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‘Tercera parte. Hacia una psicologia de los procesos histérico-culturales Directores de la bibliotece de psicologia y psicoanlisis, Jorge Colapinto y Devid Maldavsky aria de procesos ¢ institucio- @ Ricardo £, J. Malfé, 1994 Unica edicién en castellano autorizada por el autor y de- bidamente protegids en todos los paises. Queda hecho el depésito que previene Is ley nf 1).725. © Todos os dere: thos de la edicion castellans reservados por Amorrorty editores S. A, Paraguay 1225, 7 piso, Buenos Aires. La reproduccién total o parcial de este libro en forma idéntica o modificada por cualquier medio mecénico © dectronico, ineluyendo fotocopia, grabacién o cualquier fisterna de almacenamiento y recuperacién de informa cién, no autorizada por los editores, viola derechos reser- vados. Cuslquier utilizacién debe ser prevismente soll citeda. Industria argentina, Made in Argentina ISBN 9505185472 1. Fantasia e historia Cade vez que el psieélogo es Hamado a intervenir con su quehacer profesional en un ambito colectivo ~gru- pal, organizacional o de otro alcance~, puede verificar que lo principal de su objeto no est Ge lo tangible o diagramable en algiin espacio, sino que ‘se va constituyendo o reconstruyendo con el discurrir spo y del diglogo. Ese objeto, a su vez, es de con ‘ura temporal: tratase de una hi tivo de historias. Freud —especialmente en Psicologia de las masas y is por un lado, y en Totem y cabit y Moises y ta religién monoteista, por otro; pero también en otros tex- tos! expuse los fundamentos de una concepeién prico- enalitica de la Historia, Entre los factores que determi- nan el curso de una historia (la de nuestra civilizacién —Moisés-, o de la humanidad integra ~Totem y tabi—, ¥ Jas mas restringidas de una orgsnizacién o, podemos deducir, de un grupo dado —Psicologta de las masas~}, ‘uns secuencia de transformaciones de la sestruc- constituida por los enlaces fantasméticos recipro- cos. Dicha secuencia obedece a rigurosa logica interna. El enfoque freudiano converge asi con atros esfuer- zos tebricos encaminados a discernir lo més aproximia, Ga a un modelo general del curso de proc’sos histéricos 153 5) reconocer el poder de otras dirmensio- nes de influencia o determinscién operantes en dicho campo, y puede o no, asimismo, dar lugar al ezar, capaz de interrumpir 0 de trastornar las secuencias pr Pero, cualquiera cea el sesgo que la caracterice, virniento (historico) de proce clales, vale decir, procesos que devendriat junto humano casual o necesariamente concertad ‘aero interactuer, comunicarse, convivir, durante un Japs ms o menos prolongado. Esta mirada tuvo su precursor en Giambattista Vico, adelantado también en cuanto produeir una a peradora de Ia concepeién cartesiana del conocimient El pensador napelitano propone, e comienzas del sigto XVITLS con su Scienza Nu 1a Historia «que reconoce lugar capital alos requerimientos del pen- sat fantasmético! de quienes Is producen y soportan, ¥ ‘que discierne una «logics de las transformaciones conse- cuentessS Como sugiere sagazmente Andrea Sorrentino? (y 1a, cuestién atafie en la actualidad especisimente a los psi- Jha sido emach neierieds, 154 por el trabajo & srativa. Vieo, profesor de Retérica, fue adiestrandose ‘estructura de historias li \d de reiterados argumen- 1a jurisprudencia Jo puso en contacto con ese espacio ideal de lus Leyes, donde que- cristelizadas las 6 sugtumentacic ines’ a través de las En la actuslidad, y también en rs26n de una prictica de su trabajo eotidiano, el psicdlogo, que algo hereda det wn de acceder al discerni- ividuales y pices. Sin duda, el salto de Ias historias a la Historia (ese al sesgoso yet psicsiogo Je creer que es posi sneamente que una es puede ser entendida a través de la reconstruccién de lo singular de una historia indi vidual, sin atender el contexto cultural? colectivo ni a la historia de este. ‘nipre, parte Z pag 18. n- ‘embin podria dciree na inversa, que aiguncs stores y sft, por trabajar sore la eficaia las celaas del scurso y po lx preors Deci6n entea que demostraron cerca de que argumentan de mat vyos, como productos histéricos, Geterminados provesos de f Puede Iegar a discern bonamiento habitual ‘conceptual previa 136 ‘La secuencia experable que psicilogss 0 psi tas empezamos a discernir asi en procesas histGric Jectivos tiene como eje~ya ha quedade sagerido~ la serie de transformaciones de la fantasfa que Freud denomi: las masas y andlisis det yo, testructt In existencia misma di undo {no en el meramente observab! jon externa puede obligar # reanirse \vergencia libidinosa en una persona carecteriza sestructuras, Podemos concebirls, ideal unificadors. Instaurada la 10 de producir el equi que Freud argumenté en Totem ia generada poral monopolio de hacia ese primer desenlace, que debe ser llamado, por an- tonomaseargieon 7 Sie brsco, surge el paicol y ns» Su alternativa, presente como amenaza pare leu guerre fraterna, o fratricida, ‘Como sostuvo Freud en Moisés y la religién monotets 10 que sus inevitables consecuencias, sucedién- aquellos movimientos que no hey mejor mane- rm que describir que con uns expresiGn de Vieo: scorsi e ‘ieorsia dela historia, Se van generando con ello produc gonismos que separen a cuantos adversarios puedan alli constituirse («guerra de todes contra todos», segiin 1a con elenerngo, uedarén condensados 9 yun s resultados de srvacién atinente a la clasifica Freud en unade sus «Nueva: yada «Psicoanaiisis: guna imagen del su juicio, ne hay més que dos ciencias: ray aplicada, y la Historia natural. Pue- de uno preguntarse, a partir de consideraciones como las precedentes, si ne seria mas corrects concebir esas dos cierjstas como Historie Natural e Historie Humana, respectivamente. Apréciase con ello, otra vez. la gran sa- gacidad de Vieo, pues. la visumbre de esta titima diset plina, donde Historia, Psicologia y Ciencias de la socie- dad y Ia cultura podrian eventuaimente confluir, no le cabria atin hoy mejor nombre que Ciencia Nueva, Cr 8, Preud, Totem y taba, OC. x1 Ein reeebia den ‘an episodio que deja ver con rides notable exe memento eatructare 138 x pacoenalities habitual, Roisin Argentina de Psiclogta, nt 4, Buenos ‘Aires: APBA, 1970, eu flastractom ms cabal haste ahore, puede inferit fe dele Mstoria al relate en el trabajo de varios matores rmeacionsde en la note enterior§ 139 2. Problemas éticos y téenicos 4 incidencia profesional del psicdlogo en una historia colectiva posible imeginar jera en una organi- © les profesionales isternas pedag6gicos en el Ambito publica o prive- caso, en el