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LA CORONA EN LLAMAS.
CONFLICTOS ECONÓMICOS
Y SOCIALES EN LA INDEPENDENCIA
IBEROAMERICANA
Qfj
UNIVERSITAT
ja u m e * I
2010
BIBLIOTECA DE LA UNIVERSITAT JAUME I. Dades catalogràfiques
© Ilustración de la cubierta: Revolución de Arequipa, Anónimo. Óleo sobre lienzo, 85 x 105 cm.
Museo Nacional de Arqueología, Antropología Historia del Perú, Lima, Perú.
ISBN: 978-84-15443-02-5
DOI: http://dx.doi.org/10.6035/America.2010.24
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser
realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a cedrO (Centro Español de
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CONTENIDO
PRESENTACIÓN......................................................................................................... 7
INTRODUCCIÓN
Luis Jaúregui y José Antonio Serrano Ortega
Conflictos económ icos y sociales en la independencia ib eroam erican a... 9
Gabriel Di Meglio
Sanculotes despiadados: la participación política popu lar
en la Buenos Aires revolucionaria (1810-1820).......................................... 123
5
Adriana Gil
Pólvora en m anos de m ujer Las luchas d e M anuela Antonia
durante la guerra d e independencia. Veracruz 1 8 1 5 ................................ 155
Fernanda Núñez B.
«Por portar pantalones. ..»La construcción del género en los relatos
d e la Guerra d e indepen den cia........................................................................ 207
Índice
INTRODUCCIÓN
La mayor parte de los trabajos que tiene en frente el lector refieren a actores
sociales que fueron apareciendo en los años previos a las luchas de indepen
dencia o durante las luchas mismas. En el ámbito económico, los ensayos tienen
que ver con los impactos de la guerra, así como los financiamientos de la misma.
Ambos fueron protagonistas del enfrentamiento que acabó con la Corona en
llamas.
Si bien la historiografía social cuenta con antiguos y muy distinguidos traba
jos, la de carácter económico es relativamente nueva; aparece frente la imposibili
dad de explicar desde las ideologías del siglo xx los movimientos revolucionarios
acaecidos en las primeras dos décadas del siglo anterior. Cierto es que los trabajos
de historia económica se han hecho más descriptivos, pero también han aporta
do una visión más amplia a las causas y consecuencias de aquellas luchas. Así,
por ejemplo, gracias a los ensayos contenidos en este libro conocemos las formas
de financiamiento de la Junta Central de Sevilla en contra del ejército francés,
financiamiento que en parte provino de las tesorerías americanas. Y bien que el
esfuerzo en contra de Napoleón terminó en 1814, pues ahora sabemos cómo se
vieron fuertemente afectadas las finanzas neogranadinas frente a la reducción
de ingresos de la real caja de Cartagena. Sólo queda imaginar lo que hubiera su
cedido en España y en América sin los recursos necesarios para llevar a cabo las
independencias de ambos territorios.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
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Índice
INTRODUCCIÓN
este libro exploran «levantamientos» de este tipo; incluso surge la pregunta si las
propias mujeres buscaron levantarse de la manera como eran tradicionalmente
tratadas. El asunto es por demás apasionante y lleva a múltiples cuestionamientos
sobre aquella realidad; por ejemplo, ¿acaso fueron las mujeres excluidas de la
historiografía (hasta apenas hace unos pocos años) sólo porque se «quitaron los
pantalones» y regresaron a los hogares? Muy conveniente para los caballeros his
toriadores de antaño y por demás divertido y apasionante para las y los jóvenes
estudiosos de hoy día.
Y resulta también interesante preguntar si el discurso político que las nuevas
naciones, y quizá también España, se generó en la guerra en sí o en este conjunto
de movimientos sociales que no tuvieron que ver con autonomía, independencia,
etc., sino que los tumultos provocados por el aumento en los precios del maíz,
o por abusos de los terratenientes fueron generando el discurso, y el catecismo,
propio de las primeras décadas del periodo nacional.
Uno de los aspectos más interesantes de compilar trabajos que produce un
congreso tan importante como los que aquí se apuntan es percatarse de lo nove
doso de los enfoques y de las enormes posibilidades que reuniones académicas
como esta. Esperamos que los trabajos futuros enriquezcan nuestro conocimien
to del pasado.
Finalmente queremos hacer constar nuestro agradecimiento al Servicio de
Publicaciones de la Universität Jaume I de Castellón por publicar este volumen
que creemos que contribuye al mejor conocimiento de la historia de las Indepen
dencias americanas.
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ALGARADAS, SEDICIONES Y TUMULTOS EN EL SOTAVENTO VERACRUZANO, 1716-1808
Antonio Garda de León
INAH
1. Como lo llama John Lynch, América Latina..., 2001, p. 81: «Como un entendimiento
informal entre la Corona y sus súbditos americanos. La “Constitución no escrita” establecía
que las decisiones principales se tomaran por medio de consultas informales entre la buro
cracia real y los súbditos coloniales del rey». Las reformas borbónicas intentaron modificar
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cada primero por los sucesos posteriores a la guerra de sucesión y como efecto
del debilitamiento de la Corona española ante la presión de las otras grandes po
tencias europeas -en particular por Inglaterra-, en el primer tramo del siglo; has
ta la segunda mitad, cuando el desarrollo del «libre comercio» y de las reformas
impulsadas por Carlos III, apresuraron la disolución del consenso que mantenía
unido al conglomerado iberoamericano.
En la Nueva España, esta circunstancia se desarrolló sobre todo a raíz de las
reformas aplicadas por el visitador José de Gálvez desde 1766, que significaron
una revisión total del estatuto metrópoli-colonia y la limitación de todos los de
rechos autonómicos ganados desde antes por el «reino» de la Nueva España. Para
ello, la creación de un ejército propio, subordinado al rey en la defensa contra los
enemigos del imperio, jugó un rol primordial.
En esta nueva concepción geoestratégica, el puerto de Veracruz constituía un
emplazamiento vital orientado al Gran Caribe y al comercio atlántico, y por lo
mismo, sujeto a las acechanzas inglesas desde la toma de La Habana en 1762.Y si
bien es cierto que ningún motín se presentó en esta plaza, el hecho de que los
acontecimientos que aquí nos ocupan surgieran en la red territorial de su comer
cio interior inmediato, alertaron a las autoridades y fueron la razón principal de
haberlos reprimido, en tanto que se daban en una frontera de guerra que había
que defender a toda costa.
En el Sotavento veracruzano,2 y a lo largo del siglo, un fuerte proceso de
campesinización había modificado paulatinamente los entornos de la «plebe co
lonial» de la región -compuesta en su mayoría de campesinos pobres y libres.3 Se
había desarrollado también un importante auge del contrabando que fue durante
siglos parte intrínseca de la vida del litoral, y hubo un aumento significativo de
la frontera agrícola a partir de la deforestación con fines navales en las cuencas
del Papaloapan y el Coatzacoalcos (en particular, la extracción de maderas para
el astillero de La Habana). Se dio entonces, un aumento de la demanda fiscal y
este estatuto de «usos y costumbres», transformando la naturaleza del gobierno civil y militar
de todo el conglomerado español.
2. Hoy se conoce como «Sotavento» a la cuenca baja del Papaloapan. Aquí nos referimos
a una región más amplia, el Sotavento colonial, tal y como fue descrito por don Miguel del
Corral en 1777, en los prolegómenos de la creación de la Intendencia de Veracruz. Este
Sotavento original comprendía las jurisdicciones de Veracruz Nueva, Cosamaloapan, Guas-
paltepec, Los Tuztlas y Acayucan: poco más de 40 mil kilómetros cuadrados en el territorio
de 54 municipios actuales del centro y sur de Veracruz, dos de Oaxaca (Tuxtepec y Loma
Bonita, que eran parte de Guaspaltepec) y dos del actual Tabasco (Cárdenas y Huimanguillo,
que eran de Acayucan). El presente texto es un resumen de un capítulo de nuestro libro en
preparación Tierra adentro, mar en fuera. La Veracruz colonial y su costa de Sotavento,
3. Y cuyos contornos precisos los podemos detectar en los censos de pardos y morenos
libres que se levantaron en función de la creación de las milicias de defensa después de 1767:
en la Veracruz Nueva, el interior de Cosamaloapan, la ribera derecha del Papaloapan, el sur
de Los Tuztlas, el río San Juan Michapan y el oriente de Acayucan (Huimanguillo).
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ALGARADAS. SEDICIONES Y TUMULTOS EN EL SOTAVENTO VERACRUZANO
de las obvenciones religiosas pueblo por pueblo, y, por último, un clima de des
obediencia favorecido por el estado de guerra y el escaso control de los mandos
militares sobre las milicias de pardos y morenos, reorganizadas y movilizadas en
la defensa costera desde 1767.
Pero como en todos los procesos de este tipo, las cosas no resultan lo sufi
cientemente claras, pues una multitud de intereses aparecieron detrás de esos
conflictos, mientras que la resistencia a los cambios generados por el mercado,
y después, por las reformas impuestas desde España, involucraron muchas veces
cacicazgos locales que tenían ya establecidas fuertes relaciones de privilegio y
excepción,que no estaban dispuestos a perder.
En consecuencia, estos acontecimientos reflejaban las realidades locales e in
volucraban a los actores sociales que estaban ahí desde antes: principalmente
indios de comunidad, negros y mulatos libres, y criollos de origen europeo; aun
que con el paso de los años, estos movimientos incluyeron también a la creciente
población de campesinos libres (propietarios, arrendatarios y sin tierra) que se
había desarrollado en los intersticios de las haciendas, las comunidades y los prin
cipales nodos de la red comercial. Estos reagrupamientos tendieron a crear nue
vas autonomías regionales y municipales, reacomodos territoriales y hegemonías
políticas, que se expresaron en la creación de pueblos, el fortalecimiento de los
cabildos anteriores -o del poder de los señores de la tierra- y un crecimiento de
las identidades de grupo que sobrepasaba a menudo, los entornos locales previos.
Pero además, en los movimientos aquí mencionados se expresaron nuevas solida
ridades de grupo, étnias y de clase, que rompían con el orden establecido y con la
separación de las «castas», tal y como habían sido impuestas por el orden colonial:
de allí la emergencia del «acton> de carácter «popular» que agrupaba muchas veces
a sectores anteriormente separados por las divisiones estamentales.
Indudablemente, la crisis del imperio y la creciente debilidad del Estado colo
nial, que se manifestaron con fuerza en los reacomodos de poder, en la sustitución
de las alcaldías mayores por subdelegaciones del sistema de intendencias desde
1778 y en el impacto social y económico de las reformas borbónicas, condiciona
ron estos eventos que eran, además, el reflejo de una gran cantidad de movimien
tos que sacudieron la paz pública de la Nueva España durante la segunda mitad
del siglo. Aumentaron las actividades portuarias, hubo crecimiento económico
reflejado en el cobro de alcabalas y otros impuestos, se vigorizó el tráfico in
terno que caracterizó los años postreros del régimen colonial, se fortaleció una
burguesía comercial en el Consulado de Veracruz (1795) y, consecuentemente,
se militarizó el litoral. Todo ello ocasionó múltiples efectos en una población
que se desajustaba cada vez más de las formas de control colonial tradicional.
Podemos también asegurar que los conflictos tendieron a desarrollarse en
las zonas de «fricción económica», en regiones que tenían tasas de crecimien
to mayores, o que fueron afectadas por el dinamismo de la actividad comercial;
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4. Como la fundación, después de 1762, del pueblo de San Carlos de los Indios de la
Florida (Antigua Veracruz), hoy Úrsulo Galván, creado con indios amulatados de las naciones
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ALGARADAS. SEDICIONES Y TUMULTOS EN EL SOTAVENTO VERACRUZANO
gracias al interés de los virreyes de hacer de la costa una región menos hostil y
más poblada; y en este caso, es la Corona la principal interesada en contar con
esta población libre para su incorporación en las milicias. En este caso el benefi
cio es mutuo: contar, por un lado, con una fuerza dispuesta a la defensa; y, por el
otro, adquirir la libertad y los privilegios agregados por la condición y la lealtad
militar.
Así, el largo periplo que transcurrió desde el estallido de las primeras pertur
baciones cíclicas de las esclavonías,5 desde principios del siglo x v iii hasta 1769,
y que culminó con la fundación de un pueblo de negros y mulatos liberados
-Santa María Guadalupe de los Morenos de Amapa-,6 nos muestra también un
complejo proceso de negociación y represión, y, en el fondo, la transformación
económica de la época, en donde la esclavitud de los negros y mulatos resulta
ba necesariamente prescindible y obsoleta, más o menos gravosa para amos y
esclavos.
En función de este cambio, la clase propietaria se dividió a lo largo de estos
desacuerdos en dos bandos bien delimitados: de un lado, los amos esclavistas
de Córdoba y Orizaba -sin duda el sector más atrasado y dependiente de estas
formas de trabajo; del otro-; los dueños de ganados y alcaldes mayores -pero
principalmente los jefes militares después de la llegada de Villalba-, quienes pug
naban por un cambio de política y el establecimiento de relaciones basadas en
el trabajo asalariado, movilidad de la mano de obra y fuerza de trabajo que abas
teciera al puerto en tiempos de paz, al tiempo que se movilizara militarmente
ante las eventuales amenazas. Lo más interesante es que en la base de todo este
largo proceso se desarrolló, como política de las autoridades y de los ganaderos
(en especial el mayorazgo de La Estanzuela), algo que podemos llamar cim arro-
n aje tu telado, que de manera intrínseca derivó en una poderosa presión social
ejercida sobre los amos cautivos de su atraso, en un cambio de mentalidad y en
una integración más exitosa de los afroveracruzanos en el seno de la sociedad
colonial del Sotavento.7
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PatríckJ. Carrol, «Mandinga: The Evolution of a Mexican Runaway Slave Community...», 1977;
Octaviano Corro, Los cimarrones en Veracruz y la fu ndación de A m apa..., 1951; Adriana
Naveda, «Insumisos, rebeldes, huidos y cimarrones en Veracruz...», 1988, y «De San Lorenzo
de los Negros a los Morenos de A m a p a . 2000; William Taylor, «The Foundation of Nuestra
Señora de Guadalupe de los Morenos de Amapa», 1970; y Fernando Winfield, «La sublevación
de esclavos en Córdoba en 1735», 1984; y del mismo autor, Los cimarrones de M azateopan..
1992.
8. Don Andrés Fernández de Otáñez, caballero de la Orden de Calatrava y Alcalde mayor de
Teutila, llegará a ser el personaje más interesado en una salida negociada de las rebeliones
de esclavos. En 1769 comunicaba al virrey que «habiendo sido llamados ante mi el negro
Fernando Manuel, y Pablo de los Reyes, sargento y cabo de la cuadrilla que al presente
está arranchados en los parajes que llaman Palacios, Breve Cocina y Mandinga a las riberas
de Amapa de esta jurisdicción, y hécholes saber las conveniencias que les resultan en lo
espiritual y temporal de reducirse a población fija en un terreno sano y a propósito para
poder trabajar sus milpas con sosiego, y mantenerse de ellas sin necesidad de andar errantes
y causar perjuicios, ofreciéndolos coadyuvar para su logro, han condescendido gustosos,
presentándome una Memoria de los que son, con un escrito en que con mucha racionalidad
piden lo que conduce al presente caso, a cuyo tenor he examinado a seis testigos, los cinco
ancianos y el otro de mediana edad, de todo conocimiento de los sucesos de ellos y de la
tierra...» ( a g n m , op. cit., 24).
9. Según Francisco Adán, quien rememora las sublevaciones, en 1735 «no hubo otro
principio de este ruidoso y costoso movimiento que el haber los cimarrones por sí, o por
terceras personas, hecho entender a los esclavos de las haciendas que eran libres. Y ya fuese
por el innato deseo que todos tiene de sacudir el yugo de la servidumbre, o por la maligna
inclinación que es regular en gente de esta condición, sin atender a la despreciable calidad y
pésima nota de sus autores, que, como si lo hubiera dicho el Espíritu Santo bastó para que.
habiéndose comisionado a don Agustín Moreno para la visita de los Ingenios, levantasen
todos la voz apellidando libertad, cuyo nombre siempre ha sido peligroso entre esclavos y
cautivos. Así se agavillaron en la Hacienda de Omealca, llamándose a pueblo. Y de allí salían
a los caminos a robar, y cometer con barbaridad todo género de insultos y hostilidades»,
10. Según el mismo documento, otras autoridades eran favorables a una solución nego
ciada, pues «por el año de treinta y cuatro consultó un cura (en cuyo distrito había distintos
esclavos fugitivos) a este Superior Gobierno, que estaban viviendo bárbaramente y murien
do sin sacramentos en los montes. Y que convendría concederles la libertad y reducirlos a
pueblo, o agregarlos a otros de la jurisdicción. Apadrinaba el alcalde mayor de La Antigua la
pretensión, representando que no habiendo esperanza de que se redujesen a la servidumbre
según el mucho tiempo que andaban fugitivos, se les concediese la libertad, pues estaban
ellos prontos a venir de paz y entregarse» (f. 79).
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ALGARADAS, SEDICIONES Y TUMULTOS EN EL SOTAVENTO VERACRUZANO
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12. En los primeros años del xix, el barón de Humboldt lo percibió: «La intendencia de
Veracruz tiene demasiada tropa con relación al corto número de sus habitantes; y como el
servicio militar molesta al labrador, le hace huir de la costa por no verse forzado a entrar en
los cuerpos de lanceros o milicianos. Las levas que se hacen para la marina real también se
repiten demasiado a menudo y se ejecutan de una manera harto arbitraria. Hasta ahora el
gobierno ha descuidado todos los medios de aumentar la población de esta costa desierta. De
un tal estado de cosas resulta mucha falta de brazos y una carestía de víveres que contrastan
singularmente con la gran fertilidad del país» (T. II: 303).
13. a g n m , Hospital de Jesús. 265, 20: 1-25, 1799: «Expediente formado sobre la Peste
experimentada en la Villa de Santiago Tuztla y provincia tomadas a beneficio de su Común
de Yndios por el actual Justicia Don Manuel María Blanco». En este documento aparece una
larga lista de apellidos tuztecos, de origen nahua, español y africano; la mayoría de los cuales
sigue en uso en esa región.
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CIMARRONES Y ARRANCHADOS
Entre 1735 y 1769 ocurren varios levantamientos de los esclavos negros de los
trapiches de la región de Córdoba y Orizaba, que escapan a la «cuenca cimarrona»
14. Don Joaquín Arrióla, quien fue encargado de informar a Quirós sobre la parte inme
diata a sotavento, refiere, en 15 de diciembre de 1806, lo que sigue: «Tlalixcoyan se halla a
12 leguas al sur de la plaza de Veracruz. Se extiende su jurisdicción seis leguas al norte hasta
un paraje llamado Tepetacalco. Por el sur está el río de Tenapalula, que hay de este pueblo
8 leguas por el este hasta a Boca de Tatayan [...] Tiene en su circuito cinco haciendas de
ganado mayor que son Paso del Toro, Joluca, Cuyucuenda, Concepción y La Estanzuela.
Excede de 1500 habitantes de todas edades y sexos, tiene como 60 ranchos regulares y chi
cos de cría de ganado mayor, lo cual va cada vez a menos así por la mortandad en la Seca
del año pasado como en la continua saca de vacas para el nacateo de Veracruz [distribución
para las carnicerías, llamadas en Veracruz «nacaterías», del nahua nakat, «carne»], que desde
luego se sorberá todo si no se pone algún remedio. Tiene 12 ranchos de siembra de algodón,
grandes, con 60 fanegas de tierra cultivada, y de medianos y chicos una infinidad de ellos.
Por los años de 95, 96 y 97 había en esta jurisdicción dos tantos más de siembras que en la
actualidad, pero con el motivo de haberse expulsado los indios ha ido en mucha decadencia.
A esto se agrega que los dueños de las tierras no procuran más que tiranizar a los infelices
llevándoles ocho y diez pesos por una cuartilla de sembradura, y aunque Su Majestad (que
Dios guarde) en su Real Cédula de 1802 manda moderar el excesivo canon de 8 pesos que se
cobraban por fanega, ellos lo han entendido al revés y cargan doble» («Noticias estadísticas...»,
en Florescano, 1976 : 81).
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PRIMEROS DESAJUSTES
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ARCHIVOS
agn m , Archivo General de la Nación, México.
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ALGARADAS, SEDICIONES Y TUMULTOS EN EL SOTAVENTO VERACRUZANO
BIBLIOGRAFÍA
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DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS DE LA CUSE DOMINANTE
EN EL RÍO DE LA PLATA TARDO COLONIAL (1770-1810)_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
Mariano Martín Schlez
U n iv ersid a d N a cio n a l d e la P lata- c o n ic e t
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res han caracterizado que «casi todos los comerciantes poseen estancias»,1 otros
plantearon que no invertían en tierras rurales, prefiriendo comprar los cueros a los
hacendados.2Ambas posturas desatienden las posibles diferencias en los patrones
de acumulación, englobando a un conjunto de realidades diferenciadas bajo el
rótulo de «comerciantes». No diferenciar a quienes realizan actividades produc
tivas de quienes se reproducen gracias a un privilegio político que habilita una
punción a la circulación, es el principal mecanismo para concluir la imposibili
dad de «predecir» cualquier tipo de alianza política basada en intereses materiales
equivalentes. Si todos son comerciantes, y hay comerciantes en ambos lados de
los bandos enfrentados en la revolución, no hay forma de encontrar ninguna ley
que determine la movilización de estos individuos.3 Sin embargo, si nos atenemos
a un estudio detallado de la naturaleza social de la reproducción de estos sujetos,
observaremos que, lejos de un divorcio entre sus actividades económicas y polí
ticas, encontramos una ligazón imposible de separar.
Este trabajo intenta realizar un aporte a esta problemática, partiendo de la
hipótesis de que existe en la colonia una dominación política y económica cuyo
corazón se expresa en los comerciantes monopolistas, por lo que comenzamos a
llevar adelante esta tarea a través del estudio de un caso singularmente significa
tivo: Diego de Agüero.
Comerciante español, Agüero es uno de los principales consignatarios rio-
platenses de las casas gaditanas. Como tal, es un reconocido dirigente del grupo
denominado comúnmente como «monopolista». Aliado incondicional de Martín
de Álzaga, el líder de la oposición al proceso revolucionario de mayo de 1810,
participa activamente de la vida política porteña como funcionario del cabildo
y del consulado de Buenos Aires. Agüero es, además, tío y socio de Miguel Fer
nández de Agüero, autor de la representación de los comerciantes monopolistas
gaditanos que, en 1809, se enfrentó a la representación d e los h acen d a d os, del
revolucionario Mariano Moreno. Confirman la importancia de nuestro observable
la inexistencia de estudios sobre su persona y el escaso número de investigacio
nes sobre comerciantes monopolistas en el Río de la Plata tardo colonial.
Comenzaremos a dilucidar la base material de Diego de Agüero apelando a
tres tipos de fuentes. Observaremos la relación que mantiene con las casas co
merciales gaditanas, sus contactos en la Península y el volumen monetario de su
giro legal, a través de los registros de navios. Como esta fuente abarca hasta el
año 1810, el periodo 1810-1820 lo hemos cubierto con los libros de entradas
y salidas de mercaderías de la aduana porteña y con los papeles de la capitanía
del puerto. Corroboraremos el volumen de envío de dinero y metálico a España
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DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
la Argentina.
Con respecto a las categorías de análisis, buscaremos marcar los límites de los
estudios basados en el concepto de «redes», para explicar lo que consideramos
un proceso más complejo que la simple agregación de individuos en torno a
afinidades simbólicas. Utilizaremos lo que consideramos el marco teórico más
apropiado para resolver los problemas que aquí nos planteamos, el marxismo
clásico, por lo que realizaremos un análisis en torno al concepto de clase social.4
El examen de las categorías que dominan el campo académico -y la elección
de preguntas que implican otros conceptos como más pertinentes- exceden el
espacio de este artículo. Sin embargo, puede consultarse dicha trayectoria en
trabajos anteriores.5
A fines del siglo xvm, las mercancías no circulan libremente por los mercados
debido a la ausencia de la libre concurrencia. El Estado impone una serie de
impuestos a la circulación con el objetivo de aumentar sus rentas y los comer
ciantes deben estar habilitados por un permiso para traficar. Diego de Agüero era
uno de estos comerciantes debidamente autorizados por la corona.6 El estudio de
los registros de navios y caudales nos permitirá acceder al tráfico atlántico legal
de Diego de Agüero. Estas fuentes nos aportan valiosos datos de su giro atlántico:
1) períodos en que se realiza el tráfico; 2) socios y consignatarios; 3) mercados de
compra y venta; 4) volumen monetario de mercancías recibidas; 5) volumen
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7. Dado que se trata de su principal socio y es imposible discriminar cuáles son activi
dades separadas y cuáles no, hemos incluido las mercancías remitidas a Miguel Fernández
de Agüero y los caudales por él enviados a la Península. Los años 1790/91/92 se encuentran
incompletos debido a la ilegibilidad de la fuente por encontrarse en mal estado.
8. Arazola Corvera, Hombres; 1998.
9. Ver, por ejemplo, los resúmenes de cuenta realizados por Diego de Agüero y Salvador
de Trucios donde se consigna este 4% de comisión para el consignatario, a g n b a , Sala VII,
Legajo 761, Fojas 146, 335 y 370.
30
Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
CUADRO 1
SOCIOS Y CONSIGNATARIOS GADITANOS DE DIEGO DE AGÜERO10
10. Todos los cuadros de este acápite han sido confeccionados a partir de a g n b a , Sala EX,
División Colonia, Sección Gobierno, Registros de Navios, 1770, 1771 (43-5-4; 43-5-5), 1772 (43-
5-6), 1773 (43-5-7), 1774 (43-5-8), 1775 (43-5-9), 1776 (43-5-10), 1778 (43-5-11; 43-6-1), 1779
(43-6-2; 43-6-3); 1780, 1781, 1782 (43-6-4), 1783 (43-6-5); 1784 (43-6-6; 43-6-7; 43-6-8); 1785
(43-6-9; 43-7-1; 43-7-2; 43-7-3; 43-7-4); 1786 (43-7-5, 43-7-6, 43-7-7, 43-7-8, 43-7-9, 43-7-10);
1787 (43-7-11, 43-7-12, 43-8-1, 43-8-2); 1788 (43-8-3, 43-8-4, 43-8-5, 43-8-6, 43-8-7, 43-8-8); 1789
(43-8-9, 43-8-10, 43-8-11, 43-8-12, 43-9-1); 1790 (43-9-2, 43-9-3, 43-9-4); 1790-1791 (27-3-5, 27-
3-6, 27-3-8, 27-3-9, 27-3-10); 1792 (43-9-5, 43-9-6, 43-9-7, 43-9-8, 43-9-9, 43-9-10); 1793 (43-9-11,
45-1-1); 1794 (45-1-2, 45-1-3); 1795 (45-1-4); 1795-1796 (45-1-5); 1796 (45-1-6, 45-1-7); 1797
(45-1-8); 1798 (45-1-9); 1799 (45-1-10); 1800-1802 (45-1-11); 1802 (10-4-6); 1803-1805 (4-10-8);
1805-1810 (10-5-1); Registros de Caudales, 1717-1809 (16-1-3); 1738-1790 (25-7-4); Sala XIII,
Contabilidad Colonial, Aduana, Registros de Navios, 1803 (40-3-2, 40-2-5, 40-2-6, 40-2-7, 40-2-8,
40-3-1, 40-3-2, 40-3-3); 1804 (40-7-1, 40-7-2, 40-7-3, 40-7-4, 40-7-5, 40-7-6, 40-7-7, 40-7-8, 40-7-9,
40-7-10); 1805 (40-10-5, 40-10-6, 40-10-7, 40-10-8); 1806 (41-2-5, 41-2-6); 1807 (41-3-9); 1808 (41-
4-9); 1809 (41-5-5, 41-5-6, 41-5-7, 41-5-8); Registro de Caudales, 1768-1778 (46-2-24), 1784-85
(46-2-25), 1786-87 (46-2-26), 1788-89 (46-3-2), 1789-1790 (46-3-4), 1791-1792 (46-3-6), 1792-93
(46-3-8), 1794-1796 (46-3-7), 1802-04 (46-3-9). En los cuadros 1, 2 y 3 consideramos por transac
ción 1 envío por barco, ya sea de efectos o dinero. En caso que distintos comerciantes realicen
envíos al mismo individuo en el mismo barco se contabiliza cada uno de ellos.
31
Índice
LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
CUADRO 1 (Continuación)
Consignatarios y socios Periodo N° de Consignatarios y socios Periodo N° de
de la transac de la transac
relación ciones relación ciones
José Fernández 1792- 5 Manuel García Fernán 1793 1
de Cossio 1794 dez
Como podemos ver en el cuadro, Agüero negocia con una importante can
tidad de comerciantes gaditanos, aunque el grueso de sus relaciones se cir
cunscribe a una decena de exportadores. En primer lugar, la compañía que
más se extiende en el tiempo y con la que Agüero realiza mayor cantidad de
32
Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
11. A los 13 años de edad, Miguel es traído desde España por Diego de Agüero, que para
ese entonces ya era un gran comerciante y estaba casado con Petrona Gregorio Espinosa,
también hija y nieta de comerciantes. Cuando aún tenía sólo un hijo varón, acudió a España
para garantizar la continuidad de la línea comercial. Dieciséis años más tarde, en 1794, Mi
guel, a los 29 años, se casó con su prima carnal, la hija de Diego, María Ignacia Agüero, de
21 años de edad. Según Susan Socolow, al redactarse el «capital» (acumulación del novio pre
via al casamiento) de la boda entre Miguel e Ignacia, «queda claro que Miguel, comerciante
activo en el comercio con Potosí, había estado bajo la tutela económica de su tío antes del
matrimonio». Socolow, Mercaderes, 1991, p. 31. «Entre las sumas que se le debían a Miguel
hay 1.529 pesos que le debía el padre de su esposa, ‘...la negociación que ha girado... el dho
marido con su padre [Diego Agüero] por cuenta a mitad’. Sin embargo, en la lista de deudas
de Miguel había 24.708 pesos que él le debía a su tío, un dinero que sin duda le dieron para
ayudarlo a establecerse en los negocios». Ver a g n b a , Registro de Escribano 6 , 1795, folios
132-5v, Capital de Miguel Fernández de Agüero, citado en Socolow, Mercaderes, 1991, p. 45 y
Facultad de Filosofía y Letras ( u b a ) , Documentos p ara la historia argentina, Tomo X, Padro
nes de la Ciudad y Campaña de Buenos Aires (1725-1810), citado en Socolow, Mercaderes,
1991, p. 31.
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Índice
LA C O R O N A EN L L A N A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
CUADRO 2
INDIVIDUOS QUE AGÜERO REEMPLAZA CUANDO SE AUSENTAN Y QUE RECIBEN
SUS EFECTOS CUANDO NO SE ENCUENTRA EN BUENOS AIRES
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Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
CUADRO 2 (Continuación)
Individuo Perìodo de la N° de Individuo Perìodo N° de
relación recepcio de la recepcio
nes relación nes
Isidro José Bal-
1787 2 José Torres 1804 1
bastro
Anseimo de la
1790-1792 2 Francisco Major 1804 1
Cruz
Bernardo Gregorio
1790-1792 2 Narciso Marull 1806 1
de las Heras
Bernardino Viana 1792 2 _ _
-
Veamos ahora el tercer tipo da vínculos unidos por Agüero, es decir, cuando
actúa como nexo entre diferentes mercados e individuos. El cuadro 3 nos ofrece
un panorama un poco más amplio del giro de Agüero, mostrándonos que sus activi
dades se extendían hasta los mercados de Santiago y Concepción de Chile, Potosí,
La Paz y Quito. El número de consignatarios y transacciones parece demostrar que
Buenos Aires y Santiago de Chile son los mercados más importantes al interior de
su giro, mientras que confirman a Juan de Dios de Bailes y Requesans, Ignacio Díaz
Saravia, Tomás de Carranza y Bartolomé Lopetedi como a sus principales socios
gaditanos. En América, José Ramírez de Saldaña,la Compañía de Miguel de la Cava-
reda, Bartolomé de Ariznavarreta (Santiago); Joaquín de Obregón Cevallos (Potosí);
y Manuel José Guisado (Quito), son sus principales contactos.
Cuando Agüero remite dinero desde el interior del mercado americano, ge
neralmente el mecanismo es el siguiente: un agente le envía el dinero con las
instrucciones de lo que necesita, Agüero lo recibe en Buenos Aires y lo registra en
el primer navio que sale, hacia el destino solicitado (generalmente Cádiz). Sólo
en coyunturas bélicas, o cuando el envío es el resultado de un pago a Agüero, el
dinero permanece en el puerto de Buenos Aires sin ser remitido nuevamente
hacia otro destino. El consignatario le manda a Agüero o bien que del dinero en
viado tome su comisión y los gastos de embarque o, si los quiere enviar intactos,
que incluya todos los gastos en su cuenta corriente. Los envíos son a personas
específicas pero, como posiblemente el receptor no se encuentre en el momento
de llegada de la remesa, se menciona también a un socio como posible destina
tario. El mismo mecanismo, pero con sentido inverso, se repite cuando, desde la
Península, se destinan mercancías a distintos comerciantes a través de Agüero.
En esta actividad, su posición es clave: geográficamente se encuentra en Buenos
Aires, uno de los principales puertos comerciales, y, por sus relaciones sociales y
políticas, él es el nexo que deben utilizar los diferentes mercaderes para llegar al
puerto español. Así lo testimonian las cartas dirigidas a Agüero:
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Índice
LA
CUADRO 3
C OR O NA
INDIVIDUOS RELACIONADOS A TRAVÉS DE DIEGO DE AGÜERO
EN
la relación ciones déla ciones
L L AMAS.
relación
Juan de Dios Bailes 1784-1796 33 Juan Antonio de la Fuente 1784 1
CONFLI CTOS
Ignacio Díaz Saravia 1783-1796 13 Manuel García y Fernández 1785 1
Tomás de Carranza 1785-1786 11 José Retomillo 1785 1
Bartolomé Lopetedi 1796-1804 8 Pablo Páez Jaramillo 1785 1
ECONÓMI COS
Nicolás de la Cruz y Compañía 1785-1802 6 Felipe Lorente 1785 1
Juan Enrique Rosales 1787-1792 6 Manuel de Arias 1786 1
Juan Martín de Aguirre 1774 3 Antonio Mayo 1787 1
Viuda de Aguirre Hijo y Neco-
Y SOCIALES
chea 1795-1796 3 Juan Domingo Ruiz 1791 1
Andrés de Campino 1774 2 Juan Antonio de la Quintana 1792 1
Cádiz
Nicolás Antonio de Herboso y Sa
EN
Juan Martínez 1787 2 ravia 1794 1
LA
Francisco García Nieles 1788 2 Lucas de Hortañón 1795 1
INDEPENDENCIA
Matheo Díaz Saravia 1791 2 Luis Francisco de Gardeazábal 1795 1
María del Rosario Díaz Saravia 1802-1803 2 Gabriel José de Fresno 1796 1
Juan Antonio de Arteaga 1774 1 Domingo Thomás Terri 1796 1
José de Toro 1774 1 Juan Esteban de Ezpeleta 1796 1
IBEROAMERICANA
Andrés de Goycolea 1774 1 Cristóbal Javier de Isturiz 1802 1
Agustín Villota 1774 1 Francisco de Sales Reyna 1803 1
Roque Jacinto Huici 1781 1 - - -
Índice
CUADRO 3 (Continuación)
Mercado Individuos Periodo de N° de transac Individuos Periodo Nó de transac
la relación ciones de la ciones
relación
Manuel José Cabezas 1792-1796 7 Francisco del Portillo 1796 1
Presbítero Martín de Sotomayor 1783 1 Nicolás Fernández Ribera 1796 1
Madrid
Feliz Gil 1795 1 Francisco Antonio Montes 1802 1
Justo Cosío 1796 1 _ _
DI E GO
Pedro Fernández Balmaceda 1783-1784 3 José Ignacio Flemas 1794 1
Lucía de la Torre Mugica 1785-1786 3 María Tercia Casas 1794 1
DE
Gregorio Collantes y Estrada 1794—1802 3 Francisco Antonio Bulnes 1794 1
AGÜE R O
Pedro Páez Jaramillo 1785-1796 2 José Rodríguez y García 1794 1
Pablo Páez Jaramillo 1788 2 Manuel Fonegra 1795 1
Agustín Martínez 1792-1794 2 Benito Rueda 1795 1
Y
Fermín de Garaicochea 1794 2 Manuel de Villegas 1795 1
LOS
Buenos Fabián de Guinea 1795 2 Manuel de Cosio 1796 1
Aires José A, Mesa 1774 1 Joaquín de Obregón Cevallos 1796 1
FUNDAMENTOS
José Sebastián de Sotomayor 1783 1 Angel Francisco Sigler 1796 1
Juan de Oría 1784 1 Ana María de Canas 1796 1
José Ramírez 1784 1 Francisco Javier Colapos 1796 1
Francisca Echavarría 1784 1 Luis Martínez de Mata 1802 1
Fray Juan de Dios Herrera y Man
ECONÓMICOS
zana 1785 1 Antonio Nadal y Narrer 1802 1
Joseph Montreal 1785 1 María Teresa García 1802 1
Ramón Rosales y Compañía 1788 1 Francisco Díaz y Orejuela 1803 1
Melchor de la Xara 1792 1 - - -
Índice
CUADRO 3 (Continuación)
LA
Mercado Individuos Periodo de N° de transac Individuos Periodo N° de transac
C OR ONA
la relación ciones de la ciones
relación
José Ramírez de Saldaña 1784-1796 21 Antonio Causino 1774 1
EN
Miguel de la Cavareda y Com
L LAMAS.
pañía 1784 7 Conde de la Conquista 1774 1
Cofradía de Nuestra Señora del
CONFLI CTOS
Bartolomé de Ariznavarreta 1793-1796 7 Rosario 1774 1
Juan Manuel de la Cruz 1785-1788 6 María Josefa de Salas 1774 1
Ramón Rosales 1787-1792 4 Roque Jacinto Huici 1785 1
ECONÓMI COS
Santiago Salvador Trucios 1781-1785 2 Micaela de Ipinza 1786 1
de Chile Francisco Bezamilla 1784-1785 2 Fulgencio Rodenas 1787 1
José Manuel de Barrena y Com
pañía 1785-1786 2 Phelipe Mercado 1788 1
Y SOCIALES
María del Rosario Larraín 1787-1788 2 Pedro de Larrea 1789 1
Joaquín de Bustamante 1774 1 María Josepha Morandé 1791 1
Lorenzo Anadu 1774 1 Pedro García de la Huerta 1791 1
EN
Francisco de Echavarría 1774 1 Manuel Fernández Ramírez 1796 1
LA
Juan Antonio Díaz 1774 1 Celedonio de Villota 1803 1
INDEPENDENCIA
Concep
ción de
Chile José Urrutia y Mendiburu 1785 1 Juan José de la Quintana 1785 1
Joaquín de Obregón Cevallos 1803-1804 6 Valentín de Ochagavía 1792 1
Potosí
Raymundo Mannes 1785-1786 3 -
IBEROAMERICANA
- -
Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
CUADRO 4
REMESAS DE CAUDALES ENVIADAS A LA PENÍNSULA POR DIEGO DE AGÜERO
(1 7 7 4 -1 8 0 2 )
2 0 0 .0 0 0 -
150.000 .
100.000 -
50.000 .
12. a g n , b a , Sala VII, Legajo 761, foja 510. El español antiguo ha sido adaptado para faci
litar su lectura.
13. a g n , b a , Sala IX, Licencias y Pasaportes, Letra A-LL, Libro 1, Hojas 76 y 77.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S V S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
CUADRO 5
MERCANCÍAS REMITIDAS DESDE CÁDIZ DESTINADAS A DIEGO DE AGÜERO (1779-1809)
14. Tan sólo 1.385 pesos son remitidos a Madrid y 517, a la Coruña. Para profundizar so
bre el tráfico dirigido a estos puertos puede consultarse Fontana y Bernal, Comercio, 1987.
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Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
mercial.15Años después, las guerras con Francia (1793-1795) y con Gran Bretaña
(1796-1802), aunque no le impidieron la remisión de caudales a la Península
(que sí se detienen entre 1797 y 1801), bloquearon su recepción de efectos a lo
largo de todo ese periodo. A pesar de un nuevo envío de remesas en 1802, y de la
recepción de una mínima cantidad de efectos entre 1803 y 1809,1a reanudación
del enfrentamiento con Inglaterra en 1804, la posterior derrota deTrafalgar -con
el consecuente bloqueo portuario- y la invasión francesa de 1808, serán obstácu
los demasiado grandes de sortear. La Revolución de Mayo de 1810 acabará final
mente con la relación de Diego de Agüero con el puerto de Cádiz, destruyendo
el monopolio que sustentaba su acumulación.Tras la revolución, Agüero no envía
ninguna remesa más a la Península y ya no recibe mercancías remitidas desde allí.16
El contenido del giro comercial muestra que, básicamente, Agüero importa en
Buenos Aires efectos de Castilla y remite desde allí, metálico y dinero amonedado,
que aparece en los registros bajo la común denominación de pesos.17También
son exportados a Cádiz el cobre chileno y los cueros rioplatenses.18 El saldo de la
balanza entre América y España nos muestra una notable transferencia de dinero
y metálico hacia la Península: mientras que recibe mercancías por 485.784 pesos,
remite a Cádiz más del doble, 982.594 pesos. Esta enorme cantidad de dinero
enviado cobra real dimensión cuando observamos el total enviado a lo largo de
su carrera por otros grandes comerciantes como Manuel de Basavilbaso (4 051
847 pesos), Juan Antonio de Lezica (2.856.332 pesos), Gaspar de Santa Coloma
(1.147.617 pesos), Agustín Casimiro de Aguirre (801.434 pesos), Juan Esteban de
Anchorena (380.648 pesos), Bernardo Sancho Larrea (319.721 pesos),Vicente de
Azcuénaga (315.640 pesos), José Martínez de Hoz (276.674 pesos) o Martín
de Álzaga (235.437 pesos).19 Para ponderar esta cantidad de dinero remesada
podemos apelar también a una fuente cualitativa, como las M em orias de Antonio
Alcalá Galiano, donde afirmaba que «un millón de pesos fuertes (en Cádiz no se
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LA C O R O N A EN L L A N A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
solía contar por reales) era lo que se atribuía a tres o cuatro de las personas más
acaudaladas.Tener cien mil pesos se reputaba estar muy bien».20 Estos datos colo
can a Diego de Agüero como a uno de los comerciantes que más dinero ha reme
sado al puerto de Cádiz, en calidad de consignatario de sus casas comerciales.
