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2019 SOCIOLOGÍA

CBC- PROFESOR:
MANUEL
WAINFELD
CÁTEDRA SAMECK-VÁSQUEZ

DESIGUALDADES ENTRE LA MUJER

Y EL HOMBRE

A lo largo del tiempo y de la historia- en todos los órdenes culturales y estratos sociales -esta discusión
siempre estuvo vigente. Hoy, en pleno siglo XXI, aún continuamos hablando de conquistar derechos,
espacios, reconocimiento, valía…devanándonos en romántico y definido equilibrio entre la sociedad,
desarrollo personal y aporte a la misma del mal llamado “sexo débil”. Aún es objeto de estudio de
estudio el rol de la mujer en una sociedad que pretende ser más justa, equilibrada y más equitativa para
sus actores.
LA MUJER Y LA EDUCACIÓN HASTA EL SIGLO XXI

En la Baja Edad Media, además de los clérigos y monjes, también algunas mujeres contaban con una
buena educación. Las oportunidades para la educación, la administración y la literatura de que
disponían se restringían a aquéllas que deseaban abrazar el celibato o de laicas, evidentemente
nobles[1]. Sabían leer y escribir, pero su objeto era ser la primera maestra en la alfabetización de la
prole. La educación intelectual, que recibe la mujer, no es propiamente tal, sino más bien una
profundización, sobre la base de diversas autoridades, en ciertos temas relacionados con la
religión y la moral. Se insiste en que esta educación será un mero complemento, pues lo
realmente fundamental es que la mujer se inicie en el desempeño de ciertas tareas (hilar,
labrar, guisar, etc.) que son necesarias para toda ama de casa, pues la mujer ha de
prepararse para el futuro, y su futuro será el de esposa y madre. Se sacralizan las relaciones
sociales y para la mujer, los saberes se mantendrán limitados al universo doméstico, los que se
adquieren en la casa, junto a la madre. A las niñas se les concede un saber incompleto y enormemente
vigilado. El destino de la mujer, de la mayoría, consiste en aprender en la casa, en el regazo materno,
todo lo que incumbe a la cotidianidad de una madre de familia: la cocina, los cuidados de la casa, el
manejo del hilo, las agujas, la lana, los tejidos. En el campo, a estos trabajos de interior hay que
agregar el cuidado de las aves, pero, tanto en el campo como en la ciudad, cuando la pareja se
moviliza para la misma tarea – sea agrícola, comercial o artesanal – la pequeña se inicia en la
actividad familiar. Para algunas, la casa se convierte en el centro de aprendizaje profesional. El destino
femenino, sujeto a la función reproductora vital condiciona los recursos que se invierten en la
educación de las niñas. Éstas deben ser madres, y puesto que serán madres, hay que inculcarles, para
que transmitan los valores religiosos y morales que fundan el cuerpo social. La mayoría de las
mujeres del Renacimiento acababan siendo madres, y la maternidad era su profesión y su
identidad.
La mujer ideal que trazan los humanistas se centra en la discreción, en la prudencia. Una
mujer callada, recatada, casta, fiel, modelo que se repite inmutable siglo tras siglo. La
inferioridad de la mujer respecto al hombre se demuestra a través de la ciencia, que
reafirma la superioridad del varón y la justificable subordinación de la mujer.

“¿Es la mujer una obra imperfecta de la naturaleza?


“Allí donde se mire allí está ella con su infinita presencia: del siglo XVI al XVIII, en la
escena doméstica, económica, intelectual, pública, conflictual e incluso lúdica de la
sociedad, encontramos a la mujer. Por lo común, requerida por sus tareas cotidianas
[...]. Presencia concreta en la realidad de los días, resulta también asombroso
descubrir hasta qué punto ocupa el campo de los discursos y de las representaciones
el de las fábulas y los sermones, incluso en el mundo científico y filosófico. Mucho se
habla de ella, incansablemente, a fin de poner el universo en orden [...]. El discurso
no explica la realidad de su presencia; ciego, sólo la ve a través de una imagen, la
de la mujer que corre el peligro de volverse peligrosa por sus excesos. Ella, tan
necesaria por su función esencial de madre. El discurso no la muestra, la inventa, la
define a través de una mirada sabia (por tanto, masculina) que no puede dejar de
sustraerla a sí misma [...]”.[6]

Este texto resume claramente la problemática que supone para el hombre el nuevo proceso lento

de incorporación y, un tanto, invasión de la mujer a la esfera de lo público.

La necesidad de un avance es imprescindible y urgente. Sin embargo, el recurso a soluciones


apresuradas no favorece a las mujeres. La tarea de este pontificado es aún más difícil al estar marcado
por la conciencia de que, como afirma Francisco, «el tiempo es siempre superior al espacio». La eficacia
de su trabajo en favor de las mujeres se mueve a través de un delicado ejercicio de
discernimiento,que debe identificar lo que puede y debe hacerse de inmediato y lo que, sin embargo,
requiere una gestación prolongada en el tiempo.

Algunos objetarán que las mujeres ya han esperado lo suficiente y que más retrasos no son tolerables, que
la paciencia de la mujer en muchas situaciones eclesiales ha llegado al límite, que las mujeres esperan un
avance por parte del Papa Francisco, conociendo su gran atención hacia ellas. Algunos cambios
sustanciales –a día de hoy– podrían ser introducidos en la Iglesia, tanto en la Curia Romana, como en las
universidades pontificias y en los tribunales eclesiásticos, así como en los seminarios, parroquias y en los
más diversos contextos eclesiales. Es decir, ya hay lugares y espacios donde la presencia de la mujer, su
plena participación en el signo de la igualdad bautismal podría convertirse en una parte integral de la
normalidad de la vida en la Iglesia.

ante estos siglos, las mujeres conformaron en todo momento minoría de los que se dirigían al público
por escrito: pero una minoría que llama la atención. Los géneros abiertos a la expresión femenina se
ampliaron con el transcurrir de los siglos, proporcionando un marco de oportunidades siempre
crecientes para la reproducción y transmisión de la voz femenina. En estos siglos en los que se asistió
al deterioro del status legal y económico de las mujeres, a la conversión de las mujeres en víctimas,
llevada a cabo por los cazadores de brujas y por los inquisidores[7], los cerrojos de las puertas, tras
las que las mujeres permanecieron mientras que los varones exploraban y conquistaban, también
oyeron la voz de la protesta.