contexto. pueda abarcar) de ticularmente nos interesa alos psicblogos es aquelia que se produce como despliague de la secuencia de transfor maciones implicites en el sargumentor que da co del fantasma fundante, segiin Freud (Psicologia de las ‘masas y anélisis del yo), de la cohesién en uns colectivs dad worganizacién (emasa {(deseripto como «fiecion 0 denomina Freud, como es sat sor de la «masa» y podriamos considerario como una econfiguracién vi mntasmétican 0 econfiguracion vincular en fantasti "a para que exista grupo 0 co- munided desde un punto de vista psicosocial y psicocul 1ral y, por consiguiente, para que comience # dessrro- se ua historia colectiva, 40 con tado rigor en Moisés ines de sernejante con omen na serie de transformaciones>, fe a eserie histéricas. Habria, sin embargo, idealmente, un momento anterior, comparable con él cero ena serie de los nlimeros, al que (empezando a des: legar un «juego de términoss con rafz comin) #€ Propo zar un proceso ‘Convendrfa ampliar las forrm na referencia, eunque sea somera, a les @istintas for- jnasen que puede presentarse, en los sucesivos momen toria colectiva, smalesters ue, see Sha (et maléstar en la cultura), se deriva detos sentimi tos inconscientes de culpa que genera eldese® per Je sujecin a un orden —y aun poder— ins Un sentimiento inseparable del recién mencionado, panto de-vista, iusciones de ese indole, puede cernisse com cin eon ekepanicos, otra perturbacién afettiva que puede aparecer GF grupos o colectividades, fue enal rior del autor.! ‘se ha comenzado utilizar en le aplicdndolo a émbitos pricoso- 1B Mall, Sobresalto, pénico, “engustie col boas), Baers Aire: Letea Vivn, 1979. nage. TPO de rome ouofre cislet —institucionales (R. Kaés) 0 colectivos de trabajo ssufrimiento» 0, més sieon) Puede ser usndo fon un sentido laxo. Es masinteresante suempico cuando Sencta un menoscabo real o virtual que afecta » sujotos inchuidos en una configuracién vincular(aneiad, por st dlaorganizacion oon w ‘sentido amplio, de la que se hablé al principio) el tipo de vinculos que alli se han configurado en relacion con las personas que lideran concretamente los proce- sos de cambio y la resistencia al cambio, también la. vi- cisitudes previas y el punto al que han llegado —en su ‘0 larga historia— los procetos de con: transformacién de particulares «estructura: sas». En los colegios secundarios, por ejemplo, observa. ciones coincidentes abonan la impresién de que es deci siva la influencia de figuras que puedan ejercer un lide razgo acarismaticor para que se constituya un espacio de creatividad y relativamente buena convivencis en y entre los distintos estamentos. Cabe evaluar, entonces, en un caso concreto, si estén dadas esas condiciones, qué o quiénes se oponen a ello, en qué sentido se ejerce 2 Vease propésito de este tema, ln interesante comprobaciGn, « par ‘analise ea bielogia, Rio de Janeiro: Zab, 1982 ps. 9 142 o puede Heyur a ajercerse Ie cuote de fascinacion que esos liderazgos conilevan y —no por ir ultimo, lo menos im- portante— cual ha deer nuestro lugar como profesions- ya cesadoyarde tener ei inspiradar que en un momento tuvo (segtin io que puede reconstru hora produce desesperan- ponga nuevamente en movimie sentido de avanzar hacia una con! terior? Las organizaciones hé una forma en comin: gual del poder, que se presta a ser representsda baj gura de pirdmide o cono. Sin embargo, es posible que el jén que consulta haya legado, en el de. Jena: Gedise, 1962. 145 te de conflicios. Por el contrar! terlzan a este tipo de organizacion con, en ls experiencia sucede. . esto en una insti 2 formalmente une estructura. .. democrética y participa ‘iva? En parte, cabria pensar que eso ocurre precisemen- te a causa, o mejor: como consecuencia indeseable, de ‘esa misma «emocratizacions, en tanto —por el rapido proceso histérico por el que pasé la inst tno permitié una adecuada elaboracién del pasaje desde ‘una organizacién de funcionarniento més tradicional sl modelo actual. Por otro lado, no hay que desdesi cho de que, por mas democrético que se quiera que sea tario y sf demasiado de En él nos hemos formade, texto va a estar haciendo fuerza por Shas de las otras Instituciones con las que existen inculos de colaboracién 0 dependencia y —lo que es més preocupante— desde dentro de cada uno de los que nos constituimos como personas en ese medio y levarnos sus marcas, Precisamente, una de las cuestiones mis es pinosas que deben pretenden democriticas es Ie elerminadas por aspectos que podriamos llamar (para con ese posit lante y no. . mente, través de lasituacién y el nivel de conciencia posible de fa gente lo permits. A veces, Ie colaboracién de un coordinador ex: temo ayuda a Jograrlo con menos sufrimiento. . . Tam bién hay que entender que las diferencias maotivan tanto ‘un teconocimiento posible cuanto la envidia que niega, precisemente, el reconocimiento de mérites, potencial dadeso realizaciones de los demis. Si se fortelece el mar- co Instituido para que pueda ejercerse plenanente una (rotativa) lo que imaplice tar! ynegociar decisiones hasta donde dos de la necesidad de re sancionar, asi como de ci6n de los valores que haya para repartir (entre los cuales sobresalen el dinero y —no menos— el reconocimiento de Jos méritos y el aliento @ la creatividad) podrés ser un po- co mas soportables. Enesta institucién se evalué oportuno, como se infie- ema antes expuesto se denominarfa #re- reinstauraciOn de un tipo de (o~al contrario—en enel que se ha prod: cionados, estancamiento idos) tal vez no reps je el mayor delos desafios 145 pala lo que les propone un gir por : . no? ,O acaso seré necesaria para ese advenimiento n determinados casos, la instancia de 1 0 vicario, como el que podemos representar, hasta tan- erpretativo al que estamos —por jos, no lo deshaga? in agotadas las post Ditidades de una historia conjunta, ya porque se han des ilusionado de un ideal o un lider que-los retine, no corremos el riesgo de que nos toque demasiada respon idad, en tanto podamos —con nuestra interprets- cidn de lo que vemos aflorar—definirla cuestién? ;Puede ‘tranguilizamos Ia convicci6n de que nuestro compromi- so profesional es con el bienestar o le salud de personas concretas y no con la subsistencia de una institucion’* ‘Son cusstiones que no parec porta, sobre todo, no hacer vale decir que la respuesta étics mos sélo podra ser val que efectuemos de rola de una historia colectiva que puede haber quedado trabada odetenida, ocon aquella que encuentra dificultades para empezar a desplegarse, y quizé tarm- bién, otras veces, con aquella que sspira a tener fin. lento