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TRABAJO ESCRITO STALIN

INTEGRANTES: Abigail Haro, Mishell Lascano, Joice Villacis

Biografía

Iosif Dzhugashvili era hijo de un zapatero pobre y alcohólico de la región caucásica

de Georgia, sometida a la Rusia de los zares. Quedó huérfano muy temprano y estudió

en un seminario eclesiástico, de donde fue expulsado por sus ideas revolucionarias

(1899). Se unió entonces a la lucha clandestina de los socialistas rusos contra el

régimen zarista; cuando en 1903 se escindió el Partido Socialdemócrata, siguió a la

facción bolchevique que encabezaba Lenin.

Fue un militante activo y perseguido hasta el triunfo de la Revolución bolchevique de

1917, época de la que procede su sobrenombre de Stalin («hombre de acero»). La

lealtad a Lenin y la falta de ideas propias le permitieron ascender en la burocracia del

partido (rebautizado como Partido Comunista), hasta llegar a secretario general en

1922.

Stalin emprendió entonces una pugna con Trotsky por la sucesión de Lenin, que, ya

muy enfermo, moriría en 1924. Aunque el líder de la Revolución había indicado su

preferencia por Trotsky (pues consideraba a Stalin «demasiado cruel»), Stalin maniobró

aprovechando su control sobre la información y sobre el aparato del Partido, aliándose

con Zinoviev y Kámenev hasta imponerse a Trotsky. La lucha por el poder se disfrazó

de argumentos ideológicos, defendiendo cada bando una estrategia para consolidar el

régimen comunista: la construcción del socialismo en un solo país (Stalin) contra la

revolución permanente a escala mundial (Trotsky).


Lenin y Stalin (Gorki, 1922)

Pero el verdadero móvil de Stalin era la ambición de poder: una vez apartado

Trotsky (al que mandó al exilio en 1929 y luego hizo asesinar en 1940), se

desembarazó también del ala «izquierda» del partido (Zinoviev y Kámenev, ejecutados

en 1936) y del ala «derecha» (Bujarin y Rikov, ejecutados en 1938) e instauró una

sangrienta dictadura personal, apropiándose de las ideas políticas que habían

sostenido sus rivales.

Ascenso al poder de Stalin

Con el triunfo de la Revolución Rusa en 1919 se iniciaron toda una serie de cambios

internos en la propia estructura del naciente Estado soviético. Se iba a pasar de una

monarquía absoluta de corte medieval a un experimento de gobierno comunista hasta

entonces nunca visto. Los revolucionarios bolcheviques iban a encontrarse, sin

embargo, con graves problemas para la implantación de su nuevo sistema, siendo el

primero de ellos las consecuencias de la Guerra Civil Rusa que, además de la

destrucción del país y las muertes, obligó al país a implantar una política económica

destinada a fortalecer al gobierno para mantener abastecidas de armas y alimentos a

las ciudades y al ejército. Es lo que se ha dado en llamar Comunismo de guerra[1].

Tras el fin de la guerra el país se encontraba económicamente hundido, materialmente

destrozado y humanamente sangrado con millones de muertos, los transportes

hundidos, la persecución de la disidencia, una grave crisis alimentaria (con cifras que

irían de los cuatro o cinco millones de muertos) y, al enfrentamiento con las potencias

extranjeras, se le había sumado el malestar interno de sectores populares y militares

que se mostraban disconformes con la orientación política tomada.


Este malestar llevó al surgimiento de una serie de levantamientos, rebeliones y

huelgas que se extendieron durante todo el conflicto bélico[2]. De todas, la más

sangrante para el poder soviético fue la rebelión de Kronstadt en la isla de Kotlin que

procedía de los propios marinos que estuvieron entre los primeros defensores de la

Revolución de Octubre. Entre las reivindicaciones lanzadas se encontraba: la

celebración de elecciones libres, aplicación de la libertad de prensa para todos los

sectores de la izquierda no bolcheviques (socialistas y anarquistas) y la liberación de

los presos políticos. Sin embargo, la revuelta sería sofocada violentamente por el

Ejército Rojo al mando de dos personajes que jugaron un papel muy destacado en los

próximos años: León Trotski y Mijaíl Tujachevski. Además, el naciente Estado soviético

no sólo iba a obviar todas y cada una de las peticiones reclamadas, sino que la

propaganda oficial, en una política que recuerda a la forma de actuación futura durante

las purgas estalinistas, acusaría a la inteligencia francesa y a los soldados zaristas

como los responsables subsidiarios de aquellos hechos. La consecuencia directa de

aquellos conflictos iba a ser el recrudecimiento de la persecución de los críticos (incluso

dentro del propio Partido Bolchevique) y la eliminación física de la oposición política,

iniciándose un camino del que pocos conocían sus verdaderas consecuencias.

