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Los conflictos mineros en el Perú:

una lectura de sus demandas

Iván Mendoza V.
Conflictividad y minería
Desde los inicios mismos del boom minero, la conflictividad en este
sector concita la atención de diversos actores públicos y privados.
Muchas autoridades y funcionarios estatales, líderes empresariales,
así como ejecutivos y funcionarios de compañías mineras han
mostrado su preocupación ante las tensiones y estallidos que
periódicamente ocurren en torno a estos proyectos. Incluso en
algunos círculos políticos y empresariales existe un sentido común
que los ve como la expresión de grupos antimineros que manipulan
a la población y que por razones políticas se oponen al desarrollo
de inversiones estratégicas para el país. No es raro entonces que
ciertos analistas presenten un panorama muy negro de la situación
y atribuyan la disminución de las inversiones a estos conflictos.
El presente artículo no discute el fondo de este planteamiento,
pero intenta un abordaje poco usual para el análisis de los conflictos,
focalizando la atención en las principales demandas planteadas
por la población, tratando de avanzar en el entendimiento de
la naturaleza de las protestas y ubicar en una dimensión real la
importancia y el peso del rechazo a la minería en el país.
Se ensaya esta aproximación analizando las demandas
planteadas en 66 casos registrados por la ex Oficina Nacional
de Diálogo y Sostenibilidad (ONDS) a enero del presente año
(31 conflictos y 35 preconflictos)1, su distribución regional y las

1
La muestra de un mes es bastante representativa considerando que la
conflictividad minera no experimenta grandes variaciones a lo largo de uno o más años.
240 Los conflictos mineros en el Perú: una lectura de sus demandas

semejanzas y diferencias entre departamentos con mayor inversión


minera y niveles de conflictividad2.
Este abordaje permite un acercamiento importante a los factores
determinantes de los conflictos, conocer las inquietudes de los
protagonistas e identificar las responsabilidades institucionales
públicas y privadas para resolver los problemas, aportando a ver
más allá de la naturaleza del sector económico, social o institucional
donde ha surgido el conflicto y el sector estatal responsable.
El 56% de casos se concentra en cinco departamentos
(Áncash, Cajamarca, Cusco, Puno y Pasco)3, estando los conflictos
geográficamente más dispersos que los preconflictos. Cajamarca,
Cusco y Pasco representan el 38.7% de los conflictos, mientras que
Áncash, Puno y Cusco el 54.3% de los preconflictos. Cajamarca
encabeza las regiones con más conflictos (6), representando el 19%,
y Áncash la que tiene más preconflictos (12), representando el 34%.
Los seis conflictos de Cajamarca tienen a cinco empresas como
actores principales, mientras que en Áncash, una sola empresa
tiene al menos nueve preconflictos. Esta diferencia se debe a la
distribución geográfica de sus operaciones y la fragmentación de

2
La ex Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad (ONDS) definía el conflicto
social como: «(…) un proceso social dinámico y complejo entre partes interdependientes
(Estado - sociedad o sociedad - sociedad), con percepciones, posiciones e intereses
contrapuestos, frente a lo cual los actores sociales realizan acciones para hacerlos
prevalecer hasta con la violencia. Por su recurrencia e intensidad, estas acciones pueden
constituir una amenaza a la gobernabilidad y orden público».
El preconflicto «es un proceso social entre dos o más partes, cuyas opiniones y
posiciones son percibidas como contrapuestas, existiendo la percepción de que sus
derechos están siendo vulnerados. Son situaciones en las que actores y problemas están
identificados pero las demandas sociales aún no se hacen públicas (medidas de protesta,
pronunciamientos en medios de comunicación, etc.) y las acciones tomadas por los
actores son pacíficas. Además estos tienen una débil comunicación o incomunicación
entre ellos, y las acciones colectivas están en proceso de gestación».
3
Esta es la última información oficial conocida de la ONDS. Desde principios de
marzo, con la creación del nuevo Viceministerio de Gobernanza Territorial, la ONDS
ha pasado a denominarse: Secretaría de gestión social y diálogo, dejando de publicar
el informe mensual Willaqniki y las estadísticas de conflictos.
Iván Mendoza V. 241

las organizaciones sociales. En Cajamarca las minas están más


localizadas, al igual que en Cusco, Pasco y Puno.