de culpa que provoctba on allo el deseo que tenian de term fo en ou formlecion Inieiel, 3. Aproximaciones a una psicologia histérica de las configuraciones del imaginario social ‘Apuntes cobre un espacio transdisciplinario de ‘prodhiccién de teorfa y recursos practico-téenicos 1) Hace dos décacias, Kenneth Gergen! p con eliocred.en los compartimientos académicos ele: Jo previsible) que la psicolog's social debe tenerse por’ equivalente de uns thistoria contemporéness. Se p' avanzer atin ms en la cuestidn, sin que eso imp! ‘mera intencién pravocativa frente al orden de Tes di plinas institui 1 deseo de precisar lo que va siendo requerido por el camino, o método, que segu producir nuestros saberes: ;Por qué temporines:? ;Por qué no extender hasta abarcer en el horizonte de in« seg momentos de I idad en le que esta rasgo, le acti (0 conternporéneos ipicos que ‘que fue caracteristico de otras Epocas histéricas, en la medida en que ese recons: ‘truceién pueda realizarse. En esto, nuestro campo de re- flexién como psicdlogos guard desarrollos como los de la llamada thistoria de las men, | talidades:? y otros de los que cultiva la mnueva historia»> \ 2 Social paychology a history Journal of Personelity and Seeal Pay 73 Fister, haciende de lun perode incon (Ch también G. Doothoul Les Menta ciGn que podia hacerse el hombre. Hoy esa critica ha sido at do perfeccionads, por ~entre ctros— ingen Habermas.* Sin embargo, hay que elantecedente, sin postura #1 diferesiviar do dados (dati) que impresione como cierto a una conciencia que experimenta o especula, de ‘quello que conocemos como thechor (factum) y a to que, justamente por hacerlo 0 haberlo hecho nosotros (p- ef. cualquier ser hurnano), podemos acceder como verdadero.® Asi se inaugars.en la Edad. Moderna? ebce stas eciencia: ‘equlvale ala (que conocernos por haberto) he sefaledo antecedentes embrionar 7 eUna enteipaeion de Vico en F Spensemiente grege y cristae, Buenos Aires: Pi 149 dignos de ser tenidos en cuenta que seen sus {cuando se loe ubies en el contexto histérico-cul el que se obtuvieron}® y por mas prestigio que dispense la aplicecién de esos métodos, deberian persuadir al peicélogo (social) a dejar de lado la inagota- ‘ble riqueza de conocimientos que puede derivarse de un teabajo de conceptualizacién de la experiencia acumula: histéricos de determinados rupuesto, en nuestra ineumbenci, de 'y procesos que revulien sigmificativos” ce a a prodluccion de afectos de subjetv Las configuraciones de actitudes,"9 o las representa: nes sociaies con las que se lialla constituido un esent Pero también el pasado, reciente omé: ra —como se ha sugeride— desafias seme némenos colectivos que precedierony: ‘enultedos -y la Investigacion misine— edaquieren (interest o dudarlo} concepcion del 10 come campo det ansis I, $8, Durmoe Airs, octobre de ataiie justamente a los empleos que hace e! poder, hoy global, de los recursos de la imaginacién, 0 fantasia.2® No tanto —entiéndase bien~ para comprobar que los procesos e instituciones de nuestro tiempo a través de Ge connotectones a veces ciferentes,pere las mis de ls veers cast idén- 152 en determinado espacio social, una cescenan, religiosa 0 ice (dun cuando ho manifieste abiertamente esa cual que se represente allf compromet diche representacién —c pretenda hacerlo— al eonjunto de los sectores, estamentas, clases en los que se sustenta un sistema de poder. Es este tn territorio com) de indagacién, donde iconna puede restringir- ‘alo que muestran los es- nese?! en que la Hustracién nos educd con respecto al poderio de la razon? ‘Numerosas experiencias recientes, del mundo y del ruced en le teoria cise conteipordineo, Madrid: Tecnos, 1982 3 Sélo.un ejemplo de i fe pezea todo en In eficaci de ese poder ave 153 bbe dudar de la impos cénicoss en cuanto a produci perecerian ser decisivos snza. EL trabajo critico que nos compromete en la ac tualidad, por tanto, stafie a la erazbn impurat 4 Valga l paar a la desilusién) como privilegiaco recurso de su .rdid que nazea con Is medernidad des imperios de i Pero para encontrar une simi crsticas que tiene la vesce'ia publicas en Ta 36 ciedad de hoy tenemos que invocar otros antecedentes, rho menos lejanos en tiempo, pero mucho mas afines en cuanto a una concepcion de lo que ha de entendesse ‘por srepreseniacim. En las cindades griegasy particularme: es donde se abre por pr atrés, un Ambito para di _dianté el debate?® a part ida, dusién) de que los diversoractores*® que sostienen tse debate sobre el escenario politico —cuye paradigma sel agora representan en esa nueva dimensién, 5 oa pretension sélo nace en Siglo de las Laces. Laentigua Ret ics estaba funded, conceptual y pricticamente,en el discernimien remo que demesirer Jean-Pierre Vernants sf. de exe autor, oe origenes de pensamieno riya, Buenos Aires: EUDEBA, 1973. sciudadancms. Ela unificaci6n queda sostenida, a partir |. de entonces, por la unieidad (o centramientoyy la vero- \, similitud®” del dugarey las « jones», recpectivamente, Ge la representaci6n democritica, ica atensense, lo que se conoce come Ia srefor caw (de fines del sigio VI a. C.), resulta, asi.no Ay eniviquecida— par el B Francesa, Habermas —también~ ha rastreado, en su te- sis Strukturwandel der Oeffentlichkeit™ las grandes lineas que ha seguido, desde el siglo XVIII hasta la act: 1h transformacién estructural del concepto de elo pail cor, o de la eesfera puiblicas, asi como las practicas que sobre ella operan. La magnitud de aquellas transformaciones puede cernirse mejor al considerar 1o que ha llegade a largo del siglo como (sondeo y lar interseccién de eprivado» y publicor burguesa debe seguir siendo explorada, a ‘eoehternand: 187 155 por supuesto— la pregw diera hacer la moral republicana indignada (Quod e 1a moral, que coro valor {vice propo- no sélo ha sido cuestionada a su vez; tam- y los nuevos valores colectivos pueden ‘aquellos que refleja, como gran pante- cena» privada perversa convertida en. ea, contemporénea estiin segiin un modelo parecido. La «guerra cos. scolapso del Estados en la que era ca y, entre nosotros, los «alzamnientos jenos ejemplr~ de ello. Ala par que del modelado de los acontecimientos, co- rresponde ocuparse de los procesos permanentes (0s) do de hoy, acerea del trabajo humano. Tampoco puede desligarse este punto del anterior, ye que resulta eviden- los ideales y valores con respecto al trabajo que sdquieren o pierden vigencia en determinado mundo hist6rico (en conflicto generalmente con otros ideales y valores) no se sostienen solos —por asi decir~ en un su- puesto mundo de ideas y valores puros, Estan