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Kely Johana Urrego Lopez

1980187-3252
El poder y la violencia en El prisionero de papá

Harold Kremer es un escritor colombiano y profesor universitario, oriundo del municipio de


Buga Valle del Cauca, a la fecha cuenta con 65 años. Su producción literaria e investigativa gira
en torno al cuento, con énfasis en los relatos breves tanto colombianos como universales. En
2005 publica el cuento El prisionero de papá que narra un episodio de la vida de una familia de
bajos recursos compuesta por padre, madre y tres hijos frente a una situación de secuestro.

La trama se desenvuelve con la llegada de un niño secuestrado a la casa. En la familia el


suceso se convierte en una complicidad pues todos se encuentran interesados en la recompensa
que se recibirá por el niño. La historia es contada por uno de los hijos, quien detalla como son los
tratos que el preso recibe por parte de todos, los cuales provocan su muerte. Así mismo, el cuento
expone el uso de la violencia por parte de una familia como medio para subsistir.

De acuerdo a lo mencionado, este trabajo tiene el objetivo de analizar cómo en este cuento se
evidencia una normalización y reproducción de las dinámicas de violencia, a través de las
relaciones de poder/discurso dentro de la institución familiar, derivadas de un proceso de rapto
de un menor. Para esto, se tendrá de apoyo teórico a Michel Foucault en sus aportes sobre el
poder y las relaciones de poder/discurso. en las microestructuras de la sociedad.

Teniendo en cuenta esto, el presente texto explora los momentos del cuento mencionado que
dan prueba de lo ya planteado. Estos se ubican en el ambiente que engloba la llegada prisionero,
develando así la creación de discursos para avalar un secuestro; la confabulación de una familia
para ejercer violencia sobre otro en pro de suplir sus necesidades y la reproducción de patrones
de comportamiento desde la mirada patriarcal en donde lo que hace el padre es imitado por los
hijos en una circulación de poderes.

Ahora bien, dentro del universo de las dinámicas sociales, muchas de estas se conforman en
consonancia con los acuerdos que las califican como aceptables y necesarias para convivir en un
mismo espacio (relaciones entre personas, trabajo como medio de sustento etc.). Sin embargo,
existen otras, (robos, asesinatos, secuestros etc.) que se encuentran al margen del orden social y
se desarrollan en un espacio mayormente representado por la cúspide portadora de poder y los
lugares menos favorecidos de la sociedad, para así, los primeros perpetuar su dominio y los
segundos, lograr una posición más digna o desligarse de ese rol de dominados.
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De esta forma, Kremer sitúa una de estas prácticas marginales en una familia disfuncional de
clase baja. Ambos padres se presentan como drogadictos y violentos, por esto, se evidencia en
los hijos una total resignación en su modo de vida y una indiferencia hacia el funcionamiento del
circulo hogareño y lo que allí ocurre. De tal forma que, su actuar está configurado de acuerdo a
lo que su entorno les ha enseñado, pues, son los discursos de estas microestructuras familiares
los que dan forma al sujeto. Así, el arribo de un integrante de dudosa procedencia, a la vida de
estos personajes, solo va a importar en la medida en que haya de por medio algo que los
beneficie.

En relación con lo anterior, es menester primero examinar la forma en que el poder,


encabezado por el padre de familia, se otorga licencias para alterar la realidad y crear un nuevo
discurso que va a atenuar la dimensión de un caso de secuestro, salvaguardando el hecho de que
esto va a ser comunicado a su familia y que se debe ser discreto en el tema. Por ello, la llegada
del prisionero de papá será incompatible con la justificación que se da al respecto.

La noche en que papá apareció con el prisionero lo sacó de entre las cajas, periódicos y
cartones que siempre traía en la carretilla. Lo llevó al patio, lo metió al hueco y lo amarró.
Nos explicó a mamá y a nosotros y dijo que debíamos tener la boca cerrada: si alguien se
enteraba iba y contaba del niño y no nos daban la recompensa. (Kremer, 2005, p)

Después, el padre se vale del discurso de la mentira para crear un régimen de verdad,
explicado por Foucault como tipo de verdad que se acepta y funciona como real, (como se cita en
Hall, 1997, p.32) alrededor de la llegada del chico, “Papá nos dijo que se encontró al niño en un
parque y que como nadie aparecía para reclamarlo lo había traído a casa y lo iba a guardar hasta
que aparecieran los papás y le dieran una buena recompensa” (p.) Luego, es aceptado y
justificado este visible acto de violencia sin desentenderse de las irregularidades que se
presentaban, como lo da a entender el hijo, “Lo que no entendíamos era por qué lo tenía
amarrado con una cadena”. (p,)

Siguiendo este planteamiento se puede pensar que madre e hijos pudieron cuestionar al padre
acerca del método que tomaba con un niño “encontrado”; sin embargo, desde Foucault se
entiende, primero, el sentido amplio del régimen de verdad que justifica representaciones y
esquemas de comportamiento; segundo, la irrefutabilidad de los discursos cuando parten de la
figura de autoridad y por último, se encuentra la construcción de prácticas sin fundamento, a
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propósito del poder, y cómo algunas de estas buscan su propia fundamentación.() Es decir, estas
carecen de soportes pero, al estar relacionadas con el poder en un juego de intereses, se hacen
válidas y se normalizan. Así, el cuento expone cómo este secuestro está justificado en una
recompensa.

