Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
MATERIALISTA.
Luego estableció las principales categorías de la dialéctica materialista, las que son duales:
Aunque el marxismo contabiliza muchas categorías.
En esa representación quedan comprendidos tanto las propiedades como sus conexiones
internas y sus vínculos con otros procesos. El concepto, una vez formulado, permite
entender mejor los datos conocidos anteriormente y sirve también, para descubrir otros
aspectos y nuevas relaciones. Cuando así ocurre, el concepto se enriquece con la
incorporación de esos descubrimientos, incrementándose entonces la comprensión y
haciéndose posible la manifestación de nuevos aspectos y otros enlaces.
Ahora bien la importancia de los conceptos y de las categorías no sólo se determina por ser
y en la medida en que son abreviaturas de las particularidades de muchos objetos concretos
su importancia fundamental lo que hace de dichos conceptos y categorías verdaderos
puntos de apoyo de conocimiento radica que mediante ellos captamos los nexos y
relaciones entre los objetos su esencia.
Por su carácter general, las categorías constituyen los elementos del sistema que sirve de
estructura al conocimiento científico. Este sistema formado por las categorías es flexible y
eminentemente dinámico, porque sus elementos se transforman sin cesar.
Una vez formuladas y verificadas, las categorías sirven como instrumento para descubrir
los nexos internos, la unidad y las relaciones fundamentales que existen entre los procesos.
Por consiguiente, además de constituir la condensación de los conocimientos ya logrados,
las categorías son un medio para la investigación de nuevos conocimientos.
CAPITULO II: EL FENOMENO Y LA ESENCIA
Sentido de la cosa dada, aquello que la cosa es en sí misma, a diferencia de todas las demás
y de los estados variables de la cosa al experimentar el influjo de tales o cuales
circunstancias.
El concepto de «esencia» es muy importante para todo sistema filosófico, para distinguir
los sistemas filosóficos desde el punto de vista de la solución que se da al problema de
cómo la esencia se relaciona con el ser y de cómo la esencia de las cosas está relacionada
con la conciencia, con el pensar. Para el idealismo objetivo, el ser, la realidad y la
existencia se encuentran en dependencia de la esencia de las cosas, entendida como algo
independiente, inmutable y absoluto.
En este caso, las esencias de las cosas forman una realidad ideal peculiar, que engendra
todas las cosas y las rige (Platón, Hegel). Para las tendencias idealistas subjetivas, la
esencia es una creación del sujeto, que proyecta fuera de sí la esencia y la representa bajo el
aspecto de cosas.
Los idealistas interpretan torcidamente dichas categorías, suponiendo o bien que la esencia
es ideal («ideas», de Platón; «idea absoluta» de Hegel) o bien que el fenómeno es subjetivo
y la esencia objetiva e incognoscible (Kant, Agnosticismo); o declaran subjetiva la
diferenciación misma de esencia y fenómeno en el objeto (Dewey, Lewis), o bien,
finalmente, niegan por completo la esencia e identifican el fenómeno con la sensación
(Mach, Fenomenalismo).
Esencia y fenómeno constituyen una unidad: así como no puede haber esencias «puras»,
que no aparezcan, tampoco hay fenómenos carentes de esencia; «La esencia aparece. El
fenómeno es esencial» (V. I. Lenin, t. XXXVIII, pág. 249). La unidad de esencia y
fenómeno se revela, asimismo, en el hecho de que se transforman una en otro y
recíprocamente.
Sin embargo, la contradicción existe no sólo entre esencia y fenómeno, sino, además,
dentro de la esencia misma, y estas contradicciones son las fundamentales del objeto, cuyo
desarrollo global determinan. En oposición a la metafísica, el materialismo dialéctico
reconoce la mutabilidad de la esencia. La contradicción entre esencia y fenómeno
condiciona el carácter complejo y contradictorio del proceso del conocimiento, « ... si la
forma de manifestarse y la esencia de las cosas coincidieran directamente, toda ciencia sería
superflua» (C. Marx y F. Engels, t. XXV, parte II, pág. 384).