incorpora- dos a conjuntos significativos de esquemas cognitivo-afecti- os constituidas por aprendixaje social y predispuestos para 1a accién,§ los que sierny 187 pasado y primera partede este,5? los que ten: {agonista o héroe al hombre industrioso, emprendedor, prudente pero con gran sentido de la oportuntdad en el tenacidad— desde En este finde siglo, el et lzando, al parecer, en puesto ~aunque negado— ef goce del sacri ),e8 atribuida®® por discursos en boga, alemn). Por otra parte, se sdjudica al negro o nos® poca aficion al trabajo, mas gusto por pasaria bien Joque €1 Hama vl sindrome: 158 pos se rei incorporados a simulacros de debate o 0 ficciones. ‘eneién on tn campo orgsnizecional raging eulrure af 2 Seton. Palas, 1980, pag. 98 SR de Bourd, ope: pig. 8: 159 hey 1o impulsa a trabajar?; gde qué modo opera? i ‘México: Sgto XXI. 1985, pig. 20.) vincente, a propésito de lo qu la vergienzas en el subprotetariado,% los seth y fantasias que priman en los marginados del ‘Ge produccién orginice frente al peligro dene por Priclogt se reunir ajo et rubro del neckoxis {ales desérdenes. que suelen presentarse conjugador: ba sobrecruna None plurtonuparign (desernpefio de varias actividades Iaborales ir ‘misma Jornada 0 ajo) ya fs que no es quella Caro frecuente en veleducacional tercario). 161 para Dejours— frente a ui Chfermedad invalidente frente an cuerpo que sugieren que los hombres en especial— de merginados, y también los obreros peor remunerades, tar hoy actitudes a las que podria des eribirse como de estoica entrega a las exigenclas de cusl- guier trabajo que puedan consegu condiciones en que ese trabajo 108 a Jos que tradicionalmente st del movirniento obrero argentino, bativas. Se acepta trabajar ven negros, con horarios protonga disimos, por comisién (sin sueldo fijo), 2 destajo, sin Tas condiciones de higiene y seguridad que requier eyes que los empleadores no cumplen, i nas de las entrevistas evan a aceptar eses mood: cosas, como algunos de cas son engafiosamente obvias. Ellos se dan cuenta de que son explotados, pero no se quejan, porque pit mujer y los Esta frase, que ~con variaciones— fue repetida mu- chas veces en las entrevistas ofectuadas durante aque. Hos estudios ex fos, no puede dejar de resonar con una signifi pera un psiedlogo que EL luger del varén, en ja y en Ia sociedad, se ha convertido ahora en problematico. 6] fantasma®* de 5 Laevadoe« cabo por alumnoe y docentes de a cated de Precio ‘fn del Trabajo de In Pecoltad de Peieclogia (Universidad de Buenos ‘Airee) entre 1987 y 1988. SF La tradicion terminciégica més ant ion peleokgin dstingue vidamente cot sol campo de la rfl vided de imagine 162 poder quedar o de He transformacién estructural en el plano de lo Sramaticidad con le que impacta procede dé por el que estas srepresentaciones colestivas cliente, de categorias cognit das. Freud Hiamné a semejantes configuraciones [a gue ented como apie! dela enperienca ume Urphantasien, vale decir, efantasias © phémiogme, 9 lige comin”, podriase a Imude vlores (Raymond Chartier, nde como represntaion. Pstuios te mutor (id, pg. 24) «A partir de propuse en el Congreso Internacional de Cienciee Histo Ia poole “ ‘ences, hay gue decir que es rictures ale vez sociales y piquas) cla que todavia no enste, at Amilo de 163 argume que se pued esns trabsjadores corresponde al ef de castractén». Allf radice la angustia cracial que sospecha que puede reducirse a nada: en cualquier moment histérico dado, Podria decirse también, para recurrir a un paradigma ya clasico, que la 164 sino en sus conexiones mutuas y en la secuencie de sus transformaciones~. Asi, por ejemplo, con respecto a Tas concepeiones del trabajo, es necesario discernir. en su evolucién histérica.* la influencia reeiproce di terminaciones provenientes del sistema de prod y de las que atribuimos ¢ una cosmovision pai ‘eligiosa o no, vigente en un espacio politico d Esa reconstrucci6n, no obstante, circundarfa w diciones, y a través de qué recursos, para que el de sustento, en el mundo vivide de los sujetos: respectivos, a uno u otro conjunte de creencias eficaces bajo como hu- ‘abajo como sacri ficio gozoso o execrad imagen entera (no castrada) de sf; etcétera. Parece plausible conjetur tan complejas influencias, distintos sectores sociales tenderian # ser portadores de concepciones (del trabajo, de la vide social, ete.) correspondientes a t nes de 5% Véese, pcb: Martin Hopenhayn, EI rrabaja linerarie de x con cepte, Santiago de Chile: PET CEPAUR, 1988; Guido de Ruggiero, Concepto del trabajo en su géveei historia, Buenos Aires: La Pléyade, 3975. fay que discerns, entre tales recursos, los ingredients de come Ins prictiens de diciplimamleno d¢los cuerDos. 165 yuxtapuestas que se han ido co: tos y contextos socio-econt ral hegem6nica (en estos momentos digms neoliberal que esté requeri 1») Aquellas distintas ere de aplicarse y cambiantes, mico y, muy concretamente, de las condiciones de vida y trabajo. Hallariamos, entonces, aproximadamente super- puestas en las 3 clases sociales (comenzando por el subproletariado jes nos hemos refe- ride}, varias y muy diversas constelaciones de actitudes con respecto al trabajo. La més arcaica corresponderia a una ética ancestral que no enmascara a la dura ananke (necesidad), aunque se la presente bajo la forma de una 166 mnico sino tarnbién —a} iran (0 imaginarizan) el trabajo como entre ipotencia benévolasatroz de otro.® En cam: sepresentaciones de s isms y del undo del rabaso, Nocioantropolbgico més ample: Pergiorsio Dradel y B Duby, coripe, 5 Medicerrnvey; México: Pond de ‘Econdmice 1998) . polo tento, numeroeascnoticiass en losrmedios que dan cuente des Ruacioncs de extreme aburo (yun auléatienservidumbre) impucstas trsbajedores chen parte del mundoyen Asay Aric De EEUU.y de Buropa ns este ausente el lagelo sn erage: ali tome Informa de ne @ iegees. (Cx, tividad, A pesarde mus earacteristlcas extrem refi psd et tpica det modo de relacerarse de muchos tactevin de tas ce su trabajo pudiéndole ubicar {gem campestng, enemos ecceso # une de i ‘nos interes disce 187 bio, en el oo: esta relacién esta mediada por © gar e la responsabilidad cote ‘tudes y aptitudes individuales para sece- der aun mercado de trabajo tam! ente libre. Flay, por fin, otra concepcién di mente se abre paso en Ie historia humana. Elle no soto ‘neo conjunto social eras» parecen més tipicas de un proletariado y unas ‘Gleses medias que han acumulado experiencia hist rb ca ubana, teniendo mucha incidencis —probablemen- fe elcontexto cultural de origen cuando se trata de mi grantes. Estas configuraciones subjetivas diversss no bars. de. pensarse solamente desde la perspective de aquelios con- Pictur que puedan derivarse de las diferencias en acti tudes valorativas que Ievan implicitas © Ellas también aparecen etransverealmentes representadas en insti. Clones sociales —juridicas, econémicas, culturales— que pueden entenderse co! ‘una transaccién entre lo que aquellas: y lo que determina le do el contexto acotado de esta discust as righdamenté cons "oe ones de is précticns trae ibn aun) dichas configuraciones de vineulos através de ana Ristria. 