Cuadro n° 1
Conflictos y preconflictos mineros
(enero del 2017)

Departamento Conflictos Preconflictos Total

Amazonas 1 1 2

Áncash 2 12 14

Apurímac 2 2 4

Arequipa 1 1 2

Ayacucho 2 2 4

Cajamarca 6 2 8

Cusco 3 3 6

Huánuco 1 1

Ica 2 2

Junín 2 2 4

La Libertad 2 2

Lambayeque 1 1

Lima 1 1

Moquegua 1 1

Pasco 3 2 5

Piura 2 2

Puno 2 4 6

Tacna 1 1

Total 31 35 66

Fuente: Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad (ONDS). Sistema de información.


242 Los conflictos mineros en el Perú: una lectura de sus demandas

Las demandas sociales en los conflictos: la importancia


de su estudio
A enero del 2017, se identificaron no menos de 53 demandas en
los 31 conflictos mineros, principalmente en torno a: remediación
y compensación por impactos ambientales negativos (28%),
cumplimiento de compromisos por parte de las empresas (17%),
aumento de inversiones para el desarrollo local (11.3%) y pagos por
derechos de servidumbre (9.4%). Otros reclamos son el suministro
de bienes y servicios públicos, compra de bienes locales, generación
de empleo local y negociación o renegociación de un convenio
marco4. Hay, además, cuatro demandas contra la presencia de
compañías mineras: dos en Cajamarca y otras en Arequipa y Piura,
respectivamente.
Remediar o compensar la contaminación o deterioro de recursos
naturales provocados presumiblemente por las operaciones
mineras tienen particular importancia para una población dedicada
sobre todo a las actividades agropecuarias. No es casual entonces
la mayor importancia relativa de estas. Son frecuentes los pedidos
de compensación económica, pero escasas las exigencias de cerrar
proyectos5.
El incumplimiento de compromisos es también un factor de
conflictividad. Las quejas son frecuentes y algunos actores tienen
la sensación de haber sido engañados. Por su parte, la mayoría

4
El «convenio marco» es una figura surgida en el año 2003 a raíz de una
negociación entre la empresa BHP Billiton, propietaria de la mina Tintaya, y la
población de la provincia de Espinar (Cusco). En virtud de este, la empresa se
comprometió a transferir anualmente el 3% de sus utilidades antes de impuestos a un
fondo para realizar inversiones sociales en salud, educación, desarrollo agropecuario e
infraestructura en la provincia. Desde entonces, otras empresas, o sus entornos sociales,
han planteado y discutido iniciativas similares.
5
La demanda de remediación o compensación por daños ambientales no es
una reivindicación radical, aunque sin duda pueden haber grupos que intenten
aprovecharlas.
Iván Mendoza V. 243

