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La naranja mecánica': violencia y

conductismo
  21 Mayo 2009
Escribe Purilia

Fábula futurista que se desarrolla en una tierra en la que


la escalada de violencia entre la juventud no conoce límites. Alex es un delincuente de
particular agresividad que es sometido a un "lavado de cerebro" que vuelve del revés sus
instintos (social, sexual e incluso artístico).
Todas las asociaciones de ideas que rigen su conducta (por ejemplo, la Novena Sinfonía,
relacionada con un intento de violación) no despiertan en él sino horror y náusea.
Considerándole curado, vuelve a integrarse en la sociedad donde todos aquéllos a los que
ha perseguido se coligan para torturarle moralmente arrastrándole hacía el suicidio.
Desiste de su intento de readaptación y, mientras se encuentra al borde del abismo, los
burócratas y psiquiatras del imaginario país donde se desarrolla la acción deciden por
votación que lo más sencillo es devolverle su anterior personalidad y aprovechar el intento
en su provecho.
Protagonistas principales

En un extremo de la parábola está Alex, en el otro el Estado. El resto de personajes


cumplen una función coral y no son relevantes como individualidades, sino como parte de
los distintos estratos afectivos y sociales: padres, amigos, mendigos, burócratas, artistas,
científicos...
Alex
Protagonista principal. Es el ultraviolento joven, jefe de una banda de delincuentes
juveniles, que delinquen sólo por goce, por placer. Está poseído por una agresividad
maléfica (Síndrome de Mefístófeles) ejercida a sangre fría, por una violencia sin sentido,
por un deseo diabólico de hacer el mal. Es una fuerza innata que se traduce en hechos
físicos violentos contra los demás. Tiene su raíz en la niñez y se desarrolla a lo largo del
proceso evolutivo, manifestándose generalmente al principio de la adolescencia.
Vive en un edificio municipal de los suburbios, es hijo de unos padres de clase obrera,
indiferentes y consentidores ante el comportamiento de su hijo, a pesar de su historial
delictivo.
El Estado
Es el otro protagonista principal. El Estado ejerce otro tipo de violencia, una violencia más
sutil, permitida, indirecta y psicológica a través de sus instituciones (cárcel), tratamientos
(tratamiento Ludovico) e intereses políticos. Recordemos que Maquiavelo consideraba la
violencia como parte esencial de la virtud política (El príncipe).
Diagnóstico de una patología

La patología que presenta Alex es la "ultraviolencia" física:


-hacía los viejos borrachos que canturrean (paliza al anciano mendigo);
-entre bandas (pelea con la pandilla de Billy Boy);
-velocidad temeraria (kamikazes);
-sexual (violación de la señora Alexander);
-contra sus propios amigos Din y Georgia, por su necesidad de seguir manteniendo la
jefatura de la banda;
-intento de robo y posterior asesinato (señora de los gatos).

Tratamiento

Violencia psicológica del Estado: la cárcel que supone humillación y privación de


libertad.
Tratamiento Ludovico: Alex se somete voluntariamente a él, haciendo gala de un falso
arrepentimiento, de un deseo de ser "bueno", que está muy lejos de sentir, con el único
objetivo de volver a ser libre.
Fases del tratamiento:

1º fase: Aplicación de la droga:


