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Dirección de Formación Docente en Servicio (DIFODS)

Programa de Inducción Docente

MÓDULO III UNIDAD 1 LECTURA BÁSICA

La convivencia democrática, el clima y el aprendizaje en aula (buen


trato, respeto, cordialidad, calidez y empatía).

A continuación, te presentamos la siguiente información que nos permite tener un mayor alcance en
relación a un auténtico espacio escolar entre los diversos integrantes de la comunidad educativa:
estudiantes, docentes, directivos, padres y madres de familia. Información que tienen que conllevar a
favorecer un estilo de vida ético y la formación integral de los estudiantes.

La convivencia democrática en el aula


Desde la Dirección de Tutoría y Orientación Educativa, se define la convivencia democrática como «el
conjunto de acciones organizadas caracterizadas por relaciones interpersonales democráticas entre
todos los miembros de la comunidad educativa, que favorecen un estilo de vida ético y la formación
integral de los estudiantes». La implementación de la convivencia democrática promueve:

• La construcción de una convivencia escolar que garantice el ejercicio de los derechos, la


democracia y la ciudadanía.
• La elaboración de normas consensuadas.
• La participación de todas las instancias de la comunidad educativa y en particular la
participación estudiantil.

En el siguiente esquema se puede


visualizar la importancia de la
implementación de la convivencia
escolar para un buen clima en la
institución educativa.
A partir de lo señalado, y considerando
que la convivencia y el clima escolar
tienen una relación directa en la
conformación de un espacio adecuado
para el desarrollo de los aprendizajes de
los estudiantes, se pasará ahora a desarrollar ideas clave con relación al clima del aula y características
vinculadas con el buen trato, respeto, cordialidad, calidez, empatía; entre otras características que lo
distinguen.

Clima para el aprendizaje


De acuerdo con León (2017) la creación de un clima propicio para el aprendizaje ha tenido distintas
lecturas en la tradición pedagógica. Desde las políticas institucionales y las prácticas en el aula de
silencio y orden sobre la base de una disciplina rígida hasta aquellas que alientan la libertad y la
espontaneidad infantil. Estas políticas han marcado el desarrollo de los comportamientos, la
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regulación de las emociones, las relaciones sociales y las formas de ver y estar en el mundo de muchas
generaciones de escolares.
Estas políticas escolares han legitimado el trabajo individualista, el deber, la autoexigencia, la
incuestionabilidad del saber docente, la atención pasiva, la automatización, el seguimiento de
procedimientos rígidos por sobre la creatividad y la participación activa en la construcción de los
conocimientos a partir de la exploración y el descubrimiento, de la constancia y perseverancia basada
en el interés genuino y en metas conscientes, de la curiosidad y el placer de saber, y de la capacidad
de aprender a aprender.
Hay un largo camino por recorrer para que en las escuelas se puedan construir ambientes o climas de
aprendizaje más favorables. Así, por ejemplo, hay docentes para quienes el comportamiento infantil
es una amenaza para el aprendizaje. El hecho de que los estudiantes sean juguetones, traviesos,
curiosos, inquietos o movidos –es decir, que se comporten como les corresponde por su edad– es una
amenaza para el orden escolar y para que el docente les pueda enseñar. Esta forma de pensar del
docente resulta más bien contradictoria frente a lo que se sabe que los estudiantes requieren para el
desarrollo de aprendizajes relevantes.

1. ¿Qué características debe tener el clima del aula?


La relación entre el clima y los aprendizajes es directa y validada por diversas investigaciones, por
ello debería generarse un ambiente de respeto en el aula, que se manifieste a través de:

o Un trato respetuoso entre el docente y los estudiantes, y entre los mismos estudiantes.
Además, se valora el docente que considere la perspectiva de los estudiantes.
o La cordialidad y calidez con ellos.
o La empatía que muestra el docente por los estudiantes, lo que proporciona un entorno
afectivo seguro.

a. Trato respetuoso y consideración hacia la perspectiva de los estudiantes


El docente, al comunicarse con los estudiantes, debe mostrar buen trato y respeto hacia los
estudiantes, resguardar su dignidad y evitar:
• El uso de cualquier tipo de manifestación verbal o no verbal que los discrimine.
• Un trato diferenciado que relegue o separe a los estudiantes del grupo.
• Ofender a los estudiantes a través de insultos, humillaciones o trato despectivo.
• Agredirlos física o verbalmente.
• Realizar conductas discriminatorias, agresivas u ofensivas.

En un aula con un clima propicio para los aprendizajes, el docente interviene si observa alguna
falta de respeto entre estudiantes; por ejemplo, si un estudiante se burla del compañero, lo
insulta o lo empuja intencionalmente. Es necesario que tome acciones inmediatas, como
dirigir, limitar o mediar en esa situación conflictiva entre ellos.
También es necesario tener en cuenta que considerar un comportamiento como una falta de
respeto entre los estudiantes, depende del nivel de desarrollo de estos, así como también los
casos de aulas inclusivas. Por ejemplo, no resultaría una falta de respeto si se trabaja con niños
de educación inicial y uno de los compañeros interrumpe a otro sin pedir permiso o bien choca
brusca pero involuntariamente con el compañero, debido a que son situaciones que se
explican por el nivel de desarrollo socioemocional o de coordinación psicomotriz esperado en