de empresas insisten en afirmar haber cumplido con los acuerdos


pactados. Hay aquí un tema en el cual será necesario profundizar.
Las demandas de inversiones en desarrollo local se relacionan
con las expectativas de la población, autoridades y líderes locales
que ven en los proyectos mineros una oportunidad para lograr
beneficios (acceso a empleos, mejora de ingresos, bienes y servicios
públicos).
En conjunto, las demandas de transferencia de recursos hacia
la población (inversiones para el desarrollo, pagos por derecho de
servidumbre, bienes y servicios públicos, empleo local y nuevo
convenio marco), excluyendo compensaciones por impactos
negativos, llegan al 36% del total.
Más allá de su efecto mediático, las movilizaciones y discursos
encendidos buscan en su mayoría lograr más beneficios de la
actividad minera. Así pues, se puede decir que no es una oleada
generalizada de sentimiento antiminero. La oposición a la
exploración, construcción o ampliación de una mina constituye
el 13% de los conflictos y el 7.5% de las demandas totales, algo
preocupante pero que no impide ni ha impedido el desarrollo de
la gran mayoría de proyectos.
En el caso de los preconflictos hay ciertas variantes: las
inversiones sociales pasan a ser las demandas de mayor importancia
relativa (26.4%); la remediación y compensación por daños
ambientales cae a casi mitad de la registrada en los conflictos (15%);
y el reclamo por incumplir compromisos disminuye ligeramente
(13%). Las demandas que suponen transferencia de recursos a
la población suman 56.4% del total, cantidad muy superior a los
casos en conflicto. Los cuatro preconflictos de oposición a los
proyectos mineros confirman que el rechazo radical a la minería
es minoritario. Ver el cuadro nº 3.
244 Los conflictos mineros en el Perú: una lectura de sus demandas

Cuadro n° 2
Principales demandas de conflictos mineros
(enero del 2017)
Demandas N° %
Remediación y compensación por impactos ambientales negativos 15 28.3
Cumplimiento de compromisos 9 17.0
Aumento de inversiones para el desarrollo local 6 11.3
Pagos por derecho de servidumbre 5 9.4
Rechazo a proyectos mineros 4 7.5
Bienes y servicios públicos 3 5.7
Empleo local/Compra de bienes 3 5.7
Nuevo convenio marco 2 3.8
Otros 6 11.3
Total 53 100.0
Fuente: ONDS. Sistema de información.

Cuadro n° 3
Principales demandas de preconflictos mineros
(enero del 2017)
Demandas N° %
Aumento de inversiones para el desarrollo local 14 26.4
Remediación y compensación por impactos ambientales negativos 8 15.1
Cumplimiento de compromisos 7 13.2
Bienes y servicios públicos 6 11.3
Rechazo a proyectos mineros 4 7.5
Negociación/Renegociación uso de tierras/ Disputa por tierras 4 7.5
Acciones ambientales (monitoreo, estudio de pasivos ambientales) 3 5.7
Nuevo convenio marco/Validez de convenios 2 3.8
Inclusión en área de influencia directa 2 3.8
Otros 3 5.7
Total 53 100.0
Fuente: ONDS. Sistema de información.
Iván Mendoza V. 245

De otro lado, y considerando los seis departamentos con


mayor número de conflictos mineros (58.5% de las demandas
identificadas), se encuentran allí 10 de las 15 demandas por
impactos ambientales negativos, 4 de las 9 por incumplimiento de
compromisos, 4 de los 6 reclamos en favor de aumentar la inversión
social y 3 de los 4 rechazos al desarrollo de un proyecto minero.

Cuadro n° 4
Principales demandas de conflictos mineros según regiones
(enero del 2017)
Demandas Piura Cajamarca Áncash Apurímac Cusco Puno Total

Compensación por
impactos ambientales 1 3 2 1 1 2 10
negativos

Cumplimiento de com-
- 1 1 1 1 4
promisos

Aumento de inversio-
- 1 - 1 1 1 4
nes en desarrollo local

Bienes y servicios pú-


- - - 1 - - 1
blicos

Contratación de mano
de obra local/Adquisi- - - - 3 - - 3
ción de bienes

Nuevo convenio marco - - - - 1 - 1

Rechazo a proyectos
1 2 - - - - 3
mineros

Otros - 1 1 3 - - 5

Total 2 8 4 10 4 3 31

Fuente: ONDS. Sistema de información.

