y falta de compasión hacia mí. Dado que la
compasión y la lástima son principios centrales de tu ser, tendrás que luchar
para no creerte lo que te diga. Ten en cuenta que yo me agarro de lo que sé
que te conmueve; y actuar como Florence Nightingale está en tu naturaleza.
Recuerda que, cuando logro conseguir tu lástima, te hago hacer lo que yo
quiera, que me atiendas, a menudo en detrimento de ti misma o mismo. En
efecto, soy un experto en hacer que, en última instancia, pongas mis
necesidades delante de las tuyas. Esto inicia una espiral descendente para tu
salud y bienestar.
22. Aislamiento
No soporto estar solo. Debo evitarlo. En cambio, quiero que tú estés sola;
aislada (estamos directo en la proyección aquí). Necesito que estés aislada
por dos razones:
1. Para tenerte para mí solamente de manera que toda tu atención se
centre en mí y en nadie o en nada más, y
2. para reducir considerablemente el riesgo de interferencia de
terceras personas, que podrían hacerte entrar en razón.
El aislamiento comienza durante la fase del bombardeo de amor. En esta,
quiero pasar todo el tiempo que me sea posible contigo por las razones que he
esbozado anteriormente, en la primera técnica de manipulación. Esto me
permite extraer un montón de combustible de ti. En esta etapa, voy a lograr
aislarte de varias maneras.
Paso todo mi tiempo contigo de modo que tú no tengas tiempo para hacer
otra cosa. Te alejaré de tus amigos identificando sus puntos débiles y
explotándolos.
«¿Sabes que Amanda habla de ti a tus espaldas? No entiendo cómo puedes
considerarla tu amiga».
«Creo que Juan tiene un problema de alcoholismo. Si yo fuera tú, lo
evitaría».
«Lucía es una holgazana. No hace nada con su carrera, ni se puede confiar en
ella. Tú no necesitas a alguien así en tu vida. Rodéate de personas mejores
que ella».
«Raquel coquetea conmigo constantemente (por supuesto es completamente
lo contrario). Ten cuidado con ella. Tal vez sería mejor que no la invitaras tan
seguido».
Te digo todo esto como si estuviera preocupado por ti, pero en realidad estoy
tratando de separarte de ellos.
Tampoco querré que trabajes. Utilizaré la carta de la culpa y sugeriré que
los niños te necesitan en la casa y que, por lo tanto, no deberías trabajar.
Alternativamente, te diré que yo gano lo suficiente para mantenernos a los
dos y que tú mereces disfrutar de más tiempo libre y ocuparte de nuestro
hogar, que haces tan bien. Por supuesto, un toque de halago funciona de
maravilla.
Si deseas ayudar en alguna obra de caridad o grupo de voluntarios, te diré:
«Es realmente admirable que quieras hacerlo, pero creo que los niños
necesitan a su madre más que la caridad, ¿no crees? Hay un montón de
personas que pueden hacer caridad, pero solo tú puedes ser la madre de
nuestros hijos».
Te doy una buena cucharada de culpa coercitiva junto con una gotas de
halago.
Si pienso que debes trabajar para traer dinero a casa, entonces voy a
criticar a tus colegas de trabajo y sugerir que se aprovechan de ti. Hago esto
para evitar que participes en cualquier actividad social ligada al trabajo.
También haré comentarios como:
«Trabajas muy duro; deberías quedarte más en casa».
«Los niños te extrañan. Sé que tienes que trabajar, y todos te agradecemos
por hacerlo, pero sería mejor que los niños vieran más a su mamá, en lugar de
salir con esas personas que te ven todos los días».
«Te extraño. ¿No podemos hacer algo juntos en lugar de que tú vayas a ese
evento?» (Lo que invariablemente querrá decir quedarnos en casa, yo sentado
viendo la tele y tú yendo de un lado a otro haciendo cosas para mí. Si te
quejas y me reprochas, te haré sentir culpable diciéndote que apenas te veo y
tú haces más para la gente de tu trabajo que para mí, la persona que
supuestamente amas).
Puede que venda tu coche para que tú salgas menos y no te encuentres con
gente. Lo haré con el pretexto, al parecer muy loable, de ahorrar, o incluso de
cuidar el medio ambiente. Te prohibiré utilizar el transporte público ya que
no es seguro. Puede que me lleve el modem de la casa cuando no esté allí,
fingiendo que está descompuesto o que lo necesito en otra parte, para que tú
no tengas acceso a internet. Me aseguraré de que todas las comunicaciones
que te lleguen pasen por mi control (transgresión de límite) para luego
denigrarlas de manera que tú no respondas a dichas comunicaciones o te dé
miedo recibir más de estas y termines pidiendo al remitente que no vuelva a
ponerse en contacto contigo.
