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En su reciente visita a Austria, el Dalai Lama nos ha regalado otra de sus instantáneas
cargadas de humildad y esperanza. Se ha postrado y orado ante el Sagrado Corazón de
la Catedral de San Esteban en Viena. Es el testimonio puro y a la vez osado, es el gesto
abierto y a la vez valiente, la actitud generosa y desprendida..., la que va abriendo los
corazones humanos, la que va inaugurando una nueva era de hermandad espiritual sobre
la tierra.
Hora de los reencuentros que anuncia de forma callada el líder de la túnica granate y
azafrán. Mañana el incienso será compartido o seguramente no será, pareciera
sugerirnos el otro papa sin patria ni oropeles.
El futuro de comunión ya nos ha alcanzado. Podemos atender las señales de este nuevo
y liberador tiempo. Podemos ir ya, marchar por fin hacia esa cúpula, hacia ese ancho
espacio, superiormente iluminado, que reúne nuestros anhelos sinceros, nuestros credos
sentidos. Los Cristos, los Budas, la Jerarquía que es y reina, rompen en gozo ante esa
devoción que desborda los límites establecidos, que hace arder todas las fronteras.
Las más Santas Sedes tienen techo de uralita y lindan con el dolor del mundo. La pompa
no nos confunde. Hay quilates de brillo exiguo, oros que caducan temprano. Roma es la
capital de Italia. Otra centralidad será preciso meritarla.
Somos los seguidores del Cristo, no de quien pretende su excelso lugar en la Tierra. La
luz se va haciendo. La palmaria realidad nos va situando. Quien quiera leerla que la lea.
Koldo Aldai
www.artegoxo.org
en la catedral de Viena.
(San Sebastián)