Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las lecturas de apoyo las vimos en la clase pasada y algunas que les envié al grupo igual
investiguen y hagan sus aportes de acuerdo a lo que se habló en clase presencial y según el tema
Segunda actividad
La violencia memoria histórica 28 DE FEBRERO
LECTURAS:
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 23 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA CONTEXTO HISTÓRICO DE LA VIOLENCIA EN
COLOMBIA
OBJETIVO
Esta unidad abordara el problema de la violencia en Colombia, desde una perspectiva
histórica, haciendo relación a los diversos actores que participaron el desarrollo de la
misma, sus implicaciones sociales y los efectos que en el colectivo social y en las
generaciones actuales ha marcado la violencia de mediados del siglo XX. Tres aspectos
críticos se pueden destacar frente a este proceso: En primer lugar, tras el afán de explicar
la coyuntura actual se vuelve a la violencia de los años 50 con cierto anacronismo, que
intenta explicar un eterno ciclo o un largo retorno, como si el punto de partida de la
realidad actual fuera el mismo punto de partida de aquella realidad histórica, y se
confunde el punto de llegada del momento actual, como el mismo punto de llegada para
interpretar y explicar un fenómeno particular de la historia nacional. En segundo lugar,
pareciera que en la Colombia de mediados del siglo XX sólo es significativo investigar la
violencia como el único problema objeto de estudio, se vuelve recurrente pasar de la
violencia a la violencia, descuidando otros problemas que puedan complementar o
enriquecer la dinámica histórica del país, tales como la influencia del contexto
internacional, las ideologías políticas contrarias al bipartidismo, o las diversas facciones
que existían al interior de los mismos partidos tradicionales. En tercer lugar, las
aproximaciones teóricas y conceptuales en ocasiones no son coherentes con los
acontecimientos históricos, presentándose desfases entre las explicaciones teóricas y la
realidad histórica, con lo cual se redimensiona el concepto de violencia en determinismos
ideológicos o doctrinarios sin tener un polo a tierra con la violencia ocurrida en las
regiones o en el centro. En definitiva, el período en mención y el problema objeto de
estudio, sigue siendo una gran tela de donde cortar y aún sigue siendo una veta que atrae
a historiadores, sociólogos y antropólogos por ahondar en la búsqueda de respuestas a
preguntas que aún no se terminan de formular. BIBLIOGRAFÍA BÁSICA COMENTADA
DE LA SEGUNDA UNIDAD La segunda unidad ha sido elaborada siguiendo un texto
fundamentado en investigación histórica de Daniel Pecaut: Orden y Violencia: Colombia
1930 - 1954 Las lecturas complementarias a esta unidad son las siguientes: UNIDAD 2
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 24 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA Acevedo, D. (1995) La Mentalidad de las elites sobre la
violencia en Colombia 1936 – 1949. Bogotá: El Ancora Editores. Centro Nacional de
Memoria Histórica. (2015). Buenaventura: un puerto sin comunidad. Bogotá. (Envío
plataforma) Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas. (2015) Contribución al
entendimiento del conflicto armado en Colombia. Bogotá: (Envío plataforma). Estrada, J.
(2001). Plan Colombia. Debates, Tendencias Recientes y Perspectivas. Espacio Crítico.
02-16 (Envío plataforma). Franco, S. (2003) Momento y contexto de la violencia en
Colombia. Revista Cubana Salud Pública, (29) 18-36. (Envío plataforma). Mesa de
conversaciones. (2016). Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción
de una paz estable y duradera. (Envío plataforma)
TALLER INTRODUCTORIO. Antes de leer el contenido de esta unidad, se sugiere
realizar la siguiente lectura: APROXIMACIÓN A LA VIOLENCIA La violencia como
fenómeno político es una práctica muy antigua. Lo mismo puede decirse de la política,
entendida como el ejercicio de la coerción y violencia; sin embargo, fue hasta el siglo XIX
cuando comenzó a estudiarse su incidencia en la historia humana, y el siglo XX cuando
hubo una aplicación exacerbada de la violencia política, con el despertar de una
fascinación por el ejercicio de algunas formas extremas de la acción política, como el uso
constante e indiscriminado de la fuerza bruta como única solución de los conflictos
sociales y políticos. Desde siempre, y como medida de sobrevivencia, el individuo ha
desarrollado mecanismos de defensa que se manifiestan en actividades agresivas
individuales o colectivas y que tienden a desaparecer cuando la amenaza que se extiende
sobre él es eliminada La violencia ha acompañado al hombre en el transcurso de su
historia; es inherente a él. Sin embargo, hay que distinguir la violencia natural, instintiva
--medio innato de defensa del individuo--, de la violencia producida por la misma
estructura social mediante una cultura que se ha desarrollado a favor de ellas. Desde el
nacimiento hasta su muerte, el hombre va acompañado de una capacidad dialéctica de
amar y odiar, de crear y destruir; debido a ello, la sociedad busca protegerse de la
tendencia agresiva y violenta de algunos individuos como una forma de sobrevivencia, la
cual logra por medio de la educación, cultura y creación de normas jurídicas que se
apoyan en la coacción física del Estado, el cual --a decir de Max Weber-- "es el que ejerce
el monopolio de la violencia física legitima.
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 25 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA
Nunca se ha encontrado tanta agresividad, violencia y destructividad como la que
manifiesta el hombre contemporáneo. La época actual se caracteriza por un inaudito
grado de violencia generado por proyectos y movimientos políticos tan variados, que el
uso de la fuerza se ha considerado como medio adecuado para alcanzar sus propósitos
de transformación radical de las sociedades existentes. De ahí que la violencia como
recurso necesario para la solución de los problemas, con el exterminio de los reales o
supuestos responsables de los males sociales, se haya convertido en una opción política,
en alternativa o medio determinado para lograr sus propósitos. Diversas teorías políticas
aluden a la legitimación de la violencia como instrumento de lucha para acceder al poder,
confirmando así la naturaleza violenta del poder mismo. La violencia política, por
consiguiente, puede ser tanto de derecha como de izquierda. La violencia de derecha
concibe al poder y a la fuerza como las únicas formas de lograr y conservar el orden
social; la violencia de izquierda dice empujar hacia un nuevo orden, mejor que el anterior.
La primera corresponde al nacionalsocialismo; la segunda, al marxismo-leninismo. En su
Diccionario de política, Norberto Bobbio define a la violencia como: "la intervención física
de un individuo o grupo contra otro individuo o grupo". La violencia conlleva una
intervención física y una intención: destruir, dañar y/o coartar. Hay violencia cuando se
actúa directamente, pero también cuando se hace uso de medios indirectos destinados a
alterar el ambiente físico en el que se encuentra la víctima por medio de la destrucción, el
daño o la sustracción de recursos materiales. En este sentido descriptivo, la violencia
puede considerarse como sinónimo de fuerza. Responda las siguientes preguntas para el
debate: 1. El hombre es violento por naturaleza? 2. Como definir la violencia?
INTRODUCCIÓN La violencia no comienza el 9 de abril de 1948.. El balance de 14.000
victimas en 1947 constituye un indicativo de su existencia anterior. Tres departamentos,
Boyacá y los dos santanderes, se convierten en ese momento en el principal escenario de
los enfrentamientos. Durante los primeros meses de 1948, la ley de “sangre y fuego” se
extiende más y más. Inmediatamente después de las jornadas de abril, la continuación de
la violencia no es, a pesar de lo ocurrido, inexorable. La tranquila restauración del viejo
orden elitista parece más probable. Lo corroboran la consolidación de los notables en los
puestos de dirección política, tanto en el gobierno como en los partidos; la reconstrucción
de un sistema de Unión Nacional, ratificado en ese momento por el estado mayor de cada
partido y acompañado por una rigurosa repartición de los puestos políticos entre las dos
colectividades políticas; la presencia de Darío Echandia en el ministerio de gobierno; la
desarticulación del movimiento gaitanista; la condenación casi unánime de los excesos de
la “turba”; la puesta en funcionamiento en todo el territorio nacional de una justicia
expedida para castigar a los agitadores mas conocidos del 9 de abril. Favorecido por la
desorientación de las clases populares, un nuevo afianzamiento del conjunto de las elites
políticas y económicas es lo que se perfila. Tal reafianzamiento hacia igualmente posible
el control de los fenómenos de violencia. Cualesquiera que sean en ese
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 26 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA
momento las pasiones partidista, ¿Por qué los notables no logran hacer prevalecer las
exigencias de conciliación, como lo habían hecho después de 1930? Responder este
interrogante y otros mas es el interés de esta unidad que se encamina a describir lagunas
situaciones históricas y ubicar algunos temas para generar el debate sobre uno de los
fenómenos que ha marcado la historia del país: la violencia política de mitad de siglo. 1.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA VIOLENCIA (1948- 1953)
En los 12 meses de 1948 se le atribuyen más de 43.000 muertos. Ningún acuerdo en las
altas esferas tiene la posibilidad de sostenerse frente a la multiplicación de las disputas
locales. Cada evento electoral ofrece la oportunidad de establecer una nueva correlación
de fuerzas. Ninguna institución escapa a la división y, a comienzos de 1949, es ya un
hecho que los mismos notables se ven arrastrados por ella. Cuatro acontecimientos
políticos marcan en este año el rumbo hacia la organización de “la violencia”. La ruptura
de la Unión Nacional, el 21 de mayo d e1949 de adelantar la fecha de las elecciones
parlamentarias y es promovido por los liberales, que quieren así protestar contra la
“violencia oficial” practicada por los conservadores en Boyacá y Nariño. La resolución
adoptada por los liberales en julio d e 1949 de adelantar la fecha de las elecciones
presidenciales previstas para abril de 1950: la medida, destinada a evitar que sus
posiciones se debiliten, es considerada por los conservadores como un verdadero golpe
de estado, y la violencia hace su entrada –en esta ocasión- al recinto parlamentario. La
adhesión del partido conservador, en octubre de 1949, a la candidatura de Laureano
Gómez al regreso de su semiexilio en España, a consecuencia del 9 de abril: tal
escogencia, a los ojos de los liberales, tiene el carácter de una verdadera declaración de
guerra. Finalmente, la decisión tomada por el partido liberal, el 28 de octubre, de no
participar en las elecciones presidenciales y, algunos días después, la determinación de
presentar ante el congreso una acusación para destituir a Mariano Ospina Pérez: este
responde con el cierre del congreso, y con la imposición de la censura y del estado de
todo el territorio nacional. Dicho estado no se creara nunca. No obstante, “la violencia se
extiende a nuevas regiones. En 1949 deja un saldo “solo” 18.500 victimas. En 1950 llega
al paroxismo con más de 50.000 muertos, para alcanzar después proporciones
aparentemente más modestas: 10.300 muertos en 1951, 13.250 en 1952, 8.600 en 1953.
