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DIFERENCIAS ENTRE HOMBRES Y MUJERES RESPECTO A LA PARTICIPACIÓN

EN EL CONGRESO COLOMBIANO

SARMIENTO ROSSO JUAN CARLOS

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

PROGRAMA PROFESIONAL EN LENGUAS EXTRANJERAS

2019
DIFERENCIAS ENTRE HOMBRES Y MUJERES RESPECTO A LA PARTICIPACIÓN
EN EL CONGRESO COLOMBIANO

En el presente trabajo se estarán analizando diferentes aspectos de lo que constituyen


las diferencias a nivel de participación entre hombres y mujeres, además de la
importancia de una equidad en el Congreso Colombiano.

Pretendemos demostrar que, aunque a nivel mundial y nacional se vienen


conquistando espacios importantes para lograr una igualdad de género, todavía se
presenta un largo camino para cerrar la brecha en cuanto a votación, presencia,
participación y representación femenina en el congreso.

Para analizar esta problemática, es necesario abordar los antecedentes en Colombia,


países líderes en cuanto a paridad en la participación de hombres y mujeres en sus
espacios participativos y las acciones que se están llevando a cabo actualmente en
nuestro país para crear un entorno favorable en materia de reconocimiento de
derechos y de participación para las mujeres.

Se dice que desde la prehistoria, el papel de hombres y mujeres fue bastante marcado.
Los hombres por lo general se ocupaban de la caza de animales para proveer la carne
y las mujeres, al cuidado de los hijos y preparación de alimentos. Esto ocurrió hasta la
Revolución Francesa, que fue donde ellas empezaron a tener un papel definitivo en los
principales acontecimientos de la historia. Según expresa Karen Labrador Araujo,
directora de Colombia Líder:

Sin su participación activa, la reivindicación de los derechos humanos no se


hubiere dado o no hubiese tenido la preponderancia que la caracterizó. Y en este
sentido, fue fundamental el rol de Olympe de Gouges con su Declaración de los
Derechos de la Mujer y la Ciudadanía. (Labrador, 2012).

Políticamente hablando, los hombres han tenido el mando, la voz y el voto desde los
inicios de la historia. Actualmente, la mayoría de las mujeres en el mundo, pueden
votar o ser consideradas iguales que los hombres ante la ley. Pero no siempre fue así.
Pese a esfuerzos de muchos movimientos feministas de alcanzar la igualdad, así
también fueron los esfuerzos por deslegitimizar el derecho de las mujeres de participar
en ámbitos donde el hombre ejercía total dominio. En Estados Unidos, por ejemplo, en
1776, en el estado de Nueva Jersey, sólo por un error de escritura, se le abrió la
posibilidad de votar a las mujeres (se escribió “personas” en vez de “hombres”), pero
esta posibilidad fue truncada nuevamente en 1807. En 1907, Europa empezó a darle
paso a las mujeres de ejercer el voto e incluso a ser elegidas dentro de parlamentos de
algunos países. La legislación internacional reconoció el sufragio femenino a través de
la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. En 1948, las Naciones
Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 21
declara:

1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país,


directamente o por medio de representantes libremente, escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a
las funciones públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta
voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de
celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto
secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del
voto.(Naciones Unidas, 1948).

La participación política de las mujeres en Latinoamérica es de reciente aceptación,


teniendo en cuenta la actividad precursora de países como Francia, Gran Bretaña y
Estados Unidos. El primer país de América Latina en decretar el sufragio femenino fue
Uruguay. Allí, las mujeres pudieron votar por primera vez el 3 de julio de 1927, en un
plebiscito local organizado por la comunidad en el centro del país. El último país
latinoamericano en aprobar la participación de las mujeres en política fue Paraguay en
1961 gracias a las gestiones de la presidenta de la Comisión Interamericana de
Mujeres, Concepción Leyes de Chaves.