En esta transferencia de valor de un territorio a otro, los comerciantes mono
polistas, a través de sus intercambios, son los responsables de trasladar las ganan
cias hacia España. El predominio de la ruta de Cádiz y la constante vehiculización
del excedente hacia allí demuestran la estrecha relación colonial entre España y
sus colonias hacia fines del siglo x v iii y principios del x r x .
Para conocer los mecanismos utilizados para transformar esos efectos en di
nero debemos dirigir nuestra atención a las actividades económicas desarrolladas
por Diego de Agüero en América.
Describir cuándo, qué y dónde Agüero compra y vende mercancías nos per
mitirá obtener una primera imagen de los mecanismos utilizados para obtener
metálico. Para esto utilizaremos los voluminosos copiadores de cartas privadas
y comerciales, que abarcan el periodo 1770-1802 (con algunas piezas aisladas
que llegan hasta 1810) y la correspondencia recibida por Agüero.Vale aclarar que
el sitio donde adquiere la mercancía puede no coincidir con su lugar de pro
ducción. Por nuestra parte, seguiremos su recorrido desde que llega a manos de
Agüero (generalmente desde su compra) hasta que se deshace de ella (venta o
consignación), lo que tampoco quiere decir que el producto no siga recorriendo
caminos hacia otros mercados. Es fundamental tener en cuenta que, en la mayo
ría de las ocasiones, Diego de Agüero no es más que un eslabón en una cadena
mayor. Es decir, no suele vender al consumidor final, sino que funciona como un
nexo entre comerciantes de mercados distantes.
El cuadro 6, realizado a partir de la correspondencia comercial de Agüero,
nos ayuda a profundizar en su tráfico, complementando la información de los
registros de navios. En primer lugar, confirmamos la centraüdad de Cádiz, ya que
desde ese puerto llega la mayoría de los productos traficados y hacia allí se di
rigen, además de las remesas en dinero, las dos principales producciones del
Reino de Chile y del Río de la Plata: el cobre y el cuero.21 En Buenos Aires, Agüero
compra también esclavos, que llegan desde África en barcos negreros, para ser
revendidos allí o internados en el continente, con dirección a Mendoza, Santiago
y el Alto Perú. La única mercancía producida en territorio bonaerense y traficada
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Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
CUADRO 6
MERCANCÍAS TRAFICADAS POR DIEGO DE AGÜERO
Fuente: a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Archivo de Diego de Agüero y m h n , Archivo Histórico,
Fondo General, Subfondo Libros copiadores y contables de los siglos xvmy xix, Copiadores
de cartas de Diego de Agüero.
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CUADRO 7
MERCADOS Y CONSIGNATARIOS DE DIEGO DE AGÜERO
Fuente: agn ba, Sala VII, Legajo 761, Archivo de Diego de Agüero.
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Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
o de zonas alejadas.Al mismo tiempo, este agente realiza las cobranzas, lleva una
cuenta corriente a nombre de Agüero -y posee una en Buenos Aires- y es el
responsable de enviar el dinero que se recauda o redistribuir las mercancías que
no pueden ser vendidas. Es decir que reproduce, a menor escala, su propio papel
como consignatario de mercancías llegadas desde Cádiz.
Esta es una descripción básica de la estructura comercial americana montada
por Agüero para trocar los efectos en dinero y remitirlos a la Península. Veamos
ahora, sucintamente, las demás actividades económicas que potenciaron la acu
mulación de Diego de Agüero.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
el contador José Antonio intenta pagar una deuda pautada en productos la
brados en cobre, en especias (polvos) y Agüero no lo permite de ninguna
manera.24 En algunos casos en que las deudas eran cobradas recibiendo otros
medios de pago, podían resultar un mecanismo de expropiación de medios de
vida de pequeños comerciantes y productores directos. Manuel Gallegos, por
ejemplo, a falta de dinero, se vio obligado a saldar parte de su deuda entregán
dole a Agüero una de sus carretas.25Al momento de establecerse el préstamo,
el deudor otorgaba una pesada garantía. Como el chocolatero Francisco Ar-
bona, que para que Agüero le adelante azúcar para poder trabajar, ofrecía «mi
persona y bienes, muebles, y raíces havidos y por haver», aceptando la acción
del aparato jurídico colonial en caso de no poder devolver el préstamo: «Doy
poderío [...] a las Justicias, y Señores Jueces de su Majestad a cualquier partes
y lugares que vean, para que a su cumplimiento me compelan y apremien por
todo rigor en forma y conforme a Derecho».26 Estos documentos no eran re
dactados en vano ya que, efectivamente, muchos deudores no podían pagar lo
pautado. Es el caso de Arbona, que no pudo devolver el dinero y, en 1784, sus
bienes fueron embargados y ejecutados por el Estado, en beneficio de Agüero,
que ya había solicitado una investigación para conocer todos los bienes expro-
piables: «Que se hade servir la justificación [...] mandar que comparezcan los
mozos que serbian an la Cafeteria y Confituria y que bajo juramento [...] de
claren donde existen los efectos, plata y alajas correspondientes al expresado
Arbona».27 El proceso termina con el chocolatero embargado y preso.
En otras oportunidades, Agüero ordena cobrar deudas a pedido de sus alle
gados y también las salda. Por ejemplo, en 1775, le solicita aTrucios que cobre
una deuda de 282 pesos que posee Juan Caldera con Gonzalo Doblas28 y, en 1782,
le abona 200 pesos a Bernardo Sancho Larrea por un préstamo que éste le otor
gó a la esposa de Echevenz, en 1777.29Veamos ahora un resumen de la actividad
prestamista de Agüero, desprendido de su correspondencia.
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Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
CUADRO 8
PRÉSTAMOS DE DINERO OTORGADOS POR DIEGO DE AGÜERO (1768-1799)
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
CUADRO 8 (Continuación)
Fuente: a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Archivo Diego de Agüero y Sala IX, Tribunales, Legajo
G -ll, Expediente 6.
A pesar que estos datos deben completarse con los registros notariales de la
ciudad de Buenos Aires, la correspondencia de Agüero nos permite aproximarnos
a algunos de los beneficiarios de los préstamos realizados por Agüero. Esta pri
mera aproximación parecería confirmar que los comerciantes, burócratas y sus
familiares y allegados son sus receptores: Salvador deTrucios, Domingo Belgrano
Pérez, Pedro Andrés de Azagra, José María del Castillo y Martín de Álzaga, son algu
nos de ellos. La ventaja de recurrir a esta fuente es que podemos llegar al verdade
ro solicitante del préstamo, que escribe a Agüero solicitándolo, más allá de quien
figure en los documentos oficiales, que se reducen a mostrar el monto y la firma
del beneficiario directo.30Además de que la correspondencia nos permite aproxi
marnos también a la conciencia de Agüero, a través de ciertos comentarios que,
en confidencia, les hace a sus consignatarios, expresando su moral y su visión
del mundo: luego de prestarle al recién llegado José Antonio Díaz 20 pesos, le co
menta aTrucios «dho Diaz viene de España según me parece a aprender a hablar
franzes, mejor le hubiera estado haverse impuesto en el oficio de su padre».31
Como vemos, los préstamos parecen acompañar toda la carrera comercial de
Agüero, desde 1768 hasta 1799. En ellos habría invertido unos 46 833 pesos, a los
que deberíamos sumarle, para aproximamos a las ganancias que le habrían aporta
do, el 5% que habitualmente se cobraba por este servicio.32 Sin embargo, estaríamos
sólo ante una aproximación muy vaga, ya que cobrar el dinero prestado no era
30. Por ejemplo, todos los préstamos a Ana María Herrero son, en realidad, otorgados a
su esposo, el Contador del Tribunal de Cuentas de Chile, Thomas Echevenz y Zipriano Reyes
recibe 64 pesos en calidad de sobrino de Pedro Andrés de Azagra. a g n b a , Sala VII, Legajo
761, Foja 51.
31. a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Foja 102.
32. Gelman, Mercachifle, 1996, p. 128.
48
Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
para nada sencillo en la colonia, A pesar de contar con el Estado, las distancias y el
quiebre de los pequeños comerciantes fomentaban la dilación en los pagos. Por
ejemplo, en 1775, Juan Caldera no pudo abonar su deuda, de más de 200 pesos,
con Agüero «por haber padecido el quebranto de que le comisaron la que traía de
esa en el transito de la Cordillera». Agüero se ve obligado a perseguir a sus deudo
res, que muchas veces viajan por América, dificultándose su localización.33 En esta
cuestión, Agüero contaba con la fiel colaboración de SalvadorTrucios, que hacía las
veces de cobrador de deudas atrasadas. Signo de su lealtad es la remesa de 1775 (un
año de numerosos préstamos), cuando le envía 15 267 pesos 4 reales, en concepto
de las deudas que Agüero le había encargado cobrar, aunque todavía no había podi
do cobrar todo, poniendo de su propio peculio el dinero faltante.34
Los préstamos tenían otro ribete: el adelanto de mercancías. Los protocolos
notariales ( a g n b a ) , nos permitirán aproximarnos al fiado al interior del mercado
americano.
CUADRO 9
FIADO AL INTERIOR DEL MERCADO AMERICANO (1774-1808)
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
Negocios inmobiliarios
Diego de Agüero estuvo vinculado al negocio de los bienes raíces, más especí
ficamente, al alquiler de propiedades urbanas. No sólo alquilaba sus propiedades,
sino que también era el apoderado de Tomás de Echevenz, contador del Tribunal
de Cuentas del Reino de Chile, que adquirió predominancia gracias a que recibió,
en 1778, una importante cantidad de propiedades en Buenos Aires de parte de su
esposa Ana María Herrero.36Ya en 1778 vendió una estancia en Luján, que fuera
de su suegro, Juan de Herrera, a Alonso González por 2.178 pesos 1 real.37 En
septiembre de 1780, a raíz de cierto descontento en el manejo de sus negocios
por parte de Matheo Ramón de Álzaga, como el descuido en el manejo del Mo
nasterio de Santa Catalina de Córdoba o del Convento de la Merced, en Buenos
50
Índice
DIEGO DË AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
Aires,38 Echevenz pasa a ser representado por Diego de Agüero.39Al momento del
traspaso, tiene a su favor, en Buenos Aires, 4.194 pesos 3 34 reales,40 monto que se
incrementará rápidamente bajo la gestión de Agüero: en 1780, le vende una casa
a Manuel de Basavilbaso en 21.000 pesos y una chacra a Manuel José de Borda
en 6.520 pesos.41 Entre las propiedades más importantes de Echevenz se incluía
un solar en la Plaza Mayor (hoy Plaza de Mayo) y la chacra «De Castro», sita a dos
leguas y media de la ciudad. Por una deuda impagada, sabemos también que era el
propietario de la casa donde funcionaba el Tribunal de Cuentas en Buenos Aires.
Un reclamo de Agüero ante el Gobierno colonial nos aproxima al costo de los
alquileres de casas de lujo en la Buenos Aires de 1781. El valor anual del alquiler
de la casa delTribunal de Cuentas era de 450 pesos. El reclamo se inició cuando
la deuda, de 15 meses, ascendía a 562 pesos.42 El juicio se resolvió a favor de
Echevenz y Agüero el 7 de marzo de 1782, fecha en que se ordenó saldar la deu
da definitiva, ya que la casa había sido adquirida por Miguel de Azcuénaga.43 La
deuda, por un año, once meses y veintisiete días, ascendía a 895 pesos 6 reales y
fue finalmente cobrada el 2 de junio de 1783. Esta casa se encontraba en la Plaza
mayor, lindando con el Palacio Episcopal, la calle «De las Ánimas» y con la casa
de Vicente de Azcuénaga. Por ella, Echevenz cobró la misma suma abonada por
Basavilbaso, 21.000 pesos, lo que nos habla de un patrón en el costo de las casas
de lujo en la Buenos Aires colonial.
Pero además de casas lujosas, Echevenz alquilaba pequeños cuartos a un cos
to mucho más bajo que rondaba, hacia 1779, los 5 pesos mensuales.44 Cuando,
en 1780, Agüero recibe el manejo de sus negocios, confecciona un cuaderno a
38. Tras asumir los negocios de su nuevo representado, Agüero realiza una serie de ventas
con el objetivo de cumplir con varios pagos atrasados sobre censos y capellanías de propie
dades eclesiásticas. Por ejemplo, con la venta de la casa comprada por Azcuénaga le abona
a Juan José Lezica, apoderado de las monjas cordobesas, $4.103, mientras que, $572, van
para la capellanía de Cayetano Fernández de Agüero, a g n b a ,, Sala VII, Legajo 761, Fojas 386
a 392.
39. agn b a ,, Sala VII, Legajo 761, Fojas 269 y 270.
40. Claro que no obtiene esta ganancia neta, ya que también posee numerosas deudas
que son debidamente contabilizadas por Álzaga en el resumen de cuenta que le pasa a Agüe
ro. Ver agn b a ,, Sala VII, Legajo 761, Fojas 345 a 356.
41. La carta tiene por motivo principal instruir a Agüero sobre la defensa de sus intereses
en un juicio frente a José Andonaegui, que intenta detener la venta de una casa a Miguel de
Azcuénaga. agn b a ,, Sala VII, Legajo 761, Fojas 267, 268, 270, 572 y 591.
42. a g n b a ,, Sala IX, Hacienda, Legajo 22, Expediente 515, Foja 6. Echevenz llega a obte
ner esta casa ya que perteneció a la abuela de su mujer, Ana María Herrero, a g n b a ,, Sala IX,
Hacienda, Legajo 22, Expediente 515, Foja 9.
43. a g n b a ,, Sala IX, Hacienda, Legajo 22, Expediente 515, Foja 22. El «clan» familiar Azcué
naga - Santa Coloma eran uno de los más importantes propietarios de Buenos Aires. En 1794,
Gaspar de Santa Coloma le alquila una de sus casas al Tribunal del Consulado de Buenos
Aires, a un costo mensual de $720 (que por necesidad de arreglos se fijarán, finalmente, en
$750). Ver a g n b a , Consulado de Buenos Aires, 1936, p. 218 y p. 244.
44. a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Fojas 273 y 274.
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partir de los datos otorgados por su ex apoderado, Matheo Ramón de Álzaga. Una
mirada a su contenido nos da una idea más acabada del negocio inmobiliario en
la Colonia.
CUADRO 10
COSTOS DE ALQUILERES DE PROPIEDADES ADMINISTRADAS POR AGÜERO
EN BUENOS AIRES (1780)
1 Cuarto $4 Mensual
1 Cuarto $5 Mensual
1 Cuarto $6 Mensual
1 Cuarto $5 Mensual
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DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
Capellanías
46. a g n b a , Sala IX, División Colonia, Sección Gobierno, Hacienda, Legajo 124, Expediente
3161, 34-6-2.
47. a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Foja 375.
48. a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Fojas 374 y 375.
49- a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Fojas 571 a 576.
50. a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Fojas 384 y 385.
51. a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Foja 381.
52. a g n b a , Sala VII, Legajo 761, Fojas 458, 460, 462 y 463.
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tiene por costo unos 2 OOO pesos, a lo que Echevens le solicita que intente con
seguir los 1 500 pesos faltantes entre los «muchos devotos» de la ciudad. Manuel
de Basavilbaso será uno de los contribuyentes y el altar se comenzará a construir de
manera que luego pueda completarse con las limosnas cotidianas de los fieles.
Claro está que Agüero fue quien prestó ese dinero.
Este comercio o los que por mejor decir los componen se hallan mui consterna
dos por la falta de los dos Registros Principe San Lorenzo y Aurora, que salieron
de Cádiz con muchos intereses desde el día 5 de enero y hasta el presente no
sabemos de su paradero con la noticia de no haver arribado al Callao el dia
8 de Agosto. 53
53. Salvador de Trucios, 14 de Septiembre de 1775, agn ba , Sala VII, Legajo 761, Foja 88.
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DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
El Real decreto de Libre comercio nos tiene en gran consternación pues según
opiniones se espera que estos puertos se han de llenar de navios y con los
efectos que pasasen de esa a esta ha de haber muchas baraturas y pérdida de
interesados lo que servirá a usted de gobierno. Salvador de Trucios, Santiago
de Chile, 12 de agosto de 1778.56
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ejemplos que ilustran los esfuerzos realizados por los comerciantes por subir el
precio de venta al máximo:
CONCLUSIONES
Diego de Agüero es parte del circuito comercial conocido como «ruta de Cá
diz», pues une el puerto peninsular con los principales mercados americanos:
Buenos Aires, Mendoza, JujuyTucumán, Santiago de Chile, Paraguay, Lima y Potosí.
Las transacciones por él realizadas tienen por objetivo enviar la mayor cantidad
de dinero y metálico a la Península. Para esto vende efectos de Castilla y, en oca
siones, intercambia estos productos por otros, para revenderlos en los mercados
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DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
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ARCHIVOS
BIBLIOGRAFÍA
1983.
G arcía B a q u e r o G o n z á l e z , A n t o n io , C ádiz y el Atlántico, 1717-1778: el com ercio
1975.
L y n c h , J o h n , La España del siglo xvrn, Barcelona, Crítica, 1999.
1973.
M a r x , C a r l o s , El Capital, f c e , México, t. III, 2 0 0 0 .
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Índice
DIEGO DE AGÜERO Y LOS FUNDAMENTOS ECONÓMICOS
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Índice
HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
DE LA DIRECCIÓN DEL CUERPO DE PATRICIOS (BUENOS AIRES, 1806-1810)
Emilio Fabián Harari
Universidad de Buenos Aires-CONICET
1. Véase Nuñez, Ignacio, Noticias, 1952, Tomo I, anexo I y Roberts, Carlos, Invasiones,
2000, pp. 232-233.
2. Sokolow y Johnson afirman que, para 1810, Buenos Aires contaba con 42.540 habitan
tes. Véase, Socolow y Johnson, «Población», 1980. Por su parte, Comadrán Ruiz calcula la cifra
de 41.281 habitantes para 1805. Véase Ruiz, Evolución, 1969, p. 98.
3. a g n A, IX, 26-7-7.
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HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
Esta ponencia tiene por objetivo examinar la composición social del Cuer
po de Patricios, en los años que van desde 1806 a 1810. Con este término nos
referimos a la participación y peso de las diferentes clases sociales que presenta
al interior, dicha conformación política. Como el Cuerpo de Patricios es la or
ganización miliciana más importante de estos años -tanto en número como en
influencia-, constituye un caso significativo a la hora de comenzar a dar respues
tas sobre cuáles son las clases que se ven interpeladas por la crisis e intervienen
activa y organizadamente en el proceso revolucionario. Este apartado propone,
por lo tanto, una aproximación a ello a través de un determinado corpus de
fuentes disponibles. Por supuesto, el estudio de uno de estos elementos, aún con
ser sumamente valioso, no pretende agotar el problema. Nuestra investigación,
en este aspecto, presenta una serie de límites y requiere de ciertas aclaraciones.
Con respecto a los primeros, podemos señalar una restricción empírica y otra
teórica. El límite empírico se refiere a las fuentes estipuladas y a sus alcances. La
información obtenida en el corpus seleccionado no nos ha permitido identificar
plenamente la pertenencia de clase de los individuos en cuestión. Ello implicaría
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11. Cálculos propios sobre la base de la Facultad de Filosofía y Letras, Documentos, 1919,
t. XII, pp. 320-321.
12. ídem. Incluimos a aquellos elementos que se agregaron luego, como Juan José Via-
monte y Lucas Obes.
13. a g n A, IX, 9-7-6.
14. ídem.
15. a g n A, IX, 9-7-7.
16. a g n A, IX, 10-7-2.
17. a g n A, X, 8-10-4.
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HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES E N LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
25. Tal es la hipótesis que sugiere Jorge Gelman en su estudio sobre Domingo Belgrano
Pérez, véase Gelman, Mercachifle, 1996.
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HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
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LA DIRECCIÓN
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HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
C uadro I
F recuen cia de número d e esclavos en pr o pied a d d e los miembros de la d irección
Un esclavo 7 16.6
De 2 a 5 esclavos 22 52.3
De 6 a 10 esclavos 7 16.6
Más de 10 6 14.2
Total 42 100
Como vemos, ia mayor parte de los miembros tiene entre uno y cinco esclavos.
Aquellos que gozan de una gran cantidad de personal doméstico son, entonces, mi
noritarios. Los miembros de la dirección que tienen agregados son 17, frente a 40
casos en que no se consignan. Los agregados en casas, quintas, chacras o estancias
suman 44 de los miembros. Así, podemos especificar que los individuos que pudi
mos comprobar que tienen agregados expresan un 15% del total de la dirección y
un 30% de los casos positivos. Aquellos que no poseen agregados representan el
35% del total de la dirección y el 70% de los casos positivos. El promedio de agrega
dos por individuo, tomando en cuenta sólo aquello que los ostentan, es de 2.5.
En el padrón militar de 1806, todos los miembros de la dirección aparecen
con el calificativo de D on?1 Sin embargo, en los padrones de ciudad de 1806 y
1810 no todos los individuos gozan de tal atributo. Se han consignado 81 casos, lo
que representan el 71% del total. Así, hemos confeccionado un cuadro en el que
se sistematiza la información obtenida en torno a este ítem.
C uadro 2
Uso d el Don en los miembros de la dirección d el cuerpo
Don 69 85.1 61
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C uadro 4
F recuen cias de edad de los miembros de la dirección d el cuerpo ( 1 8 0 6 )
De 14 a 20 años 8 12.3
De 21 a 30 años 22 33.8
De 31 a 40 años 24 36.9
Más de 41 11 16.9
Totales 65 100
Así, vemos que la mayor cantidad de casos se ubican entre los 21 y los 40 años.
En cuanto a su descendencia, de los miembros relevados, hemos encontrado 34
individuos con hijos y 35 sin ellos. El promedio de hijos es de 1.2 sobre los 69
casos y 2.6 sobre los 34 que tienen hijos. La diferencia con los casos que hemos
relevado de estado civil (73 contra 69) se debe a que en muy pocas ocasiones el
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HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
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individuos que parecen gozar del acceso a la tierra. Luego, nos ocupamos de
aquellos que parecen estar ligados a las manufacturas en carácter de menestra
les. Dentro de ese universo, realizamos una distinción: por un lado, los maestros
y, por el otro, los oficiales y aprendices. La razón de esta diferenciación es que
los primeros se ubican en la dirección y se agregan trabajo, que les brindan los
segundos. Restan numerosos elementos que no especifican el tipo de relación
social que tienen. Sin embargo, podemos aventurar que no se trata de trabajado
res en relaciones gremiales. Esto, porque aquellos que lo están son consignados
y se trata de un mismo informante, a lo sumo colaboradores suyos relevaron la
información. Puede haber alguna desidia por parte del informante o poca especi
ficación por parte del miembro del cuerpo, pero tomamos como supuesto que el
grado de acercamiento es mucho más específico que el que realizan los censistas.
Ahora bien, descartar el trabajo gremial no parece hacer avanzar demasiado en su
caracterización. Lo que sabemos es que nos encontramos aquí con un universo
móvil que abarca dueños de su propia tienda, trabajadores por cuenta propia y
peones más calificados, amén de combinaciones varias entre estas condiciones.
Jornaleros: peón de quinta: 3; ejercicio de campo: 1; jornalero: 185; peón: 62;
peón de obra: 1; peón carpintero: 1; peón de albañil: 2; cargador de barcos: 1; depen
diente: 3; mozo de panadería: 1; peón de panadería: 6; peón de hornero: 2; mozo de
café: 6. mozo de tienda: 7; mozo de pulpería: 11; empleados: 1; peón de carretas: 1;
mozo de confituras: uno.
Artesanos: lomillero: 7; cordonero: 5; bordador: 1; cuerdero: 1; herrero: 16; ta
labartero: 1; platero: 20; broncero: 4; botero: 5; oficial de botero: 1; aserrador: 1;
barbero: 17; panadero: 7; hornero: 21; cafetero: 5; confitero: 1; chocolatero: 3; hor-
nista: 1; tallista: 1; silletero: 14; aguatero: 9; armero: 1; tejedor: 1; velero: 2; sastre: 35;
sombrerero: 10; cigarrero: 1; carpintero: 92; tonelero: 124; zapatero: 10; relojero:
2; curtidor: 1; escuelero: 3; hojalatero: 1; carretero: 4; pintor: 3; peinero: 51; albañil:
4. Maestros: maestro de pala: 1; maestro platero: 1; maestro de carretas: 1; maestro
de albañilería: 1.
Aprendices y oficiales: aprendiz de platero: 1; aprendiz de carpintero: 6; apren
diz de zapatero: 2; oficial herrero: 2; oficial platero: 7; oficial de sastre: 3; oficial
carpintero: 3; oficial zapatero: 2; oficial albañil: 3; oficial barbero: 1; oficial silletero:
1. Cuentapropistas: pescador: 3; verdulero: 2; chachero: 3; trajinista: 12; repartidor
de pan: 6; carretillero: 17; cazador: 2.
Labradores: quintero: 30; hortelano: 6; labrador: 3; chacarero: 2.
Veamos ahora los totales, una vez agrupados:
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Índice
HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
Cuadro 8
Composición de los elementos subalternos según informe de Manuel Belgrano
Labradores 41 4.2
Comerciantes 39 4.0
Profesionales 27 2.8
Cuentapropistas 45 4.6
Maestros 4 0.4
Los resultados tienen puntos de contacto con los que presenta el censo, pero
ciertas diferencias. El primer lugar, se mantiene el predominio de los «artesanos»,
aunque disminuya del 67.4% al 50% como aparece en el censo 1806/1807. Den
tro de esta amplia categoría, sólo se consignan cuatro maestros, que pueden di
ferenciarse de los oficiales y aprendices debido a su carácter de organizadores
de la producción. Los maestros, en ese sentido, ocupan el lugar de receptores
del trabajo excedente de los últimos. El predominio de las categorías «oficiales» y
«aprendices» en el informe de Belgrano es secundado por los jornaleros, al igual
que los datos fragmentarios de los censos. En tercero, observamos a diferencia de
la información censal, una mayor proporción de los labradores.
Volvamos ahora a los censos. En cuanto al uso del D on, relevamos 652 casos
en los que se consigna fehacientemente si se usa o no. Se trata del 55% de los
casos totales, que arrojaron los siguientes resultados.
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C uadro 9
Uso d e l D on en los elementos subalternos d el cuerpo (1806)
C uadro 10
P ro pietario s de vivienda de los elem entos subaltern os d el cuerpo ( 1 8 0 6 )
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Índice
HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
Cuadro II
Propiedad de esclavos de los elementos subalternos del cuerpo (1806)
Cuadro 12
Frecuencias de los propietarios de esclavos de los elementos subalternos (1806)
Frecuencia Cantidad
1 esclavo 54
2 esclavos 22
3 esclavos 16
Entre 4 y 10 25
Más de 10 3
Total 120
75
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Cuadro 13
Origen de los miembros de los elementos subalternos del cuerpo (1806)
Origen Cantidad
España 1
Andalucía 2
Granada 1
Galicia 1
Buenos Aires 507
Córdoba 2
La Rioja 1
Mendoza 2
Salta 1
San Luis 1
Santa Fe 3
Tucumán 1
Paraguay 9
Montevideo 1
Chile 1
Portugal 2
Cabo Finisterre 1
Turquía 1
Totales 538
76
Índice
HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
Puestos así, los datos parecen dispersarse. Sin embargo, si agrupamos a los
individuos por regiones podríamos tener un panorama algo distinto.
Cu adro 16
Origen de los sectores subalternos, por regiones
Cuadro 17
Estado civil de los elementos subalternos del cuerpo (1806)
77
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Cu ad ro 18
Frecuencias de edad de lo s elem entos su b altern o s ( 1 8 0 6 )
De 21 a 30 174 42.96
De 31 a 40 72 17.77
De 41 a 50 26 6.41
Más de 50 4 0.98
78
Índice
HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
CONCLUSIONES
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Índice
LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
Plana Mayor, por ejemplo, los comerciantes sólo ubicaron a cuatro elementos (en
caso de que Eustaquio Díaz Vélez efectivamente haya sido un comerciante), dos
de los cuales pierden protagonismo (Domingo y José María Urién).
Debemos aclarar que hemos trabajado con la hipótesis menos favorable, por
la cual, los elementos en duda quedaron fuera del grupo vinculado al mundo
rural. Esto quiere decir que una introspección más minuciosa podría arrojar resul
tados que incrementaran el número de hacendados/labradores. Por el contrario,
los comerciantes tienen, en las fuentes del período tratado, mayor visibilidad. Más
aún, muchos elementos finalmente hacendados figuran en las primeras fuentes
consultadas y en la bibliografía especializada como comerciantes, en tal caso se
encuentra Cornelio Saavedra. Por último, dentro de estos comerciantes no hemos
hecho la distinción entre quienes fundamentan su acumulación en el tráfico de
metales y quienes se especializan en el cuero; entre aquellos que bregan por la
apertura y los que defienden el monopolio. Por lo tanto, podríamos aventurar
la hipótesis de que en el caso de los comerciantes ligados al monopolio estaría
mos cercanos al techo.
El caso de los denominados profesionales resulta sorprendentemente mino
ritario y expresa las características sociales de la milicia. Una milicia destinada a
un objetivo puramente militar, como la defensa de una plaza, debería tener en su
mando a personal estrictamente militar. Es decir, aquellos militares profesionales
en servicio. Sin embargo, en el cuerpo más numeroso, de ellos hay una participa
ción sumamente baja en un sentido absoluto y ninguno de sus tres comandantes
es militar de carrera. Por lo tanto, una primera conclusión podría ser que en la
milicia, el carácter político predomina al estrictamente militar, desde sus comien
zos. Los artesanos tienen un peso importante, teniendo en consideración que no
constituyen parte de la clase dominante ni tienen acceso a lugares especiales
en la política local. Es, tal vez, una de sus primeras manifestaciones políticas en
términos institucionales.
En cuanto a su origen y su pertenencia estamental. La gran mayoría procede
de Buenos Aires y se le denomina Don. Es cierto que en las fuentes censales no
todos gozan de esta atribución, pero sí en los padrones de reclutamiento. Un
porcentaje muy alto de miembros es propietario y, de este grupo, un tercio tiene
casas en alquiler. Estos datos podrían ser una expresión de las restricciones de
las clases más explotadas para acceder a la dirección del cuerpo. Sin embargo,
encontramos un 17% del muestrario que debe pagar un alquiler o que está en
relación de agregamiento, lo que podría dar cuenta del proceso de intervención
eran de algún viso, y aún ésta tuvo sus contrastes que fue preciso vencerlos, reuniendo de
nuevo las gentes a la presencia del general Liniers, quien recorriendo las filas conmigo oyó
por aclamación los nombres de los expresados, y en consecuencia quedaron con los cargos
y se empezó el formal alistamiento», en Belgrano, Manuel, «Autobiografía», en Eudeba, 25 de
Mayo, 1968, p. 22.
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HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
política en lugares donde las clases habían asumido una posición pasiva anterior
mente.
En cuanto a la propiedad de esclavos, encontramos que el 39% de los miem
bros totales y el 64% de los casos positivos. Sin embargo, el hecho de que un 36%
del muestreo no tengan esclavos demuestra la importante participación de clases
que no han logrado una acumulación como para gozar de personal doméstico,
algo que en el período constituye un elemento valioso.
En cuanto a la edad, observamos una relativa juventud (31.6 años) en el pro
medio y una importante magnitud de solteros (40% del muestreo). Decimos re
lativamente jóvenes, porque se trata de lugares de conducción. En cambio, los
comandantes ostentan edades más avanzadas: Saavedra tiene 47 años, Romero 52,
y José Domingo Urién, 37. En cuanto a los hijos, hay una paridad entre quienes
tienen hijos (35 miembros) y quienes no tienen (34 miembros). El promedio de
hijos (2.6) nos devuelve la imagen de familia más bien nuclear de 4 o 5 miem
bros. De acuerdo a la edad promedio, al porcentaje de solteros y a la cantidad de
miembros sin hijos, podemos aventurar la hipótesis que una significativa parte de
los elementos que se incorporan al cuerpo aún no habrían construido su propia
carrera económica o política.
Tomando el conjunto de los p u n tos analizados en ambos casos, la muestra
de los miembros de la dirección es, en principio, más homogénea. En todos los
casos se ubica por encima de la mitad de los miembros totales. En cambio, la in
formación sobre los subalternos puede llegar a expresar sólo el 21% de los casos
totales.
El análisis de los grupos sociales en uno y otro caso nos presenta un peso
significativo en la dirección de los organizadores de la producción rural frente a
un predominio del artesanado, en la subalternidad. En el primer caso, observamos
una mayor heterogeneidad con un 19% de comerciantes, un 10% de profesionales
y un 8% de artesanos. En cambio, en el segundo caso hay una fuerte preponde
rancia de los artesanos, seguidos a considerable distancia por los jornaleros. En
cualquier caso, si pudiéramos proyectar los datos obtenidos, estaríamos en con
diciones de concluir que los sectores subalternos están compuestos en su gran
mayoría, por productores directos. En cambio, la dirección parece mayormente
desvinculada del trabajo manual y más cercana a la dirección. Asimismo, mientras
el mundo rural parece cobrar un inusitado peso en la dirección, en la subalterni
dad, la ciudad parece imponerse.
La propiedad de esclavos/criados es un elemento ciertamente diferenciador.
En la dirección hallamos un leve predominio de aquellos que son propietarios
(64% contra el 46%), aunque quienes carecen de esclavos/criados tienen cierta
presencia. En general, los propietarios tienen entre 1 y 5 esclavos, por lo que no
puede hablarse de individuos que vivan en la exuberancia. Aun así, esta condi
ción contrasta con las predominantes en los subordinados. Allí los individuos con
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
esclavos son una minoría y más de la mitad de ésta no tiene más que uno. Es decir,
de un lado, se encuentran individuos cuya acumulación les ha permitido com
prar esclavos o incorporar criados y acceder a la explotación del trabajo ajeno.
En el otro, hombres que cuya actividad no parece permitirles una acumulación
importante.
La propiedad de la vivienda es una expresión del grado de riquezas que ha ob
tenido un individuo. En la dirección observamos un amplio predominio de aque
llos que son dueños de su casa, un tercio de los cuales tiene una o más viviendas
en alquiler. Como contraste, el 63% de los elementos subalternos debe pagar una
renta. Por lo tanto, su actividad económica no le permite siquiera adquirir una
vivienda y debe entrar en relaciones por las cuales se lo somete a una punción de
trabajo excedente (alquiler).
En cuanto a la categoría D on, puede observarse la diferencia entre una inmi
nente unanimidad en el trato hacia los miembros de la dirección y un 24% de
ellos, en la muestra de los subordinados. Es cierto que el padrón militar de 1806
presenta diferencias con los censos de ciudad, pero aún con estas discrepancias,
el porcentaje de hombres con el rótulo Don es sumamente elevado en la direc
ción. Así, estamos frente a personajes con cierta consideración social, frente a
hombres con escaso reconocimiento. Su trabajo manual podría ser una de las
razones.
Si en los p u n tos que se refieren al grado de riqueza hallamos innegables
contrastes, el análisis de las edades y del estado civil presenta ciertos acerca
mientos. En efecto, mientras en la dirección predominan los elementos entre
los 20 y los 40 años, en los subordinados lo hace el grupo entre 10 y 30. Si bien
observamos una mayor juventud en el segundo caso, en ambos constatamos el
significativo peso de las edades que van de los 20 a los 30, y un bajo número
de hombres maduros. Así, mientras la dirección presenta cierta paridad entre
casados y solteros, los subalternos muestran un leve predominio de solteros.
Con lo cual, podríamos concluir que estamos ante hombres que están en los
comienzos de su vida política y económica. Con lo cual, tienen una carrera por
delante.
Con la evidencia aquí presentada, cobra fuerza la hipótesis que el Cuerpo de
Patricios constituye una alianza en cuyo comando se afirma un significativo peso
de los productores rurales, con una reducida participación mercantil, que esta
blece lazos con el artesanado urbano, en mayor medida, y con los jornaleros, en
menor. Así planteado podríamos afirmar el predominio en el cuerpo de las clases
ligadas al control y/o dirección de la producción. Los hacendados o los maestros
gremiales ejercen una función de dirección sobre otros. Los pequeños producto
res independientes (agrarios o artesanos) lo hacen sobre sí mismos. Los artesanos
aún trabajando para un maestro tienen aún el control del proceso de trabajo y
el saber indispensable para reproducirlo. Podríamos afirmar que los jornaleros
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HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
ARCHIVOS
ag n a Archivo General de la Nación, Argentina.
BIBLIOGRAFÍA
eud eba, 1 9 6 8 .
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
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HACENDADOS EN ARMAS. UNA APROXIMACIÓN DEL ESTUDIO ECONÓMICO
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MERCADERES AGRAVIADOS. EL DERROCAMIENTO DEL VIRREY
JOSÉ DE ITURRIGARAY EN 1808_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
Guillermina del Valle Pavón
Instituto de Investigaciones Dr. José M a. Luis Mora, México
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ron para llevar a cabo dicha acción. La historiografía ha plantado que los dirigen
tes del levantamiento contra Iturrigaray se propusieron impedir que prosperara
el plan autonomista del cabildo de la ciudad de México y el debate político gene
rado a raíz de las abdicaciones reales. El mercader y hacendado Gabriel de Yermo,
quien encabezó dicha conspiración, fue acusado por el mismo José de Iturrigaray
y sus defensores, de haber destituido al virrey porque había lesionado sus inte
reses, además de acusarlo de usurero y contrabandista. Lucas Alamán pretendió
defender a Gabriel de Yermo de dichos ataques.2A continuación veremos la forma
en que el virrey José de Iturrigaray perjudicó los intereses de Gabriel de Yermo y
de otros destacados mercaderes y empresarios de la ciudad de México, algunos de
los cuales participaron en la conspiración de 1808, y cómo la destitución de dicho
virrey los libró de padecer daños mayores.
En las últimas décadas del siglo xvm y la primera del siglo xdí, la Corona espa
ñola se vio envuelta en guerras sucesivas contra Inglaterra y Francia, las cuales
dieron lugar a una sangría de caudales sin precedentes. Para satisfacer las nece
sidades apremiantes del real erario se recurrió a una política de endeudamiento
creciente en la metrópoli y en América, la cual llegó a sus límites en Nueva Es
paña a fines del siglo x v h i .3Además de la presión fiscal creciente y la creación del
monopolio de tabaco, la Real Hacienda había obtenido empréstitos por más de
12 millones de pesos, principalmente a través de la intermediación del Consula
do de México. Aun cuando también se había recurrido al Tribunal de minería y a
los consulados de Guadalajara y Veracruz.4
El conflicto bélico contra Gran Bretaña, desatado en 1804, dio lugar a la de
manda urgente de caudales por parte del monarca. José de Iturrigaray se esforzó
por generar la mayor cantidad posible de recursos fiscales para remitirlos a la
metrópoli. El virrey decidió aplicar la ley de consolidación de vales reales, hasta
sus últimas consecuencias, y puso mayor empeño en elevar la recaudación de
ciertos derechos reales, como el que se imponía a la producción del aguardiente
de caña en las jurisdicciones de Cuernavaca y Cuautla. Por otra parte, Iturrigaray,
apoyó las disposiciones introducidas por el cabildo de la ciudad de México para
mejorar el abasto de carne e introducir un nuevo impuesto sobre el mismo. Estas
medidas perjudicaron a varios de los mercaderes más importantes del Consulado
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MERCADERES AGRAVIADOS
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C uadro n ú m ero I
P rin cip ale s m ercaderes d e l con sulado de M éxico que restitu yero n capitales a la caja
DE CONSOLIDACIÓN ENTRE 1 8 0 5 Y 1 8 0 8
6. Ibid.
7. Ladd, Nobleza, 1984, p. 145.
8. De Iturrigaray a Soler, México, 23 de septiembre de 1805, en Sugawara, Deuda, 1976,
p. 46. La resistencia al mencionado decreto quedó evidenciada en las numerosas represen
taciones escritas por corporaciones, labradores, mineros y comerciantes, las cuales fueron
publicadas por Sugawara, Ibid.
9. Dicho documento puede verse en Sugawara, Deuda, 1976, pp. 27-35.
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MERCADERES AGRAVIADOS
10. Don Pedro de Alonso de Alies Díaz Ynguanzó, marqués de Santa Cruz de Ynguanzó,
vecino de la ciudad de México, facultad para fundar y mayorazgo, a g í , Indiferente 1609.
11. Véase al respecto Meissner, «Representación», 1996, pp. 19-25, 28.
12. «Sobre la deuda de la Real Hacienda y medio de restablecer su crédito, México, 21 de
febrero de 1817». b n m , ms. 19,702-23. De acuerdo con Hamnett, las estimaciones sobre
el monto recaudado por concepto de la Consolidación fluctúan entre 10.500.000 pesos y
12.750.000 pesos. Hamnett, «Appropriation», p. 100. Gisela von Wobeser coincide con la
primera cifra. Wobeser, Gestación, 2002, p. 824.
13. Jurídicamente, dichas enajenaciones se realizaban en forma de préstamos, no de
expropiaciones, por lo que la Corona se comprometió a expedir títulos de propiedad a los
dueños de los bienes en cuestión y a pagar réditos del 3% anual sobre los montos enajenados.
Wobeser, «Protestas», 2001, p. 56, nota 4 y p. 59-
14. Alamán, Historia, 1985, t. 1, pp. 287, 288.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
15. Sánchez Santiró, Azúcar, 2001, pp. 285-287, 292, 293; y «Comerciantes», 2003.
16. Sánchez Santiró, Azúcar, 2001, pp. 87, 227-229; Lozano, El chinguirito, 1995, pp. 101-
125.
17. Reglamento para la fábrica y venta del aguardiente de cañ a, art. 9o, en Ibid., p. 296.
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MERCADERES AGRAVIADOS
18. Alamán, Historia, 1995, t. 1, pp. 240-242; Black, «Conflict», 1980, pp. 106, 107.
19. Sánchez Santiró, Azúcar, 2001, pp. 268.
20. Sánchez Santiró, Azúcar, 2001, pp. 86, 302-305.
21. Dicho informe fue firmado por Agustín Pagaza, Jaime Salvet,Antonio Velasco, Manuel
Francisco Gutiérrez, Pablo Gutiérrez, Ángel Pedro Puyade, Manuel Sáenz de Santa María y
Gabriel de Yermo, de los cuales sólo los dos primeros no pertenecían al Consulado.