 Se le aplica una droga a través de una inyección.
2º fase: Proyecciones de películas con actos violentos:
Se le proyectan al sujeto diferentes películas sobre actos violentos manteniéndole siempre
con los ojos abiertos:
-un grupo de hombres da una paliza a un individuo (a Alex, en principio, parece gustarle);
-un grupo de hombres violan a una mujer (al principio a Alex parece gustarle, pero cuando
ya ha ocurrido el hecho seis veces, empieza a sentirse enfermo y tiene ganas de vomitar).
El médico Dr. Brodsky dice que en ese momento la droga administrada al principio en la
inyección empieza a producir una especie de parálisis aparentemente mortal en el sujeto,
unida a un sentimiento de terror y desamparo, algo parecido a la muerte. Es a lo largo de
esta fase cuando el individuo asocia la violencia que contempla con su propio entorno
traumático.
El sujeto no entiende cómo lo que antes le producía placer (la violencia) ahora le causa
horror y náusea.
El segundo día de tratamiento se le somete a la misma terapia: proyección de escenas de la
guerra y de los campos de concentración nazis unidas a la música de Ludwig Van
Bethoven. El sujeto reacciona agresivamente y con náuseas porque no puede soportar
asociar la música de su idolatrado Ludwig Van a la violencia.
Después de dos semanas, sometido a este tratamiento, Alex es presentado ante las
autoridades para que comprueben los efectos y cambios que el tratamiento ha operado en
él.
3º fase: Demostración pública:
En la demostración pública:
-ante la violencia, responde de forma sumisa y dócil ante la agresión verbal y física ajena;
-ante el sexo responde con náuseas ante la presencia de una mujer semidesnuda: "Mi
primera idea fue tumbarla al suelo y tener allí mismo un mete y saca salvaje, pero
rápidamente me volvió la náusea".
Alex ha sido condicionado contra la violencia, el sexo y la música.
Explicación de los efectos del tratamiento: "El sujeto se siente empujado paradójicamente
hacía el bien, cuando tiene impulsos hacía el mal, la intención de obrar violentamente va
acompañada de una intensa angustia física, a fin de contrarrestar esto, el individuo tiene
que actuar de forma diametralmente opuesta".
Crítica religiosa al tratamiento: el cura protesta porque ve todo ese montaje como una farsa,
ya que el individuo ha perdido "el libre albedrío", el poder para decidir por sí mismo.

Resultados obtenidos
La aplicación de las teorías conductistas, en la rehabilitación de Alex, resultan un completo
fracaso, porque lejos de reintegrar al individuo en la sociedad lo que consiguen es su
marginación, convirtiéndolo de verdugo en víctima, en mártir, en este caso.
La técnica conductista reduce todo a un determinismo causa-efecto que no resulta efectivo
en casos con este diagnóstico. El conductismo reduce al individuo a una máquina de
comportamiento que lo aleja de su facultad humana.
La reintegración de Alex a la sociedad a la que él había castigado provoca en ésta una
reacción de venganza hacía él:
a) sus padres le echan de casa;
b) un grupo de mendigos intenta pegarle una paliza;
c) sus amigos Dim y Georgie, ahora convertidos en policías, le intentan ahogar;
d) el Sr. Alexander, ahora inválido (a causa de la paliza que Alex le dio) y viudo (su mujer
murió poco después de la violación), reconoce a Alex a través de la canción que canturrea
(Singing in the rain). Lo encierra en una habitación y pone a todo volumen la Novena
Sinfonía de Beethoven. Alex no lo puede soportar y se tira por una ventana intentando
suicidarse.
La ciencia y el Gobierno son acusados de asesinos por la prensa. Pero el fracaso del intento
de suicido de Alex les hace replantearse la situación en su propio beneficio. Alex sólo
puede volver a tener capacidad de elección tras un acuerdo con el poder y sus
representantes, y una vez que el tratamiento Ludovico es condenado. Entonces sus actos
pueden volver a ser violentos e ir contra sus semejantes, pero quedarán inmunes como parte
de su acuerdo con el poder, al que le ayudará a ganar las elecciones.

Consideraciones finales

Toda la película rezuma un escepticismo pesimista en el porvenir del género humano,


donde la pervivencia del individualismo aparece seriamente amenazada, con la creciente
intrusión del Estado y de la Ciencia en la vida particular.
El libre albedrío puede tener dos lecturas: una la de la moral católica, la cual precisa de él
para que el hombre pueda ser merecedor de premio o de castigo. La otra la del
individualismo liberal, que pretende que el hombre no renuncie a ninguna de sus posibles
capacidades y opciones.
El tratamiento Ludovico no elimina los impulsos violentos de Alex, programándolo
exclusivamente para hacer el bien, sino que las inclinaciones de Alex subsisten, y el
tratamiento sólo le crea náuseas y dolores corporales que le impiden golpear y violar como
era su primera intención. El tratamiento Ludovico no elimina las causas, solo reprime los
efectos.
La civilización actual no ha logrado que el hombre supere sus impulsos primarios, sino que
le ha obligado a reprimirlos. En el hombre actual aún subsiste el mono primitivo y violento:
se ha desarrollado científica e intelectualmente, pero no lo ha hecho ni moral ni
sentimentalmente, lo que provoca un desequilibrio que culmina en la neurosis.

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