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TAREA I PARCIAL

LIC. ALBERTO JOSE ACOSTA ARCHILA

ASIGNATURA:
APREC MUSICAL

SECCIÓN 1100

YEHRIN TOMAS MARTÍNEZ ORTEZ

20182330101

UNAH - CURLP

CHOLUTECA, CHOLUTECA 7 DE FEBRERO 2020

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Introducción

La notación musical no fue un invento que se haya confeccionado de un día para


otro, ni fue una sola persona quien tuvo esta interesante idea. La historia del
desarrollo de este sistema de notación es fascinante y nos revela el desarrollo
mismo de la tradición musical occidental. Para entender cómo sucedió este
“milagro” tenemos que recorrer brevemente varios siglos de nuestra historia, e
incluso remontarnos a los antiguos griegos. Generalmente se dice que el
surgimiento de la notación musical fue entre los siglos VIII y IX. No obstante, hay
varios hechos que demuestran que en la Grecia Antigua existió un sistema de
notación musical. Siempre hemos admirado la filosofía y la teoría musical que
los griegos desarrollaron a partir de las postulados pitagóricos y los conceptos
que unos siglos después Aristoxeno, en sus Elementos armónicos y sus
Elementos rítmicos (ca. 330 a.C.), le llevaría a determinar cuestiones
relacionadas con el ritmo, los intervalos y las escalas musicales.

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MARCO TEORICO:

La notación musical es un sistema de escritura utilizado para representar


gráficamente una pieza musical, permitiendo a un intérprete que la ejecute de la
manera deseada por el compositor.

El sistema de notación más utilizado actualmente es el sistema gráfico occidental


que representa sobre un pentagrama una serie de signos.

El elemento básico de cualquier sistema de notación musical es la nota, que


representa un único sonido y sus características básicas: duración y altura.

Los sistemas de notación también permiten representar otras características


diversas, tales como variaciones de intensidad, expresión o técnicas de
ejecución instrumental.

No obstante, existen muchos otros sistemas de notación y muchos de ellos


también se usan en la música moderna.

Ya la cultura hindú y la china dispusieron de un sistema de notación lógico y


bastante desarrollado que, sin embargo, ha tenido una escasísima influencia
sobre la nuestra.

No así la escritura de otros pueblos mediterráneos de la Antigüedad, la cual sí


que ha influido en nuestro sistema de notación actual.

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Procedimientos muy parecidos han
sido descritos por los paleólogos en
algunos escritos cuneiformes,
manuscritos babilónicos y
maniqueos, que, sin duda, se trata de
modos de vocalización melismática
(el melisma es una fórmula melódica
que se suele cantar sobre una sílaba,
en lugar de hacer corresponder ésta
a un solo sonido).

Estos signos tienen importancia por


su influencia en la posterior escritura
musical bizantina, mejor estudiada.

La notación alejandrina fue


distemática, es decir, no representativa de sonidos, sino de intervalos.

Las noticias que de ella sabemos son las dadas por Aristoxeno, quien dividía la
octava en 24 partes.

Tanto los pueblos del Cercano Oriente como los griegos partieron de su alfabeto
para la representación musical; sin embargo, esto sería pronto insuficiente para
las necesidades sonoras.

Los romanos heredaron de los griegos la notación alfabética y la trasmitieron al


mundo medieval, siendo Boecio el encargado de trasformar los caracteres
griegos en caracteres latinos.

Hay, de cualquier manera, una falta de unidad en la notación de los primeros


monasterios medievales, no imponiéndose hasta el s. XI la nomenclatura C, D,
E, F, G, A, B, (do, re, mi, fa, sol, la, si) que aún persiste, en lo que al nombre de
los sonidos se refiere.

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CANTO GREGORIANO

Se considera que el Canto Gregoriano alcanzó su apogeo en el transcurso del


siglo VIII.

La música no siempre estaba escrita y la tradición se perdía.

El repertorio, tan rápidamente transmitido, se alteraba.

Las piezas nuevas fueron tan numerosas que se impuso la necesidad de


ponerlas por escrito.

Hasta entonces se procedía de la manera clásica, aún usual en Oriente.

El cantor enseña, los alumnos escuchan, repiten y solos la recuerdan con esta
memoria milenaria de las civilizaciones en escritura.

Todo esto había que encomendarlo a la memoria de los cantores quienes no


tenían ayudas musicales, excepto algunas marcas sobre el texto que indicaban
simplemente cuándo la melodía subía o bajaba.

Por supuesto, la conservación de los cantos, encomendada únicamente a la


buena memoria hacía que se encontraran en peligro de desaparecer.

Todo cambió cuando el repertorio fue más abundante y se llenó sobre todo de
obras compuestas y ya no adaptadas a los antiguos esquemas.

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Para representar la melodía sobre el pergamino, se utilizaron signos parecidos
a los acentos del lenguaje: los neumas.

Signos aislados al principio, sirven en los manuscritos para anotar precisamente


las obras nuevas que el cantor teme olvidar.

Este es el caso de algunas obras del siglo IX.

Inicialmente la notación musical servía como ayuda-a-la-memoria para quien ya


tenía una idea acerca de cómo debía sonar.

No se pretendía que la Notación fuera “científicamente” precisa.