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MERCADERES AGRAVIADOS
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sujetos, por lo general, fueron los mismos mercaderes que en otros años habían
fungido como obligados y sus abastecedores.29
En 1804 Gabriel de Yermo desempeñaba el cargo de «obligado» del abasto de
carne a la ciudad de México. Entonces el ayuntamiento prohibió el suministro
de reses muertas, tras haber comprobado que en los últimos años se había ele
vado la introducción de dichos animales en perjuicio de los consumidores. Yer
mo pidió al cabildo que le reembolsara las pérdidas que le ocasionaba dicha
restricción, debido a que en el acuerdo establecido con el ayuntamiento estaba
autorizada la entrega de reses ciegas y muertas, siempre que la carne no estuvie
ra podrida. Por otra parte, el mercader había protestado, en diciembre de 1803,
cuando el virrey había limitado el privilegio que tenía el obligado para vender la
carne de manera exclusiva, al autorizar a los toreros a expender los animales que
mataban en las corridas de toros.30
Las demandas de Yermo no fueron satisfechas, por lo que el mercader quiso
cobrarse por su propia cuenta. Cuando estaba por concluir el contrato del abasto
de carne, se negó a pagar al ayuntamiento 12.350 pesos que adeudaba. Yermo ar
gumentó que debía ser compensado por las pérdidas que le habían ocasionado las
ventas de carne fuera de la plaza de toros, así como la prohibición de expender
las reses muertas. El ayuntamiento declaró ilegal el proceder de Yermo y lo forzó
a pagar el adeudo mencionado.31A través de esta medida fueron sancionados los
cambios que dicha corporación había introducido en el contrato del abasto de
carne.
Por comisión del ayuntamiento en 1807, el abasto de carne a la capital quedó
en manos de José María Fagoaga, Bernardo de Palacio, Francisco Alonso Terán,
Gabriel de Yermo y el Marqués de Santa Cruz de Inguanzo. Los tres últimos eran
miembros prominentes del Consulado de México, mientras que el Marqués de
Santa Cruz de Inguanzo, además, era un importante criador de ganado.32 En di
ciembre de dicho año Jo sé de Iturrigaray introdujo un nuevo gravamen sobre la
venta de carne, cuyos productos se destinarían a financiar la construcción del
canal de Huehuetoca. Al parecer, el virrey impuso dicho tributo a pesar de las ob
jeciones de los oidores y el fiscal de lo civil. Los abastecedores pidieron al consejo
urbano y al virrey que dicho arbitrio quedara al margen de su contrato, el cual se
había negociado con anterioridad. No obstante, el virrey confirmó la imposición
29. Ladd, Nobleza, 1984, pp. 68-74; Quiroz, «Carne», 2000, pp, 78, 4l6, 418.
30. Ladd, Nobleza, 1984, pp. 100-102; Quiroz, «Estanco», 2003. Según Mier, hasta entonces
los toreros habían tenido que vender al obligado los animales que mataban a la mitad de su
precio. Mier, Historia, 1986, t. 1, pp. 175, 176.
31. Black, «Conflict», 1980, pp. 102, 103-
32. Don Pedro de Alonso de Alies Díaz Inguanzo, Marqués de Santa Cruz de Ynguanzó,
vecino de la ciudad de México, facultad para fundar y mayorazgo, a g í , Indiferente 1609.
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MERCADERES AGRAVIADOS
del nuevo impuesto por considerar que tenían prioridad las obras que se realiza
rían en beneficio de la ciudad.33
Un día después de haber encarcelado al virrey Iturrigaray, Gabriel de Yermo
pidió la cancelación de la ley de consolidación y la revisión de los derechos que
gravaban las principales actividades que realizaba. En los meses siguientes se sus
pendió totalmente la consolidación de vales reales,34 se abolió el nuevo derecho
sobre la carne,35 se redujo el gravamen sobre la fabricación de aguardiente y la
anulación de la contribución que gravaba la producción de pulque.36 En septiem
bre de 1810 se revisaron las restricciones que se habían impuesto al contrato del
remate de carne de la ciudad de México durante la administración de Iturrigaray.
El virrey Francisco Javier Lizana mantuvo los cambios, pero recomendó que se
aumentara considerablemente el precio de la carne, en razón de las pérdidas que
ocasionaban a los abastecedores los cambios que había introducido el ex virrey.37
Ese mismo año fue reformado el reglamento para la fábrica y venta del aguardien
te con el objeto de beneficiar a los productores.38
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40. Yermo tenía grado de soldado, Martínez Barenque, Echeverría y Landa el de grana
deros.
41. Juan López Cancelada, «La verdad sabida y buena fe guardada. Origen de la espantosa
revolución de Nueva España comenzada en 15 de septiembre de 1810. Defensa de su fidelidad.
Cádiz, Imprenta de D. Manuel Santiago de Quintana. Edición facsimilar [1811]», en López Cance
lada, Defensa, 1989, pp. x l v , x l v iii , x l i x ; Alamán, Historia, 1985, t. 1, p, 239.
42. Valle Pavón, «Consulado», 1997, pp. 446-470.
43. En la misma situación se encontraban otros golpistas que no pertenecían al Consu
lado, éstos eran Lorenzo García Noriega, José de Lara, José González, José Pacheco y José
Rodríguez. Informe del fiscal de Real Hacienda, José María de Arce, México, 30 de noviembre
de 1808, a g n , alcabalas, v. 131, fs. 121, 122.
98
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MERCADERES AGRAVIADOS
dicha fundación. Al cabo de dos años, se ordenó al virrey que diera a los albaceas
de Alonso de Alies un término perentorio para instituir el mayorazgo. En 1807,
Iturrigaray informó que Antonio González Alonso, el segundo marqués, había pe
dido que se declarara que había cumplido con poner de manifiesto el estado del
testamento, porque no se habían podido concluir los inventarios debido a la anti
güedad de los giros de la Casa y a que la guerra impedía la correspondencia con la
Península. Por instrucciones del contador general de la América septentrional, el
virrey ordenó a González Alonso que, antes de septiembre de 1808, debía haber
cumplido con el testamento del primer marqués y fundado el mayorazgo, de lo
contrario se procedería al secuestro de bienes.44 De la imposición de este plazo
perentorio podría deducirse el interés que el segundo marqués pudo haber teni
do en el derrocamiento de Iturrigaray.
Por lo que se refiere a los sujetos que fueron obligados a restituir los capitales
que adeudaban a la caja de Consolidación, participaron en la conjura, además de
Gabriel de Yermo, José Manuel Hurtado, Joseph Martínez Barenque, Ramón Gon
zález Pérez, Manuel Pasquel y Manuel Fernández Romaña, pariente de Joaquín,
que era quien estaba matriculado en el Consulado.45
Es muy importante destacar que el derrocamiento del virrey Iturrigaray pudo
realizarse por el hecho de que la ciudad de México era resguardada por el Re
gimiento urbano del comercio y el Escuadrón urbano, cuerpos que eran con
trolados por los mercaderes del Consulado. El primero estaba constituido por
la mayor parte del comercio establecido de la capital,46 con excepción de los
panaderos y los tocineros que formaban el Escuadrón urbano.47Tal circunstancia
facilitó el desalojo de la guardia de caballería que custodiaba los patios interiores
del Palacio, hizo posible la entrega de la guardia del virrey a los conjurados y les
permitió acceder a las habitaciones de Iturrigaray.48
44. Sobre fundación del vínculo o mayorazgo que debe correr unido al título de San Juan
de Ynguanzo, 14 de diciembre de 1807. a g í , Indiferente, 1609.
45. Otros conspiradores afectados por la ley de consolidación eran Luis de la Fuente,
Pedro González y José de la Peña, quienes no pertenecían al Consulado. Agradezco a la
doctora Gisela von Wobeser haberme proporcionado la información sobre los deudores de
la real caja de consolidación.
46. De los 1.094 integrantes del Regimiento de comercio, aproximadamente 93 eran
miembros del consulado; el resto eran comerciantes de menor relevancia, muchos de los
cuales dependían del abasto y/o financiamiento de los mercaderes consulares: cajoneros,
tenderos, alaceneros, corredores, vinateros, azucareros, libreros, merceros, cederos y otros
pequeños comerciantes. Valle Pavón, Consulado, 1997, anexo 2.
47. San Vicente, «Exacta», 1990, p. 171. Gabriel de Yermo reconoció el mérito que habían
tenido el regimiento urbano del comercio y el escuadrón urbano en la destitución de Iturri-
garay, «Representación de Gabriel de Yermo a la Junta de Sevilla, en que rectifica el informe
del Real Acuerdo de México relativo á la deposición del Virrey Iturrigaray. 12 de noviembre
de 1808», en García, Documentos, 1985, t. II, dto. cxx, p. 277.
48. Alamán, Historia, 1985, t. 1, p. 245; Mier, Historia, 1986, t. 1, pp. 178, 179.
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49. Los únicos tres sargentos que participaron en el atentado contra Iturrigaray fueron un
corredor y dos vinateros.
50. En 1798 un tabernero que había sido aprendido por contrabando de aguardiente
afirmaba que la venta de dicha bebida no era buen negocio en razón de que «dejaba una
cortísima utilidad por el subido precio en que se compra a los fabricantes y el monto de los
derechos reales y municipales». Lozano, Chinguirito, 1995, p. 190.
51. Véase al respecto la versión del mismo Yermo. «Representación de Gabriel de Yermo...»,
en García, documentos, 1985, t. II, dto. cxx, p. 279-
52. Meissner, «Representación», 1996, p. 31.
53. Colla fue suspendido de su empleo y Michaus fue mandado por unos meses al Castillo
de Perote. Alamán, Historia, 1985, t. 1, p. 257.
100
Índice
MERCADERES AGRAVIADOS
CONSIDERACIONES FINALES
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Índice
LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S E N LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
104
Índice
PLATA MEXICANA RARA LA GUERRA ESPAÑOLA. EL BIENIO DE LA JUNTA CENTRAL
SUPREMA DE ESPAÑA E INDIAS (1808-1809)_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
Juan Andreo García
Universidad de Murcia
105
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
En primer lugar, ¿de dónde sacó la Junta Central Suprema los fondos necesarios
para sostener la guerra contra el invasor francés? Entre otras medidas de singular
importancia (convocatoria de Cortes, proclamación de la Real Orden de enero de
1809 declarando la igualdad entre la Península y sus colonias), la llegada de tales
fondos fue una de las acciones más decisivas para desbaratar algunos de los planes
de Napoleón, ya que se pudieron acometer empresas de carácter militar que oca
sionaron algunos reveses decisivos al ejército francés, al menos durante un año,5
dieron el tiempo suficiente para la emergencia de toda una generación de militares
y líderes que marcarían con su presencia el futuro de los acontecimientos, amén
de la también decisiva organización del apoyo británico. No en vano, Miguel Artola
opina que la mayoría de los cuerpos provincianos peninsulares estuvo de acuerdo
en que la Junta Central debería funcionar como un Gobierno de defensa nacional
con el fin de librar una guerra de liberación 6 y, evidentemente, así fue.
En segundo lugar, ¿a cuánto ascendió el monto de esos fondos? Si considera
mos que el corto periodo de Gobierno de la Junta Central Suprema de España e
Indias fue decisivo, y lo fue sin duda no sólo para la península sino también, de
forma muy clara, para las posesiones españolas en América, podremos entender
aún más lo importante de aclarar ambas cuestiones. Así lo han entendido todos
los historiadores que han tratado el asunto.7 Casi todos coinciden en que la res
puesta al primer interrogante fue la plata y la ayuda Americana la que en mayor
medida mantuvo el esfuerzo de la Junta Central, ya que los recursos económicos
metropolitanos se vieron enormemente mermados, primero por la fragmenta
ción hacendaría,8 y después por la presión a que los habitantes de la península se
vieron sometidos al sostener sobre sus espaldas ejércitos y partidas militares que
les gravaban con todo tipo de cargas económicas, más o menos de buen grado.
La respuesta a la segunda cuestión también ha sido abordada por numerosos
historiadores, pero en este caso ha sido difícil aportar las cifras definitivas y las que
se han dado no terminan de coincidir entre ellas. Es evidente que la dispersión
documental en el complicado sistema hacendístico español y la ya mencionada cir
cunstancia histórica derivada de la crisis bélica, han hecho muy dificultosa la tarea.
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PLATA MEXICANA PARA LA GUERRA ESPAÑOLA
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15. Hamnett, «Absolutismo ilustrado», 1992, p. 72. Para ver de modo global la evolución
de la amonedación y extracción de plata a lo largo de la segunda mitad del siglo xvm véase,
Pérez Herrero, Plata y libranzas, 1988, gráfico p. 187.
16. En adelante las cifras que damos en pesos se refieren a pesos fuertes y emplearemos
las siglas ps.fs.
17. Lerdo de Tejada Comercio exterior, 1853- Los Apéndices 21 y 21 contienen las balan
zas del comercio de Veracruz durante los años 1808-1809.
18. Garavaglia y Marchena, América Latina, v. n, 2005, pp. 14-15.
19. Andreo/'El comercio», 1983, pp. 41-62. En este trabajo se hace un recorrido sobre la
situación de crisis agrícola que afectó a toda la Nueva España a principios del siglo xix.
20. Lynch, Las revoluciones, 1976, p. 339, cita a fray Servando Teresa de Mier.
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PLATA MEXICANA PARA LA GUERRA ESPAÑOLA
que hacía años se había arraigado profundamente en algunos sectores del pueblo
mexicano y que no tardaría mucho en manifestarse con rotundidad.
Al evaluar las aportaciones de plata que durante el bienio 1808-1809 hizo la
Nueva España a la causa española, podemos afirmar que los caudales salidos por
Veracruz lo hicieron fundamentalmente por tres conceptos: 1) en concepto de
donativos; 2) en concepto de préstamos, siempre claro, a cambio de un elevado
interés para el prestamista y 3) en concepto de Situado.21 Normalmente estos
caudales eran extraídos vía España, por cuenta de la Real Hacienda e iban direc
tamente a sufragar los gastos bélicos asumidos por la Junta Central; pero no hay
que olvidar los caudales que, por cuenta de particulares, salieron en estos años
para el pago de las mercancías comerciadas y otros negocios.22Todos estos ren
glones estarían comprendidos en lo que se puede considerar extracción legal de
capitales; la ilegal, producida por el contrabando, es imposible de calcular.
Como ya se hizo en su momento,23 los estudios sobre el comercio y el tráfico
marítimo entre estos dos puertos, nos dieron ciertas claves para la completa com
prensión de la magnitud de la ayuda prestada por la Nueva España a la solución
de la crisis suscitada en la Península a raíz de la Invasión francesa. A pesar de ello,
como antes decíamos, aún no se ha realizado, en detalle, el conteo real de las ci
fras de caudales que la Nueva España aportó en la mencionada coyuntura. Basán
donos pues, en una fuente tradicional, como las balanzas y memorias realizadas
por el secretario del Consulado de Veracruz, don José María Quirós,24y la revisión
de la documentación existente en el Archivo General de Indias, hemos procura
do una muestra significativa sobre el monto, el origen y destino de los caudales
21. Le Riverend, «Relaciones», 1983, pp. 87 a 96. El situado era el dinero que la metrópoli orde
naba enviar a su cuenta a las colonias que no poseían fuente propia de extracción de oro y plata.
Los grandes almacenes de este situado eran la Nueva España y el virreinato del Perú, y entre las
colonias que recibían éste, la principal fue Cuba, isla que sería el centro del comercio en el «seno»
-golfo- y entre esta zona y la metrópoli, y que necesitaba gran cantidad de dinero para mantener
este comercio y su propia administración. Le Riverend cita textualmente «los situados o caudales
públicos que la Hacienda Real de México transfería a La Habana para atender a los gastos estatales
de orden militar y administrativo, fueron un factor de importancia en el desenvolvimiento econó
mico de Cuba durante el período anterior a 1800». Desde luego, la situación siguió manteniéndose
tras esa fecha, sólo que quizás la ampliación del comercio cubano con otras naciones, sobre todo
con los e u a , hizo que la hacienda cubana necesitase menos del situado mexicano, sin llegar por
supuesto a prescindir de él. El mismo autor recoge, que el último situado recibido en La Habana,
según La Sagra, fue en 1806, y sigue afirmando que Villanova muestra que hubo alguno posterior
a 1810. Pues bien, nosotros hemos podido comprobar que en los años de 1808 y 1809 también
hay envíos de situado mexicano a Cuba. Cfr. Andreo, «El comercio», 1983, pp. 41-62.
22. Lerdo De Tejada, Apuntes históricos,1857 apéndices 21 y 22. Según estas balanzas rea
lizadas por Don José María Quirós, ya aclaramos que durante 1808 se exportaron por cuenta
de particulares la cifra de 11.863.044 ps.fs. en plata y oro. Durante 1809 se exportaron por el
mismo concepto la cifra de 21,793.700 pesos fuertes.
23. Ortiz de la Tabla, El comercio exterior, 1978. Andreo, «El comercio veracruzano», 1983.
García-Baquero, Comercio colonial, 1972.
24. Lerdo de Tejada, Apuntes históricos, 1857, apéndices 21 y 22.
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En agosto de este año llegaron a Veracruz con destino a México los comisionados
de la Junta de Sevilla, donjuán Gabriel de Jabat y el coronel don Manuel Francisco de
Jáuregui, cuyo propósito era hacer que el virrey reconociese a aquélla y la socorriese
con recursos pecuniarios.26 Iban además autorizados para deponer al virrey en caso
de que éste se resistiese a aquellos propósitos, como de hecho ocurrió.Ante la postu
ra tibia y demasiado prudente del virrey27,postura que se consideró «afrancesada» por
algunos sectores de la población capitalina, estos comisionados, al frente de un nume
roso grupo de peninsulares depusieron a José de Iturrigaray, nombrando en su lugar
como virrey de la Nueva España a don Pedro Garibay que, de inmediato, publicó una
proclama en la que «verdaderamente se hablaba de los desastres sufridos por las ar
mas españolas contra los invasores franceses» e incitaba a contribuir para repararlos
con los oportunos auxilios de dinero.28Antes de ésto, en octubre de 1808, «el Virrey
Garibay envió a Veracruz nueve millones de pesos sacados de las cajas reales, de los
cuales seis se embarcaron en el navio San Ju sto,mandado por el marqués del RealTe-
soro, y los restantes fueron embarcados en dos fragatas de guerra inglesa y remitidas
a España. Además se reunieron grandes sumas de donativos distinguiéndose por su
generosidad y patriotismo varios «españoles acaudalados».29 Parece ser que éste fue
el precio que pagaron los amotinados para que la península viese con buenos ojos el
cambio operado en la colonia. Pues bien, las cifras que acabamos de citar y que reco
ge Francisco de Paula Arrangoiz, suponen una fuerte cantidad de dinero que hemos
podido comprobar. Las dos fragatas inglesas que trajeron dinero fueron:
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PLATA MEXICANA PARA LA GUERRA ESPAÑOLA
30. agí, El San Justo sale de La Habana el 29 de diciembre donde había embarcado 21719
pesos con destino a la Junta Central, que acusa recibo el 18 de Abril de 1809- Ultramar 126,
núm. 4. Junta de Sevilla al Juez de Arribadas de Cádiz. Alcázar de Sevilla, 18 de abril de 1809-
31.agí, Arribadas, 263. Documento de relación de caudales y efectos venidos de Indias a
cuenta de la Real Hacienda, desde 1808 a 1816, ambos inclusive.
32. agí, Arribadas, 26l. Relación de caudales traidos a cuenta de la Real Hacienda por las
fragatas de S.M.B. Melpomene y Diamante.
La fragata de SM.B, Diamante, traía en donativos:
Donativos de Puebla de los Ángeles....................................................................110,000 ps.fs.
Donativos de Guadalajara...................................,.........................................................60 ps.fs.
Donativos del Consulado de Veracruz................................................................... 32.256 ps.fs.
Mitad del realizado por el cabildo dela Catedral de Guadalajara.......................30.000 ps.fs.
Mitad de los vecinos de Veracruz............................................................................17.087 ps.fs.
TOTAL..............................................................................................................190.000 ps.fs.
El resto pertenecía a las Cajas Reales
La fragata de S.M.B. Melpomene:
Donativo de los vecinos de Veracruz.................................................................... 36.000 ps.fs.
Donativo de los vecinos de Guadalajara................................................................. 5-589 ps.fs.
Mitad del realizado por el Cabildo de la Catedral de Guadalajara....................30.000 ps.fs.
Donativo del Consulado de Veracruz.................................................................... 32.256 ps.fs.
TOTAL..........................................................................................................104.445 ps.fs .
El resto perteneciente a las Cajas Reales
Dichas fragatas llevaban además dinero por cuenta de particulares. La Melpómene, traía
50.000 pesos de plata para la «Compañía de los Cinco Gremios Mayores de Madrid»; agí, Ind.
General, 2285. 27 de diciembre de 1808. Hemos comprobado además que los comandantes
de las dos fragatas pidieron el 2,5% del valor del dinero que transportaban, como pago de
este servicio, cifra que ascendía a 82.544 ps.fs.; en agí, Audiencia de México, 2374. Nota de la
llegada de las dos fragatas dirigida al juez de la Real Hacienda. 14 enero 1809.
33. agí, Audiencia de México, 2374. Carga del navio de guerra San Justo. Su totalde peso
en plata era de 8.630,008 p.fs, r/v y 1 ms. De los que, 21.798 eran donativos del Consulado
de Veracruz; 103.611 eran donativos de otros cuerpos de la ciudad. Que hacían un total de
125.404 pesos fuertes. El resto pertenecía a las Cajas Reales exceptuando 2.068.924 pesos
fuertes de plata que eran por cuenta de particulares.
34. agí, Audiencia de México, 2942. Documento índice-sumario general de ramos de la
cuenta de cargos de 1808.
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elevada si se compara con los donativos que la Junta Central de Caracas remitió
en los mismos años 253.345,51/2con lo que se consideraron agotados los ámbitos
monetarios venezolanos.35A ésto debemos añadir las cifras que, en concepto de
situado, salieron este mismo año:
Podemos apreciar que casi el 75% de este situado salía hacia la isla de Cuba,
con lo cual se puede comprender hasta qué punto el comercio cubano esta
ba sustentado por el mexicano. Son explicables, pues, las insistentes quejas del
Consulado de México a la Corona, sobre cómo a pesar de tener la concesión
del comercio exclusivo de harina con la isla, ésta hizo en todo momento lo que
le convino saltándose e interpretando las órdenes reales y perjudicando al co
mercio veracruzano,38 realizando comercio ilícito con puertos norteaméricanos,
donde era muy apreciado el azúcar a cambio de productos mucho más baratos
que los del puerto jarocho.
Así pues, el total de los caudales salidos este año de la Nueva España en con
cepto de donativos y situados a cuenta de la Real Hacienda ascendió a la cantidad
de 11.630.671 pesos. Si unimos lo que José María Quirós nos especifica en sus
balanzas como salido por cuenta de particulares resulta que, de un modo total,
este año salieron porVeracruz 23.493.715 ps.fs.,39 cantidad que prueba el esfuer
zo que se realizó y que justifica la escasez de fondos por parte de las Cajas Reales
en los años siguientes.
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PLATA MEXICANA PARA LA GUERRA ESPAÑOLA
40. agí, Gazeta extraordinaria de México, vol. xvi, núms. 79-83- Listas de donativos para
la metrópoli. Se podría pensar que hacia finales del año, las cifras se duplicarían pero, como
no tenemos constancia de esto, recogemos las cifras que en estas gacetas se expresan.
41. Para la historia del personaje y de su influyente familia véase, entre otros: Huerta, «La
Familia», 1983, v. rv, pp, 46-65.
42. agí, Audiencia de México, 1633- Gazeta de México del sábado 24 de septiembre de
1808. Vol.xv, núm. 102, p. 703 y ss.
43. agí, Audiencia de México, 2374. Estado que manifiestan los caudales remitidos a la
península por cuenta de la Real Hacienda de México durante el gobierno del virrey arzobispo
Lizana. 15 de enero de 1810.
44. Lerdo de Tejada, op. cit, p. 48; Arrangoiz, op. cit., p. 64, y p. 283. En la nota 30 véase
cómo se atestigua que a su paso por la ciudad de Puebla, dicho comisionado, deseando unos
cuadros de Murillo habidos en el convento del Carmen, le fueron regalados de inmediato.
45. Lerdo de Tejada, op. cit, p. 48-49. Estos préstamos se empezaron a cobrar desde el
6 de septiembre de ese año; op. cit., pp. 284-285, y agí, Gacetas de México, v. xvi, núm. 102
fol. 761 y núm. 105, fol. 787.
Todas la fuentes consultadas coinciden en que fueron pocos los mexicanos que con
tribuyeron a tales préstamos, aunque no se puede negar que dado el fuerte interés de rendi
miento, algunos se dejaron llevar. Entre las personas que más se distinguieron destacan los
miembros y allegados a la audiencia de México, además, claro, de otros altos cargos penin
sulares, con todos se puede hacer la siguiente relación:
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Con todo, la medida más impopular entre los criollos acaudalados fue la or
den de 23 de mayo, por la que la Junta Central Suprema pidió a la Nueva España
un préstamo voluntario de veinte millones de pesos fuertes, para cubrir gastos
de guerra en la metrópoli. Esta suma era muy difícil de recaudar, como lo mani
festó claramente Abad y Queipo, arzobispo de Michoacán, en una exposición que
envió al virrey el 12 de agosto, proponiendo en su lugar otras soluciones. Así lo
transmitió el Virrey a la Junta Central, la cual respondió que se siguiese adelante
con la solicitud. No obstante, Lizana no dio ningún paso en tal sentido, lo que
sería una de las causas de su caída a mediados del año 1810.46
En el apartado de situado de moneda, durante el periodo de tiempo que trans
currió desde la toma de posesión del Virrey Lizana hasta enero de 1810, se extra
jeron por Veracruz las siguientes cantidades:47
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PLATA MEXICANA PARA LA GUERRA ESPAÑOLA
48, agí, Arribadas, 263. Relación de caudales y efectos venidos de Indias a cuenta de la
Real Hacienda desde 1808 a 1816.
49- agí, Ibid. Documento de carga de caudales que llevan los buques S. Fulgencio del
Callao y el S. Francisco de Paula de Veracruz. Fechado en Cádiz, 9 de Octubre de 1809. En
este último navio venían los siguientes caudales:
1.500 ps.fs. Pertenecientes al depósito hidrográfico.
258.134 ps.fs. Pertenecientes al Monte Pío militar.
31.182 ps.fs. Pertenecientes al juzgado de bienes de difuntos.
50 ps.fs. De los Oficiales del Supremo Consejo de Indias.
2.000 ps.fs. Del Real Tribunal del Consulado de México al Supremo Consejo de Indias.
30 ps.fs. Comisos de una fragata procedente de Filipinas.
136.174 ps.fs. Recaudados por la Tesorería de Veracruz de V4 parte de Comisos de 1808.
50. agí, Creemos que los procedentes de Guatemala se debían en parte a los doce mi
llones que se recaudaron en la Nueva España por el llamado «Embargo Eclesiástico», Así se
insinúa en Arribadas, 263. Documentos de carga del Navio S. Francisco de Paula,
51. agí Audiencia de México, 2381. Notas impresas del recibo de caudales por parte del
Ordenador de la Real Hacienda de Indias. Fechado en Cádiz, 30 de Diciembre de 1809. Se
gún el documento el millón quinientos mil pesos que llevaba el Navio de Guerra San Ramón
provenían de:
Utilidades líquidas de la Casa de la Moneda..................................................... 375.000 ps.fs.
Caudales correspondientes a S.M..................................................................... 1.125.000 ps.fs.
Además se especifica que el navío de guerra San Francisco de Paula, sale de Veracruz
siendo virrey D. Pedro Garibay, los demás lo harán bajo el mandato del Virrey Lizana.
52. Posiblemente ese cajón de alhajas contenía parte de las joyas requisadas a don José
de Iturrigaray la noche del 15 al 16 de septiembre de 1808, fecha en que fue depuesto de su
cargo, joyas que presumiblemente habían sido compradas para la reina. Decimos parte de las
joyas porque se sabe que desaparecieron y nunca fueron encontradas una gran parte de ellas,
según se comprueba en las facturas de compra de tan importante tesoro. Sobre este tema,
ligado muy estrechamente con la situación de crisis política creada en septiembre del 1808,
se puede consultar el curioso e interesante trabajo de Salvador Bernabeu, «Perlas para», 2009.
Según este autor, las joyas embarcadas, que no eran toda la colección, tuvieron un avalúo
de 60.000 pesos, avalúo del que no se fiaba Melchor de Aretio, maestre de plata del navío
San Ramón , por lo que solicitó que se le eximiera hacerse cargo del arcón por el valor que
se había especificado en la ciudad de Veracruz, por miedo a tener que responsabilizarse a la
llegada a la península España «el concepto de los peritos que en aquel puerto deben de inter
venir en el avalúo del recibo, puede muy bien diferenciar en notable cantidad con respecto al
aprecio que hagan los de aquí, cediendo tal diferencia en grave perjuicio mío», pp. 154-155.
I 15
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
De este dinero sólo llegó a España una cantidad estimada en 10.361.869 ps.fs.,
cifra que difiere un tanto de las que recogen algunos autores como A. García
53. agí, Indiferente general. 1808. Notificación dada el 28 de agosto de 1809 por el Inten
dente de Veracruz a la Hacienda de Indias.
54. agí, Arribadas, 2ó3- Documento con relación de Caudales venidos desde 1808 por
cuenta del ramo de Consolidación. Fechado en Cádiz, 26 de abril de 1811. Al margen en una
nota se habla de este hecho.
55. Ibidem. En este mismo documento se constata la llegada de estos buques ingleses.
56. agí, Audiencia de México, 2374. Estado de caudales remitidos a la Península durante
el mandato del virrey arzobispo Lizana. Fechado en México, 15 de enero de 1810.
t 16
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PLATA MEXICANA PARA LA GUERRA ESPAÑOLA
Uniendo a estas cifras las citadas a principio del capítulo como salidas por
cuenta de particulares, resulta que en 1808 salieron de Veracruz 23.493.715 ps.fs.
en plata acuñada, labrada y oro;60 por los mismos conceptos, durante 1809, salió la
57. García-Baquero, op. cit., pp. 195 y 220. Gebhardt, Historia, v, 1863, rv, p. 472.
58. Lynch, op. cit., pp. 337.338. El llamado «embargo eclesiástico» o consolidadación de
vales reales empezó a recaudarse a partir de la R.O. de 26 de diciembre de 1804, según ésta,
se ordenaba el secuestro de los fondos de Caridad de la Iglesia mexicana y su envío a España
en concepto de consolidación de vales, y que debido a las protestas y al descontento del
clero, dejó de cobrarse por R.O. del 4 de enero de 1809.
59. Ibídem, p. 339.
60. Lerdo de Tejada, Comercio, Apéndices 21 y 22. Especifica las siguientes cantidades
en oro y plata labrada:
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
cifra de 36.355.569 ps.fs.En total los dos años arrojaron un monto de 59.849.284
pesos fuertes.
C a ja s
R e a le s
D o n a tiv o s
4 ,8 8 %
T o t a l C a u d a le s : 1 1 .6 3 0 .6 3 1 p s .f s .
S it u a d o
8 ,2 5 %
C a ja s R e a le s t D o n a tiv o s
6 0 ,8 2 % L 1 0 ,3 3 %
Ww P ré sta m o
p a g a d o a la
G . B re ta ñ a
2 0 ,6 0 %
T o t a l c a u d a le s : 1 4 .5 6 1 .8 6 9 p s .f s .
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PLATA MEXICANA PARA LA GUERRA ESPAÑOLA
ARCHIVOS
BIBLIOGRAFÍA
1942, Vol. 1, p. 273. En la nota 17, cita que esta proclama se publicó en la
Gaceta d e México el 29 de abril de 1809.
61. Vicens, Historia económica, 1972, p. 496 y 497. Cita a Hamilton que afirma: «La oleada
de numerario producida en los años de 1810 fue superior a la del s. xvi».
62. Garavaglia y Marchena, América Latina, 2005, pp. 7-29
63. Pérez Herrero, «El México Borbónico», 1992, p, 126.
I 19
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
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G a r n er , R ic h a r d L., «Exportaciones de circulante en el siglo xvni (1750-1810)»,
Historia Social, núm., Colegio de Michoacán, 14, 1983, vol. iv, pp, 46-65-
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PLATA MEXICANA PARA LA GUERRA ESPAÑOLA
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M a r ic h a l , C a r l o s , «L as g u e r r a s i m p e r i a l e s y l o s p r é s t a m o s n o v o h i s p a n o s , 1781-
Madrid, 1987.
O r t iz D e L a T a b l a , J avier , El com ercio exterior d e Veracruz, 1778-1821. Crisis de
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
1972.
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SANCULOTES DESPIADADOS: IÂ PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
EN LA BUENOS AIRES REVOLUCIONARIA (1810-1820)_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
Gabriel Di Meglio
U n iv er sid a d de B u e n o s A ires / c o n ic e t
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LA C O R O N A EN L L A N A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
1. La mayor parte del material de este artículo proviene de un libro: Di Meglio, ¡Viva el
bajo pueblo/, 2006; allí me extiendo sobre las características de la plebe y las razones del uso
de esa categoría. Algunas partes fueron publicadas en mi capítulo «Las palabras de Manul La
plebe porteña y la política en los años revolucionarios», en Raúl Fradkin (ed.), ¿Y el pueblo
donde está? Contribuciones para una historia popular de la revolución de independencia en
el Río de la Plata, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2008.
2. Diario de un Soldado, 1960, p. 39.
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S¿ N C UL OTE S DESPIADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
esfera, armados todos, pidiendo la voz y con amenazas la deposición del presi
dente y vocales de la Junta, y que se reemplazasen con los que ellos nombraban».
Un opositor a la revolución sostuvo que la llevaron adelante unos «tupamaros» que
hicieron todo «por la fuerza y con amenazas públicas ante el mismo cabildo»; otro
se quejó de que el ascenso de la Junta se logró «con el apoyo de lo ínfimo de la ple
be alucinada» y que «la mayor y mejor parte del pueblo nada tuvo en el asunto»,
un tercero denunció que la noche del 24 hubo revolucionarios «escapados por la
plaza cargados de pistolas, y cometiendo varios insultos en las casas de los capi
tulares. Al día siguiente entraron en el cabildo, y obligaron al cuerpo a que apar
tase al virrey con el nombre del pueblo».8 Por supuesto, los vencedores negaron
haber sido violentos y que hubiera habido plebeyos: «no hubo más pueblo que
los convocados para el caso:[...] no habiendo corrido nada de sangre, extraño en
toda conmoción popular».9Aunque el cambio fue protagonizado por integrantes
de la elite,entre los revolucionarios actuaron evidentemente algunos personajes de
origen popular, pero no es claro exactamente quiénes.
Uno de los efectos de la revolución fue que el Gobierno se volvió más pre
sente que antes tanto por su presión para ganar adhesiones populares y recur
sos, como por la que ejerció para perseguir a los enemigos de la nueva situa
ción. Pronto el bajo pueblo porteño empezaría a cumplir el posible papel de
una plebe capitalina, participando en eventos que provocaron cambios en un
gobierno cuyas decisiones afectaban a buena parte del que fue hasta 1810, el
virreinato del Río de la Plata.
La primera intervención popular en ese sentido tuvo lugar en las jornadas del
5 y 6 de abril de 1811. Su causa radicó en un conflicto desencadenado dentro de
la Junta entre dos facciones: los seguidores del moderado presidente Cornelio
Saavedra y los que se consideraban herederos de las posturas radicales impulsadas
por el fallecido secretario Mariano Moreno. El nuevo problema era que cuando se
cortaron los vínculos con la metrópoli se terminó también la posibilidad de lo
grar la habitual decisión a los conflictos entre grupos en Buenos Aires. Así, como
en enero de 1809, en 1811 la solución no estuvo en un lejano palacio sino en las
calles porteñas. En aquella oportunidad se habían movilizado tropas para dirimir
la lucha entre un virrey y un cabildo ante la ausencia de un árbitro superior, pero
no se impugnó la legitimidad del origen del poder de uno y otro. En cambio, aho
ra ninguna regla era indiscutible. Como forma de resolver el conflicto a su favor,
los saavedristas organizaron una movilización: una multitud, apoyada por el grue
so de las tropas de la capital, se presentó ante el cabildo y le entregó en nombre
del p u eb lo un petitorio para ser dirigido a la Junta. La solicitud fue rápidamente
8. Orduña, «Informe..,», 1960, p, 3228; Anónimo, «Carta...», 1960, p. 4287; Orduña, op. cit.,
p. 4326; anónimo [2], «Diario...», 1960, p. 3238.
9. Beruti, «Memorias...», 1960, p. 3763.
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SANCULOTES DESP/ADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
la campaña propiamente dicha, de más allá del cinturón de quintas, aunque el que
se congregaran en una noche al oeste del matadero indica que posiblemente la
mayoría habitase cerca de la ciudad. Los opositores al movimiento resaltaron que
los concurrentes fueron conducidos por autoridades, es decir por los alcaldes
que dependían del cabildo. Efectivamente, el petitorio fue firmado por algunos
alcaldes de hermandad, que ejercían sus funciones en la campaña, y por una serie
de alcaldes de barrio de la ciudad, concretamente los de los cuarteles 6 ,8 ,1 5 ,1 7
y 19 (menos el segundo, todos de la periferia urbana). Puesto que los alcaldes li
deraron la convocatoria, se hace evidente que también hubo varios plebeyos que
residían en la ciudad entre la multitud. Los ponchos y los chiripás eran prendas
corrientes en la campaña pero también en el ámbito urbano -de hecho, la gran
movilidad laboral y residencial da cuenta de que muchos de los plebeyos fueron
urbanos y rurales a la vez, pasando periodos en ambos espacios. El énfasis puesto
por los observadores en un movimiento de los d e p o n c h o se debe a su sorpresa
al verlos actuar políticamente.
Es indudable que muchos plebeyos acudieron siguiendo a los alcaldes. Pero
éstos no apelaron sólo a su influencia -siempre eran elegidos entre vecinos pres
tigiosos de los barrios- sino que utilizaron un argumento que dada su importan
cia figuró primero en el petitorio: el pueblo declaraba que «es su voluntad, que se
expulsen de Buenos Aires a todos los europeos de cualquier clase o condición».13
Este era un motivo evidentemente más incisivo que el rechazo a ciertos miem
bros de la Junta, y aunque desplazar a éstos era el objetivo de los saavedristas, el
otro parece haber sido el elemento que movilizó a los del bajo pueblo. Como
poco antes los morenistas habían defendido la permanencia de los peninsulares
en la ciudad, la identificación entre unos y otros fue fácil. No en vano la exigencia
de expulsión de los europeos fue el primer punto del petitorio y el desplaza
miento de los diputados recién figuró en el quinto: los organizadores explotaron
lo que verdaderamente interesaba a los concurrentes. La antinomia americano-
peninsular no era nueva, pero se fue tornando violenta a lo largo de 1810. La
plebe, principalmente integrada por americanos y africanos, soportaba en el
período virreinal la superioridad que en todos los espacios tenía un peninsu
lar por su origen, sus ventajas para obtener trabajos y crédito en las redes creadas
por personas de su misma región, facilidades en el mercado matrimonial, y des
tacada posición en el comercio minorista. La Revolución abrió la posibilidad de
expresar esos resentimientos, al politizarlos.
El hecho de que los saavedristas decidieran impulsar una movilización popu
lar obedeció a que fue la única manera que hallaron de legitimar su acción. Con
taban con el apoyo de casi toda la guarnición militar, con lo cual nadie hubiera
13. Gaceta de Buenos Aires, 1910, t. II, p. 282. El petitorio se reprodujo entero en la Ga~
zeta Extraordinaria del 15 de abril de 1811.
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SANCUL07ES DESPIADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
podido oponérseles; pero desplazar por la fuerza a vocales que ocupaban sus
cargos legalmente, era algo difícil de presentar como legítimo. Por eso se apeló a
la plebe, discreta pero efectivamente apoyada por las tropas, para dotar de legi
timidad a la acción: el p u eb lo exigía la modificación. Él era el poseedor de la so
beranía y era a quien el Gobierno representaba, su razón de existencia. El evento
significó así un cambio en Buenos Aires: al hacer uso del derecho de petición ante
el cabildo, la plebe empleó un derecho antes no utilizado colectivamente por sus
miembros. Era una novedad: la jornada del 5 y 6 de abril, entonces, amplió al pue
blo de Buenos Aires. Y también permitió que una movilización popular lograra
cambios en el Gobierno. Nada volvería a ser igual.
En septiembre del mismo 1811,1a guerra que el Gobierno revolucionario con
sede en Buenos Aires había iniciado contra los enemigos del nuevo sistema, los
leales al Consejo de Regencia, comenzó a volverse problemática. Luego de una
gran derrota revolucionaria en el Alto Perú se vivió un gran descontento en Bue-
nosAires. Se organizó un cabildo abierto cuyo resultado fue el desplazamiento de
los saavedristas del poder y el reemplazo de la Junta por un Triunvirato. Los pro
tagonistas intentaron evitar que se repitiera la concurrencia de abril apostando
tropas para que «no entrasen negros, muchachos ni otra gente común [...] a fin
de que no hubieren desórdenes»; según un testigo, se permitía la entrada «a toda
persona decente, y la estorban a las mujeres de todas clases, y gente de medio
pelo».14 El hecho de que se pensara en impedir la participación popular muestra
que ésta era ya parte del juego político.
Ello volvió a mostrarse en julio de 1812, cuando se conoció en la ciudad la
intención de un grupo de españoles de organizar un movimiento contrarrevolu
cionario; los lideraba el héroe de la defensa de la ciudad contra los británicos en
1807, Martín de Álzaga. La población se agitó de manera inédita ante la noticia y
no la calmó el hecho de que treinta y tres de los implicados fueran condenados
a muerte y ejecutados. El Gobierno se preocupó por la conmoción plebeya y le
ordenó al cabildo «que por ningún título se permitan reuniones del populacho, ni
en los cuarteles, ni en los cuerpos de guardia, ni en algún otro punto».15 De todos
modos, un grupo de milicianos y gente no alistada, que días antes había solicitado
se les otorgaran armas para evitar una posible invasión realista, acusó al gobierno
de cobardía y atacó a algunos de sus integrantes. El triunviro Bernardino Rivada-
via fue acosado en la calle por un grupo hostil, la vivienda de otro de los magistra
dos, Feliciano Chiclana, «fue insultada por una multitud, sus vidrios fueron rotos,
y ante ella se cantaron y vocearon improperios», al tiempo que en la casa de Juan
Martín de Pueyrredón se dejaron pasquines con amenazas.16
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5ANCUL0TES DESPIADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
Con excepción de la influencia personal de los Sosa, hay pocos indicios sobre
las razones de la presencia de plebeyos el 8 de octubre de 1812. En una conver
sación pública, el pardo Santiago Mercado, alias C hapa, dijo que en esa fecha se
habían usado veintiséis mil pesos para sobornar a militares y a otros a fin de que
participaran del movimiento. El mismo Mercado -que se ocupaba de «trajinar en
el comercio y andar comprando y vendiendo»- fue denunciado en enero de 1813
por estar supuestamente involucrado en una conspiración contra el Triunvirato
(lo acusaron de haber afirmado que «había de ver destruido al actual Gobierno»),
dirigida por Francisco Paso y con intervención de los Sosa. Se probó que Santiago
Mercado tenía una relación con Paso y que había habido gente de distinta condi
ción social vinculada a un posible movimiento que no se produjo.21 Las facciones
no eran ya únicamente divisiones del grupo dirigente, sino que había miembros
de los sectores medios, como los Sosa, y plebeyos, como Mercado, integrados a
ellas.
