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S Dosier M3 Media NUEVO v2 PDF
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Módulo III
Diciembre de 2014
Introducción 3
Política 5
Referencias documentales 86
Este módulo hace un estudio de conceptos fundamentales de la teoría y
la ciencia política con la finalidad de construir un andamiaje conceptual
que posibilite el abordaje de la realidad socio-histórica de El Salvador, a
partir del análisis de los procesos políticos, desde la conquista, la
independencia hasta la postguerra en la actualidad. Además, propone,
con el objeto de fortalecer la comprensión de las ciencias sociales, el
debate sobre el estatuto de la ciencia política, en su relación con la
filosofía política y la teoría política. En cuanto a la historia de El Salvador,
el estudio se enfoca en procesos políticos claves; en tal sentido, no hay
una secuencia cronológica, sino un análisis de casos con potencial
explicativo. Se estudian en su orden: el sistema indiano, la
independencia, la construcción del Estado salvadoreño en el siglo XIX y
las relaciones políticas que lo soportaron, el militarismo, en sus variantes
conservadoras y reformistas, la crisis que llevó al conflicto civil de los
años ochenta, los acuerdos de paz y la dinámica política de postguerra.
Fuentes bibliográficas:
Lectura 1: Sartori, Giovanni (2005) Elementos de teoría política. Madrid: Alianza Editorial.
El capítulo 10 del libro de Sartori es importante porque da cuenta del concepto de política en la
época clásica y cómo este evoluciona en un largo recorrido hasta llegar a la modernidad. Esta
evolución conlleva un cambio radical, donde se observa la separación entre política y moral que
eran inseparables en la época clásica, y una reducción del ámbito en que opera la política
debido igualmente a la separación entre política y sociedad. Finalmente, Sartori aborda el tema
de la identidad de la política y las posibilidades de autonomía en la sociedad actual.
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Estructuras del Estado y formas de
gobierno
Fuente bibliográfica:
Lectura: Noguera Fernández, Albert (2011). La teoría del Estado y del poder en Antonio Gramsci:
Claves para descifrar la dicotomía dominación-liberación. Revista Nómadas.
Esta lectura hace una introducción a los aportes que hace Gamsci a la concepción del Estado
dentro del marxismo, donde matiza la concepción del Estado como una forma de dominación
de una clase sobre otra, equilibrándola con los aspectos positivos del Estado que le dan
legitimidad. Analiza el importante de hegemonía por medio del cual, diferentes sectores de
interés se disputan el dominio del Estado, donde los intelectuales juegan un papel importante.
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http://dx.doi.org/10.5209/rev_NOMA.2011.v29.n1.26799
Resumen.- Antonio Gramsci murió en la cárcel el 27 de abril de 1937 después de ser detenido
en 1926 por la policía fascista de manera ilegal, puesto que era diputado del Partido Comunista
Italiano (PCI), y condenado por el Tribunal especial por la defensa del Estado a veinte años de
cárcel. Detrás quedaba una vida marcada por la lucha y el compromiso, por delante se
levantaba el reto de interpretar una herencia teórica rica y compleja. Este artículo pretende
recuperar y presentar el legado teórico de Gramsci, sus aportes a la teoría marxista que
durante años, ahogada en el esquematismo y el dogmatismo, se había visto incapaz de
entender la estructuración del Estado moderno, así como destacar la validez e importancia de
su contribución teórica para la actual teoría del Estado y el poder.
Palabras clave.- Hegemonía, cultura, sociedad civil, intelectual orgánico, crisis orgánica,
guerra de posiciones.
Abstract.- After being illegally arrested by the fascist police in 1926 -he was an Italian Comunist
Party member of parliament- and condemned to twenty years of preason by the Special
th
Tribunal for the State Defense, Antonio Gramsci died in jail on 27 april 1937. Behind his dead
remained a life characterized by the commitment and fight, in front of it the challenge to interpret
a rich and difficult theoretical legacy. This article try to recover and present the theoretical
legacy of Gramsci, his contributions to the marxist theory witch one during a lot of years,
drowned in the schematism and dogmatism, it was unable to understand the structure of the
modern state, and at the end too, emphasize validity and importance of his theoretical
contribution for the now a days State and Power theory.
Keywords.- Hegemony, culture, civil society, organic intellectual, organic crisis, positions war.
1. Introducción
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De acuerdo con todo esto, la tesis que se defiende en este trabajo es que ante
el proceso “esencialización” del concepto de cultura que, en nuestras
sociedades, se ha producido con la mundialización (la cultura se ha convertido
en una esencia fija o muerta, desconectada de los procesos económicos y
socio-políticos, a la que, independientemente de su vida diaria, los ciudadanos
se adaptan o amoldan determinados días al año para sentirse más mexicanos,
españoles o japones -folklore-) y, en consecuencia, ante el proceso de
desactivación del concepto de cultura como válido para entender (y actuar
frente a) la globalización capitalista como un proceso de subordinación de las
diversas culturas ante la cultura de la fracción social dominante (dominación),
la recuperación del legado teórico y de la concepción ampliada de cultura de
Antonio Gramsci se presenta, en la actualidad, como un factor imprescindible
para los sujetos subalternos (individuos y pueblos) a la hora de construir los
términos y estructuración de la liberación (comprensión-acción). La dominación
es un fenómeno cultural y sólo comprendiendo el concepto de cultura en toda
su amplitud, sus mecanismos de funcionamiento y su fenomenología, se puede
llegar a entender los procesos de dominación.
Nos detendremos en los próximos puntos, en el análisis que Gramsci hizo del
Estado y del poder o hegemonía, en el tratamiento de los cuales el autor hace
1
Esta definición de cultura e identidad ha sido tomada de PIQUERAS, A. La identidad. En DE
LA CRUZ, I. (coord.). Introducción a la antropología para la intervención social. Ed. Tirant lo
Blanch. Valencia. 2002.
2
Véase BOURDIEU, P. y WACQUANT, L. Respuestas. Por una antropología reflexiva. Ed.
Grijalbo. México. 1995.
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3
Véase WEBER, M. Economía y Sociedad. Ed. Fondo de Cultura Económica. México. 1944.
V.I. Pág. 221.
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religioso. Por lo tanto, el nuevo reto que esta situación plantea al Estado
moderno, es la necesidad para su supervivencia, como dice M. Calvo en La
teoría de las pasiones y el dominio del hombre. Genealogía de la hermenéutica
moderna del control social (1989), de “reconstruir los mecanismos de control
social de la religión sin la religión”4.
Tal complementariedad entre las condiciones externas del poder y las formas
de subjetivización del mismo, son resumidas en la definición de Estado hecha
por D. Grissoni y R. Magiori en su obra Leer a Gramsci (trad. 1974), partiendo
como no, de la obra de Gramsci.6
4
CALVO, M. La teoría de las pasiones y el dominio del hombre. Genealogía de la
hermenéutica moderna del control social. Ed. Universidad de Zaragoza, Prensas Universitarias.
1989. Pág. 100.
5
Idem. Pág. 117.
6
Grissoni y Magiori definen el Estado de la siguiente manera: “El Estado es el conjunto de
organismos por medio de los cuales se ejerce la hegemonía y la coerción de la clase dirigente
sobre las clases subalternas, no con la mera intención de preservar, defender y consolidar sus
intereses económico-políticos, sino también para elaborar una acción educativa de conformidad
del conjunto del cuerpo social, de manera que los objetivos e intereses de la clase dominante
aparezcan como datos y valores universales”. (GRISSONI, D. y MAGIORI, R. Leer a Gramsci.
Ed. Zero. Madrid. 1974. Pág. 167).