El mismo mes de marzo de 1921 en que el “problema” de Kronstadt era resuelto, el

día 21 sucedía otro hito que influiría directamente en el devenir soviético. A propuesta

de Lenin, entonces ya el líder indiscutible del nuevo Estado, se procedía a la

promulgación por decreto de la “Nueva Política Económica” que se prolongaría en el

tiempo hasta 1927/8. Esta reorientación económica suponía la confirmación del fracaso

de facto de la economía comunista y para potenciar un aumento de la producción se


legalizaron formas capitalistas antes denostadas como la legalización de la propiedad

privada de los recursos agrícolas, pequeñas empresas, el comercio o el

enriquecimiento personal. Se favorecía también la consolidación de grandes

propiedades agrarias (siendo ellas las que se quedaban ahora con su propio excedente

y no el Estado) con la conversión de los campesinos en proletarios asalariados y el

establecimiento de una clase comercial neoburguesa. Sin embargo, el Estado seguía

controlando directamente las grandes fábricas (de carbón, hierro y electricidad),

empresas y los bancos. Con esta reorientación económico se pretendía salir de la

grave crisis en la que se encontraba el país después de una guerra tan larga, a costa

de postergar cierta ortodoxia ideológica en beneficio de la consolidación del nuevo

poder.

En 1922, Iósif Vissariónovich, más conocido como Stalin (“hecho de acero), era

nombrado Secretario General del Comité Central del partido[3]; a ello le unía el control

que ya ejercía sobre el Orgburó[4], lo que le permitió adquirir una posición preeminente

que utilizaría para colocar a sus aliados en los puestos clave dentro del partido y que a

la larga sería fundamental para acabar haciéndose con el control absoluto del Estado

soviético. La enfermedad de Lenin agravada a finales de ese año daría vía libre al inicio

de las hostilidades por ver quién se posicionaba mejor para ser su sustituto, de ahí que

fuera tan importante el control de los distintos órganos y comisiones que conformaban

la estructura interna del Partido bolchevique (denominación que mantendría hasta

1925, año en que cambiaría su nombre por el de Partido Comunista de los

Bolcheviques de la Unión).
AnunciosCon el triunfo de la Revolución Rusa en 1919 se iniciaron toda una serie de

cambios internos en la propia estructura del naciente Estado soviético. Se iba a pasar

de una monarquía absoluta de corte medieval a un experimento de gobierno comunista

hasta entonces nunca visto. Los revolucionarios bolcheviques iban a encontrarse, sin

embargo, con graves problemas para la implantación de su nuevo sistema, siendo el

primero de ellos las consecuencias de la Guerra Civil Rusa que, además de la

destrucción del país y las muertes, obligó al país a implantar una política económica

destinada a fortalecer al gobierno para mantener abastecidas de armas y alimentos a

las ciudades y al ejército. Es lo que se ha dado en llamar Comunismo de guerra[1].

Tras el fin de la guerra el país se encontraba económicamente hundido, materialmente

destrozado y humanamente sangrado con millones de muertos, los transportes

hundidos, la persecución de la disidencia, una grave crisis alimentaria (con cifras que

irían de los cuatro o cinco millones de muertos) y, al enfrentamiento con las potencias

extranjeras, se le había sumado el malestar interno de sectores populares y militares

que se mostraban disconformes con la orientación tomada.

Estructura interna de los principales organismos que conformaban el Partido

Comunista de la URSS.