El periodo de predominio de la logia implicó un gran esfuerzo para ganar la
guerra por parte de los revolucionarios, lo cual incrementó notablemente la pre
sión gubernamental para obtener soldados. Las levas en la ciudad se hicieron muy
intensas, afectaron principalmente a la plebe, y las quejas por las arbitrariedades
cometidas en ellas se volvieron frecuentes; en particular, el reclutamiento forzoso
de hombres alistados en la milicia. Los esclavos empezaron a ser «rescatados» por
el Estado para servir en el ejército y los presos fueron enviados a combatir. En
marzo de 1815 se movilizó a muchos peones de panaderías, perjudicando la pro
ducción de ese alimento básico en la dieta de los porteños.22 Simultáneamente se
aplicó un impuesto sobre el pan para financiar la guerra, todo lo cual provocó un
aumento en su precio.23 La medida afectó, obviamente, a la plebe urbana, y contri
buyó al odio popular contra el segundo Director Supremo -cargo creado en 1814
en lugar del Triunvirato- Carlos de Alvear, líder de la logia. La crisis general del
sistema revolucionario a la que se llegó en 1815 jugó también su parte, así como
el estilo altivo de Alvear, quien según un comerciante inglés «había introducido
una costumbre desconocida incluso en la época de los virreyes, la de aparecer
en público seguido de una importante escolta formada por granaderos a caballo».
Todavía en 1820, un observador comentó que Alvear «era odiado por la multitud,
las clases inferiores del pueblo».24
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II
La desigualdad era legal en la sociedad colonial. Todos los habitantes eran su
mamente celosos de sus derechos e incluso los más explotados de la sociedad in
tentaban que ellos fueran respetados; así, los indígenas y los esclavos solían acudir
a la justicia cuando consideraban que los funcionarios con los que debían lidiar o
sus amos no respetaban algún derecho. Con la Revolución hubo un cambio muy
importante en esta cuestión: si numerosos plebeyos -entre ellos muchas mujeres-
siguieron acudiendo a la justicia y reclamando a las autoridades cuando creían
que sus derechos habían sido vulnerados, los hombres movilizados militarmente
tuvieron la posibilidad de reclamar de modo menos ordenado, con las armas en
la mano. La cuestión de los derechos fue una de las que más generó acciones
populares entre 1810 y 1820, en forma de motines militares.
El primero fue «el motín de las trenzas». Cuando en 1811 la guerra contra los
enemigos de la Revolución empezó a alargarse y a complicarse, el Gobierno -el
primer Triunvirato- buscó profesionalizar y mejorar la disciplina de las tropas.
Los ajustes en ese sentido crearon tensiones en el regimiento de patricios (sur
gido en 1806 para agrupar a los nacidos en la patria, es decir Buenos Aires), que
í32
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SANCUL0TE5 DESPIADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
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SANCULOTES DESPIADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
36. a g n , X, 30-3-4, Sumarios Militares, 957. Declaraciones de los granaderos José Vélez y
Hermenegildo Andujar.
37. Ibid., Declaraciones del teniente coronel don Nicolás Cabrera y de Igarrabal.
38. Ibid., declaración de Cabrera.
39. Ibid., declaración de un granadero (no hay nombre) que era carpintero.
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SANCUZ. OTES DESPIADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
III
44. Para detalles sobre esos motines véase ¡Viva el bajo pueblo!, 2006, pp. 171-179-
45. Véase también Comando en Jefe del Ejército, 1971.
46. En orden: «Sumario formado contra Aniceto Martínez», a g n , X, 27-4-2a, Causas Crimi
nales; a g n , X, 8-7-4, Solicitudes Militares; a g n , X, 12-4-4, Solicitudes militares (1821); a g n , X,
6-6-11, Solicitudes Civiles y Militares.
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que esa acción les había brindado derechos en el sistema a cuya conformación
habían contribuido.
Apenas llegada al poder en 1810,1a Primera Junta había impulsado la identifi
cación de la causa revolucionaria con la causa de la patria, y fue realmente exitosa
en obtener apoyo popular (cuidándose muy bien de conseguirlo sin alterar el
orden social). Las celebraciones por las victorias obtenidas u otras noticias felices,
así como los aniversarios de la Revolución, se transformaron en grandes reuniones
en espacios públicos en las cuales buena parte del bajo pueblo mostraba junto
al resto de la sociedad su adhesión a la nueva situación. En estas manifestaciones
públicas participaban las mujeres, que no lo hacían en las prácticas políticas que
he analizado hasta aquí, concentradas en manos masculinas. Distintos testimonios
de viajeros y porteños de la elite marcan la importante presencia popular en las
fiestas.47 Generalmente fueron pacíficas y estuvieron cuidadosamente organiza
das por las autoridades; devinieron una vía de expresión política armoniosa. Sólo
en ciertas ocasiones, la impronta plebeya en algunas -no preparadas con tiempo
sino improvisadas ante la llegada de una noticia agradable- generó malestar entre
la elite. Ese fue el caso en noviembre de 1811, cuando las campanas repicaron
en toda la ciudad por una victoria menor en el Alto Perú. Un cronista anónimo
escribió en el periódico oficial que salió a la calle a festejar pero no pudo llegar a
la Plaza de la Victoria porque se topó con mucha gente que caminaba en sentido
contrario: «el primer trozo se componía de una multitud de soldados, chusma y
gente de color, unos y otros con visajes y demostraciones groseras, en vez de gri
tar viva la patria, llenaban el aire de expresiones groseras que ni el papel puede
sufrir». Había soldados (mayoritariamente plebeyos), chu sm a (despectiva forma
de llamar a la plebe) y gente d e color (acá diferenciada de la chu sm a blanca)
celebrando de una manera desagradable para el escritor. «Todos los mozos de
tienda (europeos los más) y las señoras que aun estaban en sus casas», continúa
su relato, «salieron a sus puertas, ventanas y balcones, pero insultados aquellos
con el funesto epíteto de sarraceno y avergonzadas éstas al oír las palabras inde
centes de la vanguardia, se encerraron repentinamente, por no ser espectadores
de una escena tan desagradable; quise hacerles una reconvención amistosa, y el
tono agrio con que me contestaron me obligó a desistir de la empresa y volverme
a casa, a llorar en secreto esta desgracia».48 El caso muestra no sólo la importante
participación popular en el evento sino también su fuerte animadversión con
tra los peninsulares, con los cuales la dirigencia revolucionaria tenía una actitud
ambigua. El epíteto sarracen o se usó muchísimo en esa década para nombrar e
47. Hay excelentes descripciones en Beruti, Memorias Curiosas, 2001; Núñez, «Noticias.
I960; y Robertson, Cartas..., 2000. Para análisis de los festejos revolucionarios véanse Hal-
perín Donghi, Revolución y Guerra, 1972; Munilla, «Celebrar...», 1995; Garavaglia, «A la na
ción...», 2000 y Di Meglio, /Viva... 2006.
48. Gaceta de Buenos Aires, 1910, t. m, p. 37.
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de Patricios más prestigio que Saavedra», era volver a elegir a los oficiales, como
se había hecho en 1806,31
Junto a las protestas centrales se percibe un aspecto social: cuando el teniente
que lanzó la amenaza de cortar las trenzas recibió las réplicas indignadas de los
soldados, retrucó a su vez que si cortarles el pelo era una afrenta «él también es
taría afrentado pues se hallaba con el pelo cortado». Pero otro soldado, «en tono
altanero», le gritó «que él tenía trajes y levitas para disimularlo».32 La ropa era muy
cara y eso la convertía en un símbolo de prestigio. Por eso, la vestimenta era una
marca muy clara de diferencia social: sólo la elite porteña usaba levitas, casacas
y trajes. Los sectores medios y la plebe se vestían con chaquetas o ponchos. En
los últimos años coloniales, un jornalero hubiera necesitado más de un mes de
su sueldo para poder adquirir un pobre vestuario completo.33 Los esclavos solían
usar viejas prendas de sus amos, que con el tiempo se iban deteriorando. Muchos
plebeyos tenían las ropas hechas jirones y en los juicios se ven frecuentes quejas
de quienes decían no tener con que tapar su «desnudez». Así, la referencia a la
levita del teniente marcaba con resentimiento la distancia social entre oficiales
y tropa.
Tanto el triunvirato como el obispo fueron enviados a mediar, exigieron que
para considerar el petitorio los rebeldes debían abandonar las armas, pero los
amotinados se negaron a abandonar su posición. El soldado Juan Herrera sostu
vo «que no se dejaban engañar» y que si no les aceptaban el petitorio era mejor
«morir como chinches». La tensión fue en aumento y en un momento dado se em
pezaron a intercambiar disparos, a partir de lo cual las tropas leales que sitiaban
el cuartel comenzaron un violento ataque. En un cuarto de hora los patricios se
rindieron o intentaron escapar.34Al menos ocho de los rebeldes murieron en el
combate y cuatro sargentos, tres cabos y cuatro soldados fueron «degradados, pa
sados por las armas, puestos á la expectación pública»; otros diecisiete integrantes
de la tropa fueron penados a diez años de presidio.35 Los mismos miembros del
Triunvirato fueron los jueces.Tres compañías fueron disueltas por haber iniciado
la «sedición». El regimiento, que hasta entonces había sido el más prestigioso de
Buenos Aires, perdió su posición de número uno del ejército y fue relegado al
quinto lugar; el nombre patricios fue extendido a todos los cuerpos militares.
Unos años después, en febrero de 1819,y por motivos cercanosalos de 1811,
hubo otro gran motín miliciano. La situación era diferente: la guerra no estaba
empezando sino que era ya larga y el entusiasmo revolucionario inicial había
31. Halperín Donghi, Revolución y Guerra, 1972, p. 205. La cita en Fitte, El motín..., i 960,
p. 99.
32. Ibid, p. 72.
33. Johnson, «La historia...», 1992.
34. Fitte, El motín..., I960, pp. 91 y 100-108,
35. Gaceta de Buenos Aires, 1910, t. m, p. 49.
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5ANCUÍ.0TES DESPIADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
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52. Todas las citas y casos descriptos en a g n , X, 6-7-4, Conspiración de Álzaga, excepto la
canción, en Cancionero popular (1905: 159).
53. Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 34-2-34, Juzgado del Crimen, 19.
54. Canter, «El año...», 1941, p. 481.
55. Hubo una «orden general de internación de Europeos»; véase el pedido de Josefa Xil
para que regresara de Luján su marido, un zapatero peninsular, que fue denegado, en a g n , X,
6-6-12, Solicitudes Civiles y Militares (26 de octubre de 1812).
56. Beruti, «Memorias...», 1960, p. 3830.
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SANCULOTES D E S P I A D A D O S : LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
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mente con el retorno de Fernando VII al trono en 1814. Los peninsulares que
nunca se plegaron al nuevo orden seguían silenciosamente reconociendo al mo
narca, con lo cual apareció una clara oposición entre éste y la «santa causa» de
la Patria. Un ejemplo: en 1819 el zapatero gallego Baltasar Suárez fue acusado
de negarse a realizar una patrulla diciendo «que él era vasallo del Rey y no
soldado de la Patria y que sólo serviría al Rey».59 La vieja tríada se había roto:
la religión no se discutía, pero ahora el rey se oponía a lo que resultó ser más
importante: la patria. El rey rechazado pasó no sólo a ser el rey de España sino
también la Monarquía. En cambio, si la patria había adoptado una forma de
Gobierno republicana -así era de hecho desde que se impuso la soberanía del
pueblo en 1810- una y otra se fueron equiparando para quienes combatieron
en su nombre. No hubo un monarquismo popular rioplatense ni se han registra
do evidencias de nostalgias plebeyas del rey; por el contrario, la actitud parece
haber sido la que expresó en sus versos el payador oriental Bartolomé Hidalgo,
muy popular en Buenos Aires: «el Rey es hombre cualquiera», decía, «no se nece
sitan reyes / para gobernar los hombres / sino benéficas leyes».60
Con el fin de la guerra, el alejamiento de la amenaza de la expedición espa
ñola -que en vez de embarcarse se rebeló contra Fernando VII- y el triunfo del
sistema republicano, la tensión con los peninsulares que seguían residiendo en la
ciudad perdió intensidad. Los elementos de conflictividad social insertos en esa
animadversión se fueron trasladando al descontento popular con algunos de los
resultados de la guerra, al rencor hacia algunos beneficiados durante su desarro
llo y hacia la ingratitud de las autoridades. Bartolomé Hidalgo lo expresó muy
bien en 1821 -por entonces residía en Buenos Aires- cuando sostuvo que «desde
el día memorable / de nuestra revolución» había entrado mucha plata y mucho
oro en la capital...
pero en tanto que al rigor / del hambre perece el pobre, / el soldado de valor, / el
oficial de servicios, / y que la prostitución / se acerca a la infeliz viuda / que mira
con cruel dolor / padecer a sus hijuelos; / entre tanto, el adulón, / y el que de nada
nos sirve / y vive en toda facción, / disfruta de gran abundancia / y como no le costó
/ nada el andar remediao / gasta más pesos que arroz. / Y, amigo, de esta manera /
en medio del pericón / el que tiene es don Julano / y el que perdió se amoló: / sin
que todos los servicios / que a la Patria le emprestó / lo libren de una roncada / que
le largue algún pintor.61
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SA N C U L 07 E S D E S P I A D A D O S : LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
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SANCUÍ.OTES DESPIADADOS: LA PA R T I C I PA C ¡ Ó N POLÍTICA POPULAR
na parte de los pulperos de Buenos Aires eran de ese origen- era equivalente a
los otros insultos. "Elju d ío era considerado un enemigo de la Cristiandad desde el
medioevo y ese lugar había sido afianzado por el Concilio deTrento. La Revolu
ción permitió a los esclavos liberar algunos resentimientos y legitimó la animosi
dad contra un enemigo blanco: los peninsulares.
En el motín de los pardos y morenos de 1819, esa tensión racial estuvo más
presente: un vecino observó preocupado «que un negro velero y cojo se distin
guió en sus gestos y amenazas a los Blancos».71 No es posible saber si ese ven
dedor de velas pertenecía al tercio o si se agregó a la agitación. Lo que es muy
probable es que la percepción de una animosidad contra los blan cos debe haber
ayudado a que diversos vecinos se sumaran a los cívicos de caballería en la opera
ción nocturna que desarmó en el hueco de la Concepción a los amotinados.
71. a g n , X, 30-3-4, Sumarios Militares, 957, parte de don Eustoquio Díaz Vélez.
72. a g n , X, legajos 8-9-4 (1815), 11-1-4 y 10-9-6 (1819), Solicitudes Civiles. Para el rey
como padre véase (Schaub, 1998).
73. En orden: Iriarte, Memorias, vol. 1, 1945, p. 31; a g n , X, 29-10-6, Sumarios Militares,
Conspiración del I o de octubre de 1820.
74. a e c , 1927, t. VI, p. 601, y t. V, p. 617.
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de vestir a los presos, de auxiliar a familias que sufrían una inundación, de ayudar
con créditos a labradores en dificultades, de solicitar la reducción de cargas fisca
les sobre los artesanos cuando éstos estaban en una mala situación, de escribir los
bandos destinados a la población, de dar discursos en las celebraciones públicas,
de organizarías, y de dirigir a los alcaldes de barrio y sus tenientes.75 Uno de sus
integrantes, el defensor de p o b r es , intercedía entre éstos -incluidos los esclavos-
y el Gobierno. La legitimidad de su poder no era discutida por nadie.
No es casualidad que la participación política de la plebe porteña desde 1810
hubiera sido en buena medida articulada por el cabildo. A él se dirigieron las pe
ticiones de los «movimientos del pueblo» como los de abril y septiembre de 1811
o el de octubre de 1812, mientras que en otras ocasiones, como en abril 1815, fue
el mismo cabildo el que convocó a la población a la acción política.
VI
75. Los bandos están recopilados en a g n , X, legajos 44-6-7 y 44-6-8, Gobierno. Para el
resto de las actividades mencionadas véase a e c , 1927, t. V, pp. 104, 174; t. VII, pp. 87, 189,
434 y 636; asistencia a inundados de Barracas en t. VII, pp. 330-4, 355 y 384; asistencia a
labradores en t. VI, p. 28; protección a artesanos en t. V, p. 194; un discurso de un regidor en
mayo de 1812 en t. V, p. 2l6.
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5ANCUÍ.0TES DESPIADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
demás oyó decir que fueron muchos».76 Rodríguez conocía bien el antecedente
de un motín miliciano y que los responsables habían sido ejecutados; se había
enterado -incluso el número era bastante correcto- por boca de otros. Él mismo
había estado entre la multitud que presenció algunos de los fusilamientos en
la agitación de julio de 1812; del resto le contaron. Las reuniones informales
en espacios públicos eran una de las vías principales para la reproducción de las
prácticas políticas.
VII
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
recova, y hablando con firmeza y resolución a los cívicos, les hice presente la ne
cesidad que había de evitar más derramamiento de sangre, y ellos, demostrando
mucha oposición, se resistían al abandono de sus puestos [...] Don Ángel Pacheco
contuvo a un cívico que me iba a tirar».80 Mientras negociaban, la caballería de
Rodríguez atacó sorpresivamente y los cívicos comenzaron a resistir sin esperar
órdenes. Según un oficial que combatió a favor del gobernador, los del tercer
tercio no escuchaban a sus jefes, «cargaban las armas sin su conocimiento y que
parecía no le obedecían».81A un suboficial se le ordenó «que todos se retirasen,y
no obedeciéndolo los demás, lo ejecutó el que confiesa», mientras que un oficial
afirmó que no logró «contener a la gente y privar que se siguiese el fuego que
ellos habían empezado sin su orden por hallarse comiendo» (ambos testimonios
eran poco creíbles, pero es interesante que pudieran esbozarlos aprovechando
que la situación fue verdaderamente caótica).82 Después de un primer combate,
los del gobierno volvieron a ofrecer la rendición, pero «en vano algunos de su
jefes y los parlamentarios [...] manifestaban a la chusma despechada que serían
pasados a cuchillo: ella les amenazaba fusilarlos si no se retiraban [...] muchos
facciosos metidos tras de los pilares de la Recova nueva en la vereda ancha pre
firieron morir a rendirse».83 La batalla siguió y «todos revueltos se mataban unos
a otros sin compasión»; hubo entre trescientos y cuatrocientos muertos.84 Final
mente, la victoria fue de Rodríguez.
Los que se sublevaron fueron los tercios con mayoría plebeya en sus filas, el
segundo y el tercero, mientras que los integrantes del primer tercio cívico, que
agrupaba a la gente del centro de la ciudad, «concurrieron con sus personas en
favor de la conservación del orden»; como dijo uno de sus oficiales, lucharon «por
la autoridad legítima».85 Esa impronta plebeya generó un gran temor social entre la
elite porteña. Un testigo llamó a los alzados «los sanculotes despiadados, los de
los ojos colorados»; otros se lamentaba de que «la patria se ve en una verdadera
anarquía, llena de partidos y expuesta a ser víctima de la ínfima plebe, que se halla
armada, insolente y deseosa de abatir a la gente decente, arruinarlos e igualarlos a
su calidad y miseria»; un tercero sostenía que si Rodríguez hubiera sido vencido el
resultado habría sido «el saqueo de Buenos Aires, pues la chusma estaba agolpada
en las esquinas envuelta en su poncho, esperando el éxito; y si la intrepidez de
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SANCU/.0TE5 DESPIADADOS: LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA POPULAR
los colorados no vence en el día, esa misma noche se les une 4 o 6 mil hombres
de la canalla y es hecho de nosotros».86
La intransigencia de los miembros de la tropa, que quisieron resistir desoyen
do a muchos de sus oficiales es comprensible si se tienen en cuenta los diez años
de movilización política y guerrera. Frente a los vacíos de poder de 1820, mu
chos plebeyos compartieron las posiciones políticas de los capitulares y ciertos
militares, y luego de una experiencia de una década de movilización, llegaron a
defenderlas intransigentemente más allá de la voluntad de sus jefes.
Como consecuencia del episodio, el cabildo perdió la conducción de las mili
cias cívicas, que quedaron bajo la jurisdicción del gobernador de Buenos Aires.87
Al año siguiente, los tercios fueron disueltos y se reorganizó la milicia urbana, con
menos efectivos, en la denominada Legión P atricia. La elite triunfante buscaba
así eliminar las posibilidades de desorden, y también las vías de intervención ple
beya en la política. Sólo lo lograría parcialmente: las décadas siguientes volvieron
a contar a la plebe como uno de los actores de la escena política porteña, y varias
tensiones sociales y raciales iban a seguir canalizándose en ella. La política porte-
ña no iba a poder separarse de su impronta plebeya.
ARCHIVOS
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LA C O R O N A EN L L A N A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
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PÓLVORA EN MANOS DE MUJER. LAS LUCHAS DE MANUELA ANTONIA
DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA. VERACRUZ 1815
Adriana Gil
Antonio,
la actitud con que has enfrentado el dolor y la adversidad
a tu corta ed a d te h a convertido en un valiente guerrero.
Tu ejemplo h a sido mi inspiración.
Con todo mi am or de m adre,
estas líneas van p o r ti.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
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PÓLVORA EN MANOS DE MUJ ER. LAS LUCHAS DE MANUELA ANTONIA
como Manuela Antonia de Santa María, al analizar los documentos que dejan testimonio de
la mirada de los otros.
6. Archivo General de la Nación ( a g n ) Criminal, vol. 1, exp. 5, ff. 199-226.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
Hay dos situaciones con respecto a la ciudad de Veracruz que resulta indis
pensable destacar para comprender el contexto en el que se desenvuelve esta
historia. Primera, mientras que otros pueblos, villas y ciudades de la Nueva España
se encontraban ardiendo en llamas y sumidos por la destrucción de la guerra de
Independencia, la ciudad de Veracruz permanecía indigente pero intacta hasta
ese momento. Desde siglos atrás,Veracruz había sido por su estratégica situación
geográfica la perla preciosa del virreinato: asediada y por lo mismo protegida.
Ahora, durante la guerra civil se encontraba amenazada de asalto y rodeada de in
surgentes que habían avanzado hasta la zona de tierra caliente por el camino real.
Pero hasta 1815,1a amenaza no dejaba de ser eso, una amenaza, porque la ciudad
guarnecida y amurallada había permanecido inexpugnable, impenetrable en la
medida de lo posible. Es decir, no había sido violentamente atacada, ni escenario
de derramamiento de sangre por enfrentamientos entre realistas e insurgentes.
La otra situación que es fundamental subrayar, es la ocupación del camino
Real a Veracruz a mano de los rebeldes. El hecho de que tuvieran tomadas las vías
de acceso por tierra, ocasionaba infinidad de percances y dificultades, entre ellas,
el casi nulo flujo de información y la carencia de noticias oficiales provenientes
del interior del territorio, por lo que la población permanecía en ignorancia con
respecto a lo que pasaba en otros sitios tierra adentro a no ser por los rumores
extraoficiales. Más grave aún era el problema de la pronunciada carestía de ví
veres, ya que sólo llegaban por mar a precios exorbitantes. A ello se aunaba la
falta de dinero por el escaso movimiento comercial pues lo poco que se lograba
recaudar, era para auxiliar a la guarnición que también era escasa, mientras que
los hospitales se abarrotaban de soldados enfermos.7Así la miseria, el hambre y la
muerte por enfermedades marcaban el ambiente del vecindario de Veracruz, en
este momento histórico.
Recordemos que desde su fundación, la ciudad de Veracruz vivía y se mante
nía del tráfico y del comercio, que dependía obligadamente de las vías de comu
nicación que comunicaban con el Altiplano. Pero si para este momento, dichas
rutas estaban tomadas por los insurgentes, quienes cobraban exorbitantes contri
buciones a los arrieros que se aventuraban a circular con productos y víveres y
corrían el riesgo de ser víctimas de saqueo, es posible imaginar los percances que
ello provocó al comercio de Veracruz y cómo afectó la vida diaria y emociones
de sus habitantes.
Hay que añadir la inestabilidad política. Apenas en 1812 el vecindario había
ju r a d o la constitución de Cádiz adhiriéndose a sus principios, para dos años des
pués, entre julio y agosto de 1814 recibir noticias provenientes de la metrópoli de
7. Para ver los percances que sufrían las tropas en el puerto, la necesidad de recurrir a
tropas expedicionarias procedentes de la península y las vicisitudes que éstas tuvieron que
enfrentar en el puerto de Veracruz, Cfr. Archer, 2008, pp. 197-228.
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PÓLVORA EN MANOS DE MUJ ER. LAS LUCHAS DE MANUELA ANTONIA
PÓLVORA A CAMBIO
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sin tener que comer, dinero, ni alhaja que empeñar, tomó los cartuchos su ma
rido para venderlos como así lo hizo en cuatro reales llevando a su casa esta
cantidad empleada en pan y chocolate con que se socorrieran.12
Pese a estar prohibido, la gente tenía que recurrir a la venta de cartuchos, ba
las y pólvora ante la carencia de comida, y en este tráfico de compra y venta, las
mujeres tenían una importante implicación. El convoy al que hizo referencia Va
lentina Mendoza, al parecer arribó al puerto sobre los primeros meses del año de
1815 y fue conocido como el «convoy sietemesino» porque al mando del coronel
Luis del Águila tardó siete meses en llegar de la ciudad de México a Veracruz por
la obstrucción del camino. SegúnTrens, este convoy lo componían 4.500 muías
«cargadas con mercancía y mil trescientas con plata y grana, sufrió una serie de
vicisitudes, hasta que por fin pudo llegar aVeracruz en marzo de 1815, principal
mente por los ataques de que fue objeto en puente del Rey».13
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PÓLVORA EN MANOS DE MUJ ER, LAS LUCHAS DE MANUELA ANTONIA
careciendo de otra alhaja que vender o empeñar,.. por lo que las toma (los pa
radas de cartuchos) como único remedio a su urgente necesidad y las vende a
la Santa María sin persuadirse en cometer en ello el menor crimen.15
Tal y como se anotó en las actas del proceso, el asunto del sargento Correa y
de Manuela Antonia era de «muy poco monto» para las autoridades de Veracruz,
pero aun así, consideraron debía observarse con particular cuidado la «furtiva
extracción de municiones de guerra de esta plaza»:
las circunstancias del día piden con imperio el que se mire con mucha delica
deza, con particularidad la furtiva extracción de municiones de guerra de esta
plaza que sirven para los infames enemigos del rey y de la patria tengan en con
vulsión este país perpetrando enormes crímenes como asesinatos, robos...16
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PÓLVORA EN MANOS DE MUJ ER. LAS LUCHAS DE MANUELA ANTONIA
Muchas horas de pánico y angustia para el vecindario que desde el interior de sus
casas del recinto amurallado presenciaron la bélica escena*
esta villa de Xalapa, en la parte que reside la autoridad jurisdiccional del actual
cuerpo político, no ha contribuido ni autorizado en manera alguna a ios bandi
dos bárbaros que se suponen diputados del soñado y ridículo congreso mexica
no ni a otros cabecillas de la rebelión para que se representen a nombre de los
pueblos, ni a ninguna otra junta, ni asociación de los traidores.23
pues este recto ayuntamiento temeroso a Dios, a quien los perversos rebeldes
ofenden, amante del rey su señor natural, a quien respetan como delegado de
Dios en la tierra, y afectos a la patria, que por bondad del gobierno rigen, pu
blican y confiesan.. ,24
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
Tres años atrás, hacia 1812, cuando la Constitución de Cádiz arribó al puerto
de Veracruz a bordo de la goleta correo la Cantabria, el ayuntamiento de dicha
ciudad hizo todo un despliegue de propaganda política para publicitar la nueva
constitución y arraigar en la población la adhesión a las instituciones liberales en
medio de la crisis política, económica y social que ya por esos años atravesaba el
país.25 En este sentido, para los porteños, la guerra desde su estallido fue -como
lo afirma Juan Ortiz- más «política que de armas».26
Recordemos que todos los miembros del ayuntamiento de Veracruz eran
comerciantes ultramarinos y la paralización del comercio afectaba en gran me
dida sus intereses. De ahí que a ellos también les conviniera más, hacer política
que tomar las armas.27 Pero, ¿no es también la política terreno fértil para que
germine la intriga, la traición o la sospecha? Esa fragilidad de lealtades e «ilícitas
relaciones» que parecían advertir autoridades realistas de la decadente Nueva
España, ¿cómo habrán sido vividas -por ejemplo- por los patriotas del puerto?
¿Qué sentimientos y emociones entrarían en conflicto en este convulsionado
escenario: la lealtad, la complicidad, el miedo, la obediencia, la paranoia, la com
pasión? Veamos qué pistas nos ofrecen sus miradas hacia Manuela Antonia, la
mujer sospechosa.
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PÓLVORA EN MANOS DE MUJ ER. LAS LUCHAS DE MANUELA ANTONIA
ción éste aseguró que cuando la Santa María le suplicó que le guardara las paradas
de cartucho con balas y las municiones, accedió «con objeto de ver si llevaba más,
siempre asegurándose en dar parte al ayudante de patriotas Manuel Galván». Para
cuando la mujer volvió a su tienda a recoger la pólvora encargada, Abascal ya ha
bía avisado a un muchacho llamado Albino Bravo que era guardia en el cuartel de
extramuros con el fin de que la detuviera y avisara al cuartel: «lo que así se efec
tuó llevándola a este paraje y registrándole los serones que no se le encontraron
otras cosas sino un frasco de aguardiente y las paradas referidas».28
¿Manuela Antonia sabría que el pulpero Miguel Abascal a quien le había dado
a guardar su pólvora, era también teniente de patriotas? Aunque el defensor de
ésta aseguró que ella lo sabía, lo cual, según él, era una prueba de que la mujer
no actuaba con malas intenciones, pensamos que probablemente no estaba en
terada. Resulta ilógico y contradictorio que sabiendo que Abascal era un teniente
de patriotas, ella le suplicara que le guardara los cartuchos embalados por temor
a ser descubierta por los patriotas de las puertas de la muralla y del cuartel de
extramuros. Si Manuela Antonia se estaba aventurando a correr el riesgo, ¿cómo
iba a entregarse a los patriotas a través de un teniente, si su plan era escapar al
campo con la pólvora oculta para no ser descubierta? Aunque en estos tiempos,
todos los residentes de una ciudad se conocían, se sabía quién era cada quién y se
tenía información pormenorizada de su persona; es posible que Manuela Antonia
haya ignorado que Abascal era teniente de patriotas, porque a pesar de que la
mujer iba seguido a Veracruz a vender el producto de la caza a la plaza, residía en
su rancho de Mandinga situado a cinco leguas del puerto.
Miguel Abascal, el pulpero y teniente de patriotas, representa la figura del
delator. En las sociedades del Antiguo Régimen nada podía vivirse a escondidas
ni en secreto, la vida era pública y la mirada y palabra del otro contribuían a la
construcción del honor y del deshonor. El poder de la palabra: hablar del otro,
denunciarlo, delatarlo, injuriarlo, exhibirlo era algo tan común como la fragilidad
de la honra. Así, al igual que en las plazas y la calle, las pulperías además de ser
sitios dónde se expendían a menudeo comestibles y efectos varios, también eran
espacios donde a la vez que se compraba y se vendía, se charlaba, se platicaba,
se daba rienda suelta a la lengua y a la circulación del rumor.29 En tales tiempos
de crisis, como pulpero dedicado al comercio, Abascal debió haber padecido los
percances él mismo ¿qué podía vender en esos momentos en su tienda? ¿a qué
precios?, ¿quiénes podían comprarle lo poco que podría tener? Si la gente pudien
te -que era una minoría- ya estaba huyendo hacia España para salvar su vida y
sus caudales, mientras que el resto de la población sobrevivía principalmente de
la cacería, de la pesca o de lo que podía. Evidentemente, en este crítico momento
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La mirada de la autoridad
Las mujeres del campo son las seguras conductoras de los cartuchos embalados,
armas, en ello se debe poner mucho cuidado, y espantar con el rigor a hombres
que privados de la razón, no tratan más que de llenar de sangre una tierra que
en otro tiempo fue feliz. El caso a la verdad parece dudoso, a lo menos así se
presenta según la pintura, esto es, si Luis Correa vendió las paradas movido de
necesidad y sin fin depravado a Manuela Antonia de Santa María y ésta las com
pró con el objeto de abastecer a algunos para que hagan la guerra, que juzgo
lo más cierto por el modo en que extrajo los cartuchos y no haber dicho desde
luego y antes que se los encontrasen, la causa y razón por qué los portaba.31
30. Lerdo afirma que esta primera compañía de «patriotas de extramuros» estuvo com
puesta de cien hombres de infantería y cuarenta de caballería, al mando del teniente del
regimiento fijo de aquella plaza D. Pedro Monzón. También se alistaron en esta compañía
algunos de los «cabecillas» insurgentes indultados. Lerdo, 1850, p. 99.
31. a g n . Criminal, vol. 504, exp. 5, ff. 199-226.
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PÓLVORA EN NANOS DE MUJ ER. LAS LUCHAS DE MANUELA ANTONIA
Ya tengo dicho varias veces que la facilidad con que tales reos consiguen su li
bertad, conduce a que repitan iguales excesos, y que impunemente abastecen a
los bandidos de estas inmediaciones de cuanto necesitan, así lo estamos viendo
y así lo publican ellos mismos sin reboso alguno, como lo manifiestan varios
expedientes, por consiguiente es de creer que hay muchas y muchos de la clase
de Manuela Antonia, están encargados de la conducción de municiones.32
la mujer del mismo (Correa), no pudo haber comprado los cartuchos embalados
para que cazase porque no hay donde pueda hacer de caza mayor, sino es con
eminente peligro de su vida, a menos que sea insurgente, y sólo podrá verificar
lo con Pichiches y otra aves que andan en la inmediata playa o laguna cercana
de Doña Beatriz.33
De manera que, a los ojos del gobernador Quevedo las sospechosas y cul
pables por su complicidad con los rebeldes eran las mujeres, a diferencia de su
mirada indulgente hacia el hombre involucrado en el caso, el sargento Correa. Los
argumentos en que basaban sus suposiciones eran: lo común que era que las mu
jeres de campo como Manuela Antonia abastecieran a los rebeldes; lo común que
era que las mujeres familiares de insurgentes les apoyaran de ésta y otras formas
más; y que los cartuchos embalados consignados que habían estado en manos
de Valentina Mendoza y pasado a manos de la Santa María solían ser utilizados
para hacer caza mayor, es decir para animales grandes o «para la destrucción de
hombres» y que por las inmediaciones cercanas a la ciudad no había fauna para
efectos de hacer caza mayor, sólo en tierra más adentro, lo que representaba «emi
nente peligro de su vida, a menos que sea insurgente».34
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La mirada de recelo de las autoridades realistas hacia las mujeres que creían insur
gentes,la expone también María José Garrido en su trabajo sobre las mujeres de Pén-
jamo, quien afirma que éstos las consideraban «aún más criminales que los hombres».
Y que «fiadas en el sexo han sido el conducto para seducir a toda clase de vivientes
valiéndose de cuanto atractivo tienen». Esto era lo que a los ojos de los realistas las
hacía peligrosas y difíciles de combatir, y no tanto su condición femenina. Incluso en
el Bajío tachaban de prostitutas a mujeres que reivindicaban la causa insurgente.35
La mirada de la defensa
... que conoce a Manuela Antonia de Santa María por haberla visto pasar por
Boca del Río conduciendo a esta plaza verdura y cacería desde su rancho situa
do en Mandinga sin haberle notado mala conducta ni mezcla en la insurrección,
que a su marido lo conoce por la misma razón y sabe es tirador, no pudiendo
informar sobre su conducta por haberlo tratado poco.37
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PÓLVORA EN MANOS DE MUJ ER. LAS LUCHAS DE MANUELA ANTONIA
que era prueba de su inocencia porque ¿quién sería tan estúpido e ignorante de
entregarle de sus propias manos a sus enemigos la pólvora con que habrían
de atacarle?:
Si a quien se delata reo, se juzgara por la denuncia, y no por las pruebas, Ma
nuela Antonia de Santa María sería delincuente, no así en esta, porque no tiene
una en su contra como VSS lo tendrán ya penetrado según lo que manifiesta el
proceso, pues procedió con un candor natural, sin doblez, ni malicia en haberle
dejado a guardar las dos paradas de cartuchos a Miguel Abascal, porque mi
defensa no ignoraba, era Patriota de Extramuros o Teniente de ellos [...] ¿habrá
quien sea tan estúpido e ignorante, que ponga en depósito de su contrario, las
armas con que lo ha de ofender?
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Debo de confesar que la primera vez que me acerqué al documento del pro
ceso de Manuela Antonia y Juan Correa, esperaba encontrar en sus líneas la figura
de una mujer inmersa de lleno en la lucha insurgente. Como por ejemplo, Manue
la Medina, capitana de Morelos a quien hace alusión Juan Nepomuceno Rosains
en su diario de la toma de Acapulco en 1813. Rosains se expresa de ésta, como
mujer extraordinaria a quien la junta le dio el título de capitana porque había
hecho varios servicios a la nación, pues había levantado una compañía y se
había hallado en siete acciones de guerra.
O esperaba descubrir en la Santa María, una imagen similar a la de María Teresa
Barragana, mujer insurgente de la región a quien hacia 1812 los conspiradores Eva
risto Molina, José Rosado y José García -todos del cuerpo de artilleros de Veracruz-
le habían prometido la entrega del puerto de Veracruz a cambio de dinero. Lo cual
no llegó a efectuarse debido a que los conspiradores fueron descubiertos.39
No obstante, y a pesar de la aparentemente anodina imagen de la Santa María
que me había dejado la primera lectura del documento, su figura seguía resultán
dome atrayente: ¿una mujer en medio de la guerra civil intentando engañar a los
guardias patriotas sacando a escondidas de la ciudad aguardiente, pólvora y balas
pese a las prohibiciones existentes? Lo arriesgado de sus actos, la convertían ante
mis ojos en una mujer valiente y audaz, porque si correr el riesgo en tiempos de
paz resultaba peligroso, imaginemos lo que significaba en tiempos de guerra. Sa
bía que el documento podía aportar mucho más si se profundizaba en su lectura
y si se intentaba un ejercicio historiográfico.
En efecto, haber rastreado las huellas de la mujer: su intento fallido de huida
con las municiones, su detención y cateo en el cuartel de extramuros a manos de
los patriotas, su juicio y sus meses de prisión alejada de los suyos, me introduje
ron a un momento crucial en la historia de Veracruz. Un momento de incertidum-
bre y miseria para los habitantes de la ciudad y de fragilidad de lealtades entre
militares, comerciantes, autoridades, mujeres de campo y de la ciudad que osci
laban entre las rupturas y las alianzas dependiendo de los intereses particulares
de cada uno. Así, grupos del vecindario a veces se encontraban en complicidad
con los insurgentes y a veces reafirmaban su lealtad a los realistas. Estas ambi
güedades y tensiones reflejan el horizonte convulsionado que prevalecía en este
momento histórico por el desmoronamiento de la monarquía en la Madre Patria
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PÓLVORA EN MANOS DE MUJ ER. LAS LUCHAS DE MANUELA ANTONIA
ARCHIVOS
BIBLIOGRAFIA
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LA CRISIS FISCAL DE CARTAGENA EN LA ERA DE LA INDEPENDENCIA, 1808-1821*
Adolfo Meisel R o a
INTRODUCCIÓN
En los primeros años del siglo x t x , Cartagena de Indias era uno de los puertos
fortificados más importantes del Caribe hispánico. Su economía estaba en clara
expansión, así como su población, que era la segunda del Virreinato de la Nueva
Granada. Cuando se creó el virreinato, a comienzos del siglo xvrn, incluso se con
sideró en hacerla la capital del mismo. La idea se descartó, pues se argumentó
que podía ser vulnerable a los ataques navales. Sin embargo, en ese siglo hubo
virreyes que nunca llegaron a Santa Fe y se establecieron en el puerto durante
todo su mandato.
Cuando se iniciaron los sucesos que llevarían a la independencia de España,
Cartagena estuvo siempre muy decidida por la causa patriota. Esto, a pesar de que
dependía de los dineros que, vía el situado, le enviaban las otras provincias para
cubrir sus enormes gastos militares, que eran la base de su prosperidad.
En este trabajo estudiamos las finanzas públicas de Cartagena, entre 1808 y
1821, para entender cómo se afectaron por la lucha por la independencia y, así
mismo, cómo afectaron esa lucha. Buena parte de la información que se utiliza,
y que proviene del Archivo de Indias en Sevilla, España, no había sido publicada
hasta ahora. Por esa razón, y porque la historiografía tradicional no le dio la de
bida importancia a los aspectos económicos de la Independencia, creemos que
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
se abre una perspectiva sobre este período, que permite entender mejor algunos
debates y sucesos que hasta hoy no eran suficientemente claros.
En la segunda sección, se analiza de manera sucinta como eran los ingresos y
egresos de la Caja Real de Cartagena antes de 1811, así como algunos aspectos
del comercio exterior. En la tercera parte, se discute la crisis fiscal que se vivió
en el periodo 1811-1815 y las diferentes medidas que tomaron los patriotas para
mitigarla. Luego, se trata la difícil coyuntura fiscal de los años de la Reconquista,
cuando la economía local, y sus finanzas públicas, se habían empobrecido debido
a la guerra de Independencia. Finalmente, se presentan unas conclusiones.
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Índice
LA CRI S I S FISCAL DE C A R T A G E N A EN L A E R A DE L A I N D E P E N D E N C I A
Es necesario tener en cuenta esa dependencia que tenía Cartagena del situa
do para sufragar sus gastos, pues ayudará para entender mejor los aspectos eco
nómicos de la Primera República cartagenera (1811-1815) y de la Reconquista
( 1816- 1821).
C u adro I
Prom edio a n u al d e l carg o y data de la T e so re ría de C artagena 1 8 0 5 - 1 8 1 9
1 8 0 5 -1 8 1 0 9 9 7 .1 6 6 8 1 1 .6 5 4
1814 2 .6 5 5 .9 4 1 2 .6 1 8 .7 0 0
1 8 1 6 -1 8 1 9 6 3 7 .0 8 8 4 9 9 .3 8 2
Nota: El cargo son los ingresos de la Tesorería y la data los egresos. En razón de que las
prácticas contables de la época incluían no sólo algunas existencias, como lo sobrante en
caja del año anterior, y pagos en tránsito, las cifras han sido depuradas para evitar dobles
contabilizaciones.
Fuente: Para 1805-1810 y 1818-1819, Archivo General de Indias, Santa Fe, varios lega
jos y Cuba. Para 1816-1817, Archivo José Manuel Restrepo. Para 1814, Manuel Ezequiel
Corrales, Autógrafos de varias personas de gran distinción y elevado carácter oficial,
Biblioteca Fernández de Madrid, Cartagena, 1889.