Profundizar sin límites desde el fenómeno hacia la esencia, descubrir la esencia de las
cosas tras los fenómenos externos, hallar el fundamento de por qué la esencia se manifiesta
de una manera y no de otra, tal es el fin del conocimiento.
Sin embargo, la contradicción existe no sólo entre esencia y fenómeno, sino, además,
dentro de la esencia misma, y estas contradicciones son las fundamentales del objeto, cuyo
desarrollo global determinan.
En oposición a la metafísica, el materialismo dialéctico reconoce la mutabilidad de la
esencia. La contradicción entre esencia y fenómeno condiciona el carácter complejo y
contradictorio del proceso del conocimiento, « si la forma de manifestarse y la esencia de
las cosas coincidieran directamente, toda ciencia sería superflua»
Esto exige conocer las leyes más generales y fundamentales del ser, de las que las leyes y
procesos descubiertos antes se derivan en forma de sus manifestaciones particulares. Así se
realiza la transición a una esencia más profunda, a niveles estructurales nuevos de la
materia. En la interrelación de la esencia y el fenómeno se pone de manifiesto la dialéctica
de la unidad y la diversidad.
La misma esencia puede tener numerosas manifestaciones distintas, al igual que todo
fenómeno suficientemente complejo puede ser determinado por varias esencias relativas a
distintos niveles estructurales de la materia.
La esencia es siempre más estable que los fenómenos concretos, pero en definitiva las
esencias de todos los sistemas y procesos en el mundo también cambian en conformidad
con las leyes dialécticas universales del desarrollo de la materia.
Causa y efecto. A través de la experiencia, se conoce que ningún fenómeno surge sin
causa, "de por sí”, sino que lo engendran el desarrollo precedente de dicho fenómeno u
otros fenómenos. De la nada no surge nada.
Las categorías filosóficas de “causa” y “efecto” expresan la relación existente entre dos
fenómenos, de los cuales uno, llamado causa, produce ineluctablemente el otro,
denominado efecto; esa relación recibe el nombre de relación causal (o de causa y efecto).
Puesto que la causa provoca el efecto, entre ellos existe un nexo determinado. Pero los
metafísicos lo entienden de manera unilateral: sólo como la influencia de la causa en el
efecto. Ahora bien, ¿influye el efecto en la causa? Los metafísicos no pueden responder
acertadamente a esta pregunta porque separan los contrarios: la causa y el efecto. Un
fenómeno, razonan, puede ser o causa o efecto.
Si actúa como causa, no puede ser ya efecto. El metafísico, según la expresión de Engels,
ve aquí la causa y allá el efecto, pero al margen de su relación mutua, al margen de la
unidad dialéctica.
Es claro que los metafísicos ven la razón. Entre la causa y el efecto se establece la
interacción. ¿En qué consiste? La materia, la existencia, origina la conciencia; pero la
conciencia, a su vez, influye en la existencia, actúa sobre ella.
Es precisamente la causa la que determina esa relación, en tanto que el efecto desempeña
un papel importante, pero, de todos modos, secundario. Tiene gran importancia comprender
esto. No es indiferente considerar cuál es la causa de una determinada relación causal y cuál
es el efecto, de la misma manera que no es indiferente, por ejemplo, para la ciencia el
problema de si es la materia la que determina la conciencia o viceversa.
Más esto no significa tampoco que se pueda menospreciar la influencia del efecto sobre la
causa.
El concepto de interacción tiene un segundo sentido, como verán por el ejemplo siguiente.
La causa de la corriente eléctrica en el generador es la energía mecánica de la rotación,
transformada en energía eléctrica. Pero la energía mecánica tiene también, a su vez, una
causa. Esta consiste, digamos, era la fuerza de la caída del agua. Resulta, pues, que la
energía mecánica de la rotación es, en un caso, causa y, en otro, efecto de otra causa: la
fuerza de la caída del agua.
