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28 7-VI-2007

Sacramentum caritatis
Exhortación de Benedicto XVI
tras el Sínodo sobre la Eucaristía
Fundación Apóstol Santiago
Fomento de la devoción al Apóstol Santiago en España, América y Filipinas
Difusión de la cultura, historia, arte y tradición de las peregrinaciones
jacobeas y del Camino de Santiago

L
a Escuela de Deportes Apóstol
Santiago, creada y sostenida por
la Fundación que lleva su nom-
bre, no se reduce al solo deporte,
va mucho más allá. Su propio tí-
tulo pone en evidencia la centralidad de
la fe cristiana que sustenta sus diversas
actividades: poesía, relatos, pintura, es-
cultura, fotografía, dibujo infantil, vídeo…
Entre ellas, destaca el Camino al sepul-
cro del Apóstol Santiago en Compostela.

En el último Año Santo Compostelano,


el 2004, la Fundación promovió una ex-
traordinaria peregrinación a Santiago de
Compostela, que tuvo lugar en sucesi-
vas etapas intermitentes, por la llamada
Ruta Primitiva, Camino Cántabro-Astur-
Galaico, o Camino Primitivo, que co-
menzó, con ocasión del Año Santo Le-
baniego, en el monasterio de Santo Tori-
bio de Liébana, en septiembre de 2000,
y concluyó en octubre de 2004, ante la
tumba del Apóstol. Fue una ruta ardua, a
través de los Picos de Europa, que signi-
ficó una verdadera gracia de Dios para
los jóvenes peregrinos. Actualmente, la
Fundación Apóstol Santiago está llevan-
do a cabo nuevas etapas del Camino pa-
ra culminar en el próximo Año Santo, el
2010. Partiendo de San Vicente de la Bar-
quera, y descendiendo todo el Canal de
Castilla (La catedral del agua), los peregri-
nos llegaron a la catedral de Palencia, y
en este año alcanzarán la villa de Puebla
de Sanabria.
Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis,
del Santo Padre Benedicto XVI
Al episcopado, al clero, a las personas consagradas y a los fieles laicos
sobre la Eucaristía fuente y culmen de la vida y de la misión de la iglesia

Introducción

1. Sacramento de la caridad1, la Santísima


Eucaristía es el don que Jesucristo hace de
sí mismo, revelándonos el amor infinito de
Dios por cada hombre. En este admirable
Sacramento se manifiesta el amor más gran-
de, aquel que impulsa a «dar la vida por los
propios amigos» (cf. Jn 15, 13). En efecto,
Jesús «los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1).
Con esta expresión, el evangelista presenta
el gesto de infinita humildad de Jesús: antes
de morir por nosotros en la cruz, ciñéndo-
se una toalla, lava los pies a sus discípulos.
Del mismo modo, en el Sacramento eucarís-
tico Jesús sigue amándonos hasta el extre-
mo, hasta el don de su Cuerpo y de su San-
gre. ¡Qué emoción debió embargar el cora-
zón de los Apóstoles ante los gestos y pala-
bras del Señor durante aquella Cena! ¡Qué
admiración ha de suscitar también en nues-
tro corazón el Misterio eucarístico!

Alimento de la verdad
2. En el Sacramento del altar, el Señor
va al encuentro del hombre, creado a ima-
gen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 27),
acompañándole en su camino. En efecto,
en este Sacramento el Señor se hace comi-
da para el hombre hambriento de verdad y
libertad. Puesto que sólo la verdad nos ha-
ce auténticamente libres (cf. Jn 8, 36), Cris-
to se convierte para nosotros en alimento de
la Verdad. San Agustín, con un penetrante
conocimiento de la realidad humana, ha
puesto de relieve cómo el hombre se mue-
ve espontáneamente, y no por coacción,
cuando se encuentra ante algo que lo atrae
y le despierta el deseo. Así pues, al pregun-
tarse sobre lo que puede mover al hombre
por encima de todo y en lo más íntimo, el
santo obispo exclama: «¿Ama algo el alma
con más ardor que la verdad?»2 En efecto, to- cada hombre y a todo el hombre. Por eso la resplandecen aún en los ritos de las anti- En el Sacramento
do hombre lleva en sí mismo el deseo ine- Iglesia, cuyo centro vital es la Eucaristía, se guas Iglesias de Oriente, hasta la difusión del altar, el Señor
vitable de la verdad última y definitiva. Por compromete constantemente a anunciar a del Ritual romano; desde las indicaciones va al encuentro
eso, el Señor Jesús, el Camino, la Verdad y todos, a tiempo y a destiempo (2 Tm 4, 2), claras del Concilio de Trento y del Misal de del hombre
la Vida (Jn 14, 6), se dirige al corazón anhe- que Dios es amor4. Precisamente porque san Pío V hasta la renovación litúrgica esta-
lante del hombre, que se siente peregrino y Cristo se ha hecho por nosotros alimento blecida por el Concilio Vaticano II: en ca-
sediento, al corazón que suspira por la fuen- de la Verdad, la Iglesia se dirige al hombre, da etapa de la historia de la Iglesia, la cele-
te de la vida, al corazón que mendiga la invitándolo a acoger libremente el don de bración eucarística, como fuente y culmen
verdad. En efecto, Jesucristo es la Verdad Dios. de su vida y misión, resplandece en el rito
en Persona, que atrae el mundo hacia sí. litúrgico con toda su riqueza multiforme.
«Jesús es la estrella polar de la libertad hu- Desarrollo del rito eucarístico La XI Asamblea General Ordinaria del Sí-
mana: sin Él pierde su orientación, puesto 3. Al observar la historia bimilenaria de nodo de los Obispos, celebrada del 2 al 23
que sin el conocimiento de la verdad, la li- la Iglesia de Dios, guiada por la sabia ac- de octubre de 2005 en el Vaticano, ha mani-
bertad se desnaturaliza, se aísla y se reduce ción del Espíritu Santo, admiramos llenos festado un profundo agradecimiento a Dios
a arbitrio estéril. Con Él, la libertad se re- de gratitud cómo se han desarrollado orde- por esta historia, reconociendo en ella la
encuentra»3. En particular, Jesús nos enseña nadamente en el tiempo las formas rituales guía del Espíritu Santo. En particular, los
en el sacramento de la Eucaristía la verdad con que conmemoramos el acontecimien- Padres sinodales han constatado y reafir-
del amor, que es la esencia misma de Dios. to de nuestra salvación. Desde las diversas mado el influjo benéfico que ha tenido pa-
Ésta es la verdad evangélica que interesa a modalidades de los primeros siglos, que ra la vida de la Iglesia la reforma litúrgica

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Sacramentum caritatis
Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

El Concilio Vaticano II litúrgica puesta en marcha a partir del Con- Congreso Eucarístico Internacional de Gua- tiforme de reflexiones y propuestas surgi-
puso en marcha cilio Ecuménico Vaticano II5. El Sínodo de dalajara (México), en octubre de 2004, se ha das en la reciente Asamblea General del
la reforma litúrgica los Obispos ha tenido la posibilidad de va- concluido el 23 de octubre de 2005, al final Sínodo de los Obispos –desde los Linea-
lorar cómo ha sido su recepción después de de la XI Asamblea sinodal, con la canoniza- menta hasta las Propositiones, incluyendo
la cumbre conciliar. Los juicios positivos ción de cinco Beatos que se han distingui- el Instrumentum laboris, las Relationes
han sido muy numerosos. Se han consta- do especialmente por la piedad eucarística: ante et post disceptationem, las interven-
tado también las dificultades y algunos abu- el obispo Józef Bilczewski, los presbíteros ciones de los Padres sinodales, de los audi-
sos cometidos, pero que no oscurecen el Cayetano Catanoso, Segismundo Goraz- tores y de los hermanos delegados–, con la
valor y la validez de la renovación litúrgica, dowski, Alberto Hurtado Cruchaga y el re- intención de explicitar algunas líneas fun-
la cual tiene aún riquezas no descubiertas ligioso capuchino Félix de Nicosia. Gracias damentales de acción orientadas a susci-
del todo. En concreto, se trata de leer los a las enseñanzas expuestas por Juan Pablo tar en la Iglesia nuevo impulso y fervor
cambios indicados por el Concilio dentro de II en la Carta apostólica Mane nobiscum por la Eucaristía. Consciente del vasto pa-
la unidad que caracteriza el desarrollo his- Domine7 y a las valiosas sugerencias de la trimonio doctrinal y disciplinar acumula-
tórico del rito mismo, sin introducir ruptu- Congregación para el Culto Divino y la Dis- do a través de los siglos sobre este Sacra-
ras artificiosas6. ciplina de los Sacramentos8, las diócesis y mento10, en el presente documento deseo,
las diversas entidades eclesiales han em- sobre todo, recomendar, teniendo en cuen-
Sínodo de los Obispos prendido numerosas iniciativas para des- ta el voto de los Padres sinodales11, que el
y Año de la Eucaristía pertar y acrecentar en los creyentes la fe pueblo cristiano profundice en la relación
4. Además, se ha de poner de relieve la eucarística, para mejorar la dignidad de las entre el Misterio eucarístico, el acto litúrgi-
relación del reciente Sínodo de los Obis- celebraciones y promover la adoración eu- co y el nuevo culto espiritual que se deri-
pos sobre la Eucaristía con lo ocurrido en carística, así como para animar una solida- va de la Eucaristía como Sacramento de la
los últimos años en la vida de la Iglesia. ridad efectiva que, partiendo de la Euca- caridad. En esta perspectiva, deseo rela-
Ante todo, hemos de pensar en el Gran Ju- ristía, llegara a los pobres. Por fin, es nece- cionar la presente Exhortación con mi pri-
bileo de 2000, con el cual mi querido Pre- sario mencionar la importancia de la última mera Carta encíclica Deus caritas est, en
decesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, encíclica de mi venerado Predecesor, Ec- la que he hablado varias veces del sacra-
ha introducido la Iglesia en el tercer mile- clesia de Eucharistia9, con la que nos ha mento de la Eucaristía para subrayar su re-
nio cristiano. El Año Jubilar se ha caracteri- dejado una segura referencia magisterial lación con el amor cristiano, tanto respec-
zado indudablemente por un fuerte sentido sobre la doctrina eucarística y un último to a Dios como al prójimo: «El Dios encar-
eucarístico. No se puede olvidar que el Sí- testimonio del lugar central que este divino nado nos atrae a todos hacia sí. Se entien-
nodo de los Obispos ha estado precedido, Sacramento tenía en su vida. de, pues, que el agapé se haya convertido
y en cierto sentido también preparado, por también en un nombre de la Eucaristía: en
el Año de la Eucaristía, establecido con gran Objeto de la presente Exhortación ella el agapé de Dios nos llega corporal-
amplitud de miras por Juan Pablo II para to- 5. Esta Exhortación apostólica postsi- mente para seguir actuando en nosotros y
da la Iglesia. Dicho Año, iniciado con el nodal se propone retomar la riqueza mul- por nosotros»12.

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Primera parte

Eucaristía, Misterio que se ha de creer


«Éste es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado» (Jn 6, 29)

La fe eucarística de la Iglesia
6. «Éste es el Misterio de la fe». Con esta
expresión, pronunciada inmediatamente des-
pués de las palabras de la consagración, el
sacerdote proclama el Misterio celebrado y
manifiesta su admiración ante la conversión
sustancial del pan y el vino en el Cuerpo y la
Sangre del Señor Jesús, una realidad que su-
pera toda comprensión humana. En efecto,
la Eucaristía es misterio de la fe por exce-
lencia: «Es el compendio y la suma de nues-
tra fe»13. La fe de la Iglesia es esencialmente
fe eucarística y se alimenta de modo particu-
lar en la mesa de la Eucaristía. La fe y los
Sacramentos son dos aspectos complemen-
tarios de la vida eclesial. La fe que suscita
el anuncio de la Palabra de Dios se alimen-
ta y crece en el encuentro de gracia con el
Señor resucitado que se produce en los Sa-
cramentos: «La fe se expresa en el rito y el ri-
to refuerza y fortalece la fe»14. Por eso, el Sa-
cramento del altar está siempre en el cen-
tro de la vida eclesial; «gracias a la Eucaristía,
la Iglesia renace siempre de nuevo»15. Cuan-
to más viva es la fe eucarística en el pueblo
de Dios, más profunda es su participación en
la vida eclesial a través de la adhesión cons-
ciente a la misión que Cristo ha confiado a
sus discípulos. La historia misma de la Igle-
sia es testigo de ello. Toda gran reforma es-
tá vinculada de algún modo al redescubri-
miento de la fe en la presencia eucarística del
Señor en medio de su pueblo.
Los israelitas recogen
Santísima Trinidad y Eucaristía en el desierto
el pan del cielo
El pan que baja del cielo
7. La primera realidad de la fe eucarísti- pia sangre, con ese pan: «Yo soy el pan vivo partícipes de la intimidad divina16. Jesucris-
ca es el misterio mismo de Dios, el amor que ha bajado del cielo: el que coma de es- to, pues, «que, en virtud del Espíritu eter-
trinitario. En el diálogo de Jesús con Nicode- te pan vivirá para siempre. Y el pan que yo no, se ha ofrecido a Dios como sacrificio
mo encontramos una expresión iluminado- daré es mi carne, para la vida del mundo» sin mancha» (Hb 9, 14), nos comunica la
ra a este respecto: «Tanto amó Dios al mun- (Jn 6, 51). Jesús se manifiesta así como el misma vida divina en el don eucarístico. Se
do, que entregó a su Hijo único, para que no Pan de vida, que el Padre eterno da a los trata de un don absolutamente gratuito, que
perezca ninguno de los que creen en Él, si- hombres. se debe sólo a las promesas de Dios, cum-
no que tengan vida eterna. Porque Dios no plidas por encima de toda medida. La Igle-
mandó a su Hijo al mundo para condenar al Don gratuito de la Santísima Trinidad sia, con obediencia fiel, acoge, celebra y
mundo, sino para que el mundo se salve 8. En la Eucaristía se revela el designio adora este don. El Misterio de la fe es miste-
por Él» (Jn 3, 16-17). Estas palabras mues- de amor que guía toda la historia de la sal- rio del amor trinitario, en el cual, por gracia,
tran la raíz última del don de Dios. En la vación (cf. Ef 1, 10; 3, 8-11). En ella, el Deus estamos llamados a participar. Por tanto,
Eucaristía, Jesús no da algo, sino a sí mismo; Trinitas, que en sí mismo es amor (cf. 1 Jn también nosotros hemos de exclamar con
ofrece su Cuerpo y derrama su Sangre. En- 4, 7-8), se une plenamente a nuestra con- san Agustín: «Ves la Trinidad si ves el
trega así toda su vida, manifestando la fuen- dición humana. En el pan y en el vino, ba- amor»17.
te originaria de este amor divino. Él es el jo cuya apariencia Cristo se nos entrega en
Hijo eterno que el Padre ha entregado por la Cena pascual (cf. Lc 22, 14-20; 1 Co 11, 23- Eucaristía: Jesús, el verdadero
nosotros. En el Evangelio escuchamos tam- 26), nos llega toda la vida divina y se com- Cordero inmolado
bién a Jesús que, después de haber dado parte con nosotros en la forma del Sacra-
de comer a la multitud con la multiplica- mento. Dios es comunión perfecta de amor La nueva y eterna alianza en la sangre
ción de los panes y los peces, dice a sus in- entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ya del Cordero
terlocutores que lo habían seguido hasta la en la creación, el hombre fue llamado a 9. La misión para la que Jesús ha venido
sinagoga de Cafarnaúm: «Es mi Padre el que compartir en cierta medida el aliento vital de entre nosotros llega a su cumplimiento en el
os da el verdadero pan del cielo. Porque el Dios (cf. Gn 2, 7). Pero es en Cristo muerto Misterio Pascual. Desde lo alto de la cruz,
pan de Dios es el que baja del cielo y da la y resucitado, y en la efusión del Espíritu donde atrae todo hacia sí (cf. Jn 12, 32), an-
vida al mundo» (Jn 6, 32-33); y llega a iden- Santo que se nos da sin medida (cf. Jn 3, tes de entregar el espíritu dice: «Está cumpli-
tificarse Él mismo, la propia carne y la pro- 34), donde nos convertimos en verdaderos do» ( Jn 19, 30). En el misterio de su obe-

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Figura transit in veritatem


11. De este modo Jesús inserta su no-
vum radical dentro de la antigua cena sacri-
ficial judía. Para nosotros los cristianos, ya
no es necesario repetir aquella cena. Como
dicen con precisión los Padres, figura tran-
sit in veritatem: lo que anunciaba realidades
futuras, ahora ha dado paso a la verdad mis-
ma. El antiguo rito ya se ha cumplido y ha
sido superado definitivamente por el don
de amor del Hijo de Dios encarnado. El ali-
mento de la verdad, Cristo inmolado por
nosotros, dat... figuris terminum20. Con el
mandato: «Haced esto en conmemoración
mía» (cf. Lc 22, 19; 1 Co 11, 25), nos pide
corresponder a su don y representarlo sacra-
mentalmente. Por tanto, el Señor expresa
con estas palabras, por decirlo así, la espe-
ranza de que su Iglesia, nacida de su Sacri-
ficio, acoja este don, desarrollando bajo la
guía del Espíritu Santo la forma litúrgica
del Sacramento. En efecto, el Memorial de
su total entrega no consiste en la simple re-
petición de la Última Cena, sino propiamen-
te en la Eucaristía, es decir, en la novedad ra-
dical del culto cristiano. Jesús nos ha enco-
mendado así la tarea de participar en su ho-
ra. «La Eucaristía nos adentra en el acto
oblativo de Jesús. No recibimos solamente
de modo pasivo el Logos, sino que nos im-
Mosaico sobre diencia hasta la muerte, y una muerte de Institución de la Eucaristía plicamos en la dinámica de su entrega»21.
la Última Cena, cruz (cf. Flp 2, 8), se ha cumplido la nueva 10. De este modo llegamos a reflexio- Él nos atrae hacia sí22. La conversión sustan-
en la que Cristo y eterna Alianza. La libertad de Dios y la li- nar sobre la institución de la Eucaristía en cial del pan y del vino en su Cuerpo y en su
bertad del hombre se han encontrado defi-
instituyó la Eucaristía la Última Cena. Sucedió en el contexto de Sangre introduce en la creación el princi-
nitivamente en su carne crucificada, en un una cena ritual con la que se conmemora- pio de un cambio radical, como una forma
pacto indisoluble y válido para siempre. ba el acontecimiento fundamental del pue- de fisión nuclear, por usar una imagen bien
También el pecado del hombre ha sido ex- blo de Israel: la liberación de la esclavi- conocida hoy por nosotros, que se produce
piado una vez por todas por el Hijo de Dios tud de Egipto. Esta cena ritual, relaciona- en lo más íntimo del ser; un cambio destina-
(cf. Hb 7, 27; 1 Jn 2, 2; 4, 10). Como he teni- da con la inmolación de los corderos (Ex do a suscitar un proceso de transformación
do ya oportunidad de decir, «en su muerte 12, 1-28.43-51), era conmemoración del de la realidad, cuyo término último será la
en la cruz se realiza ese ponerse Dios con- pasado, pero, al mismo tiempo, también transfiguración del mundo entero, el mo-
tra sí mismo, al entregarse para dar nueva memoria profética, es decir, anuncio de mento en que Dios será todo para todos
vida al hombre y salvarlo: esto es el amor en una liberación futura. En efecto, el pue- (cf. 1 Co 15, 28).
su forma más radical»18. En el blo había experimentado que aquella li-
Misterio Pascual se ha reali- beración no había sido definitiva, puesto El Espíritu Santo y la Eucaristía
zado verdaderamente nuestra que su historia estaba todavía demasiado
liberación del mal y de la marcada por la esclavitud y el pecado. El Jesús y el Espíritu Santo
Al instituir muerte. En la institución de memorial de la antigua liberación se abría 12. Con su palabra, y con el pan y el vi-
la Eucaristía, Jesús mismo ha- así a la súplica y a la esperanza de una no, el Señor mismo nos ha ofrecido los ele-
el sacramento bló de la nueva y eterna salvación más profunda, radical, univer- mentos esenciales del culto nuevo. La Igle-
de la Eucaristía, Alianza, estipulada en su san- sal y definitiva. Éste es el contexto en el sia, su Esposa, está llamada a celebrar, día
gre derramada (cf. Mt 26, 28; cual Jesús introduce la novedad de su don. tras día, el banquete eucarístico en conme-
Jesús anticipa Mc 14, 24; Lc 22, 20). Esta me- En la oración de alabanza, la Berakah, da moración suya. Introduce así el sacrificio
e implica ta última de su misión era ya gracias al Padre no sólo por los grandes redentor de su Esposo en la historia de los
el Sacrificio bastante evidente al comienzo acontecimientos de la historia pasada, si- hombres y lo hace presente sacramental-
de su vida pública. En efecto, no también por la propia exaltación. Al mente en todas las culturas. Este gran Mis-
de la cruz cuando a orillas del Jordán instituir el sacramento de la Eucaristía, Je- terio se celebra en las formas litúrgicas que
y la victoria de Juan Bautista ve venir a Jesús, sús anticipa e implica el Sacrificio de la la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, desa-
exclama: «Éste es el Cordero cruz y la victoria de la Resurrección. Al rrolla en el tiempo y en los diversos luga-
la Resurrección de Dios, que quita el pecado mismo tiempo, se revela como el verda- res23. A este propósito es necesario desper-
del mundo» (Jn 1, 19). Es sig- dero cordero inmolado, previsto en el de- tar en nosotros la conciencia del papel de-
nificativo que la misma expre- signio del Padre desde la fundación del cisivo que desempeña el Espíritu Santo en el
sión se repita cada vez que mundo, como se lee en la Primera Carta desarrollo de la forma litúrgica y en la pro-
celebramos la santa misa, con la invitación de San Pedro (cf. 1, 18-20). Situando en fundización de los divinos misterios. El Pa-
del sacerdote para acercarse a comulgar: este contexto su don, Jesús manifiesta el ráclito, primer don para los creyentes24, que
«Éste es el Cordero de Dios, que quita el sentido salvador de su muerte y resurrec- actúa ya en la creación (cf. Gn 1, 2), está
pecado del mundo. Dichosos los invitados ción, Misterio que se convierte en el factor plenamente presente en toda la vida del
a la Cena del Señor». Jesús es el verdadero renovador de la Historia y de todo el cos- Verbo encarnado; en efecto, Jesucristo fue
cordero pascual que se ha ofrecido espon- mos. En efecto, la institución de la Eucaris- concebido por la Virgen María por obra del
táneamente a sí mismo en sacrificio por no- tía muestra cómo aquella muerte, de por sí Espíritu Santo (cf. Mt 1, 18; Lc 1, 35); al co-
sotros, realizando así la nueva y eterna alian- violenta y absurda, se ha transformado en mienzo de su misión pública, a orillas del
za. La Eucaristía contiene en sí esta nove- Jesús en un supremo acto de amor y de Jordán, lo ve bajar sobre sí en forma de pa-
dad radical, que se nos propone de nuevo liberación definitiva del mal para la Hu- loma (cf. Mt 3, 16 y par.); en este mismo Es-
en cada celebración19. manidad. píritu actúa, habla y se llena de gozo (cf. Lc