Más de la mitad de los ingresos totales estaba representada por los situados
que recibía de Quito y Santa Fe. Los otros ingresos, que seguían en orden de
importancia, eran el estanco del tabaco, los derechos de aduana y el estanco del
aguardiente. En 1805, un año más o menos típico, el situado representó el 57,1%
de los ingresos totales. La suma del situado con tabaco, aduana y aguardiente se
elevó al 80,8% de los ingresos (véase cuadro 2). Es muy importante señalar que los
ingresos de tabaco y aguardiente eran el resultado del poder de consumo de
los habitantes del puerto, que era creciente y muy vital en razón de la inyección
permanente de recursos vía el situado.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
Cuadro 2
Composición del cargo de la tesorería de la Real Hacienda de Cartagena, 1805
Concepto %
Situado 57,1
Tabaco 13,7
Aduana 6,7
Aguardiente 3,3
Otros 19,2
Total 100,0
Fuente: Archivo General de Indias, Santa Fe, varios legajos y cálculos del autor.
La composición del gasto muestra lo central que eran para Cartagena su guar
nición y sus fortificaciones. En 1805, por ejemplo, el 86,4% de los gastos de la
Caja Real local se destinaron a fines militares (incluyendo el hospital, pues era un
hospital militar). El principal egreso lo constituían los sueldos y las prestaciones
militares (véase cuadro 3).
Los cientos de soldados profesionales del Regimiento Fijo, las decenas de ofi
ciales y suboficiales y los artesanos, empleados y sirvientes que estaban al servicio
de la tropa y la marina, recibían su remuneración de esta fuente, de manera direc
ta o indirecta. La función militar, era la razón de ser de la prosperidad cartagenera
al iniciarse el siglo xix.
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LA CRI SI S FISCAL DE C A R T A G E N A ÉN L A E R A DE L A I N D E P E N D E N C I A
Cuadro 3
Composición de la data de la tesoreria de ia Real Hacienda de Cartagena, 1805
Concepto %
Sueldos y prestaciones militares 42,9
Consignación de guardacostas 35,2
Suministrado a la marina para buques sueltos 5,4
Gastos de hospital 2,9
Sueldos de políticos y Real Hacienda 2,9
Otros 10,7
Total 100,0
Fuente: Archivo General de Indias, Santa Fe, varios legajos y cálculos del autor.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
De acuerdo con la base de datos que hemos construido con los registros del
Libro R eal Com ún y G eneral d e Cargo y D ata d e la R eal A du an a d e Carta
gena, en 1809, el 50,9% de las importaciones del puerto llegó de Jamaica. Otro
9,7% y 0,5% venían de Londres y Trinidad, respectivamente; del Imperio Británico
provenía el 61,1% de las importaciones.Además,de Estados Unidos llegó el 19,4%
de las mercancías, así que más del 80% provenía de fuera del mundo hispánico
(véase cuadro 4). Corrobora ello que sólo las imposiciones coloniales habían lo
grado mantener una hegemonía hasta esa época del comercio legal a través de
los puertos de España.
Cuadro 4
Importaciones de Cartagena de Indias con origen fuera del Virreinato de u Nueva Granada, 1809
Fuente: Archivo General de la Nación, Sección Colonia, Libro Real Común y General de
Cargo y Data de la Real Aduana de Cartagena, 1809, y cálculos del autor.
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LA CRISIS FISCAL DE C A R T A G E N A EN L A E R A DE L A I N D E P E N D E N C I A
Cuadro 5
Valor de las importaciones realizadas por los principales comerciantes de Cartagena de Indias, 1809
6 , agn c., Relación de los individuos del comercio de España y del país que existen en esta
Plaza, con expresión de sus dependientes, calle y casa de habitación, Cartagena, 23 de mayo,
1795, Sección Colonia, Censos varios departamentos, Tomo VI, ff. 98-115.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
Cuadro 5 (continuación)
Fuente: Archivo General de la Nación, Sección Colonia, Libro Real Común y General de
Cargo y Data de la Real Aduana de Cartagena, 1809, cálculos del autor.
7. Ibid.
8. Sobre los Amador, véase, Adolfo Meisel Roca, «Entre Cádiz y Cartagena de Indias: la red
familiar de los Amador» en Luis Navarro García (coord.), Elites urbanas en Hispanoamérica,
Sevilla, Universidad de Sevilla, 2005.
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LA CRI SI S FISCAL DE C A R T A G E N A EN LA ERA DE LA I N D E P E N D E N C I A
La crisis fiscal afectó a Cartagena de Indias desde 1809, ya que desde ese mo
mento el valor anual del situado empezó a reducirse. Quito, por ejemplo, dejó de
enviar su situado anual a Cartagena desde ese año. En 1809 el situado fue sólo
el 78,8% del año anterior, 1808, que fue un año regular al respecto. En 1810 la
reducción fue más severa, sólo fue 34,8% de lo que había sido en 1808.
Algunos dirigentes de la ciudad, como el comerciante Tomás de Andrés Torres,
expresaban sus dudas sobre el curso que estaban tomando los acontecimientos
políticos locales, máxime cuando existía una gran dependencia de las remesas del
situado que recibía de las provincias del interior:10
9. Para la información sobre Tomás de Andrés Torres nos basamos en Ripoll, María Te
resa, La elite en Cartagena y su tránsito a la República. Revolución política sin renovación
social, Uniandes-Ceso, Bogotá, 2006, pp. 53-55.
10. a c p , Memorial de don Thomas de Andrés Torres a las autoridades explicando su con
ducta en la deposición del Gobernador Montes y su posición en la Junta que lo reemplazó en
el gobierno, Cartagena, 3 de noviembre de 1810.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
Una de las cosas que hicieron las autoridades de Cartagena para mitigar la
crisis fiscal fue la obtención en 1811 de un préstamo de 30.000 pesos entre los
principales comerciantes y hacendados de la ciudad, de acuerdo a unos valores
establecidos por el Consulado de Comercio. A José Casamayor, quien en 1809
fue el segundo comerciante que más pagó derechos a la Aduana de Cartagena, le
correspondió prestar 1.000 pesos, como constó en el recibo que le expidieron:11
11. Barriga, Femando, Finanzas de nuestra prim era independencia, Bogotá, Academia
Colombiana de Historia, 1998, p. 59.
12. Irígoin, María Alejandra, «Macroeconomic Effects of Spanish American Independence:
The Effects of Fiscal and Currency Fragmentation, 1800s-1850s», 63th Annual Meeting, Nash
ville, Economic History Association, Sept. 19-21, 2003-
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LA CRI SI S FISCAL DE C A R T A G E N A EN LA ERA DE LA I N D E P E N D E N C I A
Sin embargo, la percepción que había entre algunos dirigentes de las provin
cias del interior era que Cartagena estaba usurpando las facultades que le corres
pondían a las provincias unidas en materia fiscal y de comercio exterior para
beneficio de sus propias finanzas:16
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17. Henao, Ignacio, «La moneda en Cartagena, siglos x v ii a xix», en Calvo, Haroldo y Adol
fo Meisel (eds.), Cartagena de Indias en el siglo xvrn, Bogotá, Banco de la República, 2005,
p. 140.
18. Henao, Ignacio, Panorama histórico de la moneda en Colombia en los 125 años del
Banco de Bogotá, Bogotá, Panamericana, 1995, p. 21.
19. Jiménez Molinares, Gabriel, Los mártires de Cartagena de 1816, Cartagena, Imprenta
Departamental, 1947, p. 297.
20. «Probidad política o reflexiones sobre la obligación que tiene Colombia, de reconocer
la deuda que contrajo el Estado Soberano de Cartagena para amortizar el papel moneda que
emitió en los años 1812 y 1813», Imprenta de Espinosa, Bogotá, 1814, p. 4.
21. Restrepo, José Manuel, Historia de la Revolución de la República de Colombia, Tomo I,
Medellín, Bedout, 1974, p. 222.
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LA CRI SI S FISCAL DE C A R T A G E N A EN L A ERA DE LA I N D E P E N D E N C I A
22. Martínez Delgado, Luis, Noticias biográficas del procer don Joaquín Camacho, Bogotá,
Academia de Historia, 1954, p. 248.
23. a jm r , El ciudadano Manuel Rodríguez Torices, Presidente Gobernador del Estado de
Cartagena de Indias a los habitantes de cualquiera condición ... Cartagena, 31 de agosto
de 1814.
¡85
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
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LA CRI SI S FISCAL DE C A R T A G E N A EN LA ERA DE LA I N D E P E N D E N C I A
Otro recurso fiscal de emergencia usado por los patriotas desde 1812 fue la
expedición de patentes de corso. Es decir, que se permitió que barcos corsarios
que navegaban bajo la bandera de Cartagena emprendieran en forma privada
una guerra marítima contra las embarcaciones españolas. Los propietarios de
los barcos se podían quedar con las riquezas después de pagarle al Estado un
impuesto. En 1814 ese derecho se estableció en 40% de las mercancías deco
misadas.26
A pesar de las dificultades financieras los patriotas cartageneros hicieron algu
nas reformas fiscales que aunque reducían los ingresos de tesorería eran conve
nientes desde el punto de vista de la equidad o de la eficiencia económica. Una
de las medidas fiscales más importantes desde el punto de la justicia social fue la
abolición en 1812 del tributo anual per cápita que pagaba cada hombre adulto in
dígena. Este era uno de los impuestos más regresivos desde el punto de vista de la
distribución del ingreso. Para la provincia de Cartagena tal impuesto no era muy
importante, pues para la época, muy pocos indígenas lo pagaban. Por ejemplo, en
1808 se recaudaron unos 4.000 pesos por este concepto. El edicto que abolió el
tributo indígena en 1812 decía lo siguiente:27
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Cuadro 6
Composición d e l cargo de la tesorería de la Real Hacienda de Cartagena, 1814
C o n ce p to %
Aduana 38,2
Tabaco 24,6
En moneda de cobre 18,7
Confiscación 53
Caudales recibidos de otras cajas 3,0
Otros 10,2
Total 100,0
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LA CRI SI S FISCAL DE C A R T A G E N A EN L A ERA DE LA I N D E P E N D E N C I A
Cuadro 7
Composición de la data de la tesorería de la Real Hacienda de Cartagena, 1814
C o n ce p to %
Gastos de guerra extraordinarios 27,1
Caudales remitidos al ejército del Magdalena 21,8
Sueldos militares 21,0
Caudales entregados a la marina 16,7
Gastos de artillería 3,9
Sueldos civiles 3,0
Gastos del hospital militar 2,2
Gastos de fortificaciones 1,0
Otros 3,1
Total 100,0
Las cifras de la data para 1814 muestran que los gastos militares se elevaron
al 94% del total. Solo la financiación del ejército cartagenero en el Magdalena
consumió el 21,8% de los gastos.
La situación fiscal de Cartagena se volvió desesperada a lo largo de 1815. El
17 de febrero de ese año había partido de Cádiz una flota de 59 embarcaciones
y 10.602 soldados en seis batallones bajo el mando de Pablo Morillo. El 23 de
julio la flota llegó a Santa Marta. Ya era claro que su próximo objetivo era atacar
Cartagena.
Para prepararse para el inminente sitio las autoridades patriotas apelaron a
diferentes medidas económicas de emergencia. Una de ellas fue la de enviar al
teniente coronel Martín José Amador a las sabanas de la provincia para que recau
dara un préstamo de 40.000 pesos, así como que consiguiera provisiones para la
plaza.
Otras medidas de emergencia fueron el decomiso de las monedas de cobre
que llevaran el cuño de Cartagena, Caracas o Zacatecas; el decomiso de joyas par
f89
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LA CRI SI S F I S C A L DE C A R T A G E N A EN L A E R A DE L A I N D E P E N D E N C I A
Tras resistir durante 105 días el sitio impuesto por los españoles, los defenso
res de Cartagena, antes que rendirse, prefirieron el riesgoso camino de la emigra
ción hacia las islas del Caribe, en una improvisada flotilla de 13 embarcaciones.
A las dos de la tarde del 5 de diciembre de 1815 se clavó la artillería de San
Antonio y el Revellín, de la plaza y de San Felipe, y sus guarniciones bajaron. El co
ronel Luis F. Rieux, quien estuvo presente durante estos hechos, los narró así:33
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C uadro 8
Composición d e l cargo de la te so re ría de la R e a l H acienda de Cartag en a, 1819
C o n ce p to %
Situado 18,9
Subvención de guerra 17,3
Tabaco 16,0
Impuesto temporal para el Estado 8,9
Aduana 8,5
Aguardiente 4,7
Otros 25,7
Total 100,0
Fuente: Archivo General de Indias, Santa Fe, varios legajos y cálculos del autor.
Por el lado de los egresos, su estructura en 1819 refleja que los gastos militares
seguían representado la abrumadora mayoría, 92,4%. En esto no hubo ninguna
variación (véase cuadro 9).
192
Índice
LA CRI SI S FISCAL DE C A R T A G E N A EN L A ERA DE LA I N D E P E N D E N C I A
Cuadro 9
Composición de la data de la tesorería de la Real Hacienda de Cartagena, 1819
Concepto %
Sueldos y prestaciones militares 71,1
Consignación de la marina 7,6
Gastos de hospital 7,1
Gastos de fortificaciones 3,6
Sueldos de políticos y Real Hacienda 3,2
Gastos de artillería . 3
Otros 4,4
Total 100,0
Fuente: Archivo General de Indias, Santa Fe, varios legajos y cálculos del autor.
Cartagena, uno de los más bellos puertos del mundo, en la actualidad no ofrece
más que un espectáculo de miseria y estancamiento comercial.
CONCLUSIONES
35. Laffite Caries, Christiane, La costa colombiana del Caribe, Bogotá, Banco de la Repú
blica, 1995, p. 199.
193
Índice
LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
ARCHIVOS
BIBLIOGRAFÍA
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Índice
LA CRI SI S FISCAL DE C A R T A G E N A EN L A E R A DE L A I N D E P E N D E N C I A
República, 1995.
L e m a it r e , E d u a r d o , Historia gen eral de Cartagena, Tomo 3, Bogotá, E l Áncora
Editores, 2004.
L l a n o , R o d r ig o , «Hechos y gentes de l a Primera República, 1810-1816», en linea:
2005.
N o r t h , D o u g l a s , W illiam S u m m er h ill , y B a r r y W e in g a s t , «Order, Disorder and Eco
Press, 2000.
P o m b o , J o s é I g n a c io d e , Comercio y contraban do en Cartagena d e Indias, Bo
195
Índice
PARTICIPACIÓN DE ESCLAVOS DE LAS HACIENDAS AZUCARERAS EN LA GUERRA
DE INDEPENDENCIA. EL NUEVO ORDEN CONSTITUCIONAL
Adriana Naveda Chávez Hita
Universidad Veracruzana
197
Índice
LA C O R O N A E N L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S E N LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
198
Índice
LA P A R T I C I P A C I Ó N DE E S C L A V O S DE L A S HACIENDAS AZUCARERAS
4. I b i d p. 84.
5. Ibid., p. 38.
6. Moreno Herrera, El cantón de Córdoba, Xalapa, Citlaltépetl, 1978, p. 233.
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LA C O R O N A EN L L A M A S , C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
Influido por la reciente revocación del mercado de negros por Gran Bretaña, el
diputado español Agustín Argüelles apoyó la propuesta. Sin embargo, los diputa
dos por la isla de Cuba se opusieron decididamente a tratar un asunto que ellos
no consideraban imperativo y amenazaron con suprimir los apoyos financieros si
se ponía a discusión en las cortes extraordinarias un tema tan peligroso para la es
tabilidad de su colonia. La diferencia de actitudes ante la esclavitud era dada por
las características esenciales económicas en ambos territorios: en la isla de Cuba
se desarrollaba vertiginosamente por aquel entonces la plantación con mano de
obra esclava; mientras que en México era sustancial disminuir esta fuerza de tra
bajo, incluso en aquellos territorios donde se había empleado durante dos siglos,
como en la región de Córdoba. La economía colonial de los siglos x v ii y xvin que
descansaba en la mano de obra india y esclava, no experimentó un cambio inme
diato con la edición de las constituciones del siglo xdc -la de Cádiz en 1812, la
Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1824 y la editada en el estado
de Veracruz en 1825.
Pasaremos ahora a reseñar los intentos ilustrados de incluir al ex-esclavo en la
legalidad de las constituciones.
La Constitución de Cádiz, motivada por la guerra popular contra el invasor
francés en la Península, influida por la Ilustración y la Revolución francesa, llegó
a las Antillas en el momento en que comenzó el auge de la producción azucarera
y la demanda masiva de bozales,7 en contraste con otros lugares americanos. En
Nueva España, ya había pocos esclavos; la población indígena se recuperaba y
contribuía al empleo mayor de mano de obra libre; es decir, que ya casi no se
compraban esclavos de África. Esta afirmación puede generalizarse, incluso, para
las zonas productoras de azúcar: Morelos, Puebla, o centros urbanos: el Bajío y la
ciudad de México. Y para Veracruz, son las zonas de Xalapa y Orizaba, sin embar
go, las características de la villa de Córdoba fueron diferentes. A fines del siglo xvni
los esclavos superaban en número a los libertos. De un total de 1.878 personas
que vivían en las haciendas, 1.264 eran en 1788 de condición esclava.8 En otras
colonias americanas, como Cuba o Colombia que pertenecían a la Corona espa
ñola, o en partes del hoy Brasil, el esclavo se organizó en plantaciones de azúcar
y café para ganar en productividad y rendimiento.
La Constitución de 1812 no contempló la abolición de la esclavitud, sino que
dio categoría de español al liberto; serían españoles los descendientes de africa
nos que se distinguieran por su talento, buena conducta, amor a la patria, además
debían ser hijos legítimos y que, entre otras cosas, tuvieran capital propio, cosa di
200
Índice
LA P A R T I C I P A C I Ó N DE E S C L A V O S DE L AS HACIENDAS AZUCARERAS
fícil entre los afromestizos libres de la Nueva España. ¿Quién en esa sociedad tan
estratificada, descendiente de africano podría llenar los requisitos de ciudadano
que se otorgaba por excepción? Ni siquiera el hijo reconocido, fruto de la unión
de un español encumbrado y una mujer conga criolla, como podría ser el caso del
famoso pintor mulato Juan Correa de la ciudad de México, no pudo tener carta
de ciudadanía por su ascendencia africana, al igual que no se le permitió casarse
con una española por el mismo argumento.9
Estas condiciones resultaron bastante severas para los descendientes de afri
canos quienes en su mayoría eran hijos ilegítimos. En las villas y ciudades algunos
libertos tenían un oficio calificado, eran sastres, zapateros, arrieros, y en las hacien
das azucareras los libertos al igual que los esclavos tenían puestos importantes
en el trapiche: maestro de azúcar, purgador, punteros y las mujeres, cortadoras de
caña, cocineras, etcétera. Los libertos quedaban limitados en su condición de «ciu
dadanos» porque la mayoría era sirvientes domésticos, y la Constitución de Cádiz
limitaba a los sirvientes de ser ciudadanos. Fue común encontrar referencias de
pardos libres que no firmaron por no saber, y se convirtió en otra restricción para
poder participar en las elecciones. Es interesante notar como las juntas locales
electorales estaban autorizadas para cuestionar a algún individuo que les parecie
se que no estaba calificado como español.10
La Constitución de la República mexicana de 1824 promueve los derechos de
libertad civil, igualdad, y propiedad de los ciudadanos, en el caso de la villa de Cór
doba, es el fin de los privilegios de los hacendados «hijosdalgos», sinónimo de noble
za. En ningún momento se habla de la esclavitud o de una igualdad entre hombres.
Se especifica la obligación de la nación a proteger los derechos del hombre y del
ciudadano. Ser ciudadano estaba limitado, igual que el acceso a la ilustración a
unos cuantos a la que no pertenecían ni la masa de indios ni los descendientes de
esclavos, favorecidos supuestamente con la primera Constitución.
La Constitución veracruzana de 1825, basada en la de Cádiz afirma:«... Todos
los veracruzanos nacen libres aunque sus padres sean esclavos». Las limitaciones
para ser ciudadano se suavizan, así sólo se les suspenderá la ciudadanía al trabajar
en el servicio doméstico, tener conducta notoriamente viciada o por no saber
leer y escribir.
El modelo liberal dio legalmente cabida al discurso esclavista, pero ignoró
la presencia de los descendientes de esclavos, es decir, los derechos de los afro-
mestizos. Las primeras tres constituciones no tomarían en cuenta las proclamas y
9. Juan Correa fue pintor, mulato, de la ciudad de México. Véase Elisa Vargas Lugo, Juan
Correa su vida y su obra, México, u n a m , 1994.
10. Horscht Piertschmann, Las reformas borbónicas y el sistema de intendencias en Nue
va España. Un estudio político-administrativo. México, f c e , 1996. p. 101; Véase Virginia Gue-
dea «El Pueblo de México y las elecciones de 1812» en Democracia mexicana. Economía, po
lítica, sociedad. México, Instituto de Investigaciones Legislativas, SEp/Conacyt, 1994, p. 125.
201
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
Prevengo a todos los dueños de esclavos que luego inmediatamente que llegue
a su poder esta superior orden, los pongan en libertad, otorgando las necesarias
escrituras de alahorría... so pena capital y confiscación de bienes.
Que todos los dueños de esclavos deberán darles su libertad dentro del término
de 10 días. El 14 de septiembre de 1813 Morelos afirma [...] que la esclavitud se
proscriba para siempre lo mismo la distinción de castas.
... queda para siempre prohibida la esclavitud y todo tráfico de esclavos proce
dentes de cualquier potencia y bandera quedando libres al pisar tierra.
202
Índice
LA P A R T I C I P A C I Ó N DE E S C L A V O S DE L AS HACIENDAS AZUCARERAS
la ley no los ha declarado libres (a los esclavos) pero desde el año de 1812 lo
son de hecho y su trabajo se les paga... emigran a otros cantones y cada día se
cuentan menos en el de Córdoba
por celebrarse el día de mañana en esta República y esta villa el aniversario del
primer grito de libertad pronunciado en Dolores... deseoso este vecindario y tro
203
Índice
LA C O R O N A EN L L A N A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
pas que en el residen de marcarlos con hechos que remitan a la posteridad y me
moria de tan santo día... El 29 de diciembre, Micaela Josefa Gándara, vecina de
Córdoba, tiene dos esclavas de más de 60 años... a las que graciosamente ha
decidido liberar por precio de 150 pesos que se hallan depositados en la villa de
Jalapa... y quedaron sobrantes del dinero que se recolectó para manumitir los
(esclavos) que le fueron (liberados) el día 16 de septiembre del presente año
de 1827.
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LA P A R T I C I P A C I Ó N DE E S C L A V O S DE L AS H A C I E N D A S AZUCARERAS
ARCHIVOS
BIBLIOGRAFÍA
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1984.
V argas L u g o Ma, E lisa , Juan Correa su vida y su obra, México, unam , 1994.
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((POR PORTAR PANTALONES...» LA CONSTRUCCIÓN DEL GÉNERO EN LOS RELATOS
DE U GUERRA DE INDEPENDENCIA*
Fernanda Núñez B.
INAH-Veracruz
A la guerra americanas
vamos con espadas crueles
a darle muerte a Callejas
ya a ver al señor Morelos.
L lam ada a las mujeres*
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
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«POR PORTAR PANTALONES...» LA C O N S T R U C C I Ó N DEL G É N E R O
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«POR PORTAR PANTALONES...» LA C O N S T R U C C I Ó N DEL GÉ NE RO
sociedad le brindó en esa disputa, pues ya eran harto conocidas del público sus
enormes esfuerzos, su coraje y valentía así como el dineral que había gastado en
pro de la independencia.
Y es que la lentitud con la que se oficializó a las heroínas corrió paralela a la
conclusión de las confrontaciones fracciónales y a la unificación de los grupos,
así como a la edificación de un sistema de educación como medio eficaz para for
mar a los ciudadanos y forjar en ellos la lealtad ciudadana a través de la enseñanza
de la historia patria.11
A pesar de que pocos años después de pasada la Independencia, se comenzó
a construir una memoria nacional con nombres e historias puntuales relatando la
participación de algunas mujeres en las luchas armadas, como se puede ver ya en
el Calendario que José Joaquín Fernández de Lizardi escribe en 1825,y poco des
pués, en sus Noticias biográficas de insurgentes mexicanas , 12 en donde rescata
las heroicas hazañas de algunas mujeres como Mariana Rodríguez Lazarín, María
Fermina Rivera, doña Manuela Herrera, y otras; no fue sino hasta 1910, cuando
el historiador Genaro García sacó a la luz importantes documentos históricos de
archivos, que documentaban la gran participación femenina en las guerras por
la Independencia reuniéndolos en un volumen conmemorativo. Con este volu
men quiso paliar un vacío historiográfico, así como lo que consideraba como una
gran injusticia social, ya que muchas de las mujeres que habían dado su sangre o
arriesgado sus vidas por la independencia eran completamente desconocidas del
público al comenzar la otra gran conmoción histórica mexicana. Para entonces,
en 1910, sólo pocas, como doña Josefa Ortíz y Leona Vicario,13 habían logrado
traspasar la barrera del tiempo y obtener el estatuto de heroicas «madres de la
patria» que tan bien conocemos todos hoy
Unas décadas antes, el historiador Francisco Sosa había intentado explicar a
sus contemporáneos el porqué de aquel silencio y el malestar masculino frente
a esa activa participación femenina en un ámbito tan público como fue siempre
el de la guerra, bastión indiscutible de la masculinidad. Su Biografías de mexi
canos distinguidos escrita en 1884 incluye a 294 hombres y sólo a 9 mujeres,
y de la independencia, únicamente nuestras ya conocidas Josefa y Leona logran
colarse, ahí explica que:
Politicastros son llamadas las mujeres cuyo nombre resuena en las discordias in
testinas, para demostrar qué desdén merecen las que asisten a conciábulos en que
se trata de perturbar la tranquilidad pública, por ruines cuestiones de partido.
21 I
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
Heroínas se llama a las que desafían los peligros, sacrifican su bienestar,.. cuan
do se trata de una causa noble, santa, heroica, sublime, como la de la libertad de
la patria, entonces, si la mujer despliega ese entusiasmo, esa abnegación que la
caracterizan y ayuda al hombre, no sólo es aplaudida y admirada, sino que en el
corazón de cada ciudadano se le erige un altar, y la gratitud nacional transmite
a las subsecuentes generaciones su nombre.14
Silvia Arrom mostró hace más de 30 años que algunos observadores sociales
de la época independentista describieron a ciertas mujeres con una conciencia
política sumamente desarrollada y cita los conocidos casos de mujeres notables
por su valentía y arrojo, que sabiendo los riesgos que corrían, no tuvieron reti
cencias en sumarse a las filas independentistas. Pero también recuerda que las
actividades de las mujeres realistas fueron menos visibles en el registro histórico
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«POR PORTAR PANTALONES .» LA C O N S T R U C C I Ó N DEL G É N E R O
porque fueron las vencidas; aunque se sabe muy bien que unas patriotas maña
nas organizaron a más de 200 mujeres en la ciudad de México.15 Arrom afirma
que ésta fue la primera organización femenina secular en la ciudad de México.
Fundada por doña Ana Iraeta de Mier, viuda de un oidor de la Audiencia, con el
simbólico propósito inicial de proteger a la Virgen de los Remedios, patrona del
ejército realista, haciendo guardias frente a su imagen resguardada en la catedral,
o pagándole a las esposas de soldados pobres para que las hicieran en vez de las
ricas.16 Este ejemplo pronto fue copiado por mujeres de otras provincias. La Vir
gen de los Remedios fue vestida de generala para lo que la armaron con un bastón
de mando y al Niño con una espadita, incluso hubo el proyecto de nombrarla
Generalísima de la armada del rey de España.17
No se conoce tampoco mucho sobre la acción política o militar real de estas
patriotas marianas, como pudo haber sido el acopio de víveres y dinero, el cuida
do de los heridos o el de desplazados por la guerra, el espionaje y por supuesto
la seducción a los tibios e indecisos, tareas que realizaban sus hermanas insurgen
tes, y sólo se las reduce a ellas también, a una actividad tan mujeril como la de
coser la imagen de la Virgen en las banderas del ejército, para contrarrestar los
estandartes de los insurgentes que llevaban el de Ntra. Sra. de Guadalupe. Hoy
podemos pensar que fue más que probable que esas patriotas marianas hayan
colaborado eficazmente con el esfuerzo de guerra español, además de recolectar
fondos y desempeñar múltiples actividades de apoyo.18
Esperamos haber mostrado, a partir de los pocos datos dispersos que encon
tramos disponibles, que a pesar de que muchísimas mujeres fueron víctimas ino
centes de las crueldades de una guerra que las sorprendió, otras, pudieron decidir
de antemano su adhesión a la causa, y lo hicieron con una clara conciencia de su
actuar y de los peligros que representaba.
No debemos olvidar que las mujeres que vivieron en los tiempos de la inde
pendencia habían nacido en las últimas décadas del siglo xvrn. Siguiendo las bo
rrosas biografías de algunas de las más conocidas, podemos constatar que fueron
educadas y cultas, muchas incluso poseedoras de un buen patrimonio personal.
15. El Pr. Dr. D. Juan Bautista Díaz Calvillo aseguró en uno de sus sermones, que el fervor
miliciano inspiró la formación de un batallón de señoras, patriotas marianas, formado por dos
mil quinientas señoras, las cuales hacían guardias a la efigie de los Remedios alternándose de
tres en tres en la Catedral, González, Vida de México, 1911, p. 57.
16. Kenter, The Socio-Political role of Women, 1975, p. 87.
17. González, op. cit., p. 55.
18. Kenter, op. cit.; Arrom, op. cit., p. 51.
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Estas señoras, además, tuvieron firmes opiniones políticas y las defendieron pú
blicamente a pesar del peligro. Las más atrevidas, como Leona Vicario, pertene
cieron incluso a organizaciones clandestinas, como la de Los Guadalupes, a la que
proporcionó apoyo económico.
Uno de los rasgos fundamentales de ese tipo de sociabilidad de Antiguo Régi
men al que pertenecieron estas mujeres de las clases superiores era que asistían o
tenían en sus casas «tertulias», es decir, reuniones sociales en las cuales se congre
gaban los familiares de una casa y sus invitados. La historiografía contemporánea
está revalorando ese escenario social fundamental para el desarrollo de la cultura
y el entrenamiento femenino a la vida política en la primera mitad del siglo xix y
no sólo como un lugar en donde el «bello sexo» demostraba sus habilidades en
el canto y la poesía, o la pericia adquirida en algún instrumento musical, ador
nos imprescindibles para la mujer culta de entonces. En esas reuniones abiertas
se exponían y discutían los problemas políticos cotidianos, locales y nacionales,
afirmaban opiniones y críticas y ultimaban matrimonios que eran muchas veces
alianzas entre grupos familiares extendidos. Las tertulias tenían también un pa
pel pedagógico, los oyentes de ambos sexos podían acceder al conocimiento de
autores y temas vigentes en la ciencia, la filosofía y la política, y fueron un medio
fundamental para relacionar a las mujeres con el mundo de las letras y la expre
sión escrita.19
Es conocidísimo el caso de Doña Josefa Ortiz, Sosa señala:
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«POR PORTAR PANTALONES...» LA CONSTRUCCIÓN DEL GÉNERO
Es una pena que nuestro Fiat de la independencia, sea recordada por la memo
ria histórica, como alguien que «no sabía escribir», y que «sólo escuchaba detrás
de la puerta» lo que la llevó a actuar «clandestinamente»,21 cuando la mayoría de
la población tanto de hombres como de mujeres tampoco sabía leer ni escribir, y
lo importante en su caso, como el propio Sosa reconoce en ese mismo artículo,
es que era ella la que organizaba en su casa las tertulias con los rebeldes a las que
acudía el mismísimo Allende que pretendía a una de las hijas del Corregidor. Asi
mismo, otros autores no dejaron de señalar su fuerte carácter y el incontestable
ascendiente que tenía sobre su marido. Doña Josefa, por ejemplo, «para quien la
democracia era un dogma», no aceptó en 1821 ser la primera dama de honor del
emperador Iturbide, cargo que rechazó «con frases sumamente enérgicas». Sosa
escribe también que no tuvo consideraciones para escribir horrorizada a Hidalgo
para recriminarle los excesos de la plebe en la toma de Granaditas.22Y que, ya en
la república, fue estrecha su relación con Gómez Farías y con el general Victoria a
quien, no obstante, corrió de su casa porque no hizo nada para detener el saqueo
del Parián en 1828.
Doña Mariana Rodríguez de Toro, casada con el rico minero y probado patrio
ta don Manuel Lazarín, entonces alguacil mayor de guerra, tenía también en la
ciudad de México una conocida tertulia en su casa, «una sociedad de americanos
merecedores de ese nombre», según Fernández de Lizardi,23 en donde la política
era tema frecuente de conversación. Durante una de esas tertulias, la dueña de
la casa presentó un plan para tomar al virrey Venegas como rehén para obtener
la liberación de Hidalgo, y ante la sorpresa de los contertulios, la tradición dice
que los arengó exclamando: «¿Acaso ya no hay hombres en América?», con lo que
logró convencer a todos y dirigir la conspiración que fue descubierta en 1811,
por lo que ella permaneció en prisión 10 largos años, padeciendo enfermedades,
y a lo largo de dicho periodo jamás delató a nadie.
La cultura de estas mujeres es también harto conocida. La necrología de María
de la Luz Ureaga y Gutiérrez, aparecida en el P an oram a d e las señ oritas M ejica
n as en 1842, el mismo año de la muerte de doña Leona Vicario, afirma que esta
respetable mujer nacida en Valladolid en 1784 y adicta a la causa de la indepen
dencia, era cultísima ya que sus padres, «conociendo las bellas disposiciones que
manifestaba su hija desde temprana edad, confiaron su educación a su hermano
con quien estudió la lengua latina y los clásicos, que después le sirvió mucho
para enseñarle a su hijo, y sobre todo, para escribir poemas a la patria, una vez
conquistada la independencia».
21. Gutiérrez, «Mujeres Patria-Nación», 2000. Esta autora afirma incluso que las mujeres en
la época colonial no pudieron acceder a la «comunidad imaginaria» ya que eran analfabetas.
22. García, op. cit,, p. 465. ¿Habrá utilizado el mismo método laborioso de recortar y
pegar?
23. Noticias biográficas de insurgentes mexicanas, Apéndice, García, op.cit. p. 474.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
Esta mujer que en mi sentir nunca será buena, ya que las proposiciones que
ha vertido son demasiado escandalosas...Digo que se corra la voz de que va a
las Recogidas de México, y en el camino con el mayor sigilo, previos auxilios
espirituales, sea muerta, pasándola por las armas por la espalda como a tal
traidora...25
24. También estaba leyendo el Teatro Critico de fray Benito Gerónimo Feijoo, que junto
con el Telémaco, aparecen censurados por el Index de 1790. En su Declaración a las auto
ridades, su prima y acompañante, Francisca Fernánez afirmó que Leona había leído: Clara
Harlowe de Richardson, La huerfanita inglesa de La Place, la Idea del Universo de Hervás y
Panduro, La Historia Natural, General y Particular de Buffon, el Nuevo Robinson de Campe,
Kenter, op. cit., pp. 33-34.
25. Extracto de la causa instruida contra doña María Bernarda Espinosa por haber hecho
demostraciones de júbilo con motivo de una derrota de las tropas realistas, 19 septiembre
1815-30 de mayo de 1817. García, op. cit., p. 374.
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«POR PORTAR PANTALONES...» LA CONSTRUCCIÓN DEL GÉNERO
O cuando toda la gente que visitó a María del Rosario Valderrama en su cama,
por estar recién parida, la convencen de autodenunciarse ante la Inquisición por
que despotricó contra el Santo Oficio, hablando también muy mal del virrey y de
Napoleón.26
A pesar de que corrían enormes riesgos al tomar partido por la causa inde
pendiente, encontramos muchos casos en el ramo Infidentes que nos permiten
escuchar bien claro las opiniones de las mujeres. Por supuesto que somos cons
cientes de que sólo una minoría de mujeres era la que asistía a salones o tertulias,
leía o escribía cartas o peticiones; la gran mayoría de la población no sabía leer
ni escribir, sin embargo, participó activamente en las guerras, cuando llegaron a
sus pueblos o ciudades y no pudieron hacer otra cosa más que ayudar y apoyar
a sus hermanos, maridos, padres, hijos y vecinos. También a ellas podemos cata
logarlas de heroínas, ya que sufrieron castigos ejemplares por callar y no revelar
nada al bando realista. Afirmaban:
La rudeza con que fueron tratadas las mujeres de Pénjamo en 1814, apresadas
por Iturbide con todo y sus hijos sin formárseles causa alguna, muestra que las
autoridades reales estaban convencidas de que eran pieza clave para atraer a los
maridos, hijos, parientes, novios o amasios a que dejasen las armas y se acogieran
al indulto, o para impedir que ellas los auxiliasen.28
Como lo escribe claramente Iturbide al virrey en 1816, cuando tomó prisione
ras a más de 100 mujeres de Pénjamo:
la hermana del rebelde cabecilla clérigo Uribe y la otra prima de Bribiesca... han
tenido la audacia de explicarse a favor de la rebelión; y esta clase de mujeres
en mi concepto, causan a veces mayor mal que algunos de los que andan aga
villados, por más que se quieran alegar leyes a favor de este sexo, que si bien
debe considerarse por su debilidad para aplicarle la pena, no puede dejarse en
26. Denuncia que doña María del Rosario Valderrama hace al Tribunal de la Inquisición,
de las simpatías que ella y otras personas tenían por los insurgentes y del desprecio que veían
los edictos de ese Tribunal, 31 de octubre de 1810, Ibid., p. 304.
27. Valladolid, 16 de septiembre de 1811, Ibid., p. 326
28. Garrido, «Entre hombres te veas», op. cit.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
libertad para obrar males y males de tanta gravedad: considérese el poder del
bello sexo sobre el corazón del hombre, y esto solo bastará para conocer el bien
o el mal que pueden producir...29
Como vimos, una de las acusaciones más frecuentes contra ellas fue la de
seducción, pero en el sentido de persuadir, de seducir a los realistas a desertar y
de animar a los indecisos a unirse al bando insurgente, que es lo que supo hacer
tan bien nuestra ilustre Leona Vicario. Sin embargo, una revisión de los casos
juzgados por Infidentes nos permite ver otro tipo de delitos de los que se acusó
más frecuentemente a las mujeres: llevar y traer mensajes, contrabandear armas
y municiones, espionaje, conspiración, abastecimiento económico, guiar a los re
beldes por los caminos, curar a los heridos, llevar agua a los soldados, enterrar a
los muertos y, a veces, también por portar armas y ser auténticas soldadas.
Es de éstas últimas de quienes escribiremos para concluir esta ponencia. Fer
nández de Lizardi escribía, «es imposible reducir a (algún) numero a las heroicas
americanas, aun en la clase de las pobres como la muger de Albino García quien
montada a caballo como hombre, con el sable en la mano a la cabeza de la divi
sión de García entraba la primera a los ataques».31
El informe que el realista Villasana rindió al Virrey sobre la aprehensión de
doña Prisca Marquina de Ocampo, que «con sus charreteras y sable» había acom
pañado a su esposo, el jefe insurgente don Antonio Pineda en sus combates, y
que había evitado que él se acogiera al indulto, es claro, muchas mujeres también
tomaron las armas cuando tuvieron que hacerlo.
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«POR PORTAR PANTALONES..,» LA C O N S T R U C C I Ó N DEL G É N E R O
El pensador mexicano cita los casos de doña María Fermina Rivera, viuda
de José María Rivera, muerto en el cerro de Chichihualco en 1821 peleando
al lado de Guerrero, quien «cogía el fusil de uno de los muertos y sostenía el
fuego al lado de su marido con el mismo denuedo y bizarría que pudiera un sol
dado veterano». O el de doña Manuela Herrera, hija de familia, por lo que hizo
socorros cuantiosos a los insurgentes, quemó una de sus haciendas para que no
la tomaran los realistas y anduvo con su hermano con los insurgentes de Mina,
quien los acogió en su rancho del Venadito, donde fue hecha prisionera la misma
noche que sorprendieron a Mina, le saquearon su plata, alhajas, dinero, y sufrió
mil insultos. Dice que por su patriotismo y mérito, «se halla elogiada en papeles
públicos de Londres y los Estados Unidos». También se refiere a otra mujer de
«Huichapan, cuyo nombre ignoramos, pero vive pensionada por el gobierno y
cuyos documentos existen en la Secretaría de Guerra, ella levantó a sus expensas
una división, se puso al frente de ella, dio algunas acciones a los realista y en una,
se quedó sola haciendo fuego.. ,».32
En efecto, si pensamos un poco en la guerra de guerrillas, la participación de
las mujeres no sólo era necesaria, sino imprescindible. Los hombres levantados en
armas se unían a los rebeldes y se iban a pelear o esconderse y atacar desde los
cerros o las inmediaciones de los poblados y tanto las mujeres, como el resto de
la población, eran vitales para que ellos lograran sobrevivir, eran su enlace con el
mundo, para llevar y traer noticias, armas, medicinas, agua, comida. Muchas veces
las mujeres no podían quedarse en los poblados arrasados y tenían que seguirlos
al monte o huir a otros poblados, entraron así a las guerras, de uno u otro bando,
forzadas por las circunstancias. Recordemos que esos ejércitos, tanto realistas
como patriotas, no tenían unidades oficiales de abasto que se encargaran de pre
parar alimentos, ni de proporcionar otros servicios a los soldados, así que depen
dían enteramente de las mujeres. Si bien muchos contaban con sus mujeres o las
de sus propias comunidades, otros, dependían de las mujeres que ellos pagaban
para que compraran o prepararan sus alimentos, y además todas llevaban consigo
a sus hijos, iban embarazadas o parían en los campos de batalla.33 Incluso en la
prisión era imprescindible tener contactos fuera para sobrevivir. Carlos María de
Bustamante describe la fundamental ayuda de doña Manuela García Villaseñor,
«mi esposa y compañera en la revolución desde el añol813» para sobrevivir los
13 meses que estuvo preso en San Juan de Ulúa, «esta virtuosísima mujer me auxi
lió, socorrió y sostuvo sin que me faltase nada, nada, aunque ella sufrió las mayo
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
res privaciones y muchos ultrajes del gobernador y además una fuerte fiebre y 7
meses de cuartanas que iban a terminar sus días».34
El caso de la persecución a un cabecilla insurgente nos muestra que las mu
jeres con niños pequeños eran las que pagaban muchas veces el precio más alto,
seguramente al verse cercados, los rebeldes huían dejándolas atrás, pensando que
por ser del «sexo débil» se les perdonaría más fácil, veamos las duras condiciones
en las que se encontraban en 1818:
... en uno de aquellos montes encontré una vereda, muy delgada y subí por
ella toda la noche hasta que en una barranca muy honda y montosa encontré
la Gavilla del Rebelde Teodoro Rosales, compañero del difunto cabecilla Mar
celino Sánchez; me eché sobre ella y logré matarles 4, quitarles una escopeta,
4 machetes y cogerles 4 mugeres, entre ellas la del cabecilla Marcelino y a un
hijo de éste, muy mal herido, que por ser muy joven no lo he pasado por armas;
dos mujeres salieron heridas de bala, una en un muslo, la otra de los pechos,
ésta tenía una criatura recién nacida, la que tuvo la desgracia de morir, pero al
canzó a que se le echase el agua del bautismo, que mandé la echara un sargen
to. El rebelde Rosales y otro van heridos, esta gavilla se componía de 8 hombres
con 3 armas de fuego. El cabecilla Eugenio Brigida no se hallaba allí, me dicen
las mujeres que había salido un día antes, pero no sabían su destino...35
Fue apresada por una de mis guerrillas en el pueblo de San Antonio inmediato
al volcán de Orizaba, en compañía de su asistente Marroquín, con quien estaba
asociada de otros rebeldes que se fugaron con precipitación... Es constante en
el valle de san Andrés Chalchicomula que esta mujer comandaba varonilmente
y con el mismo traje de hombre con que fue cogida, una partida de 12 rebeldes
de más confianza que capitaneó su marido Montiel, por cuya muerte se com
prometió ella a sostenerlos sin otra recompensa que el de que la acompañaran
y ayudaran a exigir las contribuciones de aquel territorio, con las cuales sostenía
aquellos y a sí misma, viviendo en un rancho distante de dos leguas al monte
del volcán. Con esta partida servía además para descubrir los movimientos de la
tropa cuando llegaba a San Andrés en cuya operación fue presa, como ella mis
34. Comunicación de D. Ciríaco de Llano al Virrey Apodaca, en que transcribe otra del
Comandante de Tepeyahualco, relativa a la esposa del Lie Bustamante y nota de este, 30 de
junio de 1817, García, op, cit., pp. 468-469.