Ahora bien, la fuerza del agua, que actúa en este caso como causa, es también efecto. Ha
sido provocado por la circulación del agua que tiene lugar en la naturaleza, gracias a la cual
se mantiene un determinado nivel del agua en el río en que se encuentra la central eléctrica,
etc.
Esta cadena de relaciones de causa y efecto es una cadena de fenómenos no aislados, sino
concatenados. Cada causa o efecto no deben ser examinados aisladamente, sino en
conexión con los fenómenos que los han originado o que han originado ellos.
Entonces, un mismo proceso u objeto es a la vez causa y efecto. Es causa con relación al
fenómeno que ha provocado. Pero es ya efecto con relación al fenómeno que lo ha
originado. Con esta concepción, la causa y el efecto no son ya polos aislados, opuestos,
sino eslabones de una compleja cadena de objetos y fenómenos en interacción. Así, pues,
dicho con palabras de Engels:
“… en el mundo existe la interacción universal, consistente en que las causas y los efectos
cambian constantemente de sitio; lo que aquí o ahora es causa, se convierte allá o luego en
efecto, y viceversa.”
Los idealistas, igual que los clericales, son incapaces de explicar los hechos de conformidad
y orden que encontramos a cada paso en la naturaleza. Por eso afirman que el surgimiento y
desarrollo de todas las cosas de la naturaleza no está determinado por causas materiales, por
las leyes de la propia naturaleza, sino por el objetivo al que sirven, por el fin para el que
están destinadas y el por qué y para qué de su existencia.
Los clericales llegan de ahí a la siguiente conclusión. Cualquier orden, el logro de cualquier
objetivo mediante el empleo de determinados medios presupone la razón. La naturaleza
representa, en efecto, un orden, en ella se consiguen determinados fines. La conformidad, la
sabiduría de la naturaleza se explica porque existe el sapiente Dios. Es el "gran maestro"
creador del gran mecanismo. Engels señala, ridiculizando semejantes afirmaciones, que,
según la concepción teleológica del mundo:
"los gatos han sido creados para comerse a los ratones; los ratones, para ser comidos por los
gatos, y toda la naturaleza, para demostrar la sabiduría del creador".
La conformidad con que está organizado el mundo sirve de base a los clericales para juzgar
de la "fuerza racional" que lo ha “creado”. Esta "demostración" sigue siendo utilizada en
nuestros días por los idealistas y clericales.
La categoría filosófica de la necesidad sirve precisamente para designar esta
interdependencia constante de los fenómenos:
Es necesidad no lo que existe, pero puede no existir, sino lo que debe existir
obligatoriamente, ya que es originado por causas y nexos profundos y, por ello, dimana de
la propia naturaleza interna del fenómeno, de su esencia.
CAPITULO IV: NECESIDAD Y CASUALIDAD
La necesidad es una categoría filosófica que sirve para designar aquellos aspectos de la
realidad, que por estar íntimamente ligados a lo esencial del desarrollo, deben de ocurrir, se
abren paso a través de la realidad hasta que existen de manera inevitable. La necesidad es
portadora de los aspectos esenciales de la realidad que expresa, y se desprende de las
relaciones internas de la misma realidad, se deriva de ella. La casualidad puede ocurrir
independientemente de la voluntad o no de los seres humanos.
Por ejemplo, la muerte es una necesidad para el desarrollo, incluso de la vida misma; pero
la forma como la muerte se haga realidad, es algo casual.
Entre la gran variedad de fenómenos de la naturaleza y de la sociedad humana los hay que
no se desprenden necesariamente del desarrollo de una cosa concreta o de una serie dada de
fenómenos; pueden ocurrir y pueden no llegar a producirse, pueden suceder de una manera
y pueden darse de una manera distinta.