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10, 21), y por Él se ofrece a sí mismo (cf. víctima, se enciendan por ella las almas de Eucaristía en los orígenes mismos de la Igle- La Eucaristía
Hb 9, 14). En los llamados discursos de des- todos»27. Es muy necesario para la vida espi- sia»32. La Eucaristía es Cristo que se nos en- es constitutiva
pedida recopilados por Juan, Jesús estable- ritual de los fieles que tomen conciencia trega, edificándonos continuamente como del ser y del actuar
ce una clara relación entre el don de su vi- más claramente de la riqueza de la anáfora: su cuerpo. Por tanto, en la sugestiva corre- de la Iglesia
da en el Misterio Pascual y el don del Espí- junto con las palabras pronunciadas por lación entre la Eucaristía que edifica la Igle-
ritu a los suyos (cf. Jn 16, 7). Una vez resu- Cristo en la Última Cena, contiene la epí- sia y la Iglesia que hace a su vez la Eucaris-
citado, llevando en su carne las señales de clesis, como invocación al Padre para que tía33, la primera afirmación expresa la causa
la Pasión, Él infunde el Espíritu (cf. Jn 20, haga descender el don del Espíritu a fin de primaria: la Iglesia puede celebrar y ado-
22), haciendo a los suyos partícipes de su que el pan y el vino se conviertan en el rar el misterio de Cristo presente en la Eu-
propia misión (cf. Jn 20, 21). Será el Espíri- Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y para que caristía, precisamente porque el mismo Cris-
tu quien enseñe después a los discípulos «toda la comunidad sea cada vez más cuer- to se ha entregado antes a ella en el Sacrifi-
todas las cosas y les recuerde todo lo que po de Cristo»28. El Espíritu, que invoca el ce- cio de la cruz. La posibilidad que tiene la
Cristo ha dicho (cf. Jn 14, 26), porque corres- lebrante sobre los dones del pan y el vino Iglesia de hacer la Eucaristía tiene su raíz en
ponde a Él, como Espíritu de la verdad (cf. puestos sobre el altar, es el mismo que reú- la donación que Cristo le ha hecho de sí
Jn 15, 26), guiarlos hasta la verdad comple- ne a los fieles en un solo cuerpo, haciendo mismo. Descubrimos también aquí un as-
ta (cf. Jn 16, 13). En el relato de los Hechos, de ellos una oferta espiritual agradable al pecto elocuente de la fórmula de san Juan:
el Espíritu desciende sobre los Apóstoles, Padre29. «Él nos ha amado primero» (1Jn 4, 19). Así,
reunidos en oración con María, el día de también nosotros confesamos en cada cele-
Pentecostés (cf. 2, 1-4), y los anima a la mi- Eucaristía e Iglesia bración la primacía del don de Cristo. En
sión de anunciar a todos los pueblos la Bue- definitiva, el influjo causal de la Eucaristía en
na Noticia. Por tanto, Cristo mismo, en vir- Eucaristía, principio causal el origen de la Iglesia revela la preceden-
tud de la acción del Espíritu, está presente de la Iglesia cia, no sólo cronológica, sino también onto-
y operante en su Iglesia, desde su centro 14. Por el Sacramento eucarístico Jesús lógica, del habernos amado primero. Él es
vital que es la Eucaristía. incorpora a los fieles a su propia hora; de eternamente quien nos ama primero.
este modo nos muestra la unión que ha que-
Espíritu Santo y celebración eucarística rido establecer entre Él y nosotros, entre su Eucaristía y comunión eclesial
13. En este horizonte se comprende el persona y la Iglesia. En efecto, Cristo mismo, 15. La Eucaristía es, pues, constitutiva
papel decisivo del Espíritu Santo en la cele- en el Sacrificio de la cruz, ha engendrado a del ser y del actuar de la Iglesia. Por eso la
bración eucarística y, en particular, en lo la Iglesia como su Esposa y su Cuerpo. Los antigüedad cristiana designó con las mis-
que se refiere a la transustanciación. Todo Padres de la Iglesia han meditado mucho mas palabras Corpus Christi el cuerpo naci-
ello está bien documentado en los Padres de sobre la relación entre el origen de Eva del do de la Virgen María, el Cuerpo eucarístico
la Iglesia. San Cirilo de Jerusalén, en sus costado de Adán mientras dormía (cf. Gn y el cuerpo eclesial de Cristo34. Este dato,
Catequesis, recuerda que nosotros «invoca- 2, 21-23) y de la nueva Eva, la Iglesia, del muy presente en la Tradición, ayuda a au-
mos a Dios misericordioso para que mande costado abierto de Cristo, sumido en el sue- mentar en nosotros la conciencia de que no
su Santo Espíritu sobre las ofrendas que es- ño de la muerte: del costado traspasado, di- se puede separar a Cristo de la Iglesia. El
tán ante nosotros, para que Él transforme ce Juan, salió sangre y agua (cf. Jn 19, 34), Señor Jesús, ofreciéndose a sí mismo en sa-
el pan en Cuerpo de Cristo y el vino en San- símbolo de los Sacramentos30. El contem- crificio por nosotros, ha preanunciado eficaz-
gre de Cristo. Lo que toca el Espíritu Santo plar al que atravesaron (Jn 19, 37) nos lle- mente en su donación el misterio de la Igle-
es santificado y transformado totalmente»25. va a considerar la unión causal entre el Sa- sia. Es significativo que en la segunda Plega-
También san Juan Crisóstomo hace notar crificio de Cristo, la Eucaristía y la Iglesia. En ria eucarística, al invocar al Paráclito, se for-
que el sacerdote invoca el Espíritu Santo efecto, la Iglesia vive de la Eucaristía31. Ya mule de este modo la oración por la unidad
cuando celebra el Sacrificio26: como Elías que en ella se hace presente el sacrificio re- de la Iglesia: «Que el Espíritu Santo congre-
–dice–, el ministro invoca el Espíritu Santo dentor de Cristo, se tiene que reconocer, gue en la unidad a cuantos participamos del
para que, «descendiendo la gracia sobre la ante todo, que «hay un influjo causal de la Cuerpo y de la Sangre de Cristo». Este pa-

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

saje permite comprender bien que la res del xas que han conservado la auténtica e ínte- mediante los cuales la gracia de Dios influ-
Sacramento eucarístico incluye la unidad de gra naturaleza del misterio de la Eucaristía. ye concretamente en los fieles para que to-
los fieles en la comunión eclesial. La Eucaris- Al mismo tiempo, el relieve dado al carácter da su vida, redimida por Cristo, se convier-
tía se muestra así en las raíces de la Iglesia eclesial de la Eucaristía puede convertirse ta en culto agradable a Dios. En esta pers-
como Misterio de comunión35. también en elemento privilegiado en el diá- pectiva, deseo subrayar aquí algunos ele-
Ya en su encíclica Ecclesia de Eucharis- logo con las Comunidades nacidas de la Re- mentos, señalados por los Padres sinodales,
tia, el Siervo de Dios Juan Pablo II llamó forma40. que pueden ayudar a comprender la rela-
la atención sobre la relación entre Eucaris- ción de todos los Sacramentos con el Miste-
tía y communio. Se refirió al Memorial de Eucaristía y Sacramentos rio eucarístico.
Cristo como la «suprema manifestación sa-
cramental de la comunión en la Iglesia»36. Sacramentalidad de la Iglesia I. Eucaristía e iniciación cristiana
La unidad de la comunión eclesial se reve- 16. El Concilio Vaticano II ha recorda-
la concretamente en las comunidades cris- do que «los demás Sacramentos, como tam- Eucaristía, plenitud de la iniciación
tianas y se renueva en el acto eucarístico bién todos los ministerios eclesiales y las cristiana
que las une y las diferencia en Iglesias par- obras de apostolado, están unidos a la Euca- 17. Puesto que la Eucaristía es verda-
ticulares, «in quibus et ex quibus una et uni- ristía y a ella se ordenan. La sagrada Euca- deramente fuente y culmen de la vida y
ca Ecclesia catholica exsistit»37. Precisamen- ristía, en efecto, contiene todo el bien es- de la misión de la Iglesia, el camino de ini-
te la realidad de la única Eucaristía que se piritual de la Iglesia, es decir, Cristo mis- ciación cristiana tiene como punto de refe-
celebra en cada diócesis en torno al propio mo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la rencia la posibilidad de acceder a este Sa-
obispo nos permite comprender cómo las vida a los hombres por medio del Espíritu cramento. A este respecto, como han di-
mismas Iglesias particulares subsisten in y Santo. Así, los hombres son invitados y lle- cho los Padres sinodales, hemos de pre-
ex Ecclesia. En efecto, «la unicidad e indi- vados a ofrecerse a sí mismos, sus trabajos guntarnos si en nuestras comunidades
visibilidad del Cuerpo eucarístico del Señor y todas las cosas creadas junto con Cristo»41. cristianas se percibe de manera suficiente
implica la unicidad de su cuerpo místico, Esta relación íntima de la Eucaristía con los el estrecho vínculo que hay entre el Bautis-
que es la Iglesia una e indivisible. Desde el otros Sacramentos y con la existencia cristia- mo, la Confirmación y la Eucaristía46. En
centro eucarístico surge la necesaria apertu- na se comprende en su raíz cuando se con- efecto, nunca debemos olvidar que somos
ra de cada comunidad celebrante, de cada templa el misterio de la Iglesia como sacra- bautizados y confirmados en orden a la
Iglesia particular: del dejarse atraer por los mento42. A este propósito, el Concilio Vatica- Eucaristía. Esto requiere el esfuerzo de fa-
brazos abiertos del Señor se sigue la inser- no II afirma que «la Iglesia es en Cristo co- vorecer en la acción pastoral una compren-
ción en su cuerpo, único e indiviso»38. Por mo un sacramento o signo e instrumento sión más unitaria del proceso de iniciación
este motivo, en la celebración de la Eucaris- de la unión íntima con Dios y de la unidad cristiana. El sacramento del Bautismo, me-
tía, cada fiel se encuentra en su Iglesia, es de todo el género humano»43. Ella, como di- diante el cual nos conformamos con Cris-
decir, en la Iglesia de Cristo. En esta pers- ce san Cipriano, en cuanto «pueblo convoca- to47, nos incorporamos a la Iglesia y nos
pectiva eucarística, comprendida adecua- do por el unidad del Padre, del Hijo y del convertimos en hijos de Dios, es la puerta
damente, la comunión eclesial se revela una Espíritu Santo»44, es sacramento de la Co- para todos los Sacramentos. Con él se nos
realidad por su propia naturaleza católica39. munión trinitaria. integra en el único cuerpo de Cristo (cf. 1
Subrayar esta raíz eucarística de la comu- El hecho de que la Iglesia sea sacramen- Co 12, 13), pueblo sacerdotal. Sin embargo,
nión eclesial puede contribuir también efi- to universal de salvación45 muestra cómo la participación en el Sacrificio eucarístico
cazmente al diálogo ecuménico con las Igle- la economía sacramental determina, en úl- perfecciona en nosotros lo que nos ha sido
sias y con las Comunidades eclesiales que timo término, el modo cómo Cristo, único dado en el Bautismo. Los dones del Espíri-
Una de las sesiones no están en plena comunión con la Sede Salvador, mediante el Espíritu llega a nues- tu se dan también para la edificación del
del Concilio Vaticano II de Pedro. En efecto, la Eucaristía establece tra existencia en sus circunstancias especí- cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12) y para un
en la basílica objetivamente un fuerte vínculo de unidad ficas. La Iglesia se recibe y, al mismo tiem- mayor testimonio evangélico en el mun-
de San Pedro entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodo- po, se expresa en los siete Sacramentos, do48. Así pues, la santísima Eucaristía lleva

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 8


Sacramentum caritatis
Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

la iniciación cristiana a su plenitud y es


como el centro y el fin de toda la vida sa-
cramental49.

Orden de los Sacramentos


de la iniciación
18. A este respeto es necesario prestar
atención al tema del orden de los Sacra-
mentos de la iniciación. En la Iglesia hay
tradiciones diferentes. Esta diversidad se
manifiesta claramente en las costumbres
eclesiales de Oriente50, y en la misma praxis
occidental por lo que se refiere a la inicia-
ción de los adultos51, a diferencia de la de
los niños52. Sin embargo, no se trata pro-
piamente de diferencias de orden dogmáti-
co, sino de carácter pastoral. Concretamen-
te, es necesario verificar qué praxis puede
efectivamente ayudar mejor a los fieles a
poner de relieve el sacramento de la Euca-
ristía como aquello a lo que tiende toda la
iniciación. En estrecha colaboración con los
competentes Dicasterios de la Curia romana,
las Conferencias Episcopales han de verifi-
car la eficacia de los actuales procesos de
iniciación, para ayudar cada vez más al cris-
tiano a madurar con la acción educadora
de nuestras comunidades, y llegue a asu-
mir en su vida una impronta auténticamen-
te eucarística, que le haga capaz de dar ra-
zón de la propia esperanza de modo ade- Reconciliación54. Debido a la relación entre narios de nuestras iglesias estén bien visi- El amor a la Eucaristía
cuado en nuestra época (cf. 1 P 3, 15). estos Sacramentos, una auténtica cateque- bles y sean expresión del significado de es- lleva a apreciar
sis sobre el sentido de la Eucaristía no pue- te Sacramento. Pido a los pastores que vigi- el sacramento
Iniciación, comunidad eclesial de separarse de la propuesta de un camino len atentamente sobre la celebración del sa- de la Reconciliación
y familia penitencial (cf. 1 Co 11, 27-29). Efectivamen- cramento de la Reconciliación, limitando la
19. Se ha de tener siempre presente que te, como se constata en la actualidad, los praxis de la absolución general exclusiva-
toda la iniciación cristiana es un camino de fieles se encuentran inmersos en una cul- mente a los casos previstos61, siendo la ce-
conversión, que se debe recorrer con la ayu- tura que tiende a borrar el sentido del peca- lebración personal la única forma ordina-
da de Dios y en constante referencia a la do55, favoreciendo una actitud superficial ria62. Frente a la necesidad de redescubrir
comunidad eclesial, ya sea cuando es el que lleva a olvidar la necesidad de estar en el perdón sacramental, debe haber siempre
adulto mismo quien solicita entrar en la gracia de Dios para acercarse dignamente un Penitenciario63 en todas las diócesis. En
Iglesia, como ocurre en los lugares de pri- a la comunión sacramental56. En realidad, fin, una praxis equilibrada y
mera evangelización y en muchas zonas se- perder la conciencia de pecado comporta profunda de la indulgencia,
cularizadas, o bien cuando son los padres siempre también una cierta superficialidad obtenida para sí o para los di-
los que piden los Sacramentos para sus hi- en la forma de comprender el amor mismo funtos, puede ser una ayuda
jos. A este respecto, deseo llamar la aten- de Dios. Ayuda mucho a los fieles recordar válida para una nueva toma Los fieles viven
ción de modo especial sobre la relación que aquellos elementos que, dentro del rito de la de conciencia de la relación en una cultura
hay entre iniciación cristiana y familia. En la santa misa, expresan la conciencia del pro- entre Eucaristía y Reconcilia-
acción pastoral se tiene que asociar siempre pio pecado y, al mismo tiempo, la miseri- ción. Con la indulgencia se ga- sin sentido
la familia cristiana al itinerario de inicia- cordia de Dios57. Además, la relación entre la na «la remisión ante Dios de la del pecado, que
ción. Recibir el Bautismo, la Confirmación y Eucaristía y la Reconciliación nos recuerda pena temporal por los peca-
acercarse por primera vez a la Eucaristía, que el pecado nunca es algo exclusivamen- dos, ya perdonados en lo refe- lleva a olvidar la
son momentos decisivos no sólo para la te individual; siempre comporta también 64
rente a la culpa» . El recurso a necesidad de
persona que los recibe, sino también para una herida para la comunión eclesial, en la las indulgencias nos ayuda a
toda la familia, la cual ha de ser ayudada que estamos insertados por el Bautismo. comprender que sólo con
estar en gracia
en su tarea educativa por la comunidad ecle- Por esto la Reconciliación, como dijeron los nuestras fuerzas no podremos de Dios para
sial, con la participación de sus diversos Padres de la Iglesia, es laboriosus quidam reparar el mal realizado y que comulgar
miembros53. Quisiera subrayar aquí la im- baptismus58, subrayando de esta manera que los pecados de cada uno da-
portancia de la Primera Comunión. Para el resultado del camino de conversión su- ñan a toda la comunidad; por dignamente
tantos fieles este día queda grabado en la pone el restablecimiento de la plena comu- otra parte, la práctica de la in-
memoria, con razón, como el primer mo- nión eclesial, expresada al acercarse de nue- dulgencia, implicando, ade-
mento en que, aunque de modo todavía ini- vo a la Eucaristía59. más de la doctrina de los mé-
cial, se percibe la importancia del encuentro ritos infinitos de Cristo, la de la comunión
personal con Jesús. La pastoral parroquial Algunas observaciones pastorales de los santos, enseña «la íntima unión con
debe valorar adecuadamente esta ocasión 21. El Sínodo ha recordado que es come- que estamos vinculados a Cristo, y la gran
tan significativa. tido pastoral del obispo promover en su importancia que tiene para los demás la vi-
propia diócesis una firme recuperación de da sobrenatural de cada uno»65. Esta prácti-
II. Eucaristía y sacramento la pedagogía de la conversión que nace de ca de la indulgencia puede ayudar eficaz-
de la Reconciliación la Eucaristía, y fomentar entre los fieles la mente a los fieles en el camino de conver-
confesión frecuente. Todos los sacerdotes sión y a descubrir el carácter central de la
Su relación intrínseca deben dedicarse con generosidad, empeño Eucaristía en la vida cristiana, ya que las
20. Los Padres sinodales han afirmado y competencia a la administración del sa- condiciones que prevé su misma forma in-
que el amor a la Eucaristía lleva también a cramento de la Reconciliación60. A este pro- cluye el acercarse a la confesión y a la comu-
apreciar cada vez más el sacramento de la pósito se debe procurar que los confesio- nión sacramental.

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 9


Sacramentum caritatis
Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

está presente en su Iglesia como Cabeza de


su cuerpo, Pastor de su rebaño, Sumo Sacer-
dote del sacrificio redentor»72. Ciertamente,
el ministro ordenado «actúa también en
nombre de toda la Iglesia cuando presenta
a Dios la oración de la Iglesia y, sobre todo,
cuando ofrece el Sacrificio eucarístico»73. Es
necesario, por tanto, que los sacerdotes se-
an conscientes de que nunca deben poner-
se ellos mismos o sus opiniones en el pri-
mer plano de su ministerio, sino a Jesucris-
to. Todo intento de ponerse a sí mismos co-
mo protagonistas de la acción litúrgica
contradice la identidad sacerdotal. Antes
que nada, el sacerdote es servidor y tiene
que esforzarse continuamente en ser signo
que, como dócil instrumento en sus manos,
se refiere a Cristo. Esto se expresa particu-
larmente en la humildad con la que el sacer-
dote dirige la acción litúrgica, obedecien-
do y correspondiendo con el corazón y la
mente al rito, evitando todo lo que pueda
dar precisamente la sensación de un pro-
tagonismo inoportuno. Recomiendo, por
tanto, al clero profundizar siempre en la
conciencia del propio ministerio eucarístico
como un humilde servicio a Cristo y a su
Iglesia. El sacerdocio, como decía san Agus-
tín, es amoris officium74 es el oficio del buen
pastor, que da la vida por las ovejas (cf. Jn
10, 14-15).

Eucaristía y celibato sacerdotal


El sacerdocio III. Eucaristía y Unción ritual de toda la comunidad, sabiendo que lo 24. Los Padres sinodales han querido
ministerial requiere de los enfermos que hayamos hecho al más pequeño se lo subrayar que el sacerdocio ministerial re-
la plena configuración hemos hecho a Jesús mismo (cf. Mt 25, 40). quiere, mediante la ordenación, la plena
con Cristo 22. Jesús no ha enviado solamente a sus configuración con Cristo. Respetando la
discípulos a curar a los enfermos (cf. Mt 10, IV. Eucaristía y sacramento del Orden praxis y las tradiciones orientales diferentes,
8; Lc 9, 2; 10, 9), sino que ha instituido tam- es necesario reafirmar el sentido profundo
bién para ellos un sacramento específico: In persona Christi capitis del celibato sacerdotal, considerado justa-
la Unción de los enfermos66. La Carta de 23. La relación intrínseca entre Eucaris- mente como una riqueza inestimable y con-
Santiago atestigua ya la existencia de este tía y sacramento del Orden se desprende de firmado por la praxis oriental de elegir co-
gesto sacramental en la primera comuni- las mismas palabras de Jesús en el Cená- mo obispos sólo entre los que viven el ce-
dad cristiana (cf. 5, 14-16). Si culo: «Haced esto en conmemoración mía» libato, y que tiene en gran estima la op-
la Eucaristía muestra cómo los (Lc 22, 19). En efecto, la víspera de su muer- ción por el celibato que hacen numerosos
sufrimientos y la muerte de te, Jesús instituyó la Eucaristía y fundó, al presbíteros. En efecto, esta opción del sacer-
Cristo se han transformado en mismo tiempo, el sacerdocio de la nueva dote es una expresión peculiar de la entre-
Reafirmo lo bello amor, la Unción de los enfer- Alianza. Él es sacerdote, víctima y altar: me- ga que lo conforma con Cristo y de la entre-
del sacerdocio mos, por su parte, asocia al diador entre Dios Padre y el pueblo (cf. Hb ga exclusiva de sí mismo por el reino de
vivido en el que sufre al ofrecimiento que 5, 5-10), víctima de expiación (cf. 1 Jn 2, 2; Dios75. El hecho de que Cristo mismo, sacer-
Cristo ha hecho de sí para la 4,10) que se ofrece a sí mismo en el altar de dote para siempre, viviera su misión hasta
celibato, signo salvación de todos, de tal ma- la cruz. Nadie puede decir Esto es mi cuer- el Sacrificio de la cruz en estado de virgini-
de la dedicación nera que él también pueda, po y Éste es el cáliz de mi sangre si no es en dad es el punto de referencia seguro para
en el misterio de la comunión el nombre y en la persona de Cristo, único entender el sentido de la tradición de la
plena a Cristo, de los santos, participar en la sumo sacerdote de la nueva y eterna Alian- Iglesia latina a este respecto. Así pues, no
y confirmo redención del mundo. La rela- za (cf. Hb 8-9). El Sínodo de los Obispos basta con comprender el celibato sacerdo-
su carácter ción entre estos Sacramentos en otras Asambleas trató ya el tema del sa- tal en términos meramente funcionales. En
se manifiesta, además, en el cerdocio ordenado, tanto por lo que se re- realidad, representa una especial confor-
obligatorio en la momento en que se agrava la fiere a la identidad del ministerio69 como mación con el estilo de vida del propio
tradición latina enfermedad: «A los que van a a la formación de los candidatos70. Ahora, a Cristo. Dicha opción es ante todo espon-
dejar esta vida, la Iglesia ofre- la luz del diálogo tenido en la última Asam- sal; es una identificación con el corazón de
ce, además de la Unción de blea sinodal, creo oportuno recordar algu- Cristo Esposo que da la vida por su Esposa.
los enfermos, la Eucaristía co- nos valores sobre la relación entre la Eu- Junto con la gran tradición eclesial, con el
mo viático»67. En el momento de pasar al caristía y el Orden. Ante todo, se ha de re- Concilio Vaticano II76 y con los Sumos Pon-
Padre, la comunión con el Cuerpo y la San- afirmar que el vínculo entre el Orden sa- tífices predecesores míos77, reafirmo la be-
gre de Cristo se manifiesta como semilla de grado y la Eucaristía se hace visible lleza y la importancia de una vida sacerdo-
vida eterna y potencia de resurrección: «El precisamente en la Misa presidida por el tal vivida en el celibato, como signo que
que come mi carne y bebe mi sangre tiene obispo o el presbítero en la persona de expresa la dedicación total y exclusiva a
vida eterna, y yo lo resucitaré en el último Cristo como cabeza. Cristo, a la Iglesia y al reino de Dios, y con-
día» (Jn 6, 54). Puesto que el santo Viático La doctrina de la Iglesia considera la or- firmo por tanto su carácter obligatorio pa-
abre al enfermo la plenitud del Misterio Pas- denación sacerdotal condición imprescin- ra la tradición latina. El celibato sacerdo-
cual, es necesario asegurarle su recepción68. dible para la celebración válida de la Euca- tal, vivido con madurez, alegría y dedica-
La atención y el cuidado pastoral de los en- ristía71. En efecto, «en el servicio eclesial del ción, es una grandísima bendición para la
fermos redunda sin duda en beneficio espi- ministerio ordenado es Cristo mismo quien Iglesia y para la sociedad misma.