También puedo sugerir mudarnos a otra zona. Esto me permite alejarte de
todos tus amigos, familia y colegas. Cuando empezamos a vivir en el nuevo
lugar, estableceré reglas firmes desde el principio, que tendrán el efecto de
aislarte de inmediato y de mantenerte aislada. Si intentas cambiar dichas
reglas, te acusaré de arruinar nuestro nuevo comienzo.
Aislándote, evito que cualquier voz de la razón arruine mis planes de tener
completo control sobre ti. Si mi voz es la única voz que escuchas, puedo
lavarte el cerebro y lograr mucho mejor que hagas lo que yo quiera (que me
des un montón de combustible). También haré que dependas de mí por
completo. Aquellos que alguna vez socializaron contigo renunciarán a
hacerlo porque tú nunca responderás a sus mensajes, o yo les diré que no
puedes asistir.
También causaré tal alboroto cada vez que planees ir a algún lugar, que
terminará siendo una verdadera batalla para ti. Te voy a repetir las mismas
frases para hacerte sentir culpable, voy a criticar a aquellos a quienes vas a
ver, la forma en que vas vestida y maquillada, de manera que te resulte tan
agotador lidiar con mi maldad y esta batalla incesante, que decidas no ir
porque no merece la pena el enojo.
Si te alejo de todos los demás, nadie puede señalarte lo que estoy haciendo.
Me convierto en tu mundo y, puesto que creo una realidad falsa para que
vivas en ella, nadie puede venir a perturbarla. Te tengo atrapada en esta
construcción ficticia donde eres más susceptible a todas mis otras técnicas de
manipulación. También eres más dependiente de mí, debido a este
aislamiento y, por lo tanto, estás completamente aterrada de perderme.
23. Sacar a relucir el pasado
Déjame decirte de una vez que este es mi libro sobre técnicas de
manipulación. No es el tuyo. Por lo tanto, nunca te permitiré sacar el tema del
pasado para castigarme, criticarme o demostrarme que tienes la razón. No.
Naturalmente, yo tengo perfectamente el derecho de hacerlo para
manipularte. La hipocresía y yo nos llevamos muy bien, ¿sabes?
Para alguien que repetidamente no puede recordar lo que ha ocurrido hace
apenas tal vez unos dos días (véase la sección sobre luz de gas), de repente
desarrollo un impresionante poder de memoria (aquí vuelve mi naturaleza
contradictoria) para desempolvar el pasado. Si yo soy uno de tus padres, lo
haré para que te sientas como un niño pequeño e indefenso otra vez (aunque
de hecho estoy proyectando la manera cómo yo me siento). Sacaré a relucir el
hecho de que no aprobaste un examen en particular hace veinte años, o hago
mención de cómo solías mojar la cama hasta los nueve años de edad. No saco
a relucir estos asuntos como un golpecito de codo cariñoso o divertido hacia
ti; lo hago para recordarte que yo soy el que tiene el control.
Escojo algo que sea visceral para ti, a menudo algo que no está resuelto en
ti, de manera que te arrastre a tu infancia y te sientas avergonzada. Tú me
detestas por hacerlo, pero te recuerdo de algo que sucedió realmente. No tiene
ninguna relevancia mencionar el asunto ahora, pero eso no me importa. Con
esta técnica logro manipularte para que te sientas inferior a mí,
permitiéndome ejercer control sobre ti.
Lo uso también como método de evasión para evitar tener que rendir
cuentas o tomar responsabilidad por mi comportamiento. Regreso
tambaleándome de borracho por el enésimo fin de semana consecutivo. Esto
significa que de nuevo estaré crudo al día siguiente y no querré hacer nada
contigo. Tú me reprochas mi comportamiento egoísta y desconsiderado. Yo
no lo acepto, a pesar de que es obvio, y, en su lugar, hago referencia al hecho
de que, hace ocho meses, tú volviste a casa absolutamente ebria a las dos de
la mañana. Omito el hecho de que se trataba de tu primera salida de noche en
seis meses (puesto que estaba intentando aislarte), o el hecho de que estabas
celebrando el cumpleaños de tu hermana. Olvido todo esto y me enfoco en el
hecho de que vomitaste y dejaste el baño hecho un asco. Yo, en cambio,
nunca he dejado el baño sucio, y así saco a relucir esta transgresión tuya,
aislada y distante, para desviar la atención de mi propio comportamiento y
hacerte sentir mal.
–Estás borracho otra vez, como cada fin de semana. Sales con tus amigos,
te atiborras de alcohol y regresas tambaleándote a casa. Arruinas nuestros
planes para el día siguiente, y habíamos planeado ir al lago mañana a pasar el
día.
–Déjame en paz. Sólo me estoy divirtiendo. Nunca dejas que me divierta.
Tal vez si fueras más agradable conmigo no tendría que salir con mis amigos.
¿Has pensado en eso?