Apurímac y Cajamarca representan el 34% del total de demandas


de todos los casos, aunque con perfiles bastante distintos: en
Apurímac predominan las demandas para aumentar los beneficios
de la actividad, reduciéndose al mínimo los reclamos por impactos
246 Los conflictos mineros en el Perú: una lectura de sus demandas

ambientales; en Cajamarca se incide en la denuncia de estos


impactos y el rechazo a proyectos mineros6.
Este panorama expresa los factores diferenciados que han
impulsado la conflictividad minera: en el Norte la denuncia de
impactos ambientales negativos y la resistencia a ciertos proyectos
son una tendencia notoria; en el Sur los pedidos de inversiones
sociales. Esto plantea un reto para las estrategias de abordaje desde
el Estado.
Por el lado de los preconflictos, estos están más concentrados.
Cinco departamentos representan el 72% de todas las demandas
(Áncash y Puno el 49%). Todos reclaman inversión en desarrollo
social, 6 de 7 demandan por incumplimiento de acuerdos, 5 de las 6
por bienes y servicios públicos y 2 de los 4 proyectos son rechazados.
Hay pocas demandas de compensación por impactos ambientales,
lo que indicaría las prioridades de la población, orientadas con más
fuerza a lograr inversiones para mejorar sus condiciones de vida.
La principal diferencia entre las demandas de los conflictos y las
de los preconflictos estriba en el peso que tiene en los primeros el
reclamo de las compensaciones por impactos ambientales negativos,
mientras que en el segundo se priorizan los pedidos de una mayor
inversión en desarrollo social. Probablemente, en los proyectos en
conflicto, estas últimas inversiones sean mayores, mientras que en
los segundos han sido menos significativos y no han respondido
a las expectativas.
Se insinúan aquí hasta tres modelos de demandas: 1) depar-
tamentos como Áncash, Puno y Apurímac, donde los reclamos
privilegian el logro de beneficios de carácter colectivo o familiar;
2) el «modelo Cajamarca», donde las demandas priorizan la com-
pensación por impactos ambientales negativos, el cumplimiento de
acuerdos y el rechazo a proyectos mineros; y 3) un modelo «mixto»
(Cusco o Puno), que combina los dos modelos anteriores.

6
Los departamentos del norte albergan tres de los cuatro proyectos cuestionados
(el otro es Piura).
Iván Mendoza V. 247

Cuadro n° 5
Principales demandas de preconflictos mineros según regiones
(enero del 2017)
Demandas Cajamarca Áncash Apurímac Cusco Puno Total

Aumento de inversiones en 1 7 2 1 3 14
desarrollo local

Cumplimiento de compromisos 2 3 1 6

Bienes y servicios públicos 4 1 5

Compensación por impactos 1 1 2


ambientales negativos

Rechazo a proyectos mineros 1 1 2

Negociación/Renegociación/ 1 1
Disputa por uso de tierras

Nuevo convenio marco/ 1 1


Validez de convenios

Inclusión en área de influencia 2 2


directa

Otros 2 1 3

Total 3 19 3 4 7 36

Fuente: ONDS. Sistema de información.

En el primero, «modelo Áncash», predominan los preconflictos que


demandan inversiones sociales, bienes y servicios. Es un reclamo
por mayores beneficios, sin una corriente fuerte de oposición
«antiminera». Una variante de este se da en el Sur, «modelo
Apurímac», donde tienen primacía demandas por inversiones
sociales, cumplimiento de compromisos y compensación por
impactos ambientales. Es así que, independientemente de los estilos
radicales de protesta, no hay tampoco una oposición generalizada
contra la minería. Las movilizaciones son para lograr un mayor
acceso a los beneficios de la renta minera antes que a suprimirla.
El segundo tipo, «modelo Cajamarca», es más problemático:
predominan los reclamos por impactos ambientales negativos, el
248 Los conflictos mineros en el Perú: una lectura de sus demandas

rechazo a la minería y la exigencia del cumplimiento de compro-


misos. Puno sería una variante de este modelo, con diferencias
subregionales: el Norte del departamento parece más abierto a
aceptar la actividad minera; el Sur, la zona aymara, es más renuente.
El «modelo Cusco» es parecido a lo que pasa en Puno: hay zonas
donde la minería está sólidamente implantada (Espinar), pese a los
intensos conflictos que allí ocurrieron, y zonas donde la minería
es reciente (Chumbivilcas). En esta región el boom genera muchas
tensiones y su aceptación social no está consolidada.

