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El Aprendizaje Humano

    Abordar el proceso de educación es ciertamente complejo, si se tiene en cuenta que implica por
lo menos el análisis de dos interrogantes que han movido la curiosidad de psicólogos, pedagogos,
filósofos y sociólogos. Dos interrogantes que se relacionan con la idea del hombre por conocerse. El
primero es el relacionado con lo que Husserl diría: cómo se llega a ser lo que se es?, lo que implica
un análisis que trasciende el proceso de conocimiento. El segundo, relacionado con el análisis de la
naturaleza y organización de ese conocimiento referido al qué ocurre cuando se educa?

    El qué ocurre cuando se educa, se ha intentado explicar desde el aprendizaje, pues se supone
que lo que ocurre es que se aprende algo. Pero, acaso el aprendizaje es todo lo que el ser humano
necesita para ser lo que es?

    Se podría aceptar que en la constitución de nuestra naturaleza humana intervienen procesos
tanto biológicos como culturales y sociales. Las teorías de la psicología sociocultural de Vigotski y
sus colaboradores1 que ponen el empeño en las mediaciones simbólicas son una buena base para
sostener esta idea, así mismo las teorías del construccionismo social de Shotter (2001), según las
cuales los procesos de desarrollo humano estarían ligados a la construcción y de - construcción de
imaginarios sociales.

    Desde esta consideración, la gran parte de la constitución de nuestra naturaleza humana


deviene del aprendizaje, pues lo que otorga nuestra naturaleza genética y biológica sólo es posible
desarrollarlo mediante procesos de interacción social que generen aprendizajes significativos
culturales y sociales. En medio del ambiente escolar, el sujeto educable crea y recrea cultura al
otorgar sentido y significado a sus vivencias, a la vez que va conformando un tejido de relaciones
sustanciales con la comunidad educativa (estudiantes, padres de familia, profesores y directivos
entre otros); por tanto, la escuela es mas que la relación estudiante - aprendizaje, es mundo de la
vida al poderse objetivar todo lo que en ella se vive.

    Si embargo, la consideración de aprendizaje no siempre ha sido asumida de la misma manera;


esta ha cambiado según las influencias epistemológicas y metodológicas de las épocas.

    Bower y Hilgard (1996), consideran a propósito que han existido varias teorías que intentan
explicar el proceso de aprendizaje:

a. Las de la acumulación, las cuales consideran el conocimiento como un agregado de ideas


que se van guardando en la caja cerebral para ser utilizadas posteriormente. Estas teorías
asumen que el estudiante es una hoja en blanco que hay que llenar. Pablo Freire, al hacer
referencia a este tipo de educación la asemeja a un banco donde se deposita el
conocimiento y luego, mediante un examen, se saca por cuotas, según la necesidad e
intención del maestro.

b. Las teorías conexionistas o asociacionistas. Derivados de la consideración que el


conocimiento es producto de los estímulos externos, los que van formando en el sujeto
unas ciertas conexiones que se convierten en respuestas a unos determinados estímulos.
Sus principales impulsores fueron Thorndike con su teoría del conexionismo, Pavlov con el
condicionamiento clásico y Skinner con la propuesta sobre condicionamiento operante y
reflejo condicionado. Sus hallazgos fueron aplicadas posteriormente en la psicología
conductual.
c. Las teorías no conexionistas o las teorías de la gestalt y las teorías del Insight. Estas teorías
consideran que el aprendizaje depende de la forma como esté organizado el ambiente. Si el
ambiente es apropiado, el aprendizaje se da por insight o iluminación. Su principal impulsor
fue Kohler

    Esta categorización de Bower y Hilgard, no tiene en cuenta una cuarta teoría que se comienza a
visualizar en el ámbito educativo a partir de las propuestas de Rousseau en relación al
autodesarrollo y que ha sido acogida entre otros como Piaget, con la teoría de la desequilibración -
equilibración - acomodación y Vigotski con la teoría del aprendizaje social; dicha teoría es rescatada
por Pozo (1994) y Murcia Taborda y Ángel (1998), como las teorías de la reestructuración. Son
aquellas que asumen el aprendizaje humano no como proceso acumulativo correspondiente a las
relaciones directas estimulo-respuesta, ni sujeto al Insigth dado por el entorno, sino que el
aprendizaje humano es ante todo un proceso reestructurativo, en el cual los conceptos y
proposiciones internalizadas se reestructuran permanentemente mediante otros conceptos y
proposiciones que se van objetivando.

¿Cómo se llega a ser lo que se es?


    Es claro que asumir una idea de aprendizaje desde las teorías de la acumulación, conexionistas e
incluso no conexionistas, sería arriesgado para una propuesta educativa, pues se podría incurrir en
el problema de considerar el aprendizaje como limitado a estímulos y respuestas, o a soluciones sin
reflexión que dependen básicamente de la organización de la imagen, lo cual sería una gran
limitante para la constitución de nuestra naturaleza humana que no sólo depende de estímulos e
imágenes sino de incorporaciones subjetivas y sociales sobre lo otro, los otro y sobre nosotros
mismos. Aquí, las teorías de la reestructuración ofrecen una opción importante para trascender
hacia esa comprensión del mundo de los objetos, de los sujetos y de nuestro propio mundo.