Los autores masculinos respondieron a la agresión femenina en el campo cultural. La vieja


tradición de la literatura misógina[8], que se había plasmado en un gran conjunto de obras, se
perpetuó durante el Renacimiento, en el agónico juego de defensa y ataque, más conocido bajo su
denominación francesa de querelle des femmes[9]. Los supuestos tradicionales sobre la inferioridad
de la naturaleza femenina y, por consiguiente, sobre la necesidad de controlar y subordinar a las
mujeres fueron la base de las querelles des femmes. En este debate sobre la valía de las mujeres
participaron los eruditos de las cortes durante casi trescientos años.

La educación era pieza clave en el pensamiento y argumentación de todas aquellas que, entre los
siglos XV y XVII, decidieron defender a las mujeres. Eran tajantes en valorar tanto su propio
conocimiento como la educación que esperaban garantizar a otras[10]. Encomiaban los placeres del
estudio y se declaraban partidarias del desarrollo del intelecto femenino además del masculino.[11]

ACCIONAR HEROICO DE LAS

NIÑAS DE AYOHUMA

Las Niñas de Ayohuma

La Asociación Nueva Argentina teniendo entre sus ejes Educación y Rescate Cultural Proyectivo, a través de su
Presidente el Licenciado Ángel Walter Arjona, recuerda en esta oportunidad a las “Niñas de Ayohuma”, mujeres que
pasaron a formar parte del gran historia argentina, aunque no suficientemente reconocidas por su amor y entrega
desinteresada a la patria.

Las mujeres más nombradas y menos conocidas fueron las que la historia denominó genéricamente “las niñas de
Ayohuma”. Pero, ¿quiénes fueron? ¿Tenían nombre? ¿Qué hicieron?
Según la tradición fueron las niñas de Ayohuma quienes asistieron a los soldados heridos durante el combate librado en
ésas pampas. Eran soldados del ejército patrio al mando del General Manuel Belgrano, que venía de ser derrotado en
Vilcapugio y ahora lo era en Ayohuma (actual territorio boliviano). En la Revista Crónica Histórica Argentina Nº 18 del
año 1968, bajo el título “Anciana y Mendiga” se lee el siguiente artículo:
Deambulando por la Plaza de la Victoria, o en los atrios de San Francisco, San Ignacio o Santo Domingo, podía verse en
1827 a una anciana mendiga, de tez morena; al pasar a su lado, se la oía pedir limosna con voz cascada y débil. Se
alimentaba con los restos de comida y el pan que le daban en los conventos. Esta mendiga se llamaba María Remedios
del Valle.

Cierto día acertó a pasar a su lado el general Juan José Viamonte. Este, después de mirarla detenidamente, le preguntó
su nombre. Al oírlo se volvió a sus acompañantes: “Esta es ‘La Capitana’, dijo, ‘La Madre de la Patria’, la misma que nos
acompañó al Alto Perú. Se trata de una verdadera heroína”. Y cuántas veces la anciana había golpeado a la puerta de la
casa del general pidiendo verlo, para ser sistemáticamente despedida por los criados!.
Viamonte no la olvidó. Cuando fue elegido diputado a la Sala de Representantes presentó ante ésta, el 25 de setiembre
de 1827, una solicitud de pensión por los servicios prestados en la guerra de la Independencia”. La Comisión de
Peticiones recomendó a la Sala se aprobara el siguiente proyecto de decreto: “Por ahora y desde esta fecha la suplicante
gozará del sueldo de Capitán de Infantería, y devuélvase el expediente para que ocurriendo al P. E. tenga esta resolución
su debido cumplimiento”.Pero la presidencia de la sala pospuso la consideración del proyecto a la de otros asuntos que
parecían más urgentes.
El 18 de febrero de 1828, Viamonte consiguió que se llevara el proyecto a la consideración de la Legislatura. Leída que
fue la solicitud, algunos diputados pidieron mayores informes y, además, alegaron que la Sala de Representantes de la
Provincia de Buenos Aires no tenía facultad para otorgar recompensas por servicios prestados a la Nación.

Entonces se levantó el general Viamonte y expresó: “Yo no hubiera tomado la palabra porque me cuesta mucho trabajo
hablar, si no hubiese visto que se echan de menos documentos y datos. Yo conocí a esta mujer en el Alto Perú y la
reconozco ahora aquí, cuando vive pidiendo limosna… Esta mujer es realmente una benemérita. Ha seguido al ejército de
la Patria desde el año 1810, y no hay acción en el Perú en la que no se haya encontrado. Es bien digna de ser atendida
porque presenta su cuerpo lleno de heridas de bala, y lleno también de las cicatrices por los azotes recibidos de los
enemigos, y no se debe permitir que deba mendigar como lo hace”.
La Sala se conmovió ante la declaración de Viamonte, y otro diputado se alzó exclamando: “¡Esa infeliz mujer es una
heroína! Y si no fuera por su condición de humilde se habría hecho célebre en todo el mundo”. Por su parte, el
representante García Valdés refutó la objeción sobre las atribuciones afirmando que la Provincia pasaría por cruel e
insensible si esperaba a que la Nación se organizase para premiar esos servicios.
Entonces tomó la palabra el doctor Tomás de Anchorena, quien había sido secretario del general Belgrano en la campaña
del Alto Perú. “Esta mujer -expresó- participaba en todas las acciones con tal valentía que era la admiración del general,
de los oficiales y de toda la tropa. Era la única persona de su sexo a quien el riguroso Belgrano permitía seguir la
campaña del ejército, cuando eran tantas las que lo intentaban. Ella era el paño de lágrimas, sin el menor interés, de
jefes y oficiales. Todos la elogiaban por su caridad, por los cuidados que prodigaba a los heridos y mutilados, y por su
voluntad esforzada de atender a todos los que sufrían. Su misma humildad es lo que más la recomienda”.

La Sala resolvió reconocerle el sueldo correspondiente al grado de Capitán de Infantería, a abonársele desde la fecha en
que inició su solicitud ante el Gobierno. Asimismo, dispuso nombrar una comisión que redactase y publicase una biografía
de “La Capitana” y diseñase los planos y estableciese el presupuesto de un monumento que habría de erigírsele.