Breve examen de las principales demandas


Como se observó, los conflictos y preconflictos demandan
fundamentalmente: 1) remediación o compensación por impactos
ambientales, 2) inversiones en desarrollo local y 3) cumplimiento
de compromisos acordados.
Las demandas por bienes y servicios públicos y el rechazo a
los proyectos mineros tienen también presencia. Y a pesar de que
estos no son una tendencia predominante, dada su importancia se
comenzará por estos casos.

Sobre el rechazo a la minería

Solo ocho de las 106 demandas identificadas cuestionan la actividad


minera (cuatro conflictos y cuatro preconflictos)7. Y si bien son
un número reducido, estas acapararon la atención nacional por
haber bloqueado importantes inversiones y por la violencia que
se desencadenó en varios casos8.

7
Considerando solo los casos, los ocho conflictos y preconflictos que cuestionan
la actividad minera suben a 12%.
8
Desde inicios de siglo las protestas han bloqueado siete importantes proyectos
mineros: Tambogrande (Manhattan Minerals, en Piura); Cerro Quilish (Minera Yanacocha,
en Cajamarca); Río Blanco (Ayabaca, en Piura); Santa Ana (empresa Bear Creek, en Puno);
Conga (Newmont, en Cajamarca); Cañariaco (Candente Copper, en Lambayeque); y
Iván Mendoza V. 249

El último estallido de gran repercusión nacional data del 2015


(Tía María9). La mayoría de los otros casos son más antiguos,
estando ahora casi inactivos (Kañaris en Lambayeque, Río Blanco
en Piura y Santa Ana en Puno). Los conflictos de Cajamarca (La
Zanja y Yanacocha - La Shacsha), que aparentemente no han
hecho crisis, enfrentan a organizaciones sociales con un discurso
antiminero y a dos grandes compañías. En ambos casos, sin
embargo, se trata de mineras con proyectos en ejecución que
inicialmente no tuvieron que enfrentar un rechazo comparable.
El conflicto en la cordillera El Cóndor (Amazonas) enfrenta a
organizaciones de indígenas awajún y wampis, con experiencia y
capacidad de movilización, con una minera mediana. En el Cusco,
en el distrito de Anabi, Chumbivilcas, un frente de defensa local y
organizaciones campesinas de la zona cuestionan la presencia de la
empresa Anabi. Aquí las posiciones radicales parecen ser parte de
una estrategia para negociar mayores beneficios. Recientemente el
conflicto fue controlado vía diálogo y declaratoria de emergencia.
Los principales escenarios de riesgo serían los proyectos que
las empresas y el Estado intentan «destrabar» (Río Blanco en Piura,
Cañariaco y Lambayeque), «congelados» desde hace tiempo.
En el Sur, algo similar podría ocurrir con el proyecto Santa Ana
(Puno)10. Otro escenario es el de Llusco, Chumbivilcas, hasta hoy
sin solución firme. Los dos casos de Cajamarca están de momento
relativamente calmados.
Casos como el de Río Blanco, Cañariaco, Tía María o Santa Ana
han sobrepasado ya la competencia exclusiva de especialistas en
diálogo y conflictos, por lo que su resolución pasaría por lograr
acuerdos políticos.