En todo este proceso de escalada hacia el poder, el principal objetivo a batir era el

Comisario de Guerra y creador del Ejército Rojo, León Trotsky, miembro principal del

Politburó después del propio Lenin. La principal oposición al político ucraniano estaba

formada, en un primer momento, por Stalin (que controlaba el Comité Central y el


Orgburó), Lev Kámenev (que durante la enfermedad de Lenin se había hecho con la

dirección del Politburó[5] y del Sovnarvom[6]) y Grigori Zinóviev (presidente del

Komintern o Internacional Comunista). La división interna y el inicio de las hostilidades

lleva a que a finales de 1923 Trotski y sus seguidores, en lo que se llamaría la

Declaración de los 46[7], manifestaran su disconformidad con las decisiones

autoritarias que estaba tomando el Politburó y denunciaban el creciente poder que

había acumulado el camarada Stalin. Bajo este clima de constantes enfrentamientos en

el seno del partido, moría en enero de 1924 Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, padre de la

revolución y al que desde muy pronto empezaría a venerársele como a un santo,

generándose en torno a su figura un importante culto al líder (política que sería copiada

más adelante por el propio Stalin, aún en vida).

Muerto el líder, se produciría el reparto de sus principales cargos entre sus dos

vicepresidentes: Kámenev, que quedaba ahora en una posición de mucho poder, y

Alekséi Rýkov, que se convertía en Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo

de la URSS y de la República rusa. Sin la figura presente de Lenin, se hizo más

patente aún la división ideológica y las disputas personales que existían entre unos y

otros, hasta el punto que se dibujaron tres bloques ideológicos y enfrentados entre sí.

Por un lado y a la izquierda quedaba Trotski y la Oposición de Izquierdas, con los

antiguos 46, que defendían la política de la revolución permanente, mayor democracia

en el seno del partido y acabar con la cada vez mayor burocratización del Estado. Por

otro lado, a la derecha, el ala moderada formada por Rýkov, Nikolái Bujarin y Mijaíl

Tomski que defendían una mayor economía de mercado en el seno de la NEP y,


finalmente, el triunvirato compuesto por Kámenev, Zinoviev y Stalin, que se acabarían

haciendo con el control del partido bajo la defensa del “socialismo en un solo país”.

El inicio de las hostilidades no se hizo esperar, y el primer gran peso fuerte del

partido en ser atacado fue León Trotski, que representaba el ala más radical del

bolchevismo. Sólo un mes después de la muerte de Lenin, en el XIII Congreso del

partido, Trotski y sus seguidores fueron formalmente acusados “de desviacionismo

izquierdista, de maquinaciones contra el Comité Central” gracias a una alianza entre la

troika, cuyo poder crecía, y el ala moderada de Bujarin. El triunfo de los aliados fue total

porque Trotski acabaría dimitiendo como Comisario del Pueblo del Ejército y de la

jefatura del Consejo Militar Revolucionario; incluso, Stalin se permitió el lujo de impedir

la expulsión de su gran enemigo del partido, sembrando así la disconformidad con sus

aliados más cercanos.

Tras la victoria de la troika, Zinóviev parecía convertirse en el sucesor de Lenin, pero

en el fondo, sería Stalin el que salió más beneficiado de los tres al controlar desde la

sombra el aparato administrativo del Estado y funcionarial del partido a través de su

cargo de secretario general del Comité Central. Eliminado Trotski y sabedor de su

nueva fortaleza, Stalin rompería su alianza con sus antiguos aliados (Kámenev y

Zinóviev) a principios de 1925, iniciándose ahora otro nuevo enfrentamiento. Esta vez

los rivales se dividirían en: Stalin y la derecha de Bujarin por un lado, y la llamada

“Nueva Oposición”, formada por Zinóviev, Kámenev, Grigori Sokólnikov (Comisario

soviético de Finanzas) y la viuda de Lenin. Poco a poco, las piezas del tablero se iban

moviendo al son del líder georgiano: a finales de ese año, Mijaíl Frunze, aliado de

Zinoviev y sucesor de Trotski como Presidente del Comité Militar Revolucionario, moría
en extrañas circunstancias después de haberse enfrentado al propio Stalin. El puesto

vacante sería casualmente ocupado por uno de los hombres fuertes del cada vez más

poderoso líder soviético: el mariscal Kliment Voroshílov.