Son los fenómenos casuales. Por ejemplo, el granizo que destruye la cosecha es casual si
nos referimos al trabajo del agricultor y a las leyes de crecimiento de las plantas. Acerca del
problema de la casualidad se ha debatido, y no poco, en la ciencia. De la proposición,
acertada, de que todos los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad humana están
sometidos a la causalidad, muchos hombres de ciencia y filósofos llegaban a la errónea
conclusión de que en el mundo hay sólo necesidad, de que los fenómenos casuales no
existen.
Podemos conocer la causa del accidente, que pudiera ser la mala sujeción de los carriles a
las traviesas; sin embargo, el descarrilamiento será una casualidad, y no necesidad. ¿Por
qué? Porque fue originado por una circunstancia que no se derivaba de las leyes del
movimiento de los trenes por la vía, ya que técnicamente no hay dificultad alguna para
conseguir unas condiciones en que el accidente no se produzca.
Con tal criterio, como dice Engels, la propia necesidad es reducida al nivel de la casualidad.
Para comprender correctamente lo que es necesidad y casualidad hay que considerar no
sólo la diferencia, sino también el vínculo que entre ellas existe.
Un ejemplo. A la llegada del invierno, en las latitudes altas vienen los fríos y nieva. Esto es
necesidad. Pero qué día será precisamente aquel en que el termómetro marque bajo cero y
nieve, cómo será el frío, cuál será la cantidad de nieve que caiga, etc., todo esto es casual. Y
al mismo tiempo, en estas casualidades aparece la necesidad, pues tanto el frío como la
nieve son características obligatorias del invierno en las latitudes altas.
En el anterior ejemplo del tren que descarrila, el accidente era una casualidad. Pero si en el
ferrocarril hay una organización deficiente, si la disciplina de trabajo es débil, si el personal
no conoce bien su oficio, los accidentes dejarán de ser una rara casualidad y se convertirán
en consecuencia necesaria del mal servicio en la vía.
Cierto que, aun así, serán más o menos casuales las circunstancias concretas y el lugar y el
tiempo en que se produzca cada accidente. Las casualidades influyen sobre la marcha de un
proceso necesario, pueden acelerarlo o retardarlo. Muy a menudo se incorporan hasta tal
punto a la marcha del proceso que se convierten en necesidad.
Así, según la teoría de Darwin, los inapreciables cambios casuales de los organismos,
cuando les son útiles, son fijados por la herencia, se robustecen en e curso de la evolución y
acaban por modificar la especie
Los partidarios del subjetivismo y del agnosticismo en filosofía (Hume, Kant, Mach)
niegan el carácter objetivo de las leyes por las que se rige la Naturaleza. Afirman que el
hombre impone las leyes a la Naturaleza, que la conciencia humana introduce las leyes en
el mundo, caótico, según ellos, de los fenómenos.
Las leyes son objetivas, es decir, no son creadas por la conciencia y la voluntad de los
hombres, sino que existen independientemente de ellas. En cuanto al reconocimiento del
carácter objetivo de las leyes, se manifiestan dos tendencias filosóficas opuestas: el
idealismo subjetivo, el voluntarismo, por una parte, y la tendencia del materialismo
filosófico, por la otra.
A fin de disimular a los ojos de las masas trabajadoras las leyes que determinan el
reemplazo ineluctable del capitalismo por el socialismo, niegan las leyes objetivas del
desarrollo de la sociedad, intoxican la conciencia de las masas con concepciones idealistas.
Lenin revela el objetivo de clase de esta negación:
Se trata de una ley objetiva que no se puede modificar ni abolir. Los hombres pueden
descubrir esta ley y, apoyándose en ella, adaptar el desarrollo de las plantas a sus
necesidades. Al crear condiciones objetivas determinadas, los michurinistas logran
modificar las plantas, obtener mejores especies.
Sucede lo mismo en la vida social, donde las leyes objetivas actúan independientemente de
la conciencia humana. Así, los hombres no pueden instaurar a voluntad tal o cual régimen
social. El marxismo prueba que el modo de producción de los bienes materiales constituye
la fuerza principal de la sociedad, y que un régimen social determinado corresponde
necesariamente a un modo de producción dado.