Es necesario tener en cuenta la magnitud del fenómeno: en 6 años, de 1948 a 1953, el
balance es de 140.000 victimas. En el censo de 1951 se calcula una población
aproximada de 15millones de habitantes en todo el territorio nacional. Esto quiere decir
que el total de victimas presenta casi el 1% de la población. No todas las regiones se ven
afectadas de igual manera. En algunas de ellas, el porcentaje es muy superior, tal como
puede verificarse en el cuadro de la pagina siguiente tomado de P. Oquis,33que reúne los
datos de 1946 a 1957. 33 Op. Cit. , p. 67
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 27 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA
La disminución del número de victimas entre 1951 y 1953 no debe llevarnos hacer falsas
apreciaciones. En el centro de Colombia –Tolima, Caldas, Norte del Valle- que es
igualmente el centro de los cultivos cafeteros, la violencia atraviesa y trastorna en su
totalidad el tejido social. En el plano nacional, constituye la base y el fundamento de las
representaciones de lo político. El golpe de estado del General Rojas Pinilla, en junio de
1953, será acogido como un alivio por una clase dirigente cada vez mas preocupada por
una situación que amenaza con salirse de sus manos, El golpe sin embargo, no pondrá fin
a una violencia que se prolongara aun por varios años.
2. SOBRE LA VIOLENCIA
El término “La Violencia” fue utilizado inicialmente para designar la convulsión en curso.
Algunos combatientes liberales, especialmente del Tolima o de los Llanos, emplearon
también el de “guerra”. Sin embargo, “La Violencia” se impuso definitivamente como
nombre propio para referirse al conjunto del periodo. Tal denominación no es ciertamente
inocente. Sugiere en primer lugar que se trata de un fenómeno vinculado con las
tradiciones políticas en Colombia: no existe elección que no lleve consigo un cortejo de
actos de violencia entre liberales y conservadores. Se refiere también, a medida que los
enfrentamientos se hacen cada vez más números, a un tipo de confrontación
generalizada sin protagonistas ni intereses en juego muy precisos, en síntesis, a una
anomizacion de las relaciones sociales. “La Violencia” aparece a menudo en las
innumérales narraciones y testimonios que ha suscitado, como una Potencia anónima que
siembra la destrucción a su paso. En todos los casos, el término quiere expresar la
irrupción en la historia de un trasfondo de barbarie ordinariamente recubierto por una
aculturación precaria. No es por casualidad que as elites político-económicas lo adoptaron
desde el principio. Esta denominación permite ocultar los rastros de las estrategias de
violencia que una parte de estas elites promovió sistemáticamente. El término conlleva
complementariamente una acusación de responsabilidad hecha a las masas populares.
¿No son ellas a caso, desde siempre y mas aun después del 9 de abril, la exportadora de
la barbarie? Bajo la apariencia de una dominación neutra, se desliza así una
preinterpretacion que no es de ninguna manera inocente. Y lo es tampoco que la
denominación entraña a su ves una violencia simbólica. Que los sectores populares se
hayan adherido por tanto tiempo por la imagen anomica que conlleva a un término de este
tipo, demuestra solamente que el dominio de las clases dominantes se ejerció incluso en
la narración que las victimas construyeron de su propia historia. Todo lo anterior es poco
discutible y debe tenerse en cuenta desde el principio. Sin embargo, el término tiene, en
otro sentido, la ventaja de no atenuar la inquietante extrañeza del fenómeno que designa.
El 9 de abril, como ya lo hemos dicho, no constituye su comienzo. La extrañeza reside, en
primer lugar, en que esta intensa conmoción no se inicia con un acontecimiento que,
dándole un impulso, pueda pasar a convertirse en momento originario, con valor de causa
o de significación. 1946, 1948, 1949: una u otra de estas fechas puede considerarse como
su punto inmediato de partida. No obstante, los protagonistas no dudan en situar su
desencadenamiento en un pasado mas lejano: en los años 1930-1935, para los
conservadores que recuerdan las persecuciones en Boyacá y en los Santanderes al
momento del acceso de los liberales al poder en los años 1920-1935, para los
campesinos de las regiones sacudidas en esta época por los conflictos agrarios; en la
guerra de los Mil días y en los enfrentamientos del silo XIX para los que piensan que una
misma división política
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 28 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA
continua afectando y actuando sobre el cuerpo social, como si “otra historia”, inmóvil y
repetitiva, estuviera destinada a surgir en cada nueva situación. No existe tampoco,
observémoslo, un eco que pueda servir como referencia de clausura o desenlace. La
Violencia se halla indudablemente marcada por acontecimientos políticos. Sin embargo,
se desarrolla según ritmos que son ampliamente independientes de tales
acontecimientos. La extrañeza consiste, en segundo lugar, en que la unidad del proceso
es difícil de precisar. Hay una mezcla heterogénea de choques electorales, acción política
y militar, terror ejercido por mercenarios de toda clase, vendettass locales, espíritu de
cruzada religiosa, venganzas individuales, desalojo de poblaciones, transferencias de
propiedad, extorsión económica, formación de guerrillas organizadas, bandolerismo
social, grandes temores campesinos. La heterogeneidad del fenómeno se manifiesta
también por la presencia de los mas diversos protagonistas: pequeños propietarios,
jornaleros, arrendatarios, grandes propietarios, pequeña burguesía de los pueblos o de
las ciudades medianas, jefes políticos de todos los niveles, algunas veces también
miembros de la burguesía urbana. De Boyacá y de los Santanderes, el epicentro se
desplaza luego hacia Tolima y Caldas. De un municipio a otro, incluso de una vereda a
otra, el rasgo predominante puede no ser el mismo. En las regiones afectadas, nada
obstaculiza que las relaciones de fuerza invadan lo social. No obstante, dichas relaciones
son siempre heterogéneas unas con relación a otras: no es posible considerarlas como
resultado de un conflicto, del cual puedan constituir su derivación. La Violencia es en
primer lugar una yuxtaposición de violencias irreductibles. La extrañeza proviene
finalmente de que la referencia a la división partidista, a pesar de lo anterior, se impone a
cada división partidista, a pesar de lo anterior, se impone a cada momento y se inscribe
como un sello en todas las manifestaciones de violencia ya sea la extorsión económica o
la guerrilla campesina.