–¿De qué estás hablando? Soy agradable contigo.
–¿De veras? ¿Qué me dices de aquella vez que llegaste borracha y dejaste
todo el cuarto de baño vomitado? ¡Qué desastre! ¡Y el olor! ¿Qué habías
comido ese día? Era asqueroso».
–Eso fue una vez y no había salido durante siglos.
–Y una sola vez fue suficiente. Fue horrible el espectáculo que diste.
–No di ningún espectáculo.
–¿Cómo puedes saberlo? Estabas tan borracha que ni siquiera te acuerdas.
Sales una sola vez y mira el estado en el que regresas. Y después te sorprende
que me oponga a que salgas. Lo hago por tu propio bien.
–Eso fue hace siglos. No ha vuelto a suceder desde entonces.
–Eso no importa. Esa sola vez me fue suficiente y te agradezco que me
hayas ahorrado presenciar el espectáculo de nuevo. Dabas vergüenza.
Sacando a relucir tu comportamiento en el pasado, he puesto el énfasis en
ti. Te he obligado a defender tus actos y te he hecho parecer como la mala.
Toda discusión sobre el hecho de que he llegado tarde y borracho queda
olvidada porque te obligo a defenderte de mi ataque injustificado sobre ese
incidente aislado de embriaguez.
Otro efecto útil que surge de la aplicación de esta técnica es que te
condiciona a tratar de garantizar que yo no tenga más munición que pueda
explotar más adelante. En consecuencia, comienzas a controlar tu
comportamiento tratando de anticipar lo que yo podría recordar y criticar.
Esto me permite ejercer aún más control sobre ti. Temes que algo que puedas
hacer sea recordado por mí y usado en tu contra posteriormente.
También sé que ansías tener protección y seguridad. Sacando a relucir el
pasado, te recuerdo que nuestra relación puede dañarse fácilmente por tu
comportamiento y que ni he olvidado ni te he perdonado por lo que has
hecho. Necesitas duplicar tus esfuerzos para complacerme, de otra manera,
puede haber repercusiones (estoy añadiendo un poco de amenaza de
perderme aquí también).
Me gusta usar dos palabras en particular cuando estoy sacando a relucir el
pasado. Harías bien en fijarte en estas palabras ya que son indicadores clave
de que estoy aplicando esta técnica de manipulación. Estas dos palabras son
«siempre» y «nunca».
«Siempre olvidas traerme una taza de té en la mañana».
De este modo, refuerzo que esto ya ha sucedido en el pasado.
«Nunca me abrazas por la noche últimamente».
De este modo, te recuerdo de una cosa buena que solías hacer en el pasado
pero que ya no estás haciendo. Está atenta al uso de estas palabras ya que
muestran claramente lo que estoy haciendo.
24. Ira
Se trata de un instrumento directo, pero también es un método de
manipulación. Si de alguna manera me criticas, o no me das el combustible
que tanto deseo (por ejemplo, si empiezas a hablar sobre alguna herida que te
hiciste y mueves así el foco de atención hacia ti, o pasas tiempo hablando con
otras personas en una cena), siento un enorme sentido de injuria e,
invariablemente, doy rienda suelta a mi ira.
Esto puede tomar varias formas. Puede ser un conjunto de comentarios
hirientes lanzados en tu dirección, o unos buenos regaños a gritos, o incluso
el uso de violencia física. A mí no me gusta usar la violencia física que vaya
más allá de agarrarte y retenerte con fuerza ya que tiende a dejar evidencia y
disminuye las posibilidades de poder utilizar la negación verosímil ante las
personas a las que puedas recurrir. Es cierto que hay algunos de mi especie,
generalmente aquellos que se encuentran en el extremo más bajo del espectro
y que tienen un nivel de funcionamiento menor, que son incapaces de
mantener sus puños bajo control y dan palizas.
Sin importar si esta ira se manifiesta en forma de gritos que te hagan
terminar en una esquina, acurrucada y aterrada, o una agresión física brutal,
la finalidad es la misma: inculcar miedo en ti. No sólo vas a odiar estar en el
extremo receptor de mi ira, también vas a odiar que otras personas sean
testigos de esta y yo los moleste con mi comportamiento. Por ejemplo, no
deseas que los niños tengan que presenciar este comportamiento, u otros
miembros de la familia, o vecinos, o colegas. A mí no me importa nada eso.
Esto es porque, en mi mente, mi comportamiento hacia ti está completamente
justificado. Tú lo has causado. Tu comportamiento hacia mí ha sido tan
desconsiderado que tengo todo el derecho de atacarte de esa manera.
Tampoco me importa lo que piensen los demás debido a mi superioridad
innata y a que confío en mi capacidad para encantarlos de nuevo
posteriormente, si es necesario hacerlo. Todo esto significa que los controles
sociales normales no tienen ningún efecto en mi ira y que puedo dar rienda
suelta a esta. No puedo regular mi ira, ni temo la amonestación por parte de
los demás o de la sociedad; por lo tanto, te someto al calor e intensidad de
esta, comparable a las llamas de un dragón.
Esta experiencia es extremadamente desagradable y, una vez que la has
vivido, no querrás experimentarla otra vez. El temor siempre presente de que
vuelva a suceder hará que te pliegues a mi voluntad. Tratarás de anticipar mis
reacciones y asegurarte de no liberar de nuevo a la bestia dentro de mí.
Deseas mantenerla atada y bajo control, y evitar la maldad que emana de mi
mal genio por tu propio bien y el de los demás. Así, como de costumbre, tú
haces concesiones y cedes, y yo me salgo con la mía. Una vez más.
25. Esperanza
He dejado esta técnica para el final, y con buena razón. Después de todo lo
que he hecho, después de todas las técnicas que he utilizado para
manipularte, siempre tengo un último recurso de control a mi disposición: la
esperanza.
Me temo que esta última técnica depende tanto de mí como de ti. Tu
empatía hace que siempre trates de ver el lado bueno en todo el mundo. Eres
una eterna optimista. Crees que el amor puede lograr todo y que siempre
puedes salvar a alguien. Este punto de vista significa que tú tienes fe, o la
esperanza, de que yo voy a cambiar, que voy a ver mis errores, que tendré un
momento de revelación redentora y pararé de tratarte tan mal.
Yo alimento esta esperanza diciendo a veces que quiero mejorar como
persona, que lamento mucho lo que he hecho y que todo va a estar bien en
adelante. Voy a darte esos rayos de esperanza de que podemos volver a vivir
como en la época dorada y reavivar ese amor perfecto que parecíamos tener.
Tal vez todavía no te habrás dado cuenta de que mi amor por ti nunca existió
y que te enamoraste de una ilusión.
Esta esperanza te mantendrá aferrada a mí. Te hará esforzarte más para
complacerme y darme así más combustible. Esta esperanza hará que te
quedes conmigo esperando que las cosas mejoren. Te niegas a renunciar
porque una vez viste un amor perfecto y, aunque a la mañana siguiente ya
había desaparecido, sabes que lo viste y lo experimentaste, y quieres volver a
hacerlo.
La esperanza es una emoción muy poderosa. Las personas esperan que el
niño desaparecido sea hallado y, por lo tanto, no renuncian a su búsqueda.
Esperan que su equipo anotará un gol que iguale el marcador y siguen
animando y apoyando a su equipo. Los médicos tienen la esperanza de que su
tratamiento logrará salvar la vida del paciente y, por lo tanto, siguen
probando diferentes métodos para lograr el resultado deseado. La esperanza
es poderosa y muy utilizada para lograr buenos fines. Lamentablemente para
ti, el uso de la esperanza en nuestra dinámica solo significa que te quedarás
conmigo y que estarás sometida a mi toxicidad durante más tiempo.
¿Por qué utilizo esta técnica y por qué permaneces a mi lado o vuelves a
mí una y otra vez? Es muy sencillo. De todos los sentimientos y emociones
que vas a sentir con respecto a mí, la esperanza es la que va a perdurar hasta
el final.
La esperanza es lo último que muere.
Conclusión
Ahí lo tienes, veinticinco técnicas de manipulación, efectivas y potentes, que
yo utilizo. Ahora podrás identificarlas antes de que ocurran o, si ya estás en el
centro de mi mundo de pesadilla, ahora ya sabes lo que se te está haciendo.
No guardes esta valiosa información para ti mismo o ti misma, compártela
con otros para que puedan estar mejor protegidos.
Esta no es una lista exhaustiva de mis técnicas de manipulación. Hay otras
de las que tal vez te hablaré más tarde. O tal vez no lo haré. ¿Quién sabe?
Ahora que has leído sobre estas técnicas de manipulación, es probable que
te hagas las siguientes preguntas: ¿qué puedes hacer al respecto? ¿Es
mantenerte alejado o alejada de mi especie y de mí la única manera de evitar
el efecto de estas técnicas de manipulación? ¿Debes reconocerlas y luego
tomar una acción evasiva antes de que se apoderen de ti? Las respuestas a
estas preguntas sobre cómo lidiar con estas formas de manipulación las
puedes encontrar en mi libro Escapa: Cómo vencer al narcisista. En él
encontrarás mucha información valiosa al respecto.
Gracias por leer Manipulación.
Otras publicaciones de HG Tudor en español:
Ningún Contacto: Cómo vencer al narcisista
Escapa: Cómo vencer al narcisista
Combustible
Exorcismo
Maldad

Página Facebook: Knowing the Narcisist

Blog: narcsite.wordpress.com

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