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Boletín. 9 de diciembre.

Reflexión Bíblica.

La fe cristiana no es sólo una doctrina, una sabiduría, un conjunto de normas morales, una
tradición. La fe cristiana es un encuentro real, una relación con Jesucristo. Transmitir la fe significa
crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que este encuentro entre los hombres y
Jesús se realice. El objetivo de toda evangelización es la realización de este encuentro, al mismo
tiempo íntimo y personal, público y comunitario. Como se ha afirmado «No se comienza a ser
cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con
una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. [...] Y,
puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf.  1 Jn  4,10), ahora el amor ya no es sólo un
“mandamiento”, sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro». En el
ámbito de la fe cristiana, el encuentro con Cristo y la relación con él tienen lugar «según las
Escrituras». La Iglesia misma se conforma precisamente a partir de la gracia de esta relación.

Este encuentro con Jesús, gracias a su Espíritu, es el gran don del Padre a los hombres. Es un
encuentro al cual nos prepara la acción de su gracia en nosotros. Es un encuentro en el cual nos
sentimos atraídos, y que mientras nos atrae nos transfigura, introduciéndonos en dimensiones
nuevas de nuestra identidad, haciéndonos partícipes de la vida divina (cf. 2 P1,4). Es un encuentro
que no deja nada como era antes, sino que asume la forma de la “metanoia”, de la conversión,
como Jesús mismo pide con fuerza (cf. Mc 1,15). La fe como encuentro con la persona de Cristo
tiene la forma de la relación con Él, de la memoria de Él y crea en nosotros la mentalidad de Cristo,
en la gracia del Espíritu; una mentalidad que nos hace reconocer hermanos, congregados por el
Espíritu en su Iglesia, para ser a nuestra vez testigos y anunciadores de este Evangelio. Es un
encuentro que nos hace capaces de hacer cosas nuevas y de dar testimonio, gracias a las obras de
conversión anunciadas por los Profetas, de la transformación de nuestra vida.

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