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esta etapa. Del mismo modo, en aulas inclusivas, puede haber un niño integrado que, por sus
dificultades emocionales o de maduración, podría presentar una conducta inadecuada hacia
los compañeros.
Finalmente, es necesario que el docente muestre consideración hacia la perspectiva de los
estudiantes. Esto se evidencia cuando recoge y respeta las opiniones y puntos de vista de los
estudiantes, aunque sean distintos al propio; además, considera los intereses e iniciativas y
evita imponerse, primando una actitud dialogante y abierta. Implica también ser respetuoso
del ritmo e individualidad de cada estudiante, evitando precipitarse o apurarlos, dialogando
con ellos, proponiéndoles o invitándolos a participar sin obligarlos, etc.

b. Cordialidad o calidez
Un ambiente propicio para el aprendizaje es aquel en el que el docente es cálido o cordial, es
decir, amable. Un ejemplo de ello es cuando mantiene un tono de voz tranquilo que transmite
serenidad y genera un ambiente de seguridad afectiva en el aula, propicio para el aprendizaje.
El docente necesita desarrollar una comunicación eficiente. Para lograrlo, debe tener en
cuenta algunas técnicas, como las siguientes: la escucha activa, la paráfrasis, las preguntas, el
replanteo, el «mensaje yo»1. Es necesario, en este aspecto, que practique la escucha atenta.
Este tipo de escucha ocurre, por ejemplo, cuando sigue con atención lo que los estudiantes le
dicen, asiente con la cabeza cuando le hablan, hace repreguntas o retoma lo que los
estudiantes dicen en señal de aceptación o interés.
Además, el docente emplea recursos de comunicación que generan proximidad con los
estudiantes, puede ser espacialmente, a través de su ubicación y el desplazamiento en el aula;
o afectiva, a través de expresiones verbales y no verbales que denotan estima. Un punto aparte
es el sentido del humor, este debería ser respetuoso y favorecer las relaciones positivas en el
aula.
Los recursos que utiliza el docente para generar un ambiente de proximidad deben ser
apropiados a la edad y características de los estudiantes. Por ejemplo, en el caso de los
estudiantes más pequeños, puede haber demostraciones físicas de afecto, como tomarlos de
la mano o abrazarlos, pero, en el caso de estudiantes adolescentes, estas acciones podrían
incomodarlos.
La amabilidad es un aspecto importante en la generación de un clima propicio: saludar,
agradecer, pedir permiso a los estudiantes son acciones que acercan a los docentes, muestra
que ellos también forma parte de la comunidad que conforma con los estudiantes y el hecho
de que sea mayor que ellos no lo eximen de ser amable. No es necesario decir «por favor» o
«gracias», porque pueden quedar implícitas en el tono o en la forma en que se dirige el docente
a los estudiantes. Dicho esto, en vez de decir la palabra «gracias», podría sonreír y hacer un
gesto de agradecimiento.

c. Comprensión y empatía del docente ante las necesidades afectivas o físicas de los
estudiantes
La empatía es la habilidad social que permite ponerse en el lugar del otro y comprender lo que
este siente. Para un adecuado clima de aula, el docente necesita ser empático con los
estudiantes, es decir mostrarse comprensivo y acoger las necesidades físicas o afectivas de los
estudiantes, manifestadas por ejemplo a través del llanto, el decaimiento, un comentario o
una pregunta que muestra que hay algo que le genera malestar físico o emocional y que

1
MINEDU (2013). Aprendiendo a resolver conflictos en las instituciones educativas.
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necesita atención.
El comportamiento empático se puede manifestar de manera verbal (a través de un
comentario) o no verbal (a través de acciones como un abrazo o una palmada en el hombro).
Por ejemplo, si se aprecia que un estudiante que suele ser muy animado y participativo se
muestra desganado y no quiere participar, el docente debe acercarse a él y preguntarle qué le
pasa; o si un estudiante se pone a llorar porque un compañero tomó el juguete que él quería,
le hace saber que comprende que esté molesto por lo sucedido y lo anima a tomar otro
juguete.
Ser empático no implica necesariamente hacer todo lo que el estudiante le requiera, en
ocasiones, puede ser suficiente para la persona saber que se la comprende. Por ejemplo, un
docente entiende la necesidad de un estudiante si, ante la solicitud de ir al baño, le responde
amablemente que podrá ir dentro de unos minutos, porque hace poco ya acudió. Cabe señalar
que la respuesta del docente debería considerar el contexto y nivel educativo de los
estudiantes: en el nivel Inicial, por ejemplo, se considera que un docente no muestra empatía
si impide que el estudiante vaya al baño cuando lo solicita o lo desea.
Un docente que tiene un trato respetuoso está atento a la perspectiva de los estudiantes,
muestra actitudes de cordialidad, calidez y empatía, y proporciona un entorno afectivo seguro:
condición necesaria e indispensable para el logro de los aprendizajes. Esto implica para el
docente asumir nuevos retos, buscando la mejora personal y profesional como responsable de
lograr que sus estudiantes aprendan no solo conocimientos, sino también formas de convivir.

REFERENCIAS

León Zamora, E. L. (2017). El fenómeno ECE y sus efectos en las prácticas docentes. Lima: ENACCIÓN,
GRADE y TAREA.
Ministerio de Educación (2013) Tutoría y Orientación Educativa. Aprendiendo a resolver conflictos en
las instituciones educativas. Recuperado de
http://www.minedu.gob.pe/minedu/archivos/a/002/02-bibliografia-comun-a-ebr-eba-y-etp/7-
aprendiendo-a-resolver-conflictos-en-las-instituciones-educativas.pdf
Ministerio de Educación (2017). Rúbricas de observación de aula para la Evaluación del Desempeño
Docente. Manual de aplicación. Recuperado de https://bit.ly/2w5F8x9
Unesco (2013). Análisis del clima escolar: ¿Poderoso factor que explica el aprendizaje en América
Latina y el Caribe? Recuperado de https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000243050

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