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Los datos personales… La nueva moneda del futuro

En esta época es raro ver a la persona que no haya interactuado con el internet, prácticamente
todos estamos inmersos en esta herramienta tan poderosa que a lo largo de nuestras vidas nos ha
guiado en nuestro habituar diario, a tal punto que podría considerar al internet como ese amigo
imaginario que siempre está ahí para ti (si tienes dinero claro). Y dicho esto, no es difícil darse
cuenta que a pesar de todos los beneficios que conlleva su uso, realmente desprende un aura
terrorífica cuando nos damos cuenta de que prácticamente le hemos vendido el alma al diablo
sólo por querer estar conectados “gratuitamente”.

No es secreto que todas las grandes empresas digitales del mundo saben algo de nosotros:
nuestro historial de navegación, ubicaciones, qué comemos, palabras más usadas, correo, género,
edad… Como seres humanos pensantes y disque racionales, tenemos un absurdo potencial de
generar datos, cientos de miles de gigabytes generamos a diario, hay quienes generan más que
otros, pero aun así no quita que lo que hacemos, lo que pensamos, lo que queremos está
resguardado siempre en algún servidor… Todos tenemos una huella, y la única cosa que la puede
borrar sería una hecatombe mundial, y aun así dudo de que realmente logre librarnos de ese
aprisionamiento digital.

Esto es algo que quiero dejar muy claro, no importa que paguemos, que lo usemos gratuitamente,
que sea software “libre”, que lo disfrutemos o que nos vengan con un mensaje de: “nos importa tu
seguridad, así que danos datos ya”. Estamos vendidos, desde que colocamos nuestra primera
palabra en navegador, ya estamos registrados y clasificados, ya saben algo de nosotros. En la red
no hay privacidad, no hay libertad… El monopolio comercial de las grandes empresas digitales es
tan absurdo que con su poder y dinero se burlan de la ley, de la privacidad y del individualismo.
Ofrecen cebos como servicios gratuitos y amables, la gente los pesca y empieza a usarlos sin
conciencia de lo que realmente está pasando, nos están chupando nuestra vida. Queramos o no,
es algo que ya no se puede parar.

Es bien sabido que, en los años venideros, el mercado de los datos va a ser el que lidere la bolsa
(sino es que ya lo hace). Nuestra vida ahora no es más que un juego entre empresas que buscan
enriquecerse, o incluso cosas mucho más turbias como ingeniería social. La cosa está realmente
mal, y eso que ni siquiera soy alarmista, por poner los ejemplos más sonados: Google, Facebook,
Hp, Avast… Todos ellos tienen en común una sola cosa, ganar dinero a costa de nuestra
información. Hay muchas, exagerada la cantidad de empresas en el mundo que gustosas, compran
nuestros datos y hacen de ellos una salvajada. Sobre todo, me preocupa la ingeniería social. Es una
herramienta cuya utilidad y consecuencias no tienen cabida en el plano imaginativo.

Lo que quiero decir es que, como individuos podemos ser mínimamente inteligentes, racionales si
se puede, pero las masas, el grotesco “colectivo” es un arma que atenta contra todo principio
moral. Bien usada y contralada, puede acabar con gobiernos, romper leyes, degenerarse a puntos
de absoluta decadencia moral, y todo eso se puede lograr simplemente haciendo los movimientos
adecuados en el tablero. Teniendo información bien clasificada, ordenada y clara, los grupos de
poder sin problema pueden llamar a movimientos sociales, que en principio aparentan ser
tonterías, pero la gente es fácil de convencer con un poco de retórica bien usada y apelando a los
sentimientos y la justicia. Entonces, la gente empieza a unirse, y todo esto se vuelve una bola de
nieve que acaba en un desastre en general.
Así pues, no es por tener miedo ni nada, pero como alguien que es fanático de la historia,
específicamente geopolítica e historia militar, puedo perfectamente decir que si tienes a tu
disposición toda una biblioteca masiva de datos que deja ver el comportamiento de millones de
personas, empiezo a dudar un poco de si es buena idea seguir usando el internet.

Pero bueno, no todo son malas noticias, por decir algo, así como el internet y derivados empieza a
volverse una parte importante de nuestra vida, pues se vuelve necesario aumentar la legislación
de uso, y en esto radica la importancia de leyes que protegen la privacidad de los usuarios. Es
cierto, no es que sean muy efectivas, como toda ley tienen sus lagunas, peor al menos tenemos
algo para defendernos, y si han resultado útiles, a fin de cuentas, Facebook tuvo que retroceder en
su abierta campaña por avorazar datos y usarlos para influir en la gente. Es más, a tal punto llegó
la sanción que Facebook tuvo que sacar una aplicación con la cual podrías desvincular tu historial
de la cuenta, eso sí, los datos se queden, no hay manera de borrarlos.

Por tanto, ante estas expectativas de futuro, solo queda que las empresas nos culpen a nosotros
por darles nuestros datos, por no leer las condiciones de privacidad (su poderosa herramienta
para hacer legal las cosas). Pero es que la cosa no tiene que ser así, no es del todo nuestra culpa, la
culpa como siempre, la tienen las empresas al aprovecharse de la inconciencia de la gente, y esto
es un acto indignante que ya está perfectamente normalizado globalmente por lo que pues no hay
de otra. Las cosas hay que hacerlas nosotros, pero… ¿Cómo?

Pues para proteger nuestros datos y credenciales, hay muchas formas, obviamente implican ver
disminuida nuestra comodidad y satisfacción con el producto, pero al menos no veras expuesta tu
vida. Entonces, podríamos empezar por el simple hecho de no publicarlo todo, de cada tontería
que hacemos, publicar una foto. Es importante que se sepa que actualmente la tecnología de
reconocimiento es bestial. Los algoritmos con solo un mínimo de información pueden conseguir
mucha más información, a tal punto que, por subir una foto en uniforme, un algoritmo bien
preparado puede saber exactamente donde se ubica dicha institución. Y es que lo peor no es solo
que estemos expuestos a las grandes empresas, sino que también grupos maliciosos siempre
están al pendiente de cualquier descuido para aprovecharse y hacer cosas que nadie quiere
imaginar.

Otra cosa importante es no tener las contraseñas guardadas por ahí, tenerlas registradas en una
libreta es ahora mucho más seguro que si las guardas en la web (y más seguro será si la
computación cuántica triunfa). También podrías dejar de tener la ubicación ubicada, es peligroso,
pero eso es algo que decidirá quien lo quiera. A fin de cuentas, no se puede obligar a la gente a
hacer lo que se quiere. Lo que, si se puede, es influirla discretamente. De hecho, si hoy día le
preguntas a la gente por ahí, te das cuenta que realmente ya muchas personas que son
conscientes de la nula privacidad de datos, pero realmente ya les da igual. No quieren hacer nada
por evitarlo.

Esto y otras muchas cosas más se pueden hacer, usar Vpn’s es algo muy importante.
Afortunadamente al menos yo llevo siendo lo más cauto posible con esto, pero aun así estoy
seguro que tengo demasiada información mía expuesta por ahí. Así que, lo único que me queda, al
igual que a muchos otros, es cuidarse, ser discretos y desconfiar, juzgar con razón y siempre leer
las condiciones y términos de servicio, pues después de todo, por muy gratuito que parezca,
siempre habrá algo oscuro detrás de eso.

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