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 10


Sacramentum caritatis
Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Escasez de clero y pastoral vocacional servicio a la misión de la Iglesia, edifican bre debe estar unido de modo definitivo a
25. A propósito del vínculo entre el sa- la comunidad anunciando la Palabra de Dios una sola mujer y viceversa (cf. Gn 2, 24; Mt
cramento del Orden y la Eucaristía, el Síno- y partiendo el Pan de Vida82. En fin, hay que 19, 5). En este orden de ideas, el Sínodo de
do se ha detenido sobre la preocupación dar gracias a Dios por tantos sacerdotes que los Obispos ha afrontado el tema de la pra-
que ocasiona en muchas diócesis la escasez han sufrido hasta el sacrificio de la propia xis pastoral respecto a quien, proviniendo
de sacerdotes. Esto ocurre no sólo en al- vida por servir a Cristo. En ellos se ve de de culturas en que se practica la poligamia,
gunas zonas de primera evangelización, si- manera elocuente lo que significa ser sa- se encuentra con el anuncio del Evangelio.
no también en muchos países de larga tra- cerdote hasta el fondo. Se trata de testimo- Quienes se hallan en dicha situación, y se
dición cristiana. Ciertamente, una distribu- nios conmovedores que pueden inspirar a abren a la fe cristiana, deben ser ayudados a
ción del clero más ecuánime favorecería la tantos jóvenes a seguir a Cristo y a dar su vi- integrar su proyecto humano en la novedad
solución del problema. Es preciso, además, da por los demás, encontrando así la vida radical de Cristo. En el proceso del catecu-
hacer un trabajo de sensibilización capilar. verdadera.
Los obispos han de implicar a los Institutos
de Vida consagrada y a las nuevas realida- V. Eucaristía y Matrimonio
des eclesiales en las necesidades pastorales,
respetando su propio carisma, y pidan a Eucaristía, Sacramento esponsal
todos los miembros del clero una mayor 27. La Eucaristía, Sacramento de la cari-
disponibilidad para servir a la Iglesia allí dad, muestra una particular relación con el
dónde sea necesario, aunque comporte sa- amor entre el hombre y la mujer unidos en
crificio78. En el Sínodo se ha discutido tam- matrimonio. Profundizar en esta relación
bién sobre las iniciativas pastorales que se es una necesidad propia de nuestro tiem-
han de emprender para favorecer, sobre to- po83. El Papa Juan Pablo II ha tenido mu-
do en los jóvenes, la apertura interior a la chas veces ocasión de afirmar el carácter
vocación sacerdotal. Esta situación no se esponsal de la Eucaristía y su peculiar rela-
puede solucionar con simples medidas ción con el sacramento del Matrimonio: «La
pragmáticas. Se ha de evitar que los obis- Eucaristía es el Sacramento de nuestra re-
pos, movidos por comprensibles preocu- dención. Es el Sacramento del Esposo, de
paciones por la falta de clero, omitan un la Esposa»84. Por otra parte, «toda la vida
adecuado discernimiento vocacional y ad- cristiana está marcada por el amor esponsal
mitan a la formación específica, y a la orde- de Cristo y de la Iglesia. Ya el Bautismo, en-
nación, candidatos sin los requisitos nece- trada en el pueblo de Dios, es un misterio
sarios para el servicio sacerdotal79. Un cle- nupcial. Es, por así decirlo, como el baño
ro no suficientemente formado, admitido de bodas que precede al banquete de bodas,
a la ordenación sin el debido discernimien- la Eucaristía»85. La Eucaristía corrobora de
to, difícilmente podrá ofrecer un testimonio manera inagotable la unidad y el amor indi-
adecuado para suscitar en otros el deseo solubles de cada Matrimonio cristiano. En él,
de corresponder con generosidad a la lla- por medio del Sacramento, el vínculo con-
mada de Cristo. La pastoral vocacional, en yugal se encuentra intrínsecamente ligado a
realidad, tiene que implicar a toda la co- la unidad eucarística entre Cristo esposo y la
munidad cristiana en todos sus ámbitos80. Iglesia esposa (cf. Ef 5, 31-32). El consenti-
Obviamente, en este trabajo pastoral capi- miento recíproco que marido y mujer se
lar se incluye también la acción de sensibi- dan en Cristo, y que los constituye en comu-
lización de las familias, a menudo indife- nidad de vida y amor, tiene también una di-
rentes si no contrarias incluso a la hipóte- mensión eucarística. En efecto, en la teolo-
sis de la vocación sacerdotal. Que se abran gía paulina, el amor esponsal es signo sacra-
con generosidad al don de la vida y edu- mental del amor de Cristo a su Iglesia, un
quen a los hijos a ser disponibles ante la amor que alcanza su punto culminante en la
voluntad de Dios. En síntesis, hace falta so- Cruz, expresión de sus nupcias con la Hu-
bre todo tener la valentía de proponer a manidad y, al mismo tiempo, origen y cen-
los jóvenes la radicalidad del seguimiento tro de la Eucaristía. Por eso, la Iglesia mani-
de Cristo, mostrando su atractivo. fiesta una cercanía espiritual particular a
todos los que han fundado sus familias en el
Gratitud y esperanza sacramento del Matrimonio86. La familia
26. Es necesario tener mayor fe y espe- –Iglesia doméstica87– es un ámbito prima-
ranza en la iniciativa divina. Aunque en al- rio de la vida de la Iglesia, especialmente
gunas regiones haya escasez de clero, nun- por el papel decisivo respecto a la educa-
ca debe faltar la confianza de que Cristo si- ción cristiana de los hijos88. En este con- menado, Cristo los asiste en su condición
gue suscitando hombres que, dejando cual- texto, el Sínodo ha recomendado también específica y los llama a la plena verdad del
quier otra ocupación, se dediquen destacar la misión singular de la mujer en la amor a través de las renuncias necesarias,
totalmente a la celebración de los sagrados familia y en la sociedad, una misión que en vista de la comunión eclesial perfecta.
misterios, a la predicación del Evangelio y al debe ser defendida, salvaguardada y pro- La Iglesia los acompaña con una pastoral
ministerio pastoral. Deseo aprovechar esta movida89. Ser esposa y madre es una reali- llena de comprensión y también de firme-
ocasión para dar las gracias, en nombre de dad imprescindible que nunca debe ser me- za90, sobre todo enseñándoles la luz de los
la Iglesia entera, a todos los obispos y pres- nospreciada. misterios cristianos que se refleja en la natu-
bíteros que desempeñan fielmente su propia raleza y los afectos humanos.
misión con dedicación y entrega. Natural- Eucaristía y unidad del matrimonio
mente, el agradecimiento de la Iglesia es 28. Precisamente a la luz de esta rela- Eucaristía e indisolubilidad
también para los diáconos, a los cuales se ción intrínseca entre matrimonio, familia y del matrimonio
les impone las manos «no para el sacerdocio Eucaristía se pueden considerar algunos pro- 29. Puesto que la Eucaristía expresa el
sino para el servicio»81. Como ha recomen- blemas pastorales. El vínculo fiel, indisoluble amor irreversible de Dios en Cristo por su
dado la Asamblea del Sínodo, expreso un y exclusivo que une a Cristo con la Iglesia, y Iglesia, se entiende por qué ella requiere, en
agradecimiento especial a los presbíteros que tiene su expresión sacramental en la relación con el sacramento del Matrimonio,
fidei donum, que con competencia y gene- Eucaristía, se corresponde con el dato an- esa indisolubilidad a la que aspira todo ver-
rosa dedicación, sin escatimar energías en el tropológico originario según el cual el hom- dadero amor91. Por tanto, es más que justi-

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Sacramentum caritatis
Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

países, el Sínodo recomienda tener el máxi-


mo cuidado pastoral en la formación de los
novios y en la verificación previa de sus
convicciones sobre los compromisos irre-
nunciables para la validez del sacramento
del Matrimonio. Un discernimiento serio so-
bre este punto podrá evitar que los dos jó-
venes, movidos por impulsos emotivos o
razones superficiales, asuman responsabili-
dades que luego no sabrían respetar98. El
bien que la Iglesia y toda la sociedad espe-
ran del Matrimonio, y de la familia fundada
sobre él, es demasiado grande como para no
ocuparse a fondo de este ámbito pastoral
específico. Matrimonio y familia son institu-
ciones que deben ser promovidas y protegi-
das de cualquier equívoco posible sobre su
auténtica verdad, porque el daño que se les
hace provoca de hecho una herida a la con-
vivencia humana como tal.

Eucaristía y escatología
Eucaristía: don al hombre en camino
30. Si es cierto que los Sacramentos son
una realidad propia de la Iglesia peregrina
en el tiempo99 hacia la plena manifestación
de la victoria de Cristo resucitado, también
es igualmente cierto que, especialmente en
la liturgia eucarística, se nos da a pregus-
tar el cumplimiento escatológico hacia el
cual se encamina todo hombre y toda la
creación (cf. Rm 8, 19 ss.). El hombre ha si-
Eucaristía: ficada la atención pastoral que el Sínodo Donde existan dudas legítimas sobre la do creado para la felicidad eterna y verdade-
don al hombre ha dedicado a las situaciones dolorosas en validez del Matrimonio sacramental contra- ra, que sólo el amor de Dios puede dar. Pe-
en camino que se encuentran bastantes fieles que, des- ído, se debe hacer lo que sea necesario pa- ro nuestra libertad herida se perdería si no
pués de haber celebrado el sacramento del ra averiguar su fundamento. Es preciso tam- fuera posible, ya desde ahora, experimentar
Matrimonio, se han divorciado y contraído bién asegurar, con pleno respeto del derecho algo del cumplimiento futuro. Por otra par-
nuevas nupcias. Se trata de un problema canónico93, que haya tribunales eclesiásti- te, todo hombre, para poder caminar en la
pastoral difícil y complejo, una verdadera cos en el territorio, su carácter pastoral, así justa dirección, necesita ser orientado ha-
plaga en el contexto social actual, que afec- como su correcta y pronta actuación94. En cia la meta final. Esta meta última, en reali-
ta de manera creciente incluso a los am- cada diócesis ha de haber un número sufi- dad, es el mismo Cristo Señor, vencedor del
bientes católicos. Los pastores, por amor a ciente de personas preparadas para el ade- pecado y la muerte, que se nos hace pre-
la verdad, están obligados a discernir bien cuado funcionamiento de los tribunales ecle- sente de modo especial en la celebración
las diversas situaciones, para ayudar espiri- siásticos. Recuerdo que «es una obligación eucarística. De este modo, aun siendo to-
tualmente de modo adecua- grave hacer que la actividad institucional de davía como extranjeros y forasteros (1 P 2,
do a los fieles implicados92. El la Iglesia en los tribunales sea cada vez más 11) en este mundo, participamos ya por la
Sínodo de los Obispos ha cercana a los fieles»95. Sin embargo, se ha de fe de la plenitud de la vida resucitada. El
confirmado la praxis de la evitar que la preocupación pastoral sea inter- banquete eucarístico, revelando su dimen-
Iglesia, fundada en la Sagra- pretada como una contraposición con el De- sión fuertemente escatológica, viene en ayu-
Todo hombre, para da Escritura (cf. Mc 10, 2-12), recho. Más bien se debe partir del presu- da de nuestra libertad en camino.
poder caminar de no admitir a los Sacramen- puesto de que el amor por la verdad es el
tos a los divorciados casados punto de encuentro fundamental entre el El banquete escatológico
en la justa de nuevo, porque su estado y Derecho y la pastoral: en efecto, la verdad 31. Reflexionando sobre este Misterio,
dirección, su condición de vida contradi- nunca es abstracta, sino que «se integra en el podemos decir que, con su venida, Jesús se
cen objetivamente esa unión itinerario humano y cristiano de cada fiel»96. ha puesto en relación con la expectativa del
necesita de amor entre Cristo y la Igle- Por esto, cuando no se reconoce la nulidad pueblo de Israel, de toda la Humanidad y,
ser orientado sia que se significa y se actua- del vínculo matrimonial y se dan las condi- en el fondo, de la creación misma. Con el
hacia la meta liza en la Eucaristía. Sin em- ciones objetivas que hacen la convivencia don de sí mismo, ha inaugurado objetiva-
bargo, los divorciados vueltos irreversible de hecho, la Iglesia anima a es- mente el tiempo escatológico. Cristo ha ve-
final a casar, a pesar de su situa- tos fieles a esforzarse en vivir su relación nido para congregar al pueblo de Dios dis-
ción, siguen perteneciendo a según las exigencias de la ley de Dios, como perso (cf. Jn 11, 52), manifestando clara-
la Iglesia, que los sigue con amigos, como hermano y hermana; así po- mente la intención de reunir la comunidad
especial atención, con el de- drán acercarse a la mesa eucarística, según de la Alianza, para llevar a cumplimiento
seo de que, dentro de lo posi- las disposiciones previstas por la praxis ecle- las promesas que Dios hizo a los antiguos
ble, cultiven un estilo de vida cristiano me- sial. Para que semejante camino sea posible padres (cf. Jr 23, 3; 31, 10; Lc 1, 55.70). En la
diante la participación en la santa misa, aun- y produzca frutos, debe contar con la ayuda llamada de los Doce, que tiene una clara
que sin comulgar, la escucha de la Palabra de los pastores y con iniciativas eclesiales relación con las doce tribus de Israel, y en el
de Dios, la adoración eucarística, la oración, apropiadas, evitando en todo caso la ben- mandato que se les hace en la Última Cena,
la participación en la vida comunitaria, el dición de estas relaciones, para que no sur- antes de su Pasión redentora, de celebrar
diálogo con un sacerdote de confianza o jan confusiones entre los fieles sobre del va- su Memorial, Jesús ha manifestado que que-
un director espiritual, la entrega a obras de lor del matrimonio97. ría trasladar a toda la comunidad fundada
caridad, de penitencia, y la tarea educativa Debido a la complejidad del contexto por Él la tarea de ser, en la Historia, signo e
de los hijos. cultural en que vive la Iglesia en muchos instrumento de esa reunión escatológica,

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

iniciada en Él. Así pues, en cada celebra-


ción eucarística se realiza sacramentalmen-
te la reunión escatológica del pueblo de
Dios. El banquete eucarístico es para noso-
tros anticipación real del banquete final,
anunciado por los profetas (cf. Is 25, 6-9) y
descrito en el Nuevo Testamento como las
bodas del Cordero (Ap 19, 7-9), que se ha de
celebrar en la alegría de la comunión de los
santos100.

Oración por los difuntos


32. La celebración eucarística, en la que
anunciamos la muerte del Señor, proclama-
mos su resurrección, en la espera de su ve-
nida, es prenda de la gloria futura en la que
serán glorificados también nuestros cuer-
pos. La esperanza de la resurrección de la
carne y la posibilidad de encontrar de nue-
vo, cara a cara, a quienes nos han precedido
en el signo de la fe, se fortalece en nosotros
mediante la celebración del Memorial de
nuestra salvación. En esta perspectiva, junto
con los Padres sinodales, quisiera recordar a
todos los fieles la importancia de la oración
de sufragio por los difuntos, y en particular
la celebración de santas misas por ellos101,
para que, una vez purificados, lleguen a la vi-
sión beatífica de Dios. Al descubrir la di-
mensión escatológica que tiene la Eucaristía,
celebrada y adorada, se nos ayuda en nues-
tro camino y se nos conforta con la espe-
ranza de la Gloria (cf. Rm 5, 2; Tt 2, 13).

Eucaristía y la Virgen María


33. La relación entre la Eucaristía y cada
Sacramento, y el significado escatológico
de los santos misterios, ofrecen en su con-
junto el perfil de la vida cristiana, llamada
a ser en todo momento culto espiritual,
ofrenda de sí misma agradable a Dios. Y si
bien es cierto que todos nosotros estamos
todavía en camino hacia el pleno cumpli-
miento de nuestra esperanza, esto no qui-
ta que se pueda reconocer ya ahora, con María,
gratitud, que todo lo que Dios nos ha dado perfectamente
encuentra realización perfecta en la Virgen disponible
María, Madre de Dios y Madre nuestra: su a la voluntad de Dios
Asunción al cielo en cuerpo y alma es para
nosotros un signo de esperanza segura, ya abandonándose a su voluntad102. Este miste- de Cristo, nos dirigimos también a Ella que,
que, como peregrinos en el tiempo, nos in- rio se intensifica hasta a llegar a la total im- adhiriéndose plenamente al Sacrificio de
dica la meta escatológica que el sacramen- plicación en la misión redentora de Jesús. Cristo, lo ha acogido para toda la Iglesia.
to de la Eucaristía nos hace pregustar ya Como ha afirmado el Concilio Vaticano II, «la Los Padres sino-
desde ahora. Bienaventurada Virgen avanzó en la peregri- dales han afir-
En María Santísima vemos también per- nación de la fe y mantuvo fielmente la unión mado que «Ma-
fectamente realizado el modo sacramental con su Hijo hasta la Cruz. Allí, por voluntad ría inaugura la En María Santísima
con que Dios, en su iniciativa salvadora, se de Dios, estuvo de pie (cf. Jn 19, 25), sufrió participación de
acerca e implica a la criatura humana. María intensamente con su Hijo y se unió a su Sa- la Iglesia en el vemos del todo
de Nazaret, desde la Anunciación a Pente- crificio con corazón de Madre que, llena de Sacrificio del Re- realizado
costés, aparece como la persona cuya liber- amor, daba su consentimiento a la inmola- dentor» 104. Ella
tad está totalmente disponible a la volun- ción de su Hijo como víctima. Finalmente, es la Inmacula-
el modo sacramental
tad de Dios. Su Inmaculada Concepción se Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio co- da que acoge in- con que Dios
manifiesta propiamente en la docilidad in- mo madre al discípulo con estas palabras: condicionalmen- se acerca
condicional a la Palabra divina. La fe obe- Mujer, ahí tienes a tu hijo»103. Desde la Anun- te el don de
diente es la forma que asume su vida en ciación hasta la Cruz, María es aquella que Dios y, de esa e implica
cada instante ante la acción de Dios. Vir- acoge la Palabra que se hizo carne en ella y manera, se aso- a la criatura humana
gen a la escucha, vive en plena sintonía con que enmudece en el silencio de la muerte. cia a la obra de
la voluntad divina; conserva en su corazón Finalmente, ella es quien recibe en sus bra- la salvación. Ma-
las palabras que le vienen de Dios y, for- zos el cuerpo entregado, ya exánime, de ría de Nazaret,
mando con ellas como un mosaico, apren- Aquel que de verdad ha amado a los suyos icono de la Iglesia naciente, es el modelo
de a comprenderlas más a fondo (cf. Lc 2, hasta el extremo (Jn 13, 1). de cómo cada uno de nosotros está llamado
19.51). María es la gran creyente que, llena Por esto, cada vez que en la Liturgia eu- a recibir el don que Jesús hace de sí mis-
de confianza, se pone en las manos de Dios, carística nos acercamos al Cuerpo y Sangre mo en la Eucaristía.

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Segunda parte

Eucaristía, Misterio que se ha de celebrar


«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo» (Jn 6, 32)

los rostros» (Is 53, 2). Jesucristo nos enseña


cómo la verdad del amor sabe también
transfigurar el misterio oscuro de la muerte
en la luz radiante de la Resurrección. Aquí
el resplandor de la gloria de Dios supera
toda belleza mundana. La verdadera belleza
es el amor de Dios que se ha revelado defi-
nitivamente en el Misterio Pascual.
La belleza de la liturgia es parte de este
Misterio; es expresión eminente de la glo-
ria de Dios y, en cierto sentido, un asomar-
se del cielo sobre la tierra. El Memorial del
sacrificio redentor lleva en sí mismo los
rasgos de aquel resplandor de Jesús del
cual nos han dado testimonio Pedro, Santia-
go y Juan cuando el Maestro, de camino
hacia Jerusalén, quiso transfigurarse ante
ellos (cf. Mc 9, 2). La belleza, por tanto, no
es un elemento decorativo de la acción litúr-
gica; es más bien un elemento constituti-
vo, ya que es un atributo de Dios mismo y
de su revelación. Conscientes de todo esto,
hemos de poner gran atención para que la
acción litúrgica resplandezca según su pro-
pia naturaleza.

La celebración eucarística,
obra del Christus totus
Christus totus in capite et in corpore
36. La belleza intrínseca de la liturgia
tiene como sujeto propio a Cristo resucita-
do y glorificado en el Espíritu Santo que,
en su actuación, incluye a la Iglesia109. En
La belleza Lex orandi y lex credendi diante el cual Cristo mismo nos atrae hacia esta perspectiva, es muy sugestivo recordar
de la liturgia 34. El Sínodo de los Obispos ha refle- sí y nos llama a la comunión. En Jesús, co- las palabras de san Agustín que describen
xionado mucho sobre la relación intrínseca mo solía decir san Buenaventura, contem- elocuentemente esta dinámica de fe propia
entre fe eucarística y celebración, poniendo plamos la belleza y el fulgor de los oríge- de la Eucaristía. El gran santo de Hipona, re-
de relieve el nexo entre lex orandi y lex cre- nes106. Este atributo al que nos referimos no firiéndose precisamente al Misterio euca-
dendi, y subrayando la primacía de la ac- es mero esteticismo, sino el modo en que rístico, pone de relieve cómo Cristo mismo
ción litúrgica. Es necesario vivir la Eucaris- nos llega, nos fascina y nos cautiva la verdad nos asimila a sí: «Este pan que vosotros veis
tía como Misterio de la fe celebrado autén- del amor de Dios en Cristo, haciéndonos sobre el altar, santificado por la palabra de
ticamente, teniendo conciencia clara de que salir de nosotros mismos y atrayéndonos Dios, es el cuerpo de Cristo. Este cáliz, me-
«el intellectus fidei está originariamente así hacia nuestra verdadera vocación: el jor dicho, lo que contiene el cáliz, santifi-
siempre en relación con la acción litúrgica amor107. Ya en la creación, Dios se deja en- cado por la palabra de Dios, es sangre de
de la Iglesia»105. En este ámbito, la reflexión trever en la belleza y la armonía del cos- Cristo. Por medio de estas cosas quiso el
teológica nunca puede prescindir del orden mos (cf. Sb 13, 5; Rm 1, 19-20). Encontramos Señor dejarnos su Cuerpo y Sangre, que de-
sacramental instituido por Cristo mismo. después, en el Antiguo Testamento, gran- rramó para la remisión de nuestros peca-
Por otra parte, la acción litúrgica nunca pue- des signos del esplendor de la potencia de dos. Si lo habéis recibido dignamente, voso-
de ser considerada genéricamente, prescin- Dios, que se manifiesta con su gloria a tra- tros sois eso mismo que habéis recibido»110.
diendo del Misterio de la fe. En efecto, la vés de los prodigios hechos en el pueblo Por lo tanto, «no sólo nos hemos convertido
fuente de nuestra fe y de la liturgia euca- elegido (cf. Ex 14; 16, 10; 24, 12-18; Nm 14, en cristianos, sino en Cristo mismo»111. Pode-
rística es el mismo acontecimiento: el don 20-23). En el Nuevo Testamento se llega de- mos contemplar así la acción misteriosa de
que Cristo ha hecho de sí mismo en el Mis- finitivamente a esta epifanía de belleza en la Dios que comporta la unidad profunda en-
terio Pascual. revelación de Dios en Jesucristo108. Él es la tre nosotros y el Señor Jesús: «En efecto, no
plena manifestación de la gloria divina. En se ha de creer que Cristo esté en la cabeza
Belleza y liturgia la glorificación del Hijo resplandece y se sin estar también en el cuerpo, sino que es-
35. La relación entre el Misterio creído y comunica la gloria del Padre (cf. Jn 1, 14; tá enteramente en la cabeza y en el cuer-
celebrado se manifiesta de modo peculiar en 8, 54; 12, 28; 17, 1). Sin embargo, esta belle- po»112.
el valor teológico y litúrgico de la belleza. En za no es una simple armonía de formas; «el
efecto, la liturgia, como también la revela- más bello de los hombres» (Sal 45[44], 33) es Eucaristía y Cristo resucitado
ción cristiana, está vinculada intrínsecamen- también, misteriosamente, quien no tiene 37. Puesto que la liturgia eucarística es
te con la belleza: es veritatis splendor. En la «aspecto atrayente, despreciado y evitado esencialmente actio Dei que nos une a Jesús
liturgia resplandece el Misterio Pascual me- por los hombres [...], ante el cual se ocultan a través del Espíritu, su fundamento no es-

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

tá sometido a nuestro arbitrio ni puede ce-


der a la presión de la moda del momento.
En esto también es válida la afirmación in-
discutible de san Pablo: «Nadie puede poner
otro cimiento fuera del ya puesto, que es
Jesucristo» (1 Co 3, 11). El Apóstol de los
gentiles nos asegura además que, por lo
que se refiere a la Eucaristía, no nos trans-
mite su doctrina personal, sino lo que él, a
su vez, ha recibido (cf. 1 Co 11, 23). En efec-
to, la celebración de la Eucaristía implica la
Tradición viva. A partir de la experiencia
del Resucitado y de la efusión del Espíritu
Santo, la Iglesia celebra el Sacrificio eucarís-
tico obedeciendo el mandato de Cristo. Por
este motivo, al inicio, la comunidad cristia-
na se reúne el Día del Señor para la fractio
panis. El día en que Cristo ha resucitado de
entre los muertos, el domingo, es también el
primer día de la semana, el día que según la
tradición veterotestamentaria representaba
el principio de la creación. Ahora, el día de
la creación se ha convertido en el día de la
nueva creación, el día de nuestra libera-
ción en el que conmemoramos a Cristo
muerto y resucitado113.

