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1.

Corrientes ideológicas que dan lugar a las revoluciones burguesas


Las revoluciones burguesas son un concepto historiográfico originado por la escuela
del materialismo histórico o marxismo que se utiliza para manifestar que el componente
social dominante en un movimiento revolucionario corresponde a la burguesía.
Aunque pueden remontarse al mismo nacimiento de la clase burguesa en
las ciudades europeas medievales, el concepto suele restringirse a los ciclos
revolucionarios que sucedieron desde finales del siglo XVIII y que en su definición política
se conocen como Revolución Liberal. Su principal ejemplo fue la Revolución
francesa (1789), seguido en distintos momentos por los demás países europeos
(revolución de 1820, revolución de 1830, revolución de 1848) o americanos
(Independencia de la América Hispana), pues la Independencia de Estados Unidos es
anterior, de 1776) hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que acaba
definitivamente con los últimos recuerdos del Antiguo Régimen; notablemente en Rusia
con la Revolución de febrero de 1917, que sólo precede en pocos meses a la Revolución
de Octubre, que se clasifica ya como revolución socialista y proletaria.
Según esa concepción materialista de la historia (muy matizada desde mediados del siglo
XX incluso por la propia historiografía materialista), los intereses de la burguesía se
manifestaron en la superestructura político-ideológica por las ideas de la Ilustración, que
hablaban de libertad y derechos en oposición al absolutismo y la sociedad estamental; y
de libre mercado frente a las restricciones del modo de producción feudal.
La ideologíaburguesa no se restringe a esa clase, sino que se extiende por el cuerpo
social, tanto en el conjunto de la población dominada (mucho más numerosa por incluir a
todos los no privilegiados), así como a elementos individuales de los
estamentos privilegiados (nobleza y clero), e incluso en algunos casos al aparato mismo
del poder de la monarquía absoluta, que se veía a sí misma como despotismo ilustrado.
Símbolo de la alternativa social y política, la Toma de la Bastilla (con mayor repercusión
que la anterior Declaración de Independencia de los Estados Unidos) había demostrado la
posibilidad de una emancipación vista con temor por toda la aristocracia europea, al
tiempo que con esperanza por los partidarios de los cambios revolucionarios que iban a
acabar con los obstáculos que impedían a la burguesía el libre desarrollo de la fuerza
productiva de su capital, le negaban el ascenso social y le imposibilitaban el ejercicio
del poder político.
Tras el prolongado proceso histórico de la revolución burguesa, esta clase reemplazó
como clase dominante a los señores feudales, fusionándose de hecho en una
nueva élite social, de la que formarán parte tanto la alta nobleza como la alta burguesía.
Las revoluciones burguesas incluyeron y se simultanearon con el proceso
de industrialización y la transformación de la sociedad preindustrial en sociedad industrial,
un cambio verdaderamente revolucionario que ha merecido el nombre de Revolución
industrial. Ambas revoluciones
REVOLUCION INGLESA
La Revolución inglesa (English Civil War en inglés) es el periodo de la historia
del Reino Unido que abarca desde 1642 hasta 1689. Se extiende desde el fin del
reinado de Carlos I de Inglaterra, pasando por la República británica y
el Protectorado inglés de Oliver Cromwell y finaliza con la Revolución Gloriosa, que
destituye a Jacobo II.
Reinado de Carlos I de Inglaterra (1625–1649)
Artículo principal: Reinado de Carlos I

En 1603 muere Isabel I de Inglaterra sin descendientes. Jacobo I, hijo de María I de


Escocia, sube al trono como el primer rey Estuardo de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
La situación política cambia: su falta de tacto con el Parlamento —debido a su idea del
derecho divino de los reyes— desemboca en un largo conflicto que se agudizará con la
sucesión en el trono de su hijo Carlos I, cuyo absolutismo hizo que mantuviera relaciones
muy tensas durante su reinado con el Parlamento inglés, que pretendía controlar sus
arbitrarias creaciones de impuestos y su reformismo religioso.
Durante este reinado se suceden dos guerras civiles entre los partidarios del rey y los del
Parlamento. Carlos I fue víctima del radicalismo político siendo sentenciado a pena de
muerte por alta traición al Estado en 1649.
Ya desde el comienzo del reinado, en 1625, la boda del rey Carlos con Enriqueta María
de Francia, provocó la ira de sus súbditos protestantes porque la reina era católica. Carlos
creía, como su padre, en el derecho divino de los reyes y en la autoridad de la Iglesia de
Inglaterra.
Estas creencias le enfrentaron con el Parlamento, que luego disolvió reiteradamente unas
tres veces, gobernando aproximadamente unos once años sin él, en el periodo llamado
«Once años de tiranía».
Cuando las arcas del gobierno empezaron a vaciarse, y las necesidades tanto internas
como externas (conflictos bélicos con Escocia, al tratar de imponer la liturgia católica) se
incrementaban cada vez más, Carlos, se vio forzado a reunir lo que se denominó el
«Parlamento largo» con el fin de recaudar fondos, pero a cambio, los parlamentarios le
exigían ciertas garantías políticas. Tras ciertas disputas políticas, el Parlamento se dividió
entre los que estaban a favor del rey, y los que no lo estaban, estallando de esta manera
una guerra civil en 1642.

Primera guerra civil inglesa (1642–1646)


El enfrentamiento entre el poder parlamentario y el poder real se saldó a favor del
primero, moderando el rey su política absolutista y viéndose controlado por el Parlamento.
Fue entonces cuando éste aprobó numerosas leyes anti-absolutistas. Por ejemplo, se
eliminó la Corte de la Cámara estrellada, se retiró el poder al rey de disolver el parlamento
y se condenó a muerte a William Laud, arzobispo de Canterbury y al conde de Strafford,
gran aliado del rey.
Dos años antes, Oliver Cromwell, había vuelto al Parlamento tras su retiro en 1629.
Cuando estalló la guerra civil en 1642, reunió un regimiento de caballería, para combatir
en favor de la causa parlamentaria. Con este contingente logró un enorme prestigio como
militar durante la primera fase de la revolución.
Segunda guerra civil inglesa (1648–1649)
Las disputas entre los partidarios del rey Carlos I que se encontraba encarcelado por las
fuerzas parlamentarias y los del «Parlamento largo» persistieron. Sin embargo los
escasos apoyos monárquicos entre los propios parlamentarios cesaron cuando el rey
escapó, se alió con los escoceses y desencadenó de nuevo la guerra civil en 1648.
Cromwell reprimió una rebelión en Gales y derrotó a los escoceses en Preston (agosto de
1648). De nuevo se puso de parte del Ejército en contra del Parlamento, que intentaba
reanudar las negociaciones con Carlos. En el mes de diciembre, autorizó la expulsión de
la oposición, dejando sólo a unos pocos miembros que estaban de acuerdo con la
designación de una comisión que juzgara al Rey por traición.
Fue una guerra caballeresca, que Oliver Cromwell terminó venciendo con su Batallón de
los Santos (Ironsides), a los promonárquicos. El fin del enfrentamiento supuso el
enjuiciamiento por alta traición del rey y su posterior decapitación, teniendo como
consecuencia la proclamación de la única república en la historia inglesa.

Interregno o República (1649–1660)


La república representaba las aspiraciones de la burguesía, de una sociedad mercantilista
puritana. La política pasaría a ser en gran medida impuesta por los intereses comerciales
al Gobierno. Significó el triunfo de la burguesía, la aceptación de su moralidad, del
principio de que los hombres tienen derecho a hacer lo que se les antoje con lo que es
suyo, que el beneficio del capitalista es también el beneficio de la sociedad
Tercera guerra civil inglesa (1649–1651)
La primera tarea de Cromwell durante la República -proclamada después de la ejecución
de Carlos el 30 de enero de 1649- fue la pacificación de Irlanda y Escocia frente a las
fuerzas realistas que apoyaban al sucesor legítimo, el futuro Carlos II de Inglaterra. Sus
principales objetivos eran lograr un gobierno estable y tolerancia para todas las sectas
puritanas. Cromwell aplastó a los partidarios monárquicos en Irlanda y Escocia y controló
Inglaterra.
Protectorado de los Cromwell (1653–1659)
La necesidad de que el ejército controlara la situación provocó pronto que la República se
convirtiera en una dictadura militar comandada por Cromwell bajo
el puritanismo intransigente. Abolió la Cámara de los Lores y centró su poder en el ejército
y la Cámara de los Comunes. Una de las leyes más significativas de este período fueron
las Actas de Navegación. El éxito de Cromwell se debió a que supo mantener la paz y la
estabilidad, y a que proporcionó los medios necesarios para la tolerancia religiosa de
grupos no católicos. Por ello, los judíos, que habían sido expulsados de Inglaterra
en 1390, pudieron regresar en 1655. La enérgica política exterior de Cromwell y los éxitos
del Ejército y la Armada otorgaron a Inglaterra un gran prestigio en el extranjero. Los
ingleses, en alianza con Francia, arrebataron Dunkerque a España en 1658, obteniendo
así una plaza fuerte en el continente desde donde invadir Calais, ciudad que Inglaterra
había perdido hacía 100 años.
Sin embargo la situación política siguió inestable, lo que enfrentó al Lord Protector con el
Parlamento restringido del Protectorado, que trataban de alterar los principios de
la Constitución escrita. En 1657 aceptó la Humilde Petición y Consejo: petición de crear
una segunda cámara parlamentaria y potestad de nombrar a su sucesor, pero no aceptó
el título de rey. Tras la muerte de Oliver Cromwell en 1658 le sucedió su hijo, Richard
Cromwell, quien no poseía el carisma y el liderazgo que su padre, por lo que acabó
renunciando. Así, el Parlamento Largo se reunió y, bajo el impulso del general George
Monck, se declaró rey de Inglaterra a Carlos II, terminando así la República y restaurando
la monarquía.

Restauración de los Estuardo (1660–1688)


En 1660, Carlos II restablece la monarquía y la dinastía Estuardo en Gran Bretaña,
manteniendo una relativa y circunstancial tranquilidad después de terminada la guerra
civil.
Jacobo Estuardo (hermano de Carlos II) pasó a ser lord almirante supremo de Inglaterra.
En 1672 Jacobo anunció públicamente su conversión a la fe católica en medio de un clima
anticatólico apoyado por el Parlamento y extendido a la sociedad. Al año siguiente, el
Parlamento inglés aprobó el Acta de Prueba, por la que los católicos quedaban
inhabilitados para el desempeño de cargos públicos, y Jacobo dimitió
como almirante supremo. En 1679, la Cámara de los Comunes trató de excluir a Jacobo
del trono, sin éxito.
A la muerte de Carlos en 1685, Jacobo se convirtió en rey. Apartó a muchos de sus
seguidores con sus severas represalias, sobre todo como consecuencia de una serie de
juicios represivos conocidos por el nombre de «Juicios Sangrientos». Jacobo trató de
ganarse el apoyo de los disidentes y de los católicos en 1687, poniendo fin a las
restricciones religiosas, pero sólo consiguió aumentar las tensiones. El nacimiento de su
hijo, Jacobo Francisco Eduardo Estuardo, el 10 de junio de 1688, pareció garantizar la
sucesión católica. Poco después, los líderes de la oposición invitaron al yerno de
Jacobo, Guillermo de Orange, más tarde Guillermo III de Inglaterra, a hacerse con el trono
inglés, desencadenando así la Revolución Gloriosa.