Adentrándonos ya a nuestro país, Colombia, no se aleja de la realidad mundial en


cuanto a este tema. Los debates entre los partidos más tradicionales de la política
colombiana, Conservadores y Liberales, siempre se orientaban a apoyar el discurso de
la Iglesia Católica de que las mujeres debían permanecer en campos como el cuidado
del hogar y nada más. Al pasar el tiempo y con la llegada de la industrialización a
Colombia, la clase obrera femenina fue creciendo y se podía notar el descontento en la
sociedad por los constantes atropellos a los derechos de ellas. Fue así cuando el
Partido Conservador decidió apoyar, en 1948, los plenos derechos de las mujeres,
mientras que los liberales abogaron por un reconocimiento progresivo.

El reconocimiento al voto de la mujer en Colombia se logró, bajo la dictadura de


Gustavo Rojas Pinilla, en 1954, a través del acto legislativo No. 3 de la Asamblea
Nacional Constituyente, lo que fue recibido como un gran triunfo. El derecho al voto se
estrenó en el plebiscito de 1957.

Este cambio en Colombia ha sido progresivo y lento. Todavía la igualdad de género a


nivel político y económico, presenta una gran brecha. El papel de las mujeres sigue
estando fuertemente ligado al cuidado familiar y responsable del funcionamiento
femenino. Lo podemos observar en las pasadas elecciones legislativas donde 308
mujeres estaban inscritas al Senado y solo 25 lograron una curul en esta corporación.
637 aspirantes mujeres para la cámara de representantes, solo 31 lograron el escaño.
El 20 de julio de 2018 se posesionaron 55 mujeres en el parlamento, es decir, el 21.7%
del total de 258 congresistas. Como dato curioso, solamente una mujer ha ocupado el
cargo de Presidente del Senado y nunca ha habido una mujer en la Presidencia de la
República.

Los datos anteriormente tienen mucha importancia y son de cuidado. Tanto así, que la
ONU Mujeres advierte que “la participación de las mujeres en el Congreso de Colombia
es inferior al 20 %, alejándose del principio constitucional de la paridad”. Además, el
informe "El camino hacia la paridad en el Congreso colombiano", presentado por la
Registraduría Nacional del Estado Civil y ONU Mujeres señala que hay una importante
participación de las mujeres como votantes y candidatas, pero se presenta una
disminución en el número y el porcentaje de mujeres elegidas como congresistas.

Aunque el argumento del género no es motivo suficiente para que alguien sea elegido
presidente, hay que reconocer el valioso trabajo que en la actualidad desarrollan varias
mujeres desde diferentes ámbitos que demuestra que en Colombia hay líderes que
representan el deseo de una igualdad entre hombres y mujeres.

La importancia de una igualdad en campos como el político o el económico, radica en


los derechos humanos innatos que tenemos todas las personas. Desde campos como
el legislativo, donde se toman las decisiones más importantes de la nación, donde se
presentan las diferentes problemáticas de la sociedad, debiera ser conformado por
hombres y mujeres. Además, se dice que el crecimiento económico de un país
aumenta más rápido con la plena participación de las mujeres en la fuerza de trabajo,
indicaron varios estudios en países de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE). También, al aumentar los ingresos del hogar
procedentes de lo que ellas ganan se modifican los patrones de gasto en beneficios de
las hijas e hijos.

Los sistemas electorales más proclives al éxito de las mujeres en elecciones


legislativas son aquellos con fórmula de representación proporcional en contraposición
a aquellos con características mayoritarias. (Darcy, Welch y Clarke, 1994, como se citó
en Margarita Batlle, 2016. p.6).

Con lo anterior visto, podemos concluir que el sistema de participación y elección de la


mujer en el Congreso Colombiano dista mucho comparado con el hombre. Se deben
ajustar varias legislaciones para una igualdad de género integral.
REFERENCIAS

Labrador, K. (29 de mayo del 2012). El aporte político de la mujer en Colombia. Dinero.
Recuperado de https://www.dinero.com/opinion/columna-del-lector/articulo/el-
aporte-politico-mujer-colombia/152175.

Naciones Unidas (1948). Declaración Universal de los Derechos Humanos. Disponible


en: https://www.un.org/es/documents/udhr/UDHR_booklet_SP_web.pdf

Batlle, M (2016). Mujeres en el Congreso colombiano: un análisis a partir de la primera


implementación de la Ley de cuota de género en las elecciones de 2014.
Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/rci/n89/0121-5612-rci-89-00017.pdf

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