169 se espera, se re para el trabajo humeno, Jectiva) alos que puede remitirse inmolados para la mayor gloria de: 4) La investigacién empirica de presentaciones? o de smentalidads complementarse, entonces, con wu t6rica’! de.sesgo peculiar. Siguiendo algunos buen: © Phejedeia angumentacién que deserolis Freudien El molest {a eaturaspanta nreconstmir este proceso circulate! sometinientow las restresiones que impone ia culture genera re ‘esta produce wn sentimiento inconsciente de colpa ee ‘Azimirmo hay que dertacer tn fee nace hincepié en le pertinencia de 170 den ignorarse tarmpoce esos de representarse el mundo. ‘puesto, en queen ere rifle produie entre nostros Redo Kusth (oésoe p. ef, Georultura del hombre enericane, Buenos Aires: Garcia 172 po psicosocial y psicocultural complejo y los i ios que se asientan en una kescena politica». cuestién plantea un problema metodo! que deben ser analizados, por un lado. los recursos ret6- Hloos en la eenunciaciéne (produccién de un imaginario aco) y, por otro, las configuraciones de la reeepeién —es- das estas tanto en sus aspectos crantitativas como en los cualitativos. 5) Noes leit ignorar, por fin, que las urgencias de es ta coyuntura histériea vaciarfan de sentido cualquier Srico, si nos dedicdsemos urdir intertextua- rior vinculados con los tesboxé en estos eapurr tere, sino para cualquiera delc< quese han ido perfilando en nuestras profesiones a a partir de turgencias o campos dle trabajo concretos: la comunidad, Jos problemas ambientales, dea salud, del consumo, etc. Las respuestas que se han dado a tales demandas (que fueran planteadac al psicélogo 0 al socislogo, habitual mente, por distintos sectores edad o por el Esta do) deben ser evaluadas criticamente. Cualesquiera sean en el futuro siglo las nuevas artes ¢ incumbencias que lacen las fronteras de las que son hoy ciencias so- 3.4 de urdir simaginsrios tas que dejen-ebierta una mayor o més continua posibi- idad de de-sujetamiento.™ Est claro que todo d de Ia reflexién y de la acci dad o un individuo sobre si de existencia (Jo que se puede produci con Ia ayuda de eexpertoss), 1s forma de subjetividad que perime.® puede ser, entonces, sino ambiguo. Pu gresioness come aquellas a las que asi logfa institucional en una orgeni- Laa eujetos con los que se trabej6. tamiento producido, sicrreles particule: que procedieron, cabo por alumnes au ‘Centro de Estudiantes de Ia Facultad de Pricologia (Uni- <= jversidad de Buenos Aires)], se observé que los habitantes de un asentamiento precerio corrian riesgo de enfren- tarse en dos bandos constituidos partir de una divisoria que levaba # imaginar —por smbos jados~ bélicas vir. ‘tudes nacionsles» como propias (una parte de los sinte- cho eran inmigrantes den pais vecino). Fue preciso ar- ticular una estrategia de intervencion que, centrando su .cia en In coordinacién que hacia et grupo de Psico- adultos, pet niones se emplearon recursos retéricos que logra1 @jito en cuanto 8 transformar el imaginal tax en ciernes: Pero es probable que ese obj ido ser alcanzado sélo en tanto la coordi distintos, pero no habra de negarse qu: ‘bos casos de creencias.% En el caso de la sefiada, corresponde agregar ‘ superado ese es sus conflictos también tipieos. f ©) Un espacio y un dispositive especialmente aptos para explorarla dimensién del desujetamientoresyj s mujeres y los hombres. Las primers h tuna comisign que se encargaba ini Ge gestiones para hacer publics el estado d 176 grupos de promovidos por Paulo Freire como instrumento de su Pedagogia del aprimido™} y culsnina hoy en din ~de un modo que tampoco puede ser calificade de otra manera jiguo en el movimiento masivo de los mado por los hasts menieen ese atime medioige, el descubrimiento. des de desujstamiono que ese mismo espacio grup In forene de seleetivom de contestacion o de eutogestién, grupos de teepia oveflexén, de toma de conciencia tetters) pales ocapan vn lager preponderante —eu ae ‘dan in inbor de Jos expertos. ‘St Esta cain Genominecién que nicisimente leron los practicantes 20 anitissinatitucionals« sus intervenciones en etablecimlentos ip, page 2515 1 de dichns moines El reqresa de acter, BueTs Ai 178 se debe ai gable el cai epropiacién por parte de los interese- de dimaginarizacions sefalados. Como en Tos ejemplos anteriormente dades (en el punto 5) de transformaciones de un imaginario organi Zacional o comunitario, derivadas de una intervencién peicolégica, podriamos hallarnos aqu‘ ante condiciones eventualmente nuevas para el pensamiento y para la ac tion colectivos. Ellas podrfan redundar, en efecto, en un inarniento de las entegorias representacionales-colec- tivas, tributarias del esentido comins"®5 y el simagina rior de una época. Basta con pensar en la trascendencia que ha tenido en estas tiltimas décadas, justamente, el novimiento ferninista, asentado en sus bases en un dis- positiva de reflexién grupel eutogestionada. Rio de Janelror Graal, 198 Tot Con la excepeién del antecedente hislérico que represent6, ¢” ‘laeién con los actualer grapes de autonyuca,Alcohétices Anénimor. Ch afrespecto Th. Newcomb, Manual de piclogia mci, '-1, Buenos .por para una pices social tia del orden cx 10 Cesar Casals, Pricloplacortl, Laitabana: Ciencias 'S5.Ct fost Nuns opt. 179 Sea come fuere, transformado por expurgado de psicologismos y psicoan: gar del experto parece cogui var a cabo una coordi Siscutirse este punto Precise destecar, en part tancia de Jos grupo: «condiciones de trabaj en esto, ecumulada dora italiana}® y también cuenta como antecedente !o que viene aportando del trabajos francesa. '°7} Eneestos conspieuos espacios microsociales se propo- ey ste una stuscibiven la que se pore # pres ne irecta o indirectemente) como tarea el abordaje crt segundo lager, el hecho de que esa configuracién repre sont Gefensiva se conciba como producto ideols mencionada «psicopstologia 120.2 Come tal, se puede ecceder a través™™ de ella a To que es un proceso de subjet minaciones concretas de estr términes de le propia experi tidades histéricas colectivas. El contexto grupal—cabe insistir en ello- es el més apropiado"® para tomar conciencia de desujeta y retujetamientos que hacen presente la eficacia ‘ies eoelen proteger# los sujetos (aunque a menudo de modo inade vow cuturales hegeménices. 