Así pues, se entiende cómo dentro de la familia se figuran relaciones de poder, estas, desde la
mirada tradicional familiar, funcionan de arriba abajo, padre sobre la madre y así mismo sobre
los hijos. Las dinámicas que allí se presentan son evaluadas por quien detenta la mayor
autoridad, de igual modo, si es esta quien las realiza (en este caso el padre), tendrá la facultad de
ser incuestionable.

Sin embargo, esto no inhibe a los demás sujetos que conviven bajo esta estructura de ejercer
también poder, ya que tienen la oportunidad de hacrerlo sobre alguien que se encuentra en
desventaja. Como lo plantea Foucault, el poder no funciona en forma de una cadena, se trata de
un modelo de circulación, de forma que no será estático ni encasillado, por el contrario, se
desenvuelve en múltiples conexiones, (como se cita en Hall, 1997, p. 32). Debido a ello, este
pasa del padre sobre los hijos y el prisionero, a los hijos sobre el mismo.

Siendo así, aparece lo que se determina como aprehensión de dinámicas de violencia, a partir
de la circulación de este poder. Una vez familiarizados los hijos con el prisionero, empiezan a
establecer posiciones de dominantes y dominados, recreándose esto en momentos particulares:
“Cuando Yaira y yo nos asomamos el prisionero dormía. Prendimos una vela y le esculcamos los
bolsillos. Los mil pesos los encontramos cuando le quité los zapatos”. () Más adelante, se
evidencia la total asimilación de esta nueva realidad y el papel que ellos pueden tomar en ella.

Cuando ya estábamos aburridos de cuidar se nos ocurrió jugar a lo del prisionero. Cogimos
unos palos y dijimos que esas eran las metralletas de los guardias y al despertar, antes de que
se pusiera a chillar, le decíamos que esa era una cárcel y que él era el prisionero de papá. ()

Evidentemente, este comportamiento lo adquieren a partir de la relación con el padre y las


construcciones mentales que se crearon a partir del contexto social en el que se encuentran
inmersos, lo que lleva al proceso de reproducción de violencia, sobre esto Foucault menciona,
“el poder son relaciones entre individuos, una relación que consiste en que uno puede conducir la
conducta del otro, determinar la conducta del otro. Esta es determinada voluntariamente en
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función de una serie de objetivos que son suyos, del poder”. () Es decir, este poder que ejercen
los chicos sobre el prisionero es también fundado y heredado de su padre para contribuir en el
cuidado de la recompensa.

Por ende, estas dinámicas de violencia se desarrollan en el aparato familiar, a la que Foucault
se refiere como, “un discurso y un dispositivo de regularización y control, allí, lo que ocurre
arriba se reproduce abajo”. () La construcción de sujetos que comparten un campo en común va a
estar permeada de todas las prácticas que allí se estabilizan. Kremer valida esto cuando el padre
interviene en la relación de los chicos con el prisionero: “Papá nos dijo que era mejor que no
supiéramos cómo se llamaba, […] papá se quedó como pensando y luego dijo que se llamaba
Nadie”. ()

En consecuencia, este proceso en el que la violencia pasa de ser normalizada a reproducida,


obedece a las dos vertientes que toma el poder, desde el ser humano como individuo y en
relación con los demás. Primero, existe un poder interiorizado que se manifiesta en cualquier
caso que le otorgue privilegios a un sujeto sobre otro, los chicos en medio de su mundo, que
claramente los ponía en desventaja, vieron en el secuestrado la oportunidad de pasar de
dominados a dominantes. Segundo, dentro de la familia es claro que va a haber una influencia y
que, a partir del último ejemplo citado del cuento, da cuenta de cómo la actitud que se toma con
el secuestrado deviene de la legitimación que el padre le da al asunto. Esto último es claramente
el desencadenante de estas manifestaciones de poder.

En suma, “El prisionero de papá” ejemplifica cómo algunas prácticas condenadas por la
sociedad se convierten en la única fuente de sustento para aquellas familias que habitan en las
zonas marginadas de la sociedad, demuestra cómo la violencia sobre un ser humano indefenso
puede ser justificable si está mediada por un discurso convincente que venga de una autoridad,
del mismo modo, desentraña cada fibra de las relaciones de poder que se establecen en el núcleo
familiar en las cuales el sujeto se forma en consonancia con su ser y su entorno en función de
perpetuar un legado.
Kely Johana Urrego Lopez
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Referencias bibliográficas.

Hall, S. (1997). El trabajo de la representación. Representation: Cultural Representations and


Signifying Practices, 1-5. Recuperado de
http://metamentaldoc.com/14_El_trabajo_de_la_representacion_Stuart_Hall.pdf

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