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Los grandes aportes del autor italiano a la teoría marxista de la época que,
hundida en el economicismo dogmático se mostraba totalmente incapaz de
entender el Estado en toda su complejidad, giran, como es sabido, entorno a la
dictadura de clase y su contenido de “hegemonía”, es decir, en el sentido del
“consenso” con el que llega a contar la clase en el poder. Mediante sus
escritos, Gramsci planteó un conjunto de ideas inéditas para la teoría del
Estado y el poder, marxista y no marxista, existente hasta entonces y que,
revolucionaron este campo de estudio. Ideas que prefiguran muchas de las
que, varios decenios después de la redacción de Los Cuadernos, serían
presentadas -como resultado independiente de sus propias reflexiones- por
Michel Foucault7. Detengámonos pero ahora en la teoría de Gramsci.
Existen varias razones que hacen de la obra de Gramsci una obra de difícil
lectura. Algunas de éstas son:
- Gramsci había sido fundador del PCI y durante la dictadura de Mussolini, era
uno de sus máximos dirigentes, hecho que lo llevó a la cárcel. Es en
condiciones de encarcelamiento (1926-1937) y, por tanto, de censura -a
Gramsci le entregaban un cuaderno, cuando lo terminaba se lo revisaban y de
pasar la censura le entregaban otro para que continuara-, que escribe la mayor
parte de su obra, Los cuadernos de la cárcel. Por este motivo, tiene que usar
códigos en su escritura, utilizando términos que encubrieran el tratamiento de
temas que pudieran provocar se le retirara el privilegio de poder escribir, para
referirse a Marx y Engels habla “del uno y del otro”, para hacerlo de Lenin dice
“Ilici”, para decir filosofía marxista dice “filosofía de la praxis”, etc.;
7
Al igual que Gramsci, Foucault alertó del carácter difuso de las redes de relaciones que
afianzan la dominación, e insistió que el poder de la clase dominante no se apoya sólo, ni
esencialmente, en el control de las estructuras públicas institucionalizadas (Estado), sino en su
capacidad de regular los procesos de producción cultural. La tesis fundamental de Foucault es
que no existe una instancia puntual de poder. El estatuto ontológico del poder no es el de un
“ente-objeto” concentrado en las instituciones públicas y desde donde se controla todo, sino
que el poder es una compleja red de relaciones que se expande transversalmente en la
sociedad a través de todo el conjunto de organismos e instituciones sociales (micropoderes).
Si bien Foucault coincidia con Gramsci en que el poder se basa en la producción de
subjetividad o cultura, la gran crítica que autores como Perry Anderson, Anthony Giddens, Alain
Tourain o Jürgen Haberlas, hicieron a la obra de Foucault, fue su excesiva “ontologización” del
poder. El haber absolutizado tanto la capacidad abarcadora y el efecto homogeneizador del
poder que lo convertían en algo de lo que era imposible escapar (las estructuras sociales
predeterminan la actividad y el pensar de los sujetos, al margen de su voluntad y sin que este
pueda hacer nada. El sujeto como “idiota cultural”) y, por tanto, en su teoría no había espacio
para la resistencia y la subversión. (Véase FOUCAULT, M. Vigilar y castigar. Ed. Siglo XXI.
México. 1986; TOURAIN, A. Crítica a la modernidad. Ed. Temas de hoy. Madrid. 1993;
GIDDENS, A. Política y sociología en Max Weber. Ed. Alianza. Madrid. 1995).
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8
Uno de las principales autores, que difundió una interpretación instrumentalizada y errónea
de Gramsci fue Norberto Bobbio. En el Congreso sobre Gramsci celebrado en Cagliari en 1967,
Bobbio presentó la ponencia “Gramsci y la concepción de la Sociedad Civil”, en la que se
despoja todo el pensamiento gramsciano de su contenido revolucionario. (Véase BOBBIO, N.
Gramsci y la concepción de la sociedad civil. Ed. Avante. Barcelona. 1977).
9
Sobre la recepción de Gramsci en Cuba véase VV.AA. Hablar de Gramsci. Ed. Centro de
Investigación de la Cultura Cubana Juan Marinello / Cátedra de Estudios Antonio Gramsci. La
Habana. 2003. Pág. 75-171.
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El concepto de Hegemonía fue usado por primera vez en 1919 por Lenin y
Plejanov en su sentido etimológico de “conducir” o “ser guía”, para indicar la
misión del proletariado como dirigente del resto de las clases sociales. Esta
concepción hay que contextualizarla en el enfrentamiento que durante la
llamada fase democrático-burguesa de la Revolución soviética mantienen los
sectores bolchevique y menchevique respeto el papel que había de jugar el
proletariado en el interior de la alianza de la clases que había hecho triunfar la
revolución. El concepto de Hegemonía usado primeramente por Lenin y
Plejanov surge pues, para referirse al papel central o “hegemónico” que juega
una clase social en una alianza de clases.
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10
JELLINEK, G. Teoría General del Estado. Ed. Librería General de Victoriano Suarez.
Madrid. 1914. T.I. Pág. 428.
11
Georg Jellinek conjuntamente con Eugene Ehrlich fueron los máximos representantes de la
llamada concepción psicologista del Derecho, la cual afirmaba que los hombres obedecen o
desobedecen las normas impulsados o motivados por un sentido de moralidad, por creer que
estas son “buenas” o “malas”, “justas” o “injustas” (idea expresada ya previamente en 1984 por
Rudolf Bierling en Juristische Prinzipienlehre (véase BIERLING, E.R. Juristische
Prinzipienlehre. T.I. friburgo de Besgovia/Leipzig. 1894. Citado por ALEXY, R. Concepto y
validez del Derecho. Ed. Gedisa. Barcelona. 1994. Pág. 23). Pero ¿quien o qué determina este
sentido de moralidad?, ¿qué determina lo que los hombres creen como bueno o malo?. Tanto
el propio Jellinek, como Ehrlich, afirman que tal sentido de moralidad es modelado y
determinado, en gran parte, no por principios de justicia absolutos y universales como
establece la interpretación iusnaturalista, sino por el poder del hábito, por lo que llaman, la
fuerza normativa de lo real. (Véase JELLINEK, G. Ob. Cit. y EHRLICH, E. Metodología de la
ciencia del derecho.Ed. Ariel. Barcelona. 1980).
12
WEIL, E. Hegel e lo Stato e altri scritti hegeliani. Ed. Guerini. Milán. 1988. pág. 258-259.
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dominación de clase. “Lo que hace que el poder se sostenga, que sea
aceptado, -dirá Foucault años más tarde- es sencillamente que no pesa sólo
como potencia que dice no, sino que cala de hecho, produce cosas, induce
placer, forma saber, produce discursos; hay que considerarlo como una red
productiva que pasa a través de todo el cuerpo social en lugar de cómo una
instancia negativa que tiene por función reprimir”13.
Es por ello que Gramsci se refiere a la necesidad para toda clase social que
quiera tomar el poder e instaurar un orden favorable a sus intereses, de
promover primero, una transición o adaptación de la realidad social hacía su
ideología-cultura: “La supremacia de un grupo social se manifiesta de dos
modos, como dominio y como dirección intelectual y moral. Un grupo social es
dominante respecto de los grupos adversarios que tiende a liquidar o a
someter incluso con la fuerza armada, y es dirigente de los grupos afines y
aliados. Un grupo social puede y hasta tiene que ser dirigente ya antes de
conquistar el poder gubernativo (esta es una de las condiciones principales
para la conquista del poder); luego, cuando ejerce el poder y aunque lo tenga
firmemente en las manos, se hace dominante pero tiene que seguir siendo
también dirigente. (...) debe haber una actividad hegemónica incluso antes de
llegar al poder, no se tiene que contar sólo con la fuerza material que da el
poder para ejercer una dirección eficaz”14. A este proceso previo de
transformación de las relaciones sociales por parte de una clase, es lo que
Gramsci, tomando un concepto que había sido utilizado por Vicenzo Couco
(1770-1823) para referirse a la revolución napolitana de 1799, llama una
“revolución pasiva” o “revolución sin revolución”.