192 e. Sobre estructuras subj ctivas ‘corresponda aun punto de vist 7 hay una mayor preocupacin histérica, incluso todo un desarrollo conceptual acerca del hecho ‘en sus efectos sobre la estructura psiquica, yal- guna hipétesis acerea de como perdura, qué transforma. clones sfre ese que podriamos llamar recuerdo colecti vo: cémo es procesado, como sucumnbe a una amnesia y ymiento més defini: ha producido. borrador de Freud descubierto hace p 188 ‘Volviendo 8 nuestros dias, creo que el cusign et si se puede seguir pensando que predominaron en las décadas de los mension temporal de 1 Liltime Foucat cién de las continuidades dentro de las secuencias de transformaciones que él va analizando a lo largo de la historia de Occidente, en relacién con algunas institucio- te, de ese «ponerse-en-discurso-para-otron con Ia confesién cristiana y sufre después do tanto desde la perspectiva de la continuidad come desde In de las rupturas; en fin, desde la perspectiva de ‘una secuencis erticulada de transformaciones. ‘Una secuencia de transformaciones implica también un linaje, en el sentido de lines que va dando origen, por producciones: objeto que esta siendo es- tudiado. En cierta forma, ya cuando Foucault pasa, co mo preocupacién central, de la sarqueologia del sabers 2 Ia egenealogia del poders, esté volviendo a instalara 6p: tica de los procesos histéricos en términos de ciertas continuidades. Después de todo, una «genealogiay nos dice también de una secuencia en la cual algo se trans- jnsforma, no es ya un mero estudio ar .e reconstruye un momento del pase- nente cristalizado. (Podriamos vincu: rotogtas del yo! hay algunos pérraf exageredos en cuanto al afén de establecef continuida picteto quiere viglar continaiamente des. Por ejemplo: las representactones, técnica que culmina con Freud), Después, con respecto a In genealogia (0 historia, que rnalmente me parece el 1érmino que correspon prictica de ponerse en discurso para otro, enOxcider Gice: «En la ezagoreusis uno muestra por otre parte fl verbalizar los pensarnientos y al obedecet perman' temente al maestro se esta renunciando al deseo y al yo propios; Ia practica permanece desde el principio det Cristianismo hasta el siglo XVII. La inauguracion de le iglo XIII significa un paso importante ‘muy importante: lolergo de todo! luna correlacién entre le revelaciénr del yo, dramética 0 verbalmente, y la renuncis téenicas, mi hipétesie es que la segunda, la verbalizacién, se va volviendo més importante. Desde el siglo XVIII hasta el presente, las técnicas de verblizaci radas en urrtontexto diferente por las fas humanas, para ser utilizedas sin que haya re nuncia al yo, sino para constituir positivamente un nue Yo yo. Utlizar estes técnicas sin renunciar asi rnismo su pone un cambio decisivos? Esto es coherente con Jo que requiere el movim de la modernidad; con el proceso de creciente indivi ‘dualizacién. Esa prictica transformada se ubica en a Hie ag 7, 3 mp 8-4 globales, por lo que Ia orientacién y el noe generales; Ia regulacién— quedan yno requieren yade un gendarme ‘tena, para «vigilar y castigary. Tal estar en la propia interioridad de recaica Foucault resulta muy econémico para dicho sistema. "Vernos aqui, nuevamente, continuidades que —en el caso de las teenologies individualizantes de poder- abarcan todo el ciclo de la modernidad: por lo menos ‘cinco sigios, a lo largo de los cuales estas tecnologias se van perfeccionando. Ese proceso —dicho ses de paso— ‘exige que se originer las ciencias del hombre, en sus as- ‘pectos pricticas: en primer y evidentisimo lugar, la psi- cologia. De todos mode Jas disciptinas ciales y humanas: Porque, como sefiala Fou: momentos 0 vectores marcan este proceso en el que di- cchas ciencias secundan o acompafian el proyecto de la ‘smodernidad. Hay un momento que é! lama «pastoral, que incumbe especialmente a las disciplinas 4 ‘otro que denomina «totalitarios, al que contribuye: diseiplinas sociales modernas. En el primero se trata de Joque recién expliqué: diseminar los lugares de control, de manera que, gradualmente, en este proceso historico que Hamamos modernidad, cada uno se haga cada ver més auténomo; que Incorpore la regulacién jara tomar una expresion que es el fore interno, como lugar de sign politica interiorizndo; podria decirse que Is segunda t6piea freudiana esta ya presente in nuce en esa expre- 186 relaciones: egobiernon, pondlente es gubernare: «ser piloto, gobernar, dirigir un Savior, por extensiGn, edirigir, administrar, regi, ober- nar un Estado». £l origen de estos términos es néutico. En griego no tenia atin un sentido politico, aunque ky con autoridedr. En latin ya pas6 a referirse también a ls conduccién del Es- tado. (La nocion de gobernarse 0 conducirse a si mismo tampoco corresponde en griego sese término, sino aw tenoméomai—nomos es sey) "Ya que en espafiol egobernar» se ref tonces, que hay un sgobernajes que intimidad de cada sujeto. De esta manera, e} Estado se no, con todas sus i erapuloso en el cump! ‘a simismo, no sélo a trabajary sin dudae pager impues- tos —instituciones econémicas—, sino también a respe 187 smiciad la regulacién por esas normas ‘propensos a la transire gulaciones de transito, Pero creo que modernidad pueden quederse tranqui firmemente hacia esa incorporacién q) mero a cabo los pafses protestantes, medi sin cuyos prinecipios cada creyente pas6 a vinew suténomamente con Dios y dejé de requerir la mi misgresion sebiendo que se va a ser perdonado. En cambio, si esa regulacién se instala en la interiorided del sujeto, como hicieron los protestantes hhace ya cinco siglos, uno rinde cuentas a la propia con ciencia, que es el juez més implacal celoso, al queno bay manera de ‘el ritual a veces cotidiano de la absolucion por parte de otra persona, como en el caso de los catblicos. .. y de ta visite al psicoanalista -ncé allé- no se sale precisamen- te absuelto. Diriase que nos vamos eprotestantizando» a pasos agigantados. Esa es considerada le primera gran transformacién de la subjetividad en los tiempos modernos. Pero no quiero ignorar las determinaciones econémicas. Ya en 1a Baja Edad Media se fue dando una particular acum lacién de poblacién y de dinero, La acumulacion de poblacion redundé especialmente en el crecimiento de Jos burgos, que pasaron a ser ciudades y que, como sefia la José Luis Romero, constituyeron los espacios sociales donde se genesarian las