Pero María nunca cobró un centavo, ni tuvo biografía ni monumento. El expediente que contiene el decreto aprobado por
unanimidad quedó sepultado en alguna pila de papeles y nunca fue despachado. La heroína siguió mendigando y murió
en la miseria.
Al menos una Niña de Ayohuma tiene nombre: María Remedios del Valle y un rango figurativo: La Capitana. Pero, cruel
destino, fue una mendiga más en el Buenos Aires que ajeno a su entrega, le dio la espalda. Sea este recuerdo una flor
para su memoria.

Redacción
Asociación Nueva Argentina

María Remedios del Valle, madre de


la patria argentina.

Resumen Latinoamericano/ 30 de enero 2018

Cuando la generación del ´80 sintió la necesidad de recomendar la Argentina en Europa,


entendió que debía ofrecer un país “blanco” o en proceso de blanquearse rápidamente,
casi europeo en mentalidad y costumbres, para hacerlo más apetecible en el viejo
continente a los que quisieran poblarlo o invertir en él.

Nada de indios, nada de negros. Pero hubo un problema inesperado que debieron superar y
lo hicieron rápidamente: El padre de la Patria era San Martín, aunque antes había sido
Bernardino González Rivadavia gracias a la influencia de Bartolomé Mitre. Sobre San
Martín pesa alguna duda sobre sus verdaderos ascendientes, se sostiene que era hijo de
una indígena, y don Bernardino no era de “raza pura”. Pero la “madre de la patria” era una
negra, una “parda” como se decía entonces de acuerdo con la clasificación de castas para
diferenciar a los negros de los mulatos, que se designaban como “morenos”.

La república modelo de Sudamérica, que tenía el nombre de la rutilante plata de Potosí, el


metal blanco, no podía tener una madre negra. Había que esconderla y la escondieron sin
remordimientos filiales.

Se borró entonces hasta ahora la memoria de María Remedios del Valle, nacida en Buenos
Aires entre 1766 y 1767, capitana del ejército del Norte de Manuel Belgrano, participante
de la resistencia en las invasiones inglesas, esposa de un muerto en guerra y madre un
hijo propio y de otro adoptivo que sufrieron igual destino, al que ella misma escapó por
casualidad.
Remedios era una argentina de origen africano, descendiente de esclavizados. Fue
auxiliar en las invasiones inglesas y acompañó después de la revolución de 1810 como
auxiliar y combatiente al ejército del Norte en toda la guerra de Independencia. Se ganó a
fuerza de coraje y arrojo en la batalla, y de entrañable cariño por los enfermos, heridos y
mutilados en combate, el título de “capitana” y de “madre de la patria” como empezaron a
llamarla los soldados caídos y luego repitieron los generales.

Durante la segunda invasión inglesa al Río de la Plata, auxilió al Tercio de Andaluces,


cuerpo de milicianos que defendieron la ciudad.

El 6 de julio de 1810 Remedios se incorporó a la marcha de la sexta compañía de artillería


volante del regimiento de artillería al mando del capitán Bernardo Joaquín de Anzoátegui,
acompañando a su marido y sus dos hijos, que murieron en la guerra.

Ella siguió sirviendo en el ejército como auxiliar durante el avance al Alto Perú, en la
derrota de Huaqui y en la retirada que siguió.

El día anterior a la batalla de Tucumán se presentó ante Belgrano para pedirle le


permitiera atender a los heridos en combate. Belgrano había superado su fama de
señorito ganada con sus prendas escogidas adquiridas en Europa y su voz aflautada,
gracias a su espíritu de sacrificio y su compenetración con las necesidades de la tropa.
Tenía fama de severo y no admitía por disciplina mujeres que siguieran al ejército. No le
dio permiso a Remedios pero lo mismo ella apareció en la retaguardia para asistir a los
soldados que desde entonces comenzaron a llamarla “Madre de la Patria”. Finalmente, a
pesar de sus prevenciones disciplinarias y religiosas, Belgrano la admitió y la nombró
capitana del Ejército del Norte.

Vinieron luego las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, donde Remedios, una de las “niñas
de Ayohuma”, combatió con las armas en la mano. Fue herida de bala y hecha prisionera
por los españoles.

Fue sometida, como escarmiento, a nueve días de azotes públicos que le dejaron
cicatrices para el resto de su vida. Escapó y se incorporó a las fuerzas de Güemes y Juan
Antonio Álvarez de Arenales, otra vez en la doble función de combatiente y enfermera.

Con cerca de 60 años, terminada la guerra, Remedios volvió a Buenos Aires solo para
convertirse en una mendiga que trataba de sobrevivir vendiendo pasteles y recogiendo la
sobra de la comida de los conventos.

Según Carlos Ibarguren vivía en un rancho en la zona de quintas en las afueras de Buenos
Aires, desde donde cada día caminaba encorvada hasta los atrios de las iglesias de San
Francisco, Santo Domingo y San Ignacio y la plaza de la Victoria para ofrecer pasteles y
tortas fritas y también mendigar para sobrevivir.

Su historia personal era increíble para los que se acercaban a ella para ponerle una
moneda en la mano o comprarle tortas fritas. Aquella “capitana”, como se llamaba a sí
misma, que mostraba cicatrices de latigazos y seis balazos en el cuerpo era para ellos sin
duda una loca, y así la trataban. Pero ella decía que eran recuerdos de las épocas en que
“en verdad se peleaba por la patria”.

Se rebeló contra lo que parecía un destino cantado y en 1826 inició una gestión
solicitando una pensión en compensación de sus servicios a la patria y por la pérdida de
su esposo y sus hijos.

