Te escribo esta carta para poder darte cuentas de mi vida espiritual
en estos últimos meses, pues este semestre es el último que estaré en la facultad si Dios así lo planea, y la responsabilidad de compartir el evangelio es más fuerte que nunca para mi, pues no quiero irme sin haber hecho lo mejor para Dios. He cuidado mi lectura en estos meses, mi relación con Dios trato en lo posible que sea bilateral, he dejado de pecar con el cigarro, si bien ya no fumo, aún la tentación está presente pero Dios me ha dado la salida, también he podido cortarle la vuelta a situaciones que me lleven a pecar, esto por misericordia de Dios, pero sigo cargando con otros de los cuales tengo la esperanza que Dios me haga libre. He estado meditando en la palabra y a través de versículos me ha mostrado cuál es su propósito para mi. Uno de ellos es el compartir y enseñar, cosa que no se como hacerlo pues mi boca siempre se cierra y no salen de mi palabras, aparte me vuelvo tartamudo. No estoy preparado y me gustaría prepararme pues después de terminar la carrera y regresarme a mi hogar, cumplir el propósito que Dios me ha asignado en la ciudad donde viviré. Me gustaría poder hablar de esto ahora que estoy en Orizaba, a ver si podemos ir por un café esta semana y que Luis o Tu, o ambos, pudieran enseñarme lo necesario para llevar a cabo la tarea. Gracias a Dios por tu vida y por la de Luis, que he podido ver a Dios obrando y contestando las peticiones de mi corazón de manera increíble a través de sus vidas. Paz de Dios.