Tía María (en Arequipa), el más reciente. En todos ellos hubo grandes movilizaciones y
acciones de fuerza, y en al menos cuatro de ellos un saldo trágico de muertos.
9
La reacción de un amplio sector de población del valle del Tambo (donde
ocurrieron las movilizaciones del año 2015 contra el proyecto) durante la reciente visita
del presidente Pedro Pablo Kuckzynski muestran justamente lo difícil de su situación.
10
El año pasado, una resolución judicial declaró válidos los permisos otorgados
a la empresa Bear Creek, anulados el 2011 a raíz de las protestas contra esta.
250 Los conflictos mineros en el Perú: una lectura de sus demandas

En resumen, los casos de rechazo son minoritarios y enfrentan


a organizaciones sociales relativamente fuertes con discursos
radicales frente a la minería, sobre todo en zonas rurales del Norte.

Las demandas por impactos ambientales negativos

Estas demandas son las de mayor importancia relativa. Más allá


del carácter real o supuesto del daño ambiental, las quejas están
expresando, en el fondo, temores profundos de la población a
las afectaciones reales o potenciales que la minería puede tener
sobre sus actividades y modos de vida, tanto en zonas andinas
predominantemente campesinas como entre pequeños y medianos
agricultores costeños de mayores niveles de producción y
rentabilidad. Por ello, entre los contados rechazos a la minería,
destacan dos que tuvieron como actores centrales a pequeños
agricultores costeños: Tambogrande y Tía María11.
Es posible también que estas reivindicaciones sean utilizadas
como una carta para negociar inversiones y desembolsos
económicos por parte de las empresas, o la provisión de bienes y
servicios públicos.

Las demandas por inversiones sociales

La llegada de una inversión minera genera zozobra e incertidumbre


en su entorno social pero también expectativas. Las zonas con
altos niveles de pobreza, precariedad institucional y escasa
diversificación económica tienden a plantear este tipo de reclamos.

11
Los temores, en parte fundados, en parte producto de la gran desconfianza
social existente, necesitan ser disipados por el Estado y las empresas. Las respuestas
estrictamente técnicas no crean confianza en la población y no suelen prevenir o
resolver los conflictos. Se necesitan medidas creíbles que garanticen que los recursos
y estrategias de vida de quienes se oponen no van a ser afectadas y, en caso de que así
fuera, deberán compensar los daños de manera justa. La población debe convencerse
de que autoridades e instituciones públicas van a defender sus derechos.
Iván Mendoza V. 251

En el Perú, y más allá del impacto mediático de las movilizaciones


contra proyectos específicos, en la mayoría de casos, la gente acepta
la minería y busca obtener beneficios de su presencia. De allí la gran
cantidad de demandas a las empresas y al Estado por inversiones,
generación de empleo y provisión de bienes, y su peso en los
conflictos mineros vigentes.
El asunto no es fácil de manejar. Un sector de población puede
estar dispuesta a aceptar un proyecto minero mientras otro adopta
una actitud contraria. Es más, la misma gente que tiene expectativas
puede estar también sumida en la incertidumbre. Los retos son
entonces complejos, por lo que es importante que mineras y
Estado presten especial atención a estos pedidos, manteniendo un
constante diálogo y construyendo un clima de confianza.

Las demandas por el cumplimiento de compromisos


La mayoría de empresas involucradas en conflictos y preconflictos,
acusadas de faltar a los acuerdos pactados, declararon haber
cumplido con lo ofrecido y haberse ceñido a los compromisos
firmados.
El que la población perciba algo distinto se relaciona con los
altos niveles de desconfianza social y, por tanto, la baja credibilidad
y legitimidad de muchas compañías mineras. La gente duda de la
sinceridad de los compromisos de una empresa o del mismo Estado.
La situación puede haberse agravado por los momentos de alta
tensión en que se firmaron los acuerdos, lo que no permitió mayores
especificaciones que permitieran evaluar luego los avances en su
cumplimiento12.
Un factor adicional puede haber sido la presencia de actores
locales que intermedian las relaciones Estado/comunidades o
empresas/comunidades, quienes intentan presumiblemente