35. Comunicación de don Eutimio Rionda al Teniente Coronel Francisco Rionda, en que
le da cuenta de haber sorprendido a la compañía del insurgente Rosales, aprehendiendo a
cuatro mujeres, heridas dos de ellas, 12 de octubre de 1818. García, op. cit., p. 436.
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«POR PORTAR PANTALONES...» LA C O N S T R U C C I Ó N DEL GÉNERO
ma confesó, para darle parte al cabecilla de rebeldes Couto que estaba entonces
con su gavilla en el pueblo de Maltrata.
Según este relato, muchos vecinos agradecieron a las tropas realistas la apre
hensión de esta mujer, «asegurando que les era más perjudicial que ninguno de
los rebeldes no sólo por la violencia con que les exigía las contribuciones, sino
también por la seducción que hacía a todos, vejando agriamente a los que no
seguían su partido».36
Su atribulado padre, don Nicolás Martínez, vecino y también cosechero de ta
baco de la villa de Orizaba, como el propio Coronel Manuel de la Concha, escribe
suplicando por la libertad de su hija ya que consideraba excesivo el castigo a pri
sión perpetua impuesto en el Recogimiento de Santa María Egipciaca de Puebla.
El padre apela a la piedad de sus captores, y trata de exculparla argumentando la
inocencia de una víctima del «ciego torrente de la revolución», que primero había
arrastrado a su marido al lado de los facciosos, y luego, ya viuda y con niños huér
fanos, la había forzado a salir de su casa para conseguir los víveres necesarios para
el sustento de su familia. Alega que ahí se había encontrado fortuitamente con el
asistente de su marido, justo cuando las tropas de don Manuel de la Concha an
daban por ese rumbo. Asegura que María Josefa era una verdadera mujer de su
casa, que jamás había abrigado ideas revolucionarias, que no iba armada, que traía
enaguas, ya que el pantalón sólo lo usaba debajo de ellas y por comodidad cuan
do montaba a caballo. Que se encontraba ya obediente y sumisa en su reclusión
pero con el corazón oprimido, por hallarse grávida «y en los meses mayores», pero
sobre todo, afirmaba, porque se le creía delincuente. El padre promete tenerla
bajo su techo bien vigilada y controlada, dando en garantía una fianza, con el aval
de dos personas solventes; pero además, ofrece un donativo de 300 pesos para
socorrer a las tropas del ejército del sur, cantidad nada deleznable, «que le quitará
a su larga y pobre familia».
El capitán contesta que era verdad que no se le habían encontrado armas en
el momento preciso del arresto, pero que su ayudante, «Marroquín portaba una
excelente escopeta, que era la que ella manejaba cuando se le ofrecía... y que
también se le cogieron a todos sus caballos bien pertrechados». Afirma asimismo
que:
su propio traje de mujer sólo lo usaba para entrar en Orizaba, Córdoba y Puebla
a observar los movimientos de la tropa y saber las disposiciones de sus respec
tivos comandantes, para noticiarlos a los rebeldes principalmente a Couto, que
fue el que sucedió a su marido Montiel en el mando de su gavilla. No es cierto
36. Extracto del expediente relativo a la solicitud de libertad hecha por D. J. Nicolás Mar
tínez a favor de su hija doña María Josefa, acusada de capitanear insurgentes, 23 de diciembre
de 1816-19 de junio 1817. García, op. cit, pp. 410-422.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
lo que dice su padre de que usaba pantalón bajo las enaguas por comodidad, y
sí lo es que en el acto de su prisión no se le encontró el menor traje de mujer.
También ignoro que tenga hijos, pues ella respondió no haber tenido sucesión
alguna.
que en consideración a su sexo, se ha librado de ser pasada por las armas, res
pecto a que el portarlas ella en traje de hombre y capitanear a varios rebeldes,
daba lugar bastante para aplicarle aquella pena... Y que en San Antonio el Alto
no faltó quien me asegurase que las seducciones de esa mujer y sus operaciones
varoniles causaban más daño que cualesquiera de los cabecillas principales. Por
ello me parece que se ha hecho acreedora a un encierro perpetuo.
Todos confirman que esa mujer, tan poco mujer, ya que ni siquiera había con
fesado tener hijos, era como los hombres: cruel, manejaba armas, montaba a caba
llo y la prueba irrefutable de su mal proceder era justamente que portaba panta
lones. ¿Qué más pruebas de su disimulo y mal actuar que el tratar de confundir?
Recordemos que en el Antiguo Régimen el disfraz sólo era tolerado en el marco
de los carnavales. Fuera de esos momentos de ruptura del orden social, siempre
se penó a aquellos que trataban de ocultar o de usurpar la identidad no sólo ge
nérica, sino de estamento ó de raza representada en el vestir.37
37. Al parecer, también una de las hijas de Hidalgo lo acompañaría en sus campañas
militares vestida de soldado. Aún no se sabe si ella fue la famosa Fernandita, que entró a
Guadalajara disfrazada en una carroza cerrada cuatro días después de que lo hiciera Hidalgo
apresado. Kenter, op. c i t pp. 107-109.
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«POR PORTAR PANTALONES...» LA C O N S T R U C C I Ó N DEL G É N E R O
Así podemos también entender la gran sorpresa que causó a sus liberadores
la valiente Leona Vicario cuando aceptó disfrazarse de negra para escapar a su
prisión. Se quedaron atónitos cuando «a pesar de que amaba su hermosura como
la aman todas las mujeres, convino en desfigurarse y pasar por una negra horrible
africana al salir de la garita, con una pomada con la que quedó tan prieta como
una negra atezada.. .».A los temores expresados: «Señorita, va Ud. a quedar horri
ble», ella contestaba impávida, «no importa, aunque parezca una furia infernal,
como logre contribuir a la felicidad de mi patria».38 Logrando así burlar la «fuerte»
vigilancia en las garitas, ya que a nadie se le ocurrió que una mujer distinguida se
atreviera a disfrazarse de negra.
El hecho de portar pantalones fue factor fundamental para no concederle
al padre de la capitana orizabeña el permiso de tenerla depositada en su casa,
ni siquiera porque se encontraba grávida y a punto de parir. Pensaban que una
mujer así, podría escaparse en cualquier momento de la tutela paterna y se
guir cometiendo fechorías, ya que «si su padre la hubiera recogido después de
que enviudó,habría cumplido con su deber y librado al público de los prejuicios que
ha cometido esta mujer».
Tampoco podemos pasar por alto el hecho de que muchas de esas mujeres
tenían hijos pequeños consigo en el momento de sus aprehensiones. Algunas
incluso, como nuestra venerable doña Josefa Ortiz embarazada de su último hijo,
o como la aguerrida capitana orizabeña Ma. Josefa, a punto de parir y con otros
tres de pequeña edad. La misma Leona Vicario dio a luz a su hija «en una cueva» en
plena campaña. Otras, como ya vimos, fueron encarceladas e incluso balaceadas
con sus hijitos al pecho.Y otras más fueron fusiladas por insurgentas. Indudable
mente el hecho de ser mujer en esa larga decena de luchas fratricidas debió de
haber sido durísimo: raptos, violaciones, asesinatos; la muerte de los seres queri
dos fueron el precio que muchísimasde ellas pagaron.
CONCLUSIONES
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animadas de una fuerza que ellas mismas ignoraban...», «una vez apagados los
fuegos de la Independencia por la que tanto suspiraban y a cuya consecución co
operaron en cuanto pudieron», se entregaron de lleno a la práctica de las virtudes
hogareñas. Así lo hizo María de la Luz Ureaga y Gutiérrez y, según su N ecrología
ya citada, «entonces brilló más que nunca la bondad de su alma... se dedicó a la
beneficencia, a aliviar las penas de sus semejantes, murió siendo buena hija, bue
na madre y buena esposa».
Carlos María de Bustamante, cuya mujer estuvo también presa por defender
sus mismos ideales políticos, no dice otra cosa en la N ecrología de nuestra ilustre
Leona Vicario:
Hacer como si las mujeres regresaron sin rechistar al redil hogareño, fue la
manera discursiva de indicar que las grandes épocas de revolución habían ter
minado, la mujer de pantalones y fusil pertenecía al conjunto de las imágenes
de la violencia y subversión popular revolucionaria que una nueva burguesía
en el poder debía conjurar así como al espectro de la revolución. A lo largo del
siglo xix, en efecto, las mujeres tuvieron que conformarse, al menos en teoría y
públicamente, con ese papel ideal que los hombres elaboraron cuidadosamente
para ellas.
Soy consciente de que en este artículo no he hecho otra cosa más que juntar
datos dispersos ya publicados, sin embargo, el tema de la participación femenina
en esta guerray su posterior reflejo en el relato histórico me pareció un tema rico en
enseñanzas y poco explotado aún por la historiografía. Me permití traerlo a la pa
lestra para tratar de convencer a otros investigadores especialistas y a los jóvenes
en formación de la importancia de trabajar este tema más a profundidad.
ARCHIVOS
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«POR PORTAR PANTALONES...» LA C O N S T R U C C I Ó N DEL G É N E R O
BIBLIOGRAFÍA
25 de agosto de 1842.
F e r n á n d e z d e L iz a r d i , J o sé J o a q u ín , «Noticias biográficas de insurgentes mexica
( I a. Ed. 1911).
G u t iér r e z C h o n g , N a t iv id a d , «Mujer, Patria-Nación. México 1810-1920», La Ven
225
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
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EL NEGOCIO CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ EN LA COYUNTURA
EMANCIPADORA
lleana Parra Grazzina
Universidad del Zulia,
Venezuela
INTRODUCCIÓN1
1. Esta ponencia se presenta como avance de investigación del proyecto «Dinámicas lo
cales, negocios y rutas de comercialización en la cuenca del lago de Maracaibo, siglos xvii-xx»
de la red de líneas de investigación Formación del Estado nacional en Venezuela adscrita al
Centro de Estudios Históricos de la Facultad de Humanidades y Educación y al Laboratorio
de Historia de la Arquitectura y Urbanismo Regional de la Facultad de Arquitectura y Diseño,
financiado por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (c o n d e s ), Universidad del
Zulia.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
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EL N E G O C I O CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ
Zulia cuyo eje de análisis han sido los estudios históricos locales y regionales. Por
otra parte, específicamente para el tema en cuestión, resultó medular el análisis
comparativo de los estudios histórico-económicos realizados por Eduardo Arcila
Farías C om ercio entre Venezuela y M éxico2 y los de Belín Vázquez «El puerto de
Maracaibo: elemento estructurante del espacio social marabino (siglo xvm)»3 y «El
comercio exterior de Maracaibo en el marco de la crisis y ruptura con la monar
quía borbónica (1781-1821)»,4 cada uno de significativa contribución historio-
gráfica sobre el comercio maracaibero. La lectura interpretativa y comparativa
entre las fanegas5 de cacao contabilizadas por Arcila Farías y los navios de despa
cho cacaotero registrados por Vázquez, permitió respaldar y cohesionar históri
camente, la conjetura en cuestión. En razón de la ausencia de archivos coloniales
en Maracaibo, el soporte documental de los respectivos estudios de Arcila Farías
y Vázquez producto de la investigación en archivos extranjeros, ha resultado de
primer orden para reconstruir este proceso. Igualmente, la invalorable obra del
maestro don Agustín Millares Cario, Archivo d el Registro P rincipal de M ara
caibo. Protocolos de los antiguos escriban os, 1790-1836. ín d ice y extractos,6
ha subsanado en gran medida, la escasez de fuentes primarias, para reconstruir
los asientos jurídicos-mercantiles, según las antiguas escribanías, de gran interés
como fundamento histórico en dicha investigación.
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EL N E G O C I O CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ
Asegura Kicza, que la mayor parte del cacao de la colonia procedía de tres áreas:
Tabasco, Guayaquil y los de Caracas y Maracaibo, desde Venezuela.11
Por otra parte, la importancia que el cacao adquirió en Europa y la preferencia
que los consumidores dieron al producto venezolano, colocaron a sus provincias
de origen al frente de los productores agrícolas de España en el continente ame
ricano, atrayendo las miradas de otras naciones mercantiles como Holanda, Ingla
terra, Francia y Dinamarca.12
Por el puerto marabino se exportaron con destino al Caribe, harinas, azúcares
y panelas, lienzos de algodón, cacaos, tabaco, cueros, añil, palo de brasil, entre otras
mercaderías abastecedoras. Las mismas se producían de la amplísima región de
la cuenca del lago de Maracaibo, algunas de sus tierras bajas y ribereñas, otras
descendían de los valles y las altas sierras andinas, por vía de caminos muleros
o rutas fluviales, afluentes del Lago. La circulación de las mercaderías rebasaba
más allá de los límites políticos administrativos de la provincia de Maracaibo,
también procedían de otros centros productores, o bien de la provincia de Vene
zuela o bien del Nuevo Reino de Granada. Toda la producción requería del Lago
de Maracaibo como canal mercantil para sus conexiones caribeñas y atlánticas,
convirtiéndose entonces Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo, en el puerto
de obligado paso de los navios, favorecido por suubicación,enlaentradaysalidadel
Lago. Este privilegio ambiental fue aprovechado históricamente por la socie
dad y autoridades maracaiberas para sus beneficios e intereses económicos y
de poder, desde el siglo xvi hasta tiempos republicanos en los inicios del siglo
xx, cuando la explotación petrolera desplazó radicalmente las exportaciones
agrícolas.
Una riqueza, distinta a la del oro, plata o de las perlas, generó el negocio del
cacao despachado desde la ciudad-puerto de Maracaibo hacia el Caribe, desde el
siglo xvii hasta inicios del siglo xix, razón por lo cual se denominaba en los predios
caribeños como ca ca o d e M aracaibo, cuando en realidad la procedencia de la
cotizada almendra era de regiones comarcanas del sur del lago de Maracaibo y de
los valles andinos neogranadinos.
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... se ha ennoblecido [...] en tanto grado que los reinos de la Nueva España,
donde se sabe se beneficia, no llegando a la bondad y calidad de lo que en
esta dicha provincia, se viene [...] a la dicha ciudad de Gibraltar, trayendo por él
mucha suma de oro y plata y otros fructos y géneros muy preciosos...17
13. Gibraltar fundada en 1592 era puerto lacustre de la provincia de Mérida, adscrita a
la Audiencia de Santa Fe de Bogotá, por donde se exportaban todas las mercaderías de los
pueblos andinos hacia el Caribe y Atlántico
14. a g í , 1.000 granos de cacao = 8 reales de plata; 500 granos = 4 reales de plata; 250 gra-
nos= 2 reales; 125 granos = 1 real de plata y 62 - granos Vi real de plata. Ordenanzas hechas
por Juan de Aguilar, Corregidor de San Antonio de Gibraltar, Mérida 15 de agosto de 1610,
Santa Fe, 51, ramo 2.
15. «Corografía de la Gobernación de Venezuela y de la Nueva Andalucía. 1571-1574», en
Arellano Moreno, Relaciones geográficas, 1964, p, 10.
16. Descripción de la ciudad de Nueva Zamora, su término y laguna de Maracaibo de
Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga. 1579, en Arellano Moreno, Relaciones geográficas,
1964, pp. 211-212. El lago de Maracaibo en las fuentes indianas lo denominan la Laguna.
17. Testimonio del Capitán Juan Pacheco Maldonado para que se funde un convento de
monjas en Mérida. Mérida 9 de enero 1626, f. 9r-10. a g í . Santa Fe, legajo 133 en Ramírez, De
la p iedad a la riqueza, 2005, t. 1, p. 112.
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EL N E G O C I O CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ
Nueva España era el centro de mayor demanda cacaotera. Según los libros de
la Albóndiga de la ciudad de México, en 1638, entraron 296 cargas de Maracaibo
junto a 143 cargas de Caracas, de un total de 1653 cargas y en 1639 las entradas
fueron de 378 y 307 respectivamente.18
Fue tanta la compra cacaotera, que propició en Gibraltar la celebración de
famosas ferias hasta, aproximadamente, la séptima década del siglo x v i i , quizás la
única en provincias venezolanas.
La noticia más antigua que se tiene de nexos particulares entre mercaderes
en el negocio cacaotero de Maracaibo a Veracruz, data de 1645. Antonio Mén
dez Chillón, un veterano mercader portugués, residente en Veracruz desde 1629
y gran importador de cacao, había negociado la compra de cacao con su so
cio Antonio de Orozco, vecino de San Antonio de Gibraltar. En esta oportunidad
la remesa de 667 Vi millares de cacao fue transportada al puerto veracruzano en la
fragata Nuestra Señora de la Concepción de Francisco Álvarez.19
La época dorada de producción cacaotera en Gibraltar se frenó durante una
coyuntura histórica que marcó su disrupción económica. Causas articuladas y
estructurales de eventos naturales como sismos e inundaciones y arremetidas
humanas de indígenas y piratas en la década de 1670, ocasionaron la progresiva
decadencia entre mediados y finales del siglo xvn20 y condicionaron los cambios
en la economía cacaotera.21
En consecuencia, con la reducción del moviento portuario gibraltareño a
su mínima expresión, el comercio andino-lacustre se reorientó a otros espacios
territoriales de la cuenca lacustre, no ya por Gibraltar, sino utilizando los ejes flu
viales del Zulia, Escalante y Catatumbo para drenar el comercio de mercaderías,
entre los cuales se encontraba el cacao.
El puerto de Maracaibo reforzó su plaza como centro receptor y re-distribui-
dor de productos con los puertos de Veracruz, Las Antillas mayores y menores,
españolas, holandesas, francesas e inglesas, Cartagena y Río de Hacha.22A lo largo
del siglo xvin, Maracaibo se constituyó en el único puerto embarcadero-despa
chador del eje comercial Cúcuta-Veracruz. En este sentido, el espacio lacustre
fue un factor contextual históricamente determinante dado que era el Lago de
Maracaibo el único medio de comunicación para la comercialización que vincu
laba dichas áreas cacaoteras a las vías marítimas caribeña y atlántica.
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EL N E G O C I O CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ
27. AGs, Real Orden comunicando la aplicación del Reglamento de 12 de octubre de 1778
a los navios despachados por la Guipuzcoana, Sección Dirección General de Rentas, II Re
mesa, legajo 571. Derechos Reales a pagar por los barcos de la Guipuzcoana en La Guaira
y Maracaibo que deben considerarse como puertos mayores, a g n , Caracas, Reales Órdenes,
t. VI, fols, 317-317 vto., en Vázquez y Berbesí, «Comerciantes y negocios», 2005, pp. 102-103-
28. a g n , Disposiciones del Intendente de Caracas 1778, Bogotá, Fondo de Aduanas, t. 1,
fols. 360-373, Vázquez y Berbesí, «Comerciantes», 2005, p. 103.
29. «La provincia de Maracaibo en 1791 según un informe del Segundo Intendente de
Caracas, Don Francisco de Saavedra», Leal, «La provincia de Maracaibo», 1984, p. 493
30. Noticias de las provincias de Maracaibo y Barinas, 1787, en Arellano Moreno, Rela
ciones, 1964, p. 414.
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los fuertes caudales que llegaron a reunirse entre los comerciantes avencidados
allí, para no dudar del incremento que entonces tuvo el giro mercantil...39
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EL N E G O C I O CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ
Más aún y en este escenario, gran repercusión local significó la Real Orden
del 25 de mayo de 1793, por la cual se declaró el puerto de Maracaibo como
puerto menor, a solicitud de su cabildo y respaldo del gobernador de la provin
cia Joaquín Primo de Rivera.44 La mencionada disposición favoreció el comercio de
la provincia al quedar libre de todo derecho, incluso del de alcabalas, con todos los
puertos habilitados de la América hispana. Maracaibo sacó provecho inmediato
de esta gracia y cinco embarcaciones suyas descargaron gruesas porciones de ca
cao en Veracruz, exenta totalmente de impuesto, extrayendo con igual franquicia
frutos y efectos de la Nueva España.45
En el trienio de 1796 y 1799, por el puerto de Maracaibo, de un total de 246
navios: 44 son de Curazao; 42, de Santo Domingo; 37, de Veracruz (descendien
do a un tercer lugar); 34, de Río de Hacha; 30, de Cuba; 15, de colonias amigas.46
Vázquez confirma el incremento del comercio interprovincial, a raíz de la aper
tura al comercio con los neutrales y colonias extranjeras. Los registros señalan el
aumento del comercio exterior de Maracaibo, en cuatro años prácticamente se
duplicaron de 125 a 246 navios, que evidencia un activo tráfico no sólo con los
puertos extranjeros de Curazao y colonias «amigas» (sin especificar), sino tam
bién los hispanoamericanos. Mientras que a la inversa ocurrió con los puertos
peninsulares.
Asegura la autora, que los tratantes extranjeros convirtieron a los puertos en
centros proveedores y compradores de los productos y géneros de trato y que
además fueron propietarios de las embarcaciones, que arrendaban a comercian
tes o capitanes ingleses, holandeses, suecos, daneses, judíos y españoles. En este
sentido, demuestra que el giro comercial desde y hacia las Antillas absorbió el
61,7% del total de los intercambios; las colonias extranjeras y colonias amigas
ocuparon el 31,7% y las españolas, en manos del capitalismo europeo, absorbie
ron el 30%; los puertos neogranadinos de Río de Hacha, Santa Marta y Cartagena,
sumaron el 77,4%; Veracruz el 15%, en tanto que las relaciones mercantiles con
ahora va desde allí a la metrópoli». Informe de José Donato de Austria, Secretario de la Junta
de Gobierno del Consulado de Veracruz, 7 de enero de 1804. Consulado de Veracruz, Res
guardos. México, Ibid., 1950, pp. 307-308
44. Gobernó la provincia de Maracaibo entre 1787 y 1794. Oriundo de Veracruz; nació
en 1734 y murió en Maracaibo en 1800, era Brigadier de los Reales Ejércitos, inició su carrera
militar en 1751, como cadete del Batallón fijo de la Corona en la plaza de Veracruz. Berbesí,
Ligia «Genealogía social de los gobernadores de la Provincia de Maracaibo 1787-1812», en
Procesos históricos. Revista de Historia y Ciencias Sociales, Mérida-Venezuela, Universidad de
los Andes, 2004, http:.//www.saber.ula.ve/procesoshistóricos.
45. Arcila, Comercio, 1950, pp. 228-229. La Real Orden también se emitió para Villaher-
mosa y Campeche.
46. Vázquez, «El comercio exterior», 1994, p. 97. Siguen 12 de Cádiz; 9 de Santa Marta y
Cartagena; 7 de Saint Thomas; 5 de Yacomelo y Santa Cruz; 2 de Puerto Rico y España; 1 de
Jamaica y Yaquen, respectivamente.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
los puertos españoles de Cádiz y otros sin especificar, sólo alcanzaron el 5,6% del
total del movimiento comercial.47
Entre 1801 y 1806, de un total de 571 navios: 90 corresponden a las colonias
amigas; 89, de Puerto Rico; 88, de Cuba; 53, de Veracruz (descendiendo al cuarto
lugar); 48, de Río de Hacha y 41 de Norteamérica.48 En los primeros años del
siglo xix, el panorama era más desalentador a los efectos de la balanza comercial
del Gobierno hispano, pero favorecedor para el comercio interprovincial caribe
ño: los conflictos bélicos continuaban beneficiando las pretensiones hegemóni-
cas de las naciones capitalistas de captar mercados para la compra-venta y, en
consecuencia, aumentaba la bonanza económica en los puertos locales y regio
nales. Del total de registros en el puerto de Maracaibo, un 61% del movimiento
naviero correspondió con los enclaves europeos por medio de los buques de
bandera neutral, sumados con las posesiones hispánicas bajo la acción del co
mercio extranjero, mientras que los puertos españoles de Cádiz, San Sebastián y
Santander apenas alcanzaron el 5,9%- En términos generales, se deduce que más
de la mitad de las operaciones mercantiles estuvieron controladas por el comer
cio extranjero.
En 1801, la diáspora de comerciantes ocurrida desde Santo Domingo por la
ocupación deToussaint de Louverture en la parte española de la isla, repercutió en
Maracaibo y en su espacio socio-comercial, al arribar al puerto un grupo de evadi
dos y evadidas, que al solicitar refugio, lograron prontamente la avecindad y par
ticipación en las actividades mercantiles. En los registros protocolares se distin
guieron como em igrados d e Santo Dom ingo,49 quienes habían sido funcionarios
reales, contador y tesorero de las cajas de Santo Domingo, también escribanos
públicos, comerciantes y tenderos, algunos de ellos de origen catalán. Con su
arraigo, aumentó el gremio de negociantes de Maracaibo, sumándose así a la red
vasco-catalana.
Otro indicador de las transacciones y alianzas mercantiles y su radio de acción
desde el Caribe hasta el Atlántico constituyeron los numerosos poderes generales
y específicos, reseñados en los antiguos protocolos de Maracaibo.50 Los mismos
fueron otorgados entre comerciantes y funcionarios avecindados o residentes
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EL N E G O C I O CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ
51. Entre otros, el testamento de doña Leonor Cordero, natural de Tlacotalpan, provincia
de Veracruz y el de Joaquín Primo de Rivera, natural de Veracruz y exgobernador de la pro
vincia de Maracaibo. Millares, Archivo, 1964, pp, 112 y 124.
52. a r p e z , Poderes que otorgan don Joaquín de Amadeo, don Francisco García, don Tomás
Sordo, don Jaime Precios y compañía a don Félix de Aguirre del comercio de Veracruz. 21 de
junio de 1813 y 8 de julio de 1813, A-09-244 y A-09-258.
53. a r p e z , Encargo que hacen Felipe Quintana y María Chiquinquirá Pirela a Manuel Gil
de la Torre para que distribuya 50 pesos en la Lotería de México, 26 de marzo de 1813, A-09-
191.
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Caracas Maracaibo
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EL N E G O C I O CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ
para llevar al descalabro económico. Las cifras de alzas y bajas, aún cuando no
corresponden a series completas, de manera alguna reflejan un cese de las expor
taciones, Vázquez comprueba que en los primeros años del xix, el cacao ocupó el
primer lugar de exportación remitidos a Veracruz, río de Hacha, colonias extran
jeras del Caribe, Puerto Rico, Cuba, Norteamérica y Santo Domingo. Le seguían
los azúcares y cueros. En cuanto a los renglones de importación, a excepción
de la plata de Veracruz, los géneros y efectos suntuarios representaron el mayor
volumen de las compras.57
Para finales del siglo xvin y principios del xix, simultáneamente a la consolida
ción del comercio del puerto Maracaibo, se estructuraron grupos de poder, arti
culados por los comerciantes criollos y extranjeros de la carrera de Veracruz. Los
mismos grupos se fortalecieron mediante vínculos de parentesco que les llevó a
constituir familias notables y de abolengo en la sociedad local para la época. En
un rápido ascenso social, lograron ocupar cargos y desenvolverse como ediles
del gobierno local cuya influencia capitular rebasó los límites administrativos
municipales al ámbito provincial. En el entendido que estos sectores represen
tan una minoría social, tales especificidades han de considerarse, para interpretar
históricamente la adecuación y ajustes del comportamiento económico local, en
particular el comercio portuario, durante la coyuntura política emancipadora.
A partir de 1808 y en el escenario de los sucesos conflictivos ocurridos en
la Península, las prácticas sociales y políticas de la elite maracaibera reflejaron
acciones de solidaridad, fidelidad y lealtad, según fuese el caso, en la compleja
disputa entre monárquicos y republicanos, por la lucha del poder y el control de
los espacios.
Como en el resto de Iberoamérica, en las provincias venezolanas se gestaban
cambios de orden institucional y político del modelo colonial. Sus cabildos en
representación de las sociedades locales constituían el epicentro.58 Es así que,
durante el periodo álgido contextual de 1808 y 1812, el cabildo maracaibero pre
sentó en su seno una asamblea equilibrada de miembros criollos y peninsulares,
tanto en cargo de elección [alcaldes y procuradores], como en las regidurías.59
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de carrera Sebastián de Esponda y José I. Baralt y Cavé, catalán, Diego de Meló, portugués
y comerciante, José Perozo, José H, Rodríguez y Francisco Miguel Roldán, José H. Monsant,
Luís de Mendoza sin información. Ibid., 449-468.
60. José Ignacio Baralt, Diego de Meló, José Antonio Almarza entre otros. Ibid., pp. 449-
468.
61. Acta del cabildo de Maracaibo de 28 de enero de 1821, en Juan Bessón, Historia del
Zulia, Maracaibo 1945, t. II, citado por Berbesí, Ibid., pp. 449-468.
62. Juan Evangelista Ramírez, Diego de Meló, Lucas Baralt, Luis Andrés Baralt y José Hi-
pólito Monsant., entre otros. Berbesí, Ibid., pp. 449-468.
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EL N E G O C I O CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ
Parecía estar fuera de toda discusión la superioridad de los cacaos de las pro
vincias venezolanas en aquellas partes donde había consumo de su derivado: el
chocolate. En efecto, los cacaos dulces de Maracaibo y Caracas eran de mayor pre
cio, tanto por sus propiedades como por su escasez y aún, entre estos dos lugares
de origen, había controversia por su calidad. El de Maracaibo gozaba de prestigio,
aspecto a destacar en numerosas referencias testimoniales.
En opinión de los Oficiales Reales de Veracruz en 1778 era «sin disputa de me
jor calidad y limpieza».64Arcila Farías sostiene que si el comercio de Veracruz prefe
ría por entonces el de Maracaibo, no era sólo en razón de su sabor, sino al superior
beneficio del grano en el lugar de origen, causa por la cual llegaba a la Nueva Es
paña en mejor estado de conservación. Por la vulnerable naturaleza del cacao, la
conservación del fruto significó uno de los mayores problemas en los cosecheros
para su exportación. Los cuidados que se tuviesen con el grano para mantenerlo
seco y limpio, servían para distanciar el proceso de descomposición...65
... En Maracaibo usan mayor limpieza pues cuidan de tener unas que llaman
barbacoas, que son unos tendidos o tarimas de otate o ramas en que lo ponen a
asolear, y esto es por lo que el cacao de Maracaibo está limpio y no empolvado,
como el de Caracas y otros parajes en que lo asolean arrojado al suelo...66
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
67. Ferry, Robert, «Trading Cacao: a View from Veracruz, 1629-1645» Nuevo Mundo Mun
dos Nuevos, Debates, 2006, http://nuevomundo,revues.org [consulta 11-7-2006].
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Vázquez, «El comercio», 1994, pp. 103-105.
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246
Índice
EL N E G O C I O CACAOTERO ENTRE MARACAIBO Y VERACRUZ
CONSIDERACIONES FINALES
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Índice
LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
ARCHIVOS
BIBLIOGRAFÍA
«Contexto y vulnerabilidad de
A l t e z , R o g e l io , I lean a P arra y A rlen e U r d a n eta ,
248
Índice
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
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UN TUMULTO POR EL ALZA DEL PRECIO DEL MAÍZ EN FRESNILLO, ZACATECAS, 1810
Rosalina Ríos Zúñiga
UNAM
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4. Con el término insurgencia me refiero a la lucha política y armada encabezada por Hidal
go y que logró mover a una gran mayoría de la población. En términos de David Galula, citado
por Hamnett,«... es una lucha prolongada conducida metódicamente, paso a paso, para alcan
zar objetivos intermedios específicos que conduzcan finalmente al derrocamiento de un orden
existente...; sus comienzos son tan vagos que determinar con exactitud cuándo empieza una
insurgencia es un problema jurídico, político e histórico [...], aunque es cosa que no se puede
predecir, la insurgencia se desarrolla lentamente y no es un accidente, porque en la insurgencia
aparecen líderes y se hace mover a las masas. Hamnett, Raíces, 1990, p. 63-
5. Como es sabido, en 1808 las circunstancias en la península generaron respuestas de
autonomía en las posesiones coloniales. En Zacatecas, como en los otros lugares del reino,
un sector importante de individuos ofreció una contestación al vacío de poder creado en
España debido a la invasión francesa. En principio, en 1809 pudo observarse el predominio
de poder del ayuntamiento de la capital zacatecana sobre la Intendencia, que fue sentando
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UN T U M U L T O POR EL A L Z A DEL PRECIO DEL MAÍZ EN FRESNILLO
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13. Florescano, Precios, 1969; Florescano y San Vicente, Fuentes, 1976; Tutino, Insurrec
ción, 1987. También Van Young, Otra Rebelión, 2006, Hamnet, Raíces, 1990.
14. Hernández Jaimes, «Crisis», 2007, p. 68.
15. Rosalina Ríos Zúñiga, «Insurgencia y marginalidad en Zacatecas, 1808-1821», manuscri
to entregado para su publicación en un libro colectivo coordinado por la Dra. Ana Carolina
Ibarra sobre La insurgencia en el norte, abril de 2009.
16. Señala Terán: «Es difícil asegurar que la insurgencia en Zacatecas se haya debido a las
condiciones de hambre de la población o a la desigualdad entre criollos y peninsulares. Las
crisis de epidemias y de hambre en Zacatecas se dieron a lo largo del siglo xvm (1714, 1727,
1734, 1736, 1781-1786, 1769-1787)». Terán, «Lealtad», 2008, p. 291.
17. Véase nota 3.
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UN T U M U L T O P O R EL A L Z A DEL PRECI O DEL MAÍZ EN F R ' E S N I L L O
En las haciendas del Bañon, Mezquite, Pozo Hondo, San Antonio, Río de Medi
na, Rancho Grande, Ábrego, Trujillo y Santa Cruz, con otros ranchos y estancias
y sus anexos, el total producto de maíces en años abundantes era de 23 a 25.000
fanegas y su valor es de 6 a 8 reales; en años medianos a 12 reales y en los
estériles desde 3 a 5 pesos fanega; y estos maíces se consumen en los precisos
gastos y sustento de los sirvientes y el residuo se expende en este Real, el de
Sombrerete, Chalchihuite y sus inmediaciones.27
Es decir, las haciendas más grandes producían el maíz u otros granos para su
venta externa y consumo interno; dependiendo de sus excedentes se vendía en
los lugares más lejanos de la provincia. En tiempos de sequías, obviamente, sus
precios aumentaban.
Ahora bien, importa saber cuánto ganaban los trabajadores en esa época y
cuanto era lo que necesitaban de maíz para su subsistencia. Algunos datos al
respecto los ofrece Miño Grijalva: «en 1801 el salario agrícola era de 6 pesos, más
tres almudes de ración semanal, cantidad que variaba de acuerdo con el puesto».
Sin embargo, también podía variar de hacienda a hacienda o, en su defecto, cuan
do no se entregaba la ración, entonces aumentaba la paga en un 30 o 40%.28 En el
sur de Zacatecas, la ración semanal consistía en dos almudes semanales por traba
jador (cerca de 15 litros u 11 kilogramos). Una familia media, de 6 integrantes, se
calcula que podía vivir con 23 litros o 17 kilos; es decir, si recibía dos almudes era
26. Hamnett, Raíces, 1990, pp. 128-129, 139-141. Véase Florescano, Precios, 1969, pp. 68-
102; y Van Young, La otra, 2006, pp. 143-187.
27. Varios autores, Descripciones, 1976, especialmente sobre Fresnillo en las pp. 111-133
y 113.
28. Miño Grijalva, Mundo, 2001, p, 295.
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insuficiente. Ahora bien, no era el único alimento de los trabajadores, pues ade
más, como alimentos primarios consumían también chile, frijol, carne, sal, man
teca o sebo; y secundarios, como arroz, azúcar, piloncillo, queso, trigo, queso de
tuna, entre otros. Ocasionalmente consumían alimentos suntuarios, como dulces,
chocolate y bebidas alcohólicas.29 Sin embargo, el 90% de su alimentación consis
tía en los primarios, y el maíz era básico.
Por otro lado, no deben considerarse solamente a los trabajadores agrícolas
en un análisis como el que aquí seguimos, pues también hay que contar a los
operarios de minas o aquellos individuos independientes, dedicados a oficios o
al comercio al menudeo, quienes debían comprar el grano en la albóndiga y que
en tiempos de escasez debieron sufrir todavía más los aumentos al precio del
grano.
Por lo que toca específicamente a Fresnillo y su situación de esos momentos,
debe señalarse primero la ubicación que tenía la villa. Ésta distaba de la ciudad
de Zacatecas 11 leguas comunes; era cabecera de subdelegación y comprendía
también a la villa de Jerez de la Frontera, a quince pueblos de indios, a tres con
gregaciones y a 23 haciendas de campo. De acuerdo al informe de 1803, del in
tendente Rendón, en tiempos anteriores había producido grandes cantidades de
plata, pero en ese entonces sólo rendía anualmente de 28 a 30 mil marcos, que se
ensayaban y quintaban en la Caja Principal de Zacatecas y se conducían en barras
a México, «de donde retorna [ba] su importe en numerario y en géneros y efectos
nacionales, del Reyno y del extranjero para la provisión de sus habitantes».30
Tres años después, en otro informe, se confirmaba el estado de decadencia de
la villa y real de Fresnillo pues se dijo, refiriéndose a la huida de algunos pro
pietarios mineros:
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UN T U M U L T O P O R EL A L Z A DEL P R E C I O DEL MAÍZ EN F R E S N I L L O
32. Varios autores, Descripciones, 1976, pp. 111-133- También véase Macías, «Minería»,
1988, pp. 31-53.
33- a h e z , Poder Judicial, Criminal Colonial, caja 13, exp.
34. Ibid, fs. 190-191 v. Las cursivas son mías.
35. Sobre la definición de economía moral de la multitud señala Thompson: «Es posible
detectar en casi toda acción de masas del siglo x v iii alguna noción legitimadora. Con el con
cepto legitimación quiero decir que los hombres y las mujeres que constituían la multitud
creían estar defendiendo derechos o costumbres tradicionales; y en general, que estaban
apoyados por el amplio consenso de la comunidad. En ocasiones este consenso popular se
veía confirmado por una cierta tolerancia por parte de las autoridades, pero en la mayoría de
los casos, el consenso era tan marcado y enérgico que anulaba las motivaciones de temor o
indiferencia», Thompson, op. c i t 1995, p. 216.
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acción colectiva directa, racional y con ciertos objetivos, que, como lo señala
Thompson, respondía más a una noción legitimadora que a una respuesta me
ramente espasmódica de la multitud; pues se defendían derechos y costumbres
tradicionales bajo la idea del buen gobierno, apoyadas por el consenso de la co
munidad, es decir, se hacía uso de la llamada «economía moral de la multitud».36
Por tanto, el tumulto fue la reacción quizá común ante un agravio de la natu
raleza que se menciona y al no ser el único, terminó por decidir, a muchos de los
participantes en el mismo a también adherirse, posteriormente a la insurgencia.
Enseguida vamos a acercarnos a algunos de los individuos que estuvieron involu
crados en los hechos.
LOS ACTORES
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UN T U M U L T O POR EL A L Z A DEL PRECIO DEL MAÍZ EN F R E S N I L L O
declaración, expresó con más detalle algunos aspectos que involucraban a las
autoridades del lugar con la insurgencia, asunto del que nos ocuparemos en el
siguiente apartado.
Otro de los acusados de instigar el tumulto fue Agustín Garivaldo, también un
mestizo de 23 años quien no señaló tener un oficio en particular. Se decía que
había gritado consignas en contra de las autoridades, que había atropellado a los
jueces y logrado poner en su lugar «a quien se le había antojado».38Al ser interro
gado sobre el tumulto, Garivaldo dijo:
Que es cierto que lastimados él y muchos de la infamia con que escalfando las
medidas del m aíz el citado alhondiguero les daba o vendía a más del precio se
ñalado, fueron con el procurador todos juntos a pedirle que quitase aquel hom
bre, y no encontrando remedio, ocurrieron con su común amparo D. Manuel de
los Ríos, quien suavizando su queja y como miembro de aquel Ayuntamiento,
les dixo que tuviesen paciencia, que tomaría las providencias convenientes para
que se quitase... 39
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
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UN T U MU L T O POR EL A L Z A DEL PRECIO DEL M A Í Z EN FRESNILLO
43. Sobre este punto puede verse el artículo de Mariana Terán citado anteriormente.
44, a g n m , Ramo Infidencias, vol. 13, exp. 9, f . 162.
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libre gracias a los oficios del subdelegado, quien se lo echaría en cara cuando lo
confrontó.45 Es decir, todo hace suponer que los criollos utilizaban a individuos
como Piña para lograr ciertos propósitos, sin embargo, no siempre los resultados
eran los que esperaban.
Debido a las acusaciones vertidas por el interrogado de ser el subdelegado
Jacquez y su subordinado contrarios a «la justa causa», fueron éstos llamados a
declarar por la Junta de Seguridad y Requisición de Sombrerete. Como era de
esperarse, negaron tales acusaciones y, en cambio, procuraron echar más tierra
sobre algunos individuos, como los que llamaron despectivamente «los Piñas», de
quienes dijeron que eran:
chifises y mitoteros [que ellos] alborotaron al lugar con esas invenciones, pues
es constante y público que en la entrada de los insurgentes mostraron los dichos
Piñas la mayor satisfacción y gusto conociéndoseles la particular adhesión al
partido de infidencias que siempre han tenido.