proximas transformaciones cul- turales. Recuperada Io bastante la pobl después de le devastacién por grandes pest XIV, ¢ incorporadas ya innovaciones tecnol6gicas rev Jucionarias, como lo habfon sido el arado de reja 0 el ca 188, capitalismo resultante pr carnado por venecianos y ge ‘en la expansion colonial de sae eee: tmanaformaciones que eamocemos- Dadas éagene. sas precondiciones, desde los cludades em) rarse un contexto ideolégice favorable pal vas oleadas de le modernidad, th primera-de las estaria representada por brindan en este aspecto el ejemplo mis nit ‘bio que empezé a darse en el plano de Tas idens y de les costumbres; de Ia subjetividad, por lotanto. ‘La modernidad fue abereando sucesivamente otros aspectos: el del conocimiento y la eculturas, con le gran transformacién que significé ls Nustraci6n. En el espa ‘lo de las instfuciones politics se dan las transformaciones ‘que tienen come referente crucial le Revolucion France ta. El producto subjetivo de ese momento historico es el Giudadano burgués. Siguen otras trensformaciones. Las aque tuvieron luger en les costumbres son quizé importantes y traseen nuidad del proyecs f puede farsérsel ‘burgués, coincide! ‘esta modemided. (Digo «estar porque hubo otros momentos histéricos en los que se Gesarrollaron procesos parecidos, pero que se frustra- ron o encontraron répidamente sus limites.) En cuanto ls-transformacion de las costumbres, (eforma. Los cal =no en el sentido freudiano descriptivo— parece ser el de que Ia sede del control y del juicio de 1o que se tenga por bueno o malo, sea indi- vidual; que se eluda progresivamente la institucion ex: terna que cuide de In moral, que vigila y castiga las transgresiones. sta hicha se menifieste en muchisimos campos. En el de las manifestaciones artisticas, por ejemplo, en la Jucha contra Ia censura. ¥ esté presente en Jas luchas més cotidianse, que son a veces inadvertidas por estar 199 que tiene, esa fuei perios, como sucede ahora con ia Uni6n Sovit lo que huela @ restriccién impuesta desde el exterior no sélose autogobiernan, sinoque también aspiran imiento mutuo. Este. co sn, que no puede de ser fragil, tenderia nos que haya detenimientos ms de unificacién més arceicas, como por ejemplo las * vescesupre, Tereera parte. ap. 390 10, porla nueva vide ‘acto~ del trabajo clén que tenga alguna-antigtiedad ofrece la de que efectuemos en ella una especie de corte geol6gico ‘donde se pueda observar la supervivencia de cresciones culturales de distintas 6pocas. Por ejemplo, en relacion con la escuela argentina, como producto de la ciétry de te Generacién del ’80;todavia sobrevive ‘embleméticn, algo del surtido de ideales de aquella €po- ‘ca, que fueron transformados pero no del todo desaloja dos. Aqui se dan dos alternativas de composicién que enomino: condensacién o'superposicion, y yuxtaposi ién. En la superposicién, un nuevo producto inst ‘hal, supongamos, una nueva normative concerniente ala Glaciplina escolar, absorbe cristalizaciones anteriores, les Ga nueva forma; las anteriores no desaparecen del todo, ya que quedan incor o canjunto mas En os nuevos pro- que por un lado 391 En algunas instituciones se de una yuxtaposic’ dos modelos, en Is medida en que hasta cierto p tablecer la diferencia rposicién. La superposi que es producido —poéticamente, digamos, pu pre hay una creacién~ ha hecho desaparecer rior, por haberlo incorporado. En la yuxtaposicién, que podria vineularse con la sinécdoque, parte delo nuevoy ‘mis o menos bien ‘que Ulloe® lame fracturas. Eso en cuanto. un espaci 1 sus objetivaciones. Pero ‘campo de unos productos psiquicos, o sea, de las confi guraciones de actitudes caracteristicas de una u otra Epoca histérica que persisten, lo cual determina que el conjunto psicosocial sea muy heterogéneo, dindose, en: tonces, que lo que los historiadores llaman «mentalide dess diversas coexistan lado a lado en el mismo espacio politico, socioeconémico, etc. Se dan, asi, «atravese. mientoss mutuos. 192 que soportan de que el modo de produc , después de todo, no hace tanto que fue ‘en América], han dejado precipitados en de configuraciones de actitudes que sectores més ‘0 menos grandes de la pobiacién siguen manifestando, ‘en relacién con el concepto de trabajo instalado en ellos. Puede pensarse, en efecto, que grandes sectores de la po- blacién latinoamericana tienen todavis une manera de concebir el trabajo que seria caracteristica del momento histérico de la esclavitud: el trabajo como sacrificio que ‘se debe soportar para mayor gloria de otro, No hay com ciencia de derecho slguno por reivindicar, ni siquiera cuando se trabaja—como twiele ocurtir— en condiciones aberrantes. Cuando estabe a cargo dela eétedra de Pst- cologia del Trabajo, los slumnnos, con el asesoramiento Jcieron estudios nnados, que absreabon, en general, el tariados,los que hacen changas, vendedores ambclantes, gente sin trabajo fijo. Lo que entre ellos se manifiesta, de manera tipica, es ess concepcion arceica del trabajo, no ica de la que rige hegenénicamente el mode- Jo cultural y politico liberal-urgués, al que se supone de modo abstract més coherentecon la vigencia del sistema econémico capitalist, {Claro que hay otros sec- tores que se adseriben en lo idealégico a concepciones «que solemos considerar tipicas de Ia dase obrera, o tam bién dea clase media pueden no ser ya los correspondientes @ sectores en lot que la representacién del tr mis emoderna>.] 198 cepcién eamoroses del trabai reconocimiento mutuo con Entonces, heterogéneament plotaei6n rural-, donde he ‘une concepeion y otros guientes. P. L: Puede ser también referible a residuos de la histo- ria de Ia organizacién misma. RM: Efectivamente. La estancia argentina, por ejetn: Sinarios caracteristicos de distintas cl sujecién de los trabajadores rurales alos propietarios. Pero ese pr a1 ~por su formecién— puede querer «blanquears le situacién de los obreros, y os mismos trabajadores (que vienen, por ejemplo. de Bolivia, como suele suceder en el Norte argentino) no te ner interés en eso, en parte porque no figura dentro de O confien en un vit thesién personal y leslte- des reciprocas del orden del vasallaje. En esossectores més sumergidasy expoliados, spare: teriores a los procesos civilizatorios (lor que'siempre Tt vieron a las cludades como centro de irradiacién). Una ética ancestral del trabajo puede expresarse en el princi también se puede expresar, aproximadament ‘vimos para trabajar. Si no trabajamos no exi més, no merecemos existir: somos desechoss, Entonces, cuando una persona se enferma, su mismo grupo fami- iar lo enquista, en parte para