Revolución francesa
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de
violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras naciones
de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como
el Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea
Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón
Bonaparte, la organización política de Francia durante el siglo XIX osciló
entre república, imperio y monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución marcó el
final definitivo del feudalismo y del absolutismo en ese país,1 y dio a luz a un nuevo
régimen donde la burguesía, apoyada en ocasiones por las masas populares, se convirtió
en la fuerza política dominante en el país. La revolución socavó las bases del sistema
monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la medida en que lo derrocó con un
discurso e iniciativas capaces de volverlo ilegítimo.
Según la historiografía clásica, la Revolución francesa marca el inicio de la Edad
Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna, lo que la sitúa en el
corazón del siglo XIX. Abrió nuevos horizontes políticos basados en el principio de
la soberanía popular, que será el motor de las revoluciones de 1830, de 1848 y de 1871.

Guerra de Independencia de los Estados Unidos


La guerra de Independencia de los Estados Unidos fue un conflicto que enfrentó a
las Trece Colonias británicas originales en América del Norte contra el Reino de Gran
Bretaña. Ocurrió entre 1775 y 1783, finalizando con la derrota británica en la batalla de
Yorktown y la firma del Tratado de París.
Durante la guerra, Francia ayudó a los revolucionarios estadounidenses con tropas
terrestres comandadas por Rochambeau y por el Marqués de La Fayette y por flotas bajo
el comando de marinos como Guichen, de Grasse y d'Estaing. España, por su parte, lo
hizo inicialmente gracias a Bernardo de Gálvez y de forma abierta a partir de la batalla de
Saratoga, mediante las armas y los suministros proporcionados por los navíos del
comerciante Diego María de Gardoqui y abriendo un frente en el flanco sur.
Las colonias británicas que se independizaron de Gran Bretaña edificaron el primer
sistema político liberal y democrático, alumbrando una nueva nación, los Estados Unidos
de América, incorporando las nuevas ideas revolucionarias que propugnaban la igualdad
y la libertad. Esta sociedad colonial se formó a partir de oleadas de colonos inmigrados y
no existían en ella los rasgos característicos del rígido sistema estamental europeo.
En las colonias del sur (Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia) se había
organizado un sistema esclavista (con unos 500 000 esclavos negros) que explotaban
plantaciones de tabaco, algodón y azúcar. De este modo, la población estaba compuesta
por grandes y pequeños propietarios y esclavos.
Los antecedentes a la guerra de la Independencia de los Estados Unidos se remontan a
la confrontación franco-británica en Norteamérica y a las consecuencias de la guerra de
los Siete Años.
La guerra de los Siete Años terminó en 1763. El 10 de febrero, el Tratado de París ponía
fin al imperio colonial francés en América del Norte y consolidaba a Inglaterra como la
potencia hegemónica. En oposición solo tenía a España, que controlaba Nueva Orleans,
la ciudad más importante, con unos 10 000 habitantes. Respecto a Francia, la pérdida
territorial no fue sentida como algo catastrófico. Se conservaban los derechos pesqueros
en Terranova y la población católica francófona recibiría un trato de respeto. Por otro lado,
en el Caribe las pérdidas podían ser compensadas, pues la colonia principal francesa del
Caribe, Saint-Domingue(La Española) con capital en Puerto Príncipe, producía la mitad
del azúcar consumido en todo el mundo, y su comercio con África y las Antillas estaba en
pleno apogeo.
Respecto a los colonos estadounidenses, la guerra modificó radicalmente el panorama
anterior. Los francófonos católicos de Quebec, tradicionales enemigos de los colonos
estadounidenses de las Trece colonias, recibieron un trato respetuoso por parte de las
autoridades británicas. Trato que se confirmó en 1774 cuando se dotó a Canadá de un
estatuto particular dentro de las colonias estadounidenses, llevándose sus fronteras hasta
la confluencia del Ohio y el Misisipi. Asimismo su población conserva un derecho civil
propio y la Iglesia católica es reconocida. Todos estos movimientos fueron mal aceptados
por la población de las Trece colonias.
La causa inmediata de este conflicto fue el injusto trato que Gran Bretaña infligía a los
colonos, pues estos aportaban riquezas e impuestos a la metrópoli pero no tenían los
medios para decidir sobre dichos impuestos, por lo que se sentían marginados y no
representados

Revolución francesa
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de
violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras naciones
de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como
el Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea
Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón
Bonaparte, la organización política de Francia durante el siglo XIX osciló
entre república, imperio y monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución marcó el
final definitivo del feudalismo y del absolutismo en ese país,1 y dio a luz a un nuevo
régimen donde la burguesía, apoyada en ocasiones por las masas populares, se convirtió
en la fuerza política dominante en el país. La revolución socavó las bases del sistema
monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la medida en que lo derrocó con un
discurso e iniciativas capaces de volverlo ilegítimo.
Según la historiografía clásica, la Revolución francesa marca el inicio de la Edad
Contemporánea al sentar las bases de la democracia moderna, lo que la sitúa en el
corazón del siglo XIX. Abrió nuevos horizontes políticos basados en el principio de
la soberanía popular, que será el motor de las revoluciones de 1830, de 1848 y de 1871.2

Causas

El Tercer Estado cargando al Primer y al Segundo Estado.

En términos generales fueron varios los factores que influyeron en la Revolución:3

 un régimen monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de un


mundo cambiante, y que, tras varios intentos de adoptar medidas destinadas a atajar
la crisis política y económica, capituló ante la violenta reacción de la nobleza;
 una aristocracia (la nobleza y el alto clero) aferrada a sus privilegios feudales, que
bloqueó todas las reformas estructurales (de Machault, de Maupeou, de Turgot) que
se intentaron implantar desde la Corte;
 el auge de una clase burguesa nacida siglos atrás, que había alcanzado un gran
poder en el terreno económico y que ahora empezaba a propugnar el político. Su
riqueza y su cultura la había elevado al primer puesto en la sociedad, posición que
estaba en contradicción con la existencia de los estamentos privilegiados, nobleza y
clero;
 la exasperación de las clases populares urbanas y del campesinado,
empobrecidos por la subida de los precios –en particular de los cereales y del pan,
base de la alimentación— y por el incremento continuo de los impuestos y derechos
señoriales y reales. El diezmo que cobraba el clero, apenas servía para mantener el
culto y socorrer a los pobres. El campesinado contestaba además el origen de la
propiedad de los derechos y servidumbres feudales (recogidos en los llamados «libros
terriers»), que les parecían abusivos e injustos;
 la expansión de las nuevas ideas ilustradas;
 la regresión económica y las crisis agrícolas cíclicas (la que estalló en 1788 fue la
más violenta de todo el siglo XVIII), agravados por las malas cosechas en los años
que precedieron a la Revolución;
 la quiebra financiera provocada por los vicios del sistema fiscal, la mala percepción
y la desigualdad de los impuestos, los gastos de la Corte, los costes de las guerras, y
por los graves problemas hacendísticos causados por el apoyo militar a la guerra de
Independencia de los Estados Unidos. Esta intervención militar se convertiría en arma
de doble filo, pues, pese a ganar Francia la guerra contra Gran Bretaña y resarcirse
así de la anterior derrota en la guerra de los Siete Años, la hacienda quedó en
bancarrota y con una importante deuda externa. Los problemas fiscales de la
monarquía, junto al ejemplo de democracia del nuevo Estado emancipado precipitaron
los acontecimientos.
Desde el punto de vista político, fueron fundamentales ideas tales como las expuestas
por Voltaire, Rousseau, Diderot o Montesquieu (como por ejemplo, los conceptos
de libertad política, de fraternidad y de igualdad, o de rechazo a una sociedad dividida, o
las nuevas teorías políticas sobre la separación de poderes del Estado). Todo ello fue
rompiendo el prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen, ayudando a su desplome.
Desde el punto de vista económico, la inmanejable deuda del Estado fue exacerbada por
un sistema de extrema desigualdad social y de altos impuestos que los estamentos
privilegiados, nobleza y clero no tenían obligación de pagar, pero que sí oprimía al resto
de la sociedad. Hubo un aumento de los gastos del Estado simultáneo a un descenso de
la producción agraria de terratenientes y campesinos, lo que produjo una grave escasez
de alimentos en los meses precedentes a la Revolución. Las tensiones, tanto sociales
como políticas, mucho tiempo contenidas, se desataron en una gran crisis económica a
consecuencia de los dos hechos puntuales señalados: la colaboración interesada de
Francia con la causa de la independencia estadounidense (que ocasionó un
gigantesco déficit fiscal) y el aumento de los precios agrícolas.
El conjunto de la población mostraba un resentimiento generalizado dirigido hacia los
privilegios de los nobles y del alto clero, que mantenían su dominio sobre la vida pública
impidiendo que accediera a ella una pujante clase profesional y comerciante. El ejemplo
del proceso revolucionario estadounidense abrió los horizontes de cambio político entre
otros.

La Asamblea Legislativa y la caída de la monarquía (1791-1792)


Bajo la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía constitucional. El
rey tenía que compartir su poder con la Asamblea, pero todavía mantenía el poder de veto
y la potestad de elegir a sus ministros.
La Asamblea Legislativa se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791. La componían
264 diputados situados a la derecha: feuillants (dirigidos por Barnave, Duport y Lameth),
y girondinos, portavoces republicanos de la gran burguesía. En el centro figuraban 345
diputados independientes, carentes de programa político definido. A la izquierda 136
diputados inscritos en el club de los jacobinos o en el de los cordeliers, que representaban
al pueblo llano parisino a través de sus periódicos L´Ami du Peuple y Le PèreDuchesne, y
con Marat y Hebert como portavoces. Pese a su importancia social y el apoyo popular y
de la pequeña burguesía, en la Asamblea era escasa la influencia de la izquierda, pues la
Asamblea estaba dominada por las ideas políticas que representaban los girondinos.
Mientras los jacobinos tienen detrás a la gran masa de la pequeña burguesía,
los cordeliers cuentan con el apoyo del pueblo llano, a través de las secciones
parisienses.
Este gran número de diputados se reunían en los clubes, germen de los partidos políticos.
El más célebre de entre éstos fue el partido de los jacobinos, dominado por Robespierre.
A la izquierda de este partido se encontraban los cordeleros, quienes defendían
el sufragio universal masculino (derecho de todos los hombres al voto a partir de una
determinada edad). Los cordeliers querían la eliminación de la monarquía e instauración
de la república. Estaban dirigidos por Jean-Paul Marat y Georges Danton, representando
siempre al pueblo más humilde. El grupo de ideas más moderadas era el de
los girondinos, que defendían el sufragio censitario y propugnaban una monarquía
constitucional descentralizada. También se
encontraban aquellos que formaban parte de «el Pantano», o «el Llano», como eran
llamados aquellos que no tenían un voto propio, y que se iban por las proposiciones que
más les convenían, ya vinieran de los jacobinos o de los girondinos.
En los primeros meses de funcionamiento de la Asamblea, el rey había vetado una ley
que amenazaba con la condena a muerte a los émigrés, y otra que exigía al clero prestar
juramento de lealtad al Estado. Desacuerdos de este tipo fueron los que llevaron más
adelante a la crisis constitucional.
Guerra de Austria y Prusia contra Francia
Artículo principal: Primera Coalición

Mientras tanto, dos potencias absolutistas europeas, Austria y Prusia, se dispusieron a


invadir la Francia revolucionaria, lo que hizo que el pueblo francés se convirtiera en un
ejército nacional, dispuesto a defender y a difundir el nuevo orden revolucionario por
toda Europa. Durante la guerra, la libertad de expresión permitió que el pueblo
manifestase su hostilidad hacia la reina María Antonieta (llamada «la Austriaca» por ser
hija de un emperador de aquel país y «Madame Déficit» por el gasto que había
representado al Estado, que no era mayor que la mayoría de los cortesanos) y contra Luis
XVI, que casi siempre se negaba a firmar leyes propuestas por la Asamblea Legislativa.
La «segunda Revolución»: Primera República francesa
El 10 de agosto de 1792, las masas asaltaron el Palacio de las Tullerías, y la Asamblea
Legislativa suspendió las funciones constitucionales del rey. La Asamblea acabó
convocando elecciones con el objetivo de configurar (por sufragio universal) un nuevo
parlamento que recibiría el nombre de Convención. Aumentaba la tensión política y social
en Francia, así como la amenaza militar de las potencias europeas. El conflicto se
planteaba así entre una monarquía constitucional francesa en camino de convertirse en
una democracia republicana, y las monarquías europeas absolutas. El nuevo parlamento
elegido ese año abolió la monarquía y proclamó la República. Creó también un nuevo
calendario, según el cual el año 1792 se convertiría en el año 1 de su nueva era.
El gobierno pasó a depender de la Comuna insurreccional. Cuando la Comuna envió
grupos de sicarios a las prisiones, asesinaron a 1.400 víctimas, y pidió a otras ciudades
de Francia que hicieran lo mismo, la Asamblea no opuso resistencia. Esta situación
persistió hasta el 20 de septiembre de 1792, en que se creó un nuevo cuerpo legislativo
denominado Convención, que de hecho se convirtió en el nuevo gobierno de Francia.