El expediente dirigido a las autoridades, escrito por un letrado, dice: “Doña María
Remedios del Valle, capitana del Ejército, a V. S. debidamente expone: Que desde el primer
grito de la Revolución tiene el honor de haber sostenido la justa causa de la
Independencia, de una de aquellas maneras que suelen servir de admiración a la Historia
de los Pueblos. Sí Señor Inspector, aunque aparezca envanecida presuntuosamente la que
representa, ella no exagera a la Patria sus servicios, sino a que se refiere con su
acostumbrado natural carácter lo que ha padecido por contribuir al logro de la
independencia de su patrio suelo que felizmente disfruta. Si los primeros opresores del
suelo americano aún miran con un terror respetuoso los nombres de Caupolicán y
Galvarino, los disputadores de nuestros derechos por someternos al estrecho círculo de
esclavitud en que nos sumergieron sus padres, quizá recordarán el nombre de la Capitana
patriota María de los Remedios para admirar su firmeza de alma, su amor patrio y su
obstinación en la salvación y libertad americana; aquellos al hacerlo aún se irritarán de mi
constancia y me aplicarían nuevos suplicios, pero no inventarían el del olvido para
hacerme expirar de hambre como lo ha hecho conmigo el Pueblo por quien tanto he
padecido. Y ¿con quién lo hace?; con quien por alimentar a los jefes, oficiales y tropa que
se hallaban prisioneros por los realistas, por conservarlos, aliviarlos y aún proporcionarles
la fuga a muchos, fue sentenciada por los caudillos enemigos Pezuela, Ramírez y Tacón, a
ser azotada públicamente por nueve días; con quien, por conducir correspondencia e
influir a tomar las armas contra los opresores americanos, y batídose con ellos, ha estado
siete veces en capilla; con quien por su arrojo, denuedo y resolución con las armas en la
mano, y sin ellas, ha recibido seis heridas de bala, todas graves; con quien ha perdido en
campaña, disputando la salvación de su Patria, su hijo propio, otro adoptivo y su esposo;
con quien mientras fue útil logró verse enrolada en el Estado Mayor del Ejército Auxiliar
del Perú como capitana, con sueldo, según se daba a los demás asistentes y demás
consideraciones debida a su empleo. Ya no es útil y ha quedado abandonada sin
subsistencia, sin salud, sin amparo y mendigando. La que representa ha hecho toda la
campaña del Alto Perú; ella tiene un derecho a la gratitud argentina, y es ahora que lo
reclama por su infelicidad”.

Pero el ministro de Guerra, general Francisco Fernández de la Cruz, rechazó el pedido


recomendando dirigirse a la legislatura provincial ya que no estaba «en las facultades del
Gobierno el conceder gracia alguna que importe erogación al erario.

En agosto de 1827, mientras Remedios mendigaba en la plaza de la Recova, el general


Juan José Viamonte la vio y tuvo una sospecha: le preguntó el nombre y exclamó: “¡Usted
es la Capitana, la que nos acompañó al Alto Perú, es una heroína!».

Viamonte, que era entonces diputado, presentó un proyecto para otorgarle una pensión
que reconociera los servicios prestados a la patria. Comenzó un largo expedienteo que
puso en claro aquello de que “son campanas de palo las razones de los pobres” y entonces
como ahora se gasta todo en nada que importe y nada en todo lo que importa.

La petición fue rechazada, pero cuando en junio de 1828, Viamonte fue elegido
vicepresidente primero de la legislatura decidió insistir. Le reclamaron documentos que
avalaran el pedido, y contestó: “Yo no hubiera tomado la palabra porque me cuesta mucho
trabajo hablar, si no hubiese visto que se echan de menos documentos y datos. Yo conocí a
esta mujer en el Alto Perú y la reconozco ahora aquí, cuando vive pidiendo limosna. Esta
mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al Ejército de la Patria desde el año
1810. Es conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el Ejército. Es
bien digna de ser atendida: presenta su cuerpo lleno de heridas de balas y lleno, además,
de cicatrices de azotes recibidos de los españoles. No se la debe dejar pedir limosna.
Después de haber dicho esto, creo que no habrá necesidad de más documentos”. “Yo
conozco a esta infeliz mujer que está en un estado de mendiguez y esto es una vergüenza
para nosotros. Ella es una heroína, y si no fuera por su condición, se habría hecho célebre
en todo el mundo. Sirvió a la Nación pero también a la provincia de Buenos Aires,
empuñando el fusil y atendiendo y asistiendo a los soldados enfermos”.
Tampoco entonces Viamonte tuvo suerte, y menos Remedios. Antes de tocar un centavo
de los fondos públicos (para este fin, se entiende) los diputados sabían trabar
burocráticamente todas las posibilidades. Encontraron que aunque fueran ciertos los
méritos de Remedios, “la Junta representaba a la provincia de Buenos Aires, no a la
Nación, por lo que no correspondía acceder a lo solicitado”

Hubo otros diputados que defendieron la causa de Remedios, como Tomás de Anchorena:
“Esta es una mujer singular. Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando esta
mujer estaba en el ejército, y no había acción en la que ella pudiera tomar parte que no la
tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más
valiente; era la admiración del general, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban
al ejército. Ella en medio de ese valor tenía una virtud a toda prueba y presentaré un
hecho que la manifiesta: el general Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no
permitió que siguiese ninguna mujer al ejército; y esta María Remedios del Valle era la
única que tenía facultad para seguirlo. Ella era el paño de lágrimas, sin el menor interés de
jefes y oficiales. Yo los he oído a todos a voz pública hacer elogios de esta mujer por esa
oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria en que
quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos, y otros sin brazos, sin tener
auxilios ni recursos para remediar sus dolencias. De esta clase era esta mujer. Si no me
engaño el general Belgrano le dio el título de capitán del ejército. No tengo presente si fue
en el Tucumán o en Salta, que después de esa sangrienta acción en que entre muertos y
heridos quedaron 700 hombres sobre el campo, oí al mismo Belgrano ponderar la
oficiosidad y el esmero de esta mujer en asistir a todos los heridos que ella podía
socorrer.

Una mujer tan singular como ésta entre nosotros debe ser el objeto de la admiración de
cada ciudadano, y adonde quiera que vaya debía ser recibida en brazos y auxiliada con
preferencia a una general; porque véase cuánto se realza el mérito de esta mujer en su
misma clase respecto a otra superior, porque precisamente esta misma calidad es la que
más la recomienda.”

Finalmente le acordaron una pensión de 30 pesos por mes, más o menos lo que ganaba
una costurera, mientras el sueldo del gobernador era de 660 pesos. Pero hay versiones
que ponen en duda de que la haya cobrado alguna vez y por eso debió seguir mendigando.

Remedios terminó su vida con el apellido Rosas, en agradecimiento a Don Juan Manuel,
que años después le fijó la pensión en 216 pesos.

Una noticia del 8 de noviembre de 1847, indicaba que “el mayor de caballería Doña
Remedios Rosas falleció”. Le reconocían en cargo de Sargento Mayor que le acordó Rosas,
tras el de “capitana” que se ganó en el campo de batalla.

Por aquellos tiempos era insólito que las mujeres pelearan en la guerra. Apenas si las
pudientes donaban armas para el ejército. La Gazeta de Buenos Aires consigna algunas
donaciones, como las de las “nobles y bellas” María Petrona Sánchez de Thompson
(Mariquita Sánchez) o Carmen Quintanilla de Alvear, que pedían que sus nombres
aparecieran grabados en los fusiles.