Ars celebrandi
textos litúrgicos, y así se les guíe hacia una La atención y la obediencia de la estructura Obediencia
38. En los trabajos sinodales se ha in- celebración de la Eucaristía activa y fruc- propia del Ritual, a la vez que manifiestan el a la estructura
sistido varias veces en la necesidad de supe- tuosa»119. En particular, exhorto a cumplir reconocimiento del carácter de la Eucaristía propia
rar cualquier posible separación entre el todo lo necesario para que las celebraciones como don, expresan la disposición del mi- del Ritual
ars celebrandi, es decir, el arte de celebrar litúrgicas oficiadas por el obispo en la igle- nistro para acoger con dócil gratitud dicho
rectamente, y la participación plena, activa sia catedral respeten plenamente el ars ce- don inefable.
y fructuosa de todos los fieles. Efectivamen- lebrandi, de modo que puedan ser conside-
te, el primer modo con el que se favorece la radas como modelo para todas las iglesias El arte al servicio de la celebración
participación del pueblo de Dios en el rito de su territorio120. 41. La relación profunda entre la belleza
sagrado es la adecuada celebración del rito y la liturgia nos lleva a considerar con aten-
mismo. El ars celebrandi es la mejor pre- Respeto de los libros litúrgicos ción todas las expresiones ar-
misa para la actuosa participatio114. El ars y de la riqueza de los signos tísticas que se ponen al servi-
celebrandi proviene de la obediencia fiel a 40. Por consiguiente, al subrayar la im- cio de la celebración122. Un
las normas litúrgicas en su plenitud, pues es portancia del ars celebrandi, se pone de re- elemento importante del arte
precisamente este modo de celebrar lo que lieve el valor de las normas litúrgicas121. El sacro es, ciertamente, la ar-
El objetivo de la
asegura desde hace dos mil años la vida de ars celebrandi ha de favorecer el sentido 123
quitectura de las iglesias , en arquitectura
fe de todos los creyentes, los cuales están de lo sagrado y el uso de las formas exterio- las que debe resaltar la uni- sacra es ofrecer
llamados a vivir la celebración como pueblo res que educan para ello, como, por ejem- dad entre los elementos pro-
de Dios, sacerdocio real, nación santa (cf. 1 plo, la armonía del rito, los ornamentos litúr- pios del presbiterio: altar, cru- a la Iglesia,
P 2, 4-5.9)115. gicos, la decoración y el lugar sagrado. Fa- cifijo, tabernáculo, ambón, se- que celebra
vorece la celebración eucarística que los sa- de. A este respecto, se ha de
El obispo, liturgo por excelencia cerdotes y los responsables de la pastoral tener presente que el objeti- la Eucaristía,
39. Si bien es cierto que todo el pueblo litúrgica se esfuercen en dar a conocer los li- vo de la arquitectura sacra es el espacio
de Dios participa en la liturgia eucarística, bros litúrgicos vigentes y las respectivas ofrecer a la Iglesia, que cele- más apto
en el correcto ars celebrandi tienen un pa- normas, resaltando las grandes riquezas de bra los Misterios de la fe, en
pel imprescindible los que han recibido el la Ordenación General del Misal Romano particular la Eucaristía, el es- para su acción
sacramento del Orden. Obispos, sacerdo- y de la Ordenación de las Lecturas de la pacio más apto para el desa- litúrgica
tes y diáconos, cada uno según su propio Misa. En las comunidades eclesiales se da rrollo adecuado de su acción
grado, han de considerar la celebración co- quizás por descontado que se conocen y litúrgica124. En efecto, la natu-
mo su deber principal116. En primer lugar, el aprecian, pero a menudo no es así. En rea- raleza del templo cristiano se
obispo diocesano: en efecto, él, como «pri- lidad, son textos que contienen riquezas define por la acción litúrgica misma, que
mer dispensador de los misterios de Dios que custodian y expresan la fe, así como el implica la reunión de los fieles (ecclesia),
en la Iglesia particular a él confiada, es el camino del pueblo de Dios a lo largo de los cuales son las piedras vivas del templo
guía, el promotor y custodio de toda la vida dos milenios de Historia. Para una adecua- (cf. 1 P 2, 5).
litúrgica»117. Todo esto es decisivo para la da ars celebrandi es igualmente importan- El mismo principio vale para todo el ar-
vida de la Iglesia particular, no sólo porque te la atención a todas las formas de lengua- te sacro, especialmente la pintura y la es-
la comunión con el obispo es la condición je previstas por la liturgia: palabra y canto, cultura, en los que la iconografía religiosa se
para que toda celebración en su territorio gestos y silencios, movimiento del cuerpo, ha de orientar a la mistagogía sacramental.
sea legítima, sino también porque él mis- colores litúrgicos de los ornamentos. En Un conocimiento profundo de las formas
mo es por excelencia el liturgo de su propia efecto, la liturgia tiene por su naturaleza que el arte sacro ha producido a lo largo
Iglesia118. A él corresponde salvaguardar la una variedad de formas de comunicación de los siglos puede ser de gran ayuda para
unidad concorde de las celebraciones en su que abarcan todo el ser humano. La senci- los que tienen la responsabilidad de enco-
diócesis. Por tanto, ha de ser un «compromi- llez de los gestos y la sobriedad de los sig- mendar a arquitectos y artistas obras relacio-
so del obispo hacer que los presbíteros, diá- nos, realizados en el orden y en los tiem- nadas con la acción litúrgica. Por tanto, es
conos y los fieles comprendan cada vez me- pos previstos, comunican y atraen más que indispensable que en la formación de los
jor el sentido auténtico de los ritos y los la artificiosidad de añadiduras inoportunas. seminaristas y de los sacerdotes se incluya

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Liturgia de la Palabra
45. Junto con el Sínodo, pido que la litur-
gia de la Palabra se prepare y se viva siem-
pre de manera adecuada. Por tanto, reco-
miendo vivamente que en la liturgia se pon-
ga gran atención a la proclamación de la
Palabra de Dios por parte de lectores bien
instruidos. Nunca olvidemos que, «cuando se
leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras,
Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo,
presente en su Palabra, anuncia el Evange-
lio»135. Si las circunstancias lo aconsejan, se
puede pensar en unas breves moniciones
que ayuden a los fieles a una mejor dispo-
sición. Para comprenderla bien, la Palabra
de Dios ha de ser escuchada y acogida con
espíritu eclesial y siendo conscientes de su
unidad con el Sacramento eucarístico. En
efecto, la Palabra que anunciamos y escu-
chamos es el Verbo hecho carne (cf. Jn 1,
14), y hace referencia intrínseca a la perso-
na de Cristo y a su permanencia de manera
sacramental. Cristo no habla en el pasado,
sino en nuestro presente, ya que Él mismo
está presente en la acción litúrgica. En esta
perspectiva sacramental de la revelación
cristiana136, el conocimiento y el estudio de
la Palabra de Dios nos permite apreciar, ce-
lebrar y vivir mejor la Eucaristía. A este res-
pecto, se aprecia también en toda su ver-
La Liturgia la Historia del Arte como materia importan- las diversas tendencias y tradiciones tan lo- dad la afirmación, según la cual «desconocer
de la Palabra te, con especial referencia a los edificios de ables, deseo, como han pedido los Padres si- la Escritura es desconocer a Cristo»137.
culto, según las normas litúrgicas. Es nece- nodales, que se valore adecuadamente el Para lograr todo esto es necesario ayudar
sario que en todo lo que concierne a la Eu- canto gregoriano130 como canto propio de la a los fieles a apreciar los tesoros de la Sagra-
caristía haya gusto por la belleza. Se deben liturgia romana131. da Escritura en el Leccionario, mediante ini-
también respetar y cuidar los ornamentos, la ciativas pastorales, celebraciones de la Pala-
decoración, los vasos sagrados, para que, Estructura de la celebración bra y la lectura meditada (lectio divina).
dispuestos de modo orgánico y ordenado eucarística Tampoco se ha de olvidar promover las for-
entre sí, fomenten el asombro ante el miste- mas de oración conservadas en la Tradi-
rio de Dios, manifiesten la unidad de la fe y 43. Después de haber recordado los ele- ción, la Liturgia de las Horas, sobre todo
refuercen la devoción125. mentos básicos del ars celebrandi puestos Laudes, Vísperas, Completas y también las
de relieve en los trabajos sinodales, quisie- celebraciones de vigilias. El rezo de los Sal-
El canto litúrgico ra llamar la atención de modo más concre- mos, las lecturas bíblicas y las de la gran
42. En el ars celebrandi desempeña un to sobre algunas partes de la estructura de tradición del Oficio divino pueden llevar a
papel importante el canto litúrgico126. Con la celebración eucarística que requieren un una experiencia profunda del acontecimien-
razón afirma san Agustín, en especial cuidado en nuestro tiempo, para to de Cristo y de la economía de la salva-
un famoso sermón: «El hom- ser fieles a la intención profunda de la reno- ción, que a su vez puede enriquecer la com-
bre nuevo conoce el cántico vación litúrgica deseada por el Concilio Va- prensión y la participación en la celebra-
nuevo. El cantar es función de ticano II, en continuidad con toda la gran ción eucarística138.
Algunas partes alegría y, si lo consideramos tradición eclesial.
de la estructura atentamente, función de Homilía
amor»127. El pueblo de Dios Unidad intrínseca de la acción litúrgica 46. La necesidad de mejorar la calidad de
de la Eucaristía reunido para la celebración 44. Ante todo, hay que considerar la uni- la homilía está en relación con la importan-
requieren hoy canta las alabanzas de Dios. dad intrínseca del rito de la santa misa. Se cia de la Palabra de Dios. En efecto, ésta
un especial La Iglesia, en su bimilenaria ha de evitar que, tanto en la catequesis co- «es parte de la acción litúrgica»139; tiene el co-
historia, ha compuesto y si- mo en el modo de la celebración, se dé lu- metido de favorecer una mejor compren-
cuidado, gue componiendo música y gar a una visión yuxtapuesta de las dos par- sión y eficacia de la Palabra de Dios en la vi-
para ser fieles cantos que son un patrimonio tes del rito. La liturgia de la Palabra y la li- da de los fieles. Por eso, los ministros or-
de fe y de amor que no se ha turgia eucarística –además de los ritos de denados han de «preparar la homilía con
a la intención de perder. Ciertamente, no introducción y conclusión– «están estrecha- esmero, basándose en un conocimiento ade-
del Concilio podemos decir que en la li- mente unidas entre sí y forman un único cuado de la Sagrada Escritura»140. Han de
Vaticano II turgia sirva cualquier canto. acto de culto»132. En efecto, la Palabra de evitarse homilías genéricas o abstractas. En
A este respecto, se ha de evi- Dios y la Eucaristía están intrínsecamente particular, pido a los ministros un esfuerzo
tar la fácil improvisación o la unidas. Escuchando la Palabra de Dios na- para que la homilía ponga la Palabra de
introducción de géneros mu- ce o se fortalece la fe (cf. Rm 10, 17); en la Dios proclamada en estrecha relación con la
sicales no respetuosos del Eucaristía, el Verbo hecho carne se nos da celebración sacramental141 y con la vida de
sentido de la liturgia. Como elemento litúr- como alimento espiritual133. Así pues, «la la comunidad, de modo que la Palabra de
gico, el canto debe estar en consonancia Iglesia recibe y ofrece a los fieles el Pan de Dios sea realmente sustento y vigor de la
con la identidad propia de la celebración128. Vida en las dos mesas de la Palabra de Dios Iglesia142. Se ha de tener presente, por tan-
Por consiguiente, todo –el texto, la melo- y del Cuerpo de Cristo»134. Por tanto, se ha to, la finalidad catequética y exhortativa de
día, la ejecución– ha de corresponder al de tener constantemente presente que la la homilía. Es conveniente que, partiendo
sentido del Misterio celebrado, a las partes Palabra de Dios, que la Iglesia lee y procla- del Leccionario trienal, se prediquen a los
del rito y a los tiempos litúrgicos129. Final- ma en la liturgia, lleva a la Eucaristía como fieles homilías temáticas que, a lo largo del
mente, si bien se han de tener en cuenta a su fin connatural. año litúrgico, traten los grandes temas de

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la fe cristiana, según lo que el Magisterio portancia merece ser subrayada adecuada- un signo de gran valor (cf. Jn 14, 27). En Benedicto XVI recibe
propone en los cuatro pilares del Catecismo mente. Las diversas Plegarias eucarísticas nuestro tiempo, tan lleno de conflictos, es- las ofrendas litúrgicas
de la Iglesia católica y en su reciente Com- que hay en el Misal nos han sido transmiti- te gesto adquiere, también desde el punto de unos niños
pendio: la profesión de la fe, la celebración das por la tradición viva de la Iglesia y se ca- de vista de la sensibilidad común, un re-
del misterio cristiano, la vida en Cristo y la racterizan por una riqueza teológica y es- lieve especial, ya que la Iglesia siente cada
oración cristiana143. piritual inagotable. Se ha de procurar que vez más como tarea propia pedir a Dios el
los fieles las aprecien. La Ordenación Gene- don de la paz y la unidad para sí misma y
Presentación de las ofrendas ral del Misal Romano nos ayuda en esto, para toda la familia humana. La paz es cier-
47. Los Padres sinodales han puesto tam- recordándonos los elementos fundamenta- tamente un anhelo irreprimible en el cora-
bién su atención en la presentación de las les de toda Plegaria eucarística: acción de zón de cada uno. La Iglesia se hace porta-
ofrendas. Ésta no es sólo como un interva- gracias, aclamación, epíclesis, relato de la voz de la petición de paz y reconciliación
lo entre la liturgia de la Palabra y la eucarís- institución y consagración, anámnesis, obla- que surge del alma de toda persona de bue-
tica. Entre otras razones, porque eso haría ción, intercesión y doxología conclusiva146. na voluntad, dirigiéndola a Aquel que es
perder el sentido de un único rito con dos En particular, la espiritualidad eucarística y nuestra paz (Ef 2, 14), y que puede pacifi-
partes interrelacionadas. En realidad, este la reflexión teológica se iluminan al con- car a los pueblos e individuos aun cuando
gesto humilde y sencillo tiene un sentido templar la profunda unidad de la anáfora, fracasan las iniciativas humanas. Por ello
muy grande: en el pan y el vino que lleva- entre la invocación del Espíritu Santo y el re- se comprende la intensidad con que se vi-
mos al altar toda la creación es asumida por lato de la institución147, en la que «se realiza ve frecuentemente el rito de la paz en la
Cristo redentor para ser transformada y pre- el Sacrificio que el mismo Cristo instituyó en celebración litúrgica. A este propósito, sin
sentada al Padre144. En este sentido, lleva- la Última Cena»148. En efecto, «la Iglesia, por embargo, durante el Sínodo de los Obis-
mos también al altar todo el sufrimiento y el medio de determinadas invocaciones, im- pos se ha visto la conveniencia de moderar
dolor del mundo, conscientes de que todo plora la fuerza del Espíritu Santo para que este gesto, que puede adquirir expresiones
es precioso a los ojos de Dios. Este gesto, los dones que han presentado los hombres exageradas, provocando cierta confusión
para ser vivido en su auténtico significado, queden consagrados, es decir, se convier- en la asamblea precisamente antes de la
no necesita ser enfatizado con añadiduras tan en el Cuerpo y Sangre de Cristo, y para Comunión. Sería bueno recordar que el al-
superfluas. Permite valorar la colaboración que la víctima inmaculada que se va a reci- to valor del gesto no queda mermado por la
originaria que Dios pide al hombre para re- bir en la Comunión sea para la salvación sobriedad necesaria para mantener un cli-
alizar en él la obra divina y dar así pleno de quienes la reciben»149. ma adecuado a la celebración, limitando
sentido al trabajo humano, que mediante por ejemplo el intercambio de la paz a los
la celebración eucarística se une al sacrificio Rito de la paz más cercanos150.
redentor de Cristo. 49. La Eucaristía es por su naturaleza
Sacramento de paz. Esta dimensión del Mis- Distribución y recepción
Plegaria eucarística terio eucarístico se expresa en la celebra- de la Eucaristía
48. La Plegaria eucarística es «el centro y ción litúrgica de manera específica con el ri- 50. Otro momento de la celebración, al
la cumbre de toda la celebración»145. Su im- to de la paz. Se trata indudablemente de que es necesario hacer referencia, es la dis-

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na y fructuosa de todo el pueblo de Dios en


la celebración eucarística155. Ciertamente,
la renovación llevada a cabo en estos años
ha favorecido notables progresos en la di-
rección deseada por los Padres conciliares.
Pero no hemos de ocultar el hecho de que,
a veces, ha surgido alguna incomprensión
precisamente sobre el sentido de esta par-
ticipación. Por tanto, conviene dejar claro
que con esta palabra no se quiere hacer re-
ferencia a una simple actividad externa du-
rante la celebración. En realidad, la partici-
pación activa deseada por el Concilio se
ha de comprender en términos más sustan-
ciales, partiendo de una mayor toma de
conciencia del Misterio que se celebra y de
su relación con la vida cotidiana. Sigue sien-
do totalmente válida la recomendación de
la Constitución conciliar Sacrosanctum
Concilium, que exhorta a los fieles a no
asistir a la liturgia eucarística «como espec-
tadores mudos o extraños», sino a participar
«consciente, piadosa y activamente en la
acción sagrada»156. El Concilio prosigue la
reflexión: los fieles, «instruidos por la Pala-
bra de Dios, reparen sus fuerzas en el ban-
quete del Cuerpo del Señor, den gracias a
Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al
ofrecer la hostia inmaculada no sólo por
manos del sacerdote, sino también junta-
mente con él, y se perfeccionen día a día,
por Cristo Mediador, en la unidad con Dios
La distribución tribución y recepción de la santa Comunión. en iglesias que son meta de visitantes, sobre y entre sí»157.
del Cuerpo de CristoPido a todos, en particular a los ministros or- todo en las grandes ciudades en las que
denados y a los que, debidamente prepa- abunda el arte. En estos casos, se ve la ne- Participación y ministerio sacerdotal
rados, están autorizados para el ministerio cesidad de usar expresiones breves y efica- 53. La belleza y armonía de la acción
de distribuir la Eucaristía en caso de necesi- ces para hacer presente a todos el sentido litúrgica se manifiestan de manera signifi-
dad real, que hagan lo posible para que el de la Comunión sacramental y las condicio- cativa en el orden con el cual cada uno es-
gesto, en su sencillez, corresponda a su va- nes para recibirla. Donde se den situaciones tá llamado a participar activamente. Eso
lor de encuentro personal con el Señor Jesús en las que no sea posible garantizar la debi- comporta el reconocimiento de las diversas
en el Sacramento. Respecto a las prescripcio- da claridad sobre el sentido de la Eucaristía, funciones jerárquicas implicadas en la ce-
nes para una praxis correcta, me remito a se ha de considerar la conveniencia de sus- lebración misma. Es útil recordar que, de
los documentos emanados recientemente151. tituir la Eucaristía con una celebración de la por sí, la participación activa no es lo mis-
Todas las comunidades cristianas han de Palabra de Dios153. mo que desempeñar un ministerio parti-
atenerse fielmente a las normas vigentes, cular. Sobre todo, no ayuda a la participa-
viendo en ellas la expresión de la fe y el Despedida: Ite, missa est ción activa de los fieles una confusión oca-
amor que todos han de tener respecto a es- 51. Quisiera detenerme ahora en lo que sionada por la incapacidad de distinguir
te sublime Sacramento. Tampoco se descui- los Padres sinodales han dicho sobre el sa- las diversas funciones que corresponden
de el tiempo precioso de acción de gracias ludo de despedida al final de la celebración a cada uno en la comunión eclesial158. En
después de la Comunión: además de un eucarística. Después de la bendición, el diá- particular, es preciso que haya claridad so-
canto oportuno, puede ser cono o el sacerdote despide al pueblo con bre las tareas específicas del sacerdote. És-
también muy útil permanecer las palabras: Ite, missa est. En este saludo te es, como atestigua la tradición de la Igle-
recogidos en silencio152. podemos apreciar la relación entre la Misa sia, quien preside de modo insustituible
A este propósito, quisiera celebrada y la misión cristiana en el mundo. toda la celebración eucarística, desde el
Pido a todos, en llamar la atención sobre un En la antigüedad, missa significaba simple- saludo inicial a la bendición final. En virtud
particular a los problema pastoral con el que mente terminada. Sin embargo, en el uso del Orden sagrado que ha recibido, él re-
ministros que nos encontramos frecuente- cristiano ha adquirido un sentido cada vez presenta a Jesucristo, cabeza de la Iglesia y,
mente en nuestro tiempo. Me más profundo. La expresión missa se trans- en la manera que le es propia, también a la
distribuyen refiero al hecho de que en al- forma, en realidad, en misión. Este saludo Iglesia misma159. En efecto, toda celebra-
la Eucaristía, gunas circunstancias, como expresa sintéticamente la naturaleza misio- ción de la Eucaristía está dirigida por el
por ejemplo en las santas mi- nera de la Iglesia. Por tanto, conviene ayu- obispo, «ya sea personalmente, ya por los
que este gesto, sas celebradas con ocasión de dar al pueblo de Dios a que, apoyándose presbíteros, sus colaboradores»160. Es ayu-
en su sencillez, bodas, funerales o aconteci- en la liturgia, profundice en esta dimensión dado por el diácono, que tiene algunas
exprese su valor mientos análogos, además de constitutiva de la vida eclesial. En este sen- funciones específicas en la celebración:
fieles practicantes, asisten tido, sería útil disponer de textos debida- preparar el altar y prestar servicio al sa-
de encuentro también a la celebración otros mente aprobados para la oración sobre el cerdote, proclamar el Evangelio, predicar
con el Señor que tal vez no se acercan al pueblo y la bendición final que expresen eventualmente la homilía, enunciar las in-
altar desde hace años, o qui- dicha relación154. tenciones en la oración universal, distri-
zás están en una situación de buir la Eucaristía a los fieles161. En relación
vida que no les permite reci- Actuosa participatio con estos ministerios vinculados al sacra-
bir los Sacramentos. Otras veces sucede que mento del Orden, hay también otros mi-
están presentes personas de otras confesio- Auténtica participación nisterios para el servicio litúrgico, que de-
nes cristianas o incluso de otras religiones. 52. El Concilio Vaticano II puso un énfa- sempeñan religiosos y laicos preparados, lo
Situaciones similares se producen también sis particular en la participación activa, ple- que es de alabar162.

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 18


Sacramentum caritatis
Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Celebración eucarística Comunión169. No obstante, se ha de poner respeten nuestra convicción, basada en la


e inculturación atención para que esta afirmación correcta Biblia y en la Tradición. Nosotros sostene-
54. A partir de las afirmaciones funda- no induzca a un cierto automatismo entre mos que la Comunión eucarística y la co-
mentales del Concilio Vaticano II, se ha su- los fieles, como si por el solo hecho de en- munión eclesial se corresponden tan ínti-
brayado varias veces la importancia de la contrarse en la iglesia durante la liturgia se mamente que hace imposible,
participación activa de los fieles en el Sa- tenga ya el derecho, o quizás incluso el de- generalmente, por parte de
crificio eucarístico. Para favorecerla se pue- ber, de acercarse a la Mesa eucarística. Aun los cristianos no católicos la
den permitir algunas adaptaciones apropia- cuando no es posible acercarse a la comu- participación en una sin tener
das a los diversos contextos y culturas163. nión sacramental, la participación en la san- la otra. Menos sentido tendría
Para que los fieles
El hecho de que haya habido algunos abu- ta misa sigue siendo necesaria, válida, signi- aún una concelebración pro- participen más
sos no disminuye la claridad de este princi- ficativa y fructuosa. En estas circunstancias, pia y verdadera con ministros eficazmente
pio, que se debe mantener de acuerdo con es bueno cultivar el deseo de la plena unión de Iglesias o Comunidades
las necesidades reales de la Iglesia, que vi- con Cristo, practicando, por ejemplo, la co- eclesiales no en plena comu- en los santos
ve y celebra el mismo misterio de Cristo en munión espiritual, recordada por Juan Pablo nión con la Iglesia católica. misterios,
situaciones culturales diferentes. En efecto, II170 y recomendada por los santos maes- No obstante, es verdad que,
el Señor Jesús, precisamente en el misterio tros de la vida espiritual171. de cara a la salvación, existe la es útil proseguir
de la Encarnación, naciendo de mujer co- posibilidad de admitir indivi- el proceso de
mo hombre perfecto (cf. Ga 4, 4), está en Participación de los cristianos dualmente a cristianos no ca- inculturación en
relación directa no sólo con las expectativas no católicos tólicos a la Eucaristía, al sa-
expresadas en el Antiguo Testamento, sino 56. Al tratar el tema de la participación cramento de la Penitencia y a el ámbito
también con las de todos los pueblos. Con nos encontramos inevitablemente con el de la Unción de los enfermos. Pe- de la Eucaristía
eso, Él ha manifestado que Dios quiere en- los cristianos pertenecientes a Iglesias o Co- ro eso sólo en situaciones de-
contrarnos en nuestro contexto vital. Por munidades eclesiales que no están en plena terminadas y excepcionales,
tanto, para una participación más eficaz de comunión con la Iglesia católica. A este res- caracterizadas por condicio-
los fieles en los santos misterios, es útil pro- pecto, se ha de decir que la unión intrínse- nes bien precisas173. Éstas están indicadas
seguir el proceso de inculturación en el ám- ca que se da entre Eucaristía y unidad de claramente en el Catecismo de la Iglesia ca-
bito de la celebración eucarística, teniendo la Iglesia nos lleva a desear ardientemen- tólica174 y en su Compendio175. Todos tienen
en cuenta las posibilidades de adaptación te, por un lado, el día en que podamos ce- el deber de atenerse fielmente a ellas.
que ofrece la Ordenación General del Misal lebrar junto con todos los creyentes en Cris-
Romano164, interpretadas a la luz de los cri- to la divina Eucaristía y expresar así visi- Participación a través de los medios
terios fijados por la IV Instrucción de la blemente la plenitud de la unidad que Cris- de comunicación social
Congregación para el Culto divino y la Dis- to ha querido para sus discípulos (cf. Jn 17, 57. Debido al gran desarrollo de los me-
ciplina de los Sacramentos, Varietates legi- 21). Por otro lado, el respeto que debemos dios de comunicación social, la palabra par-
timae, del 25 de enero de 1994165, y de las al sacramento del Cuerpo y Sangre de Cris- ticipación ha adquirido en las últimas déca-
directrices dadas por el Papa Juan Pablo II to nos impide hacer de él un simple medio das un sentido más amplio que en el pasa-
en las Exhortaciones apostólicas postsinoda- que se usa indiscriminadamente para alcan- do. Todos reconocemos con satisfacción que
les Ecclesia in Africa, Ecclesia in America, zar esta misma unidad172. En efecto, la Euca- estos instrumentos ofrecen también nuevas
Ecclesia in Asia, Ecclesia in Oceania, Ec- ristía no sólo manifiesta nuestra comunión posibilidades en lo que se refiere a la cele-
clesia in Europa166. Para lograr este objetivo, personal con Jesucristo, sino que implica bración eucarística176. Eso exige a los agen-
encomiendo a las Conferencias Episcopa- también la plena communio con la Iglesia. tes pastorales del sector una preparación
les que favorezcan el adecuado equilibrio Éste es, pues, el motivo por el cual, con do- específica y un acentuado sentido de res-
entre los criterios y normas ya publicadas y lor pero no sin esperanza, pedimos a los ponsabilidad. En efecto, la santa misa que se
las nuevas adaptaciones 167, siempre de cristianos no católicos que comprendan y transmite por televisión adquiere inevita-
acuerdo con la Sede Apostólica.