La Convención (1792-1795)
Artículo principal: Convención Nacional

Ejecución del rey Luis XVI.


El poder legislativo de la nueva República estuvo a cargo de la Convención, mientras que
el poder ejecutivo recayó sobre el Comité de Salvación Nacional.
Ejecución del Rey y Primera Coalición contra Francia
Véase también: Primera Coalición

En el Manifiesto de Brunswick, los Ejércitos Imperiales y de Prusia amenazaron con


invadir Francia si la población se resistía al restablecimiento de la monarquía. Esto
ocasionó que Luis XVI fuera visto como conspirador con los enemigos de Francia. El 17
de enero de 1793, la Convención condenó al rey a muerte por una pequeña mayoría,
acusándolo de «conspiración contra la libertad pública y la seguridad general del Estado».
El 21 de enero el rey fue ejecutado, lo cual encendió nuevamente la mecha de la guerra
con otros países europeos. La reina María Antonieta, nacida en Austria y hermana del
Emperador, fue ejecutada el 16 de octubre del mismo año, iniciándose así una revolución
en Austria para sustituir a la reina. Esto provocó la ruptura de toda relación entre ambos
países.
El reinado del Terror
Artículo principal: El Terror

La guillotina, que fue el instrumento de ejecución de entre 35 000 a 40 000 personas


durante la época del terror.

9 de Thermidor, la caída de Robespierre.

Masacres de septiembre.

Guerra de la Vendée.

El mismo día en el que se reunía la Convención (20 de septiembre de 1792), todas las


tropas francesas (formadas por tenderos, artesanos y campesinos de toda Francia)
derrotaron por primera vez a un ejército prusiano en Valmy, lo cual señalaba el inicio de
las llamadas Guerras Revolucionarias Francesas.
Sin embargo, la situación económica seguía empeorando, lo cual dio origen a revueltas
de las clases más pobres. Los llamados sans-culottes expresaban su descontento por el
hecho de que la Revolución francesa no sólo no estaba satisfaciendo los intereses de las
clases bajas sino que incluso algunas medidas liberales causaban un enorme perjuicio a
éstas (libertad de precios, libertad de contratación, Ley Le Chapelier, etc.). Al mismo
tiempo se comenzaron a gestar luchas antirrevolucionarias en diversas regiones de
Francia. En la Vandea, un levantamiento popular fue especialmente significativo:
campesinos y aldeanos se alzaron por el rey y las tradiciones católicas, provocando la
llamada Guerra de Vandea, reprimida tan cruentamente por las autoridades
revolucionarias parisinas que se ha llegado a calificar de genocidio. Por otra parte, la
guerra exterior amenazaba con destruir la Revolución y la República. Todo ello motivó la
trama de un golpe de estado por parte de los jacobinos, quienes buscaron el favor popular
en contra de los girondinos. La alianza de los jacobinos con los sans-culottes se convirtió
de hecho en el centro del gobierno.
Los jacobinos llevarían en su política algunas de las reivindicaciones de los sans-culottes
y las clases bajas, pero no todas sus reivindicaciones serían aceptadas, y jamás se
cuestionó la propiedad privada. Los jacobinos no pusieron nunca en duda el orden liberal,
pero sí llevaron a cabo una democratización del mismo, pese a la represión que
desataron contra los opositores políticos (tanto conservadores como radicales).

Charlotte Corday tras asesinar a Marat, obra de Paul Baudry.

Se redactó en 1793 una nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano,
y una nueva constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio universal. El
Comité de Salvación Pública cayó bajo el mando de MaximilienRobespierre y los
jacobinos desataron lo que se denominó el Reinado del Terror (1793-1794). No menos de
10 000 personas fueron guillotinadas ante acusaciones de actividades
contrarrevolucionarias. La menor sospecha de dichas actividades podía hacer recaer
sobre una persona acusaciones que eventualmente la llevarían a la guillotina. El cálculo
total de víctimas varía, pero se cree que pudieron ser hasta 40 000 los que fueron
víctimas del Terror.
En 1794, Robespierre procedió a ejecutar a ultrarradicales y a jacobinos moderados. 5 6 7
Su popularidad, sin embargo, comenzó a erosionarse. El 27 de julio de 1794, ocurrió otra
revuelta popular[cita  requerida] contra Robespierre, apoyada por los moderados que veían
peligroso el trayecto de la Revolución, cada vez más exaltada. El pueblo, por otro lado, se
rebela contra la condición burguesa de Robespierre que revolucionario antes, ahora
persigue a Verlet, Leclerc y Roux. Los miembros de la Convención lograron convencer al
«Pantano», y derrocar y ejecutar a Robespierre junto con otros líderes del Comité de
Salvación Pública.

El Directorio (1795-1799)
Artículo principal: Directorio (Francia)

Napoleón liderando a sus tropas en la Batalla del puente de Arcole.

La Convención aprobó una nueva Constitución el 17 de agosto de 1795, ratificada el 26


de septiembre en un plebiscito. La nueva Constitución, llamada Constitución del Año III,
confería el poder ejecutivo a un Directorio, formado por cinco miembros llamados
directores. El poder legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral, compuesta por
el Consejo de Ancianos (250 miembros) y el Consejo de los Quinientos. Esta Constitución
suprimió el sufragio universal masculino y restableció el sufragio censitario.
Napoleón y la toma del poder
Napoleón Bonaparte, Primer Cónsul.
La nueva Constitución encontró la oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo
diferentes revueltas que fueron reprimidas por el ejército, todo lo cual motivó que el
general Napoleón Bonaparte, retornado de su campaña en Egipto, diera el 9 de
noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de Brumario) instalando el Consulado.

El Consulado (1799-1804)
Artículo principal: Consulado (Francia)

La Constitución del Año VIII, redactada por Pierre Daunou y promulgada el 25 de


diciembre de 1799, estableció un régimen autoritario que concentraba el poder en manos
de Napoleón Bonaparte, para supuestamente salvar la república de una posible
restauración monárquica. Contrariamente a las Constituciones anteriores, no incluía
ninguna declaración sobre los derechos fundamentales de los ciudadanos. El poder
ejecutivo recaía en tres cónsules: el primer cónsul, designado por la misma Constitución,
era Napoleón Bonaparte, y los otros dos sólo tenían un poder consultivo. En 1802,
Napoleón impuso la aprobación de un senadoconsulto que lo convirtió en cónsul vitalicio,
con derecho a designar su sucesor.
El cargo de cónsules lo ostentaron Napoleón Bonaparte, Sieyès y Ducos temporalmente
hasta el 12 de diciembre de 1799. Posteriormente, Sieyés y Ducos fueron reemplazados
por Jean Jacques Régis de Cambacérès y Charles-François Lebrun, quienes siguieron en
el cargo hasta el 18 de mayo de 1804 (28 de floreal del año XII), cuando un
nuevo senadoconsulto proclamó el Primer Imperio y la extinción de la Primera República,
cerrando con esto el capítulo histórico de la Revolución francesa
Revolución de 1820
Revolución de 1820 o Ciclo prerrevolucionario de 1820 son los nombres con que la
historiografía ha designado al conjunto de procesos revolucionarios que tuvieron lugar
en Europa alrededor de 1820. Fue la primera de las llamadas oleadas o ciclos
revolucionarios que sacudieron Europa con posterioridad a las Guerras Napoleónicas y
que se repitieron sucesivamente en las de 1830 y las de 1848.
Sus ejes ideológicos fueron el liberalismo y el nacionalismo. Dado que los países más
afectados fueron los del sur de Europa (los episodios de otras zonas,
como Alemania o Francia, fueron de mucha menor importancia), con España como
epicentro de un movimiento que se extendió a Italia y Portugal,3 y por otro lado Grecia; se
le ha llamado ciclo mediterráneo por contraposición al ciclo atlántico que la había
precedido en la generación anterior (las primeras revoluciones liberales o revoluciones
burguesas, producidas a ambos lados del océano: la Independencia de Estados Unidos -
1776- y la Revolución francesa -1789-).4
Las revoluciones de 1820 surgieron como reacción a la Restauración que se produjo
como consecuencia de la derrota de la Francia revolucionaria, y que suponía el
restablecimiento del Antiguo Régimen y la aplicación de los
principios legitimistas del Congreso de Viena de 1815, confiados a la fuerza y
determinación intervencionista de la Santa Alianza. Esta alianza de las monarquías
absolutas finalmente consiguió evitar la posibilidad de una generalización del contagio
revolucionario y sofocó los focos revolucionarios. Ante la desigualdad de fuerzas, como
forma de organización de los revolucionarios de 1820 predominó la conspirativa, a
través de sociedades secretas, similares a la masonería, como los carbonarios.
Aunque pueden detectarse alteraciones anteriores, el movimiento revolucionario que
suscitó el contagio y en varios casos la imitación explícita (incluso del texto
constitucional), fue el pronunciamiento de los militares liberales españoles que inició el
llamado trienio liberal. Las revoluciones de Portugal e Italia (especialmente en el
Piamonte y en Nápoles) fueron las siguientes. Con mucha más lejanía en tiempo y
espacio, también hubo movimientos de muy distinta naturaleza en el Imperio
ruso (Revuelta Decembrista de 1825). El caso más peculiar fue Grecia, donde en 1821 se
pueden datar los inicios del movimiento por la independencia griega, proclamada en 1822;
y que fue la única de las revoluciones de este ciclo en tener éxito, gracias al apoyo de las
potencias europeas contra el Imperio Otomano