13
FOUCAULT, M. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Ed. Tecnos. Madrid.
1981. Pág. 137.
14
GRAMSCI, A. Antología. Ed. Siglo XXI.México. 1977. Pág. 486.
15
Ésta teoría parte de los siguientes principios: Dios ha decidido desde la eternidad condenar
a una parte de la humanidad y salvar la otra, sin que los hombres puedan hacer nada para
alterar este designio divino. A la cuestión que este axioma genera inmediatamente en cada
uno de los creyente: ¿soy yo un elegido? ¿cómo puedo estar seguro de esta elección?, los
calvinistas predican a sus creyentes que tienen la obligación de sentirse elegidos y rechazar
cualquier duda como “tentación del demonio”, pues si faltaba esa seguridad era señal de una
fe insuficiente. La manera de estar seguros de su elección es un trabajo profesional
permanente e infatigable, solo llevando una vida orientada sistemáticamente al trabajo
profesional como medio para la glorificación de Dios, se puede tener la certeza subjetiva de
ser un elegido. El trabajo sin descanso, no sirve para “conquistar” la salvación, pero sí para
liberar al creyente del miedo acerca de su salvación.
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Como he señalado anteriormente, para que una clase se haga con el control-
dirección de índole ideológica, ésta ha de conseguir estructurar la construcción
ideológica de la sociedad alrededor de un sistema cultural o de relaciones
sociales, de ahí la importancia que en Gramsci tendrá el concepto de
“Sociedad Civil”.
16
Véase WEBER, M. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Ed. Alianza. Madrid.
2001.
17
GRAMSCI, A. Antología. Ed. Ciencias Sociales. La Habana. 1973. Pág. 16.
18
GRAMSCI, A. El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Ed. Nueva
Visión. Buenos Aires. 1971. Pág. 49.
19
MACCIOCCHI, M.A. Pour Gramsci. Editions du Seuil. Paris. 1974. Pág. 161.
20
Por tal motivo afirma Norberto Bobbio que el rescate gramsciano del concepto no es lo que
le asocia a Marx sino lo que le distancia de él. (BOBBIO, N. Gramsci y la concepción de la
Sociedad Civil. 1968. Pág. 149. Citado por ALONSO, A. El contexto de Sociedad Civil en el
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Aquí, ésta era entendida como el espacio donde los individuos propietarios
desplegaban su actividad mercantil, como espacio público de intercambio e
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La crítica que en este sentido, formuló sobre él, Nicos Poulantzas en Hegemonía y
dominación en el Estado moderno, fue, el haber querido restringir el concepto de hegemonía y
de distinguir en principio, en las estructuras de dominación y de explotación de la sociedad
moderna, entre poder directo de dominación -fuerza y coerción- ejercido por el Estado y el
gobierno “jurídico” (o sea por la Sociedad Política, término empleado no el sentido marxista del
Estado político sino en el que asume en la ciencia política en general) y poder indirecto de
dirección intelectual y moral y de organización-hegemonía, ejercido por la clase hegemónica
en la Sociedad Civil por medio del conjunto de las organizaciones habitualmente consideradas
como “privadas” (iglesia, enseñanza, instituciones culturales, etc.). Gramsci -dice Poulantzas-
sólo pudo concebir esos dos aspectos del poder como manteniendo relaciones de
complementariedad: “el más grande teórico moderno de la filosofía de la praxis -nos dice
Gramsci de Lenin- en el terreno de la lucha y la organización política revaluó, en oposición a
las diversas tendencias economistas, el frente de la lucha cultural y elaboró la teoría de la
hegemonía como complemento de la teoría del Estado-fuerza”, pero no como una unidad
contradictoria de dirección-violencia, organización-coerción, etc. A pesar de esta crítica de
Poulantzas, no cabe duda que si Gramsci se hubiera detenido más en lo jurídico, en
congruencia consigo mismo, hubiera reconocido junto al carácter represivo, el carácter positivo
o movilizador del Derecho, como dos caras de un mismo fenómeno. (POULANTZAS, N.
Hegemonía y dominación en el Estado moderno. Ed. pasado y presente. Córdoba. Argentina.
1969. Pág. 77 y 78).
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HELD, D. Modelos de democracia. Ed. Alianza. Madrid. 1991. Pág. 58.
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27
Véase ACANDA, J. L. Sociedad Civil y Hegemonía. Ed. Centro de Investigación y Desarrollo
de la Cultura Cubana Juan Marinello. La Habana. 2002. Pág. 133-135.
28
Véase MARX, K. La Guerra Civil en Francia. En MARX, K. y ENGELS, F. Obras escogidas
en dos tomos. Ediciones en lenguas extranjeras. Ed. Progreso. Moscú. 1955. T.I. Pág. 539-
555.
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29
ACANDA, J.L. Sociedad Civil y Hegemonía. Ob. Cit. Pág. 237.
30
GRAMSCI, A. Cultura y literatura. Ed. Península. Barcelona. 1972. Pág. 82-83.
31
Idem. Pág. 241.
32
Véase FOUCAULT, M. Vigilar y castigar. Ob. Cit. Pág. 199-232.
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33
GRAMSCI, A. Cultura y Literatura. Ed. Península. Barcelona. 1972. Pág. 31.
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De acuerdo con esta distinción, el marxismo oficial interpretaba la intelectualidad
exclusivamente desde un punto de vista economicista, teniendo en cuenta sólo su tipo de
actividad laboral y su relación de propiedad con los medios de producción, y la presentada
como un sector o grupo intermedio y ambivalente, que oscilaba entre la burguesía y la clase
obrera. Explotada por la primera, se inclina a alinearse con el proletariado, pero condenada al
individualismo por las propias características del trabajo que realiza, era considerada como
portadora de vicios e inclinaciones pequeñoburguesas; Además, esta concepción concluía con
una diferenciación entre intelectualidad científico-técnica, responsabilizada de con el desarrollo
de las fuerzas productivas -y, por ende, muy importante para la construcción de un socialismo
que se entendía desde una visión cosificada, y que supuestamente realiza una actividad s
contenido ideológico-, y la intelectualidad humanista, que no contribuye al desarrollo de las
fuerzas productivas, por lo que es menos importante que los ingenieros o los químicos y que,
para justificar su existencia en el socialismo, debían devenir propagandistas de la línea del
partido, reflejar en sus poemas, pinturas, novelas o esculturas los ideales del realismo
socialista y apoyar las directivas del Partido con sus investigaciones y monografías. (ACANDA,
J.L. El malestar de los intelectuales. En Revista TEMAS. No. 29. La Habana. Abril-junio
2002. pág. 12).
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35
GRAMSCI, A. Los intelectuales y la organización de la cultura. Ed. Lautaro. Buenos
Aires. 1960. Pág. 15.
36
GRAMSCI, A. Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Ed.
Nueva Visión. Buenos Aires. 1972. Pág. 62.
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fuerza coercitiva, esto significa que las grandes masas se han separado de la
ideología tradicional, ya no creen en lo que antes creyeron”37.
