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Más allá de los límites

“Quien sobrevive a los estereotipos de la sociedad sin perder siquiera un gramo de su


esencia, puede con todo y con todos”

(Griss Benjamin)

En este ensayo se hablará de cómo un mundo puede vivir sin estereotipos o clases
sociales, donde todas las personas pueden ser vistos como elementos necesarios para
crecer como sociedad, planteando la respuesta a la pregunta ¿Es necesario convivir con
prejuicios y sin aceptación de diferencias?

Para empezar, las sociedades son cambiantes todos los días; compuesta por elementos
llamados personas, las cuales se identifican entre sí por sus diferencias y son una
estructura jerarquizada en la que por miles de años se ha impuesto la idea de llevar
etiquetas que limitan. Sucede lo mismo en la cosmovisión de Aldous, no podía estar
alejada la idea de un status entre los elementos, no se puede creer en sociedad y donde
es necesario calificar y dividir para ser felices. Sin embargo, nadie puede ser determinado
y limitado por sus convicciones, no se puede pensar en clasificar a las personas según la
concentración de su riqueza; pero se debe hablar de individualismo, radicalismo y
fronteras para denotar como esto es la imposición de las sociedades totalitarias, donde se
ha pretendido vivir y se espera respirar en el mundo de Aldous.

Uno de los más importantes elementos para el correcto funcionamiento de exclusión


entre las personas, es la frontera territorial, límite que solo es imaginario, que permite
cerrar las puertas entre culturas pretendiendo evitar conflictos, pero lo que evitará es el
compartir y crecer como sociedad. ¿Fronteras? La frontera solo existe para que el estado
siga controlando sus poderes y a un pueblo enceguecido bajo la polarización. Resulta que
el aislamiento solo empobrece la diversidad cultural, solo lleva a tener afligidos por sus
diferencias, es tener miedo a expresar el sentido de identidad, teniendo una convivencia
entre comunidades netamente enfrentadas a tener la razón en sus diferencias de
ideologías. Este supuesto importante elemento de los países es solo un mecanismo de
adaptación, que regula los intereses particulares para volverlos sumisos. Sucede lo mismo
con otro tipo de frontera, el fin último es limitar y excluir las mentes que ignoran su
realidad.

A raíz de una frontera o un límite imaginario encontramos el individualismo, “No hay


pruebas de que solo la pobreza lleva a la violencia o la criminalidad” (Da silva, 2013)
resulta que no aceptar las diferencias entre los elementos de la sociedad, es la
consecuencia de muchos conflictos del ahora. Porque la costumbre de matar es por la
falta de reconocer la igualdad de raza, es por la creencia que ser radical es la brújula del
mejor cuento, pero tener una opinión que se defiende a capa y espada perjudicando al
otro y pensando siempre en el yo, es la raíz de los conflictos actuales.

El canto de las diferencias no pueden ser calladas, porque ellas no tienen palabras que
cambiar, solo son manifestaciones que compran creatividad. Cuantas guerras más, para
darse cuenta que todos son iguales y precisamente entender que esta especie no lleva un
número o una calificación, se es la misma raza que viene en dos y se va en cajón. Todos
llegan al mismo limite, su muerte, pero mientras se vive ¿por qué no pasar los límites de la
indiferencia y la intolerancia? No es una cuestión de abandonar las propias convicciones,
es reconocer otras diferentes, es debatir sin sabor a violencia, es hacer con ellas una
empatía para abrir esas puertas hacia la construcción de humanidad. Resulta que se nace
para ser diferente y para ser individuo libre, pero bajo la desigualdad se trabaja por la
igualdad de derechos.

Por otro lado, La sociedad día tras día tiene un dueño que aprieta en seguir la tradición de
abrir la brecha que aporta reconocimiento a los aventajados, es la convivencia bajo los
roles de esclavizador y esclavizante. No hay una ruta ideal para la convivencia, es solo
abandonar los estereotipos que solo buscan un control para los malcriados. Esquemas
impuestos que solo distinguen la riqueza o el estrato social. Es dejar de encuadrar el
sentido de identidad. Es hora de abandonar el conocimiento previo que determinaba el
resultado, es sorprenderse por lo diferente, es aprender a caminar sin status. En el mundo
de Aldous resulta que caminar sin estatus es caminar con bestias, pero caminar entre los
salvajes es caminar con la tradición, con sus raíces, sin desigualdad de condiciones, con
identidad, y afinidad de lo que son: humanos.

Entonces, ¿Cuál es el paradigma social que no permite aceptar diferencias? Resulta ser
una imposición de la sociedad conservadora que establece cada lineamiento por el que
crece cada persona, no deja elección de vivir, por lo tanto es obligatorio creer que Poco
saludable es poner primero los prejuicios, ya que no se puede crecer como sociedad.Es
abandonar la tradición de una doble moral de los hombres, en la que hoy se lleva una
etiqueta y mañana otra por simple conveniencia, se debe reconsiderar cómo viven los
pueblos bajo un límite imaginario, manifestar el hambre de cambio ante el opresor, no
ante las diferencias de convicción o de raza, escuchar el alrededor de igualdad en
derechos, es ir mas allá de los límites que se han sido impuestos.

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