Incidentes previos en otras zonas de Europa


Desde la derrota de Napoleón fueron frecuentes las revueltas o movimientos
revolucionarios de carácter liberal en todos los países europeos, incluso en países, como
Inglaterra, que no pueden calificarse de monarquías absolutas.
Alemania
Fue la primera zona en experimentar movimientos de protesta contra la nueva situación
política europea, aunque no desencadenasen de momento movimientos revolucionarios
de envergadura. El Sacro Imperio Romano-Germánico, institución de origen medieval e
inoperante en la práctica, había dejado de existir en 1806, sustituido por la Confederación
del Rin diseñada por Napoleón. En su lugar, el Congreso de Viena creó en 1815
la Confederación Germánica, bajo la presidencia del Imperio austríaco. El nacionalismo
cultural, herencia del romanticismo, estaba en auge en Alemania y se fue convirtiendo en
nacionalismo político. Los nacionalistas alemanes pretendían unificar todas las regiones
de habla germana, superando el estatus de la Confederación Germánica.
En 1817, el Festival de Wartburg conmemoraba el tercer centenario de la publicación
de Las 95 tesis por Lutero en la puerta de la catedral de Wittenberg; y durante las
celebraciones hubo manifestaciones nacionalistas que presentaban a Lutero como un
patriota alemán.
A partir de 1818 hubo agitaciones estudiantiles de carácter liberal y nacionalista
protagonizadas por corporaciones de estudiantes llamadas burschenschaften. En 1819,
en Mannheim, Karl Ludwig Sand, un estudiante perteneciente a una de dichas
corporaciones, asesinó "por traidor a la patria alemana" al dramaturgo August von
Kotzebue. El estudiante fue detenido y ejecutado. Mediante los Decretos de Karlsbad del
20 de septiembre de 1819 el canciller austriaco Metternich prohibió estas corporaciones
estudiantiles en los territorios de la Confederación Germánica e impuso vigilantes en las
universidades y una férrea censura de prensa. Se desencadenó una fuerte represión de
los elementos nacionalistas y liberales alemanes, lo que impidió que la agitación se
transformara en una insurrección revolucionaria. La situación se mantuvo en calma hasta
1830.
Inglaterra
El movimiento radical que pretendía la transformación democrática de la monarquía
parlamentaria británica tuvo su episodio más violento en la Masacre de Peterloo del 16 de
agosto de 1819.5

El epicentro de la Revolución de 1820: España


Fernando VII, el Deseado, que había pasado la Guerra de Independencia
Española retenido en Francia, a su vuelta a España rechazó jurar la Constitución
española de 1812 (la llamada de Cádiz o la Pepa) que los liberales de las Cortes de
Cádiz habían promulgado en nombre de la soberanía nacional, aunque previendo el
ejercicio del poder por el rey al que consideraban legítimo. Restaurado en el trono, como
rey absoluto comenzó una dura represión de los liberales, muy numerosos en el ejército,
que intentaron una serie de pronunciamientos militares fracasados entre 1816 y 1820.
Revolución de Cabezas de San Juan
El 1 de enero de 1820 se produce la sublevación o pronunciamiento6 del coronel Rafael
de Riego, puesto al frente de las tropas acantonadas en Las Cabezas de San
Juan (localidad de la provincia de Sevilla que dio nombre a la revolución) y apoyado por
otros oficiales (Antonio Quiroga),7 proclamó la Constitución y detuvo al general en jefe del
cuerpo expedicionario (Conde de la Bisbal) que pretendía embarcarse a América para
sofocar los movimientos independentistas.8 A la espera de recibir apoyos del resto del
ejército y de las ciudades más importantes, las tropas de Riego fueron avanzando por
Andalucía sin decidirse a emprender una marcha clara en dirección a Madrid, pues
encontraron poco apoyo y la intentona parecía que iba a terminar con el mismo fracaso
que sus predecesoras.
A comienzos de marzo, mientras se iban dispersando las tropas de Riego, estalló una
insurrección liberal en Galicia que se expandió por todo el país en lo que se convirtió en
una verdadera revolución. Una muchedumbre rodeó el Palacio Real de Madrid el día 7 de
marzo, y Fernando VII, viéndose acorralado, esa misma noche firmó un decreto por el que
se sometía a la voluntad general del pueblo, y tres días más tarde juró finalmente la
Constitución de Cádiz, incluyendo la famosa frase: Marchemos francamente, y yo el
primero, por la senda constitucional.9
La revolución de 1820 fue un triunfo, en primer lugar, de las apetencias personales de
algunos jefes militares; luego, de las sociedades secretas que les apoyaban; también del
oro americano, hecho circular oportunamente por emisarios argentinos para disgregar la
fuerza del cuerpo de ejército expedicionario (...); triunfo, en último extremo, aunque quizá
el más ponderado, de la libertad.
Jaume Vicens Vives10

Trienio Liberal
Artículo principal: Trienio Liberal

Con el ejercicio del poder por parte de los liberales, divididos


entre doceañistas y exaltados, se desarrolló el período llamado Trienio Liberal (1820-
1823), en que unas nuevas Cortes retomaron la obra legislativa gaditana, con el claro
propósito de acabar con las bases económicas, sociales y políticas del Antiguo Régimen
(desamortización, supresión de señoríos y mayorazgos, de la Inquisición, etc.)11
Los Cien Mil Hijos de San Luis
La breve duración del nuevo régimen se debió a la intervención exterior. Inicialmente, solo
Rusia explicitó su oposición, mediante una circular en la que pedía a las demás potencias
europeas que no reconocieran al nuevo gobierno.12 Posteriormente, la Santa Alianza se
reunió en el Congreso de Verona en 1822 y decidió que Francia invadiese España para
ayudar a Fernando VII y restaurar el absolutismo. Francia envió el 7 de abril de 1823 un
cuerpo expedicionario, los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del Duque de Angulema,
que fueron acorralando a las cada vez menos numerosas fuerzas leales al gobierno liberal
hasta que, tras la batalla de Trocadero (31 de agosto), acabaron con la última resistencia
bombardeando Cádiz durante varios días y liberando al rey, quien volvió a gobernar de
forma absoluta durante la Ominosa Década (1823-1833).

a extensión a otros países de Europa meridional


Portugal
La revolución se extendió a Portugal desde España. La llamada revolución liberal de
Oporto se inició en esa ciudad en agosto de 1820 entre la burguesía mercantil,
descontenta por la apertura de los puertos brasileños al mundo, y reclamaron una
Constitución. Todas las capas sociales se le unieron, ya que el principal objetivo de la
revolución era la vuelta de la familia real que llevaba viviendo en Brasil desde la invasión
de Napoleón.
Se formó una asamblea constituyente y elaboraron una constitución inspirada en la
española de 1812. El rey Juan VI tuvo que regresar a Portugal en 1821 dejando como
regente de Brasil a su hijo Pedro.
Entonces, las cortes portuguesas que estaban descontentas porque había un regente en
Brasil pidieron el regreso de Pedro. Los diputados brasileños abandonaron las cortes y
Pedro proclamó la independencia de Brasil en 1822.
La revolución liberal había triunfado en Portugal pero tuvo que sufrir la separación de
Brasil.
Nápoles
El reino de Nápoles, llamado desde 1816 de las Dos Sicilias, era el reino más extenso de
la península italiana y el de gobierno más reaccionario, ejercido por un monarca de
la casa de Borbón.
También influida por la revolución española, en julio de 1820 estalló una revuelta en
la ciudad de Nápoles, que había sido preparada por la Carbonería, una sociedad secreta
nacionalista y liberal que soñaba con la unificación de la península italiana, cuyos
miembros son llamados carbonarios, liderados por un oficial, Guglielmo Pepe.
El éxito de la revolución obligó al rey Fernando I a aceptar una Constitución inspirada en
la española de 1812. A la vista de la extensión y gravedad del movimiento, la Santa
Alianza se reunió en el Congreso de Troppau en octubre de 1820 y decidió enviar un
ejército austriaco a sofocar la revolución. En 1821 los austriacos se enfrentaron a las
tropas de Pepe en Antrodoco, en el Lazio. Tras vencer en la batalla invadieron Nápoles,
restaurando el absolutismo.
Piamonte
El reino del Piamonte, denominado oficialmente reino de Cerdeña, era regido por la Casa
de Saboya. El rey Víctor Manuel I, que residía en la isla de Cerdeña, volvió a Turín en
1814 tras la derrota de Napoleón y la reconstitución de su territorio continental
(Piamonte y Saboya).
En este reino estaba el principal foco del nacionalismo italiano y en Turín se formaron
sociedades carbonarias en favor de la unificación italiana. Ante las noticias de la
revolución en Nápoles y de la invasión austriaca, los carbonarios se sublevaron en marzo
de 1821.
Víctor Manuel I abdicó en favor de su hermano Carlos Félix, quien tuvo que reconocer la
Constitución elaborada por los revolucionarios liberales y también inspirada en la
española de 1812.
La Santa Alianza reunida de nuevo en el Congreso de Laibach, ordenó al ejército
austriaco que estaba en Nápoles avanzar a Turín e intervenir en apoyo del rey Carlos
Félix, que recuperó su poder absoluto y persiguió a los carbonarios.

Movimientos revolucionarios posteriores en otros países europeos[editar]


Francia
Tras la derrota de Napoleón, la Restauración de los Borbones en el trono francés intentó
restablecer el Antiguo Régimen. Aunque Luis XVIII, hermano de Luis XVI, al inicio de su
reinado intentó mantener un gobierno moderado concediendo una Carta Otorgada, a los
pocos años aceptó que el ejercicio del poder dependiera de las presiones del grupo
político de los ultramonárquicos, contrarios a cualquier clase de concesiones liberales y
liderados por el conde de Artois, hermano menor del rey y su sucesor con el nombre
de Carlos X. Francia era en los años 1820 uno de los centros de la reacción absolutista, y
protagonizó la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis que acabó con el Trienio
Liberal en España.
La represión interna incluso se endureció a partir de febrero de 1820, cuando el duque de
Berry (hijo del Conde de Artois, y sobrino del rey) fue asesinado por un artesano
bonapartista. El primer ministro, el moderado duque de Decazes, dimitió y los siguientes
gobiernos ultramonárquicos dirigidos por el duque de Richelieu y Jean-Baptiste de
Villèle limitaron aún más las libertades civiles.
Frente a estos gobiernos reaccionarios, los liberales franceses se encontraban
amordazados y toda acción política se veía abocada a la clandestinidad. Sólo
la Charbonnerie, sociedad secreta inspirada en los carbonarios italianos, preparó
insurrecciones abortadas entre los oficiales liberales del ejército, que tuvieron lugar
en Saumur (diciembre de 1821), Belfort (enero de 1822), Thouars (febrero de 1822)
y Colmar (julio de 1822). Pero su mala organización y su falta de apoyo popular hizo que
todas ellas fueran descubiertas y reprimidas, sin llegar a producirse el pretendido
levantamiento general.Mamaiders
Rusia
Artículo principal: Revuelta Decembrista

Fue el último país en ser alcanzado por la oleada revolucionaria de 1820. El Imperio
ruso era uno de los integrantes de la Santa Alianza, junto a Prusia y Austria.
El zar Alejandro I, iniciador de la Santa Alianza, falleció el 1 de diciembre de 1825. A su
muerte, un grupo de oficiales pertenecientes a sociedades secretas liberales y liderados
por Muraviev y Pestel, conspiraron para evitar la coronación del heredero, su hermano
mayor Nicolás, de conocidas opiniones reaccionarias, en beneficio de otro
hermano, Constantino, del que se esperaba un gobierno más liberal. Constantino, en todo
caso, no deseaba la sucesión; se había casado en secreto con una plebeya polaca y
había pactado su apoyo a su hermano Nicolás, renunciando a sus derechos en 1822.
Los rebeldes no aceptaron a Nicolás I y se rebelaron el 14 de diciembre (26 en el
calendario gregoriano). La improvisación y mala organización facilitó que fueran
reprimidos brutalmente. Desde el fracaso de los decembristas se intensificó
la autocracia zarista.
Grecia
Artículo principal: Guerra de independencia de Grecia