Condiciones personales
para una actuosa participatio
55. Al considerar el tema de la actuosa
participatio de los fieles en el rito sagrado,
los Padres sinodales han resaltado también
las condiciones personales de cada uno pa-
ra una fructuosa participación168. Una de
ellas es ciertamente el espíritu de conversión
continua que ha de caracterizar la vida de
cada fiel. No se puede esperar una partici-
pación activa en la liturgia eucarística cuan-
do se asiste superficialmente, sin antes exa-
minar la propia vida. Favorece dicha dispo-
sición interior, por ejemplo, el recogimien-
to y el silencio, al menos unos instantes
antes de comenzar la liturgia, el ayuno y,
cuando sea necesario, la confesión sacra-
mental. Un corazón reconciliado con Dios
permite la verdadera participación. En par-
ticular, es preciso persuadir a los fieles de
que no puede haber una actuosa partici-
patio en los santos misterios si no se toma
al mismo tiempo parte activa en la vida ecle-
sial en su totalidad, la cual comprende tam-
bién el compromiso misionero de llevar el
amor de Cristo a la sociedad.
Sin duda, la plena participación en la Eu-
caristía se da cuando nos acercamos tam-
bién personalmente al altar para recibir la

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 19


Sacramentum caritatis
Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

rra por diversos motivos, el Sínodo ha ex-


presado particular gratitud a los que se de-
dican a la atención pastoral de los emi-
grantes. En este contexto, se ha de pres-
tar una atención especial a los emigrantes
que pertenecen a las Iglesias católicas
orientales y a los que, lejos de su propia ca-
sa, tienen dificultades para participar en
la liturgia eucarística según el propio rito
de pertenencia. Por eso, donde sea posi-
ble, se les conceda poder ser asistidos por
sacerdotes de su rito. En todo caso, pido a
los obispos que acojan en la caridad de
Cristo a estos hermanos. El encuentro en-
tre los fieles de diversos ritos puede con-
vertirse también en ocasión de enriqueci-
miento recíproco. Pienso particularmente
en el beneficio que puede aportar, sobre
todo para el clero, el conocimiento de las
diversas tradiciones180.

Las grandes concelebraciones


61. La Asamblea sinodal ha considera-
do la calidad de la participación en las gran-
des celebraciones que tienen lugar en cir-
cunstancias particulares, en las que, ade-
más de un gran número de fieles, concele-
bran muchos sacerdotes181. Por un lado, es
fácil reconocer el valor de estos momentos,
especialmente cuando el obispo preside ro-
deado de su presbiterio y de los diáconos.
Por otro, en estas circunstancias se pueden
Una enferma recibe blemente una cierta ejemplaridad. Por tan- namente en la vida y la misión de la Iglesia producir problemas por lo que se refiere a
la Eucaristía to, se ha de poner una especial atención en mediante la ofrenda del propio sufrimiento la expresión sensible de la unidad del pres-
que la celebración, además de hacerse en lu- en unión con el Sacrificio de nuestro Señor. biterio, especialmente en la Plegaria eucarís-
gares dignos y bien preparados, respete las Se ha de reservar una atención particular a tica y en la distribución de la santa Comu-
normas litúrgicas. los discapacitados; si lo permite su condi- nión. Se ha de evitar que estas grandes con-
Por lo que se refiere al valor de la parti- ción, la comunidad cristiana ha de favorecer celebraciones produzcan dispersión. Para
cipación en la santa misa que los medios su participación en la celebración en un lu- ello, se han de prever modos adecuados de
de comunicación hacen posible, quien ve gar de culto. A este respecto, se ha de pro- coordinación y disponer el lugar de culto
y oye dichas transmisiones ha de saber que, curar que los edificios sagrados no tengan de manera que permita a los presbíteros y a
en condiciones normales, no cumple con obstáculos arquitectónicos que impidan el los fieles una participación plena y real. En
el precepto dominical. En efecto, el lengua- acceso de los minusválidos. Se ha de dar todo caso, se ha de tener presente que se
je de la imagen representa la realidad, pero también la Comunión eucarística, cuando trata de concelebraciones de carácter ex-
no la reproduce en sí misma177. Si es loable sea posible, a los discapacitados mentales, cepcional y limitadas a situaciones extraor-
que ancianos y enfermos participen en la bautizados y confirmados: ellos reciben la dinarias.
santa misa festiva a través de Eucaristía también en la fe de la familia o
las transmisiones radiotelevi- de la comunidad que los acompaña178. Lengua latina
sivas, no puede decirse lo mis- 62. No obstante, lo dicho anteriormen-
mo de quien, mediante tales Atención a los presos te no debe ofuscar el valor de estas gran-
Es necesario transmisiones, quisiera dis- 59. La tradición espiritual de la Iglesia, des liturgias. En particular, pienso en las
asegurar pensarse de ir al templo para siguiendo una indicación específica de Cris- celebraciones que tienen lugar durante
la celebración eucarística en to (cf. Mt 25, 36), ha reconocido en la visita encuentros internacionales, hoy cada vez
la asistencia la asamblea de la Iglesia viva. a los presos una de las obras de misericor- más frecuentes. Éstas han de ser valora-
espiritual dia corporal. Los que se encuentran en es- das debidamente. Para expresar mejor la
a los enfermos, Actuosa participatio ta situación tienen una necesidad especial unidad y universalidad de la Iglesia, quisie-
de los enfermos de ser visitados por el Señor mismo en el sa- ra recomendar lo que ha sugerido el Sí-
tanto a los que 58. Teniendo presente la cramento de la Eucaristía. Sentir la cerca- nodo de los Obispos, en sintonía con las
están en casa condición de los que no pue- nía de la comunidad eclesial, participar en normas del Concilio Vaticano II182: excep-
den ir a los lugares de culto la Eucaristía y recibir la santa Comunión en tuadas las lecturas, la homilía y la oración
como a los por motivos de salud o edad, un período de la vida tan particular y dolo- de los fieles, sería bueno que dichas ce-
hospitalizados quisiera llamar la atención de roso puede ayudar, sin duda, en el propio lebraciones fueran en latín; también se po-
toda la comunidad eclesial so- camino de fe y favorecer la plena reinser- drían rezar en latín las oraciones más co-
bre la necesidad pastoral de ción social de la persona. Interpretando los nocidas183 de la tradición de la Iglesia y,
asegurar la asistencia espiri- deseos manifestados en la Asamblea sinodal, eventualmente, utilizar cantos gregoria-
tual a los enfermos, tanto a los que están pido a las diócesis que, en lo posible, pon- nos. Más en general, pido que los futuros
en su casa como a los que están hospitaliza- gan los medios adecuados para una activi- sacerdotes, desde el tiempo del semina-
dos. En el Sínodo de los Obispos se ha he- dad pastoral que se ocupe de atender es- rio, se preparen para comprender y cele-
cho referencia a ellos varias veces. Se ha de piritualmente a los presos179. brar la santa misa en latín, además de uti-
procurar que estos hermanos y hermanas lizar textos latinos y cantar en gregoria-
nuestros puedan recibir con frecuencia la Los emigrantes y su participación no; se procurará que los mismos fieles co-
Comunión sacramental. Al reforzar así la re- en la Eucaristía nozcan las oraciones más comunes en latín
lación con Cristo crucificado y resucitado, 60. Al plantearse el problema de los y que canten en gregoriano algunas partes
podrán sentir su propia vida integrada ple- que se ven obligados a dejar la propia tie- de la liturgia184.

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 20


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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Celebraciones eucarísticas Si faltara ésta, nuestras celebraciones, por vamente, la celebración de la Eucaristía La universalidad
en pequeños grupos muy animadas que fueren, correrían el ries- contiene en su infinita riqueza continuas de la Iglesia,
63. Una situación muy distinta es la go de caer en el ritualismo. Así pues, se ha referencias a la historia de la salvación. En en la Plaza
que se da en algunas circunstancias pasto- de promover una educación en la fe euca- Cristo crucificado y resucitado podemos de San Pedro
rales en las que, precisamente para lograr rística que disponga a los fieles a vivir per- celebrar verdaderamente el centro que re-
una participación más consciente, activa sonalmente lo que se celebra. Ante la im- capitula toda la realidad (cf. Ef 1, 10). Des-
y fructuosa, se favorecen las celebracio- portancia esencial de esta participatio per- de el principio, la comunidad cristiana ha
nes en pequeños grupos. Aun reconocien- sonal y consciente, ¿cuáles pueden ser los leído los acontecimientos de la vida de Je-
do el valor formativo que tienen estas ini- instrumentos formativos idóneos? A este sús, y en particular el Misterio Pascual, en
ciativas, conviene precisar que han de es- respecto, los Padres sinodales han propues- relación con todo el itinerario veterotesta-
tar en armonía con el conjunto del pro- to unánimemente una catequesis de carác- mentario.
yecto pastoral de la diócesis. En efecto, ter mistagógico que lleve a los fieles a aden- b) Además, la catequesis mistagógica ha
dichas experiencias perderían su carácter trarse cada vez más en los misterios celebra- de introducir en el significado de los sig-
pedagógico si se las considerara como an- dos186. En particular, por lo que se refiere a nos contenidos en los ritos. Este cometido
tagonistas o paralelas respecto a la vida la relación entre el ars celebrandi y la ac- es particularmente urgente en una época
de la Iglesia particular. A este respecto, el tuosa participatio, se ha de afirmar, ante como la actual, tan imbuida por la tecnolo-
Sínodo ha subrayado algunos criterios a todo, que «la mejor catequesis sobre la Eu- gía, en la cual se corre el riesgo de perder la
los que atenerse: los grupos pequeños han caristía es la Eucaristía misma bien cele- capacidad perceptiva de los signos y símbo-
de servir para unificar la comunidad parro- brada»187. En efecto, por su propia naturale- los. Más que informar, la catequesis mistagó-
quial, no para fragmentarla; esto debe ser za, la liturgia tiene una eficacia propia pa- gica debe despertar y educar la sensibili-
evaluado en la praxis concreta; estos gru- ra introducir a los fieles en el conocimien- dad de los fieles ante el lenguaje de los sig-
pos tienen que favorecer la participación to del misterio celebrado. Precisamente por nos y gestos que, unidos a la palabra, cons-
fructuosa de toda la asamblea y preservar ello, el itinerario formativo del cristiano en tituyen el rito.
en lo posible la unidad de cada familia en la tradición más antigua de la Iglesia, aun c) Finalmente, la catequesis mistagógi-
la vida litúrgica185. sin descuidar la comprensión sistemática ca ha de enseñar el significado de los ritos
de los contenidos de la fe, tuvo siempre un en relación con la vida cristiana en todas
La celebración participada carácter de experiencia, en el cual era deter- sus facetas, como el trabajo y los compromi-
interiormente minante el encuentro vivo y persuasivo con sos, el pensamiento y el afecto, la actividad
Cristo, anunciado por auténticos testigos. y el descanso. Forma parte del itinerario
Catequesis mistagógica En este sentido, el que introduce en los mistagógico subrayar la relación entre los
64. La gran tradición litúrgica de la Igle- misterios es ante todo el testigo. Dicho en- misterios celebrados en el rito y la respon-
sia nos enseña que, para una participación cuentro ahonda en la catequesis y tiene su sabilidad misionera de los fieles. En este
fructuosa, es necesario esforzarse en co- fuente y su culmen en la celebración de la sentido, el resultado final de la mistagogía es
rresponder personalmente al misterio que Eucaristía. De esta estructura fundamental tomar conciencia de que la propia vida es
se celebra mediante el ofrecimiento a Dios de la experiencia cristiana nace la exigencia transformada progresivamente por los san-
de la propia vida, en unión con el Sacrificio de un itinerario mistagógico, en el cual se tos misterios que se celebran. El objetivo
de Cristo por la salvación del mundo en- han de tener siempre presentes tres ele- de toda la educación cristiana, por otra par-
tero. Por este motivo, el Sínodo de los Obis- mentos: te, es formar al fiel como hombre nuevo,
pos ha recomendado que los fieles tengan a) Ante todo, la interpretación de los ri- con una fe adulta, que lo haga capaz de tes-
una actitud coherente entre las disposicio- tos a la luz de los acontecimientos salvíficos, timoniar en el propio ambiente la esperan-
nes interiores y los gestos y las palabras. según la tradición viva de la Iglesia. Efecti- za cristiana que lo anima.

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 21


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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

El sentido Para desarrollar en nuestras comunida- de la Plegaria eucarística. Para adecuarse a Pan eucarístico no habría sido dado para
del misterio de Dios, des eclesiales esta tarea educativa, hay que la legítima diversidad de los signos que se ser contemplado, sino para ser comido. En
especialmente vivido contar con formadores bien preparados. usan en el contexto de las diferentes cultu- realidad, a la luz de la experiencia de ora-
en las Catacumbas Ciertamente, todo el pueblo de Dios ha de ras, cada uno ha de vivir y expresar que es ción de la Iglesia, dicha contraposición se
sentirse comprometido en esta formación. consciente de encontrarse en toda celebra- mostró carente de todo fundamento. Ya de-
Cada comunidad cristiana está llamada a ser ción ante la majestad infinita de Dios, que cía san Agustín: «Nemo autem illam carnem
ámbito pedagógico que introduce en los llega a nosotros de manera humilde en los manducat, nisi prius adoraverit; [...] pec-
misterios que se celebran en la fe. A este signos sacramentales. cemus non adorando –Nadie come de esta
respecto, durante el Sínodo los Padres han carne sin antes adorarla; [...], pecaríamos si
subrayado la conveniencia de una mayor Adoración y piedad eucarística no la adoráramos»191. En efecto, en la Euca-
participación de las comunidades de vida ristía, el Hijo de Dios viene a nuestro en-
consagrada, de los movimientos y demás Relación intrínseca entre celebración cuentro y desea unirse a nosotros; la adora-
grupos que, por sus propios carismas, pue- y adoración ción eucarística no es si no la continuación
den aportar un renovado impulso a la forma- 66. Uno de los momentos más intensos obvia de la celebración eucarística, la cual es
ción cristiana188. También en nuestro tiempo del Sínodo fue cuando, junto con muchos en sí misma el acto más grande de adora-
el Espíritu Santo prodiga la efusión de sus fieles, nos desplazamos a la basílica de San ción de la Iglesia192. Recibir la Eucaristía sig-
dones para sostener la misión apostólica de Pedro para la adoración eucarística. Con es- nifica adorar al que recibimos. Precisamen-
la Iglesia, a la cual corresponde difundir la fe te gesto de oración, la Asamblea de los obis- te así, y sólo así, nos hacemos una sola co-
y educarla hasta su madurez189. pos quiso llamar la atención, no sólo con sa con Él y, en cierto modo, pregustamos
palabras, sobre la importancia de la rela- anticipadamente la belleza de la liturgia ce-
Veneración de la Eucaristía ción intrínseca entre celebración eucarística lestial. La adoración fuera de la santa misa
65. Un signo convincente de la eficacia y adoración. En este aspecto significativo prolonga e intensifica lo acontecido en la
que la catequesis eucarística tiene en los de la fe de la Iglesia se encuentra uno de los misma celebración litúrgica. En efecto, «só-
fieles es, sin duda, el crecimiento en ellos elementos decisivos del camino eclesial lo en la adoración puede madurar una aco-
del sentido del misterio de Dios presente realizado tras la renovación litúrgica queri- gida profunda y verdadera. Y precisamente
entre nosotros. Eso se puede comprobar a da por el Concilio Vaticano II. Mientras la re- en este acto personal de encuentro con el
través de manifestaciones específicas de ve- forma daba sus primeros pasos, a veces no Señor madura luego también la misión so-
neración de la Eucaristía, hacia la cual el se percibió de manera suficientemente cla- cial contenida en la Eucaristía y que quiere
itinerario mistagógico debe introducir a los ra la relación intrínseca entre la santa misa romper las barreras no sólo entre el Señor y
fieles190. Pienso, en general, en la importan- y la adoración del Santísimo Sacramento. nosotros, sino también, y sobre todo, las
cia de los gestos y de la postura, como arro- Una objeción difundida entonces se basaba, barreras que nos separan a los unos de los
dillarse durante los momentos principales por ejemplo, en la observación de que el otros»193.

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 22


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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Práctica de la adoración eucarística toda la Iglesia y llamada a la centralidad de del sacramento del Sacrificio de Cristo, el El Papa pide
67. Por tanto, unido a la Asamblea sino- Cristo para la vida de los individuos y de Sínodo de los Obispos ha reflexionado so- momentos
dal, recomiendo ardientemente a los pas- las comunidades. bre la adecuada colocación del sagrario en de adoración
tores de la Iglesia y al pueblo de Dios la nuestras iglesias196. En efecto, esto ayuda a comunitaria
práctica de la adoración eucarística, tanto Formas de devoción eucarística reconocer la presencia real de Cristo en el al Santísimo:
personal como comunitaria194. A este res- 68. La relación personal que cada fiel Santísimo Sacramento. Por tanto, es nece- procesión del Corpus,
pecto, será de gran ayuda una catequesis establece con Jesús, presente en la Euca- sario que el lugar en que se conservan las en Toledo
adecuada en la que se explique a los fieles ristía, lo pone siempre en contacto con to- especies eucarísticas sea identificado fá-
la importancia de este acto de culto que da la comunión eclesial, haciendo que tome cilmente por cualquiera que entre en la
permite vivir más profundamente y con ma- conciencia de su pertenencia al cuerpo de iglesia, gracias también a la lamparilla en-
yor fruto la celebración litúrgica. Además, Cristo. Por eso, además de invitar a los fie- cendida. Para ello, se ha de tener en cuen-
cuando sea posible, sobre todo en los lu- les a encontrar personalmente tiempo para ta la estructura arquitectónica del edificio
gares más poblados, será conveniente indi- estar en oración ante el Sacramento del al- sacro: en las iglesias donde no hay capilla
car las iglesias u oratorios que se pueden tar, pido a las parroquias y a otros grupos del Santísimo Sacramento, y el sagrario es-
dedicar a la adoración perpetua. Recomien- eclesiales que promuevan momentos de tá en el altar mayor, conviene seguir usan-
do también que en la formación catequéti- adoración comunitaria. Obviamente, con- do dicha estructura para la conservación
ca, sobre todo en el ciclo de preparación servan todo su valor las formas de devo- y adoración de la Eucaristía, evitando po-
para la Primera Comunión, se inicie a los ción eucarística ya existentes. Pienso, por ner delante la sede del celebrante. En las
niños en el significado y belleza de estar ejemplo, en las procesiones eucarísticas, iglesias nuevas conviene prever que la ca-
junto a Jesús, fomentando el asombro por su sobre todo la procesión tradicional en la pilla del Santísimo esté cerca del presbi-
presencia en la Eucaristía. solemnidad del Corpus Christi, en la prác- terio; si esto no fuera posible, es preferible
Además, quisiera expresar admiración y tica piadosa de las Cuarenta Horas, en los poner el sagrario en el presbiterio, sufi-
apoyo a los Institutos de vida consagrada Congresos eucarísticos locales, nacionales cientemente alto, en el centro del ábside, o
cuyos miembros dedican una parte impor- e internacionales, y en otras iniciativas aná- bien en otro punto donde resulte bien vi-
tante de su tiempo a la adoración eucarísti- logas. Estas formas de devoción, debida- sible. Todos estos detalles ayudan a dar
ca. De este modo ofrecen a todos el ejemplo mente actualizadas y adaptadas a las diver- dignidad al sagrario, del cual debe cuidar-
de personas que se dejan plasmar por la sas circunstancias, merecen ser cultivadas se también el aspecto artístico. Obviamen-
presencia real del Señor. Al mismo tiempo, también hoy195. te, se ha tener en cuenta lo que dice a es-
deseo animar a las asociaciones de fieles, te respecto la Ordenación General del Mi-
así como a las Cofradías, que tienen esta Lugar del sagrario en la iglesia sal Romano197. En todo caso, el juicio últi-
práctica como un compromiso especial, 69. Sobre la importancia de la reserva mo en esta materia corresponde al obispo
siendo así fermento de contemplación para eucarística y de la adoración y veneración diocesano.

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Sacramentum caritatis
Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Tercera parte

Eucaristía, Misterio que se ha de vivir


«El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come, vivirá por mí» (Jn 6, 57)

su carácter paradójico, el santo Doctor ima-


gina que se le dice: «Soy el manjar de los
grandes: creces, y me comerás, sin que por
eso me transforme en ti, como el alimento
de tu carne; sino que tú te transformarás
en mí»198. En efecto, no es el alimento eu-
carístico el que se transforma en nosotros,
sino que somos nosotros los que, gracias a
él, acabamos por ser cambiados misterio-
samente. Cristo nos alimenta uniéndonos a
Él; «nos atrae hacia sí»199.
La celebración eucarística aparece aquí
con toda su fuerza como fuente y culmen de
la existencia eclesial, ya que expresa, al mis-
mo tiempo, tanto el inicio como el cumpli-
miento del nuevo y definitivo culto, la lo-
giké latreía200. A este respecto, las palabras
de san Pablo a los Romanos son la formula-
ción más sintética de cómo la Eucaristía
transforma toda nuestra vida en culto espi-
ritual agradable a Dios: «Os exhorto, por la
misericordia de Dios, a presentar vuestros
cuerpos como hostia viva, santa, agradable
a Dios; éste es vuestro culto razonable» (Rm
12, 1). En esta exhortación se ve la imagen
del nuevo culto como ofrenda total de la
propia persona en comunión con toda la
Iglesia. La insistencia del Apóstol sobre la
ofrenda de nuestros cuerpos subraya la con-
creción humana de un culto que no es para
nada desencarnado. A este propósito, el san-
to de Hipona nos sigue recordando que «és-
te es el sacrificio de los cristianos: es decir,
el llegar a ser muchos en un solo cuerpo
en Cristo. La Iglesia celebra este misterio
con el Sacramento del altar, que los fieles
conocen bien, y en el que se les muestra
claramente que en lo que se ofrece ella mis-
ma es ofrecida»201. En efecto, la doctrina ca-
tólica afirma que la Eucaristía, como Sacri-
ficio de Cristo, es también sacrificio de la
Iglesia, y por tanto de los fieles202. La insis-
tencia sobre el sacrificio –hacer sagrado–
expresa aquí toda la densidad existencial
que se encuentra implicada en la transfor-
mación de nuestra realidad humana ganada
por Cristo (cf. Flp 3, 12).