... pues en todo tiempo es constante se han manifestado los primeros en las bu
llas y alborotos, mucho más en tiempos de revolución, en el que como llevo de
clarado, no hubo otros que se portaran en la villa con mas iniquidad e infam ia,
como es público y notorio, entregados a todo genero de excesos sin respecto
ni contención alguna, insultando sin provocaciones a cuantos encontraban por
que se les figuraba y creyeron que ellos ya nos dominaban.46
Juan García del Olmo, otro regidor del ayuntamiento, reiteró lo dicho sobre
Piña al decir que era:
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UN T U M U L T O POR ÉL A L Z A DEL PRECIO DEL MAÍ Z EN FRESNILLO
gritaba y hacia gritar el dicho Piña a voz en cuello que viva el Sr. Comandante
Musiño y mueran los gachupines....A1
Por lo dicho en esas declaraciones, puede inferirse que los Piñas tenían una
capacidad de convocatoria y organización de su propia gente, pues eran capaces
de formar, como se dijo en tono peyorativo, «pandillas...»; virtud que de la cual
las elites podían hacer uso según sus necesidades en algunos momentos, pero
que, en otros, las temían. Lo cierto es que se utilizó a este personaje como in
termediario entre elites y grupos populares para hacer posible la entrada de los
insurgentes a Fresnillo.
Mientras se hacían mayores cargos a «los Piñas» -como se les conocía en el
lugar-, en cambio, en apoyo a los criollos del ayuntamiento, un grupo de vecinos
«republicanos» y miembros del clero envió una carta para hacer constar la buena
conducta y adhesión al rey del subdelegado Jacquez.48 Incluso, señalaron la de
fensa que hizo de bienes que los «insubordinados» pretendieron robar a varios
vecinos del mineral y también de la prisión que sufrió cuando un grupo de insur
gentes vino de Zacatecas por él, que lo aprehendieron y se lo llevaron por varios
días, hasta que el capitán Fernando de Iriarte convino en soltarlo.
Pese a esto, Piña se sostuvo en sus declaraciones, pero de manera evidente
comprendía que las autoridades inculpadas no reconocerían haber pertenecido
al partido insurgente; si bien aceptó «su mala conducta y vicios», reiteró una vez
más que no había sido rebelde,49 aunque aquí también resulta claro que tampoco,
a estas alturas, le convenía decir que lo había sido, pues necesitaba protegerse.
Todavía más, otros declarantes introdujeron un nuevo escenario en todo
el suceso, pues alguien dijo que un buen día tanto Jacquez como Juan José
García, alcaldes, se habían presentado en la hacienda de Platas de don Joaquín
de Miquela Jáuregui junto con un tal D.Arcadio Campero, quien portaba «pú
blicamente vara como la insignia de la Real Justicia», y le dijeron que era el co
misionado para aprehender a los europeos allí presentes.50Al día siguiente de
esto, según dicho testimonio, fue cuando se apersonó Piña en dicha hacienda
mandado por dicho Campero a solicitar las barras y las vigas para el arco de
entrada de los insurgentes. De esa forma, se pretendía exculpar a Jacquez y
García de su adhesión a la insurgencia, cuando era evidente que solamente
habían delegado su mando al dicho Campero.51
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
52. a g n m , Ramo Infidencias, vol. 18, fs.285-285v. La proclama circuló por varias subdele-
gaciones de la provincia de Zacatecas. La referencia es de la interceptada en la subdelegación
de Nieves, acción en la que se involucró al subdelegado Juan de Aguilar.
53. a g n m , Ramo Infidencias, vol. 14, fs, 104-107.
54. Varios autores, Descripciones, 1976, p. 100.
55. García, «Guerra», 1999, pp. 404-405.
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UN T U M U L T O POR EL A L Z A DEL PRECIO DEL MA Í Z EN FRESNILLO
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
CONSIDERACIONES FINALES
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UN T U M U L T O POR EL A L Z A DEL PRECIO DEL MA Í Z EN FRESNILLO
las explicaciones que relacionan causas materiales con las políticas o cultura es-,
entonces debe buscarse otra explicación. Cito la aseveración de Hernández Jai
mes:
Es obvio pues que los desgastados niveles de vida de los grupos populares no-
vohispanos no son razón suficiente para explicar la insurgencia de los pobres.
Parece más razonable suponer que se trató de una confluencia de condiciones
estructurales con profundo arraigo en las relaciones sociales novohispanas con
otras de naturaleza coyuntural y externas. Las evidencias sugieren, como han
observados varios historiadores, que existía un estado de malestar general en la
Nueva España; con algunas variantes regionales...
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BIBLIOGRAFÍA
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
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UN T U M U L T O POR EL A L Z A DEL PRECIO DEL MAÍ Z EN FRESNILLO
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LA FERRERÍA DE COALCOMÁN Y LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
Gerardo Sánchez Díaz
Universidad Michoacana
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En los últimos años del siglo xvin y primeros del x e x , la minería novohispana
enfrentó graves obstáculos como la insuficiente provisión de azogues y la carestía
del hierro empleado en la elaboración de herramientas utilizadas en las minas,
metal que era traído de Vizcaya. Por ese tiempo, a causa de la guerra entre Ingla
terra y España, se suspendieron los envíos de hierro y azogue. Ante esta grave
amenaza, que podría ocasionar la paralización completa de los trabajos mineros,
el Real Tribunal de Minería comisionó al mineralogista Andrés Manuel del Río,
profesor del Real Colegio de Minería, para que estableciese una ferrería en Coal-
comán, en la vieja provincia de Michoacán.4 Con su diligencia característica, el
ilustre profesor madrileño se trasladó a la mencionada población, que en ese tiem
po era un reducido asentamiento, poblado en su mayoría por indígenas. Desde
su llegada a Coalcomán, Andrés Manuel del Río tuvo que lidiar con la carencia
de elementos de toda clase y hasta con la incomprensión de las autoridades loca
les que ahuyentaban a los trabajadores con sus absurdos sistemas de tributación
y ponían muchas trabas con los sistemas alcabalatorios.
1997; David Carbajal López, La minería enBolaños, 1748-1810. Ciclos productivos y actores
económicos, Zamora, El Colegio de Michoacán, Universidad de Guadalajara, 2002.
2. Reales Ordenanzas p ara la dirección, régimen y gobierno del importante cuerpo de Mi
nería de Nueva España y de su Real Tribunal General, Madrid, 1783, existe una nueva edición
impresa en París a mediados del siglo xix con el título abreviado de: Ordenanzas de minería.
París, Librería de Rosa Bouret y Cía., 1851.
3. Entre otros documentos acerca del interés por impulsar la explotación minera, pueden
verse los escritos de José Joaquín de Eguía, Memoria sobre la utilidad e influjo de la minería
en el Reino, necesidad de su fom ento y arbitrios de verificarlo, México, Imprenta de la Oficina
de donjuán Bautista de Arizpe, 1819; Juan Lucas Lazaga y Joaquín Velásquez de León. Repre
sentación que a nombre de la minería de esta Nueva España hacen al Rey Nuestro Señor los
apoderados de ella, México, Felipe Zúñiga Ontiveros, 1784.
4. María Eugenia Romero Sotelo, Minería y guerra. La economía de Nueva España, 1810-
1821, México, El Colegio de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997,
pp. 29-33; José Joaquín Izquierdo, La prim era casa de las ciencias..., pp. 203-204; Arturo
Arnaiz y Freg. «D. Andrés Manuel del Río y su ilustre magisterio en México», Andrés Manuel
del Río y su obra científica, México, Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey,
1966, pp. 31-32; Vito Alessio Robles, El ilustre maestro Andrés Manuel del Río, México, s. e.,
1937, p. 20.
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LA FERRE RÍA DE COALCOMÁN Y LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
Por ese tiempo, Coalcomán era una población aislada y con escaso número
de habitantes. Era cabecera de curato y en lo civil dependía de la jurisdicción de
Maquilí. Según una descripción de la época, el pueblo estaba situado:
... en una espaciosa cañada que forman las encumbradas montañas que nom
bran de Ahuijullo y Aguililla, y fertiliza un río que tiene el nombre del pueblo.,.
es república de indios, con su alcalde regidor, mayordomo de rey y dos topiles
o ministros, cuya elección celebran el día de San Mateo de cada año, con las
mismas formalidades que en la cabecera.
Tiene iglesia parroquial en que se mantiene un cura clérigo que ejerce la juris
dicción eclesiástica y da el pasto espiritual a su feligresía, compuesta por vein
ticinco familias de españoles y treinta de mulatos avecindados unos en el mismo
pueblo, otros arranchados en sus pertenencias y otros en los puestos de Ticuilu-
ca y Cópala, el primero distante nueve leguas hacia el oriente y el segundo doce
por el poniente y cincuenta y nueve indios tributarios que se han empadronado
en la nueva cuenta, matrícula de cincuenta enteros y diez y ocho medios del
idioma mexicano, aunque bien instruidos en nuestro vulgar castellano.5
En el mismo informe, redactado a fines del siglo xvm, se muestra de esta ma
nera el paisaje y las condiciones para el desarrollo agrícola:
5. a g n , Ramo Historia, Vol. 73. Descripción topográfica de los pueblos del Partido de
Motines del Oro. Hecha por el subdelegado de Tlazazalca, Juan de Zárate, año de 1789,
ff. 176-177.
6. Ibid.} ff. 177-178.
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LA C O R O N A EN L L A MA S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES E N LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
de otros pueblos como Maquilí, Ostula, Coire y Pómaro. La vida comunitaria de los
indígenas de Coalcomán giraba alrededor de dos cofradías o hermandades, una bajo
la advocación de nuestra Señora de la Limpia Concepción del Hospital y la otra de las
Benditas Ánimas del Purgatorio. Limpia Concepción contaba con un patrimonio
de trescientas cabezas de ganado vacuno y sesenta yeguas, de cuyos productos se
pagaban dos pesos semanales al cura párroco por las misas del sábado, dos por
las misas dedicadas a los indios difuntos y veinte pesos por cuatro funciones que
se celebraban al año. La cofradía de las Benditas Ánimas poseía cincuenta cabezas
de ganado y doce yeguas. De sus productos se pagaban al párroco los mismos
derechos por misas, además de una arroba de cera para las velas del altar. Los
ganados de ambas cofradías pastaban en tierras de la comunidad y sus cuidados
eran atendidos por los indios cofrades que se turnaban para ello.
Por otro lado, en el reporte de las condiciones naturales del entorno de Coal
comán, el visitador Juan de Zárate, centró la atención en la riqueza minera que
percibió en su recorrido por la región, dice:
las montañas y los cerros que circundan el valle, según la común opinión de los
vecinos, son por lo regular minerales de plata, y en la actualidad se hayan des
cubiertas dos vetas vírgenes, la una en un paraje o cerrito de Los Colomos, dis
tante media legua del pueblo al poniente, con ley de plata y acero, que trabaja
don Francisco Caraza, vecino del pueblo de Taretan, que la tiene ya registrada y
la otra, en la montaña o paraje de El Saucito, distante del pueblo legua y media
hacia el norte, que ha descubierto pocos días hace y comenzado a trabajar con
grandes esperanzas, porque sus metales muestran tener bastante ley de plata.7
7. Ibid., f. 178.
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LA FERRERÍA DE COALCOMÁN Y LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
A su regreso de esa larga expedición, Andrés Manuel del Río se ocupó en bus
car un sitio a propósito para utilizar el agua del río de Ixtala, en las instalaciones
8. a g n , Ramo Padrones, Leg. 21, Diego de Lazaga, Descripción del Partido de Motines,
México, 23 de octubre de 1792. El documento fue publicado en Anuario de la Escuela de
Historia, n° 3, Morelia, Universidad Michoacana, 1988, pp. 243-247; también se encuentra glo
sado en Raúl Arreóla Cortés. Coalcomán. Monografías municipales del Estado de Micboacán,
Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 1980, pp. 126-133.
9. Santiago Ramírez, Biografía del Sr, D. Andrés Manuel del Río. Primer catedrático de
mineralogía del Colegio de Minería, México, Imprenta del Sagrado Corazón de Jesús, 1891,
pp. 30-31. Por la información hasta ahora conocida, no queda claro en dónde se ubicaban
los yacimientos ferrosos que abastecían de mineral fundible a la ferrería instalada por Andrés
Manuel del Río en Coalcomán.
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LA C O R O N A EN L L A MA S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
Cuando fui comisionado por el Real Tribunal General de Minería, para esta
blecer la ferrería de Coalcomán, me creí dichoso por tener a mano la obra
moderna, elegante y magistral de la Peyrouse, la cual según su autor, es fruto de
diez años de observaciones hechas, no en una, sino en varias ferrerías de su es
pecie, me creí afortunado, digo, así como el que pensando tener que vadear un
río caudaloso, se encuentra de improviso con un puente recién construido, que
parece reunir la solidez a la hermosura. Y como se repite varias veces en dicha
obra que el seguir sus reglas y preceptos es el modo casi infalible de acertar, la
consecuencia natural que yo sacaba era, que debía pegarme al pie de la letra y
seguir las pisadas de mi mentor, temiendo solamente que se me ocultasen en
alguna parte y me extraviase. Pero la instrucción que he sacado por lo general,
aunque en algunas cosas me ha servido mucho, es: que el tono decisivo de nada
sirve en las materias que esperan cada día nuevos progresos de la observación,
y que a lo más se puede decir: repetid mis experimentos, y sino os salieren
bien, variadlos conforme a los principios de una sana teórica: es decir en otros
términos que los libros que se piensa escribir meramente para prácticos, son los
que menos les sirven a los prácticos regularmente.12
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LA FERRERÍA DE COALCOMÁN Y LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
Yo sabía que el requisito necesario para fundir bien es que la llama circule per
fectamente el todo el crisol, y así se hace la prueba antes de fundir, de echar
unos carbones, y dar soplo a ver si este los hace girar alrededor. Jamás lo pude
conseguir por las medidas del autor, -refiriéndose nuevamente a Peyrouse- y
por lo mismo tampoco que se separase la escoria perfectamente del hierro pero
lo conseguí por mis medidas que puedo mirar como propias, de que no hago
misterio, y que pongo aquí en nota para no embarazar el discurso.14 Todavía
hizo el antropólogo Alfredo Herrera López. Además, Peyrouse fue autor de otras obras como:
Figures de la flore des pyrinées, avec des descriptions, des notes critiques et des observations.
París, 1795-1802; Monographie du genre saxifrage, 1810; Histoire abrégée des plants des pyri
nées et itinéraire des botanistes daus contrées, Toulouse, 1813. Véase Enciclopedia Universal
Ilustrada Europeo-Americana, Madrid, Espasa Calpe, 1921, t. xuv, p. 569.
13. Andrés Manuel del Río, «Discurso sobre la ferrería de Coalcomán, leído en los actos de
minería», Suplemento a l Diario de México, t. XII, n° 1629, México, 18 de marzo de 1810.
14. En nota aclaratoria a pie de página, Andrés Manuel del Río dio mayores detalles so
bre la forma, medidas y volumen de los hornos que construyó, mismos que resultaron tener
«Veinte pulgadas francesas tiene de ancho el lado perpendicular de la sangradera por abajo,
y veintidós de alto: veintidós y media de ancho al lado de la tobera, veintiuna la rustina o el
lado opuesto a la sangradera con tres pulgadas de inclinación hacia fuera en cuatro y medio
pies de altura, y otras veintidós y media el contraviento o pared opuesta al soplo, con seis
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LA C O R O N A EN L L A MA S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
... Me salieron al principio algo bajas, aunque de las mismas dimensiones que
trae el autor, [se refiere a la obra de Peyrouse] por no haber tenido entonces
un barómetro. Aquí podría soltar la carcajada un práctico y exclamar: ¿qué tie
ne que ver el barómetro con una ferrería? Y sin embargo, es cierto que tienen
estrecha relación. Las bóvedas que en país frío fundan perfectamente el hierro,
en un país templado, en que el aire este más raro y tenga menos masa en un
volumen dado deben no bastar. Por fortuna, pude aumentarles fácilmente cerca
de cuatro pies de altura y conseguí el intento. El chasco habría sido si hubiese
puesto fuelles de madera de las dimensiones de los de Europa, que no es tan
fácil agrandarlos, como aumentar la caída del agua en una bóveda.
Después que tuve barómetro vi que se mantenía allí a trescientas líneas o veinte
y cinco pulgadas, altura ciento ocho varas mayor que la de la Villa de Córdova,
que según D. Juan Josef de Oteyza es de mil y cuarenta varas sobre el nivel del
mar; y contrayéndonos a nuestro objeto, el barómetro era una escala exacta de
las variaciones diarias de los hornos por lo relativo al soplo. De esto no hablan
palabra la Peyrouse ni otros, sin duda porque no se les ofreció notar semejan
tes diferencias; pero establece el primero como regla casi general, que bóvedas
altas o soplo fuerte produce hierro dulce, y bóvedas bajas o soplo flojo produce
más acero , lo cual merece mucha restricción, a pesar de que parece conforme a
teórica, pues con el soplo fuerte debía acabarse más pronto la fundida, tocarle
menos carbón al hierro, y salir este menos acerado. En efecto reuní los soplos
de los dos hornos para fundir en uno solo con ventajas aparentes al principio,
aunque nunca me cuadró que subiese tanto la llama porque me indicaba que no
se cebaba en el metal, y que el crisol era chico para tanto soplo; y examinada
bien la cosa el invierno pasado en que el aire estaba más denso, vimos con ad
miración bajar las gotas de metal fundido por delante de la tobera enteramente
pulgadas de inclinación hacia fuera en veintisiete de altura». Andrés Manuel del Río. «Discurso
sobre la ferrería de Coalcomán,..».
15. Andrés Manuel del Río, op. cit., «Discurso sobre la ferrería de Coalcomán..
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LA FERRERÌA DE COALCOMÁN Y LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
negras, esto es, que iba atropellada la fundida, que las partes terreas vitrificadas
arrastraban consigo las metálicas, y no se hacía la separación correspondiente;
y en prueba de ello en cuando disminuí el soplo, bajaban las gotas blancas y
brillantes.16
De este hecho inferí, que hay metales que no dejan fundirse apresuradamente,
por ejemplo, el de Coalcomán, que es un hierro pardo con mucho manganeso,
el cual necesita acaso fundirse lentamente con el hierro, y le da quizá el aguan
te, la consistencia y dureza que lo caracterizan, no necesitando que se calcen las
bocas ni las cabezas de las barrenas, bien que hay hierro fuerte con las mismas
propiedades, al que no se le supone manganeso ninguno; no obstante cuando
sale granujiento en la fractura y agrio, como sucede pocas veces, pienso que es
una liga verdadera de hierro y manganeso, acaso con exceso del último.17
1ó. Andrés Manuel del Río, «Discurso sobre la ferrería de Coalcomán...», op. cit.
17. Andrés Manuel del Río, «Discurso sobre la ferrería de Coalcomán...», op. cit.
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mineralógicas, pero no lo extrañé mucho, porque puede uno ser buen fundidor
y mal mineralogista.18
Por fin llegó el gran día en que Andrés Manuel del Río pudo ver los primeros
resultados. Según estima uno de sus biógrafos:
Una vez que fueron superados los problemas técnicos, e iniciadas las primeras
experiencias en la producción del fierro, se tuvieron las primeras muestras que
resultaron ser de buena calidad, y una vez que se hicieron correcciones a las
imperfecciones advertidas en las primeras experiencias, se procedió a nuevas
horneadas, de las que sacaron de dieciocho arrobas de mineral, cuatro arrobas y
diecisiete libras de fierro de buena calidad.
En cinco o seis horas fundo veinticuatro arrobas de metal crudo, y saco zama
rras caldeadas de seis, siete, y siete y media arrobas de fierro estirado, tanto que
18. Andrés Manuel del Río, «Discurso sobre la ferrería de Coalcomán...», op. cit.
19. Vito Alessio Robles, op. cit., p. 21.
20. Santiago Ramírez, Biografía del Sr. D. Andrés Manuel del Río..., op. cit., p. 33.
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LA FERRERÍA DE COALCOMÁN Y LA GUERRA DE INDEPENDENCIA
Esto cada día va mejor, a Dios gracias. Antes de ayer fundí en seis horas y me
dia, treinta y seis arrobas de una clase de metal crudo, y el producto fue nueve
arrobas y cinco libras de fierro; y ayer he fundido la misma cantidad de otro
metal, también crudo, en el mismo tiempo y me ha dado una hermosa zamarra
de once arrobas y diez libras.
Sigo sacando bolas o zamarras de once y doce arrobas, limpias, en el espacio
de seis a siete horas y de cualquier modo están ya vencidas las dificultades de la
fundición, de suerte que no necesito realmente de fundidor ninguno.22
No obstante los buenos resultados que hasta esa fecha se obtenían, el trabajo
en la ferrería se vio nuevamente afectado por la poca pericia demostrada por el
auxiliar de fundición Dionisio Pillado, que por su falta de prudencia y cuidado en
la operación de los hornos, fue separado de su responsabilidad como personal de
apoyo en la ferrería.23 Esa situación trajo las primeras dificultades, ya que el men
cionado fundidor presentó varias acusaciones en contra de Andrés Manuel del
Río ante el Tribunal de Minería, las cuales que fueron aclaradas más adelante. Unas
semanas después, a mediados de diciembre de ese año ocurrió el fallecimiento,
en Coalcomán, del administrador de los fondos de la ferrería Juan Manuel López,
quien fue sustituido en el cargo por el estudiante José Mariano de Oteyza, quien
poco después, debido al aviso de una grave enfermedad de su madre, tuvo que
viajar de urgencia de Coalcomán a la Ciudad de México en los primeros días de
enero de 1808 y regresó hasta mediados de marzo, acompañado de otro estudian
te de nombre Rafael Cardoso. El exceso de trabajo y las presiones para vencer las
dificultades operativas de la ferrería, pronto trajeron a Andrés Manuel del Río sus
primeros quebrantos de salud, al presentarse síntomas de reumatismo, que le em
pezaron a afectar el cerebro. Sin embargo, unos días de descanso le permitieron la
recuperación y se reincorporó nuevamente a sus actividades encaminadas ahora
a lograr el mejoramiento de las instalaciones de la ferrería.
21. Ibid.
22. Ibid., pp. 33-34.
23- Arturo Arnáiz y Freg, Andrés Manuel del Río..., op. cit., p. 41.
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LA C O R O N A EN L L A MA S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
24. Santiago Ramírez, Biografía del Sr. D. Andrés Manuel del Río..., op. cit., pp. 34-35. Del
mismo autor Noticia histórica de la riqueza minera de México y su actual estado de explota
ción, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1884, p. 17.
25. Casimiro Chovell nació en 1775 y murió en 1810. Ingresó al Colegio de Minería en
1792, en mayo de 1798 fue enviado a Guanajuato a realizar trabajos prácticos, en donde por
sus excepcionales conocimientos fue nombrado administrador de la mina La Valenciana. Fue
simpatizante del movimiento de Independencia. El cura Hidalgo le dio el nombramiento de
coronel del ejército insurgente y le encomendó la fabricación de armas y cañones destinados
a la insurrección. A fines de noviembre fue aprehendido por el brigadier Félix María Calle
ja con otros ex alumnos del Colegio de Minería que trabajaban en Guanajuato, entre ellos
Ramón Fabié, nativo de Manila; José Mariano Jiménez y Rafael Dávalos. Jiménez y Dávalos
fueron fusilados el 26 de noviembre, en tanto que a Chovell y Fabié se les ejecutó en la horca
a la entrada de la Alhóndiga de Granaditas. Más adelante, su profesor Andrés Manuel del Río
le dedicó un nuevo mineral encontrado en La Valenciana al que llamó chovelia, «en honor del
patriota Casimiro Chovell». Santiago Ramírez, Datos p ara la historia del Colegio de Minería,
México, Imprenta del Gobierno Federal, 1890, p. 218; Clementina Díaz y de Ovando, Los ve
neros de la ciencia. Crónica del Real Seminario de Minería, 1792-1892, México, Facultad de
Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, 1998, t. I, pp. 190-191; Roberto
Moreno de los Arcos, «Las instituciones de la industria minera novohispana», Miguel León Por
tilla, Jorge Gurriá Lacroix, Roberto Moreno y Enrique Madero Bracho, La minería en México.
Estudio sobre su desarrollo histórico, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
1978, pp. 149-150; Manuel Castillo Martos, Minería y metalurgia. Intercambio tecnológico y
cultural entre América y Europa durante el período colonial español, Sevilla, Bogotá, Muñoz
Moya y Montraveta editores, 1994, pp. 208-209.
26. Santiago Ramírez, Biografía del Sr. D. Andrés Manuel del Río..., op. cit., pp. 34-35.
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LA F E RRERÌ A DE C O A L C O M Á N Y LA G U E R R A DE I N D E P E N D E N C I A
los servicios que hizo se recomiendan por cualquier aspecto que se consideren,
pues la ferrería se calificó, con sobrado fundamento, no sólo útil, sino necesaria
para beneficiar a los mineros. Su establecimiento demandaba la particular instruc
ción y conocimientos que poseía el indicado don Andrés y además de un trabajo
no común, a causa de cuanto se iba a hacer era nuevo en el reino; y si a estas
consideraciones se une la de que aquellos climas son tan perjudiciales a su sa
27. Santiago Ramírez, Datos para la historia del Colegio de Minería..., op. cit., pp. 210-211.
28. Santiago Ramírez, Biografía del Sr. D. Andrés Manuel del Río..., op. cit., pp. 36-37.
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29. I b i d p. 36.
30. Ibid., p. 223.
31. Ibid., p. 224.
32. Clementina Díaz y de Ovando, Los veneros de la ciencia..., op. cit., p. 477.
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LA FERRERÌ A DE C O A L C O M Á N Y L A G U E R R A DE I N D E P E N D E N C I A
33- Archivo Histórico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sección antigua,
1810-1821, Copia de algunos documentos existentes en el Archivo de la Secretaría del Ayun
tamiento Constitucional de Colima, relativos a los principales acontecimientos que ocurrieron
en ese Estado durante el periodo de la Guerra de Independencia,
34. Raúl Arreóla Cortés, Coalcomán..., op, cit., p. 162.
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dejar guarnición, con io que se perdió el gasto muy considerable que se hizo
para plantarlas.35
Una vez que se retiraron las tropas realistas de Coalcomán, los insurgentes
volvieron a ocupar el lugar, rehicieron, en parte, las instalaciones de la ferrería
y continuaron haciendo municiones y armas para la causa libertadora. Ante el
temor de ser atacados nuevamente por los realistas, los jefes de la insurgencia
dispusieron que parte del fierro fundido fuera llevado a otros lugares en los que
se instalaron fraguas y talleres para hacer cuchillos, lanzas, machetes y piezas de
artillería. Por lo menos, se tiene noticia de dos sitios: uno en el rancho de El Ci
ruelo y otro en la comunidad indígena de Maquilí.Al enterarse de ello, los coman
dantes realistas que controlaban Colima, lanzaron una nueva ofensiva en contra
de los rebeldes de Coalcomán a fines de enero de 1813. Las tropas realistas, al
mando de Manuel Basavilbaso, entraron al territorio insurgente por el rumbo de
Coahuayana, en donde sorprendieron a un grupo de rebeldes y les hicieron cinco
prisioneros y liberaron a catorce personas simpatizantes del rey que se encontra
ban detenidas. Luego marcharon sobre Maquilí en donde destruyeron las fraguas
35. Lucas Alamán, Historia de México. Desde los primeros movimientos que prepararon
su independencia hasta la época presente, México, Imprenta de J. M. Lara, 1850, t. II, p. 403;
véase también Lucas Alamán, Memoria sobre el estado de la agricultura e industria de la Re
pública que la dirección de estos ramos presenta al Supremo Gobierno, México, Imprenta de
J. M. Lara, 1843, p. 32.
36. Gaceta del Gobierno de México, t, III, n° 193, México, 5 de marzo de 1811, pp. 240-
241.
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LA F ERRE R Í A DE C O A L C O M Á N Y LA G U E R R A DE I N D E P E N D E N C I A
en las que los insurgentes hacían armas, detuvieron a ocho indígenas e hirieron a
otros. Durante la marcha de los realistas a Coalcomán, al pasar por el Puerto del
Ciruelo, sorprendieron a cien indígenas honderos de las comunidades nahuas de
Maquilí y Ostula que resguardaban un taller para la fabricación y reparación de
armas.
En el parte de guerra, rendido por el jefe realista, se asienta que:
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
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L A F ERRE RÍ A DÉ C O A L C O M Á N Y LA G U E R R A DE I N D E P E N D E N C I A
escolta merece premio, porque todos se portaron bien y sufrieron en los montes
bastantes trabajos, pero recomiendo a vuestra señoría en particular el grande
mérito del subteniente Agustín Béjar y de los dos vigías, uno que salió de esta
villa y otro de Coalcomán que nos llevó a las casas en donde se hallaron los
cabecillas y ayudó a aprehenderlos.41
Ante los acontecimientos antes señalados, los insurgentes al igual que los in
dígenas de Coalcomán se dispersaron ante el temor de nuevas incursiones de los
realistas. Prácticamente el pueblo de Coalcomán quedó despoblado debido a que
los indígenas fincaron sus viviendas en diversos puntos del Valle de Coalcomán y
la sierra y al final de la guerra, en el año de 1822, según datos demográficos apor
tados por Lejarza, sólo quedaban 66 habitantes.42
ARCHIVOS
BIBLIOGRAFÍA
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Índice
LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
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Índice
LA F E R R E R Í A DE C O A L C O M Á N Y LA G U E R R A DE I N D E P E N D E N C I A
la m inería d e esta Nueva España hacen a l Rey Nuestro Señor los apoderados
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M a r t ín e z d e L e ja r z a , J u a n J o s é , Análisis estadístico d e la Provincia d e M ichoacán
p a n a » , M ig u e l L e ó n P o r t ill a , J o r g e G urriá L a c r o d í , R o b e r t o M o r e n o y E n r iq u e
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GUERRA Y LUCHA POPULAR EN EL ALTO PERÚ: SUBLEVACIÓN Y GUERRILLA
I 809-1825
María Luisa Soux
Universidad Mayor de San Andrés La Paz,
1. Luis Paz, en Historia del Alto Perú hoy Bolivia dice, por ejemplo, al tratar el tema del
apoyo de Cáceres a Castelli: «Cáceres fue escoltando al ejército con las masas de indios que
pudo reunir, los cuales no dejaban de prestar a los patriotas alguna ayuda para los transpor
tes, aunque por lo general servían de estorbo», p. 156.
2. Alipio Valencia Vega, El indio en la independencia, Imprenta Progreso, La Paz, 1962.
3. Charles Arnade, La dramática insurgencia de Bolivia, La Paz, Juventud, 1979, pp. 53-
65 (publicada en inglés seis años antes). Arnade relata con lujo de detalles las circunstancias
de la muerte de Eusebio Lira y la división en facciones en 1817, dejando de lado muchos
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
a la conclusión de que lo que movía a los guerrilleros era el afán de aventura: «La
guerra de la Independencia ofreció una excepcional oportunidad para la aventu
ra, una vida libre y relajada, dejando a un lado la ley».4 Frente a esta posición, René
Arze Aguirre en Participación p o p u la r en la in depen den cia d e B olivia5planteó
más bien la hipótesis de que los indígenas y los grupos populares lucharon en la
guerra con objetivos propios de carácter económico-social. Finalmente en los
últimos años y desde una nueva óptica, Marie Danielle Démêlas en La invención
p olítica Bolivia, Perú y E cu ador en el siglo xix6 relaciona la lucha indígena con
una visión propia: el a w q a , el tiempo de guerra. No se trataba entonces de una
lucha política o social, sino de un destino religioso, de una representación de la
sociedad tradicional, de una gu erra total?
El presente trabajo añade a las anteriores otra propuesta: la de la participación
política de los grupos indígenas en actos planificados y organizados desde su
propia «cultura política» con estrategias propias que establecían alianzas y juegos
de redes sociales complejas. Esta visión rescata a los indígenas y a sus autoridades
como actores políticos, que luchan por sus propios objetivos y también negocian
espacios y opciones políticas con los dos bandos en lucha.8
De acuerdo con Eric Wolf, los campesinos suelen asumir una confrontación di
recta sólo cuando se combinan adecuadamente un conjunto de factores como in
justicias intolerables y rupturas de los canales de comunicación o cuando ciertas
coyunturas locales, regionales o nacionales les permiten actuar de manera abierta
otros momentos del relato de Vargas que describe, más bien, acciones concertadas, actos de
verdadera entrega y una forma de organización estable.
4. Op. cit., p. 65.
5. Tesis de licenciatura presentada a la Carrera de Historia de la u m s a y publicada con el
título de Participación popular en la independencia de Bolivia. 1979.
6. Marie Danielle Démelas, La invención política. Bolivia, Perú y Ecuador en el siglo xix.
Plural - i f e a , 2003.
7. Dice Démêlas, «En aymara, el aw qa es el tiempo de la guerra, a la vez que el momento
constitutivo en que se separan las cosas. Según Bertonio, aw qa significa ‘enemigo, contrario
en los colores y elementos, contrario es el negro de lo blanco, el fuego del agua’ [...] La guerra
aimara sería, pues, el enfrentamiento de dos principios absolutamente opuestos, irreconci
liables, y tales que el desenlace del combate no podía ser sino la victoria total o la derrota
sancionada por la muerte». (2003: 241-242).
8. Para Eric Van Young en La otra rebelión, los propósitos campesinos de participar en la
contienda fueron únicamente incidentales, lo que no significa que ésta sea una acción pre-
política, sino plenamente política, pero que no está encauzada hacia la conformación de un
estado-nación, sino a la defensa de comunidades estructuralmente antecesoras del estado y
vistas en cierto sentido como existentes fuera de él, en una visión que Van Young llama lo-
calocéntrica (p. 29). Citado en Antonio Escobar Ohmstede y Romana Falcón (coord.), Los ejes
de la disputa. Movimientos sociales y actores colectivos en América Latina, siglo xix, Cuadernos
a h í l a , Frankfurt, 2 0 0 2 .
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GUERRA Y LUCHA POPULAR E N EL A L T O PERÚ
y ofensiva al quebrarse la fuerza de las élites o del Estado,9 eso fue precisamente
lo que ocurrió durante el proceso que analizamos.
Teniendo en cuenta la anterior propuesta para el estudio de la actuación in
dígena durante el periodo de la independencia en Charcas, planteamos que las
comunidades indígenas y sus autoridades, asumieron dos formas diferentes de
posicionarse frente a la incertidumbre generalizada. Si las condiciones eran fa
vorables, podían organizarse de forma autónoma o aliarse con los insurgentes
para llevar a cabo sublevaciones indígenas generales, pero si veían que no tenían
opciones de triunfo, se replegaban a sus comunidades buscando cumplir lo es
trictamente necesario con los dos grupos en pugna, en una estrategia de cautela,
esperando a ver hacia qué lado se inclinaba la balanza.10 Esto no significa que los
indígenas no comprendieran lo que se ponía en juego en la contienda, sino todo
lo contrario; significa más bien que su proyecto político fundamental era mante
ner el mayor equilibrio posible entre Estado y comunidades, de tal manera que
se garantice el acceso a la tierra y a sus recursos. Por lo tanto, eran conscientes
de que una definición apresurada de apoyo a uno u otro bando podía llevarlos a
situaciones dramáticas y al fracaso de su propio proyecto. Así, las comunidades
y sus autoridades aprovecharon los intersticios que se presentaban en medio del
conflicto para garantizar su propio proyecto. Por otro lado, las posiciones indíge
nas, al ser precisamente estratégicas, variaban constantemente. Por esta razón no
es raro encontrar que conviven comunidades que apoyaban a los bandos indistin
tamente, e inclusive parcialidades y familias que ayudaban a ambos ejércitos.
Para analizar la propuesta anterior, presentaremos de forma sintética las estra
tegias indígenas en tres momentos específicos del proceso de independencia en
el Alto Perú: durante la conspiración y la sublevación indígena que cubrió toda la
región altiplánica (1809-1812); en la etapa de los llamados caudillos insurgentes
(1812 y 1814) y durante la etapa de las guerrillas, tomando como caso la guerrilla
de Ayopaya (1814-1825). En cada uno de estos momentos la forma de participa
ción puede parecer diferente, sin embargo, se hallan también posturas y estrate
gias que se mantienen a lo largo de todo el proceso.
9. Eric Wolf, Peasant Wars, citado por Antonio Escobar Ohmstede y Romana Falcón, op. cit.,
pp. 12.
10. Antonio Escobar Ohmstede y Romana Falcón (coord.), Los ejes de la disputa. Movi
mientos sociales y actores colectivos en América Latina, siglo xix, Frankfurt, Cuadernos de
a h íl a , 2002. Los autores citan a James Scout quien sostiene que: «los campesinos, siervos,
esclavos, negros, prisioneros y demás grupos que ocupan los escaños más bajos de la escala
social no pueden tomar el riesgo que implica un desafío abierto y frontal al sistema por lo que
las rebeliones grandes y sostenidas resultan ser eventos históricos sumamente escasos, De
hecho, están menos interesados en cambiar las grandes estructuras del estado que en lograr
que en su vida cotidiana y concreta el sistema los agreda lo menos posible» (2002: 12).
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L A C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
11. Francisco Ríos fue apresado en Oruro cuando aparentemente intentaba llegar a La Paz
para participar en el movimiento de julio. El expediente sobre su actuación en Chuquisaca,
que se halla en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, ha sido trabajado por Gunnar
Mendoza. En él se percibe la posición de la plebe frente al vacío de poder central y a la
posición de los poderes locales. Algunos de los puntos rescatados en el juicio explican, por
ejemplo, la forma en la que se organizó la cholada contra el Presidente de la Audiencia, la
tensión existente entre los miembros del cabildo, el rol jugado por el Alcalde del Cusco y su
propia acción como dirigente de uno de los grupos de la plebe que asaltó la casa del presi
dente Pizarra, ( a b n b . Em. N° 12. 1810. fs. 34v - 4lr).
12. «... pues el cabildo llegó a incorporar en calidad de Vocales representantes’ a Fran
cisco Figueredo Incacollo y Catari, indio principal de Yungas, (quien fue el encargado de la
defensa de la zona) Gregorio Rojas de Omasuyos y José Sanco de Pacajes...» en José Luis
Roca, 1809. La revolución de la Audiencia de Charcas en Chuquisaca y en La P az, Plural, La
Paz, 1998, p. 89-
13. Este tema ha sido trabajado por varios investigadores entre los que se hallan Scalett
O’Phelan y Nuria Sala. Sobre la región de Charcas el trabajo más importante es el de Sinclair
Thomson en Cuando sólo reinasen los indios, Muela del Diablo, Aruwiyiri, 2006, que explica
detalladamente el problema de la crisis del sistema cacical y la democratización del poder en
las comunidades o ayllus, a fines del siglo xvin.
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GUERRA Y LUCHA POPULAR E N EL A L T O PERÚ
14. Sobre este personaje ver el artículo de Roberto Etchepareborda, «Un pretendiente al
trono de los Incas: el padre Juan Andrés Xíménez de León Manco Cápac», en Revista de la Es
cuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, csic, vol, 24. Art. 23, 1967, p. 1717. Agradezco
a Luis Miguel Glave el proporcionarme este artículo.
15. Marcos Beltrán Ávila, Sucesos de la guerra de independencia del año 1810, Oruro
(1918) 2006, p. 76.
16. a h m e . Consejos 21299. Exp. 1815. También en a n b . Colección Gabriel René Moreno.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
12 puntos que contemplaban: el uso ilegítimo del tributo (punto 1), la explotación
de la mita (punto 2), los cobros abusivos por parte de autoridades civñes (punto 3),
eclesiásticas (punto 4) y étnicas (punto 6), la injusticia como práctica (puntos 5
y 8), el robo (punto 7), la explotación en el trabajo (puntos 9 y 10), la traición
(punto 11) y la apropiación de bienes (punto 12). En relación al nombramiento
de autoridades, el mismo documento se planteaba en los puntos 5 y 6 la par
ticipación indígena en la elección de los subdelegados y jueces (punto 5) y el
de los caciques y curas (punto 6).17 Este documento, a diferencia del anterior,
plantea como objetivos de la lucha temas de exclusivo interés indígena y desde
una visión que apoya nuestra hipótesis sobre la cultura política que acompañó a
los movimientos indígenas, es decir, el de la existencia de lo que Tristan Platt ha
llamado un «pacto de reciprocidad» por el cual el Estado garantizaba la propiedad
de la tierra mientras las comunidades pagaran el tributo. Por ello, el documento
no se opone al tributo en sí, sino a su uso ilegítimo por parte de las autoridades
en ausencia del rey legítimo. Para que se pueda dar este pacto, era importante,
al mismo tiempo, el reconocimiento por parte de la Corona de las autoridades
originarias, «buenos de las comunidades para que los pobres indios no padezcan
17. I o. Primeramente que los indios no han de pagar tributos, hasta que se sepa a quién se
ha de contribuir, los que se retendrán en poder de los mismos tributarios, porque los que han
pagado desde ahora tres años, que es cuando el rey fue muerto por los franceses a traición,
están gastando los intendentes, presidentes, oidores, obispos en las arreadas de soldados para
sus alzamientos contra los pobres americanos. 2o. Se suprimirá la mita de Potosí; porque ya
no hay minas que hacen metales y los azogueros no hacen más que armar latrocinios contra
los pobres indios y tenerlos cautivos peor que en Turquía. 3o. Se quitará la paga de alcabalas
a los indios por sus trajines y comercio que hacen con los efectos de Castilla. 4o. Se quitarán
las atenciones como los entierros, óleos, alfarerarquías y todos los latrocinios de los curas,
pues con el dinero que perciben les sobra y cuan demasiadamente por todos, para el trabajo
que impenden que no es predicar, no doctrinar personalmente ninguna de las almas de los
pobres indios para su salvación. 5a. Se quitarán los subdelegados porque éstos no son más
que unos ... que sin administrar recta justicia, no hacen otra cosa que robar de los indios y
causarles daño, y en este caso se nombrarán jueces a elección de las comunidades. 6a. Se qui
tarán los caciques que fuesen ladrones, y a los curas piratas, y se nombrarán otros buenos de
las comunidades para que los pobres indios no padezcan como cautivos, esclavos en tierras
infieles. 7a. Que las comunidades se repartirán los bienes de los ladrones chapetones... por
cantidad, y de los criollos traidores que con ellos se han aunado para dar contra los naturales
del Reino. 8a. Que no les cobrarán a las comunidades de los indios ningunos derechos de
los pleitos y procesos que siguieren sea en comunidad o en particular. 9a. Que ninguno ha
de ocupar a los indios sin pagarles sus diarios jornales. 10a. Que ninguno ha de ser osado de
harcar muías, ni otros cargadores de los pobres indios sin pagarles primero los fletes justos
según las distancias y leguajes. 11a. Que no se ha de consentir en los pueblos de los indios
a los mestizos vecinos que fueran ladinos y traidores. 12a. ítem, se ha de prohibir que ningún
hacendado ha de tener opción de quitar, o interrumpir en las tierras de las comunidades...
a h m Consejos 21299. Interrogatorio que resulta a favor de los indios de las comunidades en
general, fs. 2 - 2v. Citado también en René Arze Aguirre, Participación popular en la inde
pendencia deB olivia, La Paz, Don Bosco, 1979, pp. 127-128.