A finales de 1925 se acaba de consolidar, casi sin posibilidad de retorno, el poder de

Stalin como hombre fuerte dentro del partido y de la URSS. Una vez más, consigue

vencer a sus antiguos aliados en el XIV Congreso del partido y, aunque no pudo evitar

que Zinoviev fuera reelegido para el Politburó, sí consiguió que Kámenev y Sokólnikov

cayeran. Sólo unos meses después, verano de 1926, éste fue acusado por los

partidarios del líder georgiano de utilizar su posición y el aparato del partido en único

beneficio propio. Zinóviev era expulsado del Comité Central y relegado como

Presidente de la Internacional Comunista, siendo sustituido por el nuevo aliado de

Stalin, Nikolái Bujarin. La sempiterna alianza antitrotskista Zinoviev-Kámenev,

apartados de los puestos de decisión del partido y conscientes de que el gran enemigo

era ahora Stalin, acercarían posiciones irónicamente con el propio Trotski y sus

seguidores, formando una alianza que se llamaría la “Oposición Unida”. Sin embargo,

el siguiente congreso del partido (XV, diciembre de 1927) confirmaría la nueva

situación: derrota de la coalición, expulsión de Kámenev del Politburó, y expulsión de

Trotski y Zinóviev, con todos sus seguidores del partido y de la URSS (así como su

posterior eliminación física). Meses después seguiría sus mismos pasos el propio

Kámenev[8].

Eliminada la principal oposición que podía hacer frente al poder de Stalin y sus

seguidores, en 1928 se va a producir el asalto final del líder georgiano al poder total en

la URSS. En este año la economía del país iba a alcanzar los niveles de producción
industrial y agrícola deseados (se igualan cifras de 1913), estimándose que la NEP,

con ciertos elementos capitalistas, ha alcanzado el techo de su desarrollo y se apuesta

porque fuera sustituida definitivamente por una política centralizadora que potenciara

más la industrialización y la colectivización de la economía soviética, en los llamados

Planes Quinquenales. Esta reorientación económica del país liderada por Stalin le lleva

a enfrentarse ahora sí al último sector que quedaba todavía activo como fueron sus

antiguos aliados del ala moderada: Bujarin, Rýkov y Tomski[9]. Por contra, muchos de

los líderes críticos con Stalin y que habían sido apartados del poder y del partido

(Kámenev, Zinóviev, Rosengoltz, Krestinski, Piatakov, Radek, Preobrazhenski,

Boguslavski, Drobnis, Serébriakov, Smirnov o Rakovski, la mayoría antiguos miembros

de la Oposición de Izquierdas) solicitan la gracia y el perdón para ser readmitidos en la

ortodoxia del sistema —siendo muchos obligados a ello— a cambio de atacar y criticar

a un Trotski que, ya desde fuera de la URSS, no cesa en su política de condenar a

Stalin y el estalinismo.

Al final, tan sólo diez años después, en 1929, nos encontramos ante un Estado y un

partido que Stalin había ido tejiendo cuidadosamente para conformar todo un

entramado clientelar y burocrática que debía más su lealtad al líder georgiano que a los

ideales que llevaron a la lucha contra el zarismo. El último obstáculo para convertirse

en el gran “zar rojo” fue definitivamente alcanzado en este año, en el que la llamada

“Oposición de derechas” tuvo que admitir públicamente sus errores para ser sólo

apartados del poder. El último gran cargo que había ostentado Lenin y que aún no

estaba en manos de ningún estalinista, el de Presidente del Sovnarkom (hasta

entonces en poder de Rýkov), pasaba definitivamente a uno de los más fieles


colaboradores de Stalin en la URSS, Viacheslav Molotov. Sin embargo, la nueva

maquinaria del partido al servicio de Stalin no se iba a conformar con el triunfo político

sobre sus adversarios, sino que, como se verá durante la década de 1930, la victoria

debía ser completa y total.

Economía del gobierno de Stalin

A partir de 1928 Stalin abandonó los postulados de la NEP e impuso una nueva

forma de dirigir la economía: la planificación y la centralización.

El Estado controlaría a partir de entonces toda la actividad y establecería las

directrices a seguir, tanto en el sector industrial como en el agrícola. El organismo

encargado de tal cometido era el “Gosplan”, una comisión encargada de fijar las metas

y las pautas a seguir.

La actividad económica se proyectó en períodos de 5 años, denominados “Planes

Quinquenales”. De 1928 a 1941 hubo tres planes, el último de los cuales quedó

interrumpido por la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar la contienda los planes

quinquenales volvieron a retomarse.

