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Extrañ amiento
Para el aná lisis del concepto de extrañ amiento en el lenguaje literario me basaré
en los siguientes textos : El prologo de Rayuela y los cuentos “Continuidad de los
parques” y “Carta a una señ orita en Paris” de Julio Cortá zar.
En primer lugar, el prologo de la novela Rayuela, donde el autor hace un uso del
lenguaje que produce en los lectores una desautomatizació n, es decir un
extrañ amiento, porque nos descoloca respecto a la mirada habitual que tenemos
sobre la literatura. Cortazar juega con el lenguaje, con la ortografía, la síntesis,
incluso con la tipografía, por ejemplo, escribe “condoR y solojicO”.
Todo el texto esta plagado de ironía, un ejemplo es:
“Siempre que viene el tiempo fresco, o sea al medio del otonio, a mi me da la loca
de pensar ideas de tiempo eséntrico y esó tico, como ser por egemplo que me
gustaria venirme golondrina para agarrar y volar a los paix adonde haiga calor, o
de un ser hormiga para meterme bien adentro de una cueva y comer los productos
guardados en verano o de ser una bivora como las del solojicO”
“Subió los tres peldañ os del porche y entro. Desde la sangre galopando en sus
oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después un
galería, una escalera alfombrada. En lo alto dos puertas. Nadie en la primera
habitació n, nadie en la segunda. La puerta del saló n y entonces el puñ al en la
mano”
Podemos ver que en la vida de todos los días, la gente no cuenta los hechos de esta
forma, por eso el extrañ amiento es una desautomatizació n, que nos lleva a
interpretar el texto de un modo diferente. Inclusive, cada lector puede hacer su
propia interpretació n.
Por ultimo en el cuento “Carta a una señ orita en Paris”, también de Cortá zar, se
produce el extrañ amiento por la situació n que presenta, ya que el protagonista
tiene la costumbre de vomitar conejos. Esta situació n extrañ a es narrada como algo
habitual, que sin embargo, a los lectores nos resulta raro.
El protagonista dice:
“De cuando en cuando me ocurre vomitar un conejito. No es razó n para que uno
tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callá ndose”
“Está este balcó n sobre Suipacha lleno de alba, los primeros sonidos de la ciudad.
No creo que les sea difícil juntar once conejitos salpicados sobre los adoquines, tal
vez, ni se fijen en ellos, atareados con el otro cuerpo que conviene llevarse pronto,
antes de que pasen los primeros colegiales”