De pelear, nada. La misma Gazeta explica a sus lectores que ellas “no pueden desempeñar
las funciones duras y ásperas de la guerra. No pueden desplegar su patriotismo con el
esplendor que los héroes en el campo de batalla”.

Hubo excepciones, algunas pudieron: Juana Azurduy, que cuando era una novicia de 15
años en el Alto Perú escuchó de las monjas de su convento la pregunta de rigor de qué
esperaba para su futuro. Respondió que nada más que montar a caballo lanza en mano y
lancear españoles a todo galope. No sabemos cómo tomaron las monjas esta declaración
de la niña, pero Juana dejó de ser novicia y efectivamente, más tarde lanceó maturrangos
al galope.

O la “China María”, María Abiaré, indígena guaraní que participó del combate contra los
portugueses en la primera defensa de Paysandú en 1811. Su cadáver, lanza en mano junto
a su caballo, fue descubierto en el campo de batalla por un cura que buscaba heridos
entre los muertos para darles la extremaunción. O María Remedios del Valle, heroína del
éxodo jujeño, de Huaqui, de Salta, Tucumán, Vilcapugio y Ayohuma, que siguió peleando
después de recibir latigazos nueve días seguidos y seis balazos y de haber perdido en la
guerra a su marido y a sus dos hijos.

Ningún argentino debería olvidar que su patria tiene una madre negra, que sus ancestros
negaron y escondieron por pobre, por mujer pero sobre todo por negra, hasta convertirla
en una mendiga harapienta celosamente olvidada.

El pasado nos presenta su espectro, y si no se quiere dejarlo entrar por la puerta de


adelante, entrará por la de atrás y asestará por la retaguardia un golpe doblemente
doloroso a los que marchan despreocupados, confiados en un discurso blanqueado como
sepulcro a fuerza de mentiras.

las opiniones de Sarmiento acerca de la situación de las mujeres de su tiempo, y los modelos de maternidad y
educación que conoció y sostuvo. Su experiencia en EEUU, sin duda, marcó un antes y después en su pensamiento.
Allí pudo contrastar la situación en la que vivían las mujeres de nuestra tierra y las posibilidades que se abrían en
aquella república. El ingreso a la educación que Sarmiento reclamaba para las mujeres lejos de ser un punto de
llegada, podría impulsarlas a que siguieran abriéndose camino en una sociedad dominada por tradiciones
patriarcales. Frente a la discriminación que ellas sufrían Sarmiento les dio una oportunidad educativa y laboral como
maestras y directoras; con sus ejemplos permitió que las lectoras de sus artículos reconocieran sus potencialidades y
despertaran una conciencia sobre la legitimidad de sus reivindicaciones.

En ese tiempo las mujeres que luchaban abiertamente por mejorar su condición no eran muchas. La acción de Juana
Manso, Juana Manuela Gorriti o Eduardita Mansilla eran experiencias individuales de liberación de la tutela patriarcal
antes que la expresión de un movimiento feminista. De ahí la importancia de la acción de Sarmiento al difundir ideas
de igualdad, fomentar la educación de las mujeres y ofrecer ejemplos concretos de ascenso social, como el
nombramiento de Manso en un puesto directivo.

La justificación que Sarmiento dio a la necesidad de educar a las mujeres traducía la idea predominante en el siglo
XIX acerca de la maternidad republicana. En tanto potenciales madres de los futuros ciudadanos de las nuevas
repúblicas, las mujeres debían recibir una formación que las capacitase para esa importante tarea. Por ello era
necesario fomentar la enseñanza de saberes que fueran más allá de las tareas domésticas. En la actualidad la
igualdad de oportunidades para ambos sexos en la educación es una premisa indiscutible y también una promesa
que aún debe alcanzarse, aunque es seguro que la maternidad ya no constituye su fundamento. Juzgar a Sarmiento
con esta matriz de pensamiento sería un grueso error histórico; hasta mediados del siglo XX estos argumentos que
atribuían a las mujeres capacidades innatas para la crianza y la educación, fueron esgrimidos aún por aquellas
feministas que luchaban por el derecho al sufragio. Por eso es importante valorar el pensamiento de este intelectual
que superó las contradicciones de una época de grandes transformaciones y colaboró en la tarea de formar una
conciencia política en las mujeres acerca de sus derechos.

Bibliografía y fuentes consultadas

a. Escritos de Domingo F. Sarmiento

- "La mujer y la civilización", El Mercurio, 22,23,24/08/1841, Obras completas, Bs. As., Universidad Nacional de
La Matanza, 2001, en adelante OC, vol. XII.
- "De la Educación de la mujer", El Mercurio, 20,23,24/08/1841, OC, vol. IV.
- "Al oído de las lectoras", El Progreso, 16/12/1842, OC, vol. II.
- "Un matrimonio en el Reinado de Luis XV" (Comedia de Dumas. Traducida bajo el título de Un casamiento sin
amor), El Progreso, 18/04/1843, OC, vol. II.
Alguna Cronología
Christine de Pisan dándole un enfoque que hoy llamaríamos feminista, recupera en su
libro "La ciudad de las Damas" (1405) figuras alegóricas como la Razón, la Rectitud y
la Justicia que refutaban los argumentos misóginos que defendían la inferioridad de
las mujeres.

Poullain de la Barre en su obra "La igualdad de los sexos" (1673) pretende demostrar
la igualdad natural entre varones y mujeres por encima de las costumbres y los
prejuicios vigentes en la sociedad, borrando estereotipos. Quiere demostrar como se
puede combatir la desigualdad sexual a través de la educación

1743 - 1789 y Revolución Francesa

Marie-Jean-Antoine-Nicolas de Caritat, “marqués de


Condorcet”.
Nuestro personaje nació en la región francesa de la Picardía, situada al norte de París en 1743. Su nacimiento en el seno de
una familia noble y religiosa le permitió desde bien temprano el acceso a los estudios. A la edad de 15 años ingresó en el
prestigioso colegio católico de Navarra, en la capital francesa. Allí se especializó en ciencias y matemáticas, de la cual con
los años, se convertirá en uno de los mejores exponentes de la ilustración francesa. Tras terminar sus estudios y gracias a su
prestigio como matemático entró de lleno en los círculos ilustrados de París, donde conoció y trabajó con personajes como
Voltaire y Turgot el experto en fisiocracia.