El concepto de que se puede cantar una melodía solo leyendo correctamente la


música (sin necesidad de haberla escuchado anteriormente) es algo
relativamente muy nuevo.

Los ejemplos más antiguos de notación musical en la Europa Occidental fueron


escritos más como anotaciones para los textos que se cantaban.

La notación y su contexto

Los primeros intentos de notación musical tienen más de dos mil años de
antigüedad se han encontrado restos arqueológicos con caracteres musicales
de la época de los sumerios (aprox. 2600 a. C.)-, sin embargo, como vamos a
ver a continuación, nuestro sistema de notación moderno posee poco más de
cuatrocientos años.

Para darnos cuenta de la importancia del desarrollo de la notación musical


debemos saber que antes de su invención la música solo se podía transmitir de
manera oral; esto suponía una enorme limitación a la hora de memorizar una
gran cantidad de melodías y dificultaba que la música de una región pudiera
conocerse en otros lugares.

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La notación musical, por tanto, no solo ha servido para hacer evolucionar la
complejidad y riqueza del pensamiento musical sino que, además, ha ayudado
a transmitir y difundir la música de los compositores más allá de su contexto,
tiempo y tradición.

TRES TIPOS DE NOTACIÓN MUSICAL MÁS EMPLEADOS EN LA


ACTUALIDAD.

Como podréis ver, la notación musical no siempre está asociada a la música


clásica.

También se han desarrollado sistemas para dar respuesta a las necesidades de


la música moderna, del Jazz o de los métodos pedagógicos para principiantes.

1. La notación occidental moderna, la más completa

La notación musical moderna, la que se enseña en las escuelas de música y los


conservatorios, nace a mediados del siglo IX d.C. con el canto gregoriano.

En sus inicios los símbolos que se empleaban eran muy rudimentarios y recibían
el nombre de neumas.

No sería hasta el siglo XVII cuando la notación musical alcanzaría su forma


definitiva, prácticamente igual a la que tenemos ahora.

Este tipo de notación es el más completo y efectivo para representar ideas


musicales complejas.

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La partitura moderna contiene todos los elementos necesarios para la correcta
interpretación de la música:

El pentagrama: es el conjunto de cinco líneas y cuatro espacios sobre el que se


escriben las notas musicales
La clave: es el símbolo que se coloca al principio del pentagrama y que nos indica
el nombre de las notas y el lugar que ocupan en el registro.
Las notas musicales: indican la altura (agudo o grave) según su posición en el
pentagrama (arriba o abajo) y la duración de las mismas (corchea, negra, blanca,
etc..)

El tempo: indica la velocidad con la que se debe interpretar la música.


La armadura: indica la tonalidad de la pieza.
El compás: viene expresado por los dos números que se colocan al principio de
la partitura.

La articulación: indica la manera en la que hay que tocar el instrumento para


resaltar las ideas musicales (sonidos ligados, sueltos, más marcados, etc..)
La dinámica: indica la cantidad de sonido (volumen) que hay que producir en
cada momento: P significa piano (es decir, suave), F, forte, PP, pianísimo, muy
suave, etc..

2. El cifrado americano, ideal para improvisar

El cifrado americano, también conocido como cifrado inglés o anglosajón, es un


sistema de letras en el que cada letra del alfabeto (de la A a la G) se corresponde
con una nota musical.

De este modo tenemos que: la letra A equivale a la nota La; B=Si, C=Do, D=Re,
E=Mi, F=Fa, G=Sol.

Pero, además, podemos encontrarnos con partituras en las que las letras van
acompañadas por números (F6, D-7, G-7, C7, etc…).

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En este caso, lo que representa el cifrado americano no son sonidos individuales
sino acordes completos.

Este tipo de notación se utiliza para expresar la armonía de una canción de forma
abreviada.

Por eso, es habitual verlo en partituras de música moderna.

El problema del cifrado americano es que no refleja ni el ritmo exacto ni la


disposición de las notas del acorde.

Pero esto, que podría ser un inconveniente desde el punto de vista de la escritura
tradicional, se convierte en una ventaja cuando lo que se desea es que el
intérprete pueda improvisar, como es el caso de la música Jazz.

3. La tablatura, para los que no saben leer música

La tablatura es una notación que representa de manera gráfica las posiciones y


colocación de los dedos en el instrumento.

Es muy empleada por principiantes y es típica de la guitarra.

Como sucede con el cifrado americano, esta notación no refleja el ritmo de la


música por lo que es necesario conocer la pieza de oído con anterioridad para
conseguir que suene como el original.

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CONCLUSIONES

En el terreno de la música, la notación musical juega un papel muy similar al de


la escritura, ha servido y sirve para hacer evolucionar el lenguaje de la
música y permite que se conserven las obras de los compositores a lo largo del
tiempo.

Los primeros intentos de notación musical tienen más de dos mil años de
antigüedad se han encontrado restos arqueológicos con caracteres musicales
de la época de los sumerios (aprox. 2600 a. C.)

La notación musical, por tanto, no solo ha servido para hacer evolucionar la


complejidad y riqueza del pensamiento musical sino que, además, ha ayudado
a transmitir y difundir la música de los compositores más allá de su contexto,
tiempo y tradición.

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