Fue un caso aparte dentro de la oleada revolucionaria de 1820. Grecia estaba bajo el


dominio del Imperio otomano desde hace varios siglos.
En 1821, los griegos se levantaron contra los turcos. Hubo varios factores para explicar el
levantamiento griego: resistencia de bandoleros patriotas llamados kleftes que vivían en
las montañas del Peloponeso, llamado entonces Morea; el desarrollo de una burguesía
comercial y culta con su propia flota; la presencia de una sociedad secreta nacionalista,
la Filiki Eteria; y el papel jugado por el patriarca griego de Constantinopla.
En el extranjero, el levantamiento griego fue visto con mucha simpatía: nostalgia por
la Antigüedad clásica entre la gente culta, simpatía por la religión cristiana frente a los
otomanos musulmanes entre los conservadores y simpatía por la lucha por la libertad
contra la opresión otomana entre los liberales y románticos, y por el auge de la idea del
nacionalismo de aspiración de los pueblos con marcados rasgos identitarios a obtener un
Estado propio.
En 1822, parecía que los griegos iban a triunfar pero divisiones internas y la intervención
del bajá de Egipto, Mehmet Alí, en apoyo del sultán otomano, dieron un giro a la situación.
Los otomanos con la ayuda de los egipcios fueron derrotando a los rebeldes griegos poco
a poco hasta 1827.
En 1827, las potencias europeas decidieron intervenir. El primer ministro del Reino
Unido, Canning, el zar Nicolás I y el rey de Francia Carlos X, mediante el Tratado de
Londres de 1827, enviaron escuadras a Navarino, donde estaba la flota egipcia de
Mehmet Ali. El 20 de octubre estalló la batalla y la flota egipcia fue derrotada.
Al mismo tiempo, los ejércitos del zar invadieron los principados rumanos
de Valaquia y Moldavia, y un ejército francés desembarcó en el Peloponeso. Entonces,
los británicos decidieron establecer negociaciones de paz con el Imperio Otomano para
evitar la caída de Constantinopla en manos de los rusos.
Se firmó el Tratado de Adrianópolis en 1829, por el que el Imperio Otomano reconocía la
autonomía de Grecia, Serbia y los principados rumanos de Valaquia y Moldavia. Grecia
obtuvo la independencia al año siguiente.
Revolución rusa de 1905
La Revolución rusa de 1905 fue una ola de agitación política de masas a lo largo de
grandes zonas del Imperio ruso ocurrida a lo largo del año 1905. Algunos de los
altercados estaban dirigidos contra el gobierno, otros simplemente carecían de objeto más
allá de reclamos muy puntuales de la clase obrera o del campesinado. Se dieron casos
de terrorismo, huelgas de trabajadores, disturbios campesinos y motines militares,
teniendo todos en común una insatisfacción popular generalizada hacia el régimen
del zar Nicolás II de Rusia. La revolución condujo al establecimiento de una monarquía
constitucional limitada y a la Duma Estatal del Imperio ruso

Antecedentes
La emancipación fue sólo una parte de un conjunto de cambios políticos, legales, sociales
y económicos que comenzaron en la década de 1860 mientras el imperio se desplazaba
lentamente desde el absolutismo feudal hacia el capitalismo, bajo el régimen de
la autocracia zarista. Mientras estas reformas habían liberalizado las estructuras
económicas, sociales y culturales, el sistema político permaneció prácticamente
inalterado. Diversos intentos de reforma fueron duramente rechazados por la monarquía y
la burocracia. Incluso los cambios consensuados tuvieron un alcance relativo; por
ejemplo, menos de cuarenta provincias tenían zemstvo(consejos rurales), cincuenta años
después de su introducción legislativa. Las expectativas, contrarrestadas por el limitado
progreso reformador, produjo frustración que llegado el momento desembocó en
rebeliones. La sensación entre aquellos que se rebelaron fue que la demanda de «tierra y
libertad» sólo podía satisfacerse mediante la revolución.
Los revolucionarios en activo provenían casi exclusivamente de la intelligentsia. El
movimiento se llamó naródnichestvo, o populismo revolucionario. No era un grupo
unificado, sino más bien un vasto espectro de células radicales escondidas, cada una con
su propio ideario. Las raíces ideológicas de los revolucionarios se originaron en el trabajo,
anterior a la reforma emancipadora, del noble Aleksandr Herzen y su síntesis
del socialismo europeo y el colectivismo campesino eslavo. Herzen sostenía que la
sociedad rusa todavía era preindustrial, y abanderaba una imagen idealizada que
consideraba la narod y la obshchina (comuna campesina) como la base del cambio
revolucionario. Al tiempo que el país carecía de un proletariado industrial.
Otros pensadores expusieron que el campesinado ruso era una fuerza extremadamente
conservadora, leal al hogar, pueblo o comunidad, y a nadie más. Estos pensadores
sostenían que a los campesinos sólo les importaba su tierra y se opondrían
profundamente a la democracia y el liberalismo occidental. Posteriores ideólogos rusos
también se vieron atraídos a la idea de una élite revolucionaria, concepto que se pondría
en práctica en 1917.
El 1 de marzo (C.J.) de 1881, Alejandro II murió en un atentado con bomba perpetrado
por Naródnay Volia, una escisión del segundo partido Zemlyá i volia (Tierra y Libertad).
Fue sucedido por Alejandro III, un ferviente conservador, marcadamente influido
por Konstantín Pobedonóstsev, un devoto del gobierno autocrático.
Bajo Alejandro III, el servicio policial secreto (Ojrana) actuó muy eficientemente para
suprimir tanto los movimientos revolucionarios como los protodemocráticos por todo el
país. La Ojrana dispersó la intelligentsia mediante encarcelaciones y exilio. Se tomaron
medidas legislativas contra «no rusos» y seguidores de otras religiones que no fueran
la ortodoxa. La comunidad judía estuvo particularmente en el punto de mira. Los
intelectuales, los «no rusos» y los judíos emigraron para evitar la persecución. Fue este
éxodo a Europa Occidental el que puso a los pensadores rusos en contacto con
el marxismo. El primer grupo marxista ruso se formaría en 1883, aunque no alcanzaría un
tamaño relevante hasta 1898.
En fuerte contraste con el estancamiento social de las décadas de 1880 y 1890, se dieron
grandes saltos en el proceso industrializador. Este crecimiento continuaría y se
intensificaría en la última década del siglo XIX con la construcción del
ferrocarril Transiberiano y las reformas emprendidas por el «sistema Witte». Serguéi
Witte, que fue ministro de Finanzas en 1892, hubo de enfrentarse a un constante déficit
presupuestario. Pretendió incrementar los ingresos del Estado impulsando la economía y
atrayendo a inversores extranjeros. En 1897 fijó el rublo al patrón oro. El crecimiento
económico se concentraría en unas pocas regiones, que incluían a Moscú, San
Petersburgo, Ucrania y Bakú. Alrededor de la mitad de todo el capital invertido era
extranjero; asimismo, los expertos y emprendedores venidos de fuera resultaron vitales.
En 1905, los grupos revolucionarios se habían recuperado de la opresiva década de 1880.
El Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), de tendencia marxista se creó en
1898 y acabó dividiéndose en 1903, dando lugar a los mencheviques y
los bolcheviques. Lenin publicó su obra ¿Qué hacer? En 1902. El Partido Social-
Revolucionario (SR) se fundó en Járkov en 1900, y su «Organización de Combate»
(BoyeváyaOrganizátsiya) asesinó muchas figuras políticas importantes hasta 1905 e
incluso después; entre éstas se encuentran dos ministros del Interior, Dmitri Serguéievich
Sipiaguin en 1902 y su sucesor, el tan odiado Viacheslav von Plehve, en 1904. Estos
asesinatos condujeron al gobierno a transferir aún más poderes a la policía.
La guerra contra Japón, en un principio popular, estaba ahora contribuyendo al
descontento general por la sucesión de las derrotas y la falta de objetivos claros. La
evidente desigualdad de la emancipación estaba siendo revisada, al tiempo que los
campesinos protestaban quemando granjas en todo el país. El crecimiento económico de
la década de 1890 dio paso a una depresión durante la que los obreros protestaban por
sus pésimas condiciones. En 1903, un tercio del ejército ruso en la parte occidental del
país tenía asignadas tareas de «acción represora».

Desarrollo de la revolución
El 9 de enero 22 de enero de 1905, día conocido como «Domingo Sangriento», hubo una
marcha pacífica de protesta de obreros en San Petersburgo. El objetivo de la marcha era
entregar al zar una petición de mejoras laborales, y la formaban familias trabajadoras
enteras. Iba encabezada por un sacerdote, el clérigo Georgi Gapón y no respondía a
ninguna consigna política: era fundamentalmente obrera y campesina, al punto que
numerosos obreros avanzaban llevando íconos religiosos y cruces, sin armas.
La manifestación fue salvajemente aplastada por soldados de infantería y tropas cosacas,
apostados enfrente del Palacio de Invierno, que dispararon sucesivas descargas de
fusilería contra la multitud desarmada y luego persiguieron por calles y avenidas a los
sobrevivientes, disparando durante horas, cobrándose un número de víctimas que aún
hoy se discute; los periódicos del momen pico to hablaron de al menos 2000 muertos,
entre hombres, mujeres, y niños, más un número impreciso de heridos. El zar Nicolás,
mientras tanto, no se encontraba en la ciudad; la había abandonado temiendo por su
seguridad. Cuando se difundieron las noticias de la sangrienta represión política en la
capital, se generó una oleada de protestas en toda Rusia: el divorcio entre el zar y la
masa de campesinos y obreros abocaba a Rusia a lo peor.
La represión del "Domingo Sangriento" hizo posible que muchos elementos de la
sociedad rusa emprendieran una protesta activa. Cada grupo tenía sus propios objetivos,
e incluso dentro de clases similares no existía un liderazgo predominante. Los principales
colectivos movilizados fueron los campesinos (razones económicas), los obreros (razones
económicas y anti industrialismo), los intelectuales y liberales (en lo concerniente a los
derechos civiles), las fuerzas armadas (razones económicas) y grupos étnicos minoritarios
(libertad cultural y política).
La situación económica de los campesinos era insostenible, sin embargo carecían de una
dirección unificada, y sostenían un abanico de objetivos tan numeroso como las facciones
existentes. Los levantamientos se multiplicaron durante todo el año, alcanzando máximos
a principios de verano y en otoño, y culminando en noviembre. Los arrendatarios
agrícolas reivindicaban menores tasas, los asalariados urbanos pedían mayores sueldos,
y los pequeños propietarios reclamaban mayores terrenos. Las actividades incluían la
ocupación de tierras de la aristocracia —acompañada a veces de violencia e incendios de
fincas—, saqueo de latifundios y la caza y tala ilegales en los bosques. La magnitud del
odio desencadenado tenía relación directa con la condición de los campesinos; así, en las
regiones de Livonia y Curlandia, los campesinos sin tierra atacaron e incendiaron en
abundancia, mientras que en Grodno, Kovno y Minsk, donde la situación era menos
desesperada, hubo menos daños.
Tras los sucesos de 1905, las insurrecciones campesinas se repitieron en 1906 y durarían
hasta 1908. Las concesiones por parte del gobierno fueron vistas como un apoyo tácito de
la redistribución de la tierra, por lo que se produjeron nuevos ataques para forzar a los
terratenientes y propietarios «no campesinos» a que huyeran. Creyendo que una reforma
agraria era inminente, los campesinos quisieron aplicarla anticipadamente pero fueron
firmemente reprimidos.
El medio de resistencia de los obreros era la huelga. Se produjeron huelgas masivas en
San Petersburgo inmediatamente después del Domingo Sangriento. Más de 400 000
trabajadores se habían unido a una huelga general en la capital rusa a finales de enero de
1905. Esta actividad se propagó rápidamente a otros centros industriales
en Polonia, Finlandia y la costa báltica. El 13 de enero (jul), en Riga, murieron 70
manifestantes en una batalla campal con la policía imperial y, unos cuantos días después,
en las calles de Varsovia, 100 huelguistas fueron disparados por tropas imperiales. En
febrero hubo huelgas en la cuenca minera del Cáucaso y en abril en las fincas y minas de
los Urales y más allá de la cordillera.