12
Por ejemplo, un compromiso para generar empleo local sin especificar el
número de plazas, inversiones en alguna obra concreta sin detallar los costos y los
alcances de la misma, etc.
252 Los conflictos mineros en el Perú: una lectura de sus demandas

sacar provecho personal, lo que puede ocasionar que la siguiente


dirigencia desconozca los pactos.
De igual modo, hay que tener en cuenta las dimensiones
culturales en cuyo marco se alcanzan acuerdos. Estos suelen
pactarse, por un lado, entre ejecutivos empresariales, autoridades
y funcionarios públicos acostumbrados a moverse en un mundo
formal, con niveles aceptables de confianza en las normas escritas,
y, por otro lado, líderes y dirigentes sociales, y una población
predominantemente rural, con reglas tradicionales, muchas de ellas
basadas en la costumbre, y con una fuerte carga de recelo frente
a actores urbanos y extranjeros que, en la memoria del mundo
rural campesino, cumplen su palabra solo cuando les conviene,
tratando de sacar ventaja en detrimento de ellos. Todo esto debe
estudiarse en profundidad a fin de llegar a constataciones que
alimenten estrategias que permitan disminuir la incidencia de
algunos conflictos13.
A la fecha no se ha emprendido un esfuerzo por sistematizar
estos desacuerdos, entender cuándo y por qué ocurren, y producir
instrumentos útiles para las negociaciones.

Conclusiones y recomendaciones
• El análisis de la conflictividad en la minería a partir de las
demandas tiene un interesante potencial para entender los
orígenes de las protestas sociales y las alternativas posibles para
su tratamiento, incluyendo las competencias institucionales.
Tiene la ventaja de identificar las tareas pendientes para
resolver un conflicto, el rol que le toca al Estado y las empresas,
y las responsabilidades de los sectores y niveles de gobierno14,

13
A la fecha existen muy pocas sistematizaciones y estudios que incidan
justamente en los acuerdos, los marcos socioculturales de su establecimiento, así como
los motivos de los incumplimientos (reales o supuestos).
14
El sector Energía y Minas por sí solo no puede satisfacer estas demandas
puesto que ya no son de su competencia. Así, las demandas de remediación y
Iván Mendoza V. 253

considerando que las demandas de inversión social requieren


también de un abordaje multisectorial.
• Una importante constatación se relaciona con la viabilidad de
la actividad minera. En un país donde existen varios centenares
de proyectos mineros15, que 66 de ellos afronten situaciones de
tensión social, no muestra precisamente una masiva oposición
a esta actividad. Más aún, que solo ocho de estos experimenten
cuestionamientos a su presencia, relativizan notablemente el
peso e influencia de los llamados «antimineros» y reducen las
alarmas a una dimensión más realista.
• El análisis de las demandas muestra los reclamos y aspiraciones de
la población de manera más cercana. Esta reclama a las empresas y
al Estado principalmente tres cosas: remediación o compensación
por daños ambientales, inversión social y cumplimiento de
compromisos pactados. Y si bien el rechazo a la actividad
minera es reducido, acaparó la atención por la importancia de los
proyectos y porque los conflictos escalaron e hicieron crisis. La
frustración, en ciertos casos, y el temor a su reproducción, en otros
ámbitos (lo que no ha ocurrido hasta hoy), alimentan la urgencia
de tratar las demandas adecuadamente.
• El perfil de las demandas evidencia también la necesidad de
abordajes multisectoriales desde el Estado, pues la satisfacción
de aquellas no puede estar a cargo de un solo sector (Energía
y Minas), requiriendo la participación de diversos ministerios
y entidades públicas. Esto obligará sin duda a replantear la
institucionalidad que aborda los conflictos.

compensación por impactos ambientales movilizarán al Ministerio del Ambiente,


pero también a otros sectores (Autoridad Nacional del Agua, Organismo de
Evaluación y Fiscalización Ambiental –OEFA–, Organismo Supervisor de la Inversión
en Energía y Minería –Osinergmin–, Ministerio de Economía y Finanzas –MEF–).
15
De acuerdo al Mapa de unidades mineras en producción, del Ministerio de
Energía y Minas, en el año 2016 había 604 unidades en explotación y 406 en exploración
en todo el país.
254 Los conflictos mineros en el Perú: una lectura de sus demandas