Condorcet publica Bosquejo de una tabla histórica de los progresos del espíritu humano

Reseña

En su obra principal, Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos


del espíritu humano, Condorcet muestra su fértil talento como filósofo de
la historia. En ella anticipa la visión progresista del hombre como especie
a lo largo de sus vicisitudes en el tiempo. Su reflexión parte de los
postulados del empirismo de Locke y Hume hasta el realismo filosófico
prerromántico con que se identifica a la Ilustración.
El principio general de este Bosquejo es el del avance progresivo de la
civilización como consecuencia del progreso de la inteligencia humana a
lo largo de los siglos.
Con íntegra confianza en la razón como rectora de las facultades
humanas, el filósofo aventura una visión optimista del futuro, en donde la
humanidad alcanzará a desplegar en el cuerpo social sus mejores obras y
logrará también conformar una comunidad universal equilibrada con
miras al seguimiento permanentemente perfectible de su destino.
En esta obra clásica de la época de las Luces está presente un legado
que confronta al hombre con sus capacidades potenciales perennes, y
refleja, por contraste, el rostro de nuestra actualidad.
Marie Jean Antoine Nicolas de Caritat, marqués de Condorcet (1743-
1799), fue -junto con D'Alembert- director de la Enciclopedia, primera
gran síntesis occidental del conocimiento, así como redactor en la
misma. Brilló como filósofo y matemático, por lo cual ocupó un lugar en
la Academia de Ciencias en París, y fue secretario perpetuo de la misma
desde 1773. Como economista fue, bajo la protección de Turgot,
inspector general de la moneda; como teórico fue precursor de las
teorías de Malthus. Durante la Revolución perteneció al partido girondino;
se suicidó antes que dejarse llevar al cadalso, condenado por los
jacobinos.

1.- Sobre la igualdad de los derechos naturales en hombres y mujeres sostiene que el hombre es sujeto de
derechos en tanto ser sensible capaz de adquirir ideas morales y reflexionar sobre ellas. Como la naturaleza
también proveyó de esas cualidades a las mujeres, deberían existir diferencias naturales entre los géneros que
justifiquen su imposibilidad para ejercer tales derechos, en este caso, el de ciudadanía. Pide Condorcet ??que se
me señale una diferencia natural entre hombres y mujeres que pueda fundamentar legítimamente que se las
excluya del goce de este derecho??. El derecho a la ciudadanía, como derecho natural, es común a hombres y
mujeres porque ambos géneros poseen las cualidades que hacen al ser humano sujeto de derechos. Lo que
podría impedir su ejercicio a las mujeres sería alguna diferencia con el hombre de carácter natural, que
legítimamente fundamente incapacidad para dicho ejercicio. En efecto, Condorcet establece la igualdad natural
de hombres y mujeres en base a su igual condición de seres sensibles e idéntica capacidad para adquirir ideas
morales y reflexionar sobre ellas. Si varones y mujeres son naturalmente iguales, necesariamente poseen los
mismos derechos. La igualdad natural hace necesaria la universalidad de los derechos y si no tuvieran todos los
mismos derechos, no serían verdaderos aquellos que ostentan solo algunos individuos. Negar derechos
naturalmente existentes configura una violación que en el caso del derecho de ciudadanía de las mujeres, de
tanto repetirse, ha pasado a ser la norma. Lo normal es estar excluída. Y como toda práctica social, se legitima
con ideas que la hacen funcional al sistema de relaciones, donde esta ?natural? exclusión ocultó la asimetría en
la relación entre varones y mujeres construída socialmente. Condorcet deja claro que la negación de derechos
es un acto de poder, no de ignorancia. La tiranía de los hombres involucra incluso a filósofos y legisladores que
hicieron de los derechos comunes el fundamento de las instituciones políticas.

Otro giro en su vida llegó en 1786, cuando se casó con Sophie de Grouchy, veinte años más joven que Condorcet, pero con
las mismas convicciones de lucha por los derechos y para cambiar políticamente Francia. Junto a la misma fundan las
tertulias del Hotel de la Moneda en París, donde Condorcet trabajaba desde 1775 como Inspector general de la Moneda. A
las mismas asistieron los más destacados personajes de la vida social parisina, por ejemplo Thomas Jefferson (tercer
presidente de los EE.UU), que en las fechas previas a la Revolución francesa se encontraba en Paris como Embajador de los
EE.UU en Francia. Otra de las asiduas, Olimpe de Gouges, que era una de las más importantes defensoras de los derechos
de las mujeres en la Francia de finales del siglo XVIII, por cierto su biografía a parece en el artículo de Mujeres en la
Historia.

El lema de la Revolución Francesa no solo no incluía a las mujeres, sino que fueron
excluidas, vieron recortados sus derechos. Las que se habían pronunciado
políticamente, fuese cual fuese su adscripción ideológica, compartieron el mismo final
que Olympe: la guillotina o el exilio.
1791

Olimpia de Gouges publica la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana

1792

Mary Wollstonecraft publica Vindicación de los Derechos de la Mujer

Es el caso de Mary Wollstonecraft, que escribió "Vindicación de los derechos de la


mujer" (1792), donde argumenta sobre la igualdad de la "especie" y reclama la
ciudadanía para las mujeres. El texto se puede considerar como uno de los
fundacionales del feminismo a partir del cual éste se desvincula de la Ilustración.

1843

Flora Tristán publica La Unión Obrera

1848

Declaración de Seneca Falls (Nueva York)

1869

Wyoming es el primer estado de EE.UU. en otorgar el derecho de voto femenino

1869

John Stuart Mill publica El sometimiento de la mujer

En la década de 1870 se crearon los primeros sindicatos


femeninos como la "Liga Protectora y Previsora de la Mujer" (1874).