Sóviet de delegados obreros de San Petersburgo. En el centro está Lev Trotski con


papeles en la mano. 1905.

En marzo, todas las universidades fueron obligadas a cerrar hasta fin de año en tanto
docentes y alumnos eran "animadores" de las huelgas y protestas, haciendo que se
unieran estudiantes radicales a los trabajadores en huelga. En octubre, el efímero Sóviet
de San Petersburgo, un grupo menchevique liderado entonces por Trotski, organizó la
huelga de 200 fábricas, la «Gran Huelga de Octubre», paralizando la capital rusa por días,
durante los cuales no circularon tranvías, ni operaron telégrafos ni teléfonos. De la capital
esta huelga se propagaría rápidamente a Moscú, y para el 13 de octubre (jul) estalló una
huelga general de los ferrocarriles: no habría ningún tren en activo en todo el Imperio
ruso.
Con la sangrienta y fracasada guerra ruso-japonesa hubo cierta inquietud entre las
unidades reserva del ejército desde 1904, y se hizo más difícil para el gobierno contar con
la lealtad de los reclutas. En febrero de 1905, el ejército ruso fue derrotado en Mukden,
perdiendo alrededor de 90.000 hombres entre muertos, heridos, y prisioneros. En mayo
capituló la guarnición de Port Arthur tras meses de asedio y la "Flota del Báltico" sufrió
pérdidas irreparables en la batalla de Tsushima, donde fue derrotada por la flota
japonesa. Al difundirse las noticias de las graves derrotas rusas en el Extremo Oriente, el
ministro Serguéi Witte emprendió rápidamente las negociaciones de paz con Japón,
firmando el 5 de septiembre el Tratado de Portsmouth con mediación de Estados Unidos y
donde el Imperio Ruso se reconocía derrotado. En 1905 hubo diversos motines entre la
marinería en Sebastopol, Vladivostok y Kronstadt, alcanzando en junio su mayor fuerza
con la insurrección del acorazado Potiomkin — algunas fuentes hablan de más de 2000
víctimas entre los marineros durante su represión. Los motines de marineros eran
desorganizados y acabaron siendo brutalmente aplacados, pero el descontento entre la
masa popular y los reclutas (originarios de las capas campesinas y obreras) causó el
temor gubernamental.
Los grupos nacionalistas estaban furiosos a causa de la rusificación llevada a cabo desde
el reinado de Alejandro II. Los polacos, fineses y las provincias bálticas reivindicaban la
autonomía, así como libertad para usar sus lenguas nacionales y promover su propia
cultura. Los colectivos musulmanes también fueron especialmente activos —el Primer
Congreso de la Unión Musulmana se celebraría en agosto de 1905. Algunos grupos
aprovecharon la oportunidad para marcar diferencias entre sí antes que con Rusia.
Algunos nacionalistas, a su vez, llevaron a cabo acciones antisemitas (pogromos),
posiblemente con ayuda del gobierno, deseoso de derivar la furia de las masas contra
una minoría étnica muy impopular como los judíos.

Desenlace
El gobierno respondió rápidamente. El zar había tenido la esperanza de evitar cualquier
cambio importante; como medio de evitar mayor animadversión del pueblo hacia la corona
destituyó a su ministro del Interior Sviatopolk-Mirski, responsabilizándolo de la masacre
del Domingo Sangriento. Tras el asesinato de su pariente, el gran duque Serguéi
Aleksándrovich el 4 de febrero (C.J.), acordó la realización de diversas concesiones. El 18
de febrero (C.J.) firmaría tres declaraciones, en la más importante de las cuales
anunciaría la creación de una asamblea consultiva, la Duma Imperial de Rusia. El 6 de
agosto (C.J.) se promulgó una ley electoral, la Constitución de Bullyng. Cuando se dieron
a conocer los escasos poderes de la Duma y las limitaciones al censo electoral, la
impaciencia se incrementaría, dando lugar a una huelga general en octubre.

El 14 de octubre (C.J.) se entregó al zar el Manifiesto de Octubre, escrito por Witte y


Alekséi Obolenski. En él se indicaban la mayoría de las demandas del
congreso Zemstvo de septiembre, como la concesión de derechos civiles, la legalización
de los partidos políticos, el sufragio universal y el establecimiento de la Duma Imperial de
Rusia como órgano legislativo central.1 El zar esperó y discutió durante tres días, pero
finalmente firmó el manifiesto el día 17 con el fin de evitar un baño de sangre, además de
ser consciente de la escasez de efectivos militares disponibles. Finalmente acabó
arrepintiéndose de la rúbrica, justificando que lo hizo bajo coacción.2
Cuando se proclamó el manifiesto hubo manifestaciones espontáneas de apoyo en todas
las grandes ciudades. Las huelgas de San Petersburgo y otros lugares fueron oficialmente
desconvocadas o fracasaron poco tiempo después. También se propuso una amnistía
para presos políticos. Las concesiones estuvieron acompañadas por un redoblado
esfuerzo represor contra los disturbios. Hubo también una reacción por parte de los
elementos más conservadores de la sociedad, especialmente en forma de ataques
antisemitas esporádicos: cerca de quinientos judíos fueron asesinados en un solo día
en Odesa. El propio zar afirmaría que el 90 % de los revolucionarios eran judíos.
Los disturbios acabaron en diciembre con un repunte final en Moscú. Entre el 5 y el 7 de
diciembre (C.J.), un comité bolchevique forzó una huelga general mediante amenazas a
aquellos que no la respetasen. El Gobierno envió tropas el día 7, dando comienzo a una
cruenta batalla calle por calle. Una semana después, se desplegó el Regimiento
Semiónovski, que empleó la artillería para dispersar las manifestaciones y bombardear los
distritos obreros. El 18 de diciembre (C.J.) los bolcheviques se rendirían, dejando tras de
sí un saldo de mil muertos y zonas enteras de la ciudad en ruinas. De las posteriores
represalias se desconoce el número de heridos o muertos.
Entre los partidos políticos creados, o legalizados, estuvo el Partido Democrático
Constitucional (los kadéts), de corte intelectual-liberal, el Grupo Laborista de los
campesinos, el menos liberal Unión del 17 de Octubre (los octubristas), y la reaccionaria
Unión de Terratenientes.
Las leyes electorales fueron promulgadas en diciembre de 1905: la población mayor de
veinticinco años elegiría cuatro colegios electorales. Las primeras elecciones a la
Duma se celebraron en marzo de 1906 y fueron boicoteadas por los socialistas, los SRs y
los bolcheviques. En la primera Duma se eligieron 170 kadéts, 90 trudovíks, 100
representantes campesinos apolíticos, 63 nacionalistas de distintos grupos, y 16
octubristas.
En abril de 1906, el gobierno promulgó la Constitución, asentando los límites de este
nuevo orden político. Confirmó al zar como gobernante absoluto, con control total del
ejecutivo, política exterior, Iglesia y Fuerzas Armadas. La Duma fue reformada,
transformándose en una cámara de menor rango que el Consejo de Estado, la mitad de
cuyos miembros eran elegidos directamente por el monarca. 1 Las leyes habían de ser
aprobadas por la Duma, el Consejo y el zar como trámite previo a su puesta en vigor; en
«condiciones excepcionales», el gobierno podría sortear la Duma y promulgar leyes sin el
beneplácito de la Duma.3 Entre las múltiples limitaciones de esta se contaban también que
los ministros los elegía el zar y le rendían cuentas a él, no al Parlamento. 1 Los ministros
no formaban un Consejo de Ministros, sino que respondían individualmente ante el
monarca.4 La Duma carecía de poderes para controlar la acción de gobierno del soberano
o de los ministros.1 Además, podía ser disuelta por el zar en cualquier momento.2
También en abril, tras haber negociado un préstamo de novecientos millones de rublos
con el fin de reparar las finanzas rusas, Serguéi Witte dimitió. Aparentemente, el zar había
«perdido la confianza» en él. Conocido posteriormente como el «político más destacado
de la última Rusia Imperial», Witte fue reemplazado por Iván Goremykin, un lacayo del
zar.
Tras haber demandado una liberalización más profunda, y servido como plataforma para
«agitadores», la Primera Duma fue disuelta por el zar en julio de 1906. A pesar de las
esperanzas de kadéts y los temores del gobierno, no hubo una reacción popular
generalizada. Sin embargo, el intento de asesinato de Piotr Stolypin desató una cacería
de terroristas que tras los siguientes ocho meses se saldaría con mil ahorcados —la soga
de la horca acabaría llamándose popularmente «la corbata de Stolypin».
En esencia el país permaneció inalterado, el poder político continuó perteneciendo al zar
en exclusiva, con la riqueza y la tierra en manos de la nobleza. La creación de la Duma y
la represión, sin embargo, desestabilizó los grupos revolucionarios. Sus líderes fueron
encarcelados o huyeron al exilio, mientras que las organizaciones se debatían en disputas
internas: ¿debían presentarse a la Duma o continuar al margen? Las subsiguientes
escisiones mantuvieron a los radicales desorganizados hasta el nuevo impulso de
la Primera Guerra Mundial.