Eficacia integradora del culto


eucarístico
71. El nuevo culto cristiano abarca to-
dos los aspectos de la vida, transfigurándo-
La parroquia, Forma eucarística nosotros: «El que come vivirá por mí» ( Jn la: «Cuando comáis o bebáis o hagáis cual-
lugar clave de la vida cristiana 6, 57). Estas palabras de Jesús nos permiten quier otra cosa, hacedlo todo para gloria
para la vida comprender cómo el misterio creído y cele- de Dios» (1 Co 10, 31). El cristiano está lla-
eucarística El culto espiritual - logiké latreía brado contiene en sí un dinamismo que ha- mado a expresar en cada acto de su vida el
(Rm 12, 1) ce de él principio de vida nueva en nosotros verdadero culto a Dios. De aquí toma forma
70. El Señor Jesús, que por nosotros se y forma de la existencia cristiana. En efecto, la naturaleza intrínsecamente eucarística de
ha hecho alimento de verdad y de amor, comulgando el Cuerpo y la Sangre de Jesu- la vida cristiana. La Eucaristía, al implicar
hablando del don de su vida nos asegura cristo se nos hace partícipes de la vida divi- la realidad humana concreta del creyente,
que «quien coma de este pan vivirá para na de un modo cada vez más adulto y cons- hace posible, día a día, la transfiguración
siempre» (Jn 6, 51). Pero esta vida eterna ciente. Análogamente a lo que san Agustín progresiva del hombre, llamado a ser por
se inicia en nosotros ya en este tiempo por dice en las Confesiones sobre el Logos eter- gracia imagen del Hijo de Dios (cf. Rm 8,
el cambio que el don eucarístico realiza en no, alimento del alma, poniendo de relieve 29s). Todo lo que hay de auténticamente

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

humano –pensamientos y afectos, palabras de la victoria pascual. Participar en la asam-


y obras– encuentra en el sacramento de la blea litúrgica dominical, junto con todos los
Eucaristía la forma adecuada para ser vivi- hermanos y hermanas con los que se for-
do en plenitud. Aparece aquí todo el valor ma un solo cuerpo en Jesucristo, es algo
antropológico de la novedad radical traída que la conciencia cristiana reclama y que, al
por Cristo con la Eucaristía: el culto a Dios mismo tiempo, la forma. Perder el sentido
en la vida humana no puede quedar relega- del domingo, como Día del Señor para san-
do a un momento particular y privado, sino tificar, es síntoma de una pérdida del senti-
que, por su naturaleza, tiende a impregnar do auténtico de la libertad cristiana, la li-
cualquier aspecto de la realidad del indivi- bertad de los hijos de Dios206. A este res-
duo. El culto agradable a Dios se convierte pecto, son hermosas las observaciones de
así en un nuevo modo de vivir todas las cir- mi venerado predecesor Juan Pablo II en
cunstancias de la existencia, en la que cada la Carta apostólica Dies Domini207, a propó-
detalle queda exaltado al ser vivido dentro sito de las diversas dimensiones del domin-
de la relación con Cristo y como ofrenda a go para los cristianos: es Dies Domini, con
Dios. La gloria de Dios es el hombre vivien- referencia a la obra de la creación; dies Ch-
te (cf. 1 Co 10, 31). Y la vida del hombre es risti como día de la nueva creación y del
la visión de Dios203. don del Espíritu Santo que hace el Señor
resucitado; Dies Ecclesiae como día en que
Iuxta dominicam viventes - Vivir según la comunidad cristiana se congrega para la
el domingo celebración; Dies hominis como día de ale-
72. Esta novedad radical que la Eucaris- gría, descanso y caridad fraterna.
tía introduce en la vida del hombre ha esta- Por tanto, este día se muestra como fies-
do presente en la conciencia cristiana desde ta primordial en la que cada fiel, en el am-
el principio. Los fieles han percibido en se- biente en que vive, puede ser anunciador
guida el influjo profundo que la celebración y custodio del sentido del tiempo. En efec-
eucarística ejercía sobre su estilo de vida. to, de este día brota el sentido cristiano de
San Ignacio de Antioquía expresaba esta ver- la existencia y un nuevo modo de vivir el
dad calificando a los cristianos como «los tiempo, las relaciones, el trabajo, la vida y la
que han llegado a la nueva esperanza», y los muerte. Por tanto, es bueno que en el Día
presentaba como los que viven según el do- del Señor los grupos eclesiales organicen
mingo (iuxta dominicam viventes)204. Esta en torno a la celebración eucarística domi-
fórmula del gran mártir antioqueno ilumi- nical manifestaciones propias de la comuni-
na claramente la relación entre la realidad dad cristiana: encuentros de amistad, ini-
eucarística y la vida cristiana en su cotidiani- ciativas para formar la fe de niños, jóvenes
dad. La costumbre característica de los cris- y adultos, peregrinaciones, obras de cari-
tianos de reunirse el primer día después del dad y diversos momentos de oración. Ante
sábado para celebrar la resurrección de Cris- estos valores tan importantes –aun cuando
to –según el relato de san Justino mártir205– el sábado por la tarde, desde las primeras
es el hecho que define también la forma de Vísperas, ya pertenezca al domingo y esté
la existencia renovada por el encuentro con permitido cumplir el precepto dominical–,
Cristo. La fórmula de san Ignacio –vivir se- es preciso recordar que el domingo merece
gún el domingo– subraya también el valor ser santificado en sí mismo, para que no
paradigmático que este día santo posee res- termine siendo un día vacío de Dios208.
pecto a cualquier otro día de la semana. En
efecto, su diferencia no está simplemente Sentido del descanso y del trabajo
en dejar las actividades habituales, como 74. Es particularmente urgente en nues-
una especie de paréntesis dentro del ritmo tro tiempo recordar que el Día del Señor es
normal de los días. Los cristianos siempre también el día de descanso del trabajo. Es-
han vivido este día como el primero de la se- peramos con gran interés que la sociedad ci-
mana, porque en él se hace memoria de la vil lo reconozca también así, a fin de que
radical novedad traída por Cristo. Así pues, sea posible liberarse de las actividades labo-
el domingo es el día en que el cristiano en- rales sin sufrir por ello perjuicio alguno. En
cuentra esa forma eucarística de su existen- efecto, los cristianos, en cierta relación con
cia y a la que está llamado a vivir constante- el sentido del sábado en la tradición judía,
mente. Vivir según el domingo quiere decir han considerado el Día del Señor también
vivir conscientes de la liberación traída por como el día del descanso del trabajo cotidia-
Cristo y desarrollar la propia vida como no. Esto tiene un significado propio, al ser
ofrenda de sí mismos a Dios, para que su una relativización del trabajo, que debe es-
victoria se manifieste plenamente a todos tar orientado al hombre: el trabajo es para el
los hombres a través de una conducta reno- hombre y no el hombre para el trabajo. Es
vada íntimamente. fácil intuir cómo así se protege al hombre en
cuanto se emancipa de una posible forma
Vivir el precepto dominical de esclavitud. Como he tenido ocasión de
73. Los Padres sinodales, conscientes de afirmar, «el trabajo reviste una importancia
este nuevo principio de vida que la Eucaris- primaria para la realización del hombre y
tía pone en el cristiano, han reafirmado la el desarrollo de la sociedad, y por eso es
importancia del precepto dominical para preciso que se organice y desarrolle siempre
todos los fieles, como fuente de libertad au- en el pleno respeto de la dignidad humana
téntica, para poder vivir cada día según lo y al servicio del bien común. Al mismo tiem-
que han celebrado en el Día del Señor. En po, es indispensable que el hombre no se
efecto, la vida de fe peligra cuando ya no se deje dominar por el trabajo, que no lo ido-
siente el deseo de participar en la celebra- latre, pretendiendo encontrar en él el senti-
ción eucarística, en que se hace memoria do último y definitivo de la vida»209. En el El Día del Señor es día de descanso

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 25



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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

comunidades confiadas a su atención pasto-


ral, para que no permanezcan demasiado
tiempo sin el Sacramento de la caridad.

Una forma eucarística de la vida


cristiana, la pertenencia eclesial
76. La importancia del domingo como
dies Ecclesiae nos lleva a la relación intrín-
seca entre la victoria de Jesús sobre el mal
y sobre la muerte y nuestra pertenencia a su
cuerpo eclesial. En efecto, en el Día del Se-
ñor todo cristiano descubre también la di-
mensión comunitaria de la propia existencia
redimida. Participar en la acción litúrgica,
comulgar con el Cuerpo y la Sangre de Cris-
to quiere decir, al mismo tiempo, hacer ca-
da vez más íntima y profunda la propia per-
tenencia a Él, que ha muerto por nosotros
(cf. 1 Co 6, 19s; 7,23). Verdaderamente,
quién se alimenta de Cristo vive por Él. El
sentido profundo de la communio sancto-
rum se entiende en relación con el Misterio
eucarístico. La comunión tiene siempre, y
de modo inseparable, una connotación ver-
tical y una horizontal: comunión con Dios y
comunión con los hermanos y hermanas.
Las dos dimensiones se encuentran misterio-
samente en el don eucarístico. «Donde se
destruye la comunión con Dios, que es co-
munión con el Padre, con el Hijo y con el
Espíritu Santo, se destruye también la raíz y
el manantial de la comunión con nosotros.
Que esté garantizada día consagrado a Dios es donde el hombre petente, se cumpla según un ritual específi- Y donde no se vive la comunión entre noso-
la presencia comprende el sentido de su vida y también co elaborado por las Conferencias Episcopa- tros, tampoco es viva y verdadera la comu-
del sacerdote de la actividad laboral210. les y aprobado por ellas para este fin212. Re- nión con el Dios trinitario»215. Así pues, lla-
cuerdo que corresponde a los Ordinarios mados a ser miembros de Cristo y, por tan-
Asambleas dominicales en ausencia conceder la facultad de distribuir la Comu- to, miembros los unos de los otros (cf. 1 Co
de sacerdote nión en dichas liturgias, valorando cuida- 12, 27), formamos una realidad fundada on-
75. Al profundizar en el sentido de la dosamente la conveniencia de la opción. tológicamente en el Bautismo y alimenta-
celebración dominical para la vida del cris- Además, se ha de evitar que dichas asamble- da por la Eucaristía, una realidad que re-
tiano, se plantea espontánea- as provoquen confusión sobre el papel cen- quiere una respuesta sensible en la vida de
mente el problema de las co- tral del sacerdote y la dimensión sacramen- nuestras comunidades.
munidades cristianas en las tal en la vida de la Iglesia. La importancia La forma eucarística de la vida cristiana
que falta el sacerdote y don- del papel de los laicos, a los que se ha de es, sin duda, una forma eclesial y comunita-
Hay que dar una de, por consiguiente, no es agradecer su generosidad al servicio de las ria. El modo concreto en que cada fiel pue-
adecuada posible celebrar la santa mi- comunidades cristianas, nunca ha de ocul- de experimentar su pertenencia al cuerpo
instrucción sa en el Día del Señor. A este tar el ministerio insustituible de los sacerdo- de Cristo se realiza a través de la diócesis y
respecto, se ha de reconocer tes para la vida de la Iglesia213. Así pues, se las parroquias, como estructuras fundamen-
acerca de la que nos encontramos ante si- ha de vigilar atentamente que las asamble- tales de la Iglesia en un territorio particular.
diferencia entre tuaciones bastante diferentes as sin sacerdote no den lugar a puntos de Asociaciones, movimientos eclesiales y nue-
entre sí. El Sínodo, ante todo, vista eclesiológicos en contraste con la ver- vas comunidades –con la vitalidad de sus
la santa misa ha recomendado a los fieles dad del Evangelio y la tradición de la Igle- carismas concedidos por el Espíritu Santo
y las asambleas acercarse a una de las iglesias sia. Es más, deberían ser ocasiones privile- para nuestro tiempo–, así como también los
dominicales de la diócesis en que esté ga- giadas para pedir a Dios que mande san- Institutos de vida consagrada, tienen el de-
rantizada la presencia del sa- tos sacerdotes según su corazón. A este res- ber de ofrecer su contribución específica
en ausencia cerdote, aun cuando eso re- pecto, es conmovedor lo que escribía el para favorecer en los fieles la percepción
de sacerdote quiera un cierto sacrificio211. Papa Juan Pablo II en la Carta a los sacerdo- de pertenecer al Señor (cf. Rm 14, 8). El fe-
En cambio, allí donde las tes para el Jueves Santo de 1979, recordan- nómeno de la secularización, que compor-
grandes distancias hacen do aquellos lugares en los que la gente, pri- ta aspectos marcadamente individualistas,
prácticamente imposible la vada del sacerdote por parte del régimen ocasiona sus efectos deletéreos sobre todo
participación en la Eucaristía dominical, es dictatorial, se reunía en una iglesia o santua- en las personas que se aíslan, y por el esca-
importante que las comunidades cristianas rio, ponía sobre el altar la estola que conser- so sentido de pertenencia. El cristianismo,
se reúnan igualmente para alabar al Señor y vaba todavía y recitaba las oraciones de la li- desde sus comienzos, supone siempre una
hacer memoria del día dedicado a Él. Sin turgia eucarística, haciendo silencio «en el compañía, una red de relaciones vivifica-
embargo, esto debe realizarse en el contex- momento que corresponde a la transustan- das continuamente por la escucha de la Pa-
to de una adecuada instrucción acerca de ciación», dando así testimonio del ardor con labra, la celebración eucarística y animadas
la diferencia entre la santa misa y las asam- que «desean escuchar las palabras, que só- por el Espíritu Santo.
bleas dominicales en ausencia de sacerdote. lo los labios de un sacerdote pueden pro-
La atención pastoral de la Iglesia se expre- nunciar eficazmente»214. Precisamente en es- Espiritualidad y cultura eucarística
sa, en este caso, vigilando que la liturgia de ta perspectiva, teniendo en cuenta el bien in- 77. Es significativo que los Padres sino-
la Palabra, organizada bajo la dirección de comparable que se deriva de la celebración dales hayan afirmado que «los fieles cristia-
un diácono o de un responsable de la comu- del Sacrificio eucarístico, pido a todos los sa- nos necesitan una comprensión más pro-
nidad, al que se le haya confiado debida- cerdotes una activa y concreta disponibili- funda de las relaciones entre la Eucaristía y
mente este ministerio por la autoridad com- dad para visitar lo más a menudo posible las la vida cotidiana. La espiritualidad eucarís-

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 26


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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

tica no es solamente participación en la Mi- misterio que se ha de vivir, se ofrece a cada celebración eucarística; y, además, está mo-
sa y devoción al Santísimo Sacramento. persona en la condición en que se encuen- tivado por su singular eficacia espiritual,
Abarca la vida entera»216. Esta consideración tra, haciendo que viva cotidianamente la porque si la santa misa se vive con aten-
tiene hoy un particular significado para to- novedad cristiana en su situación existencial. ción y con fe, es formativa en el sentido
dos nosotros. Se ha de reconocer que uno Puesto que el Sacrificio eucarístico alimen- más profundo de la palabra, pues promue-
de los efectos más graves de la seculariza- ta y acrecienta en nosotros lo que ya se nos ve la conformación con Cristo y consolida al
ción, mencionada antes, consiste en haber ha dado en el Bautismo, por el cual todos sacerdote en su vocación.
relegado la fe cristiana al margen de la exis- estamos llamados a la santidad218, esto debe-
tencia, como si fuera algo inútil respecto al ría aflorar y manifestarse también en las si- Eucaristía y vida consagrada
desarrollo concreto de la vida de los hom- tuaciones o estados de vida en que se en- 81. En el contexto de la relación entre la
bres. El fracaso de este modo de vivir co- cuentra cada cristiano. Éste, viviendo la pro- Eucaristía y las diversas vocaciones eclesia-
mo si Dios no existiera está ahora a la vista pia vida como vocación, se convierte día les, resplandece de modo particular «el tes-
de todos. Hoy se necesita redescubrir que tras día en culto agradable a Dios. Ya desde timonio profético de las consagradas y de
Jesucristo no es una simple convicción pri- la reunión litúrgica, el sacramento de la Eu- los consagrados, que encuentran en la cele-
vada o una doctrina abstracta, sino una per- caristía nos compromete en la realidad co- bración eucarística y en la adoración la fuer-
sona real cuya entrada en la Historia es ca- tidiana para que todo se haga para gloria za para el seguimiento radical de Cristo obe-
paz de renovar la vida de todos. Por eso la de Dios. diente, pobre y casto»225. Los consagrados
Eucaristía, como fuente y culmen de la vida Puesto que el mundo es el campo (Mt y las consagradas, incluso desempeñando
y de la misión de la Iglesia, se tiene que 13, 38) en el que Dios pone a sus hijos como
traducir en espiritualidad, en vida según el buena semilla, los laicos cristianos, en virtud
Espíritu (cf. Rm 8, 4s; Ga 5, 16.25). Resulta del Bautismo y de la Confirmación, y forta-
significativo que san Pablo, en el pasaje de lecidos por la Eucaristía, están llamados a
la Carta a los Romanos en que invita a vivir vivir la novedad radical traída por Cristo
el nuevo culto espiritual, menciona al mis- precisamente en las condiciones comunes
mo tiempo la necesidad de cambiar el pro- de la vida219. Han de cultivar el deseo de
pio modo de vivir y pensar: «Y no os ajustéis que la Eucaristía influya cada vez más pro-
a este mundo, sino transformaos por la re- fundamente en su vida cotidiana, convir-
novación de la mente, para que sepáis dis- tiéndolos en testigos visibles en su propio
cernir lo que es la voluntad de Dios, lo bue- ambiente de trabajo y en toda la sociedad220.
no, lo que agrada, lo perfecto» (12, 2). De es- Animo de modo particular a las familias pa-
ta manera, el Apóstol de las gentes subraya ra que este Sacramento sea fuente de fuerza
la relación entre el verdadero culto espiritual e inspiración. El amor entre el hombre y la
y la necesidad de entender de un modo mujer, la acogida de la vida y la tarea educa-
nuevo la vida y vivirla. La renovación de la tiva se revelan como ámbitos privilegiados
mentalidad es parte integrante de la forma en los que la Eucaristía puede mostrar su
eucarística de la vida cristiana, «para que ya capacidad de transformar la existencia y lle-
no seamos niños sacudidos por las olas y narla de sentido221. Los pastores siempre han
llevados al retortero por todo viento de doc- de apoyar, educar y animar a los fieles laicos
trina» (Ef 4, 14). a vivir plenamente su propia vocación a la
santidad en el mundo, al que Dios ha ama-
Eucaristía y evangelización do tanto que le ha entregado a su Hijo para
de las culturas que se salve por Él (cf. Jn 3, 16).
78. De todo lo expuesto se desprende
que el Misterio eucarístico nos hace entrar en Eucaristía y espiritualidad sacerdotal
diálogo con las diferentes culturas, aunque 80. La forma eucarística de la existencia
en cierto sentido también las desafía217. Se cristiana se manifiesta de modo particular en
ha de reconocer el carácter intercultural de el estado de vida sacerdotal. La espirituali-
este nuevo culto, de esta logiké latreía. La dad sacerdotal es intrínsecamente eucarísti-
presencia de Jesucristo y la efusión del Espí- ca. La semilla de esta espiritualidad se pue-
ritu Santo son acontecimientos que pueden de encontrar ya en las palabras que el obis-
confrontarse siempre con cada realidad cul- po pronuncia en la liturgia de la Ordena-
tural, para fermentarla evangélicamente. Por ción: «Recibe la ofrenda del pueblo santo
consiguiente, esto comporta el compromiso para presentarla a Dios. Considera lo que
de promover con convicción la evangeliza- realizas e imita lo que conmemoras, y con-
ción de las culturas, con la conciencia de forma tu vida con el misterio de la cruz del
que el mismo Cristo es la verdad de todo Señor»222. El sacerdote, para dar a su vida
hombre y de toda la historia humana. La Eu- una forma eucarística cada vez más plena,
caristía se convierte en criterio de valoriza- ya en el período de formación y luego en
ción de todo lo que el cristiano encuentra en los años sucesivos, ha de dedicar tiempo a
las diferentes expresiones culturales. En es- la vida espiritual223. Él está llamado a ser
te importante proceso podemos escuchar siempre un auténtico buscador de Dios, per- muchos servicios en el campo de la forma- Mosaico de san Pablo,
las muy significativas palabras de san Pablo maneciendo al mismo tiempo cercano a las ción humana y en la atención a los pobres, que pedía vivir
que, en su Primera Carta a los Tesalonicen- preocupaciones de los hombres. Una vida en la enseñanza o en la asistencia a los en- según el Espíritu
ses, exhorta: «Examinadlo todo, quedándoos espiritual intensa le permitirá entrar más fermos, saben que el objetivo principal de su
con lo bueno» (5, 21). profundamente en comunión con el Señor vida es «la contemplación de las cosas di-
y le ayudará a dejarse ganar por el amor de vinas y la unión asidua con Dios»226. La con-
Eucaristía y fieles laicos Dios, siendo su testigo en todas las circuns- tribución esencial que la Iglesia espera de la
79. En Cristo, Cabeza de la Iglesia que es tancias, aunque sean difíciles y sombrías. vida consagrada es más en el orden del ser
su cuerpo, todos los cristianos forman «una Por esto, junto con los Padres del Sínodo, re- que en el del hacer. En este contexto, quisie-
raza elegida, un sacerdocio real, una nación comiendo a los sacerdotes «la celebración ra subrayar la importancia del testimonio
consagrada, un pueblo adquirido por Dios cotidiana de la santa misa, aun cuando no virginal precisamente en relación con el
para proclamar las hazañas del que nos lla- hubiera participación de fieles»224. Esta reco- misterio de la Eucaristía. En efecto, además
mó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz mendación está en consonancia, ante todo, de la relación con el celibato sacerdotal, el
maravillosa» (1 P 2, 9). La Eucaristía, como con el valor objetivamente infinito de cada Misterio eucarístico manifiesta una relación

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Religiosas intrínseca con la virginidad consagrada, ya Comunión eucarística, está incluido a la vez bles. Así pues, los políticos y los legisla-
de clausura rezan que es expresión de la consagración exclu- el ser amado y el amar a los otros. Una Eu- dores católicos, conscientes de su grave
en el refectorio siva de la Iglesia a Cristo, que ella con fi- caristía que no comporte un ejercicio prác- responsabilidad social, deben sentirse par-
delidad radical y fecunda acoge como a su tico del amor es fragmentaria en sí misma»229. ticularmente interpelados por su concien-
Esposo227. La virginidad consagrada encuen- Esta referencia al valor moral del culto cia, rectamente formada, para presentar y
tra en la Eucaristía inspiración y alimento espiritual no se ha de interpretar en clave apoyar leyes inspiradas en los valores fun-
para su entrega total a Cristo. Además, en la moralista. Es, ante todo, el gozoso descu- dados en la naturaleza humana231. Esto tie-
Eucaristía obtiene consuelo e impulso para brimiento del dinamismo del amor en el co- ne además una relación objetiva con la Eu-
ser, también en nuestro tiempo, signo del razón que acoge el don del Señor, se aban- caristía (cf. 1 Co 11, 27-29). Los obispos
amor gratuito y fecundo de Dios para con la dona a Él y encuentra la verdadera liber- han de llamar constantemente la atención
Humanidad. A través de su testimonio espe- tad. La transformación moral que comporta sobre estos valores. Ello es parte de su res-
cífico, la vida consagrada se convierte obje- el nuevo culto instituido por Cristo es una ponsabilidad para con la grey que se les
tivamente en referencia y anticipación de tensión y un deseo cordial de correspon- ha confiado232.
aquellas bodas del Cordero (Ap 19, 7-9), me- der al amor del Señor con todo el propio
ta de toda la historia de la salvación. En es- ser, no obstante la conciencia de la propia Eucaristía, Misterio
te sentido, es una llamada eficaz al horizon- fragilidad. Todo esto está bien reflejado en que se ha de anunciar
te escatológico que todo hom- el relato evangélico de Zaqueo (cf. Lc 19,
bre necesita para poder orien- 1-10). Después de haber hospedado a Je- Eucaristía y misión
tar sus propias opciones y sús en su casa, el publicano se ve completa- 84. En la homilía durante la celebración
decisiones de vida. mente transformado: decide dar la mitad eucarística con la que he iniciado solemne-
La Eucaristía de sus bienes a los pobres y devuelve cua- mente mi ministerio en la Cátedra de Pe-
manifiesta Eucaristía tro veces más a quienes había robado. El dro, decía: «Nada hay más hermoso que ha-
una relación y transformación moral impulso moral, que nace de acoger a Jesús ber sido alcanzados, sorprendidos, por el
82. Descubrir la belleza en nuestra vida, brota de la gratitud por ha- Evangelio, por Cristo. Nada más bello que
intrínseca con la de la forma eucarística de la ber experimentado la inmerecida cercanía conocerle y comunicar a los otros la amistad
virginidad vida cristiana nos lleva a re- del Señor. con Él»233. Esta afirmación asume una ma-
flexionar también sobre la yor intensidad si pensamos en el Misterio
consagrada: fuerza moral que dicha forma Coherencia eucarística eucarístico. En efecto, no podemos guardar
es expresión de produce para defender la au- 83. Es importante notar lo que los Pa- para nosotros el amor que celebramos en el
la consagración téntica libertad de los hijos de dres sinodales han denominado coherencia Sacramento. Éste exige por su naturaleza
Dios. Con esto deseo recordar eucarística, a la cual está llamada objetiva- que sea comunicado a todos. Lo que el mun-
exclusiva de la una temática surgida en el Sí- mente nuestra vida. En efecto, el culto agra- do necesita es el amor de Dios, encontrar a
Iglesia a Cristo nodo sobre la relación entre dable a Dios nunca es un acto meramente Cristo y creer en Él. Por eso la Eucaristía
forma eucarística de la vida privado, sin consecuencias en nuestras re- no es sólo fuente y culmen de la vida de la
y transformación moral. El laciones sociales: al contrario, exige el tes- Iglesia; lo es también de su misión: «Una
Papa Juan Pablo II afirmaba timonio público de la propia fe. Obviamen- Iglesia auténticamente eucarística es una
que la vida moral «posee el valor de un cul- te, esto vale para todos los bautizados, pe- Iglesia misionera»234. También nosotros po-
to espiritual (Rm 12, 1; cf. Flp 3, 3) que na- ro tiene una importancia particular para demos decir a nuestros hermanos con con-
ce y se alimenta de aquella inagotable fuen- quienes, por la posición social o política vicción: «Eso que hemos visto y oído os lo
te de santidad y glorificación de Dios que que ocupan, han de tomar decisiones sobre anunciamos para que estéis unidos con no-
son los Sacramentos, especialmente la Euca- valores fundamentales, como el respeto y sotros» (1 Jn 1, 3). Verdaderamente, nada
ristía; en efecto, participando en el Sacrificio la defensa de la vida humana, desde su hay más hermoso que encontrar a Cristo y
de la cruz, el cristiano comulga con el amor concepción hasta su fin natural, la familia comunicarlo a los demás. Además, la insti-
de donación de Cristo y se capacita y com- fundada en el matrimonio entre hombre y tución misma de la Eucaristía anticipa lo
promete a vivir esta misma caridad en to- mujer, la libertad de educación de los hijos que es el corazón de la misión de Jesús: Él
das sus actitudes y comportamientos de vi- y la promoción del bien común en todas es el enviado del Padre para la redención
da»228. En definitiva, «en el culto mismo, en la sus formas230. Estos valores no son negocia- del mundo (cf. Jn 3, 16-17; Rm 8, 32). En la