El socialismo era inconcebible en la Edad Media o en el siglo XVIII, pues implica una
producción altamente evolucionada.
Los deseos de los hombres no son suficientes pues, para establecer tal o cual régimen
social. Preciso es, para ello, que existan condiciones objetivas determinadas y, en primer
lugar, condiciones de vida material, un cierto nivel en el desarrollo de las fuerzas
productivas.Materialismo y empiriocriticismo, p. 182)
A diferencia de las leyes de la naturaleza, las leyes sociales no son duraderas. Todo modo
de producción tiene sus leyes específicas, leyes que obran mientras ese modo de producción
existe.
Cuando éste es destruido y surge un nuevo modo de producción, las antiguas leyes pierden
su fuerza y abandonan la escena para ceder el lugar a las nuevas leyes. Así, con el triunfo
del socialismo en la U.R.S.S., dejaron de obrar la ley de la competencia y de la anarquía de
la producción, la ley general de la acumulación capitalista, la ley de la plusvalía, y nuevas
leyes entraron en vigencia.
Bajo la acción de las leyes económicas específicas y generales, las condiciones objetivas
que reclaman la liquidación de una vieja formación y el nacimiento de una sociedad nueva,
más progresiva, llegan a su madurez en el seno mismo de las antiguas formaciones. Las
leyes generales ligan a todas esas formaciones en un proceso regular único que progresa de
lo inferior a lo superior.
La teoría marxista de las leyes es de capital importancia para la actividad práctica del
Partido Comunista. El conocimiento de las leyes sociales permite al Partido comprender no
sólo el presente, sino prever también el porvenir, dar a su política una base científica
inquebrantable, y guiar con seguridad a las masas trabajadoras por el camino del
comunismo.
Para llevar a cabo la planificación, es preciso estudiar a fondo esta ley, aprender a aplicarla
con conocimiento de causa, establecer planes totalmente conformes con las exigencias de la
misma.
CAPITULO VI: CONTENIDO Y FORMA
Categorías que reflejan la interconexión de dos aspectos de la realidad natural y social:
conjunto ordenado de determinado modo de los elementos y procesos que forman el objeto
o fenómeno, es decir, el contenido, el modo de existencia y expresión de este contenido y
de sus distintas modificaciones, es decir, la forma.
En los fenómenos sociales también están presente el contenido y la forma. Ej: las fuerzas
productivas constituyen el contenido y las relaciones de producción constituyen la forma.
A su vez, la forma, poseyendo una relativa autonomía, ejerce influencia activa inversa
sobre el contenido: la forma que corresponde al contenido acelera su desarrollo, mientras
que la forma que dejó de corresponder al contenido modificado frena su desarrollo.
Las formas del pensamiento son diversos modos de actuación del sujeto social con el
objeto en el plano ideal, orientados a reproducir las regularidades y propiedades de la
realidad objetiva en el contenido del pensamiento (categorías, ascenso de lo abstracto a lo
concreto, distintas formas de ilaciones, etc.).
Los elementos fundamentales del contenido de una obra de arte son su tema e idea. El tema
revela la gama de fenómenos vitales, que se refleja y concibe en la obra. La idea expresa la
esencia de los fenómenos reproducidos, las contradicciones de la realidad y su valoración
emocional-figurativa desde el punto de vista del ideal estético, conduciendo al hombre a
determinadas conclusiones estéticas, morales y políticas.
La forma artística de una obra de arte es multifacética. Figuran entre sus elementos
principales la trama, la composición, el lenguaje artístico y los medios expresivos
materiales (palabra, rima, ritmo, entonación de sonido, armonía, color, colorido, línea,
dibujo, claroscuro, volumen, tectónica, mise en escena, montaje cinematográfico, etc.).
Contrariamente al formalismo, que separa la forma del contenido, y el naturalismo, que los
identifica, la estética marxista estima que un importante criterio del nivel artístico de una
obra es la unión indisoluble y la correspondencia entre el contenido y la forma.