El objetivo de los planes quinquenales era librar a Rusia del atraso económico,

dotarla de un fuerte potencial industrial y hacerla agrícola y militarmente autosuficiente.

La planificación de los años treinta hizo hincapié en dotar a la URSS de unas

infraestructuras acordes a las necesidades de un país industrializado. Ampliar imagen

Los medios para conseguirlo fueron la socialización de la industria, la colectivización

de los campos y el control de la distribución de la producción.


La planificación afectó a todos los campos de la economía: inversión, producción,

consumo, salarios y precios. Dejó de lado cualquier tipo de autogestión de los obreros y

las empresas.

Se suprimió el sistema mixto de propiedad estatal y privada y se volvió al dirigismo

estatal de las fases iniciales de la revolución.

Para ello fue prioritario eliminar los principios de la NEP, lo que socialmente se

tradujo en la destrucción de las clases que habían prosperado bajo su cobertura,

especialmente la de los kulaks.

Para alcanzar los objetivos fijados se establecieron como prioritarias dos tareas:

La colectivización agraria

El primer plan quinquenal estableció la colectivización de la tierra. Los propietarios

debían aportar sus posesiones agrícolas y ganaderas a la colectividad. Los kulaks,

campesinos adinerados que habían prosperado bajo la NEP se resistieron a acatar las

órdenes y fueron represaliados.

Eliminados de la escena económica, una significativa parte de los 5 millones que

había censados en 1927 desapareció. El régimen los consideró sospechosos de

antisocialismo y los deportó a campos de trabajo en Siberia donde muchos perecieron.

La colectivización agraria se centró en torno a dos tipos de propiedad socialista: los

"koljoses", grandes granjas cooperativas colectivas y, en menor grado los “sovjoses” o

granjas estatales que utilizaban mano de obra asalariada.

Cartel propagandístico sobre la colectivización. 1929. Ampliar imagen

Cartel propagandístico
En ambas se potenció el uso de maquinaria y la aplicación de técnicas agrícolas

avanzadas. En 1936 el número de granjas ascendía a casi 248.000, mientras que en

1929, al inicio del proceso de colectivización, eran casi 26 millones.

Los costes sociales de tal proceso fueron elevados. Los campesinos fueron las

víctimas de la planificación económica, siendo convertidos en meros instrumentos de

financiación de la industria. Si la revolución de 1917 había acabado con el régimen

zarista y la gran propiedad agraria, la colectivización de 1929-1930 liquidó la aldea

tradicional y la pequeña propiedad familiar.

La repercusión fue muy negativa en las condiciones de vida de los campesinos que

asistieron impotentes al trasvase de una significativa parte de sus rentas a las

ciudades, donde fue concentrándose una creciente población.

Se siguió la práctica de fijar unos precios agrícolas bajos para los agricultores y altos

para el consumo, lo que permitió la formación de excedentes de capital para su

inversión en la industria.

La colectivización, forzosa y apresurada, no favoreció el incremento de la

producción. Los rendimientos agrarios no alcanzaron los niveles esperados,

especialmente en el sector ganadero, aunque el sector cerealista consiguió mejores

resultados.

El desarrollo industrial

El Primer Plan Quinquenal perseguía, entre otros objetivos, la paulatina desaparición

de la iniciativa privada. La industria quedó bajo el control del Estado. Los beneficios se

destinaron a la ampliación y creación de nuevas empresas. En un principio se


importaron técnicos extranjeros que modernizaran las anticuadas instalaciones de la

industria soviética; más tarde, durante el segundo plan quinquenal se intentó conseguir

la autosuficiencia tecnológica, especialmente en la industria pesada, muy ligada a la

producción bélica.

Se emplearon diversas fórmulas para incentivar la productividad. En este aspecto la

propaganda jugó un importante papel, alentando el trabajo en días de descanso y

alentando el máximo rendimiento individual mediante el sacrificio desinteresado de los

obreros (estajanovismo).

Los resultados obtenidos tras la aplicación de los tres primeros planes quinquenales

fueron espectaculares y convirtieron a la URSS en un coloso industrial, alcanzando el

primer puesto mundial en algunos sectores como el de la producción de tractores y

locomotoras.