protegerlo, y 10 una especie de limbo; pierde por supuesto su relevancia _____2f1]a famnilia; en términos psiquiftrices puede decirse ‘también que se deprime, porque no reclama nada, no ‘busca otra cosa. La idea de buscar algo distinto es resultado de haber cién de si mismo como alguien que puede cambiar, que puede salir de un lugar prefijado y aspirar a otra cova En esos estratos, portadores de una mentalidad arcaica, re con los inmigrantes turcos en Alemania y con los africanos en otros paises, Esos inmigrantes son perso- 195, ponsabilidad del sistema a través de sus representantes manifiestos (patrones, capztaces, o esos nuevos merce: deres de esclavos que rechutan a los vender su mano de obra a disti que en muchos de instalada esa conce; nada que reinvindi muerte. Si nose trabaj ces es necesario aceptar cuslquier casa porque, de ot trabajadora, en muchas partes del mund: pados en esa manera de representarse 2 ‘actual crisis econémica global contribuy ese estado de cosas.) El ciudadano burgués, et que se considera con dere. muy reciente en Is historia. Si bien, como dije antes, hu- ‘bo otros momentos de relativa emodernidads, como €} que tuvo por escenario la polis griega. {Lo que pereceria remitir a una concepcién cuasi-iclice, al modo de Vico, ‘a quien menciono en ¢Pantasia e historian: corsi-erisorsi, de Ia historia. ..| Dadas determinadas cas, pueden tener luger ciertas trans. y del cultural que per- 3s y los deseos indivi sntonces ala escena publica y politica un producto nuevo; tiene luger literalmente jpeyas (Ia creacin de una persona). Prime -onaje (epersonas en su s In mascara del actor) jo invent6 en Grecis, a través de recursos muy interesantes de anslizar. ct. Gunter Wallratt, Calesa de fue, Buenos Aires: Sudamericens, 988, el poder de los herede: ‘entonces, a partir de esa re juré unas dos si o mejor, de un Senado. Luego de le caida de aquellos ti tuvieron lugar luchas civiles, entre clases y entre rrito- ars elegir un ‘Parlamento ampliadon, le Boulé) que atravesabern las di visiones naturales por lugar de residencia, Hasta ese momento, los distintos sectores venian sos. tentendo luchas incesantes para hacer primar sus inte. reses. Pero las circunscripciones ahora creadas «corta: litico ideal, que tenia su centro en el centro mismo de Atenas, el igora, y se extendia radialmente. Asé cada cir cunscripeién inclufa una porcién de electores cercanos alcentro dela ciudad, una porcién de electors del cam: poy una porcién del puerto. De este modo se vefan obli- gados a hacer coincidir sus intereses y —primeo—aima- Binar esa coincidencia como posible, encarnéndola en algunos representantes comune. Se cred asi una especie de entidad fantasmética. Era tuna tescena de representaciéns, erigida en nombre del conjunto globel de los ciudadanos de Atenas. Se cred asi 187 gin el poder de convieci6n con el que son presentat Locierto esque, a partir del éxite ela propuesta de 5 poder, y en general, de determinadas cle garantizar un mejor funcionamiento democratico; lo que a su vez dio origen a nuevas distorsiones, ya. suma, lo que puede discernirse es una tendencia casi universal de los representantes a const nueva clases} Aparece también alli, en Atenas, otra dimensién inte- resante de la vida social: la escens | ‘como lugar de representacién, no s6lo en el sentido politico del térmi- no, sino también en su sentido testral. Jean Pierre Vernant? subraya la importancia que tu: voel hecho de que en la civilizaci6n griega clasica se ha- yaabierto el espacio del debate piiblico. Es un punto de * Las ertgenes de pensamiento griege op vista muy vélido, por supuesto; pero, ademés, subrayar que aque fe fascinacion masiva que producen, tienen un efecto, deuniicriin ner ds fo de los rituales ctvicos. 'Y también en este tiltimo sentido ta reforma de Clis- ‘agora, erigié una especie detemplo civico que albergaba otra creacién de su ingenio, ia Hestia koiné (sHestias era iosa del hogar, cuya funcién era similarala de la Ves- fo era una diosa comparable con més bien una entidad espiritual residia los hogares particulares de cada gens, de cada estirpe, pues cada inaje tenia su pro- pia Hestia. El «recurso clisténicos ~precisamente asi lo cripeiones electorales, ine también en instalar en el centro mismo del espacio politica ciudadano una enti- dod espiritual protectora de la ciuded, que lamé asi: Hestia hoind (Hestia comin), con un templo dedicado a ella, Era, pues, Ia protectora del chogar coméns. El espa- ico de Atenas ~globalmente considerads: no silo jad, sino también el campo y lazons costera— era presidide en su totalidad por ella. Deese modo se com- 199 te el espacie de superndora de los nimenes particular polis (espacio testirpe.A través de esa ntieva quedaba representado ¥ au: politico que habia sido asi redi Setrate de un recurso ima tosdecuntecto.con el orden de lot también en la instauracién de un esce bran de representarse los dramas civicos. Al mismo tiem poy no por mera coincidencia— comienza el siglo de los grandes trégicos. Pareceria que son dos proceros con. Jugados:se arma el escenario politica y también la escena {on teatral, primero litargica y des puts laica. Se trata, acé, de argumentos miticos que sam. ‘bien unifican imagineriamente a esas pequenias.ciuda- desEstado, como ahora las telenovelas lo hacen con grandes poblaciones. E} escenario t 3 tener continuidad con el escenario po! prinelpios del siglo V se con: {no olvidemos que ia reforma ca es de fines del siglo VD). No mucho después, e! lugar de la Asamblea se trasiadé del Agora al teatro, porque resultsba més cOmo- do: el teatro de Diényzos pasé a ser ast el lugar donde, Dperiédicamente, se representaben los grandes argumen- {os trégicos y donde, todo el tiempo, tenian luger los de bates civicos, una especie de puesta en escena, también, para las cuestiones politicas en un sentido estrecho. ‘Lauunificacién en tome dele figura de un déspota ne cesita también de clertas puestas en escens, sS!o que ‘més distantes. Ellos necesitan mostrarse, con sus cortes, ‘ clerta distancia del piblico, como sobre una platafor- ‘ma, En los momentos democraticos, el lugar de presentacion pasa a in plano més liano, al todo el mundo tiene li figuras de la democracia republicane-represe! cada cul, si es elegido, puede acoeder al escenrio. siempre que haya un plano de arepresentaci6n» y otro ‘en el que permanecen los representados como eespecta: Gores». A partir de las ideas de Montesquieu, que preva Iecieron finelmente como herencia de Ia Revolucion el teatro de Diénysos 200 ins dos formas de re

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