La pregunta que surge aquí será entonces, ¿Por qué la clase dirigente ya no
obtiene el consenso?. Ésta deja de tenerlo cuando pierde el control de la
producción cultural, cuando ya no puede hacer aparecer sus intereses como
intereses generales, esto es, cuando la sociedad civil ya no actúa como
espacio de socialización o sujeción sino como espació de rebelión, cuando
aparecen en el si de la sociedad civil, en sus distintas instituciones sociales,
proyectos concretos de organización-funcionamiento económico, participativo,
etc. de tipo contra-hegemónico (con una dinámica interna y leyes de
funcionamiento, finalidades, etc. transformada) que, al estar en contacto directo
con el empleo del tiempo cotidiano, dispensando una normatividad-disciplina
fruto de sus propios códigos autorreguladores, se integran de manera
absolutamente anónima en la cotidianidad de los individuos y, por tanto,
desarrollan y expanden en ellos lógicas, racionalidades, dinámicas sociales o
reglas de civilidad específicas contradictorias con el orden socio-económico
formal. La expansión y desarrollo progresivo de proyectos micro de este tipo
tiene como consecuencia a largo plazo que, al confundirse y determinar la
actividad práctica de los individuos en su interior y por lo tanto, prolongarse
también después, transversalmente al conjunto de las relaciones sociales,
crearía en la sociedad una situación de conflicto entre ordenes cultural-
normativos, donde el orden económico, político y social formal no realizaría las
aspiraciones sociales.38 La disolución del bloque histórico sienta en
consecuencia, la posibilidad de un nuevo bloque que va constituyéndose
entorno a una hegemonía opuesta a la hegemonía que entra en crisis. La
hegemonía de la clase dominante sólo puede destruirse si se instaura un nuevo
modo de producción social, que permita una apropiación desajenante de la
realidad. Es en este sentido que Gramsci afirma que la construcción de una
nueva hegemonía liberadora implica la realización de una reforma39 intelectual
37
GRAMSCI, A. Passato e presente. Editori Reuniti. Roma. 1971. Pág. 62.
38
John Lewis Gillin en su obra Introduction to Sociology (1942), describe este momento de
desajustes entre los varios elementos en la configuración total de la cultura que interfiere
seriamente en el mantenimiento del consenso, como una situación de patología social. Ahora
bien, cuando el desorden que se produce es de tipo constructivo, aquel en que la ruptura de las
normas establecidas se produce con el ideal o finalidad, no de crear el desorden puro, el
desorden por el desorden, sino para instaurar normas nuevas y reformar instituciones
inadecuadas, nada hay de patológico en semejante proceso, por el contrario, es una
manifestación de vitalidad, de vida social dinámica. A este tipo de transformación social es a lo
que, propiamente y sin tergiversaciones, llamamos “revolución”. (Véase GILLIN, J.L.
Introduction to Sociology. New York. 1942. Citado por BUSTAMANTE, A.S. Sociología
Jurídica. Ed. Facultad de Derecho. Departamento de publicaciones Universidad de La Habana.
T.II. La Habana. 1942. Pág. 44-47).
39
“No es casual que Gramsci utilizara en los Cuadernos el concepto de reforma cultural en vez
de el de revolución cultural, mas común en el vocabulario marxista. Esto está relacionado con
la valoración que hizo de la Reforma religiosa del siglo XVI en Europa (véase la obra de M.
Weber citada anteriormente: La ética protestante y el espíritu del capitalismo), en
contraposición al Renacimiento. La Reforma devino paradigma en su representación del
cambio social, pues encarnaba un modelo de lo que significaba el desarrollo de una nueva
hegemonía cultural. Gramsci estableció una comparación entre el Renacimiento y la Reforma;
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7. Conclusiones
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En consecuencia, no cabe duda, tal como afirmaba al inicio del artículo, que la
obra de Gramsci se constituye como un instrumento teórico fundamental en la
actualidad para enfrentar eficazmente los problemas complejos y urgentes de
la dominación y la liberación.
37
La difícil constitución del estado en
Centroamérica y El Salvador. Formas de
gobierno, procesos políticos y poder desde
el siglo XVI hasta principios del siglo XX.
Fuente bibliográfica:
Es el estudio más completo sobre el tema. Hace un análisis del proyecto reformista impulsado
en la década de 1950, considerando el liderazgo del proyecto, la gestión política del PRUD, los
procesos electorales y las libertades políticas. Muy importante el estudio sobre la reorientación
de la acción del Estado en el marco de la constitución de 1950.
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Militarismo y poder político en El Salvador 1931-
1979. El cambio del régimen o transición política
(1979-1992). Los Acuerdos de paz. El Sistema
político salvadoreño en la actualidad: ¿Elitismo
competitivo y/o la democratización del régimen?
Fuente bibliográfica:
Torres Rivas analiza de manera muy sintética los factores que condicionaron la crisis política que
condujo a la guerra civil en El Salvador, el descontento por la violación de las libertades
políticas, la eclosión de organizaciones sociales y el surgimiento de las organizaciones político-
militares que optaron por la vía armada para hacer la revolución. Por razones de espacio se
elimina la lectura de Knut Walter.
Lectura 2: Artiga, Álvaro (2015). Elitismo competitivo y la democratización del régimen. San
Salvador: PNUD/Cooperación española/UCA.
Esta selección del libro es importante porque el autor sostiene que el "régimen político
prevaleciente entre 1994 y 2014 se puede categorizar como elitismo competitivo", ya que "una
cultura política autoritaria compartida por las élites del gobierno y el FMLN, operaría en
detrimento de la instauración e institucionalización de un régimen democrático". Se adjunta en
el correo la sección 2.4 sobre elitismo competitivo de Artiga.
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EL SALVADOR, EL LARGO CAMINO DE LA
REVOLUCIÓN*
Torres Rivas, Edelberto. "El Salvador, el largo
camino de la revolución." Observatorio EDELBERTO TORRES RIVAS**
Latinoamericano, no. 9 (2011): 106-16.
El genio salvadoreño produjo, lo que John Foran, el más reciente estudioso de las revoluciones
en el mundo, reconoce como “… probablemente la más intensa experiencia revolucionaria en la
historia de la humanidad, que falló en la tomar el poder” (Foran, 2005: 206). Contra todo pronóstico,
de no ser la abierta intervención norteamericana el Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN) habría tomado el poder hacia 1987/88. Documentos del Departamento de Estado
concluyen que sin “la ayuda militar norteamericana, material y técnica, el régimen no se habría
sostenido” (Byrne, 1996: 56).
Esta “situación” particular, fue el resultado de la prolongada crisis política que produjo el
fracaso de las luchas por la democracia (1944/48, 1960/62), que fueron las formas como se
expresaba el repudio contra la oligarquía y sus gobiernos militares, su ethos cultural, en suma, contra
su Estado. En Guatemala fue la opción jacobina la que se frustró hacia 1954 por la intervención
norteamericana. En El Salvador, fue, menos que la debilidad de los movimientos populares, la fuerza
de oligarquía lo que impidió que se alcanzaran los cambios modernizadores.
El malestar popular continuó profundizándose hasta llegar a 1972, fecha donde la historia se
quiebra y da inicio a una década (1972/1981) en que las luchas sociales y políticas de clase y partido,
definen a los actores del conflicto final: la guerra civil. Ello se analiza en tres etapas, en la primera se
observan la radicalización y al aumento del accionar destructivo y sangriento, ascendente en cada
vuelta del remolino que condujo a la guerra. Ese es un ciclo de fachada política electoral, en que de nuevo
el sufragio sólo sirvió para deslegitimar el poder; sus actores son los militares, los partidos políticos, y
algunos demócratas que todavía creían en las elecciones.
Cuando el descontento popular se expande, la energía de las masas conduce a la creación de
nuevos canales de protesta, nuevas formas de organización. Sus actores son agrupamientos sociales,
sindicatos, las organizaciones político-militares, destacamentos campesinos, y aquellos ciudadanos
que dejaron de creer en las elecciones. La segunda etapa hace referencia a la construcción de la
opción político-militar como la vía exclusiva para resolver la crisis, y por último, la etapa de la opción
política para establecer la paz.
Primera etapa:
* Es este el Capítulo V, con modificaciones, del libro Revoluciones sin Cambio Revolucionario, F&G Editores,
Guatemala, 2012.
** El autor es un reconocido intelectual guatemalteco. Actualmente se desempeña como investigador en
viceversa, en el cual cada cónyuge conservaba su condición anterior. Llámase así porque en la ceremonia
nupcial el esposo daba a la esposa la mano izquierda. En otra parte lo calificamos como un matrimonio
morganático, que viene a ser lo mismo.