    Asumir la reestructuración en el proceso educativo, es aproximarse a una condición humana que


no está referida únicamente a la "obtención de conocimientos a través de la experiencia" (Bower y
Hilgard, op. cit.), sino que trasciende hacia una opción mas compleja e irreductible que es la
naturaleza humana, una naturaleza que además de la apariencia biológica y física de la cultura, la
sociedad y el mundo, involucra su esencia ético - estética, además de la preocupación por los
estímulos de la realidad empírica; se preocupa por los sentimientos, actitudes y percepciones tanto
en el mundo subjetivo como en el mundo social.

    Considerar una educación desde la reestructuración, es reconocer que el "ser humano", no está
dado únicamente por la naturaleza genética y biológica, sino y básicamente, por una naturaleza
cultural y social; esto es, como lo afirma Savater (1997), no nacemos humanos sino que llegamos a
serlo, gracias a nuestra característica inacabada, que además de necesitar un proceso de
Hominización (madurar, desarrollarse como tal, desde lo biológico) necesita de un proceso de
humanización (volverse humano).(Trigo y Colaboradores 2000: 53)

    En tal sentido, sería necesario asumir la idea de ambigüedad kantiana en tanto no nacemos
siendo lo que llegamos a ser.

"Significa esto que el hombre no es hombre? Si el hombre necesita humanizarse entonces el


hombre no es lo que es?, dicho de otra forma: si humanizar significa ser hombre, la condición para
ello es no serlo previamente, pero si es al hombre al que hay que educar esto equivaldría a que el
educando es hombre, es imposible de ser educado sin ser persona y a la vez no lo es, precisamente
por ser todavía susceptible de humanización.." (Barrio, 1998)
    No somos humanos entonces únicamente por lo que aprendemos desde la experiencia sensible
relacionada con las interconexiones neuronales; lo somos, por lo que nos vamos estructurando en
las relaciones de sentido y significado inmersas en el mundo simbólico de las comunidades con las
que interactuamos y una de esas comunidades es la escuela. Esa percepción de lo simbólico
trasciende la sola captación o internalización de pautas culturales hacia la comprensión de mundos
de significados y significantes "imaginarios" que son los que permiten que seamos realmente
humanos, en tanto devienen de humanos y requieren de procesos humanos para internalizarse y
exteriorizarse.

    Es necesario tomar como referente la idea central de las teorías socioculturales en tanto: en la
medida del conocimiento de los demás nos conocemos a nosotros mismos y ese proceso de
autoconocimiento se logra de la mejor forma cuando existen mediaciones intencionadas.

    Pero estas consideraciones respecto a la educación, necesariamente nos lanzan a nuevas formas
de relación en el acto educativo, a nuevas formas de relación pedagógica. Formas que bien podrían
estar consideradas desde las mediaciones socioculturales en un proceso de reestructuración del
conocimiento; lo que se resignifica son los conocimientos previos que el estudiante posee y para
ello se puede acudir a los instrumentos psicológicos que propone Vigotski, en cuyo caso se
consideraría la medicación como base para la constante resignificación de los pre-conceptos. Aquí
se llega a nuestra naturaleza humana desde las proximidades sociales y culturales que vamos
enriqueciendo incluso desde antes de nacer. Formas que podrían asumirse también, desde las
propuestas de desarrollo y crecimiento expuestas por Piaget, en cuyo caso, la base de nuestra
naturaleza humana no estaría dada por las relaciones socioculturales sino por nuestra naturaleza
biológica y psicológica que es influida por el ambiente.

    Pero en cualquiera de los casos, tanto en los desarrollos de Vigotski como en las propuestas de
Piaget, es fundamental la socialización; o bien para enriquecer lo que nuestra naturaleza biológica
nos presenta o bien para adoptar una naturaleza que se va dando desde estas relaciones con el
entorno.

    Está claro que no llegaríamos a ser lo que somos, no lograríamos nuestra naturaleza humana, de
no ser por los procesos de socialización que tenemos durante toda nuestra historia de vida. Este
principio se evidencia tanto en el desarrollo filogenético como ontogenético, pues gracias a que
somos de naturaleza social nos hemos formado también como especie.

    Gracias a la socialización que iniciamos en nuestras familias nos introducimos al mundo simbólico
de las culturas, aprendemos a conocer al otro y la naturaleza de los otros, no mediante lecciones
escritas, diría Savater, sino mediante la introducción de nuestra naturaleza humana y en la
naturaleza humana de los demás: de los grupos, de las personas, de las instituciones y de las
organizaciones creadas por personas e instituciones; gracias a la socialización, llegamos a
constituirnos como seres humanos.

    En consideración a lo anterior, el escenario inicial de la socialización es el mundo de la vida, ese


mundo del doxa, de la opinión donde aún no existen críticas sobre lo que somos y llegaremos a ser,
pero como dice Habermas (1999:40), un mundo donde se comienzan a dar las bases para todo tipo
de racionalidad. Racionalidad que gesta un conocimiento propio del mundo de la vida y que es
comunicado por medio del lenguaje en todas sus manifestaciones (verbal, corporal, escrito,
artístico); es la racionalidad de un conocimiento no institucionalizado que nos permite
representarnos y representar a los demás; que es y hace parte de nuestro ciclo y espacio vital;
"conocimiento comunicado en la escuela formal, pero también en la escuela de la vida, del barrio,
donde nuestros maestros por así decirlo, fueron nuestros padres, tíos, abuelos, conocidos, vecinos
o cualquier persona que hizo parte de nuestra formación-educación". Jaramillo (2001:24)

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