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Sacramentum caritatis
Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Última Cena Jesús confía a sus discípulos dad del amor al hermano no ha dado toda- persona que no me agrada o ni siquiera co-
el Sacramento que actualiza el Sacrificio vía bastante. La Eucaristía, como Sacramen- nozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a
que Él ha hecho de sí mismo en obediencia to de nuestra salvación, nos lleva a conside- partir del encuentro íntimo con Dios, un
al Padre para la salvación de todos noso- rar de modo ineludible la unicidad de Cris- encuentro que se ha convertido en comu-
tros. No podemos acercarnos a la Mesa eu- to y de la salvación realizada por Él a precio nión de voluntad, llegando a
carística sin dejarnos llevar por ese movi- de su sangre. Por tanto, la exigencia de edu- implicar el sentimiento. En-
miento de la misión que, partiendo del co- car constantemente a todos al trabajo mi- tonces aprendo a mirar a esta
razón mismo de Dios, tiende a llegar a todos sionero, cuyo centro es el anuncio de Je- otra persona no ya sólo con
los hombres. Así pues, el impulso misione- sús, único Salvador, surge del Misterio euca- mis ojos y sentimientos, sino La misión primera
ro es parte constitutiva de la forma euca- rístico, creído y celebrado238. Así se evitará desde la perspectiva de Jesu-
rística de la vida cristiana. que se reduzca a una interpretación mera- 240
cristo» . De ese modo, en las y fundamental
mente sociológica la decisiva obra de pro- personas que encuentro reco- que recibimos
Eucaristía y testimonio moción humana que comporta siempre to- nozco a hermanos y herma-
85. La misión primera y fundamental do auténtico proceso de evangelización. nas por los que el Señor ha
de los santos
que recibimos de los santos misterios que dado su vida amándolos has- misterios que
celebramos es la de dar testimonio con Libertad de culto ta el extremo ( Jn 13, 1). Por celebramos
nuestra vida. El asombro por el don que 87. En este contexto, deseo hablar de lo consiguiente, nuestras comu-
Dios nos ha hecho en Cristo imprime en que los Padres han afirmado durante la nidades, cuando celebran la es la de dar
nuestra vida un dinamismo nuevo, com- Asamblea sinodal sobre las graves dificulta- Eucaristía, han de ser cada vez testimonio con
prometiéndonos a ser testigos de su amor. des que afectan a la misión de aquellas co- más conscientes de que el Sa-
Nos convertimos en testigos cuando, por munidades cristianas que viven en condi- crificio de Cristo es para to-
nuestra vida
nuestras acciones, palabras y modo de ser, ciones de minoría, o incluso privadas de la dos y que, por eso, la Euca-
aparece Otro y se comunica. Se puede de- libertad religiosa239. Realmente debemos dar ristía impulsa a todo el que
cir que el testimonio es el medio con el gracias al Señor por todos los obispos, sacer- cree en Él a hacerse pan par-
que la verdad del amor de Dios llega al dotes, personas consagradas y laicos, que tido para los demás y, por tanto, a trabajar
hombre en la Historia, invitándolo a aco- se esfuerzan por anunciar el Evangelio y vi- por un mundo más justo y fraterno. Pen-
ger libremente esta novedad radical. En el ven su fe arriesgando la propia vida. En mu- sando en la multiplicación de los panes y los
testimonio, Dios, por así decir, se expone al chas regiones del mundo, el mero hecho peces, hemos de reconocer que Cristo si-
riesgo de la libertad del hombre. Jesús mis- de ir a la iglesia es un testimonio heroico gue exhortando también hoy a sus discípu-
mo es el testigo fiel y veraz (cf. Ap 1, 5; 3, que expone a las personas a la marginación los a comprometerse en primera persona:
14); ha venido para dar testimonio de la y a la violencia. En esta ocasión, deseo con- «Dadles vosotros de comer» (Mt 14, 16). En
verdad (cf. Jn 18, 37). Con estas reflexio- firmar también la solidaridad de toda la Igle- verdad, la vocación de cada uno de nosotros
nes deseo recordar un concepto muy que- sia con los que sufren por la falta de liber- consiste en ser, junto con Jesús, pan parti- Jesucristo,
rido por los primeros cristianos, pero que tad de culto. Allí dónde falta la libertad re- do para la vida del mundo. único Salvador
también nos afecta a nosotros, cristianos ligiosa, lo sabemos, falta en definitiva la li-
de hoy: el testimonio hasta el don de sí bertad más significativa, ya que en la fe el
mismos, hasta el martirio, ha sido conside- hombre expresa su íntima convicción so-
rado siempre en la historia de la Iglesia co- bre el sentido último de su propia vida. Pi-
mo la cumbre del nuevo culto espiritual: damos, pues, que aumenten los espacios
«Presentar vuestros cuerpos» (Rm 12, 1). Se de libertad religiosa en todos los Estados,
puede recordar, por ejemplo, el relato del para que los cristianos, así como también
martirio de san Policarpo de Esmirna, dis- los miembros de otras religiones, puedan
cípulo de san Juan: todo el acontecimiento vivir personal y comunitariamente sus con-
dramático es descrito como una liturgia, vicciones libremente.
más aún, como si el mártir mismo se convir-
tiera en Eucaristía235. Pensemos también en Eucaristía, Misterio
la conciencia eucarística que Ignacio de que se ha de ofrecer al mundo
Antioquía expresa ante su martirio: él se
considera «trigo de Dios» y desea llegar a ser Eucaristía: pan partido
en el martirio «pan puro de Cristo»236. El para la vida del mundo
cristiano que ofrece su vida en el martirio 88. «El pan que yo daré es mi carne pa-
entra en plena comunión con la Pascua de ra la vida del mundo» (Jn 6, 51). Con estas
Jesucristo, y así se convierte con Él en Eu- palabras, el Señor revela el verdadero sen-
caristía. Tampoco faltan hoy en la Iglesia tido del don de la propia vida por todos los
mártires en los que se manifiesta de modo hombres, y nos muestran también la ínti-
supremo el amor de Dios. Sin embargo, ma compasión que Él tiene por cada per-
aun cuando no se requiera la prueba del sona. En efecto, los evangelios nos narran
martirio, sabemos que el culto agradable a muchas veces los sentimientos de Jesús por
Dios implica también interiormente esta los hombres, de modo especial por los que
disponibilidad237, y se manifiesta en el tes- sufren y los pecadores (cf. Mt 20, 34; Mc 6,
timonio alegre y convencido ante el mundo 54; Lc 9, 41). Mediante un sentimiento pro-
de una vida cristiana coherente allí donde fundamente humano, Él expresa la inten-
el Señor nos llama a anunciarlo. ción salvadora de Dios para todos los hom-
bres, a fin de que lleguen a la vida verdade-
Jesucristo, único Salvador ra. Cada celebración eucarística actualiza
86. Subrayar la relación intrínseca entre sacramentalmente el don de la propia vida
Eucaristía y misión nos ayuda a redescubrir que Jesús ha hecho en la Cruz por noso-
también el contenido último de nuestro tros y por el mundo entero. Al mismo tiem-
anuncio. Cuanto más vivo sea el amor por la po, en la Eucaristía Jesús nos hace testigos
Eucaristía en el corazón del pueblo cristia- de la compasión de Dios por cada hermano
no, tanto más clara tendrá la tarea de la mi- y hermana. Nace así, en torno al Misterio
sión: llevar a Cristo. No es sólo una idea o eucarístico, el servicio de la caridad para
una ética inspirada en Él, sino el don de su con el prójimo, que «consiste justamente en
misma Persona. Quien no comunica la ver- que, en Dios y con Dios, amo también a la

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

La unión con Cristo


nos capacita Implicaciones sociales gen de la lucha por la justicia. La Iglesia do–, acogidos en precarias condiciones pa-
para atender del Misterio eucarístico «debe insertarse en ella a través de la argu- ra librarse de una suerte peor, pero necesi-
las justas 89. La unión con Cristo que se realiza mentación racional y debe despertar las tados de todo. Estos seres humanos, ¿no
exigencias sociales en el Sacramento nos capacita también pa- fuerzas espirituales, sin las cuales la justi- son nuestros hermanos y hermanas? ¿Acaso
ra nuevos tipos de relaciones sociales: «La cia, que siempre exige también renuncias, sus hijos no vienen al mundo con las mis-
mística del Sacramento tiene un carácter no puede afirmarse ni prosperar»244. mas esperanzas legítimas de felicidad que
social». En efecto, «la unión con Cristo es al En la perspectiva de la responsabilidad los demás?»246 El Señor Jesús, Pan de vida
mismo tiempo unión con todos los demás a social de todos los cristianos, los Padres si- eterna, nos apremia y nos hace estar atentos
los que Él se entrega. No puedo tener a Cris- nodales han recordado que el Sacrificio de a las situaciones de pobreza en que se halla
to sólo para mí; únicamente puedo pertene- Cristo es misterio de liberación que nos in- todavía gran parte de la Humanidad: son
cerle en unión con todos los que son suyos terpela y provoca continuamente. Dirijo por situaciones cuya causa implica a menudo
o lo serán»241. A este respecto, hay que expli- tanto una llamada a todos los fieles para un clara e inquietante responsabilidad por
citar la relación entre Misterio eucarístico que sean realmente operadores de paz y de parte de los hombres. En efecto, «se puede
y compromiso social. La Eucaristía es Sa- justicia: «En efecto, quien participa en la Eu- afirmar, sobre la base de datos estadísticos
cramento de comunión entre hermanos y caristía ha de empeñarse en construir la paz disponibles, que menos de la mitad de las
hermanas que aceptan reconciliarse en Cris- en nuestro mundo marcado por tantas vio- ingentes sumas destinadas globalmente a
to, el cual ha hecho de judíos y paganos un lencias y guerras, y de modo particular hoy, armamento sería más que suficiente para
pueblo solo, derribando el muro de ene- por el terrorismo, la corrupción económi- sacar de manera estable de la indigencia al
mistad que los separaba (cf. Ef 2, 14). Sólo ca y la explotación sexual»245. Todos estos inmenso ejército de los pobres. Esto interpe-
esta constante tensión hacia la reconcilia- problemas, que a su vez engendran otros la a la conciencia humana. Nuestro común
ción permite comulgar dignamente con el fenómenos degradantes, son los que des- compromiso por la verdad puede y tiene
Cuerpo y la Sangre de Cristo (cf. Mt 5, 23- piertan viva preocupación. Sabemos que que dar nueva esperanza a estas poblacio-
24)242. Cristo, por el Memorial de su Sacrifi- estas situaciones no se pueden afrontar de nes que viven bajo el umbral de la pobreza,
cio, refuerza la comunión entre los herma- un manera superficial. Precisamente, gra- mucho más a causa de situaciones que de-
nos y, de modo particular, apremia a los cias al Misterio que celebramos, deben de- penden de las relaciones internacionales
que están enfrentados para que aceleren su nunciarse las circunstancias que van con- políticas, comerciales y culturales, que por
reconciliación abriéndose al diálogo y al tra la dignidad del hombre, por el cual Cris- circunstancias incontroladas»247.
compromiso por la justicia. No hay duda de to ha derramado su sangre, afirmando así el El alimento de la verdad nos impulsa a
que las condiciones para establecer una paz valor tan alto de cada persona. denunciar las situaciones indignas del hom-
verdadera son la restauración de la justicia, bre, en las que a causa de la injusticia y la
la reconciliación y el perdón243. De esta to- El alimento de la verdad explotación se muere por falta de comida, y
ma de conciencia nace la voluntad de trans- y la indigencia del hombre nos da nueva fuerza y ánimo para trabajar
formar también las estructuras injustas pa- 90. No podemos permanecer pasivos an- sin descanso en la construcción de la civili-
ra restablecer el respeto de la dignidad del te ciertos procesos de globalización que con zación del amor. Los cristianos han procura-
hombre, creado a imagen y semejanza de frecuencia hacen crecer desmesuradamen- do desde el principio compartir sus bienes
Dios. La Eucaristía, a través de la puesta en te en todo el mundo la diferencia entre ricos (cf. Hch 4, 32) y ayudar a los pobres (cf. Rm
práctica de este compromiso, transforma y pobres. Debemos denunciar a quien de- 15, 26). La colecta en las asambleas litúrgi-
en vida lo que ella significa en la celebra- rrocha las riquezas de la tierra, provocando cas no sólo nos lo recuerda expresamente,
ción. Como he tenido ocasión de afirmar, desigualdades que claman al cielo (cf. St 5, sino que es también una necesidad muy ac-
la Iglesia no tiene como tarea propia em- 4). Por ejemplo, es imposible permanecer tual. Las instituciones eclesiales de benefi-
prender una batalla política para realizar la callados ante «las imágenes sobrecogedo- cencia, en particular Caritas en sus diversos
sociedad más justa posible; sin embargo, ras de los grandes campos de prófugos o ámbitos, desarrollan el precioso servicio de
tampoco puede ni debe quedarse al mar- de refugiados –en muchas partes del mun- ayudar a las personas necesitadas, sobre to-

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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

do a los más pobres. Estas instituciones, de toda la creación, aspirando así a la san- Utilidad de un Compendio eucarístico La escuela
inspirándose en la Eucaristía, que es el Sa- tificación del mundo y trabajando intensa- 93. Al final de estas reflexiones, en las de la Eucaristía
cramento de la caridad, se convierten en su mente para tal fin249. La Eucaristía misma que he querido fijarme en las orientacio- llama a asumir
expresión concreta; por ello merecen todo proyecta una luz intensa sobre la historia nes surgidas en el Sínodo, deseo acoger la responsabilidad
encomio y estímulo por su compromiso so- humana y sobre todo el cosmos. En esta también una petición que hicieron los Pa- política y social
lidario en el mundo. perspectiva sacramental aprendemos, día dres para ayudar al pueblo cristiano a creer,
a día, que todo acontecimiento eclesial tie- celebrar y vivir cada vez mejor el Misterio
Doctrina social de la Iglesia ne carácter de signo, mediante el cual Dios eucarístico. Preparado por los Dicasterios
91. El misterio de la Eucaristía nos ca- se comunica a sí mismo y nos interpela. competentes se publicará un Compendio
pacita e impulsa a un trabajo audaz en las De esta manera, la forma eucarística de la que recogerá textos del Catecismo de la Igle-
estructuras de este mundo para llevarles vida puede favorecer verdaderamente un sia católica, oraciones y explicaciones de
aquel tipo de relaciones nuevas, que tiene auténtico cambio de mentalidad en el mo- las Plegarias eucarísticas del Misal, así como
su fuente inagotable en el don de Dios. La do de ver la Historia y el mundo. La liturgia todo lo que pueda ser útil para la correcta
oración que repetimos en cada santa misa: misma nos educa a todo esto cuando, du- comprensión, celebración y adoración del
«Danos hoy nuestro pan de cada día», nos rante la presentación de las ofrendas, el sa- Sacramento del altar251. Espero que este ins-
obliga a hacer todo lo posible, en colabora- cerdote dirige a Dios una oración de bendi- trumento ayude a que el Memorial de la
ción con las instituciones internacionales, ción y de petición sobre el pan y el vino, Pascua del Señor se convierta cada vez más
estatales o privadas, para que cese o al me- fruto de la tierra, de la vid y del trabajo en fuente y culmen de la vida y de la misión
nos disminuya en el mundo el escándalo del hombre. Con estas palabras, además de de la Iglesia. Esto impulsará a cada fiel a Benedicto XVI
del hambre y de la desnutrición que sufren incluir en la ofrenda a Dios toda la actividad hacer de su propia vida un verdadero culto celebra la Eucaristía
tantos millones de personas, especialmente y el esfuerzo humano, el rito nos lleva a espiritual. en Valencia
en los países en vías de desarrollo. El cristia- considerar la tierra como creación de Dios,
no laico en particular, formado en la escue- que produce todo lo necesario para nuestro
la de la Eucaristía, está llamado a asumir sustento. La creación no es una realidad
directamente la propia responsabilidad po- neutral, mera materia que se puede utili-
lítica y social. Para que pueda desempeñar zar indiferentemente siguiendo el instinto
adecuadamente sus cometidos, hay que pre- humano. Más bien forma parte del plan
pararlo mediante una educación concreta bondadoso de Dios, por el que todos noso-
a la caridad y a la justicia. Por eso, como tros estamos llamados a ser hijos e hijas en
ha pedido el Sínodo, es necesario promover el Unigénito de Dios, Jesucristo (cf. Ef 1,
la doctrina social de la Iglesia y darla a co- 4-12). La fundada preocupación por las con-
nocer en las diócesis y en las comunidades diciones ecológicas en que se encuentra la
cristianas248. En este precioso patrimonio, creación en muchas partes del mundo en-
procedente de la más antigua tradición ecle- cuentra motivos de tranquilidad en la pers-
sial, encontramos los elementos que orien- pectiva de la esperanza cristiana, que nos
tan con profunda sabiduría el comporta- compromete a actuar responsablemente en
miento de los cristianos ante las cuestiones defensa de la creación250. En efecto, en la re-
sociales candentes. Esta doctrina, madurada lación entre la Eucaristía y el universo des-
durante toda la historia de la Iglesia, se ca- cubrimos la unidad del plan de Dios y se
racteriza por el realismo y el equilibrio, ayu- nos invita a descubrir la relación profun-
dando así a evitar compromisos equívocos da entre la creación y la nueva creación,
o utopías ilusorias. inaugurada con la resurrección de Cristo,
nuevo Adán. En ella participamos ya desde
Santificación del mundo ahora en virtud del Bautismo (cf. Col 2,
y salvaguardia de la creación 12s), y así se le abre a nuestra vida cristia-
92. Para desarrollar una profunda espi- na, alimentada por la Eucaristía, la pers-
ritualidad eucarística que pueda incidir tam- pectiva del mundo nuevo, del nuevo cielo
bién de manera significativa en el campo y de la nueva tierra, donde la nueva Jerusa-
social, se requiere que el pueblo cristiano lén baja del cielo, desde Dios, «ataviada co-
tenga conciencia de que, al dar gracias por mo una novia que se adorna para su espo-
medio de la Eucaristía, lo hace en nombre so» (Ap 21, 2).

 DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 31


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Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Conclusión cindibles de la logiké latreía, del culto espi- mos vivir sin participar en el Sacramento
ritual, santo y agradable a Dios (cf. Rm 12, de nuestra salvación y deseamos ser iuxta
94. Queridos hermanos y hermanas, la 1), en el que toda nuestra realidad humana dominicam viventes, es decir, llevar a la vi-
Eucaristía es el origen de toda forma de san- concreta se transforma para su gloria. Invi- da lo que celebramos en el Día del Señor. En
tidad, y todos nosotros estamos llamados a to, pues, a todos los pastores a poner la má- efecto, éste es el día de nuestra liberación
la plenitud de vida en el Espíritu Santo. xima atención en la promoción de una espi- definitiva. ¿Qué tiene de extraño que dese-
¡Cuántos santos han hecho auténtica la pro- ritualidad cristiana auténticamente eucarís- emos vivir cada día según la novedad in-
pia vida gracias a su piedad eucarística! Des- tica. Que los presbíteros, los diáconos y to- troducida por Cristo con el misterio de la
de san Ignacio de Antioquía a san Agustín, dos los que desempeñan un ministerio Eucaristía?
de san Antonio Abad a san Benito, de san eucarístico, reciban siempre de estos mis- 96. Que María Santísima, Virgen inmacu-
Francisco de Asís a santo Tomás de Aqui- mos servicios, realizados con esmero y pre- lada, arca de la nueva y eterna alianza, nos
no, de santa Clara de Asís a santa Catalina paración constante, fuerza y estímulo para acompañe en este camino al encuentro del
de Siena, de san Pascual Bailón a san Pe- el propio camino personal y comunitario Señor que viene. En Ella encontramos la
dro Julián Eymard, de san Alfonso María de de santificación. Exhorto a todos los laicos, esencia de la Iglesia realizada del modo más
Ligorio al Beato Carlos de Foucauld, de san en particular a las familias, a encontrar con- perfecto. La Iglesia ve en María, Mujer euca-
Juan María Vianney a santa Teresa de Li- tinuamente en el Sacramento del amor de rística –como la ha llamado el Siervo de
sieux, de san Pío de Pietrelcina a la Beata Cristo la fuerza para transformar la propia Dios Juan Pablo II253–, su icono más logrado,
Teresa de Calcuta, del Beato Piergiorgio vida en un signo auténtico de la presencia y la contempla como modelo insustituible
Frassati al Beato Iván Mertz, sólo por citar del Señor resucitado. Pido a todos los con- de vida eucarística. Por eso, en presencia
algunos de los numerosos nombres. La san- sagrados y consagradas que manifiesten del verum Corpus natum de Maria Virgine
tidad ha tenido siempre su centro en el sa- con su propia vida eucarística el esplendor sobre el altar, el sacerdote, en nombre de
cramento de la Eucaristía. y la belleza de pertenecer totalmente al Se- la asamblea litúrgica, afirma con las pala-
Por eso, es necesario que en la Iglesia ñor. bras del canon: «Veneramos la memoria, an-
se crea realmente, se celebre con devoción 95. A principios del siglo IV, el culto cris- te todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
y se viva intensamente este santo Misterio. tiano estaba todavía prohibido por las auto- Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Se-
El don de sí mismo que Jesús hace en el ridades imperiales. Algunos cristianos del ñor»254. Su santo nombre se invoca y venera
Sacramento memorial de su pasión, nos ase- norte de África, que se sentían en la obliga- también en los cánones de las tradiciones
gura que el culmen de nuestra vida está en ción de celebrar el Día del Señor, desafiaron cristianas orientales. Los fieles, por su par-
la participación en la vida trinitaria, que en la prohibición. Fueron martirizados mien- te, «encomiendan a María, Madre de la Igle-
Él se nos ofrece de manera definitiva y efi- tras declaraban que no les era posible vi- sia, su vida y su trabajo. Esforzándose por te-
caz. La celebración y adoración de la Euca- vir sin la Eucaristía, alimento del Señor: Si- ner los mismos sentimientos de María, ayu-
ristía nos permiten acercarnos al amor de ne dominico non possumus252. Que estos dan a toda la comunidad a vivir como ofren-
Dios y adherirnos personalmente a él hasta mártires de Abitinia, junto con muchos san- da viva, agradable al Padre»255. Ella es la
unirnos con el Señor amado. El ofrecimien- tos y Beatos que han hecho de la Eucaristía Tota pulchra, Toda hermosa, ya que en Ella
Cena de Emaús. to de nuestra vida, la comunión con toda el centro de su vida, intercedan por nosotros brilla el resplandor de la gloria de Dios. La
Caravaggio. la comunidad de los creyentes y la solidari- y nos enseñen la fidelidad al encuentro con belleza de la liturgia celestial, que debe re-
Museo Brera, Milán dad con cada hombre, son aspectos impres- Cristo resucitado. Nosotros tampoco pode- flejarse también en nuestras asambleas, tie-
ne un fiel espejo en Ella. De Ella hemos de
aprender a convertirnos en personas euca-
rísticas y eclesiales para poder presentar-
nos también nosotros, según la expresión
de san Pablo, inmaculados ante el Señor,
tal como Él nos ha querido desde el princi-
pio (cf. Col 1, 21; Ef 1, 4)256.
97. Que el Espíritu Santo, por interce-
sión de la Santísima Virgen María, encienda
en nosotros el mismo ardor que sintieron
los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), y
renueve en nuestra vida el asombro eucarís-
tico por el resplandor y la belleza que brillan
en el rito litúrgico, signo eficaz de la belle-
za infinita propia del misterio santo de Dios.
Aquellos discípulos se levantaron y volvie-
ron de prisa a Jerusalén para compartir la
alegría con los hermanos y hermanas en la
fe. En efecto, la verdadera alegría está en
reconocer que el Señor se queda entre no-
sotros, compañero fiel de nuestro camino.
La Eucaristía nos hace descubrir que Cristo
muerto y resucitado, se hace contemporá-
neo nuestro en el misterio de la Iglesia, su
Cuerpo. Hemos sido hechos testigos de es-
te misterio de amor. Deseemos ir llenos de
alegría y admiración al encuentro de la san-
ta Eucaristía, para experimentar y anunciar
a los demás la verdad de la palabra con la
que Jesús se despidió de sus discípulos: «Yo
estoy con vosotros todos los días, hasta al fin
del mundo» (Mt 28, 20).

En Roma, junto a San Pedro, el 22 de


febrero, fiesta de la Cátedra del Apóstol
San Pedro, del año 2007, segundo de mi
pontificado.