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casi medio siglo los militares no lograron consolidar el control del Estado y la oligarquía tampoco
pudo construir un poder legítimo de base democrática.
E. Baloyra, conocedor de la historia del país afirmó que durante varias décadas los militares
controlaron la sociedad sin llegar a dominarla. “No lograron convertirse en el actor hegemónico que
podría reemplazar a la oligarquía (…) Los militares, en su experimento político de 1948 a 1972
fracasaron puesto que fueron incapaces de formar un pacto social duradero que legitimara su
gobierno…” (Baloyra, 1987: 36). El gobierno fue siempre militar, y por ello, los soldados fueron los
guardianes del orden oligárquico, pero no los sirvientes de los “barones” del café.
En este sentido era un Estado débil porque retuvieron simbólicamente el poder pero no el
gobierno, se hicieron obedecer pero no siempre respetar. La relación de mando no fue de una sola
vía. Hubo desencuentros como en toda pareja mal avenida. La crisis política que se fue
constituyendo al impulso de la protesta popular, se desencadenó en los setentas cuando ocurre la
división del locus político dual, la alianza entre “grupo dirigente/fuerza dominante” se desequilibró
por la irrupción del nuevo actor en el interior del pacto oligárquico: el sujeto popular revolucionario.
La constitución de la crisis salvadoreña no se comprende sin reconocer que en las elecciones
presidenciales se comprometían los mecanismos internos de representación y negociación de los
grupos dominantes, así como la búsqueda de legitimidad para el sistema político. Por ello resulta
elocuente el fracaso del proyecto electoral oligárquico-militar (democracias-de-fachada), pues no
puede haber estabilidad por medio de “elecciones autoritarias”. Fueron estas un nuevo factor de
descontento entre los ciudadanos desilusionados ante unas elecciones con los resultados
predeterminados. En la medida en que la legalidad del proyecto electoral no implique legitimidad, va
tomando forma el descontento y la presencia del actor popular, radical, que lo critica. La democracia
como una formalidad vacía es una forma vicaria de democracia y su ejercicio, que como búsqueda de
legalidad fracasa, se convierte en otro factor de protesta. Una elección fraudulenta no sólo
desacredita el procedimiento sino su motivación.
En 1966/67 tuvo lugar una campaña electoral presidencial que alentó la creencia en los
procesos electorales abiertos hacia los intereses populares. El Partido Acción Renovadora (PAR)
agrupó a un sector amplio de profesionales independientes con la clara participación del Partido
Comunista Salvadoreño (PCS) liderado entonces por Salvador Cayetano Carpio. El candidato a la
presidencia fue el rector de la Universidad Nacional, Fabio Castillo. El gobierno militar trató de
disolver el PAR legalmente. La iglesia católica, a través del obispo Pedro Arnoldo Aparicio y
Quintanilla, prohibió la participación de los católicos en el PAR y declaró la excomunión de sus
militantes. Esta fue la primera experiencia de amplia participación popular.
El análisis de las elecciones de febrero de 1972 constituye un ejemplo y un antecedente para
entender la “constitución de oportunidades políticas” perdidas en un escenario ya calificado por
heridas críticas, y que confirma el dictum de que Júpiter enloquece a los que quiere perder. El proceso
electoral se convocó y se preparó como prueba de la responsabilidad democrática alcanzada por el
ejército en su modelo de democracia corporativa que ya se calificó como “iliberal democracy”.
Aún más, se comprometieron tanto los mecanismos internos de representación, como las
formas e instrumentos que la clase dominante decidió utilizar para legitimar el sistema político
vigente, asediado por la huelga de la Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños (ANDES) en
julio 1971. El sector gubernamental participó fraccionado con tres candidatos frente a la oposición
política que armó el prodigio de una unidad ejemplar. La Unión Nacional Opositora (UNO)
compuesta por la Democracia Cristiana (DC), el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR),
socialdemócrata y la Unión Democrática Nacionalista (UDN), fachada del Partido Comunista.
Con este engañoso triunfo vuelto certeza, el PCN se jugó a ir en solitario en las presidenciales
de 1972, las que perdió en el sufragio pero ganó en el escrutinio frente a la UNO el coronel Arturo
Armando Molina; no está en la lógica de las elecciones autoritarias reconocer derrotas. El fraude creó malestar
en el interior del ejército lo que llevó a la insurrección de un grupo de oficiales jóvenes dirigidos por
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el coronel Benjamín Mejía, dispuestos a aliarse con la oposición civil en un golpe de estado el 25 de
marzo. La radicalización y la calidad del desprendimiento militar contrastaron con la inesperada pero
pusilánime actitud del liderazgo demócrata cristiano. La jefatura democristiana, fue reprimida, el Ing.
Duarte hecho preso y expulsado a Venezuela.
La corrupción del voto en el pasado -del Estado finquero- se producía en el acto de votar por
campesinos llevados con engaño, a la fuerza, en la ignorancia o corrompidos por unos centavos,
porque no eran ciudadanos. Pero en 1972, la corrupción estaba en el momento del escrutinio, con la
complicidad de algunos licenciados, la maquinaria administrativa y la prensa. Así, la frontera de la
legalidad no es la democracia sino el mantenimiento del orden. El malestar popular creció porque la
trampa electoral no se percibió ya como el fracaso democrático sino como el hundimiento del orden.
En las elecciones anteriores y en esta del 72, la participación electoral de las masas fue en
aumento, pero tal extensión no se tradujo como incorporación popular en los movimientos sociales,
ni guardó proporción con la representación directa de intereses populares en el Congreso, o en las
alcaldías, ni incidió en la toma de decisiones políticas. Por eso, ese proceso ha sido calificado como
una incorporación excluyente. ¿Cómo se resuelve la tensión entre la fuerza electoral mayoritaria, que es a
la postre fuerza de masas, con el fraude, que es el desconocimiento visible de esa fuerza real? En
condiciones de enfrentamientos violentos, no votar fue la estrategia revolucionaria olvidando que
esta es una decisión equivocada pues el cálculo del ganador se hace con base en votos válidos. La
desconfianza en la democracia militar (elecciones autoritarias) ya no necesitaba nuevas pruebas. A
raíz del golpe militar, se decretó el estado de sitio y se inició durante ese mes y medio, una inesperada
represión contra la oposición civil.
El descontento ciudadano y la represión militar se multiplicaron con el fraude de 1972. ¿Qué
lecturas admite tanta ceguera? Pudo ser el fracaso del modelo militar/empresarial de incorporar a su
proyecto institucionalizador a los sectores más burgueses o más transigentes del bloque opositor; lo
que se ha llamado “democracia-de-fachada”. O pudo ser el fin de las esperanzas de los demócratas
radicales que creyeron en el camino pacífico, legal, en el que durante muchos años y pese a tantas
decepciones, siempre confiaron. Para las fuerzas de la oposición que se armaba, 1972 fue el inicio del
ciclo que pareció darles la razón.
Y ocurrió una inesperada reacción por parte del ganador, el coronel Molina y sus colegas;
propusieron un programa de reforma agraria, creando el Instituto Salvadoreño de Transformación
Agraria (ISTA) el 30 de junio de 1973, apoyada por masivas manifestaciones campesinas y rechazado
de forma perentoria por la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) que defendió sin
hipocresía el status quo agrario, organizando un poderoso frente antiestatal. La iniciativa militar
produjo de inmediato un desbalance de fuerzas políticas, prueba de que las nubes estaban cargadas
de rayos. La crisis apareció por un lado no previsto: los terratenientes contra el Estado y contra los
militares. El pulso fue parejo hasta el final, cuando la burguesía le torció el puño al ejército y el
reformismo militar cedió.2 Al hacerlo, la alianza histórica volvió a crujir y demostró que el poder en
El Salvador era todavía un poder de clase, el de la burguesía.