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GUERRA Y LUCHA POPULAR E N EL A L T O PERÚ
como los cautivos, esclavos en tierras infieles», como dice el ítem número 6o del
documento.
Un tercer punto de la estrategia fue el de la alianza con otros grupos insurgen
tes. Los conspiradores esperaban que hasta diez mil personas de La Paz y Charcas
se unieran a ellos. En este punto, es lógico pensar que los diez mil hombres serían
las tropas indígenas que se aliarían con las del primer ejército porteño dirigido
por Balcarce y Castelli, situación que se ve con claridad en una carta encontrada
entre los papeles de los conspiradores que decía:
18. Doc. cit. fs. 2v, Los pueblos de indios citados en el documento se hallan en la región
de Oruro, correspondiendo los de Corque y Andamarca al partido de Carangas y el resto de
pueblos citados al de Paria.
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GUERRA Y LUCHA POPULAR E N EL A L T O PERÚ
1811, los indígenas habían cercado la ciudad de La Paz, utilizando una estrategia
parecida a la que treinta años antes había seguido Tupac Katari.24 La estrategia de
la alianza continuaba ya que uno de los cabecillas del cerco, Bernardo Calderón,
natural de La Paz y de «baja esfera»,25 había asegurado ser comisionado de don
Francisco del Rivero, Gobernador e Intendente de Cochabamba, noticia con la
que se confirmaba la relación existente entre los indígenas y los cochabambinos
y la existencia de un plan cuidadosamente preparado para impedir el avance de
las tropas virreinales.26 Si durante la etapa de la conspiración la alianza se había
dado sobre todo con las tropas porteñas, en esta segunda etapa, una vez que los
rioplatenses habían fracasado en Guaqui y habían huido hacia el sur, la alianza
indígena se dirigió a los cochabambinos, que habían luchado también al lado de
los porteños en Guaqui. Esto significa que si bien aparentemente se había dado
un cambio de alianza, en realidad se trataba de una sola en la cual participaban los
tres grupos: porteños, cochabambinos e indígenas, una constante que se repetirá a lo
largo del proceso de independencia en lugares como Mizque y Ayopaya.
El plan de los sublevados era invadir el puesto del Desaguadero, convocando
a los indios de Guaqui,Tiahuanacu yTaraco, (localidades pertenecientes a la orilla
este), así como a los de Guacullani y Zepita (situadas en el margen suroeste), para
envolver al ejército virreinal. Frente a la imposibilidad de controlar la sublevación
con los ejércitos regulares, se decidió avisar de forma urgente a la Audiencia del
Cuzco y al Virrey para que «en lo posible abrevie la marcha del digno Coronel
Pomacagua».27
El avance del batallón de naturales del Cuzco, comandado por Mateo García
Pumacahua y de las tropas de Azángaro, dirigidas por Manuel José Choquehuanca
se realizó a lo largo del mes de octubre. A fines de ese mes, se hallaban ya en el
sitio del Desaguadero. La retoma del altiplano quedó entonces en manos de los
caudillos indígenas que provenían del virreinato del Perú, en algunos casos por
medio de escaramuzas y en otros mediante el ofrecimiento de un indulto general.
Estos hechos confirman la propuesta sobre la posición estratégica de los grupos
indígenas, que se aliaban con uno y otro bando dentro de un juego político de
lograr los mejores beneficios para su causa.
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GUERRA Y LUCHA POPULAR E N EL A L T O PERÚ
A pesar del optimismo del virrey, la región estaba lejos de ser controlada, so
bre todo en el área rural, debido a las acciones llevadas a cabo por estos «caudillos
insurgentes». Entre éstos podemos contar con caudillos criollos como Centeno,
Lanza o Aldunate, que recorrieron gran parte de la geografía de Charcas organi
zando cuadrillas insurgentes, y también con caudillos indígenas, entre los cuales
podemos citar a Blas Ari y a Jacinto Paco. A través de sus historias podemos aden
trarnos en analizar sus estrategias.
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32. a b n b . Sobre los saqueos que realizó Blas Ari por el camino a Pampa Aullagas bajo
inventario de los bienes que llevó, 09-04-1812. fs. 35r-36r.
33- Op. cit., fs. 36r.
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GUERRA Y LUCHA POPULAR E N EL A L T O PERÚ
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Otro fue el caso de Jacinto Paco, indígena aliado a los caudillos Baltasar Cárde
nas y José Miguel Lanza.35 La imagen de estos dos caudillos aparece ligada especí
ficamente al pueblo de Toledo en los meses de mayo y junio de 1812, cuando, de
acuerdo a los testimonios presentados en un expediente ubicado en el Archivo
de Poopó, aparecen complicados en un intento de insurrección indígena al mo
mento del envío del mitayos a Potosí. De acuerdo a los testimonios, los hechos
sucedieron de la siguiente manera:
El 16 de mayo de 1812, cuando los alcaldes y otras autoridades se hallaban
en el pueblo de Toledo organizando el despacho de los mitayos a Potosí, llegaron
al pueblo los insurgentes dirigidos por Baltasar Cárdenas y José Miguel Lanza. El
alcalde mayor, Jacinto Paco, ordenó a varias de las autoridades indígenas que den
alojamiento a los insurrectos y que entregue cada uno cinco cargas de papa y
veinticinco corderos, obligándolos a alzarse a favor de la Junta. De acuerdo con
los testimonios, los caudillos Cárdenas y Lanza se alojaron en la casa de Pedro Ca-
yoja, donde permanecieron cuatro días. Las tropas insurgentes realizaron paseos y
marchas militares en el pueblo, consumiendo lo que las autoridades indígenas les
habían entregado.
Aparentemente, eran varios los pobladores de Toledo que apoyaban a los in
surgentes, empezando por el alcalde mayor Jacinto Paco, el cacique Pedro Cayoja
y otros. De acuerdo al testimonio de Mariano Berríos, él mismo, como músico,
había salido «a recibirlos antes de la entrada a Toledo con vivas y aclamaciones
para hacer más solemne el arribo de éstos».36 De la misma manera, otro indio
llamado Casimiro Torres, «como caudillo general era uno de los exploradores de
los entrantes y salientes de los caminos que él era uno de los encargados para
que no pasase nadie por las balsas (puente flotante de balsas de Totora que se
ubica sobre el río Desaguadero en el camino entre Oruro y Toledo)».37 El apoyo de
Toledo a los insurgentes fue aparentemente muy importante: otro de los indios
del lugar, Manuel Hidalgo, trabajó con los insurgentes como espía y anunció a
Cárdenas y Lanza que las tropas del rey se aprestaban a salir de Oruro, por lo que
los caudillos salieron del pueblo acompañándolos varios de los habitantes, entre
ellos el mismo Hidalgo.
¿Por qué gran parte de la población indígena de Toledo, empezando por sus
autoridades se plegaron a los caudillos Cárdenas y Lanza? Una de las respuestas
35. Baltasar Cárdenas aparece como caudillo de guerrilla hasta 1815, cuando se lo acusa
de traición y deja de ser nombrado como jefe guerrillero. Por su parte, José Miguel Lanza
fue el último comandante de la Guerrilla de Ayopaya, desde 1821. Éste fue el único grupo
guerrillero que se mantuvo en la lucha hasta 1825 y, como compensación, su comandante
Lanza fue nombrado por Sucre Jefe político del departamento de La Paz. Lanza murió en
Chuquisaca en abril de 1828 defendiendo a Antonio José de Sucre del golpe de estado que
lo obligó a renunciar a la presidencia.
36. ajp. No. 1176. 1812. Toledo, s/f.
37. Op. cit., s/f.
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GUERRA Y LUCHA POPULAR E N EL A L T O PERÚ
puede ser que los caudillos habían asegurado que bajo su Gobierno ya no habría
mita.
Luego de la salida de Cárdenas y Lanza de Toledo, el espíritu de insurrección
de algunos de los indios del pueblo no se extinguió; uno de ellos fue precisamen
te Jacinto Paco, quien siguió hacia Andamarca, un pueblo cercano pero pertene
ciente ya al partido de Carangas, con el objetivo de levantar a la población a favor
de los insurgentes. De acuerdo al testimonio:
A partir de los casos anteriores se puede seguir las estrategias seguidas por los
caudillos insurgentes en sus correrías en el área rural. El pillaje, acompañado por
la toma del tributo para sustentar sus acciones, como en el caso de Blas Ari, o el
apoyo a los caudillos criollos, en el de Jacinto Paco, formaba parte de las estrate
gias para mantener la insurgencia en momentos de repliegue. Otra estrategia fue
el establecer alianzas con las autoridades indígenas locales para lograr la entrega
del tributo o para enviar mensajeros para que vayan convenciendo a las comuni
dades de recibir y dar hospedaje a los insurgentes.También formaba parte de la
estrategia indígena el organizaban bailes y música para recibir a los caudillos con
el objetivo de mostrar su adhesión a la causa. Es probable que muchas veces esta
adhesión no fuera sino una estrategia para evitar enfrentarse a tropas armadas y
que el recibimiento fuera parecido cuando eran tropas del rey las que llegaban a
los pueblos. Sin embargo, queda claro que también existían indígenas que comul
gaban verdaderamente con una u otra causa, con los peligros que esta posición
entrañaba cuando la coyuntura se modificaba. Este parece ser el caso de Jacinto
Paco, que más allá de ordenar un buen recibimiento a los caudillos Cárdenas y
Lanza, viaja posteriormente hasta Andamarca para organizar el recibimiento allá.
Por esta razón, Jacinto Paco tuvo que escapar al conocerse el fracaso de las tropas
insurgentes en Cochabamba a fines de mayo de 1812.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
A pesar del optimismo, el dominio realista del Alto Perú no estaba consoli
dado. En Buenos Aires se reorganizó nuevamente el ejército, confiándose su di
rección a Manuel Belgrano. Éste inició un nuevo avance hacia el norte y luego
de controlar la región de Tucumán, derrotó al ejército realista en Salta, el 20 de
febrero de 1813.
A mediados de 1813, la situación del Alto Perú se presentaba de la siguiente
manera: en Oruro se hallaba el cuartel general del ejército Real, en el cual la de
rrota de Salta había provocado una gran crisis interna. Los juramentados habían
debilitado la unidad y la situación era tan inestable que Goyeneche, pretextando
la muerte de su padre y problemas nerviosos había renunciado a su puesto.39 Las
regiones de los valles y del Sur se hallaban nuevamente convulsionadas con la
llegada del nuevo ejército auxiliar y se organizaban en sendos grupos regulares
e irregulares para apoyar a Belgrano; sólo La Paz se hallaba controlada por el vi
rreinato peruano.
Mientras el ejército virreinal se envolvía en conflictos internos, la avanzada
del ejército porteño, bajo el mando de Díaz Vélez se asentaba en Potosí. Al mismo
tiempo, el partido de la Patria se había reorganizado frente al ingreso del ejército
auxiliar, a partir de los grupos de caudillos que se habían organizado en diferentes
lugares del Alto Perú. De acuerdo a Luis Paz,
39. a g í Diversos 3. Año 1813, n° 2 D8. Cartas de Goyeneche al Virrey Abascal. Dice que
la situación es estable y que Tacón ha tomado la plaza de Oruro. Escribe lo siguiente: «Mi
estado actual no me permite dar cuenta de la gravedad de los ocurrimientos, no tengo cabeza
para seguir mandando...». También relata que ha habido muchas deserciones sobre todo de
los paceños, a g í . Diversos ÓBIS. n° 5. La salida de Goyeneche del mando del ejército Real
y la crisis del mismo, es un hecho lleno de tensión y que involucró a los más importantes
miembros del gobierno virreinal.
40, Luis Paz, op. cit., tomo II, p. 236.
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GUERRA Y LUCHA POPULAR EN EL A L T O PERÚ
41. Además del cuartel general en Condocondo, Pezuela repartió su ejército en Caracollo,
Sorasora, Poopó, Urmiri. Guancané y Ancacato, controlando todos los pasos desde Chayanta.
a g n Lima. Cajas Reales. Leg. 1153. C 56.
42. Paz, Historia general del alto Perú, hoy Bolivia, 1919, p. 274.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
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GUERRA Y LUCHA POPULAR E N EL A L T O PERÚ
Padilla, Camargo y otros,43 la organización bajó a los grupos más pequeños en una
situación que desgastaba al ejército real. Dice Luis Paz sobre esta etapa:
Era una lucha desesperada contra la propiedad para asaltar los ganados, y con
caudillos y cabecillas que no se acabarían nunca. En el momento que se retira
ba una expedición de un lugar que creía haber dominado con apoderarse de
sus ganados y talar sus campos, volvía a insurreccionarse con nuevos jefes. El
ejército real se gastaba y fatigaba en estas correrías, y las relativas ventajas que
obtenía no compensaban sus sacrificios y sus pérdidas.44
La estrategia del ejército real tuvo que ser modificada. El principal enemigo no
era ya el ejército porteño, sino el numeroso grupo de tropas irregulares, formadas
por criollos, mestizos e indígenas que se ubicaban en los valles, desde Larecaja al
norte hasta Tarija al sur.
A través del Diario de José Santos Vargas, publicado con el nombre de D ia
rio d e un C om an dan te d e la indepen den cia a m erica n a 45 podemos conocer la
historia de uno de estos grupos irregulares, la llamada División de los Valles, más
conocida como guerrilla de Sicasica y Ayopaya. El diario describe, además de los
movimientos y constantes encuentros entre la guerrilla y las tropas realistás, la
forma de organización y las estrategias de lucha dentro de la misma guerrilla.
Roger Mamani en su artículo «Eusebio Lira, el caudillo y el poder»,46 que ana
liza la figura y las estrategias del primer comandante de la guerrilla de Ayopaya,
sostiene que la mayor fuerza de Lira fue precisamente su capacidad para con
vocar a la población indígena de la región. Al preguntarse las razones sobre la
capacidad de convocatoria de Lira, argumenta Mamani que una de ellas fue el
apoyo territorial, es decir, la existencia de relaciones y redes previas, sobretodo
con los pueblos de Mohoza y Cavari, cercanas a donde se hallaba la hacienda fa
miliar del caudillo. A la muerte de Lira, de acuerdo al Diario de José Santos Vargas,
gran parte de los pueblos ubicados en los valles entre La Paz y Cochabamba se
hallaban bajo su mando,
43. A lo largo de 1816, las tropas realistas fueron cercando a los diferentes grupos gue
rrilleros apresando y ejecutando a sus caudillos. En esta etapa fueron muertos los caudillos
Padilla, de la Laguna, Camargo, de Cinti, Warnes, de Santa Cruz, Muñecas, de Larecaja. De los
grandes grupos guerrilleros sólo quedaron con vida Arenales, que tuvo que huir a la Argenti
na y Lira, comandante de la guerrilla de Ayopaya que mantuvo activo a su grupo.
44.Paz, op. cit,, p, 538.
45. Con introducción y estudio de Gunnar Mendoza, Siglo xxi, México.
46. Roger Mamani: «El comandante Eusebio Lira, el caudillo y el poder» en Revista Jiw a-
san Sarnaqawisa, Anuario de Investigación de la Carrera de Historia u m s a , La Paz, 2008,
pp. 95-117.
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
Otro punto importante fue la existencia de una jerarquía militar entre los
combatientes indígenas, con la existencia de oficiales indios con grados de co
mandantes, capitanes, capitanes de indios y sargentos. Entre estos oficiales resal
tan Andrés Simón, comandante general de indios de la patria, y Miguel Mamani,
capitán de indios a caballo, ambos oriundos de Sicasica y con grados paralelos a
los que tenían los guerrilleros criollos y mestizos. La jerarquía implicaba también
una organización estratégica de tipo militar que, de acuerdo con Mamani presen
taba una organización si se quiere paralela entre las tropas criollas y mestizas y
las tropas indígenas. Dice:
Cada compañía tenía su oficialidad propia, es así que cada una de ellas tenía su
Capitán que estaba al mando de la misma, sus Teniente, Subteniente, Alférez,
Sargentos y Cabos, al mando de los cuales se subdividía la tropa, conformada
en su gran mayoría por indios.
La indiada misma tenía su propia oficialidad, ésta estaba encabezada por el Co
mandante General de Indios que fue, como ya lo dijimos, Don Andrés Simón.
Detrás de él venían un sinnúmero de capitanes indios, sargentos y cabos. Los
más insignes de estos eran el Capitán de indios a Caballo Miguel Mamani y el
Capitán de la doctrina de Mohoza, Mateo Quispe.48
La idea de que los indios constituyeron únicamente una masa informe que
apoyaba circunstancialmente a la guerrilla es rebatida por este trabajo que mues
tra, más bien, la existencia no de una subordinación de los indios a los caudillos
de guerrilla, sino de un sistema de alianzas basado tanto en la pertenencia terri
torial -pueblos enteros que se plegaban a la lucha-, como en una organización
estable de carácter militar donde la única diferencia fue el uso de armas. Si bien
existía una división de indios a caballo, dirigida por Miguel Mamani, la estrategia
de lucha de las tropas indígenas fue la del uso de armas contundentes, funda
mentalmente la honda y las piedras, por lo que se ubicaban en las regiones altas
y a los costados de los grupos criollos que portaban armas de fuego. Desde esta
perspectiva, la participación indígena en las guerrillas fue estratégica, al confor
mar sistemas de organización paralelos que seguían a un caudillo criollo-mestizo,
pero que, al mismo tiempo, mantenían a sus propios caudillos indígenas. Pode-
47. Vargas [1852] 1982: 197, citado por Mamani, op cit., p. 108.
48. Mamani, op. cit., p. 112.
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GUERRA Y LUCHA POPULAR E N EL A L T O PERÚ
BIBLIOGRAFÍA
Diablo-Aruwiyiri, 2006.
V a l e n c ia , V e g a A l ip io , El indio en la independencia, La Paz, Imprenta Progreso,
1962 .
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Índice
CAMPESINOS Y TEMBLEQUES: MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN POPULAR
EN LA CONFIGURACIÓN DE LA VENEZUELA REPUBLICANA
Arlene Urdaneta Quintero
Germán Cardozo Galué
Universidad del Zulia
INTRODUCCIÓN1
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S E C O N Ó M I C O S Y S O C I A L E S EN LA I N D E P E N D E N C I A I B E R O A M E R I C A N A
ñarlos o amenazara con apagar la esperanzadora visión de una vida más justa
y prometedora. Lo hizo a través de acciones lideradas por los miembros de los
«partidos» Campesinos y Tembleques que reflejaban las tendencias sociales del
momento, llegando a polarizar la opinión pública en la provincia de Maracaibo,
hoy estado Zulia. Tales acciones colectivas evidencian los alcances de las pro
puestas libertarias y el establecimiento de nuevas instituciones en la transición
del régimen monárquico al republicano. Las diversas formas que adquirieron las
acciones colectivas involucradas en estos movimientos sociales se expresaron
como fuerzas centrípetas y centrífugas locales y regionales en conjunción con
las tendencias nacionales.
Se aspira profundizar el análisis social de este proceso en el marco de la
pedagogía política desarrollada por los sectores dirigentes, difusores del nuevo
ideario nacional, quienes aspiraban moldear al ciudadano a partir de la existen
cia de intereses comunes, tradicionales o creados, para favorecer su continuidad
y acceso al poder. Los diversos colectivos fueron gradualmente asimilando los
alcances de la representatividad institucional republicana e irrumpieron en la
sociedad con renovada fuerza legitimada por los postulados liberales reconoci
dos en las constituciones, y constituyeron un importante factor de tensión en la
configuración del ciudadano republicano.
El detonante fue el proceso electoral convocado por la constituyente vene
zolana en 1830. Acciones individuales, promovidas inicialmente por los «nota
bles», fueron trascendiendo hacia otros grupos, que en pocos meses asumieron
protagonismo; grupos heterogéneos, articulados por relaciones de solidaridad y
motivados por un discurso esperanzados que por su carácter inédito sorpren
dían a los ciudadanos responsables de construir la nación según las leyes repu
blicanas. Los acontecimientos protagonizados por estos colectivos sociales 2 se
radicalizaron en 1834 y 1835, cuando las acciones violentas culminaron con el
apresamiento de las principales autoridades, y luego con una guerra civil para
separar la provincia de Maracaibo de la nueva República de Venezuela, así como
el restablecimiento de Colombia.3
2. En este caso no se trata de colectivos sociales lato sensu y considerados como for
mas de asociación de individuos que resultan del ejercicio profesional o prácticas religiosas.
Hablamos stricto sensu de colectivos sociales de carácter coyuntural y temporal, articulados
para alcanzar un objetivo común, organizado, inicialmente a partir de individualidades que
emergen en la corta y mediana duración como líderes para enfrentar a determinados adversa
rios, lograr negociaciones políticas, impulsar obras de interés personal o público, entre otras
demandas resultantes de las contradicciones propias de una sociedad desigual. Colectivos,
aglutinados en bandos diametralmente opuestos, donde la claridad doctrinal se pone en
duda, dado su carácter espontáneo y difuso además de la gran movilidad de sus miembros
entre una fracción y otra.
3. En esta ponencia se presentan reflexiones fundamentadas en el estudio de un proceso
local que exige precisiones descriptivas; no se omiten ni olvidan los referentes contextúales
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CAMPESINOS Y TEMBLEQUES: MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN
EN LA ANTESALA DE LA REPÚBLICA
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LA C O R O N A EN L L A M A S . C O N F L I C T O S ECONÓMICOS Y SOCIALES EN LA I N D E P E N D E N C I A IBEROAMERICANA
ñas autoridades locales fue aquella una de las causas del empobrecimiento de la
provincia. Además, la disminución de ingresos se vio agravada por el compromi
so de sufragar los gastos de tres compañías de tropas para salvaguardarla de los
ataques de los filibusteros.7
A diferencia de la provincia de Caracas,8 la de Maracaibo se había visto en la
necesidad de sobrecargar a la población con elevados y variados impuestos so
bre productos destinados para el comercio y consumo como la sal, azúcar, carnes
y otros frutos con la pretensión de incrementar los ingresos y atender los asun
tos públicos. Es probable también que, por consejo del intendente Saavedra, al
frente de la Capitanía General de Venezuela, sobrevinieran recortes en los gastos
públicos y despidos entre los empleados públicos, para «hacer economías» y por
considerar algunos «empleos inútiles y ociosos» (mal pagados y por tanto pro
pensos a «vender su obligación»); aquella autoridad también sugería eliminar la
cuarta compañía veterana, pues «pocos gastos de defensa necesita una provincia
que por pobre difícilmente tentará al enemigo».9
Los informes de José Domingo Rus, representante de la provincia de Mara
caibo en las corte de Cádiz entre 1812 y 1814, ofrecen una visión más amplia de
la sociedad marabina. En pequeños poblados, esparcidos en el amplio territorio
que circunda el lago de Maracaibo, estaban distribuidas más de ciento seis mil
almas, de las cuales unas cuarenta mil estaban ubicadas en la ciudad-puerto de
Maracaibo.10 La numerosa población indígena, no incluida en el cómputo ante
rior, era en su mayoría guajira (w ayúu)\de unos cuarenta mil de ellos, catorce mil
eran guerreros belicosos y dominaban amplios territorios junto con los caribes
(motilones) ubicados al occidente y sudoeste de la cuenca; se mantenían «a dis
tancia» de la sociedad mestiza criolla por las barreras naturales que imponía el
medio o por las fronteras militares establecidas como «la línea» de Sinamaica para
mantener bajo control a la temida nación w ayúu .11Algunos eran comprados en
Maracaibo por familias «con recursos» y se dedicaban a actividades domésticas
o de servicio en condiciones de esclavitud, aunque no eran considerados legal
mente como tales; eran los «recogiditos» a los cuales se les salvaba de la barbarie
cristianizándolos y civilizándolos.
La presencia de población esclava negra no era tan numerosa en la provincia
a causa de la decadencia de la producción cacaotera; por esta misma causa los
«morenos» que se dedicaban a esta actividad en el cantón Gibraltar vivían en
7. Ibid, p. 501-502.
8. Mckinley, Caracas, 1993.
9. Saavedra, «La provincia de Maracaibo en 1791 según un informe...», en Leal, op. cit.,
1984, p. 503.
10. No se cuenta con datos oficiales sobre la población para estos años, son estimaciones
derivadas de informes de autoridades emitidos en distintos momentos,
11. Paz, «La sociedad wayúu», 2000.
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CAMPESINOS Y TEMBLEQUES: MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN
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egoístas quienes suspiran por España «al considerarse destituidos de ciertos gajes rateros, que
en tiempo habían». El Correo Nacional, Maracaibo, 16 de junio de 1821, n° 2.
18. Várela, «Estructura», 1995, p. 67
19. Las leyes republicanas venezolanas a partir de 1819, en consideración a la importan
cia de la guerra y el rol mesiánico de las tropas libertadoras comandadas por Simón Bolívar,
habían dado una significativa importancia al ciudadano-soldado que luego se transfiguró
en soldado-ciudadano: «el título de militar autorizaba el paso de la condición de ciudadano
pasivo a la de ciudadano activo. Este reconocimiento público de los militares expandió sus
deberes más allá de lo estrictamente relacionado con el ejército. De defensores de la patria
pasaron a convertirse en sostenedores del poder instaurado» aspecto que comenzó a cambiar
a partir de la constitución de 1830. Hébrard, «Ciudadanía», 1999, p. 137.
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CAMPESINOS Y TEMBLEQUES: MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN
importar color de la piel ni origen notable. Parece ser otra historia lo relativo a
los niveles de participación cuando se da la convocatoria a elecciones según las
leyes aprobadas por el congreso constituyente. Por primera vez, las mayorías no
sólo tuvieron la posibilidad de acceder a los escenarios públicos y participan en
la designación de las nuevas autoridades, muchos ocuparon por meses los nue
vos cargos de empleados públicos al apropiarse del proceso; aspecto que lucía
muy esperanzador en una sociedad deprimida económicamente.
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bando Campesino, y los Tembleques los seguidores del primer colegio electoral defendidos
enérgicamente por Ramón Troconis con quien era imposible razonar. Él sería el líder de los
Tembleques, a cuya causa iría sumando progresivamente otros seguidores.
22. En diciembre de 1830 en un artículo titulado «Elecciones» se evidenciaba la preocupa
ción sobre este tema. Se señalaba«... ¿cómo podríamos un sólo instante mirar con indiferencia
la suerte de nuestro cantón, de esta provincia, la nuestra propia individual, que va a depender
casi del todo de la Diputación de Maracaibo? ¿Y esta Diputación podrá corresponder a los
objetos que se ha propuesto el legislador, y a las esperanzas del pueblo, si los electores hacen
el nombramiento de diputados en ciudadanos ineptos, desaplicados o corrompidos? ¿Y estos
electores no obrarán de ese modo, si ahora los sufragantes parroquiales dan su voto para tal
destino en personas que están marcadas con semejantes defectos?», El Atalaya, Maracaibo,
12 de diciembre de 1830, n° 3. (Cursivas de los autores.)
23. a r p e z . En este cantón se habían registrado tempranamente manifestaciones por los
cargos locales. A modo de ejemplo se puede destacar cómo en el 29 de julio de 1820 en el
puerto lacustre de San Pedro se vio sorprendida la población por la estrepitosa entrada en la
iglesia del teniente de justicia Sebastián de la Barrera, quien acompañado de otros morenos,
que como él, formaban parte del partido Senú a cuyos miembros se les había ofrecido la
«pretensión de ser ciudadanos» a cambio de su continuidad en el cargo; en un espontáneo
acto de nueva juramentación de la Constitución monárquica y con el deseo de demostrar su
poder, daban «voces» y armaban «algarabías». Barrera, autoproclamado como «padre de los
morenos» trastocó el tradicional orden en la ubicación de las bancas de la iglesia colonial,
levantó de los sitiales de preferencia a sus habituales ocupantes (algunos blancos que aún
quedaban en la región y otros morenos, «cosecheros y labradores») y sentó a «su gente». Si
este acto no había sido convincente, se dedicó junto con sus partidarios a cantar, bailar y a
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CAMPESINOS Y TEMBLEQUES: MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN
contra quienes consideraban sus enemigos, afirmaban así los autores del pasquín
firmado por «Unos hijos del país»:
amenazar a los posibles opositores con disparos al aire al frente de sus casas. Algunas de las
décimas recogidas en el expediente rezaban: «dicen los habladores / que muera la calavera
/ vivan las constituciones / viva el capitán Barrera». Prometiendo bailes y licor recitaba: «le
vántate amigo mío / levántate compañero / viva la constitución / viva el teniente Barrera».
Expediente judicial en contra del teniente Barrera en Sección Criminales, n° D-02-03
24. «Al respetable público de Maracaibo. Necesaria es la luz, para los envueltos en tinie
blas», Gibraltar 8 de abril de 1831, impreso por Fernando Garbiras. Este cantón marabino fue
uno de los más contestatarios, hasta bien avanzado el siglo xix; se dedicó a expulsar a las
autoridades blancas «impuestas por Maracaibo», al son de tambores y blandiendo machetes
amenazadores al ritmo de los Chimbangueles (baile al toque de tambores); las nuevas autori
dades arrinconadas en el muelle lacustre del puertecillo no tenían más opción que embarcar
se con sus familia de regreso a su ciudad de origen. Las leyes republicanas habían legitimado
a estos morenos como propietarios y ciudadanos, muchos de ellos se habían autoliberado.
25. En este ínterin nombraron nuevas autoridades. En algunos casos los elegidos se resis
tieron a ocupar los cargos alegando la ilegitimidad de las elecciones; en consecuencia fueron
apresados.
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Tres años antes habían circulado pasquines que revelaban los conflictos en
tre mestizos y blancos, identificados los primeros con sectores de la milicia des
contenta por la separación de Colombia. Convocaban a actos violentos contra
los blancos y la nobleza; señalaban los pasquines «desfijados» de puntos estraté
gicos en la ciudad: «no más nobleza», son una «caterva de picaros que nos ha es
clavizado habiéndolos hecho libres», «unos ladrones, alerta contra esos blancos».
Se preguntaban «¿hasta cuándo negros, zambos y mulatos? ¿Hasta cuando nos
26. agn v, Sección de Interior y Justicia, t. XXIX, ff. 266-266 v. (La cursiva es mía.)
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han de mandar esos perversos blancos? Nosotros hemos formado a la patria para
ellos y nos hemos quedado sin virgo y sin dinero, pero infelices para quien nos
están robando nuestros derechos, vida y hacienda».27
El sector mestizo, ocupado en actividades artesanales o de servicio, era un
numeroso sector en pugna que enfrentaba no sólo a las autoridades caraqueñas
sino también a los «notables» marabinos, sus explotadores. En otro pasquín se
acusaba abiertamente a los propietarios Manuel J. Amador y a Lucas Baralt como
individuos sin moral por adular y plegarse a las autoridades caraqueñas, las cua
les, sistemáticamente, arremeten contra el pueblo:
... Si el gobierno más sabio y más vigilante, no tuviese otro objeto más que el
de hacer sus súbditos dichosos, no se verían en Maracaibo tantos vagos, ambi
ciosos, malhechores, ladrones y asesinos como los que infestan la sociedad. La
moral del pueblo es muy poco considerada en este país; y el gobierno no se
ocupa más que de hacerlos enteramente desgraciados por su poca energía. Aquí
el hombre honrado es esclavo de picaros y pendolistas, pues ya hemos palpado
que no es dueño de gozar libremente del fruto de su trabajo por arrancarlos con
impuestos, imaginarios y perversos, lo poco que posee... 28
27. a r f e z , Sumaria criminal sobre conspiración instruida en contra de Alejo Soto en el año
de 1830, Sección Criminales D-20-13.
28. a g n v, Sección de Interior y Justicia, t. XXIX ff. 293-293 v. (La cursiva es mía.)
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CAMPESINOS Y TEMBLEQUES; MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN
Por tanto señores, tengamos juicio. Escríbase por la prensa lo que nos ilustre y
dejémonos de poner leña al fuego para que nos abrasemos. No ignoro lo que
ha pasado como Argos que he sido de todo, por lo mismo siento que los males
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31. «Suspensión de opiniones electorales», Maracaibo, 1831, impreso por Fernando Garbi-
ras. Señalaba algunas de las tendencias presentes en los diferentes escenarios del conflicto.
32. «Don Aniceto Serrano. Estudios biográficos e históricos del 1834 a 1844», diez artícu
los publicados secuencialmente en el periódico maracaibero Las Noticias durante el mes de
enero de 1892, núm. 424-431.
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CAMPESINOS Y TEMBLEQUES: MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN
Éste, como líder, temblaba de ira y coraje al hacer sus presentaciones públicas.
Se entremezclaba con el pueblo común en los mercados, galleras, calles, plazas
de los barrios, muelles y, desde sus propios escenarios, en campaña permanente,
se hacía notar con su voz impetuosa y con discursos incandescentes al criticar a
«los otros» contraponiéndolos a un «nosotros» haciendo alarde de contar con las
soluciones efectivas en beneficio de todos. En este discurso de confrontación,
se fue definiendo este orador; encarnación de la política moderna, quien con su
temperamental comportamiento le dio el nombre de Tembleques a dicho grupo
y que gradualmente se convirtió en el referente identitario de quienes luchaban
por un trato más justo y reivindicaciones sociales.
Por el contrario, el nombre del bando opuesto, Campesino, no hacía alusión a
las masas que se desempeñaban en las actividades del campo. Nada más alejado
de la realidad en una ciudad portuaria, tan árida como sedienta, imposibilitada
para desarrollar una provechosa actividad productiva que fuera más allá del cul
tivo de frutas y verduras para el consumo local. Una ciudad dinamizada por las
actividades comerciales y de servicios necesarias para atender las demandas de
locales y visitantes favorecidos por las ventajas ofrecidas por el lago de Maracai
bo. Los del bando C am pesino eran la antítesis de lo que su nombre presumía:
propietarios de hatos ubicados en las zonas más frescas de la planicie de Mara
caibo, se dedicaban en sus ratos de esparcimiento^ hacer política. Se reunían,
conspiraban y acordaban las acciones que seguir que luego eran comunicadas a
sus leales en la ciudad por sus trabajadores o «campesinos», con un ininterrum
pido tránsito epistolar.
Por tanto, el apelativo otorgado al «partido» Campesino aludía a los sectores
más privilegiados de la ciudad, a las familias más encumbradas, aliados entre sí
durante centurias para conservar y acrecentar fortuna. Bando al que se sumaban
otros sectores sociales intermedios que también dependían de esta actividad co
mercial para sus pequeños negocios: consignatarios, revendedores, proveedores
y ejercían otras funciones de servicio, además de aquellos que disfrutaban de
un sueldo como empleados públicos, y otros más que dependían directamente
de su patrón. Respondían a la línea establecida por la necesidad de mantener el
orden y garantías institucionales.Tal fue «el pueblo» que soportaba a los Campesi
nos, protagonistas de los enfrentamientos con los Tembleques, que en ocasiones
tenía desenlaces fatales; los motivaba la defensa de un statu qu o garantía de
supervivencia.
Entonces, Campesinos representaba a los ricos, ilustrados, políticos experi
mentados, los blancos, la nobleza, los notables y todos aquellos que garantiza
ban el orden, la estabilidad, y la continuidad, sostenían un discurso liberal en
lo político pero conservador en lo social, identificándose con las tendencias de
liberales y conservadores sin distinción alguna. Además en Caracas se debatían
por el control del Estado. Por su parte,Tembleques aglutinaban a las nuevas au
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toridades, sectores emergentes, a los que aspiraban ser empleados públicos, a los
descontentos, los desesperanzados y aquellos que a toda costa estaban dispues
tos a defender la esperanza que el señor Troconis ofrecía, aunque para ello tu
vieran que «torcer» las leyes y «obligar» a las instituciones. Grupos heterogéneos
y difusos, difíciles de identificar en cuanto no respondían a una organización de
gobierno; se los identifica cuando unos se refieren despectivamente a los otros y
cuando coyunturalmente se expresaban a través de las movilizaciones.
Para los actores sociales del momento, lo que sucedía respondía a dos visio
nes totalmente distintas de un mismo hecho, las posiciones más radicalizadas
resumían las opiniones.Así, para los Campesinos era un producto del «dogma mal
entendido y mal aplicado de la soberanía radical», que es el «predicamento de
la anarquía, el arma de las facciones» que deslegitima al gobierno establecido.33
Para los Tembleques «todo es para acabar con nosotros, pero el supremo acabará
con vosotros... los verdaderos criminales y los que merecéis la horca por sus
arbitrariedades a mano absoluta con que habéis usurpado la mano del pobre».34
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CAMPESINOS Y TEMBLEQUES: MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN
36. Se publicaron en 1834 periódicos para defender una y otra causa. En apoyo a los
Campesinos La Cotorrera, y El hijo del Rayo y a favor de los Tembleques El Follón; lamenta
blemente no fueron localizados. Pineda, 100 años, 1994, pp. 17-19.
37. Estas limitaciones administrativas fueron en la práctica parcialmente atenuadas con
la creación de impuestos provinciales y municipales, al igual que por empréstitos forzosos
a los lugareños.
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ñera se concretaba la ley orgánica de provincia que había establecido las moda
lidades de la fórmula mixta de la constitución.38
Los cambios estructurales introducidos por la república estuvieron sellados
por el modelo centro-federal. La autonomía municipal se encontraba entorpeci
da y limitada por el complicado sistema político que regía las provincias; con ello
también se limitaba el acceso a los cargos concejiles y otros del poder local. Era el
origen del caos administrativo que hasta el momento había vivido el país: se «fió a
las diputaciones provinciales toda la parte legislativa del poder municipal, y a los
gobernadores la parte ejecutiva de ese mismo poder; pero hizo a las diputaciones,
además de responsables por sus actos, dependientes del congreso general, y a los
gobernadores, dependientes del poder ejecutivo, como sus agentes naturales e
inmediatos, a la vez que, como primeros magistrados en sus provincias, debieran
ejercer con independencia sus funciones municipales».39
En 1834, la actitud del alcalde Enríquez, el «Tembleque más odiado»,40 res
pondía a la necesidad de conservar las redes solidarias y lealtades entre sus par
tidarios en función de las relaciones de dominio favorecidas por la organización
político administrativa de la provincia. Para los Campesinos su actuación era cla
ra evidencia de una nueva maniobra de su bando para controlar el resultado de
las elecciones primarias y con ellas los tan añorados empleos; se señaló como su
cómplice al gobernador de la provincia, Ramón de Fuenmayor, quien, informado
de lo acontecido según refirió el síndico procurador Manuel Freitas en su expo
sición a la diputación provincial, «desatendiendo la evidente justicia del reclamo,
dejó violada la ley, y se declaró incompetente, favoreciendo de este modo al par
tido que había cometido aquel atentado». Este comportamiento era considerado
como intencional, «con el fin malicioso de coartar la libre expresión de la volun
tad general, y que los ciudadanos que lo componen continuasen repartiéndose
entre sí los destinos de la provincia y gozándola cual si fuese una cautiva que
le hubiese tocado en botín (para usar la expresión de un héroe de la patria) o
como si ella fuera el patrimonio de esa oligarquía su opresora».41Ante este estado
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CAMPESINOS Y TEMBLEQUES: MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN
de cosas, los Campesinos optaron por dirigirse una vez más al ejecutivo nacional,
haciendo formal la denuncia contra el alcalde Enríquez.
De nuevo, como había ocurrido en 1831, el elemento detonante de las ac
ciones conflictivas fueron las elecciones, más por su significado de movilidad
social que por constituir un espacio de participación democrática; la construc
ción del lenguaje identificador de los unos para distinguirse de los otros estaba
relacionada con las modalidades de intervención en los procesos electorales. Los
líderes hacían gala, en distintos puntos de la ciudad, de su capacidad oratoria con
discursos «incendiarios» destinados a exacerbar los ánimos; en contacto directo
con las masas, daban muestras evidentes de valentía y arrojo para distinguirse
de sus opositores. Para este momento, cualquier pretensión de continuidad en
el poder o acción destinada a controlar las elecciones era interpretada bajo la
consideración de los sucesos ocurridos desde 1831 y los resentimientos de gru
pos; como repuesta se activaban las antiguas solidaridades y lealtades, a medida
que se promovían acciones para alcanzar objetivos diametralmente opuestos e
irreconciliables.
Mientras se esperaba la respuesta del gobierno central, los ánimos se caldea
ron azuzados con la publicación de periódicos y pasquines para hacer públicas
denuncias en contra del bando contrario; acciones espontáneas de protestas o
tumultos en distintos puntos de la ciudad expresaban el malestar popular, sobre
todo de los Tembleques excluidos por la nulidad de las elecciones. Esta práctica
originada a inicios de la república impactaba a los colectivos, inundados de con
ceptos liberales contrapuestos a apelativos donde se «denigraban los conceptos
más sanos, las reputaciones más bien cimentadas».42
En este clima de confusión llegó la respuesta del ejecutivo sobre el proceso
inducido por Enríquez; las elecciones fueron declaradas ilegales con lo cual se
daría de nuevo inicio al proceso electoral. Las elecciones se dieron el primero
de agosto con un claro triunfo Campesino. Sin embargo, al querer el gobernador
actuar directamente para controlar el conflicto e intervenir en las elecciones, los
Campesinos lo encarcelaron en el Castillo de San Carlos. Para reforzar la decisión,
se ampararon en una representación remitida al ejecutivo nacional firmada por
más de trescientos «padres de familia y vecinos» donde se solicitaba la deposi
ción del gobernador por pertenecer al bando Tembleque.43Alegaban que con su
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47. a g n v, Informe del Ejecutivo nacional, Sección de Interior V Justicia, t. XCIII, f. 420.
48. a g n v, Oficio enviado al Despacho de Guerra y Marina. Sección de Interior y Justicia,
t. CVIII, f. 262-264.
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sostienen con calor su partido: que esta es una verdadera lucha de la demagogia
y el populacho contra la mayor y más sana parte de esta población.49
49. a g n v, Informe del general Rafael Urdaneta, Sección de Interior y Justicia, t. CVIII,
f. 227-228. (La cursiva es mía.)
50. Pérez Vila, «El Gobierno», Política, 1976, p. 58.
51. González Guinán, Historia, 1954, p. 263.
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CONCLUSIONES
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A R C H IV O S
BIBLIOGRAFÍA
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CAMPESINOS Y TEMBLEQUES: MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN
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