Antes del inicio de la II Guerra Mundial la URSS ya era la tercera potencia industrial

mundial inmediatamente detrás de Estados Unidos y Alemania.

Por otro lado, esos resultados contrastaban con los problemas que aquejaban a

Occidente. En 1929 se producía el Crac de la bolsa de Nueva York y el mundo

capitalista se vio empujado a la mayor crisis económica de la historia contemporánea.

La Unión Soviética, que estaba al margen de los mecanismos del liberalismo,

permaneció inmune a la "Gran Depresión" de los años 30, lo que en cierto modo le

sirvió de refuerzo moral y le otorgó cierto prestigio a ojos de no pocos occidentales que

apreciaron en aquellas circunstancias la estabilidad, la protección social y la ausencia

de hambre de los soviéticos.


La planificación originó, sin embargo, desequilibrios económicos, concretados en la

desproporción entre la industria pesada y la industria ligera.

La industria soviética sirvió para dotar al campo de la maquinaria necesaria para su

modernización y las necesidades de la colectivización. Ampliar imagen

Mecanización del campo

Se potenció en exceso la fabricación de bienes de equipo (maquinaria, armamento,

etc), descuidándose la de bienes de consumo (vestido, calzado, enseres domésticos,

etc), lo que repercutió en el bajo nivel de vida de los soviéticos, no sólo durante el

período estalinista, sino hasta la disolución de la URSS en 1991.

El cumplimiento de los planes quinquenales bajo un régimen totalitario con las

directrices de una fuerte planificación centralizada permitió superar las condiciones

socioeconómicas de una nación atrasada en cuanto al desarrollo industrial vigente en

el mundo occidental. Sin embargo, este relativo éxito de los planes significó el sacrificio

de una población sometida a la ejecución forzada de los mismos a través de múltiples

formas de coerción impuestas por el régimen stalinista. La colectivización total del

campo bajo medidas extremas llevadas a cabo en el primer plan quinquenal junto a la

intimidación y represiones arbitrarias presentes en la ejecución de los posteriores

planes ocasionaron más de veinte millones de víctimas mortales.

Papel de la mujer

A principios de la década de 1930, se produjo un retroceso total al "imperialismo

tradicionalista": las mujeres vieron la restricción de sus derechos y, de hecho, incluso

las pocas libertades que existían en los años veinte se perdieron. Durante el

estalinismo la dinámica se hizo evidente. Así, en 1935, dejaron de producirse los


anticonceptivos y en 1936 se prohibieron los abortos. En el mismo año se aprobó una

ley que obstaculizó el proceso de divorcio, y en realidad se prohibieron las parejas de

hecho. En 1943, se introdujo la educación separada para niños y niñas (existente en

gimnasios prerrevolucionarios). Según la nueva reforma, era necesario criar a los niños

como "guerreros y héroes del socialismo", y a las niñas, como "madres y educadoras".

En otras palabras, las mujeres no gozaban de ningún privilegio respecto a la Rusia

zarista y, además, tenían que compaginar la maternidad, que se había proclamado “un

deber ante el socialismo”, con trabajos duros, que muchas veces requerían fuerza

física considerable. Entre los funcionarios casi no había mujeres; la igualdad era en la

mayoría de los casos un asunto de mera especulación en los medios de información.

En los años sesenta, en la era del deshielo, las mujeres pudieron darse un respiro. A

partir de mediados de los años cincuenta, la educación volvió a ser mixta, se

permitieron los abortos, en 1965 se volvió a simplificar el procedimiento de divorcio, en

1967 se introdujo el concepto de "pensión alimenticia" que pagaban los padres a las

madres separadas. Aunque ya en 1917 se implementó la baja por maternidad, esta era,

dependiendo de la época de entre 2 y 6 meses, y no fue hasta los años 70 cuando

creció hasta el año y medio. Una guardería soviética, la década de 1960 Al mismo

tiempo, el estado promovía la imagen de una “madre trabajadora”. Desde el punto de

vista de la ideología soviética, la imagen ideal de la mujer soviética era una madre

cariñosa que también trabajaba en un puesto laboral, hacía tareas domésticas,

preparaba cenas, hacía colas para comprar comestibles, cuidaba a su marido, resolvía

todos los problemas domésticos, lavaba ropa y sábanas para toda la familia. La

mayoría de las mujeres soviéticas tenían que conciliar la jornada completa en el puesto
laboral y numerosas tareas domésticas No es de extrañar que con la disolución de la