La falta de autonomización de la esfera política se experimentó de nuevo ante el fraude del
mecanismo electoral, señalando los límites que el régimen de los militares fijaba a la participación y a
la representación política de la oposición. La imposibilidad para los partidos de oposición de acceder
a las instituciones de decisión política impidió que las demandas y conflictos sociales pudieran
canalizarse, negociarse, resolverse pacíficamente. El descontento de los sectores populares siempre
existió pero no siempre se manifestó de la misma manera. La parodia democrática siempre produjo
decepcionados de variado nivel según los factores convocados.
Es esta una historia sin lecciones. En las elecciones de 1977, la UNO tuvo problemas y casi fue
obligada a retirarse de la contienda por las reformas introducidas a última hora en la Ley Electoral.
2 El intento de reforma agraria fue impedido y su fracaso fue evidente en noviembre de 1973; detalles
importantes en Gordon (1989: 168 y ss). y Alain Rouquie (1994).
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Fue una convocatoria mendaz a una ciudadanía ya escindida por los odios de la polarización
creciente; en un escenario así configurado, la desconfianza de la oligarquía con los militares cedió con
la postulación del Gral. Carlos Humberto Romero, del sector más derechista del ejército.
La UNO jugó de nuevo, esta vez con un militar, el coronel Ernesto Claramount, y con
Antonio Morales Erlich, democristiano y ex alcalde de San Salvador. Las organizaciones populares se
opusieron al evento electoral calificando como complicidad la participación en el mismo. Ocurrió, de
nuevo, un fraude mejor servido: para evitar dudas, el candidato del ejército, el general Romero,
obtuvo el doble de votos. Tomó posesión en abril de 1977 en un clima de terror y con la respuesta
inmediata de la oposición insurreccional ocupando la Plaza Libertad el 23 de abril con más de 60 mil
personas, exigiendo la anulación de los resultados. El 27 por la noche el ejército asaltó la Plaza y
disparó a su antojo durante 4 horas.
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la muerte del escritor Roque Dalton, se separa del ERP el grupo que formaría las Fuerzas Armadas
de la Resistencia Nacional (FARN) con ellos se va el frente de masas Frente de Acción Popular
Unificada (FAPU). Por su parte el PCS, conformó en 1980 las Fuerzas Armadas de Liberación
(FAL), su frente de masas, la UDN, existía desde 1962.
El deterioro de la economía de subsistencia agudizó, generalizando, la miseria rural. En 1961,
las ligas agrarias que heredaron la organización desde 1932 conformaron la Federación Cristiana de
Campesinos (FECCAS); en 1975 pasaron a formar parte del BPR y poco después, junto a la Unión
de Trabajadores del Campo (UTC), formaron en 1978 la Federación de Trabajadores del Campo
(FTC), esta Federación aglutinó a jornaleros y campesinos pobres. Ante las movilizaciones, huelgas y
tomas de tierras, la respuesta gubernamental fue feroz.
Para aumentar el control rural el gobierno creó la Organización Democrática Nacionalista
(ORDEN) en octubre de 1967, dirigida por el coronel José Alberto Medrano, director de la Guardia
Nacional; la formaban funcionarios locales, militares, pequeños comerciantes, campesinos medios a
los que dotó de autoridad y armamento. La organización fue utilizada como un instrumento más de
represión e hizo de un sector del campesinado un instrumento de violencia contra otro sector.
Una nueva práctica pastoral fue penetrando en el campo, protagonizada por grupos religiosos
llegados del exterior. Desde 1970 fue creciendo y aumentando la visión contestataria religiosa a través
de la Teología de la Liberación, cuyo mensaje enfatizaba los derechos de los pobres en este mundo
terrenal. La prédica religiosa política, robusteció la protesta campesina, dándole una fuerza
desconocida a la coincidente gestión de la Iglesia y la Democracia Cristiana. No fueron propuestas
concertadas pero el resultado fue la formación de numerosos cuadros y la organización de diversas
categorías sociales campesinas, que dieron a la revolución su imprescindible base rural (Cabarrús,
1983).3
Los sacerdotes y cuadros católicos tuvieron más tarde clara conciencia de su extraordinaria
contribución a la creación de una situación subversiva en el campo y la ciudad, con la represión de
que fueron víctimas. En efecto, la persecución del ejército contra la Iglesia, se inició con el asesinato
del padre Rutilio Grande, en 1977, y terminó con la muerte de los jesuitas en 1989. 4 El recién
nombrado Arzobispo, monseñor Arnulfo Romero, exigió al gobierno aclarar el crimen y decretó
duelo nacional. Con ocasión de la captura del dirigente del BPR, Facundo Guardado, se desencadenó
un plan de ocupación de las embajadas de Costa Rica y Francia, y la Catedral, paro de labores en 16
empresas, huelga de ANDES, concentración en varios pueblos del interior e interrupción del tránsito
en vitales rutas departamentales, logrando detener su muerte.
En el vértigo de esta maraña sangrienta, fueron los estudiantes, los grupos religiosos, los
campesinos pobres, los trabajadores urbanos y la gente salida de los mesones, los actores y las
víctimas.5 Fue otro ejemplo del vigor político de las fuerzas sociales que se desatan como la
movilización espontánea de grupos desclasados urbanos, gente sin oficio, una versión tropical del
lumpen europeo, que participaban de motu propio en el accionar callejero, sin importar la muerte, una
inadvertida capacidad de violencia, una inconsciencia frente al peligro.
Ya para 1979 las organizaciones sociales actuaban por intermedio de sus expresiones militares.
El BPR dirigido por las FPL; las Ligas Populares 28 Febrero por el ERP; el FAPU por las FARN, y
el PRTC recién articulado con el Movimiento de Liberación Popular (MLP). Este “rompecabezas”
fue el resultado espontáneo de un crecimiento por agregación/división de grupos de ideología,
3 Entre los factores claves, H. Byrne (1996: 26 y ss.) subraya que la conciencia campesina cambió gracias a la
acción de agentes externos, sacerdotes y activistas religiosos, así como estudiantes; tuvieron éxito porque las
demandas campesinas ocuparon un lugar importante y no se movilizaron con “agendas ajenas” a sus intereses.
4 En total fueron 14 sacerdotes muertos en ese período.
5 Meson es una casa deteriorada, donde cada familia vive en un cuarto en un hacinamiento insoportable;
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origen o ideales parecidos, con estrategias diversas y sobre todo personalismos y cambiantes lealtades
de oportunidad.
El 11 de enero de 1979 se formó la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), con el
BPR, el FAPU, y la UDN, a los que se sumaron posteriormente las LP 28 de Febrero y el MLP. El
18 de abril se funda el Frente Democrático Revolucionario (FDR). 6 El 22 de mayo queda constituida
la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU) con las organizaciones político-militares: ERP, PCS y
las FPL. Fue este el primer paso hacia la unidad guerrillera, el Frente Farabundo Martí de Liberación
Nacional (15 de octubre de 1980); en este participan el DRU, la RN y el PRTC.
El 17 de julio de 1979, Somoza huye de Nicaragua y Managua cae en poder de los sandinistas;
la alegría es inmensa en El Salvador. En una medida del tamaño de su desconcierto, el general
Romero levanta el estado de sitio, otorga aumentos salariales, ofrece adelantar las elecciones; los
partidos de oposición intentan encabezar la iniciativa política y encontrar una salida de transacción
constituyendo un Foro Nacional.7 El rasgo que califica este tiempo –desde 1978- es la voluntad
insurreccional.
Segunda etapa
La multiplicación de tantos factores críticos produjo el 15 de octubre de 1979 el golpe de
Estado contra el general Romero. Lo llamaron el golpe de la “juventud militar” porque un grupo de
mandos medios lo encabezó, pero estos sólo fueron la máscara de los intereses de los más diversos
actores: militares, la Democracia Cristiana, empresarios de la derecha oligárquica, políticos e
intelectuales centristas, sindicalistas y otros, Y la alternativa se plantea como un inmediato cambio de
política, o reformismo a fondo o la revolución popular.8 No fue un golpe militar más, sino la
culminación de un proceso de pudrición política que, en el límite, se propone una sustitución de
actores y políticas, una rectificación para retomar el sentido del orden. En opinión de Menjívar, fue
un golpe anunciado, precedido de consultas y acuerdos tejidos por estrategas norteamericanos
(Menjívar Ochoa, 2006: 89 y ss.).