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 32


Sacramentum caritatis
 Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

Notas
1. Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, III, 31. Ecclesia de Eucharistia, 1. de comunión en las comunidades cristianas, preparan-
q.73, a.3. 32. Ibíd., 21. do así los corazones a la celebración del sacramento: cf.
2. In Iohannis Evangelium Tractatus, 26, 5: PL 35, 1609. 33. Cf. Juan Pablo II, encíclica Redemptor hominis (4 Propositio 7.
3. A los participantes en la Asamblea Plenaria de la Con- marzo 1979), 20: AAS 71 (1979), 309-316; Carta apostóli- 63. Cf. Código de Derecho Canónico, can.508.
gregación para la Doctrina de la Fe (10 febrero 2006): ca Dominicae Cenae (24 febrero 1980), 4: AAS 72 (1980), 64. Pablo VI, Constitución Indulgentiarum doctrina (1
AAS 98 (2006), 255. 119-121. enero 1967), Normae, n.1: AAS 59 (1967), 21.
4. Discurso a los participantes en la III reunión del XI 34. Cf. Propositio 5. 65. Ibíd., 9: AAS 59 (1967), 18-19.
Consejo Ordinario del Sínodo de los Obispos (1 junio 35. Cf. Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, III, 66. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 1499-1531.
2006): L'Osservatore Romano, ed. en lengua española (9 q.80, a.4. 67. Ibíd., 1524.
junio 2006), 18. 36. N. 38. 68. Cf. Propositio 44.
5. Cf. Propositio 2. 37. Lumen gentium, 23. 69. Cf. Sínodo de los Obispos, II Asamblea General, Do-
6. Me refiero a la necesidad de una hermenéutica de la 38. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta Commu- cumento sobre el sacerdocio ministerial Ultimis tempo-
continuidad con referencia también a una correcta lec- nionis notio (28 mayo 1992), 11: AAS 85 (1993), 844-845. ribus (30 noviembre 1971): AAS 63 (1971), 898-942.
tura del desarrollo litúrgico después del Concilio Vatica- 39. Propositio 5: «El término católico expresa la universa- 70. Cf. Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal
no II: cf. Discurso a la Curia Romana (22 diciembre lidad que proviene de la unidad que la Eucaristía, que se Pastores dabo vobis (25 marzo 1992), 42-69: AAS 84
2005): AAS 98 (2006),, 44-45. celebra en cada Iglesia, favorece y edifica. En la Eucaristía, (1992), 729-778.
7. Cf. AAS 97(2005), 337-352. las Iglesias particulares tienen el papel de hacer visible 71. Cf. Lumen gentium, 10; Congregación para la Doctri-
8. Cf. Año de la Eucaristía. Sugerencias y propuestas (14 en la Iglesia universal su propia unidad y su diversidad. Es- na de la Fe, Carta sobre algunas cuestiones concernientes
octubre 2004): L'Osservatore Romano (15 octubre 2004), ta relación de amor fraterno deja entrever la comunión al ministro de la Eucaristía Sacerdotium ministeriale (6
Suplemento. trinitaria. Los concilios y los sínodos expresan en la Histo- agosto 1983): AAS 75 (1983), 1001-1009.
9. Cf. AAS 95(2003), 433-475. Recuérdese también la Ins- ria este aspecto fraterno de la Iglesia». 72. Catecismo de la Iglesia católica, 1548.
trucción de la Congregación para el Culto Divino y la 40. Cf. ibíd. 73. Ibíd., 1552.
Disciplina de los Sacramentos Redemptionis Sacramentum 41. Decreto Presbyterorum Ordinis, 5. 74. Cf. In Iohannis Evangelium Tractatus 123, 5.
(25 marzo 2004): AAS 96 (2004), 549-601, querida expre- 42. Cf. Propositio 14. 75. Cf. Propositio 11.
samente por Juan Pablo II. 43. Lumen gentium, 1. 76. Cf. Presbyterorum Ordinis, 16.
10. Por recordar sólo los principales: Concilio de Trento, 44. De Orat. Dom., 23: PL 4, 553. 77. Cf. Juan XXIII, encíclica Sacerdotii nostri primordia
Doctrina et canones de ss. Missae sacrificio: DS 1738- 45. Lumen gentium, 48; cf. también ibíd., 9. (1 agosto 1959): AAS 51 (1959), 545-579; Pablo VI, encí-
1759; León XIII, encíclica Mirae caritatis (28 mayo 1902): 46. Cf. Propositio 13. clica Sacerdotalis coelibatus (24 junio 1967): AAS 59
ASS (1903), 115-136, 115-136; Pío XII, encíclica Media- 47. Cf. Lumen gentium, 7. (1967), 657-697; Pastores dabo vobis, 29; Benedicto XVI,
tor Dei (20 noviembre 1947): AAS 39 (1947), 521-595; Pa- 48. Cf. ibíd., 11; Concilio Vaticano II, Decreto Ad gentes, Discurso a la Curia Romana (22 diciembre 2006): L'Osser-
blo VI, encíclica Mysterium fidei (3 septiembre 1965): 9.13. vatore Romano, ed. en lengua española (29 diciembre
AAS 57 (1965), 753-774; Juan Pablo II, encíclica Ecclesia 49. Cf. Dominicae Cenae, 7; Presbyterorum Ordinis, 5. 2006), 7.
de Eucharistia (17 abril 2003): AAS 95 (2003), 433-475; 50. Cf. Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, 78. Cf. Propositio 11.
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los can.710. 79. Cf. Concilio Vaticano II, Decreto Optatam totius, 6; Có-
Sacramentos, Instrucciones Eucharisticum mysterium (25 51. Cf. Rito de la iniciación cristiana de los adultos, Intro- digo de Derecho Canónico, can.241, §1 y can.1029; Có-
mayo 1967): AAS 59 (1967), 539-573; y Liturgiam aut- ducción general, nn.34-36. digo de los Cánones de las Iglesias Orientales, can.342,
henticam (28 marzo 2001): AAS 93 (2001), 685-726. 52. Cf. Rito del Bautismo de los niños, Introducción, nn.18- §1 y can.758; Pastores dabo vobis, 11.34.50; Congrega-
11. Cf. Propositio 1. 19. ción para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida
12. N.14: AAS 98 (2006), 229. 53. Cf. Propositio 15. de los presbíteros Dives Ecclesiae (31 marzo 1994), 58:
13. Catecismo de la Iglesia católica, 1327. 54. Cf. Propositio 7; Ecclesia de Eucharistia, 36. LEV, 1994, 56-58; Congregación para la Educación Cató-
14. Propositio 16. 55. Cf. Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal lica, Instrucción sobre los criterios de discernimiento vo-
15. Homilía en la Misa de toma de posesión de la Cátedra Reconciliatio et paenitentia (2 diciembre 1984), 18: AAS cacional sobre las personas con tendencias homosexua-
de Roma (7 mayo 2005): AAS 97 (2005), 752. 77 (1985), 224-228. les con vistas a su admisión al Seminario y a las Órdenes
16. Cf. Propositio 4. 56. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 1385. sagradas (4 noviembre 2005): AAS 97 (2005), 1007-1013.
17. De Trinitate, VIII, 8, 12: CCL 50, 287. 57. A este respecto, se puede pensar en el Confiteor o en 80. Cf. Propositio 12; Pastores dabo vobis, 41.
18. Encíclica Deus caritas est (25 diciembre 2005), 12: las palabras del sacerdote y de la asamblea antes de 81. Lumen gentium, 29.
AAS 98 (2006), 228. acercarse al altar: «Señor, no soy digno de que entres 82. Cf. Propositio 38.
19. Cf. Propositio 3. en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme». 83. Cf. Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal
20. Breviario Romano, Himno en el Oficio de lectura de La liturgia prevé justamente algunas oraciones muy be- Familiaris consortio (22 noviembre 1981), 57: AAS 74
la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. llas para el sacerdote, transmitidas por la tradición y (1982), 149-150.
21. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 13: AAS 98 que le recuerdan la necesidad de ser perdonado, como, 84. Carta apostólica Mulieris dignitatem (15 agosto 1988),
(2006), 228. por ejemplo, las que se pronuncian en voz baja antes de 26: AAS 80 (1988), 1715-1716.
22. Homilía en la explanada de Marienfeld (21 agosto invitar a los fieles a la comunión sacramental: «Líbra- 85. Catecismo de la Iglesia católica, 1617.
2005): AAS 97 (2005), 891-892. me, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de to- 86. Cf. Propositio 8.
23. Cf. Propositio 3. das mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siem- 87. Cf. Lumen gentium, 11.
24. Cf. Misal Romano, Plegaria Eucarística IV. pre tus mandamientos y jamás permitas que me separe 88. Cf. Propositio 8.
25. Catequesis XXIII, 7: PG 33, 1114s. de Ti». 89. Cf. Mulieris dignitatem; Congregación para la Doctri-
26. Cf. Sobre el sacerdocio, VI, 4: PG 48, 681. 58. Cf. san Juan Damasceno, Sobre la recta fe, IV, 9: PG 94, na de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre
27. Ibíd., III, 4: PG 48, 642. 1124C; san Gregorio Nacianceno, Discurso 39, 17: PG 36, la colaboración del hombre y de la mujer en la Iglesia y en
28. Propositio 22. 356A; Concilio de Trento, Doctrina de sacramento paeni- el mundo (31 mayo 2004): AAS 96 (2004), 671-687.
29. Cf. Propositio 42: «Este encuentro eucarístico se rea- tentiae, cap. 2: DS 1672. 90. Cf. Propositio 9.
liza en el Espíritu Santo que nos transforma y santifica. Él 59. Cf. Lumen gentium, 11; Reconciliatio et paeniten- 91. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 1640.
despierta en el discípulo la decidida voluntad de anunciar tia, 30. 92. Cf. Familiaris consortio, 84; Congregación para la Doc-
con audacia a los demás lo que se ha escuchado y vivido, 60. Cf. Propositio 7. trina de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia católica so-
para acompañarlos al mismo encuentro con Cristo. De 61. Cf. Juan Pablo II, Motu proprio Misericordia Dei (7 bre la recepción de la comunión eucarística por parte de los
este modo, el discípulo, enviado por la Iglesia, se abre a abril 2002): AAS 94 (2002), 452-459. fieles divorciados y vueltos a casar «Annus Internationalis
una misión sin fronteras». 62. Junto con los Padres sinodales, recuerdo que las ce- Familiae» (14 septiembre 1994): AAS 86 (1994), 974-979.
30. Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Lumen gentium, lebraciones penitenciales no sacramentales, menciona- 93. Cf. Consejo Pontificio para los Textos Legislativos,
3; véase, por ejemplo, san Juan Crisóstomo, Catequesis das en el Ritual del sacramento de la Reconciliación, pue- Instrucción sobre las normas que han de observarse en los
3, 13-19: SC 50,174-177. den ser útiles para aumentar el espíritu de conversión y tribunales eclesiásticos en las causas matrimoniales Dig-

 DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 33


Sacramentum caritatis
 Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

nitas connubii (25 enero 2005), Ciudad del Vaticano, sanctum Concilium, 56; Eucharisticum Mysterium, 3. 171. Así, por ejemplo, santo Tomás de Aquino, Summa
2005. 133. Cf. Propositio 18. Theologiae, III, q.80, a.1,2; santa Teresa de Jesús, Camino
94. Cf. Propositio 40. 134. Ibíd. de perfección, cap. 35. La doctrina ha sido confirmada
95. Discurso al Tribunal de la Rota Romana con oca- 135. Ordenación General del Misal Romano, 29. con autoridad por el Concilio de Trento, sess.XIII, c.VIII.
sión de la inauguración del año judicial (28 enero 2006): 136. Cf. Juan Pablo II, encíclica Fides et ratio (14 sep- 172. Cf. Juan Pablo II, encíclica Ut unum sint (25 mayo
AAS 98 (2006), 138. tiembre 1998), 13: AAS 91 (1999), 15-16. 1995), 8: AAS 87 (1995), 925-926.
96. Cf. Propositio 40. 137. San Jerónimo, Comm. in Is., Prol.: PL 24, 17; cf. Dei 173. Cf. Propositio 41; Concilio Vaticano II, Decreto Uni-
97. Cf. ibíd. Verbum, 25. tatis redintegratio, 8.15; Ut unum sint, 46; Ecclesia de
98. Cf. ibíd. 138. Cf. Propositio 31. Eucharistia, 45-46; Código de Derecho Canónico, can.844
99. Cf. Lumen gentium, 48. 139. Cf. Ordenación General del Misal Romano, 29; Sa- §§3-4; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales,
100. Cf. Propositio 3. crosanctum Concilium, 7.33.52. can.671 §§3-4; Consejo Pontificio para la Unidad de los
101. A este propósito, quisiera recordar las palabras lle- 140. Propositio 19. Cristianos, Directoire pour l'application des principes et des
nas de esperanza y de consuelo de la Plegaria eucarísti- 141. Cf. Sacrosanctum Concilium, 52. normes sur l'œcuménisme (25 marzo 1993), 125, 129-
ca II: «Acuérdate también de nuestros hermanos que dur- 142. Cf. Dei Verbum, 21. 131: AAS 85 (1993), 1087, 1088-1089.
mieron en la esperanza de la resurrección, y de todos 143. Para este fin, el Sínodo ha exhortado a elaborar ele- 174. Cf. nn.1398-1401.
los que han muerto en tu misericordia; admítelos a con- mentos pastorales basados en el leccionario trienal, que 175. Cf. n.293.
templar la luz de tu rostro». ayuden a unir intrínsecamente la proclamación de las 176. Cf. Consejo Pontificio de las Comunicaciones So-
102. Cf. Homilía (8 diciembre 2005): AAS 98 (2006), 15- lecturas previstas con la doctrina de la fe: cf. Propositio 19. ciales, Instrucción sobre las Comunicaciones sociales, en
16. 144. Cf. Propositio 20. el 20º aniversario de la Communio et progressio, Aetatis
103. Lumen gentium, 58. 145. Ordenación General del Misal Romano, 78. novae (22 febrero 1992): AAS 84 (1992), 447-468.
104. Propositio 4. 146. Cf. ibíd. 78-79. 177. Cf. Propositio 29.
105. Relatio post disceptationem, 4: L'Osservatore Roma- 147. Cf. Propositio 22. 178. Cf. Propositio 44.
no (14 octubre 2005), 5. 148. Ordenación General del Misal Romano, 79d. 179. Cf. Propositio 48.
106. Cf. Serm. 1, 7; 11, 10; 22, 7; 29, 76: Sermones domi- 149. Ibíd. 79c. 180. Este conocimiento se puede adquirir también en
nicales ad fidem codicum nunc denuo editi, Grottaferra- 150. Teniendo en cuenta costumbres antiguas y venera- los años de formación de los candidatos al sacerdocio
ta, 1977, pp.135, 209s., 292s., 337; Benedicto XVI, Mensa- bles, así como los deseos manifestados por los Padres si- en el seminario mediante iniciativas apropiadas: cf. Pro-
je a los Movimientos eclesiales y a las Nuevas comunida- nodales, he pedido a los Dicasterios competentes que positio 45.
des (22 mayo 2006): AAS 98 (2006), 463. estudien la posibilidad de colocar el rito de la paz en 181. Cf. Propositio 37.
107. Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Gaudium et otro momento, por ejemplo, antes de la presentación de 182. Cf. Sacrosanctum Concilium, 36.54.
spes, 22. las ofrendas en el altar. Por lo demás, dicha opción recor- 183. Propositio 36.
108. Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Dei Verbum, 2.4. daría de manera significativa la amonestación del Señor 184. Cf. ibíd.
109. Propositio 33. sobre la necesidad de reconciliarse antes de presentar 185. Cf. Propositio 32.
110. Sermo 227, 1: PL 38, 1099. cualquier ofrenda a Dios (cf. Mt 5, 23s.): cf. Propositio 186. Cf. Propositio 14.
111. San Agustín, In Iohannis Evangelium Tractatus, 21, 23. 187. Propositio 19.
8. 151. Cf. Redemptionis Sacramentum, 80-96. 188. Cf. Propositio 14.
112. Ibíd., 28,1: PL 35, 1622. 152. Cf. Propositio 34. 180. Cf. Homilía en las primeras Vísperas de Pentecos-
113. Cf. Propositio 30. La santa misa que la Iglesia cele- 153. Cf. Propositio 35. tés (3 junio 2006): AAS 98 (2006), 509.
bra durante la semana, y a la que se invita a los fieles a 154. Cf. Propositio 24. 190. Cf. Propositio 34.
participar, tiene también su paradigma en el Día del Se- 155. Cf. Sacrosanctum Concilium, 14-20; 30s.; 48s.; Re- 191. Enarrationes in Psalmos 98,9: CCL XXXIX 1385; cf.
ñor, el día de la resurrección de Cristo; Propositio 43. demptionis Sacramentum, 36-42. Discurso a la Curia Romana (22 diciembre 2005): AAS 98
114. Cf. Propositio 2. 156. N.48. (2006), 44-45.
115. Cf. Propositio 25. 157. Ibíd. 192. Cf. Propositio 6.
116. Cf. Propositio 19. La Propositio 25 especifica: «Una au- 158. Cf. Congregación para el Clero y otros Dicasterios de 193. Discurso a la Curia Romana, ibíd.
téntica acción litúrgica expresa la sacralidad del Miste- la Curia Romana, Instrucción sobre algunas cuestiones 194. Cf. Propositio 6; Congregación para el Culto Divino
rio eucarístico. Ésta debería reflejarse en las palabras y las acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagra- y la Disciplina de los Sacramentos, Directorio sobre la
acciones del sacerdote celebrante mientras intercede an- do ministerio de los sacerdotes Ecclesiae de mysterio (15 piedad popular y liturgia (17 diciembre 2001), nn.164-165,
te Dios, tanto con los fieles como por ellos». agosto 1997): AAS 89 (1997), 852-877. Ciudad del Vaticano 2002; Eucharisticum Mysterium.
117. Ordenación General del Misal Romano, 22; cf. Con- 159. Cf. Propositio 33. 195. Cf. Relatio post disceptationem, 11.
cilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, 160. Ordenación General del Misal Romano, 92. 196. Cf. Propositio 28.
41; Redemptionis Sacramentum, 19-25. 161. Cf. ibíd., 94. 197. Cf. n.314.
118] Cf. Concilio Vaticano II, Decreto Christus Dominus, 162. Cf. Concilio Vaticano II, Decreto Apostolicam ac- 198. VII, 10, 16: PL 32, 742.
14; Sacrosanctum Concilium, 41. tuositatem, 24; Ordenación General del Misal Romano, 199. Homilía en la Explanada de Marienfeld, (21 agos-
119. Ordenación General del Misal Romano, 22. nn.95-111; Redemptionis Sacramentum, 43-47; Propositio to 2005); cf. Homilía en la Vigilia de Pentecostés (3 junio
120. Cf. ibíd. 33: «Se han de introducir estos ministerios de acuerdo 2006).
121. Cf. Propositio 25. con un mandato específico y las exigencias reales de la co- 200. Cf. Relatio post disceptationem, 6,47; Propositio 43.
122. Cf. Sacrosanctum Concilium, 112-130. munidad que celebra. Las personas encargadas de estos 201. De civitate Dei, X, 6: PL 41, 284.
123. Cf. Propositio 27. servicios litúrgicos laicales han de ser elegidas con mucha 202. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 1368.
124. Cf. ibíd. atención, bien preparadas y acompañadas con una forma- 203. Cf. san Ireneo, Contra las herejías IV, 20, 7: PG 7,
125. Con referencia a estos aspectos, es necesario ate- ción permanente. Su nombramiento ha de ser temporal. 1037.
nerse fielmente a lo establecido en la Ordenación Gene- Dichas personas deben ser conocidas por la comunidad 204. A los Magnesios, 9,1-2: PG 5, 670.
ral del Misal Romano, 319-351. y recibir de ella el debido reconocimiento». 205. Cf. I Apología 67, 1-6; 66: PG 6, 430s. 427.430.
126. Cf. Ordenación General del Misal Romano, 39-41; Sa- 163. Cf. Sacrosanctum Concilium, 37-42. 206. Cf. Propositio 30.
crosanctum Concilium, 112-118. 164. Cf. nn.386-399. 207. Cf. AAS 90 (1998), 713-766.
127. Sermo 34, 1: PL 38, 210. 165. AAS 87 (1995), 288-314. 208. Propositio 30.
128. Cf. Propositio 25: «Como todas las expresiones artís- 166. Cf. Exhortaciones apostólicas postsinodales Ecclesia 209. Homilía (19 marzo 2006): AAS 98 (2006), 324.
ticas, también el canto debe armonizarse íntimamente in Africa (14 septiembre 1995), 55-71; Ecclesia in Ameri- 210. Señala a este respecto el Compendio de la doctrina
con la liturgia y contribuir eficazmente a su finalidad, es ca (22 enero 1999), 16.40.64.70-72; Ecclesia in Asia (6 social de la Iglesia, 258: «El descanso abre al hombre, su-
decir, ha de expresar la fe, la oración, la admiración y el noviembre 1999), 21s.; Ecclesia in Oceania (22 noviem- jeto a la necesidad del trabajo, la perspectiva de una liber-
amor a Jesús presente en la Eucaristía». bre 2001), 16; Ecclesia in Europa (28 junio 2003), 58- 60. tad más plena, la del Sábado eterno (cf. Hb 4, 9-10). El des-
129. Cf. Propositio 29. 167. Cf. Propositio 26. canso permite a los hombres recordar y revivir las obras
130. Cf. Propositio 36. 168. Cf. Propositio 35; Sacrosanctum Concilium, 11. de Dios, desde la Creación hasta la Redención, reconocer-
131. Cf. Sacrosanctum Concilium, 116; Ordenación Ge- 169. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 1388; Sacro- se a sí mismos como obra suya (cf. Ef 2, 10), y dar gracias
neral del Misal Romano, 41. sanctum Concilium, 55. por su vida y su subsistencia a Él, que de ellas es el Au-
132. Ordenación General del Misal Romano, 28; cf. Sacro- 170. Cf. Ecclesia de Eucharistia, 34. tor».

DOCUMENTOS ALFA Y OMEGA 34


Sacramentum caritatis
 Exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía

211. Cf. Propositio 10. 227. Cf. Vita consecrata, 34. 242. Durante la Asamblea sinodal hemos escuchado con-
212. Cf. ibíd. 228. Encíclica Veritatis splendor (6 agosto 1993), 107: movidos testimonios muy significativos acerca de la efi-
213. Cf. Discurso a los obispos de la conferencia episco- AAS 85 (1993), 1216-1217. cacia del Sacramento en la obra de pacificación. Se afir-
pal de Canadá-Quebec en visita ad limina Apostolo- 229. Deus caritas est, 14. ma al respecto en la Propositio 49: «Gracias a las cele-
rum (11 mayo 2006): L'Osservatore Romano (12 mayo 230. Cf. Juan Pablo II, encíclica Evangelium vitae (25 braciones eucarísticas, pueblos en conflicto se han po-
2006), 5. marzo 1995): AAS 87 (1995), 401-522; Benedicto XVI, dido reunir alrededor de la Palabra de Dios, escuchar su
214. N.10: AAS 71(1979), 414-415. Discurso a un congreso organizado por la Academia Pon- anuncio profético de reconciliación a través del perdón
215. Audiencia General del 29 marzo de 2006: L'Osserva- tificia para la Vida (27 febrero 2006): AAS 98 (2006), gratuito, recibir la gracia de la conversión que permite
tore Romano, ed. en lengua española (31 marzo 2006), 16. 264-265. la comunión en el mismo pan y en el mismo cáliz».
216. Propositio 39. 231. Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota 243. Cf. Propositio 48.
217. Cf. Relatio post disceptationem, 30. doctrinal acerca de algunas cuestiones con respecto al 244. Deus caritas est, 28.
218. Cf. Lumen gentium, 39-42. comportamiento de los católicos en la vida política (24 245. Propositio 48.
219. Cf. Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal noviembre 2002): AAS 95 (2004), 359-370. 246. Discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la
Christifideles laici (30 diciembre 1988), 14.16: AAS 81 232. Cf. Propositio 46. Santa Sede (9 enero 2006), 28: AAS 98 (2006), 127.
(1989), 409-413; 416-418. 233. AAS (2005), 711. 247. Ibíd.
220. Cf. Propositio 39. 234. Propositio 42. 248. Cf. Propositio 48. A este respecto es muy útil el Com-
221. Cf. ibíd. 235. Cf. Martirio de Policarpo, XV, 1: PG 5, 1039. 1042. pendio de la doctrina social de la Iglesia.
222. Pontifical Romano. Ordenación del obispo, de pres- 236. A los Romanos, IV,1: PG 5, 690. 249. Cf. Propositio 43.
bíteros y de diáconos, Rito de la ordenación del presbíte- 237. Cf. Lumen gentium, 42. 250. Cf. Propositio 47.
ro, n.150. 238. Cf. Propositio 42; Congregación para la Doctrina de 251. Cf. Propositio 17.
223. Cf. Pastores dabo vobis,19-33; 70-81. la Fe, Declaración sobre la unicidad y la universalidad 252. Acta SS. Saturnini, Dativi et aliorum plurimorum
224. Propositio 38. salvífica de Jesucristo y de la Iglesia Dominus Iesus (6 martyrum in Africa, 7.9.10: PL 8, 707.709-710.
225. Propositio 39. Cf. Juan Pablo II, Exhortación apostó- agosto 2000), 13-15: AAS 92 (2000), 754-755. 253. Cf. Ecclesia de Eucharistia, 53.
lica postsinodal Vita consecrata (25 marzo 1996), 95: AAS 239. Cf. Propositio 42. 254. Plegaria Eucarística I (Canon Romano).
88 (1996), 470-471. 240. Deus caritas est, 18. 255. Propositio 50.
226. Código de Derecho Canónico, can.663, §1. 241. Ibíd., 14. 256. Cf. Homilía (8 diciembre 2005): AAS 98 (2006), 15.

Índice
Introducción .............................................................................................................................................................................................................. 3

Primera parte: Eucaristía, Misterio que se ha de creer .......................................................................................................................... 5


Santísima Trinidad y Eucaristía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
Eucaristía: Jesús, el verdadero Cordero inmolado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
El Espíritu Santo y la Eucaristía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6
Eucaristía e Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7
Eucaristía y Sacramentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8
I. Eucaristía e iniciación cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8
II. Eucaristía y sacramento de la Reconciliación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9
III. Eucaristía y Unción de los enfermos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .10
IV. Eucaristía y sacramento del Orden . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .10
V. Eucaristía y Matrimonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11
Eucaristía y escatología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .12
Eucaristía y la Virgen María . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13

Segunda parte: Eucaristía, Misterio que se ha de celebrar ................................................................................................................ 14


La celebración eucarística, obra del Christus totus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .14
Ars celebrandi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15
Estructura de la celebración eucarística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16
Actuosa participatio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .18
La celebración participada interiormente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .21
Adoración y piedad eucarística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22

Tercera parte: Eucaristía, Misterio que se ha de vivir .......................................................................................................................... 24


Forma eucarística de la vida cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .24
Eucaristía, misterio que se ha de anunciar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .28
Eucaristía, misterio que se ha de ofrecer al mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Conclusión ............................................................................................................................................................................................................... 32

También podría gustarte