• Por otro lado, la cantidad de demandas por daños ambientales,


sean estos reales o presuntas, indican los temores de la
población, el inevitable riesgo que la minería significa para sus
entornos sociales, la necesidad de que las compañías reduzcan
estos riesgos y la exigencia de que el Estado mejore sus labores
de supervisión, control y protección de los derechos ciudadanos.
• El peso de las demandas por inversión social está expresando
las aspiraciones y expectativas mayoritarias de la población, que
ven la minería como una oportunidad para mejorar sus niveles
de ingreso, acceder a empleos locales y a servicios públicos. Esto
también obliga al Estado y a las empresas a incluir esta variable
en sus políticas y decisiones.
• Asimismo, el reclamo por incumplimiento de compromisos es
una dimensión importante en la conflictividad social, y tomando
en cuenta que muchas empresas y el mismo Estado consideran
haber cumplido con lo ofrecido a la población, estamos ante un
asunto que amerita una aproximación que permita comprender
a fondo las causas de esta suerte de incomprensión.
• Se ha constatado también que las demandas tienen importantes
variantes regionales: en el Norte predominan más reclamos
por contaminación y se evidencia una resistencia más fuerte
a la presencia minera, mientras que en el Sur predominan los
reclamos por mayores inversiones sociales. Obviamente, todo
esto manda mensajes claros a las compañías y al mismo Estado.

Más allá del impacto mediático y del ruido político de la


conflictividad minera, la aproximación a esta a través de las
demandas planteadas por la población muestra que la gran
mayoría de los reclamos pueden ser atendidos si hay la voluntad
política adecuada desde el Estado por cautelar los derechos de la
ciudadanía, si las empresas negocian con transparencia, flexibilidad
y respeto a la población, y si se diseñan marcos normativos y
estrategias que incorporen las aspiraciones y demandas de esta.
Cuadro n° 6
Demandas principales de conflictos y preconflictos
(Enero del 2017)
Compensación
Cumplimiento Bienes y Rechazo a Pago por
por impactos Inversiones Negociación
de servicios proyectos derecho de Total
ambientales sociales uso de tierras
Región compromisos públicos mineros servidumbre
negativos

Conflic Precon Conflic Precon Conflic Precon Conflic Precon Conflic Precon Conf Precon Conf Precon Conf Precon Total

Amazonas 1 - 1 1

Áncash 2 1 1 2 8 5 3 16 19

Apurímac 1 1 3 2 2 1 7 3 10

Arequipa 1 1 1 1 2

Ayacucho 1 1 1 1 1 1 3 3 6

Cajamarca 3 2 1 2 5 3 8

Cusco 1 1 1 1 1 3 2 5

Huánuco 1 1 1 1 4 - 4

Ica 1 1 - 2 2

Junín 2 - 2 2

La Libertad 1 1 1 3 - 3
Compensación
Cumplimiento Bienes y Rechazo a Pago por
por impactos Inversiones Negociación
de servicios proyectos derecho de Total
ambientales sociales uso de tierras
Región compromisos públicos mineros servidumbre
negativos

Conflic Precon Conflic Precon Conflic Precon Conflic Precon Conflic Precon Conf Precon Conf Precon Conf Precon Total

Lambayeque 1 - 1 1

Lima 1 1 2 - 2

Moquegua 1 1 - 1

Pasco 1 1 2 2 1 5 2 7

Piura 1 1 2 - 2

Puno 2 1 2 1 1 1 3 5 8

Tacna 1 - 1 1

Total 15 7 9 7 6 14 3 6 4 4 5 - - 4 42 42 84

Fuente: ONDS. Sistema de información

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