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Ya que la disfagia en ancianos y ancianas puede deberse a motivos muy diversos, el tratamiento variará en función de las causas,
las circunstancias de la persona y su evolución.
En cualquier caso, el tratamiento perseguirá un objetivo principal:
Conseguir que la persona mayor pueda alimentarse e hidratarse de manera eficaz segura.
Ello implica:
Disminuir la máximo el riesgo de atragantamiento y aspiración de alimentos y líquidos hacia el sistema respiratorio.
Experimentar con contrastes de sabores (p. ej. dulce-salado, ácido-amargo), con sabores intensos y con contrastes de
temperatura. Alternar alimentos fríos y calientes estimula el reflejo de tragar.
• Ir viendo los gustos de la persona mayor y respetarlos. Evitar sabores o condimentaciones que la persona anciana rechaza.
• Variar con frecuencia los sabores.
• Enriquecer los alimentos para hacer más nutritivas las porciones pequeñas: añadir carbohidratos (copos de puré de patata, sémola,
tapioca), grasas (nata, aceite de oliva, mantequilla), proteínas (queso rallado, clara de huevo, suplementos proteicos en polvo).
Utensilios
Hay una amplia variedad de instrumentos y utensilios que pueden facilitar el dar de comer y de beber a las personas mayores con
disfagia, disminuyendo el riesgo de atragantamiento.
Es recomendable no usar pajitas o jeringuillas para los líquidos. También hay que evitar ofrecer líquidos
para beber directamente de una botella, puesto que obliga a la persona mayor a elevar su barbilla,
aumentando el riesgo de atragantamiento.
No mezclar texturas
Es más fácil tragar consistencias homogéneas (sin “tropiezos” o trozos):
• Cremas.
• Natillas.
• Compota.
• Puré de frutas.
• Patatas aplastadas.
• Croquetas.
Cuando hay dificultades para mover la lengua: se recomiendan consistencias ligeras, como néctar.
Cuando hay dificultades en el momento de tragar: se deben emplear consistencias espesas de tipo púding con alto contenido en agua,
como las gelatinas.
Utilizar cantidades pequeñas
La o el especialista en otorrinolaringología nos orientará en cuanto al tamaño de las porciones de alimento que la persona mayor puede
tragar, así como en cuanto a su nivel de viscosidad o textura.
Siempre hay que utilizar la misma medida:
Cuchara de sopa: 10 ml.
Dieta triturada
Indicada cuando la persona mayor tiene problemas en la fase preparatoria, dificultades para crear o manejar el bolo alimenticio y
dificultades en la fase faríngea (el momento en que se traga).
No necesitan masticación.
No se mezclan consistencias.
Purés de consistencia suave y uniforme, alimentos moldeados con consistencia púding, pastel de pescado, queso fresco, flan…
Pueden no requerir masticación, o requerir una masticación ligera, con formación fácil del bolo alimenticio.
No se mezclan consistencias.
Dieta blanda
Indicada en disfagias leves y como tránsito hacia la dieta sólida.
Una vez que sabemos qué alimentos incluir en nuestros menús y cómo incluirlos solo nos queda saber cuánto debemos incluir de cada
grupo de alimentos para garantizar una dieta equilibrada con la que satisfacer las necesidades en energía y nutrientes. Es importante
tener en cuenta que las necesidades de cada nutriente son cuantitativamente muy diferentes. Así, los hidratos de carbono, las grasas y
las proteínas, que son los únicos nutrientes que nos proporcionan energía, deben consumirse diariamente en cantidades de varios
gramos, ocupando un porcentaje de kilocalorías en la dieta de : 55-60% (hidratos de carbono), 25-30 % (grasas) y 15% (proteínas). A
estos tres nutrientes se les denomina macronutrientes. El resto, vitaminas y minerales, se necesitan en cantidades mucho menores
(micronutrientes); por ejemplo, únicamente necesitamos unos miligramos de vitamina C (60 mg/día) o de cinc y aún cantidades
inferiores, del orden de microgramos, de otras vitaminas como B12, folato o vitamina D (10 mcg/día). Sin embargo, todos los nutrientes
son igualmente importantes y tanto la falta como el consumo excesivo de cualquiera de ellos puede dar lugar a patologías diversas.