URSS y el cambio, aunque paulatino, de la ideología mujeres de diferentes edades en

todos los territorios que habían conformado la Unión Soviética se sintieron aliviadas de

tanta carga social. Eso sí, la mayoría de las mujeres en la Rusia postsoviética siguen

considerando de vital importancia su formación y el desarrollo intelectual y muchas de

ellas ambicionan trabajos dignos y la independencia económica. En casi todos los

gobiernos de las antiguas repúblicas soviéticas, de Estonia a Ucrania y Uzbekistán, se

ven ejemplos de mujeres que llegan a cargos políticos de más alto rango. Sin embargo,

hay una tendencia evidente de las mujeres que, hartas de luchar y ser hijas y nietas de

luchadoras y heroínas del socialismo, prefieren dedicarse al hogar, la crianza de hijos,

deporte, estética y otras cosas lejanas del movimiento feminista.

RELIGIÓN DE STALIN

• Durante el gobierno de Stalin, la Unión Soviética era un estado ateo, entre 1928

y 1939.

• La religión era un motivo de persecución y era altamente censurada.

• Generando el alejamiento de la población hacia la práctica de algún tipo de

creencia religiosa.

• Desde 1945 se convierte en un estado laico.

• A partir de entonces aumentaron los creyentes de distintas tendencias.

• La mayoría adoptó la iglesia ortodoxa, seguida por otras denominaciones

protestantes.

• Más del 60% de la población seguían siendo ateos.


• Pasando a ser el tema religioso irrelevante en la cotidianidad de los soviéticos.

POLÍTICA

• Stalin y Lenin.-

Stalin demostró a lo largo de su gobierno cambiar el sistema de gobierno socialista

que proponía Lenin, transformado, según algunos críticos de sus políticas, los objetivos

de la revolución comunista en Rusia.

Desde 1929 comienza a instaurar medidas bastante duras para mejorar el sector

agrario, quitándole a los campesinos y terratenientes sus tierras.

• Con el objetivo de que fuesen labradas por todos, lo que provocó

enfrentamientos entre los propietarios y los trabajadores.

• 1930 comienza a establecer una campaña para instaurar el miedo en la

población realizando arrestos, desapariciones y deportaciones a los campos de

trabajo forzosos de la URSS.

Instauro un gobierno dictatorial, en el cual hizo uso excesivo del poder instaurando

un modelo de represión.

PROPAGANDA

• Basada en la ideología marxista-leninista.

• Otro tipo de publicaciones era censurado por el Estado.

• Que estuviese en cada rincón del país, mediante reuniones en el sector

educativo.
• En manifestaciones masivas o por los medios de reproducción de información.

• Escalo hasta los sectores que abarcaban las ciencias sociales, lo que provoco el

nacimiento de teorías supuestamente científicas.

• Basada en la idea de que los seres vivos podían ser modificados únicamente por

el ambiente.

• Asumió cargos de importancia dentro de la administración.

• Llevo a la cárcel a cualquier otro científico que criticara o contradijera cualquiera

de sus confusas teorías

• El Glavit fue el organismo encargado de todos los programas propagandísticos,

este propicio la eliminación de cualquier material contrario a la doctrina de Stalin.

• La propaganda estatal elogió los enormes proyectos de infraestructura.

• Muchos proyectos de exhibición, como el Canal Moscú-Volga, el Canal Belomor

y el Ferrocarril Transiberiano.

Bibliografia

Biografia de Stalin. (2019). Retrieved 25 November 2019, from

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/stalin.htm

La URSS y el ascenso al poder de Stalin: la década de 1920 (I). (2019). Retrieved 25

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el-ascenso-al-poder-de-stalin-la-decada-de-1920-i/amp/

https://www.laguia2000.com/rusia/el-gobierno-de-stalin

http://www.claseshistoria.com/revolucionrusa/stalincolectivizacionagro.htm
https://www.eulixe.com/articulo/reportajes/los-derechos-de-la-mujer-en-la-urss-mitos-

y-realidad/20190308063034010247.html}

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