1879

August Bebel publica La mujer y el socialismo

1884

Friedrich Engels escribe El origen de la familia, la propiedad privada y el estado

1893

Nueva Zelanda es el primer país que concede el derecho de sufragio a las mujeres

1897

Lydia Becker y Millicent Fawcet fundan la Unión Nacional de Sociedades para el Sufragio de la
Mujer (National Union of Women's Suffrage Societies - NUWSS).
1903

Emmeline Pankhurst y sus seguidoras abandonan la NUWSS y forman la Unión Política y Social
de las Mujeres (Women's Social and Political Union - WSPU)

1906

Finlandia, primer país europeo que otorga el sufragio femenino

1907

Bajo la presidencia de Clara Zetkin, se reúne la I Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas

1912

En España se aprueba la denominada "ley de la silla"

1913

El Parlamento británico apueba la "ley del gato y el ratón" (Cat and Mouse Act)

1917

Jeanette Rankin, primera mujer elegida miembro del Congreso de los Estados Unidos

1918

Se funda en Madrid la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME)

1918

El Parlamento británico aprueba una ley electoral que otorga el sufragio a las mujeres mayores de
30 años

1920

Se aprueba la XIX enmienda a la Constitución de EE.UU. por la que todas las mujeres mayores
de edad obtienen el derecho de voto

1931

La Constitución española de la II República otorga el derecho de sufragio a las mujeres mayores


de edad

1945

Las mujeres consiguen el derecho de voto en Francia e Italia

FEMINISMO
Christine de Pisan dándole un enfoque que hoy llamaríamos feminista, recupera en su
libro "La ciudad de las Damas" (1405) figuras alegóricas como la Razón, la Rectitud y
la Justicia que refutaban los argumentos misóginos que defendían la inferioridad de
las mujeres.

¿Qué es el feminismo?
Siglo XVIII
"¡Peligro! El sufragio de la mujer puede doblar la cantidad de votos irresponsables".
En 1791 Olympe de Gouges escribió la "Declaración de los Derechos de la Mujer y la
Ciudadana",tomando como modelo la "Declaración de Derechos del hombre y del
ciudadano" (1789).
Fue un brillante alegato a favor de las reivindicaciones de las mujeres que no habían
sido incluidas en la anterior.
Murió guillotinada por ello en 1793.
El caso de Mary Wollstonecraft, que escribió "Vindicación de los derechos de la mujer"
(1792), donde argumenta sobre la igualdad de la "especie" y reclama la ciudadanía
para las mujeres. El texto se puede considerar como uno de los fundacionales del
feminismo a partir del cual éste se desvincula de la Ilustración.

Historia
En Argentina, La Aljaba, el primer periódico en Buenos Aires dedicado “al bello sexo
argentino”, editado por una mujer, la uruguaya Petrona Rosende de Sierra, contó con
18 números entre 1830 y 1831. Fue un periódico de orientación feminista que
intentaba concientizar a la mujer sobre su rol en la sociedad y en la vida del hombre.

En Gran Bretaña el movimiento sufragista logró que en 1866


se presentara al Parlamento una petición que exigía la reforma
del sufragio, al ser rechazada se crea la "Sociedad Nacional pro Sufragio de la Mujer"
(1867). John Stuart Mill y Harriet Taylor son las figuras más representativas del
sufragismo inglés.

Primer Movimiento: EL FEMINISMO ILUSTRADO (S. XVIII-


mediados del siglo XIX).
En 1848 alrededor de setenta mujeres y treinta varones, liderados por Elizabeth Cady
Stanton y Lucretia Mott, se reúnen en Nueva York, en la primera convención sobre los
derechos de la mujer, para estudiar sus condiciones y derechos sociales, civiles y
religiosos. Resultó la declaración de 'Seneca Falls' o "Declaración de los
Sentimientos" donde por un lado se trata la exigencia de una ciudadanía civil y por
otro los principios que deberían modificar las costumbres y la moral.

Siglo XX
"El principio que regula las relaciones actuales entre los sexos, la subordinación legal
de un sexo al otro, es injusto en sí mismo y es actualmente uno de los principales
obstáculos para el progreso de la humanidad"
J. Stuart Mill y H. Taylor (1869).

Segunda Movimiento: EL FEMINISMO LIBERAL SUFRAGISTA


(mediados siglo XIX-mediados siglo XX)
El período de entreguerras fue negativo para el movimiento
feminista. Se adoptaron posiciones más conservadoras, que
centrándose en la lucha por los problemas económicos, se
olvidaron en cierta medida las reivindicaciones de igualdad.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos tuvieron como
objetivo alejar a las mujeres de los empleos obtenidos durante el
período bélico y que éstas volvieran a ocupar el puesto que les
correspondía: la casa.

El incendio ocurrido en la fábrica textil "Compañía de Blusas El Triángulo" en Estados


Unidos el 25 de marzo de 1911, reavivó los reclamos de las trabajadoras que venían
denunciando las precarias condiciones laborales a las que eran sometidas. La
tragedia ocurrió cuando se desató un incendio en la fábrica causando la muerte de
146 trabajadores, en su mayoría mujeres.
Recién en 1914, las mujeres del mundo lanzaron un llamado de fraternidad universal y
fijaron el 8 de marzo como fecha universal dedicada a la mujer luchadora.
Movimiento social del siglo XX que propone un cambio en las relaciones entre
hombres y mujeres, y una transformación en la sociedad para lograr una igualdad de
género.
En Argentina la llegada del peronismo pareció la profecía autocumplida para el
feminismo. Con su advenimiento, y el decidido empeño de la propia Eva Perón, que
estaba lejos del feminismo pero que movilizó a las mujeres sobre todo a través de los
sindicatos frente al inminente tratamiento en el Congreso en el invierno de 1947, pudo
sancionarse la ley del sufragio. La primera experiencia de voto femenino se llevó a
cabo en 1951.
En este contexto Simone de Beauvoir escribe una obra fundamental para el
feminismo:"El Segundo Sexo" (1949) donde estudia la condición de la mujer en las
sociedades occidentales desde la perspectiva de la filosofía existencialista.
La frase "no se nace mujer, se llega a serlo" inicia una nueva etapa del feminismo. Es
la primera en conceptualizar el género y en diferenciar lo biológico de lo cultural. El
feminismo inicia así una nueva etapa en la lucha de las mujeres por la emancipación.

En Oriente, la egipcia Huda Sha’ raoui hizo ver a otras naciones árabes que recién
habían adquirido su independencia, la pertinencia del sufragio femenino y de la
participación política de las mujeres. Esta luchadora, que fue creadora de la Unión
Feminista Egipcia, se quitó el velo para manifestarse, junto a sus seguidoras, contra
los británicos y exigió la aprobación de una ley que determinara como edad mínima
los dieciséis años para contraer matrimonio.
Campañas Feministas Actuales.
Las principales características de la reivindicación femenina posterior a la Segunda
Guerra Mundial son:
 La lucha contra la mujer como estereotipo sexual en los medios de
comunicación, el arte y la publicidad: los años '50 definen un tipo de femineidad,
de la que se hace propaganda en la televisión y el cine. Los '60 y '70 reflexionan
acerca de esos modelos y se enfrentan a ellos.
 La lucha por la abolición del patriarcado: se toma conciencia de que más allá
del derecho al voto, la estructura social es la que provoca desigualdades y sigue
estableciendo jerarquías que benefician a los varones.

