- la ausencia total del miedo - respondió el maestro. -¿ Y a qué tenemos miedo? – volvió a preguntar el discípulo. - Al amor - dijo el maestro.
Y es cierto, el amor maduro, al que se refiere el maestro del
relato, no tiene miedo; pero el amor inmaduro, que idealiza al otro y que ve en él toda perfección y garantía de felicidad, está lleno de temor. Cuando el amor es dependencia, surge el miedo a perder y paradójicamente, el miedo a perder nos hace perder. Cuántas relaciones se han roto por amor dependiente, obsesivo, asfixiante, que puede llegar incluso a ser agresivo. Si dependemos del otro emocionalmente, nos volvemos esclavo de lo que necesitamos y en consecuencia le tememos. Y EL QUE TEME NO PUEDE AMAR. Muy distinto es el AMOR del que quiere el bien del otro: Te quiero, pero te quiero libre, tal y como tú eres, no quiero amar ideales imaginarios, quiero amar la realidad de tu SER. EL AMOR COMO VÍA DE CRECIMIENTO El AMOR no es sólo deseo o un sentimiento, es el resultado de un proceso de toma de conciencia, de un ejercicio de intimidad, de una práctica de generosidad y entrega. Es el triunfo de mi voluntad de querer el bien del ser amado y respetar su dignidad. EL AMOR SE TRABAJA. En definitiva es un oficio, como el oficio de vivir, que se aprende si uno pone ánimo y entusiasmo en aprender, y nos guste o no, aprendemos de los errores. Quien sabe amar se ha equivocado varias veces, pero como todo proceso, ha sabido reflexionar y pedir perdón. Sí, AMAR ES UN ARTE, cómo escribió Erich Fromm. Por eso el amor nos hace mejores, más sensibles más lúcidos y nos cura. Sabemos cuando alguien nos ama de verdad porque nos regala serenidad, plenitud, y alegría, y nos invita a ser no sólo quien ya somos, sino quien podemos llegar á SER!!!!