Primera Guerra Mundial


La Primera Guerra Mundial, también conocida como Gran Guerra fue una confrontación
bélica, ocurrida principalmente en Europa, que empezó el 28 de julio de 1914 y finalizó
el 11 de noviembre de 1918, cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio. Tras
seis meses de negociaciones en la Conferencia de Paz de París, el 28 de
junio de 1919 los países aliados firmaron el Tratado de Versalles con Alemania, y otros a
lo largo del siguiente año con cada una de las potencias derrotadas. Más de nueve
millones de combatientes y siete millones de civiles perdieron la vida, una cifra
extraordinariamente elevada, dada la sofisticación tecnológica e industrial de los
beligerantes. Está considerado el quinto conflicto más mortífero de la Humanidad Tal fue
la convulsión que provocó la guerra, que allanó el camino a grandes cambios políticos,
incluyendo numerosas revoluciones con un carácter nunca antes visto en varias de las
naciones involucradas.6
Recibió el calificativo de mundial, porque en ella se vieron involucradas todas las grandes
potencias industriales y militares de la época,7 divididas en dos alianzas opuestas. Por un
lado se encontraba la Triple Alianza, formada por las Potencias Centrales: el Imperio
alemán y Austria-Hungría. Italia, que había sido miembro de la Triple Alianza junto a
Alemania y Austria-Hungría, no se unió a las Potencias Centrales, pues Austria, en contra
de los términos pactados, fue la nación agresora que desencadenó el conflicto. 8Por otro
lado se encontraba la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio
ruso. Ambas alianzas sufrieron cambios y fueron varias las naciones que acabarían
ingresando en las filas de uno u otro bando según avanzaba la guerra: Italia, el Imperio
del Japón y Estados Unidos se unieron a la Triple Entente, mientras el Imperio otomano y
el Reino de Bulgaria se unieron a las Potencias Centrales. En total, más de 70 millones de
militares, de los cuales 60 millones eran europeos, se movilizaron y combatieron en la
guerra más grande de la historia hasta ese momento.910
Hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra era llamada Gran Guerra o
simplemente Guerra Mundial,111213 expresión esta última que en Alemania comenzó a
utilizarse desde su comienzo (Weltkrieg), aunque solo se generalizó en Francia
(GuerreMondiale) y en el Reino Unido (WorldWar) en la década de 1930, mientras que
en Estados Unidos la denominación se impuso a partir del momento de su intervención, 14
ya que allí originalmente se la conoció como la Guerra Europea.15
Aunque el imperialismo que venían desarrollando desde hacía décadas las potencias
involucradas fue la principal causa subyacente, el detonante del conflicto se produjo el 28
de junio de 1914 en Sarajevo con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de
Austria.1617 Su verdugo fue Gavrilo Princip, un joven nacionalista serbio.1819 Este suceso
desató una crisis diplomática cuando Austria-Hungría dio un ultimátum al Reino de
Serbia y se invocaron las distintas alianzas internacionales forjadas a lo largo de las
décadas anteriores. En pocas semanas, todas las grandes potencias europeas estaban
en guerra y el conflicto se extendió a muchas otras áreas geográficas.
El 28 de julio, los austrohúngaros iniciaron las hostilidades con el intento de invasión de
Serbia Mientras Rusia se movilizaba, Alemania invadió Bélgica, que se había declarado
neutral, y Luxemburgo en su camino a Francia. La violación de la soberanía belga llevó al
Reino Unido a declarar la guerra a Alemania. Los alemanes fueron detenidos por los
franceses a pocos kilómetros de París, iniciándose una guerra de desgaste en las que
las líneas de trincheras apenas sufrirían variación alguna hasta 1917. Este frente es
conocido como Frente Occidental. En el Frente Oriental, el ejército ruso logró algunas
victorias frente a los austro-húngaros, pero fueron detenidos por los alemanes en su
intento de invadir Prusia Oriental. En noviembre de 1914, el Imperio otomano entró en la
guerra, lo que significó la apertura de distintos frentes en el Cáucaso, Mesopotamia y
el Sinaí. Italia y Bulgaria se unieron a la guerra en 1915, Rumania en 1916 y Estados
Unidos en 1917.
Tras años de relativo estancamiento, la guerra empezó su desenlace en marzo de 1917
con la caída del gobierno ruso tras la Revolución de Febrero y la firma de un acuerdo de
paz entre la Rusia revolucionaria y las Potencias Centrales después de la Revolución de
Octubre, en marzo de 1918. El 4 de noviembre de 1918, el Imperio austrohúngaro solicitó
un armisticio. Tras una gran ofensiva alemana a principios de 1918 a lo largo de todo el
Frente Occidental, los Aliados hicieron retroceder a los alemanes en una serie de exitosas
ofensivas. Alemania, en plena revolución, solicitó un armisticio el 11 de noviembre de
1918, poniendo fin a la guerra con la victoria aliada.
Tras el fin de la guerra, cuatro grandes imperios dejaron de existir: el alemán, el ruso, el
austrohúngaro y el otomano. Los Estados sucesores de los dos primeros perdieron una
parte importante de sus antiguos territorios, mientras que los dos últimos se
desmantelaron. El mapa de Europa y sus fronteras cambiaron completamente y varias
naciones se independizaron o se crearon. Al calor de la Primera Guerra Mundial también
se fraguó la Revolución rusa, que concluyó con la creación del primer Estado
autodenominado socialista de la historia, la Unión Soviética. Se fundó la Sociedad de
Naciones, con el objetivo de evitar que un conflicto de tal magnitud se repitiese; sin
embargo, dos décadas después estalló la Segunda Guerra Mundial. Entre sus razones se
pueden señalar: el alza de los nacionalismos, una cierta debilidad de los Estados
democráticos, la humillación sentida por Alemania tras su derrota, las grandes crisis
económicas y, sobre todo, el auge del fascismo.
Imperialismo
En 1914, Europa estaba en el cenit de su dominio mundial. Tras la Revolución Industrial y
la explosión demográfica, Europa había logrado establecer una dominación política,
económica y militar a nivel mundial, basada en una abrumadora superioridad técnica e
intelectual. Reunía a una cuarta parte de la población mundial y cada año cientos de miles
de europeos emigraban a países de Ultramar, una emigración (la mayor del mundo) que
no hacía sino cimentar el dominio europeo sobre el resto del mundo. 22 A principios del
siglo XX, el mundo estaba configurado para beneficio de Europa y la explotación
económica de los territorios fuera del continente se guiaba sobre la máxima: «dirigida por
Europa y para Europa».22 Sin embargo, en su interior aún existían muchas diferencias:
Francia y Reino Unido poseían el 70 % de la mano de obra cualificada y capacidad
industrial de todo el continente, por lo que la dominación de Europa era más bien la
de Europa occidental; un selecto grupo de países: Estados Unidos, Reino Unido,
Alemania y Francia, eran responsables de más del 60 % de las exportaciones mundiales y
detentaban en la práctica el monopolio en la fabricación de productos manufacturados. 22
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, Londres ejercía de «centro de la economía
mundial»23 y Europa, la «fábrica del mundo», poseía el dominio absoluto del comercio
internacional y los mercados financieros. 24 Sin embargo, antes de 1914 está hegemonía
ya amenazaba con resquebrajarse, producto de las tensiones imperialistas entre las
grandes potencias, el ascenso de Japón en Asia y Estados Unidos en América y en su
interior la creciente influencia del marxismo y la agitación en aumento de la clase
obrera europea, que amenazaban con subvertir el capitalismo liberal y el orden social
existente.25
El colonialismo europeo afectó a todo el mundo y tan solo China, a muy duras penas,
pudo mantener su independencia, y solo se dieron casos de descolonización exitosos en
algunos dominios británicos habitados por colonos o descendientes de colonos blancos y
en las antiguas colonias españolas en América tras la Guerra hispano-estadounidense de
1898. El establecimiento del protectorado francés sobre Túnez de 1881, la ocupación
británica de Egipto de 1882 o el reparto más o menos pactado de África tras
la Conferencia de Berlín, animó a las potencias europeas a la dominación de vastos
territorios. Sin embargo, las crecientes tensiones en la carrera por la conquista de nuevos
territorios fuera de Europa acabaron volviendo al continente, sobre todo desde la década
de 1890, ya que la división del mundo estaba prácticamente completa y a ella habían
llegado tarde Italia y el Imperio alemán, por lo que su parte era muy pequeña en relación a
su poder recientemente adquirido

Declaración de Independencia de los Estados Unidos


La Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Américab (cuyo título
oficial es Theunanimousdeclaration of the thirte en United States of America)a es un
documento redactado por el segundo Congreso Continental —en la Cámara Estatal de
Pensilvania (ahora Salón de la Independencia) en Filadelfia el 4 de julio de 1776— que
proclamó que las norteamericanas —entonces en guerra con el Reino de Gran Bretaña
— se habían autodefinido como trece nuevos Estados soberanos e independientes y ya
no reconocían el dominio británico;11 en su lugar formaron una nueva nación: los Estados
Unidos. John Adams fue uno de los políticos que emprendió el proceso de independencia,
aprobado el 2 de julio por el Congreso en pleno sin oposición. Un comité se encargó de
redactar la declaración formal, la cual se presentó cuando el Congreso votó sobre la
misma dos días después.
Adams persuadió al comité para que se encomendase a Thomas Jefferson la tarea de
dirigir la redacción del borrador original del documento,12 que el Congreso editó para
producir la versión final. La Declaración era fundamentalmente una explicación formal de
por qué el Congreso rompió sus lazos políticos con Gran Bretaña el 2 de julio, más de un
año después del estallido de la Revolución estadounidense. Al día siguiente, Adams
escribió a su esposa Abigail: «El segundo día de julio de 1776 será la época más
memorable en la historia de América». 13 Sin embargo, el Día de la Independencia se
celebra dos días después, fecha en la que se aprobó.
El 4 de julio —luego de ratificar el texto— el Congreso difundió la Declaración en varias
formas. Inicialmente fue publicada en el volante de John Dunlap, que era ampliamente
distribuido y leído al público. La copia original utilizada para esta impresión se ha perdido
y pudo haber estado en manos de Jefferson. El borrador original con las correcciones de
Adams y Benjamín Franklin y las notas adicionales de Jefferson sobre los cambios
realizados por el Congreso se conserva en la Biblioteca del Congreso. La versión más
conocida de la Declaración —una copia firmada que se considera popularmente como el
documento oficial— se exhibe en los Archivos Nacionales en Washington D. C. Esta copia
manuscrita fue solicitada por el Congreso el 19 de julio y firmada el 2 de agosto.165
El contenido y la interpretación de la Declaración han sido objeto de mucha investigación
académica. Por ejemplo, el documento justificaba la independencia de los Estados Unidos
al enumerar los reclamos coloniales contra el rey Jorge III y afirmaba ciertos derechos
naturales y legales, incluido el derecho de revolución. Una vez cumplida su misión original
de anunciar la independencia, las referencias al texto de la Declaración fueron escasas en
los años siguientes. Abraham Lincoln la hizo pieza central de su retórica (como en
el discurso de Gettysburg de 1863) y sus políticas. Desde entonces, se ha convertido en
una conocida reivindicación sobre derechos humanos, en particular su segunda oración:

Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales;
que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos
están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Esta última ha sido calificada como «una de las frases más conocidas en el idioma inglés»
y que contiene «las palabras más potentes y consecuentes en la historia
estadounidense».18 El pasaje llegó a representar un modelo moral que los Estados Unidos
debían esforzarse por cumplir y dicho punto de vista fue promovido notablemente por
Lincoln, quien consideró que la Declaración era el fundamento de su filosofía política y
sostuvo que era una proclamación de principios a través de la cual debe interpretarse
la Constitución de los Estados Unidos.19
La Declaración de Independencia de los Estados Unidos inspiró muchos otros
documentos similares en otros países y sus ideas ganaron adhesión en los Países Bajos,
el Caribe, Hispanoamérica, los Balcanes, África Occidental y Europa Central en los años
anteriores a 1848 Gran Bretaña no reconoció la independencia de sus excolonias hasta
que la guerra llegó a un punto muerto El Tratado de París de 1783 puso fin a las
hostilidades y consumó la Revolución estadounidense.
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (en francés: Déclaration
des droits de l'homme et du citoyen), aprobada por la Asamblea Nacional
Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789, es uno de los documentos
fundamentales de la Revolución francesa (1789-1799) en cuanto a definir los derechos
personales y los de la comunidad, además de los universales. Influenciada por la doctrina
de los derechos naturales, los derechos del Hombre se entienden como universales.
Aún cuando establece los derechos fundamentales de los ciudadanos franceses y de
todos los hombres sin excepción, no se refiere a la condición de las mujeres o la
esclavitud, aunque esta última seria abolida por la Convención Nacional el 4 de febrero de
1794. Sin embargo es considerado un documento precursor de los derechos humanos a
nivel nacional e internacional. No fue hasta que Olympe de Gouges, en 1791, proclamó
la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana que las mujeres entraron en la
historia de los derechos humanos.
La Declaración fue el prefacio a la Constitución de 1791. La primera traducción americana
completa de sus 17 artículos al español es obra de Antonio Nariño, publicada
en Bogotá en 1793.
Una segunda versión ampliada, conocida como Declaración de los Derechos del Hombre
de 1793 fue aprobada posteriormente e incorporada a la Constitución francesa de 1793,
ambas de muy breve aplicación. Seguida de la Declaración de los Derechos y Deberes
del Hombre y del Ciudadano de 1795 en la Constitución de 1795 que establece
el Directorio.
En el derecho constitucional francés, la Declaración de 1789 es parte de la Constitución
francesa de 1946, que agrega los derechos sociales en su preámbulo, y de
la Constitución francesa de 1958 que conserva el preámbulo de la Constitución de 1946.