 La entrada en el debate de temas vinculados con el lema "lo personal es


político": la sexualidad femenina, la violencia contra la mujer, la salud femenina,
el aborto o la contracepción, entre otros.

 Desde los años ochenta, adquieren especial importancia las diversidades


femeninas: multiculturalismo, solidaridad femenina, realidades trans, trabajo
sexual, teoría Queer.

Con el creciente desarrollo industrial y el avance capitalista, tanto en América como


en Gran Bretaña la situación de las mujeres dentro del mundo obrero fue terrible y,
pese a realizar un trabajo asalariado, no se les permitía sindicarse.
"Ella quiere lo mejor para ti. La mejor bebida, una buena cena. También una almohada
blanda y una manta caliente. No es instinto maternal, sino el resultado del mejor
entrenamiento de azafatas de la industria".
La Querella de las Mujeres fue un movimiento filosófico y
literario que se desarrolló en Europa en la Edad Media hasta el siglo XVIII, en el que
mujeres y hombres debatían sobre la supuesta "inferioridad natural" de las mujeres y
la "superioridad natural" de los hombres.
No obstante, ya en siglos anteriores podemos encontrar pensadores y pensadoras que
defienden la igualdad de las mujeres.
"La ley que esclaviza a la mujer y la priva de instrucción, los oprime también a
ustedes, hombres proletarios. En nombre de su propio interés, y de nuestra mejora, en
nombre del bienestar universal de todos y de todas, los comprometo a reclamar por
los derechos de la mujer".
Flora Tristán (1843).

Tercera Ola: EL FEMINISMO CONTEMPORÁNEO (mediados del


siglo XX - Actualidad)
Campaña de la organización argentina
MANIFIESTA, que aborda las problemáticas de
género.
La lucha de las mujeres se centra en conseguir el voto (movimiento sufragista), dando
así el feminismo sus primeros pasos como movimiento organizado.
Al estallar la Primera Guerra Mundial el movimiento sufragista cesó en sus
actividades, dedicándose las mujeres a sostener la economía fabril, la industria bélica
y gran parte de la administración pública. Al finalizar la guerra las británicas
consiguieron el voto, aunque con restricciones, ya que en 1917 se aprobó solamente
para las mujeres mayores de 30 años.
Las mujeres conquistaron el voto en la mayoría de los países del mundo a lo largo del
siglo, pero no siempre pueden ejercer este derecho libremente ni en las mismas
condiciones que los hombres.

Resignificar la subjetividad femenina, renunciando al rol de mujer


victimizada por el sistema patriarcal, nos permitirá vivir nuestra
esencia como seres inteligentes, capaces y libres.
SIGLO XX-XXI

CAROL ROSSETTI y sus ilustraciones sexistas, reflejo


de lo que la sociedad entiende
Los estereotipos son afirmaciones o valoraciones sobre cualquier tema que casi
nunca están apoyadas en datos reales pero que se pretenden hacer pasar por
verdades incuestionables.
Hoy tenemos que hablar de feminismos en plural, pues no existe un solo enfoque y
cada vez son más diversas las miradas de la mujer para explicar su experiencia vital,
vivir sus espacios de relación, entender la vida, el mundo y las maneras de explicarse.
Algunos elementos importantes a considerar desde estos cambios:
 El cambio generacional que implica la incorporación al movimiento feminista de
las nuevas generaciones de mujeres que se enfrentan a retos nuevos y parten de
conquistas realizadas por las conquistas de anteriores generaciones.
 La coexistencia de grupos de mujeres de diferentes países como consecuencia
de la emigración hace imprescindible abordar sus problemas lo que dio origen a
movimientos feministas de mujeres inmigrantes.

 Las nuevas formas de entender las construcciones sexo-género que implican


comprender y asumir que la relación dicotómica sexo biológico-género dual ya
no se sostiene pues existen otras realidades.

En un reciente estudio, la web onlinedoctor.superdrug.com ha enviado la


misma foto de una modelo en ropa interior a diseñadores gráficos de 18 países
del mundo. La mayoría de los diseñadores elegidos son mujeres. Su misión:
retocar digitalmente a la modelo para hacerla más atractiva en cada sociedad.
Pueden cambiar la contextura, color de piel y cabello e incluso la ropa de la
modelo. El objetivo: descubrir cómo varía la percepción de la belleza femenina
alrededor del planeta.
¡Y varía mucho! Las imágenes retocadas parecen 18 mujeres diferentes. Los
países americanos, como Estados Unidos o Argentina, tienden a afinar la
cintura para conseguir una silueta reloj de arena. En Venezuela se aprecia
especialmente la exuberancia. Y México es el único que oscurece la piel de la
modelo, mientras países andinos como Perú o Colombia consideran ideal a una
mujer blanca.
En Asia y Europa, en cambio, la obsesión es adelgazar a la modelo. La versión
china queda por debajo del índice de masa corporal de una anoréxica. Y la
italiana, peligrosamente cerca del límite. En ambos países también cambian los
colores de la ropa interior y el pelo, algo que la mayoría de americanos dejan
intacto. Holanda altera incluso el modelo de zapatos, y le da al pelo un intenso
tono zanahoria. La gran excepción europea es precisamente España, cuya foto
es la más parecida de todas al color y volumen de la modelo original.
Se puede seguir en este link:
http://www.huffingtonpost.es/2015/08/16/canon-belleza-
paises_n_7993972.html

Significativamente, no se ha realizado un estudio así con varones. Nadie concede


relevancia a la presión de la belleza en un hombre. Aún hoy en día, y aún en los
igualitarios países europeos, la autoestima masculina está determinada por el
dinero y el éxito, no por la estética. Es decir: un hombre depende de sí mismo, no
de la mirada del sexo opuesto. Por lo visto, no es solo cuestión de derechos: la
igualdad entre géneros se trata también de sentir miedo de las mismas cosas.

FIN

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