Fue un quiebre histórico con consecuencias que no se esperaban: de inmediato puso fin a la histórica
alianza entre los intereses clasistas de la oligarquía y los del ejército, un largo maridaje de casi medio
siglo que ha sido analizado en la sección anterior. Aún más, exhibió las discrepancias abruptas en el
interior de la burguesía y de los militares. Tomar conciencia de la crisis, situó el tema de la revolución
en el centro de la política, al exhibir la pérdida de las funciones centrales del Estado, reducido a una
máquina de matar. Todo esto define típicamente una crisis de Estado, de las más importantes
fracciones dirigentes, situando a la Democracia Cristiana en el centro y por ello como la fuerza
política posible ejecutora de una táctica para detener la revolución. Este era el proyecto
norteamericano.
El momento es denso y oscuro, dice Véjar, y en el terminan viejos equilibrios políticos y
sociales de larga data, para dar paso a nuevos pactos fundacionales y a la desobediencia extrema de
grupos hasta entones subordinados al tradicional bloque de poder. 9 Se formó una Primera Junta de
Gobierno, encabezada por los coroneles Adolfo Arnoldo Majano y Jaime Abdul Gutiérrez, y los
civiles Guillermo Manuel Ungo, de la izquierda democrática, Román Mayorga Quirós, del Foro
Democrático, y Mario Andino, del sector empresarial.
6 El FDR comprende a los socialdemócratas del MNR, el Movimiento Popular Socialcristiano (disidentes de
izquierda de la DC), la Universidad, la AGEUS, el Movimiento Independiente de Profesionales y Técnicos
(comunistas) y dos sindicatos independientes.
7 Participan la DC, el MNR, la UDN (comunistas), FENASTRAS y algunos otros, menores.
8 Los numerosos e importantes detalles aparecen en Gordon, (1989: 293 y ss.), Bataillon (2003: 258 y ss.),
Rouquie (1994: 157 y ss.), Brockett (2005: 236), Byrne (1996: 74), Stanley (1996: 148 y ss.). Y por supuesto, en
los trabajos clásicos de Carlos Vilas (1994), James Dunkerley (1982) y otros.
9 Comentario de Rafael Guido Véjar en Menjívar Ochoa (2006: XVII)
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La lógica de la situación revolucionaria también estaba conformada por hechos objetivos,
independientes y con su propia dinámica. La crisis aumentó cuando la Primera Junta se disgrega,
impotente, y el 10 de enero de 1980 se forma una Segunda Junta con demócrata cristianos y militares;
Héctor Dada y el ala izquierda de la democracia cristiana salen del gobierno, impotentes para frenar
la represión militar. Se forma una Tercera Junta el 22 de diciembre, encabezada por Napoleón
Duarte, la derecha de la DC y una fracción del ejército. ¿Por qué esta fragmentación?
La oposición revolucionaria no reconoció la legitimidad de Duarte y la protesta se extendió.
Puesta a prueba en una nueva configuración política, la conducta del ejército no varió su sentido
homicida, a pesar de los oficiales “progresistas”. En abierto desentendimiento de la oportunidad de
una rectificación histórica, las fuerzas de la derecha burguesa fueron partidarias de aplicar los mismos
métodos del pasado y también se opusieron a Duarte; los democristianos fueron siempre sus
enemigos. En jaque por ambos costados, la crisis se profundizó. No es irrisorio reconocer el hecho
que el primer gobierno civil en el país, con políticas reformistas, surgió también como un feroz poder
contrainsurgente y reprimió sin recordar las enseñanzas de la historia, de la cual habían sido víctimas.
En el marco de una lectura equívoca y oportunista de la situación coyuntural, el gobierno de
Carter se guió por el convencimiento de que la bomba a punto de estallar se desactivaba con
reformas radicales en el interior del sector agrario, de sus relaciones e instituciones.10 Hay aquí una
mezcla de oportunismo y ceguera al hacer suya una parte del tradicional programa de la izquierda. Se
buscó dar lo que en el boxeo se conoce como un “derechazo” (golpe rápido) doble, con el mismo
puño; una ofensiva contra los reaccionarios apoyos políticos de la derecha y aislar a los grupos de la
izquierda: el 6 de marzo de 1981 se promulgó una insólita ley de reforma agraria, que ordenó la
expropiación de 376 fincas mayores de 500 hectáreas, en total equivalente al 15% de la tierra agrícola,
y al día siguiente, la nacionalización de los bancos y los servicios del comercio exterior.
Estas medidas radicalmente antioligárquicas confirmaron el extremismo de derecha de la
burguesía salvadoreña y su total oposición al reformismo demócrata cristiano. La derecha
salvadoreña, en ese momento antagonizó duramente con la política de Carter.
El orden público estaba sustancialmente alterado, alimentando en las fuerzas de izquierda una
disímil lectura de la coyuntura y acerca de si el próximo paso era o no la insurrección general; una
situación de vida o muerte experimentada como los prolegómenos de la guerra, a los que exacerbó la
noticia del triunfo sandinista. Un ejemplo de esa alta temperatura lo muestra cómo al día siguiente
del golpe que expulsó al Gral. Romero, el ERP llamó a un levantamiento urbano y una semana
después, el 24 de octubre, el BPR ocupó varios Ministerios y exigió a la Junta la disolución de las
fuerzas paramilitares. Las organizaciones actuaban separadas en la misma dirección. Muchos
creyeron que se había instaurado una réplica de la república de Kerensky.
Hubo coincidencia y decisión de los sectores reaccionarios ya mencionados en la urgencia de
acabar con la amenaza insurgente: los datos mueven a la incredulidad o al escalofrío: entre octubre de
1979 y enero de 1981, más de quince mil personas fueron asesinadas por paramilitares en sus casas o
en manifestaciones urbanas, huelgas, tomas de edificios en la ciudad y otras movilizaciones en el
campo. Sólo en el primer semestre de 1980 murieron a manos de escuadroneros unos 200 dirigentes
populares. Un hecho grave fue la captura y el asesinato de los siete máximos dirigentes del FDR, el
22 de noviembre de 1980, incluyendo a Enrique Álvarez Córdoba y Juan Chacón. 11
Al asesinar a medio centenar de sus fieles, en vela por la muerte del Monseñor Oscar Arnulfo
Romero el 24 de marzo de1981, los militares mataron 50 veces al arzobispo, en desbocado desafío
10 Naturalmente obsesionados por evitar que se repita la reciente experiencia nicaragüense, el gobierno de
Carter jugó un papel central en la definición de las varias estrategias políticas y militares, todas buscando la
constitución de un gobierno legítimo capaz de unificar a las fuerzas del centro político y pacificar el país.
11 El señor Álvarez era un distinguido político que pertenecía a una familia de la oligarquía; Chacón era el
Secretario General del BPR, una reconocida figura popular. El asesinato de estos dirigentes fue condenado
interna e internacionalmente, justamente cuando regresaban de una gira por Europa.
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que no produjo sino mayores niveles insurreccionales. Si faltaran ejemplos, he aquí uno más: medio
centenar de civiles, desarmados, de rodillas, orando, olvidando que la revolución está hecha también
de sangre y lágrimas. ¿Los ejércitos nacionales fueron creados para estos crímenes?