2. Periodo histórico en el que se desarrolla el pensamiento político contemporáneo


El pensamiento político como todo pensamiento es una capacidad humana, y en
este caso exclusiva de este animal racional, al que además Aristóteles calificó de
animal político, portador de ciertas habilidades del pensamiento como la de percibir
el bien y el mal, distinguirlos, formar ideas, y expresarlas lingüística mente.1.1.
IMPORTANCIA DEL PENSAMIENTO POLÍTICO : El pensamiento político aparece en el
proceso de desarrollo social, formado por las ideas, instituciones y asociaciones que
caracterizan la vida espiritual del hombre. El Estado es la institución más universal y
poderosa; allí donde existe la vida humana está siempre una organización, una autoridad
y la fuerza que garantice el cumplimiento de normas fundamentales. Las teorías políticas
expresan tendencias, no principios absolutos, que cuando se aplican en la práctica tienen
en cuenta las circunstancias modificativas de la realidad. Son útiles como teorías los
conceptos políticos como la soberanía absoluta de los Estados o la igualdad entre los
mismos. Las teorías políticas sostienen determinadas conclusiones, no demostrables, con
referencias a derechos (humanos, democráticos, constitucionales) de los individuos o a la
forma de gobierno mejor (democracia), y a la ética (conducta buena o mala). Representan
el resultado de un proceso intelectual o de intuiciones emotivas. Asimismo, ofrecen
discusión y reflexión para plantear problemas y definir las distintas corrientes (liberales,
socialistas, conservadoras). Si dan como resultado el mutuo respeto y la tolerancia mutua
ya justifica al estudio de los principios políticos. Reclaman el reconocimiento de ciertos
valores (creencias) que orientan el comportamiento humano. Las teorías políticas son
precisión, definición estricta del significado de los términos políticos de conceptos
fundamentales como la libertad, independencia, democracia, nacionalidad. Además,
examinan el significado actual de dichos términos para que se produzca la debida claridad
y exactitud del concepto. Tienen importancia como auxiliares de la historia. Enseñan a
percibir las creencias, valores y las esperanzas, la atmósfera intelectual del pasado y
explican los motivos íntimos que yacen por debajo de los movimientos y partidos políticos.
Determina el carácter de las instituciones o reglas de juego y de los organismos o
jugadores. Es esencial para el estudio de la política y las relaciones internacionales.
Implica desarrollo intelectual.1.2. PENSAMIENTO POLÍTICO EN COLOMBIA: izquierda y
derecha son términos que aún siendo usados comúnmente como calificativos de
corrientes o ideologías políticas, son poco claros para la mayor parte de las personas.
Colombia, que partiendo desde sus comportamientos históricos electorales podría ser
calificada como de centro o centroderecha, en los últimos años muestra una leve
tendencia hacia la izquierda, mientras el gobierno de turno es cada vez más señalado
como de derecha. Una mirada al pensamiento político de los colombianos, las causas y
las consecuencias. Colombia es un país que tradicionalmente ha repartido sus amores
por dos partidos políticos que subsisten desde mediados del siglo XIX, que han controlado
la política nacional y que lograron polarizar al país en algunos momentos del siglo XX. La
apertura democrática que se logró con la Constitución de 1.991 puso fin a la hegemonía,
abrió las puertas a nuevos partidos y modificó las tendencias históricas de las elecciones
presidenciales y legislativas.
1.3. PENSAMIENTO POLÍTICO EN LA JUVENTUD: La acción y pensamiento de la
juventud sobre temas relacionados con la política es todo un tema de discusión , Ya que
los jóvenes se muestran menos interesados en estos aspectos. Aunque han reconstruido
su expresión, organización y movilización política.
1.4. PENSAMIENTO POLÍTICO A TRAVÉS DE LA HISTORIA:
1.4.1. PENSAMIENTO POLITICO EN LA ANTIGUEDAD
1.4.1.1. PENSAMIENTO POLÍTICO EN LA EDAD MEDIA: La Edad Media es un pasado
viviente y presente en nosotros; lo es en múltiples campos y lo es, desde luego, en el
ámbito político: en palabras de Walter Ullmann, "prescindiendo de pequeñeces sin
importancia, el período medieval, en el que, por lo menos en el Occidente, surgieron lo
que modernamente entendemos por ideas políticas, es el período del aprendizaje, la
pubertad y la adolescencia de Europa". Como bien sabemos, temas y problemas
fundamentales para los valores y la política contemporánea, tales como la relación entre
política y religión, la soberanía del Estado, el origen popular del poder, la propiedad, el
poder legal y la justicia, el deber de obedecer y otros muchos fueron tratados en
profundidad durante este período. Todo el horizonte del pensamiento político medieval,
desde San Agustín a Nicolás de Cusa, es objeto de riguroso estudio en las nueve
conferencias que vertebran el libro. Junto a estas ponencias, más de cuarenta
comunicaciones explicitan aspectos de gran interés relacionados, fundamentalmente, con
el pensamiento político medieval.
3. Principales filósofos y protagonistas del pensamiento político contemporáneo
La filosofía política contemporánea implica la modificación de las teorías clásicas
de pensamiento social, incurriendo en un análisis metodológico por demás complicado.
Llevar a cabo una reflexión que relaciona al ejercicio de gobierno con la sociedad es una
labor inevitable si deseamos comprender el nuevo entorno político mundial y sus
consecuencias. En la actualidad nos encontramos en la antesala de
una revolución ideológica, consecuencia de los fenómenos políticos y económicos y
tenemos la inigualable oportunidad de participar en la consolidación de las relaciones
humanas que definirán el rumbo mundial en los próximos cincuenta años o más. La caída
de los regímenes comunistas, los procesos de globalización, las invasiones imperialistas
por el control y la conservación de los mercados mundiales y la oposición de las naciones
más débiles a ser explotadas en sus recursos naturales con la justificación de la libertad y
la democracia, son temas que afectan a todas y cada una de las corrientes ideológicas sin
importar su fundamento religioso, étnico o político. Las proyecciones económicas
capitalistas imponen un reordenamiento de la geopolítica y los Estados - Nación no tienen
la posibilidad de competir con los Estados - Región.

Friedrich Wilhelm Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken, una pequeña


ciudad de la Sajonia prusiana, hijo de Carl Ludwig (1813-1849) y Franziska Oehler(1826-
1897). Morirá en agosto de 1900, habiendo alcanzado una considerable fama y ejerciendo
un notable influjo que se dejará sentir en el desarrollo del pensamiento contemporáneo.
La filosofía de Nietzsche, considerada como vitalista, ejerció una considerable influencia a
finales del XIX y buena parte del siglo XX, tanto por su carácter crítico como por su
propuesta de trasmutación de los valores de la cultura occidental, plasmada en el ideal del
superhombre.

El Superhombre es la propuesta de Nietzsche ante una realidad que quiere disolver el


individuo en el seno de la sociedad. Nietzsche prefiere el aislamiento y la libertad. El
Superhombre es el pensamiento central de Nietzsche. El ser humano debe ser superado,
ya que todos los seres evolucionan y se transforman, y el ser humano no puede ser una
excepción. El ser humano no es un ser estático, sino que está dotado de una enorme
fuerza creadora.

Karl Heinrich Marx nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris, ciudad de la Prusia renana (a
la que también pertenecían Bonn y Colonia). Aunque su familia era de origen judío se
habían convertido al protestantismo en 1824. Fallece el 14 de marzo de 1883, siendo
enterrado en el cementerio londinense de Highgate. Se ha convertido ya en un tópico
tradicional presentar la obra de Marx como el resultado de una triple influencia: de la
filosofía hegeliana, del socialismo francés, y de la economía política inglesa. A partir de
ellas, Marx desarrollará un nuevo marco conceptual sobre el que acabará construyendo
su pensamiento: un pensamiento original, creativo, que ejercerá una influencia
considerable en el desarrollo del pensamiento, (no sólo político y social, lo que resulta
indudable), de la segunda mitad del siglo XIX y de todo el siglo XX.

George Edward Moore (1873-1958) es uno de los fundadores de la filosofía analítica,


junto con Bertrand Russell, que fue su compañero en el Trinity College de Cambridge, y
junto con Ludwig Wittgenstein, quien entró como estudiante en la misma universidad, pero
que con el tiempo ocuparía la cátedra de Moore. Moore se inició en el idealismo de la
mano de su profesor Ellis McTaggart pero posteriormente aceptó la postura realista (y
condujo asimismo a Russell hacia ella). La primera ruptura con el idealismo se refleja en
un artículo temprano, "La naturaleza del juicio", en el que criticaba los errores que se
producían en la postura idealista debido a la confusión entre dos sentidos distintos de la
palabra "idea", que puede significar, por un lado, el acto psíquico de conocimiento, y por
otro aquello que se conoce. Es sobre éste último sentido sobre el que debe girar nuestra
reflexión para evitar caer en un psicologismo según el cual no podríamos conocer nada
exterior a nuestros estados de conciencia. A este sentido de "idea" que hace hincapié en
el significado Moore lo denomina "concepto", tomando lo que Francis Herbert Bradley, el
profesor a partir del cual Moore se replanteó el idealismo, denominaba "significado
universal". Un precedente de la concepción de Moore puede verse en la filosofía de
Frege, quien también habla de "conceptos" a los que atribuye una naturaleza objetiva. Un
desarrollo posterior, salvando las distancias, puede verse en la teoría del "mundo 3" de
Karl Popper.

4. aspectos y elementos centrales del pensamiento político contemporáneo

El planteamiento central del artículo es que la filosofía política ha sido integrante de la


ciencia política, como filosofía, como teoría o como historia de las ideas, aunque no
siempre ha estado presente con la misma intensidad. La variación de su influencia se
explica a partir de que en el desarrollo de ambas disciplinas en la segunda mitad del
siglo XX y durante los primeros años del XXI, experimentaron dos procesos que han sido
motivo de debate: el primero fue la “muerte” de la filosofía política por el surgimiento y
desarrollo de la ciencia política y otras ciencias sociales, aunque después la filosofía
política experimentaría un resurgimiento; empero, con el avance y desarrollo de la ciencia
política empírica, se ha generado la idea de la “muerte” de ésta, debido a la ausencia de
un diálogo más estrecho con la filosofía política y otras disciplinas que le son necesarias
para su “renacimiento”

Norberto Bobbio (2003) fue uno de los primeros pensadores que no sólo se dedicaron a


analizar el problema de las relaciones entre la filosofía política y la ciencia política (tema
en el que se propuso demostrar que a cada acepción del término “filosofía política”
corresponde una manera diferente de presentar el problema de las relaciones entre
filosofía política y ciencia política y, por consiguiente, poner en guardia a todo aquel que
crea que la cuestión tiene una única solución), sino que fue uno de los primeros
estudiosos de la política que aceptaron, no sin ciertas vacilaciones, la tarea de trazar un
“mapa” de la filosofía política, como continuación a su inquietud de explicar cómo se había
configurado el pensamiento político desde la antigüedad. No obstante, el mapa que
elaboró el teórico turinés lo hizo sabiendo que el propio término resultaba totalmente
insatisfactorio, ya que nos inducía a creer en la existencia de un territorio homogéneo y
delimitable sobre el que se podría inscribir y exclamar: “Aquí está toda la filosofía política”.
Existen estudiosos como Bhikhu Parekh o Iris Marion Young que no han elaborado
precisamente un mapa de la filosofía política, pero han explicado las tradiciones en la
materia después de la Segunda Guerra Mundial. El primer autor formula las siguientes
tres proposiciones:

a) Que los años cincuenta y sesenta marcaron un declive e incluso la muerte de la


filosofía política, y que los setenta y ochenta fueron de su renacimiento.

b) Que ese renacimiento fue causado, o cuando menos estimulado, por la agudización de
la confrontación política e ideológica provocada por factores como la Guerra de Vietnam,
el movimiento norteamericano de los derechos civiles, la desintegración del consenso de
posguerra y la aparición de la nueva izquierda.

c) Que A Theory of Justice (tj), de Rawls, simbolizaba el renacimiento de la filosofía


política para razonar lógicamente su explicación (Parekh, 2001: 727).

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