El aborto es un fenómeno de aquellos que polariza necesariamente, en la
medida que no tiene gradación posible. Resulta aceptable para unos, inaceptable para otros, sin más; es o no es una opción válida; es o no es una elección posible. No obstante tras la simpleza de esta dicotomía, está la complejidad de la cuestión acerca de cuándo comienza la vida humana. De hecho, el rechazo o la aceptación de la opción de abortar, así como el plazo en que puede llevarse a efecto, encuentran fundamento en el momento, dentro del proceso reproductivo humano, en que se considere que comienza la vida humana. En nuestra sociedad, en proporciones inconmensurables, se manifiestan distintas posiciones respecto a esa cuestión, habiendo, en un extremo, quienes consideran que la vida humana da inicio tras la fecundación y, en el otro, quienes afirman que comienza con el nacimiento (es decir, posiciones que cubren un intervalo equivalente a la totalidad del proceso de gestación). Estas posiciones tienen su origen, fundamentalmente, en credos religiosos, doctrinas filosóficas o criterios de las ciencias biológicas. Quienes se autodenominan “pro vida” rechazan el aborto en tanto asumen que la vida humana comienza tras la fecundación, proclamando que este su argumento está validado por lo que las ciencias biológicas afirman respecto del inicio de la vida. Pero vida y vida humana son nociones y fenómenos distintos. A la pregunta cuándo comienza la vida, las ciencias biológicas responden unánimemente. No obstante, si la interrogante es cuándo comienza la vida humana, la unanimidad se disuelve en una serie de posiciones distintas, cada una de las cuales encuentra fundamento en la aparición, durante la gestación, de alguna característica que se considere distintiva de la condición humana, que particulariza al ser humano. Así, podrá tomarse como referencia la aparición de la médula espinal, la formación del sistema nervioso central, la detección de actividad cerebral, la aparición de la corteza cerebral… Las normativas de los diferentes países usan distintos criterios a propósito de establecer en cuál momento el producto de la concepción puede ser considerado un ser humano, criterio que, en casi todos los casos, procede de alguna de las distintas posiciones presentes en las ciencias biológicas. De ahí que estas normativas prescriban plazos máximos distintos para la realización del aborto, que van desde las 12 hasta las 28 semanas de gestación. Cuando conversamos o discutimos acerca de algún tema solemos decir que nosotros tenemos la razón y los otros están equivocados y viceversa. O, dicho de otra manera, que uno está en la verdad y otro en el error. ¿Es posible establecer, de entre la diversidad de posiciones frente a un tema cuál de ellas tiene razón, cuál se equivoca, cuál es verdad, cuál es error? Respecto de cuándo comienza la vida humana ¿es posible determinar cuál posición está en la verdad? ¿O será que cualquiera sea la opción que tomemos, sobre este tema o cualquier otro, sólo puede encontrar apoyo en la coherencia que aquella tenga con la estructura general de creencias, convicciones, presunciones o verosimilitudes, a la cuál adherimos? ¿Será acaso que aquello que llamamos verdad no pasa de ser la duda vencida?