La marcha fúnebre en su homenaje fue de nuevo una demostración de masas, 100 mil
personas que en el centro de San Salvador desafiaron la independencia del Ejército que se le suponía
obediente a la Junta de Gobierno. Y la sangría continuó ese año, algunas de notorios efectos como la
muerte de cuatro monjas estadounidenses, dos a la luz del día, a manos de la guardia nacional el 2 de
diciembre, que creó un tsunami de desprestigio internacional. La amenaza del inminente triunfo de
los republicanos en Estados Unidos, en enero de 1981, aumentó las decisiones internas cuando
Ronald Reagan definió a El Salvador como un lugar preeminente que urgía defender. 12
El 22 de enero de 1981 la CRM hizo desfilar más de 100 mil personas, para el aniversario de la
rebelión campesina de 1932.13 Esta movilización exhibió una extraordinaria capacidad de
convocatoria junto a una prueba de coraje popular; días después, el ERP se suma a la CRM. Fue otro
paso adelante la publicación, en esas fechas, de la Plataforma Programática del Gobierno
Democrático Revolucionario, por la CRM. Constituyó en el nivel ideológico una apuesta a la
ofensiva política, una oportuna invitación a ampliar la definición de las fuerzas populares.
El 17 de marzo la CRM llama a la huelga general, sin efectos. El país se vio ante una
encrucijada fatal: el estallido de la guerra civil. El golpe de Estado no surgió para detenerla, como lo
imaginó la estrategia norteamericana, sino para precipitarla. Fue una alternativa tardía para el centro y
para la derecha tradicionales, un desafío a las fuerzas políticas cuyo ánimo reformista se ahogó en la
defensa del orden.14 Las poderosas homilías de monseñor Romero –observador, inspirador y víctima-
proponían un cambio de rumbo para evitar el fratricidio, satisfacer las necesidades de los sectores
mayoritarios pobres y desmontar, de una vez para siempre, el viejo sistema de dominación.
El 10 de enero de 1981 el FMLN, en medio de una fuerte pugna interna anuncia la ofensiva
final, como síntesis de una etapa de acumulación de fuerzas políticas y militares. Años de esfuerzos
llevaron a una “situación revolucionaria” sui géneris, cuando la dirigencia del FMLN consideró que era
posible una ofensiva definitiva contra el sistema. 15 La condición objetiva para iniciar el asalto al poder
parecía darse en la medida del rompimiento del orden interno, pero no de las circunstancias
subjetivas para tomarlo. Son estas las más difíciles de conformar, pues tomar el poder es tener las fuerzas
políticas para destruirlo/ocuparlo. La apelación a la “ofensiva final” podía fracasar y así fue, sólo fue el
primer acto de la guerra civil.16
A juzgar por anécdotas no publicadas, la decisión de lanzar la ofensiva final fue tomada
problemáticamente por “mayorías de votos” en el alto nivel de la Comandancia. Era la dura prueba
que la guerra no unifica a los que la hacen; y que la práctica de la lucha armada no resuelve por sí
misma sus divergencias. Es arduo saber el momento preciso para marchar y tomar el Palacio de
Invierno y tener la certeza de Lenin. Tal vez una falsa percepción, exceso de confianza, dudas: la
“autosuficiencia” o el triunfalismo convirtieron la ofensiva final en el inicio de la guerra civil.
Con excepción del levantamiento de la Segunda Brigada de Infantería en Santa Ana, la toma
de San Francisco Gotera del ERP, y el hostigamiento de algunos puntos en Chalatenango por las
FPL, no ocurrió nada. Las masas populares no estaban cansadas sino diezmadas o confundidas. No
se sabe en dónde se ubicaron las mayores ilusiones, si en la acción militar o en el apoyo de masas;
pero el triunfalismo se volvió fracaso. Como final fue el inicio de la guerra y los preparativos para
aquel sirvieron para esta, lo que explica la rápida implantación de la guerrilla en el interior rural. Y sus
primeros éxitos militares. Una década de guerra civil empezó así.
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Lectura: Argueta, R. A. (2007). Los grandes debates en la historiografía económica de El Salvador
durante el siglo XX. Boletín AFEHC, (29).
Enlace: http://goo.gl/OGjpY6
Lectura: Bonilla Bonilla, Adolfo (1999). Ideas económicas en la Centroamérica Ilustrada 1773-1838.
Flacso, Programa El Salvador.
Enlace: http://goo.gl/V6uBfX
Resumen: Este libro reflexiona sobre una idea de consenso general, que aquellos que no aprenden de
la historia, están condenados a repetir los mismos errores y por lo tanto, la reflexión sobre el pasado
se constituye generalmente en un paso necesario para la construcción del futuro. En una época en
que se quiere hacer predominar el papel de la libre iniciativa en el desarrollo económico y social de
los países, la obra de Bonilla nos recuerda la importancia de la responsabilidad del liderazgo, de la
construcción de instituciones políticas sólidas y de la tolerancia al adversario.
Lectura: Mora Toscano, O. (2006). Las teorías del Desarrollo Económico: algunos postulados y
enseñanzas. Apuntes del CENES, XXV (42), 1-27.
Enlace: http://goo.gl/rlzVep
Resumen: Este artículo realiza un sencillo análisis de los conceptos teóricos elaborados alrededor de
la economía del desarrollo, así como la presentación de algunos de los principales postulados y
enseñanzas de las mismas para países como los de América Latina. Esta revisión se lleva a cabo a
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partir del estudio de los momentos específicos en donde aparecen y tienen vigencia las distintas
posiciones descritas en el documento.
En ese sentido se observan los aspectos fundamentales de la teoría moderna del desarrollo, el
modelo cepalino de sustitución de importaciones, la teoría de la dependencia, las contribuciones de
la contrarrevolución neoclásica y finalmente los postulados más recientes de la teoría, ligados
especialmente con la profundización de las tesis neoclásicas, así como la irrupción de los temas
ambientales y de sostenibilidad en las discusiones sobre el desarrollo.
Lectura: Pleitez, W. (2011). Las reformas neoliberales: un balance crítico. El Salvador: historia mínima
(pp. 107-112). San Salvador: Editorial Universitaria.
Enlace: https://goo.gl/8BGBGP
Resumen: Estudia el origen e implementación de las reformas neoliberales en El Salvador, en las que
confluyen las propuestas de FUSADES con las formuladas a nivel internacional en el marco del
Consenso de Washington, las cuales se implementan justo cuando se firmaban los Acuerdos de paz.
Hace además un balance sobre la ejecución de las reformas, discutiendo su impacto inicial sobre las
exportaciones y la economía en general y su posterior agotamiento. El balance final señala la
inviabilidad del proyecto y el alto costo social que conlleva.
Lectura: PNUD (2013). Informe sobre Desarrollo Humano El Salvador 2013. Imaginar un nuevo país.
Hacerlo posible. Diagnóstico y propuesta. San Salvador: Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo.
Enlace: http://goo.gl/UcWWs1
Resumen: El documento hace un recorrido por la historia del país y expone con mucho detalle las
decisiones que se han tomado en materia de políticas sociales y económicas desde las primeras
décadas del siglo pasado hasta nuestros días. Los datos disponibles revelan que el país ha cosechado
amplias deudas con importantes segmentos poblacionales que en la actualidad no solo muestran
graves rezagos en su calidad de vida sino que también carecen de una auténtica libertad. Porque,
desde nuestro enfoque, la pobreza y la falta de oportunidades representan verdaderos obstáculos
para que las personas ejerzan plenamente sus libertades fundamentales.
Lectura: Rubio Fabián, R. (1991). Comentarios críticos a las teorías del desarrollo predominantes. Hacia
otro concepto de desarrollo de las sociedades. Realidad. Revista de Ciencias Sociales y
Humanidades (24), 713-761.
Enlace: http://goo.gl/uljui1
Resumen: Hace un análisis crítico a las teorías del desarrollo predominantes y pone en discusión
nuevas ideas sobre el desarrollo, provenientes de propuestas alternativas. Propone además algunos
lineamientos sobre lo que debería contener una concepción diferente del desarrollo.
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