3. DIVISIÓN PARTIDISTA
La referencia de la división partidista aparece sobre telones de fondo de una
fragmentación radical de lo social. Ni siquiera es posible interpretar la violencia en
términos de guerra civil: no existe un frente de batalla, ni una coordinación, ni tampoco
una visión militar orientada hacia la conquista del poder. Al introducir una ilusoria
continuidad histórica con el pasado, esta referencia constituye al mínimo de sentido que
permite, a los individuos o las pequeñas colectividades, vincular sus estrategias de
supervivencia con el destino de una más amplia comunidad política. Indudablemente no
han faltado tentativas de explicación global del fenómeno de la violencia. En la época
misma, estas tenían casi un carácter exclusivamente político con mucha frecuencia se
limitaban a la acusación de un partido contra el otro. Los sociólogos y los economistas se
han negado por el contrario, desde 1965, a conceder una excesiva importancia a los
factores políticos, y han insistido en trasladar la explicación de lo político a lo social o a lo
económico. Al menos aparentemente. El marxismo teleológico, de gran ascendencia
durante mucho tiempo en Colombia y en otras partes del mundo, es el origen de muchas
de estas interpretaciones. Asimilando causas y resultados, dejando de lado el problema
de los agentes sociales, hace en la violencia la expresión misma del proceso de
acumulación. En un libro publicado en 196334 Diego Montaña, el antiguo abogado de los
sindicatos petroleros, abrió el camino: la violencia 34 Colombia, país formal y país real,
Buenos Aires, editorial Platina, 1963
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 29 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA
Aseguraba, había sido necesaria “para garantizar la destrucción del campesino y liberar
así la fuerza de trabajo necesaria para la industria”. Otros consideran, por el contrario que
la violencia constituye una “desviación” de la vía regia al capitalismo tal como había sido
trazada por el régimen liberal desde 1930. Para algunos, como F. Posada35, es la
expresión del desquite de los grandes propietarios terratenientes en el empeño por
recuperar su antigua preeminencia política. Para muchos otros, es el resultado de la
traición de la burguesía industrial que, frente al ascenso de las masas populares, esconde
su bandera progresista; de esta manera P. Gilhodes escribe: “la burguesía industrial,
asustada, abandona la alianza (desigual) de los años anteriores con el campesinado y los
obreros para volverse hacia la oligarquía terrateniente tradicional, momentáneamente
marginalizada y representada a gran medida por el partido conservador”36. Estas
rivalidades traen como consecuencia –según P. Oquis37 un “derrumbe parcial” del
aparato del estado, y crean por este hecho las condiciones para la generalización de la
violencia. Más recientemente, numerosos trabajos han sugerido que la Violencia puede
explicarse por la persistencia de tensiones agrarias, que estuvieron siempre presentes
desde la segunda mitad del siglo XIX. El resumen anterior no es exhaustivo; ha sido
simplificado voluntariamente. No se trata de discutir la argumentación de estas tesis ni la
veracidad de los hechos que las sustentan. Sino tan solo de mencionar algunas
interpretaciones que se presentan explícitamente como “globales” o “explicativas”. Que
haya habido una proliferación de conflictos sociales en la Violencia es un hecho que no se
pone en duda. Pero en cambio, es especialmente discutible que los conflictos puedan ser
considerados como expresiones diversas de un conflicto central y, más aun, que puedan
ligarse a una misma función latente. Nadie puede seguir afirmando que la Violencia
contribuyo en todas partes al avance del capitalismo; en numerosas zonas lo obstaculizo.
Que los conflictos sociales o la contraposición de intereses entre las clases dominantes
puedan “explicar” el antagonismo partidista, es todavía mas dudoso. En algunos casos
estas tesis renuncian de hecho a tomar en cuenta este último: se diferencian entonces
dos violencias, una social, que solo conlleva consecuencias estructurales, y otra política,
reducida a un arcaísmo sin importancia. En otros casos, por el contrario, se esfuerzan en
suprimir toda diferenciación, y hacen del antagonismo partidista la manifestación de una
división social. Para lograrlo recurren a menudo a un procedimiento muy cómodo,
consistente en atribuir todo el “tradicionalismo” al partido conservador, toda la
“modernidad” al partido liberal, ubicando bajo las banderas del primero a las oligarquía
rurales y sus clientelas, y bajo de las del segundo a la burguesía progresista y a las clases
populares urbanas. El procedimiento es una manera característica de forzar las
evidencias: los conservadores no muestran menos empeño que los liberales cuando se
trata de promover la “modernidad”, si se entiende por esta la expansión del capitalismo; el
antagonismo partidista atraviesa horizontalmente todos los sectores de la sociedad y se
superpone a todos los conflictos sociales sin confundirse con ellos. Destinado a sustentar
la primacía de las causas sociales o económicas, este procedimiento conduce sin
advertirlo, a la reintroducción de los factores políticos, y lo hace de la manera más
convencional: 35 Violencia y subdesarrollo, Bogota, Universidad Nacional, 1968 36 “la
violence en Colombie, banditisme et guerre sociale” en Cahiers du monde hispanique et
lusobresilien, No. 26, 1976, paginas. 69-81 37 Violencia, conflicto y política en Colombia,
op, cit. passim
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 30 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA
asumiendo la visión que el partido liberal ha querido dar de si mismo, es decir, ratificando
la lectura de la Violencia.
4. ENTRE LO SOCIAL Y LO POLÍTICO
El problema no es definir la primacía entre lo social o lo político. La violencia, como lo
veremos más adelante, oscurece los criterios de separación entre lo uno y lo otro. El
problema es establecer los límites de una explicación causal cuando se trata de un
fenómeno de este tipo. Hablar de “inquietante extrañeza” nos conduce a reconocer que en
el fenómeno de la violencia existe algo que se sustrae a una explicación causal o
instrumental. No se trata de recusar la importancia de esta ultima: la Violencia se halla
indudablemente intrincada con unas relaciones de fuerza precisas y con unas estrategias
instrumentales que se diferencian según las posiciones de los protagonistas sin embargo,
en ella también se manifiesta un exceso del cual no nos dan cuenta dichas explicaciones.
Tampoco es suficiente la noción de “efectos perversos”, como si solo se tratara de las
consecuencias de la yuxtaposición de acciones individuales. El exceso esta presente, en
primer lugar, bajo la forma de una división política radical que no remite aparentemente a
nada que no sea ella misma. El exceso también se hace presente en la violencia de la
Violencia: los excesos de horror que la marcan no son ingredientes secundarios; es difícil
atribuirle un carácter instrumental. La operación misma de “narración”38, fundamento del
relato histórico, es problemática del fenómeno de la Violencia. Una narración de esta
naturaleza supone la convicción – constitutiva de la objetividad- de que “los hechos
relatados por historias diferentes pueden relacionarse y que los resultados de estas
historias pueden complementarse”.39Sin embargo, la Violencia nos coloca frente a una
experiencia histórica en la cual la heterogeneidad de las narraciones y de las historias
parece insuperable. Se ve acompañada de una fragmentación fundamental de lo social. Y
el hecho de no poder definir ni un momento originario ni un desenlace, es suficiente para
aseverar que la operación narrativa es, en si misma, difícil de realizar. No es causal que
en las décadas siguientes la violencia no halla sido invocada como un mito de los
orígenes, donde pudiera estar contenida en potencia la historia posterior. Ningunos de los
participantes ha logrado instalarse en una posición desde la cual le sea posible
mantenerse por fuera de sus efectos, y dar un sentido al conjunto de los acontecimientos.
Los vencedores se han cuidado de no hacer alarde de su éxito; los vencidos no han
encontrado allí la promesa de una futura compensación. Las generaciones posteriores no
han descubierto en ella un momento de creación de una nueva representación de lo
político, y no han buscado apropiarse, por un proceso de identificación, la figura de uno u
otro de los protagonistas. Las revoluciones y las contrarrevoluciones están dominadas por
la ilusión de la ruptura. La violencia no pertenece a ninguna de las dos categorías: esta
inscrita toda entera en la continuidad. Se inicia por la voluntad de preservar o reestablecer
un orden político; prosigue con una mezcla de estrategias ofensivas y defensivas; y
termina dejando una situación aparentemente inmodificada, conformada por las mismas
estructuras sociales, las mismas alianzas partidistas, la misma precariedad del Estado
Central. Solo el lenguaje de la 38 Cf. P. Ricoeur, temps et recits, Paris, Seuil, 1984 39
Ibid., p. 249
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 31 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA
Repetición parece el adecuado para describirla, y principalmente, el de la repetición de las
luchas partidistas. Vivida como repetición y /o interrupción, la violencia no ha dejado de
aflorar en la memoria individual o colectiva, en donde aparece permanentemente. No
obstante es un proceso social que se inscribe en el real de la historia casi como una
catástrofe natural: es por esto por lo que no se presta a ninguna proyección imaginaria, ni
a ninguna reelaboración simbólica. El progreso de las investigaciones históricas pasa muy
probablemente por el reconocimiento del carácter irreductiblemente heterogéneo de las
violencias. De las monografía regionales, algunos estudios temáticos como el que
publicaron recientemente G. Sánchez y D.Meertens sobre el bandolerismo, 40
comprueban este hecho. ¿Será necesario, por consiguiente, renunciar a referirnos ala
violencia como un fenómeno de conjunto y concebirla solamente como la adición de
violencias parciales? Los protagonistas no dudaron nunca que la violencia tuviera una
unidad. Y los historiadores no pueden seguir analizando las violencias sin presuponer la
existencia de una violencia global. Asumiendo el riesgo de nadar contra la corriente, las
observaciones que siguen son consagradas a esta Violencia de conjunto. Existen diversas
maneras de circunscribir lo que puede constituir su unidad. La tesis que nosotros
pretendemos sostener es que la unidad de la violencia solo puede ser analizada en
referencia a lo político. No queremos de esta manera volver a la simple comprobación de
una división partidista que subsistirá siempre idéntica así misma: nos proponemos mostrar
como en un momento dado se produce un nuevo desciframiento de esta división que
conduce a que lo político se directamente percibido como Violencia. Tampoco
pretendemos separar lo político de lo social: la representación de lo político como
violencia esta originalmente asociado a una conciencia de la división radical de lo social,
que se traduce, en un segundo momento, en la mezcla creciente de los dos planos. Con
la mención de estos tres temas la correlación de fuerzas, la desorganización de los
actores sociales colectivos, y la representación de lo político, como violencia, creemos
poder contribuir a un esquema de análisis de la violencia como base de las violencias
parciales. Otros temas hubieran podido ser escogidos. Con estos, sin embargo, estamos
tomando de nuevo en consideración los que surgieron a lo largo del capitulo anterior; nos
ofrecen además la posibilidad de volver a plantear el problema de las relaciones entre el
populismo y la movilización, presentes en la violencia. Reduciremos al mínimo
indispensable la remisión a los datos actuales y nos limitaremos a esbozar proposiciones
relativamente generales. El lector, por consiguiente, no debe esperar un análisis completo
del fenómeno. El hecho de prescindir, salvo por breves alusiones, de las especificidades
regionales, es prueba suficiente. 5. DE LA RESTAURACIÓN ELITISTA A LA VIOLENCIA
La correlación de fuerzas que se instaura después del 9 de abril entre la burguesía y las
masas urbanas constituye el transfundo sobre el cual se generalizara la violencia a partir
d e 1949. Levantada la hipoteca gaitanista, las elites socio-económicas se deciden a
imponer su ley en el dominio social y económico. Desorganizadas y sometidas a una
severa represión, 40 Bandoleros, gamonales y campesinos, Bogota, el Ancora, 1983
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 32 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA las antiguas bases de la CTC y del gaitanismo se revelan
incapaces de ofrecer una verdadera resistencia. La violencia no se reduce sin embargo a
tal correlación de fuerzas. Esta ultima comporta indudablemente su parte de violencia, y
en efecto no se limita únicamente a los dispositivos institucionales. Pero la violencia
desborda dicha correlación de fuerzas, y sobre todo, se manifiesta de otra manera: logra
romper la solidaridad –al menos política- de las clases dominantes; acarrea el
desplazamiento del centro de gravedad política hacia las zonas rurales; afecta solo
moderadamente a las grandes ciudades que aparecen a menudo como zonas de refugio.
Esta sección estará consagrada al análisis de las diversas formas de esa relación. a. EL
LLAMADO A LA RESTAURACIÓN DEL ORDEN ELITISTA Al adoptar una ves mas la
forma de la Unión Nacional, sin esperar siquiera a que las llamas terminaran de arrastrar
el centro de Bogota, las elites civiles demuestran que no quieren descargar sobre la
institución militar el cuidado de reestablecer el orden social. No obstante, todo deja al
descubierto su preocupación frente al descubrimiento de las “masas peligrosas”. Citemos
solamente tres reacciones: el Liberal, periódico lopista, estima que “la situación que se ha
creado en Bogota y en otras ciudades es una situación típica y realmente explosiva de
luchas de clases”41. Eduardo Santos reconoce: “el 9 de abril nos dimos cuenta, entre
muchas otras cosas, que existe una situación temible de barbarie, y también una situación
temible de miseria”42. Maruano Ospina Pérez, por su parte, deplora la existencia de
“elementos frenéticos y salvajes”43 . Sin embargo, la unión sagrada de las clases
dominantes es considera como una medida suficiente para hacer frente a la amenaza
popular. Si “la destrucción de los muros de nuestras ciudades mutiladas significa un
reproche amargo contra la indiferencia que ostentaban, en estos últimos tiempos, las
clases dirigentes de la sociedad con respecto a los problemas políticos”, Mariano Ospina
Pérez afirma que no sucede lo mismo con el nuevo régimen de Unión Nacional: ahora “
debe ser grato para la nación saber que en esta hora sus hombres de empresa y de
trabajo, los que en la diaria faena viene construyendo silenciosamente el progreso
nacional y a levantado una fortuna a base de esfuerzos, ocupan también sus puestos de
responsabilidad en la batalla de Colombia”44. Los gremios y sus representantes
respondieron efectivamente al llamado, y la ANDI, por ejemplo, ve en el Bogotazo “el
espectáculo evidente de lo que puede hacer una minoría sin escrúpulos que prospere a la
sombra de la indiferencia y de la pasividad de los hombres de bien”.45 La unión nacional,
en su nueva versión, esta destinada primero a reestablecer el control de las elites socio-
económicas y de los notables sobre la “clase política”. La noción “hombres de bien” o de
“hombres de trabajo” se opone en lo fundamental a la de “político profesional”. La Unión
Nacional se basa ahora en el establecimiento de una paridad partidista en todos los
niveles del gobierno y de la administración. De esta manera se priva a la clase política de
toda razón para destrozarse entre si, y para que, de hacerlo, abra una brecha en el orden
elitista. 41 21 de mayo de 1948 42 El Tiempo, 5 de mayo de 1948 43 Respuesta un
mensaje de Alfonso López abril de 1948 44 Ospina Pérez, M. el gobierno de Unión
Nacional, Bogota, Imprenta Nacional, 1950, Tomo V, p. 241 45 Comunicado publicado el
24 de abril HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 33
FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CLARETIANA Pero la Unión Nacional es, no menos
explícitamente, una coalición de todas las clases poseedoras contra las clases populares.
b. LA NEUTRALIZACIÓN DE LAS CLASES POPULARES URBANAS La desorganización
de las clases populares urbanas no data del Bogotazo. Como efecto conjugado de la
acción de las clases dominantes y de la fuerte influencia del gaitanismo, comienza a
producirse a partir de 1945. El movimiento gaitanista no sobrevive a las jornadas de abril.
La movilización social no desaparece, la sensibilidad antioligarquica continua
manifestándose y algunas corrientes políticas se reclaman seguidoras de Gaitán; sin
embargo, el movimiento populista se desarticula. Cuando suena la hora de los
“versalleses”, sean liberales o conservadores, civiles o militares, solo fuerzas exangües
encuentran ellos por delante. El estado de sitio permanece en vigor hasta diciembre de
1948. Los tribunales militares se encargan de juzgar a los insurgentes. En un sentido, la
represión es política y recae sobre los miembros “juntas revolucionarias”, compuestas en
su mayoría por gaitanistas en ciertas regiones, la represión da origen a las primeras
guerrillas liberales: numerosos son los miembros de las juntas que no encuentran otro
medio de escapar a las condenas. Pero la represión es sobretodo social. Cuando se trata
de cuadros sindicales u obreros los jueces militares se endurecen. Los responsables de la
federación del petróleo, que se habían vinculado a la junta de Barrancabermeja,
constituyen un ejemplo de ello. Las actividades sindicales son vigiladas muy de cerca.
Hasta junio de 1948, las reuniones solo pueden efectuarse con la autorización de los
militares y depuse, con la del ministro del trabajo. En junio de 1948, un decreto suprime la
inmunidad del fuero sindical y prohíbe en la práctica el recurso de la huelga durante la
vigencia del estado de sitio. El ministerio de trabajo es autorizado, por otra parte, para
decidir y resolver sobre la legalidad de toda acción colectiva. En mayo, la cede de la
Federación de Trabajadores en Cundinamarca es ocupada por el ejercito. En junio, los
dirigentes de la FEDETA, en Antioquia, son detenidos por haber intentado reunirse. En el
Atlántico, las directivas de los sindicatos son totalmente destruidas y, con el
consentimiento del ministro del Trabajo, el conservador Evaristo Sourdis, las autoridades
locales nombran para reemplazarlas a dirigentes de su conveniencia. Los despidos –los
gobernadores reciben pleno poder para autorizarlos- son números. El patronato se
muestra plenamente satisfecho. En Bogota la Cervecería Babaria se deshace de
centenares de trabajadores. En el Valle del Cauca, los ingenios proceden igualmente a
una sustitución masiva del personal. Solo en el Ingenio Riopaila se habla de 900
despidos. El gobierno hace lo propio en el sector público. En el ministerio de Obras
Publicas, por iniciativa del ministro conservador Luís Ignacio Andrade. Millares de
trabajadores pierden su empleo. La purga llega incluso hasta el departamento de Nariño,
donde no se puede afirmar que el 9 de abril haya tenido fuertes repercusiones. Su colega
de comunicaciones, igualmente conservador, procede de la misma manera: en los
departamentos de Atlántico, Caldas y Cauca, se estima que los despidos afectan a 1200
empleados. Los ferroviarios no se salvan tampoco. Durante el segundo semestre de 1948,
los sindicatos ya no se atreven a lanzarse a la negociación colectiva. Según las
estadísticas oficiales solo se producen 36 “conflictos colectivos” –el término designa los
pleitos alrededor de pliegos de peticiones- y ninguna huelga. En el primer semestre de
1949, el levantamiento del estado de sitio HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA
SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 34 FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CLARETIANA permite, al
menos aparentemente un cierto repunte reivindicativo constado por las mismas fuentes
oficiales, que mencionan 154 (conflictos colectivos). En las ciudades, el partido comunista
de Gilberto Vieira no registra tampoco mejores posibilidades de resistir los golpes que le
son dados. En noviembre de 1948, el comité central se muestra sin embargo convencido
todavía de que el 9 de abril debe acelerar la maduración revolucionaria de las masas, e
intenta así recuperar en su provecho la desorientación que sufre: “eliminado Gaitán por el
imperialismo las oligarquías (…) las masas populares se radicalizan, asimilan las
lecciones de abril (…) profundizando su rompimiento con la oligarquía liberal”46. Esto es
lo que proclama el partido en esta época. Pero sus ilusiones no se detienen allí: el comité
central considera que la correlación de fuerzas a llegado a ser altamente favorable para
que una salida revolucionaria sea posible: “se plante a en consecuencia, la cuestión del
poder ante el proletariado y surge, como una consigna fundamental la lucha por el
gobierno popular anti-oligárquico y anti-imperialista”. Sus fuerzas sin embargo se hallan
cada ve mas menguadas, puesto que sus militantes son a menudo las primeras victimas
de la represión. El partido ve reducirse su auditorio como una piel de zapa, e incluso, se
encuentra obligado en muchas circunstancias a entrar en los manejos del liberalismo.47
Desde comienzos de 1949, las clases populares urbanas, y la organizaciones
independiente de los partidos tradicionales, son pues neutralizadas. Esto no impide que
una segunda ola de represión aparezca después de la ruptura de la Unión Nacional en
mayo de 1949 que ya se inscribe directamente en el cuadro de la violencia. Disponiendo
en ese momento de la totalidad del poder gubernamental, los conservadores emprenden
una vasta sustitución de la mano de obra liberal, sin limitarse exclusivamente al sector
publico. Sobre las ruinas de las CTC, aquellos favorecen el esfuerzo de la Iglesia Católica
por implantar más vigorosamente la UTC. En este sentido revocan la ley de 1946 que,
prohibiendo el paralelismo sindical concedía un monopolio legal a la CTC. La UTC crea
numerosas federaciones departamentales;48 se afianza incluso en los sectores que
habían sido la base de la combatividad obrera de 1945 a 1947 como por ejemplo en las
empresas petroleras. Esta expansión no es evidentemente el resultado de una presión de
las bases obreras, sino el producto de una imposición venida de lo alto. La mayor parte de
los sindicatos de la UTC tienen en este momento una existencia meramente teórica.
Todas las federaciones no son como la Unión de Trabajadores de Antioquia con un Utran
donde, siempre bajo el control de los industriales, se termina por expulsar a los sindicatos
que estuvieran tentados a presentar pliegos. El comité ejecutivo de la UTC se ve obligado
a protestar contra ciertas aptitudes patronales. Solo después de 1954 se percibirá en la
UTC algo más que un mero instrumento partidista. Más allá de sus referencias doctrinales
a la “tercera vía”, la confederación contenía el Germen de un sindicalismo negociador,
singularmente adaptado al capitalismo liberal. La “paz social reina”: esta expresión figura
en el informe anual del ministro de Trabajo en 1951, y resume bien su contenido. Escrito
en plena Violencia, tiene la apariencia de una humorada, pero no lo es: las burguesías
urbanas, y en primer lugar, la burguesía industrial, abrigan motivos para congratularse por
la correlación de fuerzas que se ha establecido. Que dichas burguesías sean liberales o
conservadoras no cambia de nada el asunto. 46 Informe al 12º plenum, citado por M.
Torres, la naturaleza de la revolución colombiana, Bogota, editorial iqueima, 1959, p.102
47 Cf. La sección Tercera 48 En 1949, en el Tolima y en el Valle del Cauca; en 1950 en el
Cauca, en Bolívar y en Santander del Norte. En 1951 en Cundinamarca. HISTORIA DE
COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 35 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA Durante el periodo no es raro que las elites liberales
adopten posiciones que representan una especie de esfuerzo por ver “quien va más lejos”
en el rechazo de toda política social. Para convencerse de ello, es suficiente observar las
posturas tomadas por la fracción “lopista” que se expresa en el diario El Liberal. Dos
ejemplos: en diciembre de 1948 el gobierno de Unión Nacional adopta un decreto que
establece a una cierta participación en las utilidades: el periódico da inmediatamente la
voz de alerta contra “una especie de maratón de las reformas sociales, en la que cada
fuerza política se preocupa únicamente de parecer mas audaz y mas avanzada que la
otra”, 49 en enero de 1950 el gobierno conservador reajusta el salario mínimo en la
agricultura: el periódico se inquieta: “si con el mejoramiento de las condiciones de
existencia, si con el aumento de las remuneraciones no aparece simultáneamente un
adecuado incremento del porcentaje de productividad, la economía publica no se
beneficia(…) aquí se trabaja muy poco y muy mal”.50 Las elites socio-económicas tienen
sin embargo todas las razones para sentirse seguras. Los salarios obreros no crecen. Las
remuneraciones sufren una caída en 1948 y se encuentran en 1954, 14% por debajo de
su nivel de 1947. Alcanzando en este momento un índice de 102.9 sobre la base de
1938=100, los salarios son sin duda alguna muy inferiores a los de 193351. Esta
evolución es mas sorprendente aun si se tiene en cuenta que en 1949 comienza una fase
de prosperidad que hace recordar a la de los años 1925-1928. Las elites tampoco
necesitan preocuparse por la prodigalidad del Estado en materia de gastos sociales
(salud, educación, protección social, etc.), que representan una parte, en el conjunto de
gastos del gobierno central, muy inferior a la que se observa en la misma época en países
de ingreso per capita comparable. Las anteriores indicaciones son suficientes para probar
que las elites sacan todo el partido que puedan de la correlación de fuerzas imperante. El
que esta no se basa solamente en prohibición y condenas legales, la cifra de muertos de
1948 citada en la introducción sirve para recordarlo. Su afianzamiento es lo
suficientemente estable a fines de 1948, para que la represión se vuelva innecesaria. No
obstante, la violencia no se reduce a la neutralización de las masas urbanas. 6. EL
TRIUNFO DE LOS GREMIOS El aumento del poder de influencia de los grupos de interés
no data tampoco de 1948; se puede percibir desde 1944 y 1945 con la creación de la
ANDI, Fenalco, la Federación de Ganaderos y muchos otros gremios de menor
envergadura. El mecanismo de institucionalización de los intereses sectoriales, del cual
LA SAC y la Federación Nacional de Cafeteros habían constituido las primeras piezas, es
un hecho desde ese momento. Su consolidación y su notoriedad pública durante esta fase
significan otra prueba de la correlación de fuerzas reinante. Reivindicando el poder de
imponer sus intereses específicos como si fuera los de la sociedad, y aferrandose más
obstinadamente que nunca a una ideología liberal del desarrollo, los gremios afirman su
pretensión a ser reconocidos como instancias a la vez dominantes y dirigentes. Las
circunstancias políticas contribuyen a ello. La condena lanza contra los “los políticos de
profesión” y la exaltación de “los hombres de trabajo” suministran a los gremios un
principio 49 22 de julio de 1948. 50 27 de enero de 1950 51 Cf. Capítulos 2 y 3.
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 36 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA de legitimidad. Mientras mas patente se hace la perdida
de rumbo de lo político, mas aparecen los gremios como las únicas instituciones que
garantizan una cierta cohesión de la sociedad. En plena violencia, los gremios harán lo
necesario para guardar una fachada de neutralidad política. La paridad partidista y la
rotación de los responsables son los medios más usuales. De esta manera oponen su
fuerza tranquila a las turbulencias del mundo político. Las dos coyunturas que se
presentan contribuyen por su parte, cada una por razones diferentes, a reforzar el rol de
los gremios. Desde 1947 hasta el último trimestre de 1949, se presenta un gran
pesimismo merced a la reducción de la capacidad de importación, una vez agotadas las
reservas acumuladas durante la guerra. Los gremios asignan como tarea esencial la de
conservar cada uno su parte del paste: sus querellas y sus reclamaciones se despliegan
en las primeras páginas de los periódicos y hacen resurgir, de manera particular, la vieja
oposición entre los industriales de una parte, y los exportadores de café y los
negociantes-importadores de otra. Estos últimos, que se expresan sobre todo por boca de
la Federación de Comerciantes, no se atreven sin duda a seguir hablando pura y
simplemente del carácter “artificial” de la industria. Sin embargo no están lejos de hacerlo
cuando deploran que el proteccionismo sirva “no al progreso del país sino a engendrar
nuevos sectores privilegiados”52 o permita “fabricar productos de calidad deficiente cuyo
costo de producción no tiene ninguna relación con la capacidad de consumo del pueblo
colombiano”.53 No obstante, tales fricciones no significan de ninguna manera un
antagonismo irreductible. Seria un error deducir de esto una conclusión sobre la
decadencia del sector agro exportador. La Federación Nacional de Cafeteros, fuerte por
su implantación capilar en las zonas de producción, no encuentra disputa su posición
central en ningún momento y la ANDI es la primera en celebrarlo su “justa y admirable
política”54 . En noviembre de 1949, la coyuntura se modifica súbitamente: los precios del
café experimentan una rápida alza y durante los cuatro años siguientes se mantienen a
niveles sin antecedentes. De 242.3 millones de dólares en 1949, las exportaciones de
café pasan a 307.4 millones en 1950; en 1953 alcanza los 492.2 millones. Desde 1925,
Colombia no había conocido una abundancia similar. Los gremios no tienen necesidad de
seguir rivalizando por escasez de recursos y sus conflictos se atenúan; ejercen en cambio
una presión conjunta sobre el gobierno para evitar que se adopten medidas monetarias
excesivamente restrictivas.55 El respeto del “liberalismo económico” llega a ser, a
consecuencia de esta abundancia, la exigencia permanentemente reiterada por cada uno
de ellos. La referencia al modelo liberal de desarrollo acompaña de hecho, y de manera
continúa el robustecimiento y organización del sistema gremial y asume un valor de
sistema filosófico: el presidente de Coltejer, Carlos J. Echevarria, se encarga de
recordarlo en forma de aforismo: “el estado subsiste por el soporte de la economía
privada”.56 La referencia guarda también un valor de llamado al orden: a la ANDI, que
lucha por “eliminar la intervención de los organismos del estado en los asuntos privados”,
57 a Fenalco, que quiere que “la libre 52 Comunicado del 9 de septiembre de 1948. 53
Comunicado publicas en el Colombiano, el 1º de mayo de 1951. 54 Declaración de José
Gutiérrez Gomes, presidente de la ANDI el 31 de marzo de 1950. 55 La administración de
una lluvia inesperada de divisas como esta plantea sin duda más desafíos que la
insuficiencia de la capacidad de importación. El gobierno conservador se ve obligado a
implantar en 1951 un sistema de compra de los dólares proveniente de las exportaciones
de café a una tasa diferencial, lo que es considerado por los cafeteros expoliación. Se ve
obligado también a establecer un control de crédito que da por resultado en 1951 un
cuasi-estancamiento de la producción industrial. 56 Carta publicad en la prensa el 15 de
junio de 1950. 57 Informe de José Gutiérrez Gomes a la asamblea de la ANDI, 1952
HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 37 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA competencia opere en el domino de la producción y del
comercio exterior e interior”,58 y la misma Federación de Cafeteros, que se rehúsa a
aceptar una retención estatal orientada a gravar el producido de las exportaciones de
café. Todos los gremios deslizan sus exigencias so capa de una defensa de las
libertades. No se trata simplemente de retórica. El modelo liberal de desarrollo continua
de hecho predominando sin excluir evidentemente una presencia activa del Estado. La
abundancia de recursos conduce, incluso durante la administración de Laureano Gómez,
a un crecimiento sensible de la inversión publica; su parte en el total de la inversión bruta
pasa de 20% en 1949 a 27.9% en 1952; beneficia al sector industrial y refuerza su papel
en la agricultura. Pero esto no modifica la apreciación general: en 25 años, de 1925 a
1950, el monto de los gastos gubernamentales con relación a la producción económica
total permaneció prácticamente idéntico, a pesar del aumento del ingreso per capita:
“fenómeno inhabitual”, anota A. Berry, observando también que esta proporción es inferior
a la que se encuentra en los años 50 en la mayor parte de los países con un nivel de
ingreso comparable.59 En el sector industrial el liberalismo no es problema ajeno a la
lentitud con que se efectúa la sustitución de importaciones cuando se trata de bienes
intermedios y de capital. De 1948 a 1953, la producción industrial se incrementa en 56%
sin embargo, en más de dos terceras partes consiste en bienes de consumo no durables.
La ANDI, representativa, por su estado mayor antioqueño, de la vieja industria,60no
muestra ninguna prisa en ir más lejos y se limita a la defensa de las posiciones
adquiridas. Bajo su meticulosa vigilancia se adopta en 1951 una nueva tarifa aduanera,
que favorece a las empresas existentes, y de ninguna manera a la creación de nuevas
actividades. Para estas últimas se apela con más confianza a la inversión extranjera que a
la pública.61 Entre las elites no existe una fracción que asuma posiciones nacionalistas y
favorables a la creación de un poderoso sector público, lo que contrasta con la actitud de
numerosos círculos civiles o militares de la misma época en el Brasil. Si los industriales
colombianos se adhieren finalmente a la creación de una empresa siderúrgica nacional,
Paz del Rió, es con la condición de que sea trasladada al dominio del sector privado,
desde el momento en que se muestra viable. La condición será respetada. Si se respalda
el establecimiento de una empresa publica nacional del petróleo, destinada a sustituir a la
Tropical Oil Company, es tan solo después de haber vanamente intentado reunir los
capitales privados para controlar el negocio.62 Obligadas a consentir en una infracción de
sus principios, las elites los retoman al imponer la puesta en práctica de una legislación
sobre la prospección en las concesiones petroleras particularmente favorables a las
compañías petroleras. 58 Declaración de Arcesio Londoño Palacio, presidente de
Fenalco, ante el octavo congreso de la organización, junio 19 de 1952 59 A. Berry,
“implications of elitist rule for economic development in Colombia”, op. Cit., pp. 7-12 60 En
1949 se ven obligados a conceder un lugar en la dirección nacional de la ANDI a los
industriales de otras regiones. La dirección estará compuesta a partir de este momento
por 16 miembros: siete por Medellín, tres por cada uno de los otros tres polos industriales.
61 Durante este periodo se multiplican las declaraciones favorables a las inversiones
extranjeras, cualesquiera que sean las condiciones. 62 Leyendo los debates sobre la
creación de la Empresa Colombiana de Petróleos, se puede medir la habilidad con que
los gremios sacan provecho de la crisis política: Fenalco declara: “es necesario exigir que
la inmensa riqueza nacional de lo que se llama `el oro negro` no desaparezca en una
gestión política”. (Cf. El siglo, 25 de octubre de 1949). La ANDI exige “que sea
garantizado en el presente y en el futuro que la dirección sea técnica y extraña a los
intereses de grupo o de partido” Cf. El Liberal, 8 de febrero de 1950) HISTORIA DE
COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 38 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA El sistema gremial y la adhesión al modelo liberal de
desarrollo permiten en definitiva prolongar el equilibrio entre las clases dominantes;
aseguran que los interés parciales de cada fracción y subfraccion sean tomados en
cuenta; garantizan el mantenimiento de una balanza equilibrada entre el eje exportador-
comerciante y el industrial; posibilitan una evolución sin ruptura mediante un proceso de
negociación permanente. Simultáneamente con lo anterior, es un hecho que ambos
fenómenos conllevan implicaciones sociales. En efecto, chocan contra toda pretensión del
Estado a inmiscuirse en las relaciones sociales apelando a reglamentaciones generales.
En los argumentos invocados por el patronato antioqueño para resistirse a la implantación
de la seguridad social en Antioquia se puede encontrar una buena ilustración. Tal avance
presentaría, en primer lugar, una competencia desleal desde el punto de vista económico
de la ANDI, que una obra de carácter social llegue a invadir actividades que no le
corresponden, como la de importar mercancía del exterior, la de pretender muchos de los
elementos que emplea y, en general, la de desempeñar las funciones que lógicamente
corresponden a la iniciativa privada”. La seguridad social significaría también un trastorno
de las relaciones dentro de la empresa, ya que pondría fin “a la asistencia directa de parte
de los patrones (gracias a la cual) un contacto permanente se conserva entre estos y los
trabajadores”. Existen razones para pensar que la mayoría de los dirigentes de los
gremios, comprendidos incluso los de filiación conservadora, ven con temor la perspectiva
de una candidatura de Laureano Gómez, pues presienten que con ella puede surgir un
universo político que escape a su control. El dispositivo gremial parece no obstante lo
suficientemente estable como para sobrevivir a las agitaciones. Es así como, a pocas
semanas de la elección de noviembre de 1949, ocurre el alza milagrosa de los precios del
café, lo que es suficiente para permitirles abandonar provisoriamente todos los
escrúpulos. No tienen importancia las condiciones en que se devuelve esta elección, que
no cuenta sino con un candidato, para unas elites económicas a quienes se ofrece la
ocasión de sacar partido de una ocasión inesperada. El presidente de la ANDI, José
Gutiérrez Gómez, no duda en pregonar en el mismo momento: “la situación colombiana
es hoy en día la mejor que se haya jamás conocido”63 . Estas reacciones muestran
suficientemente que es inútil querer encontrar en la elección de Laureano Gómez un éxito
de los sectores “arcaicos”, es decir de los grandes terratenientes. Los industriales son sin
duda los que mas se alegran, y no lo hacen por que hayan abandonado de repente su
“función” progresista, sino porque, principalmente en el caso de los antioqueños son
numerosos los que pertenecen al partido conservador; los que estuvieron a la cabeza de
las batallas contra Alfonso López y contra Gaitán: y los que siempre tuvieron en lo
fundamental vínculos de solidaridad con los cafeteros. Es en vano que se endilgue a las
elites económicas liberales sentimientos muy diferentes a los manifestados por las elites
conservadoras. Las dos personalidades que acabamos de citar pertenecen en efecto al
partido conservador. Sin embargo, del lado de la inmensa mayoría de los hombres de
negocios y liberales puede probarse que, predicando la resignación frente a la elección de
Laureano Gómez, lo que se anhela principalmente es sentarse a la mesa del festín64. “La
paz social reina”, “la situación no ha sido nunca mejor”: 63 Cf. El Siglo, diciembre 3 de
1949. 64 En numerosos informes, Carlos Lleras Restrepo expresa las reticencias de los
industriales liberales para participar en la resistencia contra el gobierno conservador:
“para evitar la oposición del capitalista se emplea alternativamente la amenaza del peligro
comunista y los favores de una política que tiene como ejecutores gubernamentales a los
representantes mas autorizados del capitalismo loca”, dira él para explicar el rechazo de
los HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 39
FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CLARETIANA no se puede decir que las clases
dominantes ignoraran la correlación de fuerzas que esta detrás de la violencia. 7. LA
CONTINUIDAD DEL PODER CIVIL Otro aspecto de dicha correlación de fuerzas reside
en la preservación del carácter civil del poder hasta el 13 de junio de 1953, a pesar del
Bogotazo y la Violencia. En esta época existen sin duda pocos países en América Latina
en donde los civiles, confrontados a las mismas circunstancia, no hubieran ido
rápidamente a tocar a las puertas de los cuarteles; y en donde las fuerzas armadas
comprometidas en tareas represivas, en buena parte del territorio, como lo están en
Colombia a partir de 1950, no hubieran aspirado a tomar el poder en sus manos. Durante
las jornadas de abril, solo Laureano Gómez, entre los líderes políticos de primer plano,
sugiere la formación de una junta militar. Las fuerzas Armadas habían sometido esa
salida a consideración de Ospina Pérez, pero sin insistir. En el gobierno de Unión
Nacional se les confía solo el ministerio de Guerra. En mayo de 1949, después de la
ruptura de la Unión Nacional, su participación en el gobierno se acrecienta
provisoriamente con tres carteras. Después de la toma de posesión de Laureano Gómez
se reduce de nuevo. El General Gustavo Rojas Pinilla figurara entre los ministros de esta
administración, como titular de Obras Publicas. Las fuerzas Armadas reciben sin embargo
misiones cada vez más considerables. Los militares son nombrados alcaldes en los
municipios mas afectados por las insurrecciones de abril, y después por la violencia. El
numero de ellos crece rápidamente a partir de 1949. Cuando el gobierno conservador se
muestra incapaz de imponer su autoridad en numerosas zonas, a pela a las fuerzas
armadas, que muy a menudo relevan a los políticos “chulavitas”65. En 1952 y durante los
primeros meses de 1953, las operaciones militares tienen una cierta amplitud, como es el
caso de los Llanos Orientales, donde se habían instalado varios millares de guerrilleros
liberales. No por ello se detiene el recrudecimiento de la Violencia, que parece
progresivamente escapar al control a que ocurra un incidente personal entre Laureano
Gómez y el General Rojas Pinilla, entonces “comandante general”, para que este, y de
tras de él, el conjunto de la institución militar, se decidan a dar el paso definitivo. Los
datos relativos a la institución militar misma no pueden explicar tal demora. Es cierto que
tanto por sus efectivos como por sus medios, y en relación con el resto de América Latina,
las fuerzas Armadas de Colombia constituyen en esta época un modesto cuerpo. Sus
efectivos en 1945 llegan a 11.000 hombres. En 1945 pasan a 15.000 y permanecen en
este nivel hasta 1957. Los medios en que dispone conocen un incremento sensible: los
gastos militares cambian su participación en el presupuesto nacional de 14%,
aproximadamente, a 20%.66 El reclutamiento de sus miembros se realiza muy raramente
entre las oligarquías; muchos de sus cuadros provienen de las clases medias.
Condiciones comparables no son obstáculo, sin embargo, en otros ejércitos industriales a
financiar las guerrillas liberales. Testis Fidelis, de Cain a Pilatos, lo que el cielo no
perdona, sin indicación de editor ni de fecha, pagina 27 spp. 65 Recordemos que este
calificativo proviene del nombre de una vereda del municipio ultraconservador de Boavita,
en Boyaca, donde el gobierno recluto a numerosos policias que fueron enviados a
esparcir el terror en otros departamentos. 66 Estos datos son sacados de R. Maullin,
Soldiers, guerrillas and parties in Colombia Lexington, Lexington Books, 1973. Cuadro 5.1
y 5.2 la evaluación de los gastos militares es muy aproximada. HISTORIA DE COLOMBIA
Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 40 FUNDACIÓN UNIVERSITARIA
CLARETIANA latinoamericanos, para conformar una vocación política.67 El ejercito
colombiano dispone complementariamente de la doble ventaja que se deriva de su
experiencia en el marco de la violencia, y de su participación el la guerra internacional
contra el comunismo con el envió de Corea de un batallón. Pero lo esencial reside en la
actitud de las diversas fuerzas políticas frente a los militares. No hay duda de que, desde
1948, algunos sectores comienzan a verlos como posibles árbitros en el caso de un
agravamiento de la violencia política. Ya hemos enfatizado los esfuerzos de Gaitán
dirigidos a captar la opinión de los jóvenes cuadros militares. Después del 9 de abril, las
corrientes que se presentan como gaitanistas se convierten en las más solicitas
demandantes de una intervención militar. La víspera de las elecciones presidenciales de
1949, los llamamientos salen a la luz pública. El editorial de jornada, del 4 de noviembre
de 1949, no puede ser mas explicito: “el pueblo pide al ejercito nacional que este a la
altura de su deber histórico; que salve al país de la destrucción; que salve la democracia;
que devuelva a la republica la paz la justicia.” Los gaitanistas insisten después de la
elección de Laureano Gómez, y por inmediato de Jornada, hacen parte de los que se
vuelven hacia el general Rojas Pinilla desde 1952.68 La evolución del liberalismo oficial,
un poco más tardía y mucho más discreta, no es muy diferente. Desde la ruptura de la
Unión Nacional en 1949, intentan obligar a las fuerzas Armadas a entrar en el juego
político. Su decisión de renunciar a tomar parte en las elecciones, y la consigna de huelga
general promulgada el 25 de noviembre, dos días antes del escrutinio, constituyen una
provocación a las Fuerzas Armadas para que intervengan. Sus pedidos, sin embargo, son
vanos. Las mismas guerrillas liberales se cuidan durante mucho tiempo de provocar un
enfrentamiento con el ejército que, a diferencia, de la policía, no les parece directamente
implicado en la Violencia. Solamente en 1951, y sobre todo en 1952 y a comienzos de
1953, la confianza depositada se atenúa, y los enfrentamientos con los militares se
multiplican. Las esperanzas del comienzo no se borran por completo. La prueba esta en la
facilidad con que la gran mayoría de los guerrilleros deponen las armas en el momento de
la toma del poder del general Rojas Pinilla. Tales expectativas hacen aun más
sorprendente la obediencia que el ejército manifiesta durante varios años a la
administración de Laureano Gómez. Se podría sin duda imputar esta obediencia a la
depuración que las fuerzas armadas sufren a partir de 1949. No se puede desconocer que
como consecuencia de la ruptura de al Unión Nacional, se prescinde de una gran parte de
los cuadros superiores liberales. Pero seria necesario explicar por que en una institución
que había concluido recientemente un proceso de profesionalización, se permite
semejante purga. Y en efecto, los mismos militares han interiorizado, además del orden
elitista, el modelo liberal de relación entre lo civil y lo militar.69 La republica elitista de
Alfonso López no ceso un momento, como lo hemos visto, de privar a los militares de toda
posibilidad de sentirse autorizados para hablar en nombre de la nación. Cuando Laureano
Gómez lanza la idea de una Asamblea Constituyente, un almirante reclama una
representación para las Fuerzas Armadas, no sin antes recordar que el estricto respeto
que estos observan con relación al 67 Sobre las explicaciones relativas de las
intervenciones militares en América Latina, puede consultarse A. Stepan, Os militares na
política, Rio de Janeiro, Artenova, 1975. 68 Cf. Por ejemplo Jornada, octubre 2 de 1952.
muchos seran los antiguos gaitanistas que se transformaran en fervientes admiradores
del general Rojas Pinilla durante su gobierno y, principalmente con Antonio Garcia,
comenzaran a proyectar una “tercera fuerza” política bajo la jefatura del general. 69 Sobre
los modelos de relación civil-militar cf. A Stepan, o, cit., pp. 46-47 HISTORIA DE
COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 41 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA poder civil no implica que “nosotros estemos menos
interesado o menos justificados para intervenir en los problemas nacionales que por
ejemplo los cafeteros o los ganaderos”.70 Que las adhesiones partidistas se produzcan,
dentro del mismo ejército, a pesar de la profesionalización, es otro signo de un
subordinado al orden elitista. Los liberales encontraron en 1930 un ejército en el cual los
oficiales conservadores eran mayoritarios. La institución militar tiene, frente a las
interferencias del gobierno conservador, todavía menos razones que antes para
manifestar un espíritu de cuerpo. Las Fuerzas Militares se convences fácilmente de que
ahora pueden evitar las humillaciones que habían sufrido en el régimen anterior, y de que
al anticomunismo decidido profesado por los nuevos gobernantes, encontraran un papel
que desempeñar, que les permitirá inscribirse en el concierto panamericano. En tales
condiciones, las fuerzas Armadas apenas si pueden considerarse portadoras de una
vocación política o preparada para asumir el poder. En junio de 1953, presionadas por
todas partes a dar el paso definitivo, incluso por la mayor parte de los notables
conservadores, continúan vacilando. Hasta el ultimo momento, el general Rojas Pinilla
manifiesta públicamente su preferencia por una solución civil.71 Durante las discusiones
otro general reconoce: “nosotros los militares no tenemos la capacidad suficiente para
gobernar el país”72 . La modestia política de los militares no es solo un inicio de la
posición subordinada que les es asignada por el orden elitista, sino también una expresión
de la precariedad de la simbólica unión nacional. A través de ella se descubre otro de los
elementos de la Violencia. 8. CORRELACIONES DE FUERZA Y VIOLENCIA La
correlación de fuerzas que se establece desde 1945 y se expresa abiertamente a partir de
abril de 1948, tiene diversas manifestaciones, no todas del mismo orden. La
neutralización de las clases urbanas esta en relación directa con el uso de la violencia. No
ocurre lo mismo en el caso del poder gremial, del modelo liberal de desarrollo, y menos
aun, del carácter civil del régimen. Empero, no por ello consideramos que dichos aspectos
se limiten a formar solo un telón de fondo de la Violencia; contribuyen además al
acomodamiento de las elites a una crisis del Estado, a la deriva de la escena política y a
la fragmentación de lo social, fenómenos que si son constitutivos de la Violencia. De esta
manera indirecta contribuyen a que las elites se ajusten al engranaje inicial de la violencia
y a su prolongación por varios años. 1) la crisis del Estado. Hemos mencionado la tesis de
Paúl Oquis según la cual los conflictos de interés entre las diversas elites económicas
constituirían el origen de la violencia, pues habría conducido el “derrumbe parcial” del
estado. La tesis no es lo suficientemente probatoria. Las disputas no son tan profundas
como para explicar una crisis del Estado de tal magnitud. La crisis es en principio política.
Como veremos mas adelante, ele Estado se halla hondamente inmerso en la escena
política. La consolidación del poder gremial no implica de por si un debilitamiento del
Estado. A pesar de las diatribas antiestatales, tal poder no esta necesariamente “contra”
el Estado, y puede llegar a constituir una forma de Articulación creciente entre el Estado y
la economía. Sin embargo, al someter abiertamente el Estado a la intervención de los
grupos particulares, el poder gremial le arrebata la facultad 70 Carta del almirante Rubén
Piedrahita, publicada en el Tiempo, 12 de noviembre de 1952 71 Solicita en particular al
designado R. Urdaneta Arbelaez, que ya había gobernado durante 18 meses en
reemplazo de Laureano Gomes, con problemas de salud, ocupar de nuevo la función
presidencial. Entre otros testimonios, cf. A. Escobar Camargo, en el salón de los virreyes,
Bogota, editorial Kelly, 1957. 72 Según el testimonio citado en la nota anterior. HISTORIA
DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 42 FUNDACIÓN
UNIVERSITARIA CLARETIANA de erigirse en representante de la ley y de lo
Universal.73La neutralización de las clases populares pone en entredicho, con toda
claridad, el rol simbólico del Estado, haciendo caduca de hecho, y definitivamente, la tarea
de regulación de los conflictos sociales que le había servido después de 1930 para
conquistar una posición “por encima de las clases”. Y por ultimo, el eclipse político de la
institución militar se halla en contradicción con la prerrogativa estatal de monopoliza la
violencia. La crisis política sobreviene pues en el momento en que el estado no aparece
ya como instancia de legitimidad ni como garante de los derechos colectivo. La crisis
puede ampliarse ilimitadamente: las clases dominantes no temen mucho sus efectos,
pues que disponen de medios suficientes para asegurar directamente la puesta en
marcha de sus estrategias económicas y sociales. 2) La deriva de lo político. Con la vuelta
a un gobierno de Unión Nacional estas mismas clases quieren precaverse contra toda
nueva deriva de lo político. Sin embargo son necesarios solo unos cuantos para constatar
que el afianzamiento de la correlación de fuerzas va acompañado de una deriva de lo
político a una más acentuada que la existente antes del 9 de abril, puesto que esta vez los
mismos notables se ven arrastrados por ellas. Ni el poder gremial ni el liberalismo
económico proporcionan los principios de un orden político. El interés particular, al que se
refiere el primero, no es concebido de ninguna manera a la usanza de los filósofos
clásicos, como la pasión que define la posibilidad de cohesión de lo social.74 El mercado
al que hace ilusión el segundo no guarda tampoco el valor de un sistema autorregulador
que permita una conformación de lo social sin la intervención del legislador. Tanto el uno
como el otro son invocados para circunscribir una esfera de racionalidad que escape a la
irracionalidad que parece caracterizar lo político. La convergencia de las clases
dominantes, que da fundamento a la idea de racionalidad, no hace sino acentuar la
confusión entre política e irracionalidad. La división partidista no se fundamenta en una
separación de intereses, o en una relación diferente con las clases populares urbanas. Tal
división carece de un contén inmediato; hace parte de esos “residuos” cuya falta de
sentido no impide que tengan el poder de gobernar las acciones humanas. En este caso
constituyen precisamente la fuente de todas las “derivas” de lo político.75 La
neutralización de las clases populares urbanas contribuye, por su parte, y de manera mas
concreta, a la deriva de lo político. Al reducir el papel de estas clases como base de
apoyo colectivo, y quitar todo contenido a la idea de ciudadanía social formulada en los
años 30, dicha neutralización favorece el desplazamiento del centro de gravedad político
hacia las zonas rurales y la reducción del tema de ciudadanía social al de identidad
partidista. Ocurrido en que las burguesías urbanas incrementan su preponderancia
económica, un desplazamiento de tal naturaleza contribuye a su vez a formar la impresión
de que la escena política se encuentra separada. Los objetivos de las burguesías urbanas
no son resumidos por la escena política, que parece organizarse tan solo alrededor de
asuntos litigiosos internos.76 La crisis no hace surgir tampoco, entre conservadores y
liberales, un conflicto sobre las orientaciones del desarrollo económico. Solo permite la
instalación omnipresente de la división “amigo-enemigo”, representada entre la rivalidad
de los dos partidos. Si bien esta división puede revelar “la esencia de lo político, según la
expresión de J. Freund, 73 Cf. C. Lefort, M. Gauchet, op. Cit., pp. 13-16 74 Cf. A. O.
Hirschman, les passions et les interets, Paris, P.U.F., 1980 75 Se encuentra en muchos
discursos de los notables sobre el “sentimiento” partidista una teorizacion implícita sobre
la cual la noción de “residuo”, como es utilizada por Pareto, podría proyectar una claridad
interesante. También la “deriva de lo político” tiene algo que ver con la “derivación” de
Pareto. Cif. Traite de sociologie Generale, *850-851. 76 Esto no significa que algunos
protagonistas de la Violencia “hayan utilizado” la violencia política para fines materiales
inmediatos. HISTORIA DE COLOMBIA Y VIOLENCIA SOCIO-POLÍTICA SIGLO XX 43
FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CLARETIANA también constituye la forma de su deriva. Y
es por medio de esta como la correlación de fuerzas crea las condiciones de la violencia.
3) La fragmentación de lo social. La fragmentación del territorio y el poder político no es
una situación nueva en Colombia. En el marco de la correlación de fuerzas que prevalece
después del 9 de abril, se hace aun más notoria y comporta otras implicaciones. La falta
de regulación estatal, la crisis de la simbólica nacional, el poder gremial: todo esto
contribuye a que la correlación de fuerzas se manifieste por intermedio de redes
descentralizadas de dominio, que pueden ser los lazos del clientelismo, o el control
directo ejercido sobre la fuerza de trabajo, o la subordinación de la policía a las
autoridades locales. La fragmentación de lo social se constituye en el horizonte de una
dominación que se ejerce directamente sobre lo social. No esta tampoco en oposición a la
concentración del poder económico, sino al contrario: significa en buena medida la vía por
la cual se realiza.
SEGUNDA LECTURA
VIOLENCIA POLITICA Y CONFLICTOS SOCIALES EN AMERICA LATINA
3 LECTURA
PRINCIPALES FACTORES QUE HAN DACILITADO O CONTIBUIDO A LA PERSISTENCIA DEL CONFLICTO
ARMADO
PAGINAS 54/94
CONVERSAR CON UNA PERSONA ENTRE 70 AÑOS O MAS SOBRE LO QUE RECUERDA DE LA
VIOLENCIA EN LOS AÑOS 50Y COMO SE VIVIA LA GUERRA Y RELATARLA EN EL FORO.