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DISCURSO EN EL DIA DEL MAESTRO ECUATORIANO

(13 de abril del 2019)

Señor Director del CECIB “SUMAK KAWSAY”


Respetados maestros y maestras
Distinguidos padres de familia
Estimadas compañeras.

Al celebrarse hoy el Día del Maestro ecuatoriano, quiero expresar mi satisfacción al


sentirme halagado de pronunciar algunas modestas palabras de admiración y respeto
hacia aquella mujer, aquel hombre que consciente de su rol de formador, se yergue en el
horizonte de la vida con luz propia, fulgurando almas y encaminando destinos.
Mis palabras son también el sentir de mis compañeras, de quienes soy la portavoz de sus
emociones e inquietudes.
En este magno acontecimiento, consideramos la misión de maestros y maestras como
un altar donde se sacrifican exaltados y solemnes la noble tarea del apóstol.

Al maestro hay que dignificarlo cada día. Hay que respetarlo, por lo que el maestro es el
apóstol sublime de abnegación, entrega y sacrificio. Decimos estas palabras cargadas de
sinceridad en honor a la justicia. Es el maestro el que con paciencia nos acerca después
de cada lección a las fuentes inagotables del saber. Es el maestro faro eterno, que
ilumina constantemente con la luz del conocimiento al espíritu y a la mente del
estudiante.

A ustedes dignas maestros (as) que ven en nosotras un fértil campo, y cada lección suya
es como una semilla presta a germinar, a ustedes respetados maestros(as) que son
herederos de la tradición y la sabiduría de los amautas, les tributamos con cariño nuestro
emocionado homenaje como prueba y testimonio a su sacrificada tarea de educadores y
de segundos padres muchas veces que guían nuestra indecisiones y flaquezas.

Para terminar este sencillo pero significativo mensaje, quiero pedirles a todos ustedes
compañeras de estudios un fuerte y calurosos aplausos para todos los maestros,
maestras, del Ecuador y del mundo.

Huyayay